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Desarrollo temático: vínculos, sexualidad y

amor con sentido.

1. Introducción

Los griegos, de quienes tenemos referencia conceptual, fueron los pioneros en tratar el tema con vehemencia
intelectual, estos comprendían que el amor era un tema denso y complejo, al punto de clasificarlo en varios tipos,
de los cuales citamos tres: el amor filia, que corresponde a nuestros parientes, familiares o filiales a quienes
damos un trato especial y un afecto cercano; el segundo tipo, es el eros, es decir, pasión, lujuria, atracción,
deseo, son diferentes ya que con aquellos a quienes les manifiesto el amor filia no opera el eros (por lo menos en
los ordenes mentales normales); y por último el amor agape, el oblativo, trascedente, donativo, que no espera
nada a cambio, este tipo de amor es de un nivel tan alto que un referente para él es Jesús, quien nos amo sin que
existiéramos aun y sin esperar nada a cambio. Así los griegos ponen un referente elevado de reflexión y clasificación
del amor. Nosotros en occidente poseemos un problema etimológico con el amor ya que amamos desde un paisaje, un
reloj, pasando por una mascota y llegando a nuestros padres, utilizamos el mismo referente conceptual. Aunque
parezca un tema minúsculo posee un poder narrativo tal que hoy en día las personas manifiestan más afecto a sus
mascotas que a sus parientes; entonces, al parecer el facilismo de nuestros vínculos nos lleva a tratar de encontrar el
afecto necesario de la manera más sencilla posible y este es uno de los argumentos que plantea Bauman (2009),
en su apartado numero tres sobre “La dificultad de amar al prójimo” en su libro Amor líquido, acerca de la
fragilidad de los vínculos humanos; que será tratado más adelante en este módulo formativo.

2. Mirada antropológica. Yepes y Aranguren

El ser humano necesita del vínculo, es su forma existencial por excelencia, de ahí que necesitemos herramientas
conceptuales y vivenciales para mejorar nuestros vínculos y relaciones; pues no tenemos escapatoria, somos
seres sociales, el desafío es conocer, reconocer, mejorar y proyectar vínculos con sentido que favorezcan la
calidad de vida de las personas y por ende de los profesionales en formación que la Universidad Católica de
Colombia está construyendo.

Nuestro primer vínculo es con la madre, desde el vientre se genera una relación sagrada, mística y compleja,
posteriormente con el padre y familiares. El niño al nacer manifiesta muchas emociones que no son propias y son
reflejos de lo que siente la madre o sus parientes, esto por las neuronas espejo que copian del otro aspectos que
se asumen como propios; es por este concepto tan novedoso y actual que en ocasiones al estar vinculados con
alguien que manifiesta aburrimiento, tristeza o melancolía se nos copia ese sentir y no comprendemos por qué
nos sentimos decaídos al finalizar el día; el poder de los vínculos determina en ocasiones mi sentir.

Algunos teóricos del amor y los vínculos manifiestan que esta etapa del primer vínculo afectivo va a determinar
los vínculos futuros y las necesidades y fortalezas afectivas. El psicoanálisis por ejemplo hace referencia a los
complejos de Edipo y Electra al referirse a esa búsqueda afectiva implacable de un padre o una madre; en este
aspecto no está del todo desorientado el psicoanálisis, puesto que si damos un vistazo a nuestros entornos
universitarios, encontramos con facilidad casos en donde las chicas buscan padres más que personas con las
cuales construir un futuro y cimentar familia, igualmente pasa en el caso de los hombres quienes buscan madr
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que los cuiden y los protejan, más que mujeres para cuidar y trascender en la vida. Esto no quiere decir que sea
una generalidad, pero es un aspecto a reflexionar en nuestras vidas afectivas, ya que, como veremos adelante
Bauman y Stenberg se referirán al mismo asunto, con el propósito de concluir que es necesario fortalecer, asumir,
curar, perdonar y trascender en nuestros primeros vínculos familiares para poder entablar y construir amor y
sexualidad con sentido.

Siguiendo ese camino de vínculos en la vida nos topamos con los amigos; Aristóteles en Ética a Nicómaco, divide
la amistad según el tipo de bien que se ame en el amigo: el placer que produce, la utilidad que nos reporta o el
amigo mismo. Solo el tercer tipo de amistad merece el nombre de amistad perfecta; este es otro apartado que
desafía a nuestra realidad, cuestionando el tipo de amistades que construimos, ya que en ocasiones se basan en
el placer al punto de ser amigos hedonistas o en la utilidad siendo amigos utilitaristas. Aquí Aristóteles pone el
dedo en la llaga al proponer como amistad solo aquella en donde el vínculo se acepta y acoge como don del
otro, en su complejidad.

