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HAMBRE EMOCIONAL

HAMBRE EMOCIONAL

Cuando estoy nervioso, triste, tengo ansiedad… me da por comer, descontrolo lo


que como, me apetece algo dulce…

¿POR QUÉ COMES MÁS CUANDO TE SIENTES ANSIOSO?

La ansiedad es un síntoma de que algo te preocupa (el trabajo, la familia,


los estándares sociales, la pareja, etc.) y está generando una emoción, pero
al no utilizar las herramientas adecuadas desencadena en una respuesta
rápida que te relaja momentáneamente: la comida. En este caso el acto de
comer no tiene una función nutricional, sino que es un “efecto secundario”
provocado por la pérdida de control del proceso natural de alimentarnos, así
que vamos a enumerar algunas diferencias entre el hambre emocional y el
hambre fisiológica (o hambre real) para poder identificar estas conductas,
anticiparnos y así poder gestionar la ansiedad con otras estrategias.

El hambre fisiológica aparece de forma gradual y somos capaces de esperar


para alimentarnos, sin embargo, el hambre emocional ocurre de forma
repentina y no podemos posponer la ingesta porque ¡lo queremos ya!

El hambre fisiológica responde a unos horarios habituales y la comida


elegida suele ser saludable y nutritiva (por ejemplo, una pieza de fruta te deja
satisfecho), pero el hambre emocional no responde a un horario fijo y
socialmente aceptado, tampoco tiene en cuenta los nutrientes ni la energía
(se suele elegir comida muy energética, hiperpalatable y poco saludable:
snacks salados, bollería, etc.)

Cuando tu estado de ánimo influye en la cantidad que comes y lo haces de


forma descontrolada sin consciencia se trata de hambre emocional. Si eres
capaz de controlar las cantidades siendo consciente de lo que te llevas a la
boca, a pesar de tu estado de ánimo, es hambre fisiológica.
HAMBRE EMOCIONAL

Además, estamos ante hambre emocional cuando no disfrutas de los sabores


de los alimentos, sientes culpabilidad y malestar. Mientras que cuando es
hambre fisiológica saboreas, disfrutas y no te sientes culpable al terminar

Por último, cuando es hambre emocional te sientes desagradablemente


lleno, pero ante el hambre fisiológica te sientes satisfecho sin estar incómodo.

Si identificamos una situación de hambre emocional tenemos que actuar


inteligentemente. Racionalmente sabemos que comer no nos va a quitar los
problemas, por lo que debemos plantearnos ¿para qué comer? No es una solución
ni mucho menos, y muchas veces puede convertirse en un gran obstáculo: la
pérdida de control con nosotros mismos hacia la comida.

Ante situaciones de hambre emocional debemos buscar e identificar el motivo


por el cual nos sentimos ansiosos. Buscarle solución será clave para mitigar esa
sensación. Unos cuantos trucos para reducir la ansiedad y no caer en la comida
emocional son:

✓ Salir a dar un paseo.


✓ Escuchar música.
✓ Leer un libro.
✓ Ver una serie, una película o videos.
✓ Meditar.
✓ Beber un buen trago de agua (¡muchas veces confundimos la sed con el
hambre!).
✓ Ordenar la casa.
✓ Llamar a un amigo que hace mucho que no hablas con él.
✓ Irte de tiendas.
✓ Ir al gimnasio.
✓ Salir a un parque a respirar aire puro.
✓ Darte un baño relajante.
✓ Dibujar.
✓ Echarte una siesta.

En definitiva se trata de buscar tareas o actividades placenteras que supongan


una liberación de estrés y unos momentos dedicados sola y exclusivamente
para ti. En el caso de que no te vieras capaz de afrontarlo solo/sola siempre
tienes a tu disposición muchos profesionales en el ámbito de la salud
psicológica que estarán encantados de ayudarte. Al igual que vamos al médico
cuando nos duele algo también es importante curar los dolores que llevamos
por dentro.

¡A por todas!

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