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Celebración de entrega del Proyecto Comunitario

Canto
Oración para caminar juntas.
Te damos gracias, Padre, por habernos reunido en esta comunidad. Gracias porque estamos
unidas en tu nombre, buscando cómo vivir con fidelidad la buena nueva del evangelio. Danos,
Señor, la fuerza para la marcha, ayúdanos a superar las dificultades, que los tropiezos y las
vacilaciones no detengan nuestra marcha.
Que no perdamos el rumbo, que nuestra dirección sea hacia el Reino, que el viento que nos
empuje sea el aliento de tu Espíritu, presente y vivo entre nosotras.
Enséñanos a discernir, necesitamos ver claro, las cosas que pasan a nuestro alrededor, danos
inteligencia para interpretar los cambios que estamos viviendo, y aprender a estar de tu lado,
Señor.
Haz que nos mantengamos unidas, que crezca entre nosotras el compromiso, la unión fraterna,
la solidaridad activa, la oración en común, y los valores del Reino. Enséñanos a ser testigos de
tu Palabra en el mundo que nos toca vivir. Que no escapemos a los conflictos y desafíos de la
realidad. Que aprendamos a ser sal y luz para los que nos rodean.
Padre Bueno, acompáñanos, camina a nuestro lado, no nos dejes solas, te necesitamos, ven con
nosotras.
Reflexión
El dominico Jaume Boada i Rafí dice que es imposible encerrar todo un plan de amor, sus
exigencias, sus implicaciones, como es el Proyecto Comunitario, en unas pocas palabras. Él
habla de "pequeñas cosas", de cosas significativas, de propuestas de camino y las hace en forma
de admonición fraterna, con las que nos invita a descubrir el plan de amor de Dios y a vivirlo
con fidelidad.
 Busca en todo la paz, la paz de alma, la paz de dentro. La verdad de tu abandono y de tu
fidelidad al plan de amor del Padre se conocerá cuando "Nada te turbe, nada te espante...
Sólo Dios basta".
 Busca vivir con un corazón libre. El plan de amor de Dios para ti requiere unas alas
siempre dispuestas a arrancar el vuelo hacia donde Él quiera y como Él quiera. No te
hagas notar en nada. No busques destacar. No hagas nunca nada por quedar bien o por
respetos humanos. Aprende a ser libre incluso en esto.
 Ama el silencio, la capacidad de atención y de escucha, la gratuidad y el alegre
desasimiento.
 No te defiendas, no discutas con ira, no pretendas tener la razón. ¿No te parece que es
más importante saberte amado por Dios, saber que eres objeto de su plan de amor?
 De la misma manera que te digo que no te defiendas a ti misma, lucha por defender a los
demás; con gran desinterés, por amor, por fidelidad. Pero respeta siempre el misterio en
Dios que es cada una de nuestras vidas y ayuda a valorar y respetar este misterio.
 Ten una gran capacidad de amistad, de amor, libre, generoso, desprendido y muy fiel.
 No te pierdas en distracciones, ni en comentarios. No hables nunca mal de nadie. No
comentes nunca cosas negativas de las hermanas. Y menos de quien te moleste. No vivas
pendiente de "lo que dicen o lo que hacen", y menos, "de lo que te dicen o te hacen". Vive para
lo único necesario: Él, sólo Él, sólo su Amor.
 Ama la cruz. Agradece en tu corazón que el Señor te permita experimentarla. No la
rehúyas nunca. Pero ten cuidado de hacerlo siempre, no por la cruz, sufrir por sufrir,
busca hacerlo por amor a Cristo, creyendo que murió en la cruz, que te redimió en la cruz,
que fue obediente al Padre en el misterio de la cruz, pero sabiendo que ya ha resucitado y
que vive, y vive en ti. Si lo haces así, te será más fácil reconocer el rostro de Cristo en los
demás.
 Sé siempre solidaria con la cruz de los demás: asúmela y estarás asumiendo su vida. La
cruz es siempre signo de la presencia del plan de amor del Padre en una vida.