Continuando con este camino del desarrollo humano en los vínculos llegamos al enamoramiento, etapa espléndida
y mágica que produce tres sentimientos: conmoción, alegría y amor. El primero es muy fuerte, por eso Ortega
y Gasset 1971, define el enamorarse “como una alteración psicológica de la atención” (p. 251). En el mismo
sentido, Yepes y Aranguren (2003) afirma:

No nos podemos quitar esa persona de la cabeza. Los enamorados de pronto estrenan el mundo, le dan nombres
nuevos, descubren significados donde antes tan solo había rutina. En una segunda fase, llamada noviazgo o lo nuestro,
los enamorados tienen por delante una primera tarea común: ver qué posibilidades reales hay de unir dos biografías
en una sola. (p. 205)

Se llega así al amor de pareja, vínculo que se establece en una etapa de madurez de las personas donde se
decide por alguien renunciando al resto de opciones afectivas que existen; parafraseando a Yepes y Aranguren
(2003), dos notas esenciales contiene aquél desde el inicio: la exclusividad y la perpetuidad, el uno con una y
él para siempre. Respecto a la exclusividad, no son necesarias muchas explicaciones, pues nadie que ame en
serio a su enamorada tolera a un tercero en su relación. Respecto a la perpetuidad, en el fondo no es más que
exclusividad a lo largo plazo. El modo de realizar la exclusividad y la perpetuidad dista de ser automático y fácil,
es un asunto de asumir las decisiones día a día sin olvidar la elección (aquellos aspectos únicos que esta persona
te proporciona en su complejidad), el compromiso y las renuncias.

Es preciso edificar el amor de pareja sobre la voluntad, o sea neo cortical y no amigdálico, es decir, no solo
sobre el sexo y el sentimiento afectivo, que es lo que comúnmente vemos en nuestros contextos y se olvida
que la vida sexual ocupa un lugar principal, aunque menos importante de lo que pareciera en un principio. Esto
se comprueba fácilmente al hablar con una pareja que lleve un buen tiempo juntos, construyendo, ya que de
seguro manifestarán que al comienzo los aspectos sexuales eran intensos, constantes e importantes y a medida
que la relación madura no pierde importancia pero comienzan a surgir otros aspectos a tener en cuenta como:
la comunicación, la protección, los proyectos juntos, los sueños a realizar entre otros; por tanto la vida sexual no
debe ser el baluarte sobre el cual construir un vínculo de pareja, ya que este pasará a otros niveles a medida que
la relación avance.

Es natural la tendencia a dejar tras de sí otro ser semejante a uno mismo, aquí nace otro nivel de vínculo, la
necesidad de eternizarnos a través de la fecundidad, descubrir la sexualidad como un poder creador inscrito en
la propia naturaleza, que provoca la aparición de una novedad absoluta. Dicha novedad es la persona humana,
cada persona, cada nuevo nacimiento, es la aparición de una realidad inédita hasta entonces. Es natural que a
ciertas edades juveniles no se desee la procreación, es sensato, ya que debe configurarse un ser humano maduro

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para poder brindarle a una nueva vida, un escenario de crecimiento y gratitud que redunde en plenitud de viday
existencia para la persona.

Existe un dilema al que se enfrentan nuestros jóvenes, ya que la sexualidad posee dos finalidades: el placer y la
procreación, la segunda se ve frenada por los métodos de planificación naturales (método sintotérmico) y artificiales
(hormonales, de barrera, dispositivos y definitivos) y se intuye que se realiza a fin de que la primera finalidad se
dé por completo. Los estudios frente a la satisfacción y el placer en el encuentro sexo coital muestran resultados
pesimistas; entonces queda una reflexión, al parecer en nuestra actualidad las dos finalidades de la vida sexual
con sentido no se cumplen, ya que no se promueve la fecundidad (por muchos aspectos que no se entrarán a
debatir en este módulo) y tampoco se llega al pleno desarrollo del placer que proporciona el encuentro con el
otro, por falta de educación en la dignificación del cuerpo y la trascendencia y sacralidad del encuentro sexual.

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La fecundidad de la persona humana pone un tema a tratar que no es fácil de tocar por la tradición moralista que
nos identifica, la masturbación, acto que visto por algunos sexólogos podría ser importante a la hora del autoconocimiento
sexual; pero desde otras ópticas humanas y trascendentes se considera como un acto egoísta, ya que niega la
oportunidad del encuentro con el otro y configura a la persona desde la autosatisfacción y el egoísmo de no
necesitar del otro para lograr este fin supremo de la existencia humana: dar vida.

Para dar algunas ideas fuerza que concluyan la importancia de la familia en la antropología, Yepes y Aranguren
(2003) dice:

Sin familia, el hombre no es viable, ni siquiera biológicamente. El hombre es un ser familiar precisamente porque nace
y muere indefenso. Una familia es algo que no puede desaparecer, aunque uno quiera. Todo hombre es hijo y nunca
deja de serlo. Ser hijo es incluso más radical que ser varón o mujer, porque indica el modo de originarse uno mismo. La
filiación es otra característica radical de la persona. Filiación significa: mi origen como persona son otras personas. No
tener familia trae consigo unas miserias, la más grave de ellas la miseria afectiva. (pp. 215–217)

El sentimiento es algo que nos pasa, es agradable si está, pero no es necesario. Puede haber amor sin sentimiento
y sentimiento sin amor. Sentir no es querer. El amor sin sentimiento es más puro, se centra más en el amado. Ese

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sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor puede llamarse afecto. El afecto es sentir que se quiere,
no hay afecto sin trato y el trato invita a que el sentimiento del afecto crezca. Pero además de afectos, el amor
tiene efectos que se manifiestan con actos, obras y acciones que testifican su existencia también en la voluntad.
Los afectos son sentimientos, los efectos son obra de la voluntad.

