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Estilos y calidad de vida

En la actualidad nadie duda que la actividad física y el ejercicio, realizados de


forma moderada y médicamente controlados, inciden de forma positiva sobre la
salud y el estado de bienestar general de las personas, ya que un hábito de vida
físicamente activo conlleva estilos de vida saludables, alejados del consumo de
tóxicos y de los hábitos insanos.
Por otro lado, la socialización del estilo de vida puede ser considerada como un
proceso por el cual las personas adquieren los patrones de conductas y de hábitos
que constituyen su estilo de vida, así como las actitudes, los valores y las normas
relacionadas con el mismo.
Actualmente, con los cambios económicos, políticos y sociales, la sociedad
empieza a tomar en cuenta que la calidad la hacen los seres humanos y no las
máquinas. En los últimos años, se ha estado gestando una transición de conciencia
en lo anterior, debido al surgimiento de las nuevas teorías de calidad total. Esto ha
dado lugar a la aparición de ideas que proclaman que se comience a trabajar para
llegar a la Calidad de Vida de los individuos, pues de ésta dependen las otras
calidades. La calidad de vida es un concepto que va mas allá de lo físico pues
implica valores y actitudes mentales. Su búsqueda es una constante en la vida del
hombre desde el comienzo de los tiempos.
Así mismo, la intervención en el ámbito de los estilos de vida saludables siempre
ha estado relacionado con el desarrollo de dos amplias disciplinas como son la
Educación para la Salud y la Promoción de la Salud que más que una disciplina es
un planteamiento filosófico global sobre la salud y la calidad de vida de las personas.
Los problemas de salud mental no suceden de forma aislada.

Se ha calculado que el 46% de personas con un trastorno mental tienen un


problema físico de larga duración (Naylor et al., 2012).
Las personas afectadas por un problema de salud mental, tienen más
probabilidades de sufrir otras patologías como diabetes, cardiopatías y cáncer de
colon y de mama, por ejemplo.
Por eso, a la hora de referirse a la salud mental o a la salud física, éstas no deberían
tratarse de manera separada porque existen muchas asociaciones entre salud
mental y enfermedades crónicas que tienen un impacto significativo en las
personas.

La depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de padecer cardiopatías


La depresión es una de las grandes problemáticas de salud del mundo. La OMS
prevé que en 2020, la depresión será la principal causa de discapacidad de la
población a nivel mundial. Además, hay diversos estudios que relacionan la
ansiedad y la depresión con el aumento del riesgo de muerte por enfermedad
cardiovascular y por cáncer.
Los efectos secundarios de la medicación
La medicación puede provocar impactos adversos en la salud física de las
personas con enfermedades físicas o mentales, por ejemplo provocando un
aumento rápido de peso que puede repercutir en la salud. A veces, los pacientes
no reciben la suficiente información sobre la medicación que toman y los efectos
que pueden provocar.

Diagnóstico y seguimiento
A menudo las dolencias físicas de una persona con un trastorno mental son vistas
como una manifestación más de su enfermedad, en vez de tratarse como una
condición o dolencia separada de la enfermedad. Esto puede provocar un retraso
en el tratamiento de las dolencias físicas de estas personas. Además, si no se
realizan chequeos de la salud física de estos pacientes, por ejemplo en atención
primaria, para identificar posibles dolencias de este tipo, el tratamiento tardará aún
más en llegar.

¿Cómo ayudar a las personas a tener una muerte digna?

• La más frecuente es el respeto a la voluntad para permitir que el


proceso de la muerte siga su curso natural en la fase terminal de la
enfermedad, en ausencia de sufrimiento. Esto incluye que la persona o quien
lo representa, pueda optar por cuidados paliativos.
• se produce asistida de todos los alivios y cuidados paliativos médicos
adecuados, así como con todos los consuelos humanos posibles

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