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Los niños -y los adultos- pueden tener cierta dificultad para aprender este
tipo de habilidades, y aprenderlo puede cambiar la vida de la forma más
poderosa: no se puede permitir que otros controlen el propio
comportamiento. No te pierdas algunas de las estrategias para que los
niños (y adultos) puedan hacer frente a los insultos.
Crear una nueva imagen mental
Los niños deben pensar en todas esas palabras que hieren sus
sentimientos y que escuchan cada día. Haced una lista escrita. Después,
enseña a los niños a imaginar a esa persona diciendo esas palabras
vestido de forma ridícula o con una imagen mental graciosa. Se puede
utilizar cualquier imagen que se vea ridícula y haga reír. Después, las
palabras ofensivas deberán tener otro significado más neutral, por
ejemplo: ‘tonto’, puede pasar a significar: ‘plátano’.
Pueden tardar semanas en reemplazar las emociones de odio hacia las
palabras malsonantes y empezar a sentir otra emoción más agradable.
Quizá no funcione con todos los niños, pero sí puede funcionar con
muchos, solo se necesita tiempo para practicarlo. Además, esta técnica
puede hacer que el niño sonría o se sienta bien, entonces la persona que
insulta verá que sus palabras no tienen poder, y dejará de usarlas.
Buscar la empatía
Los niños necesitan entender cómo se siente otra persona ante esas
situaciones incómodas. Podéis realizar un juego de roles en el que él sea
la víctima para que sienta la vergüenza que puede pasar otra
persona. Así será capaz de entender lo mal que se pasa y que además, sea
consciente de que todas las personas tienen derecho a la privacidad y al
respeto. Además, los padres tendrán que realizar los siguientes puntos
para que sus hijos también aprendan a hacerlo:
Conócete y ten mayor autoestima y seguridad. Así tu hijo se sentirá
también mejor.
Ayuda a tus hijos a hacer amigos.
Haz comentarios positivos acerca de las personas que conoces y de las que
no conoces.
Busca siempre la buena intención.
Aprende a cooperar con los demás.
Disfrutar la diferencia
Enseña a tus hijos a disfrutar la diferencia y no sólo a tolerarla. Es fácil
conectar con personas que tienen ideas afines, pero a veces las
personas que tienen mayor capacidad para abrirnos la mente suelen
tener experiencias muy diferentes y visiones del mundo que no
conocemos. No sólo las diferencias se deben tolerar, sino que también se
trata de encontrar la forma de conectar con ellas y disfrutarlas por todo lo
que nos enseñan. Los niños deben darse cuenta de cómo apreciar y
conectar con las diferencias no es algo malo.
Espacio para explorar la mente
Esto sólo se consigue hablando. Los niños necesitan explorar sus
mentes y sentirse atendidos. Es necesario escuchar a los hijos siempre
que hablan. Enséñale a tus hijos a hablar contigo, a hablar con los
demás, a sentir sus emociones, a sentir lo que los demás
sienten. Enséñale empatía, enséñale también resiliencia.
Ellos son importantes, igual que los demás
Queremos que nuestros hijos sepan lo increíbles que son y lo importante
que son para nosotros, pero no queremos que sean narcisistas ni
demasiado egocéntricos. La arrogancia es el peor enemigo de la conexión
con los demás, por eso debemos nutrir los corazones de nuestros hijos con
calidez humana, que sean capaces de conectar y ser vistos por los
demás, que sean fuertes y que sientan bondad por ellos mismos y
también por los demás.
Cómo enseñar empatía a los niños
La empatía es una habilidad que los niños deben aprender a manejar
dejando de lado el fuerte ego que está tan presente en los niños y en su
desarrollo, no es fácil, pero es necesario para ellos y para que puedan
crecer en armonía con su entorno. En la infancia es muy habitual que
los niños se peleen por los juguetes o por cualquier otro motivo en el que
su ego se convierta en protagonista, puesto que piensan que el mundo
gira alrededor de ellos. Es necesario que los niños entiendan que todas
las personas tienen sentimientos y emociones. De esta manera cuando la
empatía entra en sus vidas, podrán entender los sentimientos de los demás y
aprenderán a comportarse de forma que no tengan que hacer daño a
otras personas (ni a ellos mismos). Pero, ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo
conseguir que un niño pueda salir de su tan arraigado ego?
Pon nombre a los sentimientos
Para que los niños entiendan y manejen bien sus emociones, primero
deberán reconocerlos en ellos mismos y en los demás. Es necesario que
pongas nombre a sus comportamientos y sentimientos tan a menudo como
puedas. Por ejemplo, cuando tu hijo se acerque a hablar con un niño que
está solo puedes decirle cosas como: “Fue muy amable que hayas hablado con
ese niño que estaba triste por estar solo” o quizá y para que busque
soluciones: “Tu hermano se siente triste porque le has quitado su juguete, ¿qué
puedes hacer para que se sienta mejor?”. Tu hijo al ver que te has dado cuenta
de su comportamiento, lo sentirá reconocido y se comportará de forma
adecuada en futuras ocasiones.
El juego de las emociones
Existe una forma de empezar a comprender las emociones y es teniendo
en cuenta las propias emociones. Para conseguirlo se puede poner un
tablero en la nevera de la cocina y poner una foto de rostros que
impliquen las diferentes emociones: tristeza, felicidad, sorpresa, ira,
frustración, miedo, nerviosismo, celos, etc. Deberás hablar con tu hijo
acerca de estas emociones y poner una cruz cada vez que tu hijo sienta
alguna de ellas. Cuando él mismo reconozca la emoción que ha tenido sin
ayuda podrás recompensarle con un elogio, una golosina o con lo que
consideres oportuno.
Sé su mejor ejemplo
Como en todo en la vida tu hijo necesita que seas su mejor ejemplo. Si
quieres que sea una persona con empatía deberás serlo también tú y
sacar toda tu sensibilidad hacia los demás diariamente. Pregunta a tu hijo
cómo se siente cada día, hablad de emociones, habla sobre las emociones
de los demás, sé una persona empática con las personas que te rodean
y que tu hijo lo vea.
Oportunidades naturales
La vida diaria puede ofrecerte oportunidades naturales para que tu hijo
aprenda empatía. Cada vez que el niño muestra empatía hacia otra
persona deberás reforzar esto con palabras positivas.
Ayúdale a que entienda qué es la empatía
No expliques qué es la empatía a un niño, porque no lo entenderá de
este modo. Si quieres que tu hijo entienda qué es la empatía deberás
conseguir que tu hijo piense sobre los sentimientos de otras personas,
así elevarás su nivel de conciencia. Por ejemplo, si tu hijo no quiere que
su amigo juegue con sus coches le puedes hacer una pregunta
como: “¿Cómo crees que tu amigo se siente cuando no quieres compartir tus
cosas con él?
Una forma de conseguir que entienda qué es, es a través del lenguaje
corporal. Si tu hijo empieza a interpretar gestos y expresiones faciales
podrá desarrollar la empatía mucho más rápido. Puedes decirle
cosas: ¿Te diste cuenta como tu hermano te miró cuando compartiste el trozo
de pastel con él? ¿Te diste cuenta que sonreía por estaba contento? Poco a
poco se dará cuenta cómo su comportamiento puede afectar a otros.
Cómo tratar el comportamiento disruptivo en
los niños
El comportamiento de los niños nos dicen grandes cosas de ellos, de
cómo son, de cómo piensan, sobre qué necesitan y sobre todo, sobre el
tipo de educación y atención que reciben en casa. A veces, los niños
pueden mostrar un comportamiento disruptivo que puede ir desde irritar a
los padres, hermanos u otros adultos cercanos, a sonidos fuertes, golpes
y comportamientos mucho más negativos.
Es necesario que para solucionar este tipo de comportamientos no se
emplee nunca la fuerza, ni el castigo, ni los gritos ni ningún tipo de
agresión (¡ni física ni verbal!), puesto que si no los niños aprenderán que
ese comportamiento es el adecuado para imitar. Es necesario prevenir que
el comportamiento disruptivo ocurra conociendo al niño e intentando
entender por qué se comporta de ese modo. Así, sabiendo cuáles son los
desencadenantes de la mala conducta, podrás prevenir algunos
problemas. Además, es necesario sustituir esos comportamientos
negativos por otros más adecuados. Pero, ¿cómo hacerlo?
¿Qué es el comportamiento disruptivo?
El comportamiento disruptivo es cualquier comportamiento del niño que
interrumpe la actitud positiva. Un comportamiento disruptivo puede
ocurrir en el hogar, en la tienda, en la escuela o en la calle y puede
provocar peleas entre hermanos, rabietas, gritos, peleas con los
compañeros de la escuela, etc. Lo habitual es pensar que los niños que
tienen este tipo de conductas lo hacen para llamar la atención o para
manipular las situaciones para obtener lo que ellos quieren, pero la
realidad es que hay mucho más. Un niño con un mal comportamiento
muy a menudo es un niño que sufre y que está teniendo problemas
emocionales que intenta enterrar o que no sabe cómo poder manejarlo.
