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Ilustración de Cubierta: Camila Ojeda

2019, Mariana Lee

www.marianalee.com

marianaleetarot@gmail.com

1era Edición: Febrero 2019

Impreso en Estados Unidos

Todos los Derechos Reservados. Este libro o cualquier


porción de el no puede ser reproducido, usado,
almacenado o distribuido por ningún medio sin permiso
del Autor.

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Esta obra esta dedicada a mis hijos Oliver y Nina que me


ayudan a crecer, a mirarme y a sanar con su existencia.
Dedicada además a todas las mujeres de mi clan familiar.

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CAPITULO 1 11

CAPITULO 2 29

CAPITULO 3 47

CAPITULO 4 55

EPILOGO 71

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El año 2018 marca un hito en mi historia
personal que les quiero compartir; me convertí en
madre por segunda vez. Honestamente, la primera
vez que me transformé en mama, me sentí tan
mareada que mis recuerdos o la experiencia en sí
son memorias turbulentas. Es más, aún me parece
que fue hace mucho tiempo atrás, y en realidad han
pasado solo dos años.
Hoy siento, muy profundamente, que hay
muchas mujeres que se sienten o sintieron así. Yo
sé que no soy la única que ha navegado por las olas
de la maternidad intentando mantener el equilibrio y
en muchas ocasiones perdiéndolo.

Mientras navegaba por las emociones de la


maternidad, me encontré muchas veces
sobrepasada emocionalmente, con ansiedad, con
miedos, en soledad y sin contención. Es en los
momentos de más crisis en este viaje es que me di
cuenta que necesitaba aprender a contenerme a mi
misma, a ser compasiva con mis procesos y
además a ser amorosa conmigo misma. ¿Pero
como llegaba a eso? Necesitaba sanarme, sanar a

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mi niña en mi, sanar el vínculo con mi propia madre
y sanar mi perspectiva de ciertas situaciones que
viví. Este libro es mi proceso, mi viaje.

Me gustaría compartir con ustedes algunas de


las cosas en las que me enfoqué cuando comencé a
sanarme. Me di tiempo y espacio para realmente
saber que estaba diciendo adiós a la versión de "mi"
que pensé que era, porque con la transición a la
maternidad inevitablemente se genera una nueva tú.

Este libro nace con la finalidad de decirte "no


estás sola". Este libro no es un mandato a actuar de
cierta manera o de criar a tus hijos de cierta forma o
bajo un estilo definido -- es importante que
recuerdes que cualquiera que sea la forma en que
estés llevando tu maternidad es lo mejor que
puedes hacer hasta ahora con las herramientas de
tienes en este momento. Este libro no te obliga a ver
y sanar lo que no quieras o no estés lista. Todo tiene
su tiempo y todos ritmos diferentes. Su objetivo es
que aprendas a honrarte y a amarte, a romper el
patrón de la madre descuidada que se ha pasado
de generación en generación y que en el mundo de
hoy no nos aporta nada positivo. Entre más
comunidad creamos, entre más hablemos de
nuestras transiciones, más nos encaminamos a
sanar y este libro es una invitación a que seamos
compasivas con nosotras mismas desde nuestro
propio ser. Es una invitación sincera a que nuestras
historias sean contadas y escuchadas. Mi historia
no es la historia de todas las mujeres, pero parte de

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mi historia es parte de la historia de muchas
mujeres.

Antes de adentrarnos en lo profundo quiero


recapitular este proceso de maternidad para que
puedas entender lo que me motivo a escribir y
compartir. Desde el año 2013 que vivo en Estados
Unidos, un país extranjero para mí, por lo tanto,
alejada de mi familia de origen, mis padres (es
bueno mencionarles que soy hija única). Siempre
supe que, si en algún momento con mi marido
elegíamos ser padres, este proceso podría ser en
solitario para mí como mujer - sin desmerecer la
compañía de oro de mi marido - ya que estaba
alejada de mi clan, de mi contención familiar y de mi
tribu. De todas maneras, eso nunca fue
impedimento para comenzar con nuestro proyecto
de familia.

El año 2016 me convertí en madre por primera


vez. Madre de un niño maravilloso, Oliver. Una
maternidad dificultosa ya que Oliver no fue un bebé
muy fácil. Recuerdo que leí mucho sobre los
procesos de los bebés, sobre qué esperar para
cada mes, etc. Recuerdo que leía toda esta
información y luego miraba a mi bebé y él no era
nada parecido a todos estos bebés de libros que
dormían, que no sufrían tanto con la salida de los
dientes, que no se frustraban en el nivel que Oliver
lo hacía por no poder hablar. Mi bebé era diferente y
me tomó más de un año entender que mis
expectativas sobre él y sobre mí como madre no

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eran reales. Oliver definitivamente me enseñó a fluir
y a no esperar nada de los procesos.

Unos meses antes de que Oliver naciera tuve


sueños premonitorios acerca de él, lo vi claro,
sonriendo, anunciando su llegada a nuestras vidas.
A diferencia de mi segundo bebé, una niña de
nombre Nina, ella no se anunció, llego muy callada
y se instaló en mi panza para sorprender a mamá.
La diferencia además entre ambos, es que, Nina si
era el bebé de los libros, que podía dormirse sola,
que le gustaba dormir, etc. Nina y Oliver -- juntos y
separados -- me han enseñado a amar las
diferencias, eso es seguro.

La maternidad es un proceso vertiginoso, pero al


mismo tiempo una de las mayores oportunidades
que nace del mayor de los caos para poder sanar
muchos aspectos de ti. De la maternidad nace una
nueva mujer, ya no eres la misma de antes y nunca
lo serás y mi deseo es que aprendas a aceptar eso
y que abraces a tu nueva TU mientras te ayudo a
navegar las olas de esta nueva aventura, así como
yo lo hice.

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CAPITULO 1

Sinceramente amo ser madre, como muchas de


nosotras; pero sinceramente también, convertirme
en madre ha sido el proceso más vulnerable por el
cual he atravesado con todas sus implicancias y
desde todos los ámbitos de mi vida.

Corrígeme si me equivoco, pero si hay algo que


muchas de nosotras tenemos en común es que
estamos de acuerdo en que nadie nos dijo que éste
sería el trabajo más duro que podríamos aceptar.
Todos hablan de las maravillas del embarazo y
maternidad - y no me mal intérpretes, que sí creo
que es una de las cosas más maravillosas que
existen - pero nadie habla de lo que nadie te dice.
Cuando estás embarazada todos te dan consejos
sobre como cuidar tu cuerpo, como preparar la
habitación del bebé, etc. Pero nadie habla de
cuando te conviertes en madre porque todos esos
cambios pasan a nivel mental y emocional
mayoritariamente. Todas nosotras queremos saber
qué es normal, que es común pero si nadie lo habla
no hay flujo de información que nos ayude. ¿Es
normal sentir ansiedad o un "cerebro de mamá"
sobrecargado? ¿Es normal que mis padres estén
actuando extraños? ¿Es normal no sentir amor a
primera vista por mi bebé? ¿Es normal discutir con
mi pareja más de la cuenta? ¿Es normal sentir
miedo? ¿Es normal sentirme perdida o
desconectada luego de ser madre?

Lidiar con este nuevo sentido del ser dentro de ti es


difícil, porque estás en conflicto contigo misma en
una dualidad constante, entras en crisis con tu

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propia madre, con tu abuela, con tu clan a menor o
mayor proporción, también con tus emociones, con
tus expectativas y las expectativas que el mundo
tiene para ti y con una sociedad que, queramos o
no, tiene puesto los ojos en tus logros (en todo
ámbito de cosas).
Mientras intentas cuidar de un nuevo ser además
estás tratando de entender, procesar e integrar
nuevas emociones, de poner en orden un nuevo
sentido de ti misma. A esto se le agrega el
cansancio físico, la falta de sueño y las
transformaciones físicas que tu cuerpo está
sufriendo y el shock del parto por el que tu cuerpo
ha pasado. Para qué hablar de quienes han sufrido
abuso obstétrico ya que requiere de energía sanar
esa herida psicológica que se suma a toda la carga
que ya llevamos, y podría seguir nombrando un sin
fin de experiencias que agregan tensión al proceso
de la maternidad y no sólo en su estado inicial, si no
que a lo largo de los primeros años. Incluso, si tu
embarazo y parto han sido tranquilos e ideales, el
proceso de ser madre siempre va a venir
acompañado del conflicto emocional y físico de una
u otra forma, en menor o mayor grado.

Como toda transición en la vida o tema difícil de


afrontar, desde mi punto de vista, la mejor manera
de abordarlo es hablando sobre el tema. Entre más
lo hablamos, más lo normalizamos y más lo
entendemos. Esto sucede con la transición de la
muerte así mismo con la transición de ser madre. Y
¿por qué hablo de estos dos conceptos? porque son
los menos hablados y por esto mismo, menos
normalizados en nuestra sociedad hoy en día.

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Cuando me convertí en madre por primera vez me
di cuenta de que lo que yo esperaba de la
maternidad no tenía nada que ver con la realidad.
Yo esperaba sentirme completa y en la cima de la
felicidad, esperaba que la maternidad fluyera cómo
si yo supiera desde antes lo que mi bebé
necesitaba. Pero ahí estaba yo, experimentando mis
primeros episodios de ansiedad al no saber porque
ese bebé lloraba, y mi mente se inundaba de
preguntas tales como ¿Es posible sentirme de esta
manera? ¿cómo es posible no sentirme la mujer
más feliz del mundo si me he convertido en madre?
¿tengo depresión post-parto?

Mi nuevo rol de madre me hizo constantemente


sentirme en una disyuntiva: pensé que siempre
querría poner a mi bebé en primer lugar y lo hice,
pero otra parte de mi ser revelaba y me preguntaba
¿qué pasa conmigo? ¿en qué lugar de mi lista
quedo yo? Comencé a sentir enojo a diario porque
el día pasaba y yo no me daba espacio para mí
misma, tomar una ducha era lo único gratificante del
día cuando estás cada dos horas amamantando e
intentando recordar que tú también tienes que
comer. Convertirme en madre para mí fue vivir en
una constante disyuntiva, día a día, entre las
necesidades de mi bebé y mis propias necesidades,
entre la soledad de saber que es algo que no puedo
conversar con cualquier persona y mis deseos de
volver a ser la mujer de antes (trabajar, producir,
sentirme dueña de mí misma, etc.). Exponer este
tema es complicado, nadie espera que estés
pasando por momentos difíciles, todos esperan que
estés feliz y en el peor de los casos cansada, pero
nadie va a preguntarte ¿Qué conflictos emocionales
estás experimentando? ¿Te sientes nutrida?

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Cuando me convertí en madre por segunda vez tuve
la experiencia de la vida y la muerte sumada a la de
la maternidad, y no sólo en una forma metafórica o
en un proceso interno, sino que además se
manifestó a mi alrededor, siendo yo espectadora de
lo vulnerable de la vida.

Ya venía con la disyuntiva de mi primera


maternidad, una maternidad de sacrificios y ahora
una nueva maternidad se sumaba, inesperada. Mi
primer pensamiento fue: no estoy preparada. Pero
¿cuándo realmente estás preparada para dejarte ir?
El hecho de que ya hubiese caminado por la
maternidad una vez no hacía la segunda
experiencia más suave, no para mí y conversando
con otras mujeres me pude ver que para ellas
tampoco. El nacimiento de Nina venía con otra
carga: un coágulo en su cerebro e hidrocefalia
ambos diagnósticos se nos habían dado entre las
tres últimas semanas de embarazo y su nacimiento.
Esto no iba a ser fácil, cada noche pedía fuerza
para lo que venía, para sostenernos como familia y
para sostenerme.

Nina nació el seis de marzo a las nueve de la noche


mediante cesárea. Unos días atrás ya había
comenzado con contracciones y dolores lumbares
más fuertes de lo normal, ya había ido al hospital y
me habían dejado monitoreada por 6 horas, pero
como no estaba dilatada me conectaron a suero
para parar las contracciones y me enviaron a casa.
Era seis de Marzo — Nina tenía día de nacimiento
para el 22 de Marzo — y debía hacerme un
ultrasonido en el hospital, una versión del primer
ultrasonido más sofisticada y detallada, recuerdo

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que la doctora se refirió a la maquina del ultrasonido
como el Ferrari de los ultrasonidos en donde
podríamos ver con más detalles el cerebro de Nina
y tener más información de lo que estaba
sucediendo con ella. Llegué al hospital a hacerme el
examen, sin saber que no iba a salir de ahí en unos
días. Entré al hospital y comenzaron las
contracciones, como si Nina supiera que estábamos
ahí, que estábamos seguras. Subí al tercer piso a
hacerme el ultrasonido y mientras esperaba a que
me llamaran mi tapón mucoso se desprendió
cuando fue al baño y las contracciones comenzaron
más y más fuertes, me comencé a poner nerviosa y
le dije a mi marido “Tenemos que avisarle a alguien
o voy a tener a Nina aquí”. El le comunicó a la
enfermera y me bajaron al area de parto, me
conectaron otra vez al monitor para ver el nivel de
mis contracciones — eran fuertes, más fuertes que
las que recuerdo haber tenido con Oliver. Estuve al
menos cuatro horas ahí acostada en una sala
compartida en donde escuchaba a otras mujeres
gritar por contracciones al igual que yo, intentaba
distraerme, comencé a mirar el monitor ya que mis
contracciones venían cada tres minutos y yo las
sentía extremadamente fuertes, quería saber si eran
tan fuertes como yo las estaba sintiendo y si, de uno
a diez que marcaba el monitor en nivel de
contracciones yo estaba teniendo diez, sentía que
me desmayaba cada vez que venia una, pero no
tenia nada de dilatación. Mi marido intentando
arreglar todo, traerme mi bolso, hablar con alguien
que pudiese cuidar a Oliver y alguien que pudiese
ver a nuestros perros. Ya sabíamos que estoy iba a
ser parto, pero no sabíamos en cuantas horas o
días.

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¿Dónde estaba mi doctor? Ese doctor que me había
negado el ultrasonido, pero que no tuvo opción. Yo
ya había pasado todo el día ahí y a eso de las siete
de la tarde apareció un doctor, otro doctor porque el
que me había visto un par de veces estaba
ocupado1. Me llevaron con contracciones a hacerme
el ultrasonido. Entre contracciones le explicamos al
doctor que Nina venia con un problema y nos dijo:
Ustedes decidan si sale ahora por cesárea o
esperamos a que te dilates en las próximas horas o
días y pujas. Con mi marido nos miramos y lo
miramos pidiendo con la mirada por favor un
consejo, nos miró de vuelta y nos dijo: Bueno,
decidan, yo estaré abajo en una reunión vuelvo en
una hora. Y ahí quedamos, desconcertados pero
necesitábamos actuar rápido y dentro de nosotros
sabíamos que el parto normal podría afectar más su
condición si la cabeza pasaba por el canal vaginal
por la presión. Cesárea sería. Yo no estaba
preparada para cesárea, aunque sabía que podría
ser una opción, pero era lo mejor para Nina y el
parto era de ella. Pedí la epidural — ¡por favor
alguien que me ponga la epidural que siento que me
muero del dolor! — El anestesista estaba ocupado
en otra cirugía. La epidural llegó 15 minutos antes
de la cesárea.

________________________________________
1 A diferencia de Chile, en estados Unidos muchas

veces sucede que si vas a un obstetra en una clínica


donde trabajan otros obstetras además, es posible
que te toca en el parto cualquiera de ellos — el que
esté de turno.

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Mientras estaba recostada en el pabellón recuerdo
como los asistentes conversaban de sus vidas, de
sus hijos y de a donde se irían de vacaciones,
dentro de mi yo pensaba “Este es nuestro momento,
de Nina y mío”. Me hubiese gustado que hubiesen
dejado la charla personal para después de la
operación, que no me hubiesen ignorado. Dejaron
entrar a mi marido cinco minutos antes, casi junto
con el doctor. La cesárea fue rápida, pero me sentí
como un animal en la carnicería. Nina salió de mi,
lloramos de emoción al verla, ella puso su boca en
mi piel y eso fue el comienzo de un amor infinito.

Nos fuimos a recuperación y recuerdo ver un frasco


grande con algo que parecía una visera
ensangrentada. Le pregunté a la enfermera que era
eso, ella me dijo “es tu placenta, la llevaran al
laboratorio.” ¿Porqué nadie me preguntó si se
podían llevar mi placenta? Era mía, era parte de mi
cuerpo. ¿No te preguntan cuando te sacan sangre si
te pueden sacar sangre? ¿Porque todos asumieron
que podían simplemente llevarse una parte de mi? Y
luego me cobraron por haber analizado mi placenta
que yo no di permiso de que analizaran, pero yo
nunca recibí ningún análisis.

Con Nina pasamos la noche juntas y al día siguiente


-- siete de marzo -- Nina era trasladada a otro
hospital a la Unidad De Cuidado Intensivo (NICU)
para ser tratada. Este fue para mí el segundo golpe,
el segundo trauma, verla irse de mi lado en una
incubadora con cuatro personas que no conocía,
afortunadamente mi marido estaba ahí y el la
acompañó en la ambulancia al otro
hospital . El primer golpe fue saber el diagnóstico,
uno nunca está preparado para recibir noticias de

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este tipo. Y ahora se llevaban una parte de mí, mi
existencia no volvería a ser la misma luego de vivir
ese dolor de separación de mi recién nacida.

Agradecida estoy del equipo de enfermeras del


hospital ya que con su ayuda logré ser dada de alta
el día ocho de marzo. Es verdad que apenas podía
caminar, pero a mi poco me importaba. A paso lento
iba a llegar a ver a mi bebé a la NICU, y es así como
pasé siete días enteros en la Unidad De Cuidados
Intensivo Pediátrica del Miller Childrens Hospital de
Long Beach, con el corazón partido en dos porque
en casa estaba mi pequeño Oliver de dos años
esperando por nosotras. Una vez que Nina fue dada
de alta nos explicaron que necesitaría una cirugía a
su cerebro para poder introducir una válvula que
drene el exceso de líquido que se acumula en su
cerebro y que su cuerpo no puede filtrar.

Como mencioné antes, estábamos viviendo en


California, donde no tenemos, ni mi marido ni yo,
familia. Mi familia está en Chile y la familia de el en
Minnesota -- al norte de Estados Unidos. La
decisión no fue algo que nos tomó mucho tiempo, lo
que venía iba a ser difícil y ya habíamos pasado por
la primera ola de dificultades, nosotros sabíamos en
nuestros corazones que necesitábamos apoyo
familiar para afrontar la segunda ola de dificultades
que venía, o no lo lograríamos. Empacamos todo y
en el mes de abril, a poco más de un mes de nacida
Nina, nos mudamos a Minnesota, en donde
encontramos el apoyo que buscábamos y un equipo
médico extraordinario.

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En el mes de Junio Nina fue sometida a su primera
cirugía cerebral en donde se drenó el líquido extra
que contenía su cerebro. Se evaluaría si necesitaría
la válvula dependiendo de si su cuerpo reaccionaba
positivamente o no al procedimiento. En el proceso
de su recuperación enfrentamos el momento más
difícil de nuestras vidas hasta ahora: como resultado
de la cirugía, el cerebro sufrió irritabilidad lo que se
tradujo en convulsiones.

Aún recuerdo como si fuese ayer, una hora después


de que Nina salió de su cirugía a recuperación, el
enfermero me dio luz verde para amamantarla.
Mientras la sostenía en mis brazos, y ella aún bajo
lo que quedaba de los efectos de la anestesia, dejó
de respirar. Mi bebé se estaba tornando de color
azul y lo único que pude hacer es decirle a mi
marido: ¡busca ayuda! Pude presenciar como un
equipo médico revivía a mi bebé, mi pequeña Nina
se elevaba en el aire producto del respirador
artificial y de los esfuerzos extraordinarios de los
médicos por traerla de vuelta. Cuando todos
pensamos que estaba estable las convulsiones
comenzaban otra vez, y otra vez y otra vez.
Finalmente fue entubada y tratada, siempre estaré
agradecida de haber estado en el momento perfecto
y con el equipo médico perfecto.

Luego de la segunda cirugía no hubo respuesta


positiva y a los diez días, justamente cuando
cumplía cuatro meses de edad, Nina iba a su
segunda cirugía, esta vez la válvula era la única y
final opción. Mi ansiedad se acrecentaba y mi
pregunta recurrente en mi cabeza era ¿Y si
convulsiona otra vez?

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Me percaté entonces que yo había quedado
emocionalmente herida, el tercer trauma se había
instalado en mí. El dolor de ver a tu hijo o hija pasar
por situaciones difíciles, especialmente situaciones
que ponen en riesgo la salud cualquiera sea (léase
salud física, mental, emocional) y el dolor de no
poder estar con tu otro u otros hijos es más de lo
que yo nunca podría haber imaginado. Te invade la
culpa y la tristeza, y es aquí y en otros casos
cuando la maternidad y el sentido de auto-
compasión son puestos a prueba.

Mi experiencia no va a ser exactamente igual a la


tuya, y puede que no esté ni cerca de ser la misma,
pero mi mensaje es transversal: lo que yo aprendí
de lo difícil y vertiginoso de la maternidad, sea cual
sea lo que experimentes, es algo que todas
podemos aprender, porque finalmente todas
estamos pasando por esa transición con el simple
hecho de ser madres.

Mientras escribía este libro recibí mensajes de


madres en varias partes del mundo contándome sus
experiencias al adentrarse a la maternidad y quiero
compartir con ustedes algunas de estos testimonios:

“Llegué embarazada a Francia — mi pareja es


Francés — y el embarazo se pasó super bien, pero
lamentablemente mi hija nació con 33 semanas.
Estuve cuatro días interna en la clínica para parar las
contracciones pero no funcionó, tuve cesárea de
urgencia porque su posición era horrible, los
médicos tuvieron muchos problema para sacarla, mi
pareja llegó después (yo estaba sola) Y luego mi

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bebé pasó internada un mes en donde mi pareja
venia solo 1 vez a la semana. Qué muy duro para mi.
Mi hija tenía todos los problemas de un bebé
prematuro: vómito, problemas de peso, no comía
sola, problemas de respiración, etc. Le dieron de
alta finalmente con dos kilos y medio. Pero dos
semanas después se ahogó yo estando sola con ella
(mi pareja se había ido Al caribe con su familia, mi
nena no tenia ni siquiera 2 meses). Todo salió bien y
pudimos volver a casa. Fue ahí que hice cambio de
vida y me decidí a estudiar algo relacionado con
niños para poder trabajar con niños y padres para
poder ayudarlos y guiarlos. Ahora las cosas van
bien, pero el cambio de vida fue extremo.”

“Hola Mariana, quería compartir contigo mi


experiencia con la maternidad: estoy a punto de
cumplir 41 años y tengo un niño de un año tres
meses. Es mi único hijo y creo que seguirá siendo
así. Para mi el embarazo fue perfecto, nunca tuve
ningún problema, no subí nada de peso, nunca tuve
nauseas, ni nada por el estilo. Mi parto fue sin
anestesia pero fue perfecto también. Sin embargo,
desde que me salí de la clínica dada d alta, podría
decir que empecé a vivir un infierno, me costó
demasiado adaptarme a esta cosita chica que
lloraba día noche y con mi marido nos sentíamos
sobrepasados, peleamos mucho, casi nos
separamos mil veces, no teníamos ayuda de
cuidadora ni de familia y la angustia nos invadía a
los dos. Este sentimiento duró como unos 8 meses.
Alguien me había hablado del "túnel de los 8 meses"
y que después de pasar esto, todo empezaba a
tranquilizarse de nuevo. Así fue. Aunque pensándolo

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bien, creo que todo se empezó a arreglar cuando mi
hijo entró a la sala cuna, el tener tiempo para mi
nuevamente, y además verlo cómo crecía, aprendía
cosas nuevas en el jardín y ver que se fue haciendo
cada día más independiente, dentro de lo esperado
para su edad obviamente. Contra todas mis
aprehensiones, la experiencia de la sala cuna fue
muy buena. Y para cerrar mi historia, sigo pensando
que ser mamá de este torbellino ha sido lo mejor de
mi vida pero también lo más difícil.”

