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Tema Nº 3: EDUCACIÓN SEXUAL EN LA ADOLESCENCIA

" Y entonces creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; a imagen de Dios los creó; varón
y mujer los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles: - Crezcan multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno " (Génesis 1, 27-28,31).

3.1. INTRODUCCIÓN. Una de las consecuencias más significativas de las transformaciones corporales
y psicológicas de la pubertad y la adolescencia es aquélla relacionada con la sexualidad. Durante esta
etapa los jóvenes experimentan cambios que los conducen hacia el descubrimiento de su propia
sexualidad, así como de su imagen corporal. La sexualidad cobra, entonces, un valor nuevo y
significativo ya que la manera cómo cada adolescente la vive, psicológicamente determinará el
desarrollo de su vida futura.

3.2. PARA HABLAR DE SEXUALIDAD. Para ser personas, personas auténticas, tenemos que
relacionarnos con los demás en un encuentro profundo; ahora bien, el encuentro con los otros se vive
gracias al lenguaje de nuestra sexualidad. La sexualidad condiciona la vida entera del ser humano en
toda su existencia. Todas nuestras relaciones, incluso la relación con Dios, están teñidas de sexualidad,
porque la sexualidad es el lenguaje del amor.
Al hablar de la sexualidad existen dos actitudes extremas e inadecuadas: la moralista y la
irresponsable.

La primera enfatiza un aspecto prohibitivo y culpabilizador. Desde esta actitud se ve la sexualidad como
"tabú", como un tema espinoso del cual es mejor no hablar y como una realidad que sólo se puede vivir
con base en una intrincada maraña de inhibiciones, normas y advertencias.
Como lo prohibido se vuelve llamativo, tal actitud sólo consigue que uno busque información sexual en
lugares desde todo punto de vista inadecuados (grupos de compañeros, publicaciones pornográficas,
conversaciones de doble sentido, etc.) y favorece el surgimiento de experiencias sexuales precoces.

La segunda actitud asume que lo relativo a la sexualidad es completamente "natural" y que, por tanto,
todo está permitido y todo se aprovecha. Se cae así en un libertinaje irresponsable según el cual la
sexualidad no se construye seriamente, sino que se vive al ritmo de los instintos de los más primitivos
impulsos.

Cualquiera de las dos actitudes es inadecuada.

Para abrirnos a una concepción profunda de la sexualidad, necesitamos ante todo partir de una
definición amplia que nos ayude a superar la visión recortada de la sexualidad que se nos ha dado del
ambiente social.

3.3. DEFINICIÓN DE SEXUALIDAD. La sexualidad la entendemos como el conjunto de formas de


pensar, sentir, actuar y relacionarse que caracterizan a las personas en relación con el sexo al que
corresponden. Esto significa que la sexualidad es todo lo que nos hace bien hombres o bien mujeres.
Somos seres sexuados desde los pies a la cabeza.

Para el varón la sexualidad es la que hace que sienta, piense, desee, actúe como varón; para la mujer,
la que hace que sienta, piense, desee, actúe como mujer. Todo nuestro ser está sexuado; cada parte de
nuestro cuerpo, nuestra mente, las relaciones que tenemos con las demás personas, todo está lleno de
una energía vital que nos identifica, que nos hace únicos.
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3.4. DIFERENCIAS ENTRE SEXO, SEXUALIDAD Y GENITALIDAD. Por lo indicado líneas arriba, es
necesario que distingamos entre estos tres conceptos diferentes:

3.4.1. SEXO. Podemos definir la palabra sexo como "la diferenciación anátomo-fisiológica entre dos
personas desde el momento de la concepción: hombre y mujer (sexo masulino y femenino)"; es decir,
como aquellos caracteres diferenciales que éstas personas presentan tanto a nivel de sus órganos
reproductivos y de todo el cuerpo, desde el momento del nacimiento.

Resulta claro, entonces, que hablar de sexualidad no es hablar de sexo, por cuanto el sexo es de
carácter eminentemente biogenético y la sexualidad es de nivel psíquico, social y cultural..

