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¿Qué es la Etimología?

Se denomina etimología al estudio del origen de las palabras.


En la etimología de una palabra se suelen incluir detalles sobre la fuente histórica, su
significado originario, sus cambios estructurales a lo largo del tiempo o su cronología entre
otros.
Como etimología se denomina la disciplina de la Lingüística que se encarga de estudiar el
origen y evolución de las palabras, así como de su significación y sus formas. De allí que
cuando hablamos de la etimología de las palabras nos estemos refiriendo a todos estos
aspectos.
El vocablo etimología, como tal, proviene del latín etymologĭa, y este a su vez del griego
ἐτυμολογία (etymología), que se compone de las raíces griegas ἐτυμος (étimos), que significa
‘verdadero’ o ‘auténtico’, y λόγος (lógos), que traduce ‘palabra’ o ‘expresión’, es decir, el
verdadero origen de la palabra.
En este sentido, la etimología, como campo de estudio asociado a la filología y la lingüística
histórica, tiene como objeto investigar, analizar y determinar el origen de las palabras, de la
razón de su existencia, así como la evolución de su significación (si la hubiera) y de su forma.
Para ello, la etimología descompone y analiza las raíces de las palabras, así como sus
elementos constitutivos, como la desinencia, el tema, el radical o la terminación de la palabra.

¿Qué es la Lexicografía?
La lexicografía es la técnica que permite la composición de diccionarios o léxicos. El concepto
también se emplea para nombrar a la rama de la lingüística dedicada al análisis de las teorías
que sustentan el desarrollo de un diccionario.
Puede decirse, en definitiva, que la lexicografía es la disciplina que se encarga de la creación y
el estudio crítico de los diccionarios. Un diccionario, a su vez, es una recopilación ordenada de
términos o expresiones, pertenecientes a un idioma o a una cierta materia. Estas publicaciones,
que pueden ser impresas o electrónicas, presentan la explicación o definición de cada una de
sus entradas, tarea que asumen los expertos en lexicografía.
El origen etimológico de lexicografía deriva del griego, concretamente es el resultado de la
suma de tres componentes léxicos de dicha lengua:
-La palabra “lexikós”, que significa “relativo a la palabra” y que, a su vez, emana de “léxis”,
que es sinónimo de “palabra”.
-El verbo “graphéin”, que puede traducirse como “escribir” o “grabar”.
-El sufijo “-ía”.
¿Qué es la Lexicología?
La lexicología se encarga del análisis de las unidades léxicas y de los vínculos sistemáticos que
se instituyen entre ellas. El término tiene su origen etimológico en lexikón, un vocablo griego
que puede traducirse como “glosario”.

El léxico es el vocabulario, ya sea de una lengua, una zona, una materia, etc. La función de la
lexicología, en este marco, es estudiar, clasificar y representar la estructura léxica partiendo de
los patrones que se encuentran en un idioma.

¿Qué es el Lexicon?
En sentido general, es el conjunto de lexemas (palabras y expresiones idiomáticas o frases
hechas) de una lengua, que aparecen listados y definidos en un diccionario.
En gramática generativa, se define como el componente que contiene un listado de los
elementos léxicos de una lengua e información sobre sus propiedades estructurales, esto es,
especificaciones sintácticas, semánticas y fonológicas.
Sistema mental que contiene toda la información que posee un hablante sobre el vocabulario de
su lengua. Dicha información abarca no solo el conjunto de elementos léxicos que conoce el
hablante, sino también, por ejemplo, datos sobre cómo se pronuncia una palabra, los patrones
gramaticales en los que se emplea, y su significado o significados. Cómo se adquieren,
desarrollan y estructuran los contenidos del lexicón son objetos de estudio en psicolingüística y
en adquisición de lenguas. El lexicón pudiera ser el componente lingüístico más importante en
el aprendizaje de una lengua.

