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Los reportes van más allá de los escuetos recuentos de posibles lazos entre los
asesinatos políticos y líderes como Roberto D'Aubuisson, que fueron entregados al
Congreso en aquellos tiempos por oficiales de la Administración, quienes repetidamente
describieron su información como "limitada e incompleta".
Muchos de los documentos entregados el viernes tienen que ver con contactos y
evaluaciones de norteamericanos con el Sr. D'Aubuisson, líder derechista que fue
descrito por la CIA a la Administración Reagan al principio de su administración, como el
"principal secuaz de los terratenientes ricos y coordinador de los escuadrones de la
muerte derechistas, que han asesinado a varios miles de supuestos izquierdistas y
simpatizantes de izquierda durante el año pasado".
El Sr. D'Aubuisson murió de cancer en 1992. Pero los documentos también identifican al
actual vicepresidente, Francisco Merino, como organizador de escuadrones de la muerte
y hacen notar que un complot de secuestro en 1981 fue organizado en la casa de
Armando Calderón Sol, el actual alcalde de San Salvador y uno de los candidatos
presidenciales. Los documentos también muestran que los Estados Unidos sabían que el
recientemente retirado Ministro de Defensa Gral. René Emilio Ponce trabajó con los
escuadrones de la muerte dirigidos por D'Aubuisson cuando fue jefe de la Policía de
Tránsito y oficial de inteligencia, a principo de los 80.
Por años han habido alegatos que la Administración Reagan encubrió al Sr. D'Aubuisson
y al ejército, y mintió al Congreso para evadir restricciones a la ayuda basadas en los
derechos humanos. Estos alegatos volvieron a salir a luz en marzo cuando un reporte
patrocinado por Naciones Unidas documentó los amplios abusos cometidos por oficiales
salvadoreños que fueran largamente apoyados por Washington, luego de lo cual, líderes
congresionales demandaron a la Administración Clinton desclasificar los documentos
para que dijeran la historia completa.
Los documentos publicados para dar respuestas a estas demandas, ofrecen evidencias
contundentes que las Administraciones Bush y Reagan no justificaron las actividades del
Sr. D'Aubuisson pero que trabajaron con él como parte de su estrategia, para mantener
junto a un ejército dividido, a fin de derrotar a la guerrilla.
Los documentos indican que las Administraciones Bush y Reagan sin embargo siempre
buscaron mantener una buena relación con el Sr. D'Aubuisson, un Mayor degradado de la
Guardia Nacional, que sirvió en la Asamblea Legislativa.
Por ejemplo, en 1983, durante una visita a San Salvador, de Jean Kirpatrick,
representante de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, el Embajador Deane
Hinton invitó a
"Teníamos que tratar con el Sr. D'Aubuisson", dijo el Sr. Walker quien fuera el enviado de
la Administración Bush en San Salvador y que sirvió como Subsecretario Adjunto de
Estado para Asuntos Interamericanos durante la Administración Reagan. "El estaba en la
Asamblea Legislativa, fue electo, obviamente era un líder de uno de los sectores del
partido en el Gobierno".
Pero los documentos desclasificados cuentan una historia diferente. Un reporte preparado
por la CIA para el que fuera vicepresidente George Bush, tres semanas antes que la carta
de Bennett fuera escrita, caracterizaba los alegatos que ligaban al Sr. D'Aubuisson al
asesinato de Romero como "creíbles". Describía reportes de una reunión en la que "a los
participantes se les pidió sacar un naipe para determinar quien llevaría a cabo el acto".
Los primeros reportes sobre los documentos produjeron una fuerte reacción congresional,
con el representante Robert G. Torricelli, Demócrata de New Jersey, diciendo, "Hay
implicaciones contínuas y muy reales para El Salvador y más allá del hecho de que los
Estados Unidos esté dispuesto a aprobar estas actividades para alcanzar metas de
política diaria".
Torricelli, que es el Presidente del Subcomité de Relaciones Exteriores del Comité del
Hemisferio Occidental en la Cámara de Representantes, dijo que comenzaría una
investigación para ver si oficiales de la Administración Reagan habían cometido perjurio
ante las Comisiones congresionales al ofrecer testimonio sobre las actividades de los
escuadrones de la muerte que son contradictorios con lo que dicen los documentos.
Los documentos también ofrecen más luz sobre El Salvador actual, que está pasando por
una nueva ola de asesinatos de los escuadrones de la muerte, a pesar de una incómoda
tregua entre el Gobierno y los ex-guerrilleros.