La importancia de prevenir este comportamiento
Los niños cuando son pequeños tienen rabietas porque no saben
manejar sus emociones y son los adultos los que deben darles pautas y
guiarles en el proceso de calma y aceptación. Pero un padre o madre es
la persona que mejor conoce a sus hijos y cuando empiezan a ver que
algo no va bien saben cuál es la razón. Por ejemplo, en los niños más
pequeños es habitual que existan malos comportamientos porque están
cansados, porque tienen hambre o porque le están molestando. La
prevención de que ocurra un mal comportamiento es imprescindible para
que haya paz en la familia y para que tu hijo aprenda a controlar sus
acciones, sobre todo cuando son más pequeños.
Reemplazar las conductas inadecuadas por otras
adecuadas
Es necesario que enseñes a tu hijo cuáles son los conductas deseadas y
que sepa qué es exactamente lo que se espera de él en cada momento.
Por ejemplo, si tu hijo ha cogido la costumbre de gritar o llorar cuando no
puede tener algo que quiere, es necesario explicarle qué comportamiento
es el adecuado y esperar a que lo haga para recibir la recompensa (tener
lo que pide). Por ejemplo, puedes pedirle que diga “mamá, ¿me puedes
dar agua por favor?” y entonces se la das, sin gritos ni lloros. Y si hay
algo que le molesta, intenta averiguar qué es, a veces sólo necesitan apoyo
emocional y menos órdenes.
Normas claras con buen ejemplo
Es necesario que priorices la comunicación en la relación con tus hijos,
por muy ocupado/a que estés durante el día. Cuando hables con tu hijo,
toma tu tiempo para asegurarte que te ha escuchado atentamente.
Deberás darles normas claras, cortas y fáciles de entender para que
sepa qué debe hacer y cuando. Por ejemplo: “Por favor, recoge tus
juguetes”. Si después de dos órdenes no recoge sus juguetes es
necesario que emplees consecuencias: “Si no recoges tus juguetes no
podrás ver tu programa favorito”. Recuerda que para niños más pequeños
es necesario moldear la conducta, por lo que deberías ayudarle a recoger
los juguetes para que aprenda a cómo hacerlo y que valore el esfuerzo
de ambos.
La importancia de las relaciones sanas en la
vida de los niños
Hay veces que a las personas nos gusta estar solos y eso no es malo en
absoluto, todo lo contrario. Pero los seres humanos somos seres sociales
y para estar bien debemos sentirnos que pertenecemos a un grupo y que
tenemos amistades. Para poder crear buenas amistades hay que tener
habilidades sociales adecuadas, solo de ésta manera se pueden
conseguir amistades sanas. Lo mismo ocurre con los niños, para que
sean capaces de formar relaciones positivas -en todas las facetas de la
vida- es fundamental que aprendan habilidades sociales, y la mejor
manera de aprenderlo es que los padres sean los mejores guías y los
mejores ejemplos para que puedan modelar las conductas.
Los niños ven a su padre, madre o cuidador tranquilo ante una situación
desconocida.
Se sienten mejor cuando hablan los conflictos que han podido haber en la
familia.
Los niños utilizan a sus padres como una base para explorar su entorno
para sentir confianza.
En la investigación se encontró que los niños que tenían un vínculo
seguro con sus padres eran más sensibles a los compañeros de juego en
el primer contacto, pero sabían canalizar mejor sus emociones, incluso si
ese nuevo compañero era propenso a la ira. Los niños con apego seguro
continuaron respondiendo positivamente a las situaciones sociales.
Los niños que tienen un apego seguro con sus padres son más sensibles
a las sugerencias o las peticiones formuladas por sus iguales, tienen
mayor empatía y asertividad en las relaciones. Un niño que tiene buenas
habilidades sociales:
Si crees que has hecho todo y que ni los castigos ni las consecuencias
funcionan con tus hijos es porque debes replantearte la crianza que les estás
impartiendo. Algo no funciona bien y tienes que poner un poco de
perspectiva para encontrar qué es lo que falla. Los niños no son malos,
no hacen las cosas para fastidiarte, no aprenden a que las cosas se
hacen a través de un mal comportamiento para conseguir lo que quieren.
Entonces, ¿cómo mejorar ese comportamiento?
Qué hacer para mejorar el mal comportamiento
de los hijos
Mirar tu propio comportamiento
Si quieres que se mejore el comportamiento de tus hijos, primero
deberás reflexionar si debes mejorar algún aspecto de tu vida. Quizá
tengas estrés emocional o no te sientas a gusto en el trabajo o con tu
pareja. Esto puede influir en tu estado de ánimo y también en cómo te
comportas con tus hijos. Si pierdes los nervios y gritas, si les hablas mal, si
tus hijos sienten que tienes mucha inestabilidad emocional, su
comportamiento irá acorde a eso. Si se sienten inseguros porque tú no
estás bien tendrán mal comportamiento porque también se sentirán mal.
Si necesitas ayuda de un profesional no dudes en buscarlo para que te
ayude a encontrar el equilibrio.
Asume el control
Cuando tengas el control de tus emociones, entonces podrás asumir el
control de las situaciones. Deberás tener claro que para poder manejar
los conflictos con tus hijos tienes que mantener la calma y asumir que
tienes que escoger un rol, un rol que te corresponde como padre o
madre. Deberás ser quién guíe a tu hijo en el buen comportamiento de la
siguiente manera:
Explicarle de buenas maneras qué es lo que esperas de él
El ambiente puede ser estresante para un niño, e incluso puede hacer que
los niños sientan auténtico dolor emocional, pero hay investigaciones que
demuestran, que con el apoyo de un adulto estable y amoroso, los
efectos fisiológicos de la respuesta al estrés pueden ser suavizados, algo
que minimizará el riesgo de daño emocional a largo plazo. El apoyo de
un adulto podrá ayudar al niño a entender mejor las cosas y ésta es una
parte importante de ayudar a un niño a ver el mundo menos amenazante
y que proporcione una sensación de poder y con una capacidad de influir
en su entorno.
Como nunca hay que subestimar el poder que tiene una persona a la hora
de influenciar en la vida de un niño, no te pierdas algunas formas en las
que se puede prevenir el estrés tóxico en los pequeños.
La regla 5/1
Hay investigaciones que demuestran que de cada interacción negativa se
necesitan 5 interacciones positivas para poder equilibrarse
emocionalmente. Esto es lo que nos mantiene vivas a las personas. Las
personas somos más rápidas para notar las cosas negativas que nos
ocurren y tenemos una respuesta más intensa en comparación con los
acontecimientos positivos. Los adultos podemos construir a niños felices
con elogios significativos, dándoles oportunidades de éxito, ofreciéndoles
la oportunidad del sentido del dominio y control, fortalecer las vías que
ayuden a los niños a sentirse con emociones positivas, a lidiar con el
estrés o a construir su confianza.
Conexión
Los seres humanos estamos destinados a conectar con las personas.
Las relaciones interpersonales de confianza nos ayudan a sentirnos
tranquilos y a construir unas relaciones estables, pero en ocasiones, las
personas que han sufrido estrés tóxico pueden crear una barrera
protectora entre las personas, algo que podría perjudicarles. Todos
necesitamos abrazos, necesitamos el contacto físico… y los niños
más. También es importante guiarse por las emociones, y si alguien no
quiere conectar con otra persona, entonces debe respetarse.
Vía de escape
Si la casa es estresante, es necesario que haya algún tipo de escape
temporal para adultos y para niños. Sería necesario practicar algún
deporte, un hobby, pasar tiempo con amigos o con otros familiares que
proporcionen oportunidades para el alivio de los efectos emocionales y
fisiológicos del estrés, es una forma de validar las fortalezas emocionales
y personales.
Sensibilidad
Todos estamos programados para conectar con los demás, por eso los
bebés intentarán interactuar con las personas más importantes para
ellos. Por eso, las personas respondemos con gusto y de forma casi
instintiva a la interacción de los bebés con contacto visual, hablando o
abrazos que reforzarán el vínculo y las conexiones en el cerebro del niño
para fortalecerle contra el estrés crónico.
Fortalecer el cerebro
Para un niño o para un adulto que ha sido expuesto al estrés tóxico,
habrán diferencias en su cerebro. Es necesario fortalecer al cerebro para
poder controlar los efectos del estrés tóxico. Se puede trabajar
mejorando la dieta, haciendo ejercicio, trabajando la meditación o
la atención plena, tener conexiones emocionales con los demás, etc.
Formas divertidas de expresar las emociones
con niños
Entender y expresar las emociones no es una tarea sencilla, tanto es
así que incluso hay adultos que no saben cómo hacerlo correctamente.
Las emociones que sentimos pueden determinar el tipo de
comportamiento de adultos y niños. Los niños pequeños no tienen las
habilidades comunicativas suficientes ni el lenguaje para poder decir lo
que siente, por lo que sus sentimientos se manifiestan a través del
comportamiento. Un niño que se siente enfadado puede tener un
comportamiento rebelde, o si se siente triste puede llorar continuamente.
