Está en la página 1de 36

El asesinato de Vandor y Tosco

Autor: Felipe Pigna

El 30 de junio de 1969 a las 11.30, mientras el presidente Onganía


recibía a Nelson Rockefeller y el país no terminaba de recuperarse del
terremoto político social que había producido el Cordobazo, Augusto
Timoteo Vandor conversaba telefónicamente en su despacho de la Unión
Obrera Metalúrgica con Antonio Cafiero.

De pronto unos fuertes gritos que provenían de la planta baja del local
de la calle La Rioja 1945 lo obligaron a despedirse de su compañero y
salir al pasillo a ver de qué se trataba. Cinco balazos diéronlo por
enterado. Un comando había copado la sede de la Unión Obrera
Metalúrgica (UOM) y puso término a su vida.

¿Quién era este hombre a quien sus propios compañeros y


amigos apodaban el Lobo?

Hijo de un matrimonio de campesinos franceses de ascendencia


holandesa, había nacido en 1923 en Bovril, un pueblito entrerriano. A los
17 años se incorporó a la Marina como suboficial. En 1947, cuando Perón
llevaba ya un año de gobierno, Vandor pidió la baja como cabo primero
maquinista y se incorporó al movimiento peronista. En 1950 ingresó
como obrero a la fábrica Phillips, se afilió a la UOM y fue electo
delegado.

Para 1955, su activismo sindical ya era lo suficientemente notorio como


para no pasar inadvertido para los hombres de la Revolución
Libertadora, que decidieron encarcelarlo por seis meses.
La suerte de Vandor cambiaría sustancialmente en 1958 con la asunción
de Arturo Frondizi como presidente y la sanción de la Ley 14.250, que
permitió, cumpliendo lo pactado con Perón, el retorno de los peronistas
a la conducción de los grandes gremios. En pocos meses, Vandor fue
ascendiendo en la escala de la UOM hasta convertirse en el secretario
general del gremio más poderoso de la Argentina, en el líder de las 62
organizaciones gremiales peronistas, y a través de ellas, en el hombre
más influyente de la CGT.

En 1959, el modelo desarrollista de Frondizi entró en crisis y los grupos


de poder económico colocaron al ingeniero Álvaro Alsogaray en el
Ministerio de Economía. Alsogaray concretó un acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional e impuso un severo plan de ajuste. El
movimiento obrero respondió con una ola de huelgas. El conflicto
metalúrgico se prolongó por más de un mes paralizando uno de los
sectores más dinámicos de la economía nacional. El gobierno de Frondizi
decidió pactar con Vandor a través de un funcionario del Ministerio de
Trabajo: Rubens San Sebastián. San Sebastián logró un acuerdo con
Vandor que contempla un aumento salarial a cambio de pérdidas de
derechos laborales de los trabajadores y aumento de la productividad.
Crecieron los rumores sobre un suculento pago que habría recibido
Vandor a cambio de la firma del convenio.

Lo cierto es que su estilo de vida fue cambiando notablemente. De


espectador y apasionado apostador del turf pasó a ser un importante
propietario de caballos de carrera del nada popular hipódromo de San
Isidro.

Vandor tuvo una actitud oscilante con el gobierno de Frondizi al que


atacó y defendió según sus intereses.

A partir de 1963 fue el ideólogo del enfrentamiento obrero más duro


contra un gobierno democrático: su «plan de lucha» con la ocupación de
más de 10.000 fábricas durante el gobierno de Illía.
También fue suya la idea de hacer lanzar miles de tortugas por la calle
Florida aludiendo a la supuesta lentitud del gobierno radical.

El Lobo fue el gran impulsor del Operativo Retorno, que se proponía el


regreso de Perón. El 2 de diciembre de 1964, la Comisión Pro-Retorno,
encabezada por Vandor, partió desde Madrid acompañando al ex
presidente. Pero al llegar al aeropuerto de El Galeão, en Río de Janeiro,
el gobierno brasileño ordenó el regreso a Madrid de la comitiva.

En el entorno de Perón comenzó a pensarse que el frustrado operativo


había sido una maniobra de Vandor para demostrarle al pueblo
argentino que Perón no podía regresar y que se hacía imprescindible un
peronismo sin Perón. El líder indiscutido de este movimiento
neoperonista no era otro que el propio Vandor.

Desde entonces las relaciones entre Vandor y Perón fueron de mal en


peor y el conflicto estalló en ocasión de las elecciones provinciales de
1965, cuando Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel para
bendecir las fórmulas peronistas y repudiar a los candidatos vandoristas.

El Lobo consiguió aparecer en la tapa del influyente semanario Primera


Plana con un titular muy explícito: ¿Vandor o Perón?

Pocos días después de haber sido derrotados todos sus candidatos a


manos de los de Perón, en enero de 1966, Vandor sufrió un atentado del
que salió ileso mientras estaba en el paddock de San Isidro.

Muchos recordaron que por entonces circulaba una carta que Perón
había dirigido a José Alonso secretario general de la Asociación Obrera
Textil y rival de Vandor en la CGT, en la que el líder exiliado decía
textualmente: «El enemigo principal es Vandor y su trenza. Hay que
darles con todo y a la cabeza, sin treguas ni cuartel. Su acción fue de
engaño, doblez, defección, satisfacción de intereses personales y de
círculo, desviación, incumplimiento de deberes, componendas, acomodos
inconfesables, manejo discrecional de fondos, putrefacción, traición,
trenza. Por eso yo no podré perdonar nunca, como algunos creen, tan
funesta gestión. En política no se puede herir, hay que matar, porque un
tipo con una pata rota hay que ver el daño que puede hacer. Deberá
haber solución y definitiva, sin consultas como ustedes resuelven allí.
Esa es mi palabra y ustedes saben que Perón cumple”.

En el primer semestre de 1966 se sucedieron los enfrentamientos


internos en el sindicalismo peronista y en el seno de la propia UOM. El
13 de mayo de ese año comenzó a sesionar en Avellaneda el Congreso
Nacional del gremio. Aprovechando un cuarto intermedio, los principales
dirigentes metalúrgicos, entre ellos Vandor y su segundo, Rosendo
García, se reunieron a tomar algo en un bar de la zona. A pocos metros
de ellos, en otra mesa, se reunían los delegados del peronismo
revolucionario Domingo Blajaquis y Juan Salazar. Comenzaron los
insultos que se transformaron en agresiones físicas. Vandor lo miró a
García y le dijo: «atrás hay cuatro tipos que no me gustan nada».
Rosendo se dio vuelta y justo vio que uno de los cuatro sacaba un
revólver. Del grupo de Vandor partieron varios disparos. Cuando pasó la
confusión y retornó la calma tres cadáveres yacían en el suelo de la
confitería Real: el de Blajaquis, el de Salazar y el de Rosendo García.
Según la versión vandorista Rosendo García alcanzó a decir, tendido en
el piso de su muerte: «Tené cuidado, Augusto. Te la quieren dar con
todo. A mí ya me la dieron…».

El escritor Rodolfo Walsh, en su célebre ensayo Quién mató a


Rosendo, responsabiliza a Vandor por todas las muertes, incluyendo la
de García. El informe de Walsh estaba avalado por pericias balísticas que
el expediente judicial no tuvo en cuenta al declarar al Lobo libre de culpa
y cargo.

Horas antes de que una bala le perforara la espalda y el corazón,


Rosendo García había brindado un reportaje al periodista Bernardo
Neustadt. Su nombre había cobrado particular interés desde que unas
280 unidades básicas levantaban su candidatura a gobernador de la
provincia de Buenos Aires por el peronismo vandorista.
Los que lo conocían bien decían que Vandor estaba un tanto preocupado
por la rápida carrera ascendente de su compañero García y crecía su
temor a quedar opacado por su segundo.

En junio de 1966 eran pocos los que dudaban que la caída del gobierno
de Illia era cuestión de días. Acosado por las huelgas, las presiones de
los factores de poder que no le perdonaban sus políticas progresistas
expresadas en el considerable aumento de los presupuestos de salud,
educación y acción social y una prensa mayoritariamente hostil, el
gobierno de Illia cayó derrocado por un nuevo golpe militar el 28 de
junio de 1966.

