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LA COMUNICACIÓN ORAL
Un sujeto se define a sí mismo y frente a los demás, entre otras cosas, por
cómo habla, por cómo escribe, por cómo se expresa verbal y kinésicamente,
lingüística y paralingüísticamente. La práctica humana de comunicación oral y
escrita es identitaria. El perfil del alumno de esta institución demanda, como
funcionario público en formación y en constante actualización académica, una
madura preparación y especialización profesional para escribir correctamente, leer
en voz alta y hacerlo con pertinencia, claridad, solvencia y naturalidad.
Cuando una persona habla, es decir, cuando se comunica con alguien a través de
la palabra, intenta lograr los siguientes propósitos:
Estos cuatro propósitos se articulan formando una unidad completa cuando el receptor ha
captado efectivamente el mensaje.
1- CONCRECIÓN DE LA IDEA:
Una cuestión previa para lograr una adecuada comunicación es saber lo que
se quiere decir exactamente. En la conversación espontánea y accidental, a medida
que hablamos vamos descubriendo lo que queremos decir.
Dicho de otro modo, vamos oyendo lo que decimos y de esta manera nos
vamos dando cuenta de si es eso lo que pensamos o no, y de acuerdo con lo que
digan los demás, tenemos ocasión de ampliar, rectificar, explicar y desenvolver
nuestras ideas. Este no es el caso de cuando hablamos en público, porque como
no hay interrupción de los destinatarios de la comunicación, necesitamos
expresarnos con toda claridad. Se trata de un tipo de comunicación que no nos
permite, por su naturaleza, ir en tanteos y divagaciones a la búsqueda de nuestro
pensamiento. Se trata, en otras palabras, de decir algo que ya ha tomado forma
previamente en nosotros.
5- EL ESTILO ORAL:
Huir de los clichés o frases hechas que por usarse tanto han
perdido su significado “Hay que llevar la nave del estado a puerto
seguro”.
6- LA IMPORTANCIA DE LA VOZ:
La voz depende en gran medida de que el emisor pueda respirar bien, lo cual
ayudará no sólo a atenuar o suprimir la tensión nerviosa, sino que permitirá además
disciplinar su voz, de suerte tal que pueda variarla a su antojo de intensidad,
expresión y entonación, al mismo tiempo que graduar los ritmos y las pausas, que
son obligados en la comunicación oral. Una buena voz además de proyectar una
imagen favorable del emisor, contribuye a que éste pueda presentar sus palabras
en forma interesante y significativa.