Está en la página 1de 7

¿Qué es la disparidad de culto?

Divergencias en algunos puntos de la doctrina cristiana, en la fe y en la concepción


misma del matrimonio

Por: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E | Fuente: El Teólogo responde

Se distingue entre “matrimonio mixto” estricto (matrimonio entre un católico y


un cristiano no católico) y matrimonio “dispar”, a veces también llamado
“mixto” en sentido amplio (católico con un no-cristiano). El Catecismo de la
Iglesia Católica, en el número 1634, señala que para el caso de los matrimonios
mixtos, la “diferencia de confesión entre los cónyuges no constituye un
obstáculo insuperable para el matrimonio, cuando llegan a poner en común lo
que cada uno de ellos ha recibido en su comunidad, y a aprender el uno del
otro el modo como cada uno vive su fidelidad a Cristo”. Pero al mismo tiempo
indica que “las dificultades... no deben tampoco ser subestimadas”. ¿Cuáles son
esas dificultades? Ante todo, “los esposos corren el peligro de vivir en el seno
de su hogar el drama de la desunión de los cristianos”.

En el caso en que el matrimonio sea entre una parte católica y otra no cristiana
(disparidad de culto), se “puede agravar aún más estas dificultades”. Es
evidente porque aquí tenemos no sólo divergencias en algunos puntos de la
doctrina cristiana, sino incluso divergencias “en la fe” y “en la concepción
misma del matrimonio”. Piense, tomando el caso que usted me consulta del
matrimonio con un cónyuge musulmán, en la dificultad que implica el que la
otra parte del matrimonio no acepte ni el matrimonio monógamo, ni
indisoluble, ni la igualdad sustancial entre el hombre y la mujer, ni el derecho a
la educación cristiana de los hijos, y ni siquiera (en algunos casos) se permita
la práctica de la religión. Como indica muy bien el catecismo, “una tentación
que puede presentarse entonces es la indiferencia religiosa”.

Por este motivo, la Iglesia con sabiduría exige la licencia del ordinario del lugar
(obispo o quien hace las veces de él) para la licitud del matrimonio mixto y la
dispensa de disparidad de culto para la validez del matrimonio dispar. El
fundamento de este requisito radica en “el peligro para la parte católica de
perder la fe y de que los hijos habidos en el matrimonio no sean educados
conforme a las pautas doctrinales y morales de la religión católica. A estos
peligros se añade que la diversidad de religión constituye un obstáculo para
establecer el ‘consorcio de toda la vida’ o ‘la íntima comunión de vida’ que es el
matrimonio, dadas las diversas concepciones sobre el mismo que tienen el
contrayente católico y los que profesan otras religiones cristianas o no
cristianas” (Manzanares, Mostaza, Santos, “Nuevo Derecho Parroquial”, B.A.C.,
Madrid 1990, p. 458).

Matrimonios mixtos y disparidad de culto


Los esposos, desde el inicio, tienen que fomentar la unidad, a pesar de algunas
diferencias, y caminar juntos hacia Dios.

Por: Mons. José Rafael Palma Capetillo | Fuente: Semanario Alégrate

La Iglesia tiene la puerta siempre abierta para dar la bienvenida a los católicos
que quieran unirse en el lazo indisoluble del matrimonio. Cuando se da la
opción de casarse con personas que profesan otra religión, también la puerta
se mantiene abierta para crear el mismo vínculo entre el hombre y la mujer, que
prometen amarse y respetarse para toda la vida. Observemos con atención lo
que nos recuerda al respecto el Catecismo.

En numerosos países, la situación del matrimonio mixto (entre católico y


bautizado no católico) se presenta con bastante frecuencia. Exige una atención
particular de los cónyuges y de los pastores. El caso de matrimonios con
disparidad de culto (entre católico y no bautizado) exige una aún mayor
atención.

La diferencia de confesión entre los cónyuges no constituye un obstáculo


insuperable para el matrimonio, cuando llegan a poner en común lo que cada
uno de ellos ha recibido en su comunidad, y a aprender el uno del otro el modo
como cada uno vive su fidelidad a Cristo. Pero las dificultades de los
matrimonios mixtos no deben tampoco ser subestimadas. Se deben al hecho
de que la separación que existe entre los cristianos no se ha superado todavía.
Los esposos corren el peligro de vivir en el seno de su hogar el drama de la
desunión de los cristianos. La disparidad de culto puede agravar aún más estas
dificultades. Divergencias en la fe, en la concepción misma del matrimonio,
pero también mentalidades religiosas distintas pueden constituir una fuente de
tensiones en el matrimonio, principalmente a propósito de la educación de los
hijos. Una tentación que puede presentarse entonces es la indiferencia
religiosa, que puede llevar a alguno o ambos cónyuges al alejamiento de Dios.

