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REPÚBLICA DE PANAMÁ

MINISTERIO DE EDUCACIÓN
COLEGIO DANIEL OCTAVIO CRESPO

MATERIA:
HISTORIA

TEMA:
LA COLONIA ESCOCESA

PROFESORA:
ALMA CEDEÑO

ESTUDIANTE:
KESHLY GONZÁLEZ

AÑO: XIº-B

2021
INTRODUCCIÓN

En este trabajo conocerás el ingenio, de los escoceses que quisieron hacerse de las
riquezas, de un poblado y territorio que no les pertenecía, estos se introdujeron en
Darién, y convencieron a los colonos, que vivían en esa región, de que ellos venían, en
son de paz, de hacer amigos y que los defenderían, de los españoles, los amenazaban
o presionaban con apoderarse, de todo el territorio en general, estos escoceses
hicieron un pacto de amistad con el cacique Cuna Cuna, en este pacto, ellos ofrecían
vivir juntos y en armonía, con el fin de protegerlos de los malos españoles.

Paso el tiempo y los escoceses, se apoderaron del territorio, y sembraron una rara
hasta, en la cual enarbolaron una bandera desconocida, que no pertenecía a ningún
país, que existiera, hicieron una ciudad llamada Caledonia.

Se apoderaron de las costas del sur, y desde ahí, empezaron a enriquecerse,


vendiéndoles productos, a los de los poblados vecinos, y a los de las costas del norte.

Los españoles no vieron bien esta expansión de los ingleses y llevaron el caso a la
corte de Francia, en este caso el Rey Guillermo III de Inglaterra llegó a prohibir todo
auxilio a los escoceses e impidió que desde Jamaica se despacharan suministros o que
de allí se surtieran barcos con destino a Nueva Caledonia.

Fue entonces que todo comenzó, a irse a pique, sus riquezas no le duraron mucho,
porque la naturaleza, empezó hacer de las suyas, y entre insectos, plagas, la lluvia y la
humedad del suelo, se empezaron a enfermar uno a uno y así fueron mermando su
grupo de habitantes, muchos decidieron entregarse y otros regresaron a escocia donde
fueron juzgados, por su mal proceder en otras tierras, y así se acaba la colonia
escocesa que se afirmó en el Darién, su aventura solo les trajo, enfermedad, muerte y
pobreza, porque todos quedaron en la ruina.
LA COLONIA ESCOCESA

El siglo negro de Escocia

El s. XVII fue un tiempo muy difícil para Escocia. Con un desarrollo económico limitado
y una cada vez menor presencia en la política europea, Escocia asistía preocupada al
despegue de Inglaterra como potencia colonial, con una creciente industria y
exportaciones a todo el planeta. Durante la década de 1690 la cosa fue a peor: Una
serie de años de malas cosechas abocó a la población escocesa al hambre más
profunda, en lo que aún hoy se conoce como los “Ill years”.

Es en este contexto cuando el Parlamento escocés se lanza a tomar una serie de


medidas que tenían como objeto reconducir el progresivo deterioro económico del pais:
En 1695 se funda el Banco de Escocia, con miras a estabilizar una moneda débil y a
controlar la enorme deuda nacional; se crean los servicios públicos, tales como la
Enseñanza, y lo que es más importante, se crea y capitaliza la Company of Scotland,
cuyo objeto fundacional era promover el comercio con Africa y las Indias.

Escocia, a la conquista de Sudamérica

Una de sus primeras acciones, y quizás la más tristemente célebre, fue el Esquema
Darièn, un ambicioso plan para fundar una colonia en el istmo de Panamá, que
buscaba beneficiarse del hipotético comercio con Oriente. Querèian ser una colonia
creada con la finalidad de comerciar con los buques que pasasen tanto por el océano
Pacífico como por el Atlántico, la elección de las mercancías de que disponía
seguramente no era la más adecuada: pelucas, calzado, Biblias, vestidos elaborados
con lana, pipas de arcilla, etc.

Dada la gigantesca magnitud del proyecto, la Company of Scotland intentó obtener


financiación por todas las formas posibles, incluso recurriendo a sus vecinos ingleses;
sin embargo, estos ya estaban en guerra con Francia y rechazaron la oferta, ya que no
querían enemistarse también con la Corona Española, que reclamaba aquellos
territorios.

