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NORBERTO BOBBIO

EL TIEMPO DE LOS DERECHOS


RESUMEN

La Declaración Universal de los Derechos del Hombre comienza con estas palabras: «Todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» *. Estas palabras no son nuevas. Las
hemos leído muchas otras veces. Bastará con recordar el artículo de la Declaración de derechos
del hombre y del ciudadano de 1789, que comienza así: «Los hombres nacen y permanecen libres
e iguales en derechos»,

No es cierto que los seres humanos nazcan libres e iguales. Los seres humanos no nacen libres, a
pesar de lo que pensase Rousseau, sino que están «encadenados», más que nunca encadenados,
desde que nacen; tampoco son iguales, aunque sólo nos fijemos en las dotes naturales, sin tener
en cuenta las condiciones sociales e históricas, n otras palabras, se podría decir que la libertad y la
igualdad de la que se habla en aquel artículo no son un hecho sino un derecho, más precisamente,
aquel derecho que corresponde al ser humano, antes que de una constitución positiva, de la
constitución misma de su personalidad, todavía más, de su naturaleza idea.

Toda norma jurídica, como todos los juristas saben, es imperativo-atributiva, esto es, atribuye una
obligación a un sujeto en el mismo momento en el que atribuye un derecho al otro sujeto. Ahora
bien, el iusnaturalismo clásico y medieval había puesto el acento sobre el aspecto imperativo de la
ley natural más que sobre el aspecto atributivo; mientras la doctrina moderna de los derechos
naturales

La ley natural, en la concepción del iusnaturalismo tradicional, era una regla de conducta que tenía
sobre todo como destinatarios a los soberanos a los que imponía la obligación de ejercer el poder
respetando algunos principios morales supremos. Que a este deber de los gobernantes
correspondiese un derecho correlativo de los súbditos a pretender que los mismos gobernantes
respetasen el deber era dudoso; los súbditos tenían sobre todo el deber de obedecer también a
los malos soberanos, al menos según las doctrinas que representaban las opiniones más comunes.

aquí he expuesto algunas razones por las cuales creo imposible una investigación sobre el
fundamento absoluto de los derechos del hombre. Pero existe otro aspecto de la cuestión que
emerge de estas últimas consideraciones. Y con esto paso al tercer tema que me he planteado al
principio. Se trata de saber si la investigación del fundamento absoluto, si fuera coronada con
éxito, obtiene el resultado esperado de conseguir más rápida y eficazmente el reconocimiento y la
realización de los derechos humanos. Aquí entra en discusión el segundo dogma del racionalismo
ético, que es, pues, la segunda ilusión del iusnaturalismo: que los valores últimos no sólo se
pueden demostrar como teoremas, sino que basta con haberlos demostrado, esto es, quedan en
un cierto sentido como irrefutables e irresistibles, para asegurar su realización. Al lado del dogma
de la demostrabilidad de los valores últimos, cuya falta de fundamentación se ha intentado
demostrar en los parágrafos precedentes, el racionalismo ético, en su forma más radical y antigua,
sostiene también que la demostrada racionalidad de un valor es condición no sólo necesaria sino
suficiente de su realización. El primer dogma asegura la potencia de la razón, el segundo su
primacía.
in embargo, también esta investigación de los fundamentos posibles —empresa legítima y no
destinada como la otra al fracaso— no tendrá ninguna importancia histórica si no es acompañada
del estudio de las condiciones, de los medios y de las situaciones en las que este o aquel derecho
puede ser realizado. Tal estudio es tarea de las ciencias históricas y sociales. El problema filosófico
de los derechos humanos no puede ser disociado del estudio de los problemas históricos, sociales,
económicos, psicológicos, inherentes a su propia realización: el problema de los fines del de los
medios. Esto significa que el filósofo no está solo. El filósofo que se obstina en permanecer solo
termina por condenar la filosofía a la esterilidad. Esta crisis de los fundamentos es también un
aspecto de la crisis de la filosofía.

PRESENTE Y PORVENIR DE LOS DERECHOS HUMANOS

¿EXISTEN DERECHOS FUNDAMENTALES? CONVERSACIÓN CON GIULIANO PONTARA

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