Estos son testimonios reales de mujeres como tú y


como yo que han pasado por la transición a la
maternidad. No importa en que parte del mundo
estés o qué edad tengas, lo que todas las madres
tenemos en común es este silencioso peso que
cargamos con nosotras. No es necesario sufrir de
depresión ni de dificultades extras para percibir la
maternidad como una transición compleja y difícil de
abordar, el hecho de que experimentemos
incomodidad no nos hace estar enfermas. La
doctora Alexandra Sack2 expone la idea de que la
transición hacia la maternidad es llamada
Madrescencia, un concepto que no es coincidente
que suene como Adolescencia, en donde es
totalmente normal, debido a cambios hormonales,
físicos y mentales, encontrar la maternidad como
algo difícil de procesar. La doctora Sack menciona :

“El nacimiento de una madre implica transiciones


hormonales y de identidad similares a la
adolescencia, y sin embargo, este proceso natural a
menudo se silencia por vergüenza o se diagnostica
erróneamente como depresión pos-parto.”

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La hormona Oxitocina es la que nos permite, al
momento de ser madres, poder enfocar toda
nuestra atención en nuestros bebés, pero al mismo
tiempo de que el bebé nace, nace una madre y
mientras luchamos con retener la mujer que éramos
la situación que se da dentro de nosotras es un tira
y encoge. La Oxitocina tira nuestra atención hacia
ese nuevo ser, pero nuestro cerebro y sentido de
Ser empuja nuestra atención hacia nosotras mismas
y hacia nuestras necesidades ya sea físicas,
emocionales o espirituales, y esa dinámica de
disyuntiva -- que es totalmente normal -- es la que
hace que percibamos la maternidad como una
transición compleja y muchas veces difícil de
disfrutar. La doctora Alexandra Sack menciona
"Desde un punto de vista Neurocientífico, las
emociones de la Madrescencia tienen que ver más
con los cambios químicos en tu cerebro que acerca
de las cosas que la ciencia no puede explicar."

———————————————————————

2Alexandra Sacks, MD es una psiquiatra


reproductiva afiliada al Programa para Mujeres del
Centro Médico de la Universidad de Columbia y
candidata al Centro de Psicoanálisis para la
Capacitación e Investigación de la Universidad de
Columbia. Una experta líder en "madrescencia", es
conocida por popularizar el concepto en su charla
TED con más de un millón de visitas en todo el
mundo.

!23
Desde el punto de vista de la doctora Sack hay
algunos comportamientos o aspectos psicológicos
que son transversales en toda madre y que
experimentamos en esta transición, tales como:

- Sentimiento de Dualidad: esa constante lucha


entre dar y recibir que crea una ambivalencia
especialmente en las relaciones en donde
invertimos más energía y emociones. La mayoría de
las veces la experiencia de la maternidad no es ni
buena ni mala, es ambas al mismo tiempo y es ahí
cuando aparece esta dualidad de intentar definir de
manera fija una experiencia que tiene altos y bajos.

- Culpa: Porque en nuestra mente tenemos las


expectativas y la idea de una madre ideal, y siempre
vamos a sentir que no somos lo suficientemente
buenas en nuestro rol de madres y caemos en la
lucha constante por la perfección, además luchando
con la vergüenza social y la culpa.

- Realidad o Ilusión: Lo que esperamos y


pensamos del embarazo y la maternidad está
basado en la perspectiva, opinión y ejemplo de
nuestra propia madre, abuela, amigas y mujeres
que componen nuestra comunidad y si lo que te han
entregado se asemeja más a la fantasía que a la
realidad, debido a las expectativas hechas puede
haber un gran conflicto de decepción si la realidad n
está alineada con tu visión.

- Transgeneracional/Intergeneracional: positivo o
negativo tu identidad materna y como maternas está
basado en el estilo de tu madre o los conceptos que
ella te transmitió con su ejemplo y la de ella en su
propia madre, y así sucesivamente. Es por esto que

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convertirse en madre te brinda una oportunidad
hermosa (y en ocasiones dolorosa) para sanar. En
cierto modo, puedes volver a experimentar tu propia
infancia en el acto de crianza, repitiendo lo que fue
positivo, mientras tratas de mejorar lo que crees que
puedes hacer mejor.

- Competencia: Las personas más cercanas a ti


como tu pareja o familiares cercanos pueden
comenzar a competir de manera inconsciente por tu
atención. La maternidad además competirá por si
misma con tus prioridades, con el cuidado que te
dabas a ti misma, el tiempo y la energía que
gastabas en ti, etc.

“Nació mi hija y fue un sentimiento inexplicable,


lleno de amor profundo, incondicional. No me
importaba nada más que ella y solo estar a su
lado…..las dos juntas, con el paso del tiempo todo
se hacia más complejo. Vivía en un miedo profundo,
sin saber nada, cada vez que algo en la Sofi no
andaba bien, corría a urgencia. Comencé a sentir
que no podía, me sentía muy cansada, lloraba por
todo, de impotencia y frustración. En ese tiempo
vivía en una zona cordillerana, por lo tanto el frío era
impresionante, Sofi pasaba enfermita, y yo
angustiada. Estaba tan cerrada en que lo hacía todo
mal, que la culpa era más grande que yo, y el miedo
se apoderó de mi, crisis de pánico y depresión post
parto, fue el diagnostico. Pastillas el remedio que
me llevó a tocar fondo. Pasé cuatro meses así,
como muerta en vida, miraba a Sofi y sentía que yo
no le servía. Un día en una discusión con mi marido,
él me dice “deja de crear historias en tu cabeza, la
única que tiene el poder de salir de ahí eres tú”.”

!25
Este testimonio es un extracto del artículo que
escribió Tammy para la revista virtual Mujer y Punto3
y como Tammy muchas mujeres si sufren de
depresión post-parto pero muchas otras mujeres y
madres han sido diagnosticadas erróneamente y
medicadas erróneamente. El testimonio de Tammy
es el testimonio que más escucho y leo de mujeres
como tú y como yo -- y sí que he escuchado muchos
testimonios en el proceso investigativo de este libro
--, en donde las palabras más comunes al referirse
a la experiencia de la maternidad son: culpa,
enfocarte completamente en el bebé y olvidarte de
ti, frustración, juicio constante, miedo y ansiedad.
Mientras que cada testimonio e historia es único
acerca de la transición de convertirse en madre, hay
aspectos universales y transversales en esta
experiencia que todas compartimos.

__________________________________________

3http://www.mujerypunto.com/soy-mama-tuve-
depresion-post-parto-y-hoy-soy-feliz/

!26
"Durante el proceso de Madrescencia las personas
esperan que seas feliz mientras estás perdiendo
control sobre cómo te sientes y como te ves"
menciona la doctora Alexandra Sack en su blog.
Muchas de nosotras hemos visto en las redes
sociales a la madre que parece que tiene todo bajo
control, que se ve perfecta, es eficiente y tiene
tiempo para todo. Si tu sientes que como madre no
puedes llegar a ese nivel es porque eres normal.
Todas lidiamos o hemos tenido que lidiar con
momentos de caos, de frustración, de duda hacia
nosotras y de culpa. Pero de dos cosas estoy
segura:

1. Nadie te está juzgando tanto como te estás


juzgando tu misma.
2. Esas madres perfectas también se sienten
vulnerables, tanto como tú y como yo.

¡La terapia narrativa es algo real y efectivo! Una vez


que comience a hablar y a comunicar tus
experiencias -- y es por eso que cree este libro,
quiero que veas que estamos todas pasando por
esto --, escucharás que la mayoría de las madres
han sentido lo que tú has sentido. Aproximadamente
una de diez madres e hijas probablemente tendrán
una experiencia negativa sintiéndose:
decepcionadas, culpables, competitivas e incluso
enojadas durante el embarazo y el post-parto.
Cuanto más podemos animar a mamás a mostrar
imágenes reales de lo que es la maternidad con sus
altos y bajos, más podemos comenzar a sanar, a
crear consciencia, sentido de comunidad y a
apoyarnos entre nosotras.

!27
!28
CAPITULO 2

Atravesar una transición difícil como es convertirte


en madre, en donde pierdes tu sentido del Ser y
donde experimentas un proceso solitario como es el
lidiar con emociones constantes, con el tira y
encoge del que hablamos anteriormente te muestra
tu propia base emocional y expone los ángulos
fuertes y los ángulos débiles de ésta. Mientras
reconstruyes tu sentido de ti misma nuevamente -- y
esto puede tomar años -- tener hijos al mismo
tiempo te conecta con tu propia infancia y con la
niña o niño que habita en ti, y generalmente lo que
sale a la luz no es la niña o niño alegre, si no las
heridas de la infancia.

Es así, como al comenzar a trabajar este nuevo


sentido de mí misma es que entendí que no puedo
hacerlo sin al mismo tiempo, entender mi infancia y
sanarla. Desde que comencé a recapitular,
conscientemente y con intención mi propia infancia
es que comencé a recibir más memorias de esos
años. Entendí que la maternidad abre la puerta a la
oportunidad de revisar tu propia autoestima y
entender desde dónde fue creada revisando los
vínculos de madre y padre para poder, desde una
mirada más consciente, hacer una limpieza de los
patrones que si te sirven hoy y de los que ya no
necesitas porque solamente te retrasan en tu
camino. Pronto llegué a la realización de que las
expectativas que yo tenía de mi madre no calzan
con la realidad y es desde ahí que comencé a
adentrarme en aprender a reconocer a mi madre, lo
que lleva a reconocerme a mí misma como madre y

!29
contenerme, especialmente en el proceso de
transición.

No fue hasta que me convertí en madre que me di


cuenta que yo tenía un conflicto con mi propia
madre, me refiero a un conflicto diferente de lo que
yo imaginaba. Contrario a lo que muchas personas
dicen y yo misma esperaba, que cuando te
conviertes en madre te acercas más a tu propia
madre desde el entendimiento -- esto no me
sucedió. Para mí esto no llegaría tan simple. Y no
fue hasta que me convertí en madre de una niña
que sentí que ese conflicto necesitaba ser resuelto,
no sólo por mí, pero también por mi hija y por mi
propia madre, mi abuela y todas las mujeres de mi
clan.

Sentí que estaba en una misión de derribar patrones


y creencias que venían desde muchas generaciones
y que no era saludables, que traen conflicto y
sufrimiento a nuestras existencias. Comencé a
investigar técnicas, a leer sobre la importancia de la
madre, a adentrarme en la importancia del clan y de
la familia desde diferentes perspectivas como la
Biodescodificación4, el Transgeneracional6 y las
Constelaciones Familiares3 y concluí que la relación
con la madre es la relación más significativa que
podemos tener, es el primer contacto con otra
persona y es la relación que nos forma o deforma y
ese vínculo necesita ser sanado, no desde la
obligación ni el miedo -- escuche una vez el
comentario de que si yo no sanaba a mi madre mis
hijos no me honrarían por ejemplo y creo que esa
presión de "tener que sanar" porque se inyecta la
semilla del miedo a que no te quieran no vale aquí --
si no desde la consciencia. La idea no es hacer

!30
cosas y atravesar procesos porque sientes miedo
de que algo malo te suceda, la idea es sanar porque
te amas y quieres lo mejor para ti.

Cuando trabajo en encontrar el conflicto emocional


en mi consulta, mi fin no es encontrar culpables ni
estigmatizar a esa madre que hay detrás, tampoco
es esa la intención de este libro, sino más bien
develar la raíz de nuestras propias carencias para
poder entender e integrar la información que
podamos obtener y que la persona que acarrea el
conflicto pueda comenzar a hacerse responsable de
esas emociones para comenzar a sanar.

———————————————————————
4 Método de origen biológico, centrado

principalmente en buscar la salud propiamente física


y complementar los tratamientos ortodoxos para
mejorar su eficacia.
5 El termino de transgeneracional es relativamente

nuevo y que todavía no figura en el diccionario a


pesar que cada día se utiliza más. Es una palabra
compuesta por Trans que significa más allá, a través
de, y generacional:  un adjetivo que hace referencia a
una generación de coetáneos (de la misma época o
edad).
6 Familienaufstellung en alemán, cuya traducción es

«posición en la familia»-- es una pseudoterapia que


postula que las personas son capaces de percibir de
forma inconsciente patrones y estructuras en las
relaciones familiares y que estos quedan
memorizados, sirviendo como esquemas afectivos y
cognitivos que afectan a su conducta.

