Está en la página 1de 3

Importancia de un estilo de crianza autoritativo o participativo en la etapa

universitaria de los hijos, un elemento poderoso para ganar confianza.

Ser un buen padre es una tarea cada vez más confusa. El mundo de hoy está lleno de

incertidumbres, su forma de percibir el entorno discrepa de la manera como sus hijos

entienden los nuevos escenarios que la vida presenta. Los tiempos de antaño fueron otros,

la actualidad indudablemente encierra desafíos insólitos. No se trata de clasificar a un

adolescente como malo o bueno, se trata de comprender todo lo que están pasando, ese

aluvión de emociones ocasionada por aquello que se llama pubertad, por esa búsqueda de

identidad propia de las edades de los 12 a 20 años y por la permuta de ambiente escolar, se

transitó del colegio a la universidad.

Los adolescentes están tan interesados en probar alternativas variadas para darle sentido

a lo que hacen, es inevitable para ellos conocer el mundo que les rodea. Ser escuchados y

comprendidos desde su mundo, encontrar eso que los japoneses denominan ikigai, la razón

de ser o aquel elemento que los motiva y representa es vital.

La vida de un adolescente en la universidad es diferente. Representa un escenario

complejo que simboliza para ellos esa construcción del yo ideal, es como un juego de

ajedrez con muchas expectativas, sus gustos y preferencias ahora son distintos y, además,

los riesgos, peligros y oportunidades producto de las nuevas dinámicas cibernéticas deben

considerarse. Por consiguiente, lo relevante es enseñar a los hijos a proceder con mesura,

tomando las precauciones necesarias para preservar su integridad y seguridad. No se trata

de juzgar sino de lograr esa empatía con sus hijos, de fortalecer su autoconcepto (Esa

definición de sí mismo), esto último, es pilar en todo el proceso, un estudiante seguro con

buenas habilidades sociales posiblemente tendrá mayores herramientas para afrontar


circunstancias desconocidas o embarazosas. Recuerden padres, la diferencia hace parte de

la normalidad. Así entonces, los estilos de crianza son fundamentales en este nuevo camino.

Un progenitor que escucha activamente e igualmente evalúa alternativas, considera las

opciones valoradas por su hijo y toma la decisión teniendo en cuenta las apreciaciones de

ese adolescente, gana mayor terreno, se incrementa la confianza y logra entender mucho

más que está pasando en la vida de ese ser humano.

En este orden de ideas, aquellos padres que sostienen la autoridad en función del control,

la coerción y la excesiva norma, paulatinamente degradan el autoconcepto de su hijo, lo

hacen más vulnerable a las circunstancias desconcertantes o difíciles, lo exponen a los

peligros y debilitan aspectos como las habilidades sociales tan necesarias para proceder

ante los contingentes del entorno universitario.

Los progenitores deben ser elementos de apoyo ante las diversas dinámicas sociales por

las cuales transita un adolescente en el periodo universitario. Uno de los criterios más

poderosos para ayudar es entender claramente el contexto, sin embargo, para comprender la

situación por la cual transita su hijo deben ser capaces de lograr la confianza requerida para

que puedan conectar con ustedes, percibiéndolos como figuras de apoyo que no juzgan sino

que cooperan con la elección de alternativas de solución satisfactorias teniendo en cuenta la

paciencia, delegando autonomía e independencia, sobre todo, siendo ese sostén que ayuda a

fortalecer el autoconcepto.

Si bien, un adolescente que confía en sus habilidades sociales para afrontar los avatares

de la vida universitaria responderá de la forma más asertiva posible, son capacidades que se

gestan desde casa, desde la manera como los padres validan o invalidan sus emociones,

opiniones, gustos, preferencias y decisiones, que reconocen que son individuos singulares,
independientes y autónomos, pese a que las acciones que realizan difieran en gran medida

de las aficiones de sus progenitores.

No siempre como padres se tienen las habilidades sociales ni las estrategias para

gestionar una conversación asertiva con los hijos, pero es necesario y supremamente

esencial trabajar activamente en ello desde el respeto, la comprensión y la participación.

Escritor:
Jaime Meneses Galván
Instagram: @jatomeneses

También podría gustarte