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Foro Nº 3 de Debate Grupal

Consigna:
A partir de la lectura del texto de la Clase y de la bibliografía del Módulo:

1. Describa brevemente una práctica social discriminatoria que observe en alguno de los ámbitos de su vida cotidiana
(educación, trabajo, deportes, salud, pasatiempos).
2. Identifique las dimensiones que observa en esa práctica social discriminatoria.
3. Señale, siguiendo la clasificación propuesta por Segato, si dicha práctica puede considerarse racista,
4. ¿Considera que la situación planteada podría subsanarse por alguna forma de “acción afirmativa”? 

Respuesta a preguntas 1 y 2:

Entendiendo práctica social discriminatoria como aquellas formas de obrar, pensar y sentir que, sobre la base
de la asignación de atributos estereotipados, que tienen como resultado menoscabar, restringir y/o anular la
capacidad de las personas para poner en práctica y gozar plenamente de sus derechos; considero que en los
ámbitos laborales hay muchas prácticas discriminatorias para con las personas que tienen algún antecedente
penal; ya que generalmente no les dan la posibilidad de poder conseguir un trabajo digno, y esto a su vez
genera que sea más conflictiva la re-inserción a la sociedad fuera del ámbito carcelario, en este sentido la
dimensión de la práctica es a nivel simbólico-discursivo y a nivel institucional-normativo, porque el no
aceptarlos/as por esa condición conlleva tener previamente un ideario de personas que tuvieron conflicto con
la ley, que lleva a la práctica discriminatoria de no darles empleo.

Respuesta a preguntas 3 y 4:

No creo que la practica sea racista en todos los casos, quizá aveces si, por ejemplo con personas migrantes
que tienen antecedentes y/o personas que no tengas rasgos hegemónicos, puede llegar a haber lo que
Segato llama racismo para con gente de raza sin etnicidad. Y tomando la frase del autor “El racismo es
una forma de violencia”, también se produce la violencia moral, cuando se lanza sobre esa persona una
sospecha a respecto de su moralidad, honradez o incapacidad. Creo que esta acción discriminatoria puede
subsanarse haciendo y exigiendo que se cumplan las leyes, por ejemplo, hay una resolución del Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social que plantea que “Las ofertas de empleo no podrán contener restricciones
por motivos tales como raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, género,
posición económica, condición social, caracteres físicos, discapacidad, residencia, responsabilidades
familiares o antecedentes penales de quienes hayan cumplido la totalidad de su condena.” Creo que esta es
una acción afirmativa, entendiendo acciones afirmativas como mecanismos para compensar e revertir formas
de discriminación negativa que recayeron históricamente sobre las categorías sociales vulnerables, que como
se ve, no sólo abarca a las personas que tienen antecedentes, sino a varios ejemplos que se ven en los textos
tanto de la clase como de Segato

RESUMEN MOD. III


CLASE 3.
Racismo y discriminación

Las nociones tienen siempre un carácter social; esto es que toda atribución de sentidos se funda y asienta sobre
creencias y valores socialmente compartidos. Desde la perspectiva del paradigma de los derechos humanos, la
experiencia diaria del menosprecio y el desinterés por el principio de igualdad nos lleva a centrar la atención en las
prácticas y situaciones que se presentan como la contracara de este principio: hablamos en este punto de aquello que
llamamos discriminación.

Desde 1925, y hasta la edición de 2001, la palabra discriminación significaba “separar, distinguir, diferenciar una cosa de
otra”. Sin embargo, en 1970 se incorpora una segunda acepción de la palabra, en la que encontramos puntos de
contacto con el sentido actual que le atribuimos. En ese momento se incorpora la idea de que discriminación alude
también a “dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.” Como
señalábamos, será sólo muy recientemente, en 2001, que ambas acepciones se combinarán en la significación principal
atribuida a la palabra: discriminación significa “seleccionar excluyendo”.

