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EL MUNDO de los microbios o microorganismos es quizá tan vasto como el Universo y,

para dar un pequeño ejemplo, un puñado de tierra contiene tantos microorganismos como
seres humanos el planeta entero. Esto representó un gran obstáculo para su estudio, ya
que existía la dificultad de tener que separar un microorganismo de los demás. Y, de
cualquier forma, si se lograra separar dicho microorganismo, ¿cómo se mantendría aislado
de sus similares? La labor y el esfuerzo combinados de muchos hombres y mujeres de
ciencia, a lo largo de unos 200 años de historia, dio como resultado el surgimiento de la
microbiología, la ciencia que estudia estos pequeños seres de la naturaleza. Los métodos
mediante los cuales ha sido posible separar a los microorganismos de sus alrededores,
pueden ser descritos en orden de aparición, ya que los problemas que surgen durante el
desarrollo de una ciencia experimental sólo pueden ser comprendidos a la luz del
conocimiento que prevalecía en su tiempo.
I.1 LAS PRIMERAS IDEAS
La teoría de la generación espontanea. La creencia de que existían seres tan pequeños que
eran invisibles se remonta a tiempos tan lejanos como antes de la Era Cristiana. Doscientos
años antes de ella, Varro ya proponía la posibilidad del contagio de ciertas enfermedades
debido a criaturas invisibles suspendidas en el aire, y esta idea ya era compartida por los
antiguos médicos latinos y árabes.

Lucrecio fue conocido por su punto de vista peculiar sobre la materia, ya que pensaba que
las cosas surgían de una especie de átomo o semilla. En su obra De Rerum Natura (75 a.
C.) sugiere que las plagas eran causadas por una especie de átomo. Y en el libro VI dice:
"Así como hay semillas benéficas para nuestra vida, seguramente existen otras que causan
enfermedad y muerte," Este punto de vista puede ser considerado como un claro ejemplo
de que se intuía ya que la naturaleza de la infección era microbiana. Sin embargo, estas
semillas no se consideraban como organismos vivientes.
Por otra parte, prevalecía la idea de que las cosas emergían de semillas y que sólo la
combinación de varias de ellas podría dar origen a un organismo completo. Así pues, existía
la duda sobre el origen de la primera semilla. De alguna forma esta primera semilla se había
generado espontáneamente, es decir que podían aparecer organismos vivientes a partir de
materia no viviente. A esta corriente de pensamiento se le conoció como la teoría de la
generación espontánea y persistió por más de 1 500 años.
El contagio de las enfermedades. La epidemiología es la rama de la medicina que estudia la
propagación de las enfermedades y se inició mucho antes de que se aplicara el término
"enfermedad contagiosa" por los aún desconocidos agentes causantes de las infecciones.
En la Antigüedad, los hebreos consideraban a las enfermedades infecciosas como un
castigo proveniente del Señor. Sin embargo, los escritos bíblicos ya indicaban que las
personas con lepra debían ser aisladas y los artículos y materiales que se utilizaban durante
su enfermedad, enterrados o quemados.
Más tarde, Lucrecio y Boccaccio reconocieron la naturaleza contagiosa de estos brotes
epidémicos y, por fin, en 1546, Fracastorius de Verona presentó su obra titulada De
Contagione. Este libro fundó la ciencia de la epidemiología propiamente dicha. Después de
estudiar cuidadosamente la epidemiología de varias enfermedades, incluyendo la plaga y la
sífilis, Fracastorius concluyó que la transmisión se producía de persona a persona,
directamente o bien por medio de objetos de uso común. Más tarde otros, y él mismo,
mezclaban las teorías racionales con otras ideas basadas en la superstición. Por ejemplo,
pensaban que las plagas o epidemias eran gobernadas por
fuerzas sobrenaturales. Como resultado de esta confusión, casi un siglo después médicos
prominentes como William Harvey no tomaban en serio las ideas de Fracastorius y se
adhirieron a las ideas de Hipócrates y Galeno que consideraban que las epidemias o
vapores venenosos eran generados por conjunciones planetarias o por alteraciones en la
propia Tierra. El panorama era aún más complicado si se toma en cuenta que las
enfermedades pueden ser transmitidas de distintas maneras, como puede ser por el agua,
la comida o los insectos y que en muchas ocasiones estas formas de transmisión no son tan
obvias.
Las ideas de Lucrecio sobre la naturaleza de la materia fueron resucitadas por Giordano
Bruno,al final del siglo XVI, e influenciaron profundamente a Robert Boyle. Sin embargo, el
simple razonamiento sobre la existencia de los microbios no constituyó la prueba de su
verdadera existencia. Ésta sólo pudo ser demostrada gracias al descubrimiento de una lente
de aumento.
I.2 LAS PRIMERAS OBSERVACIONES
El microscopio abrió las puertas de otro universo. El holandés Antonie van Leeuwenhoek
(1632-1723) fabricó la primera lente lo suficientemente poderosa como para observar a los
organismos unicelulares. Utilizó una lente convexa y colocó al objeto dentro de la distancia
focal (Figura 2). Este arreglo produce una imagen virtual o aparente muy amplificada; con
este rudimentario pero ingenioso microscopio logró observar muchos "pequeños
animalillos". Éstos incluían protozoarios, tanto de vida libre como parásitos de las vísceras
de algunos animales; también logró observar hongos filamentosos y corpúsculos globulares
que ahora conocemos como levaduras. Hizo importantes observaciones sobre la estructura
de las plantas y descubrió los espermatozoides de algunos animales. Fue hasta 1676 que
pudo observar organismos aún más pequeños, como las bacterias.

Por otra parte, el microscopio compuesto, capaz de ampliar la imagen con mayor eficiencia
y más conveniente para su uso, fue inventado en 1590 por Zacharías Jensen y usado en
1630 por F. Stellerti para estudiar la miel de abeja y los escarabajos. Sin embargo, todos los
modelos producidos hasta antes de 1800 no poseían la resolución y la calidad de los
microscopios de un solo lente.

Las observaciones de Leeuwenhoek llamaron mucho la atención, pero eso fue todo. Nadie
en esta época trató de repetir o extender sus observaciones, ya que la alta calidad de sus
lentes y su gran agudeza visual fueron factores determinantes para desalentar a cualquier
competidor. A esto se debió el gran retraso que sufrió el desarrollo de microscopios más
potentes.
I.3 LA CONTROVERSIA DE LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA
¿La vida proviene de la vida o existe la fuerza vital? La comprensión verdadera de la
importancia de los microorganismos en el mundo comenzó como resultado de la
controversia sobre la generación de materia viviente a partir de la materia muerta.
En un principio existían dos escuelas bien definidas de pensamiento: aquélla que tomando a
Lucrecio al pie de la letra apoyaba la idea de que se podrían generar animales a partir de
materia muerta gracias a la existencia de una "fuerza vital" (generación espontánea) y la
que decía que la vida sólo se genera a partir de vida (en latín omne vivum ex vivo).
Los antiguos que creían en la generación espontánea daban recetas para preparar
"ratones" a partir de comida en putrefacción. Opuestas a este punto de vista eran las ideas
de Redi, quien en 1668 mostró que la aparente generación espontánea de larvas en la
carne provenía de la visita de las moscas que ponían huevecillos sobre ella. Sin embargo,
Needham, otro investigador, hirvió extracto de carne en un frasco, lo tapó y encontró que
después de algunos días aparecían criaturas que se movían. Esto, aunado a la idea de que
los organismos vivientes morían al ser hervidos, llevó a pensar que dichos organismos eran
realmente producto de la generación espontánea.
Más tarde, Spallanzani llevó a cabo experimentos más cuidadosos con los que demostró
que los organismos grandes eran destruidos al ser hervidos durante 30 segundos, pero los
microorganismos sobrevivían y se desarrollaban aunque los frascos estuvieran
herméticamente cerrados. Después de muchos ensayos, encontró que si hervía los frascos
parcialmente cerrados durante 45 minutos, el contenido se mantenía sin contaminarse casi
indefinidamente, y sólo si se permitía la entrada de aire, el contenido entraba en
putrefacción rápidamente. Estos resultados llevaron a pensar que, al hervir el contenido, el
aire del frasco se hacía inadecuado para la existencia de vida en su interior y esto era
interpretado como la ausencia de la "fuerza vital".
Un cocinero francés, llamado Francois Appert, a principios del siglo XIX desarrolló el arte de
preservar comida en frascos sellados: lo lograba hirviendo el contenido dentro del frasco y
cerrándolo sin permitir la entrada de aire fresco. Observó que así el contenido se mantenía
libre de microorganismos por tiempo indefinido. Este hallazgo lo llevó no solamente a fundar
una importante industria, la de las conservas, sino a ser inmensamente rico.
La objeción a los experimentos de Spallanzani de que al hervir el contenido de los frascos
se terminaba con la "fuerza vital" fue descartada por un experimento de Schultze en 1836.
Éste consistió en que el recipiente que contenía extracto de carne fue conectado a otros dos
recipientes, uno de los cuales contenía ácido sulfúrico y el otro potasa; a través de éstos se
hizo pasar lentamente aire fresco todos los días

durante tres meses y el extracto de carne no se contaminó. La clave del éxito de este
experimento se debió a que las conexiones con ambos recipientes se hicieron
inmediatamente después de hervir el extracto de carne, lo cual evitó la contaminación del
extracto.
Theodor Schwann, en 1837, llevó a cabo un experimento similar, pero la diferencia consistió
en que el aire fresco se hacía pasar por un recipiente que contenía un metal fundido en
ebullición y de esta forma cualquier materia orgánica se mantenía estéril en el interior. Sin
embargo, cuando se dejaba pasar aire fresco sin entrar en contacto con el metal fundido, el
contenido se contaminaba invariablemente, con bacterias para el caso del extracto de carne
y con levaduras para una solución con azúcar. La interpretación que dio Schwann a sus
resultados fue la siguiente: "Los microorganismos que deben estar presentes en el aire son
destruidos al hacer pasar el aire por un liquido incandescente. Por lo tanto, la putrefacción
sin duda se debe al hecho de que estos gérmenes, al nutrirse y desarrollarse a costa de
esta sustancia, la descomponen y sobreviene la putrefacción."
Más tarde, la técnica de estos experimentos fue simplificada y en 1853 Schroeder y Von
Dush descubrieron que, después de hervir el recipiente, bastaba con cerrar el extremo
abierto con un tapón de algodón. De esta manera, el aire que entraba a través del algodón
se filtraba al pasar por los múltiples y tortuosos caminos dentro del mismo. Estos
experimentos abrieron el camino sobre el cual se basaron los métodos para cultivar
bacterias. Dos postulados importantes se derivan de estos resultados: el primero consiste
en hacer un medio de cultivo adecuado que esté libre de microorganismos y esto se logra
hirviéndolo; el segundo consiste en mantener el medio estéril por largo tiempo y esto se
logra evitando la entrada de los microorganismos que están suspendidos en el aire.
A pesar de estos avances, los resultados de Spallanzani, Schultze y Schwann no fueron
aceptados por la mayoría del público científico de la época. Hoy en día sabemos que
muchos microorganismos resisten temperaturas hasta de l00°C durante varias horas. Esto
ayudó a los que pensaban que la generación espontánea era un hecho, ya que un solo
experimento fallido era utilizado como evidencia para la existencia de esta teoría. Koch, más
tarde, llevó a cabo estudios sobre el bacilo del ántrax y encontró que las esporas de algunas
bacterias eran altamente resistentes al calor y que sólo se destruían a l20°C o más, y eso al
cabo de 20 minutos.
Pasteur fue quien desechó la teoría de la generación espontánea. Fue el genio de Louis
Pasteur (1822-1895) quien finalmente persuadió al pensamiento científico sobre lo
verdadero de la generalización tan claramente formulada por Schwann en 1837. Pasteur se
valió de una combinación de habilidad científica, persuasión y un sentido muy particular del
drama. Su experimento consistió básicamente en hervir infusiones en un aparato tal que,
cuando el contenido se enfriaba, el aire que entraba era calentado y luego vuelto a enfriar al
pasar por una camisa enfriada con agua. Bajo estas condiciones la infusión se conservaba
libre de contaminación. La figura 3 ilustra el aparato tal como fue diseñado por Pasteur. Sin
embargo, el experimento más sorprendente fue aquel en el que Pasteur mostró cómo un
medio nutritivo permanecía estéril aun cuando estuviera comunicado con el exterior. Para
esto diseñó unos frascos especiales (Figura 4) en los que, como se puede ver, se permite la
entrada de aire, pero no se contaminan porque en el primer doblez del cuello se retienen los