!31
La solución a cualquier dificultad externa es, en
parte, enfrentar la misma dentro del yo. Este lugar
en el yo es el lugar donde siempre tenemos acceso
y poder.

Conocer tu sistema de crítica interna de una manera


profunda -- esa voz interior que te habla y conecta
contigo todo el día -- para interrumpir el auto-
sabotage que mantiene nuestras almas y nuestra
sociedad bajo un manto, esa es una transformación
desde dentro hacia afuera. Llegar a conocer
nuestras heridas, nuestras amarguras y nuestras
incoherencias es lo que nos lleva a sanar de verdad.

Todos los seres humanos y también en los animales


podemos ver que somos seres que recorremos el
camino de nuestra vida con el apoyo inicial de una
madre, de lo contrario no estaríamos aquí, así que
si algo tenemos todos en común es la madre. La
madre que gesta, la madre que besa, la madre que
enseña límites, que exige y permite nuestro
desarrollo, la madre que alimenta nuestro cuerpo
físico y nuestro cuerpo emocional. La madre nos da
la vida y es canal de nuestra existencia. ¿Pero qué
sucede en aquellas personas que no cuentan con
una madre? La madre que regala, la madre que
fallece en parto, la madre que fallece en nuestra
infancia, la madre que nos deja con los abuelos, la
madre que nos cambia por un hombre o la madre
que permanece en casa todos los días pero que nos
reta constantemente, nos ignora o nos maltrata.

Tener una madre es descubrir nuestra propia


capacidad de ser madres, o padres en general, es
descubrir que la vida no se trata tan sólo de
sobrevivir sino de luchar por una supervivencia.

!32
Porque todos, hombres y mujeres, tenemos un
sentido "maternal" que se desarrolla gracias a
nuestra propia madre y lo veo día a día con el
sentido maternal que mi hijo muestra por su
hermana pequeña. Y si la madre falta, si ella no nos
acompaña en el camino, la vida simplemente se
reduce a una etapa de tiempo por sobrevivir.
El mundo entero sabe, como inconsciente colectivo,
que tener una madre ausente, castrante, dura, fría,
indiferente, chantajista, manipuladora, vengativa,
inmadura es carecer de una vida plena y próspera.
Es vivir una vida adivinando lo correcto y lo
incorrecto, acertando y equivocando.

Las creencias y la cultura sumados a la religión, han


colocado a la madre en un pedestal inalcanzable.
Vivir sin una madre entonces nos convierte en seres
"desprotegidos", lo que nos obliga ser víctimas o a
ser muy duros aparentando que "no sucede nada" o
que "nada nos duele" o que "somos fuertes". Vivir
sin una madre nos empuja, si no hay una
conciencia, a cometer error tras error, a ser cazados
como presas por todos aquellos depredadores en el
camino. Es la madre entonces la que, con su
presencia amorosa y reconfortante, crea en
nosotros esa luz interna de que "todo está bien" y
"todo estará bien", aunque nos equivoquemos,
aunque suframos por una u otra circunstancia. La
que enseña cómo ser "madres" o padres.
La presencia de una madre positiva, es la que
fortalece la idea de lo que saldremos a buscar en su
momento, la que nos indica sin palabras o con ellas,
qué prospecto de compañero o compañera de vida
es el ideal. Es nuestra guía y compañía, es la que
nos muestra el camino y cómo superar obstáculos.
Una madre que nos ama sin condición, una madre

!33
que con la sola mirada nos indica si hemos errado o
hemos atinado, una madre que nos contiene.

Tener una relación dificultosa con la madre aplica a


más personas de las que yo misma hubiese podido
imaginar. Si miras para atrás en tu infancia y te
enfocas en ver si las necesidades emocionales de
tu familia y las tuyas propias fueron cubiertas o no
puede darte un gran sentido del vínculo con tu
madre. ¿Fue tu madre fría? ¿Tu madre proyectaba
sus propios conflictos emocionales en ti? ¿Era fácil
conectar con tu madre en una conversación acerca
de tus emociones? ¿Era tu madre ansiosa y estaba
sobre ti constantemente? Preguntas como éstas te
ayudan a saber el nivel del vínculo que tuviste, si no
ha sido claro para ti aún en tu vida. Para ayudarte
en un nivel más profundo a entender si tu relación
con tu madre no es del todo saludable puedes usar
esta lista de preguntas como guía:

- ¿Sientes que tu madre está controlando más que


apoyando?
- ¿Le gusta presumirte a sus amigos (como un
trofeo) para obtener satisfacción y elogios?
- ¿Haz notado que ella tiene expectativas poco
realistas de ti?
- ¿Sientes que ella quiere satisfacer sus
necesidades a través de tus logros y éxito?
- ¿Crees que ella se resiente de ti y siente envidia
de tu apariencia y comportamiento?
- ¿Sientes que ella está celosa de la vida que llevas
y tal vez intenta sabotear esto?
- ¿Sientes que ella descuida constantemente tus
necesidades?

!34
Las mejores relaciones madre-hija son más
recíprocas. Esto no significa que tu madre te esté
contando todos los detalles importantes de su vida
de pareja, solo significa que te tomas un tiempo de
la conversación para descubrir cómo le va en lugar
de hacerlo solo sobre ti las 24 horas del día, los 7
días de la semana. Tenemos una tendencia a culpar
a los que amamos por cualquier desprecio
percibido, pero las relaciones más sanas minimizan
este tipo de comportamiento. La culpa no es una
sensación agradable. Intentamos evitarlo; cuando
no podemos, tratamos de deshacernos de él, a
veces tratando de culpar a otros a través de la
acción psicológica llamada "proyección", el
psicoanalista estadounidense Jody Davies llama a
esto un sentimiento de "papa caliente": un
sentimiento que es demasiado doloroso para
sostenerlo, tratamos de pasarlo a otra persona.

Cuando no podemos deshacernos de los


sentimientos negativos, a menudo nos enojamos
con la persona que parece querer hacernos sentir
mal. "No es mi culpa, es tuya" o "No soy la mala,
¡Tú lo eres!", pensamos para nosotros mismos
(incluso si no lo verbalizamos).

Si tu madre está tratando de hacerte sentir culpable,


parte de su comportamiento puede deberse a sus
propios sentimientos de culpa no reconocidos y no
resueltos. ¿Deberías acusarla de esto la próxima
vez que haya un conflicto entre ustedes?
Probablemente no. Pero ser consciente de esta
posibilidad va a ayudar a manejar y entender mejor
tu conflicto y tu respuesta.

!35
Lo que tú y ella, y todos nosotros que luchamos con
los sentimientos de culpa, realmente queremos es
ser perdonados, saber que no todos somos malos.
Sin embargo, a menudo terminamos obteniendo
exactamente lo contrario. Es posible que tu madre
"provocadora de culpa" simplemente quiera saber
que tú piensas que es una buena persona, tal como
tú quieres que ella te haga saber a ti que ella piensa
que tú eres buena persona. Es posible que desee
escuchar que sus hijos la aman, incluso mientras
ella te aleja a ti y a tus hermanos con su ira y culpa.

Su provocación de culpa podría no tener nada que


ver contigo en absoluto. Podría tratarse de los
impulsos (ni siquiera de los comportamientos reales)
que sentía hacia sus propios padres o hermanos
cuando era niña. Puede querer saber que no era
una hija mala, enojada o hiriente. Tal vez, en secreto
o inconscientemente, siente que es una mala
persona y que no tiene espacio en este mundo. O
incluso podría tratarse de ti, indirectamente, si a
veces te odiaba cuando eras un bebé que lloraba
sin parar. Las madres a veces sienten rechazo por
sus bebés y, según D.W. Winnicott, estos
sentimientos no solo son normales, sino que, con
moderación, son una parte saludable y honesta de
la maternidad.

Si tienes una madre que es particularmente


propensa a culparte, te sugiero que intentes estos
ejercicios que hay en esta lista7:

1. Dile algo positivo a tu madre relacionado a la


forma en que te crió si encuentras algo que
puedas recordar.

!36
2. Intenta por un momento ponerte en sus zapatos.
Para hacer este ejercicio más fácil puedes
preguntarle cómo fue su experiencia y qué es lo
que recuerda de tu infancia y de cuando ella se
convirtió en madre.
3. Sé compasiva contigo misma y con tus propios
sentimientos de culpa. Una forma de lograr
trabajar en la compasión es reconocer primero el
momento difícil que estás viviendo o el conflicto
emocional en voz alta o para ti misma, acepta y
admite que más personas pasan por lo mismo
que tú, date permiso para ser compasiva y
paciente contigo en este difícil momento.
4. R e c u e r d a q u e t ú t i e n e s n e c e s i d a d e s
emocionales y los demás también.
5. Evita etiquetar (mala madre, mala hija, etc).

Una relación sana entre madre e hija permite que la


hija se caiga y aprenda a recuperarse de la caída
sin la ayuda de su madre. Si bien hay momentos en
los que todos "necesitan" de su madre o de la
asistencia en una situación difícil, una dinámica
saludable fomenta el crecimiento de la hija lejos de
la madre. Por otro lado, en una relación saludable,
la hija no busca a su madre para arreglar todo, y no
se siente resentida cuando su madre no puede
ayudarla.

———————————————————————

Técnicas basada en artículo de la doctora F. Diane


7

Barth, L.C.S.W. - 5 Ways to Deal With A Guilt-


Tripping Mother.

!37
Si bien la madre es un símbolo de amor y
agradecimiento, debemos ser conscientes de que al
igual que el padre, son tan solo figuras formativas
pero de ninguna manera personajes sagrados e
intocables. Me parece que por creencia universal,
por costumbre o por cultura, conocer a una madre
ausente, por ejemplo, pareciera algo imposible. Sin
embargo, una gran cantidad de mis clientes que son
hijos, expresan haber tenido o tener una madre
ausente en su vida, y muchas veces llevan mucho
tiempo o una vida entera sin saber que tienen ese
vacío emocional a causa de una madre ausente.

No solo existen madres ausentes, hay además


madres deprimidas, madres sufriendo de ansiedad,
madres que abusan de forma física y
psicológicamente de sus hijos, madres frías, etc.
Una madre ausente no siempre es la típica madre
ausente que nos podemos imaginar. Es cierto que
hay madres que abandonan, que maltratan, etc;
pero también hay madres que fisicamente están
presentes, que cumplen con lo práctico del día a día
pero están sumidas en una depresión por ejemplo y
pasan años sin estar presentes. Mi intención no es
apuntar o culpar el desempeño de nosotras las
madres porque eso sería absolutamente
contraproducente, pero mi verdadera intención es
descifrar los hechos para poder avanzar en la
sanación desde un punto de vista honesto.

Una madre en una consulta me explicaba que ella


no recuerda nada de la infancia de sus dos hijos
que ahora son adolescentes, ella siempre ha
sentido mucha ansiedad y ha sido tanto éste nivel
de ansiedad que la emoción ha tomado control de

!38
su vida y la ha alejado de disfrutar la vida con
quienes ama y de crear recuerdos de infancia con
sus hijos. Otra madre que conocí se pasó los
primeros diez años de su hija trabajando sin cesar y
los siguientes ocho años sumida en una depresión
debido a que dejó de trabajar para convertirse en
dueña de casa y madre de tiempo completo,
mientras su marido trabajaba. Estos son ejemplos
comunes de madres ausente emocionalmente, que
no necesitan ser agresivas o abandonar fisicamente
a sus hijos, pero que no están presentes en
consciencia, están sumidas en su mundo interno y
sobrepasadas por el.

Y no sólo se trata de una madre que me ignora.


