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Ensayo

¿Que relacion hay entre derecho y economia?

A lo largo del tiempo se han considerado como acciones económicas sólo aquellas
que tienen por objeto la adquisición o circulación de bienes materiales, y en las
cuales los medios son adecuados a los fines de esta especie.
 
Así es como la contribución del Derecho moderno en el ámbito de la Economía debe
consistir, según Bentham, como "principio de utilidad", en el principio de
organización de la sociedad de modo que logre la máxima felicidad para el mayor
número posible. Decimos lo anterior, porque actualmente el Derecho más que ser un
conjunto de conexiones individuales, lo es de conexiones sociales.
 
Es por ello, que toda actividad económica deberá ser regulada por el Derecho, ya
que al ser toda actividad económica de trascendencia humana, tiene un carácter
social que exige la presencia del Derecho.
 
La Economía puede encontrar en el Derecho un asiento y una seguridad que facilite
la realización de la actividad económica mediante un conjunto de reglas de Derecho.
El Derecho, como bien económico, muestra su vocación para organizar la actividad
económica tanto en su aspecto de ser cauce para la circulación de los bienes y para
la creación de riqueza como para establecer las reglas del juego, para que no se
lesionen entre sí los intereses contrapuestos entre los hombres y los grupos sociales.
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De esta manera, el Derecho reintegra y coordina las dispersas particularidades
económicas, introduciendo disciplina y ordenación. La certeza jurídica es el reflejo
de una certeza conseguida en la misma esfera económica, un verdadero y típico
ejemplo de nacimiento del instituto jurídico del hecho económico.
 
La Economía en sus relaciones con el Derecho adquiere un perfil jurídico basado en
la certeza que permite que su actividad dirigida a la creación y circulación de
riqueza se desenvuelva dentro de los intereses de seguridad, de justicia y de libertad.
 
El problema de la relación entre Economía y Derecho está ligado a una nueva fase
histórica, a la revolución industrial y a sus consecuencias en el plano político, social
y económico.
 
Paralelamente se ha ido alcanzando una progresiva realización de la personalidad
humana, que primero se afirma en el plano moral y después en el formal jurídico y,
en fin, en el económico social.
 
Es por ello, que la valoración jurídica debe enfocarse siempre buscando la
realización del bien común social que conlleva el cumplimiento y la satisfacción de
las necesidades humanas para que el hombre alcance a plenitud sus fines. De aquí
que toda valoración económica debe hallarse en última instancia subordinada al
criterio jurídico que establezca el ordenamiento nacional que, sin duda, habrá de
responder a las exigencias supremas de la vida humana.
 
De esta manera es como Lino Rodríguez-Arias define al Derecho como el portador
del universal jurídico capaz de ordenar las particulares relaciones económicas,
haciendo de ellas un ordenamiento que se asienta sobre una base moral. La
Economía es sólo una parte de la materia regulada por el Derecho. En todo tiempo y
en todo lugar, desde que existe la vida social, que es como decir la convivencia, la
actividad económica ha sido en alguna forma regulada por el ordenamiento jurídico,
el cual, en su esencia, no consiste tan sólo en códigos y leyes, que incluso pueden
faltar y de hecho faltan por completo en ciertas fases jurídicas, sino en las
limitaciones de la conducta recíproca, en las pretensiones y obligaciones
correlativas. Estas no pueden faltar jamás, porque en tal caso faltaría la convivencia,
es decir, la vida.
 
Así, tanto el Derecho como la Economía encuentran su propia unidad en el elemento
común de la sociabilidad o, más exactamente, en la misma existencia concreta y
real, en su estructura. Porque el Derecho es la misma estructura, o la expresión de la
exigencia de normatividad jurídica de la existencia concreta y real y, por este
motivo, también de la Economía. Para alcanzar un fin particular querido por la
voluntad individual, el Derecho es la ciencia formal y la Economía la ciencia
material de la sociedad. El Derecho constituye el instrumento que coadyuva no sólo
a la distribución de la riqueza sino a un progresivo aumento de su producción, desde
el momento que al estructurar jurídicamente los procesos de la Economía vienen a
establecer una sociedad normativamente ordenada y, por consiguiente, logra un
ordenamiento de Derecho que aspira constantemente a alcanzar una más justa
convivencia humana.
 
El Derecho a través de su normatividad, construye con carácter obligatorio el
caparazón que salvaguarda e impulsa la vida económica, claro es que respetando su
autonomía a fin de que fluyan libremente la producción, la distribución y el
consumo de los bienes. Por su parte, la finalidad de la Economía es la producción
para consumir; mantener una Economía de productores. La Economía es hecha para
el hombre y no el hombre para la Economía, la Economía tiene por fin el hombre,
que es ordenada a la naturaleza humana encarnada en la persona y que esta tiene por
fin último la bondad y la solidaridad.

¿Cómo nace el Derecho Economico Internacional?

El derrumbamiento del Imperio Romano en el siglo VI de nuestra era, por la


invasión a Italia y otras partes del Imperio por los jefes bárbaros Alarico, Atila,
Clodoveo y Teodorico, ocasionó que las clases rectoras de Roma fueran aniquiladas,
y que Oriente se hundiera en un periodo de diez siglos de tinieblas, dando inicio a la
época histórica conocida como Edad Media.

Durante esta época, la riqueza habrá de basarse en el trabajo de la tierra; está


constituirá la base fundamental de su economía, y el derecho civil continuará
respondiendo a los intereses de los terratenientes para sustentar frente a los siervos,
su derecho a poseer grandes extensiones de tierra.

En esta etapa histórica, juntamente con los señores feudales y los siervos,
coexistieron los comerciantes y artesanos, que se dedicaban a ofrecer sus mercancías
inclusive a otros comerciantes, y para lo cual debían viajar por distintas comarcas
con las mercancías que iban a negociar; los comerciantes no formaban parte de
ningún feudo, pero sí debían pagar tributos al señor feudal por el paso de sus
caravanas en tierras feudales, así como por el valor de las mercancías que llevaban.

A fin de evitar pagar altos impuestos y el encarecimiento de sus productos, los


comerciantes inventaron los primeros documentos mercantiles, dos de los cuales
incluso continúan utilizándose en nuestros días: la letra de cambio y el cheque.
Ambos documentos implicaban la entrega de dinero o mercancías a un comerciante,
para ser entregados a un tercero o al propio comerciante que los había depositado
cuando reclara su entrega; sin embargo, al surgir desavenencias entre los
comerciantes, porque algunos con justa razón y otros por deshonestos, se negaban a
hacer la entrega de la mercancía depositada, se acordó ventilar este tipo de
desavenencias ante las agrupaciones o asociaciones de comerciantes que se fueron
constituyendo para tal fin, y que aplicaban en la resolución de las controversias las
reglas que los propios comerciantes acordaban, por lo que poco a poco fueron
constituyéndose las normas de lo que hoy conocemos como el Derecho Mercantil.

La actividad comercial comenzó también a tener un gran auge, y era de suma


importancia para los Estados de esta época; aquí habremos de recordad que fueron
precisamente los deseos de encontrar nuevas rutas comerciales entre Oriente y
Occidente, los que llevaron a Cristóbal Colón a realizar el viaje histórico de 1492
financiado por la Reina Isabel La Católica y los comerciantes hermanos Pinzón,
viaje que culminó con el descubrimiento de un nuevo continente: América.

La siguiente etapa histórica en el desarrollo económico de la humanidad, es lo que


conocemos como la Revolución Industrial, y que da paso al capitalismo. El invento
de las maquinas para hacer el trabajo que anteriormente era hecho por los artesanos,
es el origen y la causa de una nueva forma de relación entre los dueños de éstas y
quienes las manejan; surge también la división del trabajo y con ello una nueva
división social: los dueños del capital o de las maquinas instaladas en las fábricas y
lo que no tienen ese capital y que sólo pueden ofrecer su fuerza de trabajo.

Al poco tiempo del surgimiento de este nuevo sistema económico de producción, es


decir, el capitalismo, aparecen sus teóricos, quienes habrán de identificar o descubrir
su ley fundamental: la oferta y la demanda, principio y fin de esta sistema de
producción.

La posición del Derecho frente a este nuevo orden cosas, fue el liberalismo
económico, y no podría ser de otra manera. Lo anterior, debido a que las normas de
Derecho existentes en la época, es decir, el derecho de los ciudadanos, y el derecho
de los comerciantes, no eran lo suficientemente amplios para alcanzar a abarcar
también la regulación jurídica de los mercados.

De hecho lo única ciencia que se dedicaba al estudio e identificación de sus leyes,


principios y fenómenos lo era la Economía; y entre tanto los capitalistas acuñaban
frente al Estado la frase de “dejar hacer, dejar pasar” como una forma de mantener a
éste alejado tanto de la posibilidad de regular las relaciones entre los diversos
actores de la economía capitalista, como de su posible participación en estas
actividades.

El surgimiento de los críticos al sistema capitalista de producción, como Carlos


Marx, Federico Engel, y Lennin, que sostenían que el Estado debía de intervenir en
la economía, no sólo regulándola mediante la expedición de leyes, sino siendo el
dueño de los medios de producción, para proporcionar a la clase obrera un mejor
pago y condiciones más humanas de trabajo, con sus teorías dan pie al surgimiento
del Derecho Económico, que surge primeramente en los Estados socialistas, y
posteriormente en aquellos que, como el nuestro, adoptan una posición mixta en
relación con la propiedad de los medios de producción, es decir, que pueden ser
tanto de los particulares como del Estado.