La perspectiva desarrollada en el Plan Nacional contra la Discriminación: Entendemos como práctica social
discriminatoria a cualesquiera de las siguientes acciones:

a) crear y/o colaborar en la difusión de estereotipos de cualquier grupo humano por características reales o imaginarias,
sean éstas del tipo que fueren, sean éstas positivas o negativas y se vinculen a características innatas o adquiridas;

b) hostigar, maltratar, aislar, agredir, segregar, excluir y/o marginar a cualquier miembro de un grupo humano del tipo
que fuere por su carácter de miembro de dicho grupo;

c) establecer cualquier distinción legal, económica, laboral, de libertad de movimiento o acceso a determinados ámbitos
o en la prestación de servicios sanitarios y/o educativos a un miembro de un grupo humano del tipo que fuere, con el
efecto o propósito de impedir o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos o libertades
fundamentales.

En nuestro análisis hacemos referencia a prácticas sociales discriminatorias –en lugar de hablar de 'actos
discriminatorios'– en la medida en que dar cuenta de las prácticas sociales nos permite adentrarnos en los marcos
comunitarios que organizan, dan sentido y hacen inteligibles los actos que ponen en escena las matrices discriminatorias
vigentes en cada sociedad y para cada momento histórico. Cuando hablamos de prácticas sociales discriminatorias
estamos tematizando aquellas formas de obrar, pensar y sentir que, sobre la base de la asignación de atributos
estereotipados, tienen como resultado menoscabar, restringir o anular la capacidad de las personas para poner en
práctica y gozar plenamente de sus derechos.

Cuando hablamos de racismo nos referimos a una construcción ideológica que articula dos creencias:
 la primera, sostiene que existiría la posibilidad de segmentar al género humano en grupos sobre la base de un
conjunto de características biológicas comunes (la “raza”, concepto que ha sido abandonado tanto por su inconsistencia
científica como por sus implicancias políticas
 la segunda, que de dicha pretendida segmentación se derivaría una jerarquización necesaria entre dichos grupos
humanos y las características que se les atribuyen. El racismo sostiene una pretendida superioridad de cierto/s grupo/s
poblacional/es, portador/es de determinadas características, por sobre otros.

Existen distintas dimensiones desde las que resulta posible abordar las prácticas sociales discriminatorias: a nivel
simbólico-discursivo, a nivel físico-corporal y a nivel institucional-normativo.

HISTORIA Y NEGACIÓN DE DERECHOS

Hacemos referencia aquí al momento que de manera más directa incidió en las prácticas discriminatorias actualmente
vigentes: el período de conformación y consolidación de los Estados nacionales modernos. En Argentina este proceso se
inicia con los movimientos independentistas y se consolida entre 1880 y 1930. En consonancia con las ideas vigentes a
nivel internacional, el Estado Argentino orientó su accionar en sentido de redefinir las reglas social y políticamente
vigentes. A partir de la década de 1870 comienzan a desarrollarse políticas tendientes a regular distintos espacios de
intercambio social, desde las reformas urbanas (inspiradas en las teorías vigentes respecto de la salubridad social) hasta
el desarrollo del encierro penitenciario y los saberes criminológicos. De la mano de teorías científicas de gran aceptación
(positivismo, higienismo, normalismo, etc.), la sociedad argentina redefinió los términos demarcatorios de su identidad
y las pautas de delimitación de incluidos-excluidos. Las decisiones políticas y las reglas sociales de interacción
resultaron reformuladas: las poblaciones originarias, las poblaciones migrantes, los niños y niñas, los portadores de
determinadas filiaciones políticas, entre muchos otros, pasaron a ser objetos de permanente vigilancia y corrección por
parte del Estado nacional.

Se asoció la noción de “normal” a aquello estimado como positivo para la sociedad y, en consecuencia, toda
“desviación”, todo “problema” emergente en el seno de la sociedad se vinculó a personas o grupos que no se adecuaron
a la norma y la imagen de “sociedad bien ordenada”. Si atendemos a las prácticas discriminatorias vigentes notamos la
extensión de los grupos de personas que resultan víctimas de estas diversas formas de negación del principio de
igualdad. En primer lugar, y sin que esta presentación responda a la magnitud ni a la extensión de las prácticas
analizadas, destacamos la situación de quienes han sido históricamente posicionados/as en situación de dependencia:
las mujeres, los niños y niñas, y los/as adultos/as mayores. (PAG 6, detalles)