Tras una larga y tortuosa navegación llegaron a tierra panameña el 2 de Noviembre,


donde fundaron la colonia de Nueva Caledonia. Construyeron el fuerte St. Andrew, al
que dotaron de 50 cañones, que sin duda debieron dejar muy preocupados a los
indígenas, y se lanzaron a urbanizar la nueva ciudad de Nueva Edimburgo. Entre sus
primeras labores estuvo la de cultivar el necesario maíz con que alimentarse.

A todo ello, los indígenas se los miraban con una mezcla de incredulidad y extrañeza:
“¿Qué hacen estos hombres tan blanquitos currando a sol y sombra con que está
cayendo?”

Lo cierto es que tenían razón: Ni el cultivo resultó tan sencillo, ni el duro clima tropical
se mostró benigno con los pobres escoceses. Los intentos por comerciar con los
indígenas tampoco dieron resultado: Ni querían peines ni espejos o collarines de
colores chillones... Los ingleses tampoco fueron de mucha ayuda, ya que se mostraron
inflexibles en su ánimo de no molestar a la Corona Española.

El fin de un sueño

Con la llegada del Verano la situación empeoró radicalmente. Las enfermedades, el


calor, la humedad, la falta de suministros adecuados, la falta de realismo y la poca
adaptación al medio causaron estragos entre los colonos, que empezaron a caer a un
ritmo alarmante, de hasta 10 personas al día. En Julio de 1699, sólo 7 meses después
de su llegada, la colonia fue abandonada y tan sólo 300 personas consiguieron
regresar.

Sin embargo, la mala fortuna quiso que estas personas llegaran demasiado tarde,
cuando otra remesa de más de 1000 nuevos colonos ya había zarpado hacia Nueva
Caledonia. La mala suerte y la deficiente preparación volvieron a cebarse en estos
desdichados, que tuvieron el mismo destino que sus predecesores: Hambre, muerte y
retorno a casa.

Escocia en quiebra

Uno de los resultados de esta desastrosa iniciativa colonial fue la delicadísima situación
financiera en que quedó el país, en que desde el más paupérrimo barrendero hasta el
más opulento terrateniente había dejado sus ahorros para financiar una expedición que
debía salvar al país.

A medio plazo, el Parlamento escocés encontró la solución a sus males en su vecino


inglés. Aunque eran 2 estados independientes, con sus respectivos gobiernos y
legislaciones, hacía ya 100 años que compartían un mismo monarca. En 1707, ambos
Parlamentos firmaron las Acts of Union, por las que Inglaterra y Escocia pasaban a ser
un único reino, estado y economía. A pesar de la pérdida de soberanía, el Parlamento
escocés juzgó que dicha unión reportaría pingües beneficios económicos, permitiendo
aliviar así la enorme deuda nacional. No en vano, el artículo 14 de dichas Actas de
Unión preveía el pago de Inglaterra a Escocia de la cantidad de 398.085 libras
esterlinas...
Todavía hoy, el pueblo kuna controla celosamente el acceso al territorio de la Comarca
Guna Yala (antes San Blas), por lo que antes de desembarcar en la bahía navegamos
hasta acá en busca de su permiso.

La vecina comunidad de Caledonia es una de varias comunidades Kuna que reclaman


jurisdicción sobre Puerto Inabaginya.

El nombre de esta isla, Caledonia, es una herencia del paso de los escoceses.

Escuchamos además el relato de lo que los ancianos jefes de la comunidad –los


sailas– recuerdan acerca de la llegada de los colonizadores extranjeros.

"La historia está un poco olvidada, pero ya es parte de la mitología kuna. Y


recordamos, porque durante años nuestros ancestros así nos lo han contado, que los
hombre blancos llegaron a estas tierras hace mucho tiempo, buscando oro", le explica
a la BBC el saila Leónidas Pérez.

"También sabemos que hubo muchas batallas y numerosos barcos se hundieron en


esa bahía. Nuestros antepasados, asustados, huyeron hacia las montañas", cuenta.

Ni el recuerdo...

Para recordar el vínculo con la historia de Escocia, sin embargo, además de estos
recuerdos y el pequeño canal, prácticamente no queda más que el nombre de esta isla:
Caledonia, el mismo con el que bautizaron los romanos a las tierras escocesas.