La decisión del amor en pareja es complicada pero las personas que optamos por la vida matrimonial, conyugal
o acompañada, estamos destinados a tener que tomarla en algún momento de nuestras historias de vida. Yepes
y Aranguren proponen algunas frases que ayudan en la reflexión en torno a esta decisión crucial, una de ellas
es la constante afirmación “es bueno que existas”, saber que lograr el mejor tú es el único modo en el que el
amante puede tener una vida que merezca la pena; una segunda frase es “siempre volveré a elegirte” esta es
una reafirmación constante a la decisión que ayuda a consolidar todos los días el compromiso; por último hace
una invitación hermosa a decir “gracias”, agradecer por el otro, en todo instante y en la complejidad de las
situaciones de pareja, la gratitud es un ejercicio de cuidado con mi conyugue, con mi amado, con mi exclusividad
y mi perpetuidad.

Para finalizar este apartado antropológico brindado por Yepes y Aranguren les propongo este ejercicio moral
para realizarlo de manera personal como una autorreflexión de nuestros vínculos afectivos: ¿eres capaz de amar
a alguien en su enfermedad, en la fealdad de un rostro deformado por el dolor o la edad?, ¿estás dispuesto a
amar a un fracasado en lo profesional, aunque en sus inicios pareciera anunciar un futuro brillante?, ¿y a alguien
que traiciona, o que discute, o que se equivoca?, es decir, ¿eres capaz de amar a la persona y no a sus aspectos
accidentales?

3. Mirada sociológica. El amor líquido Zigmunt Bauman

Los siguientes párrafos son reflexiones logradas gracias a la lectura del sociólogo Zigmunt Bauman, en su libro
Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, que proporciona una mirada actual de la crisis en
los vínculos, la sexualidad y el amor, dando además visos de líneas y herramientas prácticas que se deben llevar
para consolidar lo que ahora es líquido.

La sola metáfora ya es interesante, poner un término como el amor, que como reflexionábamos está degradado,
en un símil con estados de la materia, permite un análisis a la realidad que nos lleva a muchas preguntas interesantes,
como por ejemplo: ¿antes el amor era sólido?, ¿qué es entonces el amor sólido? (esta respuesta la dará Stenberg
en el siguiente apartado de estudio), ¿se puede llegar al amor gaseoso? y ¿cómo vivir el paso del amor líquido al
amor sólido?, entre otras que quedarán para la construcción de conocimiento de cada estudiante al querer dar
respuesta desde su experiencia de vida nutrido por los argumentos que brindaremos.

¿Qué es lo que emerge a medida que todo lo sólido se desvanece en el aire? el homo economicus, o más
precisamente el homo consumens, binomios que sintetizan su máxima aspiración de la obra de Bauman: lograr
un identikit cuyo motor es la reducción de todas las relaciones humanas a una lógica de costo-beneficio (2009,
pp. 64-72). Este argumento de poderes insospechados para el comportamiento humano pone bajo el ojo del
huracán un tema controversial, el capitalismo se ha encriptado hasta lo más profundo de nuestros arquetipos
antropológicos y se evidencian en las lógicas con que los vínculos se están estableciendo en la actualidad.

Hoy día medimos nuestras relaciones por los beneficios que produzca, un ejemplo cruel de esta manera de pensar
se encuentra en narrativas de aquellos que conversan sobre la posibilidad de tener un hijo y en ocasiones la

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respuesta de personas cercanas es “¿te has puesto a pensar cuánto cuesta tener un hijo hoy día?”; esta reflexión
nos lleva a preguntarnos si estamos referenciando o relacionando todo al dinero, producción, costos, beneficiosy
otros términos económicos y administrativos que deshumanizan los vínculos humanos.

Amor líquido es, entonces, un acercamiento a la realidad más inmediata de los sujetos modernos: el amor, la
sexualidad, la amistad, la solidaridad, las relaciones familiares, todos estos vínculos que van quedando presos
de una lógica social (costo–beneficio) que fragmenta y diluye las instituciones erigidas por la modernidad, hasta
dejar al individuo en una situación de inédita soledad. Este es el costo de llevar nuestros vínculos a la lógica del
consumismo, una soledad nunca antes referenciada; vivimos en el mundo más conectado de la historia de la
humanidad, pero como nunca antes, hemos vivido más alejados, virtualizados, aislados… solos.

Para Bauman los vínculos duraderos despiertan ahora la sospecha de una dependencia paralizante, no son rentables
desde una lógica del costo-beneficio.

