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1.

Importancia de la educación sexual

a. ¿Es importante la educación sexual en la formación de la persona?

Este es un interrogante de gran actualidad. Estamos en la era de la técnica,


la informática, la información… Tenemos más información que nunca y además
un fácil acceso a ella. Pero… ¿qué entendemos por educación? ¿Información
únicamente… o formación?, ¿qué entendemos por Educación sexual? ¿educación
en el amor?, pero ¿de qué amor estamos hablando? ¿dónde podemos encontrar el
modelo de ese amor?

b. ¿Qué es la sexualidad?

La sexualidad es una fuerza íntima que está presente desde aquel


maravilloso momento en el que se inició nuestra existencia, hasta el momento
de nuestra muerte. Nos marca como diferentes, hombre o mujer, a todos los
niveles, e irá evolucionando y madurando como una faceta más de nuestra
persona.

i. Marcar unas diferencias

Está presente en todas las esferas de nuestro ser. A nivel físico marca
unas diferencias claras y evidentes entre los dos sexos. Pero estas diferencias
serían las más externas, las más visibles. No podemos pasar por alto aquellas
diferencias a niveles más profundos e íntimos, aquellas que se dan a nivel
psicológico, emocional y espiritual. Y aunque luchemos por igualar derechos
al hombre y a la mujer, no nos debemos confundir, tenemos los mismos
derechos pero somos diferentes, profundamente distintos. Y esto lo debemos
ver como un regalo que cada uno aporta al otro. Nos enriquece, y hace que
valoremos más al otro, porque es alguien distinto a mí, es un misterio que
tengo que aprender a descubrir, a desentrañar, a comprender, a valorar y a
amar.

ii. Tiene carácter evolutivo y dinámico.

Está presente desde el comienzo de nuestra existencia y a lo largo de


la vida ira madurando con nosotros. El primero en afirmarlo fue Freud, y
levantó muchísimo revuelo en aquel momento en que la sexualidad sólo se
asociaba al sexo, a la genitalidad, a la capacidad de procrear... ¿Cómo
afirmar que las personas tenían sexualidad siendo niños y que ésta iba
madurando con la persona? Además se atrevió a decir que los trastornos o
disfunciones sexuales estaban ligados a trastornos psicológicos y viceversa.
Esta relación, que para la mayoría de los psicólogos de hoy es algo
totalmente asumido, en aquel momento fue escandalosa. Pero todavía hay
muchas personas que tristemente siguen ancladas en esta concepción
reduccionista de la sexualidad.

iii. Es algo más que la genitalidad.

1
Angel M. Rodríguez, profesor de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, afirma que:

“Entre genitalidad y sexualidad hay una diferencia y no porque estos


dos actos no vayan unidos, sino porque al separarlos, como sucede en muchos
casos, se prescinde de la particularidad con que cada persona vive, concibe y
se acerca al acto sexual.
En la genitalidad, hablamos del proceso reproductivo, de las
características hormonales y del aparato reproductor; esto es de la anatomía
y de la fisiología.
En la sexualidad en cambio vamos mucho más allá: aquí estamos
hablando también de genitalidad, pero al mismo tiempo hablamos de una
serie de características psicológicas - afectivas, sentimentales, emocionales,
socio - culturales y espirituales.
Queda involucrado, en la sexualidad, todo el ser humano: el ser
humano integral, sin desconocer que, desde el punto de vista biofisiológico,
psicológico y espiritual, el hombre y la mujer viven el acto sexual
complementándose, en principio de complementariedad; si bien no son
iguales, idénticos, si son complementarios.” 1
Una de las funciones más transcendentales de todos los seres vivos
es la de reproducirse; si no fuera así las especies desaparecerían. A lo largo
de la escala evolutiva las formas de reproducción se han hecho más
complejas.

La sexualidad humana, aún compartiendo elementos comunes con


las otras especies, es diferente en su esencia. El espíritu, la inteligencia, la
voluntad, la libertad y el amor le dan un sello distintivo y único que la
diferencia de la reproducción animal. En contraste con ella, la vida humana
surge de un acto de intimidad, consciente y voluntario, de hondo significado
personal a todos los niveles. Es un acto que nos trasciende, de él puede surgir
el inicio de una nueva vida abierta a la eternidad.

Cuando mi marido o yo le explicamos a nuestros hijos cómo se


engendra un hijo y que ocurre en el momento de la concepción, además de
explicarles toda la parte biológica y afectiva también les comentamos que
es un momento muy especial:

“Son tres los que le hacen un regalo a ese bebé chiquitín que comienza
a vivir: el papá, la mamá y Dios que le regala una chispa de su Amor que es
la que configura el “alma”.

