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La disciplina como parte esencial del éxito, no solamente futuro sino también presente

A través del tiempo las leyes se han abocado a proteger la integridad de los seres humanos, las instituciones y
organizaciones mundiales proponen nuevas estrategias para preservar los derechos humanos. Lamentablemente, ha
nacido un “libertinaje” como consecuencia de la protección extrema de un niño y además una teoría
consuetudinaria del “déjalo que haga lo que quiera, eso lo hace más independiente”. La disciplina en los niños es un
tema controversial en la actualidad, recientemente se han visto casos en que los docentes, profesionales que tienen
mayor contacto con los niños, han sido sancionados por tomar medidas disciplinarias clásicas que incluyen castigos
(no necesariamente físicos) pero que confinan al niño a desarrollarse dentro de parámetros limitantes. En mi opinión
personal, la disciplina en los niños es determinante para la vida adulta; la disciplina no comprende solamente el
castigo físico, sino que sobre todo es una manera de educación, el decir NO está implícito y debería ser una reacción
primaria ante una pataleta; estas acciones podrían determinar que cuando el niño crezca y se independice pueda ser
una persona íntegra, aun cuando no haya alguien viéndolo.
¿Qué es la disciplina?
La disciplina puede ser definida como un proceso para ayudar a los niños a aprender comportamientos apropiados y
a tomar buenas decisiones. Esta es parte de la educación, y la educación en la infancia determina el carácter del
adulto. En ese sentido, la disciplina no es un mero capricho de los padres o maestros, y sí un componente inherente
del proceso educativo. Adicionalmente, la disciplina amorosa, efectiva, ayuda al niño a ejercitar auto-control,
responsabilidad, y respeto mutuo.
Algunos padres y psicólogos enfatizan en el aspecto negativo de la disciplina pues resaltan que el niño aprende a
actuar por temor y no de manera natural, sugieren que el niño que crece con mayor permisibilidad será una persona
con mayor independencia y por ende un adulto exitoso. A pesar de los resultados negativos que han obtenido, los
padres insisten en este estilo de crianza que, como mencionan los expertos, podrían incluso permitir la elección de la
sexualidad del menor.
La disciplina positiva
La disciplina positiva es una forma de educar a los niños basada en el respeto mutuo, el cariño y la comprensión, que
favorece el desarrollo emocional de los menores, y refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos. La disciplina
positiva es mucho más que un estilo educativo, es una forma de vivir y de criar a los niños que se basa en el respeto
mutuo entre padres e hijos, y que pone el acento en una crianza afectuosa con apego. Cuando un adulto se ocupa de
la educación de un niño pone en marcha una serie de prácticas que engloban actitudes, conductas y creencias, que
tienen como finalidad enseñarle y encaminar su desarrollo; esto es lo que se conoce como estilo educativo, y la
disciplina positiva es la tendencia educativa que se basa en el respeto y se apoya en la afectividad. Así, mediante la
disciplina apropiada, los niños aprenden cómo funcionar en una familia y en una sociedad que está llena de límites,
reglas, y leyes que todos debemos respetar. Con ella, los niños obtienen un sentido de seguridad, protección, y a
menudo de victoria. Sin la disciplina apropiada, los niños corren el riesgo de tener variados problemas emocionales y
de comportamiento.
Además, cuando hablamos de disciplina, la primera palabra que nos viene a la cabeza es 'NO'. El empleo del 'no'
también debe tener límites, ya que el abuso de ésta, puede transformar su verdadero sentido. Lo mejor, al principio,
es utilizarla solo cuando exista alguna situación de riesgo para el niño. María Luisa Ferrerós, psicóloga infantil y
autora del libro '¡Castigado!', da algunas pautas para los padres de cómo y cuándo pueden aplicar la disciplina y dar
límites a los niños. El primer límite se impone en cualquier situación que comprometa la seguridad y salud de los
pequeños. La psicóloga sugiere que la disciplina y los límites deben entrar en escena durante el primer año de
vida del niño, cuando el pequeño empieza a caminar y a explorar todo en su entorno, con más autonomía.
Beneficios de disciplinar a un niño
Tengamos en cuenta que el proceso de disciplinar es difícil y, por lo tanto, poco agradable, ya que por momentos se
muestra en contra de la naturaleza infantil que tiende al deseo de libertad ilimitada. Sin embargo, los beneficios de
la disciplina no deben considerarse solo en términos del futuro. James Dobson, profesor de pediatría de la Facultad
de Medicina del Sur de California, en Estados Unidos, afirma que los niños crecen “mejor en una atmosfera de amor
genuino, circundada por disciplina racional, coherente”. Y con respecto a la necesidad de disciplina en el universo
infantil, el profesor Dobson completa: “En días de uso de drogas, inmoralidad, enfermedades de transmisión sexual,
vandalismo y violencia, no debemos depender de esperanza y suerte para moldear las actitudes críticas que
valoramos en nuestros hijos. La permisividad no solo fracasó como enfoque en la educación infantil, sino que ha sido
un desastre para quien lo probó.”
Por ende, la disciplina es fundamental en la infancia, para moldear la vida del adulto. Además, podemos pensar que
el deseo de “libertad ilimitada”, además de ser de naturaleza infantil, niega la propia noción de la libertad humana.
Y, como ya sabemos, la libertad no es autosuficiencia. Diríamos entonces, que ese deseo ilimitado que toma control
del ser humano es una forma de esclavitud.
Consecuencias
Como se mencionó anteriormente, la disciplina se reflejará en el hogar, la escuela, en un equipo deportivo, al socializar
con otros niños y sus familias, etc., y así hasta ser mayor; sin embargo, hay quienes toman la palabra disciplina como
un extremo, que tampoco es bueno; a veces nos salimos del contexto y confundimos los conceptos, limitar en demasía,
no promover la autonomía, decir que no a todo, etc., son conductas que igualmente dañarán a nuestros hijos. Las
consecuencias negativas de una disciplina demasiado autoritaria dieron lugar a un cambio radical de corriente y
métodos, se comenzó a tomar conciencia de la importancia y la necesidad de respetar a los niños. Sin embargo, este
respeto a veces ha dado lugar a la ausencia de disciplina, en consecuencia, la ausencia de disciplina es muy peligrosa.
Educar sin castigos, sin disciplina, sin consecuencias, da lugar a estilos educativos negligentes. El niño crece inseguro,
se convierte en un niño tirano, crece pensando que puede hacer lo que quiera y cuando quiera, no tolera la frustración,
no acepta un no, y no desarrolla estrategias para auto controlar la propia conducta.
Cuando los niños empiezan a tener mayor autonomía y, a la vez, más criterio para saber lo que les gusta o no, y lo
que quieren lograr es cuando más necesitan que los padres les pongamos límites. Es natural que los niños pretendan
conseguir lo que desean en el momento y es justo en este instante cuando los padres deben enseñarles que uno de
los principales límites reside en que lo que piden no es quizás lo que les conviene, y que es necesario tener paciencia
para alcanzar su objetivo.

