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INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA. CICLO LECTIVO 2020.

FACULTAD DE HUMANIDADES. UNMdP.


Documento de cátedra: Brevísima introducción a los rasgos fundamentales del
Formalismo ruso.
Para tener en cuenta: La lectura de este documento puede ser útil para la
comprensión de los artículos de lectura obligatoria, pero de ningún modo los reemplaza.

FORMALISMO RUSO

El Formalismo surgió a partir de dos grupos diferenciados: el Círculo


Lingüístico de Moscú, fundado en 1915, y el OPOJAZ (o Sociedad para el Estudio de la
Lengua Poética) que funcionaba en San Petersburgo desde 1916 hasta su disolución en
1925 aproximadamente. El primero, liderado por Roman Jakobson (1896-1982), realizó
estudios sobre la lengua poética y métrica; el grupo se vio desarticulado en 1927, año en
que algunos de sus integrantes se trasladan a Praga dadas las condiciones de precariedad
en las que trabajaban bajo el régimen stalinista. El OPOJAZ estaba constituido por
profesionales del lenguaje y teóricos como Viktor Shklovski (1893-1984) o Boris
Eichenbaum (1886-1959).

“El formalismo ruso [...] trata de constituir la literatura en el objeto de


conocimiento específico de una determinada disciplina científica, una poética formal,
que, desde principios metodológicos propios, dé cuenta de las cualidades estéticas
esenciales de la obra literaria. Desde este punto de vista, consideran que la literariedad
(„literaturnost‟) constituye el objeto principal de estudio de la ciencia literaria, al ser lo
que confiere de forma específica a una obra su calidad literaria, lo que constituye el
conjunto de los rasgos distintivos del objeto literario.” Jesús G. Maestro Introducción a
la teoría de la literatura. En otros términos, los formalistas buscan y reconocen leyes
generales de comportamiento, de funcionamiento y “principios teóricos sugeridos por el
estudio de una materia concreta y de sus particularidades específicas” (Eichenbaum 21).
El formalismo supuso una revitalización de la Poética y la Retórica de la
tradición clásica en la medida en que su enfoque del texto literario evidencia un interés
por las cuestiones formales, es decir, materiales y compositivas de la obra.
El punto de partida del formalismo supone, según Roman Jakobson (1921), una
reacción, una ruptura con la historia de la literatura precedente, en la que los
historiadores “se servían de todo: vida personal, psicología, política, filosofía. En lugar
de una ciencia de la literatura, se creaba un conglomerado de investigaciones
artesanales […] Si los estudios literarios quieren convertirse en ciencia, deben
reconocer el procedimiento como su „personaje‟ único.” (Jakobson, Questions de
poétique) Lo que demuestra claramente esta cita de Jakobson es que los formalistas se
interesaron no tanto por los contenidos históricos, filosóficos, biográficos o psicológicos
de los textos literarios, sino más bien por los aspectos formales, por los procedimientos.
Por ejemplo:
Consideremos “El gato negro”, el célebre cuento de Edgar Allan Poe. Podemos
referirnos a sus temas, a la visión del mundo que expresa el narrador en el relato, a los
aspectos sociales y económicos que se pueden detectar en el cuento, a las cuestiones
filosóficas que se plantean... y todo eso está en el texto, desde luego. Pero los
formalistas van a prestar atención no tanto a esas cuestiones, sino a los aspectos
compositivos o “formales” del texto, como: (1) El punto de vista del narrador en
primera persona (narrador personaje) es un procedimiento que determina efectos de
sentido. No es lo mismo un cuento narrado en primera persona que en tercera. Cambia
la distancia del hablante respecto de los hechos narrados, y en consecuencia la
percepción que el lector tiene de ellos. (2) El tratamiento del tiempo narrativo. Si
leemos con atención, el texto no ordena cronológicamente los hechos, sino que empieza
por el último tramo de la acción: desde el presente de su estado actual, el protagonista
narra en primera persona narra lo sucedido con anterioridad a ese presente, es lo que
llamamos un tiempo narrativo quebrado. (3) El tono confesional de ese relato en
primera persona, que se dirige a un interlocutor (mudo en este caso), que puede ser el
tribunal que lo ha juzgado, o bien alguien ante quien el narrador se quiere justificar, o
bien el lector. Estos aspectos (y muchos otros que no estamos enumerando aquí) son de
orden formal, compositivo, y no temático-argumental, ni filosófico, ni biográfico.
Del mismo modo en poesía el formalismo le presta mucha atención a la fluidez
del habla, a los aspectos sonoros y rítmicos del poema como vehículos de significación.
Esos aspectos materiales del texto poético serán el objeto central de su observación
crítica.

