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Como Dios nos creó y nos dio la vida, es apropiado que lo llamemos “nuestro Padre” (Isaías 64:8).
El Reino de Dios es un gobierno que está en el cielo, y su Rey es Jesús. Jesús nos enseñó a pedir
que este Reino gobierne la Tierra (Daniel 2:44; Apocalipsis 11:15).
En el cielo no existe la maldad ni la muerte. Dios quiere lo mismo para la Tierra: que los seres
humanos vivamos para siempre en paz y seguridad (Salmo 37:11, 29).
En tiempos de Jesús, el pan era un alimento básico. Estas palabras nos recuerdan que
dependemos de que nuestro Creador nos dé las cosas necesarias para vivir (Hechos 17:24, 25).
“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”
En este contexto, la palabra “deudas” es lo mismo que “pecados” (Lucas 11:4). Todas las personas
pecamos y necesitamos que se nos perdone. Pero, si queremos que Dios nos perdone, nosotros
tenemos que perdonar a los demás (Mateo 6:14, 15).
Jehová nunca nos tienta para que hagamos algo malo (Santiago 1:13). Pero Satanás, el Diablo —el
“Maligno”— sí nos tienta; por eso también se le llama “el Tentador” (1 Juan 5:19; Mateo 4:1-4). Al
decir esto, le pedimos a Jehová que no nos deje ceder ante la tentación y desobedecerlo.