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Organizar una sociedad anómica tanto social, política y racialmente debió haber sido
un reto titánico para los colonizadores españoles. Por ello, fue esencial la aplicación
de un conjunto de ideas que abarquen aspectos jurídico-políticos y teológicos
referentes a la sociedad, materializado en el concepto de Cuerpo de República, para el
establecimiento de un orden social que vaya acorde a la expectativa de nación
pensada por los españoles. La arquitectura social y estatal de la colonia tiene su
fundamento en la doctrina de Platón, Aristóteles y Plutarco. Estos pensadores
concebían a la sociedad como un organismo con cabezas, brazos y extremidades, con
jerarquías y ocupaciones establecidas. Luego, San Pablo asimiló el legado organicista
aristotélico y creó el concepto de Cuerpo Místico. Todas estas ideas estuvieron
fuertemente asentadas en la tradición y cultura política de los colonizadores
españoles. Así, determinaron que una forma de gobierno para la población indígena
del Perú sería la de una República de Indios, dado que aún no conocían la fe y estaban
sumidos en el paganismo. La finalidad de la República de Indios, cuya expresión física
fueron las reducciones, era la integración de esta masa de nativos paganos e incultos
de la cultura occidental dentro del estado monárquico español, y en el plano ideal
darles protección a sus integrantes.
Sin embargo, en la sociedad hispanoperuana, dividida en dos repúblicas
complementarias, existió una marcada división estamental, jerarquía basada en las
diferentes relaciones hereditarias que se desarrollaban con la tierra u otras
actividades productivas. Asimismo, el racismo, tan arraigado en la sociedad colonia,
fue un criterio de diferenciación social. El sistema social influyó en el pensamiento de
la gente, se internalizó un nuevo esquema de organización social y un nuevo concepto
de privilegios y jerarquías.
La composición de la sociedad colonial fue la siguiente:
Mercantilismo
Bajo este principio se estructuró el sistema económico colonial, se dio una
gran importancia al comercio, a las actividades extractivas y al acarreo de
metales preciosos. La acumulación basada en la explotación minera fue un
elemento fundamental en la riqueza y poderío de una nación. El Estado
colonial español aplicó el bullonismo que consistía la acumulación de metales
preciosos, conservados en lingotes o barras (bullón).
Exclusivismo
Consistió en la imposición del régimen monopólico, según el cual América
solo podía comerciar con la Metrópoli (España) a través del puerto de Sevilla y
Cádiz, surgiendo así una élite comercial en dicha ciudad, así mismo, del lado
americano, se declararon los siguientes puertos exclusivos: Veracruz,
Cartagena, Portobelo y el Callao.
Intervencionista
El Estado absolutista español intervino en las decisiones económicas y
controlaba de manera muy estricta el curso económico de las colonias, puso
especial énfasis en la limitación de ciertas industrias y manufacturas, esto es,
restringía en sus colonias el desarrollo de talleres textiles, curtiembres,
viñedos, etc., que pudieran afectar el circuito de exportaciones y pusiera en
peligro la hegemonía comercial de las empresas peninsulares y del resto de
Europa, incluso llegó a prohibir drásticamente los comercios bilaterales entre
los reinos de América.
2. ¿Cuál fue la ciudad económica más importante del Virreinato y por qué?
Lima se mantuvo como el principal eje comercial y económico del Perú hispano durante
gran parte del virreinato. Ostentaba su dominio del tráfico comercial atlántico, además
contaba con una élite comercial que había logrado acumular suficiente capital para
invertir en el lucrativo tráfico del Pacífico. Por ejemplo, los obrajes de Quito empezaron a
comercializar paños de color azul a Lima. Esta actividad comercial permitió engrosar las
ganancias a los comerciantes limeños. A comienzos del siglo XVII, más de sesenta
comerciantes había logrado acumular ingentes cantidades de capital de hasta 500.000 y
1.000.000 de pesos. Fue vital para el fortalecimiento de su poderío económico los
privilegios políticos y judiciales del consulado, el gremio de los mercaderes. El
florecimiento económico de Lima le permitió que varias organizaciones crediticias, como
los bancos y los cuerpos eclesiásticos, se instalen en su área de influencia. También se
fundaron varios colegios y empresas jesuitas.
La guerra no solo fue militar, sino cultural. La colonización española al Tahuantinsuyo dio
paso a la imposición de la fe cristiana, a la transculturación, hoy denominada por las
ciencias sociales aculturación. El empeño etnocéntrico, por parte de los peninsulares, de
prácticamente obligar a la población andina para que se conviertan al catolicismo y
vasallos del rey español; con estas acciones, la Corona española buscaba perpetuar la
dominación mediante mecanismos ideológicos. En el proceso de dominio cultural de las
costumbres, cosmovisión, tradiciones e ideología, que se impuso con extrema violencia y
estrategias de conversión religiosa, se inició el procedimiento de “extirpación de
idolatrías”, es decir, los sacerdotes católicos, misioneros y autoridades eclesiásticas
visitaban, con apoyo militar, a los pueblos indígenas a fin de destruir las representaciones
de las deidades andinas e incinerar las momias, derrumbar construcciones y lugares
sagrados. Esta campaña de destrucción masiva apuntaba a desvincular drásticamente los
cultos autóctonos y a exterminar la herencia cultural de los pueblos andinos. El sistema
colonial ha marcado fuertemente a los habitantes nativos. Un nuevo sistema cultural ha
surgido a través del contacto de dos órdenes sociales y culturales completamente
diferentes. Considero que durante el desmantelamiento y liquidación del Estado incaico
ha ocurrido una asimilación cultural, esto es, la cultura andina ha asimilado, durante casi
trescientos años de virreinato, los usos y costumbres europeos, africanos y árabes que el
español trajo. El idioma castellano y la religión cristiana son muestras claras de un proceso
de asimilación. Los ritos de pasaje como el rutuchikuy y el huarachikuy, este acto de
celebración ancestral de la cultura andina, se fusionaron con el bautismo y la
confirmación, sacramentos de la fe católica que el habitante andino supo asimilar. La
famosa procesión del Señor de los Milagros, encierra también este sincretismo: el culto y
reverencia al dios católico fue también asimilado. Con relación a lo anterior, ocurrió un
hecho particularmente interesante, ya que fueron los mismos indígenas creyentes del
dios Pachacámac quienes difundieron su cosmovisión religiosa a los esclavos africanos y
mulatos, estos últimos se encargaron de fusionar las tres visiones religiosas (europea,
andina y africana) recreando el culto y otorgándole su impronta cultural. Pintaron un
mural con la imagen de Jesucristo, de esa manera lograron crear una síntesis fuertemente
religiosa llamada el Cristo de Pachacamilla, el Señor de los Temblores, que goza de gran
popularidad hasta nuestros días.
La moneda
Durante la llegada de los colonizadores españoles, no hubo moneda, claro
que el concepto de moneda que los españoles manejaban difería fuertemente
al de los pueblos y civilizaciones indígenas quienes usaron las hachitas de
cobre y el mullu o concha colorada (spondylus) como monedas, para el
comercio. Tiempo después aparece la primera moneda en el Perú llamada
Callana que consistió en una pieza rústica fundida con especificación de peso
y ley que funcionó en Lima, Cuzco, Cajamarca y Piura. Después, ya se fabricó
el peso, luego aparecieron los escudos y doblones, que facilitaron la
transacción comercial. Estas monedas fueron acuñadas en las llamadas casas
de moneda, que funcionaron en el siglo XVI, se ubicaron principalmente en
Lima y Potosí.