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Papá-bebé: De “no-la-mamá” a “cuando te dice papá”

Sobre el tránsito desde el sentirse “fuera” a la creación compartida de la


paternidad y el vínculo con su bebé
Carolina Janto M.
Setiembre de 2015

¿Cómo no sentirse “fuera “–y solo- frente a la madre y su (de la madre)


bebé? ¿Cómo no quedar fuera de la “diada”?, ¿Qué lugar percibe y encuentra
el hombre frente a la “unidad” madre-bebé? ¿Cómo no tener una presencia
satelital, tomar distancia total, o cómo sostener la soledad del momento, y
persistir en el intento?

Este trabajo surge precisamente del intento de dar lugar y voz a los
propios hombres padres y a sus vivencias, sobre todo afectivas, de los inicios
de su paternidad y del vínculo con su bebé.

Desde este interés, me acerqué a escuchar la experiencia de varios


padres primerizos, todos ellos muy presentes en la relación y el cuidado de su
hijo o hija pequeño. ¿Cómo fue para ellos el proceso de ir construyendo esta
presencia?

Intentaré dar cuenta especialmente del tránsito que durante casi dos
años han realizado desde este “sentirse fuera de”, al descubrimiento y creación
compartida de una relación nueva y de afectos inéditos para ellos: la relación
papá-bebé.

Algunas salvedades antes de empezar:


Primera: Este trabajo no pretende abarcar a todos los hombres padres ni
todas las paternidades, que son múltiples y diversas, sino dar cuenta de lo que
estos padres en específico me han permitido visibilizar como compartido en
ellos (tomando nota también de la singularidad de cada experiencia).
Segunda: tampoco pretende ser una formulación teórica sobre el tema,
sino transmitir y e intentar dar sentido y algunos apuntes en base a lo recogido
desde la vivencia de estos padres.

(El inicio) El paso del No al Sí


La primera sorpresa al escuchar a los padres es que todos (salvo uno)
me cuentan que en algún momento previo, no se imaginaban siendo padres, no
querían serlo e incluso habían decidido previamente que no lo serían… ¿Cómo
así pasaron entonces, desde ese no querer ser padres, a este momento en que
son no solo progenitores sino “padres practicantes”?, ¿Cómo ha sido el tránsito
desde ese mirar la relación posible con un hijo desde lejos, con distancia,
rechazo, negativa, o indiferencia; hasta la intensa implicación emocional con
sus hijos en la que se encuentran ahora?
“No tenía mayor expectativa o entusiasmo por tener hijos; o sea antes. Nunca
me detuve a pensar, no estaba en mí, no era algo que lo pensara, que lo soñara”
(Pablo, 38 años, padre de Lucía)

“No me provocaba, no me nacía y no me imaginaba yo como papá… No estaba


dentro de mi plan de vida, no lo veía como que me hacía falta para el plan de
hombre en que me quería convertir; había otras posibilidades” (Manuel, 31
años, padre de Matías)

En todos los casos, el movimiento inicial aparece mediado por sus


parejas, quienes “sí la tienen clara”, y es frente a su propuesta, invitación o
conminación, según es vivida por cada uno, que ellos “aceptan” la idea de tener
un hijo. Digo la idea, pues el hijo aún no es muy imaginable, y la idea misma
recién irá cobrando cuerpo luego, no sólo con el embarazo, sino en los
primeros meses del bebé. Y los siguientes.

Es entonces la relación de pareja, su valoración, el deseo y decisión de


continuar en esta, así como cierta confianza en vivir el proceso temido (la
paternidad) acompañado por “ella” (con nombre propio) lo que los lleva al
primer sí.

Luego de la aceptación, vendrá el embarazo, que será un proceso


extraño, donde los cambios de su pareja se empiezan a resentir y a ellos les
toca “aguantar(la)”, e ir asegurando la provisión económica. Lejos de vivenciar
aún la relación con el hijo como tal, los cuidados parecen más centrados en
acompañar y responder a las demandas de la persona ya querida, y por esta
relación parecen resistir las dificultades del momento.