“en nuestra sociedad, donde se valora a los seres humanos por su vinculación con la capacidad de
producir o de acumular riqueza material, el paradigma a emular resulta ser el de la juventud, sana,
fuerte y productiva”

En este punto hacemos referencia a las comunidades y colectividades de pueblos originarios,


afrodescendientes, judías, árabes e islámicas, gitanas y migrantes, entre otras. De manera general, podemos
establecer que el ideal de la “integración nacional” implicó para estos grupos diversas formas de anulación de
las particularidades culturales e identitarias propias. El ideario nacionalista potenció el valor de la
homogeneidad cultural de la nación y, por tanto, tendió a considerar que los rasgos salientes de otras
identidades nacionales y/o étnicas atentaban contra la consolidación de las estructuras políticas y sociales
proyectadas.

En lo que hace a otros grupos de personas cuyas determinaciones existenciales no coincidían (ni coinciden) con
valoraciones positivas encontramos a quienes, por diversos motivos, no se corresponden con el paradigma de
“normalidad orgánico- anatómico- funcional”. Este es el caso de las personas con discapacidad (sean físicas, mentales,
intelectuales y/o sensoriales) y de personas portadoras de determinadas enfermedades (VIH y Sida, cáncer, etc.). La
impronta higienista dentro del sistema social y político, especialmente dentro del campo de la salud, estableció pautas
sumamente discriminatorias que cualifican a estas personas, sus vidas, expectativas, posibilidades y derechos.

De manera similar, personas con diversas identidades sexuales y de género fueron relegadas en el ejercicio de su
derecho al desarrollo de una vida plena y libre de discriminaciones.

Tanto el género como la pobreza resultan ejes transversales que se acoplan a las manifestaciones usuales de
discriminación. La estructura simbólica de valoración de lo masculino y lo femenino ha tendido siempre a inferiorizar a
las mujeres, posicionándolas en roles subalternos y minorizados. A su vez, la situación socio-económica de pobreza y/o
exclusión social ha redundado en la marginación y exclusión social.

DISCRIMINACIÓN Y VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS

La incorporación de la perspectiva y la agenda de los derechos humanos en el escenario político y social han permitido,
articular de forma novedosa los reclamos de igualdad y de reconocimiento, acceso y ejercicio de derechos de una parte
muy importante de la sociedad. El retorno a la democracia en 1983 marcó un punto de inflexión, en tanto estas
aspiraciones y voluntades pudieron articularse y comenzar a ser tematizadas a nivel político.

Es importante destacar distintas perspectivas posibles para hacer frente a situaciones de discriminación. Desde la mirada
estatal se han desarrollado diversas estrategias, entre ellas las políticas de acción afirmativa y políticas de prevención
y/o sensibilización. Sobre la base del reconocimiento de la herencia de las distintas formas de discriminación a lo largo
del tiempo, las políticas de acción afirmativa se orientan a revertir las consecuencias más notorias de estas
desigualdades, con el objetivo final de eliminar los motivos que les dieron origen. Este sería el caso de las becas
educativas destinadas a alumnos/as de determinados orígenes, los cupos legislativos y sindicales, etc.

Una mención aparte merece la labor legislativa, en sentido de promover la sanción de leyes centrales en esta materia.
En los últimos años hemos avanzado de manera significativa en el reemplazo y creación de normas tendientes al
reconocimiento de las diversidades y a la protección de derechos. Entre muchas otras debemos destacar la aprobación
y/o ratificación de instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos. PAG 9  leyes de protección
específicas

Otro aspecto de importancia a considerar son las estrategias nacionales desarrolladas para dar cumplimiento a las
obligaciones contraídas a nivel internacional. En la Argentina, las políticas nacionales de protección y promoción de
derechos son llevadas adelante desde los distintos Ministerios y Secretarías. Muchos de estos organismos son también
los responsables del seguimiento y aplicación de las distintas convenciones internacionales de derechos humanos.

