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Autoestima: Autoestima es la 

valoración, percepción o juicio positivo o


negativo que una persona hace de sí misma en función de la evaluación de sus
pensamientos, sentimientos y experiencias.
Es un término de Psicología estudiado por diversos expertos en el área, sin
embargo, se utiliza en el habla cotidiana para referirse, de un modo general, al
valor que una persona se da a sí misma.

La autoestima está relacionada con la autoimagen, que es el concepto que se


tiene de uno propio, y con la autoaceptación, que se trata del reconocimiento
propio de las cualidades y los defectos.

La forma en que una persona se valora está influenciada en muchas ocasiones


por los agentes externos o el contexto en el que se encuentra el individuo, por ello
puede cambiar a lo largo del tiempo.

En este sentido, la autoestima puede aumentar o disminuir a partir de situaciones


emocionales, familiares, sociales o laborales, incluso, por nuestra autocrítica
positiva o negativa.

Vea también Psicología.

Tipos de autoestima
De un modo general, se puede hablar de dos tipos de autoestima, aunque no son
ideas excluyentes, ya que pueden referirse a distintos aspectos del ser humano.

Es decir, una persona puede tener, por ejemplo, una alta autoestima en términos
de capacidades intelectuales ʽsoy muy listo en matemáticasʼ, pero una baja
autoestima en otros ámbitos como, por ejemplo, ʽsoy muy torpe en los deportesʼ.

Alta autoestima
Las personas con una alta autoestima se caracterizan por tener mucha confianza
en sus capacidades. De este modo, pueden tomar decisiones, asumir riesgos y
enfrentarse a tareas con una alta expectativa de éxito, esto se debe a que se ven
a sí mismas de un modo positivo.

A medida que nuestra alta autoestima sea mayor nos sentiremos mejor
preparados, con mayor capacidad y disposición para realizar diversas actividades,
tendremos mayor entusiasmo y ganas de compartir con los demás.

Baja autoestima
Las personas con baja autoestima se pueden sentir inseguras, insatisfechas y
sensibles a las críticas. Otra característica de las personas con baja autoestima
puede ser la dificultad de mostrarse asertivas, es decir, de reclamar sus derechos
de una manera adecuada.
La baja autoestima puede derivar por diversas razones como, por ejemplo, la
valorización que hacemos hacia nosotros mismos, la opinión que tenemos de
nuestra personalidad, nuestras creencias, entre otros.

Del mismo modo, en ocasiones pueden tratar de agradar a los demás para recibir
un refuerzo positivo y, de esta manera, aumentar su autoestima.

Vea también Las 8 imágenes que mejor definen la autoestima.

Autoestima en la adolescencia
Durante la adolescencia es habitual que los jóvenes presenten problemas de
autoestima. Es un periodo de crecimiento y desarrollo personal en el que el grupo
de iguales, la familia y los medios de comunicación ejercen una fuerte influencia
en la valoración propia de cada individuo.

No se trata únicamente del valor que se le da a la apariencia física, sino también a


las propias capacidades y habilidades, como, por ejemplo, deportivas,
intelectuales, sociales, entre otras.

Las expectativas de los demás, las comparaciones y los referentes personales


pueden ejercer una fuerte presión y generar inseguridades en el adolescente en
esta época de cambios. La anorexia y la bulimia, por ejemplo, están relacionadas
con la imagen y al valor que una persona se da.

Autoestima y valoración
La autoestima se basa en el valor que una persona se otorga a sí misma, la cual
puede ser modificada a través del tiempo y requiere de un conocimiento adecuado
y aceptación personal.

Una motivación positiva al enfrentarse a una determinada tarea, haciendo hincapié


en las cualidades propias, aumenta las posibilidades de éxito y por lo tanto, la
autoestima.

El autoconcepto es un término muy utilizado en los diferentes tipos de psicología,


aunque ha sido muy desarrollado especialmente por la psicología humanista.

En resumidas cuentas, el autoconcepto es la imagen que uno tiene de sí mismo. Y


para llegar a esto se unen varios factores: la influencia que tienen los individuos
con los que una persona se relaciona habitualmente, y la manera en la que uno se
percibe atendiendo a sus rasgos de personalidad, y características propias. Todo
ello conforma el autoconcepto.
El autoconcepto nace con el ser humano, y de forma progresiva se va
desarrollando en función de las vivencias, así como de las situaciones que se van
dando de manera diaria.