“Apoyo, básicamente apoyo porque a veces emocionalmente es medio inestable


por el embarazo, entonces es estar ahí, no ocasionar ningún problema,
solucionar todas las dudas y problemas que tuviera, no fueron muchas en
verdad, pero igual a veces se alteraba un poco y… nada, siempre aguantar”
(Marcelo, 34)

Uno de los padres comenta cómo en su caso, acompañar el embarazo


pasó también por el cuerpo:
“Yo viví un embarazo muy fuerte. Me dio varicela dos semanas teniendo 30
años; se me movió una vértebra, estuve en cama como una semana sin poder
moverme; me dio influenza dos veces, o sea ¡me pasó de todo!” (Daniel)
Vemos la necesidad de hacerle lugar a la experiencia que se vive y ala
que se viene, sobre todo ante cierta conciencia de que va a implicar una
intensa transformación interna.

Y todo esto es vivido “a solas” , lo que sucede con ellos no hay forma de
comunicarlo desde su lugar de soporte a la madre; “aguantar” implicará
también no decir, o, por el contrario actuar por otras vías (el trabajo o el cuerpo)

Con el nacimiento del bebé: “No-la-mamá”

Con el nacimiento del bebé y la salida del cuerpo del bebé del cuerpo de
la madre, no se resuelve sin embargo la sensación de sentirse fuera que
primaba durante el embarazo. Los padres no se terminan de sentir “padres”
todavía, más fuerte es claramente para ellos en este tiempo inicial del bebé el
“no ser la mamá”. Se tendrán que producir todavía otros movimientos para
pasar de ser “No-la-mamá” a ser El papá.

“Los primeros meses no sentía el amor de papá. Era un bultito de la mamá. Era
como que lindo, pero no entendía bien cómo era” (Fernando)

Con la presencia del bebé, los sentimientos de no tener lugar se hacen


intensos. El bebé parece ser de la mamá, con quien forma la “diada” (2 que se
torna 1) o “la unidad” (1) de la que ellos quedan fuera. “La madre sabe, el padre
no” parece ser el leit motiv de estos primeros tiempos y su fundamento: “la
madre tiene una conexión que viene desde la panza, el padre no”… “la madre
sabe “por ser mujer”, el padre no… ¿¿por ser hombre??
“Todos piensan que ellas saben y que uno no, entonces uno lo va a hacer mal y
ella bien, de entrada”, nos dice Armando.
Este mensaje en gran medida sostenido en una concepción biologista es
comunicado por varios lados: desde la realidad de la satisfacción todavía
corpórea de las necesidades del bebé por la madre (con la lactancia), hasta las
concepciones implícitas no sólo de la propia pareja sino también del entorno
más ampliado, que “naturalizan” estas adjudicaciones a hombres y mujeres. El
padre no-es-la mamá/no sabe, y por tanto, y esto es bien importante: no puede
decir o hacer por iniciativa propia… En mayor o menor grado. Y de esta
manera, el padre es puesto a distancia. A distancia del bebé, quien es todavía,
de la mamá.

“El doble discurso viene en que ella quiere que yo me involucre un montón, que
sea casi un par, pero en la toma de decisiones no quiere tratarme como un par
sino como un padre que no entiende a su hijo, que no está conectado de manera
corpórea a su hijo”, nos cuenta Daniel.
Este doble discurso, hace eco con sentimientos ya presentes en ellos de
temor a lo que este nuevo vínculo podría traer. Todo esto se entrelaza en
sentimientos de desconcierto, de no tener lugar y hasta de cierta
prescindibilidad. Sentimientos que se silencian y que con suerte podrán ser
nombrados recién a posteriori.

Son “no-la-mamá”, sus afectos silenciados, y su palabra minimizada:


Son No la mamá por muy intenso que sea el no dormir y las malas noches
también para ellos, como por muy intensos que sean los sentimientos
generados por este tercero llegado a casa… Tercero que ahora parece ser él
mismo.

Sin embargo, estos padres están ahí sosteniendo el momento y sus


sentimientos, y la participación que encuentran para hacerse un lugar es
nuevamente a través del acompañamiento y apoyo a su pareja en el cuidado
del bebé:

“Acompañar, ayudar, yo me levantaba con ella para sacar al bebé de la cuna y


dárselo para que ella le dé de lactar y me quedaba sentado a su lado, si me
hablaba o si cantaba o lo que sea, y de ahí lo echaba y nos echábamos los dos, y
si es que ella quería algo, o si en algún momento ella quería que yo lo cargara,
o sea era como que de hecho ella tenía el timón y conducía, por donde ella
decía se iba, ¿no?”. (Alonso, 30 años)

El vínculo con ella le permite aceptar y sostener esta presencia a


manera de un satélite que ronda a la nueva diada, desde la periferia
¿Será que la paternidad va comenzando por el acompañamiento a sus
parejas en su maternidad, podríamos decir?

