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Manual de Inteligencia Criminal Julio

Alajarin

MANUAL DE CATEDRA

INTELIGENCIA
CRIMINAL

Lic. Julio Alajarin


Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Introducción

La finalización de la II Guerra Mundial, como todo proceso político, luego de haberlos


tenido como aliados en un conflicto bélico, abrió un espacio de confrontación entre dos
modelos políticos diferentes que duró por espacio de 46 años, conocido como la “Guerra Fría”.

Fue una guerra no declarada que encontró un espacio de confrontación por el poder entre
dos bloques poderosos que habían surgido como ganadores en la lucha contra el Fascismo, el
Nazismo y la última estructura imperial que se mantenía en el continente asiático a través del
Emperador japonés. El Eje, como se lo conocía a la alianza entre Alemania, Italia y Japón
habían obligado a realizar una serie de alianzas extrañas, que de por sí se mantenían en
tensión antes de la confrontación.

La Revolución Rusa de 1917 que había parido un sistema teórico diseñado por Karl Marx
a fines de la Primera Guerra mundial, comenzaba un avance sistemático y un cambio profundo
en las ideas políticas del Siglo XX. El capitalismo, si quería subsistir, debía poner un freno al
modelo de socialismo real que avanzaba a pasos agigantados. Pero la confrontación que un
principio los tenía como oponentes, los coloca como aliados por las necesidades de la guerra.
Pero al finalizar el conflicto, las ambiciones de ambos sistemas van a tomar forma luego del
juicio de Nüremberg. Es la partición de la Alemania nazi donde los primeros escarceos
establecen una primera frontera que luego se transformaría en la denominada “Cortina de
Hierro”.

Es esta famosa cortina la que establecería ese campo de batalla invisible, en la


confrontación no declarada y en la oscuridad de una lucha que si bien estaba presente en
todos lados, jamás llegó a una confrontación directa. El reemplazo de la Sociedad de las
Naciones por una forma nueva de estructura supranacional representada en la Naciones
Unidas en donde las potencias dominantes surgidas de la confrontación editarían una suerte de
club de países desarrollados que integrarían el Concejo de Seguridad integrado por los cuatro
aliados ganadores del conflicto, con el agregado del país con mayor población mundial. Estos
países, que serían EE.UU., la U.R.S.S., China, Francia y el Reino Unido, se caracterizaron por
su desarrollo armamentístico y por sus arsenales nucleares, que a la postre serían los que
evitarían que la confrontación masiva se lleve a cabo.

La destrucción mutua asegurada entre los bloques en confrontación hizo que para llegar a
conocer los secretos militares estratégicos de uno y otro lado, se recurriera a una de las
profesiones más antiguas, más riesgosa y menos reconocida de todas las profesiones: “El
Espionaje”.

Tan es así que la actual conformación de los denominados “Servicios de Inteligencia” del
mundo comienza a tomar la forma actual a partir de 1945 en adelante, siendo los servicios
británicos la excepción a la regla ya que su actual estructura data de 1909, donde se
conforman el MI6 y el MI5 como servicios de inteligencia exterior e interior respectivamente. En
EE.UU. surgiría la C.I.A. (Central Intelligence Agency) en 1949; en Argentina tomarían forma la
S.I. (Secretaria de Inteligencia, ex S.I.D.E.) y el Cuerpo Federal de Inteligencia a partir de 1950.

Es entonces que en ese marco es que se comienza a trabajar en las Hipótesis de


Conflicto, basándose el trabajo de Inteligencia en la reunión de información que pudiere afectar
el sistema de vida de los habitantes de acuerdo al sistema constitucional vigente.

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Como es de suponer, un sistema de Inteligencia, por las implicancias que significa poseer
conocimientos superiores, el desarrollo del trabajo de Inteligencia hace a la Seguridad del
Estado y a la Defensa Nacional, por lo tanto, su producto es de carácter “secreto”, destinado a
la toma de decisiones y de conocimiento de las más altas autoridades del Estado.

Al caer el Muro de Berlín (la Cortina de Hierro) en 1989 y al desaparecer la ex U.R.S.S. en


1991, cambian las Hipótesis de Conflicto y también cambian las necesidades de los Estados,
comenzando una reestructuración de los Servicios de Inteligencia.

En nuestro país, la República Argentina, hasta la aparición de la Ley 25.520 (Ley Nacional
de Inteligencia - Sancionada: Noviembre 27 de 2001 - Promulgada: Diciembre 3 de 2001), y su
Decreto Reglamentario 950/02, todas las actividades de la Inteligencia, según el imaginario
popular, se deslizaron por los andariveles de la "mitología", más que por los de la realidad.

Con una historia plagada de desencuentros entre los argentinos, golpes de Estado que
interrumpieron permanentemente los procesos democráticos, y en especial el del último y más
cruento golpe militar que se desarrolló desde el 24 de marzo de 1976 (Proceso de
Reorganización Nacional) hasta el retorno de la democracia hacia finales de 1983, toda la
actividad "represiva" se la enmarcó como "Operaciones de Inteligencia", con lo cual los
organismos de Derechos Humanos (DD.HH.), crearon una generalización de tipo empírica que
no se condice ni con la realidad práctica ni con la teórica de lo que realmente representa y es la
Inteligencia. La equivocación (como todo lo que acontece con elementos rodeados del
"secreto") estuvo centrada en el hecho de que los Grupos de Tareas que funcionaban como
agentes represivos, lo hacían vestidos de civil y no con los uniformes correspondientes a las
fuerzas a las que pertenecían, con lo cual, se pensaba que eran tareas de hombres de
inteligencia. Sería absurdo negar que hubo algunos que otros integrantes de Inteligencia en las
actividades represivas, pero fueron los menos, y quizás podrían contarse con los dedos de la
mano en el contexto general. Y esto tiene un por qué, que en las próximas líneas se explica en
detalle.

Además, este mito gozó del beneplácito de las pantallas de Hollywood, ya que las
actividades encubiertas de hombres de la CIA norteamericana o de la KGB soviética, de
acuerdo a la pantalla grande, estaban enmarcadas en el hecho de que eran integrantes de las
fuerzas especiales de estos servicios los que actuaban tras las fronteras, pero que a su vez
pertenecían a algún estrato de las Fuerzas Armadas de sus países. La teoría no está mal, ya
que durante el desarrollo de la Guerra Fría, muchos hechos de este tipo acontecieron, pero lo
que no debemos olvidarnos es que ellos sí estaban peleando una guerra no declarada y se
jugaban mucho en la confrontación. Los países en desarrollo, tercermundistas o No Alineados,
como se los conocía, no estaban incorporados directamente en esa lucha, sino que sufrían los
avatares de los enviados de ambos campos, exportando guerrilla y subversión a su enemigo y
a los vecinos o influenciados, y dictadores a su propio entorno, con la finalidad de
desestabilizar o fortalecer, de acuerdo a quien correspondiera, los grandes centros de
decisiones en virtud de ese enfrentamiento ideológico, económico y social.

Por lo tanto, el mito creció exponencialmente, debido a que la Inteligencia, como actividad
"logística" específica del Estado y sus organismos dependientes, está cerrada a los
aconteceres del común de la población y de todas las organizaciones que puedan tener interés
en este tipo de actividades, porque toda la actividad de Inteligencia es "secreta". Por lo tanto,
por definición, jamás podría contar con integrantes que participaran en actividades "represivas",
ya que cualquier integrante que cumpliera funciones de este tipo, perdería su calidad de

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"secreto" y por ende su mejor cobertura de trabajo. Hasta tal punto es "secreto" el trabajo de un
hombre de Inteligencia que se constituye en "delito" penado por el Código Penal Argentino (Art.
222 y 223) si algún integrante de un Servicio de Inteligencia da a conocer información de este
tipo.

Además, la tarea de Inteligencia tiene un solo responsable a nivel país y esa


responsabilidad está en manos del decisor absoluto que en todos y cada uno de los países
está centrado en el Poder Ejecutivo, es decir, en nuestro caso, en el Presidente de la Nación.
Tal y como está especificado en la Ley 25.520. Esto es así porque la Inteligencia tiene como
tarea específica aportar "conocimiento para la toma de decisiones". A nivel país, la
responsabilidad recae en el Presidente de la Nación; a nivel provincial, en el Gobernador y a
nivel Municipal, en cada uno de los Intendentes, o como en el caso de la Ciudad Autónoma de
Buenos de Aires, en el Jefe de Gobierno porteño. Esto ha sido, es y va a seguir siendo así en
la medida que existan los países, las fronteras y los intereses contrapuestos entre Gobiernos y
países. A veces resulta incoherente y hasta risible escuchar periodistas, políticos,
representantes de organizaciones o ciudadanos comunes hablar con desparpajo de
"inteligencia" u "Operaciones de Inteligencia" sin tener la más mínima idea de lo que están
hablando, pero bueno, forma parte de nuestro folclore opinar sobre todo y cada uno de los
problemas que nos acucian como país, basados en los titulares de los diarios, aún sin haber
leído la noticia, que la mayoría de las veces en poco se condice con el título y con la bajada.

Otro de lo motivos por el cual es bastante incoherente que un agente de Inteligencia salga
a realizar actividades "represivas" como las que siempre se endilgan a las FF.SS., Policiales o
FF.AA. es el hecho de que la actividad de Inteligencia la realiza muy poca gente en relación a
las fuerzas o a la población en sí. Esto es así porque la formación de un "Agente de
Inteligencia" es muy costosa, y así como existen muchísimas barreras para el ingreso a las
fuerzas policiales, ya que no cualquiera está en condiciones de ser policía, también acontece
este mismo hecho en la carrera de un hombre de Inteligencia. En este caso, en el ingreso a
una institución de Inteligencia las exigencias se quintuplican en relación al ingreso a una
institución policial, por lo tanto, podría llegar a afirmarse que formar una estructura de
Inteligencia está reservado a una "élite" de seleccionados.

Como ejemplo de lo aquí afirmado se puede expresar que en una Institución tan
prestigiosa como es la Policía Federal Argentina, con una planta permanente de
aproximadamente 35.000 hombres que se distribuyen por todo el país, la incorporación de
personal al Cuerpo Federal de Inteligencia está limitada a no más de "35" vacantes anuales,
con inscripciones que rondan los 800 a 1.000 aspirantes. Esto puede dar una idea real y
concreta de lo que es en realidad la Inteligencia en nuestro país y porqué cuando se afirma que
es un mito lo expresado con anterioridad, se lo afirma en fuentes reales y concretas, y no en
supuestos dados por el secreto, que también es la base de la Inteligencia.

De allí la afirmación de Napoleón Bonaparte cuando manifestó que prefería tener un


"espía bien colocado tras las líneas enemigas" que tres batallones con el mejor armamento
listos para el combate. O las afirmaciones del General Sun Tzu, autor del libro milenario de
origen chino denominado "El Arte de la Guerra" que dedica el último capítulo, el 13, a los
espías, sobre su cuidado, la conformación de redes de espías y las funciones de los agentes,
como así también los agentes dobles y su finalidad en la guerra, pero en especial cuando
manifiesta que la mejor victoria en las batallas es la que no se lleva a cabo, y en eso tienen
mucho que ver los hombres de Inteligencia.

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Visto lo descripto, mal podemos seguir afirmando el "mito" de la Inteligencia, y como tal,
debe quedar en eso, en el mito. A partir de ahora, entremos en la realidad de la Inteligencia,
que aún con sus códigos "secretos", respaldados por Ley, que sin ser "secreta", ya que está al
alcance de todos los habitantes (Ley 25.520), surgida del Congreso Nacional, con un Decreto
Reglamentario (950/02), sigue prestando la finalidad que en todos y cada uno de los países
cumple: "coadyuvar a la toma de decisiones". Ahora, si las decisiones que se toman son las
mejores o no, eso ya "NO ESTA EN MANOS DE LA INTELIGENCIA".

BREVE CONCEPTO SOBRE LA HISTORIA Y LA INTELIGENCIA

No es muy difícil entender que es la Inteligencia, ya que todos y cada uno de nosotros
hacemos Inteligencia la mayor parte de nuestra vida, y en cada acción de esté direccionada a
la toma de decisiones. Un ejemplo de ello es cuando tenemos la necesidad de cruzar una calle:
primero miramos hacia un lado, luego hacia el otro, no viene ningún auto (procesamos la
información) es decir que no hay peligro, tomamos la decisión de cruzar la calle. Se tomó la
decisión luego de haber reunido la información (mirar hacia ambos lados y ver que no viene
ningún auto), luego se procesa (al no ver ningún automóvil que pueda impedirnos cruzar, no
hay peligro: proceso de Inteligencia), luego la toma de la decisión que significa cruzar la calle.
Este sencillo proceso de reunir información, analizarla y sacar una conclusión acertada, es lo
que denominamos el Proceso del Ciclo de la Inteligencia, con lo cual nos damos cuenta que en
realidad la Inteligencia no es más que sinónimo de "CONOCIMIENTO" en su más alto nivel.

Dentro de los parámetros de la Ciencia, existen dos tipos de conocimiento, el


conocimiento sencillo, empírico y cotidiano, que es el conocimiento al que todos estamos
acostumbrados y que resulta de nuestra propia experiencia de vida y el Conocimiento
Científico, que tiene una base académica, sustentada desde el sistema de paradigmas, que
hacen a todo el acontecer científico, y que conforman todo el andamiaje científico de los
países, que a su vez está en constante desarrollo, debido a la confrontación y refutación. Para
la Inteligencia, que sustenta todo su andamiaje en el Conocimiento, ambos tipos de
conocimiento son la base de los análisis, que a la postre serán los que determinarán todo el
proceso que conforma la toma de decisiones.

Esto ha sido así desde las primeras manifestaciones de la Historia. Hace más de 3 mil
años los pueblos desarrollaron el lenguaje escrito y es a través de las escrituras de la época
que podemos tener una idea de su desarrollo poblacional. Entre los hititas, pueblo indoeuropeo
que hace más de 3 mil años vivía en la región donde hoy se encuentra Turquía, ya circulaban
datos sobre los enemigos, escritos en pedazos de arcilla.

Según la Enciclopedia Británica, los más remotos antepasados de las modernas agencias
de inteligencia fueron los antiguos adivinos -como aquellos del oráculo de Delfos- que se
atribuían la habilidad de escrutar la voluntad de los dioses y predecir el futuro, por lo cual eran
consultados por los gobernantes; tal como suele ocurrir en el presente con los aparatos de
inteligencia, sus informes solían ser ambiguos, o bien ignorados por sus destinatarios.

En el Antiguo Testamento (Números, 13) Dios ordena a Moisés enviar espías al territorio
de Canaán. Cuarenta días después los doce agentes enviados regresaron informando que los
habitantes de ese territorio eran más poderosos que los israelitas, por lo cual fueron castigados
por Dios.

Otro prestigioso documento de las actividades de inteligencia en la antigüedad es El arte


de la Guerra, escrito alrededor del año 500 A. C. por el General chino Sun-Tzu. Ya se ha dicho

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antes que este Manual del Arte de la Guerra establece algunas categorías que se
corresponden con los conceptos de la inteligencia moderna (agentes de engaño, agentes
dobles, etc.) y enfatiza la importancia de la contrainteligencia y de la guerra sicológica.

En la Edad Media se comenzó a utilizar la inteligencia de un modo sistemático, pero ésta


se enfrentó a dificultades técnicas prácticamente insalvables, como la imposibilidad de
mantener en secreto el desplazamiento de tropas o de naves y la lentitud en las
comunicaciones. Ya en el S. XV, las ciudades-estado italianas comenzaron a establecer
embajadas permanentes en las capitales europeas, utilizándolas frecuentemente como fuentes
de inteligencia y desarrollando códigos y sistemas de escritura cifrada.

En Inglaterra durante el S. XVII, Francis Walsingham, secretario de estado de Isabel I,


reclutó un equipo de graduados de Oxford y Cambridge para crear una red de espionaje y
desarrollar sistemas de creación y ruptura de códigos. Más adelante John Truloe, jefe de
inteligencia de Oliver Cromwell, impulsó un sistema de inteligencia bastante sofisticado. En el
S. XVIII, las principales innovaciones en organización y doctrina se atribuyen al monarca
alemán Federico el Grande. Un siglo después los prusianos, bajo Bismarck y su asistente
Wilhelm Steiber, organizaron las actividades de inteligencia como una parte integral de las
funciones del Estado, creando una agencia única de inteligencia militar y lo que puede
considerarse como el primer sistema de espionaje a gran escala.

A pesar de este desarrollo histórico y del perfeccionamiento de la tecnología militar y de


comunicaciones, las principales potencias occidentales llegaron al S. XX con aparatos de
inteligencia inadecuados, excepto las estructuras de la Oficina del Servicio Secreto del Reino
Unido creado en octubre de 1909 por el Comité Imperial de Defensa. Este es realmente el año
en el que Gran Bretaña decidió crear un cuerpo permanente para la recolección de material de
inteligencia en el extranjero y en el interior de Gran Bretaña, conocidos hoy en día como MI6 -
MI5 respectivamente. Suele decirse que la Primera Guerra Mundial no fue lo que ninguna de
las potencias combatientes quiso que fuese, lo cual sugiere (entre otras cosas) el fracaso de
los respectivos sistemas de inteligencia. Los servicios franceses estaban jaqueados por intrigas
internas y habían sido debilitados por el affaire Dreyfus, lo cual los condujo, entre otros errores,
a calcular mal el poderío militar alemán. El sistema de inteligencia de los alemanes tampoco
fue eficaz y el de los rusos fue inicialmente exitoso debido a la traición de un oficial austríaco,
pero durante el desarrollo de la guerra no se mostró más eficiente que el de las demás
naciones. Los británicos, por su parte, consiguieron cierto éxito vulnerando los códigos navales
alemanes.

Cuando Estados Unidos ingresó en la guerra no tenían un sistema de inteligencia


centralizado. La sección de inteligencia del ejército estadounidense contaba con dos oficiales y
dos funcionarios; cuando terminó la guerra este servicio había crecido, llegando a 1.200
funcionarios, la mayoría de los cuales eran amateurs.

Durante las décadas siguientes el perfeccionamiento y la especialización continuaron,


sobre todo desde los regimenes expansionistas, pero el salto cualitativo se produce en la
Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos creó la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS),
para enfrentar desafíos que nunca antes habían sido encarados, sobre todo aquellos derivados
de los avances tecnológicos, por ejemplo, el desarrollo de la radiotelefonía y sus efectos de
penetración en la guerra psicológica.

Por estos tiempos tuvo lugar una de las más célebres hazañas en el campo de la
inteligencia: la operación Ultra, que permitió a los servicios ingleses descifrar los códigos

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militares alemanes, habiéndose apoderado (con ayuda de polacos y franceses) de una


máquina codificadora Enigma de origen alemán, lo que posibilitó que durante buena parte de la
guerra los aliados leyeran la mente de los estrategas alemanes.

La Guerra Fría generó el crecimiento espectacular -caótico a veces, no siempre eficaz- de


los aparatos de inteligencia y de sus complicadas y poderosas burocracias. A través de los
medios fueron volviéndose familiares a todos los públicos, entidades como la Central
Intelligence Agency (C.I.A.) estadounidense, la soviética Komitet Gosudárstvennoj Bezopásnos
(KGB. En castellano, Comité para la Seguridad del Estado), o el Mossad (en hebreo ha-
Mossad, acronismo de le-Modiin ule-Tafkidim Meyuhadim - Instituto para Inteligencia y
Operaciones Especiales) israelí. Paralelamente la industria del entretenimiento creó una épica
del espionaje, decorando de aspectos novelescos la actividad de los servicios de inteligencia
que, según la Enciclopedia Británica, tiende a ser tediosa, desabrida e inmoral.1

LA INTELIGENCIA Y LA ACTUALIDAD

Con la Caída del Muro de Berlín en 1989 y la desaparición de la ex U.R.S.S. en 1991, las
Hipótesis de Conflicto (que existen, existieron y van a seguir existiendo)2 adquirieron una nueva
dinámica, aparecieron la Nuevas Amenazas del Siglo XXI y la Inteligencia debió adaptarse a
este frenético cambio. Es así como en nuestro país comenzó un nuevo rumbo a partir de la
promulgación de la Ley 25.520, que como novedad incorpora el Control Parlamentario en las
actividades de la Inteligencia Nacional, y dejando sin efecto la mayoría de los Decretos Ley de
carácter "secreto" o más conocidos como Leyes "S".

La Cátedra Inteligencia Criminal se incorpora en la formación de la Policía de Mendoza,


en la Licenciatura en Seguridad Pública y Seguridad Penitenciaria a partir de 2005, como
materia optativa en primer lugar y luego como materia obligatoria a partir de la Reforma
Curricular de 2007, promulgada por Ordenanzas 61 y 63/2007 del Rectorado de la Universidad
Nacional de Cuyo, siendo el primer Instituto Universitario del país que estatuye curricularmente
a la Inteligencia Criminal como materia de capacitación en la formación de los Licenciados en
Seguridad Pública y Penitenciaria.

Este desafío ha hecho que sin volcar contenidos específicos de la actividad propia de la
Inteligencia, los planes de Estudio se diagramaran en el sentido académico, con un gran
contenido teórico y práctico, que cubre las necesidades académicas como para poder salir de
la oscuridad con la que la Inteligencia Nacional había sido rodeada en los denominados "años
de plomo" en nuestro país. Por lo tanto, esta desmitificación que comenzó a nivel universitario

1
http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Laguiadelmundo/InteligenciaInquisicionIrak.htm
2
“Las hipótesis de conflicto” en todos los países son las que sustentan y respaldan la conformación de las Fuerzas Armadas y
su sistema de Defensa Nacional. Es decir que ningún país que se precie de tal, está en condiciones de dejar al arbitrio de otros
países, más poderosos o no, su territorio, recursos naturales, económicos, avance científico o tecnológico, por carecer de ese
sistema de Defensa Nacional. Como ejemplo podemos poner a Suiza, quienes se caracterizan por ser neutrales ante cualquier
conflicto y nunca han sido invadidos, pero según la Constitución, todos los varones suizos están obligados a cumplir el servicio
militar a partir de los 20 años. El sistema militar está basado en una milicia popular. Durante el primer año, los hombres pasan
cuatro meses en el servicio. De los 20 a los 32 años, los ciudadanos están en el Ejército tres semanas cada año, y hasta los 50,
algo menos. Suiza es, junto con Israel, uno de los países que más dinero dedican a los presupuestos militares. Entonces la
pregunta es: ¿hasta dónde es verdad que Suiza carece de Ejército? Decía uno de los mayores teóricos de la Guerra, Karl Von
Klausevich que “la guerra no es más que la continuidad de la política por otros medios”.

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desde una fuerza policial, ahora pueda ser volcada en este manual como para que los alumnos
puedan irse formando una idea concreta, académica, similar a la que se lleva a cabo en otras
partes del mundo, y así poder comenzar a descorrer el velo de este mundo apasionante que
significa el límite del conocimiento de los "decisores" y con ello, el porqué de muchas
decisiones que para la mayoría de los mortales, muchas veces es un sin sentido político - pero
que si se lo observa desde la Inteligencia como tarea absoluta del Estado en la protección de la
Constitución Nacional y las leyes del Estado de Derecho - realmente tienen un sentido político,
social, económico, psicológico y práctico, que hace a las actividades propias del Estado y la
seguridad de sus habitantes.

Quiero manifestar a los alumnos que sin un conocimiento acabado de lo que significa la
política y el Estado de Derecho vigente constitucionalmente, es bastante difícil entender la
labor de la Inteligencia, tanto Nacional como Criminal desde un punto de vista académico, por
eso y ante la falta de material he decidido crear este manual a partir del diseño curricular.

Quiero aclarar como corresponde y no ser tomado como plagiador que he tomado el
primer y segundo capítulos del Manual de Derecho Político de Manuel Justo López, porque
esto dos capítulos sintetizan, en el primero la mejor forma de poseer una Teoría completa en la
constitución de la formación y manejo de las relaciones políticas, como así también la
necesidad de la relación de mando – obediencia para que tenga a lugar la conformación de un
sistema político. Luego aborda el segundo capítulo con la Teoría del conocimiento y el por qué
para la toma de decisiones, base estructural de la Inteligencia.

A partir del tercer capítulo de mi personal desarrollo comenzamos a adentrarnos en la


diferencia entre una Inteligencia Estratégica y una Inteligencia Operativa y como se
complementan entre ambas en la necesidad de un desarrollo sostenido del Estado, su Defensa
exterior e interior, salvaguardando la vida y los intereses de los ciudadanos y habitantes, tal
como lo establece la Constitución Nacional.

La Ley 25.520 establece las definiciones diferenciadas de los tipos de Inteligencia, pero la
cátedra para su manejo interno tiene una definición propia que sintetiza mucho los elementos
volcados en la Ley en forma ambigua. Si bien, las bases de la Inteligencia son universales,
existen muchas diferencias conceptuales entre países sobre la obtención y uso de la
Información de Inteligencia. Debido a que los diferentes países se estructuran sobre la
“ideosincracia” de sus habitantes que tiene una relación directa con su formación como
sociedad, debido a su cultura, creencias, religión, etc., es que la cátedra necesita del uso de
esa definición para tener una base conceptual que nos distingue como país. Posteriormente
nos adentramos en la conformación de la Inteligencia en sí, con la Inteligencia Estratégica y la
Criminal La primera es la base de la Inteligencia Nacional, la segunda es la estructura de la
Inteligencia Criminal, un elemento absolutamente nuevo como fenómeno y como forma de
lucha en la preservación de la seguridad de bienes y vidas de los habitantes, que se
complementan entre sí dando un aspecto único en la relación Nación – Provincias, y las
facultades que cada jurisdicción mantiene en relación a la Ley 24.059 de Seguridad Interior.
Solamente espero poder ser claro y didáctico para tratar de que entienda un aspecto oscuro
que en realidad es básicamente claro de la vida institucional de los países.

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DEL MANUAL DE DERECHO POLITICO (Mario Justo López – Ed. Kapelusz – 1985)

CAPITULO I

1 - POLITICA. ACEPCIONES Y MANIFESTACIONES

a) Origen del vocablo “política” y extensión de sus significados. Dificultad de definición

El vocablo “política” deriva de la voz polis y como ésta, fue usado en el griego clásico. Su significado
originario estaba circunscripto al tipo de sistema (político) a que se refería, que era precisamente el que
correspondía a la polis y estaba, por lo tanto, históricamente condicionado. El vocablo no tenía entonces
un alcance mayor ni menor. No se refería, por ejemplo, a otros sistemas anteriores —como el clan— o
contemporáneos —como el imperio persa—, ni tampoco a algún subsistema —como la familia—.
Con el tiempo, y dentro de otros contornos históricos, aquel significado originario —etimológico— fue
extendiéndose. Se refirió, por una parte, a otros sistemas (políticos) —como el “imperio” o el Estado—.
Llegó también a referirse, por otra parte, a las más diversas clases de subsistemas (políticos) —como la
bulé ateniense o la geruxia espartana o como una organización religiosa o una empresa económica—
que, para funcionar, requerían la existencia de un sistema (político) mayor.

Pero la pluralidad de significados del vocablo “política” no se debió solamente a esa extensión del
originario. Otros, numerosos, se fueron agregando. Varió su sentido, por ejemplo, según la función
gramatical de la palabra. No fue lo mismo decir “política” (para designar una realidad substantivada) que
decir “forma política” (para cualificar a una realidad). Tampoco fue lo mismo decir “la política” (para
designar la dinámica en la relación mando-obediencia) que decir “lo político” (para designar la estructura
de esa relación). Ni lo fue decir “una política” (para designar un plan de acción, una línea de conducta)
que decir “la política” (para designar una actividad específica tendiente a ocupar el puesto de mando en
la relación o la adopción y ejecución de una decisión). Y eso sin contar otros significados cargados de
valoraciones, como, por ejemplo, cuando, con marcado sentido peyorativo y con el consiguiente acento
de rechazo, se dice: “Es pura política...”

