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EL VIRREINATO EN NUEVA ESPAÑA,

INDEPENDENCIA Y FORMACION DEL


ESTADO

HISTORIA DE MÉXICO I,II


RUIZ QUIROZ CESAR MAURICIO, 2D1
2021-2022
A la caída de México-Tenochtitlan y la consumación de la Conquista, le siguió un prolongado y
complejo proceso de asimilación de dos culturas, así como el mestizaje. Esta etapa se caracterizó
por el intento de la Corona española a explotar las riquezas existentes en la nueva España. Otra
cosa importante fue el proceso de evangelización que dio la Iglesia católica que les dio poder:
social, económico y político que posteriormente la corona al ver que tenía tanto poder intentaría
frenar. El virrey que era el encargado de la administración de la nueva España era aquel que
representaba a la corona y era escogido por la misma; hacia el papel del gobernante y
administrador. El cargo de virrey se instituyó originalmente en España en el siglo xv, durante el
reinado de Fernando el Católico, con el propósito de comisionar a un representante de la corona
en los territorios mediterráneos sometidos a la jurisdicción de la Corona. Más tarde, se extendió a
los territorios de América, concediéndose por primera vez a Cristóbal Colón en 1492, y se volvió a
otorgar hasta 1535, cuando el rey Carlos I estableció el virreinato de Nueva España. El virrey en
teoría tenía el mismo poder del rey y este poder se fortalecía por la poca comunicación entre la
metrópoli y nueva España y con esto el virrey podía hacer lo que quisiera sin tener que pedirle
permiso al rey, por la urgencia de atender muchos asuntos que, de manera frecuente, obligaban al
virrey a tomar decisiones sin consultar al Consejo de Indias, o a cualquier institución
gubernamental en España. El virrey ejercía cinco cargos: gobernador; capitán general; presidente
de la Audiencia; superintendente de la Real Hacienda, y vice patrono de la Iglesia.

En Nueva España el régimen municipal fue incorporado desde los primeros momentos de la
Conquista, cuando Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz. Una vez conquistada la ciudad de
México, se fundó en ésta el primer ayuntamiento formal, al que siguieron otros más hasta llegar a
87 municipios, en igual número de poblaciones. El ayuntamiento novohispano estaba integrado
por españoles que poseían bienes raíces y figuraban en el registro del vecindario. El concejo
municipal o cabildo se componía de dos jueces y los consejeros, cuyo número variaba de acuerdo
con el tamaño e importancia de las ciudades. Sin embargo, la participación de los miembros del
cabildo en las elecciones era muy restringida, pues además de que en éstas podía intervenir el
gobernador o el propio virrey, por lo regular solamente los alcaldes, los regidores y otros altos
funcionarios eran electores, así que el gobierno municipal prácticamente se encontraba en manos
españolas. En los pueblos la organización municipal tuvo características muy peculiares, pues
desde un principio Cortés respetó el señorío de los caciques indígenas sobre los pueblos que
tenían sometidos, y les otorgó privilegios, de acuerdo con su alta jerarquía. No sólo quedaron
exentos del tributo, sino que muchos conservaron a los indígenas tributarios que controlaban
antes de la Conquista, quienes sufrieron una doble explotación: la de los españoles y la de sus
antiguos caciques.

Para la Corona española, la Conquista de México, también significó la incorporación de los


indígenas al mundo cristiano y con esto someter a los indígenas en cristianos para así fuera más
fácil controlarlos. Los primeros misioneros que llegaron a tierras mesoamericanas después de
Bartolomé de Olmedo, fueron franciscanos: Juan de Aora, Juan de Tecto y Pedro de Gante. En
1524 desembarcó en Ulúa el grupo franciscano conocido como “Los Doce”, quienes dieron
comienzo a la evangelización. En años siguientes llegaron a México misioneros de otras órdenes:
en 1526 arribaron los dominicos, y después los agustinos, en 1533.
Desde un principio, los misioneros se encontraron frente a la dificultad para establecer
comunicación con los grupos humanos a los que debían convertir a la fe católica; para ello,
optaron por traducir a la lengua indígena los conceptos propios de la nueva religión, o bien
mantener esos conceptos en el idioma castellano y hacer que los indígenas los aprendieran con su
significado y contenido específicos, fue necesario traducir los textos sobre pasajes de los
evangelios, oraciones, vidas de santos y otras lecturas. El conocimiento de las lenguas indígenas
fue muy importante para lograr la evangelización, y los frailes se vieron casi obligados a aprender
el lenguaje de los pueblos en donde predicaban. La Conquista de México implicó, en lo económico,
una gran transformación del anterior sistema mesoamericano, para adecuar el proceso productivo
de Nueva España a los patrones europeos, no sólo en cuanto a las técnicas de explotación y
comercialización, sino también respecto a los productos mismos, pues la presencia de los
españoles en el territorio hizo necesaria la introducción de nuevos cultivos y especies de ganado a
fin de satisfacer sus necesidades básicas alimenticias.

En América, desde el siglo XVII se hicieron evidentes las condiciones socioeconómicas originadas
por el establecimiento de las instituciones coloniales, tales como la explotación laboral, el control
comercial, las prohibiciones sobre algunos cultivos agrícolas, la discriminación racial y la distinción
entre criollos y peninsulares, Se consideraba criollo al hijo de europeos nacido en América, pero
más tarde este concepto cambio porque el criollo ya no sería sólo el hijo de padres europeos, sino
el hijo, nieto o bisnieto, el cual no tenía “sangre europea”. Incluso llegó a ser considerado como
criollo a todo aquel europeo recién llegado que hubiera asimilado las costumbres y modo de
pensar de los nacidos en europa. El concepto ya no se limitaba al haber nacido en la nueva España,
sino a un aspecto cultural, de actitud y de conciencia; criollo era aquel que se identificaba como
mexicano y no como novohispano. A partir de entonces, los criollos empezaron a tener
sentimientos de pertenencia hacia su tierra natal. En México, el surgimiento de la conciencia
criolla no podía dejar de lado el aspecto religioso; por ello, los criollos mostraron abierta
preferencia por aquellas formas que rompieran con el catolicismo de la metrópoli, para expresar
las costumbres religiosas del país. El culto a la virgen de Guadalupe constituyó la identificación
más importante del criollo mexicano con el catolicismo, justificada además por la frase del papa
Benedicto XIV: “no ha hecho cosa igual con ninguna otra nación”, para referirse a las apariciones
de la madre de Dios al indígena Juan Diego.

El siglo XVIII estaba a punto de terminar y, para entonces, el mundo occidental había sido sacudido
por los vientos de emancipación que el liberalismo europeo llevara hasta las tierras de la América
anglosajona, para luego regresar a Europa y derribar a una de las monarquías más autocráticas, la
francesa. El fin de siglo anunciaba grandes cambios; el antiguo régimen absolutista mostraba
evidentes signos de deterioro en Francia y España. El tiempo era propicio para que despertara el
ansia de libertad en la conciencia criolla, en los dominios de la América hispana.

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