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Los bienes fundamentales protegidos por el Derecho Penal son bienes jurídicos.
Sirven para limitar el poder punitivo del Estado en la medida en que la intervención del
Derecho Penal tiene que servir para proteger esos bienes jurídicos.
La puesta en peligro o lesión de un bien jurídico constituye la esencia de cualquier delito.
Solo se van a castigar penalmente conductas que lesionen o pongan en peligro un bien
jurídico.
El principio del bien jurídico coincide con el principio de ofensividad.
“Hay todo tipo de intereses sociales, pero los que interesan para su protección al Estado,
deben ser únicamente aquellos que se denominan bienes jurídicos.
Los bienes jurídicos a proteger por parte del derecho penal deben ser importantes para
toda la comunidad.” (Cairoli, El derecho Penal Uruguayo T. 1.)
“Los estados que estructuran tipos penales olvidando el concepto de bien jurídico, los
reducen a meras desobediencias de la norma, de modo tal que la pena deriva solo de una
violación al deber.
El único bien jurídico tutelado en estos casos es la autoridad y voluntad del Estado.
Es lícito que el estado imparta ordenes ceñidas dentro de los límites de sus atribuciones,
y claro está que el incumplimiento de ellas debe sancionarse, pero solo cuando esa
desobediencia causa un daño o peligro a bienes jurídicos de entidad.” (Zafaron, Raúl.
Informe final sobre derechos humanos y sistemas penales en América Latina. 1985.)
Lo que a veces sucede con este principio es que nuestros legisladores en lugar de tomar
intereses generales para proteger a través del derecho penal se inclinan ante intereses
privados para proteger cuestiones que solo le interesan a un reducido grupo de personas.
Esto sucede como dijimos anteriormente con el delito de hurto de señal de cable
establecido en los arts. 1 a 5 de la ley 17.520.
Principio de lesividad
El principio de lesividad o de protección exclusiva de bienes jurídicos guarda relación
con la moral, por lo que han de realizarse una serie de apuntes previos.
Tanto del derecho como la moral son ordenamiento normativos, aunque diferenciados
por su ámbito práctico.
La filosofía del derecho explica que la relación de los dos ordenamientos puede ser de
dos tipos:
Delitos de peligro
Aquellos tipos penales que no requieren la lesión de un bien jurídico, sino que basta con
que la conducta sea ponerlo en peligro (ej: delitos contra la seguridad del tráfico).
Como se ha dicho, quedan fuera las conductas que quedan dentro de la esfera privada;
pero por ámbito privado no debe entenderse que el delito sea cometido en la intimidad, en
el domicilio del autor y que, por eso, no deba regularse por el derecho penal.
El delito de violencia contra la mujer pareja (la “violencia de género”) puede cometerse en
el domicilio de los cónyuges y no por ello debe quedar fuera del ámbito penal.
Además, en este caso existe un “tercer” afectado, que es la mujer víctima de los malos
tratos.
En definitiva, el principio de lesividad exige que las consecuencias y repercusiones del
hecho sean socialmente relevantes, que se proyecten en la sociedad.
Algunos autores han vinculado esta idea al carácter secundario del Derecho Penal. Otros
consideran que todo ello no es más que derivación del carácter de última ratio legis del
Derecho Penal: las razones punitivas se configuran como última razón del ordenamiento
jurídico a las que solo hay que acudir cuando las demás resultaron ser insuficientes para
conseguir la convivencia.
Consecuencia → otra limitación.
El Derecho punitivo debe proteger únicamente bienes jurídicos más fundamentales para
los individuos y la sociedad y a éstos solo frente a los ataques más intolerables, lo que se
suele denominar como carácter fragmentario del Derecho Penal.
22/9/07
Criminología y política criminal
Por su parte la Política Criminal, como disciplina, incluye las intervenciones jurídicas y
extrajurídicas públicas y privadas que tienen como fin prevenir o reducir la delincuencia o
paliar los costes sociales derivados del delito. A la Política Criminal le corresponde
establecer los programas y decidir cuál es la mejor forma de intervenir respecto al
fenómeno criminal. A la criminología le interesa la aplicación de la política criminal y los
efectos de esa intervención. Hay que conocer los programas de intervención y sus efectos
para comprobar si los resultados se ajustan a los objetivos que se plantearon cuando se
decidió poner en marcha el plan de actuación. Además de esta información sobre los
programas y los efectos positivos y negativos, debe estar atenta a la planificación de los
programas de intervención en todos los ámbitos. Hay que atender a los programas de
intervención sobre el delito, sobre la víctima, sobre el delincuente y, también, sobre el
control social. Para la Política Criminal es importante tener presente que el fenómeno
delictivo es muy complejo y es difícil construir una política criminal que dé respuesta a
todos los imperativos y a todas las necesidades sociales.
Los principios rectores están recogidos por el Comité de Prevención y Control Penal de
1984. La Política Criminal debe sustentarse en principios democráticos, a pesar de que
pueda reorientarse en función de determinados fenómenos, como por ejemplo la guerra y
los atentados (Nueva York). Estos principios trataban de buscar la JUSTICIA PENAL,
además de la prevención y control del crimen. Son:
Cambios de estructura económica y social
Garantía del respeto de los derechos humanos
Tener en cuenta las estructuras que dan lugar a las injusticias
Criminalidad común y la que no es común
Sanciones: evitar las desigualdades. Los delitos contra el patrimonio no deben ser
castigados de forma desigual, de forma que aparejen mayores castigos hacia ciertos
sujetos.
Compensación a las víctimas
El sistema penal orientado a un desarrollo más equitativo
Mayor participación de la comunidad
Evaluación periódica de la política criminal
Búsqueda de otros sistemas alternativos
Contribución de los medios de comunicación social
Evitar la desigualdad social dado que al tener reflejo en la política criminal puede
llevar a una política represiva y discriminatoria.
Existe una relación entre ellos, cuando hablamos de una ciencia totalizadora del Derecho
Penal. Esto, a mi modo de ver es como una especie de cadena que funciona de la
siguiente manera: