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Edmond Marc

Dominique Picard

La interacción
social
Cultura, instituciones
y comunicación

«k
ediciones
PAIDOS
Barcelona-Buenos Aires-México
34 INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN

sino una estructura marcada por la cultura que influye en el proceso


de comunicación.
- Después, la escena donde juegan los interactuantes, este con-
cepto incluye la relación que les une, el «escenario» del encuentro,
la dinámica que lo impulsa (los motivos que reúnen a los protagonis-
tas, sus intenciones, esperas, la idea que se hacen los unos de los
otros, las estrategias comunicativas que desarrollan...).
- Hay también, el contexto institucional que determina el rol y
status de los interactuantes, las relaciones que se instauran entre
ellos, las normas que ordenan sus relaciones, las obligaciones estruc-
turales que pesan sobre ellos.
- Existen finalmente los rituales propios de cada cultura, que
proponen un sistema convencional de reglas que rigen las interac-
ciones sociales (se designa corrientemente como los-usos; las cos-
tumbres, la cortesía).
Todos estos elementos, constitutivos del contexto, influyen según
modalidades y diferentes grados en la comunicación. Sobredetermi-
nan los significados que son intercambiados entre los interactuantes.
Más profundamente, estructuran el proceso de comunicación y les
otorgan sus características específicas que dependen estrechamente
de las que definen la situación.

4. LOS MODELOS INTERLOCUTIVOS

La evolución entre los modelos que se han presentado lleva progre-


sivamente a destacar la dimensión interactiva y convencional de la
comunicación. Este punto de vista encuentra su más clara expresión en
las aproximaciones que introducen el concepto de interlocución en el
centro de su reflexión. Estas aproximaciones se sitúan en el encuentro
entre la lingüística pragmática y la psicología social.

1. Proponen la hipótesis de «un hecho relacional irreductible»


según la expresión de F. Jacques (1986, pág. 115) señalando que la
comunicación es la primera forma de reconocimiento entre los
hombres y el campo donde se funda la intersubjetividad antes de
toda apropiación personal.
En la palabra «intercambio» se expresa un principio de reciproci-
dad que sostiene las relaciones humanas. Para él, los interlocutores
están atrapados en una actividad de cooperación verbal donde son
inseparables; no se trata de una actividad común sino de una activi-
dad conjunta, ya que el enunciado de cada uno se apoya sobre el
enunciado del otro. F. Jacques muestra, por ejemplo, que «la refe-
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rencia al mundo no podrá ser adquirida más que en el espacio lógico


de la interlocución».
Afirmando la irreductibilidad de la reciprocidad relacional, anun-
cia la imposibilidad de pensarla a partir de sus componentes; hace de
la interlocución el concepto «primitivo» del que se derivan los con-
ceptos de «locutor» o «hablante» y «al que se habla» (considerados
asociados —en el acuerdo como en el conflicto— a la producción de
un solo discurso).
Su identidad se suscita por y en el dispositivo enunciativo: el «Yo»
(jé) no se descubre a él mismo más que en la «alocución» a «Tú»; es
en la palabra intercambiada donde el sujeto se reconoce por la
relación con los otros.
La interlocución aparece así como el proceso fundamental donde
se fundan, a la vez, la identidad de los interlocutores, los significados
que comparten y la comunicación. «La palabra —escribe aún
F. Jacques- no consiste en un juego de significaciones dadas. Es
necesario continuar pensando en ella en la dirección de una respon-
sabilidad intersubjetiva (...). Hasta el punto de que no es exagerado
afirmar que no existe significación, referencial incluso, más que por
un movimiento reglado que atraviesa todo significado dado» (1979,
pág. 388).

2. Estas posiciones han inspirado una reformulación parcial de


los modelos psicosociológicos de la comunicación.5 Se expresa a
través del concepto de contrato de comunicación que significa que
cuando los interlocutores entablan un intercambio, están de acuer-
do implícitamente sobre los principios y las reglas que constituyen
dicho intercambio.
«Comunicar es co-construir una realidad con la ayuda de siste-
mas de signos, aceptando un cierto número de principios que permi-
ten el intercambio y un cierto número de reglas que lo rigen-».
(R. Ghiglione, 1986, pág. 102).
Los principios invocados aquí son los siguientes:

a) El principio de pertenencia que permite a los individuos reco-


nocerse como interlocutores potenciales (en consideración a su
competencia lingüística, discursiva, comunicativa...).
b) El principio de contraactualización que marca el paso de una

5. Véanse los estudios de R. Ghiglione (1986), A. Trognon (1981). C. Chabrol


(1985)...
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situación potencialmente comunicativa a una comunicación real y


efectiva.
1
c) El principio de reciprocidad (ya evocado) que marca el recono-
cimiento del otro como interlocutor efectivo.
d) El principio de influencia que remite al hecho de que todo
intercambio comunicativo es portador de un «juego» en el que cada
interlocutor busca asegurarse el dominio compitiendo con su pa-
reja.