 Sé muy cercana y solidaria con los pobres, los desheredados, los pocos valorados en la
vida. También entre nosotras, y en nuestras comunidades, porque a veces hay quien
puede vivir -silenciosa u ostensiblemente- esta experiencia, la dolorosa experiencia de
sentirse poco valorada.
 Busca la fidelidad en todo, también en las cosas pequeñas, que han de merecer para ti una
atención especial, pero hazlo siempre por amor, nunca por perfeccionismo.
 Pídele al Padre, con gran audacia y confianza, que te haga pobre, y dale las gracias
cuando te permita experimentar tu pobreza. Ama toda experiencia de pobreza que no
nazca de ti. Alégrate cuando la vida o las hermanas te ofrezcan ocasiones para
experimentar tus límites. Busca vivirlo todo con paz.
 Disfruta de lo bueno, lo agradable, lo que te hace ilusión. Descubrirás que todo es un don
del amor del Padre. Vive, con alegría y optimismo. También con esperanza. El desencanto
y la decepción no entran en el plan de amor del Padre.
 Abandónate al designio de amor del Padre. Vívelo todo con la actitud constructiva de
quien se deja amar por el Amor.
 Sé valiente y dile al Señor: "Padre, ¿qué quieres de mí?". Dile también: "Aquí estoy, Señor, a
tu disposición", o repite, con verdad y con vida, la respuesta de Pedro a la pregunta
inquietante del Señor: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo".
 Y unas últimas pequeñas cosas: haz de tu vida un don de amor absoluto, abandónate en
las manos del Padre y no pongas límite alguno al Amor, a su amor.

Espontáneamente repetimos aquella pequeña cosa, aquel punto o frase,… aquello que nos
haya tocado el corazón.

Entrega del Proyecto Comunitario.


Después de haber buscado juntas los caminos de crecimiento comunitario para este año, nos
ponemos en las manos de Dios, de nuestra Madre Inmaculada y de Vicenta María, implorando
de ellos esa fuerza que nos permita hacer realidad lo que hemos soñado juntas.
Dinámica
Canto
Ternura y compromiso
El amor fuerte como la muerte
Seguimiento de Cristo en el corazón del Evangelio
El encuentro con el lugar del propio corazón ha de ser para ti un objetivo, pero reconocerás que no
es el final del camino. En la senda que has seguido para llegar a tu propio interior has podido
experimentar a Jesús vivo y presente en ti. Has descubierto que tu "casa interior" es la morada de la
Trinidad. El encuentro con tu vida "de dentro" te ha permitido descubrir un manantial de
vida dentro de ti mismo que te conducirá al amor y a la entrega, en la fraternidad y en el
compromiso, en la oración incesante del corazón y en la comunión solidaria con los hermanos.
Es "tu casa" en la que tú te revives y te renuevas. Es la "casa interior" en la que puedes renacer. En
ella encuentras la armonía y la unificación interior que son imprescindibles para poder vivir y
crecer, para poder ser tú mismo y poderte dar, para vivir en la autoestima y en la comunión con
todos. En ésta "tu casa de dentro" has de encontrar un manantial de amor, hasta que llegas a
reconocer que sólo es verdad en ti lo que realmente nace de dentro.
El encuentro con tu propio corazón te ha invitado a un cambio de mentalidad que podrías resumir
en estas palabras: no es más feliz el que más tiene, sino el que tiene más capacidad de dar...
María te ha invitado a vivir en la ternura. Necesitas la experiencia de la ternura cuando la vida se
te manifiesta con el rostro árido del desierto, o cuando vives la oración en el silencio de un Dios al
que no ves, ni sientes..., ni siquiera intuyes. Sólo te queda una inmensa nostalgia de Él.
Es la ternura que necesitas cuando el entorno en el que te mueves tiene la dureza de la piedra o la
oscuridad de la noche. Viviendo en esta situación, desde la ternura, experimentarás que es verdad
aquello que dice Juan de la Cruz: "Donde no hay amor, pon amor, y nacerá amor".