3.4.2. SEXUALIDAD. La sexualidad es un factor que trasciende la caracterización anatómica y


fisiológica de cada sexo ya que es de carácter esencialmente psico-social y cultural. En este sentido, se
define este concepto como "el conjunto de condiciones psíquicas, culturales y sociales que caracterizan
a que cada sexo establezca interrelaciones de comunicación y de vida a todo nivel”.

En este sentido, la diferencia entre sexo y sexualidad le otorga al ser humano una particularidad muy
especial respecto del reino animal, por el que éste se desarrolla solamente dentro de los parámetros
fisiológicos, biológicos y reproductivos con relación a su sexo; mientas que sexualidad una energía que
recubre todo nuestro ser, es decir, la manera de vivir nuestro sexo que comprende el ámbito de todas
nuestras expresiones y sentimientos.

3.4.3. GENITALIDAD. La genitalidad, en cambio, está limitada a una parte específica de nuestro cuerpo,
nuestros órganos genitales. Tiende a la cópula, a la unidad genital y su objetivo inmediato es la
búsqueda de placer.

Para el animal sólo existe la genitalidad, él realiza la cópula con el fin de conservar la especie. Pero el
ser humano es un ser sexuado y está en capacidad de hacer de la mera relación genital un acto sexual,
una expresión profunda de amor incondicional hacia alguien con quien se ha querido compartir la vida
entera. La sexualidad del hombre no se limita a procrear, no se agota en la satisfacción de instintos
primarios ni en la búsqueda egoísta de placer. La sexualidad humana es un lenguaje de amor, una
expresión honesta y fiel de compromiso.
Por eso, las relaciones genitales que se tienen con una prostituta o las que se viven por curiosidad o
impulso, están muy lejos de ser expresión de sexualidad verdaderamente humana.

3.5. LA VIVENCIA DE LA SEXUALIDAD. En la vivencia de la sexualidad me encuentro con alguien


distinto de mí, con alguien que siente y piensa de una manera diferente a como siento y pienso yo; me
encuentro con el otro al que no puede utilizar ni dominar. Me encuentro con el otro sexo que tiene
características diferente a las de mi propio sexo.
La mujer es: El hombre es:
- más tierna
- más sentimental
- más detallista
- acogedora
- miedosa ante el peligro
- necesitada de protección
- más frío
- más racional
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- más práctico
- poseedor
- temeroso ante el dolor
- protector y defensor

La sexualidad es, por tanto, algo común, algo que vivimos cotidianamente en el encuentro sencillo con
los demás y, especialmente, en el encuentro con el otro sexo. Por eso, la sexualidad no es algo para
ocultar, es necesario que miremos nuestra sexualidad para que nos haga conscientes de la manera
como la estamos viviendo.