En cambio, un niño que está feliz y contento, sonreirá a menudo y
obedecerá a sus padres. Los niños que saben que hay
muchas emociones diferentes y se les ha enseñado a nombrarlas y
entenderlas, tendrán una mayor capacidad para controlar estas
emociones.
Ayudar a los niños a mostrar sus emociones
Es muy importante que enseñes a los niños a mostrar sus emociones y
para conseguirlo, tendrás que buscar la forma de que entiendan las
diferentes emociones que existen y que pueden experimentar
diariamente.
Las primeras cuatro emociones que los niños deben conocer son a
través de las caras: feliz, triste, enfadada y atusada. Cuando le leas un
cuento por la noche puedes señalar las emociones que los personajes están
experimentando. Así, tu hijo empezará a familiarizarse con esas
emociones, resaltar otras, etc.
Las emociones también se pueden trabajar a través de los juegos. A los
niños les encanta fantasear y fingir a través del juego simbólico. Por este
motivo, permite que tu hijo finja ser un animal triste o asustado, observa la
expresión en su cara mientras interpreta las emociones.
Las emociones negativas que tu hijo puede sentir como la confusión, el
miedo, el enfado, la decepción o la desilusión, etc. Son emociones
necesarias para que entienda que le ocurre algo y que debe reaccionar
para estar mejor. Todas las emociones son normales de experimentar. Pero
cuando comienza a portarse mal o internalizar estos resentimientos, es
importante ayudarle a liberar estas emociones de una manera lúdica.
La Inteligencia Emocional en los niños
Es tan importante el coeficiente intelectual en los niños como su
inteligencia emocional. Para que tu hijo mejore su inteligencia emocional
es importante hacerlo de forma lúdica. Si quieres que mejore su IE,
entonces no te pierdas estas actividades para hacer con tu hijo, así
aprenderá a liberar la energía negativa o los sentimientos que le causan
malestar.
Damos golpes. Ten un cojín entre las manos y permite que tu hijo lo
golpee con fuerza con los puños para liberar la rabia o el enfado.
Lanzamiento de pelotas de plastilina. Este juego es para ver quién lanza
la bola de plastifica más lejos. Para el niño pequeño, déjalo apretar
fuertemente la plastilina. Mientras aprieta los dedos con la masa, refleja lo
que podría estar sintiendo, por ejemplo: ‘aprieta fuerte si te enfada que
otro coja tu juguete’.
Globos de agua. Lanzad globos de agua contra la pared y decid qué sentís
al hacerlo.
Patadas a latas vacías. Colocad latas vacías en el jardín y dadles patadas
fuertes, ¡el sonido será también muy emocionante!
Soplar burbujas. Cuando un niño tiene menos de 4 años, soplar burbujas
es una buena estrategia para que controlen su irritación o molestia. Si
sopla fuerte no saldrán burbujas, por eso debe aprender a soplar
suavemente para obtener muchas pompas de jabón. Es una forma también
de autocontrol emocional.
Gritar. Gritar también es una actividad que ayuda a que las emociones
negativas desaparezcan. Pero no hay que gritar contra alguien, es mejor
hacerlo en un lugar neutro como el cuarto de baño mientras nos duchamos
o en algún lugar donde nadie nos escuche pero que podamos
desahogarnos.
5 consejos para fomentar la resiliencia en los
niños
La resiliencia es la capacidad para afrontar las dificultades de una
manera optimista y salir fortalecido, incluso de las situaciones más
difíciles. Se trata de una habilidad muy importante para la vida ya que,
antes, o después, nos enfrentaremos a numerosos problemas y
tendremos que aprender a sobreponernos y seguir adelante. Sin
embargo, nadie nace siendo resiliente, es una habilidad que aprendemos
a lo largo de la vida. Por eso, es importante que los padres no
sobreprotejan a sus hijos sino que los motiven para que enfrenten
nuevos retos desde edades tempranas. ¿Cómo fomentar la
resiliencia en tu hijo?
1. Incítalo a satisfacer sus necesidades
A muchos padres les gustaría tener a sus hijos a buen recaudo dentro de
una caja de cristal y encargarse de proveerles de todo lo que necesiten y
quieran. Sin embargo, cuando el niño alcanza cierto grado de autonomía, los
padres deben abandonar su rol de proveedores y asumir el papel de
facilitadores. Esto significa que aunque te sigas preocupando por el
bienestar de tu hijo e intentes allanarle el camino, también debes dejar
que resuelva algunos problemas por sí solo. Ten en cuenta que, tarde o
temprano, tendrá que enfrentarse al mundo exterior solo, y la mejor
estrategia para cuidar de sí mismo consiste en prepararle para que se
convierta en una persona independiente.
2. Permítele que encuentre las respuestas por sí solo
Tener siempre todas las respuestas, no motivará a tu hijo a esforzarse
por aprender. A veces puedes facilitarle algunas respuestas, pero en
ocasiones es mejor que le motives a que se esfuerce para encontrarlas.
De esta manera, le enseñas que su opinión es importante, lo cual no solo le hará
ganar en autoconfianza sino que también fortalecerá su autoestima. Además, al
instarlo a encontrar por sí solo las respuestas a sus dudas estarás
estimulando su capacidad para resolver problemas y su pensamiento
lógico, lo que le permitirá convertirse en una persona autosuficiente y
capaz de gestionar su vida.
3. Enséñale a perseverar en sus propósitos
Las personas resilientes se caracterizan por su perseverancia y
tenacidad. Una persona resiliente sabe muy bien a dónde quiere llegar y
lucha por conseguirlo. Por eso, es importante que le enseñes a tu hijo
desde pequeño a establecer sus metas y objetivos de forma clara y a
trazarse un plan para alcanzarlos. También debes enseñarle a adaptar
sus planes a las nuevas circunstancias para que en vez de aferrarse a
una idea sea capaz de reestructurar sus metas y el camino que debe
seguir. Si no se queda atrapado en una única solución o plan, el universo de
oportunidades que se abrirá ante él será mucho más amplio.
4. Anímalo a resolver los problemas por su cuenta
Resolverle todos los problemas a tu hijo no es la mejor estrategia para
enseñarle a ser autónomo y prepararlo para las adversidades de la vida.
Así solo lo conviertes en una persona dependiente e incapaz de
gestionar los conflictos. La solución no es resolver los problemas en su
lugar sino ofrecerle las herramientas que necesita para que pueda
solventar las dificultades con sus propios recursos. Por tanto, cuando
tenga que enfrentarse a un conflicto, ofrécele solo algunas pistas, pero deja
que encuentre el camino de forma independiente.
5. Enséñalo a gestionar sus emociones
Aprender a identificar las emociones y, sobre todo, a gestionarlas es uno de
los pilares fundamentales de la resiliencia. Se trata de que el pequeño sea
capaz de lidiar con sus emociones y que aprenda a regularse antes de
que estas escapen de su control. Una estrategia excelente consiste en
enseñarle herramientas de autorregulación y control emocional, como los
ejercicios de respiración, contar hasta 20 o 30 y distanciarse de la
situación en el momento oportuno.
Razones por las que nunca debes gritar a tus
hijos
Muchos padres gritan a sus hijos. Algunos lo hacen por automatismo,
simplemente porque ellos mismos fueron educados así. Otros lo hacen
porque pierden los estribos y caen en la frustración. Otros piensan que
así es más fácil imponer su autoridad y lograr que el niño obedezca. Una
encuesta publicada en Journal of Marriage and Family reveló que casi el
90% de los padres reconoció haberle gritado a sus hijos en los últimos
doce meses. La situación es aún peor cuando se trata de niños menores de
siete años, en cuyo caso, el 100% de los padres reconoció haberles gritado. Y
es que nuestra generación ha sido educada con la idea de que los
castigos físicos son negativos, pero nada o muy poco se ha dicho sobre
los gritos.
Los gritos como método “educativo” son tan
dañinos como el castigo físico
Hace poco salió a la luz un estudio publicado en la revista Child
Development en el cual investigadores de la Universidad de Pittsburgh
afirmaban que gritarles a los niños con frecuencia tiene consecuencias tan
negativas como el castigo corporal y puede causar problemas emocionales y
de comportamiento.
Estos investigadores creen que intentar disciplinar a través de los gritos
es particularmente destructivo, tanto para los niños como para los
adolescentes. De hecho, descubrieron que los gritos, en vez de disciplinar,
empeoran los problemas de conducta y hacen que los niños se comporten de
manera más destructiva. Además, descubrieron que un estilo educativo
más tranquilo, marcado por el cariño y el apoyo emocional, no disminuye
los efectos de la disciplina verbal.
Por supuesto, no se trata del primer estudio que explora los efectos de
los gritos en el desarrollo infantil. Hace algunos años una investigación
publicada en Journal of Marriage and Family analizó a diferentes familias
durante un año y descubrió que los niños a los que les gritaban 25 o más
veces a lo largo de ese periodo, tenían una autoestima más baja, una
tendencia a la depresión y un incremento de los comportamientos
agresivos hacia los demás.