Por otro lado, o por lo mismo, valoran mucho los momentos y espacios
en los que pueden salir de esta dinámica y sus tensiones, y recuperar su rol
individual. El trabajo será uno de estos espacios, a su vez que la provisión
económica continúa siendo un lugar desde el cual participar menos
problemático además que la participación directa en el cuidado del bebé, que
empieza a traer tensiones entre la pareja. (¿una especie de refugio frente a los
sentimientos de haber perdido lugar, de desconcierto y de no-relación directa
con el bebé?… Siendo no la mamá, el lugar de proveedor parece más
confortable de adoptar.

“Yo veía qué difícil es ubicarse en un rol de papá en estos espacios [del
cuidado]. Yo me sentía cómodo como papá en el rol de proveedor. Salía de
trabajar y sabía que tenía que ir por las cosas que se necesitan … Ahí me sentía
como pez en el agua”
Estos padres tenían a su vez padres a los que acudir en su mente: se
preguntaban e imaginaban cómo habría sido su padre con ellos en sus
momentos iniciales, y aparecían recuerdos muy nítidos de su propio padre
siendo ellos niños. Tenían presencias de muy dentro con las que acompañarse
ahí en la periferia.

Todas estas vivencias nos muestran un interjuego grande de


movimientos que atraviesan a los padres en este tiempo: pasado-presente,
dentro/fuera, yo-otros; que se ponen en cuestión en este tiempo…Interpelan las
categorías puras y más bien nos hablan de órdenes que se desordenan,
lugares que se mueven, lugares que no hay, o que están recién por hacerse…

“Cuando te dice papá”


Un momento crítico, a manera de cambio catastrófico en términos de
Bion o de Acontecimiento, en términos de Badiou, que impacta tanto en la
relación con su bebé como a nivel interno, es cuando perciben que el bebé los
identifica, los reconoce y los diferencia del resto, que su (ahora y poco a poco
más su) bebé los va ubicando como su “papá” (que es como ellos se empiezan
a sentir). Todos los padres reparan en este “Acontecimiento” (3 - 6 meses,
aprox) con una anécdota muy específica y muy vívida.

“Cuando ya te reconoce: a los cuatro meses veía claramente como que ya me


identificaba, pero no sé, serán olores o sonidos pero ya te buscaba, balbuceaba
o señalaba, te seguía con la vista (...) Luego empieza la interacción, la
comunicación con ella, cuando empezó a comunicarse… hasta hoy eso es algo
nuevo todos los días” Pablo

Y planteo acá una hipótesis central en este trabajo: que es que el padre
se ubica como padre, también cuando el bebé lo ubica como tal. El bebé, de
esta manera “adopta” también a su padre como padre, lo que a su vez permite
al padre empezar a conocerse como padre de ese bebé, su hijo, y así empezar
una doble vía. Es así que, planteo, no sólo el padre hace al hijo, sino el hijo
también al padre, en una relación bidireccional. Estoy planteando entonces que
el bebé ocupa un lugar activo en la construcción del vínculo, y son
especialmente sus acciones de interacción las que ponen también en
“encendido” este momento.

“Cuando me empezó a responder y a sonreír, ahí cambió: Ahí me di cuenta que


era papá”.

“Todavía dormía en nuestro cuarto y cuando ella se despertaba, a mí me


despertaba, me llamaba… “pa-pá, pa-pá”, y no paraba, hasta que yo me
despierte. Y cuando yo me despierto se ríe. La primera vez que lo hizo fue
increíble, y hasta ahora” Nos dice Pablo

Estas acciones del bebé también fundan al padre, lo inauguran, le


muestran que su sostenida labor hasta este momento ha sido valiosa, le dan el
sí desde la validación del propio bebé, de su importancia. Y nos muestran, una
vez más la importancia de la construcción intersubjetiva del vínculo, y el valor
que para el hombre también parece tener la mirada y el reconocimiento del otro
para su propio conocimiento de sí.

