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Mi nombre es Danna Núñez y esta es la historia de mi vida

Cuando nací, el mundo no era lindo, era todo lo contrario, peligroso y triste. En ese
momento, el presidente era Álvaro Uribe y la cantidad de “falsos positivos” era cada vez
mayor, mientras que las enfermeras luchaban para que recibiera calor, en algún lugar de
Colombia, el ejercito estaba asesinando a algún inocente a cambio de dinero, beneficios, o
alguna clase de reconocimiento, sin embargo, la tecnología iba aumentando cada vez más,
los celulares poco a poco se iban popularizando en Colombia y mi padre, que estaba lejos
de su familia, ya no tenía por qué contactarlos con cartas.

Pasó un año y Colombia seguía en las mismas, por suerte dentro de mi núcleo familiar no
había ningún afectado, sin embargo, mi familia decidió aprovechar una oportunidad que se
presentó y nos fuimos de Colombia, en ese momento no se sabía, pero ese lugar no sería
una buena segunda opción a largo plazo, aunque no puedo culpar a mis padres, ellos sólo
querían lo mejor para sus hijas, y en ese momento era nuestra única y mejor opción.

Venezuela, al igual que Colombia, también tenía sus problemas con Hugo Chávez al poder,
al principio todo iba bien, vivíamos en un lugar bien, a mi papá le iba bien, teníamos todo
lo que necesitábamos, yo estaba en preescolar, mi hermana en primaria y por suerte nos
sentíamos seguros con nuestro alrededor, pero empezó a haber escasez de comida y de
oportunidades, la inflación era imparable y las cosas claramente se complicaron, éramos de
los más afortunados del país, por suerte no nos vimos demasiado afectados por esto gracias
a las estrategias de mis padres, y si fuimos afectados nunca dejaron que ni mi hermana ni
yo nos diéramos cuenta, pero al entender que esa no era nuestra lucha, se tomó la decisión
de regresar a Colombia lo más pronto posible.

Luego de vivir 6 años por fuera regresamos, justo en 2010, nueva década, nuevos avances y
lastimosamente, justo a tiempo para dar un último adiós que afectó a todos a nuestro
alrededor, mientras que el mundo celebraba el mundial de África y Santos entraba a la casa
de Nariño, mi familia estaba de luto, el cáncer se había llevado a mi abuelo sin piedad, y yo
no entendía muy bien lo que pasaba, tenía 7 años, pero si tenía muy claro que no podría
volver a ver al abuelo que quería y extrañaría tanto; todos a mi alrededor me decían que no
estuviera triste, aunque los demás estuvieran destrozados, y fue en ese momento decidí ser
el soporte emocional de mi familia, aunque no supiera lo caro que me saldría.
Cuando entré a primaria, regresé a la costa, lugar en el que nací y que gracias a su
ubicación y cultura nos mantuvo a salvo cuando el resto del país estaba tan alborotado, con
el tiempo volvimos a estar en paz con nosotros mismos, nuestra economía no era la mejor,
por lo que tuvimos que vivir con la familia de mi mamá por un tiempo, pero poco a poco,
justo cuando entré a bachillerato, empezamos a tener nuestras cosas y todo estaba bien
dentro de mi familia, la perdida de mi abuelo ya no dolía tanto, el país se encontraba
terminando los tratados de paz con las FARC, y el sacrificio que sin darme cuenta había
realizado hacía tantos años, poco a poco empezaba a cobrarme factura.

Era 2016, Ariana Grande estaba haciéndose famosa, ya no por su actuación en


Nickelodeon, sino por su música y yo estaba en el punto más bajo de mi vida, mi hermana
no vivía con nosotros, y mi papá recién había regresado después de irse por un año a
Bogotá para poder trabajar, en teoría estábamos bien, mi papá no tenía trabajo, pero tenía
ahorros, me iba bien en el colegio y no tuve ninguna clase de dificultad de ningún tipo, pero
mi cabeza no estaba de acuerdo conmigo, tenía una gran vida y aunque nunca me había
sentido bien, tampoco me había sentido tan mal antes, mi mente me estaba cobrando todos
los años que sin darme cuenta le había hecho daño y el devolverle el favor no fue nada
lindo.

A pesar de entender que no me estaba sintiendo bien, no hice nada al respecto para
ayudarme, e igual que siempre, suprimí todo lo que sentía, hasta que de alguna manera lo
olvidé, momentáneamente, gracias al cielo a los pocos años, justo durante el mundial de
Rusia, volvimos a mudarnos, aunque esta vez mi hermana decidió quedarse atrás; mi papá
mi mamá y yo nos fuimos de la costa atlántica para finalmente llegar al valle, a Cali, y fue
en ese momento que, para mí, las cosas cambiaron para mejor, finalmente me di cuenta de
lo hermosa que puede ser Colombia, aunque esta ciudad fuera más peligrosa que
Barranquilla, también era más bonita y gracias a Dios hice mejores amistades.

Además de esto, poco a poco empecé a conocerme a mi misma y en menos de lo que


esperaba el amor tocó mi puerta, aunque no tenía las agallas para comunicarlo, finalmente
me sentía bien y estaba segura de que todo iba a ir para mejor, y así fue, sin embargo, la
historia de alguna forma se repitió, mientras que en el pasado todos estaban bien mientras
que yo estaba mal, ahora todos estaban mal mientras que yo estaba bien, la pandemia llegó.
Es increíble el como algo tan horrible como la pandemia del COVID-19 me haya traído
tantas cosas buenas, es fascinante y horrible al mismo tiempo, todos sufrían menos yo, y
aunque ahora ese hecho me haga tener sentimientos encontrados, en ese momento sólo
podía concentrarme en que a pesar de todo yo no estaba sufriendo, sonará horrible, pero
después de mudarnos a Cali, la pandemia fue lo mejor que me ha pasado, a mi papá le iba
bien en el trabajo, mi hermana volvió a vivir con nosotras, adoptamos una perrita hermosa,
me gradué con un gran promedio del colegio, nadie dentro de mi núcleo familiar cercano se
contagió, de alguna manera empecé a tener una mejor vida social, aprendí nuevas
habilidades, logré madurar, finalmente busqué ayuda y tuve tiempo para pensar.

Sin embargo, como mencioné antes, todo el resto del mundo estaba sufriendo, mientras que
yo estaba encerrada en mi fantasía de la vida perfecta, muchas personas murieron
contagiadas, al presidente duque le dio por imitar el canal televisivo de Hugo Chávez, los
que no se morían por enfermar se morían de hambre porque habían muy pocos afortunados
que lograron mantener su trabajo, hubo demasiado desempleo, y también llegaron muchas
injusticias, en especial la gota que derramó el vaso de la tolerancia colombiana y la que
generó el inolvidable paro nacional, la cantidad de injusticias que se cometieron durante las
protestas fue impresionante y lo peor de todo, es que eran por parte del mismo estado, nadie
podía salvar a los pobres protestantes, fue horrible y duró un par de meses, aunque antes de
que nos diéramos cuenta ya había terminado y todo volvió casi a la normalidad, la
diferencia ahora es que, al menos los jóvenes, dejamos de confiar en los policías.

Por suerte, soy una persona muy afortunada y nada de lo sucedido me afectó de manera
negativa, aunque a pesar de eso me duele todo lo malo que ocurre en mi país. Después de
graduarme y ganar un par de becas gracias a mi resultado del ICFES, me tomé 6 meses de
descanso, tiempo en el que logré tener valor para seguir mis sueños, la emergencia de la
pandemia bajó y terminé de estudiar inglés, me postulé para el programa de psicología en la
javeriana Cali, y no podría estar más feliz o satisfecha con mi decisión, soy orgullosamente
javeriana y estoy agradecida de todo lo que he pasado en mi vida, de todas las lecciones
aprendidas y de todas las amistades que logré hacer durante este semestre, no puedo esperar
por ver qué otras cosas podré agregar a mi historia en un futuro, y me mantengo positiva
pensando que me irá bien, e incluso mejor de lo que me va ahora.

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