Porque es Dios quien pone el Amor en el corazón del hombre.

Es Dios quien establece un vínculo con esa persona única e irrepetible.


Estamos llamados a una relación de Amor con El durante toda la eternidad.

“Antes que tú no hubo nadie igual que tú y después tampoco lo


habrá. Tú eres único e irrepetible. Dios te quiso así desde siempre y

1
Rodríguez Guerro, Angel M., Antropología y Sexualidad: Amor, Afecto y Sexualidad.
Pontificia Universidad Católica de Chile. Edición interna, 1993.
2
para siempre”.

Es algo que estremece sin nos paramos a pensar detenidamente en la


profundidad de este misterio.

La conducta sexual en el ser humano tiene dos características principales


que los distingue de los animales:

- Es selectiva (no se siente atracción sexual por cualquier persona)


- Aún sintiendo atracción por otro, no se traduce en impulsos que deban
satisfacerse automáticamente.

Las personas tienen la capacidad de amar y de decidir cuando expresar


sus deseos e impulsos sexuales y cuándo no hacerlo.

Sólo los seres humanos pueden comprometerse conscientemente a amarse


de por vida en el matrimonio.

Podemos observar que existe un cambio en las conductas sexuales de las


personas. Actualmente se advierte que la intimidad sexual ha dejado de ser un
acto privado y exclusivo del matrimonio (lo advertimos en el cine, la literatura,
la publicidad, etc…) y lo que vemos en los medios se asemeja más a la conducta
reproductiva de los animales ya que para algunos parece que “sentir deseo” y
“expresarlo a través del acto sexual” son sinónimos.

La conducta sexual de los seres humanos puede y debería cumplir la


función de expresar amor. Para algunos es sólo una forma de placer. Sin
embargo, reducir la conducta sexual humana a un acto mecánico que responde a
pura satisfacción de un instinto es empobrecer el hondo significado de intimidad
del encuentro sexual. La sexualidad debería ser fuente de placer y de
gratificación mutua y además una instancia de vínculo y cercanía afectiva entre
un hombre y una mujer que se respetan y aman entre sí.

El hombre, como ya comenté anteriormente, tiene necesidad de


trascenderse, de amar y ser amado. Es decir, dar y recibir cariño, amistad,
solidaridad. Tiene necesidad de los demás y al mismo tiempo tiene necesidad de
dar a otros, de entregarse a sí mismo.

Una forma particular y especial de esta entrega es la relación que se


establece entre dos personas que deciden transitar juntos un camino, un hombre
y una mujer que comparten vida y proyectos.

Giulia Veronese afirma:

“El amor entre el hombre y al mujer puede contemplarse como esa


relación concreta que ellos crean entre sí y, a la vez, como un sentimiento que
crece en su vida y con su vida, a través del conocimiento profundo y en la
recíproca estima. Va más allá del sexo. Se construye sobre la responsabilidad y
sobre la voluntad de ambos incluso con el propio sacrificio, mirando el uno al
otro, como a sí mismo apreciándose mutuamente, en la alegría y en el dolor.

3
Exige en primer lugar, la aceptación, el respeto y la atención especial a la
persona del otro, a pesar de todas las dificultades que la relación presenta”. 2

Esta cita nos permite enmarcar en un contexto de mayor amplitud la


expresión sexual - genital.

Hasta ahora les he desarrollado que es para mí la sexualidad, como


concibo yo la sexualidad diferenciándola del concepto reduccionista de
genitalidad. Y en este punto nos podríamos plantear otro interrogante:

¿Qué es o qué abarca la Educación sexual de la persona?

Dependiendo del concepto de sexualidad que se tenga, así será de amplio


o reducido el contexto de la Educación Sexual.

Para aquellos que piensan que la sexualidad se reduce únicamente a


genitalidad y sexualidad es lo mismo que sexo. La Educación sexual será sólo una
buena información sobre la anatomía y fisiología del aparato genital masculino y
femenino. Como son, como funcionan y para que sirven. Será una información
que tratará el aspecto biológico. El placer y la reproducción serán los únicos
fines del acto sexual. Y digo acto, no relación. Y toda la información estará
dirigida a cómo obtener mayor placer y como provocar o evitar reproducción.

