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ISFD N° 64 “Paulo Freire”, América – Buenos Aires

Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y Literatura


Teoría Literaria II
Docente: Pedro Galmes
Alumna: Luciana Garrone

Informe de lectura sobre “Capítulo XIII: El Formalismo ruso” de Vítor


Manuel Aguiar e Silva.
Desde comienzos del siglo XX se introdujo un cambio profundo en los estudios
literarios en Rusia entre los años 1914 y 1930. La denominada escuela del Formalismo
ruso iniciaba sus postulados entorno al análisis del lenguaje.
Los formalistas pusieron el foco de los estudios literarios en aquello que bautizaron
“literariedad”, y cuya primera función estratégica (y definitiva en el plano teórico y
metodológico) fue hacer retroceder las nociones de sujeto, época y geografía a las que
los fenómenos estéticos se encontraban subordinados a la hora de su análisis y
valoración.
La propuesta del presente informe es destacar la continuidad del fenómeno literario
formalista, su línea de pensamiento y hacer hincapié sobre el hecho de que el
formalismo ruso tuvo su razón de ser y extrajo todo su vigor de un constante debate
con otras voces y a partir de allí construir nuevos conceptos. El formalismo ruso, al fin
y al cabo, venía a refutar la metodología pasada con su tarea de definir los caracteres
específicos del hecho literario.
Seguiremos los lineamientos desarrollados por el filólogo y profesor Vítor Manuel
Aguiar e Silva en el capítulo XIII de su obra Teoría de la Literatura publicada en el año
1972; titulado “El formalismo ruso”. La finalidad será desarrollar, entonces, los cuatro
ejes o apartados pertenecientes al capítulo; y trazar un recorrido de los contenidos
llevados a cabo por formalistas como V iktor Shklovsky, Boris Eichenbaum, Roman
Jakobson, entre otros.

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Hacia una delimitación del objeto de estudio
En Rusia los estudios literarios de principios de siglo XX se lanzan a una nueva
metodología artística que cuestiona los conceptos disponibles en ese momento. En el
año 1917 la fundación de un círculo de estudios de la poesía, bajo la sigla de OPOIAZ
integrado por estudiantes de literatura, entre ellos Viktor Schklovsky y Boris
Eichenbaum, estaban interesados y unidos por la insatisfacción con la forma que se
estudiaba la literatura y por los movimientos de vanguardia, especialmente el
futurismo. Mientras tanto algunos estudiantes de lingüística, como Roman Jakobson,
se habían agrupado para fundar el Círculo Lingüístico de Moscú y también proponían
desarrollar estudios de lingüística y de poética. La teoría comenzó a desarrollarse,
entonces, a partir de los encuentros, discusiones y publicaciones de estos dos
pequeños grupos de estudiosos: la OPOIAZ (Sociedad para el Estudio del Lenguaje
Poético) y el Círculo Lingüístico de Moscú. El término “Formalismo” fue acuñado por
los detractores del movimiento.
Una vez finalizada la guerra civil en la Rusia soviética, la literatura se desarrolla en un
contexto de cuestionamiento radical de todas las instituciones, incluidas las artísticas.
La expansión de una teoría literaria renovada y con afán de rigor a lo largo del siglo XX,
en el seno del conjunto de unas ciencias sociales en transformación, atacaba con
fuerza las ideas predominantes del momento y se levantaba el combate contra la
“ideología de la expresión” como uno de los puntos centrales de su programa de
investigación.
Siguiendo esta indicación, sería interesante contextualizar y caracterizar las diferentes
apropiaciones que especifica el formalismo.
En el capítulo XIII “El formalismo ruso”[ CITATION Agu \l 11274 ] recupera y expone las
ideas que sostenían los críticos formalistas. Es importante destacar que todos los
autores mencionados forman parte de un círculo común, de una forma de
pensamiento singular, esto no significa que todos piensen igual, pero están en un
mismo círculo intelectual. Por lo cual implica que entre ellos tienen cosas en común y
cada uno aporta cosas diferentes.
Los postulados que necesita la corriente formalista hacer propia, como objeto de
estudio, es la de comparar la serie literaria con otra serie de hechos que tenga relación
pero que el producto, función, sea diferente. En consecuencia, el lenguaje a confrontar
se daba entre el poético y cotidiano. En otras palabras, los formalistas vieron al
lenguaje literario como un conjunto de desviaciones de una norma, como una especie
de violencia lingüística: la literatura es una clase “especial” de lenguaje que contrasta
con el habla “ordinaria”, espontánea, que generalmente empleamos. Aquellos
estudiosos no se habían puesto a definir “literatura” sino lo “literario”. Es decir,
Jakobson, Tynianov, Schklovsky, revolucionaron el concepto de lo que era la crítica
literaria porque en lugar de estudiar la obra literaria por la psicología del autor, época,
tiempo e historia, se dedicaron a analizar las obras estrictamente en lo que tenían sus

