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Introducción

Voy a proponer “Otro Lacan” en relación al Lacan que sus seguidores difunden; ni mejor ni más
auténtico, sino inverso. No niego que existan citas de Lacan que puedan avalar la posición de los
psicoanalistas lacanianos1; pero les voy a proponer otras referencias al texto de Lacan, que no suelen ser
las que más participan de la teoría lacaniana difundida y que, consideradas en una serie amplia e insistente,
permiten plantear “Otro Lacan” respecto del popularizado. No más auténtico, sino contrario al conocido,
con el que acuerdo en mi posición de analista. (p.11-12)

Como se trata de un recorrido conceptual, debemos tener en cuenta antes que nada que para la
epistemología moderna es indiscutible que el trabajo científico gira en torno de la elaboración de teorías y la
discusión en torno a estas consiste en oponer unas ideas frente a otras y no hay, en la base de lo que
llamamos ciencia moderna, otra forma de proceder. (...) En el campo de la ciencia, para casi todas las
corrientes epistemológicas la tarea científica consiste en oponer modelos teóricos. Por lo tanto, de lo
que se trata en la actividad científica es de la crítica racional de ideas a partir de otras ideas, teorías contra
teorías y no de experiencias personales.

La reunión de hoy será destinada a la discusión sobre el cuerpo, es decir, dentro de este trabajo
sobre la enseñanza de Lacan entre 1970 y 1981, trabajaremos primero la noción de cuerpo, ya que
estimo que, debido al estado actual de discusión en el psicoanálisis, se debe comenzar a recorrer el
camino por ahí. Y como ya les advertí, sobre el cuerpo opondremos ideas, no recurriremos ni a fenómenos
ni a vivencias ni a experiencias, para así darle una dirección lo más científica posible a nuestro trabajo. (p.13)

“Cortó en lo real del cuerpo”

(...) Por mi parte, les cuento que hace pocos días asistí a las jornadas de una institución psicoanalítica de la
provincia de Buenos Aires, donde una colega presentó un trabajo sobre el caso de un paciente adicto que
sostenía actitudes marginales, delincuenciales, y que en su historial figuraba el haber acuchillado a otro, a un
amigo. No se sabía bien en qué había derivado legalmente ese ataque, pero el trabajo acentuaba el dato de
que había acuchillado a un semejante. Y sobre ese dato, la colega que se presentaba como lacaniana, afirmó:
“Cortó en lo real del cuerpo”. Ejemplos como este tenemos cientos. Sin embargo, es preciso advertir que
Lacan plantea que ese cuerpo es imaginario. El cuerpo que se puede cortar con un cuchillo es imaginario y es
de lo imaginario todo aquello que no se cruza en nada con lo real y lo simbólico. Hay ahí una oposición
fuerte entre la posición teórica de la colega y la enseñanza de Lacan. Argumentaré en esta dirección.

En la formalización que Lacan propuso desde el seminario 20 hasta el 27, el famoso nudo borromeo, se
confirma lo que estoy afirmando, en la siguiente escritura:

1 Reservaré el uso del adjetivo “lacaniano/a” exclusivamente para aludir a cuestiones relativas al movimiento psicoanalítico de tal
orientación. Utilizaré en cambio, “de Lacan” para referirme a textos, ideas, teorías, términos, etc., sostenidos por Jacques Lacan. De
ese modo, una teoría “lacaniana” puede incluso ser opuesta a una teoría de Lacan.
Lo que vamos a analizar entonces es fundamentalmente esto: los colegas lacanianos, en su mayoría,
afirman que el cuerpo es lo real o que lo real es el cuerpo. Las metáforas que utilizan para sostenerlo y para
que eso adquiera mayor consistencia en sus comunicaciones son “el hueso de lo real” o “el síntoma como
una piedra en el zapato”. Lacan, por su parte, sostiene que es imaginario y no real. (...) Que el cuerpo sea
imaginario, en el sentido de Lacan, quiere decir, entre otras cuestiones, que implica un engaño, o
sea, que el cuerpo para el parletre -que propongo traducir como hablanser 2- involucra un
engaño, quizá el mayor de los engaños. Lacan sostiene esto en 1953 y en 1980, lo que cambia entre la
primera década de su enseñanza y la última son las lógicas a considerar respecto de ese engaño (...). (p.14)

(...) lo primero que hay que decir es que se opone fundamentalmente a la teoría freudiana sobre el cuerpo y
al respecto se debe tener mucho cuidado, porque el mito de Narciso tal como lo utiliza Freud lleva a una
confusión en este aspecto. Según la teoría freudiana hay una evolución normal del autoerotismo al
aloerotismo. En su obra esto es conceptualmente indudable, si bien es cierto que la palabra “aloerotismo”
fue utilizada por Freud una única vez, en la carta 125 a Fliess del 9 de diciembre de 1899. (...) En el pasaje
del auto al aloerotismo, en la teoría de Freud, hay un período llamado “narcisismo” que consiste en
la constitución del objeto, del yo como primer objeto libidinal. (...) lo que implica sostener que,
según Freud, lo primero que la libido inviste es el cuerpo propio. (p. 15)

A partir de la investidura del cuerpo propio por parte de la libido, se abre la condición de
posibilidad de un objeto que no sea el yo, la misma radica en un desplazamiento transitorio de esa
libido desde el cuerpo propio hacia el objeto externo. Con lo cual, para Freud, indudablemente, en esta
teoría se aplica con una claridad el “Amarás a tu prójimo como a tí mismo”. De hecho, para Freud, no hay
otra forma de amar al prójimo más que como a uno mismo, ya que todo prójimo sólo será a este respecto un
sustituto del yo y del cuerpo propio.

2 Propongo hablanser como traducción del neologismo parletre, debido a que: 1) establece primero el hablar y luego el ser; 2)
“hablan” en lugar de “habla” para inscribir la polifonía y la inmixión de Otredad y 3) “ser” en singular para dar cuenta del caso
particular contado como 1.
Freud postulaba la universalidad del “Amarás a tu prójimo como a tí mismo”, 3 que él corta en tiempos
evolutivos, en etapas, y lo justifica con sus creaciones teóricas que afirman que primero adviene un yo
como el producto -esto va a ser muy importante para nuestra reflexión- de la unificación de la
erogeneidad de los órganos. Para Freud habría primero un placer de órgano al estilo
esquizofrénico: los órganos, cada uno por su lado, se satisfacen y luego se unifican y hacen uno.
Cuando hacen uno, se los ama. (...) al ser objeto libidinal, es también la suma de todos los placeres: el yo
purificado de placer; es decir, todo lo que es vivencia de satisfacción será yo y todo lo displacentero será no-
yo. (...) perfectamente lo no-yo y lo displacentero pueden estar en mí, son afirmaciones muy significativas.
Freud lo pensó así. Podríamos inscribir esto modificando levemente el esquema freudiano del huevo del
individuo psíquico, de la siguiente forma (p. 16-17):

En el mito griego de Narciso, al menos en las versiones más difundidas, hay dos cuestiones en juego. Una es
que Narciso fue amado por todos (...) pero él no amaba a nadie. La otra es que se enamoró de su propia
imagen vista en un espejo de agua (con lo cual ésta representa cierta otredad engañosa), de la cual quedó
embelesado en forma máxima y, por no tener una salida que implicara algo tercero, murió al lado de su
propia imagen; así surgieron los narcisos, que son plantas que crecen al lado del agua. (...) Lo que sería un
engaño para Freud es suponer que hay amor al prójimo, que es la ilusión para la versión freudiana .
Lo engañoso para Freud es que alguien pueda amar a otro (...) ya que el verdadero amor es a mí
mismo y a mi propio cuerpo (...) los otros amores serán sólo sus sucedáneos, sus desplazamientos. Es
decir: para obtener yo la satisfacción de las pulsiones que me habitan, requiero -a veces- pasar por el cuerpo
de otro. (...) En la lógica propuesta por Freud no hay verdadero amor al otro, es decir, el engaño es respecto
del objeto, pero no hay engaño sobre el yo. (p. 18)

“Yo es otro”