En agosto de 2011, la vecina bahía fue rebautizada por el congreso de Panamá como
Puerto Inabaginya, en homenaje al desaparecido líder kuna que, según la leyenda, a
inicios del siglo pasado se encargó de limpiarla del trágico recuerdo de los escoceses.

Y donde estaba supuesta a alzarse Nueva Edimburgo, los kunas ahora mantienen un
campamento temporal y algunas plantaciones de plátanos y cocoteros.

En la tradición oral, mantenida viva por los sailas, quedan algunos recuerdos del paso
de los escoceses.

Para algunos, la aventura del Darién es un ejemplo de los riesgos que la pequeña
Escocia puede encontrar si insiste en tratar de golpear "por encima de su propio peso".
Para otros, es un ejemplo más de que, en caso de conflicto, Londres siempre pondrá
los intereses de su miembro más poderoso por encima de los del resto, como cuando
hace más de trescientos años el rey inglés ordenó que las colonias británicas no
ayudaran a los sufridos colonos escoceses "ni siquiera con un barril de agua limpia".

Una medida que contribuyó a que en esta playa de Panamá, Escocia perdiera hace
tres siglos su independencia.

Darien, Georgia (1735)

Darien, fundada en 1735, fue una nueva colonia escocesa en la provincia inglesa de
Georgia, Estados Unidos. Recibió su nombre como recuerdo del fracasado tentativo
colonial del istmo de Panamá. También recibió el nombre de New Inverness (Nueva
Inverness).

El rincón de Centroamérica donde Escocia perdió su independencia.

A finales del siglo XVII Escocia intentó establecer una colonia comercial en la costa de
Centroamérica. El fracaso de la aventura fue una de las razones de su unión con
Inglaterra.

Hace poco más de dos horas que zarpamos de Puerto Obaldía, cerca de la frontera
con Colombia, pero de pronto se siente como si además de haber recorrido 30
kilómetros por mar también hubiéramos viajado en el tiempo.

Estamos justo en el lugar donde hace más de 300 años naufragaron los sueños
coloniales de una Escocia independiente.
Y en esta remota y deshabitada zona el paisaje probablemente sigue siendo muy
similar al que en 1698 contemplaron los primeros 1.200 colonos escoceses que
intentaron establecerse en estas inhóspitas tierras.

Una densa vegetación cubre las lejanas montañas, la tupida selva tropical llega hasta
el borde mismo del agua y, como corresponde a una región en la que llueve durante la
mayor parte del año, el cielo permanece cubierto.
Pero quiero pensar que hace 300 años, al final de su viaje de 8.230 kilómetros por el
Atlántico, los tripulantes de los cinco barcos que zarparon de los muelles de Leith con
rumbo a Panamá, también vieron aquí las oportunidades que habían venido a buscar a
Centroamérica.

Enfermedades y enfrentamientos

Hace calor y la tupida selva aquí no tarda nada en reclamar para sí cada centímetro de
terreno.

Pero abriéndonos camino a machetazos, intentamos encontrar algún vestigio de la


breve presencia escocesa en este pedazo del territorio panameño.

Es historia vieja, pero puede ayudar a iluminar las discusiones sobre el referendo que
el próximo 18 de septiembre le permitirá a los escoceses decidir si quieren seguir
siendo parte de Reino Unido o volver a ser independientes.

Ya casi no quedan vestigios de la breve presencia escocesa en estas tierras. En algún


lugar de la selva deben estar los restos de los colonos muertos, pero estos no han
podido ser encontrados.
Riqueza perdida
Luego los ataques de los españoles, poco dispuestos a aceptar una colonia rival a
medio camino entre Panamá y Cartagena, terminaron haciendo el resto.

El sueño colonial escocés naufragó en las playas panameñas.


Al rápido fracaso de la aventura ciertamente también contribuyó la decisión de
Inglaterra de prohibirle a sus colonias cualquier tipo de asistencia para los
desafortunados escoceses.

La aventura fue financiada con contribuciones de miles de ciudadanos.

Ignorantes del trágico destino de sus compatriotas, una segunda flota partió de Leith en
1699, pero a su llegada al Darién solamente encontró las ruinas del sueño colonial en
el que habían invertido su fortuna instituciones públicas, corporaciones municipales,
miembros del parlamento, terratenientes acomodados y miles de escoceses "comunes
y corrientes".

