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Lección 2 para el 8

de abril de 2023
“Entonces miré y vi una
nube blanca, y sobre la
nube, a uno sentado
semejante al Hijo del
hombre, con una corona
de oro en su cabeza, y
en su mano una hoz
aguda. Y del Santuario
salió otro ángel, y clamó
a gran voz al que estaba
sentado sobre la nube:
‘Toma tu hoz y siega,
porque ha llegado la hora
de segar, y la mies de la
Tierra está madura’ ”
(Apocalipsis 14:14, 15)
Apocalipsis 14 nos muestra al grupo que se mantendrá firme de parte
de Dios en el último conflicto de nuestra historia (Ap. 14:1-5). A
continuación, nos muestra el mensaje que son llamados a vivir y a
predicar (Ap. 14:6-13). Finalmente, concluye con la escena de la
ejecución del juicio divino como resultado de la aceptación o rechazo
de ese mensaje (Ap. 14:14-20).
Este juicio depende de las decisiones que cada uno tome ahora: para
vida (mies); o para muerte (uvas).
El momento de las decisiones (Apocalipsis 14:6-13):
Los tres mensajes cósmicos: Un momento del destino.
El examen de las decisiones (Apocalipsis 14:14):
El hijo del hombre.
El juicio celestial.
El resultado de las decisiones (Apocalipsis 14:15-20):
La cosecha de la mies: El destino de los justos.
La vendimia de las uvas: El destino de los injustos.
EL MOMENTO DE LAS
DECISIONES
(APOCALIPSIS 14:6-13)
UN MOMENTO DEL DESTINO
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14)

Como Jesús mismo dijo, todas y cada una de las


personas que vivan en este planeta cuando Él regrese
habrán escuchado las buenas nuevas del evangelio
(Ap. 14:6-7; Mt. 24:14).
Todas habrán tenido que decidir entre aceptar las
cómodas enseñanzas de una falsa salvación (Babilonia)
o adherirse al remanente fiel (Ap. 14:8).
Todas habrán tenido que decidir entre aceptar la
marca del adversario (simbolizado por la bestia), o
recibir el sello de Dios (Ap. 14:9-11; Mr. 8:35).
¿Cuál es el momento en el que decidimos nuestro
destino? Ahora. La decisión final dependerá de las
decisiones que tomamos cada día.
EL EXAMEN DE LAS
DECISIONES
(APOCALIPSIS 14:14)
EL HIJO DEL HOMBRE
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27)
Con la expresión “Hijo del Hombre”, Jesús realza su humanidad, habla de su
sufrimiento y su disposición a ayudar a todos (Lc. 9:22; Mr. 10:45). Es el único
que nos puede dar perdón (Mr. 2:10-11) y salvación (Lc. 19:10).
Como hombre, Jesús caminó por esta tierra, sanó a los
enfermos, fue tentado como nosotros y paso nuestras
pruebas. Podemos estar seguros de que Él nos entiende,
y de que está capacitado para juzgar nuestras decisiones
(Jn. 5:26-27).
En muchas ocasiones, Jesús usa esta expresión para hablar de sí
mismo en relación con su Segunda Venida (Mt. 16:27; 24:27, 37,
44; 25:31; Mr. 8:38).
Cuando en la crisis final cada persona haya tomado su decisión,
“este mismo Jesús” vendrá otra vez (Hch. 1:11).
EL JUICIO CELESTIAL
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del
cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano
de días, y le hicieron acercarse delante de él” (Daniel 7:13)
Juan ve a Jesús sentado sobre una nube, con una hoz en
su mano, esperando el momento de recibir la orden de
partida (Ap. 14:14).
Observa que Juan no ve a Jesús viniendo a la Tierra en
la nube. La Segunda Venida se produce cuando Jesús
recibe la orden: “Mete tu hoz, y siega” (Ap. 14:15).
Apocalipsis 14:14 es un texto paralelo a Daniel 7:13. En
ellos se describe el juicio divino previo al Advenimiento.
Cuando el juicio termine, todo caso estará resuelto
(Ap. 22:12), el carácter mismo de Dios quedará
vindicado ante el Universo (Sal. 51:4), y Jesús vendrá en
las nubes a por los redimidos (Mr. 13:26-27).
EL RESULTADO DE LAS
DECISIONES
(APOCALIPSIS 14:15-20)
EL DESTINO DE LOS JUSTOS
“[…] Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha
llegado, pues la mies de la tierra está madura”
(Apocalipsis 14:15)

Antes de realizar la siega, Jesús ha cambiado su corona de


espinas por una “corona de oro” (Jn. 19:5; Ap. 14:14).
Esta corona no es una corona de rey (diadēma), sino de
vencedor (stephanos).
Ha llegado la hora para que Jesús recoja la cosecha y nos
dé a cada uno la corona de vencedor (1P. 5:4). Pero
¿cómo podemos llegar a ser vencedores?
Aquí es donde cobra vida la similitud con la mies (grano,
cereal). Para poder ser segada, la mies debe crecer hasta
poder llegar a ser grano maduro, perfecto (Mt. 5:48).
De la misma manera, nosotros debemos crecer en
santidad cada día, transformados por gracia a la imagen
de Aquel que nos amó y venció por nosotros (2Co. 3:18).
EL DESTINO DE LOS INJUSTOS
“[…] Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la
tierra, porque sus uvas están maduras” (Apocalipsis 14:18)
Si los justos (la mies) han crecido en santidad cada día,
los injustos (los racimos) lo han hecho en impiedad.
El rechazo continuado a hacer la voluntad de Dios
produce impiedad y, finalmente, una conciencia
“encallecida” (1Tim. 4:1-2 NVI).
Este es el estado en el que se encontrará cada persona
cuando termine el tiempo de gracia concedido por Dios:
o ha sido santificado; o ha rechazado completamente la
gracia divina (Ap. 22:11).
El contraste es impresionante, y evidente para todo el
universo. Cada uno revelará con sus palabras y conducta
a quién ha decidido servir. Recuerda que esta decisión
será el resultado de las decisiones que tomes cada día.
“La Biblia se abrirá de casa en casa, y hombres y mujeres
encontrarán acceso a estos hogares, y se abrirán las mentes
para recibir la palabra de Dios; y cuando llegue la crisis,
muchos estarán preparados para tomar decisiones
correctas aun frente a las formidables dificultades que
traerán los engañosos milagros de Satanás. […] Habrá un
ejército de creyentes leales que se mantendrán firmes
como una roca en la última prueba. […]
Hermanos y hermanas, el Señor quiere impartirnos mayor
luz. Él desea que tengamos claras revelaciones de su gloria;
que los ministros y el pueblo se fortalezcan en su fuerza”

E. G. W. (Review and Herald, December 24, 1889)

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