Desde nuestra perspectiva, resulta central comenzar a pensar el paradigma de derechos sobre la base del abandono de
la premisa liberal de ciudadanía, según la cual la incorporación a la comunidad dependía del relegamiento de las
identidades y las determinaciones existenciales al ámbito construido como privado, lo que en términos prácticos
equivalía al reemplazo de una identidad propia por una nueva “identidad común”. De esta forma, es importante avanzar
hacia una nueva conformación de lo estatal donde el Estado ya no sea pensando en términos de neutralidad.

En la actualidad, las prácticas sociales discriminatorias atentan de manera directa contra la posibilidad de ejercicio y,
más aún, de reconocimiento de la centralidad del principio de igualdad. A nivel social, la vigencia de este tipo de
prácticas puede ser establecida sobre la base del conjunto de actos, actitudes e ideas (incluyendo gestos, gustos,
lenguajes, etc.) que se despliegan respecto de las personas colocadas en condición de inferioridad y/o discriminación.

La importancia de delinear una idea de comunidad no homogénea.

RESUMEN: RACISMO, DISCRIMINACIÓN Y ACCIONES AFIRMATIVAS: HERRAMIENTAS CONCEPTUALES. Rita Laura


Segato

Una definición jurídica que hoy puede ser considerada como marco para la comprensión y la denuncia es la que formula
la Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, también conocida como
CERD, de las Naciones Unidas. Esta convención fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1965 y se encuentra
vigente desde 1969. La CERD define la discriminación racial como “cualquier distinción, exclusión, restricción o
preferencia basada en raza, color, descendencia u origen nacional o étnica que tenga el propósito o el efecto de anular o
perjudicar el reconocimiento, gozo o ejercicio en pie de igualdad de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales”

RACISMOS

La comprensión del fenómeno en sus muchas facetas, por un lado, y en las formas en que se manifiesta localmente, es
fundamental para la ampliación de la conciencia tanto de los que sufren como de los que operan de una manera racista.

1. Esferas del acto racista:

Un primer deslinde se refiere a la diferencia entre racismo como prejuicio o como discriminación. Prejuicio es una
actitud racista de fuero íntimo, de la intimidad, de las convicciones personales generalmente al respecto de personas no
blancas, en tanto que discriminación es el efecto que esa convicción personal en la esfera pública, la exclusión que
resulta como consecuencia, consciente y deliberada, o no, de los miembros de la raza o grupo humano considerado
inferior de recursos, servicios y derechos disponibles en el espacio público. El prejuicio racial, para existir, necesita y se
alimenta de la diferencia, es decir, de la producción de otredad a partir de trazos visibles que puedan ser fijados como
indicación de otras – supuestas- diferencias no visibles. En otras palabras, el prejuicio se nutre de la constante
otrificación del prójimo.

La discriminación, por su parte, consiste en el tratamiento diferenciado negativo, que tamb puede reducirse
simplemente a no actuar, es decir, a no realizar ningún gesto de atención específica con relación a una persona que
necesita de esta atención, mientras sí se dispensa esa atención a personas del grupo no discriminado.

Algunos profesionales del Derecho otorgan una gran importancia a la diferencia entre prejuicio – convicción de fuero
íntimo – y discriminación – acción de fuero público -, y enfatizan que sólo la segunda sería efectivamente procesable y
punible por la aplicación de la ley.

2. Las víctimas de Racismo.

Tres tipos de destinatarios del prejuicio y de la discriminación racista:

2.1. Aquéllos que conjugan una diferencia racial, un signo fenotípico, con un patrimonio cultural idiosincrático. Se
trata, entonces, de un grupo étnico-racial discriminado.

2.2. Pero también existen aquellas personas que exhiben trazos raciales como color de piel, tipo de cabello, formato de
los labios y de la nariz, etc. pero sin necesariamente ser portadoras de un patrimonio cultural diferenciado. Podemos
hablar, en este caso, de raza sin etnicidad.

2.3. Personas pertenecientes a pueblos marcados por el cultivo y la transmisión de un patrimonio cultural idiosincrático
y conductores de una trama histórica que reconocen como propia pero que, debido a un antiguo proceso de mestizaje,
no necesariamente exhiben trazos raciales que las distinguen de la población de su región o nación. Etnicidad sin raza.
En este caso, son los comportamientos, el vestuario, la lengua, el acento o el apellido lo que marca a la persona y resulta
en su discriminación por parte de la población blanca.