Lo dicho basta para poner de relieve la dificultad, si no la imposibilidad, de una definición


omnicomprensible y lo peligroso de un intento de comprensión monoconceptual. Con ello advertido y
bien presente, se procederá seguidamente a ensayar una delimitación conceptual del fenómeno real o
variedad de fenómenos reales designados con el vocablo política y a poner de relieve las más salientes
de sus diversas manifestaciones.

b) La política como realidad. Política y convivencia humana

A través de sus numerosos significados, la palabra “política” designa siempre un cierto sector de la
realidad humana. Es verdad que, para muchos, desde Aristóteles hasta los diccionarios actualmente en
uso, la palabra se emplea también para designar el conocimiento de esa realidad. Pero, por nuestra
parte, a fin de desbrozar el camino en todo lo posible, reservaremos el vocablo para nombrar aquel
sector de la realidad humana y nos valdremos de otras expresiones (Ciencia política, Filosofía política,
inclusive Derecho político, según corresponda en cada caso) para designar su conocimiento.
La política, como realidad humana, supone ante todo la existencia de seres humanos que conviven:
convivencia humana, vida social, seres humanos relacionados, interactuantes. Sin seres humanos que
conviven, no hay política. Ello no implica, sin embargo—que toda convivencia humana sea
convivencia política. La política es un sector de la realidad humana. Puede haber convivencia humana
—lazos de amor, de amistad, de colaboración totalmente espontánea, etc. — que no revista el carácter
de política. Pero aun esa convivencia humana, distinta y al margen de la convivencia política, supone,
sin embargo, la existencia de esta última. Sin “sistema político”, con sus necesarios ingredientes
de “actividad política” y “relación política”, no hay convivencia humana organizada y
persistente, supuesto necesario para que pueda haber lazos no políticos de convivencia.

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Dijo bien Aristóteles, más allá del condicionamiento histórico de su pensamiento (la realidad y la
concepción de la polis), al afirmar que el hombre era zoom politikon (animal político). El hombre sólo
alcanza su plenitud encuadrado en la realidad política, del mismo modo que ésta última sólo cobra
existencia como realidad humana. Sólo un dios o una bestia —decía Aristóteles— podía tener
existencia fuera de esa realidad política. Pero tampoco existe la realidad política fuera del
hombre. No existe la política como realidad sobrehumana, e importaría un exceso de lenguaje
hablar, por ejemplo, de “la política de Dios”. Ni existe la política como realidad infrahumana, e
importaría también un exceso de lenguaje considerar política la actividad del “rey” de la selva o la
relación existente entre los integrantes de la colmena.

Pero, ¿qué es en esencia lo que diferencia la realidad política del resto de la realidad humana? ¿Qué es
lo que caracteriza o especifica a la convivencia política dentro de la total convivencia humana?
Se ha hablado antes de sistema político, de actividad política y de relación política. Pues bien, lo que
tipifica la realidad política —la convivencia política— no es otra cosa que el rasgo característico de tal
sistema, tal actividad y tal relación. Si se quiere expresarlo de una vez y muy sumariamente, hay que
decir que el “sistema político” consiste en una relación (política) entre seres humanos, la cual es
realizada mediante la “actividad” (política) de algunos de ellos para determinar el comportamiento de los
demás y la consiguiente actividad de éstos. El sistema político —no distinto de la realidad política ni
de la convivencia política— no es, pues, sino la relación de mando y obediencia entre seres
humanos, protagonizada por la actividad de los mismos. Por consiguiente, sistema político, relación
política y actividad política se suponen recíprocamente.

La “realidad política”, comprensiva por consiguiente del sistema político, la relación política y la actividad
política, ofrece como sus más salientes manifestaciones la de ser múltiple, polifacética, variable,
simbólica y multirrelacionada.

c) La política, realidad múltiple

Según el grado de generalidad o especificidad que se tenga en cuenta, la realidad política puede ser
considerada en un sentido lato, en un sentido intermedio y en un sentido estricto. Es lo que Bertrand de
Jouvenel denomina sucesivamente “sentido formal”, “sentido material” y “sentido material limitado”.
Basta, para que haya política en “sentido formal”, que la actividad de unos seres humanos en relación
con otros seres humanos tienda a que el comportamiento de éstos sea el que aquéllos se proponen.
Implica que existan —como dice De Jouvenel— promotores, proyecto de empresa común por realizar y
actividad de los promotores para obtener el concurso de voluntades ajenas. En ese “sentido formal” no
importa el modo de acción de los promotores, ni la naturaleza de la empresa por realizar, ni la
transitoriedad o permanencia del concurso. La actividad es formalmente política si obedece a una
técnica para inclinar voluntades ajenas y regir sus comportamientos hacia metas propuestas.
Desde la reunión de vecinos para apagar un incendio, hasta la Asamblea de las Naciones Unidas
para evitar la propagación de una guerra, pasando por la banda de gangsters para asaltar un
banco, el grupo de capitalistas para fundar una sociedad anónima, el congreso constituyente
para dar la ley fundamental a un Estado, etc., en todos los casos aparece la forma política como
expresión de una técnica específica, precisamente la “técnica política”. En todos los casos
aparecen los mismos elementos: hay promotores, hay proyecto de empresa común, hay actividad para
obtener el concurso de voluntades. La actividad tiene en todos los casos la misma forma y obedece a la
misma técnica, aunque varíen —y en los hechos varían— los modos de la actividad —incluidos los
fines— y el grado de integración de la convivencia que provoca —en términos de transitoriedad o
permanencia—.

Pero no siempre basta la política en “sentido formal”. Hay fines que no se alcanzan sin la permanencia
del concurso humano. En tales casos, se requiere que la relación interhumana se torne persistente y no
basta la actividad política en mero “sentido formal”. Esa actividad debe estar dirigida también, como
medio o fin instrumental, hacia la construcción, consolidación y conservación del agregado humano de
que se trate. En este caso (por ejemplo, creación y mantenimiento de una iglesia, de una sociedad
anónima, de un club deportivo, etc.), se agrega al “sentido formal”, el “sentido material” de la política. La

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materia consiste en construir, consolidar y conservar el respectivo grupo humano, para cumplir
determinados fines, sin que importe cuáles sean éstos siempre que necesiten la permanencia o
persistencia del concurso humano. Cuando la relación adquiere tal carácter y la actividad se despliega
de tal manera es cuando puede hablarse con propiedad del “sistema político”, si bien en sentido amplio.

De conformidad con estos conceptos, cabe afirmar que la política en sentido material amplio es
sinónimo de “sistema político”, en sentido amplio. Uno y otro implican promotores (y actores), proyecto
de empresa común por realizar y actividad configuradora de la relación de mando y obediencia, con
carácter permanente. Pero si el agregado humano persistente de que se trata no es uno de los diversos
que existen con fines específicos —religiosos, lucrativos, deportivos, etc. —, sino aquél, único, con el fin
más abarcador, del cual dependen necesariamente los demás sin que él necesariamente dependa de
ellos, entonces se está en presencia de la política en sentido material restringido o del sistema político
en sentido estricto. En tal supuesto, el grupo humano no es uno de los tantos grupos sociales —“grupos
intermedios”, para cierta terminología—, sino el grupo humano complejo y autosuficiente al que los
escolásticos denominaron “comunidad perfecta”. Es ese grupo humano, al que corresponde la política
en “sentido material restringido” o el “sistema político” en sentido estricto, el que estaba presente en la
mente de Aristóteles —al margen de su condicionamiento histórico— cuando, casi al comienzo de la
Política, hace referencia al grupo humano superior a todos y que incluye en sí a todos los demás; a la
autoridad que se ejerce en él y que es distinta de la que se ejerce en otros grupos, y al bien que en
aquél se persigue y que es el más alto de todos los bienes.

Con ese último significado, la actividad y la relación que constituyen la realidad política están referidas
al Estado, el “sistema político” mayor de nuestro tiempo, y a los “sistemas políticos” mayores que él,
como por ejemplo las Organizaciones supranacionales (O.N.U., O.E.A., etc.). De acuerdo con tal marco
de referencia, son políticas la actividad y la relación estatales, y lo son igualmente aquellas otras
actividades y relaciones que converjan sobre ellas. Así, además de la actividad de un determinado
órgano estatal (“subsistema político”), será también política la actividad de un partido político (“sistema
político” menor) que procure el acceso a la ocupación de aquel órgano o la de un grupo de presión
(también “sistema político” menor) que busque influir sobre su actividad. En cambio, no será política,
dentro del mismo marco de referencia —aunque lo sea si se piensa en términos de política en “sentido
formal” o en “sentido material” amplio—, la actividad tendiente a conducir una iglesia, una sociedad
anónima, un club deportivo, etc.

La “multiplicidad” de la realidad política queda puesta de manifiesto si se advierte que una misma
especie de relación interhumana —la acción tendiente a obtener el concurso de voluntades ajenas para
la realización de una empresa proyectada— puede perseguir objetivos transitorios (una investigación
científica o una acción de piratería) —sentido meramente formal— o permanentes, sea con fines
particulares (creación y subsistencia de una iglesia, de una sociedad anónima, de un club deportivo,
etc.) —sentido material amplio—, sea con un fin general (creación y subsistencia del Estado) —sentido
material restringido—.

Por razones didácticas, no científicas, en atención al destino de esta obra, la palabra “política” será
utilizada sólo con el último de los sentidos indicados.

d) La política, realidad polifacética

La realidad política consiste en un tipo de actividad y en un tipo de relación que constituyen un tipo de
sistema. Estos distintos aspectos de la realidad política, que están existencialmente unidos de manera
inextricable, ponen de relieve dos faces conceptualmente diferenciables: la “faz dinámica” y la “faz
estructural”. Además, la faz dinámica, en su inseparable vinculación con la faz estructural, se manifiesta
como dos faces también conceptualmente diferenciables: la faz “agonal” y la faz “arquitectónica”.
La actividad política no tiene tal sentido por sí misma sino en función de una determinada relación
interhumana. Esta relación implica una estructura (articulación entre las partes de un todo) que se
manifiesta como una diferenciación jerarquizada entre seres humanos, de tal modo que la voluntad y
consiguiente actividad de los unos determinan las de los otros. Esa estructura, aunque puede
presentarse a veces muy débil y muy fluida, ofrece siempre una tendencia natural a traducirse en

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

instituciones políticas (“instituciones-órganos” e “instituciones-norma”) con vocación de orden y


estabilidad. Es precisamente a través de tales instituciones como se concreta la diferenciación y la
jerarquización entre los integrantes del sistema, ya que ellas establecen cargos y el modo de acceso a
ellos, de donde resulta la diferenciación entre los ocupantes y los no ocupantes, y la jerarquización
consistente en que estos últimos hagan lo que deciden aquéllos.

La actividad desplegada para llevar a la ocupación de los cargos y ejercer las respectivas funciones
tropieza con la actividad contraria de otros aspirantes a la ocupación de los cargos y de quienes deben
ser los destinatarios de su ejercicio.

Se produce actividad, por consiguiente, orientada hacia la conquista y la conservación de los cargos y
otra, paralelamente, hacia la resistencia a su ejercicio o hacia la influencia sobre él. Estos aspectos de
la actividad política configuran su faz “agonal” o, en el lenguaje de Duverger, la “faz de lucha”.
Pero la actividad política no se reduce a la faz “agonal” —para conquistar o conservar los cargos o, en
su caso, para resistir la actividad de sus ocupantes o influir sobre ella—, sino que, a través del ejercicio
de las funciones respectivas, los ocupantes tienden a realizar los fines mediatos y los fines últimos de la
política. Consisten los primeros —confundidos con el “sentido material” de la política— en la
construcción, consolidación y conservación de la comunidad política; los segundos, en objetivos
trascendentes que varían en cada caso. La actividad desplegada hacia tales fines configura la faz
“arquitectónica” o, en el lenguaje de Duverger, la faz de integración. Por sí misma, y particularmente a
través de los fines mediatos indicados, la faz arquitectónica justifica fácticamente a todo sistema
político, con independencia de la justificación ética que puede corresponder a cada sistema político en
particular. Todo grupo humano —y tanto más si se trata del agregado humano mayor u
omnicomprensivo— necesita, ante todo, la estructura que le de cohesión —integración del grupo— e
impida su disgregación, y necesita, además, conducción en el quehacer común, con sentido creador y
constructivo. Eso puede hacerse de muchas maneras (con mayor o menor coacción, por ejemplo) y con
muy diversas motivaciones y finalidades (la búsqueda del “bien común” o la satisfacción de la vanidad o
los intereses del gobernante); pero debe hacerse si han de subsistir, por una parte, el sistema político y,
por otra, el ocupante del cargo en él.

Corresponde señalar que la faz “agonal” y la faz “arquitectónica” que en su conjunto constituyen la
política plenaria, se encuentran entrelazadas y recíprocamente sustentadas. Si tuviera únicamente la
faz “arquitectónica”, la política correría, por la ausencia de discrepancias causantes de luchas, el riesgo
de estancamiento y fosilización; pero, si sólo tuviera la faz “agonal”, sería imposible la construcción,
consolidación y conservación del agregado humano y, por lo tanto, el logro de los “fines últimos”. En uno
y otro caso, se destruiría el sistema político y con él la posibilidad de convivencia humana. La política,
pues, es —necesita ser— esencialmente “process”, es decir, pugna seguida de acomodamiento, de
ajuste. Acomodamiento y ajuste, por otra parte, del movimiento y del orden, de la estabilidad y del
cambio, del conflicto y del consenso. Sin esa realidad que es la política —la política plenaria—, sin esa
actitud y ese comportamiento que ella entraña, la “entropía”, el desgaste natural del orden, concluiría
con los seres humanos.

e) Los procesos de conflicto y consenso

Debe destacarse aquí que el antiguo tema de las faces “agonal” y “arquitectónica”, de prosapia
aristotélica, ha sido objeto recientemente de renovada atención, con novedosos enfoques, en el ámbito
de la sociología política y bajo los nombres de conflicto y consenso. Puede decirse al respecto que el
momento decisivo en la consideración del tema lo constituye el planteo de Comte, quien sostuvo la tesis
de que la “estática” y la “dinámica” eran las categorías centrales de la sociología y dio, además, al
objeto de la primera —la estática social— precisamente el nombre de consensus. Sin embargo, las
ideas centrales relativas a los procesos de consenso y conflicto y de la correlación entre ambos sólo
fueron desarrolladas con posterioridad.

El actual enfoque del problema comienza posiblemente con la obra de Bentley, titulada Process of
government (1908), que constituye un replanteo del fenómeno muchas veces observado de que el
orden social —y político— es, sobre todo, un equilibrio de hechos. Ha sido luego desarrollado por los

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political scientists estadounidenses al concebir la vida política como process en el sentido anteriormente
indicado, es decir, rivalidades seguidas de ajuste (adjustment). En su planteo más reciente, la cuestión
ha sido expuesta con absoluta claridad por Robert A. DahI en los siguientes términos: “Conflicto y
consenso son, ambos, aspectos importantes en cualquier sistema político. Las personas que
viven juntas nunca están de acuerdo en todo, pero si quieren continuar viviendo juntas no
pueden estar completamente en desacuerdo respecto de sus objetivos”. Coincidentemente,
aunque con otras palabras, ha escrito Raymond Aron: “... la política lleva consigo un elemento de
conflicto, pero también supone un elemento de acuerdo, pues si las diversas ‘políticas’, es decir, los
fines perseguidos por los individuos o grupos en el seno de una colectividad, fuesen rigurosamente
contradictorios, se entablaría una lucha sin cooperación posible y la colectividad dejaría de existir”.

Por supuesto que las ideas de conflicto y consenso, como procesos integrantes de la realidad política,
han estado presentes desde antiguo, aunque con otros nombres, en los pensadores políticos. Ha
ocurrido, sin embargo, que algunos han dado mayor importancia a uno de ellos que al otro, llegando
hasta hacerlo absoluto. Así, mientras Hobbes subrayaba la tendencia del hombre a vivir en conflicto,
Platón, en la polis por él idealmente diseñada, lo excluía totalmente.

Sea como fuere, con las palabras homonoia y concordia, respectivamente, la idea de consenso estuvo
presente en griegos y romanos. Aristóteles, en la Etica a Nicómaco, dice que hay consenso (homonoia)
político cuando los ciudadanos persiguen, en lo que atañe a la polis, los mismos fines, y concuerdan en
cómo deben ser designados los gobernantes; pero, además, destina un capítulo entero de la Política al
examen de lo que podría ser llamado la “teoría de las revoluciones”, con la intención de encontrar las
causas que perturban la estabilidad política. Cicerón, a su vez, define el consenso (concordia), en La
República, como “el mejor y más apretado vínculo de todo Estado” y señala que el conflicto (la
disensión) no es en sí mismo patológico. “Divergencias de opinión en los estratos superficiales o
intermedios —dice Ortega y Gasset exponiendo el pensamiento ciceroniano— producen disensiones
benéficas, porque las luchas que provocan se mueven sobre la concordia firme subsistente en los
estratos más profundos. La discrepancia en lo somero no hace sino confirmar y consolidar el acuerdo
en la base de la convivencia.

Esas contiendas ponen en cuestión ciertas cosas, pero no ponen en cuestión todo”. “Distinto —
agrega— es la dis-cordia, lo opuesto a la con-cordia: un corazón que se escinde en dos; la sociedad
deja de serlo; se convierte en dos, y dos sociedades dentro de un mismo espacio social son
imposibles”.

Muchos siglos después de aquellos lejanos antecedentes, la presencia del conflicto como motor, y no
necesariamente nocivo, de la historia, fue señalada por Maquiavelo con especial referencia a la
República romana en el capítulo IV de Discursos sobre la primera década de Tito Livio, bajo un
sugestivo título: “La desunión del Senado y del pueblo hizo poderosa y libre a la República romana”.
Pero es, sin duda, en Montesquieu y con el mismo ejemplo romano ante la vista, donde aparece
expuesta con claridad la síntesis de los procesos de conflicto y consenso. “Siempre que se vea a todo el
mundo tranquilo en un Estado que se otorga el nombre de República —dice Montesquieu en Las
causas de la grandeza y de la decadencia de los romanos—, puede estarse seguro de que la libertad no
existe en él. Lo que se llama la unión de un cuerpo político es algo muy equívoco; la auténtica es una
unión de armonía que hace que todas las partes, por muy opuestas que parezcan, concurran al bien
general de la sociedad, del mismo modo que las disonancias en la música concurren al acorde total.
Puede existir unión en un mismo Estado en el que parece no verse otra cosa sino agitación, es decir,
una armonía de la que resulta la felicidad, que es sólo la única paz verdadera. Ocurre lo mismo con las
partes de este universo eternamente ligado por las acciones de unos y las reacciones de otros”. Dicho
de otra forma, el verdadero consenso no resulta de la supresión del conflicto, sino de su encauzamiento
y del equilibrio de las partes.

En el siglo XIX, sobre todo con motivo de los problemas suscitados por la Revolución Francesa, en lo
político, y por La llamada Revolución Industrial, en lo económico, los temas del conflicto y del consenso,
aunque sin utilizar esa terminología, comenzaron a interesar especialmente. Marx y Engels, en el
Manifiesto comunista, escribieron que “la historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino

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la historia de la lucha de clases”. De tal postulado resultaban sin esfuerzo algunos corolarios. En primer
lugar, que no era posible la coexistencia del consenso y el conflicto, ya que el primero no sería sino la
máscara de la dominación de una clase y, por tanto, el oscurecimiento de la realidad del conflicto. En
segundo lugar, que el verdadero consenso sólo sería posible con la desaparición de las clases, que
significaría la supresión del conflicto por la desaparición de los contendientes. En síntesis, para el
marxismo, o existe el conflicto —sin posibilidad de consenso— o existe el consenso —al ser suprimidas
las causas del conflicto—. Distinta fue la posición de Tocqueville, resultante principalmente de su
examen de la realidad norteamericana de la primera mitad del siglo XIX. Según el autor de La
democracia en América, las mismas unidades sociales y políticas que funcionan independientemente —
las asociaciones privadas o voluntarias, el gobierno central, los estaduales y los locales, el presidente y
el congreso y, además, los partidos políticos— se encuentran necesariamente en tensión, en lucha, en
conflicto, pero, al mismo tiempo, dependen recíprocamente unas de otras y, por lo tanto, constituyen los
mecanismos de creación y mantenimiento del consenso. En consecuencia, para Tocqueville, y con el
modelo de una incipiente “democracia constitucional” ante los ojos, consenso y conflicto podían subsistir
como sustento de los dos aspectos que son connaturales para toda comunidad viviente: el orden y el
movimiento.

Como se ha dicho antes, al considerar la política en “sentido formal” y al tratar la cuestión relativa a su
“faz agonal”, el proceso de conflicto, aunque no se le dé esa denominación, es inherente a dicha
realidad. Ha señalado Max Weber que existe conflicto en la medida en que la acción es orientada hacia
el objetivo intencional de imponer la propia voluntad a pesar de la resistencia de otros y que el hecho de
que pueda ser “pacífico” (“institucionalizado”: caso de “concurrencia reglada”) o “con violencia física”
(“no institucionalizado”), sólo pone de manifiesto modalidades de aquél. Dahl, por su parte, expresa
magistralmente: “Si todo el mundo estuviese perfectamente de acuerdo sobre los objetivos y los medios,
nadie tendría necesidad de cambiar la forma de comportamiento de los demás. Por consiguiente, no se
producirían relaciones de influencia de poder. Por lo tanto, no existiría ningún sistema político. Siempre
que una persona impide a otra la persecución de sus objetivos, ya tenemos el germen de un sistema
político, ya que entonces uno de ellos tratará de cambiar el comportamiento del otro. Si lo hace creando
la esperanza de recompensas o privaciones algo grandes, entonces entran en existencia las relaciones
de poder. El conflicto y la política han nacido como gemelos inseparables”.

En lo que se refiere al consenso (consensus), aunque esta palabra es actualmente muy empleada, falta
—valga la paradoja— consenso acerca de su significado. Se ha señalado que falta una definición
teórica con validez general y que son varios los conceptos que con dicha palabra se expresan. Con
carácter operativo, la empleamos aquí solamente en dos sentidos. Al usar el vocablo sin adjetivo alguno
—consenso—, hacemos referencia a un momento del proceso político, conforme a la indicación de
Burdeau antes recogida, es decir, como el adjustment (ajuste) en que culminan las rivalidades. En este
sentido, se piensa en un consenso continuamente renovado que se traduce, en suma, en un equilibrio
inestable. En cambio, cuando al vocablo se agrega cierto adjetivo (“fundamental”, “básico”: “consenso
fundamental o consenso básico”), el concepto expresado se aproxima al de DahI antes mencionado —
acuerdo respecto de objetivos comunes, voluntad de continuar viviendo juntos—. En este caso, se
piensa en un acuerdo cordial —del corazón—, entrañable, profundo, en el que estará presente el
comportamiento de valores supremos y de fines últimos. El consenso en este último sentido —consenso
fundamental, consenso básico— es requisito para la existencia, y sobre todo la persistencia, de todo
régimen político. Sin ese tejido de “ciertas experiencias, actitudes, prejuicios y creencias que todos o
una gran mayoría comparten”, según ha dicho Zevedei Barbu, cualquier régimen político se afirma
sobre pies de barro.

Pero si el conflicto es inherente a la vida política y si, además, puede ser compatible con el consenso,
en el doble sentido indicado —sin lo cual no hay comunidad política—, ello no significa que esa
compatibilidad no tenga límites. La diferencia entre el mero disenso y la abismal discordia, entrevista por
Cicerón y magníficamente explicada por Ortega y Gasset, marca el límite de la compatibilidad. Ese
límite está dado por la existencia del consenso fundamental. Si éste no existe, el conflicto torna
imposible la vida comunitaria. Sobre el particular, resultan ilustrativas la distinción de Duverger —entre
lucha en el régimen y lucha sobre o contra el régimen— y la de Burdeau —tensiones sanas, tensiones
patológicas—. Afirma el primero que “esta distinción fundamental no define únicamente las formas de

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lucha, sino mejor aún los límites de la lucha”, de tal modo que, si el antagonismo tiene por objeto el
régimen (lucha sobre o contra él) la integración se torna imposible, el conflicto desborda los límites del
consenso. Sostiene el segundo que una sociedad es “políticamente equilibrada cuando goza de una
vitalidad suficiente como para adaptar su estructura a las tendencias al desarrollo inherentes a todo
organismo viviente”. Ello significa que el orden requiere el movimiento y que éste, a la postre, engendra
el cambio de aquél. Burdeau emplea, en tal sentido, el término “tensión”, diciendo que la hay “cuando la
intensidad de las energías de renovación vence la gravitación de las potencias de conservación”, y
advirtiendo que no todas las tensiones son de la misma naturaleza. Según él, hay tensiones sanas, “que
renuevan el equilibrio actuando desde adentro”, y tensiones patológicas, que destruyen el equilibrio
anterior para crear uno nuevo. Estas últimas —concluye el mismo autor— rompen la cohesión social,
destruyen la unidad nacional.

f) La política, realidad variable

Esa realidad, a la que se da el nombre de “política”, no ha sido siempre igual en todas las épocas ni en
todos los lugares. No es lo mismo la realidad política de la polis que la de las monarquías absolutas de
la Edad Moderna. Tampoco lo es en nuestros días la que corresponde a los muy diversos regímenes
políticos existentes.

Por eso, aunque la realidad política tenga siempre las mismas “faces” —destacándose así lo
“permanente” de ella—, difieren fundamentalmente de un régimen a otro —surgiendo de este modo su
carácter “contingente”—. Varían la estructura y la dinámica. Varían las modalidades de la faz “agonal” y
de la faz “arquitectónica”, o, si quiere, del conflicto y del consenso. Varían las formas, las fuerzas, las
actitudes y los comportamientos.

Esa variabilidad, como es obvio, constituye un obstáculo para la formación de un concepto unívoco de
la política.

g) La política, realidad simbólica

Más aún que otros aspectos de la realidad social, la realidad política, aparte de sus otras
características, constituye una realidad muy especial. No es, como la realidad de la naturaleza,
totalmente objetiva, o sea del todo independiente de nuestra voluntad y de nuestros gustos. Al revés,
está impregnada de aquélla y de éstos, y envuelta y penetrada por un tejido de ilusiones, de apariencias
y de posibilidades. Debido a ello la captación de la realidad política no es captación de fenómenos
extraños a nosotros mismos y perceptibles directamente, sin interferencias. Todos los actos, los hechos,
las situaciones, en que consiste materialmente la realidad política, son traspuestos a un registro,
compuesto de símbolos, que les da una tonalidad particular en virtud de la cual aquéllos adquieren un
sentido que no tienen intrínsecamente. La política es una realidad simbólica. Sólo se expresa
simbólicamente, por mediación del signo. Los fenómenos políticos no son tales sino a través de los
símbolos que les dan sentido.

Ha dicho Burdeau que la realidad política es un “universo de representaciones, de creencias y de


apariencias” y pudo haber dicho más sintéticamente que es un universo de imágenes. En la realidad
política, lo esencial no es el fenómeno en sí mismo, sino lo que se ve de él, o cómo se cree verlo, y
sobre todo, cómo se lo siente. Lo esencial es la imagen, que en el universo político es creada por un
conjunto de símbolos, del mismo modo que en el mundo físico lo es por la combinación de los rayos de
luz. La “imagen” la dan los oropeles, que pueden consistir en algunas tradiciones, en algunas normas,
en algunas creencias, en algunos adornos. Alguien es rey, aunque sea un botarate, porque lo hacen rey
los símbolos creados por las tradiciones, las normas, las creencias, los adornos. Del mismo modo,
alguien es juez —aunque intrínsecamente sea la antítesis de la justicia— o es gendarme —aunque en
sí mismo sea la antítesis del orden y de la seguridad—. Lo que importa para ser líder, por ejemplo, es
que alguien parezca ser un valiente, aunque sea un cobarde, o que parezca ser un genio aunque sea
un mediocre. Puede que también sea valiente y genial, pero lo que importa es que lo parezca, que lo
represente, que se crea que lo es. Lo que importa es la imagen. Por eso ha dicho también con razón
Burdeau que la realidad política es un “universo mágico”, un “universo poético”, queriendo decir con ello

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que es un mundo creado artificialmente, al margen de la fenomenología concreta, y que, por tanto, tiene
sus leyes, sus valores, su lenguaje. Un mismo hecho tiene connotaciones distintas en función de la
imagen. La elección de Franklin D. Roosevelt —un mismo hecho— es una “desgracia” o una “buena
estrella” —distintas imágenes—. El pacto con Hitler para mantener a las tropas germanas fuera del sur
de Francia —un mismo hecho— hace del Mariscal Pétain un “traidor” o un “salvador” —distintas
imágenes—.