Por supuesto, vale aclarar que en estas familias “gritar” no significaba
simplemente levantar la voz en un momento puntual sino que se había
asumido como un estilo educativo, convirtiéndose en una escalada de
insultos y humillación. Por tanto, en estos casos los gritos equivalen a
una “agresión psicológica” en toda regla.
Por otra parte, no debemos olvidar que los gritos causan una reacción
fisiológica. Cuando el niño se enfrenta a los gritos aumentan sus niveles
de cortisol, la hormona del estrés, la cual es particularmente negativa
para los cerebros en pleno desarrollo.
Gritar no transmite un buen ejemplo
Independientemente de los efectos negativos que los gritos tienen en el
desarrollo del niño, los padres no deben olvidar que se trata de un mal
ejemplo, sobre todo si queremos educar a nuestros hijos en la tolerancia
y el autocontrol. No podemos pedirle a un niño que se comporte bien, que
sepa lidiar con la frustración y que controle sus emociones si nosotros
mismos no sabemos hacerlo.
De hecho, muchos padres, cuando perciben reacciones negativas e
inesperadas en sus hijos, sienten que la situación les sobrepasa, no
saben cómo reaccionar y le abren las puertas al enfado y la
frustración. Se trata de un patrón que en Psicología se denomina
“inundación emocional”, la cual desencadena una espiral ascendente de
gritos y reacciones emocionales fuera de control.
En muchos casos esto ocurre porque los padres tienen expectativas
irreales sobre los niños y esperan que estos se comporten como si
fueran más maduros. En otros casos se debe a que no cuentan con las
estrategias emocionales necesarias para hacerle frente a esa
situación. Tanto en un caso como en el otro, debe quedar claro que gritarles
a los niños no es una opción.
El enfado en los niños: cómo evitar que lleguen
a la ira reactiva
Cuando los niños se enfadan para los padres es todo un reto que
debemos asumir. Como padres no somos perfectos, pero siempre
debemos tratar de ser los padres más cariñosos… Entonces, ¿por qué
los niños se comportan de esa forma cuando están enfadados? Por
frustración la mayoría de las veces. Muchos padres envían a su hijo
enfadado a la habitación para que se calmen (y para calmarse ellos
mismos) porque nadie puede razonar cuando se está muy enfadado. Si
te ignoro, no te entiendo
En los momentos de crisis altas de enfado, no es adecuado enseñar
lecciones o pedir disculpas. Los niños necesitan calmarse y los padres,
no alterarse. Si envías a tu hijo enfadado a su habitación, puede que se
calme pero recibirá algunos mensajes claros y poco adecuados para
buscar soluciones:
Se sientan enfadados
Quieran relajarse
Necesiten saber cómo se sienten realmente
Quieran descansar
Necesiten estar solos
Quieran dar o recibir afecto
Quieran meditar
Necesiten solucionar un conflicto
Quieran compartir el espacio con otra persona
Será un rincón tranquilo con: cojines, mantas, elementos o artículos de
calma (juguetes blandos o peluches para abrazar), materiales para
meditar, marionetas para recrear conversaciones o compartir
pensamientos, mandalas para pintar, cuentos relacionados con las
emociones, instrumentos musicales, piedras y témperas para pintar, un reloj
de arena, un frasco de la calma, etc. Y para los más mayores también
podemos añadir tarjetas para regular las emociones, las
conversaciones…
Este rincón puede ser todo un éxito cuando los niños comienzan a
utilizarlo siempre que tengan la necesidad. Solo tendrás que explicar
durante unos minutos a los niños qué es ese rincón y cuando lo pueden
utilizar… ¡ellos lo utilizarán gustosamente y les beneficiará enormemente! Si
quieres que los niños se comprometan con el espacio deberán conocer
bien qué es y para qué sirve… cuál es la función que tiene el rincón y
cuáles son los acuerdos y las consecuencias al usarlo bien o mal.
Este maravilloso lugar puede crearse tanto en un aula con todos los
niños de una clase y guiado por el maestro o en casa, donde sean los
padres quienes guíen a sus hijos en este rincón para que aprendan a regular
y a entender sus propias emociones… ¡al principio necesitarán un poco de
ayuda!
El peligro de etiquetar a los niños
Muchos padres y adultos tienden a etiquetar a los niños pensando que
esto no les perjudica o que incluso llamándoles, “pesado”, “lento”,
“tonto”, “despistado”, “malo”, “tímido”… podrán mejorar
comportamientos que a los adultos nos les parecen correctas, pero la
realidad que con estas etiquetas sólo se consigue que los pequeños crean
que realmente son así y que su autoestima se vea gravemente perjudicada.
Muchos adultos etiquetan a los niños porque se sienten incómodos con
el comportamiento o actitudes de los pequeños. Cuando las etiquetas
son positivas y realzamos aspectos positivos de una persona “es un
líder”, “es buen observador” o “es muy tenaz”, es mucho mejor para el
buen desarrollo de los niños que decir cosas como: “es un listillo”, “es un
pesado” o “es un cabezón”, ¿no crees? Pero hay que tener cuidado con lo
que se dice a un niño, porque ellos se convertirán en lo que se dice que son.
Si quieres que tu hijo sea brillante deberás decirle que lo es, en cambio si
quieres que no se comporte de mala manera, pero le dices: “eres un niño
malo”, ¿qué crees que puede estar entendiendo?
Las etiquetas son profecías autocumplidas
Las etiquetas no surgen siempre pero cuando se etiquetan en función del
comportamiento de los niños o de los comentarios de los demás, ellos
pueden pensar que son así realmente. Por ejemplo, si un niño recibe de
su maestro que es malo en matemáticas después de una calificación
baja, él pensará que no merece la pena esforzarse si es malo en algo…
cuando en realidad lo que necesita es motivación y paciencia para
entenderlo.
Los adultos deben tener mucho cuidado con las etiquetas que dicen a los
niños porque pueden condicionarles su carácter y personalidad y que ellos
mismos se sientan incapaces en algo sólo por lo que los demás le han
hecho creer que son.
Sin etiquetas negativas mejor
Un niño que se comporta mal, no es un niño malo, es un niño que
necesita atención para saber el por qué de su comportamiento, quizá
tenga algún problema emocional que deba solucionar. Un niño al que le
gusta estar solo no tiene que ser raro, simplemente puede ser
introvertido y le gusta disfrutar de la soledad. Si una niña quiere
conseguir las cosas por sí misma sin ayuda no tiene que ser cabezona,
puede ser simplemente tenaz… y así podría seguir con mil ejemplos
más.
Las etiquetas negativas pueden condicionar a los niños, pero tanto las
negativas como las positivas. Aun niño que le cuestan las matemáticas, él
sabe que le cuesta y no le puedes decir que es brillante en las
matemáticas (etiqueta positiva) sólo porque quieras que lo sea, él sabe
que no es así, estarías haciendo una etiqueta equivocada. Pero sí
necesitará motivación y puede darse cuenta que es capaz, que tiene
fuerza de voluntad y que tiene una capacidad intelectual brillante para
poder entender las matemáticas si realmente quiere hacerlo.
Hay profesionales que dirán que etiquetar en ocasiones es una
necesidad para poder recibir el tratamiento adecuado, pero no debemos
mezclar un diagnóstico con una etiqueta. Son dos cosas diferentes. No
se deben etiquetar las características individuales o las habilidades de
una persona.
Marca la diferencia
La clave para hacer las cosas de una forma más saludable es darse cuenta de cómo
los viejos aprendizajes están provocando que repitas el patrón con tus hijos. Estas
respuestas son tan automáticas que puede que ni siquiera te des cuenta
de lo que está sucediendo. Es posible que algunos recuerdos de tu
pasado te bloqueen o te vuelvan estresado o incluso ansioso. Observa tu
cuerpo y los pensamientos que tienes, sobre todo los sentimientos que
tienes en tu interior. Estos sentimientos, ¿son realmente útiles para tu
vida actual? ¿Tus recuerdos están conectados?
Una vez hecho esto, busca las diferencias entre lo que ocurría antes y lo
que ocurre ahora. Tú, estás en un nuevo entorno, con diferentes
personas a tu alrededor. Cuando se trata de la conducta automática es posible
que no te sientas bien, porque tu cuerpo y tu mente están reaccionando de una
vieja manera a un nuevo entorno. Puedes estar respondiendo a nuevas
situaciones como si fuesen viejos conocidos -seguramente algo
aprendido de cuando eras una persona indefensa y pequeña-. Pero las
cosas son diferentes en la actualidad, y podrás marcar la diferencia si lo
notas de forma consciente. Una vez que te des cuenta de esto, te darás
cuenta también de que eres una persona consciente y capaz, de que
esta vida es tuya y sólo tú, eres quien tiene el poder de decidir la
reacción que quieres llevar a cabo en ciertas situaciones.
Tú tienes el poder de cambio
Observa cómo tienes en tus manos tu vida. Tu cuerpo te recuerda que
tus recuerdos te están marcando la forma de ver el mundo y de educar a
tus hijos, quizá aprendiste a ser una persona invisible… pero todo eso
puede cambiar. Si estás tratando de responder de forma diferente, puedes
empezar cambiando tu presencia física.