¿Qué es la semántica?
Se denomina como semántica a la ciencia lingüística que estudia el significado de las palabras
y expresiones, es decir, lo que las palabras quieren decir cuando hablamos o escribimos.
La finalidad de la semántica es descomponer el significado en unidades más pequeñas,
llamadas semas o rasgos semánticos, estos permiten segmentar el significado de las palabras, y
diferenciar palabras de significado parecido y palabras de significado opuesto.
Por otro lado, la semántica lingüística se encarga de estudiar la denotación y connotación de las
palabras, cuando el mensaje se expresa objetivamente, se dice que su significa es denotativo y,
cuando a la comunicación objetiva se le añade alguna valoración personal mediante gestos o
entonación, se habla de que su significado es connotativo.

¿Cuál es la relación entre la Lexicología y la etimología?


Se entiende que lexicología es el estudio de la estructura global y de la historia del vocabulario
de una lengua. La lexicología es la rama de la lingüística que estudia el conjunto de palabras
(el léxico) de una lengua determinada. Tanto la gramática como la lexicología nos involucran
en un número indefinidamente grande de unidades superficialmente diferentes. En el caso de la
gramática, se trata de frases, cláusulas y oraciones; en el caso de la lexicología, las unidades
son palabras, o más exactamente elementos léxicos. Es típico de la gramática hacer
afirmaciones generales y abstractas sobre las unidades en cuestión, mostrando una
construcción común a pesar de las diferencias formales. Es típico de la lexicología hacer
afirmaciones específicas sobre las unidades individuales.

¿Cuáles son los elementos etimológicos de las palabras?


a) La raíz o lexema. Es la parte invariable que tiene la significación fundamental de la palabra
o conjunto de palabras que conforman una familia léxica (palabras o vocablos que provienen
de una raíz común). La raíz es el elemento central o nuclear de la palabra debido a que
constituye la base a partir de la cual se pueden obtener otras palabras.
b) Los afijos. Son elementos que no tienen independencia formal y solamente pueden
manifestarse acompañadas de una raíz, los afijos se denominan: prefijos, si se ubican delante
del lexema; sufijos, si se localizan después del lexema.

Lexicon y otros términos cercanos.


La reflexión sobre cada lengua permite a sus hablantes aprehender el mundo que les rodea.
Esto sucede con el vocabulario de todo idioma, al ser analizado, al mostrar su complejidad.
No es lo mismo el diccionario de la lengua, entendida esta como sistema dinámico complejo,
que el diccionario oficial, elaborado por expertos en lexicografía. El primero, llamado en
lingüística lexicón, es el conjunto de términos (también llamados “vocablos”, “unidades
léxicas” o, más común aunque menos rigurosamente, “palabras”) que forman parte de una
lengua, desde las consabidas preposiciones (a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en,
entre, hacia, hasta, para, por según, sin, so, sobre, tras) hasta las variantes de los artículos (el,
la, los, las, un, una, unos, unas), pasando por la lista de los verbos, los nombres, los adverbios y
los adjetivos que tiene esa lengua en la mente del hablante.
Al decir “la mente del hablante” no estamos diciendo que ese lexicón haya aparecido dentro de
su cerebro por generación espontánea. Lo que estamos diciendo es que se trata de un conjunto
de términos que, adquiridos o aprendidos siempre en entornos sociales a partir de la capacidad
de hacerlo, forman parte de la mente del individuo que conoce esa lengua.
El diccionario, sinónimo aquí de vocabulario, no se encuentra en la mente del hablante, sino en
la convención social determinada por una serie de autoridades, expertos lexicógrafos, que son
los encargados de decidir qué palabras se definen (se aceptan) y cómo. En otras palabras, una
cosa es el Diccionario de la Lengua Española de una autoridad como la Real Academia
Española (diccionario / vocabulario) y otra cosa, muy diferente, son las palabras que forman
parte de la lengua de cada individuo (lexicón mental).
De esta manera, aunque parezca que el diccionario puede equivaler al lexicón, en la práctica no
contienen las mismas palabras.

La importancia de la terminología científica y técnica.