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Además, se puede ir modificando en función de los acontecimientos que surjan. No


es algo inamovible, sino que depende de lo que va surgiendo en la vida de una
persona y del rol que desempeña.

¿De qué se compone el autoconcepto?


El autoconcepto tiene dos componentes fundamentalmente:

 Identidad personal: Aquí intervienen factores que se atribuyen al propio individuo como


son los rasgos de personalidad, sus gustos, su visión personal, pensamientos, ideas y
creencias.
 Identidad social: En este apartado intervienen elementos relacionados con el ámbito
social de una persona, pueden ser sus amistades, la familia, el tipo de religión al que
pertenece, las actividades que realiza en algún tipo de comunidad, o de ocio, la
universidad, o las relaciones de trabajo.

Ambos factores configuran el autoconcepto de una persona, y sirven para reforzar


su identidad.

¿Qué factores influyen en el autoconcepto?


Estos son los factores principales:

 Actitud: Es la manera en la que se reacciona ante una situación determinada. La forma en


la que se evalúa positiva, o negativamente algo en concreto. Esta evaluación hará que se
actúe acorde a la percepción que se tiene sobre ello. Por ejemplo, si alguien tiene un buen
autoconcepto de sí mismo en cuanto a que es un buen orador, y ha de dar un discurso,
seguramente no le genere ningún tipo de problema. Pero si por el contrario, una persona
es tímida, y su autoimagen en relación a esto es negativa, seguramente le cause cierto
malestar hacer algo así.
 Esquema corporal: La percepción que un individuo tiene sobre su propio cuerpo, y su
físico. El esquema corporal está muy influenciado por las modas que se den en ese
momento, por las relaciones sociales, y por los pensamientos que tiene uno sobre su
estado físico en general. Es la manera en la que se ve una persona, no como lo perciben
los demás.
 Valoración social: Todo aquello que conecta al ser humano con el resto, y la valoración
que hacen de él de forma externa. La manera en la que lo perciben, las relaciones que se
dan entre ellos, los reconocimientos que puede tener, las críticas, los halagos que puede
recibir, entre otros factores. Todo ello influye en el autoconcepto en gran medida.
 Aptitud: En el autoconcepto también influyen el tipo de capacidades que tiene una
persona para realizar algo en concreto. Aquello que se le da bien, o lo que no gestiona con
gran destreza.

Diferencia entre autoconcepto y autoestima


El autoconcepto, va ligado a la autoestima. Se diferencian en que esta última se
centra en la parte más emocional, es un elemento más subjetivo. En ella entran los
juicios sobre uno mismo, las valoraciones y una imagen enfocada al plano mental.
En contraste, el autoconcepto es una información más objetiva sobre como nos
vemos.

Hay que añadir también en última instancia, que el autoconcepto es cómo se ve


uno mismo, pero eso no significa que esa percepción propia sea igual a la que
tienen los demás. Por ejemplo, alguien puede considerarse tímido, pero realmente
su grupo de amigos, o compañeros de trabajo no lo percibe de la misma manera.

Es algo que se construye desde que nacemos y que se alimenta de nuestras

experiencias. Basá ndonos en ello dirigimos nuestra atenció n hacia nuestros

defectos o fortalezas. En este artículo te contamos má s sobre este concepto y sus

características. Ademá s, te proponemos 4 ideas clave para potenciarla.

Autoimagen: ¿qué es?


La autoimagen se define como ‘aquella imagen o representación mental que

tenemos de nosotros mismos’. Normalmente, es algo estable, aunque puede

cambiar ligeramente con el tiempo y las experiencias.


La autoimagen se configura a travé s de cómo nos vemos tanto a nivel físico (altura,

peso, color de pelo, etc.) como a nivel intelectual, social y personal. Esta

representació n mental influye en có mo nos tratamos, en nuestra autoestima y

tambié n en nuestro autoconcepto.

