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Desarrollo y trastornos del lenguaje oral

en la infancia
C. Billard

La adquisición del lenguaje en la infancia se concibe como una interacción entre el entorno psicoafectivo
y sociocultural por una parte y los mecanismos biológicos que sustentan las diferentes competencias lin-
güísticas y cognitivas por otra. Esto explica la gran diversidad en la que se inscriben las particularidades
del desarrollo de cada niño. El recién nacido ya tiene competencias perceptivas. Gracias a la prosodia
de la palabra y a sus competencias perceptivas, auditivas y visuales, va a constituir un léxico receptivo
desde el final de primer año y, después, expresivo con un brusco incremento del vocabulario entre los
12 y los 30 meses. La maduración de las capacidades articulatorias y fonológicas, relacionada con la
maduración de la coordinación motora bucofacial, permite a continuación la pronunciación correcta de
sus palabras. Su ensamblaje, que es el comienzo de la construcción sintáctica, aparece a partir de los
20 meses, tras lo que el niño aumenta la longitud de sus frases y adquiere las estructuras sintácticas y
gramaticales de su lengua. La elaboración del discurso se desarrolla aún más en la enseñanza primaria
y depende en gran medida de las competencias de comprensión y de expresión escritas. Los progresos
considerables de las ciencias cognitivas aportan nuevos datos, que son esenciales para la comprensión
y el tratamiento de los trastornos del lenguaje oral. Sin embargo, los trastornos del lenguaje no tienen
un valor unívoco: pueden inscribirse en otra patología primaria o ser aislados, primarios y específicos,
y también están estrechamente imbricados en las relaciones del niño con su entorno psicoafectivo y
sociocultural. El proceso de identificación, detección selectiva y diagnóstico de las situaciones en las que
el lenguaje oral del niño no sigue la curva habitual requiere tanto el conocimiento de los hitos como un
proceso a menudo pluridisciplinario coordinado por un médico experimentado. Las relaciones entre el
desarrollo del lenguaje oral y el del lenguaje escrito son estrechas y complejas. Algunos aspectos lingüísti-
cos, como la consciencia fonológica, predicen el desarrollo del desciframiento y de la ortografía fonética.
La comprensión del lenguaje escrito depende de otras competencias en lenguaje oral, en particular de los
conocimientos de vocabulario y del nivel de comprensión oral. Los profesionales sanitarios y educativos
se están concienciando sobre posibilidad de optimizar el pronóstico de los trastornos específicos del des-
arrollo del lenguaje. Aún falta por mejorar la calidad del diagnóstico, las modalidades y la coordinación
del tratamiento y de la pedagogía, así como el seguimiento de los niños y el apoyo de las familias.
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Palabras clave: Lenguaje oral; Test; Lenguaje escrito; Trastorno específico del lenguaje oral; Disfasia; Logopedia

Plan ■ Trastornos de la adquisición del lenguaje en la infancia 5

Definición y conceptos epidemiológicos 6
■ Introducción 2 Proceso práctico y recomendaciones según el perfil de los
trastornos 6
■ Desarrollo del lenguaje oral 2 Identificación, detección selectiva y diagnóstico 6
Bases biológicas: del adulto al niño 2 Orientación diagnóstica de los trastornos del lenguaje oral a partir
Grandes etapas del desarrollo del lenguaje oral 2 de los 3 años 6
Del concepto de desarrollo normal a la variación de las etapas Trastornos específicos del lenguaje oral 8
en los trastornos transitorios del lenguaje oral 5

EMC - Pediatría 1
Volume 49 > n◦ 4 > diciembre 2014
http://dx.doi.org/10.1016/S1245-1789(14)68962-9

