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perdida

un caJon
SnvrNe Oceupo

¿CuANto rIEMpo HACE que no pienso en otra cosa que en ti, imbécil,
que te intercalas entre las líneas del libro que leo, dentro de la mú-
sica que oigo, en el interior de los objetos que miro? No me parece
posible que el revestimiento de mi esqueleto sea igual al tuyo. Sos-
pecho que perteneces a otro planeta, que tu Dios es diferente del
mío, que eI ángel guardián de tu infancia no se parecía aI mío. Co-
mo-si se tratara de alguien que hubiera entrevisto en la calle, me
parece que no nos hemos conocido en la infancia y que aquella épo-
ca hubiera sido mero sueño. Pensar de Ia mañana a la noche y de la
noche a Ia mañana en tus ojos, en tu pelo, en tu boca, en tu voz, en
esa manera de caminar que tienes, me incapacita para cualquiertra-
bajo. Aveces, al oír pronunciar tu nombre mi corazón deja de latir.
-Imagino las frases que dicesr,los lugares que frecuentas, los libros
que te gustan. En medio de la noche, me despierto con sobresaltos
preguntánds¡¡s; u¿dónde estará esa bestia?» o «¿coll quién estará?".
A veces, con mis amigos, llevo el diáIogo a temas que fatalmente
atraen comentarios sobre tu modo de üür, sobre las particularida-
des de tu carácter, o bien paso por la puerta de tu casa, perüendo
un tiempo infinito en esperarte para ver a qué horas sales o cómo te
has vestido. Ningún amante habrá pensado tanto en su amada co-
mo yo en ti. Recuerdo siempre tus manos levemente rojas, y la piel
de tus brazos oscura en los pliegues del codo o en el cuello como are-
na húmeda. «¿Será suciedad?", pienso, esperando con un defecto
nuevo lograr la destrucción de tu ser tan despreciable. Podría dibu-

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jar tu cara con los ojos cerrados, sin equivocarme en ninguna de süs ban con un nuevo nombre estrú
líneas: me guardaré de hacerlo, pues temo mejorar tus facciones o aquella suerte de supositorios pa
diünizar la expresión un poco bestial de tus mejillas prominentes. sa que disolvían en un vaso de q¡
Será una mezquindad de mi parte pero todas mis mezquindades te por los brazos. No creas que olviü
las debo a ti. Después de nuestra infancia, que transcuruió en un co- do te colgaste de mi brazo todo eLr
legio que fue nuestra prisión donde nos veíamos diariamente y dor- ga predilecta y que me inütaríasl
mÍamos en el mismo dormitorio, podría enumerar algunos furtivos rano. No me hice ilusiones, a&
encuentros: un día en el andén de una estación, otro dÍa en una pla- simpatía. No aspiré a tu amist¿d,
ya, otro dÍa en un teatro, otro dÍa en la casa de unos amigos. No ol- fondo de mi corazúnse retorcÍau
üdaré aquel último encuentro, tampoco olvido los otros, pero el úl- zo queAdán y Eva fueran expuh
timo me parece más significativo. Cuando advertÍ tu presencia en Sospechaba que mi vida serí¡l
aquella casa perdí por Ia fracción de un segundo el conocimiento. minaciones. No hay niño desdich
T\rs pies lascivos estaban desnudos. Pretender describir la impre- podrá ilusionarse en algún moru
sión que me causaron las uñas de tus pies sería como pretender re- destino pueda cambiarlo. Podníh
construir el Partenón. Creo, sin embargo, que en la infancia tuve el desdicha, por la virtud o por [aiú
presentimiento de todo 1o que iba a sufrir por ti. OÍ a mi madre pro- hombre lleva su cruz desde el pi
nunciar tu nombre cuando entramos a visitar por primera vez aquel ca, de aluminio, de cobre, de plú
colegio donde habÍa en eljardín tantosjacarandás en flor y aquellas Bien sabes cuál es la mÍa, perotd'
dos estatuas sosteniendo globos de luz en cada lado del portón. - no todos los seres son lúcidos, ni cl
-Alba Cristián es hija de una amiga mÍa. La internarán tam- nos que diariamente ven a su aI¡
bién aquí. Es de tu edad -dijo mi madre cruelmente. Me tiene sin cuidado. No siento p
Sentí un extraño malestar: pensé que era por culpa del colegio ta que alguien aún crea que srr
donde me iban a internar. Sin embargo, inconscientemente, como quien me pregunte con tono ¡lrnA
esos antiguos anillos que contenían veneno debajo de un camafeo o -¿No tenés amigos de infamir
de una piedra, tu nombre semejante también a un círculo me pare- Yo les respondo:
ció venenoso. Otro presentimiento me avasalló aquel dÍa del paseo _No me casé con 169 amigfls dG
a los lagos de Palermo, cuando nos bajamos a comer la merienda so- cernimiento para elegirlos, ¿cóml
bre el césped y que M:íxima Parisi te enseñó unas tarjetas postales mis primeros años? Las amistad¡r
que no quiso enseñarme a mÍ y que al final de la tarde, comiendo un puede ser fiel al error indefinid*r
helado de frambuesa, se recostó sobre tu hombro en eIómnibus que Aquel dÍa, en casa de nueshur
nos llevó de vuelta aI colegio. En aquella intimidad que me excluía, be envolüó mi nuca, mi cuer¡ro $,
sentÍ la alffle:naza de otras desventuras. No creas que olvidé la llave bro que estaba sobre Ia mesa y oü
misteriosa de tu mesa de luz que hacía sonreÍr a Máxima Parisi ni lo después advertí que el libro seü
aquel atado de cigarrillos americanos que fumaron sin convidarme ,nimales bovinos". La dueña de cr
en la glorieta de los arbustos «cuerpo a tierrar, decían ustedes "co- mible "de alfiIeres» como denomin
mo los soldados", en aquel escondite que aborrecí hasta el día de hoy. soda. Bebí de un trago para ocultü
No creas que olvidé aquel libro pornográfico, ni al gato que bautiza- tnhacía calor y salÍ al balcón cm

