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El poder de las palabras: enseñar a los niños a

enfrentarse a los insultos


Las palabras tienen un tipo de poder que puede afectar a todas las
personas, sin importar la edad que tengan. Los insultos son habituales en
el patio de las escuelas, donde muchos niños que no son capaces de
expresar adecuadamente sus emociones, se escudan en el insulto como la
vía más rápida para llamar la atención de forma negativa de otro.
Los adultos, o la gran mayoría, tienen estrategias suficientes para poder
hacer frente a este tipo de palabras ofensivas, pero los niños se pueden
quedar paralizados ante estas situaciones. Es necesario que aprendan
nuevas habilidades sociales y comunicativas para poder hacer frente a
esas situaciones y no dar poder a esas palabras dentro de su estado
emocional.

Cuando se reciben insultos


Las palabras ofensivas o los insultos suelen invitar en la mayoría de los
casos a reacciones violentas, incluyendo un incremento de burlas,
insultos, comentarios despectivos y desprecios. En las escuelas los
maestros tienen que lidiar con este tipo de lenguaje ofensivo, puesto que
son algo bastante habitual, y es que las palabras ofensivas es un
problema grave donde muchos niños tienen que hacer frente por su
cuenta.
Si no tienen las habilidades suficientes, pueden sentir que esas palabras
tienen demasiado poder sobre ellos e incluso, pueden creer en forma de
etiqueta, que lo que se les dice, es cierto. Por ejemplo; ‘tonto’, ‘gordo’,
‘retrasado’, son etiquetas e insultos fuertes que los niños pueden creer
como características ciertas de su persona.
Estrategias para hacer frente a los insultos
Hay formas eficaces de hacer frente a los insultos y que se reduzca el
poder de esas palabras en quienes las recibe. Lo principal es reducir la
conexión emocional de las palabras porque cuando se les quita el poder,
ya no nos pueden controlar, ni tampoco hacer daño emocional.

Los niños -y los adultos- pueden tener cierta dificultad para aprender este
tipo de habilidades, y aprenderlo puede cambiar la vida de la forma más
poderosa: no se puede permitir que otros controlen el propio
comportamiento. No te pierdas algunas de las estrategias para que los
niños (y adultos) puedan hacer frente a los insultos.
Crear una nueva imagen mental
Los niños deben pensar en todas esas palabras que hieren sus
sentimientos y que escuchan cada día. Haced una lista escrita. Después,
enseña a los niños a imaginar a esa persona diciendo esas palabras
vestido de forma ridícula o con una imagen mental graciosa. Se puede
utilizar cualquier imagen que se vea ridícula y haga reír. Después, las
palabras ofensivas deberán tener otro significado más neutral, por
ejemplo: ‘tonto’, puede pasar a significar: ‘plátano’.
Pueden tardar semanas en reemplazar las emociones de odio hacia las
palabras malsonantes y empezar a sentir otra emoción más agradable.
Quizá no funcione con todos los niños, pero sí puede funcionar con
muchos, solo se necesita tiempo para practicarlo. Además, esta técnica
puede hacer que el niño sonría o se sienta bien, entonces la persona que
insulta verá que sus palabras no tienen poder, y dejará de usarlas.

Entender por qué los demás insultan


¿Por qué los demás insultan? ¿Los insultos ayudan? Los niños se darán
cuenta de que los insultos solo son una forma para que otro se sienta
mal, para hacer daño. Una vez que sepan que los insultos son para hacer
daño, deberán aprender a qué decir para demostrar que esas palabras no
tienen poder sobre ellos ni sus emociones. Algunas respuestas a este tipo
de agresión pueden ser:
 No entrar en el círculo de la violencia, ni física ni verbal. Así no se da
poder al agresor verbal.
 Hacer caso omiso de las palabras, la indiferencia es la mejor arma.
 Responder con amabilidad y responder con palabras ingeniosas o halagos.
Los niños deben aprender a que son ellos quienes tienen el control de las
palabras ofensivas o de este tipo de situaciones. Son ellos quienes
deciden el grado de afectación de esas palabras en su persona.

Cómo enseñar a mi hijo a no burlarse de los


demás
Las burlas pueden causar graves daños psicológicos a las víctimas
porque las palabras pueden herir incluso más que los golpes. Las heridas
son mucho más profundas porque se clavan en el corazón. Los efectos
psicológicos de las burlas en los niños pueden ser devastadores para su
autoestima y por eso muchos padres optan por enseñar a los niños a
defenderse de las burlas. Pero aunque esto es importante, lo que realmente
es necesario es enseñar a los niños a no burlarse de los demás.
Si los niños aprendieran a respetar a los demás y a aceptar las
diferencias, entonces muy probablemente la convivencia entre las
personas desde la niñez y también siendo adulto se basaría en el
respeto, la convivencia y también la tolerancia.
Por qué unos niños se burlan de otros
En la mayoría de ocasiones los niños empiezan a burlarse de otros
porque lo han aprendido de los adultos de referencia. Quizá sus padres
estén acostumbrados a criticar a otras personas, a burlarse de ellas… y a
hacer esto de forma cotidiana. Los niños lo ven, lo aprenden y después
se convierten en niños que también se burlan de los demás. También es
posible que los niños que se burlan lo hagan porque han sido víctimas de
burlas en otras ocasiones y una forma de protegerse es hacerlo con
otros.
Otros niños (y adultos) sienten tanta inseguridad y tienen tan baja
autoestima que sólo encuentran la manera de sentir algo de control
burlándose de otros. Es una forma de llamar la atención sin pensar en
otras formas más adecuadas. También es posible que los niños que se
burlan no tengan buenas habilidades sociales y no tengan otras estrategias
para poder relacionarse de forma adecuada con los demás y crean que
burlarse de otros está bien.
Los niños necesitan aprender que para llevarse bien con las personas
pueden entretenerse sin herir a otros ni tampoco a sus sentimientos. Las
burlas no son agradables y menos si haces daño o molestas a otra
persona. Si tu hijo se burla de los demás, es buen momento para hacer
algo ante esto y que tu hijo sea capaz de desaprenderlo.
El papel de los padres y la comunicación con los
hijos
Los padres tienen una gran importancia en todo esto. Los padres deben
mirar primero cuál es su forma de interactuar con los demás y modificarla
lo antes posible para que los niños no aprendan esta forma grosera de
relacionarte con otros. Además, es importante mantener una
conversación con tu hijo y decirle cosas como por ejemplo:

 Cuando te burlas de otros, todos a tu alrededor se sienten incómodos.


 Las burlas no están bien, hieren los sentimientos de los demás.
 Tener miedo de la gente no es tan bueno como tener amigos.
 Ser el centro de la mala atención no es tan grande como ser el centro de la
buena.
 Burlarte de los demás te convierte en “matón” o “abusón” y un matón no
tiene verdaderos amigos.
 Si quieres tener amigos, primero deberás aprender a cómo ser amigo.
 Burlarse de los demás sólo trae problemas.
 Si te burlas de los demás ellos no tendrán reparo en burlarse de ti.
 Si alguien se burla de ti tendrás que buscar ayuda de un adulto.

Buscar la empatía
Los niños necesitan entender cómo se siente otra persona ante esas
situaciones incómodas. Podéis realizar un juego de roles en el que él sea
la víctima para que sienta la vergüenza que puede pasar otra
persona. Así será capaz de entender lo mal que se pasa y que además, sea
consciente de que todas las personas tienen derecho a la privacidad y al
respeto. Además, los padres tendrán que realizar los siguientes puntos
para que sus hijos también aprendan a hacerlo:
 Conócete y ten mayor autoestima y seguridad. Así tu hijo se sentirá
también mejor.
 Ayuda a tus hijos a hacer amigos.
 Haz comentarios positivos acerca de las personas que conoces y de las que
no conoces.
 Busca siempre la buena intención.
 Aprende a cooperar con los demás.

Cómo enseñar a los niños a enfrentarse a las


burlas
Los niños pueden llegar a ser muy crueles, sobre todo cuando se
burlan de otros pequeños. Muchos se comportan de esa forma porque
no han desarrollado completamente la capacidad de ser empáticos y
ponerse en el lugar del otro. De hecho, los niños nacen siendo
demandantes, exigiendo cuidados, solo más adelante desarrollan lo que
se conoce como la “Teoría de la Mente” y son capaces de desarrollar la
empatía. Por supuesto, también depende de la educación que hayan
recibido. En todo caso, siempre es conveniente preparar a tu hijo para
hacerle frente a las burlas sin tener que recurrir a la violencia. De esta
forma le ayudarás a crear una especie de coraza emocional para
proteger su autoestima. Y se trata de un regalo invaluable para la vida.
La humillación duele, y mucho
Un estudio realizado recientemente por investigadores de la Universidad
de Ámsterdam ha desvelado que las heridas que causa la humillación
son mucho más profundas de lo que pensábamos. En esta investigación,
publicada en la revista Social Neuroscience, los científicos escudriñaron
dentro del cerebro de las personas mientras experimentaban diferentes
emociones.
Para generar esos estados emocionales les leían diferentes historias y
les pedían que intentasen ponerse en el lugar del protagonista. Así se
pudo apreciar que la humillación desencadenaba una reacción a nivel
cerebral mucho más intensa que la alegría e incluso que la ira.
En el estudio también se apreció que la humillación activa áreas
cerebrales relacionadas con el dolor. Por tanto, estos investigadores
alertan que la humillación no solo es una sensación muy negativa sino
que incluso se percibe a nivel cerebral como un dolor. Por eso, sus
consecuencias se pueden arrastrar hasta la adultez, dando lugar a una
persona insegura o, al contrario, a alguien que responde con agresividad.
¿Cómo los padres pueden ayudar a su hijo?
Investiga qué está sucediendo
Para ayudar a tu hijo, primero debes comprender qué está
sucediendo. ¿Por qué se producen las burlas? ¿Dónde ocurren
normalmente? ¿Cómo ha reaccionado el niño? Se trata de que entiendas
si, de alguna forma, tu hijo puede estar provocando las burlas y si estas
son puntuales o se han vuelto regulares, en cuyo caso estaríamos
hablando de acoso.
Ignorar la burla puede hacer que desaparezca
Explícale a tu hijo que cuando los niños se dan cuenta de que sus
bromas surten efecto, porque provocan enfado o vergüenza, se
envalentonan. Por eso, la mejor estrategia suele ser ignorar las
bromas. Como los niños burlones lo que buscan es divertirse, cuando
vean que no consiguen su objetivo, se darán por vencidos. Recuérdale a
tu hijo que “a palabras necias, oídos sordos”.
Enséñale a responder con rapidez
En algunos casos, una respuesta rápida e ingeniosa, desarma al burlón.
No obstante, debes dejarle claro a tu hijo que no se trata de responder
con otra burla o con la violencia sino de forma que confunda al otro y le
haga ver que su broma no ha hecho mella. Por ejemplo, si alguien se ríe
del tamaño de sus orejas, puede decirle algo como “así puedo oírte
mejor”. De esta forma el otro niño comprenderá que no le va a seguir el
juego.
Muestra tu lado más comprensivo
En algunas ocasiones los padres no reaccionan bien cuando sus hijos les
cuentan que alguien se está burlando de ellos. Algunos, en vez de
apoyarles y mostrarse empáticos, les tachan de “cobardes”, “quejicas” o
“llorones”. Sin embargo, la mejor estrategia es transmitirle amor y ser
comprensivos. Por ejemplo, puedes contarle aquella vez en que se
burlaron de ti y explicarle cómo te sentiste.
Fomenta las amistades positivas
Para evitar que las burlas laceren su autoestima, fomenta las amistades
positivas de tu hijo. Permítele que pase tiempo con sus amigos y que se
divierta. Cuando los niños tienen un círculo de amigos suelen sentirse más
seguros y los otros niños se lo pensarán dos veces antes de meterse con
ellos.
Cómo enseñar a los hijos a conectar con los
demás
Las habilidades sociales son fundamentales
Conectar con los demás es muy importante, sobre todo, fuera del mundo
digital. Los adolescentes de hoy en día están aprendiendo a mantener
relaciones y a conocer gente desde detrás de una pantalla, algo que sin
duda está matando la naturaleza del ser humano en cuanto a la conexión
con los demás. Ha llegado el momento de que los padres tomen
conciencia de esto y que enseñen a sus hijos a conectar con los
demás, teniendo la pantalla apagada. La realidad es que vivimos en un
mundo digital, aunque la era digital y el mundo de los medios sociales
nos han dado grandes oportunidades, también significa menos
oportunidad para conectarse con los demás cara a cara. Enviamos
correos electrónicos, compramos online, nos enamoramos y
mantenemos amistades en línea. Es importante que los padres tomen
conciencia y enseñen a sus hijos otro tipo de conexión, el que no pasa a
través del Wi-Fi.
Los niños aprenden observando
Los niños aprenden observando y recogiendo la información que les
rodea, así como las acciones de los adultos. Experimentarán la forma de
hacer y ver las cosas por ensayo y error… igual que también lo hacen
sus padres. Cuanto más te centres en la enseñanza de habilidades
sociales y puedas fomentar su capacidad de conectar con el mundo,
mayor será su experimentación y se sentirá seguridad y confianza en sí
mismo. Además tendrás que ser un buen ejemplo de comunicación con los
demás, no sólo a través de la pantalla.
Los padres no podemos hacer las amistades por ellos, pero podemos
enseñarles habilidades sociales que les ayudarán a hacerlo por ellos
mismos. Los niños son seres egocéntricos y esto es importante para su
desarrollo, necesitan saber cuál es su lugar en el mundo. Pero los niños
tienen que tomar conciencia hacia el exterior de sí mismos y darse cuenta del
mundo y de las personas que los rodean.
Lo mismo que ocurre con cualquier comportamiento, la forma más
saludable es permitir libertad de movimiento y ser flexible con ellos. No
siempre queremos que nuestros hijos conecten con los demás -no todas
las relaciones y amistades son buenas para ellos y es importante que
sean capaces de reconocer y actuar ante esto-. Al mismo tiempo, sin
embargo, ellos pueden ser capaces de crear buenas amistades para
ellos. Una vida saludable es saber marcar la diferencia y aprender a
responder ante las exigencias del mundo.
Como padres, tenéis la oportunidad y la obligación de enseñarles cómo
conectar con el mundo real, dejando a un lado el mundo virtual, que
aunque está bien conocerlo, las interacciones sociales -en persona- son
mucho más importantes.

Disfrutar la diferencia
Enseña a tus hijos a disfrutar la diferencia y no sólo a tolerarla. Es fácil
conectar con personas que tienen ideas afines, pero a veces las
personas que tienen mayor capacidad para abrirnos la mente suelen
tener experiencias muy diferentes y visiones del mundo que no
conocemos. No sólo las diferencias se deben tolerar, sino que también se
trata de encontrar la forma de conectar con ellas y disfrutarlas por todo lo
que nos enseñan. Los niños deben darse cuenta de cómo apreciar y
conectar con las diferencias no es algo malo.
Espacio para explorar la mente
Esto sólo se consigue hablando. Los niños necesitan explorar sus
mentes y sentirse atendidos. Es necesario escuchar a los hijos siempre
que hablan. Enséñale a tus hijos a hablar contigo, a hablar con los
demás, a sentir sus emociones, a sentir lo que los demás
sienten. Enséñale empatía, enséñale también resiliencia.
Ellos son importantes, igual que los demás
Queremos que nuestros hijos sepan lo increíbles que son y lo importante
que son para nosotros, pero no queremos que sean narcisistas ni
demasiado egocéntricos. La arrogancia es el peor enemigo de la conexión
con los demás, por eso debemos nutrir los corazones de nuestros hijos con
calidez humana, que sean capaces de conectar y ser vistos por los
demás, que sean fuertes y que sientan bondad por ellos mismos y
también por los demás.
Cómo enseñar empatía a los niños
La empatía es una habilidad que los niños deben aprender a manejar
dejando de lado el fuerte ego que está tan presente en los niños y en su
desarrollo, no es fácil, pero es necesario para ellos y para que puedan
crecer en armonía con su entorno. En la infancia es muy habitual que
los niños se peleen por los juguetes o por cualquier otro motivo en el que
su ego se convierta en protagonista, puesto que piensan que el mundo
gira alrededor de ellos. Es necesario que los niños entiendan que todas
las personas tienen sentimientos y emociones. De esta manera cuando la
empatía entra en sus vidas, podrán entender los sentimientos de los demás y
aprenderán a comportarse de forma que no tengan que hacer daño a
otras personas (ni a ellos mismos). Pero, ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo
conseguir que un niño pueda salir de su tan arraigado ego?
Pon nombre a los sentimientos
Para que los niños entiendan y manejen bien sus emociones, primero
deberán reconocerlos en ellos mismos y en los demás. Es necesario que
pongas nombre a sus comportamientos y sentimientos tan a menudo como
puedas. Por ejemplo, cuando tu hijo se acerque a hablar con un niño que
está solo puedes decirle cosas como: “Fue muy amable que hayas hablado con
ese niño que estaba triste por estar solo” o quizá y para que busque
soluciones:  “Tu hermano se siente triste porque le has quitado su juguete, ¿qué
puedes hacer para que se sienta mejor?”. Tu hijo al ver que te has dado cuenta
de su comportamiento, lo sentirá reconocido y se comportará de forma
adecuada en futuras ocasiones.
El juego de las emociones
Existe una forma de empezar a comprender las emociones y es teniendo
en cuenta las propias emociones. Para conseguirlo se puede poner un
tablero en la nevera de la cocina y poner una foto de rostros que
impliquen las diferentes emociones: tristeza, felicidad, sorpresa, ira,
frustración, miedo, nerviosismo, celos, etc. Deberás hablar con tu hijo
acerca de estas emociones y poner una cruz cada vez que tu hijo sienta
alguna de ellas. Cuando él mismo reconozca la emoción que ha tenido sin
ayuda podrás recompensarle con un elogio, una golosina o con lo que
consideres oportuno.
Sé su mejor ejemplo
Como en todo en la vida tu hijo necesita que seas su mejor ejemplo. Si
quieres que sea una persona con empatía deberás serlo también tú y
sacar toda tu sensibilidad hacia los demás diariamente. Pregunta a tu hijo
cómo se siente cada día, hablad de emociones, habla sobre las emociones
de los demás, sé una persona empática con las personas que te rodean
y que tu hijo lo vea.
Oportunidades naturales
La vida diaria puede ofrecerte oportunidades naturales para que tu hijo
aprenda empatía. Cada vez que el niño muestra empatía hacia otra
persona deberás reforzar esto con palabras positivas.
Ayúdale a que entienda qué es la empatía
No expliques qué es la empatía a un niño, porque no lo entenderá de
este modo. Si quieres que tu hijo entienda qué es la empatía deberás
conseguir que tu hijo piense sobre los sentimientos de otras personas,
así elevarás su nivel de conciencia. Por ejemplo, si tu hijo no quiere que
su amigo juegue con sus coches le puedes hacer una pregunta
como: “¿Cómo crees que tu amigo se siente cuando no quieres compartir tus
cosas con él?
Una forma de conseguir que entienda qué es, es a través del lenguaje
corporal. Si tu hijo empieza a interpretar gestos y expresiones faciales
podrá desarrollar la empatía mucho más rápido. Puedes decirle
cosas: ¿Te diste cuenta como tu hermano te miró cuando compartiste el trozo
de pastel con él? ¿Te diste cuenta que sonreía por estaba contento? Poco a
poco se dará cuenta cómo su comportamiento puede afectar a otros.
Cómo tratar el comportamiento disruptivo en
los niños
El comportamiento de los niños nos dicen grandes cosas de ellos, de
cómo son, de cómo piensan, sobre qué necesitan y sobre todo, sobre el
tipo de educación y atención que reciben en casa. A veces, los niños
pueden mostrar un comportamiento disruptivo que puede ir desde irritar a
los padres, hermanos u otros adultos cercanos, a sonidos fuertes, golpes
y comportamientos mucho más negativos.
Es necesario que para solucionar este tipo de comportamientos no se
emplee nunca la fuerza, ni el castigo, ni los gritos ni ningún tipo de
agresión (¡ni física ni verbal!), puesto que si no los niños aprenderán que
ese comportamiento es el adecuado para imitar. Es necesario prevenir que
el comportamiento disruptivo ocurra conociendo al niño e intentando
entender por qué se comporta de ese modo. Así, sabiendo cuáles son los
desencadenantes de la mala conducta, podrás prevenir algunos
problemas. Además, es necesario sustituir esos comportamientos
negativos por otros más adecuados. Pero, ¿cómo hacerlo?
¿Qué es el comportamiento disruptivo?
El comportamiento disruptivo es cualquier comportamiento del niño que
interrumpe la actitud positiva. Un comportamiento disruptivo puede
ocurrir en el hogar, en la tienda, en la escuela o en la calle y puede
provocar peleas entre hermanos, rabietas, gritos, peleas con los
compañeros de la escuela, etc. Lo habitual es pensar que los niños que
tienen este tipo de conductas lo hacen para llamar la atención o para
manipular las situaciones para obtener lo que ellos quieren, pero la
realidad es que hay mucho más. Un niño con un mal comportamiento
muy a menudo es un niño que sufre y que está teniendo problemas
emocionales que intenta enterrar o que no sabe cómo poder manejarlo.
La importancia de prevenir este comportamiento
Los niños cuando son pequeños tienen rabietas porque no saben
manejar sus emociones y son los adultos los que deben darles pautas y
guiarles en el proceso de calma y aceptación. Pero un padre o madre es
la persona que mejor conoce a sus hijos y cuando empiezan a ver que
algo no va bien saben cuál es la razón. Por ejemplo, en los niños más
pequeños es habitual que existan malos comportamientos porque están
cansados, porque tienen hambre o porque le están molestando. La
prevención de que ocurra un mal comportamiento es imprescindible para
que haya paz en la familia y para que tu hijo aprenda a controlar sus
acciones, sobre todo cuando son más pequeños.
Reemplazar las conductas inadecuadas por otras
adecuadas
Es necesario que enseñes a tu hijo cuáles son los conductas deseadas y
que sepa qué es exactamente lo que se espera de él en cada momento.
Por ejemplo, si tu hijo ha cogido la costumbre de gritar o llorar cuando no
puede tener algo que quiere, es necesario explicarle qué comportamiento
es el adecuado y esperar a que lo haga para recibir la recompensa (tener
lo que pide). Por ejemplo, puedes pedirle que diga “mamá, ¿me puedes
dar agua por favor?” y entonces se la das, sin gritos ni lloros. Y si hay
algo que le molesta, intenta averiguar qué es, a veces sólo necesitan apoyo
emocional y menos órdenes.
Normas claras con buen ejemplo
Es necesario que priorices la comunicación en la relación con tus hijos,
por muy ocupado/a que estés durante el día. Cuando hables con tu hijo,
toma tu tiempo para asegurarte que te ha escuchado atentamente.
Deberás darles normas claras, cortas y fáciles de entender para que
sepa qué debe hacer y cuando. Por ejemplo: “Por favor, recoge tus
juguetes”. Si después de dos órdenes no recoge sus juguetes es
necesario que emplees consecuencias: “Si no recoges tus juguetes no
podrás ver tu programa favorito”. Recuerda que para niños más pequeños
es necesario moldear la conducta, por lo que deberías ayudarle a recoger
los juguetes para que aprenda a cómo hacerlo y que valore el esfuerzo
de ambos.
La importancia de las relaciones sanas en la
vida de los niños
Hay veces que a las personas nos gusta estar solos y eso no es malo en
absoluto, todo lo contrario. Pero los seres humanos somos seres sociales
y para estar bien debemos sentirnos que pertenecemos a un grupo y que
tenemos amistades. Para poder crear buenas amistades hay que tener
habilidades sociales adecuadas, solo de ésta manera se pueden
conseguir amistades sanas. Lo mismo ocurre con los niños, para que
sean capaces de formar relaciones positivas -en todas las facetas de la
vida- es fundamental que aprendan habilidades sociales, y la mejor
manera de aprenderlo es que los padres sean los mejores guías y los
mejores ejemplos para que puedan modelar las conductas.

Cómo ayudar a los niños a construir mejores


relaciones con los demás
Un estudio reciente encontró que los niños que tienen un vínculo seguro
con sus padres son más propensos a desarrollar amistades sanas y a
adaptarse a los demás teniendo en cuenta sus propias necesidades.
Para que los niños se sientan seguros y puedan establecer relaciones
sanas con los demás se tienen que tener algunas cosas en cuenta en el
día a día familiar:

 Los niños ven a su padre, madre o cuidador tranquilo ante una situación
desconocida.
 Se sienten mejor cuando hablan los conflictos que han podido haber en la
familia.
 Los niños utilizan a sus padres como una base para explorar su entorno
para sentir confianza.
En la investigación se encontró que los niños que tenían un vínculo
seguro con sus padres eran más sensibles a los compañeros de juego en
el primer contacto, pero sabían canalizar mejor sus emociones, incluso si
ese nuevo compañero era propenso a la ira. Los niños con apego seguro
continuaron respondiendo positivamente a las situaciones sociales. 
Los niños que tienen un apego seguro con sus padres son más sensibles
a las sugerencias o las peticiones formuladas por sus iguales, tienen
mayor empatía y asertividad en las relaciones. Un niño que tiene buenas
habilidades sociales:

 Tiene expectativas positivas en cuanto a las relaciones con los demás.


 Se ajustará rápidamente a las respuestas de sus compañeros.
 Es probable que utilice sugerencias y peticiones en lugar de demandas y
comportamientos intrusivos.
Las relaciones seguras entre padres/madres y sus hijos afectará
positivamente a los hijos y también aumentará la sensación de
seguridad, autoestima, autocontrol… y también, la capacidad de
aprender y recordar conocimientos.
Empezar a construir relaciones sanas… desde el
nacimiento
Las relaciones sanas se empiezan a formar desde que los niños llegan a
éste mundo y el contacto con sus progenitores/cuidadores es esencial
para que se vayan creando personas estables y emocionalmente
inteligentes. Pero el apego seguro no se trata de que los padres olviden
sus propias necesidades a favor de las de su bebé… Significa estar en
sintonía con las necesidades de los hijos sin olvidar las propias. 
Para establecer buenas relaciones en el futuro con los demás, los bebés
necesitarán establecer una relación positiva con sus cuidadores porque
ésto, influirá directamente sobre el desarrollo y crecimiento del cerebro. A
través de una relación positiva, las conexiones neuronales en el cerebro
del bebé estarán hechas de seguridad. Los niños con padres que trabajan
un buen apego jugarán más con sus hijos y serán más sensibles a las
necesidades de sus pequeños, por lo que los niños aprenderán y
modelarán esa conducta hacia ellos mismos y hacia los demás.
Como puedes comprobar es muy importante tener relaciones sanas en la
vida de las personas, pero esto, se empieza desde el nacimiento de los
niños, trabajando una relación positiva y segura con los padres. Si tu hijo
crece teniendo una relación sana contigo, entonces, podrá tener una
relación sana con las demás personas a medida que vaya creciendo.
Formas de fomentar las habilidades sociales
saludables en los niños
Las habilidades sociales comienzan a desarrollarse desde el momento
en que nacemos, a través de la interacción con los padres. Sin
embargo, nuestras vidas suelen ser más complejas y también lo hacen
nuestras conexiones y nuestras expectativas. Es por eso que es deber de
los padres que los hijos puedan adoptar unos buenos hábitos sociales
para que los mantengan en la edad adulta.
No se trata sólo de la cantidad de tiempo que tu hijo pasa con los demás
lo que le enseña habilidades sociales adecuadas, hay tres elementos
clave que tu pequeño debe aprender para fomentar una comunicación
sana con los otros: el autocontrol, la empatía y la comunicación
verbal. Es necesario guiar a los hijos en la dirección correcta cuando se trata
de interacciones positivas con los demás.
Enseña a tu hijo sobre sentimientos y empatía
Si tu hijo no entiende cómo su comportamiento afecta a los demás, es
probable que no vea una razón para actuar de forma diferente. No sólo
va a aprender la empatía sino que también disminuirá la posibilidad de
que tu actúe de forma negativa hacia los demás. También, puede ayudar
a tu hijo a apreciar a los demás y ser apreciado por ellos cuando
comprendan cómo se pueden sentir en cada momento.
Una forma de ayudar a tu hijo a desarrollar empatía es hablar de sus
sentimientos. Pregúnteles qué les hace felices y qué es lo que les hace
estar tristes y por qué. Explícale que las emociones son normales y qué
es lo que les provoca en ellos. Tu hijo podrá aprender habilidades de
afrontamiento de mejor forma si entiende sus propios sentimientos.

Sé un buen ejemplo de emociones positivas


Los adultos tenemos malos días y habrán momentos en los que te
sientas irritable, es normal. Sin embargo, deberás tener una buena
capacidad para mantener las emociones bajo control y así, ser capaces
de guiar el comportamiento de tus hijos con tu ejemplo. Si tu hijo hace
algo que no te gusta, puedes explicarle por qué está mal esto que hace en
lugar de recurrir a los gritos.
Los niños imitan nuestro comportamiento desde una edad muy temprana,
la forma en la que reaccionamos a las situaciones y la forma en la que
tratamos a los demás, tienen un gran impacto -positivo o negativo- en la
forma en la que los niños aprenden a interactuar con los demás. Es
necesario que seas un buen modelo de conducta y de emociones
positivas para que tu hijo aprenda buenas lecciones para su vida.
Sé su guía
Deberás ser su mejor orientación, pensando siempre en la edad que
tienen tus hijos. Los padres deberán identificar la etapa de desarrollo
social en la que se encuentra su hijo/a para poder influir de forma positiva
en sus hijos. Mientras que cada niño se desarrolla a su propio ritmo, existen
señales sociales que los niños van recogiendo y aprendiendo para mejorar -o
no- las habilidades sociales.
Por ejemplo, un niño de 2 o 3 años puede ser capaz de saludar y
despedirse, mientras que un niño de 5 o 6 años es capaz de marcar
límites ante los comportamientos que no aprueban. Otro ejemplo, es que
a partir de los 7 años, los niños empezarán a aprender empatía.

Identificar cualquier problema emocional o social


Puedes hacer todo lo que tengas en tu poder para poder otorgar un
comportamiento social positivo en tu hijo, pero todavía podría no llevarse
bien con los demás. Si este tipo de patrón persiste, tu hijo necesitará una
ayuda extra para determinar si tiene un trastorno social, por ejemplo,
llevándole al pediatra. Dependiendo de las necesidades de tu hijo se deberán
tener en cuenta diferentes actuaciones. 
Cómo ayudar a un niño a tener menos
vergüenza
La vergüenza infantil puede ser todo un problema, los niños normalmente
quieren complacer a las personas que les cuidan y que son de
referencia. Ellos se equivocan, todos lo hacemos, es algo normal en la
vida… pero dentro de su ser quieren y tienen el deseo y las ganas de
hacer lo correcto. Los niños, de forma natural se convertirán en adultos
empáticos, amables y respetuosos, pero esto requerirá tratarlos con la
misma amabilidad y respeto que esperamos de ellos. Pero cuando un
niño siente vergüenza es entonces cuando se puede romper esa
conexión con los padres.
Lo peor de esto es que también se desvanecerá nuestra influencia como si
nunca hubiera estado allí, algo que sin duda puede ser realmente
frustrante para unos padres. Pero, en estas circunstancias, ¿cómo
podrías ayudar a tus hijos para que se sienta bien y que no se rompa el
vínculo especial que os une?
Céntrate en el comportamiento, no en la persona
Todos los niños harán cosas que nos pueden dejar desconcertados,
enfadados o frustrados. En lugar de hacer un comentario acerca de los
niños que han hecho una acción poco acertada -como por ejemplo: ‘eres
tan malo’-, es necesario hablar sobre lo que han hecho -como por
ejemplo: ‘estoy muy molesta porque has empujado a tu hermano.
Entiendo que estás enfadado, pero, ¿qué habría sido mejor hacer?’-. La
disciplina significa enseñar, y lo mejor para enseñar es hacerlo con
paciencia, amor y guía.
Amplía tu conocimiento emocional
Las personas debemos ser capaces de tener nuestros propios
sentimientos hacia nosotros mismos y hacia los demás, esto significará
que se tiene una inteligencia emocional fuerte. La vergüenza aplastará la
oportunidad de ampliar el vocabulario emocional ya que directamente,
elimina el diálogo. El diálogo y la comunicación es imprescindible para el
entendimiento de las personas, incluso cuando las cosas no van bien.
Cuando se establecen límites, tener una buena comunicación es
necesario. Al establecer límites, hay que establecer una declaración
fuerte sobre el impacto del comportamiento de los niños, por ejemplo:
‘Estoy molesta porque me has mentido y ahora estoy confundida acerca
de lo que pensaba’ o quizá: ‘Me siento enfadada cuanto te veo empujar a
tu hermana así, sé que eres mejor que eso’. Esto hará que no tengas que
hablar mal de tus hijos -como por ejemplo: ‘eres un mentiroso’ o ‘eres
malo’, algo que les podría marcar negativamente en su desarrollo.
No hay nada malo en los niños
No hay nada malo en los niños, ni tampoco hay nada malo con que se
sienta enfadado, molesto o frustrado en respuesta a un comportamiento,
siempre y cuando le hables sobre su comportamiento y no sobre ellos.
Así es cómo funciona el mundo y no le harías ningún favor si le permites
que empiece a responder a las cosas que suceden en el mundo con
indiferencia.

Es importante que aprendan a no dejarse llevar demasiado por las


emociones como la ira o la tristeza porque pueden llegar a ser
aterradoras para los niños, pero para que no se convierta en una emoción
demasiado aterradora, es necesario que conozcan qué son estas emociones y
por qué se pueden ocasionar. Conocer las emociones y ponerles nombre
es el primer paso de la inteligencia emocional. Así, resulta prioritario que
exista una comunicación positiva entre padres e hijos y que la conexión
emocional sea positiva.
Sé la persona que quieres que sean tus hijos
Y también trátales como quieres que traten a los demás. Los niños
observan todo lo que hacemos y también aquello que haces sin darte
cuenta. No hay mayor influencia en los niños que comportarte cómo
quieres que ellos sean. Responde al mundo de la misma forma que
quieras que respondan ellos al mundo. De ésta manera tus hijos podrán
ver la coherencia entre lo que dices y lo que haces.
El problema de la vergüenza infantil
La vergüenza se sufre en muchas ocasiones en silencio. Tampoco existe
ninguna expresión facial obvia para entender que una persona o un niño
está pasando vergüenza, pero es una emoción muy común. La
vergüenza ocurre en muchas personas, tanto a adultos como a
niños. Cuando sucede, las personas se sienten mal consigo mismo por
necesitar, sentir o querer algo. Cuando un niño tiene vergüenza puede
encogerse e incluso esconder su potencial, pensando que es mejor pasar
desapercibido para no pasarlo mal. Pero la vergüenza puede ser todo un
problema, por eso es necesario que se tenga en cuenta para que los niños
puedan superar ésta fase y disfrutar de ellos mismos y de todo su
potencial, aunque la vergüenza puede traer consigo algunos problemas.
Los niños no son capaces de interiorizar valores o
lecciones
Los niños que pasan vergüenza sólo quieren permanecer lejos de los
problemas y por ello, su capacidad de actuar a partir de valores o
lecciones queda en un segundo plano. Podrían hacer lo correcto, pero
internamente no hay conexión entre su conexión y lo ‘correcto’, o actuar por
compasión o empatía. Se crea en los niños una barrera interna para
evitar pasar vergüenza que quizá, les provoque actuar de formas poco
racionales en ocasiones.
Les cuesta entender la empatía
La empatía es la piedra angular de las relaciones saludables y la
inteligencia emocional. Se requiere que los niños sean capaces de ver
fuera de sí mismos para poder entender lo que otras personas pueden
sentir, pero en los niños que sienten vergüenza es más
complicado. Cuando un niño siente vergüenza se fija en lo que ocurre en su
interior y sólo se da cuenta de sí mismo y de sus deficiencias. Hay
investigaciones que demuestran cómo los niños que sienten vergüenza
en realidad tienen menos capacidad de sentir empatía hacia los demás.
Pueden tener comportamientos socialmente
inaceptables
La vergüenza hace que los niños se sientan pequeños e impotentes. La
pérdida de poder es una cosa terrible cuando se siente y los niños
pueden querer recuperar la forma de ejercer cierto poder. Esto
normalmente les llevará a buscar a alguien que sea más vulnerable y poder
manejarle en cierto modo. 
Pobres modelos de resolución de problemas
Cuando un niño siente vergüenza puede sentir cierto malestar a la hora
de hacer frente a los problemas. Si enseñas a los niños a que debe ser
crítico cuando alguien se equivoca o cuando le gritas, puede sentirse
indefenso ante ciertas situaciones. Una rabieta es una rabieta ya sea un
niño o un adulto, por lo que el adulto será necesario que sepa comportarse y
ser un buen ejemplo de resolución de problemas.
Alienta las mentiras
Los niños quieren sentirse bien consigo mismos y si en algún momento el
decir la verdad puede exponerles a la vergüenza, entonces será una
razón más que suficiente para evitar la verdad a toda costa y decir
mentira sólo para sentirse bien. Si queremos decir la verdad, tenemos que
enseñarles también el valor que tiene y lo positivo que es.
Ayuda  a que tenga una buena conducta
Es necesario que los niños salgan de su zona de confort y que aumenten
su autoestima para que la vergüenza pase a un segundo plano en sus
vidas. En éste sentido, será prioritario trabajar la disciplina positiva y la
educación emocional en la familia.
¿Tienes algún hijo que suela sentir vergüenza constantemente? ¿Cómo
trabajáis ésta conducta en casa para poder mejorar su forma de verse a
sí mismo y al mundo en general? Cuéntanos tu experiencia, seguro que
tu punto de vista podrá ayudar a otros padres y otras madres que estén
en tu misma situación.
Cómo tratar con un niño enfadado
Todos nos enfadamos alguna vez, incluso a los adultos más equilibrados
les cuesta de vez en cuando controlar el enojo. El enfado, el enojo, la
ira… todo son sinónimos para una emoción difícil de controlar pero
que es muy importante hacerlo para el día a día de las personas, de
cualquier edad. ¿Alguna vez tu hijo o algún niño que conozcas se ha
enfado y no has sabido cómo actuar? El comportamiento que el adulto
tenga ante el enfado de un niño es decisivo para el comportamiento
futuro del pequeño. Un niño enfadado debe aprender a saber qué le
ocurre y a cómo controlar ese estado que le desequilibra. Los niños
pequeños no tienen la capacidad para expresar sus emociones de una
forma correcta, es decir, de una forma en la que ellos puedan sentirse
equilibrados sin que su reacción afecte negativamente a su entorno más
cercano. Pero los padres deben enseñar y ayudar a un niño enfadado a
tener las habilidades necesarias para poder canalizar esta emoción de forma
acertada. Un niño irascible es posible que no pueda hacer mucho daño,
pero si no se maneja a edades tempranas, ese niño crecerá y cuando
sea más mayor pueden causarse daños a sí mismo  e incluso a otros si
no saben manejar bien la rabia y la ira que sienten dentro de sí mismo.
Los niños aprenden por imitación
Cuando los niños son pequeños aprenden el comportamiento a través
del ejemplo de los padres, se basan en la imitación y en la observación
para poder adquirir los diferentes hábitos de conducta y para aprender
las habilidades para el desarrollo de su vida. Por este motivo resulta
crucial que los padres tengan en cuenta su comportamiento y sus hábitos
ante la vida para que sus hijos puedan tener ante ellos un buen ejemplo.
Los niños pueden aprender los buenos hábitos mediante la imitación,
pero también pueden aprender los malos hábitos. En este sentido, los
niños aprenderán del comportamiento de los padres y de la forma que
tienen de reaccionar ante el estrés, la tensión o la decepción en
diferentes situaciones, como cuando un niño se enfada. Entonces, ¿cuál
es la mejor forma de reaccionar cuando un niño está enfadado?

Prevención del comportamiento


 Prevenir que tenga hambre o sueño. Deberás evitar las situaciones en
las que sepas que se puede acumular tensión y frustración en un niño
pequeño. Por ejemplo, deberás evitar realizar alguna actividad cuando tu
hijo está demasiado cansado o si tiene hambre.
 No hagas caso de las rabietas o irritaciones. Es mejor que te centres en
elogiar el buen comportamiento en lugar de centrarte en qué hace un niño
enfadado.
 Ayuda a que se calme. Los niños no saben calmarse solos por lo que
deberás ayudarle a hacerlo y que así aprenda para que a medida que crezca
sea consciente de sus emociones. Puedes ayudarle con juegos que
impliquen movimientos de manos como jugar con la arena o jugar con
moldes.
 Habla con tu hijo acerca de las emociones. No le critiques ni te enfades
porque él esté enojado, no le preguntes por qué lo está, sólo busca qué es
lo ocurre y sugiere una forma positiva de hacer frente a la situación que
causa disgusto al pequeño.
El enfado nos puede indicar el camino
Debes recordar que tú eres su mejor ejemplo y que si quieres que tu hijo
no aprenda a actuar con ira o agresividad cuando está actuando como un
niño enfadado deberás mostrarle formas de controlar esa emoción que le
hace estallar. Estar enfadado no es malo, sólo es una forma de hacernos
ver que hay algo a nuestro alrededor o en nuestro interior que no nos
hace bien y que debemos cambiar para poder restablecer el equilibrio
interno.
Si tu hijo es más mayor puedes animarle a que escriba en un diario,
muéstrale que tú también lo haces y que te ayuda a canalizar tus
emociones (si no lo haces, siempre es un buen momento para
empezar a hacerlo, tú también lo agradecerás). Las actividades
físicas también son una buena opción para enseñar disciplina y
Disciplina Positiva:
control del enfado y de la agresividad.
Las 5 claves para educar a tus hijos con éxito
Un niño que crece sin normas y no conoce las reglas, no es un niño
feliz. Una crianza extremadamente permisiva suele generar
inseguridad en los pequeños, además de potenciar actitudes más
egocéntricas y exigentes. Al contrario, las reglas y normas permiten que
los niños se sientan más seguros y puedan darle un orden a su mundo,
sabiendo exactamente qué se espera de ellos. Por supuesto, hay que
encontrar un equilibrio entre los límites y la libertad, la respuesta podría
hallarse en la Disciplina Positiva, un método diseñado para enseñar a los
niños a convertirse en personas responsables, respetuosas y autónomas.
Los principios básicos para disciplinar de manera
positiva
1. No hay niños malos sino malos comportamientos
Se trata de una premisa básica de la Disciplina Positiva que anima a los padres a
centrarse en las malas conductas, en vez de poner etiquetas a los niños que
puedan arrastrar durante toda su vida. Por ejemplo, si tu hijo golpea a
otro en vez de decirle “eres un niño malo”, algo que reforzará una
autoimagen negativa, debes decirle: “has hecho algo mal, no debes pegar a
los otros niños”.
2. Cero reproches, más reflexión
Cuando el niño hace algo mal, la primera reacción de los padres suele
ser gritarle y reprenderle, reprochándole su mal comportamiento. Sin
embargo, los reproches solo generan frustración, por lo que en su lugar deberías
promover la reflexión. Asume que lo hecho, hecho está, así que lo más
importante es buscar el motivo e intentar reparar el daño, evitando que
esa conducta se repita en el futuro. Pregúntale por qué lo ha hecho,
pídele que reflexionar sobre las consecuencias de sus actos y que se
disculpe por el daño causado.
3. Menos negatividad, más positividad
Muchos padres se quedan atascados en los reproches y los
comportamientos negativos, pero de esta manera el niño no podrá
crecer. En su lugar, debes mostrarle cómo hacer las cosas
correctamente. Piensa que cada vez que le dices a tu hijo: “no puedes
golpear a los demás” simplemente estás imponiendo una norma, pero no
le das otra alternativa de resolución de conflictos. Por supuesto, es
importante que el niño conozca las normas y los límites, pero también es
fundamental que sepa cómo puede comportarse.
Por eso, es fundamental que refuerces sus comportamientos positivos,
como cuando cede su juguete preferido o en vez de pegarle a un niño
cuando se enfada, simplemente se aleja del lugar para calmarse.
Siempre que sea posible, dale diferentes alternativas de comportamiento,
de manera que el niño pueda elegir aquella con la que se sienta más
cómodo. La posibilidad de elegir también le permite sentir que tiene el
control de la situación, por lo que será menos probable que sucumba a la
impulsividad.
4. Se puede disciplinar con amabilidad y respeto
Se puede disciplinar desde el amor y el respeto. No puedes exigirle a un
niño que trate a los demás con amabilidad y respeto si tú misma no lo
haces y pierdes los nervios cuando se comporta mal. Por tanto, a la hora
de disciplinar asegúrate de mantener la calma e intenta ponerte en su
lugar. A veces un poco de empatía no viene nada mal pues en muchas
ocasiones no nos damos cuenta de que le exigimos demasiado a los
niños pretendiendo que se comporten como adultos. Eso no significa
excusar los malos comportamientos, sino tan solo corregirlos desde el amor
y la comprensión, no desde la ira y la frustración.
5. Menos límites pero más consistentes
A medida que los niños crecen, querrán desafiar los límites que han
impuesto los padres. En esos momentos, si encuentran una brecha, la
aprovecharán. Si tu hijo se da cuenta de que uno de los padres es más
permisivo que el otro o de que cuando llegáis muy cansados del trabajo
le permitís cosas que en otros momentos no puede hacer, lo aprovechará
y aprenderá a manipular. Por eso, en la Disciplina Positiva es muy
importante que existan pocas normas y límites, pero que se apliquen de
manera sistemática y consistente. Eso no significa ser rígidos, pero el niño
debe ser consciente de cuáles son las excepciones. Por ejemplo, puedes
dejar que el viernes y el sábado vaya a la cama una hora más tarde, pero
debe saber que el resto de la semana debe acostarse antes para que al
día siguiente pueda ir descansado al colegio.
¿Mi hijo es “malo”? Cuando los castigos y las
consecuencias dejan de funcionar
Quizá pienses que ya has probado todo para cambiar el mal
comportamiento de tu hijo y que parece que no hay nada más que
puedas hacer para que la situación mejore. Incluso es probable que
hayas pensado en algún momento que el ‘fallo’ está en tu
hijo porque tiene una personalidad bastante fuerte o que simplemente es
‘malo’ o ‘desobediente’. Pero no. Tu hijo no es ‘malo’ ni tampoco
‘desobediente’, esas etiquetas debes eliminarlas de tu mente cuanto
antes porque las etiquetas solo son un problema para la crianza de los
hijos. Detrás de un mal comportamiento siempre hay una necesidad que
hay que resolver, un problema emocional que no ha salido a la luz y que
puede tener el origen en muchos ámbitos diferentes. Por ejemplo, tu hijo
puede sentir celos de su hermano/a y se debe gestionar para poder
mejorar su estado emocional o quizá tengas tú problemas emocionales y
se lo transmites a tus hijos cada día, siendo entonces ellos tu reflejo.

Si crees que has hecho todo y que ni los castigos ni las consecuencias
funcionan con tus hijos es porque debes replantearte la crianza que les estás
impartiendo. Algo no funciona bien y tienes que poner un poco de
perspectiva para encontrar qué es lo que falla. Los niños no son malos,
no hacen las cosas para fastidiarte, no aprenden a que las cosas se
hacen a través de un mal comportamiento para conseguir lo que quieren.
Entonces, ¿cómo mejorar ese comportamiento?
Qué hacer para mejorar el mal comportamiento
de los hijos
Mirar tu propio comportamiento
Si quieres que se mejore el comportamiento de tus hijos, primero
deberás reflexionar si debes mejorar algún aspecto de tu vida. Quizá
tengas estrés emocional o no te sientas a gusto en el trabajo o con tu
pareja. Esto puede influir en tu estado de ánimo y también en cómo te
comportas con tus hijos. Si pierdes los nervios y gritas, si les hablas mal, si
tus hijos sienten que tienes mucha inestabilidad emocional, su
comportamiento irá acorde a eso. Si se sienten inseguros porque tú no
estás bien tendrán mal comportamiento porque también se sentirán mal.
Si necesitas ayuda de un profesional no dudes en buscarlo para que te
ayude a encontrar el equilibrio.
Asume el control
Cuando tengas el control de tus emociones, entonces podrás asumir el
control de las situaciones. Deberás tener claro que para poder manejar
los conflictos con tus hijos tienes que mantener la calma y asumir que
tienes que escoger un rol, un rol que te corresponde como padre o
madre. Deberás ser quién guíe a tu hijo en el buen comportamiento de la
siguiente manera:
 Explicarle de buenas maneras qué es lo que esperas de él

 Ignorar la mala conducta para no reforzarla de manera negativa


 Decirle cuáles son las consecuencias si no cumple con un buen
comportamiento
 Guiarle para que aprenda a tener ese buen comportamiento
 Elogiarle y felicitarte cuando se esfuerce en hacer las cosas bien para
reforzar en positivo la conducta deseada
 No etiquetes a tu hijo diciendo cosas como ‘eres malo’, si no que debes
centrarte en el comportamiento y en lo que debe mejorar
 No pierdas el control: evita los gritos o los malos modos y si caes en ellos,
siempre pide perdón y asume tu responsabilidad en esos actos
Criar a los hijos no es fácil, pero resultará mejor si tú te sientes bien
emocionalmente. Por eso, una vez que sepas cómo actuar ante el mal
comportamiento de tus hijos, verás que el problema nunca ha estado en
ellos, si no en la forma de enfocar los conflictos diarios.
Expertos de Harvard desvelan 5 secretos para
criar bien a un niño
Todo padre sabe que educar a un buen hijo no es una tarea sencilla. No
basta con tener buenas intenciones, también es necesario armarse de
paciencia, tener claro qué cualidades queremos desarrollar en el niño y,
sobre todo, contar con buenas estrategias para hacerlo. Obviamente, no
existen recetas infalibles para educar bien a un niño, pero expertos de
Harvard han desvelado algunas claves que pueden ayudarte. 5
claves para criar bien y feliz a un niño
1. Enséñale a regular sus emociones
La clave para que un niño tenga un desarrollo emocional saludable
consiste en enseñarle a gestionar sus emociones. Se trata de que el
pequeño aprenda a aceptar y comprender sus estados emocionales, de
manera que no intente reprimirlos o expresarlos abruptamente sino
reencauzarlos de forma más asertiva. Puedes enseñarle diversas técnicas de
autocontrol como la respiración profunda, en la que el pequeño debe respirar
profundamente por la nariz y luego, inspirar lentamente el aire por la
boca, así durante varias repeticiones. También puedes ayudarle a
construir sus propios recursos emocionales, presentándole conflictos
para que piense qué haría si se encontrase en una situación similar.
2. Estimula su responsabilidad
Una manera de potenciar la autoestima infantil consiste en permitir que
participe en algunas tareas y decisiones del hogar. De esta manera,
estás fortaleciendo su seguridad y autoconfianza, a la vez que lo incitas a
ser más independiente y autosuficiente. Al darle responsabilidades desde
pequeño le ayudas a que confíe en sus capacidades y a que se forme una imagen
más realista de sí mismo. Una alternativa excelente para fomentar su
responsabilidad consiste en darle pequeñas tareas cotidianas en el hogar,
como recoger los platos, darle de comer a la mascota o preparar sus
libros para el día siguiente, de esta manera empezará a ser más
consciente de sus comportamientos y a responsabilizarse por sus actos.
3. Transmítele valores positivos
Inculcarle buenos valores a tu hijo no solo le ayudará a ver el mundo
desde una perspectiva más sana sino que también le convertirá en una
mejor persona. Sin embargo, transmitirle valores a un niño puede ser
muy complicado, sobre todo si los trabajas como si fueran conceptos
abstractos. Por eso, en vez de insistirle en que debe ser responsable o
solidario, aterriza ese valor y conviértelo en algo personal, en una
experiencia que el niño pueda palpar. Puedes explicarle qué significa ser
solidario en su vida cotidiana a través de acciones que van desde ayudar
a su amigo con un problema que no puede resolver hasta prestarle su
pala de tenis a otro amigo para que juegue el fin de semana.
4. Muéstrale cómo sentirse agradecido
Las personas que se sienten agradecidas por lo que tienen y lo que
sucede en su vida son más felices y se sienten mejor consigo mismas.
Por eso, es importante que enseñes a tu hijo a valorar y agradecer las
cosas que materiales e inmateriales que posee, desde sus juguetes y la
posibilidad de estudiar hasta las galletas que le hornea su abuela o la
ayuda que le brindan sus hermanos. De esta manera, aprenderá a
valorar todas sus posesiones más preciadas y crecerá siendo una persona
sencilla y humilde.
5. Demuéstrale que lo amas incondicionalmente
Un niño que no se siente amado por sus padres terminará convirtiéndose
en una persona insegura y con una autoestima muy baja. Por eso, no
basta con que quieras a tu hijo, también es importante que se lo
demuestres. El cariño es la mejor manera de ayudarle a fortalecer la
confianza en sí mismo y de estimular su independencia. Los abrazos, los
besos y los mimos cotidianos son una buena forma de demostrarle que lo
quieres, pero también debes transmitirle tu cariño con hechos y actitudes.
Hazle saber que aunque se equivoque, estarás siempre a su lado para
apoyarle.
Formas eficaces de detener una rabieta
Las rabietas suelen ser más habituales cuando los niños tienen entre 2 y 4
años, pero si no se tratan bien pueden durar toda la vida (sí, siendo
adultos también pueden haber rabietas). Las rabietas suelen ser una
forma de expresar un deseo frustrado y que no se sabe expresar de otro
modo. Una rabieta infantil es normal, pero cuando una rabieta sucede
cuando los niños son más mayores o incluso en adultos, es porque no
existe un buen entendimiento interno de las emociones y sobre todo,
faltan estrategias de comunicación y asertividad.
Todo esto se aprende en la primera infancia y es deber de los padres
encontrar formas eficaces de detener una rabieta para que el niño
entienda que con ese comportamiento no puede manejar a los padres, y
lo más importante: con las rabietas no se consiguen los propósitos. La
única manera de conseguir las cosas es con constancia, autocontrol y buena
comunicación con los demás. Pero es necesario recordar que todos los
niños tienen rabietas, y además… tienen derecho a tenerlas porque es la
única forma que tienen de comunicarse. Pero somos los adultos los que
debemos ayudarles a entender sus emociones, a prevenirlas o a
detenerlas siempre que sea necesario, pero, cómo conseguirlo?
Ignorar la conducta, pero con matices
Cuidado con no hacer caso a una rabieta, porque debes tener claros
algunos matices. No hacer caso a una rabieta está bien siempre y
cuando se pueda hablar sobre qué ha ocurrido y sobre los sentimientos
que ha tenido el pequeño en ese momento. Puedes continuar haciendo
lo que estés haciendo sin perderle de vista, pero que no vea que les
estás prestando atención a la rabieta (porque estarías reforzando
negativamente el comportamiento). Cuando los pequeños se dan cuenta
que no estás interesado en ese comportamiento se portará de la forma
correcta y será entonces cuando deberás elogiar esa conducta
(reforzando de forma positiva para que se vuelva a repetir esta conducta
y no la otra), y después deberás hablar sobre el primer comportamiento
únicamente con la intención de entender sus emociones. Tu hijo deberá
entender que la buena conducta es sinónimo de elogios y atención
positiva por tu parte.
Haz que se fije en otras cosas
Si empiezas a darte cuenta que una rabieta está cerca (los padres lo
podemos sentir perfectamente), no dejes que ocurra. Desvía la atención
de tu hijo a otra cosa que le interese y que le haga olvidar lo que le
puede causar el enfado. Por ejemplo en casa puedes desviar la atención
con su libro favorito, y en la calle con un avión que está pasando, un
coche u otro tema de conversación.
Darle alternativas para que tenga control en sus
decisiones
Los niños necesitan sentir que sienten control y que su autonomía es
real, en muchas ocasiones las rabietas tienen que ver porque sienten
que no tienen el control y que se le impone algo. Lo mejor es darles
opciones a los niños entre cosas (que previamente han sido elegidas por
el adulto), para que pueda elegir lo que más le gusta. Por ejemplo, puedes
tener una guerra todas las mañanas porque tu hijo no quiere ponerse un
jersey verde, pero si le dices que elija entre el azul y el verde, escogerá
el que más le guste en ese momento y no habrá peleas ni rabietas de
ningún tipo.
Calma y consecuencias ante las rabietas
Es importante (ante todo) mantener la calma ante una rabieta porque los
niños siempre sienten el estado de ánimo de los padres. Si estás
estresado o enfadado por el comportamiento de tu hijo, la situación
empeorará enormemente. Si te sientes con estrés deberás alejarte de la
situación, oblígate a sonreír, respira profundamente y con calma… y
después habla con tu hijo.
Si tu hijo tiene edad suficiente para entender las consecuencias de una
acción, entonces deberás acordar consecuencias por sus acciones
negativas y llevarlas a cabo. Por ejemplo, si estás con tu hijo en el
parque y se comporta mal, dale las instrucciones para comportarse bien,
si no las sigue, le dices que os marcharéis a casa y si no cambia su
actitud deberás cumplir y marcharos a casa. Si dices que habrá una
consecuencia y después no la cumples, tu hijo no te tomará en serio.

¿Qué puedes hacer si tu hijo no se comporta


bien en la escuela?
Es posible que te hayan llamado de la escuela de tu hijo, que te hayan
puesto una nota en la agenda o que directamente haya sido el tutor o
tutora de tu hijo/a quien te haya llamado para decirte que el
comportamiento de tu pequeño no está siendo el correcto y que no
sólo molesta a los compañeros, sino que además, interfiere en el ritmo
normal de la clase, ¿te resulta familiar todo esto? ¿Qué puedes hacer si
tu hijo no se comporta bien en la escuela? Analiza qué está
ocurriendo
Lo normal es que quieras que tu hijo se comporte bien en la escuela y
que sea un buen ejemplo, que los maestros estén contentos y que no
sólo las notas sean buenas sino que además puedas comprobar que su
inteligencia emocional también es la adecuada. Pero parece que en este
caso, esto no es así.

En todos los casos (absolutamente en todos) el mal comportamiento


siempre tiene una razón que se esconde, por lo que si tu hijo no se
comporta bien en clase es muy probable que exista algún factor
emocional que le está haciendo comportarse de este modo. Quizá quiera
llamar la atención, ser aceptado por los compañeros o simplemente
sentirse mejor por culpa de un sentimiento negativo que no le deja
tranquilo. Es posible que sea una enfermedad, inseguridad personal, un
problema en casa, algún trauma, problemas familiares… y el niño sólo
encuentra este modo para expresar su ira, su miedo o su frustración,
porque no conoce otro en este momento. Intenta hablar con tu hijo en
primer lugar para averiguar desde su punto de vista, qué está ocurriendo.
Habla con todos los profesionales del centro que
atienden a tu hijo
El siguiente paso será reunirte con los profesionales que atienden a tu
hijo en la escuela y saber su punto de vista. Que te expliquen qué ocurre,
cuál es su comportamiento y sobre todo, saber cuáles son las
consecuencias o medidas que toma la escuela en cuanto a su
comportamiento. Es necesario que estés de acuerdo con ese tipo de
represalias (en el caso de que las haya). Entre todos tendréis que buscar
la manera de frenar este asunto. Pero cuando digo frenar este asunto no
me refiero a castigar únicamente o a tomar represalias por el mal
comportamiento, sino que todos os pongáis en los zapatos de ese niño
para saber por qué está comportándose de ese modo, buscar la raíz del
problema, solucionarlo e intentar que mejore su comportamiento teniendo
en cuenta las emociones y sus sentimientos.
Pero también habrán consecuencias
Dejando de lado a los castigos, deben haber consecuencias al
comportamiento negativo del niño tanto en casa como en la escuela.
Pero para que las consecuencias tengan sentido y se consiga mejorar el
comportamiento, previamente se deberá haber halado con el niño para
explicarle que su comportamiento no es adecuado y entre todos buscar una
tabla de consecuencias pactadas para que él sepa que su
comportamiento tiene consecuencias (acción-reacción). De este modo, al
saber cuáles serán las consecuencias y saber qué es lo que se espera
de él, tendrá la oportunidad de poder controlar su propio comportamiento
y entre todos (y también del niño) se podrán conseguir grandes mejores.
No lo puede hacer solo
Tu hijo no puede hacer esto solo y necesita motivación, apoyo y
orientación en todo el proceso… deberás ayudar a tu hijo a superar ese
mal comportamiento. No le etiquetes negativamente y empieza a hacerle
ver todo lo bueno que tiene en su interior. Es necesario que aprenda
buenos comportamientos, y si crees que no puedes ayudarle, entonces
deberás buscar la ayuda y el apoyo de un profesional.
Cómo enseñar a un niño a tener paciencia
Parece que tener paciencia no es cosa de niños y es que de forma
natural los pequeños son impacientes puesto que no saben controlar sus
emociones de forma acertada y la paciencia es una habilidad muy
conectada a las emociones. Pero necesitan una guía para poder
entender y manejar sus emociones… una guía que se la deben
proporcionar los padres. No importa si estás en el supermercado, en la
sala de espera del médico o en tu casa, cualquier contexto es bueno
para poder tener paciencia, practicarla y enseñárselo a tus hijos, porque
la paciencia primero deberás tenerla bien trabajada en ti para después
poder enseñárselo a ellos. Los niños pequeños pueden ser inquietos,
quejosos, impertinentes… pero también aprenderán a comportarse si se
lo enseñas bien. Debes partir de la base que una corta espera para ti
puede ser algo interminable para ellos, por eso es necesario que
desarrollen la paciencia. Pero, ¿cómo hacerlo?
Empezar en los primeros años de vida
Es necesario que los padres empiecen a enseñar la paciencia a sus hijos
en los primeros años de vida, puesto que es la edad perfecta para que
empiecen a moldear su comportamiento y a aprender las habilidades
necesarias para su desarrollo. Lo que se debe enseñar a los niños es poder
tolerar la sensación de impaciencia que es desagradable para que no se
porten mal o para que no actúen de forma impulsiva. De esta manera
podrán controlar este sentimiento en el futuro siempre que sea necesario.
Deja que espere
Cuando tu hijo pequeño te pida algo, no lo dejes todo para darle lo que
pida de forma inmediata… aprender a tener paciencia es clave. Si actúas
de este modo siempre te pedirá las cosas y te exigirá que sea de forma
inmediata, algo que a medida que pasen los años se puede convertir en todo
un problema de comportamiento. Permite que tu hijo sienta la impaciencia
porque eso le permitirá entender las emociones y cambiar su
comportamiento, con tu ayuda.
Ayúdale a entender qué ocurre
Los niños no saben expresar sus sentimientos de frustración, no saben
que están nervioso sólo sienten cosas desagradables e intentan paliar
ese sentimiento con su comportamiento. Puedes decirle qué es lo que le
pasa exactamente, qué es la impaciencia y deberás elogiarle siempre que
demuestre paciencia. Por ejemplo, si tiene que esperar su turno para algo,
le puedes decir que sabes que es algo complicado pero que lo está
haciendo fabulosamente.
Sé un buen ejemplo
Es necesario que seas paciente. Serlo no significa esperar, significa
hacerlo con calma. Es posible que te cueste mantener la calma en
momentos de estrés como por ejemplo cuando se acerca por la mañana
la hora de entrar al colegio y los niños no han empezado a desayunar y
tú tienes una reunión en la oficina en la que debes ser puntual. Pero las
estrategias que utilices en estos momentos y la calma que muestres a tus
pequeños, será decisivo para que ellos aprendan a ser más
pacientes. Puedes usar el humor, los juegos o las canciones para hacerlo
todo más sencillo con los niños, puedes reír cuando algo sale mal o
resolver los problemas en hablando en voz alta para que no se vuelva
estresante… si dices lo que quieres hacer en voz alta, estarás haciendo
una buena resolución de problemas y los niños aprenderán de eso.
Promover la paciencia mediante el juego
Es importante que el niño no sienta que la paciencia es algo impuesto y
que le hace mal, más bien todo lo contrario. Para conseguirlo puedes
hacerlo mediante el juego. Anima a tu hijo a hacer cosas que no tenga
resultados de inmediato como montar rompecabezas, plantas flores y
regalarlas cada día para ver los resultados de la naturaleza con el
tiempo.
Controla el uso de las tecnologías
Las tecnologías de hoy en día están prácticamente pensadas para
responder a una demanda del usuario de forma inmediata, en este
sentido no hace falta esperar (y casi ni pensar), por lo que tener
paciencia no es necesario. Si un niño juega a un juego por ejemplo en la
tablet, no se espera, sólo se aprietan botones para obtener resultados.
Es mejor que te asegures que no sólo juega a aparatos de alta
tecnología y que los juegos tradicionales forman parte de su vida.
Claves para corregir a un niño irrespetuoso
En algún momento de la crianza, los padres tiene que soportar el
comportamiento irrespetuoso de sus hijos. Ya sea por algo tan menor
como ignorar las órdenes o tan molesto como una serie de maldiciones e
insultos. Tu hijo a veces se expresará de manera improductiva. Cuando
esto sucede, antes que nada debes comprender que es algo que ocurre
a menudo y que el comportamiento de tu hijo no es tu culpa.
Además, tienes que saber cómo corregirlo ya que el comportamiento
irrespetuoso generalmente puede corregirse. Si bien el desafío es
desagradable, generalmente no es motivo de alarma: es probable que tu
hijo solo esté tratando de superar sentimientos de frustración e
impotencia. A medida que los niños crecen, muchas veces se sienten
abrumados por reglas y expectativas. Quieren más autonomía pero no
están seguros de cómo obtenerla; como tal, actúan para afirmar el
control sobre la situación.
Si tu hijo no quiere hacer su tarea, por ejemplo, podrías intentar tener
una conversación. Si tienes éxito y quiere hablar contigo, se saldrá con la
suya (aunque sea temporalmente). En la conversación estaréis tan
ocupados hablando sobre su actitud que la tarea se convertirá en una
ocurrencia tardía.
Sin embargo, si bien es importante reconocer y facilitar la necesidad de
independencia de tu hijo, nunca debes tolerar o alentar un
comportamiento hiriente y grosero. La clave para manejar a un niño
irrespetuoso radica en permitirle una medida saludable de autonomía y al
mismo tiempo frenar los métodos inapropiados de autoexpresión. Con los
consejos que te daremos a continuación podrás ayudar a tu hijo a detener el
comportamiento irrespetuoso.
No te lo tomes “a pecho”
Cuanto más internalices las palabras y acciones de tu hijo, más
probabilidades tendrá de reaccionar de forma exagerada. Esto aumenta
la situación y motiva a tu hijo a seguir comportándose de manera
irrespetuosa. Después de todo, al mostrarle a tu hijo que puede tener tu
atención, le estás demostrando que sus técnicas son efectivas.
En cambio, la mayoría de los expertos recomiendan que dejes que las
cosas sin importancia (como suspiros o quejas ante tus demandas) no te
molesten en absoluto. Además, debes analizar objetivamente cuáles de
los comportamientos irrespetuosos de tu hijo son realmente
perjudiciales. Tienes que concentrarte en corregir estos comportamientos
mediante el uso de una disciplina tranquila y constante.
Modela un comportamiento respetuoso
Si quieres que tu hijo tenga un comportamiento respetuoso es evidente
que tendrás que ser un buen ejemplo de ello. ¿De dónde sacan los niños
la idea de que actuar de manera irrespetuosa resuelve los
problemas? Por lo general, al observar a alguien a quien
respetan, utilizan métodos similares para manejar la molestia que sienten.
Por lo tanto, una de las mejores formas de frenar el comportamiento
irrespetuoso es demostrar estrategias saludables de manejo de la
ira. Evita hablar mal de los demás a sus espaldas y sé cortés siempre
frente a tus hijos, incluso cuando estés tratando con una persona difícil.
No permitas que tu hijo sea irrespetuoso
Aunque ningún padre tiene la intención de alentar a su hijo a ser
irrespetuoso, algunos toleran involuntariamente este comportamiento,
hasta que se dirige en su dirección. Piensa, por ejemplo, en la siguiente
situación: uno de sus maestros le está dando a tu hijo una cantidad
realmente pesada de tarea. De manera natural, simpatizas con la situación
diciendo a tu hijo que posiblemente sí sea demasiada la tarea que le ha dado
para hacer en casa.
Entonces, cuando comienza a quejarse de lo injusto que es su maestro,
insultándole o teniendo una rabieta, expresas que estás de acuerdo con
tu hijo (al menos en parte). ¿Qué mensaje crees que recibirá tu hijo si
haces esto? Él comprenderá que es aceptable e incluso útil tratar a alguien
con falta de respeto cuando no se está de acuerdo con él o ella.
Una mejor manera de manejar este tipo de situaciones es, como primer
paso, empatizar con tu hijo. Valida sus sentimientos, por ejemplo,
diciendo: “Entiendo que te sientes cansado y frustrado en este momento; esta
bien.” Una vez que hayas hecho esto, recuérdale que si bien sus
sentimientos son aceptables, ser grosero e irrespetuoso no lo es.
Proponle formas respetuosas para que tú y tu hijo podáis manejar la
situación, como tener una conversación cordial con la maestra sobre sus
políticas de tarea.
3 claves para educar a un niño terco
A los niños que son tercos, obstinados o testarudos también se les
describe como niños con una “personalidad fuerte”. En realidad, son
niños a los que les cuesta entrar en razón, quieren llevar la voz
cantante y en muchas ocasiones, tienen baja tolerancia a la frustración,
sobre todo, cuando se les lleva la contraria. Este rasgo de su
personalidad no tiene que ser algo malo, siempre y cuando se le eduque
desde el respeto y la empatía, hacia uno mismo y hacia los demás.
Tratar con niños tercos es todo un desafío para los padres. Que realicen
tareas comunes puede ser toda una lucha constante. Por eso, los padres
deben ejercer la inflexibilidad en muchos casos y no ceder a sus rabietas. La
mejor manera de educar a los niños tercos es mostrarles que su
comportamiento obstinado… no funciona. En este sentido, tendrás que
prestar atención a su buen comportamiento para reforzarlo y así obtener
los resultados deseados.
Características del niño terco
Los niños que son tercos suelen ser inteligentes y creativos, son de
los que hacen muchas preguntas y que quieren dar su opinión en
todo. Esto son buenas características, pero siempre que aprendan a
escuchar la opinión de los demás. Las características más habituales que
tienen los niños tercos son las siguientes:
 Tienen una gran necesidad de ser reconocidos y escuchados, por lo que
pueden buscar tu atención con frecuencia.
 Pueden ser muy independientes.
 Están comprometidos y empeñados en hacer lo que les gusta.
 Todos los niños tienen rabietas, pero los tercos pueden hacerlo con más
frecuencia.
 Tienen fuertes cualidades de liderazgo, a veces pueden ser “mandones”.
 Les gusta hacer las cosas a su ritmo.
 Pueden ser difíciles de educar.

Consejos para educar al niño terco


No importa la edad que tenga tu hijo, si es terco o con personalidad
fuerte, lo notarás enseguida. Es posible que cuando sea bebé no quiera
estar en su cuna, cuando sea más grande rechazará los alimentos o
cuando sea más mayor te responderá siempre que le recrimines
algo. También es posible que con 6 años quiera escoger su propia ropa digas
lo que digas… ¡no te preocupes! Con estas claves podrás educarle de
manera que su terquedad no sea un problema.
Escúchale
La comunicación es bidireccional. Si quieres que tu hijo te escuche,
primero tendrás que estar dispuesto a escucharlo. Los niños tercos suelen
ser obstinados en sus opiniones y tienden a discutir. Es importante que se
sienta escuchado para evitar el conflicto o se volverá desafiante.
La mayoría de las veces, cuando tu hijo insiste en hacer o no hacer algo,
escucharlo y tener una conversación abierta sobre lo que le molesta
puede ser suficiente. Por ejemplo, si tu hijo tiene una rabieta porque no
quiere comer, no le fuerces. En su lugar, pregúntale por qué no quiere
comer y escucha lo que te dice; podría ser porque quiere jugar o porque le
duele la barriga. Si quieres que tu terco niño de cinco años te escuche,
trata de acercarte con calma y de manera práctica y no creando conflicto.
Conecta con él, no le fuerces
Cuando obligas a los niños a hacer algo, tienden a rebelarse y a hacer
todo lo que no deberían. El término que mejor define este
comportamiento es contravoluntad, que es un rasgo común de los niños
tercos. La contravoluntad es instintiva y no se limita solo a los
niños. Conéctate con tus hijos.
Por ejemplo, obligar a tu hijo de seis años, que insiste en ver televisión
después de la hora de dormir, no ayudará. En cambio, si te sientas con él
y muestras interés en lo que está viendo, la cosa cambia. Cuando
muestras que te importa, es probable que tu hijo responda con mayor
voluntad para hacer caso… Los niños que conectan con sus padres
cooperan sin conflictos. ¿Quieres dar el primer paso para conectar con tu
hijo? ¡Abrázale!
Dale opciones
Los niños tercos pueden tener sus propias ideas y no siempre les gusta que
les digan qué hacer. Dile a tu hijo terco de cuatro años que tiene que estar
en la cama a las 9 pm y todo lo que obtendrás de él es un fuerte “¡No!”.
Dile a tu hijo inflexible de cinco años que tendrá que jugar con un juguete
que tú elegirás y no querrá. Dale a tu hijo opciones y no directivas. En
lugar de decirle que se vaya a la cama, pregúntale si le gustaría leer el
cuento A o B antes de dormir.
Tu hijo podría seguir siendo desafiante y decir: “¡No me voy a acostar!”.
Cuando eso suceda, mantén la calma y dile con total naturalidad, “bueno,
esa no fue una de las opciones”. Puedes repetir lo mismo tantas veces
como sea necesario y con la mayor tranquilidad posible. Cuando suenes
como un disco rayado, es probable que tu hijo ceda.
Dicho esto, demasiadas opciones tampoco son buenas. Por ejemplo, pedirle
a tu hijo que elija un atuendo del armario podría confundirle. Puedes
evitar este problema minimizando las opciones a dos o tres conjuntos
elegidos por ti y pidiéndole a tu hijo que elija entre ellos.
Cómo ayudar al desarrollo moral de tu hijo
Los valores son algo imprescindible en nuestra sociedad y que
todos sabemos que sin ellos una comunidad no puede vivir en
armonía. Pero en ocasiones parece que los valores se olvidan de
practicarlos o de enseñarlos, quizá por el estrés diario, quizá porque los
padres van tan agobiados que se olvidan de enseñarlos y creen que los
pequeños los tienen de forma innata. Nada más lejos de la realidad, los
niños necesitan observar a sus padres y ver un buen ejemplo en ellos y
además necesitarán que los padres les ayuden a su desarrollo moral.
Los adultos que rodean a los niños tienen un papel imprescindible para el
desarrollo moral ya que de ellos dependen que los pequeños aprendan la
empatía y la ética y que además, tengan un efecto a largo plazo en la
vida de los hijos. Los niños necesitan herramientas para poder aprender
responsabilidad en sus acciones y que puedan aprender a comportarse en
armonía en sociedad.
El desarrollo moral afectará a su forma de ver el
mundo
El desarrollo moral afectará a los niños y a su forma de ver el mundo y en
cómo se comportarán con los adultos y con sus iguales. Es posible que
te parezca imposible explicarle a un niño pequeño lo que significa ser
honesto o compasivo, pero tú puedes demostrarle cómo las buenas
costumbres afectan a los demás y en cómo el propio comportamiento e
incluso pensamiento pueden tener una gran influencia sobre ellos. Es
necesario que como padre ayudes a desarrollar la moral de tus hijos y
así poder convertirlos en adultos exitosos en nuestra sociedad. Pero,
¿cómo hacerlo?
¿Qué valores son más importantes para ti?
No todas las personas tienen la misma definición de moralidad pero es
importante que lo tengas claro para que tus hijos puedan percibir lo que
es realmente correcto de lo que no lo es. Es posible que tengas muy claro
que quieres que tu hijo sea compasivo, honesto, amable, respetuoso,
responsable, humilde, generoso… pero para los niños entender todos
estos conceptos es algo complicado. Es necesario que actúes en el día a
día sabiendo qué valores son más importantes para que tu hijo se
desarrolle con éxito y se convierta en un buen adulto. Y por supuesto,
deberás ser un excelente ejemplo.
Inculcar reglas como oportunidades
Las reglas y las normas en un hogar no tienen que ser únicamente
sanciones o castigos. Las normas y las reglas deben ser oportunidades
de aprendizaje de los niños en cuanto a los valores importantes se
refiere. Es necesario que expliques a tus hijos qué hay detrás de las
reglas para que puedan entender por qué se deben respetar; cómo no
mentir, ni robar, ni pegar a los hermanos, etc.
Las consecuencias enseñan moral
Es necesario que también expliques a los pequeños qué ocurre si se rompe
una regla (las consecuencias). Es necesario que los niños sientan las
reglas como oportunidades de aprendizaje y tú deberás verlas cómo
oportunidades para enseñar a tus hijos lecciones acerca de la moral. Si
tu hijo muestra un comportamiento inaceptable, deberás explicarle con
calma y cariño por qué su comportamiento es incorrecto. Por ejemplo, si
tu hijo estira del pelo de su hermano, tendrás que hablar sobre los
sentimientos de su hermano y del dolor que le está causando. Además,
las consecuencias naturales también son buenas en ayudar a los niños a
entender que sus acciones siempre tendrán consecuencias buenas o
negativas.
Utiliza los elogios como refuerzo positivo
También es importante que uses los elogios con tus hijos para que
entiendan que es importante que el buen comportamiento es el correcto.
Los niños deben tomar decisiones todos los días a todas horas y el
refuerzo positivo hará que entiendan que es lo que deben hacer. Por
ejemplo si le dice a tu hijo: “Estoy muy contenta porque has compartido
tus juguetes con el vecino y habéis jugado los dos” o quizá: “Gracias por
ayudarme a limpiar la casa, entre los dos ha sido más fácil y rápido”. Los
elogios dependerá de la edad de tu hijo, pero independientemente de la
edad que tenga siempre le recordará que su buen comportamiento se
valora y esto le hará sentir bien y repetirá estas acciones.
Los efectos de la presión académica de los
padres a los hijos
Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, pero en ocasiones ese
deseo de que todo esté bien hace que el comportamiento paterno no sea
el adecuado. Para que los niños cumplan las expectativas académicas
que impone la sociedad y que los padres quieren que cumplan para que
puedan avanzar académicamente, los años escolares deben sacar
buenas notas en las pruebas y exámenes y esto hará que los padres
puedan ejercer cierta presión en los pequeños. Muchos padres ponen
mucha presión sobre sus hijos para que obtengan calificaciones
perfectas, sin que importe lo que suceda por el camino. Esto es peligroso
para la salud emocional de cualquier niño porque estaría sometido a un
estrés y una ansiedad totalmente innecesaria en la niñez.
Además, esta presión alrededor de la escuela y el rendimiento puede ser
contraproducente ya que llevará a que un niño sienta tensión social,
emocional y físico. Si un niño no está bien emocionalmente, difícilmente
podrá sentir la motivación para poder avanzar en otros ámbitos, necesita
estar bien y darse cuenta de que es capaz de conseguir lo que se
proponga con el esfuerzo adecuado, pero, ¿cómo? Apoyándole
emocionalmente en lo que necesite y haciéndole ver que los errores no
son problemas, son oportunidades de aprendizaje para mejorar… y es
que los niños no son las notas que sacan en los exámenes de la escuela.
La presión de los padres a los hijos
La presión que ejercen los padres a los niños siempre es
bienintencionados porque pretenden que sus hijos tengan éxito escolar,
pero a menudo, estos padres se dejan influenciar por una cultura que de
demasiado valor a una calificación. Las altas puntuaciones no son
siempre lo más acertado para que un niño pueda tener éxito en la vida
adulta. Un niño necesitará poder trabajar adecuadamente la Inteligencia
Emocional tanto en casa como en la escuela para poder desarrollarse desde
la empatía y la asertividad y que de este modo, el día que se convierta en
adulto, pueda ser una persona de éxito, sabiendo que puede alcanzar lo
que se proponga, independientemente de lo que la sociedad le diga a su
alrededor… porque quien algo quiere, sólo deberá esforzarse hasta
conseguirlo.
Consecuencias a la presión
Por desgracia, muchos niños viven con demasiada presión, algo que les
puede hacer perder sueño, tener trastornos de alimentación,
preocupación excesiva, engaños, cansancio, pérdida de interés en las
cosas cotidianas, alejarse de la familia y amigos… todo esto pueden ser
consecuencias de la alta presión por las calificaciones por parte de los
padres, ¿realmente merece la pena? Este estrés y ansiedad en los niños se
puede manifestar físicamente  emocionalmente. Normalmente suelen tener
dolores de estómago, diarrea, dolores de cabeza y granitos. Cuando son
muy pequeños los niños pueden tener pesadillas y negarse a ir a la
escuela.
Alternativas a la presión
La presión que existe en la sociedad, hace que los padres sientan
decepción y sentimiento de fracaso cuando su hijo no saca buenas
calificaciones. El rechazo puede ser desgarrador, sobre todo por aquellos
niños que después de haber estudiado y esforzado para una prueba…
suspende, y en lugar de tener el apoyo de sus padres tiene castigos y
enfados. Ellos necesitan saber que no pasa nada, entender que a la próxima
lo harán mejor… y es deber de los padres proporcionar a los hijos las
herramientas necesarias para que lo consigan.
Es necesario que los padres tengan unas expectativas reales en cuanto a la
capacidad de sus hijos y sobre todo, a respetar sus gustos e intereses
personales. Por ejemplo, si a un niño le gusta el arte, ¿por qué se le
debe presionar para que sea el mejor en matemáticas o en fútbol? Hay
que motivarle para potenciar lo que le gusta hacer, y automáticamente irá
mejorando en las demás áreas, porque se sentirá más feliz. Los niños
tienen que tener tiempo de ser niños… no toda su vida son deberes y
estudiar. Deben organizarse bien el tiempo para poder hacerlo todo y que
se sientan bien, y es posible. Cuando no se encuentra una buena
organización en el hogar, puede ser adecuado pedir consejo a un
profesional de la psicopedagogía.
Consejos para ayudar a un niño estresado
El estrés es algo que a los adultos nos afecta y que nos puedes bloquear
tanto emocionalmente como con nuestras relaciones con los demás,
incluso puede que afecte a nuestra labor diaria. El estrés es una
respuesta del cuerpo humano que está asociada a la supervivencia de
nuestros ancestros, porque necesitaban de ella para poder generar la
suficiente adrenalina en una situación de vida o muerte y poder vivir.
Pero en la actualidad no suele haber situaciones de vida o muerte que
nos afecten diariamente como para sentir el estrés, pero cuando creemos
que algo a nuestro alrededor es una amenaza para nosotros, nuestro
cerebro piensa que estamos en peligro y el estrés será la respuesta,
creando ansiedad y malestar en nosotros. Pero para que esto no nos afecte
más de la cuenta ni nos bloquee en la vida diaria, debemos aprender a lidiar
con el estrés o al menos a manejarlo para que él no nos maneje a
nosotros.
¿Qué causa estrés infantil?
Si eres padre, estoy segura que sabes cómo es el estrés, pero lo malo es
que tu hijo también puede sentir los efectos de un día difícil. Desde las
amistades hasta los problemas familiares pasando por las tareas
escolares pueden causar estrés infantil. Si tienes un hijo estresado en
casa es necesario que le enseñes a mantener el estrés bajo control y así
poder enfrentar las situaciones que le parecen estresantes de forma
exitosa. Pero, ¿cómo conseguirlo?
¿Qué ocurre cuando un niño está estresado?
Si un niño está estresado muy probablemente recurrirá a
comportamientos autodestructivos, incluso pueden ser capaces de
autolesionarse al no saber cómo manejar las emociones negativas que
están sintiendo. Los niños necesitan aprender las herramientas
necesarias para que tanto en el presente como en el futuro pueda
manejar la vida de forma que no le cause demasiado estrés. El estrés
enferma y puede causar mucho daño emocional.
El ejemplo es lo más importante
Si quieres que tu hijo aprenda a manejar el estrés deberás ser el mejor
ejemplo para él. En este sentido, si un día tienes una jornada laboral
demasiado difícil o intensa, puedes decirle a tu hijo que te acompañe a
dar un paseo que has tenido un día difícil y que de este modo y junto con
su compañía seguro que te sentirás mucho mejor. Esta es una forma
muy importante para que tu hijo aprenda, a través del moldeado, estrategias
para que de este modo sepa cómo debe comportarse cuando se sienta
estresado.
Otros consejos para ayudar a un niño estresado
 ¡A reír! No hay mejor manera para calmar el estrés que una buena risa.
Anima a tu hijo para que llame o se reúna con amigos o intentad crear un
ambiente distendido en casa para que todos podáis reír juntos.
 A crear arte. Todos podemos crear arte de una forma u otra, pero todos
debemos buscar la forma de expresar mejor nuestro interior. A algunos le
gusta escribir, a otros dibujar o a otros tocar instrumentos… deja que tu
hijo descubra la mejor manera para que pueda expresar lo que tiene en su
interior para mejorar su estrés.
 Respiración. Las técnicas de respiración son una buena idea para aliviar
el estrés porque respirando profundamente se sentirá automáticamente
menos estresado y menos molesto.
 Visualización. La técnica de visualización es perfecta para enseñar a los
niños a poder imaginarse la situación sin que le produzca estrés y esto le
hará sentir bien. También se puede utilizar la visualización para pensar
cosas bonitas y que de este modo se mejore el estado de ánimo del
pequeño.
 Ofrece tu apoyo. Apoya a tu hijo en estos momentos en los que se siente
estresado para que se sienta más tranquilo, a veces un simple abrazo con
palabras de aliento es más que suficiente.
7 juegos de relajación para educar a niños
emocionalmente fuertes
En una época en la que se prioriza la inmediatez y la gratificación
instantánea, los niños apenas tienen tiempo de aprender a descubrir
sus emociones y desarrollar el autocontrol. De esta manera, terminan
convirtiéndose en personas que no saben gestionar sus sentimientos y a
las que les cuesta disfrutar de su entorno. Por eso, si queremos educar a
niños felices, equilibrados emocionalmente y con una autoestima sana,
es importante que les enseñemos a gestionar sus sentimientos y a
Juegos
practicar el autocontrol emocional desde edades tempranas.
perfectos para enseñarles a los niños a regular
sus emociones
1. ¡A hacer burbujas!
Se trata de un juego muy sencillo y divertido, ideal para mejorar la
capacidad pulmonar, estimular el control sobre la respiración y lograr que
el niño se relaje. Además, solo necesitarás un recipiente y una varita para
hacer pompas de jabón, así como la solución para hacer burbujas, que
puedes encontrar en cualquier tienda de juguetes. Para jugar en casa
basta que coloques un poco de la solución en el recipiente y le pidas a tu
hijo que introduzca la varita, la empape y al sacarla, sople sobre ella para
crear las burbujas. También puedes sumarte para hacer el juego más
entretenido.
2. El robot y el muñeco de trapo
¿A qué niño no le gustaría imitar a un robot? Con este juego podrá echar
a volar su imaginación convirtiéndose primero en un pequeño robot y,
más tarde, en un muñeco de trapo. El juego consiste en que tu hijo imite
primero los movimientos rígidos de un robot, tensando los músculos y
hablando de forma mecánica, y que luego relaje sus músculos al máximo
para personificar a un muñeco de trapo. Se trata de un juego excelente para
enseñarle a relajarse, a la vez que le ayuda a controlar mejor sus emociones.
3. Soy un globo
Para ayudar a tu hijo a relajarse, ganar en autocontrol y aprender a
regular sus emociones puedes animarle a que imagine que es un globo
que se infla y desinfla lentamente. La clave radica en que el niño respire
de forma suave y profunda para que vaya liberando la energía contenida
mientras pone en práctica la técnica. Para que el juego sea más divertido,
puedes sumarte y sugerirle que abra y levante los brazos con cada inspiración y
que los baje cada vez que expire el aire.
4. Imitar a la tortuga
El objetivo de este juego es enseñarle al niño a regular sus emociones, a
la vez que estimula la concentración y relaja las tensiones. Se trata de
que el pequeño imagine que es una tortuga y que se esconda dentro de
su caparazón, quedándose muy tranquilo y observando desde dentro
todo lo que sucede a su alrededor. Entonces, puedes pedirle que
estando ahí dentro comience a respirar lentamente como hacen las
tortugas, tomando aire por la nariz y luego, soltándolo suavemente por la
boca. Es un juego estupendo que podrá utilizar en cualquier circunstancia
cuando se sienta tenso, irritable o nervioso.
5. La hormiga y el león
Se trata de un juego muy entretenido que seguramente le encantará a tu
pequeño y con el que podrá aprender a respirar de forma profunda y a
ganar en autocontrol. Basta que le pidas que, primero, respire como
haría un león, el gran rey de la selva, y luego que respire como si fuese
una hormiga, un animalito diminuto que apenas se percibe en el
suelo. La clave radica en que el niño aprenda a regular su respiración, una
habilidad muy útil que podrá poner en práctica cuando se sienta ansioso.
6. El lobo de los tres cerditos
Se trata de una de las historias infantiles más populares, por lo que es
probable que tu hijo esté encantado de dramatizar la escena en la que el
lobo intenta derribar la casa de los tres cerditos. Para comenzar, puedes
pedirle que sople sobre objetos pesados como puede ser un libro fino e ir
reduciendo paulatinamente el peso, con un balón, un bolígrafo y por
último, un objeto ligero como un folio de papel. Es un juego muy divertido
que promueve un estado de relajación, a la vez que reduce la ansiedad en el
pequeño a través de la respiración.
7. La llegada de la primavera
Con este juego el niño no solo alcanzará un estado físico de relajación
sino que también aprenderá a gestionar mejor sus estados afectivos.
Para comenzar debes explicarle en qué consiste el juego, puedes
decirle: “Estamos al final del invierno y te has convertido en un bloque de hielo, pero
la primavera está a la vuelta de la esquina y poco a poco te irás derritiendo para
convertirte en una preciosa planta”. De esta manera, el niño comenzará a
actuar como si fuese un bloque de hielo, completamente rígido, y poco a
poco irá relajando los músculos.
5 claves para poner normas y límites a los
niños de 2 años
Muchos padres consideran que a los dos años aún es demasiado
temprano para poner normas y reglas al niño. Sin embargo, a esta edad
el pequeño empieza a descubrir su entorno y gana en autonomía, de
manera que necesita contar con determinados límites que le ayuden a
adaptarse al mundo que le rodea. Las normas también le ayudarán a
desarrollar el autocontrol y la tolerancia a la frustración, a la vez que
fomentarán una mayor seguridad y autoestima. Obviamente, tampoco se
trata de imponer reglas y límites demasiados restrictivos que coarten su
libertad y le impidan descubrir su entorno. La clave radica en establecer
determinados límites que le enseñen al niño lo que puede o no hacer,
pero que a la vez le brinden cierto grado de libertad para tomar sus
propias decisiones.
¿Cómo establecer límites a niños de 2 años sin
coartar su libertad?
1. Pocos límites, pero claros
La clave para poner normas a un niño de dos años consiste en
establecer pocos límites pero que estos sean muy claros y específicos ya
que es importante que el pequeño comprenda qué se espera
exactamente de él. Lo ideal es que en el momento de establecer un límite
se lo expliques usando un lenguaje sencillo y adaptado a su edad para que
pueda entenderlo. Por ejemplo, en vez de decirle: “Si bajas la escalera solo
puedes caerte”, puedes decir: “No bajes la escalera solo, porque puedes
caerte y lastimarte”.
2. Normas firmes y coherentes
Para que un niño de 2 años cumpla los límites es importante que estos
sean firmes y coherentes, es decir que se implementen siempre, sin
excepciones. De lo contrario, el niño podría confundirse y no saber cuándo
tiene que seguir las normas y cuándo no. La falta de firmeza y
coherencia en la implementación de los límites puede conducir incluso a
que el pequeño intente medir fuerzas o manipular a sus padres cuando
no quiere seguir las reglas. Para evitarlo, es fundamental que una vez
establezcas un límite, lo cumplas siempre, así se convertirá en parte de la
rutina infantil y el niño lo asumirá como un comportamiento natural.
3. Reglas solo para el comportamiento
Una de las formas de coartar la espontaneidad y libertad de un niño
consiste en imponerle normas que limiten sus emociones e ideas. Reglas
como: “No hables delante de los invitados” o “No llores en la calle” pueden
hacer que el niño se sienta cohibido a expresar lo que siente o piensa, lo
cual terminará convirtiéndolo en un pequeño reprimido y frustrado. Para
evitar que esto ocurra es fundamental que enfoques las normas y límites
únicamente al comportamiento del niño.
4. Límites en positivo
Una de las estrategias más efectivas para ponerle límites a un niño
consiste en hacerlo utilizando un lenguaje positivo, en vez de impositivo.
Por ejemplo, en vez de decir: “Recoge ahora tus juguetes” puedes
decirle: “¿Podrías recoger ahora tus juguetes?” De esta manera, el
pequeño no interpretará las normas como una imposición y por tanto, estará más
dispuesto a cumplirlas. A la larga, esto también repercutirá en la
autoconfianza y autoestima del niño ya que no sentirá coartada su
libertad.
5. Varias opciones a la mano
Es importante que el niño entienda los límites como una oportunidad para
adaptarse a su entorno y no como un castigo o una forma de reprimir su
espontaneidad. Esto no solo le ayudará a cumplirlos sino que también
hará que pasen a formar parte de su vida diaria. Una buena estrategia
para logarlo, sobre todo cuando no quiere cumplir las normas, consiste en
ofrecerle varias opciones para que piense que tiene el control de la situación. Por
ejemplo, si es hora de ir a la cama, pero el niño se resiste, puedes
decirle: “Vas a la cama solo o vamos juntos para leer un libro”.
Técnicas y juegos de respiración para el
control de la ansiedad infantil
Para un adulto, lidiar con la ansiedad no es tarea fácil, mucho
menos para un niño. Los padres en especial, a veces pueden sentirse
abrumados ya que llegan a un punto en el que creen que nada funciona
pues sus intentos para calmar a su hijo son en vano. Cuando sobreviene
la desesperación, es importante que los padres se pongan en el lugar del
pequeño, lo cual no significa que tengan que tolerar los comportamientos
disruptivos pero necesitan entender que el niño no actúa de forma
impulsiva porque es desobediente o le gusta llevar la contraria, sino
porque no logra controlar la ansiedad. En estos casos, contar con algunas
técnicas y juegos de respiración para ayudar al niño a aliviar la ansiedad e
impulsividad también puede ser de gran ayuda.
Las técnicas de respiración se basan, como lo indica su nombre, en el
control consciente de la respiración, lo cual tiene un impacto enorme en
el metabolismo y la psiquis del niño. Cuando aprende a respirar de
manera profunda y regular, su ritmo cardiaco y la presión arterial se
reducen, a la vez que experimenta una sensación de tranquilidad, por lo
que la ansiedad desaparece poco a poco.

3 técnicas sencillas para ayudar a un niño a


controlar su ansiedad
1. A soplar burbujas
A la mayoría de los niños les encanta soplar burbujas, por lo que no
será difícil que tu hijo se motive con esta técnica. Se trata de un
juego muy sencillo que mejora su capacidad pulmonar, le ayuda a tener
un mayor control sobre su respiración y le permite relajarse y controlar la
ansiedad ya que ejerce un efecto muy similar al que se obtiene con la
técnica de la respiración diafragmática.
Necesitarás un recipiente de pompas de jabón y una varita y solución para
hacer burbujas, que puedes encontrar en cualquier tienda de juguetes.
Para aplicar esta técnica basta colocar un poco de esta solución en el
recipiente y pedirle al pequeño que introduzca la varita, la moje en la
solución, la saque y sople suavemente en dirección a la misma para
formar las burbujas. Puedes retarle a que forme burbujas cada vez más
grandes ya que de esta manera se concentrará más en la actividad y su
efecto relajante será mayor.
2. ¡Soy un globo!
Es una técnica de respiración muy eficaz para reducir los síntomas de
ansiedad y promover la relajación. Además, es muy fácil de aplicar por lo
que el pequeño la puede poner en práctica en cualquier momento, lo
mismo en casa, en el supermercado o incluso en el colegio. Pídele a tu
hijo que imagine que es como un globo que se infla y desinfla
lentamente.

De hecho, puedes pedirle que mire su abdomen mientras aplica la técnica


para que vea cómo aumenta y reduce su volumen, al igual que un globo. La
clave radica en que el pequeño espire e inspire de forma lenta y profunda
para que se vaya relajando a medida que su respiración se regula. Para
hacer que la técnica sea más divertida, puedes pedirle que abra y levante
los brazos cada vez que inspire aire y que los baje al espirarlo.
3. El lobo de los tres cerditos
¿Qué niño no conoce el cuento de los tres cerditos? Se trata de una
de las historias infantiles más populares, por lo que es probable que
tu hijo ya esté predispuesto positivamente. La técnica es muy
sencilla pues se trata simplemente de dramatizar la escena en la que
el lobo intenta derribar la casa de los cerditos, pero esta vez con
distintos objetos de la casa. Lo ideal es comenzar por objetos más
pesados como un cuaderno e ir reduciendo el peso paulatinamente,
por ejemplo, con un balón, luego un lápiz, y por último, algo ligero
como una pluma. Es una técnica muy divertida que promueve la
sensación de calma y bienestar en el niño, haciendo que disminuya
el grado de ansiedad y estrés.
Cómo solucionar el estrés tóxico en los niños
Desde Etapa Infantil llevamos dos días hablándoos sobre el estrés tóxico
en los niños, y es que es un tema que nos parece muy importante, ya
que se pasa demasiado por alto teniendo tan graves consecuencias en la
vida de los niños, así como en la vida de los adultos. Por eso, una vez
que hemos hablado sobre qué es y las consecuencias que tiene es muy
importante saber cómo se puede solucionar el estrés tóxico en los
niños para que puedan vivir bien. El estrés crónico siempre puede
evitarse con una relación con adulto sensible, estable y con amor, esto
podrá proteger a los niños contra el estrés, y aunque las circunstancias
puedan ser difíciles como la pérdida de una madre, el divorcio de unos
padres, la depresión de uno de los progenitores, etc. se evitará que se
vuelva tóxico.

El ambiente puede ser estresante para un niño, e incluso puede hacer que
los niños sientan auténtico dolor emocional, pero hay investigaciones que
demuestran, que con el apoyo de un adulto estable y amoroso, los
efectos fisiológicos de la respuesta al estrés pueden ser suavizados, algo
que minimizará el riesgo de daño emocional a largo plazo. El apoyo de
un adulto podrá ayudar al niño a entender mejor las cosas y ésta es una
parte importante de ayudar a un niño a ver el mundo menos amenazante
y que proporcione una sensación de poder y con una capacidad de influir
en su entorno.
Como nunca hay que subestimar el poder que tiene una persona a la hora
de influenciar en la vida de un niño, no te pierdas algunas formas en las
que se puede prevenir el estrés tóxico en los pequeños.
La regla 5/1
Hay investigaciones que demuestran que de cada interacción negativa se
necesitan 5 interacciones positivas para poder equilibrarse
emocionalmente. Esto es lo que nos mantiene vivas a las personas. Las
personas somos más rápidas para notar las cosas negativas que nos
ocurren y tenemos una respuesta más intensa en comparación con los
acontecimientos positivos. Los adultos podemos construir a niños felices
con elogios significativos, dándoles oportunidades de éxito, ofreciéndoles
la oportunidad del sentido del dominio y control, fortalecer las vías que
ayuden a los niños a sentirse con emociones positivas, a lidiar con el
estrés o a construir su confianza.
Conexión
Los seres humanos estamos destinados a conectar con las personas.
Las relaciones interpersonales de confianza nos ayudan a sentirnos
tranquilos y a construir unas relaciones estables, pero en ocasiones, las
personas que han sufrido estrés tóxico pueden crear una barrera
protectora entre las personas, algo que podría perjudicarles. Todos
necesitamos abrazos, necesitamos el contacto físico… y los niños
más. También es importante guiarse por las emociones, y si alguien no
quiere conectar con otra persona, entonces debe respetarse.
Vía de escape
Si la casa es estresante, es necesario que haya algún tipo de escape
temporal para adultos y para niños. Sería necesario practicar algún
deporte, un hobby, pasar tiempo con amigos o con otros familiares que
proporcionen oportunidades para el alivio de los efectos emocionales y
fisiológicos del estrés, es una forma de validar las fortalezas emocionales
y personales.
Sensibilidad
Todos estamos programados para conectar con los demás, por eso los
bebés intentarán interactuar con las personas más importantes para
ellos. Por eso, las personas respondemos con gusto y de forma casi
instintiva a la interacción de los bebés con contacto visual, hablando o
abrazos que reforzarán el vínculo y las conexiones en el cerebro del niño
para fortalecerle contra el estrés crónico.
Fortalecer el cerebro
Para un niño o para un adulto que ha sido expuesto al estrés tóxico,
habrán diferencias en su cerebro. Es necesario fortalecer al cerebro para
poder controlar los efectos del estrés tóxico. Se puede trabajar
mejorando la dieta, haciendo ejercicio, trabajando la meditación o
la atención plena, tener conexiones emocionales con los demás, etc.
Formas divertidas de expresar las emociones
con niños
Entender y expresar las emociones no es una tarea sencilla, tanto es
así que incluso hay adultos que no saben cómo hacerlo correctamente.
Las emociones que sentimos pueden determinar el tipo de
comportamiento de adultos y niños. Los niños pequeños no tienen las
habilidades comunicativas suficientes ni el lenguaje para poder decir lo
que siente, por lo que sus sentimientos se manifiestan a través del
comportamiento. Un niño que se siente enfadado puede tener un
comportamiento rebelde, o si se siente triste puede llorar continuamente.
En cambio, un niño que está feliz y contento, sonreirá a menudo y
obedecerá a sus padres. Los niños que saben que hay
muchas emociones diferentes y se les ha enseñado a nombrarlas y
entenderlas, tendrán una mayor capacidad para controlar estas
emociones.
Ayudar a los niños a mostrar sus emociones
Es muy importante que enseñes a los niños a mostrar sus emociones y
para conseguirlo, tendrás que buscar la forma de que entiendan las
diferentes emociones que existen y que pueden experimentar
diariamente.

Las primeras cuatro emociones que los niños deben conocer son a
través de las caras: feliz, triste, enfadada y atusada. Cuando le leas un
cuento por la noche puedes señalar las emociones que los personajes están
experimentando. Así, tu hijo empezará a familiarizarse con esas
emociones, resaltar otras, etc.
Las emociones también se pueden trabajar a través de los juegos. A los
niños les encanta fantasear y fingir a través del juego simbólico. Por este
motivo, permite que tu hijo finja ser un animal triste o asustado, observa la
expresión en su cara mientras interpreta las emociones.
Las emociones negativas que tu hijo puede sentir como la confusión, el
miedo, el enfado, la decepción o la desilusión, etc. Son emociones
necesarias para que entienda que le ocurre algo y que debe reaccionar
para estar mejor. Todas las emociones son normales de experimentar. Pero
cuando comienza a portarse mal o internalizar estos resentimientos, es
importante ayudarle a liberar estas emociones de una manera lúdica.
La Inteligencia Emocional en los niños
Es tan importante el coeficiente intelectual en los niños como su
inteligencia emocional. Para que tu hijo mejore su inteligencia emocional
es importante hacerlo de forma lúdica. Si quieres que mejore su IE,
entonces no te pierdas estas actividades para hacer con tu hijo, así
aprenderá a liberar la energía negativa o los sentimientos que le causan
malestar.
 Damos golpes. Ten un cojín entre las manos y permite que tu hijo lo
golpee con fuerza con los puños para liberar la rabia o el enfado.
 Lanzamiento de pelotas de plastilina. Este juego es para ver quién lanza
la bola de plastifica más lejos. Para el niño pequeño, déjalo apretar
fuertemente la plastilina. Mientras aprieta los dedos con la masa, refleja lo
que podría estar sintiendo, por ejemplo: ‘aprieta fuerte si te enfada que
otro coja tu juguete’.
 Globos de agua. Lanzad globos de agua contra la pared y decid qué sentís
al hacerlo.
 Patadas a latas vacías. Colocad latas vacías en el jardín y dadles patadas
fuertes, ¡el sonido será también muy emocionante!
 Soplar burbujas. Cuando un niño tiene menos de 4 años, soplar burbujas
es una buena estrategia para que controlen su irritación o molestia. Si
sopla fuerte no saldrán burbujas, por eso debe aprender a soplar
suavemente para obtener muchas pompas de jabón. Es una forma también
de autocontrol emocional.
 Gritar. Gritar también es una actividad que ayuda a que las emociones
negativas desaparezcan. Pero no hay que gritar contra alguien, es mejor
hacerlo en un lugar neutro como el cuarto de baño mientras nos duchamos
o en algún lugar donde nadie nos escuche pero que podamos
desahogarnos.
5 consejos para fomentar la resiliencia en los
niños
La resiliencia es la capacidad para afrontar las dificultades de una
manera optimista y salir fortalecido, incluso de las situaciones más
difíciles. Se trata de una habilidad muy importante para la vida ya que,
antes, o después, nos enfrentaremos a numerosos problemas y
tendremos que aprender a sobreponernos y seguir adelante. Sin
embargo, nadie nace siendo resiliente, es una habilidad que aprendemos
a lo largo de la vida. Por eso, es importante que los padres no
sobreprotejan a sus hijos sino que los motiven para que enfrenten
nuevos retos desde edades tempranas. ¿Cómo fomentar la
resiliencia en tu hijo?
1. Incítalo a satisfacer sus necesidades
A muchos padres les gustaría tener a sus hijos a buen recaudo dentro de
una caja de cristal y encargarse de proveerles de todo lo que necesiten y
quieran. Sin embargo, cuando el niño alcanza cierto grado de autonomía, los
padres deben abandonar su rol de proveedores y asumir el papel de
facilitadores. Esto significa que aunque te sigas preocupando por el
bienestar de tu hijo e intentes allanarle el camino, también debes dejar
que resuelva algunos problemas por sí solo. Ten en cuenta que, tarde o
temprano, tendrá que enfrentarse al mundo exterior solo, y la mejor
estrategia para cuidar de sí mismo consiste en prepararle para que se
convierta en una persona independiente.
2. Permítele que encuentre las respuestas por sí solo
Tener siempre todas las respuestas, no motivará a tu hijo a esforzarse
por aprender. A veces puedes facilitarle algunas respuestas, pero en
ocasiones es mejor que le motives a que se esfuerce para encontrarlas.
De esta manera, le enseñas que su opinión es importante, lo cual no solo le hará
ganar en autoconfianza sino que también fortalecerá su autoestima. Además, al
instarlo a encontrar por sí solo las respuestas a sus dudas estarás
estimulando su capacidad para resolver problemas y su pensamiento
lógico, lo que le permitirá convertirse en una persona autosuficiente y
capaz de gestionar su vida.
3. Enséñale a perseverar en sus propósitos
Las personas resilientes se caracterizan por su perseverancia y
tenacidad. Una persona resiliente sabe muy bien a dónde quiere llegar y
lucha por conseguirlo. Por eso, es importante que le enseñes a tu hijo
desde pequeño a establecer sus metas y objetivos de forma clara y a
trazarse un plan para alcanzarlos. También debes enseñarle a adaptar
sus planes a las nuevas circunstancias para que en vez de aferrarse a
una idea sea capaz de reestructurar sus metas y el camino que debe
seguir. Si no se queda atrapado en una única solución o plan, el universo de
oportunidades que se abrirá ante él será mucho más amplio.
4. Anímalo a resolver los problemas por su cuenta
Resolverle todos los problemas a tu hijo no es la mejor estrategia para
enseñarle a ser autónomo y prepararlo para las adversidades de la vida.
Así solo lo conviertes en una persona dependiente e incapaz de
gestionar los conflictos. La solución no es resolver los problemas en su
lugar sino ofrecerle las herramientas que necesita para que pueda
solventar las dificultades con sus propios recursos. Por tanto, cuando
tenga que enfrentarse a un conflicto, ofrécele solo algunas pistas, pero deja
que encuentre el camino de forma independiente.
5. Enséñalo a gestionar sus emociones
Aprender a identificar las emociones y, sobre todo, a gestionarlas es uno de
los pilares fundamentales de la resiliencia. Se trata de que el pequeño sea
capaz de lidiar con sus emociones y que aprenda a regularse antes de
que estas escapen de su control. Una estrategia excelente consiste en
enseñarle herramientas de autorregulación y control emocional, como los
ejercicios de respiración, contar hasta 20 o 30 y distanciarse de la
situación en el momento oportuno.
Razones por las que nunca debes gritar a tus
hijos
Muchos padres gritan a sus hijos. Algunos lo hacen por automatismo,
simplemente porque ellos mismos fueron educados así. Otros lo hacen
porque pierden los estribos y caen en la frustración. Otros piensan que
así es más fácil imponer su autoridad y lograr que el niño obedezca. Una
encuesta publicada en Journal of Marriage and Family reveló que casi el
90% de los padres reconoció haberle gritado a sus hijos en los últimos
doce meses. La situación es aún peor cuando se trata de niños menores de
siete años, en cuyo caso, el 100% de los padres reconoció haberles gritado. Y
es que nuestra generación ha sido educada con la idea de que los
castigos físicos son negativos, pero nada o muy poco se ha dicho sobre
los gritos.
Los gritos como método “educativo” son tan
dañinos como el castigo físico
Hace poco salió a la luz un estudio publicado en la revista Child
Development en el cual investigadores de la Universidad de Pittsburgh
afirmaban que gritarles a los niños con frecuencia tiene consecuencias tan
negativas como el castigo corporal y puede causar problemas emocionales y
de comportamiento.
Estos investigadores creen que intentar disciplinar a través de los gritos
es particularmente destructivo, tanto para los niños como para los
adolescentes. De hecho, descubrieron que los gritos, en vez de disciplinar,
empeoran los problemas de conducta y hacen que los niños se comporten de
manera más destructiva. Además, descubrieron que un estilo educativo
más tranquilo, marcado por el cariño y el apoyo emocional, no disminuye
los efectos de la disciplina verbal.
Por supuesto, no se trata del primer estudio que explora los efectos de
los gritos en el desarrollo infantil. Hace algunos años una investigación
publicada en Journal of Marriage and Family analizó a diferentes familias
durante un año y descubrió que los niños a los que les gritaban 25 o más
veces a lo largo de ese periodo, tenían una autoestima más baja, una
tendencia a la depresión y un incremento de los comportamientos
agresivos hacia los demás.
Por supuesto, vale aclarar que en estas familias “gritar” no significaba
simplemente levantar la voz en un momento puntual sino que se había
asumido como un estilo educativo, convirtiéndose en una escalada de
insultos y humillación. Por tanto, en estos casos los gritos equivalen a
una “agresión psicológica” en toda regla.
Por otra parte, no debemos olvidar que los gritos causan una reacción
fisiológica. Cuando el niño se enfrenta a los gritos aumentan sus niveles
de cortisol, la hormona del estrés, la cual es particularmente negativa
para los cerebros en pleno desarrollo.
Gritar no transmite un buen ejemplo
Independientemente de los efectos negativos que los gritos tienen en el
desarrollo del niño, los padres no deben olvidar que se trata de un mal
ejemplo, sobre todo si queremos educar a nuestros hijos en la tolerancia
y el autocontrol. No podemos pedirle a un niño que se comporte bien, que
sepa lidiar con la frustración y que controle sus emociones si nosotros
mismos no sabemos hacerlo.
De hecho, muchos padres, cuando perciben reacciones negativas e
inesperadas en sus hijos, sienten que la situación les sobrepasa, no
saben cómo reaccionar y le abren las puertas al enfado y la
frustración. Se trata de un patrón que en Psicología se denomina
“inundación emocional”, la cual desencadena una espiral ascendente de
gritos y reacciones emocionales fuera de control.
En muchos casos esto ocurre porque los padres tienen expectativas
irreales sobre los niños y esperan que estos se comporten como si
fueran más maduros. En otros casos se debe a que no cuentan con las
estrategias emocionales necesarias para hacerle frente a esa
situación. Tanto en un caso como en el otro, debe quedar claro que gritarles
a los niños no es una opción.
El enfado en los niños: cómo evitar que lleguen
a la ira reactiva
Cuando los niños se enfadan para los padres es todo un reto que
debemos asumir. Como padres no somos perfectos, pero siempre
debemos tratar de ser los padres más cariñosos… Entonces, ¿por qué
los niños se comportan de esa forma cuando están enfadados? Por
frustración la mayoría de las veces. Muchos padres envían a su hijo
enfadado a la habitación para que se calmen (y para calmarse ellos
mismos) porque nadie puede razonar cuando se está muy enfadado. Si
te ignoro, no te entiendo
En los momentos de crisis altas de enfado, no es adecuado enseñar
lecciones o pedir disculpas. Los niños necesitan calmarse y los padres,
no alterarse. Si envías a tu hijo enfadado a su habitación, puede que se
calme pero recibirá algunos mensajes claros y poco adecuados para
buscar soluciones:

 Nadie quiere escuchar lo que te molesta.


 Nadie te va a ayudar con el problema que estás experimentando.
 La ira es mala y estás siendo mala persona por enfadarte con nosotros y no
saber cómo expresarlo adecuadamente.
 Tu ira nos asusta y no sabemos cómo ayudarte.
Cuando se está enfadado no se pueden desviar los sentimientos, es necesario
canalizarlos y guiar a los niños para que entiendan qué les está ocurriendo y
de este modo, calmar esas emociones tan intensas. Cuando un niño se
enfada puede tener una rabieta y estallar de forma incontrolable, por ello
el deber de los padres es ofrecer estabilidad y calma para enseñarle el
camino. Si un padre estalla en otra rabieta de adulto, el niño aprenderá
que es una forma correcta de comunicar su enfado; cuando no lo es.
Muchas personas desarrollan problemas del manejo de la ira hasta la
edad adulta por no haberlo sabido gestionar (por falta de enseñanza en
la infancia). Además, cuando un niño recibe gritos en la infancia repetirá
patrón en la vida adulta si no se da cuenta del patrón de ello y lo corta.

Qué es la ira reactiva


La ira reactiva aparece cuando se responde inmediatamente de forma
agresiva a estímulos que nos están molestando como gritos, golpes o
portazos. Muchas personas actúan así para obtener resultados
inmediatos. Pero aunque se ganan cosas de forma inmediata se pierden
a largo plazo porque se muestra ser una persona volátil que solo sabe
utilizar la agresividad para conseguir las cosas.

Es una ira explosiva y cuando se tiene se siente culpa y vergüenza por no


haberse sabido controlar y además, por haber hecho daño a otra persona.
La salud se resiente por los picos de estrés y se pueden sufrir problemas
cardiovasculares.
Cómo ayudar a los niños enfadados a no llegar a
la ira reactiva
Podemos ayudar a los niños a aprender a manejar su ira de manera
responsable. La mayoría de nosotros tenemos dificultades para imaginar
lo que están sintiendo en el momento de enfado. En pocas palabras, el
manejo responsable del enfado comienza con la aceptación de nuestra
propia ira y abstenerse de atacar a otros. Siempre hay una manera de
expresar lo que necesitamos sin atacar a otra persona.
De hecho, cuando estamos dispuestos a detenernos y notar los
sentimientos más profundos bajo nuestra ira, encontramos dolor, miedo y
tristeza. Si nos permitimos sentir esas emociones, la ira se disuelve. Es
solo una defensa reactiva. Esta es una de las tareas más críticas de la
infancia: aprender a tolerar las heridas de la vida cotidiana sin moverse
hacia la ira reactiva. Las personas que pueden hacer esto son capaces
de resolver las cosas con los demás y gestionarse a sí mismos para
lograr los objetivos que se propongan… Se convierten en personas
emocionalmente inteligentes. 
Los niños desarrollan inteligencia emocional cuando les enseñamos que
todos sus sentimientos están bien, pero siempre tienen la opción sobre
cómo actúan ante ellos.

Rincón de la calma: un lugar de tranquilidad


para tus hijos
Si con tus hijos ya has hecho el frasco de la calma, entonces el rincón de
la calma no puede faltar en tu hogar. Este espacio será el de las
emociones donde los niños podrán expresarlas y se sentirán seguros y
protegidos. El rincón de la calma es genial para niños de 3 a 6 años,
aunque también es una gran herramienta para más mayores, puesto que
no tiene edad límite para poder disfrutarlo… Se puede adaptar el rincón
según la edad de los niños… y utilizarlo tanto en casa como en la
escuela. Es normal que los niños se frustren, se enfaden o se irriten de
vez en cuando, por lo que tener un espacio donde estar solo y
recuperarse es una buena idea. De esta manera aprenderán a conocer sus
emociones y a aceptarlas, porque forman parte de la vida.
Un lugar para gestionar las emociones
El objetivo es que los niños aprendan a gestionar sus propias emociones
y sentimientos y que sean responsables de sus acciones. Aprenderán a
ser capaces de tener autocontrol ante una emoción destructiva, ¡pero
necesitan un entorno y una buena guía para poder interiorizarlo! Las
emociones son normales y cuando una persona siente miedo, enfado y
tristeza… el cerebro se puede bloquear y es necesario que aprendan a
resolver los conflictos. Las emociones no se deben reprimir, simplemente
hay que saber volver a la tranquilidad.
Este espacio deberán poder utilizarlo siempre que quieran sin restricciones
y sin obligaciones. Solo de esta manera sentirán la motivación suficiente
para poder gestionar las emociones que están sintiendo en cada
momento.
El rincón de la calma
El rincón de la calma será un espacio donde los niños encontrarán calma
y paz interior… donde podrán sentirse a ellos mismos. Podrán utilizarlo
siempre que quieran, como cuando:

 Se sientan enfadados
 Quieran relajarse
 Necesiten saber cómo se sienten realmente
 Quieran descansar
 Necesiten estar solos
 Quieran dar o recibir afecto
 Quieran meditar
 Necesiten solucionar un conflicto
 Quieran compartir el espacio con otra persona
Será un rincón tranquilo con: cojines, mantas, elementos o artículos de
calma (juguetes blandos o peluches para abrazar), materiales para
meditar, marionetas para recrear conversaciones o compartir
pensamientos, mandalas para pintar, cuentos relacionados con las
emociones, instrumentos musicales, piedras y témperas para pintar, un reloj
de arena, un frasco de la calma, etc. Y para los más mayores también
podemos añadir tarjetas para regular las emociones, las
conversaciones…
Este rincón puede ser todo un éxito cuando los niños comienzan a
utilizarlo siempre que tengan la necesidad. Solo tendrás que explicar
durante unos minutos a los niños qué es ese rincón y cuando lo pueden
utilizar… ¡ellos lo utilizarán gustosamente y les beneficiará enormemente! Si
quieres que los niños se comprometan con el espacio deberán conocer
bien qué es y para qué sirve… cuál es la función que tiene el rincón y
cuáles son los acuerdos y las consecuencias al usarlo bien o mal.
Este maravilloso lugar puede crearse tanto en un aula con todos los
niños de una clase y guiado por el maestro o en casa, donde sean los
padres quienes guíen a sus hijos en este rincón para que aprendan a regular
y a entender sus propias emociones… ¡al principio necesitarán un poco de
ayuda!
El peligro de etiquetar a los niños
Muchos padres y adultos tienden a etiquetar a los niños pensando que
esto no les perjudica o que incluso llamándoles, “pesado”, “lento”,
“tonto”, “despistado”, “malo”, “tímido”… podrán mejorar
comportamientos que a los adultos nos les parecen correctas, pero la
realidad que con estas etiquetas sólo se consigue que los pequeños crean
que realmente son así y que su autoestima se vea gravemente perjudicada.
Muchos adultos etiquetan a los niños porque se sienten incómodos con
el comportamiento o actitudes de los pequeños. Cuando las etiquetas
son positivas y realzamos aspectos positivos de una persona “es un
líder”, “es buen observador” o “es muy tenaz”, es mucho mejor para el
buen desarrollo de los niños que decir cosas como: “es un listillo”, “es un
pesado” o “es un cabezón”, ¿no crees? Pero hay que tener cuidado con lo
que se dice a un niño, porque ellos se convertirán en lo que se dice que son.
Si quieres que tu hijo sea brillante deberás decirle que lo es, en cambio si
quieres que no se comporte de mala manera, pero le dices: “eres un niño
malo”, ¿qué crees que puede estar entendiendo?
Las etiquetas son profecías autocumplidas
Las etiquetas no surgen siempre pero cuando se etiquetan en función del
comportamiento de los niños o de los comentarios de los demás, ellos
pueden pensar que son así realmente. Por ejemplo, si un niño recibe de
su maestro que es malo en matemáticas después de una calificación
baja, él pensará que no merece la pena esforzarse si es malo en algo…
cuando en realidad lo que necesita es motivación y paciencia para
entenderlo.

Los adultos deben tener mucho cuidado con las etiquetas que dicen a los
niños porque pueden condicionarles su carácter y personalidad y que ellos
mismos se sientan incapaces en algo sólo por lo que los demás le han
hecho creer que son.
Sin etiquetas negativas mejor
Un niño que se comporta mal, no es un niño malo, es un niño que
necesita atención para saber el por qué de su comportamiento, quizá
tenga algún problema emocional que deba solucionar. Un niño al que le
gusta estar solo no tiene que ser raro, simplemente puede ser
introvertido y le gusta disfrutar de la soledad. Si una niña quiere
conseguir las cosas por sí misma sin ayuda no tiene que ser cabezona,
puede ser simplemente tenaz… y así podría seguir con mil ejemplos
más.

Las etiquetas negativas pueden condicionar a los niños, pero tanto las
negativas como las positivas. Aun niño que le cuestan las matemáticas, él
sabe que le cuesta y no le puedes decir que es brillante en las
matemáticas (etiqueta positiva) sólo porque quieras que lo sea, él sabe
que no es así, estarías haciendo una etiqueta equivocada. Pero sí
necesitará motivación y puede darse cuenta que es capaz, que tiene
fuerza de voluntad y que tiene una capacidad intelectual brillante para
poder entender las matemáticas si realmente quiere hacerlo.
Hay profesionales que dirán que etiquetar en ocasiones es una
necesidad para poder recibir el tratamiento adecuado, pero no debemos
mezclar un diagnóstico con una etiqueta. Son dos cosas diferentes. No
se deben etiquetar las características individuales o las habilidades de
una persona.

El peligro de las etiquetas


Cuando se etiquetan a los niños estás reduciendo toda su persona a una
o dos palabras y por esto nunca serán una buena opción. Las etiquetas
tienen consecuencias y peligros:
 Ponen en relieve las características negativas de un niño y el niño se cree
que es así realmente.
 Las etiquetas no ayudan a que los niños cambien y crezcan. Si un niño es
etiquetado como “el payaso de la clase” o “el mejor atleta” siempre sentirá
que es así.
 Las etiquetas no ayudan a solucionar los problemas que puedan
haber. 
 Una etiqueta puede estar equivocada y ser cruel.
 Una etiqueta no tiene en cuenta las cosas que son realmente importantes.
Por ejemplo si un niño suspende se dice que es “vago”, “tonto”, “poco
inteligente”… pero no se tiene en cuenta la motivación, la determinación,
la capacidad en otras áreas, el interés individual de cada niño, etc.
Las etiquetas son muy poderosas y los niños responden a las
expectativas que los adultos depositan en ellos. Si los adultos esperan
que lo hagan bien y se confía en ellos, lo hacen. Si no se confía en los
niños y no esperan realmente que lo hagan bien, no lo hacen. Es
necesario que los adultos sean cautelosos con el uso de las etiquetas, hay que
usarlas con moderación, conocimiento… ¡y mucho cuidado!
Cómo enseñar a los niños y adolescentes a
tratar los conflictos
A medida que se va creciendo se empiezan a experimentar muchas
emociones intensas, que en ocasiones no son tan buenas como parecen.
Los intercambios emocionales que vienen con el crecimiento
proporcionan grandes oportunidades para los niños y los adolescentes
para aprender y experimentar con diferentes formas para relacionarse
con el mundo. Por todo esto, es importante enseñar a los niños y
adolescentes a tratar los conflictos.
Una de las formas de vida que más enseña lecciones a las personas es a
través de las relaciones. Todos los padres queremos que nuestros hijos y
jóvenes desarrollen sus mentes, sean independientes y tengan
curiosidad por encontrar su independencia. Todo esto es parte de la
transición saludable en la edad adulta. Con esta transición saludable viene
el conflicto -que no siempre es saludable ni es fácil-. Como con cualquier
otro aspecto difícil, es una oportunidad para crecer y aprender nuevas
lecciones.
Hay formas de enseñar a los niños a ser fuertes en sus relaciones y a
que crezcan, deben aprender a ‘dar un paso hacia atrás’ mentalmente
desde su propio punto de vista y mirando a la situación en calidad de
observador, en lugar de como un participante. La investigación ha
demostrado que es una manera eficaz de hacer frente a las emociones
negativas y al conflicto.
Aprender a distanciarse emocionalmente
Existe un estudio reciente que evaluó la importancia de ‘dar un paso
atrás’ y examinó la pregunta: ‘Cuando te imaginas en medio de una
pelea, ¿te sientes como si estuvieras peleando o como si te estuvieras
viendo a ti mismo en una película?’.

Las personas que fueron capaces de distanciarse de la experiencia cuando


sintieron malestar emocional tienen diferencias con aquellos que no lo
hicieron. Las personas que dieron un paso atrás en la situación:
 Piensan en la experiencia de otra manera

 Son capaces de reflexionar acerca de la situación de una manera para


poder entender el significado de lo que ha ocurrido
 Son menos propensos a reproducir la situación en su mente una y otra vez
(la rumiación es un factor de riesgo para la depresión)
 Son menos propensos a culpar a otras personas de lo que les ocurre
 Se enfadan de forma más saludable y se adaptan a tratar positivamente las
discusiones y los conflictos. El poder de esta estrategia aumenta con la
edad, cuanto más mayor es una persona más efectivo será la dilución de la
emoción, aunque a partir de 10 años los niños son capaces de marcar
distancia emocional para controlar sus emociones.

Cuando se da un paso atrás


Imagina que tienes tu cara presionando un vidrio: está frío, es duro, está
claro pero como tienes la cara tan cerca del vidrio no puedes ver bien lo
que hay detrás de él, solo sientes que está duro y frío. Si das uno o dos
pasos hacia atrás podrás ver lo que hay detrás del vidrio, incluso podrás
ver las cosas desde diferentes perspectivas. Cuando estás demasiado
cerca de algo pierdes el panorama general y también el punto de vista de los
demás, todos los conflictos son así. Pero, ¿cómo enseñar a los niños a
hacer esto?
En medio de una intensa emoción hay una tendencia a creer que los
demás no entienden lo que ocurre o que están equivocados. El tiempo es
importante y por eso hay que dejar espacio entre el conflicto y la otra
persona para pensar y escucharse a uno mismo. Es necesario hacerle
ver a la otra persona que no está solo y que es una relación de ganar-
ganar. La empatía y la asertividad son esenciales para que un niño/a o
adolescente sea capaz de empezar a manejar los conflictos de buena manera.
Formas de fomentar las habilidades sociales
saludables en los niños
Las habilidades sociales comienzan a desarrollarse desde el momento
en que nacemos, a través de la interacción con los padres. Sin
embargo, nuestras vidas suelen ser más complejas y también lo
hacen nuestras conexiones y nuestras expectativas. Es por eso que
es deber de los padres que los hijos puedan adoptar unos buenos
hábitos sociales para que los mantengan en la edad adulta. No se trata
sólo de la cantidad de tiempo que tu hijo pasa con los demás lo que le
enseña habilidades sociales adecuadas, hay tres elementos clave que tu
pequeño debe aprender para fomentar una comunicación sana con los
otros: el autocontrol, la empatía y la comunicación verbal. Es necesario
guiar a los hijos en la dirección correcta cuando se trata de interacciones
positivas con los demás.
Enseña a tu hijo sobre sentimientos y empatía
Si tu hijo no entiende cómo su comportamiento afecta a los demás, es
probable que no vea una razón para actuar de forma diferente. No sólo
va a aprender la empatía sino que también disminuirá la posibilidad de
que tu actúe de forma negativa hacia los demás. También, puede ayudar
a tu hijo a apreciar a los demás y ser apreciado por ellos cuando
comprendan cómo se pueden sentir en cada momento.
Una forma de ayudar a tu hijo a desarrollar empatía es hablar de sus
sentimientos. Pregúnteles qué les hace felices y qué es lo que les hace
estar tristes y por qué. Explícale que las emociones son normales y qué
es lo que les provoca en ellos. Tu hijo podrá aprender habilidades de
afrontamiento de mejor forma si entiende sus propios sentimientos.

Sé un buen ejemplo de emociones positivas


Los adultos tenemos malos días y habrán momentos en los que te
sientas irritable, es normal. Sin embargo, deberás tener una buena
capacidad para mantener las emociones bajo control y así, ser capaces
de guiar el comportamiento de tus hijos con tu ejemplo. Si tu hijo hace
algo que no te gusta, puedes explicarle por qué está mal esto que hace en
lugar de recurrir a los gritos.
Los niños imitan nuestro comportamiento desde una edad muy temprana,
la forma en la que reaccionamos a las situaciones y la forma en la que
tratamos a los demás, tienen un gran impacto -positivo o negativo- en la
forma en la que los niños aprenden a interactuar con los demás. Es
necesario que seas un buen modelo de conducta y de emociones
positivas para que tu hijo aprenda buenas lecciones para su vida.
Sé su guía
Deberás ser su mejor orientación, pensando siempre en la edad que
tienen tus hijos. Los padres deberán identificar la etapa de desarrollo
social en la que se encuentra su hijo/a para poder influir de forma positiva
en sus hijos. Mientras que cada niño se desarrolla a su propio ritmo, existen
señales sociales que los niños van recogiendo y aprendiendo para mejorar -o
no- las habilidades sociales.
Por ejemplo, un niño de 2 o 3 años puede ser capaz de saludar y
despedirse, mientras que un niño de 5 o 6 años es capaz de marcar
límites ante los comportamientos que no aprueban. Otro ejemplo, es que
a partir de los 7 años, los niños empezarán a aprender empatía.

Identificar cualquier problema emocional o social


Puedes hacer todo lo que tengas en tu poder para poder otorgar un
comportamiento social positivo en tu hijo, pero todavía podría no llevarse
bien con los demás. Si este tipo de patrón persiste, tu hijo necesitará una
ayuda extra para determinar si tiene un trastorno social, por ejemplo,
llevándole al pediatra. Dependiendo de las necesidades de tu hijo se deberán
tener en cuenta diferentes actuaciones. 
Consejos para educar a un niño
emocionalmente fuerte
Un niño cuando nace es como un libro en blanco que empieza a
escribirse a medida que va viviendo sus experiencias. La crianza de los
padres, el cariño, el amor y el apoyo incondicional formarán la parte más
importante para el desarrollo saludable del pequeño, pero también hay
otras circunstancias como el entorno que formarán su personalidad. Los
niños emocionalmente fuertes están preparados para los desafíos del
mundo, son capaces de abordar problemas de forma productiva, de
recuperarse y de hacer frente a las dificultades de manera competente.
Es necesario ayudar a los niños desde que son pequeños a desarrollar
esta fuerza mental que les preparará para hacer frente a cualquier
desafío de la vida. Los niños que son emocionalmente fuertes no suprimen
sus emociones, pero podrán expresar sus sentimientos con asertividad. La
asertividad y la resiliencia serán los dos grandes aliados que deben tener
los niños para poder tener confianza en sí mismos y alcanzar todo su
potencial.
Para ayudar a los niños a desarrollar esta fuerza interna primero, los
padres, deberán tener un equilibrio interno y una buena Inteligencia
Emocional, por eso es necesario trabajar en uno mismo. Después, se les
deberá enseñar a los niños a reemplazar los pensamientos negativos por
otros más realistas, algo que les ayudará a controlar sus emociones y que
no sean las emociones quienes les controle a ellos, y además podrán
comportarse de forma productiva sin importar las circunstancias.
Cuida tu salud emocional
Es muy importante dar prioridad a las necesidades de nuestros hijos,
pero aún resulta más prioritario recordar que cómo estamos nosotros
afecta directamente a nuestros hijos. Tus sentimientos los siente tu hijo
ya que de forma natural están en sintonía con el estado de ánimo de los
padres. Si intentas poner buena cara y negar tus frustraciones, debes saber
que nunca lo podrás enmascarar porque tus sentimientos los perciben tus
hijos y les afecta directamente. Por lo tanto, deberás cuidar tu salud
mental ya que es la clave para ayudar a tus hijos a que se sientan felices.
No ignores las necesidades de tu hijo
Es muy importante que seas consciente de los cambios de
comportamiento que podría indicar tu hijo, esto podría ser una señal de
que hay algo que le está afectando. Si por ejemplo un maestro te dice
que tiene problemas para llevarse bien con otros niños, no pienses que
es cosa de la edad o que “ya se arreglará”. Lo mismo ocurre si tu hijo
tiene una rabieta, tampoco debes ignorarle o reírte de su
comportamiento. Es necesario que tu hijo entienda que te preocupas por lo
que le ocurre y lo enfoquéis siempre desde la Inteligencia emocional. 
Por ejemplo, si tu hijo pasa demasiado tiempo solo o empieza a cambiar
patrones en su alimentación, es posible que esté evadiendo el dolor
emocional de esta forma. Si no se tratan las emociones en los niños puede
conducir a trastornos de conducta, emocionales e incluso a conductas
dependientes tanto con otras personas como con sustancias tóxicas. Si
una rabieta de un niño de 4 años no te gusta, imagina una rabieta en un
adolescente de 14.
Consejos imprescindibles
Además, es necesario que tengas en cuenta algunos consejos muy
importantes para trabajar diariamente:

 Enseñar habilidades específicas. Las habilidades se deben aprender


como por ejemplo: la resolución de conflictos, el control de impulsos, la
autodisciplina, habilidades sociales, etc. Habilidades que en definitiva
ayuden a los niños a desarrollarse adecuadamente.
 Deja que cometa errores. Permite que tus hijos aprendan de los errores
como parte del aprendizaje.
 Calma la negatividad con pensamientos realistas.
 Permite que salga de su zona de confort para conseguir cosas nuevas.
 Potencia la responsabilidad y la gratitud.
 Vivid diariamente teniendo en cuenta la Inteligencia Emocional en
vuestro hogar y en vuestras relaciones.
Niños introvertidos: lo que debes saber de ellos
Hay padres que confunden la introversión con la timidez, pero aunque se
parezcan no tienen nada que ver. En la timidez, un niño puede tener
problemas de relación por miedo a comunicarse con los demás, en
realidad le puede faltar un buen aprendizaje de habilidades sociales. Un
niño introvertido en cambio, puede tener grandes habilidades sociales,
pero las utilizará únicamente cuando considere oportuno. Un niño
introvertido será feliz en su soledad porque la elegirá él cuando lo
necesite, un niño tímido puede tener problemas de autoestima por no
poder relacionarse con otros niños. Pero es necesario tener muy claro
que los niños introvertidos no son asociales, no solitarios, ni carecen de
habilidades sociales, simplemente tienen diferentes necesidades y
preferencias sociales. Además, un niño introvertido, será un adulto
introvertido.
Los amigos de los niños introvertidos
No es fácil para los niños introvertidos hacer nuevos amigos, porque
conocer a gente nuevo requiere energía. Sin embargo, los introvertidos
no necesitan un amplio círculo de amigos para ser felices. Prefieren tener
uno o dos amigos cercanos y de verdad y poder contar con ellos siempre
que sea necesario. Eso sí, ellos pueden conocer a muchas personas y
tener un gran número de conocidos.
Muchos niños introvertidos son criticados porque tienen pocos amigos o
porque los demás creen que tienen pocas habilidades sociales, pero
quien opine esto es porque realmente no conoce a ese niño que disfruta
de momentos de compañía pero aún más de los momentos de soledad.

Las preferencias sociales


Los niños introvertidos necesitan mucho espacio personal y que sea un
espacio respetado por las personas de su alrededor. A ellos les gusta
estar en una habitación a solas con la puerta cerrada, pero las personas
que no son introvertidas piensa que este comportamiento sólo puede ser
una señal de depresión o de algún trastorno emocional, pero nada más
lejos de la realidad.
Para los niños introvertidos este comportamiento es normal y no es una
señal de que quiera retirarse de la vida, es su forma de vivir en armonía y
con paz interior. Estar cerca de los demás demasiado tiempo puede ser
realmente agotador para ellos, por eso, cuando pasan un tiempo con otras
personas, después necesitan tiempo a solas para poder recuperar esa
energía que se había agotado inicialmente. Estar solo le da la
oportunidad de pensar y entender las cosas mejor.
El comportamiento con los demás
Los niños introvertidos tienden a ser tranquilos, no les gusta llamar la
atención ni ser el centro de todas las miradas. Los niños
introvertidos aunque tengan grandes logros no se jactarán de ellos, tienen
un gran mundo interior. En ocasiones, pueden ser capaces de ocultar sus
habilidades únicamente para disimular sus habilidades y no llamar la
atención demasiado.
Los niños introvertidos puede parecer que tengan dos personalidades
diferentes: una personalidad en privado y otra diferente en público. En
casa o en un lugar tranquilo donde se sienta cómodo puede ser un excelente
hablador o pasarlo en grande, mientras que en una fiesta o lugar lleno de
gente, prefiera observar a su alrededor todo el tiempo.
Otras características de los niños introvertidos
 Los niños introvertidos son personas con gran mundo interior
 Son capaces de abstraerse con cosas que le gustan
 Necesitan tranquilidad y espacio personal
 Les gusta estar con otras personas pero los lugares llenos de gente pueden
agotarle mentalmente
 Son observadores y conscientes de su entorno
 Necesitan tiempo de antelación para prepararse al cambio
 Tienen dificultades para compartir sus sentimientos con otras personas
 Necesitan pensar antes de hablar
 Escuchan más de lo que hablan
 Prefieren no decir nada antes que decir una tontería

Cómo enseñar a los niños a disfrutar de sus


emociones
Las emociones sólo se disfrutan si se conocen y si se saben
interpretar. No existen emociones positivas o negativas, pero sí
existen emociones útiles o perjudiciales. Las emociones
perjudiciales -que también se etiquetan como negativas-, son
aquellas que nos hacen sentir mal porque no sabemos reconocerlas
o manejarlas, como la ira, el enfado… Las emociones útiles -que
también se etiquetan como positivas- son aquellas que nos hacen
sentir bien y llenos de gozo.
Es necesario que los padres sean emocionalmente inteligentes y que
sean capaces de enseñar a los niños a disfrutar de sus emociones
siempre y cuando sean capaces de enseñarles a darse cuenta de sus
emociones cuando estén sobreexcitados. Hoy quiero hablarte sobre cómo
ayudarle con unos pequeños consejos.
Toma conciencia de los sentimientos de tus hijos
No puedes enseñar a tus hijos a reconocer sus sentimientos si no lo
haces tú primero, debes reconocer los sentimientos de tus hijos. Esto
parece algo simple, pero no lo es tanto. Las personas adultas en
ocasiones no somos conscientes de nuestros propios sentimientos, por
tanto, no puede resultar tan sencillo tomar conciencia de los sentimientos
de nuestros hijos. Debemos ser capaces de sintonizar con los sentimientos
de nuestros hijos y recibir su experiencia sin ningún juicio. 
Siempre hay momentos para la enseñanza
Es posible que en algún momento encuentres que los sentimientos de
tus hijos son incómodos, que te sientes enfadado o que no son buenos
para él. Pero cuando tengas este tipo de pensamientos, deberás pararte
en seco e imaginar, cómo debe sentirse tu hijo. Tus hijos necesitan un
aliado, te necesitan a ti. Cuando estás al lado de tu hijo ‘en medio de una
tormenta’ sabrá que eres un buen apoyo emocional.
Los niños no tienen por qué enfrentarse a los problemas por sí solos sin
apoyo. Como padres, tenemos la obligación de guiarles en este
proceso. Las emociones intensas de nuestros hijos son grandes
oportunidades para relacionarte con ellos y enseñarles habilidades de
resolución de problemas, en lugar de enseñar autoridad irracional.
La magia de la empatía
Escuchar con empatía a nuestros hijos es el núcleo de la enseñanza.
Hay muchas formas de escuchar, quizá escuches gritos o silencio
desafiante, quizá veas a un niño que llora o que grita confundido. Los
sentimientos en los momentos de tensión están a flor de piel, pero de
cualquier forma, los padres no debemos tener la sensación de lucha y sí
verlo como una oportunidad para reconocer la experiencia y reflejar lo que
vemos, oímos y sentimos hacia la dirección deseada. No le podemos
robar la oportunidad de aprender sobre sí mismo, nosotros somos los
encargados de conseguirlo.
El papel del los padres es empatizar, ser generosos con el tiempo y
permitir comprender y describir sus sentimientos. No debemos decirle
cómo se siente, debemos conseguir que se dé cuenta de sus
sentimientos, percibiendo y reconociendo sus emociones.
Poner nombre a las emociones
Es muy importante recordar que un niño con una rabieta no se parará a
pensar en sus emociones, por eso, es necesario esperar a los momentos
de calma para poder hablar sobre lo ocurrido, acompañando siempre en
todo el proceso. Como padres, debemos ayudar a nuestros hijos a
sentirse orientado y a saber cómo se siente exactamente poniendo
nombre a sus emociones a medida que las sienten. Es necesario que
nuestros hijos se sientan apoyados y escuchados en todo momento. 
La definición de los sentimientos ayuda a los niños a calmarse y a
entender qué es lo que le ocurre. Podrá recuperarse rápidamente y
aumentar su resiliencia. Será capaz -con la ayuda del adulto-
de encontrar soluciones a los posibles conflictos que esté viviendo y que
le hacen tener esos problemas emocionales, teniendo en cuenta los
límites. Los niños aprenderán a reconocer sus emociones como una parte
normal de la expresión y comunicación con los demás.
Claves para criar a un hijo introvertido
Todos los padres del mundo quieren criar a unos hijos felices y que se
adapten bien a la sociedad, para que de este modo puedan ser personas
de éxito. Los padres hacemos todo lo posible por ayudar a nuestros
hijos a estar preparados para enfrentar la vida, por eso en numerosas
ocasiones se busca consejos de amigos, familiares o expertos de crianza
para poder hacerlo cada vez mejor. Sin embargo, a veces los consejos y
recomendaciones dejan de lado que los niños pueden ser personas
introvertidas. ¿Tienes un hijo introvertido? Los niños introvertidos a
menudo son confundidos por niños tímidos, pero no es lo mismo. Los
padres pueden ver que sus hijos parece que no se relacionan con otros niños, pero
es que un niño introvertido puede preferir pasar tiempo a solas o
participar en actividades individuales en lugar de estar pensando en con
quién pasar el tiempo. Un niño tímido con buenas habilidades sociales
puede convertirse en un niño más extrovertido, pero un niño introvertido
puede tener estupendas habilidades sociales pero no cambiará su
naturaleza introvertida. Si tienes un hijo introvertido, te gustará saber
cuáles son las mejores formas de criarle.
Comprende qué es la introversión
Lo más importante que puede hacer un padre por su hijo introvertido es
comprender y saber qué significa ser una persona introvertida. De este
modo dejarás de preocuparte por algunos de sus comportamientos
porque te darás cuenta que es normal en los introvertidos y no tendrás
de qué preocuparte. Un niño introvertido si está feliz y se le ve contento a diario,
entonces no hay de qué preocuparse.
Muchos padres se preocupan a menudo porque sus hijos pasan tiempo
solos o porque no hablan de sus sentimientos o de sus conflictos
emocionales. La introversión no es una respuesta a las influencias externas
porque se trata de un rasgo de la personalidad. Una persona que era
expresiva y extrovertida no se vuelve introvertido, quién es introvertido lo
es siempre.
No le obligues a ser quién no es
Es probable que la preocupación por el bienestar emocional conduzca a
muchos padres y profesores tratan de lograr que los niños que son
introvertidos intenten socializar más con otros niños y realicen
actividades con las que no se sienten cómodos. Por eso, es necesario
saber y entender qué es la introversión, porque es una forma de entender
que no necesitan socializar, ellos pueden tener pocos pero buenos amigos y
muchos conocidos en su vida sin sentir la necesidad de socializar más.
Respeta sus preferencias
Una vez que entiendas mejor cómo es una persona introvertida, serás
más capaz de conocer y entender sus preferencias. Un niño introvertido
es feliz con tan sólo uno o dos amigos y tener pocos no es una falta de
habilidades ni de que tenga problemas de socialización. Un niño
introvertido puede sentir que su energía se va agotando si pasa demasiado
tiempo en compañía de mucha gente y esto puede hacer que se sienta más
irritable. Respeta sus preferencias sociales y respeta el tiempo que él
quiere pasar con sus amigos y a solas.
Acéptale y apóyale
La aceptación de tu hijo tal y como es le mostrará que realmente le
amas. Piensa en tu hijo y hazle ver que su comportamiento es totalmente
normal, que va acorde a su personalidad, si él está feliz, todo lo demás
también está bien. No intentes cambiarle porque entonces sólo estarías
mostrándole que hay algo que no te gusta de él, y esto no es así, tu hijo
sólo necesita saber que le amas de forma incondicional.
También será importante apoyar a tu hijo siempre que te necesite para
que se dé cuenta que ser así no es ningún problema aunque a otros les
cueste entenderlo.

5 consecuencias en los niños de ser unos padres


tóxicos
No se pueden elegir a los padres y por desgracia muchos niños tienen
que lidiar con padres que -aunque hacen las cosas con sus mejores
intenciones- hacen más daños que bien en las frágiles mentes en
desarrollo de los niños. Los ‘padres tóxicos’ pueden tener dificultades
para crecer o para ser adultos independientes, puede ser difícil para ellos
desarrollar las relaciones íntimas que necesitan por su propia cuenta.
Pero si un padre o una madre son tóxicos, puede tener consecuencias
para sus hijos/as. Consecuencias de tener padres
tóxicos
Puede ser complicado darse cuenta de que se es un padre tóxico, pero
es necesario darse cuenta para poder encontrar soluciones.
Asimismo, también es importante tomar conciencia de que quizá se tuvieron
o se tienen padres tóxicos, para poder identificarlo e intentar no repetir los
mismos patrones con los hijos. Es por eso, que se deben conocer las
consecuencias de tener padres tóxicos para saber si lo hemos vivido en
nosotros mismos y evitar que suceda a nuestros hijos.
1. No encontrarán relaciones de confianza
Este es un problema bastante común. Si los padres están destinados a
ser los principales cuidadores y proveedores de seguridad y la realidad
es que no son capaces de dar un apoyo real, entonces los hijos crecen
teniendo dificultad para encontrar red de apoyos. Debido al modelo
particular que se tiene, no existirá una visión saludable de las relaciones y de
forma subconsciente se piensa que se recibirá el mismo trato que los padres
les daban.
Esto puede conducir a un auto-sabotaje, a un comportamiento de
relaciones destructivas, a ser dependiente emocional y a tener problemas
de apego. Las personas se sentirán temerosas de que haya algo malo en
las relaciones porque nunca han tenido la oportunidad de sentir
confianza en sí mismas.

2. Tendrán miedo al fracaso o al rechazo


Una persona que crece con padres tóxicos tendrá problemas ante el
miedo o el rechazo ya que sus progenitores tenían reacciones
aterradoras ante cualquier cosa que no fuese éxito -a su parecer-. Los
niños pierden el valor de sí mismos e incluso su dignidad al crecer
pensando que tienen que ser los mejores en todo o sino, no recibirían el
amor de sus padres. Crecen sin ser nunca lo suficientemente buenos y sin
tener una base en la que poder cultivar una buena autoestima.
3. Tendrás reacciones extremas y confusas
Esto es parte sólo de la condición humana, pero ocurre. En ocasiones
puedes tener reacciones emocionales extremas que te hagan sentir
confundido/a con tu salud emocional. Es posible que una persona se
encuentre con sentimientos contrariados sobre las decisiones conscientes y
que no sepa de dónde viene tantos sentimientos confusos. En ocasiones sólo
hay que pararse y recordar las reacciones de los padres ante diferentes
situaciones para saber si son comportamientos aprendidos -y que por
tanto, se pueden desaprender-.
4. Sufrirán abandono emocional
Cuando los padres tóxicos anteponen sus necesidades antes que las de
sus hijos, los pequeños sienten abandono emocional. Si creciste con un
padre que fue un abusador verbal o físico, un manipulador o cualquier
tipo de perfil tóxico, sabrás que significa el abandono emocional y que tus
necesidades estén siempre en último lugar. Es probable que tus
decisiones emocionales sigan ancladas al pasado. Las personas que
crecen en abandono emocional se acostumbran a lidiar con el dolor, la ira y
que seguramente, les dará lugar a problemas emocionales más graves.
5. Lidiarán con una voz interior demasiado crítica
Los hijos de padres tóxicos a menudo tienen graves problemas de
autoestima o de valía personal. Los padres tóxicos no dan el apoyo
necesario para construir una base de confianza en sí mismo, pero va
más lejos que eso. Muchos hijos de padres tóxicos sufren de tener una
‘voz demasiado crítica en su interior’ que les dice -igual que hicieron sus
padres- que es una persona estúpida, inútil, tonto, indigno, un fracaso o un
despojo humano. Esto acarreará graves problemas de desarrollo.
Que los fantasmas del pasado no los sufran tus
hijos
Una de las cosas más difíciles acerca de la crianza es que los resultados
no siempre son evidentes. Si utilizamos el comportamiento inmediato de
nuestros hijos como muestra de lo que estamos haciendo como
padres, habrá días en los que nos demos cuenta de que
necesitamos un reajuste. Esta es la naturaleza desordenada de criar a
pequeños seres humanos y convertirlos en grandes personas de éxito.
Los mensajes que aprendemos de los niños son muy importantes, pero
debemos estar atentos. Si fuiste criado por padres tóxicos, es fácil que
entiendas el roce permanente de los mensajes, sobre todo cuando unos
padre sólo lanzan mensajes tóxicos a sus hijos. Estos mensajes tienen gran
influencia sobre el comportamiento. Uno de los legados de los padres tóxicos
es otra generación de padres tóxicos.
Puedes desaprender lo aprendido
Pero hay algo más, si tuviste unos padres tóxicos y aprendiste este
comportamiento y lo estás repitiendo con tus hijos, debes saber que
también puedes desaprenderlo ya que tienes gran capacidad para
desafiar y rechazar esto aprendido. Puedes ser un padre/madre más abierto,
estar más informado y ser más amoroso tanto en tu sabiduría como en la
educación de tus hijos.
Recuerda que hay dos formas de tener influencia en tus hijos a través de
los mensajes: repetir lo que has vivido en tu infancia o luchar contra ello y
hacer las cosas de una forma totalmente diferente, y mejor. Es necesario
tener el compromiso de romper el ciclo.

Marca la diferencia
La clave para hacer las cosas de una forma más saludable es darse cuenta de cómo
los viejos aprendizajes están provocando que repitas el patrón con tus hijos. Estas
respuestas son tan automáticas que puede que ni siquiera te des cuenta
de lo que está sucediendo. Es posible que algunos recuerdos de tu
pasado te bloqueen o te vuelvan estresado o incluso ansioso. Observa tu
cuerpo y los pensamientos que tienes, sobre todo los sentimientos que
tienes en tu interior. Estos sentimientos, ¿son realmente útiles para tu
vida actual? ¿Tus recuerdos están conectados?
Una vez hecho esto, busca las diferencias entre lo que ocurría antes y lo
que ocurre ahora. Tú, estás en un nuevo entorno, con diferentes
personas a tu alrededor. Cuando se trata de la conducta automática es posible
que no te sientas bien, porque tu cuerpo y tu mente están reaccionando de una
vieja manera a un nuevo entorno. Puedes estar respondiendo a nuevas
situaciones como si fuesen viejos conocidos -seguramente algo
aprendido de cuando eras una persona indefensa y pequeña-. Pero las
cosas son diferentes en la actualidad, y podrás marcar la diferencia si lo
notas de forma consciente. Una vez que te des cuenta de esto, te darás
cuenta también de que eres una persona consciente y capaz, de que
esta vida es tuya y sólo tú, eres quien tiene el poder de decidir la
reacción que quieres llevar a cabo en ciertas situaciones.
Tú tienes el poder de cambio
Observa cómo tienes en tus manos tu vida. Tu cuerpo te recuerda que
tus recuerdos te están marcando la forma de ver el mundo y de educar a
tus hijos, quizá aprendiste a ser una persona invisible… pero todo eso
puede cambiar. Si estás tratando de responder de forma diferente, puedes
empezar cambiando tu presencia física.
Esto será más fácil que cambiar tu forma de pensar, pero te ayudará a
cambiar la forma en la que sientes. Tus pensamientos, sentimientos y
comportamientos están relacionados con tu cambio y con tu presencia
física. Intenta ponerte de pie y sentirte fuerte. Al principio es posible que te
sientas desconocido e incluso que te sientas incómodo, pero experimenta con
estas sensaciones.
Siente el control
Cuando sientas que tienes el control en tu vida, podrás manejar las
situaciones de forma más adecuada. Puedes pensar en frases como:
‘Ahora las cosas son diferentes, estoy bien y me siento bien’. Encuentra las
palabras para pensar cada día que te hagan sentir bien y más fuerte con
sólo pensarlas.
Nada de esto será fácil ni conseguirás el cambio rápidamente. Los
sentimientos en tu interior por culpa de los fantasmas del pasado han estado
en tu interior demasiado tiempo, por eso si tomas conciencia y realmente
quieres el cambio, podrás conseguir buenos resultados. Recuerda que
debes poner de tu parte y que tus hijos, dependen de ti para convertirse
en personas excelente y no tóxicas.
Qué debes saber para dejar de gritar a los hijos
Gritar a los hijos está mal pero en muchas ocasiones los padres se
sienten tan presionados que es la única manera que encuentran para
dejar salir su presión y frustración, piensan que es la mejor o al
menos la más rápida para que los hijos obedezcan. Puede que de forma
inmediata, el levantar la voz para mostrar enfado o descontento tenga
efecto, pero a largo plazo puede ser todo un problema para los
hijos. Además un padre o una madre que continuamente está
gritando perderá autoridad hacia los hijos, ya que un grito debe
reservarse únicamente para aquellos momentos en los que pueda haber
peligro de algún tipo. Todos los padres aspiran a tener una crianza más
tranquila donde no haga falta gritar ni enfadarse, pero en ocasiones
somos los mismos padres los que hacemos que las cosas se vuelvan
complicadas. Sabemos lo importante que es para los niños nuestros
principios y nuestros miedos, pero a pesar de tener las mejores
intenciones puede que pierdas los nervios con las personas que más
amas en este mundo: tus hijos.
Por qué se grita a los hijos y por qué no hay
que hacerlo
Es una buena idea preguntarse por qué gritamos a nuestros hijos. A
menudo se atribuye esto a los arrebatos de convencernos de que no nos
escuchan, que nos faltan al respeto, que estás siendo descarados o que
se están portando mal. Pero la realidad es que los niños no quieren
comportarse así y los padres en cambio, actuamos sin pensar. Sin pensar
en ellos, sin pensar en las consecuencias. 
Ser padres es una experiencia muy personal y los sentimientos que
tenemos por nuestros hijos son tan fuertes que nos pueden ayudar a
comportarnos de una forma más lógica y con mayor razonamiento en
estos momentos. No podemos olvidar, que al fin y al cabo, todos somos
humanos. Pero si gritas a tus hijos les estarás criando en una continua
sensación de ansiedad, pánico y miedo que no se merecen. Es necesario
pensar en cuáles son los disparadores que te hacen saltar las alarmas
internas.
Todos los sentimientos son naturales, normales y aceptables… pero
todos los comportamientos no lo son. El reto de cualquier padre o madre
es aceptar nuestros sentimientos pero tomando el control del
comportamiento, algo que hará que tus buenos sentimientos se hagan
más fuertes. Recuerda que tu hijo seguirá tu modelo, y si tu gritas… él
también lo hará
5 formas de dejar de gritar a tus hijos
 Busca los desencadenantes que te hacen gritar. En muchas ocasiones
los desencadenantes están dentro de ti y en tu niñez. Heridas no resueltas
puede que te hagan gritar más de la cuenta. Los sentimientos de
desesperación, impotencia, insuficiencia, miedo o culpa pueden ser los
desencadenantes. Piensa también en cuáles son los comportamientos que
te hacen sentirte a punto de estallar.
 Educa a tu cerebro. Detenerte, pausar tu comportamiento y pensar antes
de responder.
 No puedes hacer que los demás actúen según tus necesidades. No
puedes conseguir calma a través de otras personas, tampoco a través de tus
hijos. Encuentra las formas de calmarte a ti mismo/a a través de otras
estrategias como la meditación, la música relajante, los paseos… Gritar a
los demás sólo te hará sentirte peor y con más estrés.
 ¿Por qué te molestan esos comportamientos? Cuando algo te moleste
escribe tus pensamientos en lugar de gritar. Mira en tu pasado y reconoce
tus miedos. Pregúntate si el comportamiento de tu hijo te hace sentir
inseguro, indefenso, asustado o fuera de control y busca la manera de
controlar estos sentimientos. Anota lo que puedes hacer para encontrar la
calma en ti ante cualquier desencadenante y después, llévalo a la práctica.
 Evita las luchas de poder. Ten cuidado de no engancharte en un patrón
de interacciones negativas con tu hijo o los gritos serán inminentes. No
reacciones a su reactividad y no te quedes atrapado en una guerra de
voluntades. Es mejor que seas realista ante lo que ocurre y que te
mantengas en los puntos fuertes y en la disciplina positiva.
6 cosas que se aprenden cuando se deja de gritar
a los hijos
1. Te sentirás mucho mejor
Cuando empieces a controlar tus nervios y dejes de gritar a tus hijos, tu
estómago estará con una mejor salud… Porque te sentirás mejor contigo
mismo/a. Ya no te sentirás el peor padre o la peor madre del mundo.
Además, tus hijos también empezarán a gritar menos porque tú ya no gritas y los
gritos dejarán de ser un problema en casa.
2. Tus hijos son tu público más importante
Cuando gritas tus hijos no te ven como la madre cariñosa y paciente que
quieres que vean. La realidad es que te ven como a una mujer
descontrolada, enfadada y que no está enseñando nada, solo está
desahogando sus nervios sin tener en cuenta los sentimientos de sus
hijos. Tus hijos son tu público y sus ojos te están mirando durante todo el
día.
Ellos son las personas más importantes y se merecen verte cariñosa,
amorosa y sin que debas de gritar para poder mostrar tus deseos.
Cuando dejes de gritar, te darás cuenta de que tus hijos empiezan a
comportarse mejor, casi por arte de magia.

3. Los niños también tienen días malos


Al igual que tú, tus hijos también tienen días buenos y días malos.
Algunos días son agradables y tus hijos se portan bien y otros días
estarán de peor humor y pueden tener un comportamiento menos
adecuado. Todos los niños hacen ruido porque ¡son niños! También
habrán días que no quieran vestirse o lavarse los dientes… Pero la
paciencia y el juego serán tus mejores aliados, y aprenderás que los gritos
solo empeoran las cosas.
4. Los niños todavía están aprendiendo
Los niños no quieren hacerte rabiar, a ellos les gusta sentirse felices
dentro del hogar… Pero todavía están aprendiendo, están creciendo y tú
eres su mejor ejemplo para todos los aspectos de la vida. La mejor forma
de que tus expectativas no te frustren es teniendo en cuenta la capacidad
y edad evolutiva de tus hijos. Los niños también se equivocan y no hay que
recordárselo a gritos. Los errores son buenos maestros si se ven desde la
calma.
5. A ti tampoco te gusta que te griten
Cuando gritas a tus hijos es probable que no te des cuenta de lo molesto
que resulta y que además, se abre una brecha emocional entre vosotros
que puede ser bastante complicada de sanar. ¿A ti te gusta que te grite
tu jefe o cualquier otra persona? A nadie le gusta recibir gritos, a los niños
tampoco. Los gritos hacen que la persona que los recibe pierda el respeto
de la persona que grita.
6. No siempre podrás controlar las acciones de tus hijos…
No siempre podrás controlar las acciones de tus hijos… pero SIEMPRE
podrás controlar tu reacción. Gritar no funciona. Puedes intentar con
todas tus fuerzas seguir todos los consejos de crianza positiva para que
tus hijos estén bien disciplinados, pero si gritas… Tiras todo ese trabajo
por tierra. Tú eliges si quieres gritar: ¡Recoge todos tus juguetes! o
alejarte un segundo, recuperar la compostura y regresar con un nuevo
enfoque para lograr el objetivo de buenos modos. Tomar un respiro
puede ayudar a conseguir las cosas sin necesidad de gritar e instaurar
miedo a tus hijos. El miedo NO educa y los gritos NO funcionan.
Niños obedientes: Cuando el exceso de
obediencia se convierte en infelicidad
La mayoría de los padres educan a sus hijos para que sean obedientes,
una forma de formarlos y prepararlos para la vida en sociedad. Sin
embargo, obediencia y felicidad no siempre van de la mano y a veces
los niños más obedientes y disciplinados pueden ser los más infelices.
Obediencia por miedo v/s Obediencia por respeto
La obediencia implica que los niños sigan las órdenes de los adultos y
acaten su voluntad sin cuestionarla. De esta forma aprenden a seguir las
normas y adaptarse a los diferentes entornos, pero que a la vez se les
arrebata la oportunidad para que piensen por sí mismos y desarrollen
una actitud crítica, sobre todo si para enseñarles a ser obedientes se
recurre al miedo.
Si los padres les exigen a sus hijos que sean obedientes, en vez de
explicarles las razones por las cuales no deben hacer algo, los niños no
entenderán los motivos y es probable que cuando sus progenitores
vuelvan la espalda, hagan lo que les han prohibido. Si además los
adultos les amenazan con tomar represalias, es probable que los niños
cumplan las normas, pero a costa de perder la libertad para tomar sus
propias decisiones.
A la larga, los niños educados en la obediencia al miedo se convierten en
personas tímidas e inseguras, que siguen siempre al grupo y que permiten
que los demás pisoteen sus derechos, o en adultos que no dudan en
recurrir a la violencia para infundir miedo y someter a quienes les rodean.
Esto significa que la obediencia por sí sola no garantiza el crecimiento
personal y el bienestar de los niños ni su felicidad. Para que los niños se
conviertan en personas maduras e independientes deben comprender las
razones detrás de las normas y aprender a respetar a los demás. Solo así se
convertirán en adultos seguros de sí mismos, que hacen valer sus
derechos de forma asertiva sin necesidad de someterse ni humillar a los
demás. La clave para lograrlo consiste en educar a los niños en un
ambiente de respeto.
Enseñar a los niños a ser obedientes en un
ambiente de respeto
1. Establece normas y límites claros
El hecho de que los padres no generen miedo en sus hijos no significa que recurran
a una crianza permisiva. Los niños necesitan límites y normas claras ya que
esto les permite sentirse más seguros y darle un sentido al mundo que
les rodea. La clave para establecer normas claras sin imponerlas radica
en explicarles siempre los motivos usando un lenguaje que puedan
entender, así como escuchar lo que tienen que decir para tener en
cuenta su opinión.
2. Permite que discrepen
Un estudio realizado por expertos de la Universidad de Virginia encontró
que los niños que replican a la autoridad, esos pequeños “respondones”,
suelen tener más éxito en la vida, en comparación con los niños que
aceptan las órdenes en silencio. Lo que sucede es que ese tipo de
comportamiento estimula el desarrollo del pensamiento crítico  y de una
personalidad estructurada, dos cualidades indispensables para afrontar
los obstáculos de la vida.
3. No grites
No por gritar más, los niños serán más obedientes. De hecho, cuando los
padres gritan a sus hijos solo consiguen validar los gritos como estilo de
comunicación y reducir su autoridad. Por eso, es importante evitar alzar
demasiado la voz, así como las malas contestaciones, y apostar en su
lugar por un lenguaje respetuoso y un tono firme pero sereno. Por
ejemplo, en vez de decir: “¡Habla bajo! Siempre estás molestando” puedes
decirle: “Por favor, baja el volumen, en esta casa no se habla alto”.
4. Menos reproches, más reflexión
La primera reacción de muchos padres cuando los hijos hacen algo mal
suele ser gritarles y reprocharles su mal comportamiento. Sin embargo,
los reproches solo generan frustración y miedo a no ser lo
suficientemente bueno, por lo que en su lugar se debería promover más
la reflexión. La idea es buscar la causa que ha llevado al niño a comportarse de
esa forma e intentar reparar el daño, evitando que esa conducta se repita en
el futuro.
5. Refuerza la positividad
Es importante que los niños conozcan las normas y los límites, pero
también es fundamental que sepan cómo pueden comportarse. Por
eso, no basta con decirles las cosas que no pueden hacer sino que también se debe
reforzar sus comportamientos positivos, como cuando comparte su juguete
preferido o recoge su habitación al terminar de jugar.
Cómo hablar a los niños para que escuchen
En algunas ocasiones los padres se pueden sentir frustrados e
incluso enfadados cuando hablan a sus hijos y parece que no les
escuchan. Los padres pueden sentir que sus hijos les están
desobedeciendo o que les están desafiando sólo por el hecho de no
escucharles, algo que puede generar un sentimiento negativo en los
progenitores y también crear un ambiente tenso y tóxico en el hogar.
Pero, ¿realmente los hijos no escuchan? La buena
comunicación es clave
La forma en la que se habla a los hijos tiene un enorme impacto en su
aprendizaje y en su capacidad para escucharnos a nosotros y a los
demás. Los padres estamos constantemente modelando a nuestros hijos
para que aprendan a cómo actuar y comportarse y la manera en la que se
habla con ellos es muy importante también. El cómo hablas a tus hijos y
a las personas que te rodean estará mostrando cómo deben hablar
contigo.
Diferentes formas de comunicación con los hijos
Hay tres maneras diferentes en cómo los padres se comunican con sus
hijos:

Forma agresiva
Los padres que se comunican con sus hijos de forma agresiva gritan
mucho, critican a sus hijos y usan palabras para atacar. Los niños
responden de muchas maneras diferentes, pero normalmente sienten
miedo y además de gritar empiezan a hacer caso omiso a las órdenes
(constantes) de los padres.
Forma pasiva
Esta segunda forma de comunicación es la que se conoce como forma
pasiva. Estos padres usan las palabras y los tonos de voz suaves, son
cautelosos y no quieren que sus hijos se enfaden por algo que ellos
hayan podido decir. Por desgracia, estos padres son tan pasivos que a
veces cuando los niños les “tensan demasiado la cuerda”, pueden volverse
agresivos.
Forma asertiva
Por último, está la tercera forma de comunicarse con los hijos, que es la
forma asertiva. Esta es la mejor manera de comunicación que existe para
poder hablar con los hijos a todos los niveles, es la más eficaz y sin duda
la que todos los padres del mundo deberían utilizar para dirigirse a sus
hijos. Es un tipo de comunicación firme, coherente, clara, positiva, cálida y
segura. La comunicación con los niños de forma asertiva es una habilidad
real que mostrará a los hijos que los padres están a su lado, que les
escuchan y sobre todo, que les respetan.
Consejos para mejorar la forma de hablar con los
hijos (y que ellos escuchen)
Para que tus hijos te escuchen, deberás aprender a hablarles
correctamente, para eso no te pierdas los siguientes consejos:

 Usa el nombre de tu hijo. Di el nombre de tu hijo cada vez que tengas


que decirle algo, por ejemplo: “Laura, (y cuando ella deja de hacer lo que
esté haciendo y te mire) vamos a comer en 10 minutos”.
 Usa un lenguaje positivo. Evita utilizar demasiado la palabra “no” o al
final la ignorará tu hijo. En lugar de decirle “No pongas los pies encima de
la mesa”, ayúdale a construir de forma positiva lo que debe hacer: “Quita
los pies de la mesa y ponlos en el suelo”. Las palabras positivas ayudarán
a tu hijo a sentirse feliz y más seguro.
 Evita las críticas o etiquetas. Si a tu hijo le dices cosas como: “Eres
malo”, “Eres un torpe” o “No sabes hacer nada”, estarás destruyendo su
autoestima y etiquetándolo de algo que no es. Es mejor utilizar frases del
tipo: “Me ha gustado mucho cómo has recogido tus juguetes hoy” o “Con
esfuerzo, en tu próximo examen tendrás mejores resultados”.
 Escúchale tú primero. Escucha todo lo que tu hijo tiene que decirte y
habla con él cada día. Si le escuchas, te escuchará.
¿Qué hago para que mi hijo obedezca?
La pregunta que encabeza este titular sin duda se la hacen muchos
padres y la respuesta es simple: no hay que obligar a los niños a que
obedezcan. La educación es un trabajo de empatía donde no debe haber
un ser superior que controle a otro inferior, ni mucho menos. La relación
de un padre con un hijo debe ser la del guía que enseña desde el
respeto y el cariño. pero a la larga no se solucionará el problema y
además, se romperá el vínculo afectivo entre padres e hijos.

La disciplina nada tiene que ver con la disciplina tradicional, sino que en
la actualidad la disciplina positiva es la que realmente está dando buenos
resultados y los padres deben ceñirse a ella, para que los hijos
obedezcan sí, pero desde el respeto, el cariño y el buen hacer. Tenéis
que hablar el mismo idioma emocional.

Cómo conseguirlo
Normalmente cuando un padre o madre quiere que su hijo obedezca es
porque se ha encerrado en una guerra de voluntades difícil de salir. Hay
que evitar estas situaciones donde el conflicto está asegurado, no es
nuestro objetivo que los hijos sientan que deben obedecer porque no les
queda más remedio o porque ‘sus padres se lo dicen’. El objetivo es que
los niños sepan que hay un camino a seguir por el cual sus padres les guían y
que si tiene dificultades nunca estarán solos para poder superar los
obstáculos. La figura de autoridad no debe dar miedo, debe dar
confianza. Algunos consejos:
 Sé un buen ejemplo. Para que tu hijo sepa que eres el líder de la familia
deberá ver cómo eres el mejor ejemplo. Por lo tanto, una forma de
conseguirlo es que seas una persona firme y autoritaria siempre que debas
serlo, pero sin que la palabra ‘autoridad’ sea inmoral. Tendrás que ser un
buen ejemplo a seguir con las normas. Se puede ser firme, desde el respeto
y el cariño.
 Utiliza la disciplina. Pero la disciplina positiva. Enseña autocontrol a tus
hijos desde el respeto, sin abusar de tu posición de poder. En la disciplina
positiva debe haber más guía que control.
 Sé claro en las normas. Para que tu hijo obedezca deberás ser claro en las
normas, los niños deben saber qué es lo que se espera de ellos. Los hijos,
de forma natural quieren satisfacer a los padres, pero deben saber qué es lo
que se espera de ellos y cómo conseguirlo… las primeras veces necesitará
tu guía y tu paciencia.
 Sé coherente. Si dices una vez que no, deberá ser que no. Deberás tomar
decisiones con tu pareja para ir los dos en la misma línea educativa, en
caso de no hacerlo, los niños se sentirán confundidos y no sabrán qué
deben hacer.
 Las rutinas. La rutinas también ayudan a los niños a tener una estructura
y a saber qué es lo que viene y qué deben hacer para que todo marche
correctamente.
 Que no falte el amor. La familia no es una democracia ni tampoco una
dictadura. Se trata de una relación donde el amor y el respeto ayudarán a
los niños a convertirse en adultos responsables. La disciplina positiva le
enseñará a tu hijo a obedecer y a hacer que se sienta protegido y seguro en
el seno familiar.
La técnica del Sándwich para eliminar los
comportamientos inadecuados de los niños
Eliminar los comportamientos inadecuados de los niños no es una
tarea sencilla, requiere de una buena dosis de paciencia y otra de
perseverancia. La clave radica en disciplinar con cariño y hacerles saber
lo que se espera exactamente de ellos. De hecho, existen determinadas
conductas que los padres no deberían pasar por alto y a las que
deberían ponerles coto cuanto antes. Un método muy eficaz para
eliminar esos comportamientos es la técnica del sándwich. ¿En
qué consiste la técnica del sándwich?
La técnica del sándwich se puede aplicar con los niños mayores de 5 años y
es muy efectiva en los pequeños rebeldes. Su objetivo principal es lograr un
cambio de comportamiento a través de una crítica constructiva, haciendo
que los niños reflexionen sobre la conducta inadecuada.
El método también fomenta la receptividad en los niños para que logren
cambiar otras conductas en el futuro, a la vez que fortalece la autoestima
infantil y facilita la comunicación entre padres e hijos. A través de esta
técnica los padres también pueden hacerles saber a sus hijos lo que
esperan de ellos y les enseñan a ser mejores personas.
¿Cómo se aplica la técnica del sándwich?
La técnica del sándwich es muy fácil de aplicar ya que consta de tres
pasos principales: el primero consiste en ofrecer una auténtica
retroalimentación, elogiando una conducta, actitud o cualidad del niño, a
lo que le sigue la petición del cambio de comportamiento y, por último, un
mensaje positivo que lo motive a mejorar.
Por ejemplo, si quieres que el pequeño sea más generoso con sus
amigos y les preste sus juguetes, debes hacerle saber primero cuán
orgullosa te sientes de la relación que mantiene con sus
amigos. Puedes decirle: “Sabes, me enorgullece mucho que tengas
tantos amigos y que se lleven tan bien, es muy gratificante verlos jugar
juntos y saber que les ayudas cuando te necesitan. Creo que sabes
cómo ser un buen amigo y eso me hace muy feliz”. A
continuación, puedes incluir la crítica: “Sin embargo, he notado que a veces
no quieres prestarles tus juguetes y eso no está bien. Sería bueno que compartas
tus cosas con ellos, sobre todo porque ellos lo hacen contigo”.
Por último, debes transmitirle un mensaje positivo que lo motive a cambiar
su comportamiento y que le deje un buen sabor en la boca tras la crítica
que acaba de recibir. En este caso, puedes comentarle: “Prestarles los
juguetes a tus amigos te convierte en un niño más bondadoso y fortalece vuestra
amistad. Además, me haría muy feliz ver cómo se llevan mejor cada día”.
En este punto, puedes preguntarle qué piensa al respecto o simplemente
dejar que reflexione sobre lo que le has dicho.
¿Cuándo aplicar esta técnica?
La técnica del sándwich puede aplicarse en cualquier circunstancia,
aunque lo ideal es que aproveches para hablar con tu hijo después de
haber tenido la conducta que quieres eliminar, de manera que sea
plenamente consciente de lo que ha hecho. No obstante, si notas que el
pequeño está enfadado o demasiado eufórico, será mejor que esperes a que
se calme, de lo contrario, es probable que haga oídos sordos a la crítica.
También es importante que emplees la técnica con mesura. Si la utilizas
con frecuencia puedes crear un precedente negativo en el niño, quien puede
asumir los elogios como la antesala de una crítica. En este caso, el método
no solo perdería su efectividad sino que sería contraproducente, de
manera que podrías reducir el efecto positivo de los elogios, afectar la
autoestima de tu hijo y hacer que pierda la confianza que ha depositado
en ti.
Tu hijo es brillante, aunque las notas te hagan
creer que no lo es
Muchas personas de éxito tuvieron una infancia llena de fracasos
escolares (Stephen Hawking, Évariste Galois, Charles Darwin, Winston
Churchill, Bill Gates…). Desgraciadamente vivimos en una sociedad
donde parece que las notas marcan a los niños y les dictan cómo
son o qué deberían ser. Pero la realidad es que un número no
determina cómo es tu hijo, y compararlo con otros niños de su misma
edad que sacan mejores notas, tampoco. Cada niño tiene un ritmo
evolutivo diferente y un ritmo de aprendizaje que se debe respetar para
que la motivación hacia el aprendizaje no se pierda por el camino. Los
padres tienen una gran responsabilidad en la
educación
Es posible que existan padres que piensen que la educación de sus hijos
depende de la escuela o de los profesionales que les atienden para que
mejoren sus resultados académicos, como psicopedagogos o profesores
particulares… Pero nada más lejos de la realidad. La escuela y los
profesionales son el complemento necesario para la educación de los niños
en casa. En la escuela se enseña pero en casa se interioriza. Los valores,
la moralidad, las buenas conductas y hábitos se aprenden en casa y se
predican con el ejemplo.
Si tu hijo saca malas notas no le etiquetes de mal estudiante o de que no
sabe o no entiende, porque entonces se lo creerá y NO es verdad. Los
padres deben poner de su parte y buscar información para entender
cómo va el aprendizaje y qué es lo mejor para que sus hijos tengan una
buena relación con el aprendizaje, sabiendo cómo funciona el cerebro
ante el aprendizaje y sobre todo también, teniendo en cuenta que es más
importante valorar el esfuerzo más que el resultado.
El cerebro de los niños
Aprender es un proceso mágico que todos los niños son capaces de
realizar, su cerebro funciona y se puede potenciar todas sus capacidades
para conseguir buenos resultados. Para que funcione es necesario
trabajar la motivación y sobre todo, la confianza en uno mismo… Los
niños deben sentir que realmente son capaces de conseguir lo que quieran,
porque así es.
No hay milagros… Cada familia es un mundo y se debe tener en cuenta
para entender el diseño cerebral de los niños, que también es único y
especial. Los recursos de una familia no serán los mismos que los de
otra. Es importante que los padres descubran el potencial y el talento de
sus hijos, teniendo en cuenta por supuesto, su edad evolutiva. Sabiendo
también aspectos importantes sobre la memoria a corto y largo plazo, la
atención… La organización de tardes en cuanto al estudio o los deberes.
Por ejemplo, un niño de 8 años solo podrá mantener la atención 10
minutos aproximadamente, el cerebro se cansa y necesita descansos
Los niños pasan
cerebrales para jugar, cantar o bailar.
demasiado tiempo ante los libros
Las personas somos seres sociales y necesitamos socializarnos para
estar bien. Por eso, es necesario que los niños pasen únicamente un
tiempo limitado ante el estudio o la pantalla para que puedan jugar y
pasarlo bien en familia. Un cerebro aislado no aprende realmente.

Los premios materiales cuando hacen los niños algo bien no se interiorizan
tan bien como los premios emocionales. Una sonrisa o un reconocimiento a
través de palabras de elogio o gestos como un abrazo, son reforzadores
mucho más potentes que cualquier otro premio que se le pueda dar a un
niño.
Si estás pensando que las últimas notas de tus hijos no han sido buenas,
en lugar de reñirles o castigarles, valorad qué es lo que ha ocurrido para
buscar soluciones en el futuro. Todos los niños quieren hacer las cosas
bien y sentir la satisfacción de un trabajo bien hecho. Recuerda: tu hijo es
brillante y eso no lo determinan sus notas. Potencia su creatividad y tu
hijo, también podrá ser un genio.

Cómo ayudar a los hijos a tener autocontrol


Aprender autocontrol es necesario para poder aprender a entender y
manejar las emociones, ansiedad y cualquier tipo de impulso. El
autocontrol es una habilidad esencial para las interacciones cotidianas y
es importante que los niños sean capaces de dominar esta forma de
regulación emocional. El 30% de los niños de cuatro años ya son
capaces de controlar sus impulsos la mayor parte del tiempo. El
cerebro es como un músculo y mientras los niños entran en contacto con
las diferentes situaciones de la vida diaria, los caminos neuronales serán
reforzados en el aprendizaje del autocontrol. Esto significa que el
aprendizaje de esta habilidad pasa a través del descubrimiento y la
repetición lentamente a lo largo de la infancia. El truco está -como en
todos los aprendizajes de crianza-, en utilizar un momento de aprendizaje a
la vez y centrarse en él. 
Si quieres o necesitas conocer algunos consejos útiles para el desarrollo
del autocontrol en tus hijos, entonces sigue leyendo para conocer
algunos consejos.

Ayuda a tu hijo a observarse a sí mismo


Tu hijo debe aprender a observarse a sí mismo y también a sus
impulsos. El problema con los impulsos es que pueden pasar por alto en
un pensamiento racional, por lo que tu hijo puede tener un
comportamiento negativo aunque sepa que no debe hacerlo. Con el fin
de que tu hijo tome control de sus impulsos deberá ser consciente de ellos
y de saber que sólo él será el responsable de controlarlos.
El autocontrol requiere confianza
Cuando un niño practica autocontrol necesita el refuerzo para entender que
la espera ha merecido la pena. Como padre o madre, deberás asegurarte
de que sigues adelante con el refuerzo. Por ejemplo, si tu hijo quiere
tomar un helado y lo comeréis en familia después de la cena, tendrá que
esperar hasta ese momento para disfrutarlo con todos.
Enseñar estrategias para el autocontrol
Ayudar a que tu hijo sepa lo que ha hecho mal es sólo la mitad de la
batalla, es necesario que como padre, madre y guía, proporciones
alternativas a su comportamiento impulsivo. Por ejemplo, si un niño se
pelea con otro por un juguete, habrá que ayudarle a pensar en
alternativas para hacer después de jugar un poco con el juguete y de
dejárselo a otro niño -como pintar, construir bloques o simplemente
esperar-.
No pueden faltar los límites
Se debe permitir a los niños a que practiquen la autodisciplina mediante el
establecimiento de límites. Cuando establecemos un límite a los niños y lo
aceptan, estarán practicando el autocontrol. Cuando les dices a tus hijos
que es momento de dejar de ver la televisión y de ordenar el dormitorio y
están de acuerdo, sabrán que es una responsabilidad que deben hacer.
Sé el mejor ejemplo
No pretendas que tus hijos puedan tener un buen autocontrol o que
sepan regularse emocionalmente si tú no eres un buen ejemplo de ello.
Lo más importante es que como padres, puedas ayudar a tus hijos a
aprender autocontrol siendo tú el mejor ejemplo practicando contigo
mismo. Si puedes limitar los dulces en la dieta de tus hijos, no te deberán
comer una tableta de chocolate -autocontrol-. Asimismo, si no eres capaz
de controlar tus emociones de enfado o de reconducirlas cuando tienes
un incidente menor -regulación emocional-, tu hijo aprenderá a hacer
exactamente lo mismo.
Se necesita paciencia y repetición
Esas son las claves: paciencia y repetición. Las claves para frenar un
comportamiento impulsivo son a través de la paciencia y la repetición, de
esta manera podrás enseñar a que tu hijo piense antes de actuar. Para
que un niño aprenda a pensar antes de actuar se necesitará repetición
constante y sobre todo, mucho refuerzo.
Actitudes tóxicas que destruyen un vínculo
familiar sano
Nadie nos dijo que ser padre o madre es una tarea sencilla, tampoco nos
dijeron que la educación es mucho más que cuidar las necesidades
básicas de los niños. Cuando se es padre y madre se necesitan entender la
emociones propias y también las ajenas, sólo de esta manera seremos
capaces de detener algunas de las actitudes tóxicas que sin querer
muchos padres tenemos, pero que son evitables.
Una actitud tóxica es un comportamiento -normalmente impulsivo y que
no se piensa en las consecuencias- donde se hace daño a otro de forma
emocional. Las actitudes tóxicas destruyen y aniquilan un buen vínculo
familiar, por lo que es necesario que si crees que tienes alguna de las
siguientes actitudes en el seno familiar, las elimines lo antes posible por
el bien de tus hijos, ya que estarías dañando gravemente su autoestima y
su sentimiento de seguridad y pertenencia familiar.
Te centras solo en lo malo
No sabes ver todo lo bueno que hace tu hijo, tampoco eres consciente de
su esfuerzo por mejorar. Una persona que se centra solo en lo malo,
únicamente destacará lo malo que hacen los hijos: no ha hecho bien la
cama -aunque se ha esforzado por hacerla-, ha sacado malas notas -
pero se pasó una semana entera estudiando-. No eres capaz de apreciar
las cosas buenas y sólo te centras en los errores que cometen. Este tipo de
actitud le generará inseguridad y baja autoestima a tus hijos, pensarán
que no son capaces de hacer nada bien y que no merece la pena
esforzarse.
No tienes una buena comunicación con tus hijos
Cuando me refiero a una mala comunicación quiero decir que: no les
escuchas, no les permites hablarte con sinceridad o no te comunicas
asertivamente con ellos. Si cuando tu hijo/a quiere contarte algo y
cuando lo hace no le escuchas o incluso le mandas callar, es más que
probable que piense que no merece la pena contarte nada y se aleje
emocionalmente de ti para siempre. Cuando crezca y le ocurran cosas, no
esperes que te cuente nada… habrá aprendido a que no le escuchas y
que lo que piense o lo que sienta, simplemente no te importa.
Les comparas o les etiquetas
Ambas cosas son igual de tóxicas para la relación con tus hijos. Si le comparas
con otras personas le estarás diciendo que cualquier otro es mejor que él y que no
se merece tu amor. Si le etiquetas le estarás haciendo creer que tiene unas
cualidades negativas que muy probablemente no sean ciertas, pero creerá que
sí y empezará a comportarse según la etiqueta que le hayas adjudicado.
Aún peor es cuando se utilizan las comparaciones y las etiquetas al mismo
tiempo en frases como por ejemplo: “Mi hijo ha sacado peores notas que el tuyo
porque tu hijo es más inteligente y el mío es un poco corto”.  ¿Te imaginas el inmenso
dolor que le estás causando a tu hijo con tan sólo esta simple frase? Son palabras
que se clavan como un puñal en el corazón de los hijos y les hace tener baja
autoestima, inseguridad y sentimientos de inferioridad.
No les tratas como se merecen
Cuando digo que no les tratas como se merecen, me refiero a que:

 Les gritas o les dices malas palabras


 Abusas de los castigos
 No les muestras afecto y no saben qué es sentir amor por tu parte
 Les das órdenes sin que entiendan por qué
 No tienes en cuenta sus sentimientos
 No respetas sus emociones ni sus pensamientos
 Les manipulas según tus beneficios propios y egoístas
 No les dedicas tiempo de calidad

Cómo ayudar a un niño emocionalmente ante


un examen
Cuando un niño se presenta a un examen es necesario que se prepare la
prueba, que estudie y que tenga unas rutinas claras de trabajo para
poder tener los conceptos bien definidos en su mente. Pero cuando un
niño se prepara a un examen, si no está bien emocionalmente no
importa lo bien que se lo sepa, es posible que no rinda al máximo de
sus posibilidades por culpa de dejar que las emociones negativas le
dominen. Aunque los niños no te lo digan con palabras, ellos te podrán
decir cómo se sienten a través de su comportamiento. Por ejemplo, si el
niño se siente con estrés o nervioso ante un examen, es probable que se
comporte de forma más irritable, alterado e inquieto. Es importante que
además de mostrar interés en el estudio, también se muestre interés en
actividades que normalmente disfrutan. Algunos niños pueden tener
dificultades para poner palabras a lo que están sintiendo, lo que a menudo
depende de padres y cuidadores reconocer cuando un niño necesita un
apoyo adicional ante un examen aparte del estudio (emocional).
Estar a su lado de forma emocional
Durante los momentos de estrés los niños suelen necesitar más cariño,
confort emocional y la comprensión de sus padres para ayudarles a
sentirse seguros y confiados. Estar abierto y receptivo a cómo los niños
se sienten, así como proporcionar comodidad y atención
necesaria siempre que lo precisen es algo muy importante.
Habla sobre los sentimientos
Los sentimientos no son algo que se deba quedar enterrado, hay que
animar a los niños a que hablen de cómo se sienten, sólo se de este
modo se podrán poner palabras  a los sentimientos y entender qué es lo
que ocurre exactamente. Escuchar con empatía para que los niños se
sientan comprendidos y que sepan que sus sentimientos son normales,
sólo deben entenderlos para saber cómo dominarlos. Ayuda a tus hijos a
entender que hablar de los sentimientos puede ayudarle a gestionarlos
de forma adecuada.
Da confianza a tus hijos
Enseña a tus hijos a ser valiente mostrándole que tú crees que puede
hacerlo, anímales a “dejar marchar” aquellos sentimientos que no le
dejan o que le hace sentir nervioso. Ayuda a tus hijos proporcionando
retroalimentación positiva para el esfuerzo, celebra sus éxitos y anímales a
seguir intentando a que se sientan seguros aunque se acerquen las
evaluaciones, porque si trabajan en el conocimiento no tendrán nada que
temer.
Técnicas de relajación
La respiración lenta y profunda ayuda a calmarse y a imaginarse a sí
mismo haciendo frente a la prueba. La respiración y la visualización son
formas muy útiles, sencillas y efectivas para manejar la ansiedad ante un
examen. Realizar las técnicas de relajación con ellos es una forma divertida
de enseñarles a controlar las emociones y que después puedan hacerlo por
ellos mismos.
Pensamientos útiles
En lugar de que se cohíban pensando cosas como: “No puedo hacer
esto”, “No soy capaz”, “Voy a suspender”, cambiar esos pensamientos
por otros como: “Voy a darle una oportunidad”, “Soy capaz de
conseguirlo”, “Sacaré la mejor nota posible acorde a mi esfuerzo”.
El ejemplo es el mejor maestro
Enseña a tu hijo a lidiar positivamente con la sensación de ansiedad o estrés
pensando en voz alta, por ejemplo puede decir cosas como: “Me siento un
poco nervioso pero lo voy a intentar con mi mejor esfuerzo”. Estas
palabras le ayudarán a mantener la calma y estar positivo cuando se
sienta ansioso, por lo que también le ayudará a sentirse más seguro.
Cuando tú tengas momentos de estrés o nervios realiza esta técnica para
que te vea hacerlo y así lo haga él también en sus momentos de tensión
antes del examen.
Señales que delatan a los padres tóxicos
La mayoría de los padres hacen todo lo posible para proporcionar a sus hijos una
infancia feliz y saludable, pero incluso los padres con las mejores intenciones del
mundo pueden cometer errores que pueden dar lugar a problemas emocionales
severos en los niños. Desafortunadamente, algunos padres van más allá del
error ocasional y pueden convertirse en padres tóxicos con graves
consecuencias para el desarrollo de sus hijos.
Hay varios comportamientos que pueden causar daños emocionales y también
mentales a los niños y que puede afectarles en gran medida en su vida adulta. Si
has experimentando algunas de las siguientes situaciones en tu infancia, existen
probabilidades de que uno o tus dos padres fuesen padres tóxicos. Pero es deber
de los padres darse cuenta de sus propios comportamientos para poder
identificar si se trata o no de un comportamiento tóxico.
Ser demasiado crítico
Los padres en ocasiones critican, pero un padre tóxico lleva esto al extremo y se
convierte en alguien demasiado crítico sobre todo lo que su hijo hace. Los
padres pueden cometer el error de creer que lo que hacen es algo bueno
para evitar que sus hijos cometan errores. Pero por desgracia, lo que
realmente están haciendo cuando critican a sus hijos es forzarles a tener una baja
autoestima y que desarrollen una crítica interna demasiado dura en su corazón,
algo que les limitará notablemente en la vida adulta.
No proporcionar seguridad a sus hijos
Algunas personas creen que se demuestra amor asegurándose de que sus hijos
serán capaces de cuidarse por sí mismos en el futuro. Pero los niños necesitan
sentir la cantidad adecuada de seguridad y apoyo desde que nacen e incluso
en la vida adulta mientras sus padres estén a su lado. La mano dura podría
funcionar a veces, pero no puede ser el único objetivo en la educación de los
hijos si quieren que sus hijos sean adultos equilibrados.
No dejar al niño su propio espacio
Los padres tóxicos a menudo requieren la atención de sus hijos de forma
exagerada. Desde fuera puede parecer una bonita unión entre padre e hijo, pero la
realidad es que es una relación parasitaria por parte del padre (o madre) que exige
demasiado tiempo del niño cuando debería estar aprendiendo otras
habilidades. Unos padres equilibrados permitirán a sus hijos el espacio
suficiente para crecer y ser niños, sin exigir una interacción constante y
asfixiante con la única intención de satisfacer sus propias necesidades.
Hacer bromas pesadas
De vez en cuando los padres se meten con sus hijos “de broma” y hacen chistes
de ellos mofándose y se escudan diciendo que sólo es humor. Este
comportamiento no es aceptable en ningún caso, no importa si la broma es de la
altura, del peso o de cualquier otra característica. Esto puede hacer que los
niños se sientan muy mal y que les afecte negativamente en su desarrollo
emocional. Un padre debe ser honesto pero no crítico y mucho menos hablar a
sus hijos en tono burlesco.

No permitir que sus hijos expresen las emociones


Hay padres que no permiten que sus hijos expresen las emociones, sobre todo las
negativas. Esto es una negación a satisfacer las necesidades emocionales de sus
hijos y en un futuro el niño será incapaz de expresar sus sentimientos,
repercutiendo muy negativamente en su autoestima, identidad y comportamiento.
Los sentimientos positivos está bien tenerlos en cuenta, pero los sentimientos
negativos también son importantes y si ellos no aprenden a entenderlos y a poner
palabras a sus emociones, puede repercutir en depresión y en convertirse en
personas negativas e incluso tóxicas.
Además, los padres que manipulan a sus hijos para satisfacer sus propias
necesidades, aquellos que usan la culpa como arma para conseguir sus objetivos,
los padres que siempre ponen sus sentimientos o necesidades antes que los de sus
hijos, dejan de hablar a sus hijos para castigarles (abandono emocional), no
ponen límites saludables o hacen responsables a sus hijos de su propia
felicidad… son sin duda también padres tóxicos y pueden causar graves
problemas emocionales a sus hijos. Los niños necesitan crecer en un ambiente
equilibrado, lleno de cariño y amor entre todos.
Frases que consuelan y dan apoyo emocional a
los niños cuando lloran
Como padre o madre sabrás que los niños pequeños tienen emociones muy
intensas. Es posible que cuando hay un momento de tensión en la
crianza, te hayas sorprendido a ti mismo diciendo frases poco adecuadas
a tus hijos. Son frases que no dan apoyo emocional y lo que es peor,
podrían herir emocionalmente a tus pequeños durante mucho tiempo,
casi sin que te des cuenta.
Los niños están aprendiendo a entender su mundo y sus propias
emociones. Es normal que se cansen, se enfaden y se frustren. Esto, casi
siempre conllevará rabietas y llantos. Es posible que en algún momento
sientas que es demasiado para ti, pero es imprescindible que como
padre o madre sepas guardar la compostura y guiar a tus hijos en sus
emociones.
Si les dices frases del tipo: “Deja de llorar”, “Para ya”, “No seas
bebé”, “Como no pares de llorar, te haré llorar pero con razón”… Deja de
hacerlo. Estas frases solo harán que tu hijo se sienta peor y además, se
sentirá abandonado emocionalmente porque no le comprendes.
Dile frases que le brinden apoyo emocional
Quizá piensas que solo hay dos opciones en estos casos: ceder a los
llantos de tu hijo y reforzar negativamente este comportamiento o
asustarle para que te obedezca y deje de llorar. Ninguna de estas dos
opciones es válida. ¡Hay una tercera opción mucho mejor!
Es tan fácil como darle tu cariño y ofrecerle frases de apoyo emocional…
Es una opción que aporta empatía. El padre o la madre se sentirá mejor
al ayudar a su hijo y el pequeño se sentirá comprendido y respetado.

Llorar está bien


Cuando le dices a tu hijo que deje de llorar, en realidad, ¡no dejará de
hacerlo! Necesita más apoyo por tu parte, no menos. No ignores los
sentimientos de tu hijo y dile que llorar está bien, le hará sentir mejor. El
llanto es una liberación emocional natural y saludable para los niños. Al
decirles a los niños que se detengan, básicamente estamos diciendo que
sus sentimientos no son importantes.
La perspectiva que tiene un niño del mundo es muy diferente a la
nuestra. Algo que para ti no significa nada para tu hijo puede ser todo un
mundo. Por eso, comprende sus emociones y permite que las exprese
libremente enseñándole a hacerlo de manera positiva.
A medida que los niños crezcan, aprenderán a manejar sus sentimientos
de una manera socialmente más aceptable, pero por ahora llorar es
totalmente “apropiado” para su nivel de desarrollo. Entonces, si todos
estamos de acuerdo en que decirle constantemente a nuestros hijos que
dejen de llorar no va a ayudar, ¿qué frases positivas podemos decir en
su lugar?

Puede tomar un poco de tiempo acostumbrarse a usar estas nuevas frases


positivas… pero al igual que con cualquier estrategia educativa para
padres, la práctica hace al maestro. A continuación vamos a decirte
algunas frases que le puedes decir a tu hijo cuando llora o se sienta mal.
De esta manera, le estarás enseñando empatía y se sentirá
comprendido.
 “Está bien llorar”. Le aportará tranquilidad porque no sentirá que está
haciendo nada malo.
 “Veo que estás molesto por…”. Se sentirá comprendido.
 “Estás enfadado (o frustrado)”. Así entenderá su emoción y tu actitud
positiva le hará sentir mejor y darse cuenta de que estás a su lado para
darle todo tu cariño siempre que lo necesite.
 “Sé que estás cansado, lo siento mi vida”. A veces los niños se
derrumban solo porque están cansados, en este caso, dile a tu hijo que
pronto podrá descansar (por ejemplo si habéis pasado el día fuera de casa).
 “Es normal que te sientas asustado, pero estoy a tu lado”. A veces los
niños lloran por miedo, y si te sienten a su lado todo el tiempo, lo
superarán antes.
 “Te ayudaré a resolverlo”. A veces las cosas no salen como uno las
planea, pero cuando eres pequeño esto genera mucha frustración. Si te das
cuenta de que tu hijo tiene dificultades para completar una tarea, ofrece tu
ayuda y guíale en el proceso.
 “Lo sé, no parece que sea algo justo”. Los niños solo siguen reglas, no
las crean. No tienen mucho control sobre su día a día, por lo que pueden
sentir que muchas de las cosas que viven son injustas. En este caso, es
mejor ofrecerle toda tu empatía.
 “Cuéntame lo que quieras, te escucho”. Esto es fundamental para que tu
hijo se sienta comprendido. Permite que te diga cualquier cosa que
necesita, esto le ayudará a superar las emociones negativas y a saber que
siempre estarás a su lado para apoyarle.
Qué hacer cuando los hijos están enfadados
Hacer frente a la ira de un niño requiere primero descubrir lo que
siente en el momento en que está de esa manera. Sentirse enfadado
es normal pero para ayudarles a estar mejor deberás preguntarle qué ha
pasado o por qué cree que está de esa manera. Por otro lado, pueden
necesitar tu ayuda para poner nombre a sus sentimientos. Un padre
puede responder a un niño que golpea a su hermano preguntando por
qué le golpeó. Tal vez otros niños en la escuela le golpearon y tu hijo
está aprendiendo a hacer lo mismo. Quizá lo aprendan de ti si azotas o
castigas con ira. Explica que la ira está bien (es decir, decir algo
como: ‘Sé cómo te sientes, yo también me enfado algunas veces’. Sin embargo,
explica que la agresión (como pegar a un hermano) no está bien. Es
fundamental ofrecer otras maneras de expresar la ira para que tus hijos
adquieran estas habilidades. Por ejemplo, puedes decirle algo como: ‘Yo
cuando me enfado hago esto’.
No basta con decir que NO hacer
No te limites con decirle a tu hijo qué es lo que no debe hacer, es
necesario que aprenda qué deben hacer cuando se sienten de esa
manera. Por ejemplo: ‘Cuando estés enfadado no pegues a tu hermano, ven y
dime qué ha pasado para que busquemos una solución juntos’. Pero no caigas
en el error de castigar el enfado porque no te gusta la agresión, la
agresión está mal y debes reconducirla pero es necesario enseñar para
que se responsabilicen de sus actos.
El castigo no es la manera más eficaz de comunicar a los niños lo que
esperamos de ellos. Explicar, modelar y establecer reglas es mucho más
efectivo. Espera a que tu hijo rompa una regla tres o cuatro veces. Así es como
aprenden qué reglas son serias, cuáles debe cumplir sin excepción y
cuáles pueden ser rotas bajo ciertas circunstancias. Romper las reglas
no siempre se hace con enfados o ira, es una forma que tienen los niños
para aprender y probar el mundo que les rodea.
Qué hacer cuando tu hijo está enfadado
No te pierdas algunas de los siguientes consejos para tratar con un niño
enfadado. Son ideas útiles, pero no son inamovibles. Cada niño y cada
circunstancia es un mundo diferente por lo que es necesario que adaptes
algunos de estos consejos a la circunstancia que esteis viviendo.

Comenta el comportamiento cuando es bueno


Decirle a los hijos cosas como: ‘Me gusta lo que le dijiste a tu hermano
cuando ha cogido tus cosas’ es mejor que esperar a que se porte mal para
puntualizar el comportamiento negativo. Si observas y te involucras para
encontrar las cosas buenas de la conducta de tus hijos, su conducta mejorará.
Ignora el comportamiento inapropiado que se puede tolerar
Si por ejemplo te molesta tu hijo mientras estás hablando por el teléfono
puedes elogiar lo que te gusta: ‘Me ha gustado cuando has esperado
mientras hablaba por teléfono, ahora que ya he colgado, ¿qué querías
cariño?’. Al mismo tiempo y en la misma situación deberás ignorar lo que
no te ha gustado (que te haya molestado mientras hablabas por
teléfono).
No grites
Si gritas a tus hijos para que se callen o para que te hagan caso, ellos
aprenderán que si gritan más fuerte les prestarás atención, estarás
reforzando la mala conducta de gritar. El grito obtendrá atención y
cuando necesiten algo de ti te gritarán más fuerte para asegurarse de
que les prestas atención. Tus hijos no quieren molestarte, simplemente están
aprendiendo que gritar es la manera más eficaz de llamar la atención porque tú
haces lo mismo.
Di NO con claridad y firmeza
Es importante decir NO con claridad y firmeza cuando sea necesario. Los
límites deben ser explicados con claridad y aplicados de forma
consistente. Está claro que no debes dar negativas todo el tiempo, en
ocasiones es importante ser flexible pero los niños deben entender por
qué en algunos momentos el ‘no’ es necesario. A veces es aceptable romper
las reglas, y en otras ocasiones, no.
Cómo aplicar el rincón de pensar y algunas
alternativas
El rincón de pensar es una técnica muy utilizada por padres y
profesionales educativos para que los niños aprendan a pensar en el
comportamiento que han hecho y que se encuentren soluciones. Pero si
se utiliza esta técnica de forma equivocada puede crear problemas en los
pequeños. Es importante que los niños se sientan comprendidos y
respetados todo el tiempo mientras se usa esta técnica. Aunque en
ocasiones la técnica no es suficiente y es necesario aplicar otras
Aplicar el rincón de pensar
alternativas al rincón de pensar.
como una técnica mejorada
Si preguntas tanto a profesionales como a padres cómo suelen utilizar
esta técnica, es probable que te encuentres con una gran variedad de
respuestas y que muchos de ellos, utilicen esta estrategia que debe ser
positiva como un castigo (que es negativo). Esta estrategia para que sea
eficaz debe ser suave y sobre todo, empática con el niño pequeño. Para
conseguirlo hay que seguir los siguientes pasos:

 Da una advertencia. Una sola advertencia es necesario para que los niños


sepan qué viene después. No debe ser algo repetitivo. Si el niño no
coopera, dar una segunda advertencia y si no coopera, aplicar el tiempo
para pensar.
 Anuncia el tiempo de espera. Si el niño no parece colaborar, dile
brevemente lo que ha hecho mal antes del tiempo de espera. Es necesario
que le expliques por qué hay que pensar y que le ayudes a hacerlo. Debe
sentirse comprendido, recuerda que detrás de un mal comportamiento
siempre hay una emoción difícil de expresar.
 Sentado. El tiempo de espera es mejor hacerlo en una escalera, una silla o
un sofá. Un lugar donde no tenga distracciones.
 Cuenta el tiempo con un reloj. El tiempo de espera no debe superar la
edad que tenga el pequeño y nunca más de 5 minutos aunque pasen de los
5 años. Más tiempo solo hará que se quiera levantar sin pensar en lo que
ha ocurrido, además deberás estar pendiente y no dejarle totalmente solo.
Puedes poner una alarma para que sepa que hay un tiempo concreto.
 Debe ser aburrido. El tiempo para pensar debe ser aburrido, aunque estés
pendiente no debes hablar con él hasta pasado el tiempo que entonces
empatices con él, con la situación y busquéis una solución.
 Cuando suene la alarma, acércate a tu hijo y habla sobre lo
ocurrido. Dale todo tu amor y buscar una solución a lo que ha pasado,
necesita tus orientaciones y tu cariño para mejorar su conducta.
 Poco a poco, y a medida que se dé cuenta de que estás a su lado
y que escuchas sus sentimientos y le ayudas a buscar soluciones,
entonces él también estará dispuesto a escuchar.
 Alternativas posibles al rincón de pensar
 Reforzar comportamientos positivos
 Identificar y reforzar los comportamientos positivos, tales como
jugar con cuidado y hablando amablemente. Alabar y ofrecer
recompensas por estos comportamientos, harán que el niño
comprenda que se presta más atención a su buena conducta y que
es él quién decide comportarse de ese modo.
 Utilizar el lenguaje positivo
 En lugar de decir lo que NO está bien y lo que NO debe hacer, se
puede hablar desde un enfoque mucho más positivo. Por ejemplo,
en lugar de decir a un niño cosas como: ‘No podrás salir a jugar hasta
que te hayas puesto los zapatos’, se puede decir de otro modo mucho
más motivador: ‘Cuando tengas los zapatos puestos podremos ir a jugar al
patio’. Los niños de esta manera se sentirán mejor para cooperar.
Después de la tormenta siempre llega la calma
Cuando todos hayan tenido la oportunidad de calmarse, entonces será
importante hablar sobre lo ocurrido y buscar alternativas.

Los errores más comunes del rincón para


pensar
El tiempo dedicado a pensar también llamado: rincón de pensar, la silla de
pensar, tiempo de espera… etc, es bastante utilizado tanto en centros
educativos como en las familias. Realmente parece una solución
brillante: el niño pasa un tiempo solo y se levanta tranquilo y con ganas
de hacer las cosas bien. Pero, ¿realmente es así lo que ocurre? En
muchas ocasiones los padres admiten que no funciona debido a que a
largo plazo todo vuelve a ocurrir.
La silla o rincón de pensar puede parecer muy tentador para los padres,
pero la realidad es que si no se utiliza bien tiene más efectos negativos
que positivos. El niño que se envía solo a un rincón de pensar para que
piense ‘él’ solo se sentirá abandonado emocionalmente y no sabrá qué es lo
que tiene que mejorar para que la misma situación no se repita en el
futuro. Además, solo verá que se han enfadado con él y que tiene que
saber cómo comportarse (aunque nadie se lo explique…) pero nadie
tiene en cuenta sus sentimientos.
Son muchos los padres que usan esta estrategia y que cometen errores.
No es que la estrategia no sirva, es que si se hace mal no se consiguen
resultados. Por ejemplo, si se dan demasiados avisos o se les amenaza
durante el tiempo de pensar, los resultados también serán menos
exitosos. Es necesario conocer los errores más comunes en la utilización de
esta técnica para que pueda ser eficaz.
Los errores del rincón de pensar
Usarlo con demasiada frecuencia
A pesar de la creencia popular, los tiempos de espera o el rincón para
pensar no sirve para que los niños aprendan a pensar por sí solos sobre
lo que han hecho y que ellos de forma innata encuentren la solución al
conflicto ocurrido. Un tiempo para pensar sin que el adulto intervenga o
cuando se utiliza con demasiada frecuencia solo hará que las cosas
empeoren.
Cuando a un niño se le envía solo a pensar y se le dice cosas
como: ‘Ahora piensa en lo que has hecho’, solo pensará en la maldad de
sus padres y en lo poco que le entienden. El aprendizaje real no se
empieza usando esta estrategia a menudo, si no cuando los padres se
involucran y entre todos se busca de forma respetuosa una solución y se
tienen en cuenta las emociones de los pequeños.
Dar demasiada atención a los niños durante el tiempo de
pensar
Que estés a su lado en el tiempo de pensar no significa que debas
pensar por él/ella. El tiempo para pensar es una consecuencia leve. Los
niños pequeños quieren atención todo el tiempo e incluso les sirve la
atención negativa. El tiempo para pensar solo debe ser un refuerzo
positivo dejando de prestar atención a la mala conducta del niño para
animarle a portarse mejor y averiguar a cómo conseguirlo.

No debe ser un castigo en una esquina de una habitación, solo es dejar de


prestar atención al comportamiento para prestar atención a la buena
conducta. El niño verá que la mala conducta no tiene atención por parte
de sus padres, de esta manera se extinguirá… Siempre que se realice de
forma respetuosa y con una buena orientación.
Utilizarlo sin pensar en una buena razón
Los tiempos para pensar funcionan mejor en los niños pequeños que
son oposicionistas y desafiante, es decir, en los niños que suelen hacer lo
contrario de lo que se les pide. Cuando a un niño se le envía al tiempo de
pensar con demasiada frecuencia su comportamiento puede empeorar.
Los niños pequeños en ocasiones pueden responder mejor a otras
estrategias como negociar o buscar alternativas. La silla de pensar no
siempre es buena idea utilizarla y menos si se hace demasiado a menudo.
5 formas eficaces de corregir la agresividad
infantil
Es probable que antes o después, la mayoría de los padres tengan
que lidiar con la conducta agresiva de sus hijos. Se trata de un
problema que afecta a muchos niños y al que se le debe poner coto
cuanto antes ya que lo que comienza como una simple respuesta
agresiva ante situaciones puntuales, se puede convertir en un trastorno
de conducta a largo plazo. Por eso, es fundamental estar atento a las
primeras señales de agresividad del pequeño para ofrecerle
herramientas que estimulen su autocontrol y el manejo de sus
emociones. En Etapa Infantil te proponemos algunas estrategias que
Estrategias
pueden ser muy eficaces en la mayoría de los casos.
para evitar que tu hijo se convierta en un niño
agresivo
1. Recurre a la caja o el monstruo de la rabia
Se trata de una técnica diseñada por la psicóloga Marina Martín, basada en
el cuento infantil “Vaya Rabieta”, de la escritora francesa Mireille
d’Allancé. Su aplicación es muy sencilla: cada vez que tu hijo se sienta
frustrado o enfadado, incítalo a que plasme su ira en un dibujo libre. Es
una herramienta que le permitirá canalizar sus emociones negativas, aliviar
la frustración y el enojo y relajar las tensiones acumuladas. Al terminar el
dibujo, pídele que lo observe para que concientice su ira, también le
puedes motivar a que le ponga un nombre a su “monstruo de la rabia” y a
continuación incítalo a arrugar el papel y depositarlo en una caja con tapa
o en la basura para que el monstruo no vuelva a salir nunca más.
2. Motívalo a practicar ejercicio físico
El ejercicio físico reporta enormes beneficios para el cerebro, sobre todo
cuando se trata de actividades aeróbicas. De hecho, se ha demostrado
que mientras el niño practica deporte, su cerebro produce más
endorfinas, las cuales hacen que se sienta mejor consigo mismo, a la vez
que libera las tensiones y se siente más relajado. Deportes como la
natación, las artes marciales o el fútbol le ayudan a gestionar mejor sus
emociones, ganar en autocontrol y mantener a raya la ira y
agresividad. Además, son una buena excusa para que tu hijo aprenda a
relacionarse con otros niños de su edad y desarrolle sus habilidades
comunicativas.
3. Muéstrale cómo es el volcán que habita en su interior
Es una técnica muy útil para fomentar el autocontrol, sobre todo en los
momentos de ira y agresividad. Para ponerla en práctica, basta pedirle
que imagine su interior como si fuera un volcán que contiene toda su
fuerza y energía. Puedes explicarle que, como la mayoría de los
volcanes, su interior también puede entrar en erupción, arrasando con
todo lo que encuentra a su paso. De esta forma, le estarás enseñando a
reconocer los signos de ira y agresividad, relacionándolos con la lava
caliente y la erupción, para que pueda detenerse antes de llegar al punto de
no retorno. Una vez que el pequeño sea capaz de distinguir su enfado e
impulsividad, podrás enseñarle algunas técnicas para relajarse, como
pedirle que cuente hasta 10 o 20 o que respire profundamente hasta que
se le pase la ira.
4. Controla su conducta con un semáforo
Este es un ejercicio muy sencillo con el que le das una retroalimentación
al niño sobre su comportamiento, para que pueda reflexionar y controlar
su ira y/o agresividad. Básicamente, la técnica consiste en ofrecerle una
señal que le alerte cuando está demasiado irritado o a punto de ponerse
agresivo. Para aplicarla necesitarás un cartón de colores, que imiten las
luces de un semáforo. Tendrás que explicarle al pequeño cómo funciona el
semáforo y decirle que, a partir de ese momento, funcionaréis como un
semáforo en casa. La luz verde es para indicar que debe buscar una mejor
manera de expresar lo que siente, la naranja para señalar que debe
reflexionar sobre lo que está sintiendo y la roja para decirle que debe
detenerse porque la situación se le ha ido de las manos o está a punto
de perder el control.
5. Da el ejemplo
La mejor manera de enseñarle a un niño a autocontrolarse y regular su
agresividad consiste en convertirse en su modelo a seguir. Los niños
suelen imitar los comportamientos de los adultos, sobre todo de sus
padres, y si tienen un buen patrón de autocontrol, seguramente
terminarán aplicando esas mismas estrategias para gestionar sus
emociones y comportamientos. Por eso, es importante que frente a tu hijo
siempre intentes mantener la calma y, cuando por algún motivo, pierdas los
nervios, utilices una técnica de relajación para retomar el control de tus
emociones. También es conveniente que le expliques por qué te has
enfadado y reconozcas tu error.
Técnica del semáforo para que tus hijos
mejoren su conducta
Los niños no siempre son fáciles de gestionar. A veces pueden
mostrarse muy impulsivos y desobedientes, por lo que es
fundamental que los padres cuenten con recursos que les permitan
disciplinar de manera positiva y a la vez estimulen el autoconocimiento
infantil. Una de las herramientas más sencillas y eficaces para el manejo
de la ira es la técnica del semáforo. De hecho, se puede utilizar con niños
a partir de los 3 o 4 años, cuando estos comprendan cómo funcionan los
semáforos en la carretera. Por una parte, esta técnica le ayuda a
desarrollar habilidades de autogestión de la ira y, por otra parte, estimula
la madurez emocional.

¿En qué consiste la técnica del semáforo?


El principal objetivo de esta técnica es enseñar a los niños a identificar la
ira, para que luego puedan gestionarla de manera más asertiva,
aprendiendo los diferentes pasos del autocontrol emocional. De hecho,
no debemos olvidar que lidiar con la ira puede ser difícil para cualquier
persona, independientemente de su edad, pero es especialmente difícil
para los niños pequeños porque suele ser una emoción compleja y
abrumadora.
Antes de poner en práctica esta técnica, es conveniente que le expliques
bien el funcionamiento del semáforo y diseñes uno en casa. También debes
explicarle que las emociones no son sus “enemigas” pero que existen
algunos estados emocionales, como la ira, el miedo y la frustración, que
pueden llevarle a comportarse de manera inadecuada, haciendo daño a
los demás o a sí mismo. Por eso es importante aprender a gestionar
esas emociones cuanto antes.
• Rojo: significa detenerse, y se debe activar antes de que el niño pierda
por completo el control.
• Amarillo: significa reflexionar, es el momento para encontrar la solución
más adecuada para el problema que provoca la ira o frustración.
• Verde: significa avanzar y poner en práctica la solución, pero siempre
de manera responsable y sin herir a los demás.
De cierta forma, los colores del semáforo representan las etapas de la gestión
emocional. En un primer momento se experimentan esas emociones,
entonces es necesario detenerse para que estas no tomen el mando.
Luego se pasa a una fase en la que es necesario reflexionar sobre lo
ocurrido, es una etapa de pausa donde en un primer momento pueden
acumularse más emociones negativas pero poco a poco estas se van
disipando dejando en su lugar emociones más agradables y positivas.
Por último, llegará el momento en que sea posible poner en práctica una
estrategia de afrontamiento razonada.
¿Cómo aprovechar al máximo esta técnica?
El niño no debe percibir esta técnica como un castigo, sino como una
herramienta útil para su desarrollo. Por eso, es importante que no se
convierta en una especie de “tarjeta roja” que los padres sacan cuando el
niño está a punto de perder el control, sino que realmente fomente la
introspección, de manera que cuando el niño crezca, sea él mismo quien
la aplique.
Para ello, es fundamental que le ayudes a identificar los signos que
indican que está enfadado o frustrado. También debe aprender a
identificar el “punto de no retorno”, en el cual pierde el control, para que
sea capaz de detenerse antes de llegar a ese momento.

Al principio, cuando el niño es pequeño, tendrás que guiarle a través del


proceso. No solo tendrás que detenerle antes de llegar al punto de no
retorno sino también ayudarle a buscar la causa de ese enfado y/o
frustración, así como proponerle soluciones más asertivas y enseñarle a
evaluar las consecuencias de sus acciones.
Una vez que se apropie de la técnica, no solo puede utilizarla para
gestionar la ira sino también otras emociones como la preocupación, el
miedo, la decepción y la tristeza. También podéis elaborar entre ambos
una serie de actividades que le ayuden al pequeño a relajarse y recuperar el
control, como usar el frasco de la calma, escuchar música, practicar
algún ejercicio de relajación, contar hasta 100, cantar una canción, jugar con
su mascota… Más adelante, él mismo se dará cuenta de cuáles son las
estrategias más adecuadas para lidiar con los distintos tipos de
emociones.
7 ejemplos de refuerzo positivo
El refuerzo positivo con la ayuda del elogio o recompensa puede ser una
gran herramienta para dar forma a la conducta de tu hijo, de esta manera
se centrará en las cosas buenas o en ciertos comportamientos que
deben hacer y que se desean cumplir. Además, los refuerzos positivos
también pueden ser una gran herramienta para la comunicación con los
niños y para transmitir valores que son importantes socialmente.
En el condicionamiento operante, el refuerzo positivo implica la adición de
un estímulo de refuerzo después de un comportamiento que hace que sea
más probable que el comportamiento se produzca de nuevo en el futuro.
Cuando un resultado es favorable, un evento o recompensa se produce
después de la acción, lo que hará que se fortalezca la respuesta o
comportamiento particular.
A continuación vas a encontrar algunos ejemplos sencillos de cómo se
puede utilizar el refuerzo positivo en casa para moldear el
comportamiento de tu hijo

Ejemplos de refuerzo positivo en la educación de


los niños
¡Estás guardando los juguetes genial!
Anima a tu hijo a limpiar cuando acabe de jugar ofreciendo elogios
adecuados cuando esto sucede. Las recompensas verbales tienen que
ocurrir cuando la acción está ocurriendo para que tenga un mayor
impacto. Los elogios verbales harán que se sienta más motivado para
seguir haciéndolo bien y que en el futuro, lo haga de forma innata.
Hoy escoges tú la película
Cuando tu hijo haya tenido un buen comportamiento le puedes dar una
recompensa para que vea que una buena conducta tiene consecuencias
positivas para él. Puede ser escoger una película para ver en familia, hacer
un postre todos juntos… ¡deja que escoja la recompensa que más le
guste para hacer en familia!
Estás haciendo un gran esfuerzo comiendo la cena, ¡a por
el último bocado!
Si las comidas son una batalla, refuerza a tu hijo animando a comer el
último bocado, aunque no coma nada más. Puede ser tentador sobornar
a los niños con el postre si se come toda la cena o la comida, pero puede
ser contraproducente. Es mejor hacer hincapié en los momentos en los que
el niño realmente se está esforzando por comer su comida y después si se
le da postre, que no tenga nada que ver.
Alabar la conducta deseada
En lugar de regañar a tu hijo 20 veces seguidas para que se cepille los
dientes, es mejor reforzar las conductas adecuadas que conducen hasta
el cepillado de los dientes. No es buena idea alabar después de una
discusión porque entonces estarás reforzando la discusión… Dale
órdenes con lo que tiene que hacer paso por paso y elogia cuando lo
hace. Por ejemplo, si se le explica que es el momento para ir a cepillarse
los dientes y tu hijo va hacia el baño usa el elogio verbal por iniciar el
proceso.
¡Estás haciendo un gran trabajo!
Cuando veas que tu hijo empieza su tarea de forma independiente
puedes utilizar el refuerzo positivo verbal como una forma para animarle
a seguir haciéndolo diciendo algo como: ‘Estás haciendo un gran trabajo
comenzando por ti mismo’. Si por ejemplo dices cosas como: ‘Eres muy
inteligente’ o ‘Lo estás haciendo muy bien’, es menos eficaz… Debes
centrarte en el proceso de hacer la tarea y no en la forma en la que lo hace. 
Valora el aprendizaje más que los resultados
Es necesario que te centres en el camino y no tanto en la meta. Es
necesario que los niños se den cuenta que se alaba el esfuerzo y que lo
que aprende por el camino es más importante que los resultados. No
caigas en el error de no elogiar a tu hijo si no saca buenas notas en un
examen… Además, es importante no decirle a tu hijo cosas como: ‘Eres el
mejor’ porque aunque creas lo contrario, podría dañar su autoestima si
siente que siempre tiene que ser el mejor y que si es menos te sentirás
mal por eso.
Celebrar el esfuerzo
Siguiendo el punto anterior, hay que tener en cuenta que en ocasiones
los niños pueden sentirse reticentes a probar cosas nuevas solo por no
intentar algo nuevo. Para animarles es necesario alabar el esfuerzo, el
refuerzo consiste en que pueden tener la oportunidad de equivocarse y
aprender de ello sin necesidad de que eso les repercuta. El miedo es
natural y ayuda a conseguir nuevas cosas.

Para conseguir que el refuerzo positivo sea una buena herramienta hay
que tener claro que el esfuerzo es más importante que el resultado. El
refuerzo positivo además, será mucho más eficaz si se ‘atrapa’ a los niños
haciendo algo bien. Se necesita un poco de práctica pero cuando los
padres se dan cuenta de los esfuerzos de los hijos, será muy beneficioso
para fortalecer la relación entre padres e hijos y también la autoestima de
los pequeños.
7 maneras de fomentar la autoestima infantil
Tener una autoestima adecuada es vital para la vida y el desarrollo
infantil. Así lo demuestra la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la
Asociación Española de Pediatría al afirmar que los pequeños que tienen
una autoestima adecuada poseen más amigos y se llevan mejor con
ellos, se sienten más seguros de sí mismos y confían más en sus
decisiones, a la vez que son capaces de discernir lo que hacen bien o
mal. También se ha apreciado que una autoestima infantil adecuada
estimula el desarrollo de diferentes habilidades cognitivas en los niños,
mejora su empatía, potencia la asertividad y mejora su aprendizaje.
Sin embargo, la autoestima adecuada no se desarrolla al azar. La
autoestima se va forjando con el paso del tiempo y está determinada por la
percepción que los padres y el resto de las personas tienen del niño. Por
tanto, si queréis que vuestro hijo desarrolle una autoestima sana, debéis
transmitirle una percepción positiva de sí, haciéndole saber que le
valoras.
¿Cómo fomentar una autoestima adecuada en el
niño?
1. Destaca su esfuerzo y logros
Tan importante como celebrar los logros del niño, es destacar su esfuerzo,
empeño y nivel de compromiso. De esta manera no os centraréis
simplemente en el logro y los resultados alcanzados sino en el camino
recorrido, que en muchos casos es más importante. Por eso, aunque el
resultado no sea perfecto, destaca el esfuerzo.
2. Dale libertad
No intentéis educar a vuestro hijo dentro de una burbuja,
sobreprotegiéndolo y limitando su libertad de acción. Este estilo educativo
no solo restringirá las posibilidades de vivir nuevas experiencias que le
permitan desarrollarse sino que también afectará su autoestima y la
confianza en sí mismo. Si siempre resuelves sus problemas y tomas las
decisiones por él, jamás podrá ponerse a la prueba y saber hasta dónde
puede llegar por sí solo.
3. Préstale la atención que necesita
Dedicarle tiempo a los niños no solo es un acto de cariño sino también una
responsabilidad. Cuando los padres pasan tiempo de calidad con su hijo
aprenden a conocerlo y a conectar con el pequeño, creando un vínculo
emocional que será la base de su autoestima. Así el niño comprenderá
que estaréis a su lado siempre que lo necesite.
4. Evita etiquetarlo
Para desarrollar una autoestima adecuada en el niño, es conveniente
evitar las etiquetas. De hecho, adjetivos como “torpe” y “vago” son tan
negativos como “artista” o “genio” ya que todos, de una forma u
otra, limitan al niño dentro de una etiqueta que, a la larga, será un peso
enorme en su vida.
5. Dale responsabilidades
Una manera para estimular la autoestima del niño y hacerlo sentir más
independiente y autosuficiente consiste en permitir que forme parte de
algunas de las tareas y decisiones del hogar. De esta manera estaréis
fortaleciendo su autoconfianza y seguridad. Comienza por cosas
pequeñas, pidiéndole que te ayude a secar los platos o a poner la mesa y
poco a poco ve dándole más participación y preguntándole su opinión en
diferentes temas de la familia.
6. Quiérelo incondicionalmente
Es importante que el niño no solo se sienta protegido y seguro sino que
también se sienta amado. El cariño es la mejor manera para ayudarle a
desarrollar y fortalecer su autoestima y la confianza en sí mismo. Los
besos, los abrazos y los mimos son válidos pero también debéis
demostrarle que lo quieres incondicionalmente con hechos y actitudes.
Hacedle saber que aunque se equivoque, estaréis a su lado para
apoyarle.
7. Evita compararle
Comparar a vuestro hijo con sus amigos u otros niños no es una buena
idea. Si la comparación es negativa estaréis dañando profundamente su
autoestima y si es positiva le añadiréis una presión innecesaria que
muchos niños no son capaces de sobrellevar. Por eso, es mejor evitar las
comparaciones, destacad simplemente sus cualidades positivas y cuando
tengáis que hacer una crítica, aseguraos de que sea constructiva.
Cómo promover una autonomía saludable en
los niños
Cuando un niño tiene un sano sentido de la autonomía debe respetar los
límites establecidos por los padres. Un niño pequeño sabrá
perfectamente que tiene libertad para explorar el mundo seguro que han
establecido para él y podrá desarrollar un buen sentido de toma de
decisiones saludables. Por este motivo, sabrá diferenciar qué es seguro de
lo que no lo es. Los padres deben promover un buen ejemplo con sus
actitudes y sus acciones.
Si los padres toman conciencia de la importancia de que los niños tengan
autonomía, les estarán ayudando a sentirse capaces de hacer las cosas
por sí mismos, a tener iniciativa y motivación por su entorno… algo
imprescindible para cuando comiencen la escuela -siguiendo cualquier
pedagogía, recuerda que ninguna es mejor que otra y que son las
personas con vocación quienes hacen de la enseñanza algo posible-.

Además, enseñar autonomía a los niños podrá influir de forma muy positiva


en su autoestima. Una autoestima esencial en el desarrollo porque para
sentirse felices, necesitan autoestima y seguridad en sus acciones. Si no
sabes bien cómo puedes enseñar autonomía a tus hijos, entonces, no te
pierdas los siguientes consejos.
Amabilidad con firmeza
Es necesario ser amable pero firme. Siempre lleva a acabo lo que dices
que vas a hacer para que tus acciones tengan coherencia, pero es
necesario siempre tener respeto hacia tus hijos. Los niños pequeños
también necesitan sentir que son respetados, de esa manera aprenderán
a respetar a los demás.

Acabar una cosa y luego pasar a otra


Es necesario que los niños pequeños tengan la oportunidad de terminar
una actividad antes de pasar a otra. Cada niño tiene su propio tiempo,
por lo que es necesario que respetes su tiempo antes de acabar de
realizar una actividad y que pueda pasar a otra. Las prisas y el estrés del
adulto para ir más rápido no deben influenciar en el ritmo y desarrollo de
los niños, por eso, es necesario que los adultos trabajen el tiempo y la
paciencia.
Enseña a tu hijo haciendo
Los niños aprenden observando y tú serás su mejor ejemplo desde el
momento en que llega a este mundo. Esto significa que los niños
pequeños necesitan menos palabras y más acción… necesitan ver lo que
van a aprender y después, necesitan hacerlo con sus propias manos. Se
equivocarán y cometerán errores y eso es necesario para el aprendizaje, por
lo tanto si se equivoca recuérdale que está bien y que volveréis a intentarlo.
Por ejemplo, muchos niños golpean a sus padres, a otros niños o a las
mascotas… A menudo, los padres cometen el error de decirles que no
golpeen o que no lo haga de nuevo. Este comportamiento a menudo solo
es una exploración. Es necesario modelar el comportamiento apropiado,
cogiendo la mano del niño y repetirle por ejemplo ‘acaricia en lugar de
dar un golpe’.

Evita el decirle lo que NO puede hacer


Los niños necesitan oportunidades y para ello te necesita a ti como guía.
Muestra a tus hijos qué hacer siendo un modelo de comportamiento
adecuado pero evita decirles lo que no pueden hacer. Si les dices
muchas veces ‘no’ además de limitarles llegará un momento en que ya
dejen de escuchar tus negativas y comiencen a hacer lo que ellos
quieran -aunque te lo escondan-.
Anima a tu hijo a pensar
Los niños para descubrir el mundo necesitan pensar, necesitan sentirse
involucrados en lo que están haciendo, por eso, no dudes en
preguntarles ‘cómo’, ‘por qué’. Los niños necesitan preguntas de reflexión
para poder pensar en las cosas más cercanas a ellos, deben averiguar las
respuestas aunque los adultos les guíen en su camino.
Ofrecer opciones limitadas
Los niños necesitan elegir y sentir que tienen el control, pero tampoco se
les puede dar toda la libertad de elección porque madurativamente no
son capaces de tomar decisiones, pero con opciones limitadas y
aceptables las cosas cambian y mejoran. Evita las opciones abiertas que
promueven un no como respuesta. Por ejemplo, en lugar de decirle:
¿Quieres ir a la cama?, es mejor decirle algo como: ¿Qué hacemos
antes de ponernos el pijama? Otro ejemplo sería: ¿Qué jersey prefieres
ponerte el azul o el verde?
Distracción y redirección
La distracción y la redirección son muy importantes en muchas
ocasiones. Esta es una herramienta fundamental en la disciplina positiva.
Enseñar a un niño lo que puede hacer en lugar de decirle lo que no
puede hacer es fundamental. Los niños explorarán con más seguridad, solo
necesitan un lugar seguro y evitar el confinamiento que solo lleva a la
frustración, la duda y la vergüenza. 
Una distracción efectiva significa darle al niño una actividad alternativa
apropiada para que pueda redirigir su conducta. Esto tendrá que ser
repetido teniendo tiempo y paciencia. Nunca hay que utilizar malas
palabras hacia los hijos, evitar los cachetes o las bofetadas… la violencia
NUNCA es una opción correcta para la educación de nuestros hijos. 
Y por supuesto, es necesario evitar las luchas de poder… un abrazo y un
comportamiento cariñoso siempre será mucho más efectivo para que los
niños aprendan con amor. Es necesario que los padres diferencien los
deseos de las necesidades de los niños. La supervisión de los padres
debe ser cuidadosa y amorosa para poder enseñar bien las habilidades.

Las rutinas aportan seguridad a los niños


Una de las cosas más importantes que puedes hacer para que tu hijo se
sienta seguro es establecer rutinas en su vida. Los niños y los adultos, se
sienten más seguros cuando sus vidas son predecibles. Cuando los
adultos proporcionan entornos donde los niños pueden sentirse seguros, los
niños aprenden a que pueden confiar en los demás para cuidar de ellos y
satisfacer sus necesidades, por lo que llegan a ser libres y pueden
relajarse para explorar su mundo.
Las rutinas y los niños
Los niños pequeños no comprenden de forma plena el concepto de
tiempo, no ordenan sus vidas en horas y minutos, sino que lo hacen más
bien por los acontecimientos que van sucediendo. Cuando los eventos
suceden en el mismo orden todos los días, los niños tienen una mejor
comprensión del mundo, por lo que se sienten más seguros.
Un horario regular dará a los niños una forma de ordenar y organizar sus
vidas. Cuando los niños pequeños saben qué esperar, tendrán más
confianza en sí mismos y en el mundo que les rodea. Ellos sabrán que no
se enfrentarán a tareas poco comunes para las que no están preparados.
El cerebro de un niño y las rutinas
El cerebro de un niño de corta edad estará aún en fase de desarrollo
importante, sobre todo la parte del cerebro que es capaz de planificar y
realizar predicciones sobre el futuro. Una rutina ayuda a los niños a
practicar y a hacer esas predicciones simples, así como para comprender
conceptos tales como ‘antes y después’. Las rutinas también ayudan a los
niños a desarrollar el autocontrol, ya que saben que tienen que esperar
hasta cierto tiempo para hacer una actividad en particular. Un horario
regular fomenta la responsabilidad y la independencia porque los niños
serán capaces de realizar más actividades por su cuenta si han hecho
las mismas actividades muchas veces antes en el mismo entorno.
Una rutina es especialmente importante sobre todo en épocas difíciles,
como la hora de acostarse o vestirse por la mañana. Cuando hay una
rutina en su lugar, suele haber poca discusión al respecto porque las
expectativas de comportamiento se dan por sentadas. Por lo tanto, una
ventaja importante de establecer rutinas es que se reducirá el estrés por sí
mismo. Mantener una rutina puede parecer una tarea imposible cuando
es difícil mantener un horario estructurado con los cambios que suelen
haber en la familia, pero incluso la implementación de la rutina más
pequeña puede marcar una gran diferencia.
4 ideas para establecer una rutina en casa
Recuerda que nunca será demasiado tarde para establecer unas rutinas
y que tú siempre serás su mayor ejemplo a seguir.

1. Planificar al menos una comida al día donde comáis toda la familia


junta alrededor de la mesa.
2. Tener una rutina para dormir, esto ayudará a que los niños se calmen y
que asocien algunas actividades con irse a dormir.
3. Trabajar juntos para entender las rutinas. Si tu hijo es muy pequeños
puedes utilizar un tablón con fotos para poner en orden su estructura
mental. Así será capaz de mirar las fotos o imágenes y saber qué es lo que
viene a continuación.
4. Ser flexible en las rutinas. Los niños necesitan aprender a cómo ser
flexible y hacer frente a los cambios que tienen menor importancia.
Cuanto antes empieces a ordenar la vida de tu hijo, más fácil será.
Cuando se adhieren a una rutina, les enseñas a tus hijos a organizar el
tiempo de forma mucho más eficiente, productiva y donde se reduce el
estrés. El niño se sentirá seguro y le permitirá interiorizar formas para
organizar su vida con flexibilidad a medida que crece.

5 fallos que cometemos al educar a nuestros


hijos
Educar a un hijo es una de las tareas más difíciles a las que deben
enfrentarse los padres en su vida. No existen secretos, ni manuales que
enseñen cómo hacerlo, por lo que es normal que tarde o temprano todos
cometamos algunos errores. Obviamente, la mayoría de estas
equivocaciones no tienen una mala intención y se suelen superar sin
causar graves estragos en el desarrollo infantil. Sin embargo, no siempre
ocurre así, hay ocasiones en las que los errores de los padres pueden afectar
la vida emocional de sus hijos, causándoles severos daños en su
autoestima y su autoconfianza.
Los errores que no debes cometer con tu hijo
1. Organizar toda su vida
Muchos padres piensan que al organizar la vida de su hijo, desde el
colegio al que asiste y la carrera que estudiará hasta los amigos que
tiene o la ropa que se pone, le allanan el camino y le facilitan su vida
futura. Se equivocan. Primero, porque la mayoría de las veces hacen lo
que consideran mejor para el niño sin tener en cuenta lo que este quiere
de verdad. Y segundo, porque de esta forma coartan su autodeterminación, le
impiden tomar sus propias decisiones y limitan el desarrollo de sus habilidades
para afrontar los conflictos y solucionar los problemas. A la larga, el niño
terminará viviendo una vida que no es suya y cuando tenga que
enfrentarse a las adversidades, no sabrá cómo hacerlo porque nunca
tuvo la oportunidad de aprender.
2. Aplicar una educación demasiado permisiva
Otra de las equivocaciones en la educación infantil que suelen cometer
los padres consiste en no establecer límites y reglas. El niño necesita
tener normas claras que le muestren cómo debe comportarse en cada
situación y que le ayuden a corregir sus errores. No ponerle límites hará que
el pequeño se sienta confundido, sin saber qué debe hacer, a la vez que puede
estimular la aparición de conductas rebeldes, egocéntricas y consentidas.
En muchos casos, la ausencia de normas y límites da paso a un niño
inseguro e incapaz de adaptarse a los diferentes grupos sociales.
3. Educarlo a tu imagen y semejanza
Reñirle continuamente al niño porque intenta hacer las cosas a su
manera es una forma de limitar su creatividad e independencia. En
cambio, es importante que los padres tengan en cuenta que no hay una
manera correcta de hacer las cosas, por lo general existen varios caminos
para alcanzar la misma meta y todos son igualmente válidos. Por eso,
cada vez que los padres instan a su hijo a seguir sus pasos, le están
arrebatando la posibilidad de desarrollar sus propias habilidades y
perseguir sus metas.
4. Querer que sea el mejor
La mayoría de los padres quieren que sus hijos se preparen lo suficiente
y desarrollen las habilidades necesarias para que puedan desarrollar una
buena profesión que les permita acceder a un buen puesto de trabajo.
Para lograrlo, no dudan en inscribirlos a la mayor cantidad posible de
actividades extraescolares. Sin embargo, ese afán porque el niño se
prepare para su vida futura puede generar una gran presión en el
pequeño y hacer que pierda el interés y la motivación por su propio
crecimiento personal. Se trata de un error muy común con el que no solo se
pasa por alto lo que el niño quiere sino con el que, además, se le arrebata su
infancia.
5. Criarlo en un entorno de falsa felicidad
Otro de los errores que suelen cometer los padres consiste en educar a
su hijo en un entorno de completa felicidad. Le protegen constantemente
de los problemas de la vida cotidiana, le ocultan la parte negativa de
cada situación, le animan a evitar las emociones “negativas” e intentan
alegrarlo a toda costa. Sin embargo, educar a un niño en un entorno de
falsa felicidad lo que hace es transmitirle una visión distorsionada de la
realidad. Este pequeño crecerá reprimiendo sus emociones “negativas”,
con una baja tolerancia a la frustración y no dispondrá de las
herramientas necesarias para enfrentar los problemas de su día a día.
Mi hijo es explosivo, ¿cómo puedo ayudarle a
autorregular sus emociones?
Quizá pienses que tu hijo es explosivo, pero la realidad es que tu hijo
necesita aprender a entender sus emociones y también necesita tu guía
para poder autorregularse y adaptarse a las diferentes
situaciones. Es muy importante que los padres tengan las herramientas
suficientes para poder ayudar a sus hijos a poder controlar esas
emociones tan intensas. Pero recuerda, controlar no significa bloquear o
camuflar, controlar significa entenderlas, ponerles nombre y buscar una
respuesta adecuada para poder canalizar mejor esa emoción intensa.
Explica a tu hijo de dónde
Pero, ¿cómo conseguirlo?
vienen las grandes emocionales
Cuando hay una alta emoción que impulsa un comportamiento difícil, es
una señal de que no hay mucha distancia entre el estímulo que ha
molestado al niño y la respuesta corta (y bastante automática). Cuando
los niños están emocionalmente molestos, actúa la parte de su cerebro
más impulsiva. El problema es que todo sucede muy rápido y la parte
pensante del cerebro no tiene tiempo para dirigir a los niños hacia una
respuesta más saludable.

Los niños necesitan extender esa distancia emocional para dejar de actuar
de forma tan impulsiva y saber cuál es la información correcta para
tenerla en cuenta. Es importante explicarle las cosas de forma que te
entiendan, con un vocabulario adecuado a su edad y entendimiento.
Fortalecer su cerebro con atención plena
La atención plena tiene grandes beneficios para el cerebro de los niños.
Se fortalece el cerebro que conduce a la alta emoción de forma que se
puede trabajar la impulsividad para que no sea tan problemática.
También se fortalece la corteza prefrontal (la parte pensante del cerebro
que es capaz de calmar las emociones y considerar las consecuencias
para poder escoger la mejor acción). Por si fuera poco, la atención plena
también refuerza las conexiones entre los dos, lo que significa que en los
momentos de gran emoción, la corteza-prefrontal será más rápida y
tendrá más capacidad de trabajar con los centros emocionales del
cerebro para encontrar la calma.
Cuidado con las expectativas
Es muy importante no esperar más de los niños de lo que son capaces
de hacer, por su estado de desarrollo. Los niños pequeños no tienen la
capacidad de mantener la calma y razonar durante todo el tiempo.
Castigarlos por la falta de autorregulación no les permitirá entender qué
han hecho mal o cómo mejorar ese comportamiento. El castigo no ayuda
a nada y se corre el riesgo de que la vergüenza se apodere de su
sensación de seguridad.
Los niños necesitan explorar diferentes formas para poder responder
adecuadamente. Que los niños escojan la mejor acción porque saben que
es lo que deben hacer, es la respuesta más duradera y más poderosa
que cualquier cosa que le impulse a hacer algo por miedo a las
consecuencias. Ellos deben escoger cómo actuar teniendo el poder de
escoger sus propias acciones.
Con cariño y firmeza todo sale mejor
Puede ser tentador suavizar lo ocurrido para evitar una rabieta o
explosión emocional, pero eso no le hará ningún favor al aprendizaje del
buen comportamiento y autorregulación de tu hijo. Tu hijo necesita tener
la oportunidad de aprender habilidades valiosas y poder manejar sus
emociones (todas valiosas e importantes). No intentes arreglar todo lo
que sucede y ofrécele la oportunidad de que se calme por sí mismo con tu
apoyo emocional constante. Cuando tu hijo tenga un comportamiento
explosivo, debe sentir la confianza y el apoyo emocional de que estás a
su lado, pero al mismo tiempo, deberá tener su propia responsabilidad
para calmarse y cumplir las consecuencias del comportamiento.
Los niños necesitan tu guía, apoyo, comprensión y respeto para poder
entender sus emociones y encontrar el camino correcto. Permite que
sienta, guía sus emociones.

Mejorar el comportamiento de los niños con


frases positivas
Para un niño, la opinión de sus padres es muy importante. De hecho,
muchos de los principios y valores que se desarrollan en la infancia son
el resultado, en gran medida, de la influencia de los progenitores. Por
eso, los padres deben tener mucho cuidado con lo que dicen a sus hijos y las
palabras que usan ya que un comentario desacertado puede marcar la
vida de los niños durante mucho tiempo. Sin embargo, de la misma forma
que una frase inadecuada puede ser devastadora, las palabras correctas
pueden ayudar a un niño a mejorar su comportamiento y convertirse en
una mejor persona.
10 frases para animar a los niños a dar lo mejor
de sí
1. Lo has conseguido. ¡Es fantástico!
En vez de centrarse en castigar los malos comportamientos, los padres
también deberían asegurarse de resaltar las buenas conductas. Esta frase
es una manera sencilla y efectiva para felicitar a tu hijo por cada pequeño
logro y motivarlo a seguir adelante con su tarea o alcanzar la meta que
se ha propuesto. También es una manera de hacerle saber que cuenta
con tu apoyo.
2. ¿Qué piensas al respecto?
Es importante hacer partícipe al niño de las decisiones y los debates en
casa, sobre todo cuando estos le atañen directamente. De esta manera,
aprenderá que su criterio también cuenta, lo que a la larga, le convertirá
en una persona más segura de sí misma.
3. Estoy orgullosa/o de ti
Estas palabras son casi mágicas puesto que refuerzan los
comportamientos positivos y animan al niño a seguir comportándose de
esa manera. También son una muestra de aceptación y amor, dos
ingredientes fundamentales para su desarrollo emocional.
4. Sigue intentándolo, lo lograrás
Con esta frase puedes estimular al niño a seguir esforzándose en la
tarea y le enseñas a perseverar en sus objetivos. También es una forma
de hacerle saber que confías en él y de fortalecer su autoestima.

5. Sé que puedo confiar en ti


No hay nada más eficaz para promover un buen comportamiento que
decirle a tu hijo que confías en él. De esta forma, el pequeño hará todo lo
que pueda para no defraudarte. Además, con esta frase también estás
fomentando su sentido de la responsabilidad.
6. ¿Qué aprendiste de ese error?
Es importante que tu hijo aprenda a lidiar con los fracasos desde una
perspectiva más positiva. Una forma de conseguirlo consiste en
preguntarle qué ha aprendido de cada uno de sus errores. Así le
enseñarás a fijarse en el lado positivo de la vida, aumentarás la tolerancia
a la frustración y le enseñarás a ser resiliente.
7. ¿Cómo te sientes sobre…?
Es importante que desde pequeño el niño aprenda a reconocer y
expresar sus emociones. Una forma muy sencilla para que reflexione
sobre sus sentimientos consiste en preguntarle cómo se siente respecto
a un acontecimiento que haya experimentado recientemente, como una
mala calificación en el colegio o una discusión con su mejor amigo. De
esta manera también le estarás enseñando a pensar sobre las consecuencias
de sus acciones.
8. Tranquilízate, luego hablaremos
Es una manera de estimular el autocontrol desde una edad temprana y
enseñarle al niño que para solucionar los problemas es necesario
calmarse y hablar de manera serena.

9. Tu ayuda ha sido importante para mí


Aprender a trabajar en equipo es fundamental para el desarrollo
social. Una buena estrategia para enseñarle a cooperar con los demás
consiste en pedirle ayuda y luego resaltar su participación.
10. Te quiero tal como eres
El amor se expresa a través de muchísimos gestos cotidianos, pero las
palabras también cuentan. Por tanto, no olvides decirle a tu hijo que le
amas y aceptas incondicionalmente. De esta manera fortalecerás su
autoestima y potenciarás su autoconfianza.
Enseña a tu hijo a ser responsable
Un aspecto muy importante en la educación infantil consiste en
enseñarle al niño a que asuma responsabilidades a medida que
crece. Esto no solo le ayudará a seguir las normas y a que sea más
disciplinado sino también a que gane en autonomía e independencia. De
hecho, se ha demostrado que los niños que se hacen responsables de
sus actos desde pequeños se convierten en personas más seguras y
toman mejores decisiones en la vida que quienes aprendieron a ser
5 estrategias para
responsables a una edad más avanzada.
fomentar la responsabilidad infantil
1. Permítele que tome algunas decisiones
Dejar que el niño tome decisiones en algunos ámbitos es una idea
excelente para fomentar su sentido de responsabilidad y estimular su
autonomía. De hecho, se ha demostrado que los niños que toman pequeñas
decisiones por sí solos desarrollan una mayor seguridad, tienen una mejor
autoestima y son más independientes. Para fomentar su capacidad de
decisión puedes permitirle que escoja la ropa que usa a diario, los libros
que quiere leer, las películas que quiere ver o las actividades
extraescolares en las que prefiere inscribirse. Además, hazle notar las
consecuencias de sus decisiones, sean acertadas o erróneas.
2. Deja a su cargo una planta o una mascota
Al permitir que tu hijo se haga cargo de una planta o una mascota
estarás estimulando su desarrollo emocional y fomentando su respeto
por la naturaleza, a la vez que le enseñas a instaurar una rutina diaria y
potencias el sentido de la responsabilidad. Lo ideal es que al inicio dejes
bajo su cargo plantas que no requieran muchos cuidados o mascotas que
necesiten poca atención, como una tortuga o un pez, al menos hasta que
el pequeño vaya ganando experiencia. Puedes supervisar sus tareas
para asegurarte de que riega la planta con frecuencia y que le da de
comer al animal a diario, aunque debes dejarle claro que la
responsabilidad es suya y que sus actos pueden tener repercusiones
para ese ser vivo.
3. Pídele que se responsabilice por su habitación
Una estrategia muy eficaz para estimular la responsabilidad infantil consiste
en dejar a cargo del niño su propia habitación. La regla es muy sencilla: no
debes recoger, organizar ni limpiar su cuarto, esa es su responsabilidad.
Por tanto, si su habitación está desorganizada, simplemente debes
mantenerte al margen y dejar que el niño decida cuándo va a recogerla o
a limpiarla. De esta manera también gana en autonomía y aprende a
organizar su espacio personal y crear una rutina cotidiana.
4. Asígnale tareas en el hogar
A la mayoría de los niños les entusiasma mucho ayudar a sus padres en
el hogar ya que de esta forma se sienten importantes. Sin embargo,
muchas veces pasamos por alto el hecho de que asignarles tareas a un
niño no solo es una manera de aliviar nuestra carga en el hogar, sino
también una estrategia para estimular su independencia y
responsabilidad. El simple hecho de recoger el salón, hacer la cama,
preparar los libros para el colegio, recoger la mesa o regar las plantas del
jardín contribuye a que el pequeño aprenda a organizar su tiempo e
instaurar una rutina, a la vez que le hace responsable de sus propios
actos.
5. No hagas las tareas que son su responsabilidad
Con la intención de ayudar al niño, a veces los padres asumimos las
tareas en su lugar, hacemos la cama si no le dio tiempo por la mañana,
recogemos su habitación e incluso le hacemos los deberes escolares
para que no incumpla con sus obligaciones. Sin embargo, este tipo de
comportamiento lejos de ayudar al pequeño, le afecta muchísimo. Un
niño al que sus padres le sobreprotegen demasiado y no le permiten
equivocarse y aprender de sus errores terminará convirtiéndose en una
persona incapaz de responsabilizarse por sus actos.
El secreto para nutrir la Inteligencia
Emocional en tus hijos
La Inteligencia Emocional es necesaria en nuestra sociedad para poder
vivir en armonía con uno mismo y con los demás. En este sentido, para
que una sociedad pueda tener Inteligencia Emocional, es necesario y casi
imprescindible que se trabaje a nivel global, tanto adultos como sobre
todo, los niños desde que son bien pequeños. Los niños son el futuro de
nuestra sociedad y para trabajar su felicidad deberá haber Inteligencia
Emocional en sus vidas.
Desgraciadamente, parece que la Inteligencia Emocional se queda fuera
de las aulas en las escuelas y también fuera de los hogares, como si no
fuese importante… Cuando en realidad es la base del éxito y de la
felicidad humana. Entender las emociones y manejarlas es esencial para que
los niños crezcan y se desarrollen adecuadamente, es una tarea más fácil
de lo que parece y les aportará grandes beneficios tanto en el presente
como en el futuro.
Para que los niños aprendan Inteligencia Emocional es necesario que los
padres pongan de su parte. ¿Cómo nutrir la Inteligencia Emocional en tus
hijos?

Empatizar con las emociones de los hijos,


ponerles nombre y…
Es necesario empatizar con todas las emociones de los niños, incluso
con esas emociones más intensas. Si el malestar de tu hijo parece estar
fuera de control en la situación, recuérdale que todos tenemos derecho a
sentir esas emociones y lo importante es saber qué nos quieren decir y
conocerlas. La empatía no significa que tengas que estar de acuerdo con los
pensamientos de tu hijo, simplemente que aunque tengas otra perspectiva
entiendes sus emociones.
Cuando tus hijos entiendan las emociones y les pongan nombre tendrán
más facilidad para tomar el control de lo que sienten. Escucha lo que
tiene que decirte. Frases del estilo:

 Sé que es difícil para ti dejar de jugar, pero es hora de cenar.


 Entiendo que estés decepcionado porque llueve y no podemos ir al parque
a jugar, pero podemos jugar en casa.
 Sé que te enfada tener que ir a dormir, pero debes descansar para
madrugar mañana.
 Empatizar con los niños estimula la Inteligencia Emocional porque se
fortalecerá el vínculo con los niños y además, se sentirán
comprendidos y apoyados en todo momento. Además, los niños
desarrollan empatía según cómo se les trata a ellos y mediante la
experiencia con los demás. Es necesario que ayudes a tus hijos a
reflexionar sobre la experiencia que vive diariamente y los
sentimientos que se desencadena en ellos. Para los más
pequeños, el hecho de saber que hay un nombre para ese
sentimiento, es una gran herramienta para aprender a manejarlas y
tomar el control interno.
 …permitir que se expresen libremente con
palabras
 Los más pequeños no pueden diferenciar entre las emociones y su
‘yo’ interno. Aceptar las emociones de tu hijo en lugar de negarlas
o minimizarlas es importante y además, reciben el mensaje de que
ninguno de sus sentimientos son vergonzosos o inaceptables. Los
niños no deben reprimir sus sentimientos, solo deben aprender a
ponerles nombres y buscar soluciones para sentirse mejor y
encontrar el equilibrio. Debes enseñarles resolución de problemas
ante los conflictos que puedan tener.
 Los sentimientos NUNCA deben reprimirse porque no se
desvanecen, sino que se enquistan y aparecerán más tarde en
forma de pesadillas, comportamientos disruptivos o tics nerviosos.
Los niños deben aprender a expresarse libremente a través de las
palabras. Ellos no están bajo un control consciente y te necesitan. 
 Tu aceptación hacia sus sentimientos hará que tus hijos también
acepten sus emociones y esto les ayudará a resolver sus
sentimientos intensos y seguir hacia adelante. No son capaces de
regular sus propias emociones y te necesitan para aprender a
hacerlo. La vida emocional no es peligrosa, ni vergonzosa… Es
necesario y se puede controlar para entendernos mejor a nosotros
mismos, a los demás y para buscar soluciones que nos hagan
sentir mejor ante cualquier malestar emocional.

3 secretos para construir Inteligencia


Emocional en los niños
Es probable que hayas escuchado más de una vez sobre Inteligencia
Emocional, pero, ¿qué es exactamente? ¿Por qué la Inteligencia
Emocional es tan importante para los niños y su desarrollo general? La
Inteligencia Emocional es la capacidad que tiene una persona para
identificar, evaluar, controlar y expresar sus emociones. Nos ayuda a
todos los seres humanos a comunicarnos de forma exitosa con los demás, a
negociar las situaciones y a desarrollar patrones de pensamiento claras.
La Inteligencia Emocional (IE) o la Inteligencia Social es igual o más de
importante que el CI (Coeficiente Intelectual) de las personas. Pero las
personas con alto CI no siempre tienen una buena IE y pueden carecer
de habilidades para tener éxito en muchos entornos de trabajo
actuales. Cuando los niños son pequeños deberán aprender a comunicarse
bien, a desarrollar relaciones fuertes, a negociar en situaciones difíciles, a
resolver conflictos, a buscar soluciones, a ser líderes en su campo… Y
todo esto se consigue a través del aprendizaje de Inteligencia Emocional.
Además, la Inteligencia Emocional ayuda a que los niños sean más
empáticos, compasivos con los demás y que también, se relacionen más
fácilmente con otras personas, teniendo una mayor y mejor conciencia de
sí mismo. Pero, ¿cuáles son los secretos para construir la Inteligencia
Emocional en la vida de los niños?

Secretos para construir Inteligencia Emocional en


los niños
1. Ayuda a tu hijo a reconocer sus propias emociones
Es imprescindible que los niños aprendan a poner nombre a las
emociones que van sintiendo, ya sea una frustración, ira, decepción o
alegría, felicidad o entusiasmo. Así, los niños podrán explicar lo que
están sintiendo y aprenderán a identificarlo en un contexto
concreto. Cuando un niño se siente molesto o desanimado, pídele que
describa lo que está sintiendo, que lo escriba o lo dibuje. 
Cuando los niños hagan esto a menudo empezarán a entender lo que les
hace sentir triste, enfadado, frustrado, decepcionado… Porque habrán
aprendido a poner nombre a sus emociones. Es importante hacer esto
también con las emociones que son positivas. Después se puede trabajar
con imágenes para que los niños reconozcan cuáles son las emociones.

2. Hablar sobre las emociones con tu hijo


La mejor manera de fomentar la Inteligencia Emocional es con el
ejemplo. Explica a tus hijos cómo te sientes y que ellos mismos lo
perciban. En ocasiones, los niños pueden pensar que las emociones que
son más intensas son las más difíciles de tratar, pero tu ejemplo será un
buen maestro para ellos, es decir, podrás mostrarles cómo hacer frente a
esas emociones y cómo superas por ejemplo, la ira o la decepción.

Es importante hablar con los hijos sobre las emociones positivas


también. Por ejemplo, puedes explicar a tus hijos que te sientes feliz
porque acabas de mudarte a una casa mejor, diles lo que sientes… y
demuestra cómo tus emociones podrían afectarles o a la inversa…
siendo cada uno responsables de sus propias emociones. Sin buscar
culpables de ningún tipo. Cuando los niños conozcan cuáles son sus
disparadores emocionales será mucho más fácil que controlen sus
emociones.
3. Reconocer las emociones en la familia
El estado de ánimo y los sentimientos siempre van cambiando dentro de
un hogar. Las personas pueden sentir diversión, tristeza y un sinfín de
emociones dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, quizá un
domingo por la mañana la casa se puede sentir tranquila y relajada, se
puede comentar con los hijos. Una tarde de viernes llena de juegos se nota
la alegría en el ambiente. También por ejemplo, los días de fiesta el estado
de ánimo puede sentirse muy alto (casi a punto de explotar…) y se tiene
que llevar a los niños al parque para romper el patrón y que se relajen
jugando… Esto también es un buen ejemplo para poder hablar con los
niños y que entiendan sus emociones.
7 claves para mejorar el comportamiento de los
hijos en 7 días
Son muchos los padres que se quejan constantemente del
comportamiento de sus hijos, sin darse cuenta de que el primer paso y
más importante es mirar su propio comportamiento. Si un padre o una
madre reacciona mal ante el comportamiento negativo de sus hijos, sólo
estarán alimentando esa conducta aportando una atención que no es
adecuada a los pequeños. La calma, la paciencia, el cariño y la
persistencia son las claves para mejorar el comportamiento de los hijos.
Claves para mejorar el comportamiento
1. No reacciones negativamente
Si tu hijo se tira al suelo en mitad del supermercado ante una rabieta no
reacciones desmesuradamente ni tampoco te enfades, ¿de qué sirve que
te irrites? Lo mejor que puedes hacer es no reaccionar ante esa demanda de
atención negativa y dejarle claro lo que hay con calma. “Miguel, esas galletas
no la vamos a comprar”. Y desviar la atención: “Mira, ¿te gusta ese libro?
Puedes mirarlo hasta que acabemos la compra”. Si la conducta persiste
establecer consecuencias: “Miguel, ya sabes que esas galletas no las
vamos a comprar, si no quieres leer el cuento puedes escoger otra
actividad para esperar, pero si sigues llorando no podremos ir al parque
después de la compra porque se nos habrá hecho tarde”.
2. Sé positivo
Si cada mañana te levantas pensando que tus hijos se van a pelear o
que va a pasar algo malo, sucederá. Las profecías autocumplidas no son
un invento, realmente suceden. Si te levantas cada mañana pensando en
todo lo bueno que quieres que ocurra, lo atraerás. Esto ocurre también
con las etiquetas a los hijos, en lugar de centrarte en su mal comportamiento,
céntrate en todo lo bueno que hacen, ¡te sorprenderán!
3. Habla con tus hijos
Tus hijos necesitan entender las cosas y que hables con ellos. En lugar
de enfadarte si tardan en vestirse, puedes decirles algo como: “Daros
prisa que vamos a llegar tarde al médico, tenemos que salir en cinco
minutos”. Si les das a tus hijos información se darán cuenta de que sus
acciones también son importantes, sentirán responsabilidad y
responderán mejor a tus demandas.

4. Preocúpate primero por sus sentimientos


Cuando ocurre algo negativo, antes de reñir a tus hijos por su
comportamiento, es necesario que te preocupes por sus sentimientos y
saber qué ha ocurrido y por qué. Una vez que tengas esto claro, establece una
consecuencia clara y acordada con tu hijo… de este modo podrás saber cómo
está afectando a tu hijo y él sentirá la responsabilidad de buscar
consecuencias y cumplirlas en caso de que sea necesario (si por ejemplo
pega a su hermana, saber por qué ha ocurrido, cómo se siente y buscar
una consecuencia acorde como no ver la televisión antes de la cena).
5. Sé consistente
No permitas que tu estado de ánimo sea el que discipline a tus hijos. Si
un día no permites saltar en la cama a tus hijos porque es algo que no es
correcto, pero otro día estás tan cansado/a que te da igual y no quieres
discutir, tus hijos se sentirán confundidos. Establece normas claras con
consecuencias y aplícalas, dejando tu estado de ánimo a un lado. Tus hijos
te lo agradecerán.
6. Sé flexible
En muchas ocasiones los padres nos vemos obligados a ser flexibles
ante las normas y no pasa nada. Si estamos en casa de la abuela y no
es hora de ver la televisión pero es un momento distendido, ¿por qué no?
Si por la mañana tu hijo quiere ponerse un jersey azul en lugar del jersey
verde, ¿por qué no? Hay que saber escoger las batallas y ser flexible en
cada caso.
7. Déjales claro qué esperas de ellos en cada momento
Los niños necesitan saber qué se espera de ellos en cada momento, y
para ello si es necesario no dudes en realizar cuadros de responsabilidad
o de comportamiento. Los niños deben saber que deben recoger su
dormitorio o que no se salta en el sofá. Pero debes dejarles claro los
comportamientos que no son aceptados, siempre desde la calma, la
paciencia y el respeto.
Las rabietas también pueden ser positivas
Cuando tu hijo se enfada, se tira al suelo, patalea y no entiende razones,
es difícil ver algo positivo en su comportamiento. Las rabietas se
convierten en el caballo de batalla de los padres, que normalmente las
asumen como un mal propio de la edad que terminará pasando. Sin
embargo, lo cierto es que esas explosiones de ira matizadas de terquedad,
también tienen un lado positivo, siempre y cuando sean puntuales y no se
conviertan en un patrón de comportamiento. Si lo recuerdas cada vez
que tu hijo tenga una, es probable que te irrites menos e incluso le
saques provecho.
¿Por qué las rabietas no son tan negativas como
parece?
Contribuyen a liberar el estrés y la tensión
Las lágrimas actúan como una válvula de escape ya que contribuyen a liberar el
exceso de hormonas del estrés, como el cortisol. De hecho, se ha demostrado
que niveles elevados de cortisol pueden ser nocivos para los niños, sobre
todo para el desarrollo de su cerebro. Por tanto, cuando el pequeño tiene
una rabieta y llora, está liberando el estrés y la tensión acumuladas.
Le ayudan a aprender nuevas formas de hacer las cosas
La frustración es una de las principales causas de las rabietas infantiles, muchos
niños se enfadan cuando algo no sale según sus planes. En ese momento lloran y
gritan, pero cuando se calman, pueden retomar lo que estaban haciendo
y lograr su propósito. En esos casos, las rabietas actúan a nivel cerebral
como una especie de interruptor. Sirven para desconectar al niño del
patrón comportamental que le conducía al fracaso y le permiten
encontrar una nueva manera de hacer las cosas, mucho más eficaz.
Le permiten asimilar las negativas y las normas
Las rabietas también son oportunidades de aprendizaje. De hecho,
muchas se desencadenan como resultado de una negativa de los
padres. Los niños responden ante el “no” probando fuerzas para saber
hasta dónde pueden estirar los límites. Las rabietas son una oportunidad
para que aprendan que existen determinadas reglas que no se pueden
quebrantar, son una ocasión para que aprendan a seguir las normas y
desarrollen la tolerancia a la frustración, una capacidad esencial para la
vida.
Son una oportunidad para enseñar a reaccionar con
ecuanimidad
Si tu hijo ha tenido una rabieta, te habrás dado cuenta de que hablarle no
sirve de mucho. En ese momento el cerebro racional se desconecta y las
emociones toman el mando, por lo que lo mejor que puedes hacer es
sentarte a su lado y esperar a que amaine la tormenta. Verte a su lado,
con una actitud tranquila y serena, le ayudará a tu hijo a calmarse y le
enseñará cómo reaccionar ante las dificultades.
Son una ocasión para desarrollar la Inteligencia Emocional
Las rabietas suelen ser la expresión de una incapacidad para gestionar
las emociones a través de las palabras. El niño se siente frustrado,
enojado o desilusionado y lo expresa de manera física. Sin embargo, cada
rabieta puede convertirse en una oportunidad para que aprenda a
gestionar sus emociones de manera más madura si cuando acaba,
hablas sobre lo ocurrido y le enseñas a detectar las primeras señales
emocionales que le indican que se está acercando al punto de no
retorno. Puedes convertir las rabietas en un “problema” o aprovecharlas
para que tu hijo desarrolle su Inteligencia Emocional.
Pueden consolidar vuestro vínculo afectivo
Las rabietas no son agradables. Cuando el niño se comporta de esa
manera es porque se siente mal, y los padres tampoco disfrutan de ese
comportamiento. Sin embargo, si disciplinas con amor y le ayudas a
canalizar mejor esas emociones, estarás construyendo un vínculo afectivo
más profundo con tu hijo, que sentirá que tiene una red de seguridad que
le sostiene cuando el mundo parece ir mal.
Por qué un niño se vuelve violento
Muchos padres se preguntan por qué sus hijos son violentos, no
entienden cómo pueden tener tanta agresividad en su interior, pero la
respuesta está más cerca de lo que muchos padres imaginan. La
violencia entre algunos niños se ha vuelto tan frecuente que sus
padres tiene miedo incluso de ser atacados -o incluso temen por sus
propias vidas- por sus propios hijos. Los niños violentos también pueden
atacar a sus hermanos, romper cosas en casa e incluso torturar
animales. Pero antes de señalar a los niños como los máximos culpables
de su comportamiento, es importante que los padres entiendan las razones
por las que un niño es violento y de este modo, podrán ayudarle a detener
este comportamiento que también afecta emocionalmente a los niños y
adolescentes. Aprender por qué los niños se vuelven violentos también
podrá permitir que se evite que un niño se convierta en una persona
agresiva.
Los niños aprenden la violencia
Los niños no nacen violentos, aprenden a serlo. Pero la buena noticia es
que igual que aprenden sobre la violencia, también pueden
desaprenderlo. Los niños se vuelven violentos por diversas razones, pero
son algunos factores los que les hacen que los niños se vuelvan más violentos
que otros.
Algunos de estos factores son: la pobreza, ver violencia en televisión o
en videojuegos, estar alrededor de adultos que se comportan de forma
violenta o agresiva. Por ejemplo, un niño que sufre negligencia por parte
de un adulto será mucho más propenso a repetir conductas agresivas y a
ser una persona violenta. La exposición también a malos tratos aunque
sea como observador, también puede favorecer que se convierta en una
persona agresiva.

El entorno en el que crece


El entorno en el que un niño se desarrolla y crece también es muy
importante tenerlo presente. Si un niño crece un barrio con pandillas,
drogas e incluso con armas, será más propenso a volverse violento. Si
convive con un grupo de amigos que son violentos, también repetirá la
conducta para poder ser aceptado como parte integrante del grupo.
La televisión
La televisión ejerce una gran influencia en los niños porque en principio,
sienten que lo que sale por la pantalla está socialmente aceptado. En
este sentido, es necesario que los padres tengan ciertos valores a la hora
de exponer a sus hijos ante los diversos programas que pueden haber en
televisión y sobre todo, que sepan que no todos los programas son
adecuados para los niños.

Por lo tanto, la televisión también puede hacer que tu hijo se vuelva más
violento. Los niños pequeños no entienden la diferencia entre la realidad y la
fantasía, por lo que cuando ven la violencia en la televisión podrían tratar
de imitarlo. Por ejemplo, en ocasiones en la televisión los ‘buenos’ se
vuelven violentos para conseguir lo que quieren, por lo que los niños
pueden sentir este comportamiento como justificado.
Los niños que no son violentos
Los niños que no son violentos están alrededor de adultos, de miembros
de la familia y amigos que les valoran y que disfrutan del tiempo con
ellos. Los padres que son consistentes en la aplicación de normas de
comportamiento y disciplina ayudan a criar a los niños que son menos
propensos a volverse violentos. Los niños necesitan un sentido de
propósito y la creencia de que van a tener un futuro positivo, deben
entender que la educación y el buen hacer es la clave del éxito, y esto
sólo se aprende a través del ejemplo. Al mismo tiempo, los niños
necesitan tener cierta independencia, control y sentido en sus vidas. La
educación emocional, la empatía y la asertividad son claves para evitar la
violencia en la vida de los niños.
Seis fortalezas necesarias para evitar la violencia
Aunque en ocasiones no se puede saber bien por qué un niño es
violento, existen algunas fortalezas absolutamente necesarias en la vida
de los niños para evitar que se vuelva violento. Estas fortalezas son:
1. Vínculo emocional y apego con sus padres
2. La auto-regulación
3. La afiliación y sentimiento de pertenencia a un grupo
4. La conciencia
5. La tolerancia
6. El respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

No son las malas compañías sino la mala


educación la que “pierde” a los niños
Muchas personas suelen afirmar que los “hijos se pierden en la calle”, que
las malas compañías son la causa de sus malos comportamientos. Sin
duda, el grupo de amigos influye enormemente en los niños, sobre todo
cuando llegan a la adolescencia, pero normalmente ese proceso de
“pérdida” comienza mucho antes, bajo el techo del hogar y debido a la
educación recibida.
Padres demasiado ocupados, niños que crecen
sin rumbo
“Antes de enseñar a leer a un niño, enséñale qué es el amor y la verdad”, dijo
Gandhi. Desgraciadamente, en la actualidad muchos padres se
preocupan más por los resultados académicos de sus hijos, por
apuntarlos a las actividades extraescolares para darles un “buen futuro”,
que por pasar tiempo de calidad con ellos, estrechar los lazos afectivos y
transmitirles buenos valores.
Con este discurso no se pretende poner la responsabilidad
exclusivamente en los hombros de los padres ya que sabemos que es muy
difícil compatibilizar las demandas laborales y sociales con el rol de
progenitores, pero es importante reflexionar sobre la cuota de
responsabilidad que cada padre o madre tiene sobre el rumbo que toman
sus hijos.
De hecho, un estudio realizado hace poco en la Universidad de
Connecticut en el que se analizaron los datos de 36 investigaciones que
incluyeron a 10.000 padres y sus hijos e hijas, reveló que cuando los
progenitores asumían un estilo educativo frío y distante, esos niños y
niñas no solo se sentían rechazados, ansiosos e inseguros sino que
también eran más propensos a mostrar comportamientos agresivos y
hostiles.

Sin duda, la falta de atención, los castigos y la humillación, así como las
necesidades emocionales insatisfechas durante los primeros años de vida se
convierten en el caldo de cultivo ideal para que los niños, y más tarde los
adolescentes, busquen en la calle el apoyo y el vínculo afectivo que no
han recibido en casa.
Por otra parte, no debemos olvidar que los niños necesitan un modelo a
seguir, necesitan ser educados en ciertos valores. Si crecen sin recibir el
respeto de sus padres, pensarán que los demás tampoco merecen
respeto, por lo que serán más propensos a burlar las normas y meterse
en problemas. Cuando un niño tiene una autoestima sana y sabe que
merece el mismo respeto que le debe a los demás, es menos probable
que se deje influenciar por las malas ideas del grupo de amigos y
muestre comportamientos antisociales.

Por supuesto, siempre habrá excepciones. No es menos cierto que hay


niños que han crecido en familias disfuncionales y se convierten en adultos
equilibrados y asertivos mientras que otros se han educado en un
ambiente aparentemente ideal y, aún así, muestran conductas
inadecuadas.
La buena educación de hoy, evita males mayores
mañana
 Hazle saber a tu hijo que su opinión cuenta. Aunque sea pequeño, es
importante que se sienta escuchado y valorado. También debes hacerle
entender que debe respetar las opiniones y decisiones de los demás. De
esta forma estarás sentando las bases del respeto.
 Pon normas y hazlas cumplir. Un niño que crece sin normas no es feliz,
simplemente porque no sabe qué se espera de él y cómo orientar su
comportamiento. Por eso, es importante que los padres establezcan ciertas
normas que garanticen que todos los miembros del hogar se sientan a
gusto y se respetan.
 Educa con amor. Es posible disciplinar con amor, hazle entender a tu hijo
que estás castigando su comportamiento, no su persona. Es importante que
sepa que aunque se haya equivocado, le quieres igualmente.
 Dedícale tiempo de calidad. Durante los primeros años de vida los niños
desarrollan su patrón de apego, que después mostrarán en el resto de las
relaciones que establezcan a lo largo de su vida. Por eso, es importante
que le dediques tiempo, que le hagas sentir seguro y que te mantengas al
tanto de sus necesidades emocionales.
Guía para resolver conflictos en casa
El conflicto es algo normal en la vida de todas las familias y de todos los
niños del mundo. Los niños suelen tener necesidades y deseos, o quizá
los hermanos quieren lo mismo cuando sólo hay algo para uno solo…
algo que puede conducir muy fácilmente a un conflicto. Los padres
suelen escuchar quejas continuamente de los pequeños porque es
la forma más común en la que los niños responden a los
conflictos (entre rabietas, gritos e incluso a veces golpes… o también
evitando el problema) cuando no son capaces de resolverlos. Cuando un
conflicto no se gestiona bien puede tener un impacto tremendamente
negativo en las relaciones de los niños, en su autoestima, en sus
habilidades sociales e incluso, en su aprendizaje. Por este motivo es
necesario que los padres enseñen a los niños a manejar el conflicto de
una forma efectiva, donde puedan conocer habilidades para resolverlos y
para llevarse bien con los demás. Los niños serán más felices, tendrán
mejores amistades y serán mejores estudiantes en la escuela cuando saben
manejar los conflictos con los demás y sentirse bien con ellos mismos.
¿Cómo responder a los conflictos?
Los niños, como te he comentado antes, tienen diferentes necesidades y
preferencias y experimentan el conflicto con los demás de diferentes
formas. Muchos niños piensan y sienten el conflicto como una competencia
que sólo puede ser acabado por un ganador o un perdedor…
desafortunadamente también son muchos los adultos que piensan así.
Pensar en un conflicto como el que gana y el que pierde es crear un
comportamiento para intentar dominar a la otra persona, los niños que
piensan que no pueden ganar aprenderán a evitar el conflicto, esto no es
efectivo para resolver conflictos. En una resolución acertada de
conflictos, siempre hay que buscar la mejor opción para que todas las
partes salgan lo menos dañadas posible.
Cuando los niños quieren ganar suelen usar la fuerza, otros intentarán
detener el conflicto y otros, evitarán la situación por completo… pero en
todas las formas los niños saldrán perjudicados emocionalmente de un
modo u otro porque estarán gestionando mal el conflicto. Es posible
responder al conflicto de forma positiva buscando un resultado justo para
todos. En lugar de ver visto como una competencia donde uno gana y
otro pierde, es necesario hacer que los niños perciban el conflicto como
una oportunidad para construir relaciones más sanas y respetuosas con
los demás, comprendiendo la perspectiva de los demás con empatía.
Habilidades necesarias para resolver conflictos
Lo primero que se debe tener presente es tener el enfoque de ganar-
ganar, donde los niños y los adultos deberán buscar juntos soluciones
creativas donde todo el mundo pueda salir bien parado. Una resolución
efectiva pasa por conseguir que los niños puedan tener unas buenas
habilidades sociales y emociones, por eso tendrán que saber manejar los
sentimientos, la compresión de los demás, una buena comunicación y una
toma de decisiones… y para eso necesitan orientación, práctica y
madurez.
Pasos para guiar a los niños en la resolución de
conflictos
1. Enseñar a los niños a ganar – ganar, donde todos ganan y no deben
perder. Para ello hay que escuchar el punto de vista de los demás y buscar
las formas de resolver el problema donde todos estén de acuerdo.
2. Ayudar a los niños a identificar sus necesidades y las emociones que
están sintiendo en cada momento, sin juzgar a los demás.
3. Poner palabras a sus emociones, a las emociones de los demás y a los
sentimientos que experimentan.
4. Ayudar a los niños a ser capaces de escuchar a la otra persona y a
entenderle, así se buscarán mejor las soluciones para todos. Los niños
tienen que entender que tú quieres lo mejor para todos y por eso
escucharás todas las versiones.
5. Llegados a este punto es necesario ayudar a los niños a resolver el
problema y a buscar las soluciones de forma creativa. Que sean capaces
de pensar opciones sin juzgar al otro ni a ellos mismos.
6. Construir la solución todos juntos y ponerla en acción. Ver cómo
funciona y valorar los resultados con los niños.
5 consejos para que los niños respeten a sus
padres
Hace décadas, muchos niños temían a sus padres. Entonces se pensaba
que inculcar el miedo era la forma correcta de educar, para lograr que los
niños fueran obedientes. Hoy sabemos que la crianza nada tiene que
ver con el temor sino que está ligada indisolublemente al respeto.

De hecho, el respeto es un valor fundamental alrededor del cual debe


girar la educación infantil. Los padres deben respetar a sus hijos y los
pequeños deben aprender a respetar tanto a los mayores como a sus
coetáneos. El respeto es la base de la tolerancia y la flexibilidad, de la
empatía y la comprensión.
Ser respetuoso implica comprender que no somos el centro del universo
y que las personas que nos rodean también son merecedoras de
atención y cuidados. De hecho, el respeto es un concepto muy amplio que
también se extiende a los animales y la naturaleza en sentido general.
¿Cómo enseñar a los niños el valor del respeto?
1. Sé un buen ejemplo
No podemos esperar que los niños muestren respeto por los demás si
nosotros mismos no nos comportamos de forma respetuosa con los
otros. Después de todo, recuerda que los padres son el primer modelo de
conducta que los niños imitan. También es importante que, a medida que
crezca, respetes sus pertenencias y decisiones. Jamás trates a tus hijos
de forma irrespetuosa. Recuerda que los gritos y los ataques verbales
también son una forma de falta de respeto. No intentes imponer tus
puntos de vista, dialoga.
2. Ponle coto inmediatamente a la falta de respeto
En muchas ocasiones los niños se comportan de forma poco respetuosa solo
para probar fuerzas con sus padres, sobre todo a partir de los tres años,
cuando se afianza su identidad. En ese caso, es conveniente que atajes
ese tipo de comportamientos apenas aparecen ya que si haces de la
vista gorda, más tarde te resultará más difícil eliminarlos. Por ejemplo,
puedes decirle: “No nos hablamos de esa forma en familia. Discúlpate por tus
palabras”. De hecho, puedes aprovechar ese momento para dar un buen
ejemplo y, en vez de enfadarte, mantener el control y dirigirte a tu hijo con
respeto.
3. Cuenta con el apoyo de tu pareja
Una de las peores cosas que puede ocurrir en la educación infantil es la
inconsistencia porque el niño se da cuenta inmediatamente que los
padres no están en la misma sintonía. El pequeño comprende que uno es
demasiado severo y el otro muy permisivo, por lo que intentará aprovechar
ese desacuerdo a su favor. Sin embargo, para educar en el respeto es
imprescindible que ambos padres estén en la misma longitud de onda.
Siéntate a hablar con tu pareja y perfilen una lista de los
comportamientos que no están permitidos en casa y las consecuencias
que puede acarrear romper esas normas.
4. Enséñale las normas básicas de educación
Quizá puede parecer anticuado pero un niño que ha sido educado en los
modales básicos, es un niño respetuoso. Enséñale a saludar cuando
llega a un sitio y a despedirse cuando se va. Explícale la importancia de
decir “por favor”, “gracias” y “perdón”. A la vez, asegúrate de usar estas
palabras a menudo, incluso cuando te diriges a él. Las normas de
educación no se aplican solo a los extraños, también son una muestra de
respeto y cariño en la familia.
5. Explícale las consecuencias de sus actos
Los niños, sobre todo cuando son pequeños, no son plenamente
conscientes de las consecuencias que tienen sus actos. Esto se debe a
que no siempre son capaces de conectar su comportamiento con las
reacciones que estos provocan. Por eso, es importante que le expliques
que sus conductas y palabras tienen consecuencias, tanto para él como
para quienes le rodean. Por ejemplo, si ha dicho algo irrespetuoso, puedes
explicarle cómo se ha debido sentir esa persona debido a sus palabras.
La mejor vacuna social contra la intolerancia:
la empatía
En la actualidad, los niños están creciendo en una sociedad individualista
y donde en el comportamiento infantil predomina: los comentarios
dañinos, el egoísmo, la manipulación, la mentira y la agresión. Estos
comportamientos son normales en niños de 4 a 6 años, por la etapa que
están atravesando y será después, cuando la empatía comienza a
aparecer siempre y cuando, los adultos sean quienes guíen a los
pequeños en el camino de las emociones. La empatía
La empatía es un sentimiento abstracto que para los niños puede resultar
muy complejo puesto que requiere de ciertos comportamientos para
entender las propias emociones y las de los demás. Resulta
imprescindible centrarse en el lenguaje verbal y corporal para evitar
realizar comentarios que puedan herir a otros. Es necesario que los niños
aprendan a ser amables desde la más tierna infancia.
Se puede comenzar desde cuentos y películas para que empiecen a entender
la naturaleza humana. Las mascotas, además de ser uno más de la
familia, ayudan a que los niños aprendan el valor del cuidado y también
les enseñan la responsabilidad y el entendimiento de las necesidades de
otro ser que no son ellos mismos.
El ejemplo es el mejor maestro
Como siempre, el ejemplo es el mejor maestro en la vida de los niños.
Conectar padres e hijos hará que el camino hacia la empatía sea más
llevadero aunque en ocasiones pueda parecer complicado. Cuando la
empatía no se trabaja en casa crecerán pequeños tiranos que se convertirán
en grandes maltratadores… y esto ocurre cuando en la crianza no existen
normas o éstas son demasiado rígidas.
Si no existe el ejemplo de la empatía en casa ni unos padres que se
preocupen de que sus hijos la desarrollen, aparecerán conductas
impulsivas, dificultades sociales, problemas de autocontrol, baja
tolerancia a la frustración y conductas agresivas y manipuladoras. Es
necesario que los padres entiendan la importancia de esforzarse en
trabajar la empatía desde el hogar y sean el mejor ejemplo de los niños.
Si los niños solo ven cómo sus padres se pelean, cómo tratan mal a los
demás, etc… la empatía se desvanece como un castillo de arena
sacudido por un fuerte viento. No puede existir empatía si no se
trabajan los valores humanos o la ética. Para que exista empatía primero
hay que educar en que los niños sean capaces de compartir, entender y
comprender lo que los demás pueden estar sintiendo en un momento
determinado.
Vacuna contra la intolerancia
En esta sociedad individualista solo se ven cada día actos crueles que
unas personas hacen contra otras. La empatía es una vacuna contra la
intolerancia pero no hay que tener prisa en “vacunar” a los niños, puesto
que es un proceso natural que deben aceptar. Por ejemplo, un
voluntariado en una ONG puede ser algo loable pero los niños no tienen
por qué participar… esto no es educativo, simplemente son experiencias.
La empatía, la capacidad de comprender los propios sentimientos y los
ajenos, no es algo que se pueda ni que se deba forzar. Tu hijo no será
mejor persona por ver las desgracias de otras personas… No consiste en
ocultar que en el mundo pasan cosas malas pero no es necesario
exponer a los niños a situaciones extremas, podrían aparecer miedos
innecesarios.
Para trabajar la empatía es importante entender al otro, pero siempre sin
perder de vista nuestros propios límites. Se debe encontrar el equilibrio
para entender a los demás sin sufrir nosotros demasiado. Si se sufre
demasiado por los demás puede aparecer ansiedad y depresión
por cosas que no se pueden cambiar realmente y un sentimiento de culpa
irracional y desproporcionado.
¿Hay que obligar a los niños a saludar a los
demás?
Muchos padres tienen la costumbre de obligar a sus hijos a
saludar cuando llegan a un sitio o cuando reciben visita en la casa.
Normalmente lo hacen con el objetivo de que los pequeños aprendan las
reglas de la educación formal, y también porque tienen miedo de que esa
persona se sienta ofendida. Sin embargo, ¿realmente debemos obligar a
los niños a saludar?

¿Por qué les obligamos a saludar?


Muchos padres obligan a sus hijos a saludar simplemente porque están
repitiendo un patrón que aprendieron en su niñez, cuando a ellos mismos
les obligaban a saludar a los demás. Ese acto mecánico no les permite
reflexionar sobre las profundas implicaciones que tiene su actitud ya
que solo se limitan a seguir el orden autoritario que han aprendido. Sin
embargo, obligar a los pequeños a saludar implica someterlos a los
deseos de los demás, por lo que en realidad esta conducta se aleja
mucho de los valores de respeto que intentamos inculcarles.
Por otra parte, los padres deberían preguntarse por qué sienten esa
obligación. ¿Acaso lo hacemos porque queremos que los demás piensen
que hemos sabido educar correctamente a nuestros hijos? ¿Nos
preocupa que esa persona se sienta ofendida por la negativa del niño?
¿Nos interesa más lo que esa persona pueda pensar de nosotros como
padres que lo que siente o desea nuestro hijo? ¿Queremos que nuestro
hijo siga a rajatabla nuestras órdenes o queremos educar a una persona
autónoma con iniciativa y capacidad de decisión?

Los niños saludan desde el corazón


Los adultos solemos saludar por educación, los niños saludan desde el
corazón. Y se trata de una diferencia abismal. Los niños suelen ser
espontáneos y muestran sus emociones sin tapujos, por lo que cuando
se alegran de ver a una persona o esta les resulta simpática, les saldrá
natural saludarla o incluso echarse a correr y abrazarla.
Al contrario, si se trata de un desconocido o de una persona que no
se ha ganado su simpatía, es normal que los niños no se muestren
tan entusiastas. Sin embargo, al obligarles a saludar le estamos
transmitiendo un mensaje claro: tus sentimientos no importan, debes
priorizar los convencionalismos sociales. Desde el punto de vista de su
desarrollo emocional, no se trata precisamente de una buena lección. En
otros casos, los niños no saludan simplemente porque son tímidos. No se
trata de falta de respeto sino de inhibición. Y obligarles a hacer algo que
no les place y va en contra de su naturaleza puede acentuar aún más
esa timidez provocando una profunda sensación de incomodidad que
genera inseguridad.
A esto se le suma que normalmente los padres realizan juicios de valor
sobre el acto de no saludar y catalogan al niño como “mal educado”. De
esta forma el mensaje que se le transmite al pequeño es que, para ser
amado y aceptado por sus padres, necesita someterse a sus reglas, ocultando
sus sentimientos. Como resultado, ese niño perderá el contacto con su
esencia y se convertirá en un adulto que reprime sus emociones porque
ha aprendido que estas no son aceptadas. Sin duda, utilizar las
expresiones de amor como moneda de cambio para lograr la aceptación
es un gran error que los padres no deberían cometer.
Enseñar a saludar
Esto no significa que los niños no deban saludar. De hecho, se trata de una
bonita norma de cortesía que predispone positivamente a las personas y
genera una buena impresión. Los padres deben enseñarles a sus
pequeños a saludar, pero no presionarles a dar un beso o un abrazo si no les
apetece.
El saludo, al igual que muchos otros temas en la educación infantil, debe
ser acordado con los pequeños. No se trata de imponerlo sino de
explicarles su importancia. Si al niño no le apetece dar un beso o un
abrazo, un simple hola o un apretón de manos bastarán. Lo normal es
que con el paso del tiempo los niños acaben saludando igual que los
adultos, así que no es necesario presionarles.
Consejos para poner límites a los niños con
Disciplina Positiva
Para poner límites a los niños a través de la disciplina positiva se
comienza con el comportamiento del adulto. Un buen ajuste del límite, la
comunicación clara de los límites, es un buen comienzo. Los adultos
deben incluir en su enseñanza el comportamiento más apropiado, dando
señales para el nuevo comportamiento, dando opciones a elegir a los
niños y apoyando en el nuevo y apropiado comportamiento. La
orientación positiva y la disciplina también incluyen cambiar algo acerca de
una situación, haciendo caso omiso a la conducta cuando es apropiado
hacerlo. Una orientación y una disciplina positiva sigue un buen camino
cuando los adultos administran la disciplina con estrategias positivas
como por ejemplo:
 Redirección con actitud positiva

 Escucha activa
 Resolución de conflictos
 Reconocer y tratar las emociones fuertes
 Reconocer las señales de estrés o ansiedad
 Evitar la sobreestimulación
 Enseñar técnicas de relajación
Es muy importante ayudar a los niños a preservar su dignidad en la
disciplina positiva mientras aprende un buen comportamiento. El desarrollo
de unos límites razonables se centra en las cosas más importantes,
indicando la eficacia de los límites, ayudando a los niños a aceptar los
límites y comunicándolos a los demás. También es fundamental
revisarlos periódicamente siendo flexibles ante diferentes las situaciones.
Cuándo son importantes los límites
Los límites son importantes siempre pero sobre todo cuando se trata de
seguridad para ti y para los demás, esto no es negociable. Tratar a los
demás con respeto es importante y tratar las propias necesidades sin atacar
a nadie más también lo es. Las demás reglas pueden cambiar con el
tiempo y se tendrá que aprender a tratar sus propios conflictos y
necesidades para poder estar bien con él mismo y con su entorno.
Los padres deben crear y establecer límites necesarios, dejando de lado
a los innecesarios. Sólo debes asegurarte de que tienes una buena
conexión con tu hijo para que puedas establecer los límites con empatía y
asertividad, y si tu hijo puede sentir esto, los límites no serán un
problema en la educación de tus hijos.
Límites razonables en las cosas importantes
Los adultos influyen en los niños mostrando sus expectativas para
conseguir un comportamiento deseado y ayudar a los pequeños a
entender que hay límites que deben cumplir. Es necesario entender la
importancia de los límites apropiados en las relaciones entre los adultos y los
niños. 
Es imprescindible abogar por una comunicación positiva para poder
comunicar claramente los límites, que deberán tener sentido para los
niños y además, deberán sentir que son ellos los que tienen el control
sobre la decisión de acción de esos límites establecidos por los adultos -
a través de las opciones-. Los límites deben establecerse hacia las cosas
importantes y no triviales, como por ejemplo la salud física y emocional
de los niños y adultos, así como la seguridad. De este modo se fomenta
el auto-control sano, teniendo en cuenta también sus emociones, sus
sentimientos y cómo se siente el niño/a en cada momento.
Consideraciones de la disciplina positiva para
establecer límites
 La disciplina positiva se basa en el respeto mutuo.
 El propósito de la disciplina positiva es ayudar a los niños a organizar,
internalizar las reglas y adquirir pautas de comportamiento adecuadas
teniendo en cuenta sus necesidades, sus inquietudes y sus intereses.
 Los temperamentos de los niños y de los padres, en particular en el
contexto del medio sociocultural, requiere flexibilidad. Los niños con
Necesidades Educativas Especiales o con retraso en el desarrollo
requieren ajustes adicionales y resolución de problemas.
 La disciplina positiva no infunde vergüenza, ni culpa negativa, ni una
sensación de abandono o pérdida de confianza. En su lugar, infunde una
sensación de mayor confianza y fortaleza entre el niño y sus padres.
 Evitar la confrontación siempre que sea posible ofreciendo
sugerencias y opciones (pocas y ajustadas al momento) adecuadas así
como el conocimiento de las consecuencias naturales y pactadas ante
determinados comportamientos.
Cómo decir NO a los niños sin decirlo
Los niños necesitan normas y límites para sentirse seguros y son los
padres los responsables de conseguirlo. En la actualidad, muchos padres
se sienten sobrepasados a la hora de educar a sus hijos y en muchas
ocasiones abusan de la palabra ‘NO’ en su vocabulario. Cuando los
padres utilizan demasiado esta palabra en el momento en que se
dirigen a sus hijos, solo conseguirán que los pequeños dejen de
El uso y la
escucharla, y lo peor, de darle sentido.
importancia del NO en la vida de los niños
Esto puede generar frustraciones en los padres, quizá sientan que no
están haciendo las cosas bien y en ocasiones cuando esto ocurre y
creen que sus hijos no les escuchan, empiezan los gritos y los malos
modos. No hace falta llegar a eso en absoluto. Lo primero que los padres
deben tener en cuenta es que si sus hijos no responden a sus ‘NO’ es
porque los han utilizado tanto, que ya han dejado de tener sentido para
ellos. La palabra ‘NO’, solo hay que utilizarla para momentos
concretos, situaciones puntuales donde exista peligro real para el niño
como si se asoma a una ventana, si se suelta de la mano en mitad de la
calle, etc.
Si realmente quieres que tu hijo te escuche y sepa cuáles son las normas
y los límites que existen en vuestra vida diaria, entonces, es muy
importante que aprendas a decir NO sin decirlo, pero, ¡ojo! Recuerda que
el NO es necesario en la educación de los niños, ya que en ocasiones decir
‘no’ como negativa es importante para que aprendan a tolerar la
frustración y a empatizar con los sentimientos de los demás.
Con esto queremos decir que usarlo de forma indiscriminada no tiene
sentido, que es mejor utilizarlo para momentos reales de peligro. Pero
que el ‘no’, como negativa también es importante utilizarlo de vez en
cuando para que los niños aprendan que es una palabra que se utiliza y
que también deberán aprender a tolerar y a saber utilizar en momentos
puntuales de su vida. Ellos también deben aprender a decir ‘no’ cuando
sea necesario en su vida. Por ejemplo, si a un niño se le enseña a decir que
‘no’ en momentos adecuados, cuando sea adolescente podrá decir que no
de forma asertiva a su grupo de iguales cuando no quiera realizar una
actividad en concreto.
Cómo decir NO sin decirlo
Pero para no abusar del NO es importante aprender a decirlo sin decirlo
y además, utilizar la asertividad sin que sea necesario ser demasiado
negativo en las conversaciones que mantenemos con los hijos. Es
importante que los pequeños sientan que les comprendemos, que sus
emociones son lo más importante y que además, tienen cierto control en
sus acciones. Así podrán ser responsables de lo que hacen y además,
evitarás un conflicto innecesario y unas rabietas que no ayudarán a tener un
hogar equilibrado. Algunos consejos son:
 Dales alternativas y opciones positivas

 Redireccionar su atención hacia otro tema


 Darles explicaciones simples
 Tener palabras clave en ciertas situaciones para reconducir la acción
7 ideas para decir que NO pero sin decirlo
 No comas más helado: Sé que te encanta comer helado, pero comer en
exceso te puede hacer daño en la barriga
 No juegues con la comida: Sé que te encanta jugar pero la comida es
para comerla, para jugar tienes los juguetes
 No tires los juguetes al suelo: Si te has cansado de jugar, vamos a
recogerlos juntos
 Así no se juega: Ven cariño, te voy a enseñar a como jugar 
 No le hagas daño al perro: Al perro le gustan las caricias, ven que te
enseñe a acariciarle suave como le gusta
 No se pega: Si algo te molesta, vamos a utilizar las palabras para
expresar cómo te sientes
 No grites: Si te quejas así me cuesta entender qué quieres, dime lo que te
ocurre con voz normal y busquemos una solución juntos
Imprime las ideas para decir NO de forma asertiva
y con empatía

El síndrome del niño hiperregalado


No hace mucho presencié un cumpleaños donde un niño sólo quería más
y más regalos y los que no le gustaban simplemente los despreciaba. Era
una situación triste pero que lamentablemente se repite con demasiada
frecuencia. Quizá pienses que la culpa es la educación que los padres le
han dado y que los niños deben apreciar las cosas que les regalan
porque no importa el regalo sino el detalle, y en parte estás en lo cierto.
Pero más concretamente es algo característico de los niños
hiperregalados, es decir, de esos niños que tienen mucho más de lo
que realmente necesitan. Qué es el síndrome del niño
hiperregalado
Un niño hiperregalado es un niño al que colman de juguetes y regalos
(en Navidad, su cumpleaños o cualquier otra fecha significativa) y por ello
le falta la concentración para poder fijarse en todos y disfrutarlos. Y lo
peor, carece de imaginación para jugar con los juguetes que otras personas
le han regalado con todas sus buenas intenciones. Estas buenas
intenciones caerán en un saco roto porque un niño hiperregalado no
valorará el esfuerzo que ha hecho otra persona por hacerle un regalo, ni
tampoco valorará el regalo.
Los niños esperan muchos regalos por culpa del consumismo que la
sociedad nos intenta inculcar desde el momento en que nacemos. Un
consumismo desmesurado que se debe frenar cuanto antes.

El sentimiento de culpabilidad de los padres


En ocasiones, los padres se sienten culpables porque la sociedad en la
que vivimos no les permite pasar el tiempo que realmente quisieran con
sus hijos y al no prestarles atención, intentan suplir esa carencia con
regalos pensando que así serán más felices. Pero no es así. Los niños no
necesitan regalos para ser más felices, ellos necesitan ser felices a largo
plazo y para conseguirlo, necesitarán tiempo de calidad con sus padres,
abuelos y hermanos.
Es habitual que algunos padres sientan cierto malestar en el estómago al
descubrir este síndrome, al darse cuenta de que quizá sus hijos también
sufren éste síndrome. Si esto te ocurre a ti, debes saber que siempre se
está a tiempo de rectificar y hacer las cosas mejor para que los niños
empiecen a apreciar lo que tienen y no lo que les falta.
Los juguetes no lo son todo
Los padres sólo quieren la felicidad de sus hijos, y ante tantos
quehaceres diarios no se dan cuenta de que cambian su cariño por
objetos. Les dicen a sus hijos que tienen que trabajar muchas horas para
poder pagar las facturas, la casa y todos los juguetes caros que les
hacen tan “felices” ante sus amigos del cole. Pero la realidad es que los
niños lo que necesitan son menos juguetes y más tiempo con sus
padres, pasar tiempo de calidad. Si puedes trabajar un poco menos
aunque tu salario sea algo inferior, pero es suficiente pagar todas tus
facturas y no gastar tanto en juguetes y sí en tiempo de calidad con tus
hijos… notaréis todos la diferencia.
Consecuencias en el niño hiperregalado
Los niños hiperregalados serán niños que se convertirán en adultos
materialistas que se dejarán llevar por el consumismo. Serán niños con
baja tolerancia a la frustración porque siempre habrán tenido regalos y
recompensas materiales sin habérselo ganado. No sabrán valorar lo que
tienen porque no entenderán la teoría del esfuerzo. Juzgarán a las
personas por el precio de las cosas que tienen… y no tendrán en cuenta
que un regalo tiene más valor emocional y afectivo que económico.
No se contentarán con nada, nunca estarán satisfechos y sólo querrán
más y más, teniendo un gran vacío emocional e interno imposible de
llenar. Hay que dejar de enseñar a los niños que no pueden estar con su
padre o su madre tanto como necesitan porque éstos tienen que ganar
mucho dinero… pero que en su lugar pueden tener más bienes
materiales. No. No necesitan eso. Necesitan la presencia de sus padres y
momentos de felicidad a su lado. Quizá no se pueda tanto como
quisiéramos, pero que al menos sientan que se intenta.
Llorar es bueno para la felicidad de los niños
Cuando los niños nacen lloran para comunicarnos que sus necesidades
básicas deben ser atendidas, a medida que crecen lloran cuando tienen
rabietas porque no saben expresar en palabras lo que sienten y al
pasar de los años debemos aprender que llorar, es una necesidad básica
que todos debemos respetar y tener, puesto que es bueno para la
felicidad de los niños (y de los adultos). En ocasiones, los padres no
soportan el ruido estridente del lloro de los bebés o de los niños, y
aunque no es por ellos exactamente, a veces se lo toman como algo
personal y responden ante este llanto de forma negativa, vetando la
oportunidad de los niños de expresar sus sentimientos y de poder
comunicarse con sus padres, de la forma en la que saben. Pensarán que
llorar es algo malo y a medida que vayan creciendo, enterrarán las
emociones negativas que requieren del llanto para poder expresarlas
causando comportamientos poco saludables como la ira o la rabia.
Llorar es bueno para la salud
Llorar es bueno para la salud y tanto adultos como niños deberían
aprovechar este recurso humano para poder equilibrar las emociones
que en ocasiones podemos sentir que desbordan. Con el llanto se pueden
liberar emociones que están enterradas para poder ver las cosas desde otra
perspectiva.
Desde que los niños son pequeños se les enseña de forma errónea que
llorar es de débiles y por eso a medida que crecen los niños con llantos
reprimidos empezarán a tener conductas negativas y poco saludables. El
llanto es beneficioso para todas las personas de cualquier edad, y cuando
hay llanto hay una emoción que debe ser descubierta para poder
entenderla. Las emociones nos hablan y el llanto es un indicador que no
debemos ignorar, por este motivo es necesario que los padres nunca
digan a un niño que no llore cuando desee hacerlo.
La risa está aceptada porque nos hace sentir bien a los demás, pero el
llanto también debe ser aceptado porque nos avisa a los padres que
debemos fijarnos más. El llanto nos permite desahogar nuestro interior,
apreciar las cosas buenas, nos permite tolerar frustraciones y entender los
sentimientos de los demás.
Se cura el malestar a través del llanto
El llanto es un proceso fisiológico natural para aliviar el estrés y es bueno
para todos nosotros. Cuando los padres se dan cuenta de que el llanto
ayuda a los niños a curar su malestar, puede ser más fácil estar con un niño
que está llorando. Las lágrimas se componen de las hormonas del estrés
y lo que se hace es echar ese estrés fuera del organismo, por lo que es
algo muy bueno para un niño (y un adulto) para encontrar el equilibrio
interno.
Se expresan sentimientos
Las lágrimas son nuestros sentimientos saliendo de nuestro organismo,
alegría, tristeza, rabia, impotencia… todos se pueden manifestar a través
del llanto. Los sentimientos y las experiencias se pueden expresar a
través del llanto y así se da la oportunidad a la persona de expresarse,
se puede decir lo que está pasando y se solucionan los bloqueos
emocionales y las dificultades. Las lágrimas nos ayudan a depurar el alma
y se debe respetar como un proceso natural a cualquier edad, por eso no
hay que vetar el llanto en los niños nunca.
Es una llamada de apoyo y ayuda
El llanto también puede ser una llamada de apoyo y ayuda que a
menudo, para que otros puedan acercarse y ser amables con ellos. Al
estar cerca de un niño que está llorando, se le ofrece un gran apoyo
emocional, algo que necesita sentir de sus padres o cuidadores para
poder regresar al equilibrio y sentirse bien. A medida que los niños crecen
empezarán a experimentar la empatía y la asertividad con la educación
emocional y serán capaces de reaccionar cuando otras personas
también reaccionen.
Enseñar a los niños habilidades para resolver
los problemas
Los niños necesitan aprender a resolver problemas por sí mismos. La
resolución de problemas es una de las habilidades para la vida más
importantes que los padres deben enseñar a sus hijos. Empezar a
ayudar a los niños a aprender habilidades para resolver los
problemas cuando son pequeños y seguir con ellos a medida que
crecen, es importante para que resuelvan sus problemas y que aprendan
a tomar decisiones saludables para sí mismos. Sin embargo, hay muchos
adultos que no están seguros exactamente de cómo debería resolver sus
propios problemas. Para la mayoría de los adultos, es algo que hacemos
sin tan siquiera pensar en el proceso que utilizamos, pero es útil enseñar
a los niños estrategias formales para resolver sus problemas.

Por qué los niños necesitan resolver los


problemas
Los niños se enfrentan a muchos problemas todos los días. Los
problemas van desde dificultades académicas, problemas con sus
iguales, dificultades en las actividades extraescolares, etc. Cuando los
niños aprenden habilidades para resolver estos problemas, podrán confiar
en su capacidad para tomar buenas decisiones por sí mismos.
Cuando los niños carecen de habilidades para resolver los problemas
pueden evitar hacer cualquier cosa para tratar de resolver este problema.
Por ejemplo, si un niño está siendo molestado por sus compañeros y no
está seguro de cómo responder ante esta situación, no sabrá cómo
hacerle frente generándole sentimientos negativos e incluso que empiece
a padecer problemas de salud física -asociados a los problemas
emocionales-.

Otros niños carecen de habilidades para resolver problemas e incluso


pueden no darse cuenta de esto. Estos niños pueden reaccionar de forma
impulsiva, sin pensar en las opciones. Por ejemplo, si a un niño le quitan
un juguete puede golpear al otro niño pensando que es la única manera
de solucionar los problemas y conseguir el juguete de nuevo. Es
importante ayudar a los niños a aprender cómo identificar sus opciones y
de éste modo asegurarnos de que conocen las opciones más saludables
para tomarlas por ellos mismos.
Cómo enseñar a los niños para evaluar los
problemas
Es muy importante que se hable con los hijos para identificar el
problema. Una vez que los niños identifican el problema, se deberá
desarrollar varias soluciones posibles antes de saltar a la acción. Se
puede considerar una lluvia de ideas para tratar por lo menos cuatro
maneras posibles para resolver el problema. Después, será necesario
discutir los pros y los contras en cada enfoque. Es importante que los niños
aprendan a reconocer las posibles consecuencias positivas y negativas
en el comportamiento.
Una vez que el niño reconoce varias opciones posibles y las
consecuencias de cada uno, podrá decidir la opción que es mejor.
Enseñar a los niños a que escojan una acción ante un problema y no lo
resuelve, se deberá buscar otra solución. Es muy importante animar a los
niños a tratar de resolver sus problemas hasta que haya desaparecido.

Cómo resolver los problemas


Es necesario también ser un buen modelo a seguir en las habilidades
para resolver los problemas. Ayudar a los niños a aprender qué hacer
ante situaciones de la vida real. Por ejemplo, si recibes una nota negativa
de la maestra indicándote que no está haciendo bien las matemáticas, no
le quites todos su privilegios de forma inmediata. En su lugar, es necesario
que te sientes con él para discutir el asunto con estrategias de resolución de
problemas. Tu hijo puede tener un montón de buenas ideas acerca de lo
que tiene que hacer o cómo hacer frente a la situación de forma
adecuada.
Trabaja con tu hijo codo con codo para llegar a un acuerdo mutuo sobre
las soluciones. Proporciona muchos elogios cuando el niño sea capaz de
encontrar la solución de un problema. También es importante discutir el
progreso, y hacer hincapié en el problema para ver si es necesario hacer
algún cambio para la resolución de conflictos.

Enseña a tus hijos que en medio de la


dificultad reside la oportunidad
La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad sin
derrumbarse y salir fortalecidos de las situaciones más
difíciles. Obviamente, se trata de una capacidad muy importante ya que
a lo largo de la vida tendremos que enfrentar numerosos problemas y
debemos aprender a sobreponernos. Afortunadamente, no nacemos
siendo resilientes, es una capacidad que se desarrolla. Por tanto, puedes
¿Cómo
enseñarle a tu hijo a reaccionar de manera resiliente.
potenciar la resiliencia desde una edad
temprana?
1. Satisface sus necesidades
El apego seguro es básico para la resiliencia. Si los padres están
disponibles emocionalmente y satisfacen las necesidades de su hijo
desde pequeño, ese niño se sentirá seguro y aprenderá a expresar sus
emociones de manera asertiva. Como resultado, no creerá que el mundo es
un lugar inseguro y hostil sino que desarrollará una perspectiva más
optimista que le ayudará a centrarse en los aspectos positivos de los
problemas. Cuando la familia es una fuente de apoyo emocional, el niño
tendrá la base que necesita para desarrollar una actitud resiliente.
2. Enséñale a pedir ayuda
Pedir ayuda no es una señal de debilidad sino de inteligencia. Una
investigación publicada en la revista Psicoanálisis APdeBA realizada con
niños que vivieron la guerra en Bosnia reveló que los pequeños más
resilientes fueron precisamente quienes tenían más habilidades para
pedir ayuda. Esto nos demuestra que nadie es una isla completa en sí mismo y
que en ocasiones para lidiar con la tormenta, lo mejor es apoyarse en los demás.
3. Estimula su independencia y autonomía
Para desarrollar una actitud resiliente es importante que el niño se
enfrente a sus propios problemas y se plantee nuevos retos. No se trata
de agobiarle ni de ponerle frente a situaciones con las cuales no puede
lidiar, pero los padres deben ir potenciando poco a poco la autonomía e
independencia infantil, de manera que los peques desarrollen sus propias
habilidades y estrategias para afrontar las dificultades.
4. Aumenta su tolerancia a la frustración
Una baja tolerancia a la frustración hará que los niños se den por
vencidos rápidamente ante el primer obstáculo que encuentren a su
paso. Por eso es importante que no soluciones siempre los problemas en su
lugar. Déjale espacio para que se equivoque y rectifique, para que
aprenda a esforzarse y a lidiar con los obstáculos sin tirar la toalla.
5. Fomenta la apertura a las nuevas experiencias
A los niños les encanta descubrir y probar cosas nuevas, a menudo son
los padres quienes los limitan transmitiéndoles sus propios miedos e
inseguridades. Sin embargo, la disposición a experimentar se encuentra en
la base de la resiliencia porque esta actitud les permitirá mantenerse
abiertos a diferentes puntos de vista y soluciones, lo cual les ayudará a
crear entornos seguros cuando crezcan y a salir más rápido de los
problemas.
6. Potencia el sentido del humor
Una de las características comunes de las personas resilientes es su
capacidad para reírse de sí mismas. De hecho, cuando afrontamos los
problemas y la adversidad con sentido del humor, su carga es más ligera.
Por tanto, es importante que los niños aprendan desde pequeños a lidiar
con las dificultades con una sonrisa en los labios.
7. Resalta lo positivo
No se trata de estimular un optimismo ingenuo pero es fundamental que los
niños aprendan a ver la vida a través de un prisma adecuado. La
adversidad existe y cuando toca a la puerta crea obstáculos y plantea
problemas, pero eso no significa que no encierre aspectos positivos.
Cualquier experiencia, por dura que sea, siempre contiene una
enseñanza.
Como colofón, recuerda que la mejor manera para enseñar la resiliencia
consiste en ser resilientes. Si afrontas los problemas cotidianos sin
perder la calma, si logras reírte de las dificultades y pides ayuda cuando
la necesitas, tu hijo también aprenderá a hacerlo.

Beneficios del aburrimiento en los niños


Hay muchos padres que se sienten culpables cuando los niños se quejan
de aburrimiento, pero lo que no saben es que no deben sentirse mal
porque el aburrimiento puede ser una buena estrategia para que los
niños potencien su imaginación, su creatividad y también, su flexibilidad y
control del tiempo. La realidad es que el aburrimiento es más constructivo
de lo que te imaginas. El aburrimiento es más una oportunidad que un
déficit.
Los niños y el aburrimiento
Mucho padres se rompen la cabeza pensando en cómo entretener a sus
hijos para que ellos no tengan que pensarlo: libros, artes, deportes,
tablets, televisión… Hacen todo lo posible para entretener y educar a sus
hijos. Pero, ¿qué pasaría si los niños se aburrieran de vez en cuando?
¿Afectaría a su desarrollo?

Es cierto que las actividades deportivas, musicales y otras actividades


organizadas pueden beneficiar al desarrollo físico, cognitivo, cultural y
social de un niño, pero los niños también necesitan tiempo para sí
mismos. De este modo, podrán silenciar el bombardeo de estímulos del
mundo exterior y podrán perseguir sus propios pensamientos y
ocupaciones, descubrir sus propios intereses y conocerse a sí mismos.
¡Son todo beneficios! Se darán cuenta del regalo del tiempo libre en sus
vidas.
Ningún niño es necesario que tenga un talento especial, creatividad o una
inclinación intelectual increíble para beneficiarse del
aburrimiento. Simplemente dejar que la mente divague de vez en cuando
es importante para el desarrollo de los niños, ¡y de las personas adultas!
Es necesario para el bienestar emocional y también para un buen
funcionamiento mental.
Hay estudios que demuestran que si las personas se involucran en
actividades que no sean muy divertidas, la mente puede tener ideas
mucho más imaginativas e incluso, podría resolver problemas de forma
más eficaz. Por todo esto es bueno que los niños aprendan a
entretenerse por sí mismos y no esperar a que sean otros quienes les
preparen el entretenimiento todo el tiempo. Tampoco es necesario que
crezcan con la idea de que deben estar siempre en movimiento o
entretenidos para poder sentirse bien.

Más beneficios del aburrimiento


Los padres tienen un papel en conseguir beneficios en el aburrimiento,
deben tener en cuenta que es más constructivo de lo que se piensan
pero que salir corriendo a encontrar soluciones al aburrimiento de sus
hijos, no es algo útil. Los niños necesitan a los adultos a su alrededor para
comprender que la creación de sus propios pasatiempos requiere espacio,
tiempo y la posibilidad de que las cosas salgan mal -dentro de unos límites,
por supuesto-.
Se necesitarán algunos materiales también para potenciar los beneficios
del aburrimiento, pero estos no necesitan ser sofisticados (las cosas
simples son a menudo lo más versátil). Hay niños que cuando les regalan
un juguete se divierten más con la caja… este es un gran ejemplo. Para
los niños más mayores, una lupa, madera, una canasta de lana… Son
muchas las ideas existentes para que los niños sepan cómo entretenerse
y divertirse dejando volar su imaginación.

Pero para obtener el mayor beneficio de los momentos de aburrimiento más


potenciales, los niños también necesitan recursos internos, así como los
materiales. Cualidades tales como la curiosidad, la perseverancia, la
alegría, el interés y la confianza les permiten explorar, crear y desarrollar
el gran poder de la inventiva, la observación y la concentración. Estos
también ayudan a que aprendan a no ser disuadido si algo no funciona la
primera vez, y que así vuelvan a intentarlo. Fomentando el desarrollo de
dichas capacidades, los padres ofrecen a los niños grandes valores para
la vida. Valores que sin duda, se vuelven beneficios junto con el
aburrimiento.
El tarro del aburrimiento
La mayoría de los niños suelen aburrirse con facilidad, lo cual se
debe a que cuentan con una capacidad muy limitada para enfocar
su atención, de manera que se distraen con rapidez y necesitan cambiar
de actividad. Obviamente, si no encuentran una tarea que les motive lo
suficiente, se aburrirán. No obstante, al contrario de lo que piensan la
mayoría de los padres, el aburrimiento no es algo negativo. Un estudio
realizado en la University of Central Lancashire encontró que aburrirse puede
ser muy beneficioso para el desarrollo psicológico de los niños ya que es
fundamental para estimular su creatividad. Asimismo, otra investigación
realizada en la Universidad de Anglia del Este desveló que el
aburrimiento puede convertirse en una oportunidad excelente para que
los pequeños se aventuren a explorar nuevas áreas del conocimiento, lo
que significa que es una excelente alternativa para potenciar su
aprendizaje.
Sin embargo, para que los niños obtengan los beneficios que puede
reportarle el aburrimiento es importante que aprendan a gestionarlo de
forma saludable. En este sentido, el tarro del aburrimiento puede
convertirse en una técnica muy eficaz para combatir el aburrimiento.
Una técnica para gestionar el aburrimiento infantil
El tarro del aburrimiento es una técnica muy sencilla: solo necesitáis un
tarro, algunas tiras de papel y un lápiz. Básicamente, se trata de que el
pequeño escriba en cada una de las tiras diversas actividades que
pueden motivarle cuando está aburrido. Para que la actividad sea más
divertida, podéis crear un diseño atractivo y original para decorar el tarro e
incluso buscar tiras de papel de diferentes colores o pegatinas que
podáis ponerle a cada idea.
Una vez que tengáis todo listo, bastará que dejéis volar la imaginación
para rellenar cada una de las tiras. Lo ideal es que sea el propio niño
quien sugiera las ideas ya que de esa forma estaréis completamente
seguros de que las actividades son motivantes. No obstante, también
podéis sugerirle algunas ideas que sean divertidas y, sobre todo,
diferentes a lo que hace en su día a día. Aquí os proponemos algunas
actividades muy sencillas y entretenidas que podéis sugerirle para incluir en
el tarro del aburrimiento.
30 ideas divertidas para llenar el tarro del
aburrimiento
1. Poner música divertida y bailar al compás
2. Probar cuántas veces seguidas puede acertar en la canasta de baloncesto
3. Hacerle un dibujo a cada miembro de la familia
4. Planificar una caza del tesoro con pistas
5. Hacer un paisaje en una caja de cartón
6. Crear una obra de teatro con disfraces
7. Recortar fotos de revistas y hacer un collage
8. Hacer figuritas de arcilla y decorarlas
9. Confeccionar un calendario para marcar las fechas importantes
10. Crear un periódico familiar
11. Comenzar una colección, ya sea de hojas, piedras, sellos…
12. Hacer un recorrido de obstáculos por la casa o el jardín
13. Usar tubos viejos de cartón y cajas para hacer un laberinto
14. Hacer marcos de cartón decorados para colgar una foto
15. Confeccionar títeres con guantes o calcetines
16. Crear maceteros reciclando envases de plástico y decorarlos con
legumbres secas
17. Hacer un rompecabezas para su hermano
18. Dibujar una isla desierta y todas las cosas que le gustaría llevar
19. Crear su propio juego de mesa
20. Construir una pequeña casa con sábanas y almohadas
21. Colorear dibujos
22. Jugar a las sombras chinescas
23. Confeccionar una cápsula del tiempo
24. Diseñar un cuadro de otoño con hojas
25. Hacer un micro-mundo con terrario en un bote de cristal
26. Crear molinillos de viento para las macetas de la terraza
27. Plantar legumbres en un frasco
28. Leer un cuento
29. Hacer estructuras con cartones
30. Inventar un juego nuevo y crear las normas

5 consejos para fomentar la resiliencia en los


niños
La resiliencia es la capacidad para afrontar las dificultades de una manera
optimista y salir fortalecido, incluso de las situaciones más difíciles. Se trata
de una habilidad muy importante para la vida ya que, antes, o después,
nos enfrentaremos a numerosos problemas y tendremos que aprender a
sobreponernos y seguir adelante. Sin embargo, nadie nace siendo
resiliente, es una habilidad que aprendemos a lo largo de la vida. Por
eso, es importante que los padres no sobreprotejan a sus hijos sino que
los motiven para que enfrenten nuevos retos desde edades tempranas.
¿Cómo fomentar la resiliencia en tu hijo?
1. Incítalo a satisfacer sus necesidades
A muchos padres les gustaría tener a sus hijos a buen recaudo dentro de
una caja de cristal y encargarse de proveerles de todo lo que necesiten y
quieran. Sin embargo, cuando el niño alcanza cierto grado de autonomía, los
padres deben abandonar su rol de proveedores y asumir el papel de
facilitadores. Esto significa que aunque te sigas preocupando por el
bienestar de tu hijo e intentes allanarle el camino, también debes dejar
que resuelva algunos problemas por sí solo. Ten en cuenta que, tarde o
temprano, tendrá que enfrentarse al mundo exterior solo, y la mejor
estrategia para cuidar de sí mismo consiste en prepararle para que se
convierta en una persona independiente.
2. Permítele que encuentre las respuestas por sí solo
Tener siempre todas las respuestas, no motivará a tu hijo a esforzarse
por aprender. A veces puedes facilitarle algunas respuestas, pero en
ocasiones es mejor que le motives a que se esfuerce para encontrarlas.
De esta manera, le enseñas que su opinión es importante, lo cual no solo le hará
ganar en autoconfianza sino que también fortalecerá su autoestima. Además, al
instarlo a encontrar por sí solo las respuestas a sus dudas estarás
estimulando su capacidad para resolver problemas y su pensamiento
lógico, lo que le permitirá convertirse en una persona autosuficiente y
capaz de gestionar su vida.
3. Enséñale a perseverar en sus propósitos
Las personas resilientes se caracterizan por su perseverancia y
tenacidad. Una persona resiliente sabe muy bien a dónde quiere llegar y
lucha por conseguirlo. Por eso, es importante que le enseñes a tu hijo
desde pequeño a establecer sus metas y objetivos de forma clara y a
trazarse un plan para alcanzarlos. También debes enseñarle a adaptar
sus planes a las nuevas circunstancias para que en vez de aferrarse a
una idea sea capaz de reestructurar sus metas y el camino que debe
seguir. Si no se queda atrapado en una única solución o plan, el universo de
oportunidades que se abrirá ante él será mucho más amplio.
4. Anímalo a resolver los problemas por su cuenta
Resolverle todos los problemas a tu hijo no es la mejor estrategia para
enseñarle a ser autónomo y prepararlo para las adversidades de la vida.
Así solo lo conviertes en una persona dependiente e incapaz de
gestionar los conflictos. La solución no es resolver los problemas en su
lugar sino ofrecerle las herramientas que necesita para que pueda
solventar las dificultades con sus propios recursos. Por tanto, cuando
tenga que enfrentarse a un conflicto, ofrécele solo algunas pistas, pero deja
que encuentre el camino de forma independiente.
5. Enséñalo a gestionar sus emociones
Aprender a identificar las emociones y, sobre todo, a gestionarlas es uno de
los pilares fundamentales de la resiliencia. Se trata de que el pequeño sea
capaz de lidiar con sus emociones y que aprenda a regularse antes de
que estas escapen de su control. Una estrategia excelente consiste en
enseñarle herramientas de autorregulación y control emocional, como los
ejercicios de respiración, contar hasta 20 o 30 y distanciarse de la
situación en el momento oportuno.
10 consejos para corregir a un niño de manera
constructiva
A veces es difícil mantener la calma con los niños. Las obligaciones
cotidianas, las preocupaciones laborales y la falta de tiempo tampoco
ayudan, por lo que es usual que cuando los pequeños hacen algo
mal, los padres descarguen todo el estrés acumulado sobre
ellos. Sin embargo, esta no es la mejor forma de educar a los peques,
quienes pueden terminar convirtiéndose en personas tímidas, inseguras
y con una baja autoestima o, al contrario, pueden desarrollar
comportamientos agresivos y desafiantes. La clave consiste en
disciplinarlos de manera constructiva. ¿Cómo disciplinar con
amor e inteligencia?
1. Elige el momento adecuado
Uno de los factores más importantes a la hora de regañar a un niño
consiste en elegir el momento adecuado. Lo ideal es que disciplines justo
tras la acción o conducta que quieres corregir, por ejemplo,
inmediatamente después de que el pequeño le haya pegado a su
hermano menor. De esta manera, podrá asociar el regaño con lo que ha
sucedido y comprenderá qué ha hecho mal. Si esperas demasiado, es
probable que ni siquiera recuerde lo sucedido. No obstante, hay ocasiones en
las que resulta más conveniente esperar, como por ejemplo, cuando
hace algo mal delante de sus amigos ya que si lo regañas en ese
momento podrías avergonzarlo.
2. Céntrate en la conducta negativa
“¡Serás tonto! ¿No te das cuenta de que si juegas con la pelota dentro de casa
terminarás rompiendo algo”, “Los niños que le pegan a los animales son
malos”, “Copiar el examen es de mediocres”. Cuando le riñes a tu hijo
usando este tipo de frases lo estás encasillando con etiquetas como
“tonto”, “malo” y “mediocre”, lo cual terminará afectado su autoestima. Lo
ideal es que te centres exclusivamente en la conducta que quieres corregir, por
ejemplo, puedes decirle: “No debes jugar con la pelota dentro de casa
porque, como ha sucedido, podrías romper algo, espero que te sirva de
lección” o “A los animales no se les pega, son seres vivos como tú y como yo,
por lo que deberías protegerles y darle cariño” o “Si copias el examen no
aprenderás, significa hacer trampas a ti mismo”.
3. No lo atemorices
Infundirle miedo hará que te obedezca y que sea más disciplinado, pero
no le enseñará a discernir entre el bien y el mal, ni estimulará su
desarrollo emocional y mucho menos fortalecerá la confianza que debe
depositar en ti. Cuando lo atemorizas, probablemente no vuelva a
comportarse mal porque teme recibir una reprimenda, pero en realidad
no es plenamente consciente de por qué no debe comportarse de esa
forma. A la larga, educarás a un niño obediente, pero temeroso, tímido,
reprimido y con una baja autoestima. En cambio, si en vez de reñirle
infundiéndole miedo, le disciplinas de forma positiva y reflexiva, el
pequeño aprenderá por qué no debe volver a comportarse así, lo cual le
educará para la vida.
4. Hazle notar las consecuencias de sus acciones
Reñir al niño porque te ha enfadado su comportamiento no es la mejor
forma de educarlo. Es importante que el niño sea plenamente consciente
de lo que ha hecho y que comprenda las consecuencias que pueden
tener sus actos. Para lograrlo debes explicarle que cada comportamiento tiene
una repercusión y que a veces esta es negativa y puede dañar a otras
personas. Mientras le riñes, hazle ver las consecuencias de sus palabras y
acciones e intenta que reflexione y entienda por qué no debe volver a
comportarse de esa manera.
5. Nunca compares su comportamiento
A veces los padres suelen comparar a sus hijos con sus hermanos,
primos o amigos mientras les regañan. En la mayoría de los casos lo
hacen de forma inconsciente, intentando darles un ejemplo positivo a
seguir. Sin embargo, lo cierto es que este tipo de comparaciones suelen
ser nefastas para el pequeño: afectan su autoestima, dañan su
autovaloración y les hacen sentir que no son lo suficientemente buenos.
Por eso, es importante que cuando riñas a tu hijo te centres en su mal
comportamiento y evites compararlo con otros niños, si quieres darle un
modelo a seguir, edúcalo con tu ejemplo.
6. Evita los insultos y los gritos
A nadie le gusta que le griten o insulten, mucho menos a un niño. Ten en
cuenta que el pequeño aún no cuenta con suficientes recursos
emocionales, por lo que es más sensible a las críticas. A esta edad, es
incapaz de comprender que a veces cuando los adultos se enfadan
pueden gritarles sin que eso signifique que han dejado de quererles.
Para un niño, los gritos de sus padres son un indicador claro de que han
dejado de amarles porque no son tan buenos como esperaban. Obviamente,
esto puede afectar su autoestima y la confianza que depositan en ti.
7. Sé coherente siempre
Otra regla de oro para regañar de forma constructiva a un niño consiste
en mantener las normas en todo momento. De nada servirá que le regañes
un día porque maltrata a su mascota y al día siguiente le permitas
hacerlo. Para que el regaño sea constructivo es importante que
mantengas una actitud coherente en todo momento y que le riñas
siempre que repita el comportamiento que pretendes erradicar. Otra
estrategia consiste en enjuiciar ese tipo de conducta en otras personas,
como cuando ves a un niño en el parque que está maltratando a un
animal. En ese caso puedes decirle: “Mira, está mal que ese niño haya
espantado al perro de una patada, a los animales no se les debe maltratar”. De esta
manera estarás reforzando la conducta positiva que quieres potenciar.
8. Escúchale con atención
Cuando tu hijo ha hecho algo mal y estás enfadada, es difícil controlar
tus emociones y escuchar lo que tiene que decir, pero si quieres que el
regaño sea realmente constructivo es importante que le des la oportunidad
de explicarse. En este caso, tras haberle reñido por su mal
comportamiento puedes preguntarle: “¿Por qué lo hiciste?” De esta
manera, el niño tendrá la oportunidad de explicarte por qué se comportó
de esa forma, una estrategia muy efectiva para que sea plenamente
consciente de su comportamiento y aprenda a reconocer y rectificar sus
errores.
9. No te distancies emocionalmente
Muchos padres creen que cuando riñen a un niño deben mantener cierta
distancia emocional y que, bajo ninguna circunstancia, deben besarlo o
abrazarlo porque entonces el pequeño no les respetará. Sin embargo, si
quieres reñir de forma constructiva a tu hijo es importante que, aunque
estés enfadada con él, no le niegues tu cariño pues, de lo contrario, se
sentirá rechazado. Recuerda que debes centrarte exclusivamente en la
conducta que quieres corregir, y retirarle el cariño es como decirle que
has dejado de quererle. Por tanto, aunque le riñas por su comportamiento,
hazle saber que le sigues queriendo: se puede disciplinar con amor.
10. Nunca pierdas la calma
Si tu hijo ha hecho algo mal, sobre todo si se trata de algo sobre lo que
ya le habías advertido, es difícil que puedas mantener la calma y sentarte
a conversar con él tranquilamente. Sin embargo, gritarle y perder los
estribos no ayudará, todo lo contrario, lo intimidará y le hará llegar el
mensaje de que la agresividad es una vía para solucionar los problemas.
En este caso, lo ideal es que antes de regañarle te tomes unos minutos para
relajarte. Puedes realizar algún ejercicio de relajación sencillo como
aspirar el aire por la nariz y expulsarlo suavemente por la boca o contar
hasta 10. Cuando sientas que puedes controlar tus emociones, entonces
conversa con tu hijo, siempre usando un tono firme pero tranquilo.
Cuidado con la rapidez de decir ‘no’ a tus hijos
A todos los niños se les debe decir ‘no’ en ciertos momentos (como para
evitar que se hagan daño, que hagan algo inapropiado o peligroso), pero
hay que tener mucho cuidado con decir que ‘no’ demasiadas veces a los
hijos, porque neutralizarán esa palabra y dejará de tener efecto sobre
ellos y tú, empezarás a frustrarte. Son muchos los padres que dicen
‘no’ demasiado rápido, sin reflexionar y sin considerar la forma positiva
de decir las cosas a los hijos. Un niño que escucha demasiadas veces la
palabra ‘no’: ‘No te subas a la silla’, ‘No pegues a tu hermano/a’, ‘No
hagas esto’, ‘No hagas lo otro’… etc. dejará de escuchar la
orden. Además de que los niños pueden neutralizar este ‘no’, también
pueden ser capaces de rebelarse, sobre todo si son niños impulsivos.
¿Por qué los padres son tan rápidos en decir ‘no’? Normalmente es por
miedo, preocupación, deseo de tener el control… Pero los padres más
inteligentes saben cuándo decir ‘no’ y cuándo tiene más sentido respirar
profundamente y responder de forma afirmativa o positiva. 
Cambiar del ‘no’ a la forma positiva de decir las
cosas
En muchos casos cambiar la forma de decir las cosas a los hijos puede
mejorar enormemente su respuesta hacia las acciones e incluso, su
relación hacia los padres. Además, se puede evitar una desagradable
confrontación. Imagina que tu hijo quiere salir a jugar pero tiene que
acabar los deberes de la escuela y las tareas del hogar, en lugar de decir: ‘No,
no vas a salir a jugar’, puedes hablar en positivo y decirme algo como:
‘Tienes que hacer tus deberes y la tarea de la casa, cuando lo acabes,
irás a jugar’. Así tu hijo sentirá que tiene cierto control sobre la situación y
estará menos frustrado y más cooperativo.
 Lo mismo ocurre cuando los niños son más pequeños y hacen cosas que no
son adecuadas o que pueden poner en peligro su integridad física. Por
ejemplo en lugar de decir: ‘¡No te subas a la silla!’ dile algo como: ‘Baja
de la silla’. O en lugar de decir: ‘No pegues a tu hermana’, dile algo
como: ‘Juega bien con tu hermana’. Los niños necesitan saber qué se
espera de ellos en cada momento y para ello, para que reciban mejor el
mensaje y lo acepten, es necesario que el mensaje sea en positivo.
Presta más atención al comportamiento positivo
de tu hijo
Es posible que digas tanto ‘no’ porque solo te fijas en lo ‘malo’ que hace
tu hijo i siempre estés a expensas de que se portará mal… Pero, ¿y si
empiezas a fijarte más en el comportamiento positivo? No significa que
no prestes atención a lo negativo y te centres solo en lo positivo, esto
sería irresponsable por tu parte… Pero no pases por alto las cosas
buenas que hace tu hijo. Si solo te fijas en lo ‘malo’ podrías estar
afectando a todos los aspectos de la vida familiar.

Es necesario recordar que cada día hay que ver también los


aspectos positivos. Cuando se ve que un hijo hace algo bien, hay
que elogiarlo. Señalar el comportamiento deseable, enseñar lo que
se quiere y se espera de los hijos y no solo lo que no se quiere. Es
necesario que la felicidad y la risa sean las piedras angulares de
todas las familias, dejando solo para momentos puntuales los
conflictos (que a veces también son necesarios). Pero es importante
pasar tiempo de diversión con los hijos, hacer cosas juntos,
estar en familia… Estas cosas que hacen que realmente se conecte
Es respeto es como
con los hijos, hará que la vida mejore.
el dinero, puedes pedirlo, pero es mejor
ganártelo
Todos sabemos cómo se escribe ‘respeto’, pero, lamentablemente
en el mundo actual ya no se entiende como parte necesaria en la
relación entre personas. Estamos en un mundo donde la grosería es lo
más normal tanto en conversaciones como en cualquier comunicación
con otros. La buena noticia es que se puede enseñar a los hijos este
valor tan importante y cuando se hace, se están impartiendo lecciones
cruciales de bondad, consideración, honestidad, receptividad e incluso,
de gratitud. La manera más efectiva de enseñar a los niños el
comportamiento respetuoso es que los padres lo moldeen también. Pero
además de ser un buen ejemplo para tus hijos de respeto hacia uno
mismo y hacia los demás, también existen algunas estrategias que
puedes utilizar para que los niños entiendan el verdadero valor del
respeto.
Exigir buenos modales
Cuando los niños dicen ‘gracias’ después de que se les da algo para
mostrar su gratitud, reconocerán que ha habido un intercambio de dar y
tomar. Esto, con el tiempo, les ayudará a aprender a no esperar que todo
el mundo les proporcione las cosas. Incluso los niños pequeños puedes
aprender a decir ‘por favor’ y ‘gracias’ y también pueden mirar a las
personas para saludarles o despedirse, lo mismo sucede con las
disculpas.

Es importante no solo que los niños tengan buenos modales, sino que
también los entiendan y sepan qué es lo que se espera de ellos en cada
momento. Cuando los niños saben cómo se tienen que comportar y se
refuerza su comportamiento ofreciendo elogios, mejorarán el
entendimiento de las buenas relaciones con los demás.
No tolerar la falta de educación
El comportamiento malcriado y hablar mal son cosas demasiado
comunes en la actualidad y los niños también insultan porque es lo que
aprenden por lo que ven. Pero un niño que ve hablar mal a su familia
pensará que hacerlo está bien, por lo que es necesario que los padres
además de dar ejemplo también respondan a este comportamiento
inadecuado de forma inmediata.
Los padres deben dejar claro que no importa lo enfadado que se esté,
nunca es aceptable arremeter contra otra persona. Se puede enseñar a
los niños a expresarse mediante frases del tipo: ‘me siento…’ como por
ejemplo: ‘me siento triste. En lugar de decir cosas del tipo ‘tú’, como por
ejemplo: ‘Eres un idiota’. 
También es importante enseñar a los niños a poner palabras a sus
sentimientos haciéndoles preguntas. Por ejemplo, si el niño está
haciendo comentarios sarcásticos se le puede decir algo como: ‘Pareces
molesto, vamos hablar de ello’. O si tu hijo está gritando a su hermano le
puedes decir algo como: ‘Pareces muy enfadado con tu hermano, ‘¿me
puedes decir que está pasando?’ Darle a los niños una forma positiva de
expresar sus emociones le hará saber que es natural sentirse enfadado o
frustrado de vez en cuando (que puede controlarlo) y que no hace bien en
insultar o gritar a otros.
Como es habitual, los niños pequeños tendrán un comportamiento más
impulsivo y relacionado con lo que sienten en cada momento
determinado, por lo que no te sorprendas si te cuesta conseguir que tu
hijo controle sus emociones, pero lo que importa es no desistir.

Parte de la enseñanza del respeto a los niños, es que cuando se cometen


errores se tiene que decir lo que se siente -así se demuestra a los niños que
te importan más allá de sus acciones, para saber qué siente y también
ellos, aprenden a asumir la responsabilidad de sus errores-. El camino
para pedir disculpas hacia sí mismo también es una buena idea, porque
si lo hacen a sí mismos, entenderán la importancia también de hacerlo a
los demás.

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