Como han podido escuchar el concepto de sexualidad que les propongo es


mucho más amplio que la genitalidad, aunque también la contiene. La Educación
Sexual de la que les voy a hablar es también mucho más. Abarca a la totalidad
de la persona y todo el proceso educativo.

En todos los aspectos educamos desde la cuna. Muchos expertos en


psicología prenatal afirman que, incluso antes del nacimiento, estamos
recibiendo estimulación emocional, afectiva e intelectual que formará parte de
nuestra historia.

La educación sexual es un aspecto más, que forma parte de la educación


en su totalidad y, como en todos los demás, los padres también somos los
primeros educadores.

En la primera infancia son los padres, fundamentalmente, los que se


deben hacer cargo de esta formación, dando modelos a imitar. Nuestros hijos
tienen que aprender a amar en el seno de la familia. Deben ver en nosotros
todas aquellas características del amor: el cariño, la ternura, el respeto, el saber
perder por amor al otro, el perdón... siendo capaces de
empezar de nuevo. También el compartir, tanto a nivel material como
aquello que nos “ocurre” en la vida: nuestras experiencias, sentimientos,
alegrías y tristezas, desilusiones y fracasos y además nuestra forma de hacerles
frente.

2
Veronese, Giulia. “Corporeidad y Amor: La dimensión humana del sexo”. Madrid. Editorial Ciudad
Nueva, 1987.

4
Otra forma de educar es aquella “más verbal”, en la que nosotros
contestamos a todas las preguntas que nos hacen durante esta primera etapa
relacionadas con este tema. En las respuestas que demos, si lo hacemos
nosotros, tendremos la posibilidad de ponerle “nuestro propio sello”. Es algo
maravilloso poder crear ese clima de confianza y confidencia para hablar,
con ellos, de su origen que no fue otro que el Amor.

Si ésta relación de confianza que se ha logrado en la primera infancia,


continúa también en la pubertad, la educación seguirá dándose en el seno de la
familia. Pero cuando los chicos/as entran de lleno en la adolescencia, donde la
autoafirmación, autonomía e independencia son fundamentales, parece que la
relación y el diálogo con los padres se hace más difícil. Por ello, puede ser
conveniente que esta influencia se complete
con la educación en los centros escolares o asociaciones juveniles, donde
la formación e información será mejor recibida por ellos. Naturalmente, en esta
situación concreta, hay que “estar alerta” y “velar por la calidad” de la
formación que se les da a nuestros hijos para que esté en la misma línea que la
que han recibido de nosotros.

Los padres tenemos que ser conscientes de que la educación sexual


siempre se dá, incluso cuando no nos hacemos responsables de ella. Con esta
actitud de indiferencia lo único que les transmitimos es el siguiente mensaje: no
es importante para tu vida, me avergüenzo de la mía, para mí es “algo feo y
sucio” de lo que me cuesta hablar... y lo harán con otros, no debemos dejar
esta tarea en manos del azar.

En cambio cuando abordamos esta educación y la vivimos con naturalidad,


sin banalizar en ningún momento, dándole toda la profundidad que tiene,
estamos formando personas íntegras preparadas para saber amar y sentirse
amados.

Al principio les comentaba, que también me gusta llamar al Educación


Sexual “Educación para el Amor” o “Educación en el Amor”.

Pero… ¿De qué amor les quiero hablar?

Esta palabra usada, manoseada, silenciada o mal interpretada en muchos


de los libros o programas de Educación sexual. Acerquémonos, entonces, al
“Amor” para corroborarlo.

Les voy a hablar del Amor con una definición clara y aguda de una de las
personalidades de nuestro tiempo y seguro muy querida para muchos de los aquí
presentes. Juan Pablo II expuso hablando a los jóvenes, en el año 2000, en
Francia:

“El amor no es sólo un sentimiento, una emoción que nos invade y del
cual somos más o menos espectadores pasivos. Lejos de ser una inclinación
instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros.
Para poder amar en verdad, es necesario desapegarse de muchas cosas y sobre
todo de sí mismos, dar gratuitamente, amar hasta el final. Este desapego de sí es

5
fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad”. 3

También el gran psicólogo Erick Fromm, que dedicó casi toda su obra a
abordar esta temática señaló con lucidez extrema:

“Es la gratuidad la que señala el grado de madurez del amor.