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E – 4-002-F-75  Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia
 Introducción
El lenguaje oral es la herramienta esencial de la comunicación y
su papel es indispensable para los aprendizajes escolares, así como
para el futuro social y profesional. Para la mayoría de los niños,
estas adquisiciones se logran de forma casi natural.
En unos años, el niño podrá dominar su propia lengua uti-
lizando su entorno lingüístico. La adquisición del habla y del
lenguaje oral, así como las redes neuronales empleadas han
sido objeto de muchas investigaciones [1, 2] centradas en sus tres
componentes: su forma, su contenido y su utilización para la
comunicación.
El desarrollo del lenguaje oral deriva de una coconstrucción
entre las competencias cognitivas relacionadas con las redes neu-
ronales, el desarrollo de sus habilidades de comunicación en sus
interacciones familiares y los factores ambientales socioculturales
y pedagógicos.
Dada la complejidad del desarrollo, es fácil comprender la fre-
cuencia de casos donde éste se sale de lo habitual. Algunos niños
tienen un retraso de algunos aspectos del desarrollo respecto a los
hitos clásicos, sin que tengan al final un lenguaje patológico. Al
mismo tiempo, existen trastornos del lenguaje oral, con una gran
diversidad en lo que se refiere a su naturaleza (aislada o inscrita
en un entorno precario u otra patología), evolución, gravedad y
perfil. La distinción precoz entre los retrasos del desarrollo que
acabarán por solucionarse y los trastornos con una evolución más
o menos definitiva no es fácil. Las recomendaciones, sin prejuz-
gar obligatoriamente la evolución posterior, fijan los criterios de
acción pedagógica, educativa y asistencial [3] , ayudando a los pro-
fesionales a responder a las necesidades de cada niño y a apoyar a
las familias.
Por lo tanto, los profesionales pertenecientes a varias disciplinas
educativas y sanitarias deben coordinarse para lograr una acción
eficaz a favor de los niños con dificultades. En Francia, por ejem-
plo, los conocimientos sobre el aprendizaje normal y patológico
del lenguaje infantil han sido opacos durante mucho tiempo a
estos distintos profesionales, debido a disputas ideológicas. Los
factores cognitivos se han puesto de relieve recientemente gracias
al desarrollo de las neurociencias [1] . El Plan d’Action «Langage»
reunió el año 2000 las recomendaciones de cuatro ministerios
(Educación Nacional, Sanidad, Investigación y Discapacidad), des-
tinadas a mejorar el reconocimiento y el manejo de los trastornos.
Trece años después de este plan, se han realizado muchos progre-
sos, pero aún queda mucho por hacer.
En este artículo, se describen los conocimientos lingüísticos
y cognitivos del desarrollo, así como los datos de los estudios
longitudinales, que esclarecen cómo deben orientarse ciertos
retrasos del desarrollo. Después, se abordan los trastornos del
lenguaje oral, los datos epidemiológicos, así como el proceso
y las recomendaciones referentes a la detección selectiva, el
tratamiento y el seguimiento, según las características de los
trastornos.
 Desarrollo del lenguaje oral
El habla y el lenguaje constan de tres componentes: la forma, el
contenido y el uso. El habla se compone de la articulación (con-
junto de los movimientos buco-linguo-faríngeos que permiten la
producción de los sonidos de forma aislada) y la fonología (capa-
cidades de producir las secuencias de sonidos en el interior de las
palabras). El lenguaje consta de los aspectos léxicos (vocabulario)
y sintácticos (organización de las frases según las reglas grama-
ticales de la lengua) y los aspectos más elaborados del lenguaje
(discurso).
La forma consta de la calidad de la articulación, de la
fonología, del léxico y de la sintaxis. El contenido y el uso,
o aspectos semántico y pragmático, comprenden el sentido
y la utilización apropiada de las palabras o frases con fines
comunicativos.
Las adquisiciones del recién nacido son ya muy abundantes
y los estudios recientes sobre estas competencias muy preco-
ces y sus correlatos neurofisiológicos con las técnicas de imagen
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cerebrales y de potenciales evocados objetivan una especialización
cerebral muy precoz en el tratamiento del habla [2] y, después, del
lenguaje [4] .
Bases biológicas: del adulto al niño
Los fundamentos biológicos del lenguaje oral en el adulto se
conocen desde hace mucho tiempo, mucho antes que los conoci-
mientos sobre el niño en desarrollo.
Adulto
El modelo inicial «bipolar» de Broca y Wernicke, establecido a
partir de la observación de adultos con lesiones cerebrales, se ha
revisado gracias a las técnicas de neuroimagen aplicadas a adultos
sanos. El modelo bipolar describía un área de Wernicke situada
en la circunvolución temporal superior izquierda, que procesa
las informaciones perceptivas y semánticas, y un área de Broca
situada en la circunvolución frontal inferior, que procesa la pro-
ducción fonológica, léxica y semántica. Las dos áreas están unidas
por el fascículo arqueado. En realidad, la red neuronal de la que
depende el lenguaje normal del adulto es mucho más amplia. La
producción no se localiza simplemente en el área de Broca y, por
el contrario, el área de Broca, implicada en la memoria de trabajo
(espacio de memorización transitoria de las informaciones que se
van a procesar, que está muy implicada en los aprendizajes, por
ejemplo del vocabulario), interviene en la comprensión de frases
complejas. El área de Wernicke contiene distintas localizaciones
para el tratamiento de las diferentes informaciones perceptivas
de los sonidos y semánticas del lenguaje. Todos estos concep-
tos sobre las bases cerebrales del adulto ilustran la diversidad de
los aspectos de los trastornos adquiridos del lenguaje. Sin duda,
nada de todo esto es aplicable tal cual al lenguaje en desarrollo
del niño.
Niño en desarrollo
En la actualidad, en los niños sanos, sólo se puede sugerir su
especialización hemisférica izquierda precoz, tanto a partir de los
argumentos morfológicos como en resonancia magnética funcio-
nal (RMf) [5] . El mayor tamaño del planum temporale izquierdo
respecto al derecho, en la mayoría de las personas, existe a partir
de la 28.a semana de gestación y la ausencia de esta asimetría es un
indicio sólido de las bases biológicas de las disfasias del desarrollo.
Si no existen datos adicionales, no es posible elaborar en los niños
un modelo argumentado. Un modelo muy simplista del lenguaje
oral en los niños, inspirado en realidad en los modelos adultos,
aunque coherente con la experiencia clínica, presenta el interés
de proporcionar hitos en la evaluación precisa del lenguaje y el
análisis de sus trastornos, para una orientación más precisa de los
distintos tipos de rehabilitación (Fig. 1).
Grandes etapas del desarrollo del lenguaje
oral
Capacidades de percepción del habla desde
el lactante a la percepción léxica y sintáctica
Desde el nacimiento, el lactante tiene una aptitud para discrimi-
nar la voz de su madre y para distinguir muchos tipos de contrastes
fonéticos en la cadena hablada.
Las pruebas de habituación en el bebé expuesto de forma pasiva
a un estímulo acústico muestran que el ritmo de succión tiende a
disminuir si el estímulo no varía, mientras que se acelera cuando
el estímulo difiere. Las experiencias basadas en este paradigma de
habituación muestran que el bebé desarrolla, entre el nacimiento
y los 4 meses, la capacidad de discriminar prácticamente todos
los contrastes fonéticos utilizados en las lenguas del mundo [2] .
Esta capacidad del bebé de estar atento al habla natural se debe, al
igual que en adultos, a un procesamiento hemisférico izquierdo [2] .
A los 6-8 meses, comienza a adaptar sus capacidades con el fin
de optimizar la eficacia para procesar la estructura sonora de la
lengua hablada de su entorno, mientras que la percepción de los
contrastes «extranjeros» disminuye progresivamente.

Palabra oída
Sistema de análisis
acústico
Léxico fonológico
de entrada
Sistema Léxico fonológico Sistema de conversión
semántico de salida
Regulador de la
respuesta oral
Articulación
Desde los primeros meses, esta capacidad de percibir los sonidos
permite al bebé reconocer las palabras de su lengua gracias a la pro-
sodia (envoltura «musical» del habla con sus aspectos de ritmo,
tempo, melodía, acento y entonación). Hacia los 9-10 meses, el
lactante reconoce las palabras familiares de su lengua [2, 6] . De este
modo, se constituye un léxico receptivo que relaciona con todas
sus percepciones (visuales o de otro tipo) de su entorno. El des-
arrollo del número de palabras comprendidas es regular, pero
con grandes diferencias interindividuales: los niños de 15 meses
comprenden entre 50 palabras (percentil 10) y 350 (percentil 90),
según la cohorte de 600 niños que permitió elaborar el cuestio-
nario de referencia (inventario de desarrollo comunicativo [CDI,
communicative development inventories]) [7–9] .
No sólo se desarrolla su aptitud para segmentar las palabras de
su lengua, sino que también es sensible para segmentar las frases
utilizando igualmente la prosodia para establecer la relación entre
la fonología y la sintaxis.
Del balbuceo a la explosión léxica
Balbuceo
La producción del lenguaje está retrasada respecto a la percep-
ción, debido al desarrollo más tardío de la motricidad y de la
coordinación de los músculos de la región buco-linguo-faríngea.
Comienza por el balbuceo.
En un principio se consideró como la producción de una serie
de sonidos aleatorios sin relación con las primeras palabras infan-
tiles ni con las de los adultos, pero en la actualidad se considera
un precursor de las primeras formas lingüísticas significantes. Su
aparición se considera incluso un momento clave del desarrollo
lingüístico del niño pequeño. La aparición o no del balbuceo sería
incluso un factor predictivo de los trastornos de los aprendizajes
posteriores [10] .
Después de unos movimientos fonatorios casi reflejos, el bebé
de 1-4 meses produce sílabas claramente perceptibles por el
entorno, formadas por sonidos articulados en la parte posterior de
la faringe. De los 4 a los 8 meses, el repertorio se amplía y hacia los
6 meses, el «balbuceo rudimentario» se compone de combinacio-
nes consonante-vocal todavía difícilmente articuladas debido a la
lentitud de los movimientos del tracto vocal. Hacia los 8-10 meses,
la aparición del balbuceo «canónico», constituido por sílabas bien
formadas de tipo consonante-vocal, es una etapa importante. A
partir de los 9 meses, el niño puede producir distintos tipos de
entonación en el balbuceo, según su intención, como, por ejem-
plo, hacer una llamada, una pregunta o expresar un deseo de
atención, asociado con el desarrollo de la relación.
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Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia  E – 4-002-F-75
Figura 1. Modelo del lenguaje oral. El léxico fonológico
de entrada se activa gracias al sistema de análisis acústico
de la palabra oída. Si esta palabra existe, el sistema semán-
tico permite comprender el significado y elaborar la respuesta
mediante la activación del léxico fonológico de salida y des-
pués concebir la respuesta oral y su articulación. Si la palabra no
se conoce, el sistema de conversión acusticofonémica permite
repetirla.
Comprensión
Percepción
acusticofonémico
Producción
Es indudable que en el balbuceo ya está presente la experiencia
del idioma. La identificación correcta por parte de adultos fran-
ceses de las secuencias de balbuceo de niños de dicho idioma,
mezcladas con producciones en árabe y cantonés, sugiere que
el balbuceo presenta características de entonación propias de la
propia lengua [6] .
Producción de las palabras
La producción del léxico infantil es uno de los fenómenos más
espectaculares en todas las lenguas del mundo, con un brusco
incremento del vocabulario entre los 12 y los 30 meses. Como
promedio, un niño produce 10 palabras a los 12 meses, 50 a los
18 meses, más de 300 a los 24 meses y 500 a los 30 meses. Los
estudios a gran escala sobre 39 lenguas a han mostrado no sólo
una regularidad en el ritmo de las adquisiciones, sino también
unas variaciones interindividuales e interculturales considerables.
Las primeras palabras suelen estar constituidas por una o dos
sílabas idénticas formadas por una consonante y una vocal. El
niño las utiliza primero para designar toda una gama de objetos
(lo que se denomina sobregeneralización). Por tanto, se requiere el
contexto para interpretarlas. Estas primeras palaras que pronuncia
el niño están lejos de tener el valor de precisión de los conceptos
adultos y pueden utilizarse en situaciones muy diferentes. La pala-
bra «biberón», por ejemplo, puede designar sin duda al biberón,
pero también al orinal o a la silla utilizada por la madre para la
cena. El niño asocia los diversos elementos de una situación como
la alimentación en función del placer de la comida, por ejemplo,
y los designa con el mismo término.
El acceso a las primeras palabras supone en el niño un cierto
conocimiento de los objetos y de los acontecimientos de su
entorno. Él aprende a distinguir el objeto de su entorno y la
permanencia de la asociación del sonido con el objeto, con inde-
pendencia del momento, el lugar o el contexto de presentación
de este objeto. La representación mental se perfecciona a medida
que el niño adquiere otras palabras y establece las relaciones entre
estas palabras, los objetos y las situaciones, utilizando todas las
informaciones de su universo para estructurar el sentido.
Por lo tanto, el desarrollo del sentido de las palabras en el niño
pequeño es limitado, pero abierto, con la codificación de los obje-
tos familiares concretos, las principales personas de su entorno y,
después, progresivamente, los estados de estos objetos y personas,
las acciones que las personas realizan sobre los objetos y los sen-
timientos inmediatos de estas personas. La sobregeneralización
permite al niño crear palabras nuevas a partir de las estructuras
ya existentes. Por ejemplo, puede decir, «el belloto», árbol de la
bellota, por analogía con «el manzano», árbol de la manzana.
3
E – 4-002-F-75  Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia

700 Figura 2. Desarrollo del vocabulario expresivo (según [8] ).

Número medio de palabras producidas

10 25 50 75 90
600

500

400

300

200

100

0
16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
Edad (meses)

Las adaptaciones del inventario del CDI [7–9] se han concebido progresivamente. Pasa de 2 palabras y más entre los 27 y los
para evaluar el desarrollo del lenguaje desde los 12 meses a partir 30 meses, a frases simples de 2-3 palabras entre los 31 y los
de una entrevista con los progenitores. La mayoría de los estu- 34 meses, y después complejas de 3-4 palabras entre los 35 y
dios coinciden en el hecho de que todos los niños que tienen un los 40 meses, a la posibilidad de elaboración de un discurso de
desarrollo normal pasan por una fase de explosión léxica, que se 4 palabras a los 4 años [13] . Este concepto de longitud media del
caracteriza por un aprendizaje muy rápido, pero también por una enunciado es un índice fiable del desarrollo del lenguaje de los
utilización coherente, categorial y convencional de las palabras. 24 a los 36 meses. En cambio, por encima de cuatro palabras por
El momento de aparición de esta explosión léxica se sitúa entre los enunciado, lo que dice el niño depende más del contexto en el que
16 y los 24 meses, según una variabilidad interindividual conside- se recibe el lenguaje que de su madurez sintáctica. En la construc-
rable al comienzo de la producción del léxico, que se ilustra bien ción de la sintaxis, el niño que ha aprendido, por ejemplo, el uso
en la Figura 2, así como por la diversidad y la complejidad de las del sufijo «ido» para indicar el participio pasado, sobregeneraliza,
lenguas [11] . Tradicionalmente, se tiende a asociar una precocidad es decir, aplica este principio a los verbos de otros grupos. Puede
del vocabulario a las niñas en lugar de a los niños, así como a los decir «él ha rompido» en lugar de «él ha roto» o «lo ha decido» en
medios socioculturales más favorecidos [12] , aunque otros trabajos lugar de «lo ha dicho». Un enunciado se compone generalmente
sugieren que los factores cognitivos relacionados con el procesa- a partir del modelo «sujeto-verbo-complemento directo». Cuando
miento del lenguaje, en especial la memoria de trabajo, también el niño ha comprendido el orden de las palabras, puede atribuir
son determinantes. El desarrollo del lenguaje elaborado metafó- un sentido diferente a enunciados como: «el niño empuja a la
rico en los niños («ha devorado el libro») se conoce mal, pero sigue niña» o «la niña empuja al niño».
siendo un marcador de los trastornos del lenguaje en clínica.
Elaboración del discurso
Pronunciación de las palabras o habla (articulación La elaboración de un discurso oral consta de una dimensión
y fonología) conceptual (lo que el niño desea contar) y otra más especí-
Mientras que el desarrollo del léxico es muy rápido, los niños ficamente lingüística (cuáles son sus competencias léxicas y
requieren más de dos años para articular el inventario completo sintácticas para abordar su discurso), así como una dimensión
de las consonantes y de las vocales. La adquisición de la fonología retórica referente a la estructura narrativa [14] . Por consiguiente, la
es relativamente lenta, porque requiere la coordinación fina de evaluación detallada del discurso de un niño no se puede limitar a
varias decenas de músculos para programar y realizar con rapidez los simples aspectos de la estructura sintáctica y se debe profundi-
las secuencias de sonidos en el interior de las palabras. zar, por ejemplo, para los índices pragmáticos, lo que subraya las
De forma progresiva, en la edad preescolar (y, por tanto, mucho limitaciones de ciertos tests. La dimensión conceptual concierne
después de las primeras palabras) el niño aprende a articular a la representación mental de los estados y acontecimientos del
correctamente los distintos sonidos de forma aislada. La mayo- mundo real o ficticio, así como las relaciones temporales o casuales
ría de las consonantes se adquieren entre los 3 y los 4 años. que mantienen y que implican a los objetos, lugares y personas.
Durante todo este período, el niño aprende la pronunciación de Esto es válido tanto para los discursos orales como escritos. La
las secuencias de sonidos en el interior de las palabras y las últi- dimensión retórica se debe al hecho de que la elaboración lin-
mas imperfecciones acaban por desaparecer. Esta competencia del güística del discurso no se limita a enunciar las personas, lugares,
niño al final de la educación preescolar para articular correcta- objetos y acontecimientos. Hay que esperar alrededor de 7-8 años
mente los sonidos aislados y sus secuencias en el interior de la para que una superestructura narrativa, parecida a la del adulto,
palabra definen el desarrollo correcto del habla. se convierta en dominante. Esta transición a un modo de discurso
elaborado, en la que se concibe la importancia de los aprendiza-
Del ensamblaje de las palabras a la narración jes escolares, parece relacionada con la exposición a un corpus de
discursos escritos, así como con la comprensión. Es sensible a un
de un discurso
programa de entrenamiento en las dos dimensiones [15] .
Adquisición de la sintaxis
A partir de los 20 meses, lo que corresponde al estadio medio Estatus morfológicos del artículo, del pronombre
de las 50 palabras, el ensamblaje de las palabras se instaura muy y de las flexiones verbales, o el largo camino hacia
deprisa. El principio denominado de la «gramática pívot» estipula el lenguaje elaborado
que el niño identifica la posición de una palabra o de un grupo de La adquisición del artículo se realiza progresivamente después
palabras en los enunciados del adulto y, a continuación, tiende de los 3 años. La cronología aproximada de la adquisición de los
a utilizarlas en sus propias producciones, en la misma posición, pronombres comienza por «mí» a partir de los 18 meses, después
es decir, en el mismo contexto. En este estadio de ensamblaje «yo», «tú», «él» y «ella» a partir de los 30 meses, luego los pro-
de palabras, el niño omite algunas categorías sintácticas como nombres objeto como «le» y «la» y, por último, los pronombres
los determinantes, preposiciones, adjetivos posesivos, pronom- reflexivos como «se».
bres, etcétera. La «longitud media del enunciado», es decir, el Las flexiones verbales (conjugación de los verbos), que repre-
número de palabras que constituyen una frase en el niño aumenta sentan la marca temporal, no están establecidas aún a los 6 años.