La terminología científica es el conjunto de términos empleados por los profesionales de la
ciencia cuando hablan o escriben sobre su trabajo. Cada rama de la ciencia tiene su propio
vocabulario.
Por ejemplo: en terminología de las ciencias de la salud, esta se refiere al conjunto de
vocablos y expresiones propias de médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, etc.
Para hacerse una idea de la importancia de los términos específicos de las ciencias de la
salud basta señalar que un diccionario médico medio contiene alrededor de 75.000
vocablos.
En cada país el lenguaje sanitario utiliza la ortografía, fonética y sintaxis propia de su
idioma, pero el vocabulario tiene unas raíces internacionales comunes. La existencia de los
términos sanitarios es necesaria para referirse fenómenos o elementos propios de las
ciencias de la salud, que serían prácticamente imposibles de expresar con palabras
pertenecientes al lenguaje común. Por ejemplo, si no existiera el lenguaje científico,
la hipertensión arterial se tendría que describir como «elevación de la tensión a que la
sangre somete a las paredes de los vasos que la transportan desde el corazón al resto del
organismo, por encima de los valores considerados como normales».
Los términos científicos se caracterizan de las palabras comunes por su precisión y  por
su neutralidad emocional. Los términos científicos son precisos pues su significado es claro y
no da lugar a confusión.
El uso de términos concretos y consensuados por todos los agentes que los utilizan dentro de
un sector favorece la fluidez y precisión del proceso de comunicación, ahorrando en muchas
ocasiones recursos a la hora de transmitir la información de forma eficaz.
Lograr una terminología común en un sector requiere del esfuerzo de muchos, ya que el uso
repetido de un término o conjunto de términos en un contexto determinado acaba
imponiéndose en numerosos casos. Por ello, las universidades, los traductores, los organismos
de normalización y los centros de investigación, entre otros colectivos, deben cuidar
especialmente la terminología científico-técnica que emplean, ya que pueden influir
enormemente en el uso generalizado de la misma.

La elegancia y opacidad del lenguaje jurídico.


Los profesionales del Derecho utilizan determinados recursos lingüísticos para comunicarse
entre ellos. Pero el lenguaje jurídico no siempre se utiliza entre los profesionales del ámbito
jurídico y, a veces, no se tiene en cuenta que este lenguaje especializado puede llegar a ser
incomprensible para los ciudadanos. Uno de los problemas encontrados en el lenguaje jurídico
es que no ha evolucionado con el paso de los años para lograr que el ciudadano puede llegar a
comprenderlo sin recurrir a un intermediario. El lenguaje jurídico no es un lenguaje universal,
ya que depende del sistema jurídico, histórico, evolutivo y cultural.
Aunque supuestamente el lenguaje jurídico se caracteriza por su nitidez, claridad y precisión,
es de señalarse que la opacidad, la falta de naturalidad y el oscurantismo son rasgos que se
perciben en los textos jurídicos. Esto hace difícil que se pueda cumplir la función comunicativa
que institucionalmente debe desempeñar el lenguaje jurídico.

La redundancia
La redundancia puede definirse como la repetición o uso reiterado de una palabra o expresión
para expresar una idea, así como la sobra o abundancia excesiva de cualquier cosa. La palabra,
como tal, proviene del latín redundantia.
Las redundancias, en el lenguaje, son formas de expresar las cosas repitiendo o reiterando
ciertas palabras, ideas o conceptos, con el fin de enfatizar el mensaje que se quiere trasmitir.
Es, como tal, un recurso expresivo, pero puede incurrir en la tautología.
En teoría de la información, se considera que la redundancia es una propiedad de los mensajes
según la cual, gracias a la existencia de repeticiones o partes predecibles que no aportan en
realidad información nueva, se puede inferir el resto del mensaje. Es, sobre todo, una estrategia
fundamental de comunicación para evitar malos entendidos o errores en la decodificación.
Sinónimos de redundancia, por su parte, pueden ser abundancia o sobra, o repetición,
reiteración o pleonasmo. Antónimos serían escasez o parquedad.
Redundancia no siempre es malo, todo depende de la intención que el emisor quiere dar,
diciendo lo mismo, pero en diferentes palabras, puede ayudar a tener un mensaje mejor o
simplemente hacer hincapié en lo que quiere transmitir. Sin embargo, en la mayoría de los
casos caes en la redundancia inadvertidamente (por error) que da lugar a que el mensaje sea
repetitivo y aburrido, perdiendo brevedad y precisión.
La redundancia es muy común en el lenguaje hablado, como en la escritura, a menudo no se
dan cuenta. Sin embargo, es importante analizar lo que se dice y escribe, para no caer en este
error.
Redundancia en retórica.
En retórica, la redundancia es una figura literaria denominada pleonasmo. Se caracteriza por no
añadir información nueva al mensaje que se quiere trasmitir, sino por insistir o enfatizar alguna
parte de dicho mensaje.