tt2 1ü
gsin eguivocarme en ninguna
de süs han con un nuevo nombre estrafalario cada día, ¡pobre diablo! Ni
temo mejorar tus facciones
? ry: o quella suerte de supositorios para perfumar el baño con olor a ro-
-*d de tus mejillas prominentes.
aa que disolvían en un vaso de agua y que se pasaban por el pelo y
rte pero todas mis mezquindades
te ¡nr los brazos. No creas que olüdé la enfermedad de M¡áxima cuan-
nin&neia, que transcurrió en
un eo_ do te colgaste de mi brazo todo el día diciéndome que yo era tu ami-
¡de aos veíamos diariamente y
dor_ ga predilecta y que me inütarías a tu casa de campo durante el ve-
¡ poüía enumerar algunos furti; rano. No me hice ilusiones, además no me inspirabas ninguna
estación, otro dÍa
Iuna
hen la casa de unos amigos.
"r,
,rrr, ftr_ eimpatía. No aspiré a tu amistad sino para alejarte de otras. En el
No ol_ fondo de mi eorazín se retorcía una serpiente semejante a la que hi-
hpoeo olvido los otros, pero el ril_
zo queAdán y Eva fueran expulsados del Paraíso.
¡. Cuando advertÍ tu presencia en
Sospechaba que mi vida sería una sucesión de fracasos y de abo-
h de un segundo el conocimiurt,
minaciones. No hay niño desdichado que después sea feliz: adulto
fo¡. h"¿"nder describir la impre_ podrá ilusionarse en algún momento, pero es un error creer que eI
bte pies serÍa como pretender
re_
rhoEilo, que en Ia infancia destino pueda cambiarlo. Podrá tener vocación por la dicha o por la
tuve el desdicha, por la virtud o por la infamia, por el amor o por el oüo. El
rr arfrir por ti. OÍ a mi madre pro_
hombre lleva su cruz desde el principio; hay cruces de madera tos-
n a visitar por primera vez aquel
ca, de aluminio, de cobre, de plata o de oro, pero todas son cruces.
tmjacarandás en flo.y aqueilu" Bien sabes cuál es Ia mía, pero tal vez no sepas cuál es la tuya, pues
btu, en cada lado del portón.
no todos los seres son lúcidos, ni capaces de leer el destino en los sig-
lmiga mía. La internarán tam_
nos que diariamente ven a su alrededor. ¿Será cruel advertÍrtelo?
¡edrc czuelmente.
Me tiene sin cuidado. No siento por ti la menor lástima. Me moles-
né que era por culpa del
colegio ta que alguien aún crea que somos amigas de infancia. No falta
|uElo, inconscientemente, como
quien me pregunte con tono almibarado y escandalizado alavez:
ircuo debajo de un camafeo
o
btambién a un cÍrculo me pare_ -¿No tenés amigos de infancia?
Yo les respondo:
¡re aqasalló aquel día del
rlqi¡'nm a oomer Ia meriendai.r"o -No me casé con los amigos de infancia. Si ahora tengo poco dis-
so_ cernimiento para elegirlos, ¿cómo habrán sido las equivocaciones de
t1oseDó unas tar¡.etas postales
td ñn-l de la tarde, comiendo mis primeros años? Las amistades de infancia son erróneas, y no se
un puede ser fiel al emor indefinidamente.
Lch bmbro en el ómnibus que
Aquel día, en casa de nuestros amigos, al verte, una trémula nu-
que me exctuÍa,
11t-infi*dad
tre- No creas que olüdé la llave be envolvió mi nuca, mi cuerpo se cubrió de escalofríos. Tbmé un Ii-
bro que estaba sobre Ia mesa y comencé a hojearlo ávidamente: só-
&a mnreÍr a M¿íxima parisi ni
1o después advertÍ que eI libro se titulaba
: que ñ¡mamn sin conüdarme "Balance de las ventas de
p a tierra,, decÍan ustedes oco_ animales boünos". La dueña de casa me ofreció una naranjada ho-
rrible "de alfileres» como denominábamos toda bebida que llevaba
lE aborecíhasta eI dÍa de hoy. soda. Bebí de un trago para ocultar el temblor de mi mano; felizmen-
foráfio, ni al gato que bautiza_
te hacía calor y salÍ aI balcón con eI pretexto de tomar fresco y de

