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FECHA: 26-03-2023. CURSO: GESTIÒN DE CENTROS EDUCATIVOS.

Ejemplos de conflictos escolares: tipología


y estrategias de resolución

Tipología tradicional de los conflictos escolares


Diferentes estudios y autores establecen tipologías muy diversas sobre la
conflictividad en las escuelas.

Como en cualquier otro elemento relacionado con la educación, las realidades de


cada centro y cada entorno escolar determinan su tipología especial de conflictos,
si bien podemos hacer una sencilla clasificación que nos ayude a establecer
pautas o procesos de resolución en función del nivel del conflicto y su forma.

En la siguiente imagen podemos ver tres niveles diferentes donde encajar los
diversos conflictos.

Nivel 1: Conflictos comunes


El primer nivel es, en la mayoría de los centros educativos, donde se trabaja
habitualmente todo lo relacionado con la gestión de la convivencia y
la disciplina escolar.
Son conflictos habituales y con un impacto social reducido que pueden ser
gestionados por el profesorado y el alumnado, sobre todo si existe un sistema
formativo en técnicas de resolución de conflictos, como puede ser la Mediación
Escolar.
Tener personas de los diferentes estamentos de la Comunidad Educativa,
formadas en las técnicas de la mediación, facilita mucho dos elementos claves en
la gestión de los conflictos escolares:

1. Se crea una red de personas formadas en detección y análisis de conflictos


que son claves para evitar la escalada de un posible problema.
Esto es fundamental por ejemplo en los casos relacionados con los nuevos
medios digitales, con las redes sociales, etc. Su detección temprana evita que
puedan llegar a convertirse en serios problemas de ciberbullying, sexting, groming,
etc.

También en conflictos más tradicionales y de violencia directa como las peleas,


este sistema de detección puede ayudar a parar una posible escalada de un
conflicto que en principio no parecía demasiado importante, como podría ser una
discusión en una actividad deportiva en el patio de la escuela.

2. Mejora notablemente la participación de la comunidad educativa,


fundamentalmente profesorado y estudiantes, pero también padres y madres, en
la gestión de la convivencia y la resolución de los conflictos.
Esta visión comunitaria de la gestión de aspectos importantes del centro escolar
afianza los valores de la educación en el entorno y sobre todo el sentimiento de
pertenencia al centro y de ayuda para que su funcionamiento sea el mejor posible.

Formar parte de un Equipo de Mediación en una escuela es una responsabilidad,


pero también una forma de dar a los demás y aportar al centro escolar en el que el
estudiante estará muchos años de su vida.
Nivel 2: Conductas disruptivas en el aula
El segundo nivel está relacionado con estudiantes que presentan problemas que
el entorno escolar normal difícilmente puede gestionar.
Son casos en los que es necesaria la intervención de especialistas de otros
campos como la Medicina, la Psicología o la Educación Social.
Son estudiantes que presentan problemas conductuales que impiden, de manera
constante, el normal desarrollo de los procesos educativos tanto para él o ella
como para el resto de los estudiantes.

Los protocolos de gestión que se pueden aplicar son diseñados de forma genérica
por las administraciones educativas, aunque su aplicación real en el aula es muy
complicada sin la ayuda especializada de expertos o tratamientos médicos
específicos.
No obstante, en este tipo de casos es de suma importancia establecer, por
el Equipo Docente del estudiante, un protocolo claro y concreto de actuación en
los momentos en los que se genera el problema dentro del aula.
Este protocolo deberá contener incluso las palabras con las que el profesor se
dirigirá al estudiante para intentar gestionar la situación desde el inicio.

Utilizar técnicas de asertividad, como el disco rayado o técnicas de escucha


activa, pueden ser validas en algunos casos.
También estarán especificados en este protocolo los siguientes si los primeros no
dan resultado.

La actuación coordinada y estandarizada puede ser una de las claves en la


gestión de estos casos de disrupción en el aula.
Nivel 3: Conductas antisociales
El tercer nivel de conflictividad es algo más complejo y representa los conflictos
que normalmente salen de los centros escolares, bien porque se producen en
otros espacios sociales, bien porque se generan dentro y luego se extienden hacia
afuera o también porque se crean y escalan en entornos digitales.
Para encuadrar un conflicto escolar en este nivel debería tener una historia
prolongada en el tiempo o bien ser un hecho que podríamos calificar
como delictivo.
Los centros escolares no tienen actualmente capacidad para gestionar este tipo
de problemas y necesitarían de gran experiencia y personas muy expertas, incluso
equipos interdisciplinares, para poder gestionarlos y resolverlos en el entorno
escolar, lo que sin duda sería un gran avance y evitaría la masificación de los
sistemas de justicia en entornos con elevados niveles de delincuencia juvenil.
Este modelo se utilizó en los primeros momentos de creación de los sistemas de
Mediación Escolar en las zonas más conflictivas de ciudades de Estados Unidos,
en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado, donde los problemas entre
bandas de jóvenes rivales acababan llevando los conflictos a las escuelas.

A partir de la mediación de ex miembros de dichas bandas se intentaba la


resolución antes de la escalada del conflicto que, sin duda, siempre acabaría
repercutiendo en la convivencia del centro educativo y en el sistema judicial.

Ahora en el siglo XXI, el mundo digital traspasa los conflictos puramente físicos y
extiende este tercer nivel hacia una esfera mucho más imprecisa, mucho menos
visible y mucho más “líquida”.

Hablamos de ciberbullying, sexting, groming o cualquier otra práctica en Internet


donde la privacidad, la identidad digital y la propia persona se ven seriamente
atacadas.
En este nivel de conflictos escolares debemos ser conscientes de que las
estrategias y técnicas más analógicas como la Mediación Escolar, deben ser
adaptadas y mejoradas para este nuevo entorno y estos nuevos conflictos.

Existen ya muchas experiencias donde los mediadores se convierten, con una


formación específica, en cibermediadores o en cibervigilantes para este tipo de
conflictos escolares, cuya base sigue siendo la convivencia y las relaciones entre
las personas, pero han pasado a producirse en espacios no físicos, atemporales,
asincrónicos y cuya repercusión y extensión puede ser exponencial en muy poco
tiempo.

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