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Aquella mañana, Jesús salió al encuentro de las mujeres y les dijo que avisasen a sus
hermanos para que fuesen a Galilea, porque allí lo verían. Con esta buena noticia los
discípulos marcharon al monte que Jesús les había indicado. Allí le vieron y al verle le
adoraron. Jesús, entonces, se acercó a ellos y les dijo: «Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
Esta misión que el mismo Jesús comunicó una vez resucitado y que se ha ido viviendo
de generación en generación, de cristianos a cristianos, es la misma que nosotros
también tomamos ahora. Todos nosotros hemos sido llamados por Jesús para anunciar
su evangelio entre los niños y jóvenes, y todos hemos respondido de forma generosa.
Por este motivo, por ser Jesús el autor de la llamada, es por lo que nos encontramos
reunidos ante su presencia. Para pedirle las fuerzas, el ánimo, la fe y el don necesario
para ser fieles a ese mensaje que un día dio a sus discípulos y que ahora nos comunica a
nosotros: «Id por todo el mundo y haced discípulos a todas las gentes».
Desátanos, Señor, de lo que más nos cueste para seguirte con valentía, decisión y a
fondo perdido. Que sintamos que nuestra vida es solo tuya para el servicio de tu Reino.
La vida es una oportunidad para ser feliz y para hacer que aquello que somos perdure en
el tiempo.
Las oportunidades de darnos y engrandecer nuestro corazón surgen a cada paso, lo malo
es que no siempre las descubrimos y a veces pasan a nuestro lado sin enterarnos.
Cuando tu palabra amable y sensata es motivo de ayuda para otra persona tienes una
oportunidad de sencillez y entrega.
Cuando tus manos pueden acoger el dolor del que sufre tienes una oportunidad para
desarrollar la compasión y solidaridad.
Cuando tus ojos miran de forma limpia a aquel que otros juzgan vives la oportunidad de
creer más allá de lo que ves.
Si tu trabajo te agobia piensa siempre que muchos están peor que tú... si por el contrario
te ayuda a sentirte realizado aprovecha esa oportunidad para dar gracias a Dios por
poder trabajar en aquello que te gusta.
Si la voz que pronuncias es hiriente recibirás heridas, pero si tu voz es cercana recibirás
frecuentemente la oportunidad de la amistad.
Si la vida no te sonríe puedes deprimirte, pero si miras más allá de lo puramente
objetivo quizá descubras la oportunidad de ser mejor y más feliz ¡Dios te lo ofrece a
cada momento!.
Recuerda que la vida es una oportunidad ¡Aprovéchala!
Cambiarme a mi mismo
Frases para el Año de la Fe
Respondiendo a tu llamada...
porque a ti no se te puede decir que no,
porque en nuestra respuesta encontramos el gozo.
Aquí nos tienes, puedes contar con nosotros.
No sabemos si sabremos hacerlo como tú deseas,
pero sabes que la ilusión no nos falta.
Pero esto no te lo digo. No tengo valor para ello. Temo que tu mirada no venga
acompañada de la aceptación, del amor. Temo que puedas cambiar de opinión sobre mí,
que no me tomes en serio y que tu sonrisa acabe matándome. Tengo miedo, en el fondo,
de no valer nada, y de que tú te des cuenta y me rechaces.
Por eso, cuando descubras esta rutina, no te dejes engañar por mis palabras Señor:
escucha bien lo que no te digo, lo que quisiera decir, lo que necesito decir, pero no logro
expresar.
Tan sólo tú puedes sacar a la luz mi vitalidad: siempre que eres amable, atento y
solícito, siempre que tratas de comprender, porque me quieres, mi corazón palpita y
renace.
Quiero que sepas lo importante que eres para mí y el poder que tienes de hacer emerger
la persona que soy. Basta con que lo quieras. Te lo ruego, escúchame. Mírame. Tan sólo
tú puedes derribar las barreras tras las que me refugio, tan sólo tú puedes quitarme la
máscara, tú puedes liberarme de mi solitaria prisión. ¡No me ignores, por favor, no
pases de largo! Ten paciencia conmigo. A veces parece que, cuanto más te acercas,
tanto más me rebelo contra tu presencia. Es algo irracional, pero es así, lucho contra lo
que necesito...pero el amor es más fuerte que toda resistencia, y ésta es mi esperanza.