Este momento marca el inicio de la relación directa papá-bebé, que


necesitará todavía del acompañamiento de la madre; pero que también puede
darse ya entre ellos… Se han abierto nuevos lugares para ellos.
Todavía será proceso más largo el que van desplegando para ir
confiando en sus posibilidades de sostener esta relación más directa, de ir
conociendo a su bebé, así como conociéndose a sí mismos como padres a
través de la relación… Una relación que seguirán creando juntos.

Asimismo, esto implica una nueva acomodación con sus parejas:


Cuando eran “no-la-mamá”, ellos callaban y aceptaban las formas de hacer de
la madre “que sabe”… Su nueva ubicación como papá implicará para empezar,
la posibilidad de decirle a la madre sus desacuerdos y sentirse con legitimidad
para defender sus propias maneras de hacer respecto al bebé, de cuidarlo y de
relacionarse con él a su modo.

“Hasta ahora, “que oye que no sé qué”… Le digo: “bueno, cuando yo estoy con
el bebe, yo hago las cosas que yo creo que están bien, si no puedes entender eso,
estamos mal pues”. Lo estamos resolviendo así. Es que yo me puse a pensar y
dije: “oye sabes qué, no estoy haciendo las cosas mal. O sea, que no las esté
haciendo como tú no quiere decir que esté mal”. Y es un poco duro, pero es así.
No te estoy hablando que uno es mejor y otro es peor, sino que nunca lo van a
hacer igual, somos dos personas diferentes. (…) Entonces sí pues, se llega a
ciertos acuerdos, ¿no? No es fácil, pero ahí vamos…” Nos dice Alonso.

Es así que al año de vida de sus hijos, momento en que me encuentro


con ellos, todos sienten que ya han “conquistado” un lugar nuevo para ellos, un
lugar importante, en la vida de sus hijos y en las suyas. Ahora son, con orgullo,
su papá.

Y es genial ¿no? o cuando entro en la mañana y me dice: “Hola papito”, ¿no?,


y pucha, me derrito. Y siento también que es esta última etapa en la cual de
hecho las cosas se han asentado mucho más y… tanto él como yo creo que nos
sentimos lo suficientemente capaces de estar solos los dos ¿no?, que es algo que
obviamente nos puso a prueba a ambos, pero que creo que hemos logrado”.

Este vínculo papá-bebé es vivido con asombro, con sorpresa y


sensación de descubrimiento, donde lo principal y más asombroso que recogen
al final del día es la intensa vivencia emocional, nueva, inédita que este
nuevo vínculo les ha traído y les trae. Un vínculo que miran sorprendidos, y que
sin embargo han venido poco a poco construyendo, creando, pasando por
sentirse solos, y también y sobre todo, acompañados.

“Lo que más me sorprendió … era sentir el amor que puedes sentir por una
persona de esa manera (…) Y es increíble, porque, te juro, tú te levantas y lo
miras y a veces te dan ganas de llorar, o porque viene y te da un abrazo, ¿no?
…Es lo más fuerte que he sentido” (Alonso)

“Creo que lo más gratificante es el amor. A mí me impresiona cómo se puede


amar tanto y de una manera tan distinta a un ser” (Manuel)

“O sea, más allá de que si se parece a quién, o si hace el gestito que tú haces, o
si tiene tu nariz o no sé qué, es la parte emocional, ¿no?, es ese sentimiento que
es tan profundo. O sea, nunca sentí algo igual”. (Armando)

“¿Si ha sido un cambio para mí?¡Ha sido un cambio absoluto! Me empecé a


dar cuenta que uno puede dedicar su vida a las personas sin pedir nada a
cambio. Porque cuando tú quieres a tu hijo, no quieres nada más que él esté
bien. Nunca he sentido nada así… O sea, he sido voluntario varias veces, he
hecho cosas altruistas, pero nunca con la dedicación, el amor, y la pasión, y el
tiempo, porque puedes estar horas con él… Es un sentimiento que no sabía que
existía”. (Fernando)

“Es como un glutamato monosódico, es como un saborizante a la vida para mí


mi hijo”. (Daniel)
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Algunas consideraciones finales

-“Nueva paternidad”: están en tránsito ellos dentro de un tránsito cultural


hacia “nuevas masculinidades”, y “nuevas paternidades”. Aún tránsitos no
logrados sino en proceso y complejos. Cultura en tránsito, con dobles discursos
y viejas permanencias a la par que nuevas prácticas intentando hacerse
lugar…

-La necesidad de los padres de un espacio dialógico y compartido para hacer


sentido a su experiencia… Para elaborar la intensidad de la experiencia que la
paternidad implica, o puede implicar para el hombre. Y nuestra labor en esto.