De hecho, se estima que entre un cuarto y la mitad de toda la riqueza de Escocia se


gastó –y perdió– en la fugaz aventura panameña.
La compensación de esos inversionistas fue una de las condiciones para la unión con
Inglaterra, hasta el punto que la suma que Londres se comprometió a facilitar para ese
propósito –el denominado "precio de Escocia"– quedó claramente establecida en el
Tratado de Unión suscrito por ambas naciones en 1707.

La importancia del pasado


Los jefes kuna de la vecina isla de Caledonia se ríen cuando les cuento la historia de la
fallida colonia y el alto costo pagado por los escoceses.

No me lo dicen abiertamente, pero está claro que creen que se lo merecían, por haber
llegado sin invitación a sus tierras.

Todavía hoy, el pueblo kuna controla celosamente el acceso al territorio de la Comarca


Gunayala (antes San Blas), por lo que antes de desembarcar en la bahía navegamos
hasta acá en busca de su permiso.

La vecina comunidad de Caledonia es una de varias comuniades Kuna


que reclaman jurisdicción sobre Puerto Inabaginya.

El nombre de esta isla, Caledonia, es una herencia del paso de los


escoceses.

Escuchamos además el relato de lo que los ancianos jefes de la comunidad –los


sailas– recuerdan acerca de la llegada de los colonizadores extranjeros.
"La historia está un poco olvidada, pero ya es parte de la mitología kuna. Y
recordamos, porque durante años nuestros ancestros así nos lo han contado, que los
hombre blancos llegaron a estas tierras hace mucho tiempo, buscando oro", le explica
a la BBC el saila Leónidas Pérez.

"También sabemos que hubo muchas batallas y numerosos barcos se hundieron en


esa bahía. Nuestros antepasados, asustados, huyeron hacia las montañas", cuenta.

Ni el recuerdo

Para recordar el vínculo con la historia de Escocia, sin embargo, además de estos
recuerdos y el pequeño canal, prácticamente no queda más que el nombre de esta isla:
Caledonia, el mismo con el que bautizaron los romanos a las tierras escocesas.

Porque, hace tres años, el nombre de Puerto Escocés fue enviado, por decreto oficial,
al mundo de los viejos mapas y los recuerdos.

En agosto de 2011, la vecina bahía fue rebautizada por el congreso de Panamá como
Puerto Inabaginya, en homenaje al desaparecido líder kuna que, según la leyenda, a
inicios del siglo pasado se encargó de limpiarla del trágico recuerdo de los escoceses.

Cabañas kunas cerca de donde debía estar Nueva Edimburgo.

Protectores a ultranza de su territorio, los kunas viven de la agricultura y la pesca, pero


empiezan a abrirse al turismo.
Y donde estaba supuesta a alzarse Nueva Edimburgo, los kunas ahora mantienen un
campamento temporal y algunas plantaciones de plátanos y cocoteros.

Para no repetir la historia

Allende los mares, por su parte, el debate en torno a la posible independencia


escocesa ha reavivado el interés sobre el "desastre".

En la tradición oral, mantenida viva por los sailas, quedan algunos recuerdos del paso
de los escoceses.

Para algunos, la aventura del Darién es un ejemplo de los riesgos que la pequeña
Escocia puede encontrar si insiste en tratar de golpear "por encima de su propio peso".
Para otros, es un ejemplo más de que, en caso de conflicto, Londres siempre pondrá
los intereses de su miembro más poderoso por encima de los del resto, como cuando
hace más de trescientos años el rey inglés ordenó que las colonias británicas no
ayudaran a los sufridos colonos escoceses "ni siquiera con un barril de agua limpia".
Una medida que contribuyó a que en esta playa de Panamá, Escocia perdiera hace
tres siglos su independencia.

Nueva Caledonia: una colonia de escoceses en el Darién, fundada en 1698

La zona del Darién, de muy difícil delimitación geográfica y política durante la colonia,
de selvas prácticamente impenetrables, con permanentes lluvias torrenciales, ríos
próximos al desbordamiento e inmensos pantanos, siempre constituyó para los
gobernantes españoles en las Indias más de un misterio y de un problema sin solución.
No es que no se tuvieran noticias de ella: por aquí se había iniciado la prodigiosa
penetración hispánica al sur del nuevo continente. En sus villas se escribieron las
primeras crónicas de la conquista.