El amor infantil sigue el principio amo porque soy amado.
El amor maduro sigue el principio: soy amado porque amo.
El amor inmaduro dice: te amo porque te necesito.
El amor maduro dice te necesito porque te amo”. 4

En la medida en que la madurez afectiva se va alcanzando, nuestras


formas de expresar el Amor también cambian. Por ello, se constituye como un
aprendizaje constante, cuyo punto culminante es el Amor desinteresado y la
donación total de sí.

Nosotros, cristianos, tenemos un modelo claro y contundente en la vida y


palabras de Jesús.

Haré una breve profundización en su mandamiento nuevo:

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he


amado”. 5

En este consideraré tres aspectos: el primero la reciprocidad, el segundo


es el “como” de Jesús en el sentido de “la medida” de ese amor y el tercero es
ese mismo “como” en el sentido de su “calidad”.

La reciprocidad: El Amor cuando es tal, es capaz de generar una respuesta


igualmente significativa en el ser amado y viceversa.

Raimondo Scotto afirma en su libro “El lenguaje del amor” que: “Hoy, en
realidad, hablando de la relación entre los dos sexos se prefiere el término de
reciprocidad al de complementariedad para indicar no tanto el ensamblarse de
dos mitades, sino el encuentro de dos personas que, si bien en el acto
matrimonial se transforman en una sola carne, permanecen siempre como dos”.6

Me parece de especial belleza cuando después de hacer una descripción


muy bonita de las diferencias a nivel psicológico entre los dos sexos, describe el
encuentro entre el hombre y la mujer en la relación sexual… “vemos que
también aquí la feminidad subraya los caracteres de receptividad y acogida, y la
masculinidad, la actividad y la iniciativa. Tanto el hombre como la mujer se
donan el uno al otro a través del lenguaje de la genitalidad, pero el hombre lo
hace penetrando en el cuerpo de la mujer, y la mujer acogiendo al hombre
dentro de sí: esta diferenciación en cuanto a la estructura y función sexual
3
Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes de Francia, en “L’Observatore Romano”, 1 de Junio de 2000.
4
Fromm, Erick, “El arte de amar”. Milán 1974, pag 57.
5
6
Cf. A. Danese - G.P. di Nicola, Il maschile e la teologia, EDB, Bologna 1999, pp. 10-11.
6
acaba siempre por subrayar en el hombre el dar y en la mujer el recibir7 .

A primera vista, la contribución masculina parecería más activa que la de


la mujer. En realidad, si lo pensamos bien, el dar y el recibir no son otra cosa
que expresiones distintas y complementarias del único amor; también el recibir,
de hecho, es una contribución activa, en cuanto que “acogiendo el don que el
otro me hace de sí como don para mi vida, a mi vez le ofrezco mi acogida,
confirmándole así el valor de su don y de su misma persona”.8

Desde esta perspectiva, entonces, la masculinidad y la feminidad podrían


ser vistas como los dos modos de vivir el amor (el dar y el recibir, el amar y el
dejarse amar), para integrar ambos en la propia vida, más allá del sexo al que
pertenezcamos, y así ser capaces de alternar el tipo de relación de acuerdo con
las circunstancias: habrá momentos en los que será necesario amar dando o
dándonos, y otros sabiendo acoger el don del otro.
Es sólo la posesión de esta doble capacidad lo que nos da la posibilidad de
ser verdaderamente amor. Por lo tanto, cada persona se realiza sólo en la
medida en que, desde una dimensión de intercambio y reciprocidad, logra
integrar dentro de sí las características fundamentales del otro sexo.

Incluso en la relación sexual hay que tender a la reciprocidad. Por eso, es


necesario hacer todo lo posible para estimular la respuesta del cónyuge. Si a
pesar de todo el esfuerzo no se lograra, habría que buscar la ayuda de un
profesional.

El “como” en el sentido de la “medida”. Todos sabemos cual fue la


medida de Jesús: la vida. Por lo tanto la medida es la vida. A él le debemos la
vida, se la restituimos dándola a los hermanos, quizás no con la sangre, sino con
el amor concreto en pequeñas y grandes cosas.

Chiara Lubich, nos enseña a vivir este “como” mirando a Jesús Crucificado
y Abandonado. Cuando Jesús grita al Padre: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has
abandonado? Chiara nos dice que en ese momento Jesús lo pierde todo, incluso
aquello más preciado que tenía, lo único que le quedaba: la relación con su
Padre y… también la pierde. Se hizo “nada” por nosotros.

Esto nos abre un nuevo horizonte, hacia una nueva comprensión del Amor:
la de “anularse” por amor. Nos revela la esencia misma del amor, que
precisamente no siendo, es.