Mi única esperanza.
Ayúdame a derribar estas barreras con tus manos fuertes y delicadas a la vez, porque un
niño es siempre algo muy frágil.
¿Son malas las estructuras? No. En muchos casos son necesarias, pero no deben ser las
protagonistas de la acción de la Iglesia, ya que la acción la debemos realizar cada uno
de nosotros individualmente. Los santos no fueron estructuras, sino personas que
cumplieron su misión. Esperar que las estructuras sean las protagonistas, es un sutil
engaño del enemigo, ya que acalla las conciencias y nos hace desentendernos de nuestra
responsabilidad.
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¿Cómo unir a 185 personas de 12 países para cantar unidos? ¿Es necesario que se
desplacen durante semanas a un único lugar donde ensayar y preparar la grabación de
un tema musical?
Ya no es necesario. Desde el domicilio de cada uno es posible estar presentes para crear
unidos y vivir una experiencia en común. El futuro, que empieza hoy mismo, nos da la
posibilidad de conformar comunidades que compartamos proyectos y objetivos. Pero,
sobre todo, nos permite colaborar unidos en proyectos reales y consistentes.
Si es posible unir a estas personas para cantar, ¿Por qué no para alabar al Señor? ¿Por
qué no para colaborar en proyectos solidarios? ¿Por qué no para orar unidos?
Juan Pablo II
Cantando en red
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Introduccion
Con la Carta apostólica Porta fidei, del 11 de octubre de 2011, el Santo Padre Benedicto
XVI ha proclamado un Año de la fe, que comenzará el 11 de octubre de 2012, en el
quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, y
concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del
Universo.
Ese año será una ocasión propicia para que todos los fieles comprendan con mayor
profundidad que el fundamento de la fe cristiana es «el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva»1. Fundada en el encuentro con Jesucristo resucitado, la fe podrá
ser redescubierta integralmente y en todo su esplendor. «También en nuestros días la fe
es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar. Que en esta
celebración del Bautismo el Señor nos conceda a todos la gracia de vivir la belleza y la
alegría de ser cristianos»2.
Según las palabas del Papa Juan XXIII, el Concilio ha querido «transmitir pura e
íntegra, la doctrina, sin atenuaciones ni deformaciones» comprometiéndose a que «esta
doctrina, cierta e inmutable, que debe ser fielmente respetada, sea profundizada y
presentada de manera que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo»3. En este
sentido, continúa siendo de crucial importancia la afirmación inicial de la Constitución
dogmática Lumen gentium: «Cristo es la luz de los pueblos. Por ello este sacrosanto
Sínodo, reunido en el Espíritu Santo, desea ardientemente iluminar a todos los hombres,
anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16,15) con la claridad de Cristo, que
resplandece sobre la faz de la Iglesia»4. Desde la luz de Cristo que purifica, ilumina y
santifica en la celebración de la sagrada liturgia (cf. Constitución Sacrosanctum
Concilium), y con su palabra divina (cf. Constitución dogmática Dei Verbum) el
Concilio ha querido ahondar en la naturaleza íntima de la Iglesia (cf. Constitución
dogmática Lumen gentium) y su relación con el mundo contemporáneo (cf.
Constitución pastoral Gaudium et spes). Alrededor de sus cuatro Constituciones,
verdaderos pilares del Concilio, se agrupan las Declaraciones y Decretos, que abordan
algunos de los principales desafíos de nuestro tiempo.
Después del Concilio, la Iglesia ha trabajado para que sus ricas enseñanzas sean
recibidas y aplicadas en continuidad con toda la Tradición y bajo la guía segura del
Magisterio. Para facilitar la correcta recepción del Concilio, los Sumos Pontífices han
convocado reiteradamente el Sínodo de los Obispos5, instituido por el Siervo de Dios
Pablo VI en 1965, proponiendo a la Iglesia directrices claras a través de las diversas
Exhortaciones apostólicas post-sinodales. La próxima Asamblea General del Sínodo de
los Obispos, en octubre de 2012, tendrá como tema: La nueva evangelización para la
transmisión de la fe cristiana.