Esto será más fácil que cambiar tu forma de pensar, pero te ayudará a
cambiar la forma en la que sientes. Tus pensamientos, sentimientos y
comportamientos están relacionados con tu cambio y con tu presencia
física. Intenta ponerte de pie y sentirte fuerte. Al principio es posible que te
sientas desconocido e incluso que te sientas incómodo, pero experimenta con
estas sensaciones.
Siente el control
Cuando sientas que tienes el control en tu vida, podrás manejar las
situaciones de forma más adecuada. Puedes pensar en frases como:
‘Ahora las cosas son diferentes, estoy bien y me siento bien’. Encuentra las
palabras para pensar cada día que te hagan sentir bien y más fuerte con
sólo pensarlas.
Nada de esto será fácil ni conseguirás el cambio rápidamente. Los
sentimientos en tu interior por culpa de los fantasmas del pasado han estado
en tu interior demasiado tiempo, por eso si tomas conciencia y realmente
quieres el cambio, podrás conseguir buenos resultados. Recuerda que
debes poner de tu parte y que tus hijos, dependen de ti para convertirse
en personas excelente y no tóxicas.
Qué debes saber para dejar de gritar a los hijos
Gritar a los hijos está mal pero en muchas ocasiones los padres se
sienten tan presionados que es la única manera que encuentran para
dejar salir su presión y frustración, piensan que es la mejor o al
menos la más rápida para que los hijos obedezcan. Puede que de forma
inmediata, el levantar la voz para mostrar enfado o descontento tenga
efecto, pero a largo plazo puede ser todo un problema para los
hijos. Además un padre o una madre que continuamente está
gritando perderá autoridad hacia los hijos, ya que un grito debe
reservarse únicamente para aquellos momentos en los que pueda haber
peligro de algún tipo. Todos los padres aspiran a tener una crianza más
tranquila donde no haga falta gritar ni enfadarse, pero en ocasiones
somos los mismos padres los que hacemos que las cosas se vuelvan
complicadas. Sabemos lo importante que es para los niños nuestros
principios y nuestros miedos, pero a pesar de tener las mejores
intenciones puede que pierdas los nervios con las personas que más
amas en este mundo: tus hijos.
Por qué se grita a los hijos y por qué no hay
que hacerlo
Es una buena idea preguntarse por qué gritamos a nuestros hijos. A
menudo se atribuye esto a los arrebatos de convencernos de que no nos
escuchan, que nos faltan al respeto, que estás siendo descarados o que
se están portando mal. Pero la realidad es que los niños no quieren
comportarse así y los padres en cambio, actuamos sin pensar. Sin pensar
en ellos, sin pensar en las consecuencias.
Ser padres es una experiencia muy personal y los sentimientos que
tenemos por nuestros hijos son tan fuertes que nos pueden ayudar a
comportarnos de una forma más lógica y con mayor razonamiento en
estos momentos. No podemos olvidar, que al fin y al cabo, todos somos
humanos. Pero si gritas a tus hijos les estarás criando en una continua
sensación de ansiedad, pánico y miedo que no se merecen. Es necesario
pensar en cuáles son los disparadores que te hacen saltar las alarmas
internas.
Todos los sentimientos son naturales, normales y aceptables… pero
todos los comportamientos no lo son. El reto de cualquier padre o madre
es aceptar nuestros sentimientos pero tomando el control del
comportamiento, algo que hará que tus buenos sentimientos se hagan
más fuertes. Recuerda que tu hijo seguirá tu modelo, y si tu gritas… él
también lo hará
5 formas de dejar de gritar a tus hijos
Busca los desencadenantes que te hacen gritar. En muchas ocasiones
los desencadenantes están dentro de ti y en tu niñez. Heridas no resueltas
puede que te hagan gritar más de la cuenta. Los sentimientos de
desesperación, impotencia, insuficiencia, miedo o culpa pueden ser los
desencadenantes. Piensa también en cuáles son los comportamientos que
te hacen sentirte a punto de estallar.
Educa a tu cerebro. Detenerte, pausar tu comportamiento y pensar antes
de responder.
No puedes hacer que los demás actúen según tus necesidades. No
puedes conseguir calma a través de otras personas, tampoco a través de tus
hijos. Encuentra las formas de calmarte a ti mismo/a a través de otras
estrategias como la meditación, la música relajante, los paseos… Gritar a
los demás sólo te hará sentirte peor y con más estrés.
¿Por qué te molestan esos comportamientos? Cuando algo te moleste
escribe tus pensamientos en lugar de gritar. Mira en tu pasado y reconoce
tus miedos. Pregúntate si el comportamiento de tu hijo te hace sentir
inseguro, indefenso, asustado o fuera de control y busca la manera de
controlar estos sentimientos. Anota lo que puedes hacer para encontrar la
calma en ti ante cualquier desencadenante y después, llévalo a la práctica.
Evita las luchas de poder. Ten cuidado de no engancharte en un patrón
de interacciones negativas con tu hijo o los gritos serán inminentes. No
reacciones a su reactividad y no te quedes atrapado en una guerra de
voluntades. Es mejor que seas realista ante lo que ocurre y que te
mantengas en los puntos fuertes y en la disciplina positiva.
6 cosas que se aprenden cuando se deja de gritar
a los hijos
1. Te sentirás mucho mejor
Cuando empieces a controlar tus nervios y dejes de gritar a tus hijos, tu
estómago estará con una mejor salud… Porque te sentirás mejor contigo
mismo/a. Ya no te sentirás el peor padre o la peor madre del mundo.
Además, tus hijos también empezarán a gritar menos porque tú ya no gritas y los
gritos dejarán de ser un problema en casa.
2. Tus hijos son tu público más importante
Cuando gritas tus hijos no te ven como la madre cariñosa y paciente que
quieres que vean. La realidad es que te ven como a una mujer
descontrolada, enfadada y que no está enseñando nada, solo está
desahogando sus nervios sin tener en cuenta los sentimientos de sus
hijos. Tus hijos son tu público y sus ojos te están mirando durante todo el
día.
Ellos son las personas más importantes y se merecen verte cariñosa,
amorosa y sin que debas de gritar para poder mostrar tus deseos.
Cuando dejes de gritar, te darás cuenta de que tus hijos empiezan a
comportarse mejor, casi por arte de magia.
Forma agresiva
Los padres que se comunican con sus hijos de forma agresiva gritan
mucho, critican a sus hijos y usan palabras para atacar. Los niños
responden de muchas maneras diferentes, pero normalmente sienten
miedo y además de gritar empiezan a hacer caso omiso a las órdenes
(constantes) de los padres.
Forma pasiva
Esta segunda forma de comunicación es la que se conoce como forma
pasiva. Estos padres usan las palabras y los tonos de voz suaves, son
cautelosos y no quieren que sus hijos se enfaden por algo que ellos
hayan podido decir. Por desgracia, estos padres son tan pasivos que a
veces cuando los niños les “tensan demasiado la cuerda”, pueden volverse
agresivos.
Forma asertiva
Por último, está la tercera forma de comunicarse con los hijos, que es la
forma asertiva. Esta es la mejor manera de comunicación que existe para
poder hablar con los hijos a todos los niveles, es la más eficaz y sin duda
la que todos los padres del mundo deberían utilizar para dirigirse a sus
hijos. Es un tipo de comunicación firme, coherente, clara, positiva, cálida y
segura. La comunicación con los niños de forma asertiva es una habilidad
real que mostrará a los hijos que los padres están a su lado, que les
escuchan y sobre todo, que les respetan.
Consejos para mejorar la forma de hablar con los
hijos (y que ellos escuchen)
Para que tus hijos te escuchen, deberás aprender a hablarles
correctamente, para eso no te pierdas los siguientes consejos:
La disciplina nada tiene que ver con la disciplina tradicional, sino que en
la actualidad la disciplina positiva es la que realmente está dando buenos
resultados y los padres deben ceñirse a ella, para que los hijos
obedezcan sí, pero desde el respeto, el cariño y el buen hacer. Tenéis
que hablar el mismo idioma emocional.
Cómo conseguirlo
Normalmente cuando un padre o madre quiere que su hijo obedezca es
porque se ha encerrado en una guerra de voluntades difícil de salir. Hay
que evitar estas situaciones donde el conflicto está asegurado, no es
nuestro objetivo que los hijos sientan que deben obedecer porque no les
queda más remedio o porque ‘sus padres se lo dicen’. El objetivo es que
los niños sepan que hay un camino a seguir por el cual sus padres les guían y
que si tiene dificultades nunca estarán solos para poder superar los
obstáculos. La figura de autoridad no debe dar miedo, debe dar
confianza. Algunos consejos:
Sé un buen ejemplo. Para que tu hijo sepa que eres el líder de la familia
deberá ver cómo eres el mejor ejemplo. Por lo tanto, una forma de
conseguirlo es que seas una persona firme y autoritaria siempre que debas
serlo, pero sin que la palabra ‘autoridad’ sea inmoral. Tendrás que ser un
buen ejemplo a seguir con las normas. Se puede ser firme, desde el respeto
y el cariño.
