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CONCEPTO DE SUSTANCIA EN DESCARTES Y SUS TIPOS.

ARGUMENTOS DEMOSTRATIVOS DE LA EXISTENCIA DE DIOS Y DEL


MUNDO

Durante la época del Renacimiento hubo una de las mayores crisis de


conocimiento de la historia, conocida como la Crisis Aristotélica. El
fundamento científico de Aristóteles y Ptolomeo sobre el universo, que se
había considerado durante trece siglos, es falseado por una reforma
científica, que vino de la mano de Copérnico, que desmintió el
geocentrismo con su teoría del heliocentrismo; Kepler, que postuló el
movimiento elíptico y no circular de las orbitas; y Galileo Galilei, que
mediante la mejora del telescopio pudo ratificar la teoría de Copérnico.
Esto provocó un gran desconcierto, por lo que los filósofos de la época
se centraron en elaborar una ciencia verdadera.
La primera respuesta vino de la mano de Descartes(S.XVII) con el
racionalismo, que se basa en lograr la verdad filosófica, empleando la
razón como único fundamento de conocimiento. Descartes tratará de
desarrollar un sistema de verdades científicamente establecidas; en el
que, no se de por supuesto nada que no sea indudable, de tal forma que
en base a estas verdades surjan otras, logrando así un sistema con un
fundamento seguro, así la filosofía sería un conocimiento tan fiable como
las matemáticas. Para ello, busca una verdad primera que no pueda ser
puesta en duda, dudando de todo conocimiento anterior. Esta primera
certeza es su propio pensamiento, “Cogito, ergo sum”, que se convierte
en el criterio o principio de conocimiento humano.
Mediante esta primera certeza demuestra su propia existencia, pero
como una sustancia pensante, que llamará alma, y que esta está ligada a
un cuerpo de manera íntima a través de la glándula pineal, estableciendo
así su teoría del dualismo antropológico; en el que, a diferencia de
Platón, la unión cuerpo alma no es accidental. A raíz de esto, Descartes
debe demostrar que hay una realidad extramental, pues en caso de no
hacerlo su teoría sería un simple solipsismo al ser su pensamiento la
única realidad completamente cierta.
Para demostrar la existencia de esta realidad externa, Descartes decide
estudiar las ideas. Estas, al haber sido creadas por nuestra mente no
pueden demostrar una realidad extramental, entonces deberá encontrar
una idea que su razón no haya podido crear. Al analizarlas, Descartes
distingue tres tipos de ideas, diferenciadas por su grado de realidad: Las
ideas Adventicias, que al provenir de los sentidos no sirven para
demostrar una segunda realidad; las Facticias, que son aquellas que
podemos imaginar y son provenientes de otras ideas, por lo que tampoco
sirven; y las Innatas, que son aquellas que brotan de forma natural de
nuestro pensamiento y se presentan de manera clara y distinta. Estas
serán las únicas capaces de demostrar una realidad exterior al
pensamiento.
Entre estas ideas Innatas, Descartes encuentra la idea de perfección e
infinitud, que no puede provenir de el ya que, al dudar, es un ser
imperfecto, por lo que esta idea debe venir de una realidad externa,
demostrando así la existencia de una segunda realidad, que es Dios,
como dice Descartes: “No podía tampoco proceder de mí mismo; de
suerte que sólo quedaba que hubiese sido puesta en mí por una
naturaleza verdaderamente más perfecta que yo soy”. De esta
manera, el filósofo defenderá la existencia de Dios mediante tres
argumentos:
La primera demostración de la existencia de Dios consistirá en analizar la
idea misma de Dios. Esta idea es perfecta, infinita y todopoderosa, por lo
que no puede proceder de el mismo al no ser de su misma naturaleza,
pues los humanos somos seres finitos e imperfectos, por lo que la única
posibilidad es que esa idea proceda de una realidad exterior y superior a
nosotros.
En el segundo argumento, Descartes reflexiona sobre su existencia,
deduciendo que al ser esta contingente o casual y no necesaria, necesita
un fundamento. Finalmente llega a la conclusión de que ese fundamento
es un ser más perfecto que el. Como dice Descartes: “Era preciso, que
hubiese algún otro más perfecto de quien yo dependiese”. Además,
si su existencia dependiese de el mismo, se hubiese atribuido todas las
virtudes de un ser perfecto, como la infinitud o la eternidad; en cambio,
en el hay cualidades que le hacen imperfecto, como la duda, las cuales
no puede encontrarlas en Dios, incluso tiene sensaciones corporales, por
lo que debía tener un cuerpo, cosa que no se da en una realidad perfecta
ya que esta no depende de nada.
Por último, Descartes defiende que al ser la idea de Dios perfecta, ha de
contener todas las cualidades que supongan esa perfección, estando
entre ellas la existencia, pues en caso de no existir, Dios no sería
perfecto, como dice Descartes: “Si volvía a examinar la idea que yo
tenía de un ser perfecto, encontraba que la existencia está
comprendida en ella… y que, por consiguiente, tan cierto es por lo
menos, que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe”.
Teniendo en cuenta la existencia de Dios, Descartes demostrará la
existencia de una tercera realidad, el mundo, además de rechazar su
hipótesis del genio maligno ya que, al ser Dios perfecto, también será
bondadoso, por lo que no podrá engañarnos en cuanto a aquellas ideas
Innatas que intuimos de manera clara y distinta, pero si puede permitir
que nos equivoquemos tomando como ciertas aquellas ideas que no lo
son, como pueden ser las ideas captadas mediante los sentidos. A
continuación, Descartes diferencia dos tipos de cualidades que podemos
captar del exterior: Las cualidades secundarias, como pueden ser los
colores y las texturas; y las primarias, aquellas que son cuantificables.
Estas últimas son las únicas ideas Innatas que concebimos del mundo
exterior, las ideas matemáticas, que han de ser ciertas ya que Dios no
puede engañarnos en cuanto a aquello que se presentan de manera tan
clara y evidente. Es por esto que esta tercera realidad que expone
Descartes, es una realidad extensa, ya que solo poder tomar como
ciertas aquellas cualidades que son cuantificables, las puras ideas
geométricas como la extensión de los cuerpos.
En conclusión, Descartes a raíz de la demostración de su existencia
como una sustancia pensante (Res Cogitans), demuestra la existencia de
una segunda realidad superior a la suya, es decir Dios (Res Infinita). Esta
segunda realidad será el fundamento de toda la realidad cartesiana ya
que, de esta depende tanto su existencia como sustancia pensante,
como la de el mundo exterior (Res Extensa), que además de haberlo
creado, le ha atribuido el movimiento, considerándolo como un
mecanismo.

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