Como es natural esto también afecta nuestra sexualidad, que una vez liberada del amor comprometido se condena
finalmente a sí misma a la frustración y la falsa felicidad. Ya lo dice Bauman (2009) “deseo y amor. Hermanos. A
veces, mellizos, pero nunca gemelos idénticos” (p. 24). Hoy día la confusión entre amor y deseo es común en
nuestros jóvenes; después de una noche de pasión creen que allí nació el amor, sin darse cuenta que hacen parte
de un negocio mercantil en donde la persona se convierte en objeto de almacén, y como el modelo capitalista
enseña se compra solo por tener y cuando se tiene ya no se utiliza; así que se reemplaza por el producto de moda
y así continua la cadena de mercado hasta agotar el inventario.

Lo preocupante son las implicaciones sociales, éticas y morales que este modelo de pensamiento actual traen
consigo: la soledad, el suicidio y la desconfianza. Bauman (2009) afirma “el mundo actual parece conspirar contra
la confianza” (p. 122). De igual forma la desestructuración familiar “tras haber abandonado su entorno familiar,
o tras haber sido expulsados de él, los refugiados tienden a ser despojados de las identidades que el entorno
definía, sostenía y reproducía” (p. 188). La banalidad de la sexualidad, el vacío existencial, el tedio afectivo, la
pérdida de la magia del eros purificado, entre otros muchos resultados.

Para resumir lo dicho en palabras de Bauman (2009):

Huérfanos de eros. Eros, podemos estar seguros, no ha muerto. Pero, desterrado del reino que le corresponde por
herencia, ha sido condenado a merodear y deambular, a vagabundear por las calles en una búsqueda interminable, y
por tanto vana, de refugio y cobijo. Ahora eros puede ser hallado en cualquier parte, pero en ninguna se quedará por
mucho tiempo. No tiene domicilio permanente. (p. 61)

En definitiva, como concluye Bauman, la soledad provoca inseguridad, pero las relaciones no parecen provocar
algo muy diferente, el círculo y el cuadrado son dos formas geométricas irreconciliables, y la incertidumbre, el
pánico y la angustia derivados son el caldo de cultivo para la acción de los agentes consultores de amor que
abundan en el mercado de los libros de autoayuda; sin darnos cuenta, estos libros buscan dar respuesta a una
pregunta que solo tenemos nosotros mismos desde la autorreflexión y la toma de decisiones con sentido de vida,
es la visión de esperar que las soluciones lleguen de afuera, es mejor que alguien nos dé respuestas y negarnos
al desafío de encontrarlas, es un camino de facilismos y hedonismos y no de esfuerzos y convicciones.

La vida líquida no persigue ningún itinerario fijo, las prácticas no son precedidas por un orden estable, al contrario,
la fluidez es la norma que rige un tipo de comportamiento consistente en especular sobre las mejores oportunidades.
Los compromisos se convierten en trabas, para este propósito. Es por ello que Bauman (2009) señala que la gente
habla cada vez más de conexiones en redes: “la proximidad virtual logra desactivar las presiones que suele

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ejercer la cercanía no–virtual” (p. 88). A diferencia de las relaciones, el parentesco, la pareja e ideas semejantes,
que resaltan el compromiso mutuo y excluyen o soslayan a su opuesto, el descompromiso, la red representa una
matriz que conecta y desconecta a la vez. En una red, conectarse y desconectarse son elecciones igualmente
legítimas. El hombre de la moderna sociedad líquida es, en definitiva, un sujeto más autónomo pero solitario.

La sexualidad, por supuesto, no es la excepción a esta regla. Desligada cada vez más de la reproducción, de sus
vínculos con el amor, la seguridad y la permanencia y de su papel de inmortalizadora gracias a la continuación
del linaje, ella es hoy más autónoma y sola que nunca. Se basta a sí misma y solo persiste en función de sus
gratificaciones. Pero la contracara es otra vez su liviandad, la insoportable levedad del sexo. Preocuparse por
el rendimiento no deja lugar ni tiempo para el éxtasis, y en ocasiones las charlas juveniles preguntan ¿cuánto
tiempo duraste en el sexo?, ¿cuántos orgasmos tuviste? El deseo de cuantificar para calificar desconociendo la
mística y la trascendencia del encuentro sexual.

Lo físico no conduce a lo metafísico, su misterio ha desaparecido, por lo tanto, arguye Bauman, sus promesas —
exaltadas por los medios— solo pueden quedar insatisfechas. La victoria del sexo en su guerra de independencia
ha sido, a lo sumo, una victoria pírrica. En definitiva, las agonías actuales del homo sexualis son las del homo
consumens. Se hace necesario una purificación del eros, que lo revalide y lo dignifique como lo plantea Benedicto
XVI en la encíclica Deus Caritas Est, comprendiendo el eros como una fuerza que nos eleva hacia la cercanía con
los aspectos divinos de nuestra existencia y su importancia en la felicidad del hombre; de ahí que la encíclica
invite a conectar, fusionar, integrar el eros al agape.