Según el derecho vigente en la Iglesia latina, un matrimonio mixto necesita,


para su licitud, el permiso expreso de la autoridad eclesiástica. En caso de
disparidad de culto se requiere una dispensa expresa del impedimento para la
validez del matrimonio. Este permiso o esta dispensa supone que ambas partes
conozcan y no excluyan los fines y las propiedades esenciales del matrimonio;
además, que la parte católica confirme los compromisos – también
haciéndolos conocer a la parte no católica– de conservar la propia fe y de
asegurar el bautismo y la educación de los hijos en la Iglesia católica.
En muchas regiones, gracias al diálogo ecuménico, las comunidades cristianas
interesadas han podido llevar a cabo una pastoral común para los matrimonios
mixtos. Su objetivo es ayudar a estas parejas a vivir su situación particular a la
luz de la fe. Debe también ayudarles a superar las tensiones entre las
obligaciones de los cónyuges, el uno con el otro, y con sus comunidades
eclesiales. Debe alentar el desarrollo de lo que les es común en la fe, y el
respeto de lo que los separa.

En los matrimonios con disparidad de culto, el esposo católico tiene una tarea
particular: “Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la
mujer no creyente queda santificada por el marido creyente” (1Cor 7,14). Es un
grande gozo para el cónyuge cristiano y para la Iglesia el que esta
“santificación” conduzca a la conversión libre del otro cónyuge a la fe cristiana
(cf 1Cor 7,16). El amor conyugal sincero, la práctica humilde y paciente de las
virtudes familiares, y la oración perseverante pueden preparar al cónyuge no
creyente a recibir la gracia de la conversión.

Siempre son más los aspectos que nos unen que los que nos hacen diferentes,
pero si nos detenemos demasiado en las diferencias nos peleamos y
separamos más. Los esposos, desde el inicio, tienen que fomentar la unidad, a
pesar de algunas diferencias, y caminar juntos hacia Dios.

Texto basado en: Catecismo de la Iglesia Católica, 1633-1637. Código de


Derecho Canónico, cánones 1086.1124.1125.

Firmeza: “Es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en
la Iglesia católica […] y otra no bautizada” (Código de Derecho Canónico, canon 1086, §
1). Es lo que se llama matrimonio con disparidad de culto entre los contrayentes. Por lo
tanto, ¡el proyectado matrimonio de su sobrina es, en principio, inválido!

Pero la Iglesia es madre, tiene sentido común y sabe que estos matrimonios ocurren.
Entonces estableció normas sabias para que tales matrimonios puedan ser reconocidos y
tengan validez. Y esto viene dispuesto en el párrafo siguiente (§ 2) del mismo canon
1086: “No se dispense de este impedimento si no se cumplen las condiciones indicadas en
los cánones 1125 y 1126”.
Esta dispensa puede ser concedida por el Ordinario del lugar, es decir, normalmente el
obispo.

¿Cuáles son las condiciones indicadas en los cánones 1125 y 1126? Veamos:

Canon 1125: “Si hay una causa justa y razonable, el Ordinario del lugar puede conceder
esta licencia; pero no debe otorgarla si no se cumplen las condiciones que siguen:

1ª que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse
de la fe, y prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se
bautice y se eduque en la Iglesia católica;

2ª que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la
parte católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la
obligación de la parte católica;

3ª que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del
matrimonio, que no pueden ser excluidos por ninguno de los dos”.

El canon 1126 atribuye a la Conferencia Episcopal del país fijar el modo por el cual estas
declaraciones y compromisos deben ser hechos, de manera que consten con certeza para
ambas partes y para el fuero externo.

Así, su sobrina debe acudir al obispo del lugar y, asumidos los compromisos indicados,
solicitarle la necesaria dispensa, para que su matrimonio con un protestante pueda realizarse
de modo válido.

Forma canónica de celebración del


matrimonio
Obtenida la dispensa para el matrimonio con disparidad de culto, es necesario además que
éste se realice con la asistencia de un ministro de la Iglesia (obispo, sacerdote o diácono) y
en presencia de dos testigos (canon 1108); en una iglesia parroquial o —con dispensa del
Ordinario— en otra iglesia u oratorio (canon 1118); y con la observancia de los ritos
prescritos en los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia (canon 1119). Por brevedad,
mencionamos aquí apenas los cánones principales que describen la forma canónica de
celebración del matrimonio.

Y el Código de Derecho Canónico deja en claro que la forma canónica, así sumariamente
descrita, se aplica al caso que estamos estudiando: Canon 1117: “La forma arriba
establecida se ha de observar si al menos uno de los contrayentes fue bautizado en la
Iglesia católica […], sin perjuicio de lo establecido en el canon 1127 § 2”.