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De los 3 a los 6 años, el niño utiliza con más frecuencia los adver-
bios (hoy) y las conjunciones (cuando) de tiempo que las flexiones
verbales para expresar las relaciones temporales entre los aconte-
cimientos.
Los estudios sobre la elaboración del discurso de los niños mues-
tran que los conectores entre las proposiciones no se adquieren
antes de los 10-11 años. Entre los 3 y los 4 años, los niños no
usan simples coordinadores como «y», «pero». A los 5 años, los
niños comienzan a establecer relaciones más claras y más varia-
das entre los acontecimientos que se desarrollan en un discurso.
La coordinación (hace bueno y se come en el jardín) domina
a la subordinación (se come en el jardín porque hace bueno).
A los 7 años, utilizan sobre todo coordinadores temporales que
expresan la secuencialidad (me he levantado y después he desa-
yunado). Los niños de 10-11 años emplean conectores temporales
que codifican la relación de simultaneidad y de secuencialidad
(me desperté, después me estiré y luego me lavé los dientes). Aun-
que no poseen aún una competencia narrativa similar a la de los
adultos, respetan las limitaciones de una narración en su lengua.
Del lenguaje oral al lenguaje escrito
Las relaciones entre el lenguaje oral y el lenguaje escrito se
conocen desde hace mucho tiempo [5, 16, 17] . La complejidad del
desarrollo del lenguaje oral descrito anteriormente permite entre-
ver fácilmente las consecuencias de un déficit del lenguaje oral
sobre el lenguaje escrito.
Las distintas competencias fonológicas (discriminación de los
sonidos, consciencia fonológica o consciencia de que el habla
puede fragmentarse en unidades, memoria de trabajo) cons-
tituyen los factores predictivos esenciales del aprendizaje del
desciframiento [1] así como de la ortografía fonética. Sin embargo,
las otras competencias del lenguaje oral (vocabulario, sintaxis,
adquisición del discurso) influyen en la comprensión de lec-
tura [1, 16, 17] , así como en las otras dimensiones de la ortografía.
Del concepto de desarrollo normal
a la variación de las etapas en los trastornos
transitorios del lenguaje oral
Varios estudios longitudinales [18–20] subrayan que un retraso
del lenguaje no significa por fuerza que el lenguaje vaya a
ser definitivamente patológico. Las limitaciones de estos estu-
dios longitudinales consisten en la imposibilidad de tener en
cuenta el tratamiento exacto de los niños, tanto pedagógico como
logopédico, así como en la ausencia de marcadores precisos de
las condiciones ambientales socioculturales y psicoafectivas. Sin
embargo, estos estudios obligan a ser modestos a la hora de rea-
lizar pronósticos demasiado precoces y remitir simplemente a las
recomendaciones de tratamiento [3] , al menos mientras que los
indicadores coherentes clínicos, de pruebas de imagen e incluso
genéticos no sean lo bastante eficaces para interpretar las desvia-
ciones observadas en el desarrollo del lenguaje.
Beitchman et al [18] han realizado una detección selectiva de
los trastornos del lenguaje oral en una población de 1.655 niños
de 5 años. En todos los niños en quienes la detección selectiva
indicó que tenían un trastorno (el 19%) se realizó una evalua-
ción más completa, junto con un grupo control. Esta evaluación
precisa confirmó el trastorno solamente en el 58% de los niños
sometidos a la detección y, en cambio, descubrió un déficit en el
10% de los niños del grupo control en quienes no se había rea-
lizado la detección selectiva. El seguimiento de la cohorte a los
12 años mostró que, si bien el 72% de los niños que tenían un
lenguaje oral deficitario a los 5 años todavía tenían un trastorno,
el 33% de los niños sin trastorno a los 5 años sí presentaban uno a
los 12 años. Por consiguiente, aunque la detección selectiva con-
serva su utilidad, en especial en un medio desfavorecido, se debe
recordar que no basta para detectar a todos los niños con dificul-
tades, por lo que es preciso mantener la vigilancia durante toda la
escolarización.
Bishop [19] ha seguido a 87 niños con un trastorno específico del
lenguaje oral (TELO) de 4-5,5 años y ha demostrado que un tercio
de los niños no tenían trastornos en la segunda evaluación. Los
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Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia  E – 4-002-F-75
mejores factores predictivos de una persistencia del trastorno eran
la dificultad para elaborar una historia a partir de imágenes o un
trastorno de comprensión, mientras que los trastornos fonológi-
cos puros tenían un buen pronóstico. Por último, Silva et al [20] ,
en el seguimiento de su cohorte prospectiva de 1.000 niños de 3-
7,5 años, han demostrado que el 60% de los niños deficitarios a
los 3 años se «normalizan». Aún está por dilucidar si se trata de
falsos positivos o de los efectos del tratamiento.
En conclusión, el problema del desarrollo del lenguaje aún está
lejos de resolverse, pero se deben conocer las hipótesis lingüísti-
cas y cognitivas, en lo que respecta a su aparición y a sus ritmos
de adquisición por el niño. Se pueden identificar las regularida-
des y las variaciones en la adquisición del lenguaje, aunque es
menos fácil precisar el momento en el que se logran. El conjunto
de estos datos sobre la cronología de las adquisiciones del habla,
del lenguaje y de la elaboración del discurso debería permitir a
los pedagogos y clínicos identificar los desarrollos que se salen
de lo habitual. La evaluación precoz de las distintas capacidades
del habla y del lenguaje, de las competencias fonológicas, pero
también de la calidad del discurso, se justifica debido a su valor
predictivo del aprendizaje de la lectura y de la escritura. Por otra
parte, se debe recordar que algunos niños tienen un retraso del
desarrollo en algunos puntos respecto a los hitos clásicos que
se describen a continuación, sin que al final vayan a tener un
lenguaje patológico.
“ Punto importante
Hitos del lenguaje
• 6 meses: balbuceo
• 10 meses: dice «papá» y «mamá» sin referencia, com-
prende «no»
• 15 meses: dice 4-6 palabras distintas a papá y mamá,
comprende una orden simple
• 18 meses: dice 7-20 palabras, designa una parte del
cuerpo
• 2-3 años: dice muchas palabras, hace frases de
3 palabras con verbo y adjetivos, comprende «sobre/en»,
conoce varios colores
• 3-4 años: dice 400-900 palabras, utiliza «tú, él, se»,
conoce todas las partes de su cuerpo, comprende «dónde,
por qué»
• 4-5 años: conjuga los verbos utilizados, inventa pala-
bras, habla de su imaginario, pronuncia todos los sonidos
de la lengua, con posible seseo/ceceo, obedece órdenes
que implican objetos no presentes, conoce el concepto de
nombre y de diferencia
• 5-6 años: produce frases complejas, casi todos los relati-
vos, cuenta una historia ordenada, conoce las principales
palabras abstractas, discrimina los sonidos parecidos
 Trastornos de la adquisición
del lenguaje en la infancia
El lenguaje oral es una herramienta esencial para la comunica-
ción y es indispensable para los aprendizajes escolares, el futuro
personal, social y profesional. Para la mayoría de los niños, estas
adquisiciones se realizan de forma casi natural. En la adquisición
del lenguaje escrito intervienen distintas competencias que en la
del lenguaje oral [1] .
La ausencia de formación médica inicial sobre los trastornos
del desarrollo de las funciones cognitivas y los conflictos ideoló-
gicos han perjudicado el papel que deben adoptar los pediatras.
Este papel debe consistir en una prescripción informada del trata-
miento, el apoyo familiar y el seguimiento de los trastornos.
5
E – 4-002-F-75  Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia

A B
Figura 3. Secuelas disortográficas en dos niños con trastornos específicos del lenguaje oral (TELO).
A. Niño de 10 años que presenta un TELO mixto con dislexia. En tercero de primaria, su lectura es lenta, imprecisa y con una comprensión escasa. Una
disortografía muy grave afecta a todos los dominios. Dictado extraído de la herramienta francesa de evaluación de las funciones cognitivas y aprendizajes
(EDA, CE2): «Une curieuse expédition s’est mise en route en automne et a atteint le sommet de la montagne au printemps».
B. Niño de 10 años, en cuarto de primaria, que presenta un TELO similar al niño anterior, pero sus dificultades de lectura están bien compensadas, así como
las dificultades de ortografía de uso y gramatical. Dictado extraído de la herramienta francesa sobre lenguaje oral, lenguaje escrito, memoria y atención
(L2MA), «Le corbeau»: Un corbeau perché sur l’antenne d’un bâtiment tient dans son bec, etcétera.

El compromiso adecuado destinado a optimizar la acción sobre
todos los actores, cuando el lenguaje del niño presenta trastornos,
guía el proceso práctico y las recomendaciones en función de las
edades clave, del perfil y de la gravedad del trastorno, en cada
etapa de la historia del niño, sin que se pueda anticipar el futuro.
La aportación reciente de los conocimientos cognitivos derivados
de las neurociencias [1] , junto con los de las ciencias humanas,
sin exclusión, ha permitido elaborar estas recomendaciones ini-
ciadas por el Plan d’Action «Langage» francés. Transcurridos trece
años desde este plan, se han realizado muchos progresos, pero aún
queda mucho por hacer. Existen implicaciones esenciales cuando
se sabe que el trastorno del lenguaje oral y sus consecuencias
sobre los aprendizajes del lenguaje (escrito, por ejemplo), pueden
comprometer el futuro tanto afectivo como social del niño.
modalidades que se describen más adelante. Se trata principal-
mente de la hipoacusia y de los trastornos de comunicación. Antes
de los 3 años, en todos los demás casos y debido a la variabilidad
del desarrollo normal, el seguimiento del niño permite apreciar si
la curva del desarrollo se aproxima a la norma o no. Las medidas
preventivas de estimulación del lenguaje realizadas en la guardería
o en la educación preescolar, en especial en casos de bilingüismo
o de precariedad socioeconómica, han demostrado un efecto al
menos a corto plazo [21, 22] . Se deben desarrollar y evaluar siguiendo
rigurosamente los protocolos de la literatura. Sin embargo, no se
trata aún de un trastorno demostrado que requiera un enfoque
médico. A partir de los 3 años, cualquier trastorno del lenguaje
oral debe tenerse en cuenta y obliga a realizar una evaluación
médica sistemática.

Definición y conceptos epidemiológicos Identificación, detección selectiva

Los estudios longitudinales descritos previamente dejan[18–20]
clara la dificultad de anticipar el futuro individual de los niños. El
seguimiento a los 7 años de la cohorte de Silva et al [20] indica que
el 40% de los niños que aún presentaban déficits a esta edad tenían
trastornos muy diversos, aislados o inscritos en otra patología, de
gravedad y perfiles muy variados. Esta diversidad de perfiles y de
la evolución no debe hacer que se pierda de vista la necesidad de
efectuar un tratamiento según unos criterios precisos [3] .
El concepto de TELO, o specific language impairment (SLI) en la
literatura internacional, caracteriza a los niños en quienes el des-
arrollo del lenguaje oral está claramente por debajo del nivel de
su edad sin razón aparente [5, 16, 17] . En Francia, por ejemplo, aún
se utiliza la terminología de disfasia cuando estos trastornos son
específicos, graves y duraderos. La prevalencia de la disfasia es
mucho menor, sin que se puedan ofrecer cifras precisas debido
a la ausencia de estudios epidemiológicos con criterios claros de
definición (probablemente del 0,5 al 1% de los niños).
Proceso práctico y recomendaciones
según el perfil de los trastornos
La importancia del desarrollo del lenguaje oral para el futuro
de los niños, pero también la diversidad de los trastornos obligan
a conocer las principales edades clave y el razonamiento médico
ante un trastorno del lenguaje oral (Fig. 3) [16] .
Antes de los 3 años, sólo los trastornos del lenguaje oral secun-
darios a una patología que requeriría un tratamiento propio
obligan a consultar de entrada con un especialista, según las
y diagnóstico [23]
La identificación y la detección selectiva tienen como finali-
dad buscar del modo más precoz posible un trastorno de forma
intuitiva o usando una herramienta calibrada para proponer un
tratamiento del niño, que puede constar o no de una prescripción
terapéutica.
Una vez detectado el trastorno del lenguaje, es indispensable
una evaluación médica para ayudar a orientar al niño si es preciso
(y sólo si es preciso) hacia el profesional o profesionales adecua-
dos que confirmen el diagnóstico y determinen la necesidad de
tratamiento.
Orientación diagnóstica de los trastornos
del lenguaje oral a partir de los 3 años
La primera etapa del razonamiento consiste en distinguir los
trastornos adquiridos del lenguaje frente a los que son del des-
arrollo y, entre estos últimos, los trastornos secundarios a otra
patología frente a los específicos.
Trastornos adquiridos
Los trastornos adquiridos, denominados afasias, se caracterizan
por un desarrollo normal seguido de una regresión. Son muy infre-
cuentes en la infancia y, en la mayoría de los casos, se relacionan
con un accidente neurológico agudo (traumatismo craneal, acci-
dente cerebrovascular o tumor). Entre los trastornos adquiridos,
un lugar especial lo ocupa la afasia-epilepsia de Landau-Kleffner,