Dado ese carácter simbólico de la realidad política, se convierten en factores determinantes de ella, por
un lado, la diversidad de resortes psicológicos, con altas dosis de irracionalidad —la ambición, la
vanidad, el temor, el deseo, la fe— y, por otro, las distintas “doctrinas” operantes —las ideologías, las
utopías, los mitos—. Además juegan un papel fundamental los medios de comunicación con fines de
propaganda. Un sector importante de la realidad política consiste en crear la imagen y “venderla”.

Frente a ese dato de la realidad política, no parece estéril, al menos como aspiración ética, reproducir el
vaticinio optimista de Duverger: El siglo XX no es sólo el siglo del átomo: también es el siglo de las
ciencias sociales. Los nuevos métodos de propaganda y encuadramiento de los hombres pueden ya
cambiar la estructura del mundo tan profundamente como la utilización de la energía nuclear. Sin
embargo, no son posiblemente más que la última fase de la política inconsciente, en la que los pueblos
pueden ser manipulados por sus jefes porque ignoran los mecanismos de la manipulación. El desarrollo
de la ciencia política permite entrever la posibilidad de una política consciente, en la que los hombres
dejarán de ser cosas, objetos, en manos de sus dirigentes. Es de esperar que al fin un día será falsa la
fórmula de Maquiavelo, por desgracia aún verdadera: ‘Gobernar es hacer creer’ “.

h) La política, realidad multirrelacionada

La política no constituye una realidad aislada ni aislable, salvo conceptualmente. Como realidad
existencial, se encuentra relacionada de modo necesario con otras realidades. Sin embargo, algunas de
las realidades con las que aparece relacionada no son, en rigor, sino manifestaciones, modalidades o
elementos de ella misma (las ideas políticas, las instituciones políticas, la vida política, el poder, el
Estado). En tal sentido, corresponde decir que, además de multírrelacionada, es la política una realidad
compleja e indivisa. Es compleja porque está constituida por diversos elementos, los cuales, según
Marcel Prélot, son las ideas, las instituciones y la vida políticas. Y es indivisa, porque es
existencialmente una, sin desmedro de la diversidad de sus elementos constitutivos. Pero, además,
existe la necesaria e ineludible relación de la política con otras realidades extrañas a ella. Por lo pronto,
con normas —jurídicas y morales— que la estructuran como relación y la regulan como actividad. Y
también, evidentemente, con todo el contorno ambiental que la condiciona —factores geográficos,
sociopsicológicos, económicos, histórico culturales— y sobre el cual se proyecta.

La multirrelación es, pues, doble: “dentro” de la realidad política —entre sus propios elementos
constitutivos— y con la realidad extra-política.

La multirrefación “dentro” de la realidad política se traduce en el influjo recíproco existente entre la vida
política, las instituciones políticas y las ideas políticas. Con el significado que aquí se da a estas
expresiones, se entiende por vida política la dinámica política, es decir, la actividad de los actores
(“fuerzas políticas” mantenedoras del orden y engendradoras del movimiento y del cambio en y de las
estructuras); por instituciones políticas, en el sentido de “institución-persona” o “institución-cuerpo”, a
colectividades humanas unificadas, con su doble aspecto de organización interna y de individualización
externa, y una compleja red relacional que liga entre sí a sus componentes y que da lugar a
“instituciones-órgano” e “instituciones-norma”, y por ideas políticas, al conjunto del conocimiento político,
aunque preferentemente al de carácter interesado o práctico, es decir, a las “doctrinas”. El problema
puede ser planteado con un solo interrogante: ¿Hay influjos entre los elementos componentes de la
realidad política?

El influjo de la vida política —en definitiva: de las “fuerzas políticas”— es de toda evidencia.
Precisamente, el objetivo de las “fuerzas políticas” es influir en la creación y en el funcionamiento de las
“instituciones”, y su influjo sobre las ideas resulta de su propio dinamismo y de la necesidad de

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“racionalizar” sus fines y sus motivaciones. La historia muestra numerosos casos de ese doble influjo.
No cabe duda, por ejemplo, de que la creación del Imperio Romano o el establecimiento de la Carta
Magna son la consecuencia de complejísimos tejidos de interacciones del pueblo de Roma y del pueblo
inglés, respectivamente. Esas dos “instituciones” de tanta trascendencia en la historia universal no
fueron el resultado de “doctrinas” ni de planes deliberadamente elaborados, sino de la acción de
determinadas “fuerzas políticas” que concluyeron por obtener sus objetivos. Del mismo modo, no cabe
duda de que la vida política característica de las ciudades italianas del Renacimiento influyó
decisivamente sobre el pensamiento político de Maquiavelo y es probable que el Leviathan de Hobbes
haya sido inspirado, en buena medida, por las guerras civiles inglesas de la primera mitad del siglo XVII.

En lo que respecta a las instituciones políticas —en el triple carácter que aquí se las considera:
“institución-cuerpo”, “institución-órgano”, “institución-norma”—, actúan como instrumentos de “control
social” e, inclusive, de “técnica social” y, en tal sentido, condicionan y regulan la vida política y a la vez
influyen sobre las ideas políticas. Así, por ejemplo, las instituciones de la República romana y de la
monarquía constitucional inglesa han regulado durante siglos la vida política de sus respectivos
pueblos, hasta el punto de confundirse prácticamente con ella. Por otra parte, tras cada verdadera
revolución, las instituciones con tal motivo creadas han influido decisivamente tanto sobre la vida
política como sobre las ideas políticas de largos períodos posteriores (v.g.: revolución inglesa de 1688;
revolución norteamericana de 1776; revolución francesa de 1789; revolución rusa de 1917).

En cuanto a las ideas políticas, influyen a su vez sobre las instituciones políticas y sobre la vida política.
Como se ha visto anteriormente, la política es fundamentalmente actividad humana dirigida hacia fines,
lo que implica la necesidad de un pensamiento orientador. El promotor del proyecto político —el
aspirante a conductor, el “buscador de poder”, lo mismo que el conductor en marcha, el “poderoso” —
necesita valerse de ideas que faciliten la obtención del concurso de voluntades. En tal sentido, las
doctrinas en general, y en particular las “ideologías”, las “utopías” y los “mitos”, influyen sobre
la actividad política. La historia ofrece numerosos ejemplos, entre los que se destacan los casos de
Locke y Montesquieu, con respecto a las revoluciones norteamericana y francesa, y los de Marx y
Lenin, con respecto a las revoluciones rusa y china. Pero el influjo de las ideas no se ejerce, claro está,
sólo a través de revoluciones. A ese respecto, cabe distinguir las doctrinas “preparatorias” o “proféticas”
—que pueden tener tanto carácter “revolucionario” como “reformista”— de las “apologéticas” —
justificadoras del orden existente—. En el lenguaje de Mannheim, las primeras son “utopías” y las
segundas “ideologías”.

El examen de los casos históricos, concretos, pone de relieve que, aunque a veces uno de los
elementos de la realidad política examinado ejerce mayor influjo sobre los restantes, lo más común es el
influjo recíproco, el interinflujo. Por otra parte, ese mismo examen muestra que el influjo de las ideas ha
aumentado a partir del siglo XVII, aunque en los últimos años se ha producido, sobre todo en los países
más desarrollados, un fenómeno en sentido inverso que se conoce con el nombre de “fin de las
ideologías”.

En lo que hace a la relación entre la realidad política y la realidad extrapolítica, es decir, el contorno
ambiental de aquélla —la constitución natural—, resulta útil e ilustrativo el modelo de David Easton,
según el cual el sistema político (political system) está conectado con su ambiente (environment) por
medio de insumos (inputs) —flujos del ambiente sobre el sistema político— y de productos (outputs) —
flujos del sistema político sobre el ambiente—. El ambiente es en parte ‘intrasocietal” y en parte
“extrasocietal”. El primero consta de todos los sistemas (geográfico, ecológico, biológico, social, cultural,
económico, demográfico, etc.) que pertenecen a la misma sociedad que el sistema político, pero que no
son sistemas políticos. El segundo consta de todos los sistemas que están dados fuera de la sociedad
de que se trata, es decir, internacionales (ecológicos, sociales, políticos). El sistema político es un modo
de designar al conjunto de fenómenos que se llaman política, gobierno o Estado, pero con un especial
enfoque que permite interpretar la vida política como un “sistema de conducta adaptativo,
autorregulador y autotransformador”, cuyos elementos componentes son: instituciones jurídicas,
actividades informales dentro de la estructura formal —lo que implica ciertos grupos y características
motivacionales o de personalidad —, etc. Los flujos del ambiente hacia el sistema político, a través de
los insumos, se centran principalmente en las demandas (demands) y en los apoyos (supports), que

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constituyen los indicadores claves del modo como los factores y circunstancias ambientales modelan y
modifican el funcionamiento del sistema político. Los flujos de este último hacia el ambiente, a través de
los productos, se centran principalmente en las decisiones y acciones de los gobernantes. Se forma así
un circuito de retroalimentación (feedback loop), que queda puesto de relieve con el gráfico que el
propio Easton proporciona y que simplificado se reproduce seguidamente.

2 - POLITICA Y PODER

a) Significados del vocablo “poder”

A través de lo dicho anteriormente, se ha procurado evitar el uso del vocablo “poder” y se lo ha


conseguido casi totalmente. Aparece mencionado solamente en una cita de Dahl y en otra ocasión
como manifestación, modalidad o elemento de la política. Pero, aunque la palabra apenas ha aparecido,
su concepto ha estado rondando continuamente. Es que la política y el poder son realidades
inseparables, hasta el punto de que, en buena medida, no son sino una sola y misma realidad.
El término “poder” tiene, manifiestamente, distintas acepciones. En el uso común y frecuente, sirve tanto
para designar una especial aptitud para hacer algo (“potencia”, en el lenguaje aristotélico-tomista), como
el “ente”, “sujeto” o “titular” de esa aptitud. Con tales acepciones, se puede “tener” poder o “ser” poder.
En el primer caso, se lo posee; en el segundo, se lo personifica. Es ejemplo de lo primero decir que la
Constitución tiene el poder de las hadas; lo es de lo segundo, expresar que los “poderes de hecho”
enfrentan al “poder legal”.

Otras veces, la palabra “poder” indica lugar ó posición. Se es poder o se tiene poder, en razón del lugar
o posición que se ocupa en las relaciones interhumanas. Esa “localización” del poder está manifiesta en
frases y proposiciones como las siguientes: “La conquista del poder”... “Conservarse en el poder”...
“Desde el poder”... “El poder y el llano”.

Pero, según el concepto que en esta obra se hará prevalecer, siguiendo autorizadas opiniones de
científicos políticos contemporáneos, el poder, más que una aptitud, un ente o un lugar o posición,
constituye una relación. A ello se ha aludido continuamente al tratar de la realidad política cuando se ha
hecho referencia a la actividad encaminada a determinar comportamientos ajenos, traducida, en
definitiva, en la relación de mando y obediencia.

El carácter relacional del poder se hace evidente a poco que se lo observe. El ocupante del cargo de
gobierno “es poder”, “tiene poder” u “ocupa el poder” sólo en la medida en que suscita comportamientos
ajenos, es decir, que es obedecido. Si falta este requisito de nada vale que lleve una corona sobre la
cabeza y se siente en un trono de oro o que el Boletín Oficial lo llame presidente. En plena Edad Media,
Bonifacio, apóstol de Germania, preguntaba al Papa Zacarías: “Conviene llamar rey a aquel que tiene la

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realidad o a aquel que tiene la apariencia del poder?” Y la realidad del poder no era sino la obediencia
de los súbditos. Muchos siglos antes lo había advertido Aristóteles en la Etica a Nicómaco: “El
magistrado, revestido de poder, no es ‘algo’ sino con relación a los demás, como que está ya en
comunidad con ellos”.

En consecuencia, el análisis de Easton no sólo pone de relieve el intercambio o flujo recíproco entre el
sistema político y el ambiente, o sea el carácter multirrelacionado de la política, con respecto a la
realidad extrapolítica, sino que, además, conduce a considerar el proceso político en su real dinamismo.

b) Vinculación entre poder y política. “Poder político”

Concebido como “relación de mando y obediencia”, el poder constituye un elemento esencial de la


política. No hay política sin poder. La “relación política”, en su acepción más amplia —carácter
puramente formal de la política— es ya una “relación de poder”. Cuando un vecino invita a otros para
apagar un incendio y obtiene su concurso, se está en presencia de una “relación de poder”. Lo mismo
en el caso del gangster que obtiene la colaboración de otros congéneres para asaltar un banco. Y es
también “relación de poder”, por supuesto. La “relación política” que —con carácter también material—
está configurada por la existencia de una iglesia, de una sociedad anónima, de un club deportivo. Es
que, en definitiva, el poder no es otra cosa que otro nombre que se da a la relación política, o, quizás,
con más propiedad, al complejo de relaciones políticas.

De lo que hemos dicho, pareciera deducirse que todo “poder” es político. Y en cierto sentido
efectivamente es así.

Si es rasgo esencial de la política la relación de mando y obediencia y la esencia del poder consiste en
esa relación, resulta evidente que este último —el poder— es siempre político. Así, en sentido lato, el
poder se refiere al sentido formal y también al sentido material amplio de la política. Pero, en un sentido
más limitado, el poder político es sólo una especie del género “poder”. En este sentido, cabe hablar de
poder social, poder religioso, poder militar, poder económico, inclusive poder espiritual —como decía
Saint-Simón—, para hacer referencia a diversas manifestaciones del poder correspondientes a la
política en sentido formal y en sentido material amplio, y cabe reservar la expresión “poder político” para
referirse exclusivamente a la política en sentido material restringido.

3 - POLITICA Y ESTADO

a) Vinculación entre política, poder y Estado. Clases de poder político

Lo mismo que con el vocablo “poder”, se procuró, a través de lo dicho anteriormente, evitar el uso de la
palabra Estado. Es evidente, sin embargo, que no puede ser concebido el Estado al margen de la
política y del poder.

Si se piensa en la política en sentido material restringido, es decir, si se trata del “sistema político”
mayor o sea de aquel que corresponde al grupo humano superior a todos y que incluye en sí a los
demás, el alcance de la política se reduce conceptualmente a la actividad y a la relación que tienen a la
“comunidad perfecta” —en nuestro tiempo, al Estado— como eje central. En ese caso, el poder se
reduce conceptualmente en la misma medida y se trata entonces no ya del poder político en sentido
amplio —simplemente, poder—, sino del poder político en sentido limitado —o poder político
propiamente dicho—. El poder político propiamente dicho ofrece distintas manifestaciones, que pueden
ser clasificadas en tres principales: poder estatal, poder político no estatal e influencia. Se llama poder
estatal a la relación o relaciones entre aquellos seres humanos —los ocupantes de los cargos del
gobierno— cuya actividad se imputa al Estado, comportándose los demás seres humanos como
súbditos. Se llama poder (político) no estatal a la relación o relaciones que se originan internamente en
los grupos que tienden a proporcionar a sus integrantes la ocupación de los cargos del gobierno o influir
sobre sus ocupantes. Y se llama influencia a las relaciones que se generan en la actividad externa de
los grupos precedentemente indicados con respecto a los ocupantes de los cargos del gobierno.

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b) Poder e influencia con relación al Estado

No hay duda que el “poder” —la relación política— es una “relación de influencia”. Hay poder si hay
influencia. Pero, si se desea, como algunos autores lo hacen, diferenciar con esos nombres tipos
distintos de actividad referentes a la “relación política”, corresponde reservar el primero —“poder”—
para designar los influjos ejercidos de “arriba” hacia “abajo”, es decir, por los ocupantes de los cargos
de gobierno sobre los no ocupantes (poder estatal) y el segundo —“influencia”— para designar los
ejercidos de “abajo” hacia “arriba”, es decir, por los no ocupantes sobre los ocupantes. Con ese alcance,
cabe señalar la situación especial del poder político no estatal, en cuyo caso se dan, dentro del
respectivo grupo, los fenómenos de poder e influencia, y, hacia afuera, o sea con respecto al poder
estatal, se produce el segundo (influencia).

c) La vinculación múltiple y recíproca entre política, poder y Estado

En el sentido material restringido a que se está haciendo referencia, la vinculación de la política con el
Estado ofrece numerosas manifestaciones. La actividad política en faz “agonal” tiene lugar con
referencia al Estado. La pugna entre los aspirantes a la ocupación de los cargos del gobierno, para
conquistarlos, conservarlos o resistirlos, según los casos, no es sino una pugna para que su actividad
pueda, en su momento, ser imputada al ente denominado Estado. Así, el juego múltiple entre distintas
“fuerzas”, según ciertas “formas”, condicionadas por determinados “factores” y en procura de diversos
“fines”, gira alrededor de ese ente —real o imaginario— que es el Estado. Del mismo modo, la actividad
política en faz “arquitectónica” realiza la relación de poder del Estado con sus súbditos,
institucionalizándola mediante una estructura especial —órganos y normas— y haciéndola funcionar.

A través de lo dicho, salta a la vista la múltiple y recíproca vinculación entre política, poder y Estado.
Pero tal vinculación no implica, sin embargo, confusión, ya que, como se ha visto, hay actividad política
que es estatal —y consecuentemente poder político que es estatal— y la hay que no lo es —y
consecuentemente poder político no estatal—. Puede haber, además, actividad estatal considerada no
política (v.g.: “judicial”, “administrativa”, etc.).

4 - POLITICA Y RELACIONES INTERNACIONALES

a) Las relaciones internacionales, como sector de la realidad política

Hasta aquí se ha hablado de la realidad política sin fijarle límites espaciales, aunque con especial
referencia a su sentido material y restringido, de donde ha resultado que su eje central es el Estado —
cada Estado—. Antes, con motivo de la exposición del sistema político, conforme al modelo de Easton,
se ha mantenido ese eje central, aunque se haya hecho referencia al ambiente extrasocietal que
comprende las relaciones internacionales.

Ha llegado, por eso, la oportunidad de ensanchar el enfoque y de incluir expresamente las relaciones
internacionales dentro de la realidad política.

Puede afirmarse al respecto que la realidad política, como la realidad humana total de la que es parte
constitutiva, no tiene límites espaciales. Las fronteras físicas y las convencionalmente creadas por los
hombres, si bien circunscriben ciertas “relaciones políticas”, no impiden la formación de otras de mayor
dimensión que engloban a aquéllas y, además, en cierta medida, las condicionan. “La forma en que se
comporta un sistema político —dice con acierto Dahl— está influida por la existencia de otros sistemas
políticos”. “Los gobiernos nacionales —agrega— deben adaptar sus acciones al hecho real de que
también existen otros gobiernos nacionales, alianzas, coaliciones y Organizaciones internacionales”. Es
lo mismo que en el modelo de Easton antes examinado se señala con la expresión “ambiente
extrasocietal”. Cabe, por eso, afirmar que no existe ningún “sistema político” totalmente aislado. Hay
también un “ambiente” externo que no se puede Ignorar y desconocer sin tener que pagar las
consecuencias. A ello se debe que las “relaciones exteriores” y la “defensa” hayan ocupado y ocupen un
lugar importante en la función y organización de todo gobierno.

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Surge de lo dicho que las relaciones exteriores forman parte también de la realidad política. “La política
interior y las relaciones internacionales —dice Prélot— son como las dos caras de una misma realidad”.
En efecto, la naturaleza de la realidad política no cambia al ir más allá de los límites de los “sistemas
políticos” singulares. Sus rasgos característicos son los mismos. Sigue siendo una actividad humana
que se encuadra dentro de una determinada relación interhumana. Sigue habiendo promotores,
proyectos de empresa, acción para obtener el concurso de voluntades ajenas. Puede tener sentido
formal o material. Tiene su faz estructural y su faz dinámica, así como su faz agonal y su faz
arquitectónica. Varía continuamente en sus aspectos concretos y contingentes. Se expresa
simbólicamente. Está multirrelacionada. Por fin, lo mismo que la política “interna”, es regulada o no,
según los casos y las situaciones, por la “moral” y por el “derecho”.

Claro está que, en cada uno de los aspectos indicados, las relaciones internacionales tienen sus
particularidades, y más aún en lo que respecta a su regulación normativa. Se discute todavía si el
llamado “derecho internacional público” es verdaderamente derecho, y en cuanto a la moral algunos
piensan que, cualquiera sea el grado de su vigencia dentro del “orden estatal”, no es de aplicación
frente a los “bárbaros” (los extranjeros) y mucho menos frente a los enemigos.

b) Los factores determinantes y condicionantes de la política “externa”

La naturaleza y el grado de las “relaciones internacionales” han dependido de diversos factores


extrapolíticos, entre los cuales predominaron, además de las técnicas de comunicación y de transporte,
los de carácter geográfico, militar, económico e ideológico.

El influjo geográfico sobre las “relaciones internacionales” es evidente. Desde antiguo, por ejemplo, se
ha admitido en tal sentido la importancia de la proximidad del mar. La palabra de raíz griega
“talasocracia” sirvió para dar nombre al fenómeno en virtud del cual pequeños núcleos insulares o
litorales (v.g.:en distintas épocas, Atenas, Venecia e Inglaterra) extendieron su dominio sobre un gran
espacio marítimo. Pero al margen de ese antecedente aislado, no es exagerado afirmar que, en todo
tiempo, la geografía fue uno de los factores determinantes de la conducta política de cada gobernante
con sus vecinos y con las restantes comunidades políticas, sea en el sentido de la paz o de la guerra.
La célebre sentencia de Napoleón —“La geografía gobierna la política de las naciones”— no es, en su
exageración, sino una apretada síntesis de lo que pensaron y, en consecuencia, hicieron muchos
conductores políticos. Tal idea —la de que el mapa dicta la política exterior— alcanzó su máxima
expresión doctrinaria con la llamada “geopolítica”, que ha sido definida como el estudio de la influencia
de las configuraciones espaciales en la historia y la política.

El factor militar ha estado siempre vinculado, cuando no confundido, con las “relaciones
internacionales”, aparte de la gravitación que, por tal causa, ha ejercido sobre la política interna. En los
últimos tiempos, las exigencias de la estrategia a nivel mundial y de la “guerra total” —que implica,
además de los ejércitos, a las poblaciones íntegras— han hecho más ostensible el influjo del factor
militar en el entresijo de la política interna y externa.

En lo que respecta al factor económico, su influjo sobre la política externa ha sido siempre muy grande,
y sigue siéndolo. Ese factor, que en otros tiempos determinaba la conquista de territorios ajenos y la
conversión de los vencidos en esclavos, ha ofrecido en los últimos siglos ciertas particularidades
vinculadas a la lucha por la posesión de las materias primas y de los mercados mundiales y ha dado
origen a los fenómenos conocidos con los nombres de “colonialismo” e “imperialismo”.

Otro factor determinante de la política exterior, y a través del cual se advierte lo mismo que con respecto
a los otros factores, la intervinculación de la política interna y las relaciones internacionales, es el
ideológico. Según sea la Weltanschauung, la concepción del mundo y de la vida —la “ideología”, en el
lenguaje más usado— sobre la que se asienta cada régimen político, varían las actitudes y los
comportamientos de sus actores, en el sentido de la agresión o la cooperación con las restantes
comunidades políticas.

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5 - POLITICA Y MORAL. FINES Y MEDIOS

a) Planteo de la cuestión

Hasta aquí ha sido constante la consideración de la política como un cierto tipo de actividad humana, en
relación interhumana; pero no se ha planteado la cuestión de si tal actividad debe perseguir
determinados “fines” y debe estar regulada por determinadas “normas” en lo que respecta a los “modos”
y “medios” empleados para la obtención de aquéllos.

Tal planteo es lo que corresponde a las relaciones entre la política y la moral y da lugar a varios
interrogantes: ¿Concuerdan o difieren los “fines” de la política y de la moral? ¿Cuáles son las relaciones
y los conflictos entre unos y otros? ¿Debe la actividad política estar regulada por normas morales?
¿Existe una moral política —tanto en lo relativo a los fines como a los modos y medios - distinta de la
moral personal? ¿Cabe formular estos interrogantes en abstracto, con prescindencia de las
circunstancias ambientales? Lo cierto es que la respuesta a cada uno de estos interrogantes no puede
ser dada aisladamente, ya que se encuentran indivisiblemente vinculados entre ellos. Por eso y porque
cada uno de esos interrogantes da lugar a interrogantes previos, se procurará a continuación hacer los
más explícitos.

b) El problema de los fines

Inevitablemente, al tratarse la realidad política se ha hecho referencia a “fines” a los cuales aquélla
estaba orientada y tal vinculación apareció desde el primer momento al procurar distinguir la política en
sentido formal de la política en sentido material. En el primer caso, fueron mencionados, a título de
ejemplo, diversos fines (apagar un incendio, evitar la propagación de una guerra, asaltar un banco,
fundar una sociedad anónima, dictar una constitución). Pero esos fines, con respecto a la actividad
política, son fines “últimos”, totalmente diferentes unos de otros, para los cuales aquélla sirve de medio.
En cambio, el fin “propio” de la actividad política, el que le da precisamente su especificidad, es común
en todos los casos: la obtención del concurso de voluntades ajenas. En el segundo caso, se puso de
relieve que, para alcanzar ciertos fines “últimos” —también aquí, totalmente diferentes unos de otros—,
no bastaba obtener el concurso de voluntades ajenas, sino que se requería también dar persistencia a
ese concurso, o sea construir, consolidar y conservar el agregado humano de que se trate. Por lo tanto,
también en este caso —sentido material de la política, sin que importe su carácter amplio o restringido—
, tiene la actividad política su fin “propio”, que consiste en dar persistencia al concurso de voluntades
ajenas, con abstención e independencia de los diversos fines “últimos”.

Sin perjuicio de ese planteo general, y si se piensa —de conformidad con el objetivo de esta obra— en
el agregado humano mayor, es decir, en la política en sentido material restringido, surgen fines distintos
para cada fase de la actividad política en correspondencia con la respectiva faz —“agonal” o
“arquitectónica”—. Surge, en primer lugar, el fin inmediato —en la faz “agonal”: “vencer”—, que consiste
en obtener la ocupación y ejercicio de los cargos del gobierno. Y surge, en segundo lugar, el fin mediato
—en la faz “arquitectónica”: “construir”—, que consiste en “integrar” el grupo —en el caso, la sociedad
global— para la obtención de sus fines “últimos”. Esos fines —el inmediato y el mediato— son fines
“propios” u objetivos de la actividad política y se diferencian de los fines “últimos” o subjetivos, entre los
cuales, a la vez, cabe distinguir —aunque el deslinde es muy difícil— entre los fines políticos y los fines
metapolíticos. Corresponde aclarar que los fines “propios” son “objetivos” en el sentido de que son
necesarios e independientes de la intención y voluntad de los actores. Los requiere la actividad política
por sí misma: por ser tal y para ser tal. En cambio, los fines “últimos” son “subjetivos” en el sentido de
que sólo existen de acuerdo con la voluntad e intención de los actores, siendo por tanto contingentes.
De ahí que los primeros sean únicos —siempre los mismos—, y los segundos diversos, con la
particularidad de que no son necesariamente excluyentes entre ellos, pudiendo acumularse varios.

