Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN
304 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
2
En su texto La máquina cultural. Maestras, traductores y vanguardistas. (1998), Beatriz
Sarlo analiza el testimonio de la maestra Rosa del Río, en la que ésta asegura que antes de
asistir a la escuela era como “un animalito”, pero que a través de esa institución logró
“civilizarse”, y no sólo eso, si no que gracias a ella alcanzó el estatus que la dignificaba
como persona: el ser maestra. A partir de este testimonio, Sarlo argumenta que las
escuelas argentinas de finales del siglo XIX, impusieron un modelo de integración que
omitió las diferencias; pues funcionaron como difusoras de una ideología con contenidos
nacionalistas y reprimieron las características culturales que los inmigrantes habían traído
consigo desde sus lugares de origen. De ahí que califique a las escuelas como máquinas de
“imposición de identidades”.
3
Compartimos aquí el concepto de conciencia histórica que ofrece Enrique Moradiellos
(2001), entendida como el conocimiento, recuerdo y valoración del pasado colectivo y
comunitario, de la duración o el devenir del grupo en el tiempo y sobre el espacio como
Andamios 305
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
306 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
4
Estamos de acuerdo aquí con la concepción de Benedict Anderson (1993) sobre la
nacionalidad o “la calidad de nación”, entendida como un artefacto cultural creado a lo
Andamios 307
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
largo de un proceso histórico, y cuyo carácter es imaginado porque pese a que los
miembros de esa nación, en su inmensa mayoría, jamás se conocerán entre sí; pero en la
mente de cada uno de ellos se mantiene viva “la imagen de su comunión”.
308 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
Andamios 309
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
310 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
Andamios 311
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
312 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
Andamios 313
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
314 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
Andamios 315
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
316 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
Andamios 317
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
Las numerosas citas del texto de Lévy que nos hemos permitido
introducir en este artículo nos sirven para precisar la imagen de
Nicaragua y los nicaragüenses que se ofreció en ese primer discurso
textual histórico sobre el país; una imagen que es particularmente
reveladora.
Una primer conclusión que cabe extraer es que los escolares
nicaragüenses que estudiaron con ese texto, patrocinado y financiado
por el gobierno, fue que Nicaragua se dividía en dos partes: una
“civilizada” y la otra no. El libro expresa de forma clara que los ni-
caragüenses eran los que vivían en la parte “civilizada”, mientras que el
resto de la población, es decir los indígenas, no estaban incluidos en
la nación, no eran nicaragüenses, ni ciudadanos. De hecho, ni siquie-
ra todos los habitantes de la parte “civilizada” eran ciudadanos, pues la
Constitución vigente en la época, reproducida en el mismo texto de
Lévy, establecía que para serlo se debía de poseer “una propiedad
que no baje de cien pesos, o una industria o profesión que, al año,
produzca el equivalente” (Lévy, 1976: 260).
Lo que no resulta claro es si realmente los estudiantes compartieron
esa imagen de su nación. Debemos notar también que, en todo caso,
el público que habría tenido acceso a este texto no fue muy grande.
Según las cifras publicadas en el propio libro, el universo estudiantil
de Nicaragua en esa época apenas era de 4,403 alumnos en primaria
(3,871 niños y 532 niñas), y en los niveles de secundaria y uni-
versitarios era incluso más escaso.
“En este momento [principios de 1872] —escribe Lévy—, en las
tres facultades de la universidad de León asistían 66 alumnos; en tanto
que la universidad de Granada contaba con 162 estudiantes”. En León,
la principal ciudad del país en esa época, la enseñanza intermedia,
equivalente a secundaria o bachillerato, ascendía a 102 alumnos. De
318 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
las otras ciudades no ofrece datos. Las cifras anteriores indican que po-
co menos del 2% de una población estimada en 236 mil habitantes
(Lévy, 1976: 196-197),6 es decir que sólo veinte de cada mil níños
asistían a un centro de enseñanza, según los cálculos realizados por el
propio Lévy (1976: 310). Por otra parte, el autor señala que no
existían cifras oficiales sobre las personas que sabían leer y escribir
(1976: 237).
El panorama que en un aspecto cultural más amplio presenta Lévy
también es desolador: “Se ve que el nivel general intelectual no puede
ser muy elevado. Aun las personas que tienen un título académico
están lejos de poseer los conocimientos que la posesión de dicho títu-
lo deja suponer”. Luego agrega que no existen bibliotecas públicas y
que las pocas particulares consisten “en un corto número de libros”,
además de que tampoco existen museos, escuelas de bellas artes ni
jardines botánicos (1976: 311).
Con toda la información que ofrece, Lévy revela la pervivencia
de una realidad de la colonia a medio siglo de la ruptura de los lazos de
subordinación a España, y es el hecho de que, “en general”, las familias
ricas o con mayores recursos económicos enviaban a sus hijos a estudiar
a Europa o a Guatemala, según las posibilidades, de la misma manera
en que se hacía previo a la independencia.
Esa deprimente descripción de la realidad nicaragüense, probable-
mente muy cercana a la verdad y quizás por ello mismo, prácticamente
fue aceptada sin objeciones. Por eso consideramos que los grupos en
el poder —en ese entonces, los conservadores, aunque algunos con
ideas liberales— sí se identificaron y en buena medida compartieron la
imagen de Nicaragua presentada por el ingeniero francés en sus Notas,
pues como dice el viejo refrán, “el que calla otorga”, y las elites
nicaragüenses, en su generalidad, guardaron un elocuente silencio.
6
Esta cifra también es un estimado ofrecido por el ingeniero francés, quien asegura que
él tuvo en sus manos el material del censo realizado en 1867, con el que se estableció
que Nicaragua contaba con153 mil habitantes. Sin embargo, cuando la Gaceta oficial
publicó los datos, éstos aparecían alterados. La nueva cifra que se ofrecía era de 258 mil
habitantes, una diferencia que se debía, asegura Lévy, a que el primer total “pareció
irrisorio al gobierno” (Lévy, 1976: 197-198).
Andamios 319
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ
320 Andamios
LA IMAGEN DE NICARAGUA
FUENTES CONSULTADAS
Andamios 321
GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