El Catecismo presenta «lo nuevo y lo viejo (cf. Mt 13, 52), dado que la fe es siempre la
misma y, a la vez, es fuente de luces siempre nuevas. Para responder a esa doble
exigencia, el Catecismo de la Iglesia Católica, por una parte, toma la estructura
"antigua", tradicional, ya utilizada por el catecismo de san Pío V, articulando el
contenido en cuatro partes: Credo; Sagrada Liturgia, con los sacramentos en primer
lugar; el obrar cristiano, expuesto a partir del Decálogo; y, por último, la oración
cristiana. Con todo, al mismo tiempo, el contenido se expresa a menudo de un modo
"nuevo", para responder a los interrogantes de nuestra época»10. Este Catecismo es «un
instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial, y una regla segura
para la enseñanza de la fe»11. Allí se hallan «los contenidos fundamentales de la fe,
sintetizados sistemática y orgánicamente. En efecto, en él se pone de manifiesto la
riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil
años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los Maestros
de teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria
permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha
progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe»12.
Por encargo del Papa Benedicto XVI15, la Congregación para la Doctrina de la Fe, de
acuerdo con los Dicasterios competentes de la Santa Sede y con la contribución de la
Comisión para la preparación del Año de la fe16, ha escrito esta Nota con indicaciones
para vivir este tiempo de gracia, las cuales no excluyen otras propuestas que el Espíritu
Santo quiera suscitar entre los pastores y fieles de distintas partes del mundo.
Indicaciones
«Sé en quien he puesto mi confianza» (2 Tm 1, 12): estas palabras de San Pablo nos
ayudan a comprender que la fe «es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios;
es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios
ha revelado»17. La fe como confianza personal en el Señor y la fe que profesamos en el
Credo son inseparables, se evocan y exigen mutuamente. Hay un fuerte vínculo entre la
fe vivida y sus contenidos: la fe de los testigos y confesores es también la fe de los
apóstoles y doctores de la Iglesia.
3. Durante este año será útil invitar a los fieles a dirigirse, con particular devoción a
María, imagen de la Iglesia, que «reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas
verdades de la fe»19. Por lo tanto, se debería alentar toda iniciativa que ayude a los
fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla
filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar
peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios.
7. Este año será una ocasión propicia para acoger con mayor atención las homilías,
catequesis, discursos y otras intervenciones del Santo Padre. Los pastores, personas
consagradas y fieles laicos serán invitados a un renovado compromiso de adhesión
eficaz y cordial a la enseñanza del Sucesor de Pedro.
10. Al final de este año, en la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del
Universo, tendrá lugar una Eucaristía celebrada por el Santo Padre, en el que se
renovará solemnemente la profesión de fe.
1. Las Conferencias Episcopales podrán dedicar una jornada de estudio al tema de la fe,
de su testimonio personal y de su transmisión a las nuevas generaciones, de acuerdo con
la misión específica de los Obispos como maestros y «pregoneros de la fe»24.
2. Será útil favorecer la reedición de los Documentos del Concilio Vaticano II, del
Catecismo de la Iglesia Católica y de su Compendio, en ediciones económicas y de
bolsillo, y su más amplia difusión con el uso de medios electrónicos y modernas
tecnologías.
3. Se espera que se renueve el esfuerzo para traducir los documentos del Concilio
Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica a los idiomas que aún no cuentan con
traducción propia. Hay que alentar iniciativas de apoyo caritativo a las traducciones a
las lenguas locales de los territorios de misión cuyas Iglesias particulares no puede
sostener tales gastos. Esto podrá llevar a cabo bajo la dirección de la Congregación para
la Evangelización de los Pueblos.
