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Nombre del Eje: Introducción a las Competencias Comunicativas Técnico

Profesionales

Docentes: Constanza Salva y Laura Larrahona

Ciclo lectivo: 2022

LA COMUNICACIÓN ORAL

El hombre es un ser social y así se define por su capacidad de comunicación con


los otros; si esta se vuelve pobre, incierta e insegura no propone otra salida más
que un retorno primitivo al instinto animal. La Lengua configura nuestra esencia
humana, es una poderosa herramienta cognitiva; por lo tanto, no puede
subestimarse su proyección en la carrera militar ni despreciar la relevancia que tiene
el hecho de que el gendarme es un comunicador que pone la mente, el cuerpo y la
palabra en cada operación desafiante de su actividad.

Un sujeto se define a sí mismo y frente a los demás, entre otras cosas, por
cómo habla, por cómo escribe, por cómo se expresa verbal y kinésicamente,
lingüística y paralingüísticamente. La práctica humana de comunicación oral y
escrita es identitaria. El perfil del alumno de esta institución demanda, como
funcionario público en formación y en constante actualización académica, una
madura preparación y especialización profesional para escribir correctamente, leer
en voz alta y hacerlo con pertinencia, claridad, solvencia y naturalidad.

Actualmente, en una época donde prevalece la imagen y pretende desplazar


a la palabra, la enseñanza de la oralidad para las prácticas profesionalizantes se
transforma en un imperativo a fin de ganarle terreno a la mediocridad y la
ignorancia. La educación hoy atraviesa infinitas variables: el conformismo, la
desigualdad, la desidia. Otro de los mayores desafíos que debe enfrentar la
escuela es el de lograr que las comunicaciones se posicionen en un lugar
protagónico para entender que los cursantes, como funcionarios públicos, no
pueden presentar limitaciones en su expresión verbal y escrita porque esto deriva
inevitablemente en un desempeño obstruido y deficiente en su representación del
país todo.

El rol del gendarme no puede pensarse si no es mediante su función de


comunicador, en tanto su hacer es un permanente decir. Por esto, la palabra se
transforma en una praxis cotidiana, en encuentro constante, puente, diálogo y
testimonio. No saber llevar al papel un procedimiento, no comprender la lectura de
un texto básico, o no lograr transmitir una orden por falta de coherencia y
vocabulario, hacen que la tarea del gendarme, y por ende la función de la
Gendarmería como Fuerza, resulte inoperante y riesgosamente deficitaria.

La importancia de estrategias discursivas en las prácticas


profesionalizantes del Gendarme.

Incorporar y dominar Estrategias Discursivas para las prácticas


profesionalizantes implica desarrollar competencias que abren nuevos y complejos
horizontes, interactuar sin restricciones con la sociedad, promover el pensamiento
crítico, acrecentar la madurez intelectual, expandir la visión de mundo, internalizar
estrategias de comprensión e interpretación, generar ideas y sintagmas que puedan
plantearse desde la creación y no la copia, asimilar normativas que encaucen un
quehacer organizado, apreciar las posibilidades de crecimiento individual y colectivo
en tanto sujetos, construir relaciones interpersonales sustentadas en el diálogo y no
en el ensimismamiento.
OBJETIVOS DE LA COMUNICACIÓN ORAL

Cuando una persona habla, es decir, cuando se comunica con alguien a través de
la palabra, intenta lograr los siguientes propósitos:

1. Conocer con exactitud lo que quiere decir o explicar.


2. Decirlo o comunicarlo con un tono adecuado para que el receptor lo acepte.
3. Ir diciéndolo de manera que el receptor lo entienda a medida que lo oye.
4. Decir lo que realmente se pretende comunicar.

Estos cuatro propósitos se articulan formando una unidad completa cuando el receptor ha
captado efectivamente el mensaje.

1- CONCRECIÓN DE LA IDEA:

Una cuestión previa para lograr una adecuada comunicación es saber lo que
se quiere decir exactamente. En la conversación espontánea y accidental, a medida
que hablamos vamos descubriendo lo que queremos decir.

Dicho de otro modo, vamos oyendo lo que decimos y de esta manera nos
vamos dando cuenta de si es eso lo que pensamos o no, y de acuerdo con lo que
digan los demás, tenemos ocasión de ampliar, rectificar, explicar y desenvolver
nuestras ideas. Este no es el caso de cuando hablamos en público, porque como
no hay interrupción de los destinatarios de la comunicación, necesitamos
expresarnos con toda claridad. Se trata de un tipo de comunicación que no nos
permite, por su naturaleza, ir en tanteos y divagaciones a la búsqueda de nuestro
pensamiento. Se trata, en otras palabras, de decir algo que ya ha tomado forma
previamente en nosotros.