posibles microbios contaminantes. Estos frascos se encuentran hoy en día tal y como los
dejó este notable hombre de ciencia.

Pasteur confirmó también los experimentos de Schroeder y Von Dusch, quienes hirvieron
una infusión de carne y cerraron los frascos con tapones de algodón. Este experimento lo
amplió Pasteur utilizando tapones de nitrato de celulosa en lugar de algodón, para después
disolver el tapón en alcohol, de tal forma que los gérmenes atrapados en el tapón fueran
liberados; después examinó el contenido del tapón bajo el microscopio y observó partículas
globulares que semejaban esporas de hongos y bacterias.
A pesar del éxito de los experimentos de Pasteur no siempre se lograba reproducirlos, y
esto se debía principalmente a la resistencia de ciertas esporas o microbios a las altas
temperaturas. Sin embargo, tal dificultad no pudo opacar el concepto general que Pasteur
logró aclarar.

El físico Tindall estaba interesado en los fenómenos de la dispersión de la luz en el agua y


en el aire (fenómeno que ahora se conoce como efecto Tindall) y sus observaciones se
apoyaron en los experimentos de Pasteur. Tindall encontró que un rayo de luz puede
observarse mejor cuando el humo de un cigarrillo pasa a través de él. Lo mismo ocurre en
un cámara en cuyo interior hay aire normal. Al pasar un rayo de luz se observarán
pequeñas partículas que flotan y que, él pensó, podían ser atribuidas a la presencia de los
microorganismos responsables del fenómeno de putrefacción. Tindall mostró que el aire
normal contenido en una cámara hermética presenta una serie de partículas diminutas que
se hacen aparentes al incidir un rayo de luz en la cámara. Sin embargo, después de
algunas semanas las partículas se depositan en el fondo y el rayo de luz ya no es
dispersado. A esto Tindall lo llamó cámara ópticamente vacía.
En 1869 este físico inglés demostró que al llenarse una cámara con aire que se forzaba a
pasar a través de un algodón, se lograba obtener aire ópticamente vacío. La relación de sus
experimentos con los de Schwann y Pasteur fue obvia para él: las pequeñas partículas no
eran otra cosa que microorganismos. Demostró que el aire ópticamente vacío no iniciaba el
proceso de putrefacción. En 1876 diseñó una cámara (Figura 5) que permitía observar tanto
la presencia de partículas contenidas en el aire como la putrefacción de cualquier sustancia
depositada en el interior de la cámara. Esta cámara tenía además una entrada para
depositar la muestra (B) y una ventilación que servía también para equilibrar las presiones
(A) y consistía en un tubo con varios dobleces. Para determinar la presencia de partículas
en el aire, el rayo de luz (E) se hacía pasar como se muestra en la figura.
El 10 de septiembre de 1875 se cerró la caja de Tindall y, al pasar el rayo de luz, éste se
hizo aparente por la presencia de las partículas suspendidas en el aire. Para el 13 de
septiembre, el aire en su interior estaba ópticamente vacío. El experimento se llevó a cabo
utilizando un caldo de cultivo que fue depositado en los tubos de ensayo del interior. El
caldo hirvió durante 5 minutos al ser sumergidos los tubos en un baño hirviente de
salmuera. Por otra parte, otros tubos que también fueron hervidos se dejaron fuera de dicha
caja. Para el cuarto día, los tubos que quedaron fuera de la caja estaban ya turbios mientras
que los que estaban en su interior se mantuvieron trasparentes durante 4 meses. Al abrir la
caja el contenido de los tubos se volvió turbio en 4 días. Estos experimentos se repitieron en
varias ocasiones con otro tipo de infusiones siempre con el mismo resultado y éxito. La
inferencia era clara, el aire ordinario contiene normalmente cantidades variables de
microbios y son a éstos precisamente a los que se debe la mal llamada "generación
espontánea".

La fermentación debe estar asociada a un microbio. A pesar de que Pasteur logró


demostrar que la contaminación de un caldo de cultivo se debe a la presencia de
microorganismos, seguía siendo importante saber cómo ocurrían los procesos de
putrefacción de la materia. Así fue como otra serie casi innumerable de sucesos ocurrieron
y permitieron descartar definitivamente las ideas sobre la generación espontánea. En
estudios posteriores sobre la fermentación butírica y la producción de vinagre, Pasteur
encontró que estos procesos se debían al desarrollo de microorganismos específicos como
son el Vibrion butiricum y el Mycoderma aceti.
A pesar de esto, Liebig consideraba que la putrefacción y la fermentación eran producidas
por "fermentos" (del latín fermentum, que viene de fervere hervir y se refiere a la evolución
del gas) que, según él, consistían de materia orgánica en descomposición. Se consideraban
fermentos, por ejemplo, las partículas de queso viejo que al mezclarse con un poco de leche
hervida hacían que ésta se acidificara rápidamente y, según Liebig, tal reacción se debía a
la existencia de fermentos. La existencia de levaduras, que para Pasteur explicaba la
fermentación, para Liebig sólo significaba que estos microorganismos, al morir, se
descomponían y, por lo tanto, actuaban también como fermento. Sin embargo, Pasteur
finalmente demostró que las levaduras originan el proceso de fermentación mientras crecen.
En resumen, Pasteur aclaró los conceptos sobre la fermentación y definió que ésta es el
producto de una reacción que lleva a cabo un microorganismo y que cada microorganismo
tiene su propio tipo característico de fermentación. Las levaduras producen alcohol, las
bacterias lácticas ácido láctico, el vibrión butírico ácido butírico, etcétera.
Otro investigador de la época, Gay-Lussac, proponía que la fermentación era el resultado
de una serie de reacciones químicas. Sin embargo, sus resultados eran poco refinados
como para que se sostuvieran ante las evidencias de Pasteur. Edward Buchner, más
adelante, logró demostrar en forma accidental que la fermentación ocurría en un extracto de
levaduras, y comenzó a pensar en la fermentación como una cadena de reacciones
químicas que podían ocurrir aun en ausencia del microorganismo.
I.4 CÓMO SON LAS BACTERIAS

Es importante recordar que las bacterias no poseen todas las estructuras que contienen en
su interior las células de los organismos que aquí llamaremos superiores y éstas pueden ser
desde las levaduras hasta las células de cualquier animal. La figura 6 muestra estas
diferencias estructurales.
Las células bacterianas presentan dos características principales. La primera es que no
tienen un núcleo que contenga al ácido desoxirribonucleico (ADN), el cual es el material
genético, sino que éste se encuentra libre en su interior (citoplasma). El tamaño de esta
molécula de ADN es varios cientos de veces más grande que la bacteria misma y contiene
toda la información hereditaria necesaria para asegurar la superviviencia de la pequeña
célula. La segunda es que el citoplasma contiene, además, moléculas de ARN, llamadas
ribosomas, cuya función es la de ensamblar proteínas que tendrán, a su vez, diversas
funciones. Estos ribosomas son más pequeños que los de las células de los animales
superiores.
Las bacterias tienen también envolturas celulares diferentes a las de las células de los
animales superiores. Todas presentan una pared formada de un componente químico
específico llamado peptidoglicano, que es el responsable de dar a la célula una envoltura
resistente. La presencia de la llamada pared celular ha permitido catalogar a las bacterias
en gram positivas y gram negativas. Las bacterias que se tiñen con un colorante violeta son
las positivas para la tinción de gram y no tienen pared celular. Otras no se tiñen con el
colorante y se les conoce como gram negativas.

Las bacterias pueden tener organelos que les permitan moverse. Los más comunes son los
flagelos, que se proyectan de su superficie en uno de los extremos de la célula.
Las bacterias pueden ser de muchas formas: esféricas, en forma de bastón y hásta
ramificadas. En general, su tamaño es muy inferior al de una célula de un organismo
superior y su multiplicación es por división asexual. Durante su ciclo reproductivo se forma
una pared divisoria después de que su cromosoma, formado de ADN que contiene la
información genética, se ha duplicado. De esta forma las dos porciones de la célula se
separan, conteniendo cada una de las nuevas células su propio cromosoma (Figura 7).
Algunas bacterias tienen estructuras conocidas como endosporas, las cuales pueden resistir
el paso del tiempo y aun agresiones tales como altas temperaturas y productos químicos
tóxicos que acaban normalmente con una bacteria. Estas esporas permanecen en estado
latente y, bajo condiciones adecuadas, pueden dar lugar a una nueva bacteria.
Las bacterias están íntimamente ligadas a la existencia de la vida sobre la Tierra. Son
causantes de muchas enfermedades, pero también en muchos casos son las responsables
de la continuidad de la vida.
Los microbios y las enfermedades. Sin duda una de las cargas que más ha pesado sobre la
humanidad ha sido las enfermedades causadas por los microorganismos. No solamente
eran la causa más frecuente de muerte sino, además, de las enfermedades que atacaban a
los menores de edad. No en pocas ocasiones a causa de la naturaleza epidémica de las
infecciones, ejércitos y naciones enteras fueron exterminados. Una de las grandes hazañas
de las ciencias médicas y biológicas ha sido el descubrimiento de la causa y el control de
estas epidemias devastadoras. Hoy en día es fácil dar por hecho estos logros tan
importantes y preocuparse por los problemas derivados de los avances tecnológicos. Sin
embargo, Pasteur y Koch llegaron a ser considerados héroes por haber rescatado a la
humanidad de una de las más grandes amenazas con la que tuviera que enfrentarse: la
contaminación microbiana. Es indudable que el avance de la microbiología como una
ciencia es inseparable de su función como pilar fundamental de la medicina moderna.