Allá los habitantes eran peligrosos, levantiscos y corrompidos. Así eran los que se
habían escapado de los presidios y encontraban en sus selvas un cálido y dificil
refugio. Entre sus pantanos se escondían esos esclavos africanos que preferían las
inseguridades del terreno a la certidumbre de los suplicios de los amos: Hasta aquí
llegaban a esconderse los corsarios y piratas del Caribe, en sus bahías y ensenadas
reponían fuerzas y naves los buscadores internacionales de fortuna y aventuras. En el
Darién pretendieron asentarse hugonotes corridos de Francia por su peculiar manera
de rezar.

El Darién fue considerado como una de las fronteras naturales más importantes del
Nuevo Reino de Granada, ya que aseguraba el dominio interno y externo del Mar del
Sur y era garantía de las comunicaciones intercontinentales e intercoloniales. Se sabía
desde su descubrimiento en septiembre de 1513 que dominar el paso del istmo por el
Darién significaba ser el dueño del nuevo océano, de su comercio al menos, e influir en
la posesión de las tierras que se encontraran en el camino o en la otra orilla. Por ello el
gobierno hispánico guardó con gran sigilo el camino que, diferente al bien recorrido de
Panamá, atravesaba la tierra y enlazaba las playas.

El 17 de julio de 1698 zarparon del puerto de Leith, en el reino de Escocia, dos naves
de transporte y tres buques armados, con cerca de mil doscientos pasajeros. El rumbo
de la flota señalaba el istmo de Panamá y su meta era alguna región perdida del
Darién. Luego de aprovisionarse en la isla de Madera, en especial del preciado vino
que con tanto deleite solían gustar, se encontraron a fines del mes de octubre en una
bahía continental hispánica que los nativos solían llamar Anacuchana.

El dirigente de los escoceses, William Paterson, no tomó posesión de la tierra a nombre


de ninguna autoridad terrenal o divina sino, más realista que sus antecesores hispanos,
se conformó con firmar un tratado de amistad y alianza defensiva con el cacique de la
región, un indio cuna-cuna que, como hacían los españoles, llamaron don Andrés.
Tanta amistad y tanto pacto les permitió levantar en el recién llamado cabo Escocés
una población que bautizaron con el nostálgico nombre de Nueva Edimburgo. En una
bien visible asta izaron una extraña bandera que nada tenía que ver con las armas
reales de ningún país conocido: un espléndido sol tropical que se levanta sobre las
aguas de dos mares, alborotado uno, calmo el otro, y una estrecha franja de tierra.
Símbolo de la empresa y la colonia escocesa que llamaron Nueva Caledonia.
Las autoridades españolas recuerdan los hechos iniciales de los escoceses. Don
Antonio Arévalo consigna en 1761, en su Relación del golfo del Darién, firmada en
Cartagena de Indias, los siguientes hechos: "Los escoceses llegaron a mediados de
noviembre de 1698 a la bahía del Darién, donde se establecieron y fortificaron con dos
baterías, una a la entrada con 52 cañones, que nombraron San Andrés, y otra de 8,
con 600 hombres de guarnición, después de lo cual trataron con los indios y tomaron
posesión de la costa que está entre el cabo Tiburón y el puerto de Soribán con 40
millas inglesas de fondo tierra adentro, a lo que le pusieron el nombre de Caledonia,
siendo la base fundamental del tratado una mutua asistencia contra los españoles, y el
ánimo de los escoceses hacer otro establecimiento en el Mar del Sur, y entablaron un
comercio muy lucrativo con aquellas ricas provincias y con las del mar del Norte, de
que esperaban ganar inmensas riquezas."