3 Lo que produce cierta confusión es que el cristianismo sostiene como una característica propia el “Amarás a tu prójimo como a tí
mismo” cuando, en realidad, Cristo estaba citando un precepto judío. (...) le agrega algo, lo tuerce de alguna manera, lo escribe
dentro de otra lógica. (...) mientras que para los judiós, se trata del pueblo elegido y así la frase sería: “ Amarás a tu projimo -otro
judío- como a ti mismo”. Del lado del cristianismo fue el “a todos” (...).
En la enseñanza de Lacan se plantea absoluta y justamente todo lo contrario: el yo se constituye a
partir de la imagen del semejante, sin la cual no habría posibilidad alguna de constitución del yo por lo
tanto, el origen es el semejante y su imagen. Para Lacan, no solamente se arranca de una dialéctica, partiendo
de lo otro a lo cual me identifico, sino que la identificación que se produce por esta vía conlleva un doble
engaño en su estructura fundamental. Por un lado, la imagen del otro lo presenta falsamente como
unificado. El otro engaño es designado por Lacan mediante la frase de Rimbaud “Yo es otro”; es
decir, mientras que según Freud “el otro como objeto siempre soy yo”, para Lacan se trata de que el yo es
otro; es la versión contraria. (p. 18-19)

El amor para Lacan, según mi lectura, consiste en “Dar lo que no se tiene a quien no lo es”; nada yoico,
todo lo contrario de la dialéctica yoica del ser. Citemos ahora los textos. Comenzaremos por considerar dos
citas de Lacan. La primera es del escrito “La agresividad en psicoanálisis”, dice así: “ ¿Quién sino nosotros
volverá a poner en tela de juicio el estatuto objetivo de ese “yo”, [...] que una evolución histórica propia de
nuestra cultura tiende a confundir con el sujeto?”. Es muy importante que observen en qué texto está
planteado esto, no es del amor al prójimo sino el de la agresividad en psicoanálisis. (...) lo que constituye, a
mi entender, una crítica a Freud, ya que pone en discusión que el yo sea un objeto . Lacan sostiene, además,
que una evolución histórica propia de nuestra cultura tiende a confundir el yo con el sujeto; en ese
contexto se localiza su planteo sobre la diferencia entre yo y sujeto y la necesidad de introducir
este último concepto al psicoanálisis, para resolver las contradicciones de la teoría freudiana.

En el seminario 2, que es el seminario sobre el yo, en la clase I, Lacan afirma: “ Por ahora nos atendremos a
esta metáfora tópica: el sujeto está descentrado con respecto al individuo. Yo es otro quiere decir eso”. (...)
¿Recuerdan que Freud coloca, en la segunda tópica, al yo en el centro del aparato del individuo psíquico?
Lacan lo considera descentrado, osea fuera del centro; en realidad: afuera y en el otro. El recurso que
utiliza Lacan para plantear el engaño a esta altura de su enseñanza es el modelo del espejo esférico;
tema poco estudiado debido a que remite a una idea rechazada. El espejo esférico produce una imagen
real. El tratar de tocar la imagen real es el gesto inicial, ya que si la imagen en su engaño no nos
tentara a querer tocarla, no indicaría el efecto que nos interesa: el sustancialismo del yo corporal
que Lacan puso en tela de juicio. (...) (p. 20)

(...) Este es el primer conjunto de engaños diagnosticados con el que Lacan entró innovando la
teoría en psicoanálisis, que casi de arranque quedó perdido, porque se hizo coincidir la teoría del
narcisismo de Freud con el estadio del espejo de Lacan, aunque son contrarios. La dirección de la cura
de Lacan también es absolutamente contraria, ya que no propone que la misma deba arribar al yo sino al
sujeto; Lacan tampoco plantea curar el engaño, ya que es de estructura.

El sustancialismo y el problema
de la concepción la vida

(...) debemos analizar ahora -antes de establecer cuál es el segundo engaño que implica el cuerpo-
el problema de la concepción de la vida. Es necesario que trabajemos “vida” porque, con el
sustancialismo naturalista imperante, el problema se reproduce constantemente. Entonces, es preciso
despejar la posible vía de error que sería suponer que la “biología lacaniana” sea efectivamente la
posición de Lacan, ya que él habría sostenido que “lo real es la vida de la sustancia viva” . A fin de
evitar caer en ese error, aparentemente justificado ya que Lacan escribe “vida” en el registro de lo real en el
nudo borromeo, trabajaremos una cita de “La tercera” y después una del texto Biología de Curtis, que es un
manual de biología en el que está muy bien planteado qué se entiende por ciencia, qué se entiende por
biología y qué se entiende por vida. (p. 21)