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Bauman (2009) afirma “puede ser un flechazo, amor a primera vista, pero debe trascurrir un tiempo, breve o
prolongado, entre la pregunta y la respuesta, entre la propuesta y su aceptación” (p. 36). Bauman comienza a
plantear caminos posibles para lograr lo sólido; el tiempo; aspecto casi olvidado en este mundo de instantáneos,
Bauman arguye que debemos darle tiempo a la vida afectiva, al amor, tener un espacio entre las propuestas y
las aceptaciones o negaciones a las mismas, la practicidad de la comida rápida nos infestó hasta en los vínculos
afectivos, olvidando lo dañino de este tipo de alimentos. Para hacer un comparativo metafórico con la vida afectiva,
podemos consumir comida “chatarra” que estará lista de manera instantánea, en cualquier esquina, pero si
preferimos podemos pasar a comida más alimenticia, más preparada, más elaborada, es decir que se demora
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más tiempo en ser procesada pero de seguro tendrá buen sabor y tu cuerpo lo agradecerá; así están las apuestas
en los vínculos sexuales actuales ¿tú decides que consumes?

Sin embargo, Bauman no pierde las esperanzas en revertir esta deshumanización, enfatizando la necesidad de
encontrar nuevos sólidos. Por ejemplo, enfatiza que un aspecto interesante de reevaluar en los vínculos afectivos
es el tema contractual, que viene por cierto de las mismas ideas capitalistas absorbentes; pero su análisis es
interesante ya que plantea que un contrato tiene un término y llegado el final se evalúa para reafirmarlo o cancelarlo,
esta idea fuerza es la que rescata para fortalecer los vínculos líquidos y pasarlos a sólidos. El amor de pareja debe
ser evaluado para tomar decisiones o reorientar la relación; en verdad la invitación es hacia una madurez afectiva
que fortalezca el vínculo, el diálogo, el carácter afectivo, la toma de decisiones con sentido, en definitiva la
trascendencia del amor en pareja.

La sociedad no puede existir en un estado gaseoso del amor, de hecho en el libro no se plantea por qué sería inviable
para la humanidad, más bien propone la necesidad de un tránsito hacia el amor sólido a través de la reafirmación
de los compromisos, la elevación y exaltación de la sexualidad en el hombre y la mujer, desgenitalizando el sexo
y comprendiendo la sexualidad desde una visión de unicidad entre cuerpo–sentimientos–trascendencia. La
construcción de vínculos con los tiempos necesarios y una invitación desafiante; bajo el reconocimiento histórico
que presenta a las mujeres como seres diseñados para el amor sólido y los hombres por tradiciones machistas
están diseñados para el amor líquido, la cual no puede convertirse en una justificación del género masculino ya
que este debe ser educado para formar una cultura de nuevas masculinidades que amen en sólido y rompan con
paradigmas estancados en el tiempo que no favorecen los vínculos trascendentes. Es por tanto una invitación a
que las mujeres eduquen a sus parejas en el amor sólido y así lograr un tránsito que permita una vida sexual y
afectiva con sentido.

4. Mirada psicológica. La triada del amor y los tipos de amor


desde el modelo de Robert Sternberg

Sternberg es uno de los teóricos del amor más influyente desde hace unas décadas, psicólogo estadounidense,
profesor de la Universidad de Yale y ex presidente de la APA; logró consolidar una teoría tríadica del amor en
1986 que aún es vigente, favoreciendo la comprensión del amor, de una manera simple y articulada, desde tres
componentes básicos, logrando complejizar su teoría al punto de responder a muchas de las inquietudes típicas
de quienes en algún momento hemos reflexionado nuestras vidas afectivas sin lograr una conclusión satisfactoria,
esperamos que este apartado brinde las respuestas a los interrogantes existenciales que el amor produce y que
además favorezca la interiorización de herramientas vivenciales para que el amor florezca de la manera más
acertada en nuestras vida.

La teoría se basa en tres componentes: intimidad, pasión y compromiso, cada unos de ellos comprendido de
unas maneras particulares, las cuales serán expuestas a continuación dando claridad cognitiva sobre su apuesta
epistemológica. Cada uno de dichos componente representa una variable fundamental en el vínculo amoroso
intentado abarcar tanto aspectos estructurales como la dinámica de los vínculos afectivos. Una de las ventajas
fabulosas de este modelo de pensamiento es que deja ver con facilidad el o los componentes que deben ser
trabajados para mejorar, por tanto se convierte en una teoría pragmática y eficiente para cualificar los vínculos y
realizar la evaluación periódica a la que invitaba Bauman en el camino para solidificar el amor.

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La intimidad implica cercanía, vínculo, confianza, sinceridad, respeto, seguridad, generosidad, lealtad, constancia,
comprensión, aceptación, conexión, afecto, preocupación por el bienestar por el otro, dar y recibir apoyo
emocional; se compone de tres características: compartir información personal, actitud favorable hacia el otro y
contacto físico y verbal. Como se puede ver es uno de los componentes más importantes que requiere de tiempo,
de construcción, de mucho encuentro y conocimiento interpersonal. Dichas características de la intimidad desde
Sternberg son cercanas a la amistad pura de Aristóteles, planteada en apartados anteriores; esta intimidad es un
desafío a comprenderse desde el cariño y el afecto cercano hacia el otro. De hecho es curioso que en los gráficos
que representan la triada del amor de Sternberg la intimidad se encuentre ubicada en la esquina superior del
triángulo; considero que no es casualidad, ya que a diferencia de los otros dos componentes este no se da de
manera instantánea o instintiva, como puede ocurrir con el compromiso y la pasión respectivamente.