3.6. LA MISTERIOSA FASCINACIÓN DEL SEXO


Una de las primeras consecuencias de las transformaciones orgánicas que suceden en el adolescente,
es la curiosidad creciente por las cosas relacionadas con el sexo. Los adolescentes buscan
informaciones preferentemente fuera de la familia, en revistas, libros, diccionarios y sobre todo en las
conversaciones con los compañeros (as).
En los encuentros juveniles, vuelven a plantear y replantear el mismo tema de la amistad entre chicos y
chicas, como si fuera un tema nuevo y como si nunca estuviesen satisfechos de lo que saben.
Necesitan satisfacer esta inquietud y curiosidad, estimulados por el ambiente erotizado, pero sobre todo,
por las necesidades internas y por la atracción que ejerce el sexo opuesto.
Es mejor buscar la información en la familia o educadores prudentes y autorizados, que en compañeros
o publicaciones poco serias o mal orientadas que convierten la sexualidad en algo sucio, inmoral o en
fuente de lucro.
El problema se hace tormentoso hoy, por la prolongación del tiempo de la adolescencia. Entre la
madurez sexual biológica adolescencial y el matrimonio, pasan casi diez años. Durante este tiempo
habría que madurar las otras dimensiones del adolescente: el equilibrio psíquico, la capacidad de un
compromiso duradero, una posición social, etc. que permita terminar con la inseguridad para
desembocar en el matrimonio o estado de vida definitivo.
Sucede, en cambio, que se anticipan prematuramente las relaciones sexuales, interrumpiendo así el
desarrollo de los sentimientos y sobre todo del amor personal.
Sería normal que las uniones sexuales se realizasen en un contexto de amor, como signos de una
entrega personal, de un compromiso auténtico para una vida en común, no provisoria sino definitiva.
La amistad entre una chica y un muchacho es preciosa por el enriquecimiento recíproco que proviene
del encuentro entre dos psicologías.
Lamentablemente, en nuestra sociedad machista, la satisfacción sexual precede al amor y está muy
lejos de ser un signo de madurez. Los jóvenes que saben esperar y viven, sin anticipar el contacto
sexual, tienen más interés y más tiempo para desarrollar un tipo de ser humano maduro en todas sus
dimensiones.
Adquieren, con esta difícil espera, un dominio más seguro sobre sus impulsos, y sobre todo una correcta
concepción de la mujer, considerada como persona y no como medio u ocasión para un barato placer.
3.7. UN LARGO CAMINO HACIA EL AMOR
Para el adolescente, constituye un verdadero desafío y una prueba de valor, madurar un verdadero
amor. Los tres elementos fundamentales de amor integral no se desarrollan contemporáneamente. Las
dimensiones, sexual, erótica y personal, tienen momentos distintos. Podríamos indicar este orden
sucesivo, de esta manera:
1. La maduración sexual que se realiza en la pre-adolescencia o pubertad.
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2. El enamoramiento por el cual una persona adquiere un sentido especial de atracción y llega a ocupar
todo el campo de interés y de preocupación.
3. El amor personal, único y definitivo.

El enamoramiento tiene además estas tres subfases:


a) La atracción genérica hacia cualquier representante del sexo opuesto.
b) El interés por un tipo especial de varón o mujer, quedando a la zaga los tipos que no corresponden a
los gustos o sensibilidad propia. Y finalmente:
c) El enamoramiento por una persona que se considera el ideal insustituible para toda la vida.
Con esta tercera fase, estamos ya en el umbral de un verdadero matrimonio o compromiso definitivo con
una sola persona.
Cuando, después de un vaivén de sentimientos, se llega al amor personal y definitivo, un amor por el
cual se ama al otro por "lo que es" y no sólo por "lo que tiene" por su persona y no por sus cualidades,
etc. el amor alcanza su madurez y los novios pueden pensar seriamente en un compromiso definitivo.

3.7.1. La famosa prueba de amor


Sucede que, después de los primeros encuentros, el varón, impaciente, ya se atreve a pedir a la
muchacha que le dé una prueba de amor. La estrategia es casi siempre la misma: "sí me quieres de
veras, si nos queremos los dos, ¿qué nos impide demostramos este amor? ¿No es esto lo más natural y
normal, dado que somos espíritu y cuerpo?".
La chica que, a su vez, está enamorada, no siempre sabe resistir a esta propuesta. Puede pensar que, si
no le concede esta satisfacción, el muchacho podría pensar que es una egoísta o frígida, incapaz de
amar integralmente. Pero, sobre todo, teme que el muchacho se enoje con ella, que se canse de
buscarla inútilmente y la abandone, para irse con otra, quizá más liberal.
Sucede, pues, que la "prueba de amor se convierte en la mayor parte de los casos, en una prueba de
inmadurez, de egoísmo y de mutuo engaño”.
El muchacho piensa casi únicamente en satisfacer su tensión o deseos sexuales, no se preocupa
exactamente del bien de la chica; y la muchacha, por parte suya, incapaz de esperar un amor maduro y
personal y por temor de perder a su enamorado, le concede la "supuesta" prueba de amor.
El machismo imperante en nuestra sociedad, por no decir en toda Latinoamérica, hace que a la chica ni
siquiera se le ocurra pedir a su vez una prueba de amor. También ella, por ser igual en dignidad e
igualmente comprometida en el amor que no es solamente dar sin recibir, tiene pleno derecho de exigir a
su vez una prueba de amor.