Una “nada de nosotros” que concretamente se hace escucha, acogida,


silencio, “hacerse uno con el otro”, “ponerte en la piel del otro”, cuantas veces
esto es así en la relación dentro del matrimonio, con los hijos, con los amigos,
cuantas veces lo viven esto ustedes …

Todo esto si lo trasladamos al campo de la sexualidad, de la relación


7
Cf. W. May, La “communio personarum” e l’atto coniugale, en Pontificio Consiglio per la Famiglia,
Morale coniugale e sacramento della penitenza. Riflessioni sul “Vademecum per i confessori”, Libreria
Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1998, pp. 141 - 143.
8
A. Cencini, op. cit., p. 268.

7
sexual es también precioso. Conseguir ponerse en la piel del otro, hacerse uno
con él, sería tratar de entrar en la dimensión de la sexualidad del otro, que es
distinta. De hecho, entre el hombre y la mujer existen formas profundamente
distintas de expresar su propia genitalidad.

Para la mujer, la relación sexual no tiene mucho valor si no está


estrechamente ligada a la afectividad. Para ella es mucho más importante la
calidad de la relación. Su sexualidad es más global y difusa, por lo cual siente
menos que el hombre reducir la actividad sexual a una relación genital en
sentido estrecho, sino que ésta adquiere significado sólo como prueba del amor
que siente por su marido y que su marido siente por ella.
En cambio, para el hombre no siempre es así. Para él la relación sexual
podría estar más fácilmente ligada sólo o preferentemente al deseo de satisfacer
su impulso sexual porque, de hecho, su sexualidad está mucho más localizada
por lo cual, a diferencia de la mujer, incluso su excitación resulta más rápida.
Esto no quiere decir que para el hombre no sea importante y necesaria la
comunicación afectiva, la ternura… si estas no se dieran la relación sexual
también acabaría perdiendo sentido, porque no sería plena.

La medida del amor es no tener medida. La relación sexual expresa


precisamente este amor total. Se comprende, entonces, la importancia de saber
perder, si es necesario, también en este campo, nuestros deseos y expectativas
para hacer propios los deseos y expectativas del otro. Muchas veces sucede que
tratando de buscar en primer lugar la alegría del otro, tarde o temprano se
descubre también una profunda alegría personal.

Pero… según Giorgio Marchetti una persona con una amplia formación:
médico, psicólogo, sacerdote y teólogo especializado en Moral.
Afirma:

“Para amar con el amor verdadero, es necesario poseer aquella


libertad que es ante todo un don de Dios, pero también una conquista
personal, que es ser libres ante el miedo, el odio, la falsedad del consumismo;
que es capacidad de decisiones maduras; que es dominio de sí. Es necesario
ser dueños de sí mismos para poder ser don de sí para los demás. Por otra
parte es precisamente amando cuando nos volvemos cada vez más
libres”. 9

Una buena educación en el amor o para el amor también contiene aquel


aspecto que hace referencia a “ser dueños de nosotros mismos”. Esto se tiene
que dar a todos los niveles, como siempre.

Soy dueño de mí mismo cuando conozco mi cuerpo y sus reacciones


físicas. Se distinguir entre lo que es típico de una etapa y es lógico que ocurra, y
lo vivo con serenidad y alegría. Aceptando cada cambio, cada nueva sensación…
porque es síntoma de buena salud, de que estoy creciendo, de que todo va bien.
(Cambios físicos, distintos ritmos de crecimiento, reacciones físicas…)

9
Giorgio Marcheti, “Sobre el mandamiento nuevo o Etica Trinitaria. Castell Gandolfo 2004. Tema
desarrollado en un Congreso del Movimiento de los Focolares
8
Soy dueño de mí mismo cuando conozco mis impulsos, mis deseos, mis
sentimientos, cuando soy capaz de aceptarlos y guiarlos a luz de la razón,
contrastándolos con mi escala de valores, mis metas… trabajando mi voluntad… y
sintiéndome libre, libre para amar.
Solo si soy dueño de mí mismo podré darme a los demás, si no me poseo
¿Qué les puedo dar?