Puede tratarse de una madre que me grita, me
ofende, me maltrata, me humilla, me exprime, me
somete. Una madre que me hace sentir poco
valiosa, poco inteligente, poco agraciada, poco
simpática. Una madre que me juzga todo el tiempo,
que me obliga a ciertas cosas, que interviene en mi
vida o en mis decisiones. Una madre que deja un
“espacio vacío” en mi corazón. Y puedo tener como
madre: Una madre que prefiere su vida profesional
o laboral a estar conmigo, una madre que prefiere
tener una pareja o sentirse amada por un hombre
que estar conmigo, una madre que prefiere una vida
social a convivir conmigo, una madre que compite
en todo momento conmigo, una madre que siente
celos de mi relación con mi padre, una madre que
ve en mí a la mujer joven que ya no es, una madre
que ve en mí la forma fácil de sostenerse
económicamente, una madre que descarga en mí
todas sus frustraciones, una madre que con sus
palabras, miradas y actitudes, me hace sentir todo
el tiempo que “no está para mí”.

!39
¿Qué puede pasar si yo vivo una vida con una
madre ausente? Que en mis relaciones amorosas y/
o laborales, yo siempre estaré buscando a la madre
que no tuve. Yo saldré al mundo a buscar un
“suplente” de mi madre. Por lo tanto, seguramente
me enamoraré inconscientemente de un hombre o
una mujer, que sea doble de madre. Una madre
simbólica que sí me ame, que me cuide, que me
alimente emocionalmente, que me ponga límites,
que reconozca mi valía, que no me abandone, etc.
Las madres ausentes, ya sea físicamente ausentes
o emocionalmente ausentes, suelen dejar en los
hijos o hijas una emoción permanente de “baja
autoestima”. Porque si la persona que más debería
amarme en este mundo no estuvo para mí, es que
seguramente yo debo ser poco importante.
Eso a la larga, tan solo provocará que yo vaya de
relación en relación, buscando un amor que jamás
tuve. Buscando ser importante para los demás.
Reconocida o reconocido por los demás e incluso,
puede provocar en los hijos una negación profunda
a tener hijos “para no repetir el patrón”. O bien, unas
ganas por tener muchos hijos “para comprobar que
yo si puedo ser buena madre”.

Mi pregunta ahora es ¿qué historia o drama provocó


que mi madre fuera una madre ausente?

Pareciera que si yo soy mujer mi obligación es ser


madre, pareciera que es una creencia mundial, que
es una obligación social, que es una necesidad
biológica, que es parte de un gigantesco
inconsciente colectivo. Entonces, mujeres que
deciden no tener hijos se convierten en “raras”.
Mujeres que los tienen pero que no los aman se

!40
convierten en “raras”. Mujeres que se rehúsan a
engendrar se convierten en “raras”. Porque además,
no solo basta con ser mamá, ahora se trata de ser
una “extraordinaria buena madre”. En dar todo por
los hijos, en sacrificarse por los hijos. Y como miles
y miles de mujeres entran en ese juego de
obediencia, están naciendo cientos y cientos de
niños con una madre ausente porque jamás fue
sueño de ella el ser madre, tan solo cumplió con lo
que la familia, la sociedad, sus creencias o una
religión le solicitaba.

Desde el punto de vista de la Biodescodificación,


muchas patologías pudieran tener su origen en este
tipo de madres. Padecimientos como la Anorexia, la
Bulimia, la Intolerancia a la Lactosa, las Adicciones,
problemas reproductivos o gestacionales e incluso
problemas en la piel entre otras patologías.

Detengámonos en las adicciones por un momento,


ya que es algo común. Sea cual sea la adicción es
la evasión de una emoción intensa y profunda que
implica dolor. Aceptar la realidad es doloroso y por
eso la adicción trabaja enmascarando un conflicto
no solucionado momentáneamente. Lo que la
adicción nos dice en relación a la madre es que la
necesitamos en algún momento importante de
nuestra vida para poder afrontar algo difícil y ella no
estuvo. Ese sentimiento que sucedió en un
momento específico es cargado hasta que el
conflicto se trae a consciencia.

Los problemas de vínculo materno son incluso de


árbol familiar — en donde conflictos se transmiten
de generación en generación — y son más
comunes de lo que imaginas. Tu misma puedes

!41
tener este conflicto de relaciones y no haberlo
notado aún porque se puede estar escondiendo en
un sobrepeso, en una adición a la azúcar, en una
intolerancia a la lactosa o en un rechazo a la comida
por ejemplo, en algo completamente desconectado
para ti a tu vínculo materno.

“Pamela, mujer de 23 años con conflicto alimenticio


diagnosticada con bulimia. Pamela es la mayor de
tres hermanos y vive con ellos y con su padre quien
trabaja muchas horas para poder darles una vida
cómoda a sus hijos. Pamela padecía de sobre peso
toda su adolescencia y a los 17 años comenzó a
bajar de peso de manera repentina y rápida. Ya a
los 19 años estaba muy delgada, su circulo cercano
se comenzó a dar cuenta de que sus comidas eran
muy intermitentes, prácticamente no comía siempre
dando excusas de que estaba enferma del
estómago cuando estaba en público y luego se
comenzaron a notar cambios en su humor y
personalidad. Comencé a investigar acerca de la
mamá de Pamela, porque cualquier conflicto
alimenticio está siempre relacionado a la madre y
encontré información interesante: la madre de
Pamela se fue de la casa dejando a sus hijos con el
padre cuando Pamela tenía 12 años de edad,
Pamela asumió el rol de madre de sus dos
hermanos menores y madre además de su propio
padre que luego de este episodio de abandono
quedó devastado emocionalmente. Pamela sufría
no solo de bulimia pero de madre ausente y tóxica
además. La bulimia lo que quiere decir es “quiero
seguridad de mamá y lo que me da es angustia e
inseguridad” y “lo que me da mamá es lo que no
quiero” (por eso vomito).”

!42
Las enfermedades son el resultado y lo que vemos
como efecto de una causa oculta o que aún no
hemos develado, una raíz silente, muchas veces
que no recordamos ya que pertenece a nuestra
infancia o que en otros casos no queremos recordar
para protegernos psicológicamente del sufrimiento
de la realidad. Sin embargo, la ausencia de la
madre puede ser tan dolorosa que es capaz de
transformarnos en monstruos o en trapos,
transformarnos en oscuras sombras flotando vacíos.
El poder que ejerce una madre es tan poderoso que
en sí mismo constituye lo que somos a lo largo de
nuestra vida, o eso nos han hecho creer. De la
madre tomamos ejemplo, y de la madre
aprendemos lo que no somos y lo que no queremos
ser. De la madre recibimos libertad y al mismo
tiempo de la madre recibimos las limitaciones por lo
que tener una madre resulta en una gran
enseñanza, un reto a vencer, una seguridad, una
motivación, al mismo tiempo que recibimos
autoestima, confianza, carácter y fuerza. La madre
bien establecida nos entrega además la capacidad
de crear abundancia, entonces cuando nuestra
relación con nuestra madre o figura materna es
saludable se potencia de forma directa nuestra
certeza, que es la que nos ayuda a crear y
manifestar, la madre al representar alimento y la
base de la vida nos ayuda entonces a crear
abundancia. A diferencia del padre, que una de las
cosas que nos entrega una relación saludable con la
figura paterna es la capacidad de encontrar nuestra
pasión en la vida o nuestro propósito.

Bert Hellinger, filósofo, psicólogo y constelador es


quien propulsó la "constelación" como método para
mirar hacia dentro del sistema familiar e interpretar

!43
la relación de este núcleo con el desarrollo y éxito
del ser humano en sus diferentes facetas de
r e a l i z a c i ó n . S e g ú n H e l l i n g e r, h a c e r e s t a
introspección ayuda al individuo a conocer y mejorar
los ámbitos de su vida, siendo aplicable la
constelación a nivel personal y profesional. El éxito
profesional, así como en el ámbito general, guarda
una vinculación directa con la relación que se tiene
con la madre, pues es la madre quien da la vida.
Por eso quien tiene éxito laboral está al servicio de
la vida, refiere Hellinger. Entonces, si el sujeto tiene
una buena relación con su madre es una manera de
-a través del éxito laboral- decirle a la mamá que se
está al servicio de la vida al igual que ella lo estuvo
al concebirlo y cuidar de él.

Por el contrario, cuando se expresa constantemente


en forma verbal o con posturas y actitudes desde el
inconsciente “mi madre no me quiere”, este hijo se
está negando a que el mundo lo quiera, por ende
será víctima de constantes rechazos, y podrá
abrumarse ante diferentes problemas al
relacionarse socialmente, incluso a nivel laboral.
Cabe destacar que quien se conecta con la vida se
conecta con el dinero, según este análisis. Y por
ende está receptivo a la prosperidad material que
fluye. No así la persona depresiva y malhumorada
quien se queja o entristece por el estilo de vida que
lleva. Cuando se está bien con la madre, esto quiere
decir que la persona le dice Sí a la vida. Ello
permitirá constantes ingresos monetarios, pero hay
que resaltar que es importante y clave dar dinero,
porque ese dinero que se invierte en cosas que
propician el bienestar para una vida armónica -por
ejemplo gastarlo en bienes y servicios, productos y
oportunidades de desarrollo- se traduce en decirle sí

!44
a la vida, llevando un estilo cómodo y agradable
para consigo. La madre da la vida. Como se trata a
mamá, le tratará la vida.
Estudiarlo desde otro punto de vista y preguntarse
cómo están las relaciones interpersonales es una de
las maneras para saber si se tiene o no una buena
comunicación y cercanía con la madre. Cabe
destacar que para que el dinero trabaje, rinda y se
multiplique, hay que darlo, de lo contrario se
estancarán la profesión y en consecuencia el éxito.
A través de este se puede honrar también a los
padres, proporcionándoles satisfacción, bienes y
atenciones con el dinero.

Ahora porque quiero dar una explicación amplia a


estos conceptos es que quiero incluir al padre
también. Papá es la estabilidad para seguir
cosechando éxito. ¿Se es consecuente en un
empleo?, ¿se deja a medias?, ¿no hay motivación
para levantarse y trabajar cada mañana? o ¿es el
lugar deseado para desempeñar talentos y
habilidades? ¿Tienes animo de continuar tus
labores? Papá simbólicamente es la capacidad que
tiene el ser humano para mantener su estatus o
incluso mejorarlo y seguir escalando. La relación
con el padre refleja la fuerza y la disciplina que se
requieren para seguir en las labores profesionales.
Asimismo, de una buena relación con el padre se
adquiere la fuerza y la energía que se necesitan
para tener éxito profesional y así producir dinero,
manteniéndose en el puesto de empleo deseado y
apresurándose en paralelo a nuevas oportunidades
grandiosas para fomentar aún más la realización
laboral, propulsar emprendimientos y posicionarse
efectivamente en las diferentes áreas laborales. En
este caso la relación con papá también se ve

!45
reflejada en la abundancia monetaria, ya que
mientras más fluidez exista en las tareas realizadas
a nivel profesional, mejorarán y aumentarán los
ingresos.
En este sentido, analizar las relaciones con padre y
madre, así como trabajar para mejorarlas o
fortalecerlas, traerá éxito y prosperidad. Para
Hellinger y las Constelaciones Familiares, la
realización como profesional y la obtención de
riquezas materiales, no se alcanza o propicia desde
lo externo, sino desde el interior de cada ser.

!46
CAPITULO 3

Cómo mi principal objetivo es sanar desde una


perspectiva honesta quiero que revisemos que
estamos dando y de dónde viene, cuando hablo de
esto recuerdo que en medio de mi investigación
para sanar a mi madre encontré un libro llamado
The mother-Daughter Puzzle9 y lo primero que me
resonó y movió de ese libro fue el darme cuenta de
que la sociedad venera a la mujer sacrificada y no
solo eso, cada vez que una madre tolera ser
descuidada y se descuida a sí misma, le está
enseñando a su hija cómo vivir una vida de
abandono y es como una herencia que se pasa de
generación en generación en forma de acción, pero
debajo de esa acción una creencia y un patrón se
esconden. Cada vez que se te permites ser la última
en la lista, le estás mostrando a tu hija que el
silencio emocional y el abandono son normales para
las mujeres. Y cuando tu hija se convierta en madre,
con toda probabilidad será madre de sus hijos en la
misma forma en que se descuidó y sacrificó su
propia madre, ósea tú. Y así, el patrón de abandono
emocional y falta de identidad personal continúa
hasta que alguien del clan se hace consciente y es
capaz de modificarlo.

