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Sealand, la peculiar historia de la pequeña micronación que sobrevive

frente a las costas de Reino Unido


Mike MacEacheran BBC Travel, 29 agosto 2020

Derechos de autor de la imagenPAImage caption. La micronación es una plataforma antiaérea de la


Segunda Guerra Mundial.

Esta historia comienza con un correo electrónico que nunca olvidaré.

En una mañana de primavera, a mediados de mayo, el príncipe Michael de Sealand,


líder de una micronación llamada Principado de Sealand, me envió un mensaje con tres
palabras claras: "Puedes hablar conmigo".

Fue un prólogo peculiarmente corto de una historia increíble que me llevaría a un viaje
histórico a través de reinos autoproclamados, disputas territoriales, anomalías
históricas y el Reino Unido en la Guerra Mundial.

Y, por improbable que parezca, la historia incluye estaciones de radio piratas y pesca de
berberechos.

Otro hecho sobre este correo electrónico: me emocionó mucho.

Fin de las recomendaciones.

Nunca antes había recibido un email de un príncipe, y era poco probable que volviera
a pasar.
Lo que estaba ante mí era la historia de Sealand, un pequeño principado frente a la
costa inglesa que afirma ser el país más pequeño del mundo.

La micronación, de hecho, es una plataforma antiaérea de la Segunda Guerra


Mundial.

Fue erigida por primera vez en 1942 y bautizada como HM Fort Roughs.

Este fuerte marítimo de la armada se sitúa fuera del límite territorial de Reino Unido en
el Mar del Norte.

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption. La micronación se encuentra a 12 km de


la costa de Suffolk en el Mar del Norte.

Llegó a estar ocupado por hasta 300 miembros del personal de la Royal Navy en el
apogeo de la guerra.

Pero cuando en 1956 fue evacuada, la estación pronto se abandonó a su suerte y se


fue deteriorando con el tiempo.

Eso fue hasta que en 1966, un ex militar del ejército británico lo ocupó, dando lugar
a una nueva y diminuta micronación.

Hoy en día, permanece a 12 kilómetros de la costa, visible de cerca solo en barco.

A la vista, no es nada especial: una plataforma casi en ruinas, con un puñado de


edificios en forma de contenedor en la parte superior.

Desembarcar requiere desafiar el azote del viento y el rugir de las olas mientras una
grúa eleva a las personas.

Pero había mucho más que no sabía.

Una "Cuba frente a la costa este de Inglaterra"


Para empezar una historia sobre incursiones de helicópteros al amanecer, gángsters y
un intento de golpe de Estado por parte de turbios empresarios europeos.

Incluso una revelación de un documento desclasificado del gobierno de Reino Unido


que describe la plataforma como una "Cuba frente a la costa este de Inglaterra".

Derechos de autor de la imagenPAImage caption. Roy y Joan Bates se autoproclamaron príncipe y


princesa del Principado de Sealand.

Todo sonaba como la trama de una película B, nacida de la imaginación de un guionista


de Hollywood, no solo por la determinación de una familia de clase trabajadora de
Essex que convirtió este puesto fronterizo en una micronación.

Aquí, en este lugar solitario del Mar del Norte, nacieron sueños, consiguieron
liberarse de la autoridad y gobernó la excentricidad británica en toda su pompa.

Cuatro días después del mail, el príncipe Michael de Sealand respondió a mi llamada.

El líder de la micronación empezó a contarme fascinantes historias, muchas de las


cuales aparecen en sus memorias, el libro "Holding The Fort".

Y estaba listo para divulgar la historia de Sealand, que en gran medida sigue siendo
desconocida por el resto del mundo.

"Tenía solo 14 años cuando viajé allí por primera vez durante mis vacaciones escolares
de verano para ayudar a mi padre, y pensé que solo sería una aventura de seis semanas",
cuenta desde su casa principal, un bungaló en la costa de Essex.
Derechos de autor de la imagenPAImage caption. La moneda de Sealand no es reconocida afuera del
territorio.

"Ciertamente no pensé que sería una historia que se alargaría 50 años", dice.

"A veces nos quedábamos durante meses, esperando que el bote traiga suministros del
continente. Miraba hacia el horizonte y todo lo que podía ver desde la mañana hasta la
noche era el Mar del Norte", añade.