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Como se ve, la finalidad de la actividad política es múltiple y se manifiesta en distintos planos y hasta en
distintos tiempos. Además, ofrece algunas particularidades que es necesario destacar. Por lo pronto,
salvo los fines “últimos” metapolíticos, todos los otros son, en algún aspecto, “instrumentales”, es decir
que obran como medios para fines ulteriores o superiores. Así, se requiere el cumplimiento del “fin
inmediato” —ocupar “el poder” y ejercerlo— para llegar a realizar el “mediato” —obtener la persistencia
del sistema político—. De igual modo, se requiere el cumplimiento de éste para llegar a realizar los fines
“últimos”: en primer lugar los “político-estatales” y después los “metapolíticos”. Pero es de advertir que
no se trata necesariamente de etapas sucesivas. En la actividad desplegada para obtener el fin
“inmediato” pueden estar presentes todos los demás fines, incluidos los “metapolíticos”. Puede ocurrir
también que, excepto el primero, falten los demás, aun después de cumplido aquél.
Hecha esa caracterización y clasificación de los fines de la actividad política, pueden volver a formularse
los interrogantes básicos: ¿Concuerdan o difieren los fines de la política y la moral? ¿Cuáles son las
“relaciones” y los “conflictos” entre unos y otros? Por supuesto que, para hallar las respuestas, se
requiere, previamente, caracterizar los fines de la moral, lo cual, a la vez, es fuente de inacabable
debate. Para simplificar el problema, se identificará aquí “fin” con “valor”, con lo que se desplaza la
solución del problema al campo de lo subjetivo. Así las cosas, el planteo se simplifica. Los fines
“propios” u “objetivos” de la política se encuentran en plano diferente de los de la moral y son, con
respecto a estos últimos, de carácter instrumental —medios—. Por consiguiente, no hay colisión entre
unos y otros. En cuanto a los fines “últimos” o “subjetivos”, corresponde distinguir, para el planteo de la
cuestión, los “político-estatales” de los “metapolíticos”. Con relación a los primeros, se repite la situación
relativa a los fines “propios” u objetivos, y con relación a los segundos, no hay en verdad razón de
conflicto entre política y moral, sino pura y exclusivamente conflicto moral.

e) El problema de los medios

En el plano de los medios, la cuestión de las relaciones entre la política y la moral se plantea en otros
términos. La actividad política es siempre comportamiento humano y la moral es un sistema normativo
de dicho comportamiento. El integrante genérico puede formularse de la siguiente manera: ¿Debe la
actividad política estar regulada por normas morales? Pero no puede ser contestado si antes no se da
respuesta a varias preguntas previas: ¿Existe —en cuanto sistema normativo— la moral, es decir, un
único sistema moral? ¿Cabe distinguir entre la “moral política” y la “moral personal”? ¿Cabe formular
estas preguntas sin tener en cuenta las diferentes faces de la actividad política? ¿Cabe formular estas
preguntas en abstracto, con prescindencia de las circunstancias ambientales?

En lo que se refiere a la primera de las preguntas previas, la confrontación empírica —histórica— pone
de manifiesto la existencia de distintos sistemas morales, aunque todos con la pretensión de ser los
únicos auténticos. En este punto, el problema se hace insoluble si lo que se busca es una respuesta con

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validez general. En efecto, casi todos concordarán en que hay un único sistema moral, pero cada uno
considerará como tal exclusivamente al suyo. No queda, pues, otra solución práctica que la de extraer
las coincidencias entre los distintos sistemas y conformarse con algunas generalidades más o menos
compartidas, de conformidad con las cuales deben ser rechazadas como comportamientos “inmorales”,
por ejemplo, la mentira, el engaño, el fraude, la corrupción, el soborno, la violencia.

La segunda de las preguntas previas está vinculada con la primera, siendo necesaria su confrontación
para evitar equívocos. En efecto, cuando se admite la existencia de un sistema moral único, se piensa
en términos de “moral personal” genérica, sin especificar dentro de él la diversidad de conductas
distintas que deben ser reguladas. Por tanto, puede admitirse aquella respuesta —así sea en el terreno
de las generalidades antes indicadas— sin que ello implique rechazar la posibilidad de normas
específicas para conductas que también lo son y, por ende, la distinción entre la “moral personal” y la
“moral política”.

La tercera de las preguntas previas, se puede formular más concretamente de la siguiente manera: ¿La
actividad política debe ser regulada por las normas morales tanto en la faz “agonal” como en la faz
“arquitectónica” o sólo en alguna de ellas? La respuesta está evidentemente enlazada con las dos
anteriores y, sobre la base de ellas, podría admitirse que la regulación alcanzará sólo a una de las
faces.

En lo que respecta a la cuarta de las preguntas previas, la dificultad de la respuesta es manifiesta. Por
un lado, el sistema moral tiende a ser rígido y absoluto, pues en caso contrario se contradice a sí
mismo; pero, por otro, la gravitación de las circunstancias ambientales llega en algunos casos a
obstaculizar y hasta impedir la aplicación de aquél. El problema culmina cuando los medios técnicos —
los idóneos para la obtención de cada fin concreto— se excluyen recíprocamente con los medios
morales —los subordinados al valor supremo del sistema moral—.

Las respuestas a las preguntas previas ponen de relieve la dificultad de contestar categóricamente al
interrogante genérico y la necesidad, en caso de que la contestación sea afirmativa, de adaptarla a las
particularidades de cada situación concreta.

d) El problema de los fines y de los medios, a través de la historia del pensamiento político

A lo largo de la historia, son muchos los filósofos políticos que se han ocupado del problema de las
relaciones entre la política y la moral. Entre ellos, Platón, Aristóteles, Cicerón, Santo Tomás y
Maquiavelo se han distinguido por la originalidad o la profundidad de sus planteos. Un análisis de sus
respectivas posiciones —que nos abstenemos de efectuar aquí por considerarlo tema más propio de la
“historia de las ideas políticas”— significaría dar respuesta, en cada caso, al siguiente cuestionario: 1)
relación entre los fines de la política y de la moral; 2) existencia de un sistema moral único aplicable a la
actividad política; 3) distinción entre “moral personal” y “moral política”; 4) distinción en la aplicación de
las normas morales a la actividad política, según las faces de ésta; 5) consideración de las
circunstancias ambientales para plantear la cuestión.

e) Esquematización de los diversos planteos y apreciación sintética de la cuestión

El profesor español José Luis L. Aranguren, que ha dedicado una obra especial a la consideración del
problema, expresa que la cuestionalidad originaria de las relaciones entre la moral —que él llama más
frecuentemente ética— y la política puede ser vivida y pensada en cuatro modos fundamentales que
denomina, sucesivamente: “realismo político”, “repulsa de la política”, “lo moral en la política vivido como
imposibilidad trágica”, “lo moral en la política vivido dramáticamente”.

En el primer caso —“realismo político”, Realpolitik— se sostiene que la moral, tal como se la entiende
para la conducta personal, nada tiene que hacer con respecto a la actividad política. No se trata, pues,
de una posición inmoral; sólo se sostiene que la actividad política se rige por leyes estrictamente
“técnicas”, es decir, moralmente neutrales. Esa ha sido la posición de numerosos pensadores, entre los
cuales, sin duda, sobresalen Maquiavelo y algunos neomaquiavelistas como Pareto, Mosca, Burnham,

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etc., sin olvidar al alemán Carl Schmitt. Sin embargo, aún en este caso, lo que se afirma es más bien
cómo es la realidad y no cómo debería ser.

En el segundo caso —“repulsa de la política”—, se desvaloriza y, consiguientemente, se rechaza la


política. Se parte de la base de que la política es cosa “sucia” y “mala” en sí y que, por lo tanto, no es
propia del hombre que vive sujeto a preceptos morales. Aranguren distingue al respecto entre la
“repulsa burguesa” y la “repulsa anarquista”, que son dos actitudes semejantes con motivaciones y
objetivos muy diferentes. La primera se caracteriza porque exalta el ideal del “hombre privado”, que
implica el primado de lo económico —y accesoriamente, lo religioso, lo familiar, lo “social”— sobre lo
político, y que considera la astucia, el engaño, el compromiso (cuando no la corrupción y el soborno) a
que debe recurrir el político, como incompatible con la severa moral puritana. La segunda se funda en la
creencia de que la política —toda política— es por esencia “burguesa”, es decir, “mala”, constituye un
obstáculo para el advenimiento de la sociedad libre y justa y resultará incompatible con ella.

En el tercer caso —“lo moral en la política vivido como imposibilidad trágica”— se asiste al dilema de
hierro de que el hombre tiene que ser moral y tiene que ser político y no puede serlo a la vez. Ejemplos
de esta posición los constituyen el luteranismo inicial y la corriente francesa del existencialismo (Sartre,
Merleau-Ponty, etc.). Según el primero, el político cristiano debe inexorablemente ajustar su actividad a
los preceptos de la moral de Cristo, lo que importa su fracaso político, o, si no lo hace, su pecado.
Según la segunda, la “autenticidad” se resuelve en la “ambigüedad”, sin conciliación posible.

En el cuarto caso —“lo moral en la política vivido dramáticamente”—, se reconoce el conflicto, no se lo


elude y se admite que puede ser resuelto a favor de la moral, pero no fácil ni cómodamente. Sólo ha de
lograrse la moralización de la política a través de la lucha moral, mediante la praxis y no mediante la
teoría.

Piensa Aranguren que el cuarto planteo es el que mejor permite aproximarse a la solución de la
cuestión. En efecto, en los dos primeros casos la cuestión es eludida y en el tercero, colocada en
callejón sin salida. Los datos del problema, considerados en su propia realidad, sólo dan pie para una
solución “dramática”. La actividad política —que es conducta humana— se sirve, como toda conducta
humana, de “medios” y persigue “fines”. Se trata, por una parte, de confrontar estos “fines” con los de la
moral, y por otra, si los “medios” —la actividad en sí misma— han de estar regidos por las normas
morales.

En lo que se refiere a los “fines”, el genio de Aristóteles proporciona, para decidir un aspecto parcial de
la cuestión, una pauta que, si bien contiene un juicio de valor, resulta universalmente válida. Se trata de
la distinción, en la actividad realizada por los ocupantes de los cargos del gobierno, entre “fines
particulares” de ellos, individual o colectivamente (v.g.: halago de la vanidad, obtención de riqueza, etc.),
y el “fin común” o “general” (de la comunidad política de sus integrantes, al margen de la variabilidad de
su contenido). De acuerdo con la pauta aristotélica, el juicio moral descalifica a los primeros y justifica al
segundo.

Pero el problema se plantea —dejando de lado los “fines particulares”— con respecto a los que en esta
obra se ha llamado fines “últimos” de la actividad política, que en rigor no son políticos, sino
metapolíticos. En ese plano, el problema no consiste realmente en relaciones eventualmente
conflictivas, entre política y moral: se trata de un problema estricta y únicamente moral. La elección de
tales “fines”, en detrimento y con exclusión de otros, reposa en última instancia en la concepción del
mundo y la respectiva tabla de valores de quien tiene que hacer la elección. Interfieren en ello
necesariamente, por tanto, juicios de valor, determinados por factores en buena medida irracionales y,
por consiguiente, de carácter eminentemente subjetivo. No puede decirse, en tal caso, salvo casos
extremos, que haya un apartamiento de la moral sino que, al contrario, lo que ocurre es que resulta
imposible encontrar una pauta suprema para justificar la elección de los “fines”, más allá de las
respectivas concepciones del mundo y tablas de valores. En ello consiste el primer acto del drama.

En lo que hace a los “medios”, resulta también de gran utilidad la idea proporcionada por Aristóteles
acerca de la especificidad de la moral política, al considerarla distinta de la moral doméstica y de la

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moral personal, y al subdividirla, a la vez, según se trate de gobernantes o de ciudadanos. La


admisibilidad de distintos sistemas normativos en función del distinto tipo de relaciones interhumanas y
del distinto papel desempeñado en ellas, conduce a solucionar dilemas que, si no fuera así, serían
verdaderamente de hierro. Pero queda en pie el problema, se trate de la faz “agonal” o de la faz
“arquitectónica” de la política, de si les está permitido a los “poderosos”, a los “buscadores de poder” o a
los simples ciudadanos, mentir, engañar, corromper, sobornar, usar la violencia. Habrá que decir en
principio, no; pero no se podrá evitar excepciones, cuando determinadas circunstancias así lo exijan.
Más, ¿en qué medida y por cuáles circunstancias? La respuesta a esta pregunta no puede ser dada a
priori por ninguna máxima abstracta, con lo que se abre el paso a las seudojustificaciones. Y en ello
consiste el segundo acto del drama. El tercer acto es muy breve; pero, para desatar el nudo y dar lugar
a la caída del telón final, no queda, en cada caso, otro recurso, otra instancia, ni otro custodio, que la
conciencia moral.

6 - POLITICA Y DERECHO

a) Planteo de la cuestión

Si se piensa en términos de derecho positivo, la cuestión de su relación con la política puede ser
planteada del siguiente modo: ¿Debe la actividad política estar sujeta al derecho? En caso afirmativo,
¿cómo? Bien se sabe que la actividad política se despliega en distintas “fases” y con distintas “faces”.
No es igual cuando persigue el fin inmediato —la ocupación de los cargos—, que cuando la guía el fin
mediato —la construcción, consolidación y conservación del agregado humano— o cuando está dirigida
hacia los fines “últimos”. Tampoco revisten el mismo carácter la faz “agonal” y la faz “arquitectónica”.
Tales diferencias ponen de relieve que no puede darse una respuesta única y general a las preguntas
formuladas. Por otra parte, cabe distinguir entre lo que se puede “describir” al respecto y lo que habría
que “prescribir”. Y, por fin, corresponde señalar que, en la materia, es muy grande, como factor
determinante, el condicionamiento ambiental, y particularmente el histórico.

Hechas estas aclaraciones, serán considerados a continuación los aspectos más salientes de la
cuestión.

b) Regulación jurídica de la actividad política en su faz “agonal”. Normas para la designación de


los gobernantes

Cualquiera sea el régimen político establecido y cualquiera sea el influjo que ejerzan las normas
morales sobre la actividad política, no pueden faltar normas jurídicas —pocas o muchas, simples o
complejas— que establezcan el modo de acceso a los cargos del gobierno. Lo requiere el carácter de la
estructura de la “relación política”, con su vocación por el orden y la estabilidad. Si no estuviera previsto
y fijado normativamente el régimen de acceso a los cargos del gobierno, la “relación política” carecería
del mínimo de persistencia y de consistencia para ser efectiva. Siempre, en cada momento, estaría
expuesta a sucumbir. Claro que, en los hechos, ese riesgo existe lo mismo permanentemente, pero con
la diferencia —por cierto muy importante por sus consecuencias prácticas— de que la normatividad
jurídica establecida determina por sí misma, Comúnmente, en alto grado, la conducta de los actores.

El derecho es consustancial con la comunidad política. No hay comunidad política sin derecho. Siempre,
de algún modo y en alguna medida, la conducta de los súbditos —y por eso son súbditos— está
regulada por normas obligatorias y coercitivas en lo que se refiere a muchas de las relaciones entre
ellos. En tal sentido —formal— todo Estado (o comunidad política) es “Estado (o comunidad política) de
Derecho”. Pero, además, entre la multiplicidad de tales normas jurídicas, hay siempre algunas que
regulan precisamente el acceso a la ocupación de los cargos del gobierno, o sea lo que puede
denominarse genéricamente “la transferencia del gobierno”. Pueden ser muy diversas. Pueden estar
mezcladas con normas religiosas o estar totalmente desacralizadas. Pueden utilizar medios muy
diferentes, tales como la herencia, el sorteo o la elección. Pueden ser cumplidas o violadas con mayor o
menor frecuencia. Dependen, además, de principios de legitimidad que son tributarios, a su vez, de las
costumbres, la cultura, la ciencia, la religión, los intereses económicos de una época. Pero, sea como
fuere, siempre, de alguna manera, las habrá. En cuanto a la clasificación de los “modos jurídicos de

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designación de los gobernantes”, puede aceptarse la formulada por Duverger en “autocráticos”


(herencia, cooptación, nombramiento por otro gobierno) y “democráticos” (sorteo, elección).

La regulación jurídica de la actividad política en su faz “agonal” tiene especial importancia para los
regímenes políticos que pueden ser incluidos dentro de la denominación de “democracia constitucional”.
En tal sentido, lo fundamental de los mencionados regímenes es la competencia pacífica y, para ello, la
institucionalización de la oposición. Por eso, es parte muy importante de esa regulación jurídica, en tales
regímenes, lo relativo a las leyes orgánicas de los partidos políticos y a las leyes electorales.
Lo manifestado no significa que dichas regulaciones jurídicas —cualesquiera sean sus modalidades y el
régimen político de que se trate— tengan siempre vigencia y eficacia. Con ellas ocurre lo que con todas
las normas del derecho positivo: existe siempre la posibilidad —y la posibilidad se convierte muchas
veces en acto— de que no sean cumplidas o de que sean violadas. Por eso, vista la cuestión en el
extenso campo de la realidad política, cabe distinguir entre la actividad política en faz “agonal” sujeta a
regulación jurídica o no sujeta a ella. Se encuentra en este último caso la “conquista” y sus diversas
modalidades, la “revolución”, el “golpe de Estado”, etc.

e) Regulación jurídica de la actividad política en su faz “arquitectónica”

La actividad política en su faz “arquitectónica” es, como antes se ha visto, realizada principalmente por
los ocupantes de los cargos del gobierno. ¿Está, o debe estar, tal actividad jurídicamente regulada? Ni
la historia ni la doctrina coinciden en la respuesta. Si se examinan todos los regímenes políticos que han
existido, se llegará a la conclusión de que, en su mayoría, la actividad de los gobernantes no ha estado
sujeta a regulación jurídica. Siempre que ha habido soberanos —en la realidad, no en el nombre—,
unos, pocos o muchos, han hecho la ley —para los súbditos—, pero no han estado sometidos a ella.
Han sido absolutos (Iegibus absoluta) y, por lo tanto, el régimen político respectivo ha correspondido a
alguna de las variantes del “absolutismo”. En otros casos, en los menos —básica aspiración del
constitucionalismo, a veces en parte realizada—, los ocupantes de los cargos del gobierno han debido
ajustar su actividad a normas establecidas para ellos. En tales casos, el régimen político ha recibido el
nombre de “Estado constitucional” o “Estado de Derecho” (por su contenido y no meramente por su
forma).

La regulación jurídica de la actividad política en su faz “arquitectónica” no se presenta con el mismo


carácter de necesidad que en la faz “agonal”. La mayor parte de los gobiernos a través de la historia —
según antes se dijo— no han conocido tal regulación, y Platón, en la República, consideraba que en la
polis perfecta no hacía falta que el “magistrado sabio” estuviera restringido en su actividad por ley
alguna. La regulación jurídica de la actividad de los ocupantes de los cargos del gobierno, aunque
reconoce lejanos y variados antecedentes, es —con el nombre de “imperio de la ley”— uno de los
principios básicos del Constitucionalismo contemporáneo, para lo cual propugna varias “técnicas
jurídicas” tendientes a “limitar” la actividad de los ocupantes de los cargos del gobierno y, de ese modo,
salvaguardar los derechos humanos.

d) La intervinculación de política, moral y derecho

Pese a todas las variantes que ofrece, no es aventurado afirmar que la realidad política, esencialmente,
por mucho que tenga de propia y exclusiva, se encuentra inexorablemente vinculada, así sea como
problema existencial, con la moral y el derecho. La actividad política, con sus rasgos característicos y
sus reglas inherentes, se halla a cada paso y en cada una de sus fases y de sus faces, frente a normas
morales, unas, y jurídicas, otras, que acatar o eludir.

Cabe, empero, distinguir distintos planos normativos. La actividad política - como toda conducta
humana— se realiza, fácticamente, en un plano totalmente libre o puramente técnico —en este caso,
sujeta sólo a normas técnicas de eficacia—, al margen de toda normatividad jurídica o moral. En un
segundo plano, se encuentra encuadrada por cierta normatividad jurídica, en mayor o menor grado,
según la faz de la actividad política de que se trate y el régimen político en que se desarrolle. Esa
normatividad jurídica —como toda normatividad jurídica— puede ser cumplida o violada, y en ese
cumplimiento o violación desempeñan su parte, para justificar la conducta en un sentido u otro, o para

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no justificarla, las normas morales. Y ya en el tercer plano, más allá de las normas jurídicas, aun
cumpliéndolas, la actividad política se encuentra con las normas puramente morales.

Pero, por supuesto, la idea y la realidad de los distintos planos normativos no excluye, en la práctica, la
interferencia recíproca. En rigor, la distinción es más categorial que existencial. Virtualmente, la
actividad política se halla, a cada paso y en cada momento, inmediata o mediatamente, frente a toda la
normatividad jurídica y moral. Y no permanece frente a ella pasivamente, sino activamente. No se
encuentra solamente frente al dilema de aceptarla o rechazarla, sino también de mantenerla o
modificarla. Porque hace también a la esencia de la actividad política la capacidad de crear nuevas
normatividades, sea —usando el lenguaje de Burdeau— de crear nuevas “reglas de derecho” o, más
allá, de crear nuevas “ideas de derecho”, que es prácticamente tanto como decir crear nuevas
cosmovisiones del derecho natural, de la justicia y de la moral.

Y es precisamente en la tensión dialéctica entre el “derecho que es” y el “derecho que debe ser”, entre
la “regla de derecho” y la “idea de derecho”, donde aparece la mayor trascendencia de la actividad
política. Todo “derecho que es” o toda “regla de derecho” responde a una determinada imagen del
“derecho que debe ser” o de la “idea de derecho”. Pero es posible —y a veces ocurre— que otra imagen
del “derecho que debe ser” se oponga al “derecho que es” o a la “regla de derecho”. De la tensión
surgen, en un caso, la actitud y la actividad conservadora, y en el otro, la actitud y la actividad
transformadora. Y en el dinamismo vital que con tales motivos se engendra, se entrelazan,
inextricablemente, política, derecho y moral.

Cabe señalar, por último, como aclaración ilustrativa, que pese a su ubicación en planos distintos con
respecto a la regulación de la conducta humana —incluida la política—, el derecho emerge
normalmente de las pautas morales existentes en cada sociedad y en cada época, pues, como lo
pusiera en relieve Montesquieu, en última instancia es el ethos del pueblo lo que informa al “espíritu de
las leyes”.

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CAPITULO 2

El conocimiento político

1. LOS MODOS DEL CONOCIMIENTO. CLASES Y GRADOS

a) Conocimiento. Concepto. Elementos

Conocimiento es el resultado del acto de conocer. Es una relación y correlación entre un “sujeto”
(cognoscente) y un “objeto” (de conocimiento) que implica una aprehensión del segundo por el primero,
o, si se quiere, una penetración del primero en el segundo. Tal aprehensión o penetración importa
actividad del sujeto, inalterabilidad del objeto y no fusión entre ambos. No hay conocimiento sin acto de
conocer por parte del sujeto cognoscente. El objeto, al ser conocido, no deja por ello de ser lo que era.
La relación o correlación entre sujeto y objeto no significa la fusión entre ambos. Pero, a través del
conocimiento, la realidad aprehendida y penetrada (el objeto) queda fijada en el sujeto. No basta, pues,
el acto de conocer; se requiere, además, la obtención del resultado.

Sin embargo, el conocimiento no siempre se presenta con la simplicidad que resulta de lo expuesto.
Ofrece variantes, de las que resultan, por ejemplo, la pasividad o la transformación del sujeto a raíz del
impacto de la aprehensión del objeto. Puede ocurrir, inclusive, que se opere la modificación del objeto
por la actividad del sujeto cognoscente, exista o no de parte de éste el propósito de transformar el
objeto como consecuencia del conocimiento.

Esas variantes del conocimiento obligan a la consideración de sus “clases” y de sus “grados”.

b) Clases y grados de conocimiento

Se pueden distinguir distintas clases y distintos grados de conocimiento. Las clases de conocimiento se
diferencian por la “finalidad”. Si ésta no es otra que el “conocimiento en sí mismo”, en un plano de
generalidad y abstracción, nos hallamos en presencia del conocimiento “puro”. Si, en cambio, existe una
finalidad práctica, cual es la de operar sobre los fenómenos que constituyen el específico y concreto
objeto de conocimiento, nos encontramos frente al conocimiento “interesado”. Además, existe una clase
intermedia, a la que puede dársele el nombre de conocimiento “aplicado”, y es la que tiene por objeto
determinados fenómenos concretos o la predicción de los que se producirán. Por otra parte, existen los
distintos “grados” de conocimiento, según sea la “modalidad” del acto de conocer y el “resultado” que
con él se obtenga. Es necesario tener en cuenta, además, que las diferencias en el objeto —“natural” o
“cultural”— influyen tanto respecto de las clases como de los grados de conocimiento.

En lo que se refiere a las “clases” de conocimiento, sigue siendo válida la distinción hecha por los
escolásticos entre “conocimiento especulativo” —que puede también ser denominado puro o
desinteresado— y conocimiento “práctico” —que también puede ser denominado interesado—. En la
actualidad, sin embargo, sobre todo cuando se usa la palabra “investigación” —más específica que
“acto de conocer”—, es más común valerse de los adjetivos pura —o básica— y aplicada. La diferencia
estriba en que la investigación básica no tiene otra finalidad que el propio conocimiento a nivel de
generalización y abstracción. Sólo le importa conocer, y conocer abstractamente. En cambio, la
investigación aplicada implica algo más: en primer lugar, la aprehensión o penetración intelectual de una
realidad concreta, empírica; en segundo lugar, la posibilidad de predecir fenómenos. Pero la
investigación aplicada sólo llega a convertirse en conocimiento “interesado”, cuando el vínculo con la
realidad adquiere cierta connotación de aceptación o rechazo y, consecuentemente, cierta proyección
sobre la acción para mantener aquélla tal cual es o modificarla.

El filósofo alemán Max Scheler, por su parte, ha clasificado el conocimiento en “técnico”, “culto” y “de
salvación”. Esta clasificación tiene cierta semejanza con la antes indicada. En efecto, el conocimiento
“culto” viene a ser lo mismo que el conocimiento “puro”, y el “técnico” y el de “salvación” no son sino dos
modalidades del “aplicado”. En el primer caso, se trata de “conocer” para “hacer” —sobre las cosas—;

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en el segundo, de “conocer” para “obrar” —sobre el alma—. Por eso, no hay que confundir lo “aplicado”
—o “práctico” o “interesado”— con lo “material” ni con lo “moralmente neutro”.

En lo que respecta a los “grados” de conocimiento, corresponde recordar que tal distinción se remonta a
la antigüedad clásica. Platón, en la República, distingue cuatro grados de conocimiento que por orden
jerárquico son los siguientes: conocimiento perfecto, conocimiento razonado, convicción y conjetura. La
distinción jerárquica está también presente en Aristóteles, quien en la Etica a Nicómaco, al referirse al
de nivel inferior —doxa—, expresa que lejos de ser un hallazgo es una mera afirmación.

En la actualidad, hay clara conciencia de los distintos “grados” de conocimiento, pero no existe
uniformidad acerca de su número ni de sus límites. Puede aceptarse, sin embargo, una primera
jerarquización entre el conocimiento “empírico”, “vulgar” o “ingenuo” por una parte, y el “metódico”,
“reflexivo” o “crítico” (filosófico y científico), por otra. Se trata de dos maneras o familias de
conocimiento. El conocimiento empírico (vulgar o ingenuo) es espontáneo, producto de recepción y
experiencia pasivas, patrimonio común de todos los seres humanos. El conocimiento metódico (reflexivo
o crítico) es provocado, producto de actitud deliberada, patrimonio de especialistas.

Es, sobre todo, difícil de establecer la distinción entre el conocimiento filosófico y el conocimiento
científico, entre la filosofía y la ciencia, y resultan innumerables e interminables las controversias al
respecto. Durante mucho tiempo, esos dos grados de conocimiento permanecieron unidos y —tal como
actualmente se presentan— pueden ser considerados como ramas de un tronco común. Desde que
surgió la ciencia moderna, su distinción de la filosofía se ha manifestado tanto en el objetivo (los
interrogantes) como en el método. La primera ha procurado dar respuestas acerca de “cómo” es la
realidad y, por ende, cuáles son los fenómenos con que se manifiesta y cuáles las leyes que los rigen.
La segunda ha procurado dar respuestas acerca de “qué”, “por qué” y “para qué” es la realidad y, por
tanto, su esencia, sus causas primeras y sus fines últimos. En relación directa con esa diferencia
fundamental, se encuentra la diferencia de método. El filosófico depende de cada concepción filosófica,
es expresión de ella y por eso ofrece muy diversas manifestaciones (por definición, por demostración de
los principios, dialéctico, intuitivo, fenomenológico, etc.). El científico es el rasgo característico del tipo
de conocimiento denominado ciencia e inseparable de ella, razón por lo cual, a continuación, se hará
referencia a uno y otra conjuntamente.

c) Método científico y ciencia. Ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu

La ciencia, en el sentido de un conocimiento efectivo y a la vez riguroso de la realidad, tiene su origen,


juntamente con el método que le es propio --el método científico— a comienzos de la Edad Moderna,
aunque no faltan quienes la ubican en época más reciente.