* * * * * * * * * * * *
Pero todo esto se ha de manifestar en un compromiso de vida sincero, total y radical, con el que te
propones seguir a Jesús hasta el final. Y esto supone en ti un auténtico cambio de mentalidad y de
vida: una transformación del corazón.
Puedes reconocer que el "corazón" del Evangelio está en el Sermón del Monte, su alma en las
bienaventuranzas..., pero todo deriva en un planteamiento de vida que te llevará al seguimiento
de Jesús en manifestaciones bien concretas. Asúmelas. Guárdalas en tu corazón. Hazlas vida de tu
vida. Verás que en ellas podrás encontrar una manera de seguir a Jesús "desde dentro", y te exigirá
una tan humilde como sincera conversión de vida.
Dice Jesús en el Sermón del Monte:
"... pero yo os digo: No devolváis a nadie mal por mal. Si alguien te da en la mejilla derecha, ofrécele
también la otra. Al que quiera ponerte un pleito para que le des tu vestido, dale también el manto. Si
alguien te obliga a llevar una carga durante un kilómetro, acompáñale dos. Da a quien lo necesite...,
y no te desentiendas del que te pide prestado ". (Mt 5,39,42)
Porque percibes en ti la fuerza de Cristo ya resucitado, y la impetuosidad del viento del Espíritu,
experimentado en Pentecostés, alienta tu deseo. Porque has experimentado que el amor es fuerte
como la muerte, si quieres vivir tu vida desde el corazón del Evangelio, si quieres abandonarte,
siguiendo a Jesús hasta el final, te propongo que releas estas palabras del Señor, y otras
semejantes, y te decidas a emprender este camino del corazón mínimo:
Propuestas de camino para la escala espiritual del "NO"
PRIMER PASO
 No te singularices en nada. No busques destacar. Acepta tu lugar, aunque sea el último. Vive tu
opción de seguimiento de Cristo con la convicción de que has de ser servidor de todos. Busca
voluntariamente el "último" lugar (Lc 14,10). Vive escondido en Dios. Sé generoso en el servicio de
Dios. Permanece en la humildad y en la abnegación total como Jesús, y como María, tantas veces
escondida en las páginas del Evangelio. No desees, ni busques, ni esperes compensaciones
humanas. Que sólo te mueva ser fiel a Él, y a su voluntad. No te busques a ti mismo en nada. No
caigas en la tentación de convertirte en centro. Vive en el olvido de ti mismo. Piensa que cuanto
más desasido estés de ti, con mayor amor y mayor ternura te cuidará el Señor. Cuanto más
olvidado estés de ti, en disponibilidad de amor hacia los hermanos, experimentarás con más
fuerza la ayuda y la presencia del Señor.
 Vive tu opción interior por el Evangelio con gratuidad de alma. En todo caso, ya sabes que "...el
Padre que ve en lo secreto te recompensará". No olvides que estás en el camino del corazón.
 Proponte aceptar el anonimato más total, el camino más escondido, la humildad de la humillación,
la persecución y la crítica. Acepta también que no se te reconozca. No lo busques, porque como
suele suceder, la cruz ya viene sola, cuando menos la esperas.
 No te alteres cuando tu pobreza o la de tus hermanos te hagan vivir situaciones que te provocan
sufrimiento. Acepta el sufrimiento en silencio y con paz. Ofrécelo al Señor.
 Ten muy claro en la verdad de tu corazón, que nunca te permitirás herir el amor, porque sólo
buscas amar y dejarte amar, y desde tu amor a Cristo quieres dar amor, cueste lo que cueste..., y
aunque nunca se entienda tu obstinado deseo de amar. No creas que ésta es una actitud heroica.
De hecho lo vives todo con la máxima sencillez, porque sólo te mueve el Amor de Cristo Jesús.
 Vive con alegría y serenidad las exigencias de tu compromiso con el Evangelio del que quieres ser
testigo.