Concreción de la idea cuando hablamos en público.

Tenemos que ir perfilando la idea concreta, hasta llegar a una formulación de


nuestros pensamientos que nos deje satisfechos. Sólo entonces habrá llegado la
ocasión de hablar, porque estamos ya en posesión de una idea concreta, que
podemos y queremos comunicar. Únicamente cuando estamos seguros de que
hemos dado forma a la idea, podremos en el curso de la exposición, recobrar el hilo
si por alguna circunstancia lo hemos perdido, y esto ocurre sencillamente porque
sabemos lo que queremos decir.

2- ADECUACIÓN DEL TONO:

Aun cuando tengamos ya la idea concreta, perfectamente elaborada, hay que


comunicarla y procurar que sea entendida de la mejor manera por el receptor,
de modo que éste la acepte y consecuentemente la traduzca en acción. Todo esto
se logra cuando se encuentra el tono adecuado. Esto es así porque el emisor – en
el caso del discurso, el orador- se comunica con sus oyentes no solamente por
medio de las palabras sino también mediante un elemento sonoro no verbal que es
el tono.

A través de esa peculiar manera de decir las cosas descubrimos el


sentimiento íntimo del emisor. Por eso el tono es un regulador entre el sentimiento
y la expresión, lo que sentimos y lo que decimos. Por consiguiente, es fundamental
para lograr una buena comunicación, encontrar el tono adecuado, es decir, no
actuar sólo sobre las palabras sino ir al fondo del problema actuando sobre la
imaginación y colocándose en el lugar del receptor del mensaje.

3- HABLAR DE MODO QUE EL RECEPTOR ENTIENDA A MEDIDA QUE OYE:

Supongamos que el orador tiene la idea concreta de lo que quiere decir y el


tono adecuado, eso no es suficiente. El receptor debe estar en condiciones de
seguirlo de manera que pueda ir entendiendo y asimilando a medida que la palabra
brota de labios del emisor, esto quiere decir que el emisor no puede perder nunca
el contacto con el oyente, porque se corre el riesgo de que cese la atención y de
que el mensaje no llegue, o llegue de manera imperfecta al receptor. La forma más
simple de evitar que el receptor se pierda es ir colocando las ideas unas después
de otras, sin paréntesis que signifiquen un gran esfuerzo de comprensión por parte
del receptor.
En una palabra, la sencillez en el estilo es fundamental si aspiramos a
establecer una buena comunicación. Es necesario, pues, usar periodos completos
y simples para que los conceptos sean captados directamente, sin que la mente
del oyente esté obligada a seguir tortuosos giros de las palabras. El orden en el
correr de las ideas ha de ser tal, que el oyente no se vea precisado a coordinarlas
en su cerebro.
4- USAR LA PALABRA EXACTA:

Es posible, finalmente, que estemos en posesión de la idea concreta, que


estemos usando el tono más adecuado para llegar en realidad al oyente y que el
mismo vaya siguiendo paso a paso, entendiendo y asimilando cuanto se le
transmite.

Aun así, puede ocurrir que en un momento determinado no encontremos la


palabra exacta para la expresión de la idea. Hay una clave para hallar la palabra
exacta, que no ha de ser necesariamente la palabra precisa: sentir, vivir, ver y
comprender aquello que estamos hablando. Es decir, no perder nunca de vista la
idea o la realidad de que estamos hablando. Pensar en lo que decimos es el camino
más corto para decir efectivamente lo que pensamos.

La palabra exacta para la expresión de la idea.

5- EL ESTILO ORAL:

Para que el mensaje sea seguido y aprobado por los destinatarios de la


comunicación, tiene que ser inmediatamente comprendido. En la comunicación oral,
al oyente no le es permitido hacer lo que el lector no ha entendido de primera
intención, es decir, volver sobre el mismo texto cuantas veces sea necesario. Por
eso es necesario tener en cuenta las siguientes características: claridad, concisión,
coherencia, sencillez y naturalidad.
Claridad: Significa expresión al alcance de un hombre de cultura media, pero
también pensamiento diáfano, conceptos bien digeridos, con sintaxis correcta y
vocabulario al alcance de la mayoría. Un estilo es claro cuando el pensamiento del
que emite el mensaje penetra sin esfuerzo en la mente del que escucha. Es necesario
utilizar bien las pausas y una mayor intensidad de la voz también sirve a la claridad.

a) Concisión: Resulta de utilizar sólo las palabras indispensables, justas y


significativas para expresar lo que se quiere decir. Esto no quiere decir
un estilo lacónico y ultra condensado. La concisión se opone a la
verborragia, la redundancia y al titubeo expresivo. Para lograr la concisión
se deben observar las siguientes reglas:

 Evitar los lugares comunes “porque una cosa es la libertad y


otrael libertinaje”.