Así el Derecho Económico, no regula relaciones entre individuos, sino que surge
como respuesta a una necesidad de contar con disposiciones jurídicas que contengan
planes y programas de gobierno en materia de política económica; un instrumento
que guíe y marque el rumbo en el desarrollo y crecimiento económico de un país;
que corrija las desviaciones que de continuo y de manera natural genera el propio
sistema capitalista, de ahí que los contenidos este Derecho sean económicos dentro
de una estructura basada en principios generales del Derecho.

¿Cómo contribuye el derecho economico internacional al desarrollo economico


y social de los estados?
Como señala Michael Addo, si bien la perspectiva de derechos humanos del DIE,
por su propia naturaleza no puede compararse con sus similares de índole
estrictamente objetiva, se espera al menos que sus valores centrales sean
reconocidos al desarrollar y aplicar las normas propias de la disciplina. En realidad
la sinonimia de los derechos humanos con las nociones de libertad, justicia, rectitud,
Estado de derecho, dignidad, equidad y solidaridad es tan sólida, que debiera ser
tenida en cuenta por todo ámbito jurídico. Así, se convierte en un imperativo el que
los valores propios de los derechos humanos cuenten con un puerto seguro en el
DIE, ya que el rol cada vez más importante de esta disciplina es regular el
complicado escenario económico de las relaciones internacionales.
Una primera apreciación en la consideración de los derechos humanos en el campo
del DIE es evitar caer en el equívoco de pensar que la relación con éstos se da en la
esfera del derecho público; esto es en la relación entre instituciones de gobierno y
personas. Por el contrario, el ámbito económico cuenta principalmente con un
componente privado en el cual, las reglas del mercado son el principal motor; y por
tanto es un error abstraer la aplicación de los derechos humanos exclusivamente al
escenario gubernamental. Así, la rentabilidad en una economía de mercado es el
factor determinante de sus operadores, con lo cual los elementos de bienestar social
o individual son realmente periféricos en el proceso económico.
Lo que parece ser un éxito de los principios de libre empresa sobre otras formas de
ideología económica, ha supuesto una clara reticencia de los economistas a cualquier
tipo de orientación social del mercado, lo cual ha trascendido al ámbito normativo
internacional a través del DIE. Así pues, en el contexto global, si bien podemos
encontrar una cierta regulación al comercio, las inversiones o el flujo de capitales, lo
cierto es que en términos generales estamos ante un fenómeno de auto-regulación a
través de figuras contractuales de índole comercial, en donde pareciera no haber
espacio para contenidos propios de derechos humanos.
Como bien critica Philip Alston, el intento de exclusión de los derechos humanos del
proceso de creación del DIE es del todo reduccionista, pues los asuntos económicos
no existen en un mundo distinto al de las personas. Así, una de las primeras críticas
que puede hacerse al proceso creativo del DIE a través de varias de sus
organizaciones multilaterales —en el FMI, el Banco Mundial y la OMC— es la
miopía con la que algunos contenidos normativos y de aplicación suelen tratarse, al
no tomar en cuenta una dimensión realmente interdisciplinaria que incluye la acción
de los derechos humanos, del ambiente, del género, etcétera.
El error conceptual de fondo —como apunta Addo— está en considerar a la persona
humana como "lo otro", lo distinto, lo ajeno al DIE. Esta construcción es desde
luego, artificial, ya que no toma en cuenta el rol central del ser humano en la
economía, ya sea como consumidor o como trabajador, y es en cualquiera de esos
dos caracteres que el DIE está obligado a incluir elementos de derechos humanos en
sus normas y políticas públicas derivadas. Así, el derecho de la persona a ser
reconocido en una dimensión humana integral no puede en modo alguno ser aislado
de las decisiones normativas del DIE. Con ello, puede afirmarse que las disciplinas
relativas a los derechos humanos y a la economía son un binomio mediante el cual
debe dotarse a la sociedad de principios y normas justas de actuación.
A partir de esta aceptación del vínculo entre los derechos humanos y el DIE, es
factible reconocer los campos más visibles de incidencia de aquellos en éste. Así,
desde la perspectiva de trabajador, entre las manifestaciones más claras en el
ejercicio de los derechos humanos a ser tomadas en cuenta en la formulación del
DIE se encuentra: las formas contemporáneas de esclavitud; el régimen laboral en la
maquila; el abuso en el trabajo de los menores; las condiciones inhumanas de
trabajo; la discriminación de toda índole; el abuso en el trabajo por adelantos o
préstamos patronales. Desde el ángulo de consumidor, el ser humano está expuesto,
entre otras muchas conductas a: la falta de información relevante sobre los productos
y servicios que consume; el desarrollo de productos orgánicos e inorgánicos que
ponen en riesgo la salud; la falta de acceso a mecanismos legales ágiles para ser
indemnizados por la responsabilidad civil de productos defectuosos, etcétera.

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