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MINISTERIO DE EDUCACIÓN
COLEGIO DANIEL OCTAVIO CRESPO
MATERIA:
HISTORIA
TEMA:
LA COLONIA ESCOCESA
PROFESORA:
ALMA CEDEÑO
ESTUDIANTE:
KESHLY GONZÁLEZ
AÑO: XIº-B
2021
INTRODUCCIÓN
En este trabajo conocerás el ingenio, de los escoceses que quisieron hacerse de las
riquezas, de un poblado y territorio que no les pertenecía, estos se introdujeron en
Darién, y convencieron a los colonos, que vivían en esa región, de que ellos venían, en
son de paz, de hacer amigos y que los defenderían, de los españoles, los amenazaban
o presionaban con apoderarse, de todo el territorio en general, estos escoceses
hicieron un pacto de amistad con el cacique Cuna Cuna, en este pacto, ellos ofrecían
vivir juntos y en armonía, con el fin de protegerlos de los malos españoles.
Paso el tiempo y los escoceses, se apoderaron del territorio, y sembraron una rara
hasta, en la cual enarbolaron una bandera desconocida, que no pertenecía a ningún
país, que existiera, hicieron una ciudad llamada Caledonia.
Los españoles no vieron bien esta expansión de los ingleses y llevaron el caso a la
corte de Francia, en este caso el Rey Guillermo III de Inglaterra llegó a prohibir todo
auxilio a los escoceses e impidió que desde Jamaica se despacharan suministros o que
de allí se surtieran barcos con destino a Nueva Caledonia.
Fue entonces que todo comenzó, a irse a pique, sus riquezas no le duraron mucho,
porque la naturaleza, empezó hacer de las suyas, y entre insectos, plagas, la lluvia y la
humedad del suelo, se empezaron a enfermar uno a uno y así fueron mermando su
grupo de habitantes, muchos decidieron entregarse y otros regresaron a escocia donde
fueron juzgados, por su mal proceder en otras tierras, y así se acaba la colonia
escocesa que se afirmó en el Darién, su aventura solo les trajo, enfermedad, muerte y
pobreza, porque todos quedaron en la ruina.
LA COLONIA ESCOCESA
El s. XVII fue un tiempo muy difícil para Escocia. Con un desarrollo económico limitado
y una cada vez menor presencia en la política europea, Escocia asistía preocupada al
despegue de Inglaterra como potencia colonial, con una creciente industria y
exportaciones a todo el planeta. Durante la década de 1690 la cosa fue a peor: Una
serie de años de malas cosechas abocó a la población escocesa al hambre más
profunda, en lo que aún hoy se conoce como los “Ill years”.
Una de sus primeras acciones, y quizás la más tristemente célebre, fue el Esquema
Darièn, un ambicioso plan para fundar una colonia en el istmo de Panamá, que
buscaba beneficiarse del hipotético comercio con Oriente. Querèian ser una colonia
creada con la finalidad de comerciar con los buques que pasasen tanto por el océano
Pacífico como por el Atlántico, la elección de las mercancías de que disponía
seguramente no era la más adecuada: pelucas, calzado, Biblias, vestidos elaborados
con lana, pipas de arcilla, etc.
A todo ello, los indígenas se los miraban con una mezcla de incredulidad y extrañeza:
“¿Qué hacen estos hombres tan blanquitos currando a sol y sombra con que está
cayendo?”
Lo cierto es que tenían razón: Ni el cultivo resultó tan sencillo, ni el duro clima tropical
se mostró benigno con los pobres escoceses. Los intentos por comerciar con los
indígenas tampoco dieron resultado: Ni querían peines ni espejos o collarines de
colores chillones... Los ingleses tampoco fueron de mucha ayuda, ya que se mostraron
inflexibles en su ánimo de no molestar a la Corona Española.
El fin de un sueño
Sin embargo, la mala fortuna quiso que estas personas llegaran demasiado tarde,
cuando otra remesa de más de 1000 nuevos colonos ya había zarpado hacia Nueva
Caledonia. La mala suerte y la deficiente preparación volvieron a cebarse en estos
desdichados, que tuvieron el mismo destino que sus predecesores: Hambre, muerte y
retorno a casa.