Sternberg (2000) plantea diez elementos mínimos de los cuales consta la intimidad, los cuales se dieron como
resultado de investigaciones con la Doctora Susan Grajek, estos son:

1. Deseo de potenciar el bienestar del amado.

2. Sentirse feliz en compañía del amado.

3. Tener al amado en gran consideración.

4. Poder contar con el amado en momentos difíciles.

5. Comprenderse mutuamente.

6. Compartir todo con el amado.

7. Recibir apoyo emocional del amado.

8. Dar apoyo emocional al amado.

9. Comunicarse íntimamente con el amado.

10. Valorar al amado. (pp.18–20)

Este es en definitiva todo un itinerario de trabajo en pareja para mejorar en los aspectos concernientes de la intimidad.
A fin de realizar una conexión con la clasificación griega se podría decir que la intimidad está cercana al amor filial.

La pasión, según Sternberg (2000) “es un estado de intensa nostalgia por la unión con la pareja. La pasión es en
gran medida, la expresión de deseos y necesidades, tales como la autoestima, la afiliación, el dominio, la sumisión
y la satisfacción sexual” (p. 22). Para realizar una conexión con la clasificación griega se podría decir que la pasión
esta cercana al amor eros.

Benedicto XVI 2005 dice:

Los griegos —sin duda análogamente a otras culturas— consideraban el eros ante todo como un arrebato, una “locura
divina” que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido
por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta. El eros se celebraba, pues, como fuerza divina, como
comunión con la divinidad.

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Esta definición del eros es en definitiva una invitación a purificar el concepto y no limitarlo a un terreno netamente
corpóreo y genitalizado sino elevarlo a un término espiritual, como lo hacen los orientales desde el sexo tántrico.

La pasión desenfrenada o el eros ebrio e indisciplinado, no es elevación o éxtasis hacia lo divino, sino caída,
degradación del hombre, como lo planteaba Bauman con el amor líquido. Resulta así evidente que el eros necesita
disciplina y purificación, formación integral desde las universidades, para dar al hombre, no el placer de un
instante, sino un modo de hacerle preguntar en cierta manera lo más alto de su existencia, esa felicidad a la que
tiende todo nuestro ser; es en síntesis un placer que no es de este mundo.

Parafraseando la Deus Caritas Est, el eros, degradado a puro sexo, se convierte en mercancía, en simple objeto
que se puede comprar y vender, más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía; aquí vemos la unión
paradójica de dos modelos de pensamiento del amor; el amor líquido de Bauman y el Eros purificado de
Benedicto XVI, ya que para Bauman la degradación del homo sexualis está en su estrecha relación actual con el
homo consumens.

La aparente exaltación del cuerpo puede convertirse muy pronto en odio a la corporeidad, como se evidencia en
la actualidad donde los jóvenes le dan una importancia tal al cuerpo que solo en esta época tiene tanta relevancia
con enfermedades como la anorexia, la bulimia, vigorexia, ortorexia entre otras; el llamado es a asumir nuestro
cuerpo con amor y entender que la naturaleza de lo físico es inevitablemente la vejez; es una batalla perdida, que
solo se puede ganar en la medida en que nos valoremos con lo que tenemos y aceptemos lo que no poseemos.

Para finalizar este apartado de la pasión y el eros, ciertamente, el eros quiere remontarnos en éxtasis hacia lo
divino, llevarnos más allá de nosotros mismos, pero precisamente por eso necesita seguir un camino de ascesis,
renuncia, purificación y recuperación.

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El último y no menos importante componente de la triada del amor es la decisión y el compromiso, la decisión
entendida a corto plazo y el compromiso a largo plazo; este componente asusta a nuestros jóvenes y a muchos
adultos, puesto que nos educaron en una lógica del no compromiso, del asumirnos en irresponsabilidades; el
temor al compromiso es el temor a madurar y a evolucionar, ya que si no nos adaptamos al cambio seremos
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especies sin evolución desde una mirada darwiniana; aspecto que se evidencia en familias donde los padres
viven con hijos mayores de edad, que nunca asumieron la responsabilidad de la independencia, anclando su
desarrollo personal y su autorrealización.

La decisión se asume de manera responsable en la medida en que seamos conscientes de nuestras renuncias; es
decir, si decido estar con una persona debo asumir con claridad que estoy renunciando al resto, aunque el resto
me guste, mi decisión debe ser bien asumida y respetada; el compromiso no es más que el cúmulo de decisiones
bien tomadas y la reafirmación de cada decisión a lo largo del tiempo.

Después de ver cada componente de la triada del amor de Robert Sternberg, pasamos ahora a una tipificación
de siete amores, en donde se relacionan los componentes, lo que favorece la comprensión de las distintas clases
de amor que encontramos en la vida cotidiana. Primero explicaremos los tipos de amor que solo poseen un
componente, es decir, donde solo hay intimidad, pasión o compromiso, luego se comenzará una combinación
que permite ver amores que contienen dos componentes y por último se expondrá el amor consumado o amor
sólido en donde viven los tres componentes (intimidad, pasión y compromiso).