Para concluir, debemos recalcar que las disposiciones y hábitos de la niñez y la juventud se manifestarán con toda
probabilidad en la edad madura. Elena de White sugiere: “Podéis doblar un árbol joven dándole la forma que queráis
y si permanece y se desarrolla como lo habéis doblado, será un árbol deformado, testimonio constante del daño y
abuso recibidos de vuestras manos. Podéis, después de años de desarrollo, intentar enderezarlo, pero todos
vuestros esfuerzos resultarán infructuosos. Será siempre un árbol torcido. Tal es el caso de las mentes de los
jóvenes. Debiera enseñárseles cuidadosa y tiernamente en la infancia, porque en su futuro seguirán el curso en que
se les encaminó en la juventud, sea debido o indebido. Los hábitos formados entonces se arraigarán y vigorizarán al
crecer y adquirir fuerza el niño, y serán generalmente los mismos en la vida ulterior, con la diferencia de que se
fortalecerán constantemente”.
En resumen, encontrar un equilibrio es lo mejor, ningún extremo es bueno en nada, mucho menos cuando se trata
de educar a los pequeños. Sé que es difícil, yo misma lo he visto, pero simplemente no se puede generalizar, hay que
encontrar la manera de guiarlos con mano suave y estricta según se necesite, en todo caso, como la disciplina lo
indica sin mal entender su significado.
Basados en la experiencia propia y ajena, podemos resaltar que la ausencia de disciplina no es buena para los niños,
al igual que tampoco lo es una disciplina demasiado severa; los niños necesitan límites y disciplina para su desarrollo
sano, si queremos que crezcan felices, que sean capaces de respetar a los demás y entender que no todo gira a su
alrededor es muy importante poner límites y aplicar la disciplina.
Lamentablemente el estilo de vida que se lleva en la actualidad no permite que los padres críen a sus hijos y muchas
veces lo hacen los abuelos, los tíos o las niñeras, esto se ha visto reflejado en un incremento masivo de pataletas en
las calles, en las tiendas de golosinas y juguetes e inclusive en los restaurantes, lugares donde los niños quieren
ejercer su libertad de elección y los padres, al querer compensar el tiempo que no pasan con ellos, los consienten y
olvidan que a veces, debemos saber decir NO.
Personalmente, he visto de cerca cómo la disciplina puede influir en la vida exitosa de los niños que son criados de
una manera adecuada. No soy madre, pero soy una feliz tía de más de 12 sobrinos y a través del pasar de los años,
puedo dar fe de que la educación combinada con la disciplina y el ejemplo paternal tienen frutos excelsos: el éxito y
la independencia de un adulto responsable.

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