Escocia en quiebra
Uno de los resultados de esta desastrosa iniciativa colonial fue la delicadísima situación
financiera en que quedó el país, en que desde el más paupérrimo barrendero hasta el
más opulento terrateniente había dejado sus ahorros para financiar una expedición que
debía salvar al país.
El nombre de esta isla, Caledonia, es una herencia del paso de los escoceses.
Ni el recuerdo...
Para recordar el vínculo con la historia de Escocia, sin embargo, además de estos
recuerdos y el pequeño canal, prácticamente no queda más que el nombre de esta isla:
Caledonia, el mismo con el que bautizaron los romanos a las tierras escocesas.
En agosto de 2011, la vecina bahía fue rebautizada por el congreso de Panamá como
Puerto Inabaginya, en homenaje al desaparecido líder kuna que, según la leyenda, a
inicios del siglo pasado se encargó de limpiarla del trágico recuerdo de los escoceses.
Y donde estaba supuesta a alzarse Nueva Edimburgo, los kunas ahora mantienen un
campamento temporal y algunas plantaciones de plátanos y cocoteros.
En la tradición oral, mantenida viva por los sailas, quedan algunos recuerdos del paso
de los escoceses.
Para algunos, la aventura del Darién es un ejemplo de los riesgos que la pequeña
Escocia puede encontrar si insiste en tratar de golpear "por encima de su propio peso".
Para otros, es un ejemplo más de que, en caso de conflicto, Londres siempre pondrá
los intereses de su miembro más poderoso por encima de los del resto, como cuando
hace más de trescientos años el rey inglés ordenó que las colonias británicas no
ayudaran a los sufridos colonos escoceses "ni siquiera con un barril de agua limpia".
Una medida que contribuyó a que en esta playa de Panamá, Escocia perdiera hace
tres siglos su independencia.
Darien, fundada en 1735, fue una nueva colonia escocesa en la provincia inglesa de
Georgia, Estados Unidos. Recibió su nombre como recuerdo del fracasado tentativo
colonial del istmo de Panamá. También recibió el nombre de New Inverness (Nueva
Inverness).
A finales del siglo XVII Escocia intentó establecer una colonia comercial en la costa de
Centroamérica. El fracaso de la aventura fue una de las razones de su unión con
Inglaterra.
Hace poco más de dos horas que zarpamos de Puerto Obaldía, cerca de la frontera
con Colombia, pero de pronto se siente como si además de haber recorrido 30
kilómetros por mar también hubiéramos viajado en el tiempo.
Estamos justo en el lugar donde hace más de 300 años naufragaron los sueños
coloniales de una Escocia independiente.
Y en esta remota y deshabitada zona el paisaje probablemente sigue siendo muy
similar al que en 1698 contemplaron los primeros 1.200 colonos escoceses que
intentaron establecerse en estas inhóspitas tierras.
Una densa vegetación cubre las lejanas montañas, la tupida selva tropical llega hasta
el borde mismo del agua y, como corresponde a una región en la que llueve durante la
mayor parte del año, el cielo permanece cubierto.
Pero quiero pensar que hace 300 años, al final de su viaje de 8.230 kilómetros por el
Atlántico, los tripulantes de los cinco barcos que zarparon de los muelles de Leith con
rumbo a Panamá, también vieron aquí las oportunidades que habían venido a buscar a
Centroamérica.
Enfermedades y enfrentamientos
Hace calor y la tupida selva aquí no tarda nada en reclamar para sí cada centímetro de
terreno.
Es historia vieja, pero puede ayudar a iluminar las discusiones sobre el referendo que
el próximo 18 de septiembre le permitirá a los escoceses decidir si quieren seguir
siendo parte de Reino Unido o volver a ser independientes.
Ignorantes del trágico destino de sus compatriotas, una segunda flota partió de Leith en
1699, pero a su llegada al Darién solamente encontró las ruinas del sueño colonial en
el que habían invertido su fortuna instituciones públicas, corporaciones municipales,
miembros del parlamento, terratenientes acomodados y miles de escoceses "comunes
y corrientes".
No me lo dicen abiertamente, pero está claro que creen que se lo merecían, por haber
llegado sin invitación a sus tierras.
