como ejemplo una oración que hoy se conoce como: “Padre Nuestro”. Irónicamente, hoy se usa como una oración para ser repetida de memoria, a pesar que Jesús nos instruyó que no usáramos vanas repeticiones (Mat. 6:7-8). El “Padre Nuestro” no es para recitarlo de memoria, sino para que Esta oración es un modelo en cuanto a sus ingredientes y formas para enseñarnos a orar. De hecho, esta oración fue dicha por el Señor cumpliendo con el deseo de un discípulo de tener una guía para sus propias oraciones (Lucas 11:1). La oración modelo pone las pautas para una oración ordenada y centrada en la verdadera necesidad humana. No solo enseñó a aquellos discípulos a orar, sino que también ha enseñado y enseña a los discípulos de Cristo a lo largo de la historia. Esta oración contiene siete frases, que deben de ser nuestras peticiones que no deben faltar en nuestras oraciones. DESARROLLO 1. “Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre” (v.9) Toda oración debe comenzar con un acto de adoración a Dios. Al decir PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN LOS CIELOS indicamos que Dios es nuestro Padre y está por encima nuestro. Dios es creador de todo, pero es nuestro Padre cuando reconocemos que Jesucristo nos ha redimido con su muerte en la cruz, y con ello nos dio ese regalo, nos consiguió el derecho de ser nosotros también hijos de Dios Él hubiera podido componer esa oración para que la oráramos así: “Padre de Jesús, que estás en el Cielo”. Pero no, Él quiso darnos a Su Padre para que fuera Padre Nuestro también. Al decir SANTIFICADO SEA TU NOMBRE indicamos que Dios es Santo. El reconocimiento de la santidad de Dios incluye nuestra propia santidad. Si es nuestro Padre, debemos vivir como sus hijos en santidad, reverencia, amor y buen testimonio al mundo, esto proclama la santidad de Dios. Cuando los hijos de Dios no viven como el Señor manda, no sólo quedan mal ellos, sino que también hacen quedar mal a Dios, ya que llevan su nombre (i.e. “pueblo de Dios” 1 Pedro 2:9). De esto se queja el Señor en Ezequiel: (Ezequiel 36:21 profanar es lo opuesto de santificar). 2. “Venga tu reino” (v.10) Con la expresión VENGA TU REINO estamos declarando que Dios es nuestro rey. El Reino de Dios no es solamente un lugar sino una forma de vida en la cual Dios es reconocido como el Rey, y sus súbditos viven como Él manda. Dios reina en nosotros cuando a través de su Espíritu Santo, Cristo vive en nosotros; es decir, cuando por gracia tenemos fe. Así estamos permitiendo a Cristo reinar en nuestro La oración de Jesús no es sólo un buen deseo o una profecía que se cumplirá hasta que vengan los últimos tiempos (Jer. 23:5; Dan. 2:44; Apoc. 11:15); más bien, es una declaración y un compromiso de vivir como Dios manda, y así traer el Reino de los Cielos a la Tierra. 3. “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (v.10)
Al decir hágase tu voluntad nos
rendimos ante él. La forma de traer el Reino de Dios a la Tierra es haciendo Su Voluntad, viviendo como Él manda. La aspiración de Dios es que se haga su voluntad. Nuestra oración debe demandar esto. Es cierto que después que el hombre pecó, se perdió la facultad de cumplir cabalmente con la voluntad de Dios, pero algún día su voluntad será hecha porque Dios así lo ha querido. Nuestra lucha terrenal es asignarnos como meta la tarea de hacer la voluntad de Dios, pero para ello necesitamos la ayuda del Padre. La primera mitad del “Padre Nuestro” se enfoca en la voluntad de Dios. No es sino hasta la segunda parte que Jesús hace peticiones personales. 4. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” (v.11) Dios es quien nos provee el alimento espiritual diario que nuestra vida necesita, y esto lo hace por medio de su palabra (La biblia), es por ello que es importante que diariamente la estudiemos, también es importante orar y congregarnos. Dios es también quien nos provee los alimentos diarios que nuestro organismo necesita, así como nos provee para nuestras necesidades diversas (Mateo 6:25-34) y eso es lo que debemos recordar en cada oración. La frase “PAN DE CADA DÍA” nos trae a memoria la imagen del maná (Éxodo 16). Ése era el alimento que Dios proveyó a los israelitas en el desierto. Pero no era una provisión que guardaran en graneros, ya que si recolectaban más de la provisión diaria ésta se llenaba de gusanos. Dios les daba la provisión día a día, con el fin Al hablar del “pan de cada día” se refiere a lo necesario para ese día. Los lujos y las extravagancias no están relacionados a esta petición. Por otro lado, necesitamos de “toda palabra que sale de la boca de Dios” (Deuteronomio 8:3) para vivir sanamente sobre la tierra. 5. “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (v.12)
En nuestras oraciones debemos
pedirle perdón a Dios por nuestros pecados, recordando también que siempre debemos estar dispuestos a perdonar. Aunque tratemos de ser hijos obedientes, debemos reconocer que no somos perfectos y podemos fallar. Gracias a la misericordia de Dios, podemos encontrar perdón y En Mateo 6:14-15; ¿Se dan cuenta lo que esto significa? Dios nos quiere perdonar y nos perdona cuando nos arrepentimos y nos confesamos. Pero también nos pide algo: nosotros también tenemos que perdonar a los que nos ofenden. Si queremos recibir el perdón de Dios, nosotros debemos también perdonar a quienes nos han fallado. 6. “No nos metas en tentación más líbranos del mal” (v.13) En nuestras oraciones debemos de reconocer que solo Dios puede librarnos de toda clase de mal. De una manera consciente queremos hacer el bien, pero el mal está en nosotros y queriendo hacer lo correcto pecamos (Romanos 7:19–22). Las tentaciones es algo a lo cual todos estamos vulnerables. No solo del mal que pueda venir sobre nosotros, sino de toda obra mala que nosotros podamos hacer (2 Timoteo 4:18). 7. “Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (v.13)
Debemos concluir nuestras oraciones
reconociendo que Dios es Todopoderoso; y a Él debe ser dada toda la gloria (1 Tim. 1:17; 1 Tim. 6:15-16). Cuando se dice Amén, estamos diciendo que Así sea. Que así lo deseo, que así lo espero y así lo pido. Pero sobretodo que debemos estar seguros CONCLUSIÓN Podemos orar a cualquier hora y en cualquier lugar. A Dios le encanta que lo hagamos. Por ejemplo: Si estamos comiendo algo muy rico, podemos pensar: ¡Qué bueno que me diste boca, Señor! O si estamos muy divertidos corriendo le podemos decir «Gracias por mis piernas y por el pasto». No necesitamos palabras elegantes o especiales. A Dios le encanta que le hablemos así (simple, como en los ejemplos) y así es como Jesús lo hacía. Lo importante es acordarnos que Dios siempre está cerca de nosotros acompañándonos y cuidándonos. También podemos ir a la iglesia a orar. Es como cuando Jesús se iba al monte. La verdadera oración es la que sale del alma, de lo más profundo del corazón, no de las repeticiones vanas que hacen algunos que piensan que por su palabrería serán oídos (Mateo 6:7,8).