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Canto
Oración para caminar juntas.
Te damos gracias, Padre, por habernos reunido en esta comunidad. Gracias porque estamos
unidas en tu nombre, buscando cómo vivir con fidelidad la buena nueva del evangelio. Danos,
Señor, la fuerza para la marcha, ayúdanos a superar las dificultades, que los tropiezos y las
vacilaciones no detengan nuestra marcha.
Que no perdamos el rumbo, que nuestra dirección sea hacia el Reino, que el viento que nos
empuje sea el aliento de tu Espíritu, presente y vivo entre nosotras.
Enséñanos a discernir, necesitamos ver claro, las cosas que pasan a nuestro alrededor, danos
inteligencia para interpretar los cambios que estamos viviendo, y aprender a estar de tu lado,
Señor.
Haz que nos mantengamos unidas, que crezca entre nosotras el compromiso, la unión fraterna,
la solidaridad activa, la oración en común, y los valores del Reino. Enséñanos a ser testigos de
tu Palabra en el mundo que nos toca vivir. Que no escapemos a los conflictos y desafíos de la
realidad. Que aprendamos a ser sal y luz para los que nos rodean.
Padre Bueno, acompáñanos, camina a nuestro lado, no nos dejes solas, te necesitamos, ven con
nosotras.
Reflexión
El dominico Jaume Boada i Rafí dice que es imposible encerrar todo un plan de amor, sus
exigencias, sus implicaciones, como es el Proyecto Comunitario, en unas pocas palabras. Él
habla de "pequeñas cosas", de cosas significativas, de propuestas de camino y las hace en forma
de admonición fraterna, con las que nos invita a descubrir el plan de amor de Dios y a vivirlo
con fidelidad.
Busca en todo la paz, la paz de alma, la paz de dentro. La verdad de tu abandono y de tu
fidelidad al plan de amor del Padre se conocerá cuando "Nada te turbe, nada te espante...
Sólo Dios basta".
Busca vivir con un corazón libre. El plan de amor de Dios para ti requiere unas alas
siempre dispuestas a arrancar el vuelo hacia donde Él quiera y como Él quiera. No te
hagas notar en nada. No busques destacar. No hagas nunca nada por quedar bien o por
respetos humanos. Aprende a ser libre incluso en esto.
Ama el silencio, la capacidad de atención y de escucha, la gratuidad y el alegre
desasimiento.
No te defiendas, no discutas con ira, no pretendas tener la razón. ¿No te parece que es
más importante saberte amado por Dios, saber que eres objeto de su plan de amor?
De la misma manera que te digo que no te defiendas a ti misma, lucha por defender a los
demás; con gran desinterés, por amor, por fidelidad. Pero respeta siempre el misterio en
Dios que es cada una de nuestras vidas y ayuda a valorar y respetar este misterio.
Ten una gran capacidad de amistad, de amor, libre, generoso, desprendido y muy fiel.
No te pierdas en distracciones, ni en comentarios. No hables nunca mal de nadie. No
comentes nunca cosas negativas de las hermanas. Y menos de quien te moleste. No vivas
pendiente de "lo que dicen o lo que hacen", y menos, "de lo que te dicen o te hacen". Vive para
lo único necesario: Él, sólo Él, sólo su Amor.
Ama la cruz. Agradece en tu corazón que el Señor te permita experimentarla. No la
rehúyas nunca. Pero ten cuidado de hacerlo siempre, no por la cruz, sufrir por sufrir,
busca hacerlo por amor a Cristo, creyendo que murió en la cruz, que te redimió en la cruz,
que fue obediente al Padre en el misterio de la cruz, pero sabiendo que ya ha resucitado y
que vive, y vive en ti. Si lo haces así, te será más fácil reconocer el rostro de Cristo en los
demás.
Sé siempre solidaria con la cruz de los demás: asúmela y estarás asumiendo su vida. La
cruz es siempre signo de la presencia del plan de amor del Padre en una vida.
Sé muy cercana y solidaria con los pobres, los desheredados, los pocos valorados en la
vida. También entre nosotras, y en nuestras comunidades, porque a veces hay quien
puede vivir -silenciosa u ostensiblemente- esta experiencia, la dolorosa experiencia de
sentirse poco valorada.
Busca la fidelidad en todo, también en las cosas pequeñas, que han de merecer para ti una
atención especial, pero hazlo siempre por amor, nunca por perfeccionismo.
Pídele al Padre, con gran audacia y confianza, que te haga pobre, y dale las gracias
cuando te permita experimentar tu pobreza. Ama toda experiencia de pobreza que no
nazca de ti. Alégrate cuando la vida o las hermanas te ofrezcan ocasiones para
experimentar tus límites. Busca vivirlo todo con paz.
Disfruta de lo bueno, lo agradable, lo que te hace ilusión. Descubrirás que todo es un don
del amor del Padre. Vive, con alegría y optimismo. También con esperanza. El desencanto
y la decepción no entran en el plan de amor del Padre.
Abandónate al designio de amor del Padre. Vívelo todo con la actitud constructiva de
quien se deja amar por el Amor.
Sé valiente y dile al Señor: "Padre, ¿qué quieres de mí?". Dile también: "Aquí estoy, Señor, a
tu disposición", o repite, con verdad y con vida, la respuesta de Pedro a la pregunta
inquietante del Señor: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo".