4. Los pastores, aprovechando los nuevos lenguajes de la comunicación, se esfuercen
por promover trasmisiones televisivas o radiofónicas, películas y publicaciones, incluso
a nivel popular, accesibles a un público amplio, sobre el tema de la fe, sus principios y
contenidos, así como la importancia eclesial del Concilio Vaticano II.
5. Los santos y beatos son los auténticos testigos de la fe25. Por lo tanto, será
conveniente que las conferencias Episcopales se esfuercen por dar a conocer los santos
de su territorio, usando incluso los medios modernos de comunicación social.
9. Sería deseable revisar los catecismos locales y los subsidios catequísticos en uso en
las Iglesias particulares, para asegurar su plena conformidad con el Catecismo de la
Iglesia Católica27. En el caso de que algunos catecismos o subsidios para la catequesis
no estén en completa sintonía con el Catecismo o que padezcan lagunas, será oportuno
comenzar la elaboración de nuevos catecismos, sirviéndose del ejemplo y la ayuda de
otras Conferencias Episcopales que ya lo hayan hecho.
2. Será oportuno organizar en cada diócesis una jornada sobre el Catecismo de la Iglesia
Católica, invitando a tomar parte en ella sobre todo a sacerdotes, personas consagradas
y catequistas. En esta ocasión, por ejemplo, las eparquías católicas orientales podrán
tener un encuentro con los sacerdotes para dar testimonio de su específica sensibilidad y
tradición litúrgicas en la única fe en Cristo; así, las Iglesias particulares jóvenes de las
tierras de misión podrán ser invitadas a ofrecer un testimonio renovado de la alegría de
la fe que las distingue.
3. Cada obispo podrá dedicar una Carta pastoral al tema de la fe, recordando la
importancia del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, teniendo en
cuenta las circunstancias específicas de la porción de fieles a él confiada.
10. El Año de la fe será una ocasión para dar mayor atención a las escuelas católicas,
lugares privilegiados para ofrecer a los alumnos un testimonio vivo del Señor, y cultivar
la fe con una oportuna referencia al uso de buenos instrumentos catequísticos, como por
ejemplo el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica o el Youcat.
3. Los sacerdotes podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del
Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para
la pastoral parroquial –catequesis, predicación, preparación a los sacramentos, etc.– y
proponiendo ciclos de homilías sobre la fe o algunos de sus aspectos específicos, como
por ejemplo, "el encuentro con Cristo", "los contenidos fundamentales del Credo" y "la
fe y la Iglesia"32.
4. Los catequistas podrán apelar aún más a la riqueza doctrinal del Catecismo de la
Iglesia Católica y, bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar grupos de
fieles en la lectura y la profundización común de este valioso instrumento, con la
finalidad de crear pequeñas comunidades de fe y testimonio del Señor Jesús.
Conclusion
La fe «es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las
maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en
la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la
presencia de Cristo resucitado en el mundo»37. La fe es un acto personal y comunitario:
es un don de Dios, para vivirlo en la gran comunión de la Iglesia y comunicarlo al
mundo. Cada iniciativa del Año de la fe busca favorecer el gozoso redescubrimiento y
el renovado testimonio de la fe. La indicaciones aquí ofrecidas tienen el objetivo de
invitar a todos los miembros de la Iglesia a comprometerse para que este año sea una
ocasión privilegiada para compartir lo más valioso que tiene el cristiano: Jesucristo,
Redentor del hombre, Rey del Universo, «iniciador y consumador de nuestra fe» (Heb
12, 2).
Prefecto
Secretario
____________________________
3 JUAN XXIII, Discurso durante la solemne apertura del Concilio Vaticano II, 11 de
octubre de 1962.
5 Las Asambleas Ordinarias del Sínodo de los Obispos han tratado los siguientes temas:
La preservación y el fortalecimiento de la fe católica, su integridad, vigor, desarrollo,
coherencia doctrinal e histórica (1967); El sacerdocio ministerial y la justicia en el
mundo (1971); La evangelización en el mundo moderno (1974); La catequesis en
nuestro tiempo (1977); La familia cristiana (1980); La penitencia y la reconciliación en
la misión de la Iglesia (1983); La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el
mundo (1987); La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales (1991); La
vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (1994); El Obispo: servidor del
Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo (2001); La Eucaristía: fuente y
cumbre de la vida y la misión de la Iglesia (2005); La Palabra de Dios en la vida y
misión de la Iglesia (2008).