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“ Punto importante
Existen herramientas de calidad evaluadas en diversos
idiomas, como el francés, por ejemplo, que permiten iden-
tificar y detectar los trastornos del lenguaje oral [1, 8, 9, 16] .
En dicho idioma, se pueden citar los cuestionarios des-
tinados a los progenitores o a los educadores, que
pueden usarse antes de los 3 años (Inventaire du Déve-
loppement de l’Enfant [IDE], que puede descargarse en
www.cognisciences.com), o tests simples para niños de
4 años (ERTL4, Com-Médic). Otras herramientas para rea-
lizar tests a niños a partir de 4 años, como la Évaluation
des Fonctions Cognitives et Apprentissages (EDA), que es
la nueva versión de la Batterie Rapide d’Évaluation des
Fonctions Cognitives (BREV) permiten no sólo apreciar los
principales componentes del lenguaje oral, sino también
contextualizarlos en el desarrollo no verbal [23] . El uso de
esta batería ayuda a la prescripción fundamentada de las
evaluaciones complementarias, así como al seguimiento
del trastorno. La evaluación logopédica del lenguaje oral
permite, junto con los tests calibrados, definir el perfil
cuantitativo y cualitativo de los distintos componentes del
lenguaje [1] .
infrecuente, pero a menudo ignorada. Este síndrome consiste en
una regresión del lenguaje asociada a una epilepsia particular,
debido a la rareza de los accesos epilépticos y a la frecuencia
de las anomalías paroxísticas en el sueño en el electroencefalo-
grama (EEG). La regla es sencilla: cualquier regresión del lenguaje
oral requiere en primer lugar una consulta neuropediátrica
urgente.
Trastornos del desarrollo
Los trastornos del desarrollo son los más frecuentes: el lenguaje
se establece de forma deficitaria, pero sin regresar jamás. Ante un
trastorno del desarrollo del lenguaje, el primer paso es diferenciar
los trastornos secundarios de los específicos.
Los trastornos secundarios del desarrollo del lenguaje oral pue-
den explicarse totalmente por una patología primaria que orienta
las evaluaciones complementarias y el pronóstico. El tratamiento
logopédico se inscribe en un contexto pluridisciplinario, coordi-
nado por el especialista de la patología primaria:
• la hipoacusia es la primera causa que debe buscarse de forma
precoz, mediante una exploración física y una audiome-
tría objetiva tonal. Esto es obligatorio ante cualquier duda
sobre la audición, cualquier trastorno del lenguaje oral (sobre
todo si es grave o afecta a la comprensión) o cualquier
trastorno duradero de la percepción de los sonidos. Aun-
que las otitis de repetición no suelen explicar por completo
los trastornos del lenguaje, varios estudios han demostrado
el efecto positivo de su tratamiento sobre la evolución del
lenguaje [13] ;
• el retraso mental es la causa más frecuente de los trastornos
secundarios. La deficiencia mental leve (eficiencia intelectual,
cociente intelectual [CI] situado entre 70 y 50) tiene como
signo esencial un déficit del lenguaje en la edad preescolar.
Esto implica que se deben analizar siempre las competencias
verbales en referencia a las competencias no verbales desde la
primera evaluación clínica, como puede realizarse en francés
con la batería EDA. Cualquier duda sobre las competencias no
verbales obliga a efectuar una evaluación psicológica que conste
de un test psicométrico para distinguir no sólo entre la inteli-
gencia verbal y la no verbal (Prueba Wechsler de inteligencia
para niños de primaria y preescolar revisada [WPPSI-III] o Escala
de inteligencia Wechsler para niños [WISC-IV]), sino también
para precisar el perfil de cada competencia. Este test, que en
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Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia  E – 4-002-F-75
ocasiones es difícil de realizar en los niños pequeños, puede
diferirse hasta después de los 6-7 años, mientras el niño no pre-
sente un fracaso escolar. Sin embargo, es indispensable para
orientar el tratamiento, cuando el trastorno es grave y/o persis-
tente, sobre todo si la comprensión es escasa. Algunos niños,
cuyo trastorno del lenguaje es más grave que su déficit no
verbal, requieren un tratamiento similar al utilizado en los tras-
tornos específicos, aunque los objetivos sean más limitados;
• una parálisis de los órganos fonatorios y una parálisis cere-
bral pueden afectar al control y la motricidad bucofacial, y
alterar la inteligibilidad del habla. Se pueden asemejar a los
síndromes bioperculares, que se caracterizan por un aspecto dis-
plásico de las dos cisuras de Silvio, que debe buscarse mediante
RM, ante cualquier trastorno práxico bucofacial, que se mani-
fiesta a menudo por un babeo persistente. Por último, algunos
trastornos graves del lenguaje oral y del habla, que afectan par-
ticularmente al funcionamiento del velo del paladar, asociados
a menudo a otros déficits cognitivos y/o malformaciones, obli-
gan a buscar una aberración cromosómica, como por ejemplo
la deleción de 22q11;
• los trastornos generalizados del desarrollo se presentan también
como un trastorno del desarrollo del lenguaje oral asociado a
un trastorno de las otras comunicaciones visuales y táctiles. El
trastorno del lenguaje suele ser el síntoma de alarma del autismo
infantil;
• la frontera más compleja es la de los trastornos emocionales y
conductuales. El trastorno del desarrollo del lenguaje oral puede
situarse en un contexto de trastorno de la relación precoz [24] .
Sin embargo, un déficit del lenguaje altera también a menudo
las relaciones del niño con los demás. Por consiguiente, la
asociación «trastorno del lenguaje» y «trastorno emocional o
conductual» justifica una doble evaluación neurológica y paido-
psiquiátrica que, sin tratar forzosamente de definir el trastorno
inicial, tiene en cuenta los dos aspectos: el del déficit del len-
guaje, pero también el del contexto psicoafectivo;
• la responsabilidad del bilingüismo y de las carencias sociocul-
turales en un trastorno del desarrollo del lenguaje oral también
es un problema difícil. El medio sociocultural influye eviden-
temente en el desarrollo del lenguaje (en particular, en el
vocabulario), como lo indican los estudios realizados en medios
socioculturales desfavorecidos [25] . También puede agravar sim-
plemente un trastorno específico, en especial a nivel de la
comprensión. La producción fonológica (capacidad de repetir
palabras que no existen) se considera como el mejor marcador
de un trastorno específico [26] . La instauración precoz de un pro-
grama de estimulación riguroso permitiría enriquecer de forma
temprana el vocabulario y la sintaxis en estos entornos [21, 22] .
Todos los trastornos que no se pueden explicar por completo por
una de las patologías precedentes deben considerarse un TELO o
SLI. Esta definición de los TELO también tiene en cuenta su carác-
ter deficitario duradero y específico, pues no son ni transitorios ni
secundarios a otra patología [16] .
En Francia, por ejemplo, era clásico dividir los TELO en dos
grandes patologías, debido al pronóstico fundamentalmente dis-
tinto:
• el retraso simple del lenguaje, extremo de la población nor-
mal, donde el lenguaje se desarrolla más despacio, pero con
normalidad;
• y también las disfasias de desarrollo, mucho menos frecuentes,
donde los trastornos son estructurales, graves, duraderos y con
desviaciones respecto a la normalidad.
Sin embargo, los criterios de esta dicotomía son artificiales y
nunca se han argumentado con claridad con un seguimiento lon-
gitudinal preciso de una cohorte, o con criterios susceptibles de
dar lugar a un pronóstico precoz muy fiable. Un estudio no publi-
cado de los autores de este artículo, de tipo longitudinal de una
cohorte de niños de 4-10 años con TELO, ilustra la diversidad del
perfil evolutivo y la dificultad de anticiparlo precozmente, como
se ha descrito en los estudios longitudinales en inglés [18–20] . Existe
un continuum en términos de gravedad y de evolución entre
estas dos formas extremas denominadas «retraso» y «disfasia». Por
tanto, hay que ser muy prudente frente a la anticipación precoz
de un pronóstico, tanto desde el punto de vista del lenguaje oral
como del de sus consecuencias sobre los aprendizajes, a la vez
7
E – 4-002-F-75  Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia
que se respetan las recomendaciones sobre la indicación del trata-
miento logopédico según la gravedad del trastorno y la edad del
niño [3] (Fig. 3).
En conclusión, el diagnóstico de TELO no es siempre fácil de
establecer con certeza en los niños pequeños antes de los 5-6 años
y el seguimiento de la evolución suele ser indispensable para anti-
cipar el carácter transitorio o persistente. Las imbricaciones con los
trastornos emocionales y relacionales o con otros trastornos cog-
nitivos son frecuentes, sobre todo cuando el trastorno es grave.
Este último siempre debe enmarcarse en el contexto global del
niño. Las elecciones terapéuticas dependen del perfil del trastorno
y de su gravedad en las distintas edades clave.
Trastornos específicos del lenguaje oral
Factores biológicos
Los trabajos neuropatológicos iniciales en cuatro adultos
que presentaban un trastorno del desarrollo del lenguaje fue-
ron los primeros en sugerir la existencia de particularidades
«anatómicas», indicativas de un «cerebro singular» como ori-
gen de estos trastornos (neuronas heterotópicas en las regiones
temporales izquierdas y ausencia de asimetría de los planum tem-
porale) [27] . Los estudios recientes con pruebas de imagen han
confirmado la ausencia de la asimetría cerebral fisiológica [28] . Los
estudios electrofisiológicos, en los que se objetiva la presencia de
anomalías paroxísticas más numerosas en el sueño que en las
poblaciones control, han sido objeto de una actualización reciente
que limita las indicaciones del EEG a las raras formas familiares
o a las que presentan un déficit predominante sobre la com-
prensión [29] . Varios argumentos sugieren la existencia de factores
genéticos [26] . Las esperanzas relacionadas con la demostración en
una familia de un gen candidato en el cromosoma 7, denominado
Speech 1 o Fox P2, no se han confirmado a gran escala.
A pesar de su papel esencial en el conocimiento de los trastor-
nos, en la práctica ninguna de estas investigaciones especializadas
permite respaldar el diagnóstico, que se basa en la clínica. Ésta
no permite proporcionar un tratamiento específico susceptible de
mejorar el pronóstico.
Semiología de los trastornos específicos
del lenguaje oral
Los aspectos semiológicos constan de signos casi constantes y
de otros muy variables según los niños y su edad. Los síntomas
comunes afectan a la percepción y la expresión.
Los trastornos perceptivos afectan a la discriminación de soni-
dos parecidos («casulla» y «casucha»), la capacidad de segmentar
la frase («el/niño/juega») o la palabra en sílabas («rá/pi/do») o
sonidos («r/á/p/i/d/o»).
Los trastornos expresivos más constantes afectan a la pro-
ducción fonológica (capacidad de pronunciar las secuencias de
sonidos en una palabra) y sintáctica (organización de la frase).
Los niños suelen cometer errores al articular consonantes pre-
sentes de forma aislada, como la «g» o la «k». Los trastornos
fonológicos suelen ser graves y persistentes. Sus aspectos son muy
variables: simplificaciones o elisiones («firífico» por «frigorífico»);
inversiones o asimilaciones de sonidos (tigre: tirge; «juguete»:
«pupete»). Las producciones alejadas del objetivo («uas» por
«paraguas»), las complicaciones («paraparaguas»), la ausencia de
mejoría por la repetición y la no-estabilidad de las producciones
sugieren la ausencia de un modelo «interno» que caracterizaría a
un trastorno estructural.
Los trastornos sintácticos, que asocian distintos aspectos en gra-
dos diversos de gravedad, se observan en el lenguaje espontáneo,
inducido o en repetición. La simplificación de la sintaxis persiste
en ocasiones muy tarde como en el caso de un niño de 8 años,
que producía en lenguaje espontáneo «cuchara comer» en lugar
de «ella come con una cuchara». La ausencia de respeto del orden
de las palabras, la ausencia de artículos o pronombres, el uso de
estructuras inapropiadas («una niño»), así como la ausencia o los
errores de conjugación de los verbos indican el agramatismo des-
crito en la literatura. Un niño de 10 años repetía la frase «se ha
visto que el caballo esperaba un bebé para dentro de poco» como
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«caballo espera pronto bebé». En este caso, la ausencia de apoyo
mediante la repetición o de estabilidad de las producciones sugiere
una desviación lingüística. El déficit sintáctico también puede
alterar la comprensión sintáctica. Algunas frases como «el panta-
lón que está sobre la cama es marrón» obligan al niño con TELO
a mostrar la imagen con una cama marrón, pues sus estrategias
de comprensión se basan sobre todo en el orden de las palabras.
A pesar de la pobreza de su lenguaje, y gracias a la conservación
de sus capacidades de comunicación, el niño puede hacerse com-
prender por gestos. Sin embargo, la dificultad de ser comprendido
puede alterar su conceptualización o modificar su relación, lo que
provoca una fusión con la madre, que suele ser la única que le
comprende, o bien ataques de ira o un retraimiento.
Diversidad de los trastornos específicos
del lenguaje oral
Los síntomas propios de cada TELO indican su gran diversidad.
Todos los observadores que entran en una estructura especializada
destinada a estos niños se ven sorprendidos porque estos niños
son peculiares debido al contraste entre sus capacidades intelec-
tuales y de comunicación, y la escasa inteligibilidad del lenguaje.
Sin embargo, también se ver sorprendidos por la disparidad de
presentaciones según la intensidad de los trastornos y su perfil.
Algunos niños siguen siendo ininteligibles después de los 9 años,
edad donde otros son inteligibles. La afectación de gravedad varia-
ble de los distintos componentes del lenguaje explica que el perfil
de cada niño sea único o casi. Los intentos de clasificación en
referencia a modelos adultos se han puesto en entredicho en la
actualidad. En la práctica, hay dos perfiles netamente distintos:
• uno, excepcional pero dramático, que se caracteriza por una
afectación masiva de la comprensión oral y una producción oral
nula o muy reducida. En los casos más graves de estas formas
receptivas, raras y especialmente incapacitantes, el aprendizaje
de un medio alternativo de comunicación, como la lengua de
signos, es indispensable;
• el otro corresponde a la mayoría de los niños con TELO y
se caracteriza por un trastorno predominante en la expresión
del lenguaje, cuyas características precisas varían de un niño a
otro [16] . Algunos niños presentan un trastorno masivo del habla
con deformaciones articulatorias y fonológicas constantes, que
hacen el discurso ininteligible, mientras que la comprensión
se conserva. Otros, los más frecuentes, tienen una afectación
mixta con predominio expresivo que afecta a la expresión fono-
lógica.
“ Punto importante
En la práctica, el proyecto terapéutico de un niño es indivi-
dual, basado en una evaluación rigurosa de los trastornos
lingüísticos.
Trastornos específicos del lenguaje oral
y aprendizaje del lenguaje escrito
Los déficits del desarrollo del lenguaje oral son muy predictivos
de un déficit posterior de lectura, como lo muestran varios estu-
dios [1, 30, 31] . En 1990, un estudio sobre las competencias de lectura
de 24 niños con TELO, mayores de 9 años, confirmó la frecuencia
de los trastornos del aprendizaje del lenguaje escrito, pues sólo
cuatro niños eran lectores [30] . En la actualidad, los conocimientos
cognitivos han permitido comprender las estrategias deficitarias,
guiando así las técnicas pedagógicas y de rehabilitación, de modo
que su aplicación práctica ha modificado considerablemente este
pronóstico sombrío y ha demostrado que la lectura podía adqui-
rirse. Se trata de las capacidades de consciencia fonológica y de
memoria de trabajo, que suelen ser deficitarias en los niños con
TELO y que repercuten en la adquisición de la decodificación,
como sucede con la mayoría de los trastornos de la lectura. Por
 Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia  E – 4-002-F-75