Entre los preveían el golpe estaba Vandor. No justamente por poseer


dotes adivinatorias sino por ser uno de los actores protagónicos del
golpe de estado. En ese carácter asistió de traje a la ceremonia de
asunción del dictador Onganía y le expresó a la prensa su satisfacción
por las buenas intenciones del presidente para con el movimiento obrero
organizado.

La férrea y negociadora conducción de Vandor debía provocar


necesariamente el surgimiento de un núcleo opositor disconforme con
las políticas dictatoriales y excluido de la participación sindical por el
grupo vandorista.

En mayo de 1968, mientras miles de obreros y estudiantes se


apoderaban de las calles de París, se reunía en Buenos Aires el Congreso
Normalizador de la CGT, llamado Amado Olmos en homenaje al dirigente
gremial fallecido en febrero de ese año en un accidente de tránsito.

El congreso concluyó abruptamente con la fractura de la CGT, que se


dividió en la CGT Azopardo, liderada por Vandor, y la CGT de los
Argentinos, liderada por el dirigente de los gráficos, Raimundo Ongaro.

A partir de entonces y a través del periódico de la CGT combativa,


Rodolfo Walsh comenzará a denunciar las maniobras de Vandor. En uno
de sus números decía: «El vandorismo tiene su discurso del método que
puede condensarse en una frase: El que molesta en la fábrica, molesta a
la UOM; y el que molesta a la UOM-, molesta en la fábrica. La secretaría
de organización del sindicato lleva un prolijo fichero de ‘perturbadores’,
permanentemente puesto al día por los ficheros de las empresas”.

No eran pocos los peronistas que habían pensado en matar a Vandor.


Los que tomaron la iniciativa fueron ocho militantes del peronismo
revolucionario que más tarde formarían la organización político militar
Descamisados. La decisión de matar a Vandor se tomó en septiembre de
1968 cuando las seccionales vandoristas, en connivencia con las
patronales, hicieron fracasar la huelga petrolera de Berisso y Ensenada.
El proyecto quedó bautizado como «Operativo Judas».

En marzo de 1969 el grupo quedó reducido a cinco militantes que


comenzaron a evaluar la forma de ingresar a la inexpugnable sede de la
UOM en Parque Patricios custodiada por unos veinte guardaespaldas de
Vandor. Durante más de tres meses el grupo estudió las entradas y
salidas, el movimiento de vehículos y los horarios de Vandor. También
usaron esos meses para conseguir las armas: cinco ametralladoras
calibre 22, dos pistolas calibre 45, un revólver 38, un 32 y dos pistolas
22 y tres kilos de trotyl por si no localizaban rápidamente a Vandor y
debían volar el edificio.

El grupo mantuvo en absoluto secreto sus planes por obvias razones de


seguridad y porque recordaban que dos intentos anteriores de acabar
con la vida del dirigente sindical habían fracasado porque el Lobo se
enteró a tiempo y pudo comprar a los implicados.

La actitud distante y casi condenatoria de Vandor frente al Cordobazo


expresada en un comunicado del 5 de junio de 1969, seis días después
del estallido cordobés, en el que llamaba al respeto a las fuerzas
armadas y a la unidad de pueblo y Ejército, aceleró los tiempos del
Operativo Judas.
Cuatro integrantes del grupo se concentraron a las ocho de la mañana
del 30 de junio de 1969 en el lugar acordado con la idea de llegar a la
UOM a las 10 en punto. Pero problemas con el motor del auto retrasaron
la partida. El quinto integrante, encargado de relevar la llegada de
Vandor, esperó impaciente en Parque Patricios por más de una hora.

A las once y treinta dejaron el auto estacionado a la vuelta de la entrada


principal del gremio. Eran las épocas en las que podían dejarse los
coches en marcha y con las llaves puestas. El reducido número de
integrantes del comando no permitía que uno se quedara en el vehículo
esperando.

Para poder entrar falsificaron un expediente judicial con los datos del
juez y juzgado que entendían en la causa Salazar-Blajakis, los dos
militantes del peronismo revolucionario muertos en el tiroteo de la
confitería La Real en Avellaneda.

Cuando el encargado del local sindical abrió la puerta, uno de los


integrantes del grupo se hizo pasar por oficial de justicia, exhibió el
expediente y preguntó por Vandor. «Esperen un momento», contestó el
portero. El supuesto oficial de justicia le dijo que no, que le tenía que
recibir el expediente y lo apuró con una credencial de Tribunales. Ante
las dudas del portero otro miembro del comando sacó una credencial de
la Policía Federal y dijo que era de Coordinación Federal. Finalmente la
puerta se abrió e ingresaron los cinco.

Los ocasionales testigos estaban desarmados, la fuerte custodia estaba


accidentalmente lejos de la puerta principal. El portero dijo que si lo
querían ver a Vandor tenían que esperar, pero ante la sospecha de que
el empleado avise a la custodia el grupo entró en acción extrayendo las
metralletas y pistolas que traían bajo sus pilotos.

Mientras dos integrantes del comando custodiaban la puerta los otros


tres subieron al primer piso en busca de la oficina de Vandor. Cada uno
llevaba un empleado como escudo, por si alguien disparaba desde
arriba. Hasta ese momento, con excepción de los afectados directos,
nadie parecía enterarse de nada; había un pequeño revuelo abajo, pero,
como a esa hora siempre se trabajaba mucho, no se percataban de lo
que realmente sucedía.

A los reducidos de la planta baja se los puso con la cara hacia el piso a
un costado de la escalera.

Los tres de arriba ya no tenían nada que disimular y preguntaban a los


gritos: “¿Dónde está Vandor?”

Mientras tanto el Lobo mantenía una conversación telefónica con Antonio


Cafiero que estaba inquieto por conocer la actitud de la CGT vandorista
frente al paro general decretado para el día siguiente por la CGT de los
Argentinos contra el gobierno de Onganía. «Quédese tranquilo Cafierito,
está todo bien. Acabo de hablar con el coronel Prémoli y nos juntamos a
la una para almorzar», dijo y colgó el teléfono. Prémoli era el secretario
de informaciones de la dictadura de Onganía. Vandor en su último acto
le había comunicado al dirigente peronista que «su» CGT mantenía las
excelentes relaciones con el gobierno y no paraba.

Los atacantes comenzaron a inquietarse abriendo todas las puertas que


encontraban a su paso; cada vez más oficinas y en todas personas que
debían ser reducidas. En la planta alta había dos vestíbulos con bastante
gente: unos treinta en total. A todos se los puso contra la pared para
que no viesen la cara de los agresores.

El grupo seguía abriendo puertas buscando a Vandor y cuando se dirigía


a una aún cerrada, se abrió y apareció el Lobo, atraído por el griterío.
Alcanzo a preguntar «qué carajo pasa» y vio que lo apuntaba una pistola
45 a tres metros de distancia. Vandor no tuvo dudas de que era su final.
Levantó los brazos como para cubrirse y recibió dos impactos en pleno
pecho.
Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cayó dos más en la
espalda. Se desplomó en la antesala de su despacho y un integrante del
grupo le colocó una bomba bajo su escritorio. La mecha del trotyl duraba
cuatro minutos, el tiempo justo para escapar. A la gente que estaba
reducida se le dijo que, a partir de la salida del grupo, tenía tres minutos
para desalojar el local porque iba a volar todo.

El secretario de prensa de la UOM, Federico Vistalli, alcanzó a arrastrar


el cuerpo del Lobo hasta la salida para trasladarlo hasta el sanatorio
metalúrgico en Hipólito Yrigoyen al 3200. Pero Vandor llegó muerto al
centro asistencial en el que trabajaba su esposa, Elida María Curone.