Veamos, entonces, lo que dice en “La tercera” sobre la vida y el nudo borromeo: “¿En qué me baso para
escribir en el círculo de lo real la palabra “vida”? En que indiscutiblemente la vida, salvo esa vaga expresión
que consiste en enunciar el gozar de la vida, de la vida no sabemos nada más, sino únicamente lo que la
ciencia nos induce, o sea que nada hay más real, lo cual quiere decir más imposible, que imaginar cómo pudo
iniciarse esta construcción química que, con elementos distribuidos en cualquier cosa y de la manera que
querramos clasificarla según leyes de la ciencia, presuntamente empezó de repente a construir una molécula de
ADN, esto es, algo en lo cual, permítanme decírselos, vemos ya formarse, muy curiosamente, la primera
imagen de un nudo”. (...) Imposible no quiere decir que sea dificilísimo o que aún no lo sabemos, sino que es
lógicamente imposible. (...) En el texto de Curtis se lee: “La cuestión del origen de la vida es uno de los
problemas fundamentales de las ciencias naturales, dado que en tanto no sea resuelto, el intelecto humano no
podrá ser capaz de comprender la naturaleza de la vida misma (...) no hay una manera sencilla y única de
trazar una línea demarcatoria entre lo vivo y lo no vivo”. (p. 23-24)

(...) En lo real del nudo borromeo hay que entender que “vida” es cualquier otra cosa menos la
sustancia viva del cuerpo biológico de Freud con sus pulsiones de vida y muerte o el goce. (...) No se
trata de que sea inefable, es un problema lógico para la ciencia moderna. Si algo supuestamente nos
caracteriza, de la manera más genérica, es que somos “seres vivos”. Pero, y en especial para
Lacan, somos “sujetos de la ciencia” (...) no nos apoyamos en el cuerpo sustancial y sus energías
biológicas, sino en el material de cadenas borromeanas de significantes y sus objetos . No se trata de ninguna
realidad biológica. (...) tenemos la sensación -sensación determinada por nuestra modalidad lingüística,
social y cultural de vivir- que el cuerpo nos aporta sustancia y, consecuentemente, el ser; ese es el segundo
gran engaño. (p. 25-26)

Comencemos con el Seminario 23, El sinthome. Hablando sobre el cuerpo propio, Lacan afirma: “ Uno
tiene su cuerpo, no lo es en grado alguno”. Ya ahí está atacando el problema del ser y, en especial, del ser
corporal; uno no es su cuerpo y no lo es en “grado alguno”. Segunda cita: “ [...] la idea de sí mismo como
cuerpo tiene un peso [poids]”. (...) Que “tiene un peso” entiendo que también quiere decir que es
tridimensional, que si se lo sumerge en agua, desplaza volumen; posee, entonces, un doble “peso”: está
cargado de significado, pero, esa carga de significado es la consecuencia del valor que le asignamos al hecho
de que comporte peso en kilogramos. (...) Piensen en vuestros padecimientos corporales, ¿por qué se padece
tanto en la actualidad en Occidente por el propio cuerpo? No me refiero exclusivamente a que el cuerpo
duela -aunque en Occidente estamos cursando una epidemia de dolor crónico-, sino a si nos gusta o no
nuestro cuerpo, el padecimiento por el cuerpo que se tiene y que no nos gusta. Se padece el cuerpo porque,
para nuestra cultura, el cuerpo es uno mismo. (p. 26-27)
La verdadera consistencia del cuerpo para
el psicoanálisis, es la del toro-tubo

“[...] la idea de sí mismos como cuerpo tiene un peso. Es precisamente lo que se llama el ego. ”. Todas las
palabras que Lacan utiliza, como ya dije, tienen un valor, que yo llamaría específico. ¿Qué les sorprendió de
“ego”? Que no haya dicho moi, que no haya dicho je, que haya afirmado ego, es decir, Lacan lo dijo así, en
términos de, por ejemplo, la Ego psychology. Creo que hay que pensarlo en especial en la perspectiva del
“Ego cogito, ergo sum”. El cuerpo como peso constituye el ego. En el mismo Seminario 23: “Yo intento
dar otro cuerpo a esta intuición en mi nudo borromeo”. Propongo leer “intuición” como lo que se
supone que es conocimiento de la especie, evidente y sensible, primero y directo, sin razonamiento.
Pero ella es occidental, judeo cristiana, capitalista y moderna y posee en torno al cuerpo biológico un “toco
madera”. Nuestra intuición hace base en este modo de concebir lo corporal. ¿Cómo? Creemos y sentimos
que somos el cuerpo tridimensional biológico en el que habitamos. (p. 28)