SEGUNDO PASO
 No te pierdas en distracciones, ni en comentarios. No hables nunca mal de nadie. No comentes
nunca cosas negativas de los hermanos. Y menos de quien te moleste. No vivas pendiente de "lo
que dicen o lo que hacen", y menos, "de lo que te dicen o te hacen". Vive para lo único necesario: Él, Él:
sólo Él, sólo su Amor, sólo el Evangelio, sólo servirle por Amor en los hermanos y en aquellos a
los que te envía tu propia vocación: los más pobres y pequeños, son los privilegiados del Reino.
 Vive disponible para tu misión de testigo del amor de Cristo, estés donde estés. Sé cercano a los
que más lo necesiten, los más débiles, siempre los más pobres: signo claro de que el Reino ya está
aquí.
 Sé para todos sacramento de la misericordia de Jesús. Sé paciente con las debilidades de los
necesitados. Sé humilde ante las pobrezas de tus hermanos..., y sé muy consciente de las tuyas.
Que la consciencia de la realidad de tu tierra te ayude a centrarte en el silencio del corazón.
 Niégate a ti mismo. Ofrécete disponible para los hermanos: vives para el Señor y para los demás.
En el espíritu del Evangelio, como seguidor de Jesús, eres el servidor de todos. Es la ofrenda de tu
amor. Renuévala cada día, porque cada día has de ofrecer el don de ti mismo con un amor
creciente y gozosamente fiel.
 Que lo que tú das de ti mismo, como compromiso con el Evangelio, sea como la pequeña moneda
que le viuda ofrece en el templo: es pequeña la moneda, sí. Quizás el rico que dio una abundante
limosna llegó a pensar que era tan pequeña la moneda de la viuda que era una gran miseria...,
pero la pobre viuda, dice el evangelista, con su moneda dio todo lo que tenía para vivir.
 No te permitas ni la más pequeña infidelidad al amor. Recuerda siempre que no te perteneces,
renuncia a ser dueño de tu tiempo, de lo que tienes o de lo que eres. Todo le pertenece. Tú mismo
eres plenamente de Él como María.
 No pretendas recuperar nada de lo que ya diste. Vive creciendo en esta donación cada vez más
sincera, cada vez más total y más auténtica. En tu oración acoge el viento del Espíritu que te
alentará hacia un seguimiento de Cristo Jesús cada vez más radical y más amoroso, más tierno y
más hondamente sentido y vivido.
 Para nada te puedes permitir la más mínima palabra de crítica a los hermanos. No caigas nunca en
la murmuración. Renuncia a juzgar a tus hermanos, aunque te parezca creer que eres muy
consciente de lo que son y de cómo actúan. Míralos siempre con una comprensión total. Renueva
tu confianza insistente en ellos. Tu entorno fraterno o familiar ha de ser sacramento del Evangelio
de Jesús. Todo lo que para ti ha de ser una escala espiritual del "no" tendrá que revertir en un gran
bien para tus hermanos.
TERCER PASO
 No tengas nunca un "no" para lo que la vida te presente, ni para la obediencia, ni un "no" para los
hermanos, ni un "no" para el amor, ni un "no" para el Señor. Vive plenamente abierto y disponible
al don de Dios que se te manifestará en el Espíritu. Vive abandonado realmente en las manos del
Padre. Sin palabras, sin miedo, confiadamente. Y siempre con una gran alegría. Es el gozo que
nace de la paz de saber que estás en lo que Él quiere de ti. Deja que el Amor, que el Espíritu ha
derramado en tu corazón, te vaya llevando a un abandono cada vez más real, cada vez más total y
más verdadero en tu vida.