Tal nostalgia de un lugar no debería diluir las complejidades de las circunstancias


geopolíticas de Sealand.

Ningún país reconoce formalmente a Sealand, pero el príncipe Michael dice que la
micronación nunca ha pedido ese reconocimiento.

"Tampoco esperamos ninguno", agrega sin rodeos.

Época de guerra

"Recuerde, la plataforma se construyó ilegalmente fuera de las aguas territoriales


británicas durante una época de guerra, pero entonces todo el mundo estaba demasiado
ocupado con otras cosas. Los británicos deberían haberla destruido cuando tuvieron la
oportunidad, pero nunca lo hicieron. Ahora, décadas después, Sealand todavía está en
pie", afirma el príncipe Michael.

Por su tamaño, que en el caso de Sealand es solo 0,004 km2, las micronaciones
requieren que repensemos nuestro sentido de escala.

Pero, ¿qué atrae a las personas a crear las suyas?

Para George Dunford, coautor del libro Micronations: The Lonely Planet Guide to
Home-Made Nations, hay dos factores: por un lado, la insatisfacción con su gobierno
actual y, por otro, el "querer hacer las cosas de otra manera".
"Sealand es un caso especial porque se ha salido con la suya durante tanto tiempo y ha
conseguido eludir las leyes", dice Dunford.

"En Estados Unidos, la familia hubiera sido vista como una panda de disidentes, pero el
Reino Unido de la década de los 60 era un lugar más tolerante, y los burócratas
probablemente pensaron que costaba menos dejar las cosas así que abordar el
problema", añade.

Legislación

"Hubo algunos intentos de poner las cosas en orden y también de comprarla, pero
Sealand sobrevivió. Es un verdadero sobreviviente de la comunidad de micronaciones".

Como regla general, la mayoría de las micronaciones se acogen a la Convención de


Montevideo sobre los Derechos y Deberes de los Estados, que en 1933 fue firmada
por líderes internacionales, incluido el entonces presidente de Estados Unidos, Franklin
D Roosevelt.

En ella, la legislación establece cuatro criterios principales para formar un Estado.

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption. El objetivo de Roy Bates en un principio


era que no cerraran su estación de radio pirata.

"La Convención de Montevideo se usa principalmente para definir qué es una


micronación, que población requiere, qué territorio, qué gobierno y las relaciones con
otros Estados", explicó Dunford.

"Hace que las micronaciones intenten que otros Estados las reconozcan. Sealand evita
esto diciendo que es un Estado soberano con su propio gobernante", añade.

Estación de radio pirata

Cada nación tiene una historia sobre su origen, pero la de Sealand es kafkiana.
Comienza en 1965 cuando el padre del príncipe Michael, Paddy Roy Bates, un
exmayor del ejército británico convertido en pescador, lanzó Radio Essex.

Esta estación de radio pirata se encontraba en alta mar en Knock John, otro fuerte naval
en desuso cerca del de HM Fort Roughs.

Tal era la popularidad de las estaciones marinas ilegales en ese momento que el
gobierno de Reino Unido llegó a implementar la Ley de Delitos de Radiodifusión
Marina de 1967.

Tenía un propósito: cerrarlas todas.

Al ver una oportunidad, Bates trasladó sus operaciones al fuerte HM Fort Roughs, que
estaba situado en aguas internacionales.

Al igual que Knock John, no tenía inquilinos y estaba en mal estado, y, legalmente o
no, Bates asumió el control del puesto en la víspera de Navidad de 1966.

Nueve meses después, el 2 de septiembre de 1967, lo declaró el Principado de


Sealand.

Lo hizo en un gesto romántico.

Era la fecha del cumpleaños de su esposa Joan.

Poco después, toda la familia se mudó allí.

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption. Tarjeta de visita del Principado de


Sealand.

En su apogeo, a principios de la década de 1970, Sealand tenía 50 personas viviendo


en la plataforma, incluidos familiares y amigos y personal de mantenimiento.
Al mismo tiempo, se convirtió en un símbolo de las protestas contra la autoridad en
Reino Unido.

Pero en la vida diaria, este bohemio estilo de vida se llevó a cabo a un nivel mucho
más básico.

