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CONSTRUCCIÓN DE LA
REALIDAD A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Criterio de evaluación
En síntesis, se puede hablar de dos tipos de verdad: la verdad formal y la verdad empírica.
La verdad formal (a veces también llamada verdad lógica y, mejor aún, validez) es únicamente
la ausencia de contradicción entre los términos y sólo se da en enunciados de las matemáticas y
la lógica, todos ellos demostrables aplicando sus reglas.
¿Cómo tener certeza de algo?, ¿con qué criterio determinar que una proposición es verdadera o
falsa?, ¿qué es lo que permite distinguir entre lo verdadero y lo falso?
• La tradición. Se toma como verdadero aquello que a lo largo del tiempo ha sido
considerado como verdadero por la comunidad a la que uno pertenece. En el caso de los
mitos de muchos pueblos este criterio ha desempeñado un papel muy importante.
• El criterio de autoridad. Se acepta una afirmación como verdadera porque procede de
alguna persona a la que se concede crédito por su conocimiento en una materia
determinada. El caso de la filosofía de Aristóteles en los últimos siglos de la Edad Media
es posiblemente uno de los más claros.
• La verificabilidad. Lo que se piensa será verdadero si, al contrastarlo con la realidad,
coincide con ella. Este criterio ha sido defendido por los seguidores de la teoría de la
verdad como adecuación y tiene una gran aplicación en el campo de las ciencias
experimentales. Algunos de sus defensores lo han propuesto como el único criterio
posible en cualquier área del conocimiento, con todos los problemas que esta postura
provoca.
• La coherencia lógica. Es un criterio aplicable sólo en el ámbito de las ciencias formales
y se da cuando un enunciado se deriva, directamente o a través de teoremas, de unos
axiomas, y, al mismo tiempo no se contradice con el resto de los enunciados del sistema.
• La utilidad. Este criterio, defendido por los que siguen la teoría pragmática de la verdad,
sostiene que un enunciado será verdadero cuando sea beneficioso y útil, cuando le
permita al ser humano orientarse en la realidad o avanzar en sus investigaciones.
• La evidencia. Es el criterio más importante. Lo evidente es lo que se presenta como
indiscutible, aquello que una vez que el ser humano ha entendido no tiene otro remedio
que aceptar. La evidencia es intuitiva, aunque haya ocasiones en las que sea preciso
mostrarla mediante razonamientos.
Según los datos obtenidos, un grupo de paleontólogos tiene la certeza de que hace 2,8 millones
de años se produjo en la Tierra un gran cambio climático que provocó un descenso brusco y
duradero de las temperaturas con la consiguiente expansión de los casquetes polares. ¡Hace
2.800.000 años! ¿Será verdadero lo que dicen?
Quien no supiera este dato, al leer la revista, ha salido de su ignorancia: ahora ya lo sabe. Y lo
sabe independientemente de que el dato sea verdadero o falso, porque la ignorancia es la
ausencia de conocimiento, no la ausencia de conocimiento verdadero.
Es posible, sin embargo, que algún paleontólogo no esté convencido de esa posición. Quizás
porque maneja otros datos o porque, manejando los mismos, no está seguro de que lleven a esa
conclusión. Tiene, entonces, opinión, porque aún afirmando algo admite la posibilidad de no
estar en lo cierto.
La mayoría de las personas, sin embargo, al no ser especialistas en el tema, al leer los
argumentos de unos paleontólogos y otros, no sabrían a quienes dar la razón: dudarían, porque
la duda es eso, la suspensión del juicio: no sé si A o B.
Los hipotéticos paleontólogos que habían escrito el artículo de la revista dicen poseer certeza de
lo que afirman, esto es, tienen plena seguridad de que es verdadero.
2. Democracia mediática.
Los medios aparecen en este modelo como los responsables de la construcción de las agendas
políticas, como los grandes mediadores entre los actores político-sociales y la opinión pública.