Es cierto que la palabra ciencia reconoce un origen más antiguo, pues deriva del latín xire (saber),
aparte de que, anteriormente, los griegos —por ejemplo, Platón y Aristóteles— habían distinguido entre
el saber con certeza (episteme) y la mera opinión (doxa). Pero hasta la modernidad no surgen los
verdaderos iniciadores del conocimiento científico —Galileo, Descartes, Bacón, Newton— o sus
precursores inmediatos —Copérnico, Paracelso, Vesalio, Servet, Leonardo—. Esos pensadores
extraordinarios, y en particular Galileo, son quienes aplican al mundo de la naturaleza el método “en
sentido riguroso” y de ese modo hacen nacer la ciencia.

Se puede afirmar que el carácter esencial de la ciencia —para lo cual es imprescindible el método
científico— consiste en dar una sola explicación racional a un amplio campo de fenómenos o, dicho de
otro modo, en construir un conjunto de conceptos simples que den razón a una totalidad de fenómenos.
Su objetivo es simplificar la realidad para hacerla inteligible. Para ello la ciencia
—y sin ello no hay método científico— obra mediante conceptos que se han llamado “sintéticos”, es
decir, “construcciones” (sin-thesis — con-strucciones), requiriendo, además, claro está, las adecuadas
técnicas de investigación de los hechos o fenómenos empíricos.

Pero cabe preguntarse si ese tipo de conocimiento es exclusivo de un solo sector de la realidad, como
parecerían indicarlo su origen y su máximo desarrollo. En efecto, durante algún tiempo se ha reservado

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el nombre de ciencia para el conocimiento cuantitativo de la naturaleza, y todavía en la actualidad, en


inglés, la expresión scientific method evoca sólo a ella. Sin embargo, en términos generales, se ha ido
ampliando poco a poco el concepto de ciencia y paralelamente se ha ido marcando su “distinción con la
filosofía”, a la vez que se ha producido, por una parte, la unificación de la ciencia (ciencia en general) y,
por otra, la clasificación de las ciencias (ciencias particulares). Corresponde destacar en ese proceso el
aporte del “positivismo”, con su fuerte dosis de inductivismo, en particular el de Augusto Comte y John
Stuart Mill. A través de ese proceso, se han ido planteando, sin embargo, dos interrogantes
fundamentales: ¿En qué se asemejan y en qué se diferencian las “ciencias de la naturaleza” y las
“ciencias del espíritu”? ¿Existe un método científico único aplicable a unas y otras?

Las respuestas de los “positivistas” fueron categóricas. Comte descartó la idea de una diferencia
esencial entre las ciencias físicas y biológicas, por una parte, y las ciencias sociales, por otra, y sólo
admitió la desigualdad en los grados de evolución, debido al retraso de las últimas. John Stuart Mill, en
su sistema de lógica, afirmó que el progreso de las ciencias sociales resultaría de que se les aplicara la
metodología de las ciencias naturales.

Esa posición, que alcanzara quizás su máxima expresión en la obra del célebre químico Berthelot,
titulada Science et libre pensde, publicada en 1905, fue objeto de severas críticas en la misma época en
que alcanzaba su mayor difusión, es decir, durante las últimas décadas del siglo XIX. Así, en 1883, el
filósofo alemán Guillermo Dilthey, en su obra Introducción a las ciencias del espíritu, sostuvo la
diferencia radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu, afirmó que la sociología
no era una verdadera ciencia y sentó la tesis de que las llamadas ciencias sociales requieren un método
fundamentalmente distinto de las ciencias físicas y deben basarse en una especie de intuición directa,
de comunión afectiva. “La naturaleza —afirmaba— nos la explicamos; la vida del alma la
comprendemos”.

La polémica, sin embargo, no ha concluido y continuamente se esgrimen argumentos con sentidos


contrarios. Al margen de la polémica, cabe y resulta conveniente aceptar la clasificación de los objetos
cognoscibles, como lo hace Husserl en tres “ontologías regionales”:

1. región de los “objetos ideales”, que no están en nuestra experiencia y son neutros al valor (v.g.:
un triángulo);
2. región de los “objetos naturales”, que están en nuestra experiencia y son neutros al valor (v.g.:
un trozo de mármol);
3. región de los “objetos culturales”, que están en nuestra experiencia y, además, tienen “valor”,
sea de signo positivo o negativo (v.g.: una estatua).

Hay base, pues, para distinguir diversos tipos de conocimiento según el carácter de sus respectivos
objetos y, de ese modo, clasificar las ciencias en igual número de grandes grupos. Pero subsisten dos
dudas importantes: las ciencias “del espíritu” (“culturales”, “sociales”, “morales”, “humanas”), ¿son
realmente ciencias? En caso afirmativo, ¿admiten el mismo método que las “otras”?

Para disipar la primera duda hay que tener presente que, en lo relativo al siglo XX, las posibilidades de
las ciencias de la naturaleza para alcanzar un conocimiento definitivamente cierto fueron puestas en tela
de juicio. Las consideraciones críticas de H. Poincaré (Science et méthode, 1909) y de E. Meyerson
(Identité et realité, 1908, y De l‘explication dans les sciences, 1921), han sido fortalecidas por los
descubrimientos revolucionarios de la física atómica, de la química nuclear, de la genética, etc. Así, en
el compacto edificio de la ciencia se han abierto —en cuanto a la posibilidad de certidumbre— serias
fisuras. Han disminuido, por lo tanto, al menos en ese aspecto de la “posibilidad de certidumbre”, las
razones para negar el carácter de ciencia a las llamadas “ciencias del espíritu”. Quienes esgrimían tales
razones se basaban en que era característica de la ciencia la verificación y la predicción mediante la
observación y la experimentación, y no la encontraban en las ciencias del espíritu. Pero, aparte de que
las ciencias que no tienen por objeto fenómenos espacio-temporales no “observan” ni “pronostican”
(como sucede, por ejemplo, con la matemática, la lógica, la teoría musical, etc.), nada impide a las
ciencias del espíritu, en distintos grados, “observar” y hasta “pronosticar”.

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El hecho de que la predicción de la conducta humana pueda influir sobre ella, a diferencia de lo que
ocurre con los fenómenos de la naturaleza, es una diferencia importante pero no priva de carácter
científico a las ciencias del espíritu. Por lo demás, como ha señalado Easton, tanto en estas últimas
como en las de la naturaleza, podemos descubrir generalizaciones que continuarán siendo ciertas,
aunque las conozcamos y que, sin embargo, resultarán útiles para nuestra acción. En rigor, y éste
parece ser argumento decisivo, la ciencia no es sino un determinado grado de conocimiento —un
conocimiento minucioso, preciso, comprehensivo y distinto— ¿Por qué, entonces, no pueden ser ciencia
las ciencias del espíritu? Sólo requieren —se ha dicho— que se les aplique enérgicamente el método
científico “en sentido riguroso”, es decir, que se elaboren, con nitidez lógica, los conceptos
fundamentales. Y, además, por supuesto, que se apliquen las técnicas de Investigación más adecuadas
a las características de los respectivos objetos.

2. CLASES DE CONOCIENTO POLITICO. “TEORIAS POLITICAS” Y “DOCTRINAS POLITICAS”

a) Conocimiento político puro y conocimiento político aplicado

El conocimiento político, es decir, el conocimiento que tiene por objeto la realidad política, puede ser, al
igual que todo conocimiento, “puro” (“básico, “especulativo”, “desinteresado”) o “aplicado” (“práctico,
“interesado”). En el primer caso, busca la mayor generalización posible para describir dicha realidad
como un todo o en sus partes. Predomina la orientación hacia la gnosis o el logos. En el segundo caso,
en cambio, predomina la orientación hacia la praxis. En efecto, el “conocimiento político aplicado” —
también en las connotaciones de “práctico” o “interesado”— puede significar por lo menos tres casos
diferentes, aunque entrelazados, de utilización —aplicación— del conocimiento político puro con
respecto a la realidad práctica, a saber: 1) para la investigación empírica, es decir, de determinados
fenómenos concretos; 2) para el pronóstico o predicción de fenómenos futuros; 3) para la prescripción
de la conducta política en sus distintas faces. Además, inevitablemente, en el último de los casos
enumerados, el conocimiento político aplicado no sólo contiene juicios de realidad sino también juicios
de valor.

Como resulta de lo dicho, la distinción entre el “conocimiento político puro” y el “conocimiento político
aplicado” no es simple. En su primera manifestación, este último se asemeja parcialmente al primero en
la “finalidad”, aunque ambas no llegan a confundirse. En los dos casos, se busca “conocer lo que es”, tal
cual es, con la diferencia de que en uno se lo busca en el plano de lo general y lo abstracto, y en el otro
en el de lo concreto y empíricamente determinado. En la segunda manifestación, la diferencia parece
más neta desde el momento que el conocimiento político aplicado no se ocupa de lo que es sino de lo
que ha de ser, aunque bien miradas las cosas la diferencia con el conocimiento político puro tampoco
es absoluta, ya que en el alto grado de generalización y abstracción de este último se puede abarcar
también lo que ha de ser. En cuanto a la tercera manifestación del conocimiento político aplicado es, sin
duda, la que más claramente se diferencia del conocimiento político puro, pues su objetivo es la
“valoración” de lo “que es”, con su proyección acerca de “qué hay que hacer” y “cómo hacerlo”.

Obsérvese que la distinción se desvirtúa si se adopta como criterio la oposición entre el conocimiento
del “ser” y el del “deber ser”, y se identifica el primero con “juicios de realidad” y el segundo con “juicios
de valor”. En el conocimiento político puro y en la primera de las manifestaciones examinadas del
conocimiento político aplicado, en “lo que es” —más abstracto o más concreto, según el caso— hay
también “deber ser” y “juicios de valor”— “fines” y “valores”—. Lo mismo ocurre en la segunda de las
manifestaciones examinadas con respecto a “lo que ha de ser”. Y en lo que se refiere a la tercera de
dichas manifestaciones, no desaparece “lo que es” por el hecho de que “se lo juzgue” Y se trate de
“operar sobre él”.

b) “Teorías políticas” y “doctrinas políticas”. Distinción conceptual

Las palabras “teoría” y “doctrina”, derivada la primera del griego y la segunda del latín, pueden ser
consideradas como sinónimos de acuerdo con sus respectivas etimologías y asignárseles en
consecuencia el vago y difuso significado común de “conocimiento reflexivo”. Pero, aun a través del uso
vulgar, se insinúa entre las dos palabras un matiz de sentido diferencial que llega a resultar útil para

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poder distinguir, en nuestro tiempo, dos clases distintas de conocimiento y, en particular, de


conocimiento político.

La distinción entre “teoría política” y “doctrina política” ha sido claramente expuesta por Marcel Prélot.
Con la primera, se alude al conocimiento que agrupe y explica los fenómenos políticos, construyendo
“hipótesis” que, una vez verificadas, se convierten en “leyes”. Con la segunda, se hace referencia al
pensamiento destinado a juzgar los fenómenos políticos, aceptándolos o rechazándolos, en función de
una determinada Weltanschauung, que indica a la vez los caminos a seguir. La misma distinción está
presente en otros autores, aunque con distinta terminología. Así, por ejemplo, David Easton, llama a la
primera “teoría causal” y a la segunda, “teoría de los valores”.

Lo que importa destacar es que la “teoría política” es fundamentalmente “conocimiento político puro”,
aunque puede vincularse con las dos primeras manifestaciones del “conocimiento político aplicado”,
sirviéndoles de matriz. En cambio, la “doctrina política” corresponde esencialmente a la tercera
manifestación de aquél. Mediante la “teoría política” se trata de “conocer” la realidad, tal cual es;
mediante la “doctrina política”, de “operar” sobre ella, sea en el sentido de su mantenimiento o de su
cambio. La primera es una manera de pensar destinada al conocimiento de la realidad política: busca
obtener un conocimiento comunicable, confrontable y de validez general. La segunda es una manera de
pensar destinada a la acción en la realidad política: busca señalar la empresa por realizar. La realidad
objeto de conocimiento es la misma, pero es distinta la actitud del sujeto. En un caso predomina la
voluntad de conocer; en el otro, la voluntad de querer y poder. En tal sentido, cabe afirmar que la “teoría
política” es conocimiento de la realidad política que no se confunde con ella y, en cambio, la “doctrina
política” queda implicada en la realidad política misma.

La “teoría política” será objeto de nueva consideración al tratar más adelante de la ciencia política y de
su metodología. En cuanto a las “doctrinas políticas”, su consideración varía en función de distintos
enfoques (v.g.: “ideologías, utopías y mitos”; “fines del Estado”; “regímenes políticos”).

e) “Teorías políticas” y “doctrinas políticas”.

Confusión en la realidad concreto.

Causas: factores irracionales, juicios de valor y determinación social del conocimiento político

Si la diferenciación entre “teoría política” y “doctrina política” no ofrece conceptualmente dificultades, no


ocurre lo mismo cuando se considera en concreto una determinada exposición de pensamiento o
conocimiento político. Por supuesto que, en los casos extremos, es fácil la ubicación; pero la mayor
parte de las veces la “doctrina” no puede prescindir totalmente de la “teoría” a ésta le resulta difícil
desligarse por completo de aquélla.

Cuando se trata de un pensamiento político francamente “doctrinario” no hay dificultad. Así, el


pensamiento fascista expuesto por Benito Mussolini no tiene ninguna pretensión de ser “teórico”. La
cuestión se complica cuando se trata de cierto conocimiento político que pretende ser totalmente puro y,
en ese sentido, “teórico”, como ocurre, por ejemplo, con muchos de los cultores de la ciencia política.
Sus actitudes son bien definidas al respecto: hacer “teoría política” —a veces, dicen, con igual sentido,
“ciencia política”— y no “doctrina política”. Pero, aparte de que aquéllos no siempre logran resultados
concordes con su actitud, por lo menos totalmente, lo frecuente, al margen de los extremos indicados,
es que se haga evidente la hibridez entre la “teoría” y la “doctrina”. Los expositores —sin pensar en los
“propagandistas”— tienen consciente o inconscientemente raíces y finalidades “interesadas” o
“prácticas”, aunque crean o traten de hacer creer que su conocimiento no es sino la expresión fiel y
exacta de la realidad, sin ninguna clase de presupuestos ni de intenciones.

Lo híbrido y lo difícil de deslindar en la “teoría política” y la “doctrina política” obedece a causas


objetivas. No siempre, empero, se tuvo conciencia de ello y menos durante el largo tiempo en que el
conocimiento político estuvo subordinado a la filosofía o a la teología. La constancia del hecho se ha ido
registrando a medida que la ciencia política ha ido forjando su propia identidad, correspondiendo

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destacar, entre las causas objetivas que provocan aquella hibridez y dificultan el deslinde, las que se
enuncian seguidamente.

En primer lugar, y sin duda por el influjo ejercido por la “psicología profunda” (Freud, Jung, Adler, etc.),
se ha puesto de relieve que no todo el conocimiento es tributario de la razón y que en buena medida
escapa a la dirección y al control de ella. Fundamentalmente, Wilfredo Pareto, en su “Tratatto de la
socíologia generale”, publicado en 1916, dejó constancia de la existencia y de la importancia de las
acciones no-lógicas. Señaló la independencia entre la verdad de un conocimiento acerca de la realidad
política y su utilidad práctica: tanto el conocimiento verdadero como el falso pueden resultar socialmente
útiles o nocivos, según los casos. Mostró —mediante el examen de distintos autores de todos los
tiempos— las huellas de las acciones no-lógicas en distintas manifestaciones del conocimiento político y
llegó a la conclusión de que, como consecuencia de ese hecho, aquél constituye una expresión que
deforma o desvirtúa la realidad. Sostuvo que la falta de consideración de las acciones no-lógicas se
debe a que muchos autores se ocupan más de lo que debe ser que de lo que es y, en consecuencia, la
razón opera en ellos al margen de la realidad existente. También afirmó que la eliminación de las
acciones no-lógicas obedece muchas veces a una especie de prejuicio con respecto a las
supersticiones o a imperfecciones de lenguaje. Corresponde señalar, como conclusión, que Pareto ha
sido el principal expositor de las tesis de que el conocimiento político —las “derivaciones” por él
llamadas— esté en gran medida sometido a factores constantes extrarracionales que él llamó
“residuos”. Se advierte así una causa muy importante de la gran dificultad o imposibilidad de alcanzar
un conocimiento político que sea “teoría” pura, sin ingredientes de “doctrina”.

En segundo lugar, se ha puesto de manifiesto la gran vinculación entre cada tipo de conocimiento
político y alguna cosmovisión profunda (Weltanschauung) de la cual aquél en gran medida depende y
que provoca la inevitable interferencia de los juicios de valor en los de conocimiento. Esta segunda
causa está ostensiblemente vinculada con la primera, ya que todo juicio de valor importa, como se verá
enseguida, una dosis considerable de irracionalidad. Los “juicios de valor”, a diferencia de los “juicios de
realidad” o “juicios de conocimiento” no expresan “qué son” o “cómo son” las cosas o los fenómenos,
sino la “estimación” que de ellos hace el sujeto cognoscente. Decir que Fulano ha sido elegido
presidente de la República es un “juicio de realidad” o “de conocimiento”, pero que ése es un hecho
desgraciado para el país, constituye un “juicio de valor”. En el primer caso, se expresa un elemento
constitutivo de la realidad, que es necesariamente el mismo para todos los sujetos cognoscentes. Si no
se incurre en un error de percepción, no caben dos juicios de realidad distintos. En el segundo caso, en
cambio, se atribuye al hecho una cualidad que no depende de su propia existencia material, sino de una
especial relación entre ese hecho y los elementos que son puestos por el propio sujeto cognoscente (su
propia “concepción de) mundo”, su propia “ideología”, sus propios “deseos”, sus propios “intereses”, su
propio “vaticinio”, etc.) - Por consiguiente, la estimación puede variar de un sujeto cognoscente (y que
valora) a otro, sin necesidad de que alguno de ellos incurra en error, y caben, por ende, tantos juicios de
valor como sujetos cognoscentes haya. En este sentido, los juicios de valor son “subjetivos”. La realidad
política —se ha dicho antes— es una realidad simbólica. Los fenómenos políticos no cobran sentido
sino al ser registrados en fa mente, luego de haber sido captados a través de una lente especial. La
realidad política no es, para el sujeto cognoscente, extraña y lejana, como puede ser la luna. Es una
realidad de la que él —más activamente o más pasivamente— “participa”. Es una realidad que, aunque
no lo quiera, le “interesa”. Por eso, es una realidad que no puede captarla sólo mediante juicios de
conocimiento, sino que, por el contrario, esa captación entraña también juicios de valor. La captación
del hecho político lleva aparejada una actitud de aceptación o de rechazo, de agrado o de desagrado.
Puede afirmarse sin vacilar que, en tal sentido, los juicios de valor son ingredientes necesarios de la
propia realidad política tal como es.

Si los juicios de valor forman parte de la propia realidad política, el problema que se presenta para el
conocimiento político es doble. Por una parte, ¿se puede conocer dicha realidad desalojando del objeto
de conocimiento todo lo que constituye valores y valoraciones? Por otra, ¿puede el teórico político
despojarse de sus propios juicios de valor en la captación de su objeto de conocimiento? A este último
respecto, ¿es posible la objetividad del conocimiento político? La respuesta a la primera pregunta no
puede sino ser negativa. Si los juicios de valor forman parte de la realidad política y están, además,
unidos a ella inextricablemente, no hay modo de conocer esa realidad, tal cual es, si se prescinde de

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

una parte de ella. La respuesta a la segunda pregunta requiere algunas aclaraciones. No hay cuestión
con relación a las “doctrinas políticas”, ya que los juicios de valor son inherentes a esa clase de
conocimiento. El problema se presenta con referencia a la “teoría política”: ¿Debe en tal caso, el sujeto
cognoscente, es decir, el teórico político, despojarse de sus juicios de valor? ¿Puede hacerlo? Max
Weber ha sido el campeón de la neutralidad axiológica” en las ciencias sociales, pudiendo ser resumida
su posición del siguiente modo: el estudioso de las ciencias sociales puede considerar los valores, pero
al investigar la realidad —los valores incluidos— debe excluir sus propias valoraciones. En términos
parecidos, se había pronunciado, algunos años antes, el sociólogo francés Emil Durkheim en su obra
titulada Lasreglas del método sociológico. Sin embargo, son muchos los que piensan —David Easton
entre ellos— que el teórico político no puede prescindir de un marco de referencia valorativo. Sea como
fuere, lo que importa es su actitud y su sinceridad. El teórico político debe, permanentemente, estar
advertido él mismo y advertir a los demás de sus propias valoraciones. Debe procurar que éstas no
deformen y tergiversen la realidad y al mismo tiempo debe tener conciencia —y exteriorizarla— de que,
aun sin quererlo, aquéllas siempre se filtran de un modo y en alguna medida en el conocimiento teórico
puro.

En tercer lugar, como lo han señalado los cultores de la “sociología del conocimiento”, y en particular el
sociólogo alemán Karl Mannheim, el pensamiento político se encuentra socialmente determinado con lo
cual se quiere significar que no existe un conocimiento político válido por sí mismo, sino “perspectivista”,
“relacional” y “parcial”. Es “perspectivista” porque sólo se conoce la realidad política desde un punto de
vista, es decir, con una determinada perspectiva. Es “relacional” porque está necesariamente
“relacionado” con una determinada situación. Y es “parcial” en el doble sentido de la palabra, ya que por
una parte no es total y, por otra, responde a la propia posición y al propio interés del sujeto que conoce.
El perspectivismo, la relación y la parcialidad están determinados, en última instancia, por ubicación
social del que conoce. Su punto de vista es el del grupo social a que pertenece. Según Mannheim, hay
un residuo irreductible de elementos condicionantes de la “teoría política”, inclusive cuando se ha
conseguido eliminar las valoraciones conscientes y los prejuicios.

3. GRADOS DEL CONOCIMIENTO POLITICO. FILOSOFIA POLITICA. TEORIA DEL ESTADO.


CIENCIA POLITICA. TECNICA POLITICA

a) Necesaria aclaración previa

El tema de los “grados” del “conocimiento político”, es decir, el relativo a las distintas “modalidades” del
acto de conocer y a los distintos “resultados” que con ellas se obtienen no está totalmente desvinculado
del tema de las “clases” de “conocimiento político”, precedentemente expuesto. En efecto, tales “grados”
—filosofía política, teoría del Estado, ciencia política, técnica política— están más o menos vinculados,
según los casos, con el conocimiento puro y con el conocimiento aplicado, con la “teoría política” y con
la “doctrina política”. Por otra parte, el deslinde entre dichos grados no es muy preciso ni muy neto.
Hecha esa imprescindible aclaración, se considerarán sucesivamente cada uno de esos diversos
grados del conocimiento político.

b) La filosofía política en la historia del conocimiento político

La expresión “filosofía política” ha sido utilizada a través de la historia del conocimiento político y sigue
siéndolo todavía. Durante muchos siglos, por lo menos a partir del “siglo de Pericles”, constituyó la
denominación propia del conocimiento razonado de la realidad política, sin que se hiciera distinción con
otro grado de conocimiento al que correspondiese el nombre de ciencia. Ese conocimiento razonado
contuvo a la vez, en muchos casos, reflexiones acerca de fenómenos observados en la experiencia
empírica mezcladas con lucubraciones metafísicas acerca de la esencia misma de la realidad política y,
en particular, de la “mejor” forma de gobierno; abrigaba casi siempre el propósito de proyectarse en
realizaciones prácticas. En esa línea se encuentran, para no citar sino algunos, Aristóteles y Cicerón,
Bodin y Montesquieu. En otros casos, eran prácticamente inexistentes las referencias a los datos
históricos y se acentuaba, en cambio, la preocupación por la esencia de la realidad considerada y por la
imagen de la comunidad ideal. Es la línea, entre muchos otros, de Platón y de Rousseau. Y no faltaron

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casos especiales en los que predominaba, ora el “ser” de la política, como en Maquiavelo, ora el “deber
ser”, como en Tomás Moro, aunque siempre, más próximo o más lejano, con el proyecto de empresa
política a la vista.

Con mayores o menores dosis de “conocimiento puro”, ha sido, pues, propio de la filosofía política el
afán práctico, es decir, la aplicación del conocimiento y, en ese sentido, ha tenido como ingrediente
característico el elemento moral. Duverger señaló que, con anterioridad al siglo XIX, los problemas
políticos fueron estudiados principalmente, salvo en el caso de Maquiavelo y algunos pocos más, desde
el ángulo moral: se buscaba justificar determinadas formas de gobierno, considerándolas “buenas”, y se
utilizaban en su mayor parte métodos deductivos, a partir de principios establecidos a priori, aunque en
algunos casos se prestara también atención a los datos históricos. Coincidentemente, ha mostrado
Burdeau la tradicional confusión entre el conocimiento objetivo y la moral a través de Platón, Aristóteles,
los pensadores medievales, Hobbes y Rousseau, y agrega que en Francia los pensadores políticos,
como se advierte con el propio Montesquieu, han sido más moralistas que científicos. Por lo tanto, no es
exagerado afirmar que la historia del pensamiento político, o de las ideas políticas, es en gran parte la
historia de la filosofía política.

c) La filosofía política en la actualidad

En los últimos dos siglos se han ido afirmando con carácter propio nuevas disciplinas y se han ido
separando progresivamente del tronco común. Entre esas disciplinas deben ser mencionadas la “teoría
del Estado” y la “ciencia política”.

Luego de esa separación, ¿cuál sigue siendo el campo propio de la filosofía política? La respuesta no
puede ser dada con precisión y mucho menos de alguna manera que recoja la conformidad de todos.
De cualquier modo, no parece equivocado el criterio de considerar que corresponde al ámbito de la
“filosofía política” el considerable remanente que queda luego que la “teoría del Estado”, primero, y la
“ciencia política”, después, han ido delimitando sus objetos propios. En tal sentido, podría afirmarse que
se encuentra en su dominio la “razón de ser” de la realidad política —incluida, por supuesto, la
comunidad política— y su “deber ser” —que es siempre, en definitiva, un “deber hacer”--. Dicho de otro
modo, ese dominio comprendería tanto el aspecto ontológico (del “ser”, en su esencia, causa y fin) y el
aspecto moral, o sea (del “deber ser” —o hacer— axiológico). Seguirían siendo, por tanto, temas
fundamentales de la filosofía política los correspondientes a estos interrogantes: ¿Qué es,
esencialmente, la realidad política y, más específicamente, la comunidad política? (¿Cuál es su
naturaleza, en relación con la naturaleza del hombre y de la sociedad?); ¿Por qué existe esa realidad?
(¿Cómo se justifica —si es que se justifica— la relación mando-obediencia?); ¿Para qué existe? (¿Cuál
es la finalidad —si es que la tiene— de la comunidad política? ). Por supuesto que, en este caso, no se
trata de encuadrar la respuesta con respecto a determinados y aislados fenómenos concretos,
empíricos, históricos, sino de contestar de modo genérico, apriorístico y con sentido axiológico acerca
del fundamento —una cierta concepción del hombre y de la finalidad de la comunidad política— situado
más allá de la experiencia (valores metafísicos, religiosos o morales) y del objetivo, es decir, cómo
deberían ser las relaciones entre los hombres en el cuadro de la comunidad política para que el orden
que las exprese pueda ser tenido por un bien.

Corresponde señalar al respecto que aunque, sobre todo en las últimas décadas, el mayor interés por la
ciencia política es incuestionable —lo que se pone de manifiesto por el número e importancia de las
investigaciones, publicaciones, cátedras, etc.-, no sólo sigue habiendo cultores de la filosofía política,
sino que algunos de ellos sostienen que la primera no debe ser sino una rama subordinada a la
segunda o, por lo menos, estrechamente coordinada con ella. Se encuentran en esa posición, sobre
todo, quienes, en materia de pensamiento político, permanecen fieles a la escuela tomista, Así, por
ejemplo, el alemán Heinrich A. Rommen, que ha publicado una obra titulada El Estado en el
pensamiento católico —que trata sucesivamente de “Fundamentos filosóficos” (acerca de la sociedad,
del hombre, del Estado y del derecho), “La filosofía del Estado”, “iglesia y Estado” y “La comunidad de
las naciones”— y a la cual le ha puesto el siguiente subtítulo: Un tratado de filosofía política. Del mismo
modo, y con orientación parecida, Wilhelm Rüpke, en su obra titulada Civitas humana, se ha opuesto

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vigorosamente al relativismo de la ciencia. Lo mismo ha ocurrido con Jacques Maritain a través de sus
obras de contenido político.
Pero no han sido solamente los pensadores de determinada tendencia tomista los que han sostenido la
necesidad de un respaldo filosófico para el conocimiento político. Así, Hermann Heller, en su Teoría del
Estado, expresa que sólo con un trasfondo filosófico puede la ciencia política pensar en el mundo como
unidad; Jean Meynaud, en su Introducción a la ciencia política, admite que se puede reconocer a la
filosofía el carácter de “metateoría”, o sea la tarea de elaborar los métodos y los conceptos
fundamentales, y Carl J. Friedrich, en El hombre y el gobierno, muestra también la estrecha relación
entre la filosofía política y la ciencia política.