Pero hay que aceptar que un nudo, en el sentido matemático en el que Lacan lo concibe, es algo que
no se puede agarrar o tocar con las manos; se puede asir sogas y eslabones de hierro, cadenas de
bijouterie, pero no nudos; los nudos de Lacan son objetos matemáticos y, por lo tanto, intangibles.
En la “Conferencia de Yale” de 1975, Lacan sostenía: “El cuerpo tiene por propiedad que se lo vea, y mal. Se
cree que es una burbuja [soufflure] [...]”. Primera propiedad a considerar: el cuerpo es visible, pero se lo ve
mal. ¿Por qué se lo ve mal? “Se cree que es una burbuja, una bolsa de piel [...] es decir [...] imaginario [...]”. Lo
que caracteriza al cuerpo es que se puede ver, en su función en nuestra vida, es que es imaginario. El problema
es que se lo ve. (...) El engaño ahora consiste en que el cuerpo biológico es visible, ya no solo es la imagen del
otro a la cual nos identificamos como “yo”. (p. 28-29)

En el Seminario XXII, R.S.I., en la clase IV, Lacan afirma: “ [...] al orden de ese cuerpo al que está
suspendido lo Imaginario.”. Así declara en forma contundente que el cuerpo no es real (...) En el mismo
seminario, R.S.I., en la clase VIII, dice Lacan: “ [...] la verdadera consistencia del cuerpo para el psicoanálisis,
es la del toro-tubo”. Suponemos que es algo parecido a lo que Freud representó así (un objeto con estructura
de esfera cortado en forma sagital para poder ver el interior con su núcleo (p. 30):
(...) Para Lacan, el cuerpo tendría por un lado la estructura de un tubo, un cilindro abierto y por
el otro cerrado como la superficie topológica llamada toro. Y de hecho ¿no es eso el cuerpo? El cuerpo,
en un sentido, es un cilindro, podríamos decir, cuyos extremos serían, para expresarlo de una forma
“evidente”, la boca y el ano, por donde eso entra y por donde eso sale, en continuidad de lo interior y lo
exterior que, entonces, dejan de ser tales (...) se pierde la posibilidad de distinguir entre interior y
exterior respecto del propio centro; tal como impone el hábitat del lenguaje. Lo mismo se debe
plantear para juissance, gozo, tanto JA̶ (Gozo del Otro), como J φ (gozo fálico) fuera del cuerpo:
sin posibilidad de distinguir si es interno. (...) luego Lacan sostendrá que la tripa, que es tubo, existe
con la estructura de una superficie de Klein, que posee una característica y es que comporta un punto
imposible de ser sumergido en el espacio tridimensional. Lo que implica que lo que somos como cuerpo
para el psicoanálisis es imposible de ser observado, visto o tocado en la realidad tridimensional, porque no
existe tal realidad, ya que es imposible sumergir en el espacio tridimensional una botella de Klein. (p. 31)

(...) Continuo con el Seminario XXII, R.S.I., clase VIII: “[...] quiero remarcar lo siguiente, se puede pensar
lo imaginario, lo imaginario él mismo, en tanto somos presa de nuestro cuerpo [...] se está en lo imaginario”.
Clavarle una puñalada a alguien, para Lacan, es estar capturado plenamente en lo imaginario, lo cual es
exactamente al revés de cómo se lo piensa habitualmente. No estoy diciendo que Lacan tenga razón y que los
colegas lacanianos estén equivocados cuando afirman que el cuchillo se clava “en lo real del cuerpo”. Lo que
señalo es que Lacan dice otra cosa. (...) La siguiente es una cita de la “Conferencia de Ginebra sobre el
síntoma”: “El hombre está capturado por la imagen de su cuerpo”. Esta es la segunda perspectiva del
diagnóstico de la captura imaginaria, porque en el estadio del espejo el hombre está capturado por la imagen
aparentemente completa de su semejante. Aquí Lacan agrega otra perspectiva al mismo problema y
dice que el hombre está capturado por la imagen de su propio cuerpo, ya que el cuerpo se ve, es
visible. (...) Para nuestra sociedad, lo que veo y puedo tocar es indudablemente lo real. Se supone que es
algo que tiene peso, pero en realidad adquiere ese estatuto por la mirada. Pero, entonces, el peso
que adquiere es engañoso. (...) ese peso en kilogramos se pone en funcionamiento y en valor por lo
imaginario de la mirada en nuestro contexto cultural que es sustancialista y vitalista. (p. 32-33-34)

