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Teju Jagua: fue el primer hijo de Tau y Kerana, éstos según la leyenda eran espíritus
maléficos, tiene forma de lagarto y posee siete cabezas de perro, nació de esa manera
porque fue maldecido por Arasy, es considerado el dominador de las cavernas y
protector de las frutas.
Mbói Tu’i: fue el segundo hijo deTau y Kerana, con cuerpo de serpiente y un pico de
loro, fue considerado el Dios de los anfibios, del rocio y de la humedad.
Moñai: fue el tercer hijo de Tau y Kerana, protector de los robos y las picardías, fue
incinerado junto a sus seis hermanos maléficos en Yaguarón.
Jasy Jatere: es un hombrecito bajo de cabellos rubios, se pasea todas las siestas con su
varita mágica, es famoso por hacer que aquel que lo ve desaparezca y lo lleva a su
hermano Ao ao que es canibal.
Leyendas
Yerba Mate
Cerca de los Saltos del Guairá, vivía un señor con
su esposa y su hija. La muchacha era muy buena y
hermosa.
Un día llegó al rancho una persona de aspecto
agradable. Con buenas palabras pidió al dueño de
casa que le cediera permiso pasar la noche con
ellos, había caminado mucho y estaba cansado. Prometió que al día siguiente, al salir el
sol, iba a seguir su camino.
El dueño de casa aceptó y lo atendió como un miembro más de la familia. Cuando
amaneció, el forastero tomó sus cosas para seguir su camino, pero antes de irse dijo al
dueño de casa que él era un enviado del cielo, que había venido a la tierra para premiar
a los buenos.
Afirmó que sabía que la familia era de escasos recursos y agradeció que de igual manera
le dieran de cenar la única gallina que tenían y una cama, esto no lo haría cualquier
persona, sólo los de buen corazón.
Como premio a su amabilidad, hizo que su hija no muriera jamás, la convirtió en una
planta. Dijo que los hombres cortarían sus ramas y le arrancarían las hojas, pero que ella
volvería a brotar más frondosa y bella.
El viajero se despidió y siguió su camino. Fue hacia el lado del alba, caminando de la
mano de Dios.
Desde aquel día, las ramas y las hojas cortadas de la yerba mate son tostadas y molidas
para que después sean utilizadas como bebida estimulante en el mate y tereré.
Karãu
Según la leyenda, Karãu fue un joven que, en una
noche en que su madre estaba muy enferma, éste
salió a buscar remedios para ella. Pero en el
camino encontró una fiesta y allí se quedó a bailar
con la señorita más hermosa de la noche,
prometiéndose que sólo se quedaría un momento.
A la medianoche, cuando la diversión empezaba a
aumentar, se le acercó un amigo que muy serio le
empezó a hablar. Le dijo que deje de bailar, que traía la noticia de que su madre había
muerto. El joven, como si no le importara lo que había escuchado, pidió que siguiera
sonando la música, pues seguiría bailando, y dijo a su amigo que el que murió ya murió
y el que está vivo sigue vivo, y que habría tiempo para llorar.
Ya por la madrugada, el joven preguntó a su dama dónde quedaba su casa, a lo que la
mujer le respondió que su casa quedaba al lado de su baño, pero que podría ir a visitarla
los días en que extrañe a su madre. Luego de escuchar estas palabras, el joven se dio
cuenta de lo que había hecho y se arrepintió. Salió del lugar llorando amargamente,
repitiendo que su madre ya se murió.
Dijo que desde ahora vagaría sin rumbo por los esteros y en esos lugares se vestiría por
siempre como perro. Por haber sido un mal hijo, Tupã lo castigó y lo convirtió en un
pájaro negro y estaría condenado a llorar todos los días
Leyenda del Ñanduti
Cuenta la leyenda que existía una mujer morena, muy
bella y amable llamada Samimbi. Dos hombres, bravos
guerreros guaraníes, luchaban por su amor. Uno de los
jóvenes se llamaba Jasyñemoñare (hijo de la Luna) y el
otro Ñanduguasu (avestruz).
En ese momento también pasó por allí Ñanduguasu que, al ver aquel tejido tan hermoso,
se puso furioso por los celos al saber que su enemigo lo conseguiría antes que él. Sin
pensarlo dos veces, le disparó una flecha. Jasymoñare cayó y murió en el acto.
Entonces, rápidamente Ñanduguasu trepó al árbol, pero cuando quiso tomarlo, solo
quedó en sus dedos el tejido que se desgarró al instante, comprobando que se trataba de
una tela de araña.
El remordimiento persiguió por varios meses a Ñanduguasu hasta que, un día, su madre
logró sacarle el terrible secreto. La mujer pidió entonces a su hijo que la llevase hasta
aquel árbol. Así lo hizo Ñanduguasu y, cuando ambos llegaron hasta el lugar, vieron
con sorpresa que en ese mismo sitio se encontraba un tejido idéntico al anterior.