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lejos y en pnmer atroces que resultaron maravillo¡
mirar la vista que abarcaba el RÍo de la Plata a lo
de ese ángulo pa- vezL. se interesaba en tu persondi
plano el Monumento de los Españoles que divisado
que nunca, un gigantesco postre de bodas o de
primera sentir y que todo habÍa nacido deu
recía,más
Durante el tiempo que ded[d
comunión.Sonreíatucaradebestia,sonreíste'VivirasÍnoeravi-
piso contemplé la tus horribles vestimentas, d.e h r
vir. Sentí vértigos, náuseas. Desde aquel séptimo
ra meterte en la boca dinero sucb,
callepensandocómoseríamicaída,simetirabadeesaaltura'Un
(estarían en huel- lo, con mi complicidad, con mis soq
po"rá de fouta, cajones de basura al pie de la casa
y una baranda alta me molestaban para imaginar
ustedes ese ediñcio de amor ta¡ cu
ga tos basureros)
mí por mi culpa. euiero que seIE.
Iaescena.Tratédeconcentrartneenesaideallenadedificultades más te desdeña y aborrece en el n
para desdoblar-
para serenanne. Tenía el poder, que ahora no tengo'
miré a todos lados con adorna con su enüdia y te embelho
me: conversé con ta gente que me rodeó' reÍ'
cha concluirá con mi üda y la termir
los ojos clavados J fo"¿o de aquel precipicio con cajones de basu-
"r, era menos inmun- internarás en un jardín semejauted
ra, con frutas y con hombres que pasaban' Tbdo sión, un jardÍn engañoso, cuidado¡l
personas' de cuán-
doque tu cara. oDe cuántas músicas, de cuántas globos de luz en las manos, para
mis gustos contigo"' ah
tos libros tengo que renegar para no compartir
penséalmirarhaciaelinteriordeldepartamentoatravésdelvidrio
áe la ventan¿. oQuiero mi soledad, la
quiero con mil caras-imperso-
tembló tu ca- (EaIafi
nales., Te miré y a través del vidrio que reverberaba
quien no puedp
ra de piraña como en eI fondo del agua' Pensé en
Estás en
p"o... por causa tuya y en eI sortilegio que me envolvía'
mí como esas frguras que ocultan otras más
importantes en los cua-
dros. Un experto puedl borrar Ia figura
superpuesta pero ¿dónde es-
táelexperto?Necesitodarunaexplicaciónamisactos'Despuésde
habertesaludadoconunainusitadaamabilidadteinvitéatomarté.
Aceptaste. Te dije que en mi casa había
pintores' Sugeriste felizmen-
en que prepares el té
te que serÍa mejorir a tu casa' En eI momento
a buscar un vaso
y to a"5", sobre Ia mesa fingiré un desmayo' Irás
en Ia tetera el veneno que
de agua que yo te pediré, entonces echaré
un rato' Yo no toma-
traigo en mi cartera. Servirás el té después de
hablabas'
ré ei mío, pensé como delirando mientras me
pareció más atinado
No cumplí mi proyecto' Era infantil' Me
tá idea porque la
usar ese procedimiento para matar a L' Deseché
muerte no me Pareció un castigo'
-¿Qué te Pasa? -me decÍa
L'
La conversación recaía sobre ti' Le decÍa de ti las peores cosas
de suciedad' de men-
que pueden decirse de un ser humano' Hablé
tir.r, de deslealtad, de vulgaridad, de pornog¡afía' Inventé
cosas