Los microbios del suelo. Al final de la era encabezada por Pasteur, otros investigadores,
como lo fueron Winogradsky en Rusia y Beijerinck en Holanda, comenzaron a explorar la
microbiología del suelo y descubrieron para su sorpresa una gran variedad de
microorganismos en los diferentes tipos de suelo que estudiaron.
Con el desarrollo de la "microbiología del suelo" se hizo aparente que el principal papel que
desempeñan los microbios en la naturaleza es geoquímico. Gracias a la presencia de
bacterias en la tierra, los compuestos orgánicos como el carbono, el nitrógeno y el azufre
pueden ser usados cíclicamente por las plantas y los animales, en vez de que dichos
elementos se encuentren como materia inorgánica muerta.
Un hecho interesante es que la "fertilidad" de la tierra se acrecienta si en ésta hay bacterias
que sean capaces de convertir nitrógeno atmosférico o amoniaco proveniente de la
descomposición de material orgánico en nitrato (que viene a ser la forma no volátil de estos
compuestos), forma en la cual es aprovechado por las plantas que en ella crecen.
Por otra parte las algas y, en una menor proporción, las bacterias fotosintéticas llevan a
cabo la otra mitad del ciclo geoquímico, la formación de materia orgánica a partir de bióxido
de carbono (C02) por medio de la fotosíntesis. Es importante enfatizar el papel benéfico de
ciertos microbios, ya que la conexión histórica entre las enfermedades infecciosas y la
microbiología ha dado lugar a la imagen popular de que el mundo de los microbios es
maligno y hostil. Sin embargo, la fracción de microbios nocivos para el hombre es mínima
con respecto al del total de la masa microbiana sobre la Tierra. La mayoría de los microbios
ataca la materia orgánica

muerta cuando está bajo tierra y constituye un factor determinante en la transformación de


la materia orgánica.
II. METABOLISMO BACTERIANO
TODOS los seres vivos llevan a cabo el procesamiento de los nutrientes que los mantienen
vivos. A este conjunto de procesos, se le conoce como metabolismo y consiste de un gran
número de reacciones químicas destinadas a transformar las moléculas nutritivas en
elementos que posteriormente serán utilizados para la síntesis de los componentes
estructurales; como pueden ser las proteínas. Otra parte importante del metabolismo es la
de transformar y conservar la energía que está contenida en una reacción química en algún
proceso que requiera de energía, como puede ser el trabajo o el movimiento.
Es evidente que los nutrientes son transformados cuando entran en un organismo, ya que
en ningún caso el alimento contiene todas las moléculas que una célula requiere. Esto se
vio con claridad al observar el crecimiento normal de levaduras en un medio de cultivo que
sólo contenía glucosa como única fuente de energía. Así pues, se pensó que la síntesis de
todos los componentes celulares se llevaba a cabo en el interior de las levaduras. Hoy
sabemos que las transformaciones que sufre la glucosa no ocurren en un solo paso, sino
que, por el contrario, se forman varios productos intermedios que en muchas ocasiones no
tienen una función específica a no ser la de formar parte de lo que se conoce como vía
metabólica.
La transformación de los nutrientes en compuestos útiles para la subsistencia de un
organismo se lleva a cabo por medio de las reacciones químicas que realizan unas
proteínas conocidas como enzimas. De tal forma que no podemos hablar del metabolismo si
no describimos brevemente qué son y cómo funcionan las enzimas.
II.1 LAS ENZIMAS SON EFICIENCIA Y RAPIDEZ
La enzimología es una parte fundamental de la bioquímica que se ha desarrollado
rápidamente en los últimos cinco decenios. Ciertas manifestaciones de la acción enzimática
eran conocidas desde mucho tiempo atrás y si bien sus causas eran ignoradas, ya se
conocían varios procesos como la fermentación, la digestión y la respiración o consumo de
oxígeno.
Las enzimas son proteínas especializadas capaces de transformar químicamente una
molécula; son sin duda las moléculas biológicas más notables ya que solamente
transforman a una molécula y a ninguna otra y esto lo hacen varios cientos de veces por
segundo. Estas características las hacen mucho mejores que cualquier catalizador químico
hecho por el hombre.

Pasteur pensaba que la fermentación era llevada a cabo por enzimas y que su acción
estaba íntimamente ligada a la estructura y a la vida de las levaduras. Un hecho de gran
importancia que marcó el inicio de la enzimología y de la bioquímica ocurrió cuando, en
1877, Edward Buchner logró que un extracto libre de levaduras enteras llevara a cabo la
fermentación alcohólica. Esto implicaba que tales enzimas, de gran importancia para la
célula viva, eran capaces de llevar a cabo su función con independencia de la integridad de
la estructura celular. En 1926, el notable bioquímico J. B. Sumner aisló y cristalizó por
primera vez una enzima, la ureasa de frijol, y comprobó que era una proteína, lo que era
contrario a la opinión general en aquel tiempo. Tuvieron que pasar 10 años, hasta 1926 que
fue cuando Northrop cristalizó otras tres enzimas, para establecer finalmente que éstas son
proteínas especializadas en una reacción. Hoy en día se conocen quizá más de 2 000
enzimas diferentes y, aunque se sabe mucho acerca de ellas, quedan aún grandes dudas
sobre su control genético y su modo de acción.
Estas proteínas actúan sobre una sola molécula, es decir, son como una llave y una
cerradura: la llave es la molécula y la cerradura es la enzima. La posibilidad de que una
llave abra otra cerradura que no sea la que le corresponde es muy remota. Pues bien, lo
mismo ocurre con las enzimas: la posibilidad de que una enzima actué sobre otra molécula
que no sea la que le corresponde es muy baja.
Las enzimas, en su calidad de proteínas, se hallan formadas por cadenas de aminoácidos,
las cuales se arreglan espacialmente en formas variadas. En otras palabras, las cadenas de
aminoácidos constituyen estructuras tridimensionales (Figura 8).
Así, estas complicadas estructuras forman un espacio o hueco en donde se une la molécula
que va a ser transformada; a este hueco se le denomina sitio activo. Las enzimas tienen
entonces un sitio activo y una estructura tridimensional que las hace ser únicas. Sin
embargo, pueden existir enzimas con dos o más sitios activos y con una estructura
integrada por una o varias cadenas de aminoácidos (Figura 9).
La velocidad a la que dichas enzimas trabajan es muy alta y esto las hace muy eficientes.
Su actividad está en función directa de la cantidad de moléculas que va a ser transformada
y su acción es regulada en parte por la aparición en el medio del producto final de la
reacción, que de hecho inhibe su actividad. Su acción puede ser concertada es decir, que
una enzima se encuentra dentro de un proceso más o menos largo de degradación o de
síntesis y de esta forma el producto de dicha enzima será el sustrato de la siguiente enzima
y así sucesivamente (Figura 13).
El metabolismo se podría definir como el conjunto de reacciones químicas que ocurren en la
célula y que tienen por objeto generar la energía y los componentes necesarios para que
ésta lleve a cabo sus funciones. Esta definición estaría incompleta si no aclaramos antes
que todas estas reacciones están altamente coordinadas y dependen del perfecto
funcionamiento de los sistemas multienzimáticos.
II.2 UNOS SERES VIVOS DEPENDEN DE OTROS
Organismos autosuficientes y organismos dependientes. Para poder llevar a cabo todas sus
reacciones metabólicas, los seres vivos necesitan una fuente de alimento y energía.
De acuerdo con su fuente de obtención de nutrientes, los organismos vivos se pueden
dividir en dos grandes grupos. Por una parte, los autosuficientes (autótrofos), que utilizan al
bióxido de carbono (CO2) y al agua (H20) como única fuente de alimento y a partir de estos
compuestos producen todas las moléculas necesarias para su subsistencia, crecimiento y
proliferación. Por otra parte, los que dependen de otros compuestos o de sus productos, se
llaman heterótrofos. Estos no pueden utilizar el bióxido de carbono como tal y por lo tanto
deben obtener el carbono que necesitan a partir de otros compuestos que se encuentran en
el medio que los rodea, como por ejemplo la glucosa, que es una molécula mucho más
compleja que el C02. Lo cual quiere decir que unas formas de vida requieren de otras y así
se establece una cadena alimenticia. Ya que unos organismos son relativamente
autosuficientes y otros requieren de fuentes de carbono más complejas, su interrelación es
necesaria y vital. Algunos ejemplos de células autosuficientes son las de las plantas, las
bacterias fotosintéticas y algunas bacterias no fotosintéticas. Sin embargo, la mayoría de los
organismos no son autosuficientes y por lo tanto requieren siempre de una asociación
benéfica con un organismo que sí lo sea.
El ciclo del carbono y del oxígeno. En la figura 10 podemos ver cómo se relacionan los
organismos fotosintéticos y los que dependen de ellos. Los primeros, por medio

de la energía luminosa del Sol, más el agua y el bióxido de carbono (C02) del suelo, llevan
a cabo la fotosíntesis, produciendo así glucosa y oxígeno. A partir de estos compuestos
básicos que se convierten en materia orgánica, los organismos dependientes obtienen a su
vez los nutrientes que, al ser utilizados, son transformados y liberados al medio en forma de
agua y C02. Estas moléculas a su vez serán nuevamente utilizadas por los organismos
fotosínteticos.
Así pues, la interrelación entre ambos tipos de organismos crea a su vez un ciclo importante
para la conservación de la vida en la Tierra. A éste se le conoce como ciclo del carbono y
del oxígeno.
El ciclo del nitrógeno. El nitrógeno es sin duda un elemento muy importante para el
metabolismo, ya que forma parte de las proteínas, los ácidos nucleicos y de muchas
moléculas de gran importancia biológica. De manera similar a lo que ocurre con el carbono,
el nitrógeno forma parte de un ciclo que hace a los diferentes tipos de organismos vivos
depender entre sí. Esto se debe básicamente a que, a pesar de que el nitrógeno se
encuentra distribuido en cantidades enormes en la atmósfera, es un elemento poco reactivo
y debido a eso no puede ser aprovechado por la mayoría de las formas de vida. El nitrógeno
debe ser asimilado por las plantas bajo la forma de nitrato o amoniaco, o bien por los
animales bajo la forma de animoácidos, los cuales forman parte estructural de las proteínas.
La asimilación del nitrógeno en los ciclos de vida depende de varios factores. Las plantas
toman el nitrógeno de la tierra en la forma de nitrato y lo utilizan para llevar a cabo las
funciones metabólicas que dependen de este elemento. Por otra parte, los organismos
dependientes utilizan las proteínas vegetales como nutrientes para aprovechar el nitrógeno
contenido en éstas y lo devuelven a la tierra en forma de amoniaco como producto de
desecho, o bien como producto de descomposición después de su muerte como se muestra
en la figura 11. En la tierra, una especie de bacterias transforma al amoniaco en nitrato, el
cual puede nuevamente ser utilizado por las plantas.

