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Al comienzo, la idea de que los gérmenes causaban enfermedades no

convenció a muchas personas. Sin embargo, el interés creció nuevamente en


1837, cuando Bassi demostró que a través de «partículas brillantes» el
gusano de seda transmitía una enfermedad a los gusanos sanos. Más tarde,
Henle dijo que las enfermedades «contagiosas» eran causadas por
gérmenes.

Hacia 1850, Louis Pasteur comenzó a experimentar con pequeños


organismos vivos y descubrió muchas cosas importantes. Él probó que las
levaduras causaban la fermentación de las sustancias, que las bacterias eran
la causa de que la leche se volviera agria y que el aire contenía gérmenes
vivos que causaban descomposición y putrefacción.

Joseph Lister marcó otro hito entre los descubrimientos y avances médicos,
cuando probó que las heridas eran afectadas por gérmenes del aire o de los
instrumentos de cirugía utilizados durante las operaciones. Comprobó que si
los instrumentos estaban perfectamente limpios o estériles y se usaban
vendajes antisépticos en las heridas para prevenir la entrada de gérmenes,
las heridas sanarían sin infectarse. El primer antiséptico utilizado por Lister
fue el ácido fénico. La sala de cirugía de la enfermería de Glasgow en la que
Lister trabajaba, estaba infectada por la gangrena. Pero al poco tiempo, fue
la más sana porque él aplicó sus conocimientos sobre antisépticos en el
tratamiento de heridas. Con algunos avances, los métodos de Lister aún se
tienen en cuenta hoy en el campo de la medicina.

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