William Paterson era un viejo conocido en las Antillas. Allí se hizo compañero de dos
reputados bucaneros: William Dampier, que además era naturalista, y Lionel Wafer,
que se desempeñaba como médico. Con ellos visitó las costas del continente, recorrió
sus mares, cruzó el istmo y tal vez navegó por el Pacífico. Se pudo enterar de la
hazaña realizada en 1679 por los piratas Guarlem, Blomen y Charps al penetrar en el
prohibido Mar del Sur. Siguieron el curso del río Mandinga y comprendieron por qué su
navegación estaba castigada con pena de muerte: era tan fácil salir por él al mar. Así,
el escocés vivió las posibilidades del Mar del Sur y supo de sus riquezas. De regreso a
sus montañas nativas se dio a hacer prosélitos para la empresa de colonizar un lugar
estratégico en las Indias españolas con un doble fin: llegar lo más pronto a los tesoros
de los países orientales y, según su propia expresión, "arrebatar la puerta de los mares
y la llave del universo a España". El gobierno inglés, entonces en paz con España, no
aprobó su proyecto, como sí lo hizo el escocés. En 1695 el parlamento de su país
aprobó la creación de una Compañía para negociar con Africa y las Indias. El visionario
Paterson se supo mover bien, y en poco tiempo logró vender acciones de la nueva
empresa por un millón de libras en Escocia, Inglaterra y Holanda.

En 1700 se pudo leer en Glasgow un folleto en el que se describían las primeras


impresiones de los colonos del prodigioso Darién: "La riqueza, fecundidad, clima y
buena situación de la tierra son mucho mejores de lo que llegamos a esperar. Parece
como si Dios Todopoderoso hubiera reservado todo esto para la presente ocasión,
preparando favorablemente nuestro camino, y dispuesto a los indios en el mismo
sentido. Encontramos que la región era muy sana, pues aunque llegamos aquí en la
estación lluviosa y pasamos varias semanas sin techo o al menos muy poco
resguardados, con muchos que habían llegado enfermos, todos se han restablecido.
No hemos tenido ninguna de las peligrosas enfermedades tan frecuentes en otras islas
americanas. En cuanto a las producciones, este país no parece ceder a ninguno del
mundo, no hay ningún pedazo de tierras que no pueda ser cultivado; hasta encima de
las colinas hay capa de tierra vegetal de tres o cuatro pies de profundidad". La colonia,
asentada en tan buen y sano terreno, se dio su propio gobierno encabezado por
Paterson y asesorado por un grupo de consejeros y de directores de secciones de
trabajo. Se diría que se la manejaba como una organización mercantil o bancaria. Se
construyó un puerto que se defendió con un fuerte. Se sembró la tierra, se pescó y se
recogieron tortugas. Se buscó la mejor vía para llegar pronto al Mar del Sur.

El gobierno español no hizo otra cosa que protestar ante la corte de Saint James,
apoyado por Francia y Holanda, que tampoco veían bien la expansión colonial de los
ingleses. Guillermo III de Inglaterra llegó a prohibir todo auxilio a los escoceses e
impidió que desde Jamaica se despacharan suministros o que de allí se surtieran
barcos con destino a Nueva Caledonia. Pronto el clima, las lluvias y las enfermedades
agotaron a los escoceses y les mostraron la verdadera cara del trópico. Con el hambre,
las fiebres y sin auxilios, cundió el descontento y prosperaron las rivalidades. El
protector Paterson determinó que los sobrevivientes se embarcaran con destino a
Nueva York, sin saber que dos nuevos barcos con 300 hombres se encontraban ya en
camino hacia el Darién. Los recién llegados encontraron desmantelada la colonia y
optaron por refugiarse en Jamaica. Todo parecía indicar el fin de la empresa.

La proverbial terquedad escocesa pudo más que las desgracias. En septiembre de


1699 se armó una tercera expedición de 1300 inmigrantes con destino a la nueva
Jauja, a Nueva Edimburgo del Darién. La tierra les proporcionó la misma acogida que
antes. La respuesta escocesa fue parecida: cundió el pánico y estallaron los motines.
Las autoridades se vieron en la necesidad de ajusticiar a uno de los agitadores para
evitar una sangrienta revuelta. Al final, se presentaron los españoles.