Intentos repetidos de contactar al Sr. Merino, Calderón Sol y otros oficiales no fueron
respondidos. La vocera del Sr. Merino, Diana Mejía, dijo que sólo el vicepresidente podría
hablar sobre los cargos que aparecen en los documentos, pero que se encontraba de
viaje en Puerto Rico".
Extractos del Informe de la Comision de la Verdad
"La realidad salvadoreña consiste en que la población en general sigue pensando, que
muchos oficiales militares y policiales en servicio activo o en retiro, funcionarios
gubernamentales, jueces, integrantes del FMLN y aquellas personas que en algún
momento u otro tuvieron que ver con los escuadrones de la muerte, están en condiciones
de poder causar graves daños físicos y materiales a cualquier persona o institución que
se muestre dispuesta a testimoniar acerca de los hechos de violencia cometidos entre
1980-91."
"En 1983 los escuadrones de la muerte continúan operando con un alto saldo de
asesinatos...En su mensaje de despedida, el Embajador Hinton se refirió al hecho
diciendo: "Nunca he podido comprender el silencio del sector privado ante las actividades
de los escuadrones....El 4 de noviembre el nuevo embajador Thomas Pickering se refirió
a la presión que se ejercía sobre el gobierno de El Salvador para que actuara contra los
líderes de los escuadrones, entre los que menciona a Héctor Regalado, jefe de
Seguridad de la Asamblea Constituyente; Mayor José Ricardo Pozo, Jefe de Inteligencia
de la Policía de Hacienda; Teniente Coronel Arístides Alfonso Márquez, Jefe de
Inteligencia de la Policía Nacional, y los coroneles Denis Morán, Elmer Araujo González
y Miguel Alfredo Vasconcelos...El hecho más importante en este aspecto, es la visita del
Vicepresidente de los Estados Unidos, George Bush, a San Salvador, el 9 de diciembre.
En tal ocasión, Bush declaró publicamente que "los escuadrones de la muerte deben
desaparecer", porque son una amenaza para la estabilidad política del gobierno.
Posteriormente entregó al gobierno una lista de civiles y militares sospechosos de formar
parte de estas organizaciones clandestinas."
"El 14 de diciembre 1983 el Alto Mando dió orden a todos los cuerpos de seguridad para
que investiguen la existencia de los escuadrones de la muerte."
"Por su forma clandestina de actuar, no es fácil establecer todos los vínculos entre
miembros de la empresa privada y los escuadrones. Pero la Comisión de la Verdad no
tiene la menor duda de la relación estrecha y del peligro para el futuro de la sociedad
salvadoreña, que empresarios o miembros de las familias adineradas sientan la
necesidad y pudiesen actuar, como en el pasado, con impunidad en el financiamiento de
grupos paramilitares asesinos.
A la vez, es necesario también señalar que el gobierno de los Estados Unidos toleraba,
aparentemente con poca atención oficial, la actuación de exiliados salvadoreños viviendo
en Miami, especialmente entre 1979 y 1983. Este grupo de exiliados, directamente
financiaron e indirectamente ayudaron a dirigir algunos escuadrones de la muerte, según
testimonios recibidos por la Comisión. Sería útil que otros investigadores con más
recursos y más tiempo, esclarecieran esta trágica historia, para asegurar que nunca más
sea repetida en los Estados Unidos, la tolerancia a personas vinculadas con actos de
terror en otros países.
4. La falta de una actuación efectiva por parte del sistema judicial, se constituyó en factor
que cimentó el manto de impunidad que cubrió y continúa amparando a miembros y
promotores de los escuadrones de la muerte en El Salvador.
"Entre los instrumentos más atroces de la violencia que conmovió al país durante los
últimos años, estuvo la acción de grupos armados particulares que actuaron con toda
impunidad. Es necesario adoptar todas las medidas que sean precisas para asegurar el
desmantelamiento de los mismos. A la luz de la historia del país, en este campo la
prevención es imperativa. El riesgo que tales grupos renueven su acción siempre existe.
La Comisión recomienda que se emprenda de inmediato, una investigación a fondo a
este respecto, y que se solicite, por los canales que la confidencialidad que la materia
impone, el apoyo de la policía que países amigos estén en condiciones de ofrecer, dado
el aún incipiente desarrollo de la nueva Policía Nacional Civil salvadoreña."