Existen, sin embargo, algunas especies de bacterias muy peculiares, conocidas como
fijadoras de nitrógeno, que son capaces de procesar el nitrógeno atmosférico que por lo
general no se asimila. Estas bacterias lo transforman en un producto útil para los
organismos que dependen de él, como las plantas. Las bacterias fijadoras de nitrógeno
atmosférico se asocian íntimamente con las raíces de algunas plantas. De esta forma,
algunas, como el frijol, no requieren de ningún tipo de abono o fertilizante, ya que su
asociación con la bacteria les permite utilizar en forma directa el nitrógeno atmosférico. Este
tipo de simbiosis se antoja atractiva para que otras plantas, que requieren de fertilizantes,
sean capaces también de asociarse con estas bacterias. Un gran número de investigadores
en México y otras partes del mundo se encuentra interesado en este problema tan
importante para la agronomía. Así, se están estudiando las posibilidades de establecer este
tipo de interacción bacteria-planta en plantas que normalmente no lo hacen.
Hasta la fecha sólo se conoce un tipo de microorganismo que sea totalmente autosuficiente
y que no dependa de ningún otro ser vivo, ya que utiliza la luz del Sol como fuente de
energía, obtiene el carbono a partir del bióxido de carbono y el nitrógeno de la atmósfera.
Estos organismos son las algas verdeazules, las cuales, se piensa, fueron los primeros
pobladores de la Tierra cuando se establecieron las condiciones climáticas adecuadas.
II.3 LA ACTIVIDAD METABÓLICA AUMENTA O DISMINUYE
El metabolismo en los seres vivos es muy flexible y se puede ajustar a la cantidad y tipo de
nutrientes disponibles en el medio que rodea a un microorganismo. Un ejemplo lo podemos
obtener de las levaduras, las cuales se adaptan a las condiciones en que se les mantenga,
pues poseen todo el conjunto de enzimas necesario para sintetizar sus elementos básicos
como los aminoácidos y todos los demás componentes celulares, de tal manera que si
crecen en un medio con glucosa como única fuente de energía, pueden sintetizar todas las
moléculas que necesitan, aunque esto implica un gran gasto en energía. La levadura puede
evitarlo si le proporcionamos los aminoácidos y nutrientes requeridos, ya que economiza el
aparato enzimático responsable de la síntesis de todos los compuestos que necesita para
vivir.
Actualmente es posible tener en el laboratorio cultivos controlados de bacterias en los
cuales el investigador modifica a voluntad la composición de los nutrientes. Esto ha
permitido conocer y entender cómo los microorganismos modifican su metabolismo en
función de la calidad nutritiva del medio en el cual se les hace crecer. Si, por ejemplo, la
concentración de nutrientes ricos en nitrógeno baja, el microorganismo iniciará
inmediatamente la síntesis de las enzimas necesarias para elaborar sus propios ácidos
nucleicos y aminoácidos; todo está finalmente regulado y enfocado hacia la máxima
economía metabólica y, en última instancia, al ahorro de energía.
II.4 PARTES DEL METABOLISMO
El metabolismo se puede dividir en dos grandes partes: el catabolismo y el anabolismo.

La fase del metabolismo que descompone las moléculas grandes en pequeñas es el


catabolismo. Las moléculas grandes como las proteínas, las grasas (lípidos) o los azúcares
(carbohidratos), que provienen de nutrientes del medio ambiente, se descomponen
enzimáticamente. El producto de esta descomposición o degradación lo forman las
moléculas más simples y pequeñas como, por ejemplo, el ácido láctico, el ácido acético, el
bióxido de carbono, el amoniaco y la urea. De estas reacciones químicas de degradación se
obtiene la energía química contenida en las estructuras de las grandes moléculas. Esta
energía se conserva en forma de molécula conocida como adenosíntrifosfato (ATP), la cual
es de vital importancia en el metabolismo de cualquier organismo vivo.
Por otra parte, el anabolismo es la fase del metabolismo durante la cual se sintetizan de
nuevo las moléculas que la bacteria o célula utiliza para regenerarse, mantenerse o
dividirse, como son: las grasas, las proteínas, los azúcares o carbohidratos y los ácidos
nucleicos (ADN y ARN), que forman parte funcional o estructural de los organismos. Esto lo
lleva a cabo el microorganismo o la célula a partir de los constituyentes primarios que se
obtienen de los nutrientes. Sin embargo, tales procesos de síntesis requieren de energía y
ésta la proporciona el ATP que fue generado durante el catabolismo. Así, el anabolismo y el
catabolismo se llevan a cabo simultáneamente y cada uno está regulado en forma muy
precisa, ya que ambos procesos son interdependientes (Figura 12). Las enzimas que llevan
a cabo las diferentes reacciones en el metabolismo funcionan en forma secuencial, lo que
quiere decir que el producto de una reacción enzimática será a su vez degradado por la
siguiente enzima de la cadena de reacciones de alguna vía metabólica, proceso al que se
conoce como de sistemas multienzimáticos. La razón de este tipo secuencial de reacciones
se debe, aparentemente, a los múltiples puntos de control que ofrece, ya que un solo paso
para la conversión de una sustancia presentaría serios riesgos para un organismo;
probablemente por esta razón tal estrategia no ha sido adoptada por la naturaleza.

La degradación de los nutrientes: Las proteínas, los lípidos y los carbohidratos son
degradados mediante reacciones enzimáticas que ocurren una después de la otra. Este
proceso de degradación está dividido en tres etapas que a grandes rasgos son las
siguientes:
La primera consiste en la conversión de moléculas complejas a moléculas más simples;
esto quiere decir que una proteína, que no es más que una cadena de aminoácidos, tiene
que ser convertida de nuevo en sus constituyentes, que son los aminoácidos, para que
éstos puedan ser debidamente aprovechados en la segunda etapa de degradación. Estos
procesos degradativos no requieren de energía y ocurren en el interior del microorganismo.
La segunda etapa consiste en la conversión de estas moléculas, ya bastante simples, en
una aún más simple y común, independientemente del origen de las moléculas. Es decir,
que tanto los carbohidratos como las proteínas o los lípidos son convertidos en una
molécula mucho más simple llamada "acetil coenzima A".
Es a partir de esta molécula que la tercera etapa del metabolismo se lleva a cabo y consiste
en generar la energía que necesita la célula para realizar procesos vitales, como
desplazarse o dividirse, entre otros. En esta etapa ocurre uno de los ciclos metabólicos más
importantes de la biología: el ciclo de los ácidos tricarboxílicos o ciclo de Krebs. Así pues,
todas las moléculas que sirven a un organismo como fuente de subsistencia son llevadas,
por medio de diversos caminos de degradación, a un camino metabólico común. Esta vía
metabólica común degrada una sola molécula en una serie de pasos y como resultado se
obtiene energía principalmente en forma de ATP. Los caminos metabólicos están finamente
controlados. Estos mecanismos de control consisten en que los niveles de algunos
productos regulan la actividad de algunas enzimas, de tal forma que su actividad se
incrementa o disminuye dependiendo de los niveles del producto. Por otra parte, las
concentraciones de ATP, que como ya vimos es una molécula muy importante en el
metabolismo de la célula, regulan también la actividad de ciertas enzimas y esto lo hacen
por medio de la unión del ATP a las enzimas susceptibles de ser reguladas por esta
molécula. La regulación del metabolismo es vital, y de ésta depende que un un organismo
produzca solamente la cantidad necesaria de cada una de las moléculas que requiere para
subsistir y por lo tanto que el desperdicio de energía sea mínimo.
Tanto las bacterias como las células de los seres superiores generan la energía necesaria
durante el catabolismo y la almacenan en forma de ATP. Así, éstas pueden realizar
funciones vitales como el movimiento, el transporte de nutrientes a su interior y la síntesis
de las moléculas que forman parte de su estructura o que tienen funciones específicas y
deben ser sintetizadas en el interior. La síntesis de las moléculas es continua e implica un
recambio constante entre las moléculas que se degradan y las que se sintetizan. De hecho,
los procesos de degradación se conocen, aunque las señales que los gobiernan son aún
tema de intensas investigaciones.
El estudio del metabolismo se ha apoyado en el uso de microorganismos a los cuales se les
induce un cambio genético o mutación. Este tipo de enfoque ha permitido entender la
mayoría de las vías metabólicas. Así, por ejemplo, el hongo Neurospora crassa puede
crecer en un medio simple que contenga glucosa como única fuente de carbono y amoniaco
como fuente de nitrógeno. Sin embargo, si se expone este hongo

a rayos X, se obtiene una neurospora que ya no crece en el medio simple. Esta mutante
solamente puede crecer en un medio de cultivo al cual se le ha añadido el compuesto que
ya no sintetiza dicho microorganismo. Un ejemplo de esto son las mutantes del hongo que
ya no crecen a menos que se añada al medio un aminoácido conocido como arginina (como
todos los aminoácidos contiene nitrógeno). Lo cual quiere decir que la síntesis de este
aminoácido está alterada y el hongo, por lo tanto, no puede utilizar el nitrógeno del medio
para sintetizarlo. Esta mutante no crecerá a menos que se le adicione dicho aminoácido en
el medio de cultivo. Existen toda otra serie de mutantes similares que difieren en los pasos
en que el metabolismo se encuentra alterado; así se han podido conocer las diferentes
etapas que forman parte de una vía metabólica.
II.5 LA MAQUINARIA DEL METABOLISMO
El metabolismo es, entonces, un sistema complejo de reacciones químicas llevadas a cabo
por las enzimas que son las responsables de la transformación de los nutrientes en
moléculas útiles para la bacteria.