Desde Cartagena de Indias por mar, y desde Panamá por tierra, llegaron tropas para
echar a los invasores. El gobernador de Cartagena, Juan Díaz Pimienta, acompañado
por la escuadra del almirante Peredo, enviada por órdenes del virrey de Nueva España
desde La Habana, bloqueó la bahía de Caledonia. Las tropas llegadas por tierra
cortaron el agua dulce y derrotaron a los colonos en algunas escaramuzas. A fines de
1700, el Consejo de los escoceses determinó entregarse. Las capitulaciones tuvieron
que ser redactadas en latín, único medio de entenderse, y fueron firmadas por Díaz
Pimienta y dos de los colonos, Gitson y Veath. Unos se fueron para sus cuarteles y los
otros emprendieron el camino de Jamaica. William Paterson y otros treinta
sobrevivientes lograron regresar a Escocia. Allí tuvieron que rendir cuentas a muchos
de los ahorrativos escoceses que perdieron sus haberes en la bancarrota de la
Compañía del Darién.

Pero la historia personal de Paterson no se detuvo con el desastre de Nueva


Caledonia. Tuvo la visión y el tiempo necesario para fundar el Banco de Inglaterra que,
sin lugar a dudas, prosperó y sobrevivió. La historia de invasiones y violencias del
Darién no finalizó tampoco con esta expulsión. El oficial de marina Andrés Baleato
resume así, en 1811, los principales hechos de la región: "1699.- Se establecieron los
ingleses en el puerto de la Caledonia, de donde fueron echados por los españoles.
1719.- Se sublevaron los indios contra los españoles. 1724.- Pasaron a cuchillo los
indios al vecindario español. 1740.- Empezaron a establecerse los franceses dando
principio a plantaciones de tabaco. 1750.- Volvieron los indios a pasar a cuchillo al
vecindario. 1754.- Pasaron a cuchillo los indios a los franceses, seguidos aquéllos de
los ingleses, que les habían dado armas y enseñado el uso del fusil. 1786.-Intentaron
los españoles su conquista por armas; pero el mal clima y ferocidad de los indios no
permitieron continuarla." En lo que sí hubo un cambio fue en la nomenclatura de los
mapas españoles: en tiempos del virrey Caballero y Góngora, el del último desastre del
Darién, se llamó Carolina del Sur a la vieja bahía de Anacuchana, mal conocida como
Caledonia, y se creó en ella un fuerte en honor de Carlos III, que tampoco duró mucho
tiempo: la pereza tropical y la selva ganaron la partida.
CONCLUSIÓN

Concluimos con la una gran conocimiento que va a quedar para siempre en nuestra
mente, y el cual nos enseña que no debemos ser avariciosos y falsos al tratar de
engañar a gente inocente para así lograr riquezas.

Por esta causa fue que los escoceses cayeron, en la avaricia y ambición de
enriquecerse a costas de unos colonos humildes que solo querían vivir de forma
tranquila en sus diferentes regiones.

Hoy día esto es solo una historia contada que muchos aún les cuesta creerla o
aceptarla. Lo que si sabemos es que fue algo que sucedió y hay pocos indicios de los
escoceses que habitaron un regio en Darién, pero lo que si es que el nombre que le
dieron a su asentamiento, y el cual aún perdura “Caledonia”, para una muestra que
todo es una realidad.

Se cuenta que los escoceses después de engañar a los colonos nativos, se apoderaron
de sus territorios y de que se hicieron ricos, al negociar con los pueblos vecinos y las
mercancías que les vendían a los colonos y pobladores del norte de Darién.

Ellos después de crecer económicamente no pudieron contra el castigo de la


naturaleza, la cual se encargó de mermarlos a un pequeño grupo, fueron presa de los
insectos y plagas de la región y de sus constantes lluvias y tierras húmedas y con
grandes fangos.

Esto los llevo a entregarse algunos decidieron viajar a su país de origen, en donde
fueron juzgados y criticados por sus superiores, pero el peor castigo fue que quedaron
en la completa ruina.
BIOGRAFÍA

Los 7 Meses En Que Panamá Fue Una Colonia Escocesa, Panamatour.it


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https://panama-tour.site123.me/an%C3%A9cdotas-de-panam%C3%A1/los-7-meses-
en-que-panam%C3%A1-fue-una-colonia-escocesa

14 septiembre 2014, El rincón de Centroamérica donde Escocia perdió su


independencia, Arturo Wallace, BBC Mundo, Puerto Inabaginya
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https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/09/140722_panama_independencia_escociaaw

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Caledonia : una colonia de escoceses en el Darién, fundada en 1698
https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-21/nueva-
caledonia-una-colonia-de-escoceses-en-el-darien

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