9The Mother-Daughter Puzzle: A New Generational


Understanding of the Mother-Daughter Relationship
- Originally published: 2017
Author: Rosjke Hasseldine

!47
¿Cuántas veces en un solo día, hacemos todo lo
posible por quedar bien con los demás, para luego
descubrir que nosotros quedamos inconformes con
lo sucedido? Y ni hablemos de esto si analizamos
por completo nuestra vida. Terminamos comiendo lo
que no nos gusta, por no lastimar a la mamá,
paseando en un lugar que no nos agrada, por no
ofender a nuestra pareja. Terminamos comprando
algo que no necesitábamos, por no herir al
vendedor que lo ofrecía, contratando un servicio que
no utilizamos, por no saber decir que no al que
llamó. Terminamos aceptando darle unas monedas
al chico que nos limpió el parabrisas dejándolo peor
que como estaba. Terminamos pagando dinero extra
para obtener un vaso más grande de refresco en el
cine, cuando bien sabemos que no lo tomaremos
todo, pero como nos dio vergüenza decir que no, lo
hacemos.

Desde pequeños, nos obligaron a “agradecer”, a


“ayudar”, a “escuchar” a los demás, por respeto, por
educación, por “urbanidad y buenas maneras”,
porque “así debe ser”, porque “así se acostumbra”,
porque “así me enseñaron mis papás”. ¿Y cuándo
fueron las lecciones de APRENDER A DECIR QUE
NO? Porque sin duda, ese día no lo recordamos la
mayoría de todos nosotros. Te ofrecían un pan en
casa de la tía, tú no querías pan, y tu mamá decía:
“Da las gracias, acéptalo y cómetelo, ¿no ves que lo
cocinaron para ti?” Fuimos educados en el
“chantaje” emocional. Nos educaron para “no herir”,
“no ofender”, “no hacer sentir mal al otro”, y
consiguieron que nos olvidáramos de nosotros, de
nuestros gustos y necesidades, de nuestra
capacidad de decisión, de nuestro valor e
inteligencia. Daba lo mismo si nosotros éramos los

!48
heridos, los ofendidos o si nosotros éramos los que
nos sentíamos mal.

Y con los años vamos descubriendo que


efectivamente, actuamos todos los días de nuestra
vida, poniendo a los demás en primer lugar.
Sintiendo culpa cada vez que alguien nos ruega,
nos chantajea, nos miente. Sintiendo que rompemos
corazones a cada paso de la vida. Y ¿Sabes como
se llama eso? Auto-infidelidad. Aprendemos y nos
acostumbramos a ser deshonestos con nosotros
mismos, al punto que ya no nos damos cuenta.
Gracias a eso, aceptamos billetes rotos, damos
propinas a gente que realmente no hizo nada
especial por nosotros, compramos cosas que no
nos gustaron, nos conformamos con lo que nos den
sin reclamar, vamos a lugares que no queremos ir,
etc. Porque fuimos educados y entrenados para
caer en el chantaje. Porque fuimos perfectamente
“pulidos” para brillar dando gusto a los demás.
Porque fuimos capacitados hasta el cansancio para
sentirnos culpables del sufrimiento, las penurias, la
pobreza de los demás, porque fuimos premiados
cada vez que poníamos a los demás antes que a
nosotros y nos hacíamos cargo de las emociones y
respuestas emocionales de los demás.

Ahora, la mayoría de los seres humanos, estamos


plenamente seguros de que decir que no “es una
total falta de respeto por el otro”. Estamos
plenamente seguros de que ver primero por
nosotros, es un vil, sucio, despreciable, ruin y
maléfico egoísmo. ¿Y al final quién se enferma?
Nosotros.

!49
Y en eso llega tu hermana o tu hermano o te llama
diciendo: ¿En serio no irás a la fiesta de
cumpleaños de papá? Cómo eres egoísta, tanto que
te dio mi papá, cómo puedes pensar tan sólo en ti.
Deberías ir por él, para que no esté triste. Además,
ya sabes que él mismo prepara tu postre favorito.
Así que cambia tus planes de ese día, porque tienes
que ir con papá, siempre ha sido así.

Es difícil soltar todo ese entrenamiento, que sin


darnos cuenta, nos ha robado toda nuestra valía.
Vivimos todos amando al chantajeador, dando gusto
al chantajeador, completamente invadidos e
invalidados por la culpa. Decimos lo que hay que
decir, reaccionamos como se espera que
reaccionemos, aceptamos lo que nos indican que
debemos aceptar y hasta obligamos a nuestras
parejas e hijos a entrar en esos juegos.

Comienza por analizar lo que realmente les estás


enseñado a tus hijos con tu ejemplo, acepta que
ellos pueden ya desde muy pequeños, decidir cosas
muy diferentes a lo que tú decidirías. Enséñales a
decir que no, escucha sus razones y respétalas. Y
afronta, que ellos tienen el derecho de pensar
distinto a ti y sentir distinto a ti. Sí que sean
educados y correctos, pero también que sean
capaces de expresar sus desacuerdos. Sí que
piensen en los demás, pero sabiendo que primero
están ellos y lo que ellos quieren y que gracias a tu
ejemplo de ser diferente, de ser tú, ellos se sentirán
valiosos, inteligentes, hábiles y capaces.

Es verdad que lo que vivimos en nuestra infancia se


vuelve a abrir y proyecta en el presente cuando
tenemos nuestros propios hijos, esto no es signo de

!50
que necesariamente vamos a repetir los mismos
errores de nuestros padres. De hecho,
independientemente de la angustia o el trauma que
sufrimos en la vida temprana, lo más importante es
cuánto hemos podido sentir todo el dolor de nuestra
infancia y crear una narrativa coherente de nuestra
experiencia. Al procesar lo que nos sucedió,
podemos relacionarnos mejor con nuestros propios
hijos y brindarles el cuidado que necesitan.
Podemos llegar a reconocer que nuestras
reacciones "instintivas" no siempre son
representativas de cómo queremos ser como
padres. Y podemos empezar a entender por qué
nuestros hijos nos activan de la manera en que lo
hacen.

Cuando nos convertimos en padres, comenzamos a


notar en nosotros rasgos negativos que son
similares a nuestros padres. Es posible que
hayamos aprendido muchas cosas positivas de
nuestros padres, pero lastimamos a nuestros hijos
cuando no reconocemos las formas en que
repetimos el tratamiento inconsciente de nuestros
padres.

Gran parte de la razón por la que compensamos


excesivamente los errores de nuestros padres es
que nos proyectamos a nosotros mismos o cómo
nos sentimos como niños con nuestros hijos.
Podemos verlos como nuestros padres nos vieron,
como "salvajez" o "incapaces". Podemos
encasillarlos como "niños malos" o "bebés". Es
posible que sintamos pena por ellos, proyectando
que hacen daño de la misma manera que una vez
nosotros hicimos daño por ejemplo. Cuando vemos
a nuestros hijos como extensiones de nosotros

!51
mismos, los presionamos para que sean como
nosotros o sobresalgan en formas que no pudimos.
Podemos esperar que lleven a cabo nuestros
propios sueños o persigan nuestros intereses, en
lugar de encontrar los propios. Cuando nos
proyectamos a nuestros hijos, no los vemos como
las personas distintas que realmente son. Podemos
pasar por alto la marca: satisfacer las "necesidades"
que creemos que tienen en lugar de proporcionarles
una respuesta en sintonía y comportarnos como si
fuéramos padres de nuestra infancia.

Para muchos, puede ser difícil observar y darte


cuenta de las formas en que recreamos/
proyectamos nuestro entorno emocional temprano
(infancia) en nuestra vida adulta. Sin embargo,
incluso si nuestras circunstancias iniciales eran
desfavorables, desarrollamos ciertas defensas
psicológicas que pueden hacer que busquemos
estas mismas circunstancias cuando iniciamos
nuestra propia familia. Por ejemplo, podemos elegir
subconscientemente a un compañero que
reproduzca una dinámica de nuestro pasado.
Podemos encontrarnos buscando el rechazo, de la
misma manera que nos sentimos rechazados
cuando éramos niños. Estas situaciones pueden no
ser agradables, pero tienen una familiaridad a la que
podemos sentirnos inconscientemente atraídos.
Como niños, estar en desacuerdo o temer a un
padre puede sentirse amenazador para la vida.
Como resultado, podemos internalizar el punto de
vista de nuestros padres o crear un ambiente
familiar cercano para nosotros mismos en la edad
adulta. Esta réplica de la infancia, en última
instancia, expone a nuestros hijos a la atmósfera
negativa de nuestra propia infancia.

!52
Por otro lado, no importa cuán buenas sean
nuestras intenciones, estamos obligados a sentirnos
motivados por nuestros hijos en momentos de
frustración. A menudo nos sentimos provocados por
situaciones del día actual que nos recuerdan el
dolor de nuestro pasado, incluso si no somos
conscientes de que es lo que está creando esos
sentimientos de angustia. A menudo, en estos
momentos nos sentimos transportados a la vieja y
dolorosa situación. Podemos actuar de manera que
sean parentales o infantiles, pero en realidad no
somos nosotros mismos. Para darte un ejemplo
personal, ayer fui con mi hijo Oliver a su primera
visita al dentista, este tema para mí como niña ha
sido siempre traumático y estresante. Cuando era
niña le temía al dentista y fue tanto mi temor que
para que me pudiese atender una de las sesiones la
asistente de la doctora se lanzó encima de mí para
que no me moviera de la silla y me obligaron a abrir
la boca. Si, esto en un país como Estados Unidos
es abuso infantil, pero no en el Chile de los años
noventas. Así que tan pronto como entré ayer a la
consulta del dentista con Oliver comencé a sudar y
todas las memorias de mi propia infancia con el
dentista se refrescaron, mi ansiedad no paró hasta
que comencé a ver que Oliver estaba teniendo una
experiencia realmente agradable y pude hacerme
consciente de que mi experiencia es diferente a la
de el, y eso esta perfectamente bien.

Hacerte consciente de tu propia infancia es clave


para usarla como referente al comenzar a sanar a tu
madre, porque cuando sanas a tu madre también
sanas a tu niño interno y sanas al adulto que vive en
ti.

!53
!54
CAPITULO 4

Es verdad que cada persona tiene su propia forma


de sanar, quizás alguien va a tener una forma
especifica o recurrente de pasar obstáculos en la
vida, sin embargo otras personas se benefician de
más de una técnica de sanación emocional. El
espectro de sanar en cualquier nivel es bastante
grande, y el viaje de sanación es único debido a
nuestros propios procesamientos de las técnicas
sanadoras. Pero hay algo que es universal para
cada ser humano en este planeta: nuestra propia
fuerza interna.

No llegamos a este mundo programados como una


computadora, sino que formamos nuestros
patrones, nuestras creencias, nuestras formas de
estar en el mundo en respuesta al medio ambiente y
las relaciones que nos rodean, tomamos nuestro
sistema de creencia de nuestros padres o de
quienes representan nuestra figura formativas. Y a
veces esto puede significar ser herido debido a
nuestros primeras experiencias con el entorno y
relaciones, incluso con nuestro padre y nuestra
madre. Específicamente, cuando se trata de ser
heridos en nuestra relación con la madre, esto
puede surgir cuando tenemos o tuvimos una madre
en nuestra infancia y adolescencia que no podía
satisfacer la mayoría de nuestras necesidades
mentales, emocionales o físicas como ya hemos
visto. Y la buena noticia es que con conciencia y un
tipo diferente de experiencia relacional, ya sea con
uno mismo o con los demás, existe la oportunidad
de curar y fortalecer cualquiera de las heridas que
puedan haberse desarrollado inconsciente o

!55
conscientemente en respuesta a tu experiencia
infantil. Cabe recalcar nuevamente que este libro no
busca denigrar a nuestras madres y está lejos de
eso. Es simplemente un reconocimiento de la
humanidad de nuestra madre (en otras palabras,
sus limitaciones) y la realidad de que muchos de
nosotros (si es que no todos) podríamos
beneficiarnos de un trabajo más consciente y activo
de renovación psicológica en nuestras vidas. Y
ahora como adultos, es nuestra responsabilidad
hacer este trabajo por nosotros mismos para crecer,
sanar y mostrarnos por nuestras vidas de la manera
más completa posible, especialmente cuando tu
ahora estás o estarás en el rol de madre, pero una
madre consciente.