La complejidad de los sistemas multienzimáticos que lleva a cabo el metabolismo es


variable. En algunos casos las enzimas se encuentran en el interior de la célula y las
moléculas que van a ser degradadas interaccionan libremente. Estos sistemas funcionan
con base en la difusión libre de los productos del metabolismo (metabolitos) en el interior de
la bacteria o célula. En otras palabras, la probabilidad de que una molécula interaccione con
la enzima adecuada es alta y la reacción ocurre por lo tanto a una gran velocidad. Por otra
parte, existen sistemas multienzimáticos organizados espacialmente en la membrana
celular; esto permite que las reacciones ocurran de una manera organizada, funcionando
juntos como una perfecta maquinaria engranada. Este tipo de disposición de las enzimas en
una membrana puede llegar a ser muy complicada. De hecho, su funcionamiento es aún un
problema biológico que atrae la atención de varios grupos de científicos en el mundo. Estos
complejos enzimáticos altamente organizados forman parte indispensable de los
organismos vivos desde las bacterias hasta los mamíferos. La interacción íntima entre sus
componentes facilita la difusión de los metabolitos, y por lo tanto la velocidad a la que
ocurren las reacciones es también muy alta. La figura 13 ilustra los tipos de sistemas
enzimáticos y su disposición en el interior de la bacteria o de su membrana.
El metabolismo puede tener dirección y tamaño. Como ya vimos, existen sistemas
multienzimáticos asociados a una membrana celular. Estos sistema generalmente
aprovechan la división entre uno y otro lado de la membrana, es decir entre el interior y el
exterior de la bacteria. Esta disposición permite dividir un compartimiento de otro, ya que las
membranas celulares son impermeables.
La idea de que el metabolismo en compartimientos puede tener dirección y tamaño parece
complicado o sin sentido, y así fue como lo tomaron los bioquímicos en los años sesenta.
En 1961, Peter Mitchell, un microbiólogo inglés, propuso por primera vez que la síntesis de
la molécula conocida como ATP, se debía a que ciertas reacciones metabólicas tenían como
resultado el movimiento de una especie química

cargada o ión, en este caso un protón (H+). Este protón, entonces, era el responsable de
que el ATP fuera sintetizado.

La forma como funciona el complejo enzimático que sintetiza el ATP puede expresarse así:
logra que un protón que se encuentra en el interior sea sacado al exterior. La figura 14
muestra en forma esquemática este proceso. Sumergidas en la membrana de la bacteria se
encuentran las enzimas que componen la cadena respiratoria (así se les conoce, ya que al
funcionar consumen oxígeno). La cadena respiratoria utiliza los compuestos que se
producen durante el catabolismo en el ciclo de Krebs; éstos tienen la propiedad de ceder un
electrón que con un protón formará un hidrógeno que ya no tiene carga. Este hidrógeno es
transportado al lado opuesto de la membrana en donde pierde nuevamente el electrón y se
libera el protón resultante al medio. Así, al cabo de varios ciclos se logra acumular una gran
cantidad de protones en el exterior de la bacteria y esto tiene como consecuencia que se
establezca una diferencia en la concentración de protones, que tiene la tendencia natural a
equilibrarse. Un ejemplo podría ser la situación imaginaria de que un grupo grande de
personas se encuentre en un pequeño cuarto comunicado con otro por una puerta que sólo
se mueve en el sentido del cuarto vacío. Al estar tan apretadas empujarán dicha puerta y se
empezará a llenar el cuarto vacío, y pasado un tiempo el número de personas será igual en
ambos cuartos. Volviendo a la membrana de una bacteria, lo que ocurre es que la energía
que se libera cuando se reequilibria la concentración de los protones en ambos lados de la
membrana, permite que se sintetice el ATP.
Lo anterior, que hoy en día se ve claro, fue muy difícil de aceptar por la comunidad científica
de la época y pasaron 16 años para que esta teoría fuera completamente aceptada. Su
aceptación culminó con la entrega del premio Nobel a Peter Mitchell, ya que su teoría
permitió explicar una gran cantidad de fenómenos hasta entonces oscuros. Por ejemplo, si
estas reacciones con dirección producen una diferencia en la concentración de protones se
tendrá también una diferencia de cargas (+) (afuera una gran carga positiva). Esto puede
ser usado por algunas especies químicas para entrar, por ejemplo, si su carga es positiva
(A+), o para salir si es negativa (B-). Como estos procesos metabólicos tienen dirección,
magnitud y sentido, se dice que son

"vectoriales"; además, son muy complicados y todavía no los comprendemos en su


totalidad, pero baste decir que constituyen un pilar fundamental de los procesos energéticos
celulares, ya que explican reacciones vitales como la síntesis del ATP o el transporte de
nutrientes. Hasta ahora hemos visto a las bacterias que necesitan obtener su energía a
partir de los nutrientes que se encuentran en el medio. Sin embargo, otro grupo de bacterias
muy importantes son aquéllas cuya fuente principal de energía es la luz que proviene del
Sol y de ellas nos ocuparemos a continuación.
II.6 BACTERIAS FOTOSINTÉTICAS
Menos familiares para nosotros, pero igualmente importantes, son las bacterias que tienen
la facultad de utilizar la luz como fuente de energía. Éstas desempeñan un papel
fundamental en la ecología y han servido para el estudio del proceso molecular de la
fotosíntesis en numerosos laboratorios. Cuando se toman muestras de las profundidades de
un lago, cualquiera se sorprendería al notar que el agua huele muy mal; además, hay que
agregar el color verdoso o rojizo del agua. Si la analizamos con más detalle, veremos que
hay producción de gas y que no existe oxígeno. Este ambiente tan hostil alberga a las poco
conocidas bacterias fotosintéticas, responsables de una gran parte de la producción de
materia orgánica en los lagos y parte importante de la cadena biológica. Estos organismos
son muy antiguos y se piensa que son los descendientes directos de las primeras células
fotosintéticas que existieron en la Tierra, entre las que se pueden contar las algas
verdeazules y las bacterias fotosintéticas verdes y púrpuras. Las algas verdeazules se
pueden encontrar como células únicas o en colonias en la tierra, los ríos, los lagos y los
océanos. Estos organismos pueden vivir utilizando CO2 como única fuente de carbono y
algunos son capaces de fijar el nitrógeno atmosférico.
Las bacterias fotosintéticas verdes que producen azufre (sulfurosas), como Chlorobium,
viven en ambientes carentes de oxígeno, como en el fondo de algunos lagos ricos en
materia orgánica. Estos organismos le dan el color verde característico a estas aguas. Así
encontramos también bacterias púrpuras sulfurosas, como Chromatium, que viven en
ambientes también carentes de oxígeno y que utilizan compuestos con azufre en su
metabolismo. Estas se encuentran también en algunos lagos y en manantiales de aguas
termales sulfurosas. Finalmente tenemos a las bacterias púrpuras no sulfurosas, que tienen
la peculiaridad de utilizar la luz en ausencia de oxígeno, como las bacterias verdes y las
púrpuras sulfurosas, pero además pueden utilizar al oxígeno durante los periodos de
oscuridad. Estas bacterias poseen en su interior una complicada organización de moléculas
encargadas de captar la luz solar y conservar la energía proporcionada por esta forma de
energía química. La luz que es aprovechada es la luz visible y gran parte de la cual es
empleada también por las plantas verdes, de tal forma que los pigmentos encargados de
captar la luz lo hacen en las regiones del espectro de la luz visible que no son utilizadas por
las plantas. Estas moléculas se conocen como pigmentos antena y, dado que la intensidad
de la luz que llega a las profundidades donde se encuentran estas bacterias es muy baja, su
captación debe ser muy eficiente para así aprovechar la energía al máximo.
Estos microorganismos cuentan con estructuras internas que contienen las moléculas que
captan la luz de tan baja intensidad. Estas estructuras se conocen como

cromatóforos y contienen moléculas de clorofila típica de estas bacterias, que son las que
captan la luz y retienen la energía que ésta proporciona (Figura 15).
Las bacterias fotosintéticas realizan una parte muy importante de la transformación y
generación de la materia orgánica de lagos y ríos. Su existencia es determinante en el frágil
equilibrio energético de este planeta. Estudiarlas es de gran importancia. En México existen
ya algunos grupos interesados en estos microorganismos y en sus mecanismos de
transformación y conservación de la energía solar.
La fotosíntesis. Éste es sin duda uno de los procesos más importantes de captura de
energía en nuestro planeta y lo podemos definir como la forma de utilización de energía
solar que han desarrollado algunos microorganismos fotosintéticos y las plantas, mediante
la cual llevan a cabo la síntesis de todos sus componentes celulares. Este proceso es
fundamental para todos los organismos vivos, ya que es la piedra angular del ciclo de
utilización de la materia en la Tierra.
La luz solar es la fuente primordial de energía en la Tierra, tanto para los organismos
fotosintéticos como para casi todos los organismos heterótrofos. Se utiliza a través de una
complicada serie de procesos que van desde las cadenas alimenticias hasta complejos
procesos industriales. Por ejemplo, el hombre utiliza la energía generada por la fotosíntesis
de organismos que existieron hace millones de años y cuyos productos de descomposición
se emplean en forma de gasolinas y derivados del petróleo, que proporcionan los
combustibles para casi todas las máquinas construidas por el hombre.

El descubrimiento de la fotosíntesis. El desarrollo histórico de la fotosíntesis se inicia entre


1770 y 1777 cuando Joseph Priestley, uno de los descubridores del oxígeno, llevó a cabo
importantes experimentos sobre el intercambio de materia que ocurre durante la
fotosíntesis. El experimento de Priestley consistió básicamente en consumir el oxígeno de
un recipiente cerrado, lo que logró con una vela que ardía en el interior. Al consumirse el
oxígeno, observó que la vela se apagaba. Por otra parte,

si en dicho recipiente con aire se introducía además de la vela un ratón, al poco tiempo de
consumirse el oxígeno de la cámara el animal moría. Ahora bien, si dentro del recipiente se
incluía una planta, tanto la vela como el ratón se mantenían sin problema alguno. Priestley
concluyó que las plantas verdes llevan a cabo la producción del oxígeno. Al parecer, este
proceso era la inversa de la respiración en los animales, en la cual se consume oxígeno. A
pesar de tan acertados experimentos, Priestley no logró determinar que este proceso
estaba ligado a la luz. Fue Ingenhousz, un médico holandés, quien lo descubrió algunos
años después, identificando que la porción verde de las plantas era la responsable de la
producción del oxígeno.
Posteriormente, en el siglo XIX se concretó otra serie de importantes descubrimientos que
condujeron finalmente a dilucidar que las responsables de la fotosíntesis en las plantas son
las hojas y que hay producción de materia orgánica durante este proceso que se puede
esquematizar como sigue:
6CO2 + 6H2O + energía luminosa - C6H12O6 (glucosa) + 6O2
La capacidad de llevar a cabo el proceso de fotosíntesis se encuentra en una gran variedad
de organismos, tanto en bacterias como en plantas y algas.
III. LAS BACTERIAS Y LA HISTORIA DE LA TIERRA
EN LA Antigüedad los sabios sostenían que la vida en la Tierra consistía fundamentalmente
en dos formas de vida: las plantas y los animales. Más adelante, cuando los microbios
fueron descubiertos, la división se hizo de una forma similar; los organismos más grandes y
que se movían se consideraban como animales, y los que aparentemente no se movían,
incluyendo a las bacterias, se consideraban como plantas. Conforme avanzó el
conocimiento sobre el mundo microscópico, se llegó a la conclusión de que la clasificación
original era insuficiente y se propusieron categorías adicionales tales como hongos,
protozoarios y bacterias.
Sin embargo, posteriormente una nueva simplificación se llevó a cabo, ya que se pensó que
los seres vivos podrían ser divididos en dos nuevamente, sólo que esta división sería a un
nivel más profundo, es decir, sobre la estructura de la célula viviente. Aparentemente todas
las células vistas en un microscopio pertenecían a una de dos categorías: las que tienen un
núcleo bien definido (eucariontes o eucariótico, que significa de núcleo verdadero) y las
células sin núcleo (procarionte, que quiere decir literalmente antes del núcleo, figura 6)
Las plantas y los animales multicelulares, lo mismo que varios organismos unicelulares y
microscópicos como las levaduras y los protozoarios, tienen un núcleo bien definido y son
eucariontes. Por otro lado están las bacterias que no tienen núcleo. Hasta aquí no parecía
haber dificultad alguna en la clasificación, sin embargo, muy recientemente un grupo de
investigadores ha revisado la clasificación que hasta ahora prevalecía y llegó a interesantes
conclusiones: se encontró que entre las bacterias existe un grupo de organismos que no
parece estar relacionado ni con los organismos