Utiliza la disciplina. Pero la disciplina positiva. Enseña autocontrol a tus
hijos desde el respeto, sin abusar de tu posición de poder. En la disciplina
positiva debe haber más guía que control.
Sé claro en las normas. Para que tu hijo obedezca deberás ser claro en las
normas, los niños deben saber qué es lo que se espera de ellos. Los hijos,
de forma natural quieren satisfacer a los padres, pero deben saber qué es lo
que se espera de ellos y cómo conseguirlo… las primeras veces necesitará
tu guía y tu paciencia.
Sé coherente. Si dices una vez que no, deberá ser que no. Deberás tomar
decisiones con tu pareja para ir los dos en la misma línea educativa, en
caso de no hacerlo, los niños se sentirán confundidos y no sabrán qué
deben hacer.
Las rutinas. La rutinas también ayudan a los niños a tener una estructura
y a saber qué es lo que viene y qué deben hacer para que todo marche
correctamente.
Que no falte el amor. La familia no es una democracia ni tampoco una
dictadura. Se trata de una relación donde el amor y el respeto ayudarán a
los niños a convertirse en adultos responsables. La disciplina positiva le
enseñará a tu hijo a obedecer y a hacer que se sienta protegido y seguro en
el seno familiar.
La técnica del Sándwich para eliminar los
comportamientos inadecuados de los niños
Eliminar los comportamientos inadecuados de los niños no es una
tarea sencilla, requiere de una buena dosis de paciencia y otra de
perseverancia. La clave radica en disciplinar con cariño y hacerles saber
lo que se espera exactamente de ellos. De hecho, existen determinadas
conductas que los padres no deberían pasar por alto y a las que
deberían ponerles coto cuanto antes. Un método muy eficaz para
eliminar esos comportamientos es la técnica del sándwich. ¿En
qué consiste la técnica del sándwich?
La técnica del sándwich se puede aplicar con los niños mayores de 5 años y
es muy efectiva en los pequeños rebeldes. Su objetivo principal es lograr un
cambio de comportamiento a través de una crítica constructiva, haciendo
que los niños reflexionen sobre la conducta inadecuada.
El método también fomenta la receptividad en los niños para que logren
cambiar otras conductas en el futuro, a la vez que fortalece la autoestima
infantil y facilita la comunicación entre padres e hijos. A través de esta
técnica los padres también pueden hacerles saber a sus hijos lo que
esperan de ellos y les enseñan a ser mejores personas.
¿Cómo se aplica la técnica del sándwich?
La técnica del sándwich es muy fácil de aplicar ya que consta de tres
pasos principales: el primero consiste en ofrecer una auténtica
retroalimentación, elogiando una conducta, actitud o cualidad del niño, a
lo que le sigue la petición del cambio de comportamiento y, por último, un
mensaje positivo que lo motive a mejorar.
Por ejemplo, si quieres que el pequeño sea más generoso con sus
amigos y les preste sus juguetes, debes hacerle saber primero cuán
orgullosa te sientes de la relación que mantiene con sus
amigos. Puedes decirle: “Sabes, me enorgullece mucho que tengas
tantos amigos y que se lleven tan bien, es muy gratificante verlos jugar
juntos y saber que les ayudas cuando te necesitan. Creo que sabes
cómo ser un buen amigo y eso me hace muy feliz”. A
continuación, puedes incluir la crítica: “Sin embargo, he notado que a veces
no quieres prestarles tus juguetes y eso no está bien. Sería bueno que compartas
tus cosas con ellos, sobre todo porque ellos lo hacen contigo”.
Por último, debes transmitirle un mensaje positivo que lo motive a cambiar
su comportamiento y que le deje un buen sabor en la boca tras la crítica
que acaba de recibir. En este caso, puedes comentarle: “Prestarles los
juguetes a tus amigos te convierte en un niño más bondadoso y fortalece vuestra
amistad. Además, me haría muy feliz ver cómo se llevan mejor cada día”.
En este punto, puedes preguntarle qué piensa al respecto o simplemente
dejar que reflexione sobre lo que le has dicho.
¿Cuándo aplicar esta técnica?
La técnica del sándwich puede aplicarse en cualquier circunstancia,
aunque lo ideal es que aproveches para hablar con tu hijo después de
haber tenido la conducta que quieres eliminar, de manera que sea
plenamente consciente de lo que ha hecho. No obstante, si notas que el
pequeño está enfadado o demasiado eufórico, será mejor que esperes a que
se calme, de lo contrario, es probable que haga oídos sordos a la crítica.
También es importante que emplees la técnica con mesura. Si la utilizas
con frecuencia puedes crear un precedente negativo en el niño, quien puede
asumir los elogios como la antesala de una crítica. En este caso, el método
no solo perdería su efectividad sino que sería contraproducente, de
manera que podrías reducir el efecto positivo de los elogios, afectar la
autoestima de tu hijo y hacer que pierda la confianza que ha depositado
en ti.
Tu hijo es brillante, aunque las notas te hagan
creer que no lo es
Muchas personas de éxito tuvieron una infancia llena de fracasos
escolares (Stephen Hawking, Évariste Galois, Charles Darwin, Winston
Churchill, Bill Gates…). Desgraciadamente vivimos en una sociedad
donde parece que las notas marcan a los niños y les dictan cómo
son o qué deberían ser. Pero la realidad es que un número no
determina cómo es tu hijo, y compararlo con otros niños de su misma
edad que sacan mejores notas, tampoco. Cada niño tiene un ritmo
evolutivo diferente y un ritmo de aprendizaje que se debe respetar para
que la motivación hacia el aprendizaje no se pierda por el camino. Los
padres tienen una gran responsabilidad en la
educación
Es posible que existan padres que piensen que la educación de sus hijos
depende de la escuela o de los profesionales que les atienden para que
mejoren sus resultados académicos, como psicopedagogos o profesores
particulares… Pero nada más lejos de la realidad. La escuela y los
profesionales son el complemento necesario para la educación de los niños
en casa. En la escuela se enseña pero en casa se interioriza. Los valores,
la moralidad, las buenas conductas y hábitos se aprenden en casa y se
predican con el ejemplo.
Si tu hijo saca malas notas no le etiquetes de mal estudiante o de que no
sabe o no entiende, porque entonces se lo creerá y NO es verdad. Los
padres deben poner de su parte y buscar información para entender
cómo va el aprendizaje y qué es lo mejor para que sus hijos tengan una
buena relación con el aprendizaje, sabiendo cómo funciona el cerebro
ante el aprendizaje y sobre todo también, teniendo en cuenta que es más
importante valorar el esfuerzo más que el resultado.
El cerebro de los niños
Aprender es un proceso mágico que todos los niños son capaces de
realizar, su cerebro funciona y se puede potenciar todas sus capacidades
para conseguir buenos resultados. Para que funcione es necesario
trabajar la motivación y sobre todo, la confianza en uno mismo… Los
niños deben sentir que realmente son capaces de conseguir lo que quieran,
porque así es.
No hay milagros… Cada familia es un mundo y se debe tener en cuenta
para entender el diseño cerebral de los niños, que también es único y
especial. Los recursos de una familia no serán los mismos que los de
otra. Es importante que los padres descubran el potencial y el talento de
sus hijos, teniendo en cuenta por supuesto, su edad evolutiva. Sabiendo
también aspectos importantes sobre la memoria a corto y largo plazo, la
atención… La organización de tardes en cuanto al estudio o los deberes.
Por ejemplo, un niño de 8 años solo podrá mantener la atención 10
minutos aproximadamente, el cerebro se cansa y necesita descansos
Los niños pasan
cerebrales para jugar, cantar o bailar.
demasiado tiempo ante los libros
Las personas somos seres sociales y necesitamos socializarnos para
estar bien. Por eso, es necesario que los niños pasen únicamente un
tiempo limitado ante el estudio o la pantalla para que puedan jugar y
pasarlo bien en familia. Un cerebro aislado no aprende realmente.
Los premios materiales cuando hacen los niños algo bien no se interiorizan
tan bien como los premios emocionales. Una sonrisa o un reconocimiento a
través de palabras de elogio o gestos como un abrazo, son reforzadores
mucho más potentes que cualquier otro premio que se le pueda dar a un
niño.
Si estás pensando que las últimas notas de tus hijos no han sido buenas,
en lugar de reñirles o castigarles, valorad qué es lo que ha ocurrido para
buscar soluciones en el futuro. Todos los niños quieren hacer las cosas
bien y sentir la satisfacción de un trabajo bien hecho. Recuerda: tu hijo es
brillante y eso no lo determinan sus notas. Potencia su creatividad y tu
hijo, también podrá ser un genio.
Para conseguir que el refuerzo positivo sea una buena herramienta hay
que tener claro que el esfuerzo es más importante que el resultado. El
refuerzo positivo además, será mucho más eficaz si se ‘atrapa’ a los niños
haciendo algo bien. Se necesita un poco de práctica pero cuando los
padres se dan cuenta de los esfuerzos de los hijos, será muy beneficioso
para fortalecer la relación entre padres e hijos y también la autoestima de
los pequeños.