1. Agrado o cariño (intimidad)


Sternberg (2000) explica:

El término agrado no se emplea aquí en un sentido trivial, para describir simplemente los sentimientos que se tienen
hacia los conocidos más o menos ocasionales, sino aquellos que se dan en el seno de relaciones que se pueden
catalogar como de autentica amistad, experimentando proximidad, vínculo y calidez hacia el otro. (p. 30)

2. Encaprichamiento (pasión)

El encaprichamiento se suele manifestar, aunque tiende a ser más fácil de advertir para los demás que para
quien lo vive. Un encaprichamiento puede surgir casi instantáneamente y disiparse con la misma rapidez. En
general, los encaprichamientos conllevan un alto nivel de excitación psicofisiológica y síntomas orgánicos.

3. Amor vacío (decisión/compromiso)

Sternberg (2000) explica:

Puede encontrarse en las relaciones de pareja estancadas, que han funcionado durante más o menos años, pero que,
al final, han perdido tanto la implicación emocional mutua como la atracción física. Aunque en nuestra sociedad el
amor vacío casi siempre constituye la etapa final de una relación a largo plazo, en otras puede constituir la primera.
Aquí vacío denota una relación que, en el futuro, puede llegar a desarrollar un cierto nivel de pasión e intimidad y que,
por consiguiente, se identifica más con un principio que con un fin. (p. 32)

4. Amor romántico (intimidad + pasión)

Se trata de un agrado, pero con un elemento añadido: la excitación generada por la atracción física. En ese tipo
de amor el hombre y la mujer no solo se sienten atraídos físicamente, sino también unidos emocionalmente. Se
trata, ni más ni menos, del amor romántico que podemos encontrar en las obras clásicas de la literatura. Son
las típicas relaciones que pasan de la amistad a algo más intenso y sexuado, pero que corren el riesgo de no
durar porque no poseen compromiso, por tanto son fogonazos de excitación sin trascendencia. En ocasiones
los jóvenes idealizan este tipo de amores, gracias a Hollywood y sus películas y algunos cuentos románticos,
pero hay que recordar que el amor de Romeo y Julieta fue un amor de tres días y seis muertos.
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5. Amor de compañía–sociable (intimidad + compromiso)
Se trata fundamentalmente de una amistad comprometida a largo plazo, una relación que se suele dar muy
a menudo en los matrimonios en los que la atracción física —una de las principales fuentes de pasión— se
ha extinguido.

6. Amor necio–fatuo (pasión + compromiso)


Sternberg (2000) explica:

Es el tipo de amor que en ocasiones asociamos a noviazgos relámpago, en los que una pareja se conoce hoy, se jura
amor eterno y se casa de inmediato. Es un amor necio en el sentido de que ambos se comprometen mutuamente
sobre la base de una pasión sin el elemento estabilizador que supone la implicación íntima. Teniendo en cuenta que
la pasión se puede desarrollar de una forma casi instantánea, pero no la intimidad, las relaciones que se fundan en el
amor necio no suelen durar demasiado tiempo. (p. 35)

7. Amor consumado o amor sólido (pasión + compromiso + intimidad)


Alcanzar un estadio de amor consumado es análogo, en parte, a cumplir la meta que nos hemos propuesto en
un programa de pérdida de peso: conseguir el peso ideal casi siempre es más fácil que conservarlo. Lograr un
amor consumado no garantiza que este haya de perdurar en el tiempo, uno puede darse cuenta de la pérdida
que ha sufrido cuando ya es demasiado tarde; por tanto es un trabajo de auto referenciarse constantemente
y preguntarse qué componente necesita especial cuidado. Este amor puede lograrse y no es tan idealizado
como se pensaría, requiere entrega, esfuerzo, trabajo, magia, locura, mística entre otros aspectos, lo más
importante es recordar que un vínculo afectivo debe dignificar, debe promover el crecimiento personal, la
autorrealización y sobre todo la felicidad con sentido que proporciona el amor.

Figura 1. Triángulo del amor


Fuente: Sternberg, R. (S.f.).

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Después de este exposición amplia sobre los vínculos, la sexualidad y el amor con sentido esperamos que tengan
más inquietudes que respuestas, ya que la intensión es propiciar en el estudiantado interrogantes frente a sus
decisiones afectivas y cómo estas determinan el sentido de vida y existencia; confiamos haber proporcionado
herramientas conceptuales, vivenciales y existenciales que se vean reflejadas en la vida cotidiana y que ayuden a
consolidar una vida universitaria con sentido.

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Resumen

Este módulo formativo comienza con una introducción que presenta algunas nociones básicas griegas del amor
con sus clasificación: filia, eros y agape; realizando una contextualización del amor en nuestros días y su importancia
como tema formativo en la vida universitaria; cuestionando el uso de la palabra amor para nosotros en mundo
occidental. Seguidamente se contextualiza la conexión de los anteriores módulos formativos con este.