superiores ni con los más simples. Estos nuevos organismos tampoco contienen núcleo,
como las bacterias, y se parecen mucho a éstas en su morfología vistas en un microscopio.
Sin embargo, en su composición química y en la estructura de algunos de sus componentes
moleculares son tan distintos de las bacterias (procariontes) como lo son de los organismos
superiores (eucariontes).
Estos microbios forman por sí mismos un nuevo grupo, que se caracteriza por tener una
forma de vida completamente diferente a lo conocido hasta ahora, al que se ha dado el
nombre de arqueobacterias (arqueo: viejo o primitivo) y este curioso nombre hace evidentes
algunas conjeturas sobre su origen aún no comprobadas. Hay indicios de que este grupo de
organismos es por lo menos tan antiguo como los otros dos, pero como algunas clases de
arqueobacterias tienen formas de metabolismo que se adecuan bien a las condiciones
climáticas que prevalecían probablemente en los orígenes de la historia de la Tierra,
posiblemente las arqueobacterias son el grupo más antiguo de los tres.
III.2 BACTERIAS FÓSILES
Un hecho muy importante es que no solamente los animales y las plantas han dejado restos
de su existencia como fósiles, sino que las bacterias, aunque pequeñas, también
imprimieron la huella de su pasado en la Tierra, ya que, como vimos, estos pequeños
organismos son capaces de modificar el medio ambiente. Los microfósiles, es decir los
fósiles de las bacterias, se encuentran en sedimentos de todas las edades geológicas e
incluso en las rocas sedimentarias que tienen 3 500 millones de años y que son las más
antiguas que se conocen. Las bacterias o microbios existieron en un periodo de la historia
de la Tierra en el que no había otras formas de vida. La Era de las bacterias fue muy
importante, ya que en ella se produjo toda una serie de eventos evolutivos y geológicos.
Hasta hace muy poco no se sabía gran cosa sobre la Era de los microorganismos y, por otra
parte, los microfósiles aislados no dan mucha información. Sin embargo, se han descubierto
otras estructuras fósiles de bacterias que forman aglomerados llamados estromatolitos y
que son aparentemente colonias de bacterias mezcladas con minerales. Hoy en día se sabe
que tales tipos de estructuras constituyen efectivamente aglomerados peculiares de
bacterias que quizá eran fotosintéticas. Se piensa que es así porque los estromatolitos de
bacterias fotosintéticas que se han fosilizado recientemente se asemejan a los antiguos, a
tal grado que es razonable pensar que las estructuras antiguas también fueron formadas
por bacterias fotosintéticas. Ésta es la única evidencia que se tiene sobre el origen de la
evolución de las bacterias, el cual es tan oscuro como lo es el origen de las formas de vida
superiores (Figura 16).

III.3 LA BIOQUÍMICA Y LA EVOLUCIÓN


La biología se ha servido de la bioquímica para tratar de descifrar el pasado de una célula o
bacteria. Para tal fin se han utilizado moléculas propias de la célula como lo son las
proteínas y los ácidos nucleicos (ácido ribonucleico, ARN, y ácido desoxirribonucleico,
ADN). La idea en que se apoya este proceso se basa en que los organismos vivientes son
mucho más ricos en información que los fósiles, información que se extiende más allá de los
fósiles más antiguos. Sin embargo, para poder descifrar los antecedentes biológicos ha sido
necesario desarrollar la tecnología para determinar la estructura del ácido
desoxirribonucleico (ADN) que conforma un gene, la del ARN y la del producto de un gene,
como son las proteínas. Para el caso de las proteínas (del griego proteios, primero), desde
hace aproximadamente 25 años se llevan a cabo las determinaciones de las secuencias de
aminoácidos que constituyen a varias de ellas. Sin embargo, la tecnología para la
determinación de la secuencia de bases de ADN o ARN que forman los ácidos nucleicos ha
sido perfeccionada muy

recientemente (premio Nobel de Química 1980). Esta nueva tecnología permitirá sin duda
descubrir rápidamente más acerca de la historia de la vida sobre la Tierra.
Ha sido con estas técnicas, que un grupo de científicos ha logrado reconocer recientemente
a las arqueobacterias como una tercera forma de vida. Para apreciar la verdadera diferencia
entre las arqueobacterias y las otras dos formas de vida, debemos recordar que se han
definido criterios para distinguirlas.
Recordemos que las células de los organismos superiores son relativamente grandes y
están rodeadas por una membrana dentro de la cual se encuentra una serie de estructuras
que a su vez están rodeadas de otras membranas. Estas estructuras subcelulares se llaman
organelos. Por otra parte, las bacterias son muy distintas. En primer lugar, son más
pequeñas, y en segundo lugar, ninguna de las estructuras que mencionamos antes se
encuentra en ellas. Las bacterias están rodeadas por una sola membrana y en la mayoría
de los casos están rodeadas, además, de una pared celular rígida. Toda la información
genética de estos organismos está contenida en unos 2 000 a 3 000 genes, información que
es muy pequeña comparada con la contenida en la célula de un animal superior. La
cantidad de información genética en una célula eucarionte es varios cientos de miles de
veces mayor que la de una bacteria.
La distinción entre seres superiores y bacterias se definió inicialmente en términos de las
pequeñas estructuras subcelulares que se podían observar con un microscopio de luz. A
ese nivel de definición, las células parecían grandes y complejas o pequeñas y simples. Sin
embargo, esta distinción se ha tratado de llevar a niveles biológicos básicos, o sea a las
moléculas que conforman dicha célula.
Ambos tipos de célula tienen procesos bioquímicos comunes, como, por ejemplo, los
mecanismos por medio de los cuales se transforma la información genética que contiene el
ADN en proteínas; sin embargo, algunos detalles sobre los mecanismos de estos procesos
son, o bien típicamente de los organismos superiores, o bien típicamente bacterianos. Estas
diferencias y similitudes dieron la pauta para que pareciera evidente que el árbol de la vida
tenía sólo dos ramas, la de las bacterias y la de los organismos superiores. Recientemente
se han acumulado una serie de evidencias que indican que la relación evolutiva entre
ambos reinos es más complicada de lo que se pensaba. Por ejemplo, dos organelos
subcelulares, como las mitocondrias y los cloroplastos, contienen su propio ADN, aparte del
que se encuentra en el núcleo. Ambos tipos de organelos subcelulares son del tamaño de
una bacteria y el aparato que contienen, destinado al procesamiento de material genético,
es muy similar al de las bacterias.
Estas evidencias, entre otras, han llevado a pensar que tanto las mitocondrias como los
cloroplastos descienden de los procariontes, y que quedaron atrapados dentro de una célula
donde se desarrollaron, según propone la teoría endosimbiótica de la evolución
(endo=interior, simbiosis=convivencia o relación). Esta teoría propone que la mitocondria
era una bacteria respiratoria y el cloroplasto una bacteria fotosintética. Esta conjetura, que
prevaleció durante más de cien años, fue comprobada para el caso de los cloroplastos y se
logró comparando las secuencias de bases de una molécula de ARN (ácido ribonucleico),
que resultaron estar íntimamente relacionadas con las de las bacterias fotosintéticas. Esto
implica que por lo menos dos líneas descendientes de las bacterias están representadas en
la célula de los organismos superiores.

III.4 UN MODO DE VIDA DIFERENTE


Con estos antecedentes podemos regresar al tema de las arqueobacterias. Cabe aclarar
que hoy en día se conoce poco sobre las leyes biológicas que gobiernan a estos peculiares
microbios y que se trata de un campo en pleno desarrollo. El grupo de las arqueobacterias
incluye tres tipos de bacterias: metanogénicas, las que producen metano; halófilas
extremas, las que viven en medios salinos extremos, y termoacidófilas, las que subsisten en
ambientes calientes y ácidos. De los tres tipos las que predominan son las metanogénicas.
En 1776 Alessandro Volta descubrió la existencia de lo que él llamó aire combustible, que
se forma en las aguas estancadas de riachuelos y lagos, que tienen gran cantidad de
sedimentos ricos en vegetación en proceso de descomposición. Sin embargo, el hecho de
que un microorganismo fuera el responsable de la producción de metano (el gas
combustible), se descubrió mucho más tarde. Las bacterias metanogénicas están
ampliamente distribuidas en la naturaleza en sitios carentes de oxígeno y por esta razón es
imposible encontrarlas a cielo abierto, ya que el oxígeno es altamente tóxico para estos
organismos.
Es posible que las bacterias metanogénicas existieran en casi cualquier sitio cuando la
Tierra era aún joven, ya que probablemente las condiciones atmosféricas eran más
adecuadas para ellas. Hoy sólo se encuentran en sitios donde el oxígeno está ausente, y
presente el hidrógeno y el bióxido de carbono (C02). También es frecuente encontrar a
estas bacterias asociadas a otras como las del género Clostridium, que metabolizan la
materia orgánica en descomposición y liberan al medio hidrógeno como producto de
desecho.
Este tipo de arqueobacterias, como ya mencionábamos, se encuentra en lugares donde hay
agua estancada en putrefacción o en las plantas para el tratamiento de aguas negras. En la
actualidad, el hombre ya las está aprovechando y se han podido obtener volúmenes
suficientes de gas metano para ser utilizados industrialmente como combustible, hecho que
atrae la atención de muchos científicos, ya que propone una alternativa al agotamiento de
los energéticos no renovables.
Las metanógenas se encuentran también en uno de los estómagos de los rumiantes, en el
que se degrada la celulosa, y en el tracto digestivo de la mayoría de los animales. También
se pueden obtener del fondo de los océanos o de los manantiales de aguas termales, lo que
demuestra que, a pesar de su intolerancia al oxígeno, se encuentran ampliamente
distribuidas sobre la Tierra. Actualmente estas bacterias se mantienen, en condiciones
adecuadas, en varios laboratorios del mundo y son utilizadas en las investigaciones sobre
sus procesos metabólicos.
Otro tipo de arqueobacterias son las halófilas extremas, que requieren concentraciones muy
altas de sal para vivir. Su localización más común es en aguas que contienen cantidades
saturantes de cloruro de sodio (sal). Se encuentran más comúnmente a lo largo de las
costas y en aguas saturadas de sal como los grandes lagos salados o el Mar Muerto.
Las halófilas extremas dan un color rojizo a la sal en los pozos de evaporación y son
capaces de descomponer el pescado salado. Estas bacterias han llamado la atención