Sea como fuere, lo cierto es que nuestro tiempo asiste a la decadencia de la filosofía política y a la vez
a la crisis del pensamiento político. Se esfuma el conocimiento íntimo y total de la realidad política y la
posibilidad de regirla soberanamente mediante la razón. En su lugar, surgen los “científicos” y los
“ideólogos”. Unos se conforman con el conocimiento de superficie. Los otros responden con
construcciones aparentemente racionales, pero que, en rigor, sólo son epifenómenos de irracionalidad
incontrolada que se desgastan rápidamente y se convierten a la postre en puro lenguaje, en meros
slogans.

d) Teoría del Estado. La expresión y el concepto

A partir de los últimos años del siglo XVII comenzó a utilizarse y difundirse en alemán la expresión
“teoría general del Estado” —allgemeine Staatslehre—. Cabe señalar al respecto que esa expresión se
originó y se siguió usando en correspondencia con un determinado significado y alcance, cual fue el de
averiguar y establecer lo que el Estado “es” y no lo que “debe ser”. En tal sentido, según Jellinek, y
dejando al margen el antecedente de Aristóteles —quien se propuso elaborar una disciplina sistemática
acerca de la polis o de la politeia, al lado pero distinta de la política—, no hubo una auténtica “teoría
general del Estado” antes de que surgiera esta expresión. En efecto, los pensadores que a lo largo de
los siglos se ocuparon del tema revelaron mayor preocupación por lo que el Estado “debía ser” que por
lo que “era”. En esa circunstancia, la aparición de la “teoría general del Estado” marca una diferencia de
enfoque con respecto a la filosofía política tradicional, del mismo modo que, ulteriormente, la ciencia
política habría de significar un nuevo punto de vista —más abarcador y más empírico, a la vez— con
relación a la “teoría general del Estado”.

Es de destacar asimismo que si bien la expresión “teoría general del Estado” ha sido utilizada por
muchos autores —entre ellos, Jellinek, Kelsen, Fischbach, Carré de Malberg—, no han faltado quienes,
sin que significara un cambio de sentido, han reemplazado la palabra “teoría” por “doctrina” —como, por
ejemplo, Dabin y Groppali—, y ha habido igualmente los que han preferido la expresión “teoría del
Estado”, sin la calificación de “general” —allgemeine—. En este último caso, se encuentra Hermann
Heller, para quien la diferencia de terminología obedece a una consciente y especial posición
metodológica, ya que considera —en contraste con Jellinek— que no es posible un estudio “general” del
Estado, para todo tiempo y lugar, razón por la cual —sostiene— la teoría debe tener por objeto de
conocimiento únicamente el Estado tal como se ha formado en el círculo cultural de Occidente a partir
del Renacimiento. Hay que tener en cuenta, además, que —como ha sido señalado por Brecht— las
expresiones “teoría general del Estado” y “teoría del Estado” fueron utilizadas preferentemente durante
el siglo XIX, pero, en la actualidad, se usa en su lugar la expresión “teoría política”. El propio Heller, en
su obra Teoría del Estado, admitía que, en lo sucesivo, la denominación adecuada debía ser “ciencia
política”.

Por último, corresponde tener presente que, cualquiera sea la denominación, no ha habido uniformidad
respecto de la delimitación del objeto y la - metodología para investigarlo, habiendo dado lugar, en el
siglo pasado y comienzos del actual, a diversas escuelas y tendencias, las cuales han sido clasificadas,
por una parte, atendiendo al número de faces que se considera tiene el Estado, y, por otra, a la
nacionalidad de los autores. Con el primer criterio, la teoría se presenta como “trifacética” (social,
jurídica y filosófica), “bifacética” (social y jurídica) y “monofacética” (jurídica). Groppali se encuentra en
la primera posición; Jellinek, en la segunda, y Kelsen, en la tercera. Con el segundo criterio, se ha
distinguido la concepción alemana —en la que prevalece la noción del “Estado-persona”, “una unidad

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jurídica cerrada arquitectónicamente”— de la concepción inglesa, en la que prevalece la noción del


“Estado-trust”, relación entre los órganos supremos. La primera de dichas concepciones comenzó con
Gerber, se extendió a través de la llamada “escuela alemana de la teoría general del Estado” (Laband,
Jellinek, etc.) y tuvo antecedentes en la “Escuela del Derecho Natural” (particularmente, en Puffendorf).
La concepción inglesa reconoce su origen en los Comentarios de Blackstone.

e) La ciencia política. Posibilidad, limitaciones, requisitos, dificultades

Entre quienes se consideran sus cultores, la posibilidad de la ciencia política no admite dudas. Dan
testimonio de esa posición el volumen publicado en 1950, con el auspicio de la Unesco, titulado
precisamente La science politique contemporairie. Contribution à la recherche, la méthode et
l’enseignement, y la constitución, poco después, por los más destacados especialistas de todo el
mundo, de la Association Internationale de Science Politique. La expresa admisión de esa posibilidad
tenía antecedentes en las décadas anteriores y se había manifestado especialmente a través de la labor
de la American political science. Por otra parte, en un ámbito cultural distinto, el alemán Karl Mannheim
se había planteado el problema en 1936 y en un meduloso capítulo de su obra Ideología y utopía,
titulado “Perspectivas de una política científica”, tras señalar que la ciencia política no existía todavía,
afirmaba rotundamente posibilidad e indicaba para concretarla en realidad el camino de la sociología del
conocimiento.

En la actualidad, no sólo se admite la “posibilidad” de la ciencia política, sino inclusive su “existencia”,


aunque se reconoce que se encuentra en la infancia y que está dando los primeros pasos. De cualquier
modo, el conocimiento incompleto es algo más que la ignorancia completa, y la conciencia de lo poco
que se sabe y de lo mucho que se ignora es buena base para seguir adelante.

Burdeau indica los requisitos que debe reunir el conocimiento político para alcanzar un nivel científico.
Expresa que lo característico del conocimiento científico es introducir una unidad en los fenómenos
estudiados y que la ciencia no designa solamente un cuadro de lo conocido, sino también un modo de
conocer. Con respecto a los fenómenos sociales —agrega—, una actitud intelectual puede ser calificada
de científica cuando excluye toda idea preconcebida, cuando la elección de los hechos y el análisis a
que se los somete obedecen a un “método” elegido por su adecuación al objeto de la investigación y, en
fin, cuando apunta a un conocimiento trasmisible, es decir, que puede ser adquirido por otros que
tengan a disposición los mismos elementos. Si el conocimiento de la política cumple esos tres requisitos
del conocimiento científico —objetividad, método, comunicabilidad— se está en presencia de la ciencia
política. Es de señalar al respecto la importancia que tiene el hecho de que se trate de un conocimiento
que pueda ser compartido sin necesidad de especiales presupuestos, y en tal sentido Friedrich fija
como requisito la posibilidad de comprobación por otros científicos y Brecht establece como base
esencial lo que denomina “consubjetividad”.

La objetividad es, pues, uno de los requisitos fundamentales para que la ciencia política sea realmente
ciencia, pero en la dificultad de alcanzarla radica uno de los mayores obstáculos para su desarrollo. La
constancia de la “difícil objetividad” del conocimiento político es uno de los puntos de partida básicos en
la tarea emprendida por los científicos de la política del siglo actual. El influjo de las circunstancias
ambientales, la especial naturaleza de la realidad política, lo nebuloso y controvertible de las cuestiones,
la inseparabilidad de la gnosis y la praxis, la ‘impura mezcla” de teoría e ideología, de determinación
social del pensamiento político con su dosis de “perspectivismo”, el inevitable “relativismo” del
conocimiento científico, la carga de “ingredientes subjetivos” con su parte de irracionalidad, el
coeficiente de deformación personal del politólogo, etc., son otras tantas manifestaciones de la
apuntada dificultad.

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CAPITULO 3

LA CONFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO DE DERECHO

Ya en la antigua Grecia existía gran interés por conocer la naturaleza del Estado, sus órganos de
control y las funciones de sus ciudadanos. Platón, quien en su obra La República presentó de forma
utópica cómo debía ser la ciudad perfecta, fue uno de los primeros filósofos políticos. No obstante, la
mayor parte de los estudiosos coincide en que Aristóteles fue el auténtico precursor de la ciencia
política. Entre otras aportaciones, su tratado Política sobre los diferentes regímenes anticipó el gran
esfuerzo que implica clasificar las formas del Estado y sigue ejerciendo una fuerte influencia sobre esta
ciencia3. Pero también de la misma forma como estos filósofos se preocupaban por la naturaleza del
Estado y el manejo político, otros se preocupaban por la moral.

Cuanta la historia que Diógenes, uno de los primeros pensadores de la Escuela de los Cínicos,
caminaba a horas del mediodía por las calles de Atenas, desnudo como era su costumbre, con una
lámpara de vela encendida, y cuando le preguntaban porqué lo hacia el contestaba: - “Busco un hombre
honesto” -. No es difícil entonces presuponer que la misma política como ciencia y como actividad de los
hombres estuvo manchada desde un comienzo por las mismas dificultades éticas que hoy en día se
mantienen en todos los niveles, pero existieron, existen y seguirán existiendo hombres intachables en el
acontecer de la política, a pesar de la cita de Napoleón cuando manifestó que: -“Todo hombre tiene su
precio, en cualquier aspecto de la vida” -.

Posteriormente, y a lo largo de los siglos, fueron muchos los autores que dieron vida a la ciencia
política: Marco Tulio Cicerón, San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino, Nicolás Maquiavelo,
Thomas Hobbes, John Locke, Jean-Jacques Rousseau, Charles-Louis de Montesquieu, lmmanuel Kant,
George Wilhelm Friedrich Hegel, Johann Gottlieb Fichte, Alexis de Tocqueville, Karl Marx, Friedrich
Engels y Friedrich Nietzsche.

De sus respectivas concepciones surgieron algunas de las obras claves en la paulatina configuración de
la politología: El príncipe (1532, donde Maquiavelo reseñó las condiciones que debían caracterizar al
estadista), Leviatán (1651, Hobbes expuso sus teorías acerca del surgimiento del Estado a partir del
contrato social), Tratados sobre el gobierno civil (1690, defensa de Locke de los conceptos de
propiedad y monarquía constitucional), El espíritu de las leyes (1748, Montesquieu defendió en sus
páginas el principio de la separación de poderes), El contrato social (1762, Rousseau revisó la cuestión
del contrato social argüida por Hobbes y Locke, y defendió la preeminencia de la libertad civil y la
voluntad popular frente al derecho divino de los soberanos), La paz perpetua (1795, Kant concibió un
sistema pacífico de relaciones internacionales basado en la constitución de una federación mundial de
repúblicas), Discursos a la nación alemana (1808, Fichte inauguró en cierta medida el discurso del
nacionalismo contemporáneo), La democracia en América (1835-1840, Tocqueville reflexionó acerca del
modelo de democracia estadounidense) y el Manifiesto Comunista (1848, Marx y Engels abordaron el
estudio de la historia a partir del materialismo).

En las páginas de estos tratados, sus respectivos autores se ocuparon de la forma en que una sociedad
puede generar las condiciones necesarias para el bienestar de sus ciudadanos. En mayor o menor
medida, todos siguen vigentes, principalmente por ocuparse de valores como la justicia, la igualdad, la
libertad y el desarrollo de las cualidades humanas4.

Pero podría aseverarse que la sociedad moderna comienza a tomar forma a partir de la Revolución
Francesa (1789), y de la Revolución Norteamericana (1776), cuando comienza a gestarse lo que hoy en
día conocemos como sistema democrático de gobierno debido a la caída de los monarcas absolutistas
que tenían en sus manos el poder supremo sobre los habitantes y al que consideraban que emanaba de
Dios. Demás está decir que eran los monarcas quienes concentraban en si mismos las leyes y la
ejecución de las mismas que distribuían hacia la población pero que no guardaban para sí.

3
Ciencia política.” Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001
4
Ibídem

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Estas dos revoluciones que van a conformar el moderno Estado de Derecho, dan forma a lo que en la
actualidad se conoce como sistema democrático de gobierno en sus formas presidencialistas y
parlamentarias. Las primeras se asentaron mayormente en el continente Americano y parte de Africa,
las otras, tanto en el continente Europeo como en Asia y el resto de Africa.

También han tenido incidencia en el contexto de Oceanía pero con formas propias derivadas del hecho
de haber sido colonias del Reino Unido de Gran Bretaña.

Cabe considerar que el sistema democrático de gobierno, si bien tiene sus orígenes en la Antigua
Grecia, en especial Atenas, los escritos de Aristóteles que van a defender a este sistema de
gobernabilidad desde el pueblo y para el pueblo, no contemplan la participación de las mujeres,
esclavos y niños, quienes tenían el mismo valor que un animal para esa sociedad5.

El sistema democrático ateniense que se conoció como de democracia directa, se va a diferenciar de la


actual democracia por ser ésta representativa, dado que pretender un sistema de democracia directa en
los grandes conglomerados urbanos modernos implicaría un despropósito imposible de llevar adelante.
Si bien nuestra Constitución Nacional a partir de la reforma de 1994 contempla la participación popular
en formas tales como el Referéndum6 (Consulta Popular) y la iniciación directa de Leyes7 (Iniciativa
Popular), estas formas tienen su limitación ya que están debidamente regladas.

La conformación de la democracia y el Estado de Derecho moderno implica de acuerdo al tratamiento


de los filósofos políticos la importancia de la limitación de la libertad en todo y cada uno de los
ciudadanos conforme al marco jurídico, lo cual se le devuelve en manos del Estado en la forma de
“Seguridad”. Esta es la base de “El Contrato Social”8 (Principios de Derecho Político) de Juan Jacobo
Rousseau.

Por ende, la conformación del poder de policía que el mismo Estado mantiene, implícitamente le reserva
para sí el monopolio de la fuerza, con lo cual la representación de la seguridad pública está dada en ese
poder de policía (control), con la finalidad de garantizar la seguridad en todas sus formas (educación,
salud, derecho, seguridad social), como a su vez mantener el control del cumplimiento estricto de la
Ley, y la conformación de las Fuerzas Armadas como las exclusivas dedicadas a la Defensa Nacional.
Por supuesto que no todos los pensadores están conformes con este sistema de control, ya que uno de
los más grandes filósofos sociales e historiador de las ideas del Siglo XX, Michael Foucault (1926-1884
de origen francés). Foucault compara la sociedad moderna con el diseño de prisiones llamadas
panópticos de Bentham (nunca construidas pero tomadas en cuenta): allí, un solo guardia puede vigilar
a muchos prisioneros mientras el guardia no puede ser visto. El oscuro calabozo de la pre-modernidad
ha sido reemplazado por la moderna prisión brillante, pero Foucault advierte que "la visibilidad es una
trampa". A través de esta óptica de vigilancia, dice, la sociedad moderna ejercita sus sistemas de
control de poder y conocimiento (términos que considera tan íntimamente ligados que con frecuencia
habla del concepto "poder-conocimiento"). Foucault sugiere que en todos los planos de la sociedad
moderna existe un tipo de 'prisión continua', desde las cárceles de máxima seguridad, trabajadores
sociales, la policía, los maestros, hasta nuestro trabajo diario y vida cotidiana. Todo está conectado
mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en busca de una
'normalización' generalizada.

Foucault estudia hondamente el poder, rompiendo con las concepciones clásicas de este término. Para
él, el poder no puede ser localizado en una institución o en el Estado, pues está determinado por el
juego de saberes que respaldan la dominación de unos individuos sobre otros al interior de estas
estructuras. El poder no es considerado como algo que el individuo cede al soberano (concepción
contractual jurídico-política), sino que es una relación de fuerzas, una situación estratégica en una

5
Aristóteles, “Política”, Ediciones Orbis SA., España 1985.
6
Constitución Nacional, Art. 40
7
Constitución Nacional, Art. 39
8
Rousseau, Juan Jacobo, “El Contrato Social”, Editorial Porrúa, México, 1992

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sociedad determinada. Por lo tanto, el poder, al ser relación, está en todas partes; el sujeto está
atravesado por relaciones de poder y no puede ser considerado independientemente de ellas. El poder,
según dice, no sólo reprime, sino que también, produce efectos de verdad y produce conocimiento.9

Foucault fue miembro del Partido Comunista Francés entre 1950 y 1953. Su mentor, Louis Althusser, le
indujo a ingresar en él, si bien nunca participó activamente y se dio de baja al desilusionarse tanto con
la política como con la filosofía de Stalin.

Es importante aclarar que no existen coincidencias en las líneas filosóficas políticas que conforman las
estructuras de la sociedad moderna, ya que para Tomás Hobbes, en su libro “El Leviatán”, el hombre es
malo y egoísta por naturaleza y el miedo a perder lo poco o mucho que se posea, lleva al mismo
hombre a la necesidad de la conformación del Estado para cuidar de su patrimonio10.

Por otra parte, y desde el pensamiento más idealista que va a sustentar el discurso social (que toma
para sí el marxismo), desde Jean-Jacques Rousseau, que criticó la civilización como una corrupción de
la naturaleza humana en un hombre bueno en su origen11, se va a plantear que la conformación del
Capitalismo es la variable que da origen a todos los males sociales. Tal es así que lo que en un
comienzo conformó estructuras unificadas en torno al marxismo, luego de la Primera Internacional
realizada en Londres, los anarquistas de Pierre Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin se opusieron al
modelo de Marx de un Estado centralizado dominado por los trabajadores. Bakunin precipitó una crisis
en la organización al denunciar la actitud despótica de Marx y hacer un llamamiento para crear una
Internacional “antiautoritaria”. En el Congreso de la Haya de 1872, Marx salió victorioso y Bakunin fue
expulsado de la Internacional. Tras la ruptura entre marxistas y anarquistas, sin embargo, se tomó la
decisión de trasladar el Consejo General a los Estados Unidos, donde tuvo una existencia gris hasta
que fue formalmente disuelto en 187612.

Esto ha influenciado tanto en las ideas políticas que gobiernan el mundo que a partir de la finalización
de la Segunda Guerra mundial, el enfrentamiento de ideologías va a abrir un nuevo proceso que pasó a
denominarse “Guerra Fría”, donde un bloque de neto corte liberal se enfrentó al otro denominado
comunista o de socialismo real de conformación marxista, con abonos de sus líderes originales, tales
como Lenin, Stalin y otros (enfrentados también en la cuestión revolucionaria por el tema del
nacionalismo y el internacionalismo en las estructuras revolucionarias).

Si bien estos acontecimientos que signaron al mundo desde 1945 a 1991, momento en que desapareció
la URSS, las consecuencias de la Guerra Fría y la no declaración de hostilidades, dado que los dos
bloques tenían la destrucción mutua asegurada por la cantidad de armas nucleares desplegadas
estratégicamente en todos los frentes, implicó que cada uno de ellos (tanto la OTAN como la ex URSS)
dispersara desde las sombras un sistema de enfrentamiento de baja intensidad usando desde los
grupos guerrilleros por un lado y los golpes de Estado desde las FF.AA. por el otro, que asolaron las
décadas del 60, 70 y 80 del Siglo XX en casi toda Latinoamérica y en otras partes del globo.

Demás está decir que residuos de estos enfrentamientos ideológicos son palpables en la actualidad en
Cuba, Corea del Norte, China, Colombia, y algunos países latinoamericanos que a la fecha sustentan
una nueva forma de socialismo de estructura indigenista y de fuerte enfrentamiento hacia los EE.UU. y
sus aliados.

En nuestro país, luego de una dictadura conocida como “Proceso de Reorganización Nacional”,
responsable de un estado represivo en exceso, el retorno a la democracia y el imperio de la
Constitución Nacional, establece un proceso democrático a partir de 1983, que como consecuencia
ineludible de los derechos mancillados en la población por parte de las FF.AA., y desde un punto de
vista sociológico, va a ejercer una conformación de presión hacia el Estado y el reclamo de libertades

9
http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Foucault
10
Hobbes, Thomás, “El Leviatán”, Editorial Sarpe, España, 1985
11
“Filosofía occidental.” Encictopedia® Microsoft® Encarta 2001
12
”Internacional.” Enciclopedia® Microsofi® Encarta 2001

41
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

mucho más allá de los establecidos por la Constitución Nacional, que determinarían una Reforma
Constitucional en 1994 con el agregado de las formas de democracia directa anteriormente
mencionadas, si bien por imperio de la misma Constitución, la forma de gobierno en la República
Argentina es la representativa, republicana y federal.

Por otra parte, la Reforma Constitucional del ‘94 incorpora los Pactos Internacionales, algunos como la
Convención Americana sobre Derechos Humanos o “Pacto de San José de Costa Rica”13.

Esta convención, esgrimida permanentemente por distintos organismos de DD.HH. (en especial
aquellos de ideología marxista o de izquierda, que frecuentemente utilizan el eufemismo de
“progresistas”), en lo que se refiere a “Deberes de los Estados y Derechos Protegidos”, si se los
compara con nuestra Constitución Nacional, en nada difieren, ya que parecen una copia fiel, hasta el
punto de que una buena parte de esta convención llevada a cabo en la ciudad de San José de Costa
Rica, el veintidós de noviembre de mil novecientos sesenta y nueve (22–11-1969), toma como modelos
a las mejores constituciones, entre ellas nuestra Constitución Nacional y sus garantías.

Cabe recordar que cuando surge el famoso Pacto de San José de Costa Rica, la América
tercermundista o subdesarrollada en esos momentos se encontraba en el centro del conflicto tras la
“crisis de los misiles” que tuvo al mundo al borde de la confrontación atómica entre los dos bloques,
mediante un desarrollo sostenido de estructuras guerrilleras en casi todo el continente, sustentadas
desde Moscú y la Universidad Patrick Lubumba y desde Cuba con la Revolución castrista y el Che
Guevara, hecho que llevó a incitar y sostener desde los EE.UU. y la famosa doctrina de la “Seguridad
Nacional” mediante la capacitación de la Escuela de las Américas a la mayoría de las dictaduras
militares que se desplegaron en el continente.

Por sus aulas pasaron aproximadamente unos 60.000 militares, 10 presidentes, 38 ministros de
Defensa y 71 Comandantes en Jefe de las FF.AA. Allí se graduaron cientos sino miles de soldados que
luego fueron acusados de delitos de Lesa Humanidad y graves violaciones a los DD.HH. en casi toda
Latinoamérica. Su bibliografía estaba centrada en una acérrima doctrina anticomunista y muchas veces
antidemocrática. Después de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la U.R.S.S., sus cursos y
entrenamiento cambiaron rotundamente de ángulo doctrinario, pero en su entrada todavía puede leerse
en uno de sus pasajes: “Soy el espíritu de la Escuela de las Américas. Estoy entre aquellos hombres
que ansían detener el comunismo en las Américas”14

Nadie niega que nada es más importante que el mantenimiento y defensa de los DD.HH., pero quizás el
exceso político que ha llevado a desvirtuar el entendimiento de estos derechos se podría suavizar si en
un estudio comparado, se toma en consideración que el Pacto de San José de Costa Rica contempla y
respeta la “pena de muerte en los Estados que la tengan legislada. Y en nuestro país esto no es
necesario aclararlo o declamarlo excesivamente, por el simple hecho de que en nuestro país está
prohibida expresamente la pena de muerte, en lo político por un lado (Art. 18 de la C.N.), y por el otro, al
sostener el culto católico, apostólico romano desde el Gobierno Federal (Art. 2º de la C.N.), culto que no
permite este tipo de sanciones. Es decir que en consideración a lo expresado por el Pacto de San José
de Costa Rica este termina siendo redundante dentro de nuestro sistema jurídico en lo referido al
respeto pleno de los DD.HH.15

Lamentablemente, cuestiones políticas y de ignorancia manifiesta sobre la Convención descripta, han


hecho que estos organismos guiados ideológica y políticamente, esgriman elementos jurídicos de dicha
convención como “bandera” ante cualquier alternativa que consideran avasallante de los DD.HH. por
parte de las fuerzas policiales o del Estado. Hecho que los ha llevado a ser protagonistas de marchas
multitudinarias en diferentes ciudades de nuestro país, y poniendo una presión política sobre los
legisladores que no se condice con las realidades en un marco jurídico y del Estado de Derecho en

13
Art. 75, Inc. 22 de la Constitución Nacional
14
Escuela de las Américas – La academia militar de la Guerra Fría Darío Klein
www.archivochile.com/Imperialismo/escu.../USescamerica0001.pdf
15
Convención Americana de DD.HH., “Pacto San José de Costa Rica”, Art. 4, Inc. 2, 3, 4, 5 y 6. Véase también Constitución Nacional de la
República Argentina, Capítulo Primero, Declaraciones, Derechos y Garantías.

42
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

democracia, sino más bien con una pulseada política, pero que finalmente ha servido con objetivos
estratégicos en la desarticulación de organismos esenciales para la conducción del Estado, tal como los
organismos de Inteligencia, en especial en la Provincia de Mendoza, ya que fue la primera provincia en
desarticular mediante una Reforma policial su Departamento de Inteligencia conocido como el DII.
Quizás existan otras causales de tipo político, pero las más evidentes son las que hasta ahora se han
expuesto.
Por otra parte, en honor a la verdad, la caída del Muro de Berlín y la desaparición del socialismo real
cambiaron de raíz la hipótesis de conflicto de occidente y las estructuras de Inteligencia en su búsqueda
de la información quedaron obsoletas y fuera de foco, ya que el trabajo que se venía haciendo
ininterrumpidamente desde principios de la década del ’50 en el siglo pasado, de golpe quedo
desestructurado. Evidentemente había que realizar un cambio profundo que llevó algunos años de
estudio, pero finalmente apareció en nuestro país en la letra de Ley 25.520 (Ley Nacional de
Inteligencia) y una novedad que hasta la fecha de parición de la ley habría sido impensable, es decir “el
control parlamentario” de los organismos de Inteligencia.

El Estado y la necesidad del conocimiento

Ningún Estado que se precie de tal, sea democrático, autoritario, dictatorial o cualquier variante posible,
puede prescindir del “conocimiento” si debe llevar adelante las instancias de “gestión”, sean éstas para
mantener el poder o sean para conformar una estructura social ordenada y tranquila.

A partir del fin de la Guerra Fría y a la luz de la nueva realidad mundial, la utilidad de la Inteligencia y su
manejo, se ha transformado en uno de los debates más reiterativos, que ha involucrado a diferentes
sectores del quehacer nacional, incluyendo a los mismos servicios de inteligencia, poderes legislativos,
“comunicadores llaves” y centros de pensamiento académico, entre otros.

En algunos sectores de la sociedad, incluidos los académicos, los motivos más comunes que han
llevado a desvalorizar a la inteligencia16 han sido, entre otros, y de acuerdo con las diferentes versiones,
que:

• La inteligencia se la ha asociado con “políticas de represión”, en un marco de conflicto


ideológico.
• La inteligencia es algo exclusivo y privativo de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, ajeno al
ámbito civil y su control
• La inteligencia ha sido el instrumento de un sector partidario político para perjudicar a otro
sector, en momentos en que uno ha llegado al poder y el otro permanece en la oposición.
• La inteligencia es un poder en si mismo dentro del Estado y por encima de sus instituciones.
• Es un enemigo oculto enquistado en la estructura de poder estatal, con recursos, medios,
estructuras y objetivos “secretos”.
• Normalmente se confunde la inteligencia con el espionaje, que no deja de ser un medio, pero no
el fin en si mismo de esta actividad.