 No pidas nunca nada, no rehúses nunca nada, no tengas puertas cerradas para el Amor. Ábrete al
soplo del viento del Espíritu. Sí, siempre abierto al don de Dios y atento al clamor de la vida. Es el
grito de los pobres. Es tu manera de vivir tu opción por Cristo. No te instales, ni te acomodes... El
seguimiento de Cristo te lleva a estar siempre "en camino", con paz..., con serenidad, "dejándote
llevar y dejándote amar por Él..., en el amor insondable de la Encarnación..., dejándote enamorar por su
Amor". Porque pronto comprenderás que no puedes convertir ésta, que llamamos "escala del no",
ni en un drama ni en una heroicidad, sino en una cuestión de Amor fiel, o de respuesta fiel a su
Amor y a la presencia y a la acción del Espíritu en ti.
 Confía para discernir la autenticidad de lo que vives en la voz interior del Espíritu, en la palabra
de tus hermanos, en la fidelidad a lo que la vida te presente en cada momento y en lo que te diga
la Palabra de Dios. Que en esta escala espiritual del "no" aprendas la obediencia ilimitada a todo lo
que te llegue como voluntad de Dios para ti. No te apartes para nada de lo que el Espíritu te haga
comprender que es la voluntad de Dios. No caigas en los escrúpulos, pero no te permitas ni la más
leve desviación de la voluntad de Dios. Reconoce que en esta obediencia interior al Espíritu nunca
te equivocas, porque no obedeces por respetos humanos, ni por temor, sino sólo porque sabes que
Dios te lo pide.
 Escucha atentamente la "voz" del Señor en tu corazón... ¡Cuántas veces te hablará por medio de
esa "primera intuición" del corazón...! Aprende a escuchar los latidos del corazón en los que Él te
habla. Vive como María una vida en la que el "fiat" de Nazareth marcará toda su vida de renuncia
y de entrega de amor.
CUARTO PASO
 No antepongas nada al Amor de Cristo. Reconoce que su amor es fuerte como la muerte. Ábrele
siempre las puertas de tu corazón y las de tu vida. No vivas nunca la Eucaristía superficialmente.
No te acerques a la confesión sin deseo interior sincero de convertirte. Vive el misterio de tu Amor
en Él..., en el silencio más total y absoluto. Es el "secreto del Rey". Es el don de su amor.
¡Abandónate! Y tu abandono sincero y real ya será el mejor estímulo para tus hermanos.
 Vívelo todo sin hacerte notar, serenamente, sencillamente, gozosamente. Con una sonrisa en los
labios siempre. Es la paz que nace de la consciencia del Amor de Dios en ti. Sabiendo que para ti
el presente que Él te da es el "tiempo del amor". Que tu amor a Cristo, al que no antepones nada, ni
siquiera tus intereses o tu persona, te haga ser siempre disponible para todos, especialmente para
los más pequeños: son los elegidos de su amor. Y entre las personas que te rodean siempre podrás
encontrar "pequeños" a quienes atender.
 Que el amor de Cristo te aliente en el deseo de crecer sin cesar en la fidelidad a tu opción de
seguimiento de Cristo. Los hermanos necesitan tu fidelidad, aunque tú seas muy consciente de tus
pobrezas. La Iglesia quiere que tú, en la pequeñez de tu camino y de tu vida puedas responder con
una fidelidad creciente y generosa y seas testimonio claro del Evangelio de Jesús.
 Este amor de Cristo al que no antepones nada te ha de llevar a una auténtica donación ilimitada e
incondicional. Buscarás complacer al Señor en todo. Desearás volcar en Él toda tu ternura y toda
tu capacidad de amar. Hablarás de este amor con la alegría de tus ojos y de tu vida.
 Sí..., la escala espiritual del "no" no es un camino triste, sino un camino de amor. Y si es un camino
de amor, es también un camino de alegría.
QUINTO PASO
 No te permitas la más mínima falta de amor a los demás, ni a los hermanos de tu comunidad, o
del entorno en el que te mueves. Piensa que cada día será más evidente que la vida llevará a los
seguidores de Jesús a dedicarnos a los que "nadie quiere", o a los países del tercer mundo, porque
la sociedad del bienestar ya irá cuidando a aquellos que le interesan. Y el reconocimiento de esta
realidad te llevará a un planteamiento de vida personal muy concreto.