Así, cuando Giorgio Marchetti habla con los jóvenes, que tan arraigado
tienen dentro el deseo de libertad, les dice:

Porque la libertad ¿para qué la queremos? Entonces le pregunta a


alguno:
- ¿Qué es para ti la libertad?
- Hacer lo que quiero.
- Si…, y mirándole a los ojos, le pregunta: ¿lo consigues
siempre?
- No.
- Yo sí, lo único que quiero hacer es Amar y eso lo puedo
hacer siempre. Además cuando caigo, siempre tengo la ocasión
de levantarme y comenzar de nuevo. 10

El ser humano está hecho para el amor y más crece y madura cuando más
conquista la capacidad de amar y dejarse amar. Será cada vez más libre cuando
más conquiste la capacidad de orientar todos sus impulsos también los sexuales,
hacia el amor.

Cuando amamos es cuando realmente somos libres. Cuentan que el


cardenal Van Thuan, cuando era obispo en Vietnam estuvo 13 años en prisión y
durante ese tiempo fue un hombre libre. Amó continuamente, hasta sus
guardianes, que llegaban a correr el riesgo de convertirse… Lo debían trasladar
cada cierto tiempo. Lo aislaban, porque era un individuo
peligroso por su forma de relacionarse. Decía, me podrán mantener preso,
pero no me quitan la libertad, porque yo lo único que quiero hacer es amar, y
eso lo puedo seguir haciendo.

Seguro que después de esta exposición más de uno pensará… pero hay
situaciones muy difíciles… a veces no se sabe que hacer… Todo está terminado
con mi marido, con mi mujer…

Todos somos conscientes de que el matrimonio está pasando en la


actualidad por momentos difíciles. Todos conocemos de cerca o incluso
hemos vivido en primera persona o dentro de nuestra propia familia una ruptura
matrimonial. Siempre tenemos que ser comprensivos con estas situaciones,
nunca sabremos lo que se vive realmente en la intimidad de un matrimonio y no
somos nadie para juzgar si ese o aquel matrimonio hizo o no lo suficiente para
salvar la unidad entre ellos…

Pero si que es cierto que en estos tiempos se facilita como única y mejor
10
Giorgio Marcheti, “La conquista de la libertad”. Castell Gandolfo 2001. Tema desarrollado en un
Congreso del Movimiento de los Focolares.

9
solución la ruptura cuando el amor “desaparece”, cuando se produce un cambio
de sentimientos y “ya no siento aquello que sentía al principio”, a desaparecido
el amor, “me he desenamorado” dicen algunos, si ya no siento nada ¿por qué
seguir con esta persona?…

¡Como si los sentimientos fuera lo que nos tiene que guiar a la hora de
actuar en un momento de crisis en nuestro matrimonio! Si esto fuera así en otros
aspectos de nuestra vida… ¡qué mal nos irían las cosas! Por qué en la relación de
pareja o en el matrimonio les damos a ellos el papel principal? ¿Por qué a veces
nos comportamos de forma tan simplista, tan pueril? ¿Por qué no nos planteamos
la cuestión desde otro punto de vista?

Javier Vidal – Cuadras en su libro “Después de amar, te amaré” comenta


“La razón de casarse no es amar, sino querer amar. Amar es una premisa
necesaria, pero no suficiente. No me caso porque amo, sino para amar. El sí del
matrimonio se proyecta al futuro, a todo mi futuro. Es el acto soberano de la
libertad. Por eso amar es importante, pero más lo es querer amar”

Otro libro maravilloso que hace ya poco más de un año leí fue de
Raimondo Scotto, al que he nombrado en alguna ocasión a lo largo de mi
exposición, “El lenguaje del amor”. Su lectura fue para mí una experiencia muy
enriquecedora. He gozado leyéndolo… había momentos en los que me sentía
sobrecogida por la belleza con la que se expresa. Me identificaba con toda la
corriente que inspira e ilumina su forma de tratar la sexualidad y su relación con
el amor.

De este libro tomo las palabras con las que deseo terminar esta charla:

La meta propuesta es ciertamente elevada; para algunos puede parecer


casi inalcanzable. Pero el hecho de que la montaña sea alta no significa que
podamos rebajar la cima. Es un camino que requiere tiempo, paciencia y la
capacidad de volver a empezar siempre, teniendo presente que el amor es un
arte que se aprende y se perfecciona sólo amando en lo concreto de la vida. “Si
queremos que el amor invada todas nuestras relaciones, debemos asumir la
responsabilidad de crearlo y alimentarlo sin descanso”11. A pesar de los fracasos
que puedan retrasar fatigosamente el alcanzar la meta, el amor nos ayudará a no
perder la certeza de que esto es posible.

¡¡¡ Muchas Gracias!!!

11
L. Buscaglia, Nati per amare, Mondadori, Segrate 1993, p. 240
10

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