7 maneras de fomentar la autoestima infantil
Tener una autoestima adecuada es vital para la vida y el desarrollo
infantil. Así lo demuestra la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la
Asociación Española de Pediatría al afirmar que los pequeños que tienen
una autoestima adecuada poseen más amigos y se llevan mejor con
ellos, se sienten más seguros de sí mismos y confían más en sus
decisiones, a la vez que son capaces de discernir lo que hacen bien o
mal. También se ha apreciado que una autoestima infantil adecuada
estimula el desarrollo de diferentes habilidades cognitivas en los niños,
mejora su empatía, potencia la asertividad y mejora su aprendizaje.
Sin embargo, la autoestima adecuada no se desarrolla al azar. La
autoestima se va forjando con el paso del tiempo y está determinada por la
percepción que los padres y el resto de las personas tienen del niño. Por
tanto, si queréis que vuestro hijo desarrolle una autoestima sana, debéis
transmitirle una percepción positiva de sí, haciéndole saber que le
valoras.
¿Cómo fomentar una autoestima adecuada en el
niño?
1. Destaca su esfuerzo y logros
Tan importante como celebrar los logros del niño, es destacar su esfuerzo,
empeño y nivel de compromiso. De esta manera no os centraréis
simplemente en el logro y los resultados alcanzados sino en el camino
recorrido, que en muchos casos es más importante. Por eso, aunque el
resultado no sea perfecto, destaca el esfuerzo.
2. Dale libertad
No intentéis educar a vuestro hijo dentro de una burbuja,
sobreprotegiéndolo y limitando su libertad de acción. Este estilo educativo
no solo restringirá las posibilidades de vivir nuevas experiencias que le
permitan desarrollarse sino que también afectará su autoestima y la
confianza en sí mismo. Si siempre resuelves sus problemas y tomas las
decisiones por él, jamás podrá ponerse a la prueba y saber hasta dónde
puede llegar por sí solo.
3. Préstale la atención que necesita
Dedicarle tiempo a los niños no solo es un acto de cariño sino también una
responsabilidad. Cuando los padres pasan tiempo de calidad con su hijo
aprenden a conocerlo y a conectar con el pequeño, creando un vínculo
emocional que será la base de su autoestima. Así el niño comprenderá
que estaréis a su lado siempre que lo necesite.
4. Evita etiquetarlo
Para desarrollar una autoestima adecuada en el niño, es conveniente
evitar las etiquetas. De hecho, adjetivos como “torpe” y “vago” son tan
negativos como “artista” o “genio” ya que todos, de una forma u
otra, limitan al niño dentro de una etiqueta que, a la larga, será un peso
enorme en su vida.
5. Dale responsabilidades
Una manera para estimular la autoestima del niño y hacerlo sentir más
independiente y autosuficiente consiste en permitir que forme parte de
algunas de las tareas y decisiones del hogar. De esta manera estaréis
fortaleciendo su autoconfianza y seguridad. Comienza por cosas
pequeñas, pidiéndole que te ayude a secar los platos o a poner la mesa y
poco a poco ve dándole más participación y preguntándole su opinión en
diferentes temas de la familia.
6. Quiérelo incondicionalmente
Es importante que el niño no solo se sienta protegido y seguro sino que
también se sienta amado. El cariño es la mejor manera para ayudarle a
desarrollar y fortalecer su autoestima y la confianza en sí mismo. Los
besos, los abrazos y los mimos son válidos pero también debéis
demostrarle que lo quieres incondicionalmente con hechos y actitudes.
Hacedle saber que aunque se equivoque, estaréis a su lado para
apoyarle.
7. Evita compararle
Comparar a vuestro hijo con sus amigos u otros niños no es una buena
idea. Si la comparación es negativa estaréis dañando profundamente su
autoestima y si es positiva le añadiréis una presión innecesaria que
muchos niños no son capaces de sobrellevar. Por eso, es mejor evitar las
comparaciones, destacad simplemente sus cualidades positivas y cuando
tengáis que hacer una crítica, aseguraos de que sea constructiva.
Cómo promover una autonomía saludable en
los niños
Cuando un niño tiene un sano sentido de la autonomía debe respetar los
límites establecidos por los padres. Un niño pequeño sabrá
perfectamente que tiene libertad para explorar el mundo seguro que han
establecido para él y podrá desarrollar un buen sentido de toma de
decisiones saludables. Por este motivo, sabrá diferenciar qué es seguro de
lo que no lo es. Los padres deben promover un buen ejemplo con sus
actitudes y sus acciones.
Si los padres toman conciencia de la importancia de que los niños tengan
autonomía, les estarán ayudando a sentirse capaces de hacer las cosas
por sí mismos, a tener iniciativa y motivación por su entorno… algo
imprescindible para cuando comiencen la escuela -siguiendo cualquier
pedagogía, recuerda que ninguna es mejor que otra y que son las
personas con vocación quienes hacen de la enseñanza algo posible-.
Los niños necesitan extender esa distancia emocional para dejar de actuar
de forma tan impulsiva y saber cuál es la información correcta para
tenerla en cuenta. Es importante explicarle las cosas de forma que te
entiendan, con un vocabulario adecuado a su edad y entendimiento.
Fortalecer su cerebro con atención plena
La atención plena tiene grandes beneficios para el cerebro de los niños.
Se fortalece el cerebro que conduce a la alta emoción de forma que se
puede trabajar la impulsividad para que no sea tan problemática.
También se fortalece la corteza prefrontal (la parte pensante del cerebro
que es capaz de calmar las emociones y considerar las consecuencias
para poder escoger la mejor acción). Por si fuera poco, la atención plena
también refuerza las conexiones entre los dos, lo que significa que en los
momentos de gran emoción, la corteza-prefrontal será más rápida y
tendrá más capacidad de trabajar con los centros emocionales del
cerebro para encontrar la calma.
Cuidado con las expectativas
Es muy importante no esperar más de los niños de lo que son capaces
de hacer, por su estado de desarrollo. Los niños pequeños no tienen la
capacidad de mantener la calma y razonar durante todo el tiempo.
Castigarlos por la falta de autorregulación no les permitirá entender qué
han hecho mal o cómo mejorar ese comportamiento. El castigo no ayuda
a nada y se corre el riesgo de que la vergüenza se apodere de su
sensación de seguridad.
Los niños necesitan explorar diferentes formas para poder responder
adecuadamente. Que los niños escojan la mejor acción porque saben que
es lo que deben hacer, es la respuesta más duradera y más poderosa
que cualquier cosa que le impulse a hacer algo por miedo a las
consecuencias. Ellos deben escoger cómo actuar teniendo el poder de
escoger sus propias acciones.
Con cariño y firmeza todo sale mejor
Puede ser tentador suavizar lo ocurrido para evitar una rabieta o
explosión emocional, pero eso no le hará ningún favor al aprendizaje del
buen comportamiento y autorregulación de tu hijo. Tu hijo necesita tener
la oportunidad de aprender habilidades valiosas y poder manejar sus
emociones (todas valiosas e importantes). No intentes arreglar todo lo
que sucede y ofrécele la oportunidad de que se calme por sí mismo con tu
apoyo emocional constante. Cuando tu hijo tenga un comportamiento
explosivo, debe sentir la confianza y el apoyo emocional de que estás a
su lado, pero al mismo tiempo, deberá tener su propia responsabilidad
para calmarse y cumplir las consecuencias del comportamiento.
Los niños necesitan tu guía, apoyo, comprensión y respeto para poder
entender sus emociones y encontrar el camino correcto. Permite que
sienta, guía sus emociones.
Por lo tanto, la televisión también puede hacer que tu hijo se vuelva más
violento. Los niños pequeños no entienden la diferencia entre la realidad y la
fantasía, por lo que cuando ven la violencia en la televisión podrían tratar
de imitarlo. Por ejemplo, en ocasiones en la televisión los ‘buenos’ se
vuelven violentos para conseguir lo que quieren, por lo que los niños
pueden sentir este comportamiento como justificado.
Los niños que no son violentos
Los niños que no son violentos están alrededor de adultos, de miembros
de la familia y amigos que les valoran y que disfrutan del tiempo con
ellos. Los padres que son consistentes en la aplicación de normas de
comportamiento y disciplina ayudan a criar a los niños que son menos
propensos a volverse violentos. Los niños necesitan un sentido de
propósito y la creencia de que van a tener un futuro positivo, deben
entender que la educación y el buen hacer es la clave del éxito, y esto
sólo se aprende a través del ejemplo. Al mismo tiempo, los niños
necesitan tener cierta independencia, control y sentido en sus vidas. La
educación emocional, la empatía y la asertividad son claves para evitar la
violencia en la vida de los niños.