Se han convertido en la principal fuente de información política, y juegan un doble papel:
La sociedad actual se ha convertido en una sociedad de la información puesto que ésta llega
de manera asequible a todo el mundo gracias a, por un lado, el aumento de medios (cada vez
hay más canales de televisión, más radios, prensa digital…), y por otro, a los progresos técnicos
que han permitido, sin grandes infraestructuras, que estén al alcance de todos. De esto último
es buen ejemplo Internet. A través de la línea de teléfono, se tiene al alcance información de
todo lo que ocurre en el mundo al segundo, contrastable con tantas fuentes diversas como se
quiera. O lo que ocurre en cualquier barriada de cualquier ciudad del mundo, con una antena
parabólica se puede ver cómo es la vida en otros lugares, qué cosas ocurren en todos los
países…
Los poderes del Estado en democracia son tres: ejecutivo, legislativo y judicial. Sin embargo, en
la actualidad se suele hablar de un cuarto poder que ejerce su función, a menudo, como
contrapoder. Ese denominado cuarto poder se refiere a los MCM. Las características de este
poder son:
- Informal: poder no oficial (si estamos hablando de un sistema verdaderamente
democrático), y privado en su mayoría.
- Disperso: existen diferentes medios de diferentes características y diferentes perspectivas.
- No coactivo: tiene una gran influencia pero no obliga a actuar o pensar de una determinada
manera.
Los MCM cumplen una función de control sobre la actividad política, lo que supone una
garantía de transparencia de la acción del poder político. En ese sentido se convierte en un
contrapoder. ¿Cómo actuarían los
políticos si no supieran que los medios
de comunicación están siempre
pendientes de sus actividades y que
están dispuestos a publicar cualquier
cosa que consideren relevante en
relación a su comportamiento? ¿No
puede cambiar la percepción que la
opinión pública tiene de un político,
incluso su intención de voto, el saber que
es responsable de determinado tipo de
actuaciones? (Piensa en casos tan
actuales como los relacionados con la
corrupción política, cómo han
evolucionado en gran medida gracias a
la influencia de los medios de
comunicación.)
Por otra parte, los MCM garantizan la
participación de la ciudadanía en la vida pública, ya que a través de ellos se permite expresar
sus opiniones, intereses, críticas, etc. Los medios digitales han permitido que esta función de los
medios sea más accesible a todo el mundo, gracias a la posibilidad de expresar la opinión a
través de comentarios, a la participación en foros, encuestas, etc.
Por último, como señalamos al principio, los MCM se convierten en intermediarios entre el poder
político y la ciudadanía. La clase política puede medir las sensaciones de la ciudadanía sobre
sus actuaciones, y la ciudadanía puede mostrar sus inquietudes y necesidades que orientarán a
los políticos hacia una forma de actuación u otra. Hay que tener presente que estamos hablando
siempre de sistemas democráticos, donde hay libertad de expresión y los políticos obtienen el
poder gracias a elecciones libres. Por eso es fundamental el papel de los MCM. Si estuviéramos
en un sistema dictatorial, no habría libertad de prensa con lo que los medios estarían restringidos
a los medios institucionales que cumplirían la función fundamental de dar a conocer la acción de
gobierno según los intereses de los gobernantes, sin admitir ningún tipo de crítica o de visión
diferente a la oficial. Recordemos que en la España franquista, los informativos de todas las
radios tenían la obligación de conectar con Radio Nacional que era la única que podía dar
noticias. Recordemos también los problemas que ha tenido Google en China a causa de la
censura que este país ejerce sobre la información…
También es importante señalar que, además de la libertad de expresión garantizada como
derecho, es necesaria la libertad que se puede ejercer cuando no se está condicionado por
intereses económicos, es decir, que los medios de comunicación que dependen de los ingresos
publicitarios, que reciben dinero de grandes grupos empresariales, etc., no pueden informar de
manera rigurosa, y utilizan su poder para defender sus intereses y no para informar. Por eso es
importante que existan medios de comunicación públicos que se entiendan a sí mismos como
un servicio necesario para los ciudadanos y no como una empresa que debe obtener buenos
resultados económicos.
5. Indaga acerca del caso Wikileaks: a qué se dedican, qué impacto ha tenido su trabajo,
etc.