La capacidad de gestión de cualquier Estado conlleva tres elementos indispensables y que tienen que
ver con la habilidad conductiva por parte de quien debe tomar decisiones que luego van a afectar a
millones de habitantes y estas son:

- CONOCIMIENTO

- CARACTERISTICAS DE UN ENEMIGO U OPONENTE (REAL O POTENCIAL)

- TOMA DE DECISIÓN = CONDUCCIÓN

Entonces, tomando como base el “conocimiento”, la Real Academia Española lo define como:

16
Somoza, Luis, “Inteligencia”, en http://www.cerbero.bizJhost/intelweb/exteriorltextos/utilidadintel.htm

43
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

m. Acción de conocer: teoría del -, epistemología.


2 Efecto de conocer.
3 Entendimiento, inteligencia, razón natural.
4 Conciencia de la propia existencia): perder, o recobrar, el
5 der. Documento expedido por el capitán de un buque en el que constan las mercaderías embarcadas
y sus destinatarios.
6 Documento o firma que se pide y da para identificar la persona del que pretende cobrar un cheque,
letra, etc., cuando el pagador no le conoce.
7 Conocido (persona).
8 m. pl. Conjunto de saberes que se tienen sobre una ciencia o arte. FR. Con - de causa, sabiendo en
profundidad de lo que se trata; llegara, tener o venir en de algo, averiguar o enterarse de ello.
SIN. 1 y 2 Cognición (lit.)17

Es decir que, la acción de conocer es la base del conocimiento. Por su forma, existen dos tipos de
conocimiento que se distinguen desde la Ciencia y son el a priori y el a posteriori.

En la primera forma: A priori (del latín, ‘lo que viene antes de’), desde la filosofía hace referencia al
conocimiento adquirido sin contar con la experiencia, es decir, aquel que se adquiere mediante el
razonamiento deductivo. El conocimiento a priori es básico en algunas ramas de la epistemología,
especialmente en las teorías racionalistas. René Descartes, por ejemplo, consideraba la razón como
una facultad independiente de la experiencia y defendía la existencia de un conocimiento innato, o a
priori conocimiento de uno mismo que expresaba mediante la célebre fórmula Cogito, ergo sum
(‘Pienso, luego existo’), que pasó a ser el punto de arranque de todas sus posteriores investigaciones.

Por otro lado, la existencia del conocimiento a priori es negada por empiristas como David Hume o John
Locke, según los cuales sólo lo que proviene de la experiencia, es decir, lo a posteriori, puede ser objeto
de conocimiento. La existencia del conocimiento a priori ha sido una pieza clave en la formulación de
argumentos que tratan de demostrar la existencia de Dios. Algunos filósofos han sostenido que negar el
conocimiento a priori supone negar la posibilidad de probar la existencia de Dios ya que, como es
notorio, Dios no es perceptible por los sentidos.

La existencia de verdades a priori es invocada a menudo en la ética, pues casi siempre, la mayoría de
sus ideales básicos sólo pueden ser captados mediante el uso de la razón18.

A posteriori (en latín, “lo que viene después de”), alude a lo que es conocido por medio de la
experiencia. Es un concepto básico de la epistemología. A quienes sostienen que el conocimiento a
posteriori es el único verdadero se les asocia con el empirismo, doctrina según la cual todo cuanto
podemos conocer nos llega a través de la experiencia, en particular a través de la percepción sensorial.
Es evidente que sus defensores niegan la viabilidad de un conocimiento a priori por cuanto es
inverificable y carente de valor. David Hume, por ejemplo, desarrolla un escepticismo empírico que llega
a negar la existencia del yo afirmando que es algo incognoscible y que los seres humanos son como
“haces de percepciones”.

Mientras que los filósofos racionalistas admiten la posibilidad de ambos conocimientos, el a priori y el a
posterior los empiristas niegan cualquier tipo de validez al a priori. No niegan, como es obvio, la validez
de aquellas verdades analíticas que pueden ser conocidas tan solo en virtud del sentido de las palabras
que las forman. Por ejemplo, la proposición “todos los gatos pardos son gatos”, es necesariamente
verdadera aunque no se tenga ninguna experiencia real de los gatos pardos. Pero hay verdades que
gozan de otra naturaleza y consideración en el campo de la epistemología; John Locke las consideraba
como “insignificancias”, y John Stuart Mill como “mera palabrería”19.

17
Enciclopedia® Microsoft Encarta 2001
18
Enciclopedia® Microsoft Encarta 2001
19
“posteriori” en Enciclopedia® Microsoft Encarta 2001

44
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Ahora, si el conocimiento a priori viene de un análisis lógico deductivo guiado por la razón y el a
posteriori surge de la experiencia, ambos conocimientos sacados del ámbito exclusivo de la
epistemología y llevados a la realidad de la “gestión”, son absolutamente indispensables. Por un lado,
porque el análisis deductivo es un camino a la verdad y por el otro existe una necesidad real de la
experiencia en la que asentar las decisiones.

Es evidente que desde la óptica de la gestión estatal, la posibilidad de un conocimiento tanto “a priori”
como “a posteriori”, son indispensables en razón de la cuestión de la gobernabilidad ya que la falta de
previsión y anticipación de hechos, que son los fundamentales en todas las decisiones
gubernamentales impediría cualquier tipo de decisión viable.

Es en este sentido es que el conocimiento como tal, marcha de la mano de la Inteligencia como un
factor primordial en la toma de decisiones y en la suma de posibilidades tanto en pro como en contra
que impidan un normal desarrollo de la gestión estatal.

Hoy en día, la inteligencia está en el centro de la verdadera revolución cultural que agita al mundo en
transición entre los pseudo - equilibrios de la bipolaridad pasada y las estructuras, de límites aún
inciertos, que prevalecerán en el siglo XXI.

Todos los otros países perdieron, en diferentes escalas, una parte de sus atributos de soberanía en
beneficio de otras estructuras, supranacionales como la Unión Europea, infranacionales como las
autoridades regionales o transnacionales como muchas de las que forman el “segundo mundo” o
“mundo en desarrollo”.

Sin embargo, la inteligencia debe mantenerse en el mismo rango que la Justicia, la Defensa y la
Seguridad, una atribución exclusiva del Estado de Derecho.

Se impone una cooperación internacional entre los servicios especializados de las diferentes naciones,
pero ésta no debe cuestionar su vocación esencial, que es la de estar, primero al servicio de su propio
país.

A pesar de los reiterados excesos cometidos en nombre de la “razón de Estado”, la existencia de los
servicios especiales continua siendo aceptada porque subsisten lo “no dicho”, las realidades ocultas, las
actividades secretas, que pueden resultar peligrosas para la paz, la seguridad de los pueblos y la
estabilidad de las sociedades. Por lo tanto, la inteligencia debe continuar siendo una prerrogativa
nacional bajo el control de los gobiernos legítimos.

Respecto a este punto, nada hay más preocupante que la proliferación actual de los servicios
comerciales que trabajan en beneficio de grupos privados, de intereses particulares o de potencias
económicas apátridas cuya principal motivación es el beneficio propio.

Las reglas de ética y de deontología, que aceptan, salvo honrosas excepciones, todos los servicios
oficiales de los Estados de derecho, son raramente impuestos a organismos oficiosos o a empresas
privadas.

Para los servicios de inteligencia, la más legítima de las justificaciones es la búsqueda y el


procesamiento de las informaciones secretas en beneficio de la seguridad de su país.

Las autoridades gubernamentales que, por otra parte, poseen muchos otros elementos de juicio, actúan
en función de opciones políticas, de prejuicios ideológicos o de preocupaciones partidarias que,
a veces, los llevan a estar en contra de los análisis proporcionados por sus servicios
especializados.

Al asegurar la continuidad de una función vital, los servicios secretos siguen siendo los garantes de la
permanencia del interés nacional lo mismo que las fuerzas armadas y las grandes administraciones del
Estado.

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Es por ese mismo motivo es que a partir del avance tecnológico y el proceso de mundialización vigente,
la complejización de las relaciones es cada vez mayor, dando lugar a nuevas alternativas de
investigación por parte de los Estados, creando una intrincada red de elementos alternativos que
dificultan aún más la toma de decisiones.

En este acontecer aparecen elementos tales como:

1. La masificación continua de los flujos de todo tipo-comerciales, financieros y de los medios


contribuyeron a la formación de un sistema global, fluido y trasnacional que supera y desborda el
sistema interestatal. Este proceso de mundialización continúa aceleradamente, se consolidan los
grandes espacios económicos. Las finanzas y las empresas transnacionales se transforman en actores
principales.

2. El poder de esos actores y los flujos transnacionales socavan los territorios nacionales y en el tejido
de interdependencia que resulta, se va consolidando una sociedad mundial basada en la libre
circulación de valores, la homogeneización de los estilos de vida y la formación de una opinión pública
planetaria. Las relaciones de cooperación predominarían sobre las relaciones de poder

3. Sin embargo a partir de la simple observación de los hechos, este universo no está por ello menos
fragmentado política y estratégicamente. Vuelven aparecer conflictos del pasado congelados por la
guerra fría, ya sean nacionales, étnicos y/o religiosos. Los conflictos presentan mayor complejidad e
imprevisibilidad y con una multiplicidad de los niveles de agresión (ontológico, ecológico, territorial,
económico, técnico científico).

4. La Revolución científico tecnológica en la informática y las comunicaciones transforman las formas


productivas y le dan un alcance global a las crisis económicas, el saber se consolida como un recurso
estratégico, aprovechado inteligentemente por el poder militar.

5. Hay una enorme concentración de poder económico, político y militar en un grupo reducido de
sociedades nacionales, que se expresan colectivamente en temas de seguridad. Para enfrentar el
desorden de la post guerra fría se perfilaba la consolidación de la OTAN como sistema colectivo de
seguridad con un rol hegemónico y que podría superar el papel de las Naciones Unidas, cuya eficiencia
en el control de conflictos está siendo cuestionada, con el agravante surgido por las decisiones de los
EE.UU. que sin el apoyo de una y otra parte supranacional, ha tomado decisiones particulares al modo
más directo de potencia imperialista.

6. Se ha promovido la estructuración de mecanismos internacionales para limitar la difusión de


tecnologías de uso militar en armas de gran capacidad de destrucción, hecho que solamente es
cumplido por los países menos desarrollados, quedando librado el control a aquellos que imponen las
reglas.

7. La soberanía de los Estados se halla cada vez más limitada y condicionada por los sistemas
internacionales de poder y por una opinión pública influida por los países que disponen de amplios
recursos culturales como para difundir sus valores y pautas de comportamiento.

8. Hay también una relación contrastante entre integración internacional y viabilidad nacional.

9. El narcotráfico, lavado de dinero, tráfico de personas, las mafias internacionales, el terrorismo en


todas sus expresiones, se han incorporado al esquema mundial como amenazas emergentes. También
aparecen factores de riesgo que pueden afectar la seguridad de los estados tales como la acumulación
de armamentos químicos y bacteriológicos, desechos nucleares, etc, que escapan al control de los
estados nacionales y organismos internacionales. No podemos dejar de mencionar en este punto que la
aparición de conflictos de naturaleza social en cualquiera de sus manifestaciones, pueden alterar el
orden y la seguridad.

46
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

10. Las crisis de las democracias de la región (en especial en América del Sur) y su cuestionamiento
por parte de diferentes sectores de las sociedades, generan un riesgo que no puede dejar de ser
señalado, con un surgimiento de populismos y antipopulismos, que convocando a sectores que
anteriormente pudieron ser antagónicos, buscan volver a un pasado que, comparado con el presente,
pudo ser mejor20. Es de hacer notar que ante un avance arrasador de un “neoliberalismo” salvaje, han
aparecido formas populares de resistencia y la puja entre dos modelos económicos tiende a crear
tensiones que llevan a fuertes enfrentamientos ideológicos con una fuerte campaña mediática por parte
de los grandes grupos de poder que pregonan desorden y retornos comunistas por un lado y por el otro
la necesidad de grandes sectores excluidos de la población de sentirse integrados y hacer respetar las
Constituciones y las instituciones de los países. Esta apertura democrática y de pedidos constantes por
parte de la población de nuevas figuras políticas con honestidades demostrables ponen en crisis el
sistema político anquilosado y corrupto, pero con pocas ganas de dejar lugares de privilegio entre las
estructuras del Estado.

11. El golpe de Estado en Honduras en 2009 que fue la acción realizada el 28 de junio de ese mismo
año que terminó con la sustitución del presidente constitucional Manuel Zelaya y el nombramiento de
Roberto Micheletti como mandatario interino en Honduras. Según los organismos de la comunidad
internacional se trató de una situación de facto, un golpe de Estado contra el presidente constitucional;
por lo que el nuevo gobierno no fue reconocido por ningún país o alguna entidad internacional. Según
todas las instituciones republicanas hondureñas se trató de un evento de “iure” en el cumplimiento de
una orden judicial emitida por la Corte Suprema y una sucesión presidencial legítima. De hecho, el único
país que consideró legítima esta situación fue los Estados Unidos. Ante la presión ejercida por los
países latinoamericanos en torno a UNASUR, la realización de las elecciones presidenciales
hondureñas 29 de noviembre del 2009 donde resultó victorioso Porfirio Lobo del conservador Partido
Nacional de Honduras, Estados Unidos y diferentes países latinoamericanos con gobiernos de
tendencia derechista como Colombia, Costa Rica y Perú aseguraron que reconocerían el nuevo
gobierno, mientras que países latinoamericanos con gobiernos de centro izquierda como Argentina,
Brasil, Ecuador y Venezuela anunciaron que seguirían sin reconocer el nuevo gobierno postgolpista por
considerarlo ilegítimo. La Unión Europea y la Organización de Estados Americanos continuaron sin
cambiar su no reconocimiento, aunque José Miguel Insulza, secretario general de la OEA aseguró que
estaba abierto al diálogo con la nueva administración hondureña. Roberto Micheletti se mantuvo al
frente del gobierno hondureño hasta el 21 de enero de 2010, cuando delegó la administración del
mismo a su Concejo de Ministros, aunque no presentó su renuncia21.

12. Las grandes corporaciones de medios de prensa como la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa)
conformada por los dueños de los medios de comunicación, es decir el rol empresario de la
comunicación, presionan y cuestionan nuevas leyes surgidas a partir de un rol más democrático de la
comunicación, y recurren a cualquier tipo de artilugios para poder desarticular estos profundos cambios
de origen democrático surgidos en países con políticas sociales de contención hacia los más
desposeídos. En esta situación se encuentran Argentina y Venezuela aunque con diferentes matices y
posturas.

Es decir que sumando todas estas vicisitudes políticas más la aparición de nuevas formas delictivas,
mejor desarrolladas, con fuerte respaldo económico y pequeños ejércitos privados como seguridad de
su accionar delictivo, presentan un cuadro de situación nada fácil en la toma de decisiones, que a su
vez puede llevar a la inestabilidad democrática y a la pérdida del estado de Derecho en más de un país.
Es allí donde el conocimiento a priori y la Inteligencia van de la mano y son fuente inseparable para la
toma de decisiones. En este marco ya se comienzan a delinear las dos ramas de la Inteligencia que se
estructuran a partir de la aparición de la Ley 25.520 en la Argentina y que son la Inteligencia Estratégica
y la Inteligencia Operativa, ambas con campos bien delimitados y análisis prospectivos de una alta
especialización que van a definir los tiempos de ocurrencia de posibles eventos ante las respectivas

20
Somoza, Luis, en Center for Hemispheric Defense Studies, REDES 2001, May 22-25, 2001, Washington DC, Panel on Intelligence.
21
http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Honduras_de_2009

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Hipótesis de Conflicto. La Inteligencia Estratégica con visiones que van de los 5 a los 20 años y la
Operativa con análisis de 0 a 5 años, ambas integradas con un eje rector sustentado en la Inteligencia
Estratégica.

Para clarificar estas afirmaciones podemos decir que la Inteligencia Estratégica es el campo de estudio
de los intereses vitales de la Nación y la Operativa la salvaguarda de las acciones que por su magnitud
afecten la libertad, la vida, el patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones
del sistema representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional. En este
acontecer no podemos dejar de lado a la Inteligencia Estratégica Militar, pero este tipo de Inteligencia
esta ligado íntimamente a la Defensa Nacional y a la Inteligencia Estratégica de una manera específica.
Como hace al ámbito de la Inteligencia no podemos dejar de mencionarlo, pero este manual está
dirigido específicamente a la Inteligencia Criminal (Operativa) y adentrarnos en ese tipo de Inteligencia
(la militar) sería desviarnos del tema y pisar un campo exclusivo de la órbita militar.

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

CAPITULO 4

EL ESTADO Y “LA HIPOTESIS DE CONFLICTO”

Como bien plantea y describe Mario Justo López en el Capítulo 1, de acuerdo con David Easton y el
sistema político, donde éste recibe y se retroalimenta de las demandas y apoyos, tanto del sistema intra
como extrasocietal, de no mantenerse un equilibrio dinámico, el “sistema” tendería a desaparecer.

Debe entenderse que una relación social es de lucha cuando la acción se orienta por el propósito de
imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra o de las otras partes. Se denominan
“pacíficos” aquellos medios de lucha en donde no hay una violencia física efectiva. Esta lucha pacífica
llamase “competencia” cuando se trata de la adquisición formalmente pacífica de un poder de
disposición propio sobre las posibilidades deseadas también por otros. Hay competencia regulada en la
medida en que esté orientada en sus fines y sus medios, por un orden determinado22.

De acuerdo con Justo López, y en el sostenimiento de la relación “mando-obediencia”, desde la


conformación misma del Estado mediante la lucha política y la obtención y mantenimiento del poder, el
conflicto está siempre presente.

El conflicto consiste en un enfrentamiento, choque o desacuerdo intencional entre dos entes o grupos
de la misma especie que manifiestan, unos respecto de los otros, una intención hostil, en general a
propósito de un derecho y quienes por mantener, afirmar o restablecer el derecho intentan quebrar la
resistencia del otro, eventualmente recurriendo a la violencia, la cual puede –llegado el caso- tender al
aniquilamiento físico del otro23.

Este conflicto permanente “paz-guerra”, “consenso-disenso”, “mando-obediencia” sería desde la óptica


de Carl Shmitt el sostenedor de la antítesis “amigo-enemigo”24. Dice al respecto:

Realmente, existió un tiempo en el cual tuvo sentido equiparar los conceptos de estatal y
político. El Estado clásico europeo logró algo completamente inverosímil: crear la paz en su
interior y excluir a la enemistad como concepto jurídico. Logró poner a un lado el desafío o reto
que era una institución del derecho medieval; logró poner fin a las guerras civiles confesionales
de los Siglos XVI y XVII, conducidas por ambas partes como guerras especialmente justas; y
logró instaurar en el interior de su área a la paz, a la seguridad y al orden. Es sabido que la
fórmula "paz, seguridad y orden" sirvió como definición de la policía. En el interior de un
Estado así, realmente ya sólo hubo policía y no política; a menos que se quiera denominar
política a las intrigas cortesanas, a la rivalidades, a las frondas, a los intentos de rebelión de los
malcontentos y, en suma, a las "interferencias". Un empleo semejante de la palabra política,
naturalmente, también es posible y sería una disputa semántica el discutir sobre si ello es
correcto o incorrecto. Sólo hay que tener presente que ambas palabras, tanto política como
policía, provienen de la misma palabra griega polis. Política en un sentido elevado, la alta
política, en aquellos tiempos era solamente la política exterior que un Estado soberano como tal
— y frente a otros Estados soberanos, a los cuales reconocía como tales — practicaba sobre la
base de este reconocimiento decidiendo sobre amistades, enemistades o neutralidades
bilaterales.

¿Qué es lo clásico en el modelo de una unidad política como ésta, cerrada y pacificada en lo
interno, y que aparece cerrada y soberana frente a otros soberanos? Lo clásico es la posibilidad
de establecer diferenciaciones claras y unívocas. Dentro y fuera, guerra y paz. Durante la
guerra: militar y civil, neutralidad o no-neutralidad. Todo esto se halla visiblemente separado y
22
Weber, Max, “Economía y sociedad”, pág. 31, Edit. Fondo de Cultura Económica, 1987
23
Freund, Julien, “Sociología del Conflicto”, Edit. Presses Universitaires de France, Paris, 1983
24
Shmitt, Carl, “El concepto de lo político”, pág. 9, Texto de 1932 con un Prólogo y tres Corolarios, Traducido de la edición de
1963 por Dénes Martos, www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

no deliberadamente confuso. También en la guerra, en ambos bandos, todos tienen un status


claro. En la guerra, bajo el derecho internacional inter-estatal, también el enemigo es
reconocido en un plano de igualdad como Estado soberano. En este derecho internacional inter-
estatal incluso el reconocimiento como Estado ya contiene, mientras todavía posee un contenido,
el reconocimiento del derecho a la guerra y, por consiguiente, el reconocimiento del enemigo
justo. También el enemigo tiene su status; no es un criminal. La guerra puede ser delimitada y
rodeada de las limitaciones del derecho internacional. Consecuentemente también podía
terminar en una paz que, normalmente, contenía una cláusula de amnistía. Sólo así es posible
establecer una clara diferenciación entre la guerra y la paz; y sólo así una limpia, unívoca,
neutralidad.

La contención y clara delimitación de la guerra contiene una relativización de la enemistad.


Toda relativización de esta índole es un gran avance en el sentido del humanitarismo. Por
supuesto que no es sencilla de lograr ya que al hombre le resulta difícil no considerar a su
enemigo como un criminal. En todo caso, el derecho internacional europeo de la guerra
terrestre entre Estados, logró dar ese raro paso. De qué manera lograrán darlo otros pueblos
que en su historia sólo han conocido guerras coloniales y civiles, es algo que queda por verse.
De ningún modo es un progreso en el sentido del humanitarismo el repudiar la guerra
controlada del derecho internacional europeo designándola de reaccionaria y criminal, y
desatar en nombre de la guerra justa enemistades de clase o de raza que ya no saben, ni
tampoco quieren, distinguir entre el enemigo y el criminal.

El Estado y la soberanía son el fundamento de las restricciones a la guerra y a la enemistad


hasta ahora logradas por el Derecho Internacional. En realidad, una guerra librada
correctamente según las reglas del Derecho Internacional europeo contiene más sentido de
Derecho y reciprocidad, pero también más procedimiento conforme a Derecho, más "acto recto"
como antes se decía, que un proceso escenificado por los modernos detentadores del poder y
orientado al aniquilamiento moral y físico del enemigo político. Quien destruya las
diferenciaciones clásicas de la guerra entre Estados y las limitaciones que se basan en ellas,
tiene que saber lo que hace. Revolucionarios profesionales como Lenin y Mao Tse-tung lo
sabían. Algunos juristas profesionales no lo saben. 8i siquiera se dan cuenta de cómo los
conceptos clásicos de la guerra controlada resultan utilizados como armas por la guerra
revolucionaria, armas a las cuales se las emplea de un modo puramente instrumental, sin
compromisos y sin la obligación de reciprocidad.

Ésa es la situación. Un contexto tan ambiguo e intermedio de forma y de deformación, de


Guerra y de Paz, presenta cuestiones incómodas e ineludibles que contienen un auténtico
desafío. La palabra alemana Herausforderung (desafío) expresa aquí tanto el sentido de un
challenge como el de una provokation.

Un intento de respuesta

El escrito sobre el concepto de lo político es un intento de hacer justicia a las nuevas cuestiones
sin menospreciar al challenge ni a la provokation. Mientras el discurso sobre Hugo Preuss
(1930) y los tratados "Der Hüter der Verfassung" [El guardián de la Constitución] — (1931) y
"Legalität und Legitimität" [Legalidad y Legitimidad] — (1932) investigan la nueva
problemática intra-estatal y de Derecho Constitucional, aquí confluyen temas pertenecientes a la
teoría del Estado con temas del Derecho Internacional-interestatal. 8o se trata aquí solamente
de la teoría pluralista del Estado — completamente desconocida aún en la Alemania de aquella
época — sino también de la Sociedad de las 8aciones de Ginebra. El escrito es la respuesta a

50
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

una situación intermedia. El desafío que del mismo se desprende se dirige en primer lugar a los
expertos constitucionalistas e internacionalistas.

De este modo ya la primera oración establece que: "El concepto de lo estatal presupone el
concepto de lo político". ¿Quién habría de comprender una tesis formulada de un modo tan
abstracto? Aún hoy me parece dudoso que haya tenido sentido comenzar una exposición con
esta abstracción tan poco transparente, porque muchas veces ya la primer frase decide el
destino de una publicación. Sin embargo, aún a pesar de ello, es justamente en dicho punto que
esta declaración conceptual casi esotérica no está en el lugar equivocado. A través de su tesitura
provocativa deja en claro a quienes se dirige en primera instancia; esto es: a los conocedores
del jus publicum Europaeum, a los conocedores de su historia y de su problemática presente.
Recién en relación a esos destinatarios es que el epílogo adquiere sentido en absoluto puesto
que resalta tanto la intención del "encuadramiento de un problema inmensurable" como también
el carácter estrictamente didáctico de la exposición.

Un informe sobre los efectos del escrito, dentro del ámbito profesional de sus reales
destinatarios, debería traer a colación las publicaciones posteriores e intentar un desarrollo del
encuadramiento. A esto se refiere la ponencia sobre "El giro hacia el concepto discriminador de
la guerra" (1938) y el libro sobre el "8omos de la Tierra25" (1950). Un informe así debería
abarcar también el desarrollo de las concepciones sobre crímenes políticos, sobre el asilo
político, sobre la judiciabilidad de los actos políticos y sobre las decisiones de tipo judicial
tomadas en materia de cuestiones políticas. Más aún: debería incluir hasta la cuestión
fundamental del proceso judicial en absoluto; es decir: investigar hasta qué punto el proceso
judicial en si mismo ya cambia su contenido y su objeto para devenir en un conjunto de
composición diferente. Todo esto excede ampliamente el marco de un prólogo y sólo puede ser
sugerido aquí como un deber pendiente. A este contexto pertenecerían, además, las cuestiones
relativas a la unidad política — y no sólo económica o técnica — del mundo. Con todo, de la
variedad de las manifestaciones existentes, quisiera mencionar aquí a dos trabajos de Derecho
Internacional que critican y rechaza mis ideas pero que, sin embargo, aún así, tratan el tema de
un modo objetivo. Ambas tomas de posición han sido publicadas por el Prof. Hans Wehberg en
su revista "Friedenswarte", en 1941 y en 1951.

El escrito sobre el concepto de lo político — como toda investigación científico-jurídica sobre


conceptos concretos — contiene el tratamiento de un material histórico. Consecuentemente, se
dirige en primer lugar a los conocedores de la época de la vigencia del Estado europeo y de la
transición del conflictualismo medieval hacia el Estado soberano estratificado, con su
diferenciación entre Estado y sociedad. En este contexto hay que mencionar el nombre de un
gran historiador, Otto Brunner, quien en su precursora obra "Tierra y Dominio" (1ª Edición
1939) ha producido una importante verificación de mi criterio acerca de lo político. Incluso le
concede al pequeño escrito cierta atención, aún cuando lo registra tan sólo como un "punto
final", en el sentido de entenderlo como último estadio en el desarrollo de la doctrina de la
razón de Estado. Simultáneamente, establece la objeción crítica que, en el escrito, la verdadera
característica positiva que surge es la del enemigo y no la del amigo.

A través de la caracterización de "punto final" el escrito es enviado a la era imperialista y su


autor catalogado de epígono de Max Weber. De la 8ota 22 — que se refiere a un producto típico
de esta era — se desprende con suficiente claridad en qué forma mis conceptos se relacionan
con los típicos de una doctrina imperialista del Estado y del derecho internacional. La
recriminación por una supuesta primacía del concepto de enemigo es un estereotipo

25
Este término griego se puede traducir por ley, y más en particular la ley de la ciudad. La ley descansa en los avatares
humanos, en su historia y situaciones vitales concretas y contingentes.

51
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

ampliamente generalizado. Con este reproche se desconoce que toda la dinámica de un concepto
jurídico procede, por necesidad dialéctica, de la negación. Tanto en la práctica como en la
teoría jurídica la integración de la negación es cualquier cosa menos una "primacía" de lo
negado. Un proceso, en cuanto acto jurídico, es posible en absoluto recién cuando un derecho
resulta negado. Al principio de la pena y del derecho penal no está la observancia sino la
infracción. ¿Constituye esto acaso una concepción "positiva" de la infracción y una "primacía"
del crimen?