- La necesidad de recoger cómo vivencian los hombres estos momentos y


procesos e incorporarlo a nuestras nociones…En este sentido, desde el
Psicoanálisis, ¿qué lugar damos a los hombres en nuestra mirada de los
primeros tiempos? “unidad madre-bebé”, “diada”, no son conceptualizaciones
que naturalizamos, y en qué medida nos permiten o no hacerle lugar al padre
en nuestra mirada? Creo que todo esto nos invita a preguntarnos y abrir
nuevos lugares, miradas y escuchas… Quizás para ayudarnos a pensar
formulaciones también más amplias y permeables, me pregunto.

-La pregunta por otras paternidades!! Por ejemplo: Qué sucede con los padres
que no están, que abandonan, que retiran su presencia, o que se quedan
alojados en una presencia marginal y distante.. qué procesos se dan o se dejan
de dar en ellos y cómo acompañarlos. Paternidades en dificultad, en proceso,
¿cómo acompañarlas, cómo comprenderlas?

-Cómo acompañar en general la paternidad para que la vivencia de soledad no


sea generadora de más distancia y exclusión, sino pueda ser una soledad
acompañada que permita al padre ir haciendo los movimientos para la
construcción de vínculo y de crecimiento emocional, y de ampliación y
crecimiento de sí mismo que el descubrimiento de la relación con sus hijos
puede traer

Es mi propósito e interés seguir abriendo espacios de escucha a los padres,


creo que los papás tienen mucho por decir y por dar por crear y por construir, y
que los que estamos interesados en el vínculo temprano nos toca seguir
intentando escuchar y comprender, y quizás si nos lo permiten, acompañar.
Conclusiones

• La paternidad, el ser y sentirse papá, es un proceso de co-creación, una


construcción social y compartida, que implica no solo al hombre padre;
e implica a su vez una serie de movimientos internos significativos para
este.

• Para estos padres, el vínculo de pareja fue central en la decisión de


tener un hijo y en el establecimiento inicial e indirecto del vínculo del
padre con el bebé. Es a través suyo que el hombre inicia, de manera
primero indirecta y mediada, la relación con su bebé.

• El bebé juega un papel central en la creación de su paternidad: Planteo


que el hombre se siente papá cuando es ubicado y adoptado como
“papá” por su hijo, donde los momentos de interacción, comunicación y
feedback de parte del bebé hacia el padre cobran un lugar central para
su propio conocimiento e investidura como padres.

• Al primer año del bebé parecen estar ya las bases de la relación más
directa papá–bebé. Y en esta relación el juego compartido se convierte
en un escenario privilegiado para disfrutar de la relación. Así, el placer
forma parte importante de la relación papá-hijo.

• El hombre padre atraviesa diversos procesos que implican muchos


movimientos internos y acomodos intersubjetivos, que le permiten
acceder a una relación de mucha cercanía, intimidad y de una muy muy
alta implicación emocional a través de esta relación inédita, en la que
las emociones experimentadas en ella, tanto como la intensidad de
estas, son vividas como un descubrimiento para los padres, con
asombro, alegría, y por qué no, con un sentimiento de transformación de
sí mismos.

• Planteamos la paternidad como un proceso no determinado


biológicamente; nos distanciamos de concepciones donde la paternidad
viene dada por el lazo biológico, y además por la naturalización socio
cultural que esta visión promueve (donde la madre sabe- el padre no);
apostamos más bien por las posibilidades de los hombres de construir
vínculos enriquecedores tanto para los otros, -sus hijos, sus parejas-,
como para sí mismos, por el intenso crecimiento emocional que estos
vínculo les brindan. Apostamos entonces por una paternidad que se va
construyendo como creación compartida, que implica transitar
sentimientos de soledad y no inclusión, hasta “esta nueva soledad en la
que ya nunca estás solo, cuando te vuelves padre” (Gumucio)

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