Tan pronto tomé la decisión de escribir sobre temas


de maternidad y en el proceso sanar el vínculo
materno es que comencé a recibir más y más
clientes en mi consulta con conflictos en ésta área.
Comencé a darme cuenta que el noventa por ciento
de mis clientes o más tenían conflictos de vínculo
materno por no decir el cien por ciento. Ellos
estando conscientes o no necesariamente acudían
a mí con conflictos que a simple vista nada tenían
que ver con la mamá y siempre la raíz era la
relación rota o el vinculo quebrado con sus madres.
Me llamó la atención, ya que a veces tenía días
enteros con clientes con conflictos con madre y si
navegábamos en un problema cotidiano llegábamos
a la raíz que era la madre o ese conflicto no resuelto
en la infancia que estaba repercutiendo en el
presente. Me di cuenta que mi propia madre tenia
conflictos con su madre y que la historia se estaba
repitiendo. Comencé a observar a mi alrededor, y
comencé a no sentirme sola en esta disyuntiva

!56
interna. Comencé a entender que no necesitas
convertirte en la mejor amiga de tu madre, que ni
siquiera necesitas que te guste la forma de ser que
tiene tu madre. Sanar a la madre conlleva algo más
profundo.

Todos tenemos expectativas y todos tenemos una


madre. En diferentes niveles de nuestra vida
navegamos basándonos en diferentes expectativas,
altas y bajas, hacia personas, situaciones,
experiencias, etc. Las expectativas se definen como
suposiciones, es algo que damos por hecho que así
debería ser. Al mismo tiempo, las expectativas todos
las tenemos, y cuando estas son relacionadas a
cómo alguien, quien quiera que sea, debiese actuar,
responder o hacer es cuando creamos sufrimiento
innecesario en nosotros mismos. Este ejemplo
escrito por Jen Picicci para Tiny Buddah8 puede
ayudarte a entender de lo que hablo:

“Hace unos años, mi esposo estuvo lejos de mí por


unas semanas, trabajando en otra ciudad. Era
verano y vivíamos cerca de la playa en ese
momento, así que a menudo pasaba las noches de
sábado caminando por el océano al atardecer,
disfrutando de los colores y los sonidos.

Un sábado por la noche estaba de un humor


simplemente glorioso. La playa estaba llena de
familias y parejas felices, el Atlántico era una
sombra particularmente hermosa de aguamarina, y
la vida se sentía casi perfecta.Cuando regresé a mi
automóvil, miré mi teléfono celular y vi que había
perdido una llamada de mi esposo. Le devolví la
llamada y rápidamente me di cuenta de que su

!57
estado de ánimo no era tan optimista como el mío:
no estaba particularmente hablador y parecía
bastante negativo sobre el trabajo que estaba
haciendo.Tomé esto muy personalmente y me volví
fría y callada casi de inmediato, y eventualmente di
el paso muy juvenil de colgarle. ¿¡Cómo se atreve a
arruinar mi perfecta noche de verano !?

Unos diez minutos después, en el estacionamiento


de una tienda de comestibles, tuve una gran
revelación: él no había arruinado nada. Era todo yo,
ya que mis sentimientos negativos fueron creados
completamente por mis expectativas de cómo
debería haberse comportado. Había estado
anticipando que él estaría con el mismo buen humor
que yo, y cuando no lo estaba, lo tomé
personalmente. Me enojé porque no actuaba como
yo esperaba. Me enojé porque no estaba
cumpliendo con los estándares que había
establecido.
En otras palabras, yo era completamente
responsable de mi estado de ánimo desinflado.”

———————————————————————
8 www.tinybuddah.com sitio web que entrega

sabiduría simple para vidas complejas. Citas,


consejos e historias para ayudarnos a ayudarnos
unos a otros.

!58
Si comienzas a observar te vas a dar cuenta que
manejamos expectativas siempre y para cada
relación que tenemos y en la relación con nuestra
madre no es diferente. Pero como somos adultos,
podemos comenzar a responsabilizarnos de traer a
un nuevo nivel de entendimiento nuestras propias
expectativas y traerlas a la realidad. En la mayoría
de los casos, la forma en que alguien reacciona o
actúa tiene muy poco que ver contigo y mucho que
ver con ellos mismos. Entonces para sanar el
vínculo con tu propia madre ¿Se acepta a la madre
y ya? ¿Y que hago con lo que yo llevo a cuestas?
Estas eran todas mis preguntas y siempre sentí que
la respuesta no era suficiente, incluso por un
periodo de tiempo corto experimenté exponer a mis
clientes a la resolución de “honrar a la madre” y
todos reaccionaban de la misma manera: ¿Cómo
hago eso?

Luego entendí que el honrar es un resultado


secundario de algo más, yo me estaba perdiendo
los pasos anteriores que te llevan a honrar. Como
en un momento me di cuenta que estaba buscando
la solución por el lado invertido, decidí encontrar los
pasos para la sanación que no estaba viendo hasta
ahora.

Entendí que primero era importante dejar de lado la


idea de que las madres son perfectas, de pensar
que son benditas o que son infalibles, debemos
dejar de sentir y pensar que sin nosotros los hijos,
ellas no pueden, debemos soltar la idea de que
permanecer a su lado, mantenerla, ver por ella, es
amarla. Porque creer eso, es amarrarnos a la simple
idea de que “sin ella” no podemos.

!59
No coloquemos en la madre, el pretexto perfecto
para no crecer como seres humanos o el pretexto
para no luchar por aquello que merecemos. Tener
una madre ausente o no tener una madre, no es
una razón válida para dejarnos caer y vivir vacíos
buscando error tras error para luego utilizar el
pretexto mundialmente aceptado de: “es que como
no estaba mi mamá…”

Esa conciencia con la que ya llegamos a este


mundo, esa conciencia que eligió precisamente a
esa mujer para darnos la vida, es la misma
conciencia que nos permite ver que una madre no
es más que una mujer con aciertos y errores que
también está aprendiendo y creciendo día a día, con
su propia conciencia y misión de aprendizaje, y que
tan solo somos, cada uno de nosotros, una pequeña
parte de su historia temporal.

La única misión de una madre, es darnos la vida,


ser el contenedor que nos dé la vida y eso ya lo hizo
y lo hizo muy bien. Todo lo demás, absolutamente
todo lo demás luego de salir de su vientre, es ya
nuestro camino y nos corresponde caminarlo solos.
Si la madre nos enseñó algo, seguramente nosotros
mejoraremos por nuestra cuenta. Si la madre no
estuvo y alguien más nos enseñó algo, también
mejoraremos por nuestra cuenta. Porque si bien la
madre enciende esa luz de energía que traemos
dentro, en su ausencia, nosotros mismos somos
capaces de encender nuestra propia luz y continuar
nuestro camino.

Con madre o sin ella, todos somos capaces de


desarrollar nuestro instinto amoroso, nuestro instinto

!60
maternal, nuestro instinto cazador. Ya sea por lo que
vivimos con ella, o sea por lo que carecimos. Tan
solo se trata de comprender que con madre o sin
ella, el camino que vinimos a recorrer es el mismo y
solo nuestro y contamos con nuestra propia
capacidad de identificar peligros o riesgos. Somos
capaces de auto imponernos límites, crear sueños y
cumplirlos. Somos capaces de ser sensibles ante
algo tierno y de ser duros a la hora de defendernos.

Yo soy una firme creyente de que es muy difícil


avanzar en sanar cualquier aspecto relativo a
relaciones sin antes culpar primero. Esto puede
sonar muy poco cuerdo para muchas personas,
pero si te digo que un paso importante en este
proceso es la honestidad, y desde la honestidad
poder reconocer que todos nosotros resentimos
algo a nuestros padres, es así como comenzamos a
dejar de lado la visión de que somos perfectos y que
sentimos perfecto y comenzamos a reconocernos
como realmente somos para poder reconocer a los
demás como realmente son.

Para mí, desde mi propia experiencia, este ejercicio


fue liberador. Reconocer mi propia frustración y
enojo por que mi madre no es lo que yo esperaba
fue un gran paso. Me enfoqué primero en culparla
por todo lo que no cumplía de mis expectativas.
Para hacer este ejercicio solo necesitas papel y
lápiz y puedes escribir cosas como:

- Siento enojo porque no estuviste conmigo cuando


yo quise que estuvieses.
- Siento enojo porque no fuiste tan amorosa como
yo esperaba.

!61
- Siento frustración porque me ocultaste
información sobre _____.
- Siento tristeza porque no me defendiste ante
______ cuando lo necesité.
- Siento enojo porque preferiste ________ que
estar conmigo.

Estos son solo algunos ejemplos y tú puedes hacer


una lista tan larga como desees, la idea es que seas
realmente honesta y no te limites ya que este
ejercicio es el que saca todo dentro tuyo, hasta lo
que no sabías que tenías. Una vez hecha esta lista,
te recomiendo quemarla si lo deseas. La idea es
crear y empujarte a la catarsis.

La única forma de culminar el ejercicio anterior es


con el ejercicio de gratitud, así que si vas a
comenzar a hacer el ejercicio de la culpa asegúrate
y responsabilízate de hacer el de la gratitud también
ya sea el mismo día o al día siguiente.

Cuando aprendemos a culpar del alma aprendemos


a responsabilizar no solo por lo negativo, pero
además aprendemos a responsabilizar por las
cosas positivas y es cuando transformamos la culpa
en responsabilidad, teniendo esta intención una
vibración y densidad diferente.

No hay persona en tu vida que no te haya entregado


algo, por muy pequeño que sea. Partamos de la
base de que una madre entrega su cuerpo por
nueve meses para gestar a un bebé, ya que por el
hecho de llevarte dentro te dio vida. Luego de
entender la importancia de integrar a la madre — y
al padre — es que podemos comenzar a crear una
lista de lo que tu madre te dio partiendo por ser

!62
canal de tu existencia. La lista se puede
complementar con cosas como:

• Si yo no tuviese la madre que tengo no hubiese


aprendido _______.
• Si no tuviese la madre que tengo no entendería la
vida como la entiendo hoy.
• Si no tuviese la madre que tengo no hubiese
madurado tanto como lo hice.
• Si no tuviese la madre que tengo no me hubiese
independizado a los _____ años.
• Mi madre me dio la capacidad de ________.
• Mi madre me dio ________.

Luego de haber pasado por este viaje y transición a


la maternidad, llegue a la conclusión de que lo único
que necesito sanar es la forma en que percibo mi
realidad, lo único a sanar es mi percepción. Y esto
se aplica para todo lo que necesitemos sanar en la
vida. Sin embargo, y como no puedo cambiar la
madre que tengo ni la experiencia que viví en mi
infancia una práctica sanadora en el trabajo de
sanar el vínculo materno en ambas direcciones y
sanar los moretones de la transición a la maternidad
es: maternarte.

Y ¿ Porqué el ejercicio de maternarte es tan


importante? El objetivo de trabajar en recrear a una
madre dentro de ti es tener diferentes experiencias
contigo mismo y con los demás a nivel de relaciones
para ayudarte a llenar cualquier brecha de
desarrollo o necesidades no satisfechas desde la
infancia que se interponga en tu camino como
adulto y estas necesidades insatisfechas

!63
generalmente sabotean tu capacidad para participar
en relaciones saludables y disfrutar la vida.
La forma en que se manifiestan las heridas
maternas para cada uno de nosotros es de forma
única y compleja, ya sea de forma netamente
emocional en conflicto en relaciones, de forma física
con enfermedades o conflictos físicos y hasta con
un gran sentimiento de estar perdido en el mundo.

Al crecer, cada uno de nosotros desarrollamos


innumerables habilidades de afrontamiento
inconscientes para procesar y tolerar el dolor que
puede derivar de tener una madre negligente,
ausente o que no es capaz de llenar nuestras
necesidades emocionales. Entonces, aunque no
puedo decirle personalmente cómo se manifestarán
tus propias heridas maternas, para algunos de
nosotros y de forma general, las heridas maternas
pueden aparecer de las siguientes maneras:

-Expectativas poco realistas en la relación.