de los microbiólogos básicamente por dos razones. La primera es que presentan


mecanismos para mantener diferencias enormes en la concentración de iones, como el
sodio o el cloro, entre el interior y el exterior de la célula, y utilizan estas diferencias de
concentración para el transporte de sustancias hacia el interior o el exterior de la célula. En
segundo lugar, estas bacterias tienen un sistema fotosintético relativamente simple, ya que
no se basa en la presencia de clorofila como en la molécula que capta la energía luminosa,
sino en un pigmento presente en su membrana, llamado bacteriorrodopsina, que es muy
similar a uno de los pigmentos que se encuentran en la retina del ojo. Dicho pigmento ha
sido muy estudiado y actualmente se conocen su estructura y su función con gran detalle, lo
que ha ayudado enormemente al avance del conocimiento de las proteínas membranales y
sobre todo de aquellas proteínas que transforman la luz en energía química.
El tercer tipo de arqueobacteria que se conoce es el de las termoacidófilas, que también se
caracterizan por habitar en un nicho ecológico peculiar. Sulfolobus, uno de los dos géneros
de termoacidófilas, se encuentra en los manantiales de aguas sulfurosas, y crece y se
desarrolla generalmente a temperaturas de aproximadamente 80°C, y algunas variedades lo
hacen inclusive a temperaturas de 90°C. Otra característica particular de Sulfolobus es que
el pH óptimo (la escala de pH se puede dividir en dos partes: 7.5 a 14, alcalino y de 7.5 a 0,
ácido) para su crecimiento es muy ácido (generalmente pH = 2.0), si tomamos en cuenta
que normalmente el pH adecuado para la vida es de 7.5. Así, se ve obligada a mantener en
su interior un pH (el potencial hidrógeno=pH se refiere a la concentración de protones H+ en
una solución) de aproximadamente 7.5. Pero no solamente puede sobrevivir con estas
diferencias tan grandes de pH, sino que las aprovecha para importar nutrientes a su interior
(Figura 14).
Por algún tiempo se pensó que estos microorganismos tan peculiares se habían adaptado a
nichos ecológicos distintos y extremos, pero hoy en día se sabe que integran un nuevo
grupo de microorganismos.
El descubrimiento de un grupo nuevo de organismos es de gran importancia, ya que
ayudará a revelar la historia del origen de la vida. Cuando solamente se conocían dos líneas
a partir de las cuales se originarían todos los organismos vivientes, se hacía muy difícil la
interpretación de las diferencias que las separan. Ha sido a partir del descubrimiento de una
tercera línea de vida que la interpretación de las propiedades ancestrales y las
recientemente adquiridas se ha hecho más equilibrada, ya que estas tres líneas de
desarrollo son equidistantes entre sí.
El descubrimiento de las arqueobacterias ha permitido el acercamiento a dos problemas de
gran importancia. Uno de ellos es la naturaleza del antecesor común a todas las formas de
vida y el otro se refiere a la incógnita sobre la evolución de la célula de los organismos
superiores.
IV. LOS MICROBIOS AL SERVICIO DEL HOMBRE

Los microbios útiles para el hombre constituyen solamente una proporción muy pequeña de
la amplia variedad de especies que existe en la naturaleza. El papel que desempeñan
algunos de ellos en la fabricación de la cerveza, el pan y el vino fue descubierto en forma
accidental hace mucho tiempo. Por ejemplo, la transformación que sufre el jugo de uva y la
masa para hacer el pan, hoy en día se sabe que se debe a las levaduras. Microorganismos
bien conocidos también lo son las bacterias que acidifican la leche o los hongos
microscópicos que le confieren su carácter tan particular a los quesos. A estos tres grupos
de microorganismos hay que agregar los actinomicetos, que son hongos filamentosos que
viven en la tierra y que se han utilizado para la producción de antibióticos a partir del
decenio de los años 40 del presente siglo.
Es difícil clasificar a los microorganismos en útiles y no útiles, o en buenos y malos, ya que
todos participan en el reciclaje de las moléculas del mundo orgánico y también en la
conservación de una parte de la ecología; de tal forma que los microbios no sólo son útiles
sino indispensables para la vida como la conocemos actualmente. Algunos son nocivos
para los animales o plantas pero, en proporción, son muy pocos.
Existe un buen número de microorganismos que está siendo utilizado en la industria. Esto
se debe a que producen un compuesto de alto valor que no puede ser obtenido de una
manera tan sencilla o tan económica por las técnicas químicas usuales. En algunos otros
casos, los microorganismos son cultivados por su valor intrínseco, como es el caso de la
levadura de panadería. Sin embargo, en la mayoría de los casos la sustancia buscada es un
producto de su metabolismo, como es el caso del alcohol o algún antibiótico, por ejemplo.

IV.1 LA VIDA CON O SIN OXÍGENO


Los microorganismos se pueden dividir en tres grupos dependiendo del ambiente que
necesitan para vivir. El primer grupo lo forman los organismos aeróbicos estrictos, que son
aquellos que no pueden tener actividad metabólica ni crecer más que en presencia de
oxígeno. El segundo grupo reúne a los organismos anaeróbicos estrictos, que llevan a cabo
su actividad metabólica y crecimiento en ausencia total de oxígeno atmosférico. El tercer
grupo está constituido por los organismos aeróbicos facultativos, los cuales presentan
actividad metabólica en presencia de oxígeno (respiración) y en ausencia de oxígeno
(fermentación) dependiendo del medio en el que se encuentren.
De los microorganismos aeróbicos estrictos podemos mencionar a los estreptomicetos, que
son hongos microscópicos productores de antibiótico. También son aeróbicos la mayoría de
los hongos filamentosos, como el Penicillum notatum, productor de la penicilina.
Los organismos anaeróbicos estrictos están representados por las bacterias del género
Clostridium, como Clostridium botulinum, fuente de la toxina productora de la enfermedad
conocida como botulismo. Otro ejemplo es la Salmonella tryphi, causante de muchas
infecciones intestinales en el ser humano.
Las levaduras industriales son microorganismos facultativos que pueden respirar o
fermentar de acuerdo con las condiciones en que se les cultive. El metabolismo anaeróbico,
como la fermentación, es menos eficiente que la respiración, ya que la

primera no aprovecha toda la energía de las moléculas como los azúcares. Algunos
productos, como por ejemplo el alcohol etílico, son excretados por la levadura como
producto de desecho, ya que en ausencia de oxígeno este producto no puede ser
aprovechado en su totalidad.
Las vías bioquímicas de la fermentación que conducen a la formación de productos útiles
son diversas. Estas vías son de dos tipos: las homofermentarias, que son las que conducen
a un producto principal, y las heterofermentarias que dan dos o más productos. Así pues,
algunos bacilos son homofermentarios y producen ácido láctico a partir de azúcares; por
otra parte, existen otros bacilos lácticos heterofermentarios que producen ácido láctico,
alcohol etílico y gas carbónico por diferentes vías metabólicas. Otro organismo
heterofermentario es el Clostridium aceto butylicum, que transforma la glucosa en una
mezcla de acetona, alcohol etílico, isopropanol y butanol.
Por otra parte, el crecimiento aeróbico que llevan a cabo algunos microorganismos es más
eficiente para la producción de biomasa (número de organismos obtenidos a partir de una
cantidad dada de nutrientes), ya que estos organismos degradan completamente las
moléculas nutritivas y les extraen el máximo de energía. Esto quiere decir que si la meta de
la producción industrial es mejorar los sistemas de obtención de grandes cantidades de
organismos, como es el caso de la levadura destinada a la panadería, es ventajoso trabajar
con el organismo en condiciones aeróbicas ya que de esta forma se utilizan los sustratos al
máximo por respiración y por lo tanto se obtendrán muchas más levaduras por cantidad de
nutrientes.
IV.2 LA MANIPULACIÓN GENÉTICA
Una forma de obtención de compuestos orgánicos a partir de organismos aeróbicos es
mediante la manipulación genética, esto quiere decir que se pueden modificar, a través de
cambios o mutaciones de los genes, los mecanismos por medio de los cuales los
organismos transforman los nutrientes en las miles de moléculas que constituyen una célula
viviente. En condiciones metabólicas normales, cada uno de los constituyentes necesarios
para la célula se fabrica en cantidades justas y suficientes. Esta fabricación controlada se
lleva a cabo gracias a una serie de mecanismos de regulación genética que detienen la
fabricación de intermediarios y de productos finales de una vía metabólica dada. Los
microbiólogos han seleccionado colonias o cepas de bacterias mutantes en las que esta
regulación tan fina se encuentre alterada, de tal forma que convenga para ciertos fines. Por
ejemplo, algunos metabolitos primarios, que son necesarios para el crecimiento celular, son
producidos en cantidades necesarias para la fabricación de moléculas utilizadas por la
célula. Una mutante interesante es Corynebacterium glutamicum, defectuosa en su
mecanismo de regulación para la producción de lisina, un aminoácido necesario para la
síntesis de algunas proteínas, capaz de producir 50 gramos de lisina por litro de medio de
cultivo. Este tipo de metabolito es considerado como primario y la mutante lo produce en
exceso. Generalmente, las bacterias mutantes se separan de las silvestres haciéndolas
crecer en medio de cultivo en donde solamente dichas mutantes sobreviven. Para ello se
incluyen en el medio antibióticos que impiden el crecimiento de las silvestres y no afectan a
las mutantes.