Independientemente de ello, el historiador para el cual la historia no es solamente pasado,


respetará lo concretamente actual del desafío de nuestro estudio de lo político constituido por la
caótica situación intermedia de conceptos jurídicos clásicos y revolucionarios y no
malinterpretará el sentido de nuestra respuesta a dicho desafío. La evolución de la guerra y el
enemigo, que comenzara en 1939, ha terminado conduciendo a nuevas y más intensas formas de
guerra, a completamente confusas concepciones de la paz, a la guerra de guerrillas y a la
guerra revolucionaria. ¿Cómo se puede abarcar todo ello teóricamente si uno desplaza de su
conciencia científica la realidad de que existe la enemistad entre los seres humanos? 8o
podemos aquí profundizar la discusión sobre estas cuestiones. Sólo cabe recordar que el desafío
al cual buscamos respuesta no sólo no ha desaparecido desde entonces sino que, en forma
imprevista, incluso ha aumentado en fuerza e intensidad. Por lo demás, el segundo Corolario
anexado en 1938 ofrece una visión panorámica sobre la relación de los conceptos de guerra y
enemigo.

Pero no sólo juristas e historiadores, también teólogos y filósofos se han ocupado del concepto
de lo político. También aquí se necesitaría una reseña crítica especial a fin de dar un panorama
medianamente completo. En todo caso, en este ámbito aparecen nuevas y extraordinarias
dificultades para el entendimiento mutuo, a tal punto que se hace casi imposible lograr el
encuadramiento de la problemática común. La expresión ¡Silete theologi! que un jurista del
Derecho Internacional le lanzó a los teólogos de ambas confesiones al comienzo de la era
estatal, aún continúa vigente. La subdivisión en diferentes áreas de trabajo de nuestra actividad
docente e investigativa en lo relacionado con las ciencias humanísticas ha desordenado al
lenguaje común y justamente en conceptos como los de amigo y enemigo se hace casi inevitable
una itio in partes.

La orgullosa conciencia que se reflejó en aquél ¡Silete! de principios de la época estatal en gran
medida ya no está a disposición del jurista de fines de dicha época. Muchos buscan hoy apoyos y
revalorizaciones en un derecho natural moral-teológico e incluso en cláusulas generales
filosófico-axiológicas. El positivismo jurídico del Siglo XIX ya no alcanza y el maltrato
revolucionario de los conceptos de la legalidad clásica es evidente. El jurista del Derecho
Público se encuentra — frente a la teología o la filosofía por un lado y frente al ajuste social-
técnico por el otro — en una posición intermedia defensiva, en la cual desaparece la
intangibilidad autóctona de su posición y el contenido informativo de sus definiciones está
amenazado. Una situación así de confusa ya por si sola justificaría la reimpresión de un escrito
sobre el concepto de lo político, inhallable desde hace muchos años, a fin de rescatar un
documento auténtico de falsas mitificaciones y para poder devolverle la expresión a su original
definición informativa.

El justificado interés en el texto auténtico de una exposición es tanto más válido para esferas que
se hallan fuera del ámbito científico tales como la publicística cotidiana y la opinión pública
mediática masiva. En estos ámbitos todo se amolda a los fines próximos de la lucha política
coyuntural o del consumo diario. Aquí el esfuerzo por establecer un encuadramiento científico se
vuelve sencillamente absurdo. En este ambiente, la primera y cuidadosa delimitación de un

52
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

campo conceptual ha sido convertida en eslogan — una especie de teoría del amigo-enemigo —
que sólo se conoce por referencias y que se le endilga al partido opuesto. Aquí el autor no puede
hacer más que poner, según sus posibilidades, a buen resguardo el texto completo. Por lo
demás, debe saber que los efectos y las consecuencias de sus publicaciones ya no están en sus
manos. Especialmente los escritos más pequeños siguen un camino propio y lo que el autor en
realidad ha hecho con ellos "lo decide recién el día siguiente".

Continuación de la respuesta

La situación inicial continúa y ninguno de sus desafíos ha sido superado. La contradicción entre
el empleo oficial de conceptos clásicos y la efectiva realidad de objetivos y métodos
revolucionarios sólo se ha agudizado. La reflexión sobre un desafío de esta índole no debe
interrumpirse y el intento de dar una respuesta debe continuar.

¿Cómo puede hacerse esto? La era de los sistemas ha pasado. Cuando, hace trescientos años,
hizo su gran aparición la época de la estatalidad europea, surgieron hermosos sistemas de
pensamiento. Hoy ya no se puede construir de esa forma. Hoy ya sólo es posible hacer una
retrovisión histórica que refleje, tomando conciencia de su sistemática, la gran época del jus
publicum Europaeum y sus conceptos acerca del Estado, la guerra y el enemigo justo. He
intentado hacer esto en mi libro sobre el "8omos de la Tierra" (1950).

La otra posibilidad, opuesta, sería un salto al aforismo. Como jurista, me resulta imposible. En
el dilema entre sistema y aforismo sólo queda una alternativa: mantener la vista sobre el
fenómeno y someter a prueba los criterios de las nuevas cuestiones que constantemente surgen y
de las nuevas, tumultuosas, situaciones. De esta manera cada conclusión crece junto a la
anterior y surge una serie de corolarios. De los mismos ya hay muchos, pero no sería práctico
sobrecargar con ellos la reimpresión de un escrito del año 1932. Sólo una categoría muy
especial de estos corolarios, la que ofrece una visión panorámica de las relaciones existentes en
un área conceptual, puede ser considerada aquí. Estas relaciones circunscriben un área
conceptual en el cual los conceptos se informan mutuamente a través de su posición dentro del
área. Una panorámica de esta clase puede especialmente ser útil a los fines didácticos del
escrito.

El texto reimpreso de 1932 tenía que ser puesto a disposición como un documento, sin modificar
y con todas sus fallas. El principal defecto de la cuestión reside en que las distintas clases de
enemigo — enemigo convencional, real y absoluto — no están clara y suficientemene separadas
y diferenciadas. Le debo a un francés — Julien Freund de la Universidad de Estrasburgo — y a
un americano — George Schwab de la Universidad de Columbia en 8ueva York — el que me
hayan señalado este hueco. La discusión del problema continúa de modo inexorable y produce
un auténtico avance en la conciencia, desde el momento en que las nuevas y contemporáneas
clases y métodos de la guerra obligan a una conceptualización del fenómeno de la enemistad. En
un tratado independiente sobre la "Teoría del Partisano", que aparecerá simultáneamente con
esta reimpresión, he expuesto esto en relación con un ejemplo especialmente actual y agudo. Un
segundo ejemplo, igualmente penetrante, lo brinda la llamada Guerra Fría.

En la guerra irregular actual, tal como se ha desarrollado a partir de 1932 en la guerra chino-
japonesa, luego en la Segunda Guerra Mundial y finalmente después de 1945 en Indochina y en
otros países, se unen dos procesos contradictorios; dos especies completamente diferentes de la
guerra y de la enemistad. En primer lugar, hay una resistencia autóctona, esencialmente
defensiva, que el pueblo de un país le opone a la invasión extranjera y, en segundo lugar, está el
apoyo y la dirección de una resistencia así por parte de terceras potencias interesadas y

53
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

mundialmente agresivas. El partisano, que para la conducción bélica clásica no era más que un
"irregular", se ha convertido en el interín, si bien no en una figura central, aún así en una figura
clave de la conducción bélica revolucionaria mundial. Recuérdese tan sólo la máxima clásica
con la que los ejércitos prusiano-alemanes esperaban vencer a los partisanos: "la tropa combate
al enemigo; de los merodeadores se encarga la policía". También en esa otra especie moderna
de la guerra actual, en la llamada guerra fría, se rompen todos los pilares conceptuales que
hasta ahora soportaban al sistema tradicional de limitación y contención de la guerra. La
guerra fría se burla de todas las diferenciaciones clásicas sobre la guerra y la paz y la
neutralidad, la política y la economía, lo militar y lo civil, combatientes y no-combatientes — y
solamente no desprecia la diferenciación entre amigo y enemigo; diferenciación ésta que hace a
su origen y a su esencia.

8o es ningún milagro que la antigua palabra inglesa foe ha despertado de su arcaico sueño de
cuatrocientos años y, desde hace dos décadas, ha vuelto a ponerse nuevamente en uso al lado de
enemy. ¿Cómo podría ser posible mantener viva una reflexión sobre la diferenciación entre el
amigo y el enemigo en una época que produce medios de aniquilamiento nucleares y
simultáneamente borra la diferencia entre la guerra y la paz? El gran problema sigue siendo el
de ponerle límites a la guerra y esto, cuando no se conecta por parte de ambos bandos con una
relativización de la enemistad, termina siendo o bien un juego cínico, la orquestación de un dog
fight, o bien no es sino un pueril autoengaño.

El prólogo a la reimpresión de un pequeño escrito no puede tener el objetivo de tratar


exhaustivamente problemas como éste para completar un texto de hace treinta años que es
obviamente incompleto y tampoco puede suplantar a un nuevo libro por escribir. Un prólogo así
debe conformarse con algunas indicaciones que expliquen el ininterrumpido interés despertado
por el escrito y que han impulsado a su reimpresión.

Marzo de 1963 - Carl Schmitt

Uno de los elementos del poder nacional (o la vulnerabilidad) es la naturaleza y la calidad del liderazgo
nacional. Cuando una nación se enfrenta a un oponente igual o inferior en los otros elementos de poder,
la nación que goce de un liderazgo superior, prevalecerá. Cuando una nación se enfrente a un oponente
que posea ventaja en términos de poder, aquella que cuente con un liderazgo superior podrá
prevalecer. En cualquier conflicto, la materia de disputa se decidirá por el empleo de las capacidades –
excelencia estratégica-, así como por el potencial de esas capacidades. En este contexto, el liderazgo
nacional incluye la organización, los procesos y las personalidades asociadas con la dirección
estratégica nacional26.

Es por allí entonces donde se comienza a conformar la denominada “Hipótesis de conflicto”, que será
en todo su contexto el eje rector de todas las políticas de liderazgo y sostenimiento del andamiaje
estatal, por ende del estado-nación, que por razones de supervivencia debe sostenerse entre las
constantes amenazas propias del entorno surgidas desde sus propias capacidades y vulnerabilidades,
tendentes a ser explotadas por los potenciales enemigos u oponentes que en la génesis del conflicto
están presentes de manera constante.

Es entonces que a partir de la “Hipótesis de Conflicto” comienza a jugar desde el Estado la necesidad
de la “Defensa”, tanto externa como interna, lo cual va a traer aparejada la creación de organismos que
sostienen esta defensa en su conjunto. En el orden externo o ambiente extrasocietal aparecerán la
Fuerzas Armadas y en el interno o intrasocietal las Fuerzas de Seguridad y Policiales. Es por ese
motivo que desde la Ciencia Política se sostiene y mantiene de acuerdo con la conformación social y
estatal que bien describe Hobbes en “El Leviatán” la necesidad de que el Estado conserve para sí el

26
Toht, John G. National Defense University. 1986

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“Monopolio de la Fuerza”, para de esta manera devolver a la sociedad parte del “derecho” que esta
entrega en “Seguridad”. Ahora, esta seguridad a la que se hace referencia tiene un marco lo
suficientemente amplio como para no estar limitado solamente al accionar de las FF.AA., de Seguridad
o Policiales.

Como el Estado está compuesto por los tres poderes conocidos, a saber: Legislativo, Ejecutivo y
Judicial, la “Seguridad” del Estado está representada en el formato de Leyes que surgen a partir de la
Constitución o Carta Magna, o Ley Fundamental, donde se establecen los Derechos, Garantías y
Obligaciones de los ciudadanos, la forma de Gobierno que adopta el país para sí y la conformación de
los diferentes poderes, que van a funcionar como garantes y control y de los otros dos, garantizando de
esta manera que no exista la “suma del poder público” por parte de ninguno de los poderes.

Es por eso que cuando se habla de “Seguridad”, hay que tener en cuenta que el Poder de Policía del
Estado abarca la Salud Pública, la Educación, la Seguridad Social y la Prevención y castigo de los
Delitos.

Para una mejor comprensión podríamos ejemplificar diciendo que la Seguridad en la Salud Pública está
dada, por ejemplo, en las campañas vacunatorias de la población en la Prevención de enfermedades,
que de otra manera podrían convertirse en “epidemias” afectando a toda la ciudadanía,
sobredimensionando los gastos del Estado, que en definitiva terminan pagándolos todos los integrantes
del entorno social.

En el campo de la Educación, el Poder de Policía está representado en la “Obligatoriedad de la


Educación Primaria y Secundaria”, en la Seguridad Social estaría dada desde el control de la medidas
de Seguridad en las tareas riesgosas, recolección de residuos de la vía pública o simplemente el control
de juegos de un Parque de Diversiones hasta el respaldo que reciben los ancianos mediante una
jubilación y atención casi gratuita de la salud.

En la Seguridad de los Delitos, en la Prevención de los mismos mediante la acción policial y


posteriormente, cuando se cometen, mediante la búsqueda de los autores y la represión de los mismos,
que se purgan mediante penas establecidas previamente por un Código Penal. Cabe consignar que en
este punto el límite del “delito” esta circunscripto a todas las acciones u omisiones antijurídicas
contempladas y enumeradas en el Código Penal específicamente, ya que todo lo que no está
contemplado o tipificado es Delito. Cada país, de acuerdo a su sistema tipifica los delitos y los reprime
de diferentes formas. No todas las sociedades o países del mundo tienen contempladas las mismas
conductas como delito, aunque sí existen ciertas similitudes en las acciones básicas que rodean al
homicidio y al robo. Y tampoco los castigos son similares. Cada sociedad castiga de acuerdo a su
historia y cultura. Por ejemplo, mientras en países occidentales el robo se castiga mediante una pena
purgatoria en prisión, en muchos países islámicos la pena se cumple mediante el cortado de la mano
diestra más los años de prisión correspondientes. Todavía esos países se regulan por parámetros más
religiosos que jurídicos al entender occidental, porque su andamiaje jurídico se asienta en el Antiguo
Testamento (Ley del Talión), mientras en occidente se antepone la protección de los DD.HH., aún ante
la comisión de delitos.

Cada sociedad en particular conserva para sí su desarrollo plagado de localismos, cultura, historia,
religión y símbolos (Bandera, Himnos, etc.) que los van a identificar como tales, hecho que podría
sintetizarse en la palabra “idiosincrasia” (sinónimo de particularidad, naturaleza, temperamento, etc.),
con lo cual, es muy difícil que una sociedad pueda repetir comportamientos y conductas idénticos a
otras sociedades, aún cuando grandes contingentes sociales de determinada población hubiesen sido la
base de la creación del nuevo Estado. El simple hecho del traslado y la salida de la comunidad madre,
con el agregado de los localismos que se incorporan con la llegada a la nueva tierra, establecen
determinados vínculos, de ciertas similitudes en algunos aspectos, pero plagados de particularismos
que son dados por la naturaleza del lugar, es decir ámbito geográfico, clima, recursos naturales y
medios de supervivencia especialmente.

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Al respecto, Pierre George (Geografhie Active) se adentra en lo geográfico considerando a la Geografía


como ciencia (o disciplina) de los datos del escenario geográfico y su utilización con fines variados. De
acuerdo a esas premisas, los geógrafos actúan en función de: 1) La captación de las relaciones de
causalidades en el escenario natural, y/o; 2) La formulación de leyes o principios geográficos, y/o; 3) La
proyección de su interés hacia la “utilización” de esas relaciones.

Es así que puede observarse que:


a) existen relaciones complejas entre datos de carácter físico y los procesos de causalidad; relaciones
que partiendo de puntos de vista diferentes, llegan a entrecruzarse. Por ejemplo, el clima determina las
modalidades de la evolución del relieve, pero a su vez la Naturaleza y la orientación del relieve
modifican los efectos regionales y locales del clima, etc., etc.
b) Existen relaciones complejas y de acción recíproca entre la organización de la vida humana y los
factores físicos.

Es evidente entonces que el hombre no vive en contacto aislado con cada uno de los elementos de la
Naturaleza y del cuadro geográfico, sino con todos a la vez, por lo tanto es necesario buscar una
respuesta a las delicadas relaciones que rigen los climas, el medio ambiente y el medio geográfico en
las que se desenvuelve la vida, así como el impacto que el Hombre produce sobre ellas.

Es el caso típico de los países emergentes del denominado “Nuevo Mundo” luego de la conquista
realizada por los países europeos con la llegada de Cristóbal Colón en 1492. Los emergentes de la
denominada cultura latina (españoles, italianos, portugueses) muestran diferencias sustanciales con los
surgidos de la conquista anglo-inglesa, como a su vez los anteriores se diferencias de las conquistas
llevadas a cabo por los provenientes de los Países Bajos (Holanda). Esto también se refleja en la
creación de las instituciones y la diferenciación en funciones, aunque con similitudes de base, pero
siempre modificados en relación a la geografía, suelo y accidentes geográficos, como así también a los
recursos naturales y su explotación.

Por lo tanto, las particularidades propias de los Estados, las diferencias entre las mismas, el territorio,
ubicación y recursos naturales, y desarrollo sostenido de las diferentes poblaciones, culturas y
sociedades, como así también el ejercicio pleno de sus gobiernos y forma política terminan confirmando
que necesariamente existe una “hipótesis de conflicto”, tanto en lo externo como en lo interno, y que
basándonos en la Seguridad poblacional, el poder de policía estatal debe y esta obligado a prepararse
para evitar, eludir, afrontar o minimizar el riesgo ante eventuales situaciones de “peligro” que se
interpongan en el mantenimiento y puja por el poder y la posibilidad de conquista por parte de actores
externos o internos.

Por ende y tomando como base la definición de conflicto de John M. Collins se puede manifestar que
son: “Propósitos y actividades hostiles entre naciones o entre naciones y grupos sub-nacionales”27.

En el aspecto externo la historia de la humanidad está plagada de conflictos denominados “guerras” y


que por lo general el componente esencial de estas guerras son los intereses por lo que posee el otro,
sean esos recursos naturales antes mencionados, territorio reclamado como propio o simple
expansionismo y anexión de nuevos territorios. Y es en este marco de conflicto donde aparecen los
diferentes tipos de enfrentamientos denominados “GUERRAS” las que en la actualidad y de acuerdo
con los avances científicos y tecnológicos desarrollados luego de la Segunda Guerra mundial se dividen
en tres niveles diferentes, de acuerdo con la perspectiva de los EE.UU. en “conflictos” de:
• Baja Intensidad (Hostilidades que varían desde guerra no violenta en los campos político,
económico, psicológico, tecnológico, etc., que no se consideran dentro de la competición
pacífica normal en tiempos de paz, hasta el combate armado que inflige pocas bajas al personal
y causa poco daño a la propiedad)
• Media Intensidad (Combate armado que causa bajas y daño moderado. Son este caso
ilustrativos para los EE.UU. las guerras de Corea y Vietnam)

27
Collins John M., “America’s Small Wars. Lesson for the future”, pág. 271, Edit. Brassey’s, Mc Lean, U.S.A., 1983

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• Alta Intensidad (1- Una guerra en la cual un beligerante emplea armas nucleares, químicas
letales y biológicas de modo tal que la supervivencia está en juego. 2- Una guerra que produce
una cantidad de daño y/o bajas tan severa que se deben movilizar la mayor parte de los
recursos militares e industriales para evitar la derrota)

Una versión más bien compleja del concepto del Espectro del Conflicto surgió en la Evaluación Neta
Militar Conjunta de 1991 (1991 Joint Military Net Assessment --JMNA). El General Colin Powell,
entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto, exploró las implicancias para todas las fuerzas, más que
para cada una de ellas, en un momento que representó un punto de inflexión en la historia de las
fuerzas armadas estadounidenses. "Esta evaluación constituye una primera evidencia de la transición
entre el planeamiento y la programación principalmente orientados a una guerra global con la Unión
Soviética, y el planeamiento y la programación para las situaciones regionales que esperamos enfrentar
en la década de los noventa." En este caso, se utilizó el espectro del conflicto para evaluar hipótesis de
conflicto específicas, muchas de las cuales eran genéricas: empeñamiento en tiempos de paz,
contrainsurgencia y lucha anti-droga (CI/CN); contingencias regionales menores (LRC), mundial y
nuclear. Otras hipótesis eran más específicas en cuanto a la ubicación: Contingencias Regionales
Principales-Occidente (en inglés MRC-W para Corea); Contingencias Regionales Principales-Oriente
(en inglés CRM-E para el sudoeste asiático); y una guerra que podría escalar como consecuencia de
una crisis europea28.

Hasta la II Guerra Mundial la dimensión e “hipótesis de conflicto” estaba dada por las dicotomías
marcadas en la dinámica del denominado “imperio” mediante el proceso:

PAZ – GUERRA
POLITICA – ESTRATEGIA MILITAR
DOMINIO - VICTORIA
IMPERIO

Con posterioridad a la finalización de la II Guerra Mundial y en virtud de la dinámica que se acrecentó


en el marco de la Guerra Fría, el nuevo “paradigma” se centraría en el “CONFLICTO” que adquiriría la
siguiente dimensión:

CONFLICTO (Permanente)
DECISION = POLITICA + ESTRATEGIA
NEGOCIACION: DISUACION; MANEJO/CONTROL DE CRISIS, GUERRA
LIMITADA… RACIONALIDAD, RIESGOS, COSTOS…

Los efectos de la interacción post Segunda Guerra Mundial estarían dados entonces en29:

• Declinación drástica de la estructura colonial y, en consecuencia, aumento significativo del


número de Estados.
• Enfrentamiento en todos los campos, especialmente los étnico-religiosos, económico-
tecnológicos (desarrollo), ideológico y delictivos.
• Afirmación de tendencias hacia la cooperación entre países o asociaciones, especialmente de
alcance regional.
• Proliferación de organizaciones internacionales de todo tipo dedicadas a los fines más diversos.
• Incremento del derecho internacional para dirimir conflictos.
• Interés en la búsqueda de la paz permanente, a través de sistemas de seguridad colectiva u
organismos internacionales.
• Aumento de la capacidad destructiva de las armas nucleares y convencionales y de la tecnología
aplicada. Incluye el uso del espacio “exterior” y los arsenales de todo tipo.

28
http://www.afcea.org.ar/publicaciones/conflicto.htm
29
Balbi, Raúl – Crespo, Mariana, “Apuntes en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional”, Univ. Nac. De La Plata.

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

• Incremento del terrorismo, el narcotráfico y otras “estrategias no convencionales” que generan o


alimentan conflictos.
• Incremento de la influencia de la economía y las finanzas en las relaciones internacionales.
• Desconexión de las finanzas de su origen (herramienta del sistema económico de producción),
adquiriendo vida propia.
• Revalorización de ciertas materias primas e insumos, como de las tecnologías de aplicación a
cada campo.
• Ensanchamiento de las brechas científico-tecnológicas y de desarrollo-
• Progresiva globalización de las comunicaciones y la difusión. Impacto por transculturación;
incremento de las expectativas de estándar de vida; efecto de Desinformación Por saturación.
• Mayor influencia de la opinión pública en la toma de decisiones.

EL EFECTO POST GUERRA FRIA

Si bien la Guerra Fría marcó una etapa como nunca antes en el historia de la Humanidad, las
consecuencias posteriores a su finalización fueron mucho más contundentes y menos deseadas a las
esperadas.

La desaparición de una Alianza Estratégica como la que conformaba el Tratado de Amistad,


Colaboración y Asistencia Mutua, llamado habitualmente Pacto de Varsovia30, fue un cambio marcado
en la política mundial, no solamente de posiciones, sino que representa una especie de “Revolución” en
todos los campos. El Pacto de Varsovia fue un acuerdo de cooperación militar firmado en 1955 por los
países del Bloque del Este. Diseñado bajo liderazgo soviético, su objetivo expreso era contrarrestar la
amenaza que suponía el establecimiento, en 1949, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), y en especial el rearme de la República Federal Alemana, a la que los acuerdos de París
permitían reorganizar sus fuerzas armadas.

El ámbito del Pacto de Varsovia abarcaba todos los estados socialistas de Europa del Este, a excepción
de Yugoslavia sobre la que, pese a todo, se ejerció una poderosa influencia, es decir, Albania, Bulgaria,
Checoslovaquia, Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumania y la Unión Soviética;
hasta 1962 la República Popular China estuvo afiliada como observador. Fue firmado en la capital
polaca el 14 de mayo de 1955, siendo Nikita Jrushchov primer secretario del Partido Comunista de la
Unión Soviética.

Los estados del Bloque del Este mantenían ya, antes de la firma del tratado, una estrecha relación
militar con la Unión Soviética, cuyo ejército había acometido su liberación durante la Segunda Guerra
Mundial, del mismo modo que las fuerzas estadounidenses y británicas lo habían hecho en Alemania
Occidental, Austria, Bélgica, Italia, Francia y Grecia. La profunda influencia ejercida por la Unión
Soviética en el bloque había sido percibida como un desafío por las otras potencias aliadas, que
consideraban la expansión del comunismo como una amenaza inmediata al régimen político y
económico dominante en Europa. La polarización entre la órbita estadounidense —que con el
establecimiento de la OTAN rompió su secular tradición de aislamiento militar— y la soviética sería el
carácter determinante de los cuarenta años de la llamada Guerra Fría.

La Guerra Fría se había caracterizado por dirimir el conflicto entre bloques mediante el ejercicio de la
“DISUACION”, donde ambos bloques, la OTAN por un lado y el Pacto por otro se disuadían
recíprocamente ante la amenaza del armamento nuclear que ambos poseían y que garantizaba la
destrucción mutua de ambos. Es decir que la problemática esencial del enfrentamiento estaba dada en
¿quién sería el primero en atacar?, hecho que mantuvo al mundo en vilo en varias oportunidades, en
especial la denominada “Crisis de los Misiles” en donde un acuerdo entre la URSS y Cuba permitía a la
primera colocar misiles estratégicos cerca de la costa de EE.UU. a cambio de la compra de toda la
producción primaria de Cuba, es decir la caña de azúcar, que los EE.UU. habían dejado de comprar

30
http://es.wikipedia.org/wiki/Pacto_de_Varsovia

58
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

luego del bloqueo comercial a la isla que dura hasta la fecha. La famosa crisis de los misiles puso al
mundo al borde de la guerra nuclear.

La Carrera Armamentista llegó a proporciones tales que ya en la década de 1980, los EE.UU. y la
URSS poseían arsenal suficiente para destruir todos los países del globo varias veces. Esta
desproporción entre capacidad destructiva y objetivos a destruir se consideraba necesaria para
compensar las armas que no alcanzarían el objetivo, así como las empleadas en destruir las
instalaciones enemigas: el llamado Primer golpe. A partir de este momento, se acuñó el término
conocido como M.A.D. (Mutual Assured Destruction o Destrucción Mutua Asegurada), palabra que
también significa “descarado, atrevido, audaz” en el idioma inglés. La situación mundial se estabilizó en
una especie de "Equilibrio del Terror", donde ambas superpotencias prosiguieron una carrera
armamentística cuyo “vencedor” sería la potencia que produjese más y mejor tecnología bélica.
Paralelamente, la carrera espacial trajo consigo grandes innovaciones tecnológicas, especialmente en
telecomunicaciones e informática31.

Con la Caída del Muro de Berlín que reunificó Alemania (1989) y la desaparición de la URSS (1991)
como bloque de poder, el cambio en el mundo fue drástico. Comenzaron a reaparecer viejos conflictos
de antes de la II Guerra Mundial, la cantidad de países que pidieron su incorporación a las Naciones
Unidas se incrementó de sobremanera, llegando en la actualidad a 197, pero lo más grave, se modificó
la naturaleza de los conflictos.

Esto está centrado en el hecho mismo que ocultaba de por sí la Guerra Fría. El aumento de la
capacidad tecnológica y de las comunicaciones estaba dirigido a “prevenir” filtraciones de Defensa y en
especial en materia de interceptación de las comunicaciones. Ese desarrollo, llevado a cabo en el más
estricto secreto, como sucedería con Internet, un desarrollo de avanzada en materia de comunicaciones
mediante el uso de computadoras servía a las FF.AA. de los EE.UU. para su comunicación evitando de
esta manera la interceptación por parte de la URSS. Al finalizar la Guerra