Figura 4. Árbol de decisiones. Intervenciones: consulta por

Consulta por el lenguaje alteraciones del lenguaje oral.
oral antes de los 3 años A. Antes de los 3 años.
B. Después de los 3 años. TGD: trastorno generalizado del
Evaluar: audición, desarrollo.
En caso negativo:
comunicaciones sociales, no seguir la evolución
verbales, regresión, praxias tras 6-12 meses
bucofaciales alteradas, relaciones
precoces, desarrollo psicomotor,
perímetro craneal

ORL Paidopsiquiatra Neuropediatra Acompañamiento

psicosocial,
escolarización precoz

Consulta por el lenguaje

oral después de los 3 años

Verificar el motivo
de consulta Descartar un trastorno secundario: audición,
TGD, lesiones neurológicas, trastorno del
desarrollo psicomotor, trastorno global

Trastorno específico Trastorno adquirido

del lenguaje oral o secundario

Antes de los cuatro años y medio: Remitir al especialista

estudio logopédico si existe al de la
menos 1 criterio de gravedad (no patología y seguimiento
inteligible, ausencia de frases,
trastorno de comprensión).
En caso contrario: programa de
estimulación del lenguaje y
seguimiento a los 6 meses

Después de los cuatro años y Trastorno de

medio: estudio y rehabilitación articulación aislado:
ante cualquier trastorno rehabilitación hacia
del habla y del lenguaje los 6-7 años si persiste

Detectar los Seguir la evolución Vigilar el aprendizaje

trastornos asociados del lenguaje oral del lenguaje escrito

tanto, estas dificultades deben prevenirse mediante una rehabili-
tación de las competencias fonológicas del niño y de las bases de
la descodificación desde el final de la enseñanza preescolar, aun-
que el trastorno del lenguaje oral sigue siendo importante. Sin
embargo, también en este caso, la diversidad de la evolución de
cada niño es el elemento esencial. Algunos adquieren la descodi-
ficación gracias a este tratamiento precoz y especializado, incluso
cuando es tardío, como un niño de 10 años que aprendió a leer en
6 meses en una unidad especializada [30] . Otros evolucionan hacia
una dislexia asociada a su TELO. Por último, otros conservan un
grado variable de los trastornos que afectan al lenguaje oral y/o
al lenguaje escrito en términos de velocidad, precisión, compren-
sión de lectura u ortografía (Fig. 4). La persistencia de un trastorno
de comprensión del lenguaje oral y un CI verbal bajo en algunos
niños con TELO repercuten sobre todos los aprendizajes escolares.
Trastornos específicos del lenguaje oral
y trastornos asociados
Algunos niños presentan déficits asociados al trastorno del
lenguaje, de intensidad variable, que también requieren un tra-
tamiento:
• la conducta puede estar alterada, en relación con la reacción del
entorno y la fragilidad propia del niño, con un cierto grado de
retraimiento, de marginación o de agitación. Suele ser ingenuo
tratar de diferenciar la parte «reactiva», relacionada con la situa-
ción de discapacidad y las consecuencias neuropsicológicas del
trastorno de maduración cerebral. En cambio, es indispensable
ofrecer al niño un enfoque pluralista: rehabilitador y paidopsi-
quiátrico;

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E – 4-002-F-75  Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia
• las dificultades de la motricidad fina y la torpeza gráfica son fre-
cuentes, en grado variable, y afectan a la caligrafía al comienzo
de la escolaridad;
• por último, el factor verbal de la adquisición de los números y
del cálculo, así como la comprensión de los problemas mate-
máticos contribuyen a las dificultades escolares desde el final
de la enseñanza primaria.
“ Puntos esenciales
Reglas fundamentales del tratamiento de los TELO
Después del diagnóstico diferencial con los trastornos
secundarios, se han establecido recomendaciones sobre
las reglas fundamentales de los TELO (Fig. 3) [3] . Se pueden
resumir en varios principios:
• 3-4 años: remitir a logopedia cualquier trastorno espe-
cífico del lenguaje oral que presente uno o varios de los
tres criterios de gravedad (ininteligibilidad, ausencia de
frase, déficit de comprensión), sobre todo si existen ante-
cedentes familiares. Apoyar a los progenitores y seguir la
evolución de los niños sin criterio de gravedad;
• 5 años: remitir al niño a logopedia cuando persista
cualquier trastorno del habla y/o del lenguaje para una
rehabilitación con un doble objetivo: el lenguaje oral y las
bases de la descodificación;
• entre los 5 y los 7 años, la rehabilitación debe ser espe-
cialmente intensa, así como las medidas pedagógicas. Los
trastornos asociados deben seguirse y tratarse. La evolu-
ción del niño debe seguirse paso a paso para priorizar
los tratamientos, apoyar a las familias y aconsejar a los
profesores;
• durante toda la enseñanza primaria y después, hay que
encontrar el mejor compromiso en términos de trata-
miento para limitar las secuelas, en la medida de lo posible,
e insistir en la adaptaciones escolares y sociales, para per-
mitir al niño vivir del modo más cómodo posible con sus
aptitudes, pese a todo;
• la aplicación de programas rigurosos y evaluados de
estimulación precoz del lenguaje a partir de los 2 años,
especialmente en entornos desfavorecidos, debería inscri-
birse en los proyectos de salud pública.
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www.arta-as.com. com.

C. Billard, Neurologue et pédiatre (catherine.billard3@gmail.com).

Centre de référence sur les troubles des apprentissages de l’enfant, Hôpital Bicêtre, 78, rue du Général-Leclerc, 94275 Le Kremlin-Bicêtre, France.
Paris Santé Réussite, 18, rue Ramus, 75020 Paris, France.

Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Billard C. Desarrollo y trastornos del lenguaje oral en la infancia. EMC - Pediatría
2014;49(4):1-11 [Artículo E – 4-002-F-75].

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