Ni el recuerdo
Para recordar el vínculo con la historia de Escocia, sin embargo, además de estos
recuerdos y el pequeño canal, prácticamente no queda más que el nombre de esta isla:
Caledonia, el mismo con el que bautizaron los romanos a las tierras escocesas.
Porque, hace tres años, el nombre de Puerto Escocés fue enviado, por decreto oficial,
al mundo de los viejos mapas y los recuerdos.
En agosto de 2011, la vecina bahía fue rebautizada por el congreso de Panamá como
Puerto Inabaginya, en homenaje al desaparecido líder kuna que, según la leyenda, a
inicios del siglo pasado se encargó de limpiarla del trágico recuerdo de los escoceses.
En la tradición oral, mantenida viva por los sailas, quedan algunos recuerdos del paso
de los escoceses.
Para algunos, la aventura del Darién es un ejemplo de los riesgos que la pequeña
Escocia puede encontrar si insiste en tratar de golpear "por encima de su propio peso".
Para otros, es un ejemplo más de que, en caso de conflicto, Londres siempre pondrá
los intereses de su miembro más poderoso por encima de los del resto, como cuando
hace más de trescientos años el rey inglés ordenó que las colonias británicas no
ayudaran a los sufridos colonos escoceses "ni siquiera con un barril de agua limpia".
Una medida que contribuyó a que en esta playa de Panamá, Escocia perdiera hace
tres siglos su independencia.
La zona del Darién, de muy difícil delimitación geográfica y política durante la colonia,
de selvas prácticamente impenetrables, con permanentes lluvias torrenciales, ríos
próximos al desbordamiento e inmensos pantanos, siempre constituyó para los
gobernantes españoles en las Indias más de un misterio y de un problema sin solución.
No es que no se tuvieran noticias de ella: por aquí se había iniciado la prodigiosa
penetración hispánica al sur del nuevo continente. En sus villas se escribieron las
primeras crónicas de la conquista.
Allá los habitantes eran peligrosos, levantiscos y corrompidos. Así eran los que se
habían escapado de los presidios y encontraban en sus selvas un cálido y dificil
refugio. Entre sus pantanos se escondían esos esclavos africanos que preferían las
inseguridades del terreno a la certidumbre de los suplicios de los amos: Hasta aquí
llegaban a esconderse los corsarios y piratas del Caribe, en sus bahías y ensenadas
reponían fuerzas y naves los buscadores internacionales de fortuna y aventuras. En el
Darién pretendieron asentarse hugonotes corridos de Francia por su peculiar manera
de rezar.
El Darién fue considerado como una de las fronteras naturales más importantes del
Nuevo Reino de Granada, ya que aseguraba el dominio interno y externo del Mar del
Sur y era garantía de las comunicaciones intercontinentales e intercoloniales. Se sabía
desde su descubrimiento en septiembre de 1513 que dominar el paso del istmo por el
Darién significaba ser el dueño del nuevo océano, de su comercio al menos, e influir en
la posesión de las tierras que se encontraran en el camino o en la otra orilla. Por ello el
gobierno hispánico guardó con gran sigilo el camino que, diferente al bien recorrido de
Panamá, atravesaba la tierra y enlazaba las playas.
El 17 de julio de 1698 zarparon del puerto de Leith, en el reino de Escocia, dos naves
de transporte y tres buques armados, con cerca de mil doscientos pasajeros. El rumbo
de la flota señalaba el istmo de Panamá y su meta era alguna región perdida del
Darién. Luego de aprovisionarse en la isla de Madera, en especial del preciado vino
que con tanto deleite solían gustar, se encontraron a fines del mes de octubre en una
bahía continental hispánica que los nativos solían llamar Anacuchana.
William Paterson era un viejo conocido en las Antillas. Allí se hizo compañero de dos
reputados bucaneros: William Dampier, que además era naturalista, y Lionel Wafer,
que se desempeñaba como médico. Con ellos visitó las costas del continente, recorrió
sus mares, cruzó el istmo y tal vez navegó por el Pacífico. Se pudo enterar de la
hazaña realizada en 1679 por los piratas Guarlem, Blomen y Charps al penetrar en el
prohibido Mar del Sur. Siguieron el curso del río Mandinga y comprendieron por qué su
navegación estaba castigada con pena de muerte: era tan fácil salir por él al mar. Así,
el escocés vivió las posibilidades del Mar del Sur y supo de sus riquezas. De regreso a
sus montañas nativas se dio a hacer prosélitos para la empresa de colonizar un lugar
estratégico en las Indias españolas con un doble fin: llegar lo más pronto a los tesoros
de los países orientales y, según su propia expresión, "arrebatar la puerta de los mares
y la llave del universo a España". El gobierno inglés, entonces en paz con España, no
aprobó su proyecto, como sí lo hizo el escocés. En 1695 el parlamento de su país
aprobó la creación de una Compañía para negociar con Africa y las Indias. El visionario
Paterson se supo mover bien, y en poco tiempo logró vender acciones de la nueva
empresa por un millón de libras en Escocia, Inglaterra y Holanda.
El gobierno español no hizo otra cosa que protestar ante la corte de Saint James,
apoyado por Francia y Holanda, que tampoco veían bien la expansión colonial de los
ingleses. Guillermo III de Inglaterra llegó a prohibir todo auxilio a los escoceses e
impidió que desde Jamaica se despacharan suministros o que de allí se surtieran
barcos con destino a Nueva Caledonia. Pronto el clima, las lluvias y las enfermedades
agotaron a los escoceses y les mostraron la verdadera cara del trópico. Con el hambre,
las fiebres y sin auxilios, cundió el descontento y prosperaron las rivalidades. El
protector Paterson determinó que los sobrevivientes se embarcaran con destino a
Nueva York, sin saber que dos nuevos barcos con 300 hombres se encontraban ya en
camino hacia el Darién. Los recién llegados encontraron desmantelada la colonia y
optaron por refugiarse en Jamaica. Todo parecía indicar el fin de la empresa.
Desde Cartagena de Indias por mar, y desde Panamá por tierra, llegaron tropas para
echar a los invasores. El gobernador de Cartagena, Juan Díaz Pimienta, acompañado
por la escuadra del almirante Peredo, enviada por órdenes del virrey de Nueva España
desde La Habana, bloqueó la bahía de Caledonia. Las tropas llegadas por tierra
cortaron el agua dulce y derrotaron a los colonos en algunas escaramuzas. A fines de
1700, el Consejo de los escoceses determinó entregarse. Las capitulaciones tuvieron
que ser redactadas en latín, único medio de entenderse, y fueron firmadas por Díaz
Pimienta y dos de los colonos, Gitson y Veath. Unos se fueron para sus cuarteles y los
otros emprendieron el camino de Jamaica. William Paterson y otros treinta
sobrevivientes lograron regresar a Escocia. Allí tuvieron que rendir cuentas a muchos
de los ahorrativos escoceses que perdieron sus haberes en la bancarrota de la
Compañía del Darién.
Concluimos con la una gran conocimiento que va a quedar para siempre en nuestra
mente, y el cual nos enseña que no debemos ser avariciosos y falsos al tratar de
engañar a gente inocente para así lograr riquezas.
Por esta causa fue que los escoceses cayeron, en la avaricia y ambición de
enriquecerse a costas de unos colonos humildes que solo querían vivir de forma
tranquila en sus diferentes regiones.
Hoy día esto es solo una historia contada que muchos aún les cuesta creerla o
aceptarla. Lo que si sabemos es que fue algo que sucedió y hay pocos indicios de los
escoceses que habitaron un regio en Darién, pero lo que si es que el nombre que le
dieron a su asentamiento, y el cual aún perdura “Caledonia”, para una muestra que
todo es una realidad.
Se cuenta que los escoceses después de engañar a los colonos nativos, se apoderaron
de sus territorios y de que se hicieron ricos, al negociar con los pueblos vecinos y las
mercancías que les vendían a los colonos y pobladores del norte de Darién.
Esto los llevo a entregarse algunos decidieron viajar a su país de origen, en donde
fueron juzgados y criticados por sus superiores, pero el peor castigo fue que quedaron
en la completa ruina.
BIOGRAFÍA