Y unas últimas pequeñas cosas: haz de tu vida un don de amor absoluto, abandónate en
las manos del Padre y no pongas límite alguno al Amor, a su amor.
Espontáneamente repetimos aquella pequeña cosa, aquel punto o frase,… aquello que nos
haya tocado el corazón.
Pequeñas cosas
Es imposible, hermano, encerrar todo un plan de amor, sus exigencias, sus implicaciones, en unas
pocas palabras. Lo que he venido diciendo es sólo indicativo, lejano indicio de una realidad
profunda y amplia.
Yo quisiera ahora hablarte de "pequeñas cosas", sí. Son cosas significativas, son propuestas de
camino y las hago en forma de admonición fraterna. Con estas "pequeñas cosas" quiero invitarte a
descubrir el plan de amor y a vivirlo con fidelidad. Comprenderás que es una invitación que hago
con toda humildad.
Pequeñas cosas
Olvídate de ti mismo, vacía tu corazón de ti mismo. No pienses demasiado en ti, en tus cosas, en lo
que te dicen o en lo que te hacen.
Busca vivir con un corazón libre. El plan de amor de Dios para ti requiere unas alas siempre
dispuestas a arrancar el vuelo hacia donde Él quiera y como Él quiera.
Busca en todo la paz, la paz de alma, la paz de dentro. La verdad de tu abandono y de tu fidelidad
al plan de amor del Padre se conocerá cuando "Nada te turbe, nada te espante... Sólo Dios basta".
Una tercera búsqueda: en todo intenta ser pobre, incluso en el aspecto material sé sencillo, simple,
transparente.
Ama el silencio, la capacidad de atención y de escucha, la gratuidad y el alegre desasimiento.
Ten una gran capacidad de amistad, de amor, libre, generoso, desprendido y muy fiel.
No te hagas notar en nada. No busques destacar. No hagas nunca nada por quedar bien o por
respetos humanos. Aprende a ser libre incluso en esto.
No te defiendas, no discutas con ira, no pretendas tener la razón. ¿No te parece que es más
importante saberte amado por Dios, saber que eres objeto de su plan de amor?
De la misma manera que te digo que no te defiendas a ti mismo, lucha por defender a los demás;
con gran desinterés, por amor, por fidelidad. Pero respeta siempre el misterio en Dios que es cada
una de nuestras vidas y ayuda a valorar y respetar este misterio.
Por lo mismo debes dejar a un lado los juicios y prejuicios. Descubre el lado positivo de las
personas, de las cosas, de los acontecimientos.
Ama la cruz. Agradece en tu corazón que el Señor te permita experimentarla. No la rehúyas
nunca. Pero ten cuidado de hacerlo siempre, no por la cruz, sufrir por sufrir, busca hacerlo por
amor a Cristo, creyendo que murió en la cruz, que te redimió en la cruz, que fue obediente al
Padre en el misterio de la cruz, pero sabiendo que ya ha resucitado y que vive, y vive en ti. Si lo
haces así, te será más fácil reconocer el rostro de Cristo en los hermanos.
Sé siempre solidario con la cruz de los demás: asúmela y estarás asumiendo su vida. La cruz es
siempre signo de la presencia del plan de amor del Padre en una vida.
Sé muy cercano y solidario con los pobres, los desheredados, los pocos valorados en la vida. Entre
nosotros, y en nuestras comunidades, permíteme este paréntesis, a veces hay quien puede vivir -
silenciosa u ostensiblemente- esta experiencia, la dolorosa experiencia de sentirse poco valorado.
Busca la fidelidad en todo, también en las cosas pequeñas, que han de merecer para ti una
atención especial, pero hazlo siempre por amor, nunca por perfeccionismo.
Pídele al Padre, con gran audacia y confianza, que te haga pobre, y dale las gracias cuando te
permita experimentar tu pobreza. Ama toda experiencia de pobreza que no nazca de tí. Alégrate
cuando la vida o los hermanos te ofrezcan ocasiones para experimentar tus límites. Busca vivirlo
todo con paz.
Disfruta de lo bueno, lo agradable, lo que te hace ilusión. Descubrirás que todo es un don del amor
del Padre. Vive, con alegría y optimismo. También con esperanza. El desencanto y la decepción no
entran en el plan de amor del Padre.
Abandónate al designio de amor del Padre. Vívelo todo con la actitud constructiva de quien se
deja amar por el Amor.
No es necesario que programes tu vida espiritual. No planifiques. Deja, de verdad, que el Amor
mueva tu vida. Acepta las "improvisaciones" de Dios y deja siempre algo a la imprevisible
imaginación y providencia del Padre. Nunca se agota.
Deja que el Amor mueva tu vida, te inunde y te desborde. Tu oración será verdaderamente una
experiencia del amor del Padre, un vivir en el plan de amor del Padre cuando nazcan
espontáneamente en tu vida la alabanza y la adoración.
Sé valiente y dile al Señor: "Padre, ¿qué quieres de mí?". Dile también: "Aquí estoy, Señor, a tu
disposición", o repite, con verdad y con vida, la respuesta de Pedro a la pregunta inquietante del
Señor: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo".
Y unas últimas pequeñas cosas: haz de tu vida un don de amor absoluto, abandónate en las manos
del Padre y no pongas límite alguno al Amor, a su amor.