ETAPAS Y FIGURAS MÁS DESTACAS DEL FORMALISMO RUSO

Primera etapa formalista. (1915-1921)


Los documentos más importantes de esta etapa son:
-Estudios sobre la teoría del lenguaje poético, que son colecciones de artículos,
una de 1916 y otra, ampliada, de 1917.
-Poética (1919), grupo de artículos que incluye, por ejemplo, trabajos de Boris
Eichenbaum, y “El arte como artificio” o “El arte como procedimiento”, según las
traducciones, de Viktor Shklovski (1917), verdadero manifiesto de la estética del
formalismo, donde se explica que la imagen poética no hace más asequible la realidad,
sino al contrario. La finalidad del arte es “dar una sensación del objeto como visión y no
como reconocimiento; el procedimiento del arte es el proceso de singularización de los
objetos y el procedimiento que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la
dificultad y la duración de la percepción. El acto de percepción en arte es un fin en sí y
debe ser prolongado.” (en Teoría de la literatura de los formalistas rusos, T. Todorov,
1965)
-La nueva poesía rusa, de Roman Jakobson, (1921) (autor que estará unido al
formalismo ruso, al Círculo Lingüístico de Praga y al estructuralismo de los años 60),
en el que expone con claridad el ideal del formalismo: “el objeto de la ciencia literaria
no es la literatura, sino la literariedad (“literaturnost”)”.
En esta primera etapa es clave el término „literariedad‟, porque la proclaman el
objeto específico del estudio de la Literatura. La „literariedad‟, es decir, la especificidad
formal del lenguaje literario, y no la Literatura como tal en conjunto, era para los
formalistas el objeto de sus investigaciones y análisis críticos y teóricos.

Segunda etapa formalista (1921-1927).


La etapa de desarrollo de la escuela formalista supone una ampliación de los
temas tratados, que pasan, de centrarse exclusivamente en el significante poético, a
consideraciones más amplias que tienen en cuenta la sintaxis y la semántica. Además, se
perfilan los primeros enfoques sistémicos en su interés por la historia de la literatura,
considerando la obra en un contexto amplio, un “sistema” en el que cada procedimiento
tiene una función. En esta etapa es clave la figura de Iuri Tinianov quien recoge la
crítica tanto del trotskysmo como de la escuela de Praga y asume que la serie literaria
está en relación dialéctica con la serie social y con la serie histórica. Por esa interacción
dialéctica, la literatura tiene, además de “forma” (aspecto central en los estudios de la
primera etapa), una función que la liga al contexto histórico y social.
Por ejemplo: Tinianov entiende que la epopeya es un género caído (en tanto no
se produce más allá del siglo XI, en los casos más tardíos) porque ha dejado de cumplir
la función de conservación de las tradiciones históricas (épicas) de una comunidad. Y
esa pérdida de su función histórica y social lo convierte en un género caído, o muerto.
Para pensar este mismo cambio en términos contemporáneos, pensemos el caso del
periodismo literario. En los años 50 del siglo XX surge este nuevo género que combina
de manera inédita la literatura y el periodismo, o bien podemos decir la literatura y los
relatos no ficcionales o “verídicos” (Truman Capote en EE.UU. y Rodolfo Walsh en
Argentina son considerados como los creadores del género). Aquí tenemos la creación
de un género nuevo, ligado a una nueva función social “que no tenía forma”, diría Iuri
Tinianov.
La teoría del “método formal”, escrito por Boris Eichenbaum (1925)
constituye un estudio en el que uno de sus más destacados representantes elabora una
verdadera “memoria y balance” de lo que ha significado esta escuela. Para Eichenbaum,
el Formalismo permitió un salto cualitativo en los estudios literarios, al enfocar su
interés en los aspectos materiales y compositivos de la obra literaria, aspecto que había
quedado relegado durante la mayor parte del siglo XIX.