La mirada antropológica invita a una reflexión en torno a la necesidad del vínculo para la existencia del ser humano
y el desarrollo de los diferentes vínculos a través de la historia de vida de una persona; pasando por la madre, el
padre, los parientes, realizando un análisis e invitación a asumir, fortalecer, curar, perdonar y trascender en los
vínculos con la familia ya que serán definitivos en la autorrealización de la vida afectiva. Posteriormente se reconoce
la amistad desde la visión y clasificación de Aristóteles, el enamoramiento desde Ortega y Gasset y llegando al
amor en pareja, la fecundidad como expresión de eternización en la historia de la humanidad, reflexionando
alrededor de los anticonceptivos y la masturbación; además de explicar la importancia de la familia, el amor
dádiva y el amor necesidad, afectos y efectos del amor, la decisión de amar en pareja y el reto moral de amar.

En las líneas escritas del Amor líquido de Zigmunt Bauman que corresponden a una mirada sociológica se comenta
la metáfora planteada por el autor, dándole al amor una mirada de estados de la materia, que son desafiantes
para nuestros ambientes universitarios; así como la idea fuerza de su libro que corresponde a la reflexión en
torno a relacionar los vínculos humanos con la mirada capitalista de costo–beneficio. Así se llega a la definición
de qué es el amor líquido y sus implicaciones morales, éticas y sociales. El módulo favorece la reflexión frente
a la diferencia entre el deseo y el amor y la humanidad huérfana del eros, seguidamente se analiza el aumento
creciente de los libros de autoayuda afectiva, la virtualidad de las relaciones, la cuantificación para la calificación
del amor, lo físico que no conduce a lo metafísico, para llegar a algunas ideas de la carta encíclica de Benedicto
XVI Deus Caritas Est frente al eros purificado y la pregunta estratégica ¿tú decides qué consumes?

Terminando la asignatura llegamos a las mirada psicológica dada por Robert Sternberg y su teoría de la triada
del amor, donde muestra los tres componentes sustanciales: intimidad, pasión y compromiso; además de su
clasificación en siete tipos de amor que describen con facilidad nuestra realidad afectiva y brinda herramientas
para trabajar en el objetivo de un amor consumado o sólido, como diría Bauman.

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Glosario

Afecto: Ese sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor, puede llamarse afecto. El afecto es
sentir que se quiere. Los afectos son sentimientos, los efectos son obra de la voluntad.

Agrado: Sternberg (2000) afirma:


“el término agrado no se emplea aquí en un sentido trivial, para describir simplemente los sentimientos que se tienen
hacia los conocidos más o menos ocasionales, sino aquellos que se dan en el seno de relaciones que se pueden catalogar
como de autentica amistad, experimentando proximidad, vínculo y calidez hacia el otro” (p. 30).

Amistad: Aristóteles en Ética a Nicómaco divide la amistad según el tipo de bien que se ame en el amigo:
el placer que produce, la utilidad que nos reporta o el amigo mismo. Solo el tercer tipo de amistad merece el
nombre de amistad perfecta.

Amor: Desde los griegos esta categorizado en filia, eros y agape. El amor es querer un bien para el otro, a
este tipo de amor Yepes y Aranguren lo definen como el amor dádiva o benevolente y al amor que surge del
deseo lo define como amor necesidad.

Amor líquido: Es, entonces, un acercamiento a la realidad más inmediata de los sujetos modernos: el amor,
la sexualidad, la amistad, la solidaridad, las relaciones familiares, todos estos vínculos que van quedando presos
de una lógica social (costo–beneficio) que fragmenta y diluye las instituciones erigidas por la modernidad, hasta
dejar al individuo en una situación de inédita soledad.

Enamoramiento: El enamoramiento, produce tres sentimientos: conmoción, alegría y amor. Ortega y


Gasset (1971) definen el enamorarse como una alteración psicológica de la atención.

Eros: Benedicto XVI 2005 dice:


“Los griegos —sin duda análogamente a otras culturas— consideraban el eros ante todo como un arrebato, una ‘locura
divina’ que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido
por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta. El eros se celebraba, pues, como fuerza divina, como
comunión con la divinidad.

Filiación: La filiación es otra característica radical de la persona. Filiación significa: mi origen como persona
con otras personas.

Pasión: Según Sternberg (2000):


“es un estado de intensa nostalgia por la unión con la pareja. La pasión es en gran medida, la expresión de deseos y
necesidades, tales como la autoestima, la afiliación, el dominio, la sumisión y la satisfacción sexual” (p. 22).

Perpetuidad: La perpetuidad, en el fondo no es más que exclusividad a lo largo plazo.

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Bibliografía

Bauman, Z. (2009). Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica.

Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica. Deus Caritas Est. Italia: Libreria Editrice Vaticana.

Ortega y Gasset, J. (1971). El amor en Stendhanl. En Estudios sobre el amor. Barcelona: Salvat.

Sternberg, R. (2000). La experiencia del Amor. La evolución de la relación amorosa a lo largo del tiempo.
España: Paidós.

Yepes, R. y Aranguren, J. (2003). Fundamentos de Antropología: Un ideal de la excelencia Humana. España:


ediciones Universidad de Navarra.

Infografía/webgrafía

Sternberg, R. (S.f.). El triángulo del amor (imagen).


Recuperado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_triangular_del_amor

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