6. Lee el siguiente artículo:
PERIODISMO ES PEDIR CUENTAS AL PODER, por Ignacio Escolar
(…) Marty Baron, el actual director del Washington Post y hoy uno de los directores de
periódicos más de moda –es uno de los protagonistas de la película Spotlight–, tiene una
definición sobre mi oficio que a mí me gusta especialmente. “Periodismo es pedir cuentas al
poder”. Es una buena definición porque es breve y porque es directa. Porque se entiende, y
que te entiendan es parte vital de mi oficio (...).
Mi oficio no ha tenido una edad de oro en España. No lo fueron los años 40, 50 y 60, las
décadas en la que los grandes diarios europeos multiplicaron sus tiradas y se consolidaron.
Aquí eso no pasó, porque en esos años el periodismo en España estaba sometido a la
censura.
Fueron mucho mejores para la prensa española la década de los 70 y los 80, el periodismo
de la transición. Es en esos años y después, en los 90, cuando el periodismo español sin
duda florece y vive sus mejores años. Yo aprendí a leer con esos periódicos, con el diario El
País, fundamentalmente, que ha sido con mucha diferencia el mejor periódico jamás
publicado en España; la institución periodística española más sólida, veraz y creíble de todas
las que ha creado mi oficio en este país. Un diario en el que hoy no me reconozco.
En la transición, nacen las mejores virtudes del periodismo en España, pero también sus
principales defectos; unos vicios que entonces eran sobradamente compensados con las
ventajas de aquella prensa pero que, con los años, se han ido haciendo más grandes. A
todos nos pasa: la edad suele agravar nuestros defectos. A veces compensa la experiencia
que ganas con los años. En otras ocasiones, se confunde la sabiduría con la soberbia.
El pecado original de ese periodismo de los años 70 y 80 –insisto, tan exitoso– está en su
enorme cercanía con el poder político y económico. En ausencia de una sociedad civil
organizada, durante la Transición, la prensa ocupó un lugar mayor del que le correspondía y
se articuló como un poder más, no como un contrapoder.
Ahí nace ese periodismo que cree que su papel es mandar, en vez de fiscalizar a los que
mandan. Que concibe el periodismo como otra manera de hacer política sin rendir cuentas,
sin pasar por las urnas y sin asumir responsabilidades. Que piensa que nuestro trabajo
consiste en quitar y poner presidentes, ministros o líderes de la oposición. Que presume de
“responsabilidad de Estado”, mientras trata a los ciudadanos como si fueran menores de
edad.
Yo no creo en esa prensa. La función del periodismo es informar, no mandar. Nuestros
clientes son los lectores, no las élites políticas o económicas. Nuestros valores, por nobles
que sean, no pueden estar por delante del valor fundamental para la prensa: el del respeto
por la verdad.
Los debates profesionales sobre la objetividad, la honestidad, el rigor… están muy bien. Pero
la norma más básica de mi oficio aparece ya en uno de los códigos éticos más antiguos que
existen, en los diez mandamientos. El octavo: No mentirás.
Hace unos días, la Universidad de Oxford y el Instituto Reuters publicaron su último informe
anual sobre el periodismo en el mundo. En la edición anterior, la prensa española aparecía
como la menos creíble de los once países analizados en Europa. En esta edición, los
resultados no son tan catastróficos y sitúan a la prensa española en la media europea: mejor
que la griega, la turca o la italiana; peor que la alemana, la holandesa o la inglesa.
Sin embargo, cuando se bucea en los cuadros de este informe del Instituto Reuters aparecen
algunos datos muy reveladores. El más llamativo: que existe en España una enorme brecha
generacional también en la confianza de la prensa. Cuanto más mayores son los lectores,
más se fían de la prensa. Cuanto más jóvenes, menos confianza nos otorgan. Y entre los
españoles menores de 45 años, y especialmente entre los menores de 35, la credibilidad de
la prensa se hunde. Casi el 70% de los jóvenes no confía en los medios de comunicación
españoles. Y si los jóvenes no creen en la prensa, ¿qué futuro le espera a la prensa? (...)
La gran mayoría de la prensa española ha ignorado la noticia política más importante de la
última década en España: la del fin del bipartidismo. Pasó por delante de sus narices y ni la
olieron.