 Huir de los clichés o frases hechas que por usarse tanto han
perdido su significado “Hay que llevar la nave del estado a puerto
seguro”.

 Cuidarnos de las amplificaciones, tanto si son reiterativas como


si pretenden que una frase alcance mayor amplitud “quedó
sorprendido, atónito, paralizado, estupefacto”.

b) Coherencia: Cuando se habla para un público, el orden en el correr de


las ideas ha de ser tal que el oyente no se vea precisado a coordinarlas
en su cerebro. Las relaciones entre las ideas expuestas deben ser lógicas
y las contradicciones evitadas. Si se anuncian paralelismos o antítesis es
necesario que a continuación se expresen verdaderos paralelismos y
antítesis. Cuando el emisor esté expresando puntos de vistas personales,
debe prevenir a quienes lo escuchan para no inducir al error o confundir
al auditorio. Otra regla que debe seguirse es la de adecuar el vocabulario
al nivel que se presume en los oyentes.
c) Sencillez: Se refiere tanto a la comprensión de lo que estamos
exponiendo como a las palabras que empleamos. Es huir de lo
enrevesado, de lo complicado. Ser sencillo no es tan fácil porque cuando
estamos frente a un auditorio que está pendiente de nuestras palabras,
un impulso de vanidad nos lleva a querer destacarnos de los demás.

d) Naturalidad: Un orador será natural cuando se sirve de su propio


vocabulario, de su habitual modo expresivo. Hablar naturalmente es
procurar que las palabras y las frases sean propias, esto es, las que el
tema exija, huyendo siempre de la afectación y el rebuscamiento. La
naturalidad, sin embargo, no exime de elegancia, antes bien, la requiere
para no caer en la vulgaridad.

6- LA IMPORTANCIA DE LA VOZ:

La comunicación verbal no se inicia hasta que el emisor se dispone a hablar


ante un grupo específico, que se apresta a escucharlo y que asume ante él una
actitud más o menos expectante.

La voz depende en gran medida de que el emisor pueda respirar bien, lo cual
ayudará no sólo a atenuar o suprimir la tensión nerviosa, sino que permitirá además
disciplinar su voz, de suerte tal que pueda variarla a su antojo de intensidad,
expresión y entonación, al mismo tiempo que graduar los ritmos y las pausas, que
son obligados en la comunicación oral. Una buena voz además de proyectar una
imagen favorable del emisor, contribuye a que éste pueda presentar sus palabras
en forma interesante y significativa.

Otro tema a tener en cuenta es la articulación. Articular bien permite hacerse


comprender claramente, incluso cuando se habla en voz baja. Una buena
articulación proporciona la debida comprensión de lo que se diga, lo cual constituye
la única manera de mantener y desarrollar el interés del auditorio.
7- LA EXPRESIÓN CORPORAL:

El cuerpo, con sus movimientos o con la ausencia de ellos, interviene


decisivamente en la comunicación oral. Permanecer inmóvil, conservar un rostro
impenetrable mientras se habla, es dar lugar a la monotonía, hacer pensar que
somos orgullosos o estamos distantes del público y ello nos priva de un elemento
importante para actuar sobre el auditorio. Con respecto a la posición, no hay regla
universal que diga cómo se debe permanecer mientras se pronuncia un discurso,
pero si pueden señalarse algunas prácticas viciosas tales como ampararse detrás
de una mesa, realizar un movimiento de sube y baja, o balancearse de derecha a
izquierda. Las manos también suelen constituir un problema cuando no se sabe qué
hacer con ellas.

El cuerpo interviene decisivamente en la comunicación oral.

Si se habla sentado, porque se trata de una mesa redonda o una conferencia


de prensa, se puede atenuar la rigidez siguiendo las siguientes reglas: mantener
derecho el busto, pero sin que aparezca forzado, dejar un espacio de unos veinte
centímetros entre el abdomen y la mesa y entre la espalda y el respaldo de la silla.
Ese espacio permitirá movimientos para la confidencia o la
espera. Además, se deberá evitar el cruce de piernas y cuantos tics puedan
provocar la distracción o la risa del auditorio. Para hablar de pie pueden seguirse
las siguientes normas: acercarse al estrado con naturalidad, no mirar al suelo
durante la presentación sino mirar sencillamente a distintos asistentes o al
presentador, no iniciar inmediatamente sino tomarse unos segundos para organizar
las ideas y mirar al auditorio, mantenerse recto, pero sin rigidez, no abandonar
apresuradamente el lugar al finalizar el discurso y salir con el paso firme y mesurado.
Además de la posición corporal, también son importantes los gestos y los
ademanes.

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