Curiosamente el comunicado por el cual el grupo operativo responsable


del asesinato se adjudicaba el hecho fue dado a conocer casi dos años
después del atentado, el 7 de febrero de 1971. Según sus autores la
demora se debió a que «el ENR resolvió no hacer propaganda sobre el
Operativo Judas hasta no disponer de una fuerza suficiente para
garantizar la continuidad de su acción. Alcanzado este objetivo decide
hacer público el presente comunicado. Siendo las 11.36 del 30 de junio
de 1969, el Comando ‘Héroe de la Resistencia Domingo Blajaquis’ del
Ejército Nacional Revolucionario, que ocupó el local de la UOM, sito en la
calle La Rioja 1945, cumpliendo el ‘Operativo Judas’, procedió al
ajusticiamiento del traidor Augusto Timoteo Vandor, complementando la
acción con la voladura parcial del edificio para no afectar fincas vecinas”.

El comunicado concluye diciendo: «Para los Judas no habrá perdón.


Elijan libremente todos los dirigentes sindicales su destino. Viva la
Patria».

El nombre Ejercito Nacional Revolucionario fue un nombre ficticio


utilizado para despistar a los servicios de inteligencia. Al momento de
dar a conocer el comunicado, los autores materiales del asesinato de
Vandor ya formaban parte de la organización guerrillera llamada
Descamisados que años más tarde se fusionaría con los Montoneros.
La misma tarde del 30 de junio de 1969 el gobierno decretó el estado de
sitio y aprovechó la ocasión para intervenir la mayoría de los gremios de
base de la combativa CGT de los Argentinos. Hubo detenciones masivas
de militantes opositores y dirigentes obreros, entre ellos Raimundo
Ongaro.

Años más tarde, en enero de 1973, Perón le contó al diario


peronista Mayoría que había mandado a llamar a Vandor en abril de
1969, y le había advertido que lo iban a matar. Decía Perón: «Yo le dije:
a usted lo matan; se ha metido en un lío que a usted lo van a matar. Lo
mataban unos o lo matan otros, porque él había aceptado dinero de la
embajada americana y creía que se los iba a fumar a los de la CIA.
¡Hágame el favor! Le dije: ahora usted está entre la espada y la pared:
si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo mata; y si usted le falla
a la CIA, la CIA lo mata. Me acuerdo que lloró. Le dije usted no es tan
habilidoso como se cree, no sea idiota, en esto no hay habilidad, hay
honorabilidad, que no es lo mismo”.

El «operativo Judas» y el
asesinato de Vandor

Tanto se ha dicho y escrito sobre Augusto Timoteo Vandor que


quizá la frase que más encaje sobre la incógnita que despierta su
figura sea la que escribiera Rodolfo Walsh, hacia fines de la
década de 1960: «Alrededor de este hombre ha de confluir la
mayor cantidad de expectativas, temores, ansiedades y mitos en
la historia del gremialismo argentino».
Hijo de un matrimonio de campesinos franceses de ascendencia
holandesa, había nacido en 1923 en Bovril, un pueblito
entrerriano. A los 17 años se incorporó a la Marina como
suboficial y, luego de seis años, en 1947, pidió la baja y se
incorporó al movimiento peronista. En 1950 ingresó como obrero
a la fábrica Phillips, se afilió a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)
y fue electo delegado. Con la dictadura de la autodenominada
Revolución Libertadora, su despido de la Philips, el arresto de
meses y cierto papel en la resistencia, la figura de Vandor dio un
salto trascendental, consolidado por el acuerdo de Frondizi y
Perón y la sanción de la nueva ley sindical. En poco tiempo,
Vandor llegó a la cima de la UOM, de la rama política del
sindicalismo (las 62) y de la mismísima CGT.

Su ascenso no estuvo desvinculado de denuncias por pactos,


corrupción y negocios turbios. En este sentido, Vandor fue
expresión de un importante sector de la dirigencia sindical que se
separó de sus bases, lo que le valió en los ‘60 ser considerado
sinónimo de “burocratismo”. Aunque el fenomenal “plan de lucha”
de los años de Illia y los paros escalonados en búsqueda de
concesiones para los trabajadores fueron también aspectos de su
historia, su método fue el de la connivencia con las políticas
empresarias, tanto que Walsh resumió su “discurso del método”
en la frase: «El que molesta en la fábrica, molesta a la UOM, y el
que molesta a la UOM, molesta en la fábrica.»

En lo político, el “Lobo” coqueteó con el líder exiliado en Madrid,


intentó hacerlo retornar en 1964, pero el fracaso de la operación
se adjudicó a su intención de impulsar un movimiento peronista
sin Perón, quien no ahorró diatribas en su contra.
Hacia mediados de los ’60, la situación argentina era explosiva.
La violencia no fue ajena al manejo interno de los sindicatos. En
1965, fueron asesinados importantes dirigentes sindicales de
Avellaneda. Tiempo después se comprobó la directa vinculación
del hecho con Vandor. Para muchos, el “lobo” tenía los días
contados.

Así, el 30 de junio de 1969, luego de varios meses de


preparación del “Operativo Judas”, un comando de cinco
personas ingresó al local de la UOM en La Rioja 1495, simulando
ser agentes de la Justicia y la Policía. Vandor se encontraba en
su oficina, hablando por teléfono con el dirigente peronista
Antonio Cafiero. Ante el griterío levantado por la situación,
Vandor sólo alcanzó a gritar “qué carajo pasa”, cuando fue
alcanzado por varios disparos a quemarropa. La respuesta
represiva e indiscriminada del gobierno no se hizo esperar.

El comando que lo asesinó recién dio a conocer el comunicado


del hecho casi dos años más tarde. Llevaban como nombre el de
una de las víctimas de Vandor: Domingo Blajaquis. Más tarde,
formarían parte de la organización Descamisados. Días después
de asesinado Vandor, desde el periódico de la CGT de los
Argentinos, se leería: «Las circunstancias de su muerte no
disipan uno solo de los cargos que pesaban sobre él, no borran
una coma de lo que en estas páginas se ha afirmado sobre su
papel nefasto en la historia del sindicalismo argentino».

En esta oportunidad, reproducimos las palabras que dirigiera


Vandor sobre la situación de la clase obrera el 21 de marzo de
1969, tres meses antes de ser asesinado.

Fuente: «Declaración de Córdoba» de la Delegación Regional de


Córdoba, CGT de los Argentinos, 21 de marzo de 1969, folleto; en Alain
Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos
Aires, Emecé, 1982, Vol. II, 1943-1973, pág. 348.

«Durante años solamente nos han exigido sacrificios. Nos


aconsejaron que fuésemos austeros: los hemos sido hasta el
hambre. Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos
aguantado diez. Nos exigen que racionalicemos, así vamos
perdiendo conquistas que obtuvieron nuestros abuelos. Y cuando
no hay humillación que nos falte padecer ni injusticia que reste
cometerse con nosotros, se nos pide irónicamente que
participemos. Les decimos: ya hemos participado, y no como
ejecutores, sino como víctimas en las persecuciones, en las
torturas, en las movilizaciones, en los despidos, en las
intervenciones, en los desalojos. No queremos ya esta clase de
participación. Agraviados en nuestra dignidad, heridos en
nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos
a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas
de lucha…»
 

Augusto Vandor

Augusto Timoteo Vandor

Augusto Timoteo Vandor


Secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica

1958-1969

Predecesor Ángel Perelman

Sucesor Lorenzo Miguel

Información personal

Apodo El Lobo

Nacimiento 26 de febrero de 1923 
Bovril (Argentina) 

Fallecimiento 30 de junio de 1969   (46 años)


Buenos Aires (Argentina) 

Causa de
Herida por arma de fuego 
muerte

Sepultura Cementerio de la Chacarita 

Nacionalidad Argentina

Información profesional

Ocupación Político, sindicalista y militar 

Años activo 1941-1947 (como militar)


Rama militar Armada Argentina 

Rango militar Cabo primero 

Partido político Partido Justicialista 

[editar datos en Wikidata]

Augusto Timoteo Vandor (Bovril, Entre Ríos, 26 de febrero de 1923-Buenos


Aires, 30 de junio de 1969)1 fue un sindicalista argentino, secretario general de
la Unión Obrera Metalúrgica de la República Argentina UOMRA. Fue asesinado
con cinco disparos en un atentado en su oficina del gremio.