"No funcionaba nada", me cuenta el príncipe Michael.

"Comenzamos con velas y luego pasamos a lámparas contra huracanes y generadores de


bombeo. Lo bueno es que está tan seco como un bote. Si no supieras que estás en el
mar, nunca podrías decirlo. Pasé años y años allá afuera, pero, ya sabes, me sentía en
casa".

Desde entonces, el insolente Estado ha abrazado los emblemas de una nacionalidad.

Introdujo su propio escudo de armas y su constitución.

Hay una bandera, un equipo de fútbol y un himno, mientras que la moneda lleva el
retrato de la "princesa Joan" y se han emitido alrededor de 500 pasaportes.

El lema de la micronación, sobre el cual el príncipe Michael y sus tres hijos (James,
Liam y Charlotte) y su segunda esposa (Mei Shi) continúan la dinastía Sealand, refleja
un amor por la independencia sin cadenas.

"E Mare, Libertas", se lee.

O "Del mar, libertad".

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption. La micronación tiene su propia bandera,


escudo de armas, equipo de fútbol e himno.
"Mi padre nunca se propuso comenzar su propio país", explica el príncipe Michael,
quien también es dueño de un negocio de pesca de berberechos que exporta productos a
España.

"El gobierno del Reino Unido fue el primero en atacarlo porque quería cerrar su
estación de radio pirata. Y desde entonces, hemos luchado hasta el final contra el
gobierno británico, y hemos ganado. Sealand aún mantiene su independencia".

Asalto nocturno

El episodio más controvertido en la historia de Sealand tuvo lugar en 1978.

Animado por la posibilidad de tener una base internacional, un grupo de mercenarios


alemanes y holandeses irrumpió en Sealand una noche de agosto.

Sus miembros fueron capturados a punta de pistola por la familia Bates y retenidos
como rehenes.

"Esto hizo que el embajador alemán y a una delegación oficial llegada de Londres en
helicóptero mantuviera con nosotros negociaciones para la liberación", dice el
príncipe Michael con indiferencia, minimizando el drama del incidente.

"Al negociar con nosotros, nos dieron un reconocimiento de facto".

Lo que no se debate es que la independencia no es barata.

Para financiar los costos operativos de Sealand, incluido el personal de seguridad a


tiempo completo que vive en la micronación durante todo el año, la tienda online de
Sealand vende camisetas, sellos y títulos reales.

Un título de señor, señora, barón o baronesa cuesta unos US$38.


Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEn su época de apogeo, a principios de la
década de los 70, llegó a haber hasta 50 personas viviendo en el antiguo fuerte HM Fort Roughs.

Las normas habituales de aduanas e inmigración tampoco se aplican, por supuesto.

Solo es posible visitar la plataforma con una invitación oficial del príncipe, y más allá
de unas pocas personas de mantenimiento, actualmente nadie vive aquí.

El príncipe solo visita el lugar dos o tres veces al año.

"Sealand siempre tuvo una posición muy precaria, pero el príncipe actual dirige el lugar
con más calma estos días", dijo Dunford.

"Eso es lo que me encanta de las micronaciones. La forma en que parodian la pompa del
nacionalismo real es fabulosa".

Petición de ciudadanía

Sealand recibe más de 100 correos electrónicos al día, con solicitudes de ciudadanos
aspirantes que van de Delhi a Tokio y que están dispuestos a jurar lealtad a la bandera.

"Nuestra historia todavía apasiona a la gente", concluye el príncipe Michael.

"Vivimos en una sociedad en la que a la gente no le gusta que le digan lo que tiene que
hacer, y a todos les encanta la idea de libertad".

El mundo necesita territorios inspiradores como el nuestro y no existen muchos


lugares como este".

En la vida de Bates, una cosa se ha mantenido tranquilizadoramente constante: Sealand


sigue en pie, observando en silencio el Mar del Norte.
Para el resto de nosotros, es un lugar curioso cerca del Reino Unido y, sin embargo,
está tan lejos.

Es un lugar tan extraordinario y diferente que casi parece imposible.

Este artículo forma parte de una serie de BBC Travel que tiene como objetivo
profundizar en el lado lúdico de la geografía.

Recuperado el 30 de agosto de 2020 de: https://www.bbc.com/mundo/vert-tra-


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