10 Ibíd., n. 3.
11 Ibíd., n. 4.
26 Ibid., n. 12.
29 Ibíd., n. 12.
30 Ibíd., n. 10.
31 Ibíd., n. 9.
Su objetivo principal es descubrir nuevos caminos para evangelizar a los jóvenes y que
a su vez ellos sean testigos del Evangelio en la cultura de hoy.
A pesar de que Cristo es el único que responde a todas las preguntas del ser humano y al
sentido de la vida del joven, la confusión cultural y la hostilidad ambiental hoy es muy
grande, por lo que es necesaria una iniciativa de este tipo. Partimos de que el mensaje
que la Iglesia anuncia responde a todas estas búsquedas y necesidades. Sin embargo, es
necesario centrar el perfil del joven en sus búsquedas, esperanzas y luchas cotidianas
para conseguir sus objetivos. También hemos de enfocar adecuadamente sus faltas de
esperanzas, de afecto familiar, la lucha por conseguir un trabajo, las soledades sufridas,
las evasiones, los vacíos hallados en los falsos caminos.
* Afrontar la nueva pastoral juvenil desde unas bases teológicas fuertes, en las
perspectivas de los aniversarios del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia
Católica.
Año de la Fe: ser más osados en el anuncio del Evangelio y ampliar la cooperación
misionera
Discurso del Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el
Cardenal Fernando Filoni, ante la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias
(OMP). 7 mayo 2012
El evento, que reúne a 262 prelados, tiene como la finalidad encontrar medios para
proclamar el Evangelio.
Ciudad del Vaticano • El papa Benedicto XVI inauguró el domingo, con la celebración
de una solemne misa en la plaza de San Pedro, el sínodo sobre la "nueva
evangelización", que reúne a 262 arzobispos, obispos, superiores generales de
congregaciones y patriarcas llegados de todo el mundo.
Este sínodo de tres semanas de duración es una de las grandes prioridades del Papa:
tratará de encontrar los medios para anunciar el Evangelio en países tradicionalmente
cristianos, donde los fieles se alejan de las iglesias.
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La sorpresa nos llega cuando algo inesperado llama a nuestra puerta sin esperarlo,
cuando algo que creíamos imposible se hace realidad o cuando algo que creíamos que
nunca seríamos capaces de realizar es realizado.
Me sorprendo cuando veo gente a mi lado altruista, cuando somos capaces de darnos a
los demás sin esperar recompensa, cuando descubro que aquello por lo que tanto he
luchado es una realidad que que envuelve.
Me sorprendo cuando descubro el amor verdadero en un gesto o una palabra, cuando
miro a los demás sin etiquetas ni falsos juicios que han tamizado mi mirada durante
tiempo.
Me admira la gente sencilla, aquella que se equivoca al hablar y que se confunde con
frecuencia pero que en su corazón no alberga rencores ni odio.
Me sorprendo cuando me miro en el rostro de los otros buscando lo mejor que tienen
por dentro de forma que pueda acoger esos modelos que me muestran como ejemplo
para mi vida.
Me sorprende la Palabra de Dios que me hace una llamada siempre nueva y duradera.
Me sorprende la vida a cada paso, con sus momentos buenos y menos buenos,
alentándome siempre a seguir los pasos de Jesús y orientándome a ser cada día un poco
mejor.
La vida es un jardín
Testimonio - Universidad y nueva evangelización
Agustín del Agua nos presenta "Cristianismo, Universidad y Cultura" una publicación
de la Subcomisión Episcopal de Universidades.
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Es dócil al Espíritu Santo: se deja inundar por el Espíritu Santo para hacerse más
semejante a Cristo, y se deja guiar por El. Acoge dócilmente sus dones, que lo
transforman en testigo valiente de Cristo y preclaro anunciador de su Palabra. Sabe
que no es él quien obra y habla, sino que es el Espíritu Santo el verdadero
protagonista de la misión.