-Incapacidad para practicar el autocuidado
fundamental.
-Cuidar emocionalmente a otros hasta el punto de tu
propio agotamiento y resentimiento.
- Auto-sabotaje inconsciente en el trabajo y en el
amor.
-Una incapacidad para pedir y recibir apoyo.
-Comida desordenada - atracones, bulimia o
restricción - u otras adicciones o adormecimiento de
los mecanismos de afrontamiento.
- Permitir y aceptar malos tratos o trato abusivo de
los demás.
-Vivir las vidas no vividas de nuestras madres y no
ser fieles a nosotros mismos ni a nuestros propios
sueños.

!64
-Vergüenza, creer que algo está fundamentalmente
mal contigo o que no eres digno de amar.
-Mantenerse pequeño (físicamente,
emocionalmente o mentalmente) por temor a entrar
completamente en tu poder.
-Sentirse implacablemente necesitado en sus
relaciones y buscar aprobación constante de otros.
-Sentirse resentido y amargado por tus propios hijos
o lo que significa ser una mujer en este mundo.
-Nunca, pero nunca te sientes lo suficientemente
bien sin importar lo que parezcas hacer.

Y si bien estas son solo algunas de las muchas e


infinitas formas en que se pueden manifestar las
heridas maternas, si te encuentra asintiendo con la
cabeza mientras lees esta lista te invito a que
hagamos el ejercicio de maternarte.

Maternarte es la habilidad de crear tu madre ideal


en ti misma y para ti. Ya has escuchado
posiblemente eso que dicen que mientras no
logramos crear esa persona ideal en nosotros
mismos es que es difícil manifestarla en nuestra
realidad, por ejemplo si estamos solteras y
queremos una pareja, es más efectivo que
trabajemos en crear las características que
deseamos de esa pareja dentro de nosotros
mismos, para ser más precisa en la explicación de
esta teoría: si quieres que tu futura pareja sea
compasiva pero tu, dentro de ti, no portas
compasión, es más efectivo que comiences a
trabajar en aprender a ser compasiva; así
manifiestas una pareja con esa característica y te
das lo que das.

!65
Lo mismo sucede con nuestra madre. Ya sabemos
que no podemos cambiar a los demás ni nuestras
experiencias, pero si de algo estamos seguros es
que podemos cambiar todo en nosotros. Al
maternarte comienzas a crear esta figura materna
en ti misma con todas las características positivas
que deseaste que tu propia madre tuviese y que no
tiene. Hagamos una lista:

- Siempre ofrece su amor.


- Da muchos abrazos.
- Trata de ver las cosas desde el punto de vista del
hijo.
- Pregunta tu opinión siempre que sea posible o
apropiado.
- Paciente.
- Establece límites amorosamente.
- Dar amor incondicional.
- Sabe balancear el tiempo con cada hijo si tiene
más de uno.
- Sabe que la disciplina es algo bueno, una
disciplina suave y no violenta.
- Escucha atenta.
- Tiene sentido del humor.
- Contiene.
- Es asertiva.
- Se asegura de hacer siempre lo mejor que pueda
en beneficio del hijo o hija.
- Sabe relajarse.
- Es compasiva.
- Enseña sobre elecciones y consecuencias.

Tú puedes agregar más características si deseas.


No es que estemos buscando la mujer o persona
perfecta, si no que te aliento a que tomes una, dos o

!66
tres características de esta lista o características
que tu hayas creado que sean positivas y que crees
que a ti te faltaron en tu infancia y trabajes con una
característica a la vez — no te empujes tan fuerte
desde un principio — a crear eso en ti misma. Por
ejemplo si quieres trabajar el ser una madre
compasiva:

Si estás pasando por un momento de frustración


detente un momento, respira profundo y reconoce el
momento “Este es un momento de frustración,
siento mucha frustración” dilo en voz alta ya que
necesitamos ser vistos y esto es lo que una madre
compasiva haría — identificar la emoción por el hijo
y nombrarla para bajar los niveles de ansiedad —
luego entiende y di a ti misma que tu no eres la
única que siente frustración en esta situación, hay
más personas contigo y a muchas de nosotras nos
sucede. El último paso es preguntarte : ¿Qué
necesito escuchar en este momento para expresar
amor hacia mi misma? ¿Qué me diría mi madre
compasiva o esa persona en nuestras vidas que nos
ama? Puede ser que la respuesta a recibir sea algo
como: “Lo que sientes es parte de ti, es normal
sentir frustración. Puedo comenzar a ser más
paciente conmigo misma y entender que ésta
emoción no me define como persona.”

Vamos a otro ejemplo:

En tu infancia cada vez que acudiste a tu mamá


para pedirle apoyo no estaba disponible
emocionalmente y aprendiste a dejar de recurrir
otras personas para obtener apoyo. Y ahora, como
adulto, te sientes aislada, agobiada, ansiando la
conexión pero temerosa de no saber cómo recibirlo

!67
de los demás porque aún tienes miedo del rechazo
que experimentaste con tu madre. En este caso el
trabajo de maternarte nuevamente sería exponerte y
comunicar tu necesidad independiente de si esto te
hace salir de tu zona cómoda — cuando salimos de
la zona cómoda , ósea lo habitual, es cuando
realmente estamos haciendo el trabajo — y
aprender a tolerar el sentirte vulnerable.

Otras ideas creativas para trabajar activamente en


maternarte pueden incluir:

- Aprende a exponerte a más ejemplos de madres


sanas y funcionales, ya sea en la vida real o
leyendo libros e historias que muestren madres
positivas como ejemplo, y luego comienza a
internalizar y encarnar sus formas de apoyo dentro
de ti.
- Pasar tiempo con alguien que para ti sea una
buena madre permitiéndose observar y absorber la
amabilidad y el amor que muestran a sus propios
hijos.
- Encontrar fotos de ti misma o mismo a diferentes
edades y preguntarle a esa niña o o niño que está
dentro de ti qué necesita de ti.
- Buscar ayuda y aceptarla cuando la necesites
(médica, dental, terapéutica, legal, etc.)
- Honrar tus emociones, escuchándolas en busca de
la información y la sabiduría que contienen y luego
satisfaciendo cualquier necesidad que surja dentro
de ti.
- Trabajar con un terapeuta, tal vez uno que
personifique algunas características maternas o
incluso que tenga hijos, para que puedas tener
experiencias relacionales de reparación con alguien
cálido, cariñoso y presente.

!68
- Crear una rutina que te aliente a relajarte y te
reconforte a la hora de acostarse.
- Leer libros para padres (¡incluso si no tiene hijos
aún!) Lo que puede brindarte una excelente visión
de las necesidades de desarrollo de los niños de
diferentes edades y lo que es apropiado y
necesario para los padres en ese momento.
- Solicitar y permitirte recibir apoyo, ya sea de tu
terapeuta, tus amigos, etc.

Realmente creo que todos hacemos lo que


sabemos, y cuando sabemos mejor, lo hacemos
mejor. Y así sucesivamente, va pasando de
generación en generación hasta que alguien en el
linaje familiar aprende y practica algo diferente con
sus hijos, transmitiendo así diferentes formas de ser.

No tener una madre no es pretexto para perder


nuestra capacidad de intuición o de bloquear
nuestra inteligencia. No tener una madre no es
impedimento para disfrutar de la vida, desarrollar
nuestras capacidades y ofrecer lo mejor de nosotros
a los demás. No es razón suficiente para vivir a la
defensiva, cometer errores o adquirir vicios. No
tener a la madre es tan solo la oportunidad de
descubrir nuestro propio sentido amoroso, nuestra
propia autoestima, nuestro valor y disfrutar de el
camino.

No usemos a nuestra madre ausente o tóxica como


pretexto para insultar, gritar, humillar, golpear, vivir
melancólicos, deprimidos, inseguros o negligentes.
Comprendamos que nuestra madre “estuvo” así
haya sido unos meses en la gestación, unas horas o
días en nuestros primeros años o está por allá en la
cocina refunfuñando, y que es una mujer que

!69
también está viviendo su camino, haciendo aquello
que vino aprender. Es tan sólo una compañera en
nuestro salón de clases. El curso, aprobar el curso,
dependerá de nosotros y no de ella. No es mejor un
ser humano sin madre que uno con madre. Todos,
absolutamente todos, tenemos la misma capacidad
intuitiva, amorosa, intelectual. Las mismas
responsabilidades y habilidades, y tan solo se
requiere de nuestra voluntad para avanzar airosos.

¿Duele no tener madre? ¿Duele tenerla pero ser


ésta una madre ausente? Claro que sí, duele en lo
más profundo. Pero sufrir toda una vida por ello es
un signo de auto-derrota sin haber luchado. Ese
dolor es suficientemente grande como para impulsar
en nosotros un gran deseo de vivir plenos.

Estamos aquí y ahora, en este planeta, país y


familia tan solo para aprender, disfrutar y crecer.
Que la madre presente o ausente no se convierta en
el pretexto para justificar nuestros errores o aciertos.
Disfrutemos de la vida, de nuestra capacidad propia
para ejercer el instinto amoroso y materno y
sigamos creciendo.

A pesar de que la maternidad es una etapa para


algunas mujeres más larga que para otras, quiero
que recuerdes siempre, de madre viviendo la
maternidad en su esplendor a otra madre en
conflicto, que esta etapa pasará como todo en la
vida. En las crisis más grandes se encuentran las
mayores oportunidades de sanar. Te aseguro que
pasarán los años y añorarás ver a tus hijos
pequeños y no importa que tan difícil sea este
momento, no estás sola, yo estoy aquí tomando tu
mano.

!70
EPÍLOGO

En todo este proceso personal de sanación que viví


y sigo viviendo y a lo largo de la creación de este
libro, hay algo que ha sido clave para mi en relación
a el trabajo de mi propio vínculo materno. Un día
llegó como una epifanía, lo entendí.

Entendí que yo necesitaba permiso para sentir de la


manera que me quería sentir respecto a mi madre
porque yo no me estaba dando permiso, sentir sin
obligaciones y desde la libertad. Mi madre siempre
se ha destacado por darme libertades desde
pequeña y me ha inspirado a escuchar mi propia
voz, pero siento que el ser hija única me hace
cargar con una gran responsabilidad auto-impuesta
de hacer feliz a mis padres. Desde mi infancia sentí
que tenia que honrar a mi madre pero yo no me
sentía honrada como niña en algún nivel, ¿curioso,
cierto? Este libro me dio esa libertad. Entendí que
s a n a r a m i m a d r e n o s i g n i fi c a b a s e r
condescendiente ni llenar sus expectativas del amor
que a ella le faltó. Cuando una madre ha tenido una
madre ausente y no ha sanado o trascendido se
convertirá en una madre ausente porque copiará la
dinámica. Y esa madre sin contención emocional
buscará a su madre en su hija y es ahí cuando el
orden natural se altera. En mi caso, mi madre tuvo
una madre extremadamente ausente y yo como
niña (ahora lo entiendo) siempre sentí que mi mamá
ha buscado mi aprobación desesperadamente, pero
ahora puedo ver que lo que ella busca es a su
propia madre. Los vacíos emocionales no tratados
crean comportamientos nocivos. Para uno mismo y
los que te rodean. Por otro lado, se nos pide honrar
a nuestros padres pero nosotros como padres

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también necesitamos aprender a honrar a nuestros
hijos, ya que no puedes pedir lo que no puedes dar.

Sanar mi vinculo materno significa comprenderla, lo


que conlleva a aceptarla y es lo que este libro
pretende con los ejercicios, lo que eventualmente
nos lleva a trascender esta información que va de
generación en generación. Hay muchos factores
que influyen en la manera que una madre puede
maternar, pero al nosotros estar conscientes de una
forma más amplia, podemos tomar la información
que nuestros padres nos entregan — y con esto me
refiero a las creencias negativas específicamente —
y en lugar de copiar la experiencia, podemos
trascenderla y cuando podemos hacer eso es
cuando estamos respetando a nuestros padres y
respetar es honrar.

Liberamos a nuestros padres de su propia


programación mediante la trascendencia y la
consciencia.

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