En “La Tercera” se puede leer, además: “Pero el cuerpo ha de comprenderse al natural como desanudado de
ese real [...]”. (...) hay una trampa ahí, ya que “lo natural” pareciera que fuese a lo que se hace referencia en
Curtis, la biología como la ciencia de la naturaleza viva. Para Lacan lo que verdaderamente es natural lo es
porque está desanudado de lo real; ya que, según sus concepciones, lo real es lo imposible lógico-matemático .
En esto radica, según mi diagnóstico, lo fundamental de la diferencia entre la enseñanza de Lacan, la teoría
freudiana y el pensamiento vigente en los ámbitos lacanianos.
No hay relación sexual:
el anti-biologicismo de Lacan

Ahora pasaremos a L’Etourdit, (...) Extraemos de ese escrito lo siguiente: “[...] de ese real: que no hay
relación sexual, y ello debido al hecho de que un animal tiene estábitat [stábitat] que es el lenguaje, [...]”.
Lacan propone que el hábitat, que es el lugar natural donde habita el animal hombre, es el
lenguaje: vivimos en el lenguaje. (...) A pesar del término “animal”, Lacan está planteando, según
mi lectura, una perspectiva antibiologicista. Entonces: real es que no hay -es imposible- la relación
como escritura lógica de la proporción sexual. (...) [completa la cita]: “[...] que elabitarlo [d’labiter] es
asimismo lo que para su cuerpo hace de órgano; órgano que por así ex-sistirle, lo determina con su función, y
ello antes de que la encuentre.”. Esto que hace órgano, el lenguaje, no es carnal, disuelve la dimensión de lo
idéntico a sí mismo y no es interno, ya que es ex-sistente y, además, determina en su función al cuerpo . (p.
35-36)

(...) para él no hay realidad prediscursiva. Entonces, primero discurso como lazo social, luego el
cuerpo. “[...] y lo sitúo con el vínculo social, a lo cual se someten los cuerpos que, este discurso, loabitan.”. Es
decir: los cuerpos se someten a las leyes del orden del discurso, que es primero y que es el lugar en el que
habitan. ¿Cúal es, entonces, la ley del cuerpo? El discurso. Y el discurso, ¿qué es? El lazo social
sostenido en el significante. Esta es la lógica con la que Lacan concibe al cuerpo, es decir, no hay
nada de biología en su concepción; tampoco un comienzo en el cuerpo anatómico. Sigamos con
L’Etourdit: “La estructura es lo real que sale a relucir en el lenguaje”. La estructura es lo real. Ni la piedra, ni el
hueso, tampoco el cuerpo biológico, sino la estructura. (p. 36-37)

El órgano -en griego órganon significa máquina, herramienta e instrumento- fundamental del cuerpo del
parletre es el lenguaje y si todos los órganos -en el sentido de los órganos “codo” o “pierna” del síntoma
histérico- van a adquirir luego función, es en relación al primer o principal órgano que es el lenguaje y que
aloja a los otros órganos que en él viven. Esto hace referencia, aunque contraria, a la lógica freudiana del
autoerotismo. (...) Para admitir esto basta recordar las diferencias entre las parálisis histéricas y las parálisis
orgánicas: “parálisis de codo”, “parálisis de hombro”, ¿de qué se trata? De un órgano, ¿de qué cuerpo? Del
lenguaje. Freud lo estableció en su práctica pero lo teorizó al revés. “Hombro”, “codo”, son órganos del
“lenguaje-lazo-cuerpo”, pero Freud postuló que una energía proveniente del cuerpo biológico se localizaba
allí debido a una facilitación somática.