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componentes interiores, es decir la forma, cómo funcionaban cada uno de los
elementos que la constituían.
El “método formal”
En el célebre artículo del ruso Roman Jakobson “Lingüística y Poética” [ CITATION
Jak60 \l 11274 ] el autor traza el mapa de las funciones del lenguaje. Su objetivo era
liberar a la función poética (aquella que coloca en el primer plano el predominio de las
estructuras del propio mensaje) de las funciones expresiva y referencial
(correspondientes a los componentes comunicativos del emisor y el referente o
mundo, respectivamente). Es decir que, se establece el origen de la “literariedad” en la
distinción del lenguaje poético y el lenguaje informativo y emotivo.
En relación con las ideas expuestas por Jakobson, Boris Eichembaum señala que, en el
lenguaje poético, la palabra se traslada un nuevo plano semántico porque “abandona”
el campo de la lengua general para ser entendido con la lengua poética. Así, el método
formal para Eichembaum era traducido por procedimientos morfológicos para
diferenciarlo de análisis con criterios psicológicos y sociológicos, en los cuales el objeto
de estudio no es la obra en sí misma sino lo que se refleja en la obra, según el crítico.
Cabe destacar, además, que la carga emotiva, cognoscitiva o de otra naturaleza se
encarnan en una forma y no pueden ser analizados ni valorados más que por medio de
la materialización artística.
El aspecto anterior trae a colación la tradicional dicotomía fondo-forma que el
formalismo rechaza tajantemente puesto que la forma incluye un concepto externo,
un “envase” o recipiente donde se incluye el contenido. Por el contrario, los
formalistas invierten ese concepto estático, “formativo” por uno más dinámico, “cuyos
elementos no están ligados por un signo de igualdad y de adición, sino por un signo
dinámico de correlación y de integración” 1. En otros términos, podían pensar que si
existía una nueva forma, consecuentemente había también un nuevo contenido; la
forma, por lo tanto, condiciona el contenido.
Los formalistas, como los poetas futuristas, sostenían la
efectividad de una poesía trans-racional, es decir,
realizada con significantes privados de contenido
significativo. Para lo cual Victor Shklovsky en su ensayo El
arte como proceso (1916) pone en el foco de la opinión
que la imagen es uno de los muchos recursos artísticos
que un escritor lleva a cabo junto con la simetría, la
hipérbole, la reiteración, los tropos y que operan a modo
de traspaso de un objeto a una percepción nueva, y esta
modificación “seduce y fija la atención del lector”, señala
Aguiar E. Silva. Por lo tanto, Schklovsky postula que el arte
debe ‘desautomatizar’ la percepción y obligar a la mente a Viktor Schklovsky (1893 – 1984)

1
[CITATION Agu \p 406 \l 11274 ]

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realizar una reconstrucción de una unidad nueva a partir de elementos que en
principio parecen desunidos.
En primer lugar, los formalistas se interesaron por los problemas fono-estilísticos, el
ritmo, la relación del ritmo con la sintaxis, los esquemas métricos 2. Posteriormente
superaron ese nivel de análisis y se ubicaron en el plano semántico del lenguaje, sobre
las metáforas, imágenes y los procedimientos técnicos. Finalmente ahondaron en el
género narrativo y las técnicas de la prosa, aquí estudiaron las diferencias entre novela
y novela corta, la construcción de estas y el valor del factor tiempo en la estructuración
novelística. Dentro de la última categoría establecen una diferencia entre trama y
argumento, el primero asociado a los procedimientos artísticos para presentar a los
personajes, hechos, tiempo y espacio, que hacen a la complejidad de la obra; y el
segundo, por el contrario, es lo que podría resumirse en pocas palabras.
En este mismo punto3, el autor hace mención de los aportes realizados por Vladimir
Propp, folclorista interesado por el estudio de cuentos populares, y remarcar la tarea
que consistió en separar una tipología de una morfología: pese a la variedad de los
personajes que los cuentos populares poseen, de sus ambientes y de las
transformaciones de la trama, se pueden clasificar en pequeños números, tipos
fundamentales “que deben determinarse a partir de los elementos invariantes que
aparecen en los cuentos”[CITATION Agu \p 405 \l 11274 ]. Esto significa que existe un
encadenamiento en las acciones, elemento denominado invariante, que
posteriormente introduce otra invariante; es decir cada función es incluida por la
precedente, a la que cierra, e introduce a su vez la función que continúa. En su obra
Morfología del cuento (1928) establece 31 funciones básicas de los personajes, en las
cuales se engloban todas las manifestaciones concretas de los cuentos populares. Esto
quiere decir que las funciones de los personajes constituyen los elementos constantes
y constitutivos del cuento.
Sobre la evolución literaria4 y otros presupuestos teóricos
El apartado número 4 y último eje del capítulo dedicado al formalismo ruso, Aguiar e
Silva señalará algunas ideas que los formalistas Roman Jakobson y Yuri Tyniánov
elaboraron con mayor afinidad. Un aporte proporcionado por estos autores remite a
conceptos fundamentales para evolución literaria y tiene que ver con
la noción de sustitución de sistemas. La literatura y la obra literaria
constituyen un sistema donde cada elemento se relaciona con otros
elementos y luego con el sistema entero. Por lo tanto, es
imprescindible considerar el concepto de función, complejo y en
constante relación: simultáneamente con otros elementos similares
que integran otra obra; o que pertenecen a sistemas con distintas
series culturales, con elementos diferentes, literarios y no literarios,