3. Modalidades de racismo. Existen por lo menos cuatro tipos de racismo:

1. Un racismo de convicción, axiológico: se expresa a través de un conjunto de valores y creencias explícitas que
atribuyen predicados negativos (o positivos) en función del color, trazos físicos o grupo étnico al que la persona
pertenece.

2. Un racismo político-partidario-programático que sirve de base para la formación de agrupaciones políticas que votan
mancomunadamente y abogan un antagonismo abierto contra sectores de la población racialmente marcados, como el
Ku-Klux-Klan.

3. Un racismo emotivo, que se expresan manifestando miedo, rencor o resentimiento con relación a personas de otra
raza o grupo étnico. Es el caso de aquéllos que se asustan al tener que compartir un elevador a solas con una persona
no-blanca, o sentir su presencia próxima en la calle.
4. Un racismo “de costumbre”, automático o “acostumbrado”: irreflexivo, naturalizado, culturalmente establecido y
que no llega a ser reconocido o explicitado como atribución explícita de valor diferenciado a personas de grupos raciales
y étnicos. Se opone a los racismos fundamentados en una consciencia discursiva.

5. Racismo como violencia.

La “costumbre” que reproduce estos aspectos de nuestra sociedad es una costumbre cruel, de fondo violento, y está
basada en el ejercicio sistemático y enmascarado de violencia psicológica, cuando inferioriza al no-blanco por medio del
tratamiento diferenciado -que puede consistir, simplemente, en ignorar su presencia-, o el maltrato verbal o gestual, y
de la violencia moral, cuando se lanza sobre esa persona una sospecha a respecto de su moralidad, honradez o
incapacidad. Por lo tanto, el racismo es una forma de violencia.

6. Racismo institucional y racismo estructural

En los países del continente latinoamericano, los dos últimos tipos referidos, el racismo emotivo y el de costumbre
producen los efectos sociales que llamamos hoy racismo institucional y racismo estructural. Las violencias psicológica y
moral reproducen el paisaje social en que vivimos.

Llamamos racismo estructural a todos los factores, valores y prácticas que colaboran con la reproducción de la
asociación estadística significativa entre raza y clase.

Llamamos racismo institucional a las prácticas institucionales que llevan a la reproducción de las desventajas de la
población no-blanca. Muchas veces, lo que inhibe el acceso a los servicios y recursos que las instituciones ofrecen puede
resultar de que las exigencias de la atención al público no puedan ser bien comprendidas o satisfechas. Es posible definir
también el racismo institucional como un mecanismo de exclusión perfectamente legal, pero nunca legítimo o ético.
Para que lo legal se aproxime a lo legítimo y a lo ético, es necesario generar políticas públicas y normas que impongan
modificaciones en todas las prácticas institucionales que reproducen la exclusión y promuevan un tratamiento
diferenciado ahora positivo a los sectores históricamente perjudicados por el racismo.

7. Formaciones nacionales de alteridad – PAG 8 Y 9

La racialización tiene dos estratos que es importante reconocer: por un lado, sobre todas las sociedades nacionales del
continente latinoamericano pesa una marca racial, y todas ellas, a partir de la mirada generalizadora y tipificadora de los
países que dominan el mundo, son vistas como sociedades no-blancas. Por otro lado, en cada una de estas naciones, a lo
largo de su historia, se ha instalado una matriz de construcción de alteridad racialmente marcada al interior, que sirve
de base para los mecanismos de exclusión por parte de las élites que controlan el estado y sus recursos. Es por eso que
podemos decir que cada nación debe ser entendida como una “formación de alteridades” particular..

Ese carácter histórico del racismo hace que tengamos que hablar de racismos, en plural, de cada sociedad nacional,
como configuración específica – una formación nacional de alteridades – cristalizada a lo largo de una historia propia.
La importancia del marco nacional para comprender las configuraciones de alteridad que le son específicas se debe a
que las estrategias de unificación implementadas por cada estado nacional y las reacciones provocadas por esas
estrategias resultaron en fracturas peculiares en las sociedades nacionales, y es de esas fracturas peculiares que
partieron, para cada caso, culturas distintivas, tradiciones reconocibles e identidades relevantes en el juego de intereses
políticos.