La nominalización
El acto y la consecuencia de nominalizar (término empleado en el ámbito de la Gramática para
identificar al hecho de transformar una o más palabras en nombre, pasando de ser verbos o
adjetivos a sustantivos), se conocen como nominalización.
La nominalización, por lo tanto, brinda la posibilidad de describir como elaboración al
resultado de elaborar algo y de hablar de revisión cuando se tiene que revisar un cierto asunto u
objeto.
Ejemplo de oraciones en las cuales un verbo es transformado en sustantivo:
“Los niños leían mucho en verano. La lectura era su actividad favorita durante las
vacaciones”.
“El empleo creció significativamente en el último año. Este crecimiento es resultado de
la buena gestión política”.
“A ella no le gustaba caminar sin rumbo, pero esa caminata fue muy especial…”
“El hombre ya le había advertido que iba a asesinar a su perro si seguía ladrando. Pese a
que ella no le dio importancia a esa queja por ladridos, su vecino hablaba muy en serio:
el asesinato de la mascota se produjo en la madrugada de ayer”.
También se llama nominalización al proceso de formación nombres a partir de una base
perteneciente a otra categoría, sea un adjetivo (de efectivo, efectividad), un verbo (de recaudar,
recaudación) u otro nombre (de campesino, campesinado). La mayoría de nominalizaciones
jurídicas, como las de la lengua común, se forman con sufijos como -idad (prolijidad,
veracidad, etc.) –miento (establecimiento, aprovisionamiento, etc.), -ción (ejecución,
determinación, realización, etc.) y muchos otros.
Es tal la influencia que la nominalización ejerce sobre el redactor jurídico que, cuando necesita
pasar desde la significación más estática de la nominalización a la más dinámica del verbo, en
vez de utilizar éste lisa y llanamente, suele conservar la nominalización precedida de otro
verbo, que llamamos «vacío» porque no añade nada al significado de la nominalización.

La relexicación.
Relexicación es la acuñación de conceptos especializados que con frecuencia transportan
valores oscuros o misteriosos, a veces mágicos o prodigiosos; es el caso de términos jurídicos
tales como «ejecutoriar», «desapoderar», etc.
Ejemplo:
REPETIR: reclamar contra tercero, a consecuencia de evicción, pago o quebranto que
padeció el reclamante:
Cuando el propietario anterior de la vivienda o local deba responder solidariamente del
pago de la deuda, podrá dirigirse contra él la petición inicial, sin perjuicio de su derecho
a repetir contra el actual propietario.
ADHERIRSE: utilizar, quien no lo había interpuesto, el recurso entablado por la parte
contraria:
Formulada la recusación, se dará traslado a las demás partes del proceso para que, en el
plazo común de tres días, manifiesten si se adhieren o se oponen a la causa de recusación
propuesta.
ENERVAR: dejar sin efecto una acción.
El deudor podrá enervar el embargo prestando aval bancario por la cuantía <por la que
hubiese sido decretado. …las posibles contracautelas o medidas que neutralicen o
enerven las cautelares, haciéndolas innecesarias o menos gravosas.

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