Son considerados metabolitos secundarios aquellos que no se requieren en la biosíntesis


celular. Algunos microorganismos los sintetizan en la fase tardía de su crecimiento por
razones hasta el momento oscuras. Uno de los casos más conocidos son los antibióticos;
estos metabolitos secundarios no desempeñan un papel directo en el metabolismo
energético de la célula o en su crecimiento. Por estas razones se piensa que estas
sustancias contribuyen a la sobrevivencia del organismo al inhibir el crecimiento de posibles
competidores que podrían ocupar el mismo nicho ecológico. Los organismos que producen
este tipo de metabolitos secundarios son sensibles a sus propios antibióticos durante la fase
inicial de crecimiento, sin embargo, durante la fase en la cual secretan el antibiótico, son
insensibles a su presencia.
Otra clase de sustancias importantes para la industria son las enzimas. Hasta la fecha no ha
sido posible sintetizar una enzima en el laboratorio y su aislamiento puede ser un trabajo
largo y de bajo rendimiento. Por otra parte, los microorganismos dependen de las enzimas
para la degradación de las moléculas complejas. Las bacterias solamente producen la
cantidad necesaria de enzimas, de la misma forma que otros productos del metabolismo.
Sin embargo, por medio de las técnicas de ingeniería genética se pueden seleccionar
microorganismos mutantes que sobreproduzcan alguna enzima en particular.
Un método para incrementar la síntesis de una enzima es el de inducción. Cada enzima
tiene su huella genética en la secuencia de una molécula de ADN. A esta secuencia se le
denomina gene estructural y, en una bacteria, se encuentra en el único cromosoma que
ésta posee. Los genes estructurales con la información para la síntesis de una enzima están
normalmente inactivos en ausencia del sustrato para dicha enzima. Por lo tanto, se dice que
está reprimida la producción de una enzima y solamente cuando se agrega el sustrato
requerido, o un análogo, el gene estructural es activado y dicha enzima es sintetizada,
proceso al que se denomina desrepresión o inducción, y a las enzimas que responden se
les llama inducibles, para distinguirlas de las que no son afectadas por la presencia del
sustrato y que se denominan constitutivas. En algunos casos el inductor puede ser el
producto de una reacción enzimática. Un ejemplo de esta situación es la enzima
glucamilasa del hongo Aspergillus niger, la cual se encarga de romper la cadena de
azúcares que componen al almidón en moléculas de glucosa. Sin embargo, para inducir la
síntesis de glucamilasa no es necesario que el almidón se encuentre presente en el medio,
ya que algunos análogos que son malos como sustratos son potentes inductores de la
enzima. Gracias a estos métodos, se ha podido sobreproducir sustancias de gran
importancia para la industria y para la medicina.
IV.3 LA INDUSTRIA Y SUS PEQUEÑOS ALIADOS
Las levaduras fueron explotadas durante miles de años para la elaboración de bebidas
alcohólicas y de pan. Esto ocurrió antes de que se identificara a las levaduras como un
microorganismo y de que se conociera la verdadera naturaleza de la fermentación. Antonie
van Leeuwenhoek fue el primero en observar la presencia de las levaduras en la
fermentación de la cerveza. Casi 200 años después, en 1876, Louis Pasteur presentó sus
ideas sobre la fermentación en una obra clásica titulada Études sur la Bière ("Estudios sobre
la cerveza"), en la cual postula que los microorganismos que viven en condiciones
anaeróbicas son capaces de crecer y vivir sustituyendo al proceso de respiración por la
fermentación. Este proceso convierte azúcares en

alcohol y bióxido de carbono, y provee a las levaduras con la energía necesaria para su
subsistencia. Este científico propuso además que cuando se cultivan las levaduras en
presencia de oxígeno, el proceso de fermentación se detiene y es sustituido por la
respiración o consumo de oxígeno, proceso que sí degrada el azúcar hasta CO2 y agua y
no produce alcohol. La fermentación es muy importante socialmente, ya que mediante ella
se producen las bebidas alcohólicas que han tenido un papel importante en la historia. El
vino, por ejemplo, es el producto de la fermentación del jugo fresco de frutas, de las cuales
tal vez la más popular sea la uva, aunque también se usa ocasionalmente la pera, el higo y
algunos cereales. Estos jugos son generalmente ácidos (tienen un pH de aproximadamente
5), lo cual es favorable para que se lleve a cabo la llamada fermentación alcohólica. La
"infección" del jugo ocurre inmediatamente. Pasteur fue el primero en mostrar que hay
levaduras en la cáscara de la uva y sobre todo cuando está próxima a madurar. Dichas
levaduras forman grandes colonias en los puntos donde se lesiona la fruta y hay salida de
jugo. Por otra parte, los insectos son un factor muy importante en este proceso, ya que
diseminan las levaduras entre la fruta. Este hecho se conoció cuando Wortmann observó
cómo un jugo estéril no se fermentaba, y no fue hasta que una avispa lo tocó que el jugo
empezó a fermentarse.

En la superficie de las uvas se encuentra la levadura conocida como Saccharomyces, que


es el principal género responsable de la fermentación. Durante la fermentación alcohólica
las levaduras convierten en alcohol la dextrosa y la fructosa, dos azúcares que se
encuentran en el jugo de la fruta. La concentración que alcanza el alcohol es de 14%, ya
que a esta concentración tanto la fermentación como el crecimiento de la levadura se
detiene. De esta manera, el vino contiene una concentración limitada de alcohol; por otra
parte, su sabor y aroma se deben principalmente al contenido de amil-alcohol, ácido
acético, ácido láctico y acetato etílico, siendo todas estas sustancias importantes en la
calidad del producto.

Los azúcares más comúnmente utilizados por las levaduras durante su crecimiento son la
glucosa y la fructosa, que contienen 6 átomos de carbono. Sin embargo, existen otros
compuestos con mayor o menor número de átomos de carbono y que son de interés en
algunas industrias. Estos azúcares diferentes pueden a su vez ser metabolizados por
algunas levaduras. Por ejemplo, la levadura Candida utilis, la cual se emplea en la industria
alimentaria, puede crecer metabolizando azúcares de cinco átomos de carbono (pentosas);
esto permite que crezcan en un producto colateral de la industria del papel que es
precisamente un azúcar de cinco átomos de carbono. Otra levadura, Saccharomycopsis
lipolytica, puede romper cadenas lineales de hidrocarburos de 10 a 16 átomos de carbono;
existe una instalación piloto que ha logrado hacer crecer esta levadura con buenos
resultados en presencia de una fracción purificada de petróleo, el cual, como se sabe, es un
hidrocarburo. Esta levadura, al crecer, produce ácido cítrico como producto de desecho, el
que a su vez es utilizado en otra serie de procesos industriales. Asimismo, una variedad
limitada de levaduras puede crecer en presencia de metanol (un alcohol con un solo átomo
de carbono), esto es posible ya que tales levaduras llevan a cabo un proceso metabólico
novedoso que involucra unos organelos especializados llamados microcuerpos. Lo anterior
se ha aprovechado, ya que el cultivo utilizando metanol es muy barato y la producción de
biomasa de las levaduras es tan abundante que se utiliza como complemento para la
alimentación de animales.
Otra levadura que ha sido útil desde tiempos remotos es la cepa denominada
Saccharomyces cerevisiae. Esta ha sido utilizada en la elaboración de vino, sake, cerveza y,
hoy en día, para la producción industrial de alcohol.
Una aplicación interesante es la que se le está dando a otra especie, Phaffia rhodozyma,
que produce un pigmento especial llamado astaxantina. Esta molécula está siendo probada
para añadirla en forma complementaria al alimento de las truchas y salmones de criadero.
Como estos peces pierden el color rosado que presenta su carne cuando crecen en su
hábitat natural, la astaxantina da a la carne de estos peces nuevamente su color rosado.
Otros tipos de productos metabólicos de los cuales se obtienen grandes volúmenes a partir
de cultivos de microorganismos son el dextrán y la goma xántica. El dextrán es una cadena
de moléculas de glucosa que se utiliza como complemento del plasma en enfermos graves
o bien como mallas moleculares al entrecruzar sus cadenas para separar compuestos en el
laboratorio con base en su tamaño. La goma xántica, que es adecuada para el consumo
humano, se agrega en algunos productos alimenticios como estabilizador. También tiene
uso en la impresión de textiles, en la excavación de pozos, como aditivo y en la elaboración
de cosméticos y productos farmacéuticos.
Los hongos microscópicos tienen una gran importancia económica, tanto por sus beneficios
como por el daño que pueden causar. Una gran parte de la materia orgánica de la tierra es
destruida por los hongos. Esta actividad, por ejemplo, es benéfica, ya que completa el
reciclaje de la materia viviente. Los hongos pueden, sin embargo, causar un gran número
de enfermedades tanto en las plantas como en los animales: pueden, entre otras cosas,
envenenar la comida. Por ejemplo, el hongo Claviceps purpurea produce una serie de
sustancias venenosas (alcaloides) y parasita a las plantas que come el ganado. Cuando el
ganado consume alimento contaminado se producen abortos en las hembras, enfermedad
que se conoce como ergotismo. En

el humano la toxina produce alucinaciones y en ocasiones la muerte. Otro tipo de toxinas


son las aflatoxinas, que se producen al almacenar el heno o alimento a base de cacahuate
en condiciones impropias; el hongo llamado Aspergillus flaws las produce como metabolito
secundario y son altamente tóxicas.
Los efectos nocivos de los hongos microscópicos están balanceados por su multitud de
usos en la industria. Así se emplean en algunos procesos de fermentación, como por
ejemplo el almidón del arroz que es degradado para producir sake, un licor elaborado
principalmente en Japón; la fermentación combinada de frijol de soya, arroz y malta da lugar
a algunos alimentos orientales como el miso, el shoyu y el tempeh. Algunas enzimas
provenientes de ciertos hongos tienen usos comerciales importantes, como por ejemplo: las
amilasas (degradan almidón), las proteasas (degradan proteínas) y las pectinasas
(degradan pectina). Algunas especies de hongos producen agentes antibióticos, entre los
cuales destaca la penicilina. Esta sustancia marcó una época importante para la
humanidad, ya que permitió el control de las enfermedades infecciosas.

De gran importancia para la industria alimentaria son algunas levaduras y hongos. Existen
varios ejemplos, como la salsa de soya, la cual se obtiene utilizando a la levadura
Saccharomyces rouxii; la producción de cerveza utiliza la levadura Saccharomyces
carlsbergensis y algunos otros tipos de levaduras son utilizadas para la producción de vino.
Ejemplos de bacterias importantes en la industria son los que se dan a continuación: la
industria alimentaria aprovecha la bacteria Lactobacillus bulgaricus (búlgaros) o el
Streptococcus thermophilus para la elaboración de yoghurt; el vinagre puede ser producido
por la bacteria Gluconobacter suboxidans; algunos saborizantes provienen de una bacteria
conocida como Connebacterium glutamicum.
La industria química produce acetona y butanol a partir de la bacteria Clostidium
acetobutylicum, algunos polisacáridos (azúcares) a partir de la bacteria Xanthomonas
campestris algunas vitaminas como por ejemplo la B12 es producida por la bacteria
Pseudomonas denitrificans o el Propionibacterium. La industria farmacéutica fabrica un
buen número de antibióticos; Streptomyces, por ejemplo, produce la anfotericina B, la
kanamicina, la neomicina, la estreptomicina, las tetraciclinas, entre otras y Bacillus brevis
produce la gramicidina S.
Otro caso interesante es el de la producción de insecticidas biológicos. Éstos, los producen
dos bacterias, Bacillus thuringiensis y el Bacillus popilliae, y tienen la ventaja de tener
menos efectos nocivos que los insecticidas sintéticos como el DDT. Pueden, entre otros
usos, emplearse en los silos donde se almacenan granos.
Otra serie de productos, como la insulina, la hormona de crecimiento y el interferón, pueden
ser obtenidos mediante técnicas de ingeniería genética utilizando la bacteria Escherichia
coli.
Así pues, la industria microbiológica se encuentra, al inicio de una era importante en donde
se sustituirán probablemente muchos procesos tradicionales por otros novedosos que serán
sin duda más eficaces y menos costosos.

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