Índice

 1Biografía
o 1.1Primeros años
o 1.2Carrera militar
o 1.3Trayectoria en el sindicalismo
o 1.4Su asesinato
 2Véase también
 3Referencias

Biografía
Primeros años
Augusto Vandor nació en Bovril, una pequeña localidad entrerriana, al igual que
sus hermanas Mercedes y Celina, fruto del matrimonio entre Roberto Vandor y
Alberta Facendini.2
Antes de cumplir dieciocho años y alistarse en la marina de guerra, Augusto
Vandor trabajó en una estación de servicio, en una usina eléctrica y en la
Barraca de Enrique Tomé.2
Carrera militar
Cuando contaba con dieciocho años de edad, en 1941, Augusto Timoteo
Vandor decidió incorporarse en las filas de la Armada Argentina como
suboficial maquinista dentro de la flota naval de la marina. Para eso realizó sus
estudios en la Escuela de Mecánica de la Armada.2
A los veinticuatro años, en 1947, Vandor decidió pedir su pase a retiro (el cual
le fue concedido) y puso fin a su carrera militar retirándose con el rango
de cabo primero.3
Trayectoria en el sindicalismo
Luego de tres años de su alejamiento de la carrera militar, comenzó en plantel
obrero de la fábrica de Philips, ubicada en Saavedra. Al poco tiempo fue
elegido delegado de base de su sección. Se destacó rápidamente por su
capacidad de lucha y negociación.
En 1954, durante el segundo gobierno de Perón, lideró exitosamente una
huelga que se inició en reclamo de mejoras salariales, logrando de esta forma
hacerse conocido en el ámbito de los gremios.2
En el mes de septiembre del año 1955, una vez consumida la Revolución
Libertadora, es encarcelado durante un lapso de seis meses y despedido de
Philips.
No fue sino hasta 1958, año en el que resultó elegido Arturo Frondizi y se
volvió a permitir la actividad sindical, cuando Augusto Timoteo Vandor volvería
a aparecer en la escena del sindicalismo, llegando a estar al frente de la Unión
Obrera Metalúrgica (U.O.M.) y posteriormente dentro de la fracción "Azopardo"
de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (C.G.T.) en
1968.2
Promovió dentro del peronismo una facción participacionista, denominada
"vandorismo", dispuesta a pactar con el gobierno de facto y proponía un
"peronismo sin Perón".4

Homenaje a Augusto Vandor en el cementerio de Chacarita, Buenos Aires

Su asesinato
El 30 de junio de 1969, en el marco de lo que se denominó "Operativo Judas",
fue asesinado de cinco disparos en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica, La
Rioja al 1900 de la ciudad de Buenos Aires. En su escape dejaron una bomba
de trotil que al explotar destruyó parte del edificio.5
La organización guerrillera Ejército Nacional Revolucionario (ENR) se adjudicó
el asesinato el 7 de febrero de 1971.6 Para Eugenio Méndez esa agrupación
estaba conducida por Rodolfo Walsh y la integraba Raimundo Villaflor y habría
matado a José Alonso además de Vandor.7 Otros autores, como Richard
Gillespie,8 Felipe Pigna9 y Eduardo Zamorano,7 atribuyen el asesinato al grupo
"Descamisados", de Dardo Cabo, luego absorbido por Montoneros. Años
después, en el periódico El Descamisado, dirigido por Cabo, se publicaría otra
versión del asesinato.710
El exdirigente de Montoneros José Amorín afirma que la operación era
demasiado compleja para una organización recién formada como
Descamisados y sostienen que los autores eran en su mayoría de la CGT de
los Argentinos
Una versión recogida por un periodista en la Unión Obrera Metalúrgica el día
del hecho indicaba que Vandor había reconocido a uno de los autores y lo
había saludado “Hola Cóndor”. Dardo Cabo había protagonizado años antes
el Operativo Cóndor, consistente en el secuestro de un avión y aterrizaje
posterior en las islas Malvinas.1213
Según las palabras del historiador Jorge Abelardo Ramos en su obra La era del
peronismo:
Para juzgarlo con justicia, debería agregarse que de los bienes que acumuló como el más reputado
jefe gremial del país, da buena cuenta el hecho de que, al caer asesinado, su viuda debió trabajar
como enfermera en un Policlínico de la UOM, para dar de comer a sus hijos. Sus asesinos se
integraron más tarde a la organización terrorista Montoneros que según algunos disidentes (1979)
disponía de 60 millones de dólares para derrochar, uniforme incluido, en la acogedora Europa de
1976. La viuda enfermera y el terrorista millonario constituyen una síntesis ejemplar. 14

Agustín Tosco
"Agustín Tosco: El Cautiverio de un guerrero"

Fuente: Revista Primera Plana, 20 de Junio de 1972 (Cárcel de


Rawson).

Desde el locutorio del penal de Rawson, el lunes 12, Agustín Tosco,


dirigente sindical cordobés (detenido el 28 de abril del año pasado a
disposición del Poder Ejecutivo), contestó este reportaje cuyo formulario
le fue entregado por su abogado defensor, Hipólito Solari Yrigoyen, a
pedido de Primera Plana.

¿Cómo define usted la tendencia que representa dentro del


panorama gremial cordobés? 
Los gremios independientes de Córdoba constituyen un importante
grupo de Sindicatos, no embanderados partidariamente, pero con una
clara política de unidad combativa dentro del movimiento obrero.
Sostienen que el sindicalismo no es sólo un medio de reivindicación
económico-social de la clase obrera, sino que debe constituir una
palanca política principal, en coincidencia con los demás sectores
populares, para la liberación nacional y social argentina. Dentro de ese
concepto han votado y sostienen la consigna fundamental aprobada por
la Regional Córdoba de la CGT de llevar adelante «la lucha
antiimperialista hacia el socialismo». Adhieren a la Comisión Nacional
Intersindical y definen una básica identificación con la CGT de los
argentinos y los gremios peronistas combativos, de acuerdo a lo fijado
por los Programas de La Falda y Huerta Grande, el Manifiesto del 1° de
Mayo y el Documento de Octubre.

¿Merece una autocrítica el proceso Sitrac-Sitram? ¿Cuál sería? 


Si correspondiera una autocrítica ella debería ser formulada por los
respectivos gremios. Considero como centro del problema la incalificable
agresión de que fueron objeto los trabajadores del Sitrac-Sitram, tanto
en el campo laboral como en el institucional, al ser disueltos los
sindicatos y despedidos cientos de militantes, delegados y dirigentes.

Además del encarcelamiento que padecen diez de ellos y sus asesores


letrados. Corresponde reclamar enérgicamente el respeto al derecho de
sindicalización según lo decidan las propias bases; la reincorporación de
los cesantes y la libertad de los detenidos.

¿Qué experiencia ha extraído de su cautiverio junto a Raimundo


Ongaro? 
Desde el 14 de mayo de 1971 hasta el 7 de enero de 1972, estuve
encarcelado con el compañero Raimundo Ongaro, juntos, pero
totalmente aislados de todo contacto con los demás detenidos, en el
último entrepiso de una planta del Penal de Villa Devoto.

Nos unió una gran solidaridad humana, y preciso es destacar la


constante entereza y espíritu de lucha de Ongaro. En el aspecto político
sindical, lo esencial se dio en la coincidencia de promover, alentar y
trabajar por la unidad combativa de la clase obrera y los sectores
populares, enfrentando a todo tipo de participacionismo y
colaboracionismo con el régimen.

¿Cuál debe ser, a su juicio, la misión del sindicalismo? 


En todo el país, que como el nuestro, lucha por su liberación nacional y
social, el sindicalismo debe cumplir fundamentalmente la doble función
que marca el proceso de la clase obrera y el pueblo. Por lo tanto le
corresponde encarar la reivindicación consecuente de los derechos
económicos, sociales, políticos y culturales de los trabajadores y
simultáneamente sumar los máximos esfuerzos desde su terreno
específico para que políticamente el poder sea ejercido por el Pueblo.