3.7.2. La verdadera prueba de amor


La prueba de amor del varón y de la mujer coinciden perfectamente. Si amar es querer el bien del otro,
superando el egoísmo por el cual se utiliza al otro por intereses y fines propios, habría que preguntarse:
¿qué le hace bien al muchacho?
Para el varón, la espera y la renuncia a una inmediata o precoz relación sexual es condición de madurez
y signo de virilidad. El matrimonio, se supone, es un compromiso con una sola persona y a tiempo
indeterminado, es decir, por toda la vida.
Únicamente un hombre que sea hombre de veras, dueño de sí mismo y capaz de asumir una tal
responsabilidad se puede comprometer seriamente con la esperanza de realizar su promesa.
Está demostrado que una espera difícil y dura, condiciona una verdadera madurez en el amor.
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¿Qué le hace bien a la muchacha? Aprender a amar de veras. No es amor servirse de un varón para
salir de su soledad, o para ser madre y, menos aún, comprometerlo, aprovechando, con sus encantos,
de la debilidad del otro, que siente más fuertemente los estímulos sexuales.
La prueba de amor coincide en lo mismo: esperar y madurar para que el amor se desarrolle y se integre
con todos los elementos esenciales.
Asegurada la maduración sexual, el sentimiento de amor o enamoramiento tiene que definirse,
estabilizarse y asegurarse de que no sea provisorio o superficial. La edad tiene su importancia en el
campo sentimental, porque una cosa es enamorarse a los quince o dieciséis años y otra a los veintidós o
veinticinco.
Para el hombre se necesita más tiempo que para la mujer, para llegar a un amor personal y a un
compromiso definitivo.

3.7.3. El difícil control del cometa o volantín


La crisis es, ante todo, un período de inseguridad, una encrucijada que pone al sujeto en la necesidad de
decidirse para una dirección u otra.
El adolescente vive esta crisis que empieza con una serie de conflictos con los padres. No soporta más
que se le trate como a un niño, que no se le tenga confianza, que no se le dé dinero y libertad. No
soporta, sobre todo, que se controlen sus amistades, sus lecturas, sus diversiones y su tiempo libre.
Los padres que quieren prolongar su niñez con actitudes educativas hiperprotectoras y paternalistas, se
encuentran frente a una resistencia. En realidad, se ponen en contra de una exigencia de espacio libre.
El adolescente siente que tiene que tomar él las decisiones sobre su porvenir. La fuerza que le impide
esta libertad alimenta su rebeldía que terminará por romper las relaciones de sumisión y dependencia.
Estos adolescentes, a los que no se ayuda a superar un tipo de vida hedonista y se les abandona a sí
mismos cuando todavía son incapaces de autocontrolarse, un día, al enfrentarse con la seriedad de la
vida, serán incapaces de aceptar autoridades o tendrán tendencias irracionales hacia los demás, y
obrarán como si no existieran normas morales.
En los dos casos, el adolescente no podrá sostenerse y crecer. El volantín al que no se le concede el
hilo que pide según el viento que lleva, empezará a colear y caerá a pique en el suelo.
Si por el contrario, se le da demasiado hilo, se aflojará incapaz de sostenerse.
Hay que concederle solamente el hilo que necesita de manera que, sosteniendo en su empuje, se le
permita ganar altura según el viento.
3.8. LA SEXUALIDAD SEGÚN LAS ETAPAS DEL DESARROLLO. Los niños, adolescentes, adultos y
viejos son seres sexuados, tienen intereses sexuales y expresan en conductas su sexualidad. Pero la
sexualidad cambia en relación con la edad, de forma que en cada período de la vida tiene características
propias. Precisamente por ello no puede hablarse de sexualidad referida a todas las edades sin cometer
graves errores y generalizaciones.