Etapa final (1927-1930)


Los formalistas son conscientes de la necesidad de atender al aspecto exterior de
la obra artística, lo que se refleja en la orientación social de Literatura y hábitos
literarios de Eichenbaum y el ya mencionado “Sobre la evolución literaria” de
Tinianov (ambos trabajos publicados en 1927); se intenta una concepción más dinámica
de la literatura, que no puede ser independiente de su contexto. Tinianov, quien habla
del “hecho literario vivo”, explica que el conjunto de las obras literarias, y la propia
literatura, pueden calificarse como sistemas cada vez más complejos (porque cada obra
literaria es un sistema dentro de un sistema más amplio), teniendo en cuenta la serie
social, la serie histórica y la serie lingüística.
Tinianov y Jakobson exponen su definición funcional de literatura y la
necesidad de una perspectiva diacrónica en 1928 (Los problemas del estudio de la
literatura y la lengua), y Vladimir Propp escribe su Morfología del cuento también en
1928.
En 1930, V. Shklovski firma la disolución del grupo, pese a ello sus ideas se
vieron recogidas y continuadas. Además, algunos de sus integrantes, tras la muerte de
Stalin, publicarán nuevos trabajos sobre ficción narrativa, versificación, poética o
estilística.

Difusión en las décadas del 50 y 60 del siglo XX


Victor Erlich difundirá las teorías del grupo en 1955 y Tzvetan Todorov
realizará en 1965 la célebre compilación Teoría de la literatura de los formalistas
rusos, cuya traducción a todas las lenguas occidentales hizo conocer el Formalismo ruso
en Europa y América.

TEMAS PRINCIPALES

LA CIENCIA DE LA LITERATURA. El principal problema para los


formalistas, expuesto por Eichembaum en 1925, es la propia literatura como objeto de
estudio, su carácter intrínseco, porque la ciencia de la literatura tiene que llegar al
conocimiento de las particularidades específicas de los objetos literarios. Esto les lleva a
preocuparse por la creación de una teoría de la literatura; así, en palabras de Jakobson,
“el objeto de la ciencia de la literatura no es la literatura, sino la literariedad, es decir,
lo que hace de una obra concreta una obra literaria” (Questions de poétique, 1973).
Dicha “literariedad” se concreta a través de procedimientos literarios, que se justifican
por cumplir una función. Para hacer ciencia literaria hay que fijarse en los rasgos
formales que llevan a descubrir las cualidades intrínsecas de dichos materiales, hay que
enfrentarlos con materiales que no puedan considerarse literarios pero que tengan en
común con la literatura el lenguaje.