Características de la autoimagen
La autoimagen puede ser má s positiva o má s negativa. No es algo está tico en el

tiempo, aunque sí suele tener una base bastante só lida. Tambié n podemos hablar

de una autoimagen má s o menos saludable. Cuando esta es saludable, significa

que es realista y coherente con lo que somos y sentimos.

Pero ¿cuá les son las características de una autoimagen saludable? Algunas de ellas

son las siguientes:

 Tener una concepción realista de uno mismo (autoconcepto).


 Tener confianza en uno mismo.
 Tratarse con respeto y amor.
 Ser conscientes de nuestras dificultades, pero también de nuestras fortalezas.
 Tener una visión positiva de nosotros mismos.
 Amar cómo somos por dentro y por fuera.

Cómo mejorarla
Aunque la autoimagen es bastante estable, se puede mejorar. ¿Có mo podemos

hacerlo? Os dejamos algunas ideas claves para ello.

No te compares
Es inevitable, todos nos comparamos, y es algo bastante normal. Segú n la teoría de

la comparació n social, desarrollada por el psicó logo Leon Festinger en 1954, las

personas evaluamos nuestras propias capacidades, opiniones y habilidades y las


comparamos con las de los demás. Lo hacemos, sobre todo, en situaciones de

incertidumbre.

Siguiendo con la teoría de Festinger, nos comparamos con personas similares a

nosotros. Cuando comparamos nuestras capacidades, lo hacemos con alguien

mejor por el deseo de seguir desarrollá ndonos.

Con las opiniones, habitualmente lo hacemos con personas que piensan diferente.

Finalmente, ante situaciones que nos generan ansiedad, nos comparamos con

personas que están pasando por lo mismo, buscando la comprensió n.

Busca tu mejor versión

Sin embargo, si no es por el deseo de mejorar o aprender, compararse no sirve

para nada. Es má s, nos genera con frecuencia malestar, celos y ansiedad. Por ello,

a la hora de construir tu autoimagen, presta atenció n ú nicamente a tu avance.

Valora cómo eres tú y establece tú mismo los criterios a la hora de compararte


contigo. Es má s constructivo compararse con tu mejor versió n, o con aquella a la

que quieres aspirar, que con otra persona.

Conócete a ti mismo

La autoimagen se construye a travé s de las vivencias con uno mismo y con los

demá s. Cuanto má s nos conozcamos, má s realista será la visió n que tengamos de

nosotros mismos.
Por ello, te animamos a conocerte y a invertir tiempo en ti. Esto te ayudará a

conocer mejor tu manera de ser y de reaccionar a los eventos de la vida y, a partir

de ello, podrá s ir construyendo una autoimagen cada vez má s saludable.

Cuida tu diálogo interno


El diálogo interno tiene que ver con cómo nos hablamos a nosotros mismos. ¿Có mo

te hablas a ti mismo? ¿Te hablas en positivo o en negativo? ¿Cuidas tu lenguaje

interno?

Ten en cuenta que la autoimagen tambié n se construye a travé s de este diá logo

interno. Por ello es importante que este sea saludable, coherente y realista.

Intenta no ser demasiado crítico contigo mismo. Refuerza aquellas cosas que

haces bien con mensajes positivos hacia ti mismo y, a partir de ahí, desarrolla la

imagen que tienes de ti.

Identifica tus fortalezas


La autoimagen tambié n se construye a partir de las fortalezas que eres capaz de

identificar en ti mismo. Esto incluye tus capacidades y habilidades. Aprende a

detectarlas y haz una lista con ellas. Pero, sobre todo, toma conciencia de las

mismas.

Esto te ayudará a construir una imagen má s realista de ti mismo y, sobre todo, a

mirarte con amor. Esto no quiere decir que debamos obviar los propios defectos;

está claro que ahí está n, pero no les des má s protagonismo del necesario.
Y tú , ¿qué imagen tienes de ti mismo? ¿Crees que reconoces có mo eres realmente

y te sientes orgulloso de ello? ¿Qué sientes cuando te miras al espejo? ¿Eres capaz

de reconocerte?

Como vemos, la autoimagen tiene que ver con nuestra capacidad de conectar con

nuestra esencia. Implica reconocernos como personas valiosas, aunque tambié n

vulnerables en ciertos momentos.

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