Las diferencias mayores se dan entre la sexualidad prepuberal y pos-puberal. La sexualidad infantil tiene
muchas características en común con la sexualidad adulta; pero también se dan entre ambas grandes
diferencias. Así, en contraste con los adultos, en los niños se aprecia que los órganos genitales están
poco desarrollados y los caracteres sexuales secundarios apenas han aparecido; la cantidad de
hormonas en la sangre es muy pequeña; las sensaciones de placer no han adquirido aún significado
específico; los estímulos eróticos no provocan atracción sexual, o al menos clara y consistente; no se
sienten especialmente atraídos los unos por los otros; sus actividades sexuales se basan en motivos
distintos a los de los adultos. En la pubertad se especifica el deseo sexual adquiriendo numerosos
estímulos y un valor erótico. Deseo sexual y atracción por los estímulos eróticos impulsan al sujeto
adolescente a buscar satisfacciones sexuales por autoestimulación o contacto con los demás. El sistema
de creencias, la organización social y la propia capacidad de control de la pulsión o la habilidad para
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encontrar compañero/ra sexual definen, entre otros muchos factores, la conducta sexual de las
personas.

A partir de este período adolescente, es también posible que las personas se enamoren y establezcan
compromisos relaciónales de diferentes tipos. Estos compromisos han sido regulados por todas las
sociedades, aunque con grandes diferencias entre ellas.

3.9. LA RESPUESTA SEXUAL DEL ADOLESCENTE. Los adolescentes se enfrentan a hechos,


sensaciones y sentimientos que les resultan nuevos e incluso perturbadores como es el caso de las
"conductas de autoestimulación" conocidas también con el nombre de masturbación.
En el campo de la sexualidad cada chico o chica debe ir descubriendo y conociendo poco a poco la
vivencia de sus propias experiencias sexuales El problema no es tanto que el adolescente se masturbe,
sino, por qué se masturba, que realidades de su vida le han llevado a la masturbación.
Muchas veces se intenta resolver los problemas sexuales inhibiendo comportamientos, haciendo uso
únicamente de la fuerza de la voluntad. Pero poco se logra si no se asumen las dificultades de fondo, la
soledad, los complejos, la inseguridad, los sufrimientos de la infancia, la no aceptación de sí mismo, los
problemas familiares, la ansiedad, la angustia, el recuerdo de algo doloroso, todas éstas pueden ser
causas de múltiples problemas sexuales. En cada caso, siempre será necesario asumir el problema de
fondo, acudiendo a personas capacitadas que puedan ayudar a enfrentar las dificultades.

3.10. VARIACIONES DE LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA. La vivencia de la sexualidad como parte


de la identidad social e individual en las personas, es determinante en el nivel de adaptación que éstas
puedan tener en su desarrollo integral. Sin embargo, existe algunos sujetos que experimenten una
vivencia distinta a la esperada socialmente -como es el caso del homosexualismo- Las variaciones en
cuanto a preferencias de relacionamiento sexual, apariencia, formas de vestir y actuar, etc., que de
alguna manera exceden los parámetros de comportamiento que desde una perspectiva estrictamente
psicológica podría esperarse, podríamos enumerar las siguientes características más importantes, que
involucran:

a) Trastorno de la orientación sexual por estar en conflicto con su sexo, o desean cambiar su orientación
sexual (homosexualismo, transexualismo, travestismo, etc.).
a) Preferencia por objetos sexuales de seres humanos y no humanos (fetichismo)
b) Prácticas sexuales extravagantes con seres humanos que conllevan sufrimiento y humillación
(sadomasoquismo).
c) Actividades sexuales forzadas con parejas renuentes, es decir, relaciones sexuales sin el
consentimiento mutuo de la pareja (violación).
d) Actividades sexuales que evitan el contacto con la pareja sexual humana (voyeurismo).

Al hablar de las variaciones de la respuesta sexual, nos referimos al tipo de objetos por los que e! sujeto
se siente atraído sexualmente y por tanto hacia los que se orientará o dirigirá su deseo sexual. De este
modo, podemos considerar las siguientes formas de orientación sexual: heterosexual, homosexual,
bisexual, asexual y parafílica.

Entre las variaciones del comportamiento sexual o parafilias tenemos:


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3.10.1. Exhibicionismo: Los individuos exhibicionistas exponen sus genitales ante una o varias mujeres
de una forma que puede ser activa o pasiva. A menudo existen también indicios de pedofilia, cuando el
exhibicionista busca como "observadores" a niñas o niños.