Mis tres son lo simbólico,


lo real y lo imaginario

Continuando el recorrido de esta reunión en torno a la concepción del cuerpo del “último Lacan”,
pasemos al “Seminario de Caracas”, el último que fuera dictado, donde leemos lo que puede ser considerado
su propio balance, al final de su enseñanza: “Aquí está: mis tres no son los suyos. Mis tres son lo simbólico, lo
real y lo imaginario. Me vi llevado a situarlos como una topología, la del nudo, llamado borromeo. El nudo
borromeo pone en evidencia la función de al-menos-tres. Anuda a los otros dos desanudados. Eso le dí yo a los
míos. Se los dí para que supieran orientarse en la práctica. Pero, ¿se orientan mejor que con la tópica legada por
Freud a los suyos? Hay que decirlo: lo que Freud dibujó con su tópica, llamada segunda, adolece de cierta
torpeza. Me imagino que era para darse a entender dentro de los límites de su época. ¿Pero, no podríamos más
bien aprovechar lo que allí figura la aproximación a mi nudo? Considérese el saco fofo que se produce como
vínculo del Ello en su artículo que debe decirse: «Das Ich und das Es». El saco, al parecer, es el continente de
las pulsiones. !Que idea tan disparatada la de bosquejar eso así! Solo se explica por considerar a las pulsiones
como bolitas, que han de ser expulsadas por los orificios del cuerpo una vez ingeridas. [...] Que contraste con la
definición que Freud da de las pulsiones, como vinculadas a los orificios del cuerpo. Una figuración luminosa
que impone otra figuración que esta botella. Cualquiera sea su tapón. ¿No será más bien, como me ha ocurrido
decirlo, botella de Klein, sin adentro ni afuera?”. (p.37-38)

(...) la vida con la que debemos operar en psicoanálisis es la que refiere la pregunta del melancólico “¿Esto es
vida?”. O la pregunta del enfermo terminal “¿A vos te parece que lo que tengo yo es vida?”. ¿A qué se hace
referencia ahí con “vida”? Esto posee íntima relación, por ejemplo, con lo que trabajan M. Foucault, R.
Esposito, G. Agamben y J. L. Nancy con forma de vida, calidad de vida, estilo de vida, tipos de vida, valores de
la vida, modos de vida, etc. Estos autores están, en cierto sentido, más avanzados que muchos psicoanalistas,
porque ya han advertido el problema que acarrea no estar prevenidos de la biologización de la vida en nuestra
ideología. (p. 38-39)

¿El silencio del analista?

Sigamos avanzando en el estudio de las diferencias. Para tal fin, leeremos otra cita del “Seminario de
Caracas”: “No será más bien, como me ha ocurrido decirlo, botella de Klein, sin adentro ni afuera? ¿O aún
sencillamente por qué no el toro? Me contento con apuntar que el silencio atribuido al Eso como tal, supone la
palabrería”. Pensémoslo juntos: el silencio de las pulsiones tiende a ser planteado en la actualidad como lo
imposible de decir, lo inefable de lo real del cuerpo, lo que las palabras no pueden expresar del goce de la
carne, etc. Pero si rechazamos el saco fofo y que las pulsiones sean como bolitas internas que habría que ir
escupiendo hacia fuera, entonces, el silencio de la pulsión se puede plantear en la lógica de: Escuchen
el silencio. (...) Si se trata del silencio de las pulsiones, hay que presuponer la palabrería; es decir:
el Ello adviene luego y como consecuencia de la palabrería. (p. 39-40)

[Sigue la cita]: “La palabrería que la oreja está esperando, la del ‘deseo indestructible’, que ha de traducirse
en ella. (...) Desconcertante la figura freudiana al oscilar así del propio campo a lo simbólico que ausculta ”.
(...) ¿Qué ausculta? Nuevamente pone Lacan allí la oreja adecuada, como auscultando, el agujero de la
palabrería, que no es ni interior ni exterior y además, siempre debemos suponerla primera, antes de toda
posibilidad de cuerpo. “Con todo llama la atención, que este enmarañamiento no haya impedido a Freud
volver después a las indicaciones más notables sobre la práctica del análisis, y en especial sus construcciones.
¿Debo darme aliento recordando que a mi edad Freud aún no había muerto? Desde luego, mi nudo no lo dice
todo”. Ven que Lacan admite al final de esta última cita que todavía no fue admitido lo que él propone, y
que debe darse aliento, ya que le quedan algunos años por vivir. (p. 40-41)