¿Qué opinión le merece el sindicalismo peronista combativo?  


Al definir que existen importantes coincidencias básicas entre nuestra
orientación y la de los gremios peronistas combativos, destacamos una
valoración positiva de la actividad y los objetivos que se traza este
nucleamiento obrero en su permanente accionar por los derechos
sindicales y populares.

¿Cómo ve Agustín Tosco, desde la cárcel, la convocatoria de


Alejandro Lanusse a un Gran acuerdo Nacional?
Desde el mismo momento que se dio a publicidad el denominado Gran
Acuerdo Nacional, lo denunciamos como un claro propósito continuista
del actual régimen usurpador; como un intento mal disimulado de
pretender entrampar al pueblo argentino en una supuesta salida
institucional que sirviera a los objetivos de la oligarquía y del
imperialismo; como un sinuoso plan para montar una gran farsa
electoral para dar una imagen de un consentimiento popular, a lo que el
pueblo no sólo no elige sino que rechaza terminantemente.

El GAN es un aparato gigante con pies de barro. Tanto como cayeron las
mentiras y ficciones de las anteriores etapas de la mal llamada
Revolución Argentina ante la poderosa verdad del pueblo, así también
sucederá con el GAN. Absolutamente nada de lo que surja de la
mentalidad conservadora reaccionaria de los detentadores del poder
puede conjugarse con la voluntad soberana de los argentinos.

Tan es así, que el 31 de mayo desde San Nicolás, Alejandro Lanusse se


ha visto obligado a desnudar hasta las entrañas del GAN: pactar a
espaldas del pueblo y al pie de la dictadura; imponer la «acuerdocracia»
y enterrar el «juego limpio» que tan siquiera se recordó; convenir, no ya
sólo las características y contenido del continuismo, sino hasta… ¡su
filosofía!

Ni el general Agustín P. Justo había llegado a tanto en sus pretensiones.


El discurso del 31 de mayo constituye así una referencia mistificadora de
la historia, de las ideas políticas, de la lucha de nuestro pueblo y de sus
genuinas aspiraciones. Además, con sus sofismas discursivos, Lanusse
pretende fabricar realidades que no son otras que las que interesan
sostener a las minorías explotadoras y a los grandes monopolios
internacionales.

La verdad de nuestra historia es que el pueblo, con sus


pronunciamientos, movilizaciones y luchas, determinará
inexorablemente que su voluntad de Justicia Social, Soberanía Popular y
Liberación Nacional sea respetada. Así sucederá, más allá de las
tutorías, los grandes acuerdos o los golpes de estado, como variantes
reiterativas de un sistema y un régimen en irreversible decadencia.

El Ministro Mor Roig, en declaraciones periodísticas, ha


minimizado el problema de la tortura en el país. ¿Coincide usted
con esa apreciación? 
Bajo ningún punto de vista. Mor Roig trata de descargar su inoperancia
como ministro político del régimen, desmintiendo o minimizando lo que
es la dramática realidad de una constante y probada violación a los más
elementales derechos humanos en la Argentina, hasta el grado de la
barbarie organizada para la tortura a muchos prisioneros políticos y
sociales -hombres y mujeres- de nuestro pueblo.

¿Considera usted correcta la permanencia de Mor Roig en el


ministerio político a esta altura del proceso de
«institucionalización»?
Nunca consideré correcta la permanencia en el gobierno de ningún
funcionario de la dictadura. Lo único correcto es que todos los que
ejerzan las principales funciones en el estado sean expresión de la libre
y soberana voluntad de los argentinos.

¿Qué piensa usted de la coincidencia La Hora del Pueblo? 


La Hora del Pueblo padece del pecado original de creer que la dictadura
permitiría un ejercicio más o menos libre de la llamada democracia
representativa; de allí colaboró para un desenlace en esos términos. El
discurso de Lanusse del 31 de mayo ha terminado con los sueños de La
Hora del Pueblo. Ahora ésta deberá probar definitivamente la
consistencia de su propia identidad o su dependencia de los planes
continuistas.

Se le atribuyeron simpatías hacia el Encuentro Nacional de los


Argentinos. ¿Cuál es su punto de vista? 
Así es. Comparto los lineamientos, la acción y los objetivos del
Encuentro Nacional de los Argentinos.

¿Cómo vislumbra usted el camino hacia el socialismo nacional?  


El camino de todos los pueblos hacia el socialismo lleva intrínsecas las
características nacionales de cada país.
Resultaría aventurado señalar un camino específico y esquemático. Sí
hay un ancho camino por el que transitan simultáneamente todas las
fuerzas que luchan en todas las escenas de la vida nacional para
erradicar un sistema de opresión, injusticias y miseria y construir una
nueva sociedad, más justa y más humana. La unidad de esas fuerzas
será un factor de aceleración del proceso histórico, con el cumplimiento
de las etapas intermedias que deben recorrerse y con el
aprovechamiento de las coyunturas favorables, cualesquiera que fueren,
compatibles con el objetivo fundamental trazado.

Sobre la propuesta de Perón en vistas a un Frente Cívico de


Liberación Nacional hay muchas interpretaciones y distorsiones.
Pero ateniéndose a lo que el propio Perón ha definido, no se trata
de una estructura orgánica sino de una coincidencia de hecho
que se concreta a dos niveles: uno, superestructural, con las
cúspides de los partidos y organismos populares; y otro
infraestructural, a nivel de bases, mediante las mesas de trabajo
y la movilización de masas, ambos teniendo como objetivo
revolucionario la toma del poder por parte del pueblo, ya sea a
través de las elecciones (si es posible) o a través de otras vías, si
el camino comicial es cerrado por el fraude y la trampa. Así
definido, ¿qué opina usted del Frente Cívico? 
Siempre he expuesto y sostenido con vehemencia que sólo la unidad de
acción programática en los puntos fundamentales, e instrumentalmente
orgánica de las fuerzas políticas populares, sin discriminaciones y sin la
pérdida de la individualidad partidaria, será el factor fundamental para
que el pueblo acceda al poder, se consolide en el mismo y materialice las
transformaciones de contenido revolucionario que son de urgencia para
nuestro tiempo.

Tengo entendido que sobre eso se trabaja y espero que sus resultados
sean fructíferos. Mientras tanto, la lucha debe continuar. Trabajadores,
estudiantes, profesionales, sacerdotes, campesinos, entidades
económicas nacionales, hombres y mujeres de toda condición y
militancia, no renunciarán a su compromiso histórico de producir los
hechos determinantes de un profundo cambio en las condiciones
económicas, sociales y políticas actuales, con o sin formalismos
electorales.

¿No cree usted que resistirse a una opción política concreta a


nivel nacional colocará a su tendencia, tarde o temprano, en el
callejón sin salida de un aislacionismo estéril?
Nuestra lucha ni la opción de la unidad de las fuerzas políticas populares,
tal como lo expresé precedentemente, de ninguna manera puede
colocarnos en un aislamiento estéril: porque la unidad y la lucha están
en la conciencia y el corazón del pueblo.

¿Qué otra cosa expresarían entonces la infinidad de movilizaciones


populares masivas protagonizadas heroicamente en los últimos años? ¿Y
la de tantos hombres y mujeres argentinos que por su militancia popular
y revolucionaria responden con su libertad o con su sangre por esos
mismos ideales comunes?

Allí estuvieron y están todos los que, sin distinciones partidarias, luchan
efectivamente por la liberación del Pueblo y la Patria. Aquí, los que
estamos en la cárcel, ratificamos nuestras posiciones manteniéndolas
indeclinablemente, con el pleno optimismo que la causa popular y
liberadora triunfará.

Tosco y el estallido cordobés

Hacia comienzos de 1969 era evidente que los supuestos “éxitos”


del plan de “normalización” ejecutado por el ministro Krieger
Vasena eran una fantasía.

El programa iniciado en marzo de 1967 ganaba cada vez más


opositores: no eran sólo los sectores populares, afectados por la
inflación, el congelamiento de sus salarios y de los convenios
colectivos, también había quejas por parte de un amplio abanico
de pequeños, medianos y hasta algunos grandes empresarios
nacionales y, sobre todo, los grandes propietarios del campo.