En cuanto a las reglas, son a la vez discursivas (las reglas que


presiden la construcción del discurso y el intercambio) y situaciona-
les (las que se derivan del status, roles y rituales socioculturales).

3. Esta perspectiva lleva a definir el concepto de interlocutor y a


concebir la comunicación como un encuentro dialéctico entre dos
procesos: un proceso de expresión donde un «Yo (/e)-enunciador» se
dirige a un «Tú-destinatario» y un proceso de interpretación donde
un «Tú-interpretante» se construye una imagen del «Yo (/e)-enuncia-
dor» (según la terminología de P. Charaudeau, 1983). Así la comuni-
cación entre dos interlocutores aparece de hecho como un inter-
cambio entre cuatro personajes.
Del lado del «Yo» (je) hay «el sujeto comunicante», el que actúa y
se expresa; pero existe también el «Yo (/e)-enunciador» que se pre-
senta con su propia palabra («Yo os digo que yo no estoy de acuer-
do») y que expresa sus intenciones; visto del lado del «Tú», represen-
ta la imagen construida de lo que es la intencionalidad del «Yo
(/e)-comunicante», realizado en el acto de expresión.
Del lado del Tú, existe el «Tú-destinatario» que es el interlocutor
«fabricado por el "Yo" (je) como destinatario ideal, adecuado a su
acto de enunciación» (y por el que el «Yo» [je] piensa que su
intención con la palabra es transparente como lo es para él mismo.)
Pero está también el «Tú-interpretante» que es un ser activo (inde-
pendiente de la imagen construida por el «Yo» [je] que se sitúa
en relación a ella, confirmándola o rechazándola); la interpretación
que se hace del «Yo (/e)-enunciador» y de sus intenciones no corres-
ponde necesariamente con las del «Yo» (je) (Charaudeau, 1983,
págs. 39-42).
Este desdoblamiento del «Yo» (je) del «Tú» ayuda a comprender
ciertas dificultades en la comunicación que tienden a la separación
entre la intención del anunciador y la interpretación del destinata-
rio, entre el sujeto enunciante y el sujeto tal como se introduce en su
propio discurso, entre el interlocutor imaginado y el real.
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La interlocución une a los sujetos comunicantes, a la vez, por un


contrato (que marca su aceptación de las reglas del juego comunica-
tivo) y por estrategias (que son la expresión del «juego» y de los
efectos que cada uno persigue en la comunicación).

Por consiguiente, desde los modelos técnicos a los modelos inter-


locutivos hemos llegado a precisar progresivamente las relaciones
entre comunicación e interacción; la perspectiva interaccional está
claramente expresada en esta reflexión de Birdwhistell: «Un indivi-
duo no comunica, sino que forma parte de una comunicación donde
él se convierte en un elemento (...)• En otras palabras, no es el autor
de la comunicación sino que él participa. La comunicación como
sistema no debe ser concebida bajo el modelo elemental de la acción
y la reacción. En tanto que sistema, debe abordarse como un inter-
cambio» (citado por Y. Winkin, 1981, pág. 75).
Esta obra se propone otorgar un contenido riguro-
so al concepto de interacción social, así como mos-
trar sus implicaciones y su alcance en el terreno de
la psicología, sin olvidar —claro está— sus aporta-
ciones en otras disciplinas como la antropología, la
lingüística, la etología, la sociología, etc. Pero, ¿qué
es en realidad la interacción social? Se trata de un
concepto que se ha convertido en básico para las
ciencias humanas y que ha permitido un cambio de
perspectiva y un destacado avance en numerosos
campos, como por ejemplo el estudio de las interac-
ciones precoces en psicología genética, el análisis
de los rituales en etología o psicosociología, el re-
torno a las relaciones cotidianas en sociología, la
etnometodología, etc. En todos estos dominios de
investigación, la noción de interacción añade fun-
damentalmente una nueva perspectiva epistemoló-
gica: sitúa en primer plano —en la comprensión de
los fenómenos humanos— los procesos de comuni-
cación y de información, los principios de causali-
dad circular y de retroacción, la consideración del
contexto y de la dinámica propia de cada sistema
relacional... De este modo, el libro presenta dife-
rentes aproximaciones y modelizaciones de los pro-
cesos de comunicación, e indica el modo en que la
cultura, las instituciones y los rituales sociales es-
tructuran y regulan estos procesos. Finalmente,
aborda ciertos campos de investigación en los que
la noción de interacción social se revela particular-
mente fecunda: el análisis conversacional, la comu-
nicación no verbal, las relaciones familiares, los
mecanismos de influencia...

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