Seis fortalezas necesarias para evitar la violencia
Aunque en ocasiones no se puede saber bien por qué un niño es
violento, existen algunas fortalezas absolutamente necesarias en la vida
de los niños para evitar que se vuelva violento. Estas fortalezas son:
1. Vínculo emocional y apego con sus padres
2. La auto-regulación
3. La afiliación y sentimiento de pertenencia a un grupo
4. La conciencia
5. La tolerancia
6. El respeto hacia uno mismo y hacia los demás.
Sin duda, la falta de atención, los castigos y la humillación, así como las
necesidades emocionales insatisfechas durante los primeros años de vida se
convierten en el caldo de cultivo ideal para que los niños, y más tarde los
adolescentes, busquen en la calle el apoyo y el vínculo afectivo que no
han recibido en casa.
Por otra parte, no debemos olvidar que los niños necesitan un modelo a
seguir, necesitan ser educados en ciertos valores. Si crecen sin recibir el
respeto de sus padres, pensarán que los demás tampoco merecen
respeto, por lo que serán más propensos a burlar las normas y meterse
en problemas. Cuando un niño tiene una autoestima sana y sabe que
merece el mismo respeto que le debe a los demás, es menos probable
que se deje influenciar por las malas ideas del grupo de amigos y
muestre comportamientos antisociales.
Escucha activa
Resolución de conflictos
Reconocer y tratar las emociones fuertes
Reconocer las señales de estrés o ansiedad
Evitar la sobreestimulación
Enseñar técnicas de relajación
Es muy importante ayudar a los niños a preservar su dignidad en la
disciplina positiva mientras aprende un buen comportamiento. El desarrollo
de unos límites razonables se centra en las cosas más importantes,
indicando la eficacia de los límites, ayudando a los niños a aceptar los
límites y comunicándolos a los demás. También es fundamental
revisarlos periódicamente siendo flexibles ante diferentes las situaciones.
Cuándo son importantes los límites
Los límites son importantes siempre pero sobre todo cuando se trata de
seguridad para ti y para los demás, esto no es negociable. Tratar a los
demás con respeto es importante y tratar las propias necesidades sin atacar
a nadie más también lo es. Las demás reglas pueden cambiar con el
tiempo y se tendrá que aprender a tratar sus propios conflictos y
necesidades para poder estar bien con él mismo y con su entorno.
Los padres deben crear y establecer límites necesarios, dejando de lado
a los innecesarios. Sólo debes asegurarte de que tienes una buena
conexión con tu hijo para que puedas establecer los límites con empatía y
asertividad, y si tu hijo puede sentir esto, los límites no serán un
problema en la educación de tus hijos.
Límites razonables en las cosas importantes
Los adultos influyen en los niños mostrando sus expectativas para
conseguir un comportamiento deseado y ayudar a los pequeños a
entender que hay límites que deben cumplir. Es necesario entender la
importancia de los límites apropiados en las relaciones entre los adultos y los
niños.
Es imprescindible abogar por una comunicación positiva para poder
comunicar claramente los límites, que deberán tener sentido para los
niños y además, deberán sentir que son ellos los que tienen el control
sobre la decisión de acción de esos límites establecidos por los adultos -
a través de las opciones-. Los límites deben establecerse hacia las cosas
importantes y no triviales, como por ejemplo la salud física y emocional
de los niños y adultos, así como la seguridad. De este modo se fomenta
el auto-control sano, teniendo en cuenta también sus emociones, sus
sentimientos y cómo se siente el niño/a en cada momento.
Consideraciones de la disciplina positiva para
establecer límites
La disciplina positiva se basa en el respeto mutuo.
El propósito de la disciplina positiva es ayudar a los niños a organizar,
internalizar las reglas y adquirir pautas de comportamiento adecuadas
teniendo en cuenta sus necesidades, sus inquietudes y sus intereses.
Los temperamentos de los niños y de los padres, en particular en el
contexto del medio sociocultural, requiere flexibilidad. Los niños con
Necesidades Educativas Especiales o con retraso en el desarrollo
requieren ajustes adicionales y resolución de problemas.
La disciplina positiva no infunde vergüenza, ni culpa negativa, ni una
sensación de abandono o pérdida de confianza. En su lugar, infunde una
sensación de mayor confianza y fortaleza entre el niño y sus padres.
Evitar la confrontación siempre que sea posible ofreciendo
sugerencias y opciones (pocas y ajustadas al momento) adecuadas así
como el conocimiento de las consecuencias naturales y pactadas ante
determinados comportamientos.
Cómo decir NO a los niños sin decirlo
Los niños necesitan normas y límites para sentirse seguros y son los
padres los responsables de conseguirlo. En la actualidad, muchos padres
se sienten sobrepasados a la hora de educar a sus hijos y en muchas
ocasiones abusan de la palabra ‘NO’ en su vocabulario. Cuando los
padres utilizan demasiado esta palabra en el momento en que se
dirigen a sus hijos, solo conseguirán que los pequeños dejen de
El uso y la
escucharla, y lo peor, de darle sentido.
importancia del NO en la vida de los niños
Esto puede generar frustraciones en los padres, quizá sientan que no
están haciendo las cosas bien y en ocasiones cuando esto ocurre y
creen que sus hijos no les escuchan, empiezan los gritos y los malos
modos. No hace falta llegar a eso en absoluto. Lo primero que los padres
deben tener en cuenta es que si sus hijos no responden a sus ‘NO’ es
porque los han utilizado tanto, que ya han dejado de tener sentido para
ellos. La palabra ‘NO’, solo hay que utilizarla para momentos
concretos, situaciones puntuales donde exista peligro real para el niño
como si se asoma a una ventana, si se suelta de la mano en mitad de la
calle, etc.
Si realmente quieres que tu hijo te escuche y sepa cuáles son las normas
y los límites que existen en vuestra vida diaria, entonces, es muy
importante que aprendas a decir NO sin decirlo, pero, ¡ojo! Recuerda que
el NO es necesario en la educación de los niños, ya que en ocasiones decir
‘no’ como negativa es importante para que aprendan a tolerar la
frustración y a empatizar con los sentimientos de los demás.
Con esto queremos decir que usarlo de forma indiscriminada no tiene
sentido, que es mejor utilizarlo para momentos reales de peligro. Pero
que el ‘no’, como negativa también es importante utilizarlo de vez en
cuando para que los niños aprendan que es una palabra que se utiliza y
que también deberán aprender a tolerar y a saber utilizar en momentos
puntuales de su vida. Ellos también deben aprender a decir ‘no’ cuando
sea necesario en su vida. Por ejemplo, si a un niño se le enseña a decir que
‘no’ en momentos adecuados, cuando sea adolescente podrá decir que no
de forma asertiva a su grupo de iguales cuando no quiera realizar una
actividad en concreto.
Cómo decir NO sin decirlo
Pero para no abusar del NO es importante aprender a decirlo sin decirlo
y además, utilizar la asertividad sin que sea necesario ser demasiado
negativo en las conversaciones que mantenemos con los hijos. Es
importante que los pequeños sientan que les comprendemos, que sus
emociones son lo más importante y que además, tienen cierto control en
sus acciones. Así podrán ser responsables de lo que hacen y además,
evitarás un conflicto innecesario y unas rabietas que no ayudarán a tener un
hogar equilibrado. Algunos consejos son:
Dales alternativas y opciones positivas
Es importante no solo que los niños tengan buenos modales, sino que
también los entiendan y sepan qué es lo que se espera de ellos en cada
momento. Cuando los niños saben cómo se tienen que comportar y se
refuerza su comportamiento ofreciendo elogios, mejorarán el
entendimiento de las buenas relaciones con los demás.
No tolerar la falta de educación
El comportamiento malcriado y hablar mal son cosas demasiado
comunes en la actualidad y los niños también insultan porque es lo que
aprenden por lo que ven. Pero un niño que ve hablar mal a su familia
pensará que hacerlo está bien, por lo que es necesario que los padres
además de dar ejemplo también respondan a este comportamiento
inadecuado de forma inmediata.
Los padres deben dejar claro que no importa lo enfadado que se esté,
nunca es aceptable arremeter contra otra persona. Se puede enseñar a
los niños a expresarse mediante frases del tipo: ‘me siento…’ como por
ejemplo: ‘me siento triste. En lugar de decir cosas del tipo ‘tú’, como por
ejemplo: ‘Eres un idiota’.
También es importante enseñar a los niños a poner palabras a sus
sentimientos haciéndoles preguntas. Por ejemplo, si el niño está
haciendo comentarios sarcásticos se le puede decir algo como: ‘Pareces
molesto, vamos hablar de ello’. O si tu hijo está gritando a su hermano le
puedes decir algo como: ‘Pareces muy enfadado con tu hermano, ‘¿me
puedes decir que está pasando?’ Darle a los niños una forma positiva de
expresar sus emociones le hará saber que es natural sentirse enfadado o
frustrado de vez en cuando (que puede controlarlo) y que no hace bien en
insultar o gritar a otros.
Como es habitual, los niños pequeños tendrán un comportamiento más
impulsivo y relacionado con lo que sienten en cada momento
determinado, por lo que no te sorprendas si te cuesta conseguir que tu
hijo controle sus emociones, pero lo que importa es no desistir.