No se podía ocultar que los únicos que se beneficiaban con el


programa económico del Onganiato eran los grandes monopolios,
principalmente extranjeros.

A ello se sumaba un clima social que se iba enrareciendo,


empujado por la radicalización de amplios sectores sociales,
incluidos amplios grupos de cristianos, pero también por las
promesas del régimen militar de que finalmente llegaría el “tiempo
social” y los primeros aumentos salariales en mucho tiempo.

Esta salida del letargo político coincidía -para males del régimen-
con el cincuenta aniversario de la reforma universitaria, en un
sector desafortunadamente maltratado, y que también alimentaría
las nacientes fuerzas de las guerrillas urbanas.

Así, todo comenzó aquel mayo de 1969 con la protesta


universitaria en Corrientes. Los estudiantes de la Universidad
Nacional del Nordeste se manifestaban en las calles contra el
alza de los precios y contra la privatización del comedor
estudiantil.

En la represión, fue asesinado el estudiante de medicina Juan


José Cabral. Las marchas de protesta no se hicieron esperar.
Pero en Rosario, encuentran también la fatal reacción estatal. Allí
es muerto alevosamente el estudiante de Económicas, Ramón
Bello. No serán las únicas víctimas fatales de aquellos días.
A mediados de mayo, los obreros en protesta por la quita de
algunos beneficios se lanzan a la lucha. Los acompañan los
estudiantes, cuya universidad es cerrada.

Córdoba era por entonces uno de los epicentros más radicales


del sindicalismo nacional. No sólo por los sindicatos clasistas de
las importantes automotrices.

También por la radicalizada posición de figuras como Agustín


Tosco y de los hombres de la CGT como Elpidio Torres.

Así, el 29 de mayo, el movimiento obrero cordobés se une para


realizar una huelga general. Los trabajadores del complejo
automotriz se dirigen al centro de la ciudad, donde intentan
confluir con las columnas de estudiantes.

La policía busca frenarlos, pero avanzan hacia los barrios


céntricos. Entonces, cae la primera víctima, el joven obrero
Máximo Mena, y sucede el estallido popular.

El centro cordobés, especialmente el barrio Clínicas, se convierte


en un caos. Trincheras, barricadas, piedras, gases, balas. La
policía retrocede ante la revuelta.

Recién el 30 por la tarde, y sólo por el concurso de las fuerzas


militares, el gobierno recupera el control. La represión es total y
muchos dirigentes son apresados y juzgados por los Consejos de
Guerra. Por lo menos catorce personas fueron muertas en el
Cordobazo.

Con aquellas memorables jornadas de lucha popular la misión


suprema de la “Revolución Argentina”, que había derrocado a
Arturo Illia en 1966, había fracasado espectacularmente: el
“orden” y la tan mentada “paz social” se estrellaban contra una
realidad bien distinta a la esperada. Aquel régimen militar estaba
herido de muerte. En esta oportunidad, recordamos el aniversario
del Cordobazo con unas palabras del dirigente sindical Agustín
Tosco.

Fuente: Jorge O. Lannot, Adriana, Amantea y Eduardo Sguiglia, Agustín


Tosco, conducta de un dirigente obrero, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1984, pág. 54.

«El saldo de la batalla de Córdoba es trágico. Decenas de


muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de
un pueblo florecen y marcan una página en la historia
argentina y latinoamericana que no se borrará jamás. En las
fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la
fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de
hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los
principios, de las grandes aspiraciones populares, ya no se
apagará jamás. En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y
el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos
esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre
nuestras espaldas. Años de prisión que se convierten en poco
menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró
nuestro pueblo, especialmente Córdoba, y que nos rescata de las
lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores,
estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las
religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos
para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea
lobo del hombre, sino su compañero y su hermano.»
 

Agustín Tosco
Agustín Tosco

Agustín Tosco

Información personal

Nombre de
Agustín José Tosco
nacimiento

Apodo Gringo

Nacimiento 22 de mayo de 1930


Coronel Moldes, Río Cuarto, Córdoba, Argentina

Fallecimiento 5 de noviembre de 1975 (45 años)


Buenos Aires, Argentina

Causa de
Encefalitis bacteriana
muerte

Nacionalidad Argentino

Ciudadanía Argentina

Religión Ateo

Educación
Educado en Universidad Tecnológica Nacionala

Información profesional

Ocupación Activista político


Dirigente sindical de Luz y Fuerza

Años activo 1949-1975

Conocido por ser uno de los principales dirigentes


sindicales del Cordobazo

Partido Partido Comunista


político Partido Revolucionario de los Trabajadores

Afiliaciones Frente Antiimperialista y por el Socialismo

Sitio web www.agustintosco.com.ar

Notas

1. ↑ no terminó

[editar datos en Wikidata]

Agustín Tosco (Coronel Moldes, Córdoba; 22 de mayo de 1930-Buenos


Aires, 5 de noviembre de 1975) fue un dirigente sindical argentino del gremio
de Luz y Fuerza, de ideología marxista, miembro de la CGT de los Argentinos y
uno de los principales actores del Cordobazo.

Índice

 1Infancia y juventud
 2Carrera sindical
 3Pensamiento
o 3.1Marxismo heterodoxo
o 3.2Antiimperialista, antipatronal y antiburócrata
o 3.3El uso de la violencia
o 3.4La tarea del sindicato clasista
 4Su participación en el Cordobazo
 5Mensaje enviado desde la cárcel de Rawson por el Secretario General Agustín Tosco
 6Tras el Cordobazo
 7Fallecimiento
 8Recordando a Agustín Tosco, enemigo acérrimo de la burocracia sindical
 950 años del Cordobazo: quién fue Agustín Tosco, uno de los líderes de la protesta histórica
 10La AFI entregó información del sindicalista Agustín Tosco a su familia
 11Referencias
 12Videos , música y teatro
 13Bibliografía
 14Enlaces externos

Infancia y juventud
Nació el 22 de mayo, pero, como era habitual en aquellos años, fue anotado
dos días después. Su infancia transcurrió en un ámbito rural, dado que sus
padres eran emigrantes campesinos oriundos del Piamonte (Italia).
El piamontés era el idioma utilizado en el ámbito familiar, lo que significó
problemas cuando Agustín Tosco tuvo que concurrir a la escuela. El carácter
tímido del niño durante la escuela primaria lo llevó a dedicarse a la lectura, lo
que le brindó un "conocimiento singular".
No obstante, la disciplina le permitió ―al final de su educación secundaria
(cursada en la escuela Presidente Roca, Ipet 48)― superar notoriamente su
timidez y su manejo del idioma, por lo que ―en su carácter de presidente del
centro de alumnos― se le encomendó hablar en el cierre del ciclo escolar.
Tosco realizó una dura crítica al funcionamiento de la escuela, negándose
incluso a recibir el diploma por parte del director, entre las ovaciones de sus
compañeros.
Signado así su derrotero, Tosco asignó una enorme importancia a la búsqueda
de la autosuperación, siendo una de sus más célebres frases que «las victorias
más importantes y valiosas son las que se obtienen sobre las propias
debilidades».
Terminada la escuela secundaria se inscribió en la Universidad Tecnológica de
Córdoba (UTN), en la cual estudió para electrotécnico a la vez que trabajaba en
la empresa provincial EPEC. Sin embargo el servicio militar obligatorio retrasó
sus estudios. Al terminarlo, Tosco decidió abandonarlos para dedicarse de
lleno a su actividad sindical.
Durante toda esta etapa desarrolló su afición por la lectura: en su propia casa,
con piso de tierra y aún sin luz eléctrica, se había construido una pequeña
biblioteca.
Hasta su juventud una de las lecturas que más disfrutaba era la de José
Ingenieros «que, aunque positivista, enseñaba cosas», dedicándose
posteriormente a la lectura de análisis sobre la situación de la clase obrera y
ensayos de autores marxistas.