3.10.2. Voyeurismo: Este individuo no parece inclinarse por el contacto con el objeto de sus deseos
sexuales, sino que su interés básico consiste en alcanzar el orgasmo a través de la observación a otras
personas realizando actos sexuales o personas del sexo contrario desnudas.
3.10.3. Fetichismo: El individuo fetichista sólo contacta con el objeto sexual que desea
a través de algunas de sus prendas de vestir y, al parecer, alcanza el orgasmo mediante la masturbación
con el fetiche. Se les ha clasificado en duros (su atención se centra en objetos de goma o cuero) y
blandos (que prefieren recurrir a objetos más livianos, como gasas, tules, plumas, etc.).
3.10.4. Sadomasoquismo: Se denomina sádico al individuo que desea obtener satisfacción sexual
agrediendo o hiriendo a otra persona. El masoquista.en cambio, obtiene la gratificación sexual a través
del dolor que experimenta. En este tipo de variaciones suelen mezclarse rasgos fetichistas,
transexualistas y también tendencias homosexuales.
3.10.5. Travestismo: Por lo general lo practican varones, que obtienen placer sexual usando ropas del
sexo contrario. Suelen ser homosexuales y presentan rasgos fetichistas y sadomasoquistas.

3.10.6. Pedofilia: Es la desviación sexual en el que el sujeto experimenta deseos "anormales" hacia los
niños, y puede ser homo o heterosexual; suele darse entre parientes lejanos, amigos y vecinos. El
pedofílico suele ser mayor que la víctima.

4. LA SEXUALIDAD ES UN DON Y UNA TAREA. Desde todo lo que hemos visto, se puede
comprender ahora que la sexualidad es don y es tarea.

Es un don, un regalo, una gracia de Dios. Cuando Dios quiso crear al hombre lo hizo "a su imagen y
semejanza, varón y mujer lo hizo"; luego nuestra sexualidad es algo que nos asemeja a Dios. Es, por
tanto, profundamente buena, "y vio Dios que era muy bueno", dice la Biblia.
Pero si es un don, tiene una finalidad, es para algo. Me han dado mí sexualidad, pero me la han dado
para algo o, mejor dicho, para alguien. No está a merced de mi capricho o de mi gusto, es para
construirme y para construir a los otros.

Por eso, la sexualidad es una tarea. Es cierto que hay realidades sexuales que se nos dan sin más;
pero todo lo demás será el fruto de un hondo esfuerzo de maduración, de integración personal, de
respeto por mí y por el otro, de amor profundo.

4.1. Y, ¿qué hacer para construir nuestra sexualidad?

✔ Ante todo hemos de construir nuestra sexualidad a partir de Lo Mejor de Nosotros, de tal manera
que nuestra sexualidad sea fiel expresión de nuestros valores más profundos.

✔ Ser consciente de que vivimos en un ambiente morboso, pornográfico, que disfraza de


"información" lo que no es otra cosa que una visión deformada de la sexualidad y que está
destruido sexualmente. Es difícil la maduración sexual en un mundo así. Habrá que ser crítico y
habrá que ser libre.
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✔ Mantener unas actitudes básicas de crecimiento en la sexualidad; una cierta dosis de autodominio
(conocer nuestras reacciones y saberlas manejar), una aceptación del propio cuerpo (querer lo que
soy), una disponibilidad para el diálogo abierto con quien me pueda realmente ayudar y una
seriedad que me permita recordar siempre que el libertinaje sexual nunca libera sólo esclaviza
más.

4.2. La sexualidad es así y hemos de entenderla. Es el lenguaje del encuentro, el lenguaje del amor.
De ahí que el superficial, el que nada vive, nada podrá expresar; su sexualidad no será más que una
mueca vacía, una palabra en un lenguaje que no se entiende. No será otra cosa que un gesto genital y
angustiado, mediante el cual pretende escapar de sus sufrimientos nunca enfrentados.

Más que nunca ahora se comprende que el secreto está en la manera de vivir. Todo tiene sentido, si
nuestra vida tiene sentido. Ya lo decía San Pablo:

"Todo es limpio para los limpios; en cambio para los sucios y faltos de fe,
nada hay limpio: hasta la mente la tienen sucia". (Tito 1,15).

Prof. Norberto Guzmán


PSICOLOGÍA

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