No obstante, antes que veamos cuáles son las prescripciones del canon 1127, conviene
explicar que él se aplica, en primer lugar, a lo que el Código llama de matrimonio mixto, es
decir, al realizado entre dos personas bautizadas, una de las cuales posteriormente adhirió a
una iglesia que no está en comunión con la Iglesia católica. Pero, en seguida, el canon 1129
advierte que “las prescripciones de los cánones 1127 y 1128 se aplican también a los
matrimonios para los que obsta el impedimento de disparidad de cultos, del que trata el
canon 1086 § 1”, sobre los cuales estamos tratando en este artículo.

Como explicamos en un comienzo, el matrimonio con disparidad de culto es el que se da


cuando uno de los contrayentes fue bautizado en la Iglesia católica y el otro no fue
bautizado en iglesia alguna. Estamos suponiendo que éste sea el caso del evangélico al que
se refiere la pregunta — hecho a confirmar. En efecto, si él hubiera recibido válidamente el
bautismo —lo que la Iglesia admite que puede ocurrir incluso en algunas sectas protestantes
— el matrimonio también sería válido, no obstante ilícito sin la competente dispensa,
conforme los cánones 1124 y 1125 del actual Código de Derecho Canónico. Dispositivos
análogos ya existían en el Código anterior, de 1917.

Para entender mejor la dispensa canónica


Veamos ahora el canon 1127, que es la clave para comprender la dispensa de la forma
canónica que puede darse, tanto en el caso del matrimonio mixto como en el de disparidad
de culto. Como nos interesa apenas este último caso, omitimos por brevedad el § 1, y
pasamos directamente a los §§ 2 y 3 (aplicables a ambos casos):

Canon 1127, § 2: “Si hay graves dificultades para observar la forma canónica, el
Ordinario del lugar de la parte católica tiene derecho a dispensar de ella en cada caso,
pero consultando al Ordinario del lugar en que se celebra el matrimonio y
permaneciendo para la validez la exigencia de alguna forma pública de
celebración […]”.

Los comentaristas mencionan, entre las graves dificultades que pueden dar origen a la
dispensa de la forma canónica, hechos como la oposición irreductible de la parte no
católica; un grave conflicto de conciencia de los contrayentes, insoluble por otra forma; y
otras complicaciones del género.

La consulta al Ordinario del lugar en que el matrimonio será celebrado es importante,


porque este puede conocer más fácilmente si la celebración del matrimonio en forma no
E
canónica acarrea algún peligro de escándalo u otros inconvenientes que se deben evitar.
l

Pasemos al canon 1127, § 3: “Se prohíbe que, antes o después de la celebración canónica C
a tenor del § 1, haya otra celebración religiosa del mismo matrimonio para prestar o ó
d
renovar el consentimiento matrimonial; asimismo, no debe hacerse una celebración i
religiosa en la cual, juntos el asistente católico y el ministro no católico y realizando g
o
cada uno de ellos su propio rito, pidan el consentimiento de los contrayentes”.
d
Según los comentaristas de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia e
de Salamanca, este § 3 “prohíbe la denominada celebración ecuménica del matrimonio:
D
la simultaneidad del asistente católico y del ministro no católico, en que ambos piden el e
consentimiento matrimonial de las partes, cada uno en su rito; prohíbe además la r
e
celebración anterior o posterior de una ceremonia religiosa del mismo matrimonio para c
prestar o renovar el consentimiento matrimonial” (Código de Derecho Canónico — h
o
Edición bilingüe comentada, BAC, Madrid, 1983, p. 549).
C
Como el consultante puede ver, su sobrina se encuentra en una situación delicada. Por lo a
tanto, usted hace bien en aclarar las condiciones en que se realizará el matrimonio antes n
ó
de aceptar su participación en él, junto con su esposa, como padrinos de la ceremonia n
civil. Sin las debidas dispensas, será un matrimonio inválido, y su participación en él, i
c
ilícita.
o

Pero si su sobrina lo estima al punto de pedirle que sea su padrino, usted está en “
condiciones de orientarla para proceder en todo de acuerdo con los cánones arriba p
r
transcritos y explicados. Sobre todo podrá animarla a tomar las promesas y los o
h
í
b
e
compromisos especificados en el canon 1125 muy en serio: no colocar la propia fe en riesgo
y velar por la transmisión de la fe católica a sus hijos.

Si lo hiciera con dedicación y corazón recto, pidiendo en la oración el auxilio divino —


particularmente por medio de la Santísima Virgen, Medianera de todas las gracias— ese
matrimonio podrá tener un desenlace feliz. El ejemplo que ella dé, de esposa fiel a Dios y
fiel al marido, ciertamente será un poderoso factor para abrir el corazón del cónyuge a los
esplendores de la verdad católica. 

También podría gustarte