Ama a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado: Lo primero que
mueve al misionero es el amor por los hombres, a quienes quiere llevar a Cristo. El
misionero es el hombre de la caridad, el “hermano universal”, que lleva a Cristo a
todos los hombres, por cuyos problemas se interesa, para quienes siempre está
disponible, y a quienes trata siempre con ternura, compasión y acogida.
“Señor, te tenemos que dar una mal noticia. Toda tu obra ha quedado perfecta salvo
una cosa: el corazón del hombre se rasga con cada palabra que pronuncian otros
hombres, y en cada grieta se cuelan unos sentimientos extraños que Tú no creaste y
que el hombre mismo les ha puesto nombre: odio, celos, rencores, ambición…”
“Nosotros hemos cerrado sus heridas con Tus palabras y con Tus sentimientos, pero
no basta con cerrarlas una vez; se vuelven a abrir continuamente, el corazón del
hombre te ha quedado algo olvidadizo y frágil. Habría que estar todo el día a su
lado.”
Un ángel propuso: “Sólo cabe una solución, has de destruirlo y volverlo a crear de
nuevo, mejorando su corazón; el de los elefantes te quedó muy bien, podrías
copiárselo.”
Dios contestó: “No sería mala idea si no les hubiese cogido ya tanto cariño, y hasta
tengo escogido de entre ellos algunos para grandes misiones. Creo que es mejor
solución la que dijiste antes: que haya ángeles en medio de ellos, constantemente
cerca, para cerrar sus heridas y sanarles el corazón y para hablarles de mi y de
nuestro proyecto común, a todas horas, en toda ocasión, a tiempo y a destiempo. Id
todos, ¡Quedáis sin trabajo en el cielo!
La ilusión, el deseo de Jesús, es que los pequeños, los que no cuentan, los que están
en la cuneta de la vida, puedan encontrarse con Él y dedicarse a su amistad. Amistad
que transforma y lanza a horizontes nuevos, los horizontes del Amor, basados en las
bienaventuranzas.
Al iniciar el curso catequético pedimos por todos los padres y madres, educadores,
catequistas, por todos los que anuncian y transmiten la buena noticia a los más
pequeños: “un tesoro en vasijas de barro”, que merece la pena dar a conocer, para
que ellos vivan en esa “FE”-LICIDAD.
http://blogs.21rs.es/kamiano/2012/10/02/que-los-ninos-se-acerquen/#more-1918
Una vez más vemos a los fariseos planteando una pregunta a Jesús. No es
curiosidad, ni deseo de saber la verdad sobre algo, se trata, como siempre, de poner
una trampa a Jesús, para después atacarle o intentar desprestigiarlo ante la gente.
Esta vez la pregunta es la siguiente:”¿Es lícito el divorcio? Ellos lo tenían admitido,
fundándose en palabras de Moisés. Aunque para ellos, sólo el hombre podía
divorciarse. Nunca la mujer podía tomar la iniciativa.
Jesús no desea entrar en polémicas, porque ha adivinado la mala intención que les
guía. Lo resume diciendo que la voluntad de Dios es que los esposos no se separen,
y casen de nuevo con otra persona. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el
hombre.
Hoy día, en nuestra sociedad se ha hecho tan connatural el hecho de divorciarse, que
no se le da ninguna importancia. Se separan y divorcian los matrimonios con una
facilidad que no puede menos de llamar la atención. Yo no sé si se puede hacer caso
a las estadísticas, pero éstas dicen que el 50% de las parejas, de un tiempo a acá, se
separan y se juntan con otra persona (Se casen por lo civil o simplemente conviven
en pareja).
Este tema del divorcio no es para despacharlo en una homilía de seis minutos; pero
trataré de decir una palabra. Para mí es claro que la indisolubilidad (el “para
siempre”) del matrimonio pertenece al ideal del Evangelio. El ser para siempre, sería
lo deseable, porque el amor, a imitación del amor de Dios, debe ser para siempre, si
es verdadero amor.