LENGUA LITERARIA vs LENGUA COMÚN. La comparación más obvia


será con el lenguaje cotidiano, lo que orienta a los formalistas hacia la Lingüística para
comparar la lengua en su funcionamiento literario y en su uso común. La finalidad del
lenguaje será distinta cuando es usado poéticamente: si en el uso cotidiano la lengua
tiene una función práctica y comunicativa, en su uso poético la comunicación no es la
principal finalidad: los propios sonidos pueden tener una función autónoma, no
vinculada al significado como lo entendemos en la comunicación social. (Es la línea de
los poetas futuristas rusos que buscaban una poesía donde la palabra fuera
autosuficiente, la “poesía transmental” o “transracional”). Esta concepción del lenguaje
poético llevó a los formalistas rusos a desarrollar, en su primera etapa, una
preocupación por el sonido y la grafía, con los problemas del metro y el verso. Como
consecuencia, acabaron con la dicotomía entre el fondo y la forma, puesto que el
sentido, cuando existe, es efecto de la forma, y la forma ya no es un “simple recipiente”
del sentido. El término “forma” será sustituido por el de “estructura”.
“Sobre las diferencias entre lenguaje poético y lenguaje estándar, V. Shklovski,
en su artículo de 1917 sobre “El arte como artificio”, insiste constantemente en el
concepto de automatización, al advertir que “si examinamos las leyes generales de la
percepción, vemos que una vez que las acciones llegan a ser habituales se transforman
en automáticas”.
En el mismo sentido se manifiesta B. Eichenbaum, si bien desde presupuestos
semánticos, al afirmar que el lenguaje poético modifica la dimensión semántica de la
palabra, pues deja de ser comprendida en sus sentidos referenciales para adquirir un
valor semántico válidamente operativo en los límites del discurso literario, determinado
por su ambigüedad y polivalencia significativa.

LA DESAUTOMATIZACIÓN. Los formalistas postulan una concepción


estética cuyo principio básico es el de la desautomatización de la percepción: el receptor
de la obra de arte debe percibirla deteniéndose en su materialidad formal, con atención
en el proceso mismo de la impresión que provoca el lenguaje poético.
En los análisis de los formalistas, el enunciado literario logra, merced a la
peculiar tensión de las formas del texto, desautomatizar el valor de sugerencia del
constituyente verbal desgastado por el hábito en su empleo práctico cotidiano. De esa
manera el artificio formal aparece como la garantía más elocuente del arte literario en
la famosa fórmula de Shklovski del arte como procedimiento o artificio (“priem”).
(Crítica Literaria, García Berrio y Hernández Fernández, p. 60.)
Ya Shklovski en 1917 había manifestado su oposición al concepto del lingüista
Alexander Potebnia (1835-1891) de que la imagen poética hace más asequible la
realidad y es un medio para “agrupar” los objetos y así hacerlos más aptos al
entendimiento. Al contrario, para el formalista la imagen poética sirve al poeta como
medio para singularizar y hacer extraño el objeto al que se refiere. Esta singularización
y “desfamiliarización”, este extrañamiento (Ostranenie) hace que el receptor se fije en
lo que dice y en cómo lo dice y, por tanto, provoca la desautomatización, crea una
impresión máxima, mediante procedimientos como la metáfora, la comparación, el
paralelismo, la hipérbole… Al reforzar la sensación, se combate el automatismo de la
percepción, que es el enemigo del arte.
Jakobson también ve los procedimientos literarios como medio para hacer más
sensible al objeto. (“Los tropos nos vuelven el objeto más sensible y nos ayudan a
verlo”, en Sobre el realismo artístico, 1921).

DINAMISMO DE LOS GÉNEROS LITERARIOS. Los formalistas, como


fundadores de la teoría de la literatura, fueron los primeros en desarrollar una teoría de
los géneros literarios con una perspectiva “teórico-literaria”, abandonando las teorías
psicologistas o metafísicas previas y acercándose más a perspectivas formales y
constructivistas. Enfocan el problema como la posibilidad de agrupar las obras de
acuerdo con la utilización de ciertos procedimientos, y dividen los géneros en dos
campos: el verso y la prosa. En un segundo momento de su desarrollo, comprenden la
necesidad de vincular la literatura con las “series vecinas” (la historia, la sociedad, el
lenguaje) y adoptan una mirada diacrónica que les permite estudiar la literatura en su
evolución, a partir de sus aspectos constructivos. En cualquier caso, ninguna
clasificación de los géneros literarios puede ser cerrada ni válida para todas las épocas
(puesto que la función de un procedimiento -y por lo tanto de los géneros- cambia en el
tiempo). Tinianov habla de “género variable” según el sistema con el que se relacione,
porque los rasgos del género cambian, y, en la misma línea, Eichembaum señala que
un género elevado puede degenerar hacia lo cómico o lo paródico.

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