Lacan no dice que el nudo diga todo sino que permite plantear algunos problemas (...) Si nosotros no
trabajamos con las superficies topológicas, que son las descubiertas y formalizadas por la ciencia matemática,
el lenguaje, al menos entre nosotros, resulta engañoso en relación a la concepción del cuerpo, del yo y del
sujeto. (...) ¿Cuál será la lógica que debe asumir en su práctica el analista? Lacan propone que la lógica que el
psicoanálisis deduce del lenguaje, del Otro y del A, planteado como [A barrado], la que rige lo que el
psicoanalista debe sostener en su clínica, que está estructurada como una cadena (matemáticamente
considerada) de lo simbólico, lo imaginario y lo real. (...) La clínica del analista no puede ser del silencio,
porque ¿qué dice Lacan que el Ello está esperando? Palabras, el silencio del Ello está esperando
palabras anteriores, que el analista opera y concibe como significantes y localiza como letras. Si
leemos a Lacan así, entonces se trata de otra clínica, que se orienta de otra manera y que, entonces, plantea
otro fin de análisis. (p. 41-42)

Lacan no sostiene que esté mal engañarse y que haya que desengañarse para vivir en la luz y la verdad (...) el
engaño es estructural (...). El problema que se plantea es que, en la práctica analítica, el analista debe
estar advertido que se trata de un engaño, porque podría venir a consultarnos gente que sufre
enormemente a causa de este engaño (...) muchos psicoanalistas lacanianos intervienen desde la
responsabilidad subjetiva para que el paciente se haga cargo de su ser de goce o del goce mortífero
de quien quiere a toda costa morir. Por el contrario, se le podría proponer pensar y analizar qué quiere
decir, qué lugar íntimo ocupa el Otro allí, qué es imaginario y qué es real de ese sufrimiento , que pareciera
provenir del interior del cuerpo pero en realidad no es ni interno ni externo, etc.

(...) Para poder terminar, o sea, cortar con el síntoma, debemos ser capaces de proponerle analizar, a quien
padece del cuerpo, que se puede tratar de un engaño. Pero no se trata de desengañarlo, porque el engaño es
estructural; se trata de analizar en el sentido de reestructurar las relaciones de los elementos en juego en
función del conflicto, del deseo y el gozo, de la inmixión de Otredad y del discurso ; en definitiva: de la causa
en la Otra escena y el objeto a aunque el padecimiento se registre o se padezca en forma particular. (p. 43-44)

Cierre, últimas ideas acerca


del nudo borromeo

En la lógica del nudo borromeo, la existencia es en función del enlace del conjunto de
anudamientos. El sujeto, en su condición particular, es el conjunto de las relaciones, inclusive con
el analista. Cada caso es el conjunto de las relaciones, presentes, pasadas y futuras; con lo cual, por
ejemplo lo que dice el analista es material del caso. Propongo que no es material del caso sólo “lo que sale de
la boca del paciente”, porque serían como las bolitas que salen de adentro. No se trata de que el paciente
dijo, el analista le interpretó, etc. (...) Lacan propone que hay dos lógicas en psicoanálisis: la lógica de la
bolsa y la lógica de las cuerdas o lazos. La bolsa refiere a identidad y a lo interno y externo, las
cuerdas serán otra forma de entender lo particular, en tanto estructura o nudo de relaciones sin
centro, ni ser ni identidad. En la lógica de las cuerdas anudadas, cada parletre será la suma de las historias
pasadas y futuras de sus relaciones en su articulación lógica y desconocidas por el yo. Pero ese ser no es
sustancial. Recuerden que Lacan propone el nudo borromeo para dar otra intuición de lo corporal. (...) El
nudo es un tipo de ser al que nos tenemos que preparar a pensar en psicoanálisis, un ser de lenguaje, como el
parletre, que suele ser traducido como el “ser hablante”. Lacan propone que, porque se habla, adviene otro
modo de ser, ese ser carece de identidad, de interioridad, de sustancia, de naturaleza, etc; se trata de un
“hablanser”. (p. 44-45)

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