La prensa cerró sus ojos a la crisis del sistema político y económico español. No supo
adelantarse a la aparición de nuevos actores políticos ni creía que el sistema necesitaba
reformas profundas hasta que tuvo que rendirse a la evidencia.
En la interpretación más benevolente (para la prensa), se puede decir que no se dio cuenta
de lo que estaba pasando por error, por incompetencia. En la peor, y más probable, lo que
les pasó fue otra cosa. Que no quisieron hablar de estos temas porque a sus editores no les
gustan.
Y la razón por la que a sus editores no les gustan estos temas es porque la crisis económica
de la prensa de los últimos años se ha transformado en otra crisis mucho peor: en una
pérdida vital de independencia que después ha provocado una crisis de credibilidad,
especialmente entre los lectores del futuro.
Decía Jesús Polanco que la mejor garantía de la independencia de un medio de
comunicación residía en su cuenta de resultados; en sus beneficios. Tenía toda la razón, y
por eso cuando las pérdidas han entrado por la puerta de muchos periódicos, su
independencia ha saltado por la ventana.
Cuando una empresa que pierde dinero cada año sigue abierta, hay que preguntarse quién
paga esa fiesta y por qué. Más aún si es un sector que cae un 15% en ventas cada año y
que todos los pronósticos dan por finiquitado: que no es una empresa que aguante porque
confíe en que la situación vaya a mejorar con los años. Esto es lo que pasa con muchos
periódicos en España, que siguen saliendo cada día a pesar de que pierden dinero cada día.
Si los periódicos fabricasen tornillos en vez de opinión pública, gran parte de ellos ya estarían
cerrados. No lo están porque fabricar opinión pública tiene unos beneficios indirectos que
van mucho más allá de la cuenta de resultados de los propios medios.
Cuando un diario está en pérdidas y sigue saliendo cada día, su beneficio hay que buscarlo
otro lado. En la influencia política que consigue su dueño, y que rentabiliza por otros métodos:
con una recalificación, con una adjudicación pública, con una licencia de radio o de televisión,
con otro tipo de favores de los poderes políticos. Cuando un diario está en pérdidas y sigue
en el kiosco, sus lectores ya no son los clientes. Sus lectores son la mercancía y ese diario
ya no es un negocio de periodismo. Es un negocio de propaganda o, en el mejor de los
casos, un negocio de relaciones públicas.
No conozco un solo periódico en el mundo que no se califique a sí mismo como
“independiente”. No hay nadie que confiese ser “el diario al servicio de la banca” o “el
periódico a sueldo del Gobierno”. Pero hay varios indicadores para medir el grado de
independencia de un medio de comunicación.
El primero ya lo he dicho: su rentabilidad. Sus beneficios. Cuando un diario entra en pérdidas,
su capacidad para soportar las presiones se debilita enormemente.
El segundo está en su propiedad. En qué intereses empresariales ajenos a la información
tengan sus dueños. Es difícil que un periódico editado por un constructor que está pendiente
de una recalificación sea independiente. Es improbable también que ser independiente sea
su objetivo.
Les pongo un ejemplo, que conozco bien. El de mi ciudad: Burgos. Hay dos periódicos en
papel. Uno es de un constructor, condenado por corrupción urbanística y que está entre los
promotores del famoso bulevar de Gamonal que levantó a todo el barrio en su contra. El otro
es de otro constructor, un imputado en la Gürtel. Ambos son rivales en Burgos pero socios
en la televisión autonómica de Castilla y León, que paga el Gobierno de la Junta, en manos
del PP.
Esa es la independencia de los medios de mi ciudad natal y no se distingue mucho a lo que
pasa en otras ciudades.
El tercer indicador de la indepedencia de un medio de comunicación está en su modelo de
ingresos. En cómo se financia. Por ejemplo, es muy difícil que un periódico que obtiene más
de la mitad de sus ingresos de instituciones públicas gobernadas por tal o cual partido sea
independiente. Quien paga manda, o así lo entienden gran parte de los administradores del
sector público, que creen que pagan ellos en vez de todos los ciudadanos, que consideran
que la publicidad institucional es su cortijo.