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Plata a lo lejos y en primer atroces que resultaron maravillosas. No sospeché que por primera
'lcla
Lrquedivisado de ese ríngulo pa- vezL. se interesaba en tu personalidad, en tu üda, en tu manera de
F poshe de bodas o de primera sentir y que todo había nacido de mi imaginación.
ft, aonreíste. Vivir así no era vi- Durante el tiempo que dediqué a pensar sólo en ti, a hablar de
rlpel eéptimo piso contemplé la tus horribles vestimentas, de tu malignidad, de tu falta de asco pa-
t, i rne tiraba de esa altura. Un ra meterte en Ia boca dinero sucio y cosas que encontrabas en el sue-
a¡le de la casa (estarÍan en huel- lo, con mi complicidad, con mis sospechas, con mi odio construí para
h re molestaban para imaginar ustedes ese edificio de amor tan complicado donde viven alejados de
ilcsa idea llena de dificultades mí por mi eulpa. Quiero que sepas que debes tu felicidad al ser que
tnhüa no tengo, para desdoblar- más te desdeña y aborrece en el mundo. una vez que ese ser que te
úaGó, rei miré a todos lados con adorna con su enüdia y te embellece con su odio desaparezca, tu di-
tpecipicio con cajones de basu- cha concluirá con mi vida y la terminación de esta carta. Entonces te
l¡l,-n lMo era menos inmun_ internarás en un jardÍn semejante al del colegio que era nuestra pri-
1&cuiíntas personas, de cuán_ sión, unjardÍn engañoso, cuidado por dos estatuas, que tienen dos
l@partir mis gustos contigo,, globos de luz en las manos, para alumbrar tu soledad inextinguible.
hartamento a través del üdrio
bquiero con mil caras imperso-
rtqoe reverberaba tembló tu ca_ (ElnLa furia, Orión, BuenosAires, 1976.)
Ü¡' Pensé en quien no puedo
16fu que me envolvía. Estás en
Drnás importantes en los cua_
¡rE¡rperpuesta pero ¿dónde es_
ffin ¿ mis actos. Después de
Eabüdad te inüté a tomar té.
t ¡Éntores. Sugeriste felizmen_
rrrnento en que prepares el té
lmayo. Irás a buscar un vaso
lm'ré en la tetera el veneno que
try¡¡és de un rato. yo no toma-
ts me hablabas.
f,ftil Me pareció más atinado
rL Deseché la idea porque la

[G deda de ti las peores cosas


tt Eablé de suciedad, de men-
L poraografia. Inventé cosas

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