El circuito de la nación y la minoría es circular, cerrado, retro-alimentado; una doble realidad integrada: dos caras de la
misma moneda.

Raza es signo, y su único valor sociológico radica en su capacidad de significar. Por lo tanto, su sentido depende de una
atribución, de una lectura socialmente compartida y de un contexto histórico y geográficamente delimitado.

Cuando el sistema (el contexto), primero colonial y más tarde nacional (coloco estos dos momentos en continuidad y, a
los efectos de este análisis, su diferencia resulta irrelevante), se constituye, y en el mismo acto de su emergencia e
instauración idiosincrásica, como efecto de este movimiento de emergencia, el sistema crea sus otros significativos en su
interior: todo estado –colonial o nacional- es otrificador, alterofílico y alterofóbico simultáneamente. Se vale de la
instalación de sus otros para entronizarse, y cualquier proceso político debe ser comprendido a partir de ese proceso
vertical de gestación del conjunto entero y del arrinconamiento de las identidades, de ahora en adelante consideradas
“residuales” o “periféricas” de la nación.

LAS ACCIONES AFIRMATIVAS Y EL CASO BRASILERO.

1. El concepto de acción afirmativa.

Es necesario también identificar, en toda sociedad, dónde se encuentra posicionado el poder, entendido aquí como una
combinación de tres factores en dosis variables: prestigio social, poder económico y poder político. Porque cuando la
discriminación se opera desde el poder, desde las posiciones de alta jerarquía en la sociedad, las consecuencias son
diferentes que cuando se discrimina para corregir la exclusión y la desigualdad históricamente acumuladas como
resultado de la discriminación por parte de las élites. Esta discriminación compensatoria se llama discriminación positiva,
y las acciones institucionales que se apoyan en este tipo de discriminación: acciones afirmativas.

Es la CERD – Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, adoptada por la ONU en 1965
y en vigor desde 1969, la que enuncia por primera vez en un instrumento jurídico internacional la idea de “medidas
especiales” de carácter transitorio para promover a los grupos perjudicados por el racismo y otros tipo de de
discriminación.

Las medidas eficaces a que hacen referencia estos instrumentos internacionales no solo para proteger sino también para
promover categorías sociales vulnerables son, precisamente, las acciones afirmativas: mecanismos para compensar e
revertir formas de discriminación negativa que recayeron históricamente sobre las categorías sociales vulnerables como,
por ejemplo, la población negra e indígena, en los diversos ámbitos de la vida social - político, jurídico, económico - e de
las prácticas cotidianas.

2. Acciones afirmativas como parte de proyectos políticos diversos.

Los defensores de las acciones afirmativas provienen de cuatro posturas o proyectos ideológicos discordantes entre sí.
Así, podemos hablar de aquéllos que obedecen a una razón socialista y distributiva, y que persiguen la supresión de las
desigualdades; aquéllos que persiguen una razón neoliberal, es decir, la expansión del mercado anuevos grupos de
consumidores marcados racial y étnicamente; otros que se orientan por una razón reparadora e invocan el deber del
estado de pagar una deuda histórica a los pueblos conquistados y explotados en el trabajo esclavo y servil; y, finalmente,
los que se defienden el valor de la nación plural, habitada por pueblos en pie de igualdad entre sí. Cada una de estas
razones tiene sus defensores y críticos.

4. Las acciones afirmativas en la educación superior brasilera

Dos tipos de acciones afirmativas que contemplan el acceso de estudiantes indígenas a universidades públicas han sido
implantadas: en una modalidad, representada por la Universidad de Brasilia, se han abierto cupos para estudiantes
indígenas en todas las carreras; en la otra, se han creado cursos específicos de nivel terciario planeados y adaptados
exclusivamente para atender las necesidades de la formación intercultural de profesores indígenas que actuarán en la
educación de nivel secundario. Entre las instituciones que implantaron acciones afirmativas de este segundo tipo, la
Universidad Estadual de Mato Grosso – UnEMat, creó en 2001 el primer curso de nivel terciario para formación de
profesores indígenas en su campus de Barra do Bugre.

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