 Por ejemplo, acostúmbrate a no discutir nunca con ira, no pretendas tener la razón, no te defiendas
nunca. Acepta las humillaciones en silencio, acepta las críticas injustas sin protestar, acepta todo lo
que más te cueste. Acéptalo con paz. Únete de esta manera a Cristo Jesús que por conseguir tu
amor pasó por todo esto, y aún por más.
 Carga sobre tus hombros la cruz de los "sin voz". Tú callas no porque no tengas nada para decir, ni
motivos para hablar, sino porque de este modo tan peculiar, te solidarizas con tantos y tantos
hermanos que no pueden "ni decir, ni decirse"... Y vívelo sin que nadie pueda notar que te cuesta
dominarte. Porque el camino del corazón que te has propuesto vivir en Él te ha de llevar a una
vida sin apariencias, todo sincero, todo profundo, "de dentro", con paz y alegría serenas. La fuerza
de tu "anuncio" evangélico siempre estará en la autenticidad de lo que vives.
 Con el mismo sosiego profundo del alma, pero con la fuerza que tienes al reconocer que sólo te
mueve Él, ofrece tu voz y tu palabra cuando se trate de defender a los más pequeños, o a los
excluidos y olvidados. Y de una manera especial cuando veas que con tu "hablar" vives el
compromiso sincero con la verdad. Nunca olvides el lema: "Caridad, sí... pero también claridad".
 Para poder vivir en esta quinta etapa de la escala espiritual del "no" tendrás que reconocer que, a
partir de tu experiencia de Dios, todo lo debes vivir desde un perdón total: nadie te debe nada..., y
tú no puedes deber nada a nadie. Todo ha sido lavado y purificado por el silencio y el perdón.
Vive gozoso y alegre, como María: el perdón siempre te devuelve la alegría.

Palabras para el camino


Él ha hecho alianza contigo: es una alianza en el Amor fiel del Señor. La fidelidad del Señor te
compromete a ser fiel tú.
Vive tu fidelidad siempre nueva: lo fiel tiene su fuerza en ser seno fecundo, esperanza humilde,
intuición labrada en lo que va a venir.
No te obsesiones con tu fidelidad. Ábrete a la fidelidad de Dios. Cree en su fuerza, y, por amor,
síguelo hasta el final. Aunque en ello te vaya la vida.
«Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere queda solo, sólo si muere da mucho fruto...» (Jn
12, 24)
«Sé fuerte y valiente, no temas, no te acobardes, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado..., ni te
dejará, ni te abandonará»" (Dt 31, 6)
Te invito a decir la oración que San Francisco de Asís enseñaba a sus hermanos: "Te suplico, oh
Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de cuantas cosas hay bajo los cielos, a fin
de que yo muera por amor del amor tuyo, como Tú te dignaste morir por amor del amor mío".

Pequeñas cosas
Es imposible, hermano, encerrar todo un plan de amor, sus exigencias, sus implicaciones, en unas
pocas palabras. Lo que he venido diciendo es sólo indicativo, lejano indicio de una realidad
profunda y amplia.
Yo quisiera ahora hablarte de "pequeñas cosas", sí. Son cosas significativas, son propuestas de
camino y las hago en forma de admonición fraterna. Con estas "pequeñas cosas" quiero invitarte a
descubrir el plan de amor y a vivirlo con fidelidad. Comprenderás que es una invitación que hago
con toda humildad.

Pequeñas cosas
 Olvídate de ti mismo, vacía tu corazón de ti mismo. No pienses demasiado en ti, en tus cosas, en lo
que te dicen o en lo que te hacen.
 Busca vivir con un corazón libre. El plan de amor de Dios para ti requiere unas alas siempre
dispuestas a arrancar el vuelo hacia donde Él quiera y como Él quiera.
 Busca en todo la paz, la paz de alma, la paz de dentro. La verdad de tu abandono y de tu fidelidad
al plan de amor del Padre se conocerá cuando "Nada te turbe, nada te espante... Sólo Dios basta".