Pero también hay que tener en cuenta, lo que no es lo ideal, sino lo real, lo que dice
la experiencia, la vida. Y que no se puede negar, ni escamotear. Voy a intentar
explicarme breve y claramente, sin que mis palabras tengan que ser necesariamente
compartidas. Quede claro que a quien piense en contrario, yo lo respeto
absolutamente.
Pero se puede dar el caso de que una de las partes, no culpable de la situación de
ruptura, se vea abocada, siendo inocente, a no poder recomponer su vida con otra
persona. Hay muchos casos de abandono de la pareja decidido unilateralmente, sin
consentimiento ni culpa de la otra parte. En ese caso, y a favor de la parte inocente,
pienso que la iglesia, debería ejercer su condición de “madre”, permitiéndola
volverse a casarse por la iglesia. Se ha roto el ideal del matrimonio, pero se da paso
a la misericordia. Lo cual no significa que la iglesia admita el divorcio generalizado,
sino que, en algunos casos como el expuesto, y tras un estudio serio de cada caso,
podría permitirlo.
Algunos dicen que la iglesia no puede hacerlo, que no tiene poder. Yo creo que lo
tiene, y a lo largo de la historia lo ha demostrado. Véase lo que se llama el
“privilegio paulino”, el “privilegio petrino”, o la dispensa por matrimonio no
consumado. Si en otro tiempo la iglesia pudo crear estas excepciones, ¿por qué
ahora no puede hacer otras?
Bien, repito que este tema no es para tratarlo exhaustivamente en unos minutos, y
que mi opinión no tiene porqué ser aceptada por todos. Resumiendo: el matrimonio
de por sí es indisoluble, para siempre; pero en algunos casos, en favor de la persona
no culpable de la ruptura, sería deseable que se pudieran hacer excepciones,
permitiéndola casarse por la iglesia, si lo desea y es creyente.
Te aclamo y reclamo,
te afirmo y confirmo.
Te exijo y necesito,
te añoro y te anhelo,
¿Dónde estás?
Ignacio Larrañaga
La Nueva Evangelización
La consigna está en la calle. Ha sido lanzada en numerosas ocasiones por el Papa y está
siendo coreada por todo el episcopado del mundo. La consigna es la nueva
evangelización. Tal consigna es de perenne actualidad para los seguidores de Jesús,
pues no tenemos otra misión.
Hay que volver a la raíz, para recuperar toda la savia del evangelio, sin quedarse en el
tiempo, ni en aquel tiempo, ni en ningún tiempo pasado, pues por ahí andan acechando
los demonios del fundamentalismo. No se puede retroceder hasta la cristiandad, ni
siquiera a la primitiva Iglesia, en todo caso, hay que volver a Jesús. Pero tampoco se
puede echar por la borda todo el pasado, como si nada hubiera pasado. Porque han
pasado muchas cosas. Lo importante es recuperar la memoria, para conservar toda la
fragancia de la tradición, desprendiéndose de los malos olores del tradicionalismo, que
no es más que apego desordenado al pasado y miedo a seguir adelante.
Hay que conservar las virtudes cristianas, la fe en Pedro y Pablo, la esperanza de los
mártires, la pobreza de Francisco y Domingo, la profunda vivencia de Teresa y Juan de
la Cruz, la caridad de S. Vicente de Paul, de la Madre Teresa... Pero teniendo el máximo
cuidado de no canonizar como virtudes cristianas lo que no son sino estrategias y
argucias mundanas asumidas equivocadamente por algunos cristianos.
Luis G Betes
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La vida es un ratico
Que cambie todo pero no el amor
Es la mision mas grande que tenemos tu y yo
En esta vida que aprender, entender y saber
Porque estos tiempos son difíciles y es mas escasa la verdad
Ignacio Larrañaga
Mensaje que da da Benedicto XVI a los jóvenes, animándoles a no tener
miedo y ser firmes en la fe, aun cuando se les persiga , se les discriminen o
ataquen la dignidad humana...
Un buen mensaje para que nuestros alumnos lo conozcan ¿no crees?