2
La atención puesta en los elementos fono-estilísticos del verso tenían que ver con la importancia que
Roman Jakobson (1896 – 1982)
los futuristas concedían a los elementos puramente fónicos.
3
Referido al eje o apartado N° 3 del capítulo trece [ CITATION Agu \l 11274 ].
4
[ CITATION Tyn70 \l 11274 ]

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de otras obras5. Así pues, la obra literaria debe ser considerada mediante las relaciones
que establecen con todo el sistema literario y con otras series culturales; y no como
una entidad cerrada, es decir, insistir en que la literatura es un sistema dentro de un
sistema mayor.
Teniendo en cuenta los conceptos mencionados anteriormente, Tyniánov acentúa,
además, establecer relaciones de series con secuencias vecinas (de la vida social), dado
que el carácter específico de una evolución no coincide con el ritmo y la condición de
las series culturales sucesivas. Por ello el sistema, a diferencia del concepto “época
literaria”, organiza textos que no necesariamente son contemporáneos, pero que son
rescatados del pasado, o de otros sistemas, por su potencialidad para cambiar de
función. En consecuencia, Jakobson y Tyniánov rechazan viejos métodos y analizan los
problemas que la evolución literaria plantea con otras series históricas y por las
conexiones entre sincronía y diacronía. Es decir, reconocen la existencia de
correlaciones entre la historia literaria con otras series históricas regidas por un
conjunto de leyes estructurales que se necesitan conocer para entender el
funcionamiento consecutivo, correlativo.
A modo de cierre y conclusión, vale la pena subrayar cómo en las ideas de los
formalistas se encuentra la convicción de que el arte literario es un modo de conocer
la vida, la constitución y esencia de las obras. Los términos “bien escrito” o “bellas
letras” pueden pensarse o cuestionarse porque son ambiguos ya que denotan una
clase de composiciones generalmente apreciadas pero que no se comprometen a
opinar que es “bueno” tal o cual ejemplo en particular. No existe literatura tomada
como un conjunto de obras de valor asegurado e inalterable; por el contrario, la
literatura sufre una notoria inestabilidad. Percibir, además, cómo las sociedades
“reescriben”, así sea inconscientemente, todas las obras literarias que leen. Por
ejemplo, Homero no es idéntico al Homero de la Edad Media y “nuestro” Shakespeare
no es igual al de sus contemporáneos. Más bien se trata de eso, de períodos históricos
diferentes.
El formalismo recorre varios presupuestos teóricos desde el concepto de forma,
función, sistema y reflexionar que, con cada aporte, por ejemplo, el de
´desautomatización´ podemos entender que lo que provoca el lenguaje poético, es que
intensifica nuestra sensación de vida, nuestra experiencia, y percepción de los objetos.
De esta manera el tema de la forma no sería solamente una cuestión del lenguaje, sino
que supondría el vínculo del sujeto con las obras o implicaría al menos la aparición de
un nuevo fenómeno en la conciencia del sujeto. En resumen, el interés máximo radicó
en la búsqueda de leyes abstractas para la comprensión de los procesos productivos en
el seno de la literatura, para arribar a la “literaturidad” o “literariedad”, planteada al
comienzo por Jakobson.

5
La primera función es denominada autónoma mientras que la segunda sínoma; ésta última depende de
aquella.

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Bibliografía
Aguiar e Silva, V. M. (1972). El formalismo ruso. En V. M. Aguiar e Silva, Teoría de la Literatura
(pág. 396-412). Madrid: GREDOS

Referencias
Aguiar e Silva, V. M. (1972). El formalismo ruso. En V. M. Aguiar e Silva, Teoría de la Literatura
(pág. 405). Madrid: GREDOS.

Jakobson, R. (1960). Linguistica y Poética.

Schklovsky, V. (1916). El arte como proceso.

Tyniánov, Y. (1970). Sobre la evolución literaria. México: Siglo XXI.

Sobresaliente trabajo, Luciana.

Evaluación:
Criterio Desarrollo Rendimiento
Pensamiento crítico Respeta y comprende consignas. MS
Fundamenta sus respuestas. Sintetiza la
información correctamente.
Comunicación y expresión Produce textos coherentes, con MS
vocabulario acorde y prolijidad.
Aprendizaje autónomo Elabora trabajos originales y con estilo MS
propio
Resolución de problemas Las respuestas o las producciones de MS
textos concuerdan con el contenido
bibliográfico visto en clase.
Rendimiento Global La ponderación de todos los criterios MS
evaluados
Referencias: MS: Muy Satisfactorio/ S: Satisfactorio/R: Regular/ ER: En recuperación

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