 Una tercera búsqueda: en todo intenta ser pobre, incluso en el aspecto material sé sencillo, simple,
transparente.
 Ama el silencio, la capacidad de atención y de escucha, la gratuidad y el alegre desasimiento.
 Ten una gran capacidad de amistad, de amor, libre, generoso, desprendido y muy fiel.
 No te hagas notar en nada. No busques destacar. No hagas nunca nada por quedar bien o por
respetos humanos. Aprende a ser libre incluso en esto.
 No te defiendas, no discutas con ira, no pretendas tener la razón. ¿No te parece que es más
importante saberte amado por Dios, saber que eres objeto de su plan de amor?
 De la misma manera que te digo que no te defiendas a ti mismo, lucha por defender a los demás;
con gran desinterés, por amor, por fidelidad. Pero respeta siempre el misterio en Dios que es cada
una de nuestras vidas y ayuda a valorar y respetar este misterio.
 Por lo mismo debes dejar a un lado los juicios y prejuicios. Descubre el lado positivo de las
personas, de las cosas, de los acontecimientos.
 Ama la cruz. Agradece en tu corazón que el Señor te permita experimentarla. No la rehúyas
nunca. Pero ten cuidado de hacerlo siempre, no por la cruz, sufrir por sufrir, busca hacerlo por
amor a Cristo, creyendo que murió en la cruz, que te redimió en la cruz, que fue obediente al
Padre en el misterio de la cruz, pero sabiendo que ya ha resucitado y que vive, y vive en ti. Si lo
haces así, te será más fácil reconocer el rostro de Cristo en los hermanos.
 Sé siempre solidario con la cruz de los demás: asúmela y estarás asumiendo su vida. La cruz es
siempre signo de la presencia del plan de amor del Padre en una vida.
 Sé muy cercano y solidario con los pobres, los desheredados, los pocos valorados en la vida. Entre
nosotros, y en nuestras comunidades, permíteme este paréntesis, a veces hay quien puede vivir -
silenciosa u ostensiblemente- esta experiencia, la dolorosa experiencia de sentirse poco valorado.
 Busca la fidelidad en todo, también en las cosas pequeñas, que han de merecer para ti una
atención especial, pero hazlo siempre por amor, nunca por perfeccionismo.
 Pídele al Padre, con gran audacia y confianza, que te haga pobre, y dale las gracias cuando te
permita experimentar tu pobreza. Ama toda experiencia de pobreza que no nazca de tí. Alégrate
cuando la vida o los hermanos te ofrezcan ocasiones para experimentar tus límites. Busca vivirlo
todo con paz.
 Disfruta de lo bueno, lo agradable, lo que te hace ilusión. Descubrirás que todo es un don del amor
del Padre. Vive, con alegría y optimismo. También con esperanza. El desencanto y la decepción no
entran en el plan de amor del Padre.
 Abandónate al designio de amor del Padre. Vívelo todo con la actitud constructiva de quien se
deja amar por el Amor.
 No es necesario que programes tu vida espiritual. No planifiques. Deja, de verdad, que el Amor
mueva tu vida. Acepta las "improvisaciones" de Dios y deja siempre algo a la imprevisible
imaginación y providencia del Padre. Nunca se agota.
 Deja que el Amor mueva tu vida, te inunde y te desborde. Tu oración será verdaderamente una
experiencia del amor del Padre, un vivir en el plan de amor del Padre cuando nazcan
espontáneamente en tu vida la alabanza y la adoración.
 Sé valiente y dile al Señor: "Padre, ¿qué quieres de mí?". Dile también: "Aquí estoy, Señor, a tu
disposición", o repite, con verdad y con vida, la respuesta de Pedro a la pregunta inquietante del
Señor: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo".
 Y unas últimas pequeñas cosas: haz de tu vida un don de amor absoluto, abandónate en las manos
del Padre y no pongas límite alguno al Amor, a su amor.

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