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Gándara, X. C. (2002). DE ARCU CONTRABASSI.

Revista de Musicología, 25(1),


157–173. https://doi.org/10.2307/20797734
“De los cuatro instrumentos de cuerda presentes en la actual orquesta sinfónica, el contrabajo
es el único que utiliza dos especies de arco diferentes. Se suele nombrar como arco francés el
arco de contrabajo con nuez baja, en el que la mano se coloca sobre la vara, de forma similar al
del violonchelo o violín, con la palma mirando hacia el suelo, mientras que el arco alemán es
de nuez más alta y en este sistema la mano se coloca bajo la vara en posición lateral, con la
palma mirando hacia la izquierda, de un modo parecido al que se utiliza con las violas da
gamba. Estos dos tipos de arco admiten diversas variantes dependiendo de las escuelas, en
cuanto a la posición de los dedos, pero estas diferencias no afectan a los principios básicos de
colocación de la mano.” (Hacer cita)

Las características que se pueden encontrar a día de hoy en el arco moderno se remontan al
periodo comprendido entre 1750 y 1780, en el cual se realizaron varios adelantos y
descubrimientos en el arco para violín. El arquetero François Tourte (1747-1835) fue el
encargado de llevar a cabo dichas innovaciones, ya que diseñó la punta del arco que es la que
se usa hoy en día, dando un balance más estable a la vara, situado en el centro del arco y
estandarizó la longitud total del mismo, además descubrió el proceso para otorgar al
instrumento la curvatura necesaria en la vara, mediante un proceso de calentamiento de la
madera. Innovó en el uso de la madera dde Pernambuco para la construcción de los arcos, lo
cual otorgaba elasticidad.

Cabe destacar que todas estas modificaciones que llevó a cabo Tourte fueron modificadas por
otros arqueteros, ya que por más de que fueran las características más estandarizadas, según
el tamaño del instrumento, el arco variaba, generalmente construido con una empuñadura
distinta y buscando unas características concretas, como los arcos con sistema de nuez fija, los
cuales llegan a conseguir que la vara tenga una forma convexa.

Es importante mencionar que a lo largo del siglo XVII, se usara habitualmente arcos
construidos con madera de ébano en la corte española como menciona Juan de Rojas Carrión,
violero real en 1621, “…Compré un bolillo para el Infante Carlos, costó seis ducados y eché un
arquillo de ébano: 73 reales…” (Asenjo Barbieri, Francisco: Biografías y Documentos sobre
Música y Músicos Españoles, (legado Barbieri vol. 1), edición de Emilio Casares Rodicio,
Madrid, Fundación Banco Exterior, 1986, p. 513).

La madera de ébano sería totalmente ineficaz actualmente por la poca flexibilidad que
muestra frente a la madera de Pernambuco. Las características que se veían en la construcción
de los arcos en esta época estaban dirigidas al estilo interpretativo, se buscaban notas cortas y
muy articuladas, el arco no pasaba toda la longitud de las cerdas por la cuerda y esto
proporcionaba un estímulo en la cuerda buscando su resonancia natural.

Teniendo en cuenta todo lo comentado anteriormente, se puede afirmar que las


características más comunes en la construcción de los arcos del periodo barroco en Europa
son; una vara recta, normalmente redonda (aunque también se veían de forma octogonal),
con una longitud en específico, que posteriormente se acortó a lo largo del S.XVIII, punta en
forma de “boca de lucio” (alargada y con forma en pico, ligeramente curvada hacia arriba),
nuez fija, con un canal por el que pasaban las cerdas, ausencia de tornillo o algún otro
elemento que pudiera proporcionar tensión a las cerdas, las cuales por norma general eran
negras y se trabajaban encerdados de gran tensión, haciendo así que posteriormente la vara
tuviera forma convexa.
Es a partir de la segunda mitad del S.XVIII cuando el arco empieza a convertirse en lo que
conocemos actualmente, se sientan las bases del arco moderno a partir del arco clásico creado
por Tourte. Se aprecia que la curva se hace cóncava, la vara es más larga y se le aumenta el
peso.

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