Carrera sindical
En 1949 consiguió incorporase a la empresa de energía provincial EPEC por
entonces llamada SPEC como ayudante electricista en el taller
electromecánico, sección baterías, iniciando también entonces su actuación en
el gremio de Luz y Fuerza de Córdoba.
Su ya reputada capacidad oratoria y su militancia disciplinada le confieren ser
elegido subdelegado a los 19 años y delegado a los 20.
Cuando tenía 15 años Perón llegaba al poder, ganando las elecciones a
la Unión Democrática; Tosco manifestó entonces su simpatía «al movimiento
que levantaba un eslogan contra Braden»; sin embargo en reiterados discursos
posteriores se definió explícitamente como marxista, esto, sumado a su
concepción de integración de la clase más allá de los rótulos políticos, llevó a la
confusión de que, mientras algunos lo sindicaban como peronista otros lo
tildaban de antiperonista.
En 1952 es electo secretario del cuerpo de delegados de Luz y Fuerza de
Córdoba. Entre 1953 y el golpe del 1955, Agustín Tosco integra el Consejo
Directivo cuyo Secretario General es Cristóbal Sierra y en 1954 es elegido
secretario gremial del secretariado nacional de la Federación Argentina de
Trabajadores de Luz y Fuerza (Fatlyf).
Siendo relevado de su cargo por la intervención militar. En plena dictadura
de Pedro Eugenio Aramburu encabezó el acto del 1° de mayo, donde la
Intersindical realizó un acto en la Plaza Once donde se pidió por la libertad de
los presos gremiales, la normalización de los gremios y de la CGT, y se
reclamó por salarios justos.
En 1956 el régimen de Aramburu lo arrestó en el marco de una creciente
persecución política y sindical que caracterizó a su régimen dictatorial, en
medio de allanamientos a los locales sindicales por la policía, con violación de
puertas y destrucción o robo de archivos y colecciones de libros y periódicos,
junto con la destrucción del archivo histórico de Luz y Fuerza en Córdoba.1
Terminada la intervención militar del gremio, Tosco integra el Congreso
Normalizador del mismo y es elegido nuevamente como secretario general en
Córdoba y miembro del Fatlyf, renunciando dos años después a esta última por
desacuerdos con la burocracia sindical.
En 1972, estando aún preso en la cárcel de Rawson durante el gobierno militar
es nuevamente elegido dirigente del gremio y secretario adjunto de la
delegación regional.
En 1973, en vísperas de la tercera elección de Perón, el PRT le ofrece llevarlo
en una candidatura a Presidente de la Nación para disputarle a aquel el
ascendiente sobre las masas; sin embargo Tosco declina el ofrecimiento
argumentando que ello podría dividir a la izquierda, atento a los distintos
programas del PRT y el PC, partidos con los que tenía relaciones.2

Pensamiento
Marxismo heterodoxo
Agustín Tosco se definía como marxista independiente, aunque poseía
vínculos con el PRT y principalmente con el PC,3 haciendo de vínculo entre
ambos partidos. Hay quienes sostienen que Tosco era uno de los tantos
"afiliados secretos" del PC.4 Tosco participó incluso de los discursos de
apertura de las reuniones del FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo) y
se le propuso la candidatura a la presidencia de la nación por este organismo,
a iniciativa del PRT.
Antiimperialista, antipatronal y antiburócrata
Los fundamentos clasistas de Tosco llevaban a criticar los principios que
entonces postulaban los principales referentes del peronismo, consistentes en
una alianza de clases con el objetivo de desarrollar la burguesía nacional. La
alianza con la burguesía nacional estaba también en línea con la concepción
etapista promovida por la Internacional Comunista y sostenida en Argentina por
el PC.
Las observaciones de Agustín Tosco a dichas posturas podrían ordenarse en
dos grandes grupos.
Por un lado, para Tosco un país dependiente no podía desarrollar sin tope su
burguesía nacional, puesto que en un contexto imperialista las grandes
multinacionales y los monopolios marcaban el ritmo de la economía mundial,
imposibilitando a los países dependientes un desarrollo capitalista al margen
del contexto económico global.
Por otro lado veía el desarrollo de una burguesía nacional como un mero
«cambio de monopolios» que no lograría una mejora sustancial del estado de
la clase trabajadora en el país.
Citaba como ejemplo de ello al Brasil, país que por entonces iniciaba una fase
de crecimiento acelerado del PBI sin lograr por ello una mejora de las
condiciones de sus obreros. «Nosotros no creemos que la política de la
liberación pase por la política de la sustitución de los monopolios. Si bien hay
contradicciones interburguesas, intermonopolistas, interimperialistas, hay a su
vez un entrelazamiento que es el que va a condicionar permanentemente
nuestra economía.».5
En general, las críticas de Tosco a la postura de Frente Popular se encuentran
en sintonía con la crítica que hiciera el peruano José Carlos Mariátegui (1894-
1930) a los principios del APRA en los años treinta.
El uso de la violencia
El carácter de dirigente de masas de Tosco lo llevó a apoyar tácitamente la vía
de la lucha armada. En una entrevista, dice Tosco:
Mi opinión sobre la violencia es la misma que ha sido definida por la reunión del Episcopado de
Latinoamérica en Medellín. Latinoamérica sufre de una violencia institucionalizada que oprime al
hombre, lo frustra e impide su realización al mínimo nivel de la dignidad humana. Esta violencia ha
engendrado su respuesta, que en muchos casos corresponde ―como dice Medellín― a una
legítima defensa.
Agustín Tosco6

La tarea del sindicato clasista[editar]


Tosco consideraba que nada ni nadie podía sustituir a las asambleas, ellas
eran superiores a los cuerpos directivos, y que la lucha no debía darse
únicamente por las condiciones salariales. Podría calificarse a su ideología
como antiimperialista, antipatronal y antiburócrata.
Su lucha contra la burocracia sindical era constante. Uno de sus enemigos más
famosos fue José Ignacio Rucci.
Tosco declaró sobre este lo siguiente: «Rucci y sus discípulos son prisioneros
por sus compromisos con los detentadores del poder, presos de la custodia
que les presta el aparato policial; presos de una cárcel de la que jamás podrán
salir: la de la claudicación, la indignidad y el participacionismo».
Tosco y Rucci tuvieron varios cruces mediáticos, siendo uno de estos
considerados antológicos en los anales sindicales argentinos.
Además de la lucha sindical particular de su sindicato participó dentro de la
lucha contra la dictadura encabezada por el general Juan Carlos Onganía.
Su participación en el Cordobazo[editar]

Cordobazo, 29 de mayo de 1969

Cordobazo. Policías retroceden

El 29 de mayo (Día del Ejército Argentino) del año 1969, en la ciudad de


Córdoba, se produjo una rebelión popular en contra de la dictadura de
Onganía. Participaron obreros y estudiantes en su mayoría, que se enfrentaron
al aparato represivo de sectores del ejército. Referente del Cordobazo junto
a Elpidio Torres, Atilio López y su amigo el dirigente de los obreros
construcción Jorge Canelles, fue apresado y condenado a ocho años de prisión
por un tribunal militar, recuperando la libertad a los diecisiete meses. El
Cordobazo marcó un hito, porque significó la pérdida de autoridad del gobierno
de Onganía, acelerándose así su recambio.
Acerca del Cordobazo, Tosco dijo:
Fue una rebelión obrera y popular […]. Surgió de la clase obrera y del pueblo. Lo esencial del
Cordobazo es que surge de los trabajadores y de los estudiantes, y que ellos por sus convicciones
salen a la calle a luchar.
Agustín Tosco