La publicidad institucional en España, la forma en que se ha gestionado, se ha convertido en
una de las mayores amenazas a la independencia de la prensa. Se reparte de forma opaca
y arbitraria, como se demuestra cada vez que se conocen datos concretos.
Hace poco se publicaron los del reparto de la publicidad institucional del Canal de Isabel II
durante los gobiernos de Esperanza Aguirre e Ignacio González, esos supuestos “liberales”
que gestionaron el dinero público con criterios completamente intervencionistas.
El Canal, la empresa pública que gestiona el agua, se gastó en la última década 55 millones
de euros en publicidad, que se repartió a dedo entre los medios afines al aguirrismo. Era muy
necesario anunciar que en Madrid sale agua del grifo porque, al parecer, muchos madrileños
no lo sabían. A ver si se creen que la buena prensa de Esperanza Aguirre de esos años salía
gratis.
Por poner un ejemplo: el desconocido portal de información Nuevatelevisión.com, hoy ya
cerrado, se llevó medio millón de euros del Canal de Isabel II. En el mismo periodo,
elconfidencial.com, el líder de la prensa digital en España, obtuvo 60.000 euros y eldiario.es
apenas 7.000 euros en tres años.
Entenderán estas cifras mejor si les explico que el digital Nuevatelevisión.com fue fundado
por el exsecretario de Comunicación de José María Aznar, Miguel Ángel Rodríguez.
Mamandurrias.
Además, de la rentabilidad, de la propiedad y de los ingresos, el cuarto indicador que sirve
para medir tu independencia está en las deudas. En cuánto dinero debes y a quién se lo
debes.
La deuda es clave para explicar la situación de muchos de los grupos de medios españoles
que, en los años buenos, como le pasó a muchas otras empresas españolas, se endeudaron
hasta la camisa. Y cuando la burbuja del crédito barato estalló, han visto cómo su
independencia estallaba con ella. Hoy la banca, a través de la deuda, es el principal editor
de prensa en España. Y es difícil que un periódico en manos del sector financiero pueda
pedir cuentas al poder, como decía Marty Baron.
Por poner un ejemplo más concreto: que El País diese una cobertura tan superflua sobre la
lista Falciani o que no publicase prácticamente nada de los SwissLeaks se entiende mejor
cuando explicas que el banco suizo HSBC es uno de los principales acreedores del grupo
Prisa, y que después, a través de la deuda, se ha convertido en uno de sus principales
accionistas.
Cuatro indicadores: la rentabilidad, la propiedad, el modelo de ingresos y la deuda. La
independencia se resume en cuatro preguntas. ¿Eres rentable? ¿Quién es tu dueño? ¿Quién
te paga? ¿A quién le debes dinero?
En eldiario.es presumimos de independencia porque podemos contestar a estas cuatro
preguntas con la cabeza bien alta.
Somos un medio rentable desde hace ya tres años, y aún no hemos cumplido cuatro años
desde nuestra fundación, en septiembre de 2012. En este tiempo, nos hemos cambiado
cuatro veces de oficina.
Empezamos en un ‘coworking’ en Gran Vía 16, en una mesa de 4 personas. De ahí saltamos
a Gran Vía 55, a un pequeño piso de 70 metros cuadrados desde donde lanzamos eldiario.es
en septiembre de 2012. Entonces éramos solo 12 personas.
En septiembre de 2013, nos mudamos a Gran Vía 60, a una oficina de algo más de 200
metros cuadrados en la que llegamos a ser 24 personas; nos mudamos cuando estábamos
a punto de incumplir la legislación laboral porque ya no cabíamos.
Desde el verano pasado estamos en el Palacio de la Prensa de Madrid, en Gran Vía 46. En
una redacción de más de 600 metros cuadrados frente a la plaza de Callao donde ya estamos
a punto de llegar a los 60 trabajadores. Además, contamos con otros 40 periodistas
repartidos entre 13 ediciones autonómicas que están asociadas con eldiario.es.
(...)
Somos un medio leído y también influyente. Logramos unos datos de audiencia tan altos a
pesar de que no tenemos secciones dedicadas al “corazón” o a los vídeos de gatitos o al
fútbol. Nuestro menú informativo tampoco hace concesiones a la audiencia a cualquier
precio. Esto también se nota en redes sociales, donde somos prescriptores. En las anteriores
elecciones generales, un estudio nos situó como el medio de comunicación más tuiteado por
los candidatos de los principales partidos.
¿Quién es nuestro dueño? En nuestro caso, la propia redacción. Yo no solo soy el director
de eldiario.es. También soy su consejero delegado y principal accionista. Y cuando me siento
cada mañana, a las 10:30, con mis subdirectores y redactores jefes, que muchos de ellos
también son accionistas, en esa reunión no solo está representada la redacción, sino también
la mayoría de las acciones de Diario de Prensa Digital SL, la empresa que edita eldiario.es.
(...)
¿Quién nos paga? En gran medida, nuestros lectores. eldiario.es se financia por publicidad
y con la ayuda de nuestros socios, suscriptores que pagan 60 euros al año para garantizar
nuestra independencia. Hoy ya tenemos casi 19.000 socios y son todos suscriptores de
verdad: no hay ventas en bloque a empresas. Son lectores que, uno a uno, se han sumado
a nuestro proyecto porque saben que son cruciales para mantener nuestra independencia.
En total, nuestros socios nos proporcionan casi un 40% de nuestros ingresos. El resto viene
de la publicidad. Sin embargo, nuestros lectores son nuestro primer cliente porque ninguno
de nuestros anunciantes, ni siquiera los más grandes, nos aporta ni la mitad de la mitad que
todos nuestros socios juntos. Mandan los lectores porque pagan los lectores.
¿Y a quien le debemos dinero? A nadie. Hemos conseguido lanzar eldiario.es y colocarlo
entre los principales diarios españoles sin deber un solo euro. No tenemos ningún crédito y
tampoco debemos favores inconfesables a ningún poder político ni a ningún partido. El
porcentaje de nuestros ingresos que viene del sector público no llega al 5%. Probablemente
porque no somos muy cómodos para quienes gestionan el sector público.
Pero nuestra independencia no solo se demuestra en la teoría. Tener las condiciones
necesarias no garantiza, por sí solo, que seas independiente. Hay que demostrarlo también
con la práctica y nosotros lo hacemos cada semana, con nuestras exclusivas. Porque en
eldiario.es publicamos cada día noticias que hoy no se pueden leer en otros medios.
eldiario.es fue el medio que destapó el escándalo de las tarjetas Black. No es que fuésemos
los primeros en publicarlo. Es que sin nosotros hoy no estarían imputados en la Audiencia
Nacional Miguel Blesa, Rodrigo Rato y todos los demás consejeros Black. (...)
Estoy convencido de que el efecto de esta investigación periodística va mucho más allá de
Caja Madrid o su consejo. Cada vez que la prensa publica un asunto así, creo que en algún
sitio hay un corrupto en potencia que se lo piensa dos veces antes de abusar del dinero
público, pagando un masaje con final feliz a costa de los contribuyentes. Nuestro lema es
“periodismo a pesar de todo” pero también podría ser “periodismo para cambiar las cosas”.
Porque de verdad creo que la función social del periodismo es ésta: fiscalizar a los poderes
y combatir sus abusos. Sin prensa independiente, es imposible que los malos
comportamientos tengan consecuencias y que la democracia funcione. Sin periodismo
independiente, la impunidad es completa. (...) eldiario.es nació como un pequeño medio
minoritario, independiente, valiente y combativo. Vamos a seguir siendo independientes,
valientes y combativos. Vamos a seguir siendo incómodos, pero no vamos a ser minoritarios.
Ya no lo somos. (...)
Estamos lejos de los presupuestos de los grandes medios pero vamos a ser uno de ellos
manteniendo los mismos valores, los mismos principios con los que nacimos.
En eldiario.es cada día somos más pero somos los mismos, y nuestro compromiso con los
lectores sigue siendo idéntico al del primer día. Buscando en la hemeroteca, he encontrado
esta primera declaración editorial que hicimos hace casi cuatro años, en septiembre de 2012.
“Somos un grupo de periodistas con ganas de seguir intentándolo”, decía aquel texto. “Nos
mueve la ambición de comprar nuestra libertad, reivindicar nuestro oficio, ser dueños de la
redacción en la que trabajamos y garantizar así que la línea editorial sea independiente y no
responda a intereses ocultos”.
“Creemos en un periodismo riguroso, independiente y también honesto. Estamos con la
libertad, con la justicia, con la solidaridad, con el progreso sostenible de la sociedad y con el
interés general de los ciudadanos. Defendemos los derechos humanos, la igualdad y una
democracia mejor, más transparente y más abierta”.
Sigue siendo así. Defendemos unos valores pero no a ninguna sigla, a ningún partido. Somos
unos locos convencidos de que nuestro trabajo sirve para algo, que sirve para cambiar las
cosas, para mejorar la sociedad, para pedir cuentas al poder. Creemos en el periodismo, en
el periodismo a pesar de todo.” (Artículo publicado en eldiario.es el 22/6/2016)
- ¿Qué indicadores sirven para juzgar la independencia de un medio de comunicación
según Escolar?
- ¿Cómo juzgas la independencia de los MCM de este país? ¿Qué crees que se debería
hacer para cambiar la situación? ¿Es necesario/deseable que se intervenga? Razona
tus respuestas.
7. Lee la siguiente noticia y responde a las preguntas: ¿Conocías el impacto que tuvo
en la opinión pública el caso de la Gripe A? ¿Cómo lo relacionas con las cuestiones
tratadas en este tema?
Casi dos millones de estadounidenses podrían ser hospitalizados durante el invierno debido
a la pandemia de gripe A, de los que unos 300.000 requerirían atención en unidades de
cuidados intensivos, según advierte un informe oficial hecho público ayer por el Consejo
presidencial de asesores en ciencia y tecnología del Gobierno de Estados Unidos y recogido
por el rotativo Los Angeles Times . En total, entre el 20% y el 40% de la población podría
desarrollar los síntomas del H1N1, y entre 30.000 y 90.000 podrían morir, según del
documento, que recuerda que la gripe estacional suele dejar 35.000 víctimas mortales en
Estados Unidos. La diferencia de la nueva gripe es que está causando la muerte de personas
mayores y adolescentes, mientras que la gripe estacional se ceba sobre todo en los
ancianos. Los investigadores temen una alta incidencia de infecciones porque la nueva gripe
es tremendamente diferente de otras cepas que se han propagado en años recientes, de
manera que la mayoría de la población no cuenta con ninguna inmunidad residual. "Esta no
es la gripe a la que estamos acostumbrados", advierte Kathleen Sebelius, secretaria del
Departamento de Sanidad y Servicios Humanos, en una rueda de prensa del CDC en
Atlanta. "Hasta que no estemos en plena temporada de gripe no sabremos cómo de grave
será la amenaza". ELPAÍS.com-25/08/2009
- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único
símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola
categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o
defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas
noticias, inventa otras que las distraigan».
- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por
pequeña que sea, en amenaza grave.
- Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su
nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande
sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La
capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además,
tienen gran facilidad para olvidar.
- Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de
ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes
perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni
dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite
suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y
argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público
esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder
contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a
través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
- Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen
argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también
contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
- Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir
de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y
prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en
actitudes primitivas.
- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa
«como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
9. Analiza las siguientes portadas:
10. Elige uno de los siguientes vídeos, resume su contenido y prepara una exposición para
explicarlo a tus compañeros/as. VÍDEOS:
- Tristan Harris “Cómo un grupo de compañías tecnológicas controlan billones de mentes cada
día” TED Talks
- Sherry Turkle “¿Conectados pero solos?” TED Talks
– Nicholas Carr “La tecnología influencia cómo funcionan nuestras mentes” Youtube
11. Busca alguna noticia relacionada con la pandemia de coronavirus que creas que no sea fiable
y explica por qué.
12. Disertación:
- ¿Son las redes sociales la nueva caverna platónica?