Mensaje enviado desde la cárcel de Rawson por el


Secretario General Agustín Tosco
El 30 de junio de 1972, a poco de decretarse el paro general de actividades por
catorce horas, el Dr. Solari Yrigoyen transmitió telefónicamente un mensaje
enviado desde la cárcel de Rawson por el compañero Secretario General
Agustín Tosco, el cual decía textualmente:
"Al conocer la Resolución del Plenario de Gremios Confederados CGT de
Córdoba, me adhiero fervorosamente al repudio del sexto aniversario de la mal
llamada Revolución Argentina y felicito a los compañeros por la combativa
posición adoptada en defensa de los Derechos de la Clase Trabajadora y del
Pueblo.
Comunico que en esta misma fecha a comenzado la huelga de hambre de la
totalidad de los presos políticos, gremiales y estudiantiles alojados en la cárcel,
en solidaridad con los compañeros detenidos en el buque granaderos,
sometidos a bárbaras condiciones de represión y hasta tanto se atiendan sus
justas reclamaciones. Acompañamos fervorosamente la indeclinable lucha que
lleva adelante la clase trabajadora y el pueblo argentino, que abarca todo el
ámbito de nuestra patria, contra la reaccionaria política económica y social del
régimen usurpador y opresor, contra la bárbara represión y por la plena
vigencia de los Derechos Humanos.
Un fraternal abrazo para todos". Agustín J. Tosco 7

Tras el Cordobazo
Al salir de prisión, Tosco regresa a Córdoba, en donde manifiesta que se aliaría
solo con los peronistas surgidos de la base, pero no con la derecha sindical, a
la que seguiría denunciando, en especial a Rucci.
Tras la victoria del peronismo en el año 1973, Tosco comienza a ser
perseguido. En 1974, debió pasar a la clandestinidad al ser intervenido
el sindicato de Luz y Fuerza. Un tiempo después sufre una enfermedad, pero
era imposible internarlo en los hospitales, porque sería ejecutado cuando se
conociera en dónde se encontraba.
Gracias a la ayuda de muchos y variados compañeros de Luz y Fuerza y gente
simpatizante con su lucha, fue ocultado durante más de un año, primero en las
sierras de Córdoba y hasta fue disfrazado de mujer para poder viajar a La Plata
y seguir oculto.

Fallecimiento
Afiche 1 de Mayo, Libertad a Tosco

Hacia septiembre de 1975 enfermó de una encefalitis bacteriana. Debido a su


clandestinidad no pudo ser atendido apropiadamente, y su deterioro físico
aceleró el final. A fines de octubre fue internado en Buenos Aires, con nombre
falso. Agustín Tosco murió en Buenos Aires el 4 de noviembre de 1975, a los
45 años.
Sus compañeros llevaron su cuerpo sentado en el asiento del acompañante de
una ambulancia hasta la ciudad de Córdoba. Oficialmente murió en Córdoba el
5 de noviembre.
El cuerpo fue velado en el domicilio particular de un dirigente lucifuercista, y
luego trasladado al Club Redes Cordobesas, donde se montó la capilla
ardiente.8
A su entierro concurrieron unas 20 000 personas, pese a las amenazas de
la Triple A (la banda paramilitar ultraderechista de José López Rega, ministro
de Bienestar Social).
Al llegar el cortejo al cementerio San Jerónimo (de Córdoba), matones del
Gobierno, apostados en los techos de los panteones, dispararon contra la
concurrencia, dejando varios heridos.
Un grupo de trabajadores dejó el féretro en una bóveda ajena y recién por la
noche lo trasladaron al panteón de Unión Eléctrica, donde sus restos
permanecen hasta hoy.8La escuela de Educación Media 2 ubicada en el barrio
porteño de Villa Pueyrredón,fue bautizada en 2012 “Agustín Tosco”. 9

Recordando a Agustín Tosco, enemigo acérrimo de la


burocracia sindical
Apodado "El Gringo", muere de meningitis el 5 de noviembre de 1975. Como él
lo había querido, sin haber traicionado sus ideales de clase. Hijo de padres
campesinos, a los 27 años de edad ya era secretario general del Sindicato de
Luz y Fuerza de Córdoba. Cree en la perseverancia, en las convicciones, en la
organización y en la lucha, en los argentinos que se sienten personas
identificadas con su patria, que se sienten agentes de la historia y no objetos
de la historia. Enemigo acérrimo de la burocracia sindical, así lo califica a
principios de 1973 en su debate en la televisión con el entonces Secretario
General de la Confederación General de los Trabajadores CGT José Ignacio
Rucci.

Declaradamente marxista-socialista, considera que el reclamo económico


solamente es la ideología del "economisismo", la cual pretende desviar a los
trabajadores de la lucha de clases, de la liberación nacional, de la explotación
del hombre por el hombre y entonces dijo:
"Nosotros queremos rescatar los medios de producción y de cambio que están
en manos de los consorcios capitalistas, fundamentalmente de los monopolios,
para el pueblo, socializarlos y ponerlos al servicio del pueblo. Nuestro punto de
vista es que deben desaparecer las clases y que debe existir una clase, la de
quienes trabajan, y no como ahora que existe la de los explotados que trabajan
y la de los explotadores que sólo viven del esfuerzo de los demás".

Tosco, para quien la democracia sindical no pasa por la hegemonía del dedo,
sino por las asambleas de cada sector o los cuerpos de delegados, obtiene
reconocimiento público a partir del Cordobazo, un movimiento obrero que
estalló el 29 de mayo de 1969 por aumento de salarios, defensa del patrimonio
nacional por la posición a los monopolios extranjeros, creación de nuevas
fuente de trabajo, una universidad abierta a los hijos de los trabajadores y
acorde con los intereses del país.10

50 años del Cordobazo: quién fue Agustín Tosco, uno


de los líderes de la protesta histórica
Junto a Atilio López y Elpidio Torres, encabezó la insurrección popular que
enfrentó a la dictadura de Juan Carlos Onganía. Si bien el Cordobazo tuvo
miles de protagonistas, y en sus acciones intervenían dirigentes políticos,
universitarios y sociales de distintas vertientes, la historia ha reservado tres
nombres como los centrales de aquellos días: los sindicalistas Agustín Tosco,
Atilio López y Elpidio Torres. Provenían de distintas posiciones políticas, pero
aparecieron unidos para el Cordobazo y fueron decisivos contra la dictadura de
Juan Carlos Onganía.
¿Quién fue Agustín Tosco? Agustín Tosco, probablemente el más notable
sindicalista de izquierda en nuestro país, por su combatividad y formación
cultural, estaba al frente de Luz y Fuerza. Unía sus dotes de orador con las de
organización y su sólida base teórica. Tosco se autodefinía como marxista
socialista, pero no se afilió a ningún partido. Detenido después del Cordobazo,
quedó recluido en la cárcel de Rawson, allí donde la fuga de agosto de 1972
terminó en la Masacre de Rawson.
Con la vuelta de la democracia, tuvo un breve período de libertad. Protagonizó
un memorable debate televisivo con José Ignacio Rucci, el líder de la CGT y
máximo sindicalista de la derecha peronista, luego asesinado. El "moderador"
era Gerardo Sofovich y ese debate hizo historia, sobre todo por las alusiones al
Quijote... Después del Navarrazo, a Tosco le intervinieron el sindicato y tuvo
que pasar a la clandestinidad. También por muy poco tiempo: No pudieron
atenderlo por una grave infección y murió a los 45 años. Entrevistado en la
clandestinidad por Francois Geze, corresponsal del Politique Hebdo, Tosco se
refirió así al Cordobazo.1112

La AFI entregó información del sindicalista Agustín


Tosco a su familia
El hijo del dirigente cordobés recibió el material de su padre que había reunido
la ex SIDE. También accedieron a los expedientes de sus familiares la viuda y
la hermana de dos militantes asesinados en la Masacre de Trelew.
La Agencia Federal de Inteligencia (AFI), entregó la información existente en
los archivos sobre el dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba en los años 1960 y
1970, Agustín Tosco, en el marco de una visita al organismo del hijo del
gremialista, Héctor, quien recibió la documentación de su padre en
cumplimiento de la Ley de Protección de Datos Personales (Ley 25.326).
El hijo del sindicalista llegó hasta la sede del organismo de inteligencia junto al
titular de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Apdh), Eduardo
Tavani, la abogada Mabel Sessa y familiares de víctimas de la Masacre de
Trelew en la que fueron asesinados 16 militantes de organizaciones guerrilleras
en la Base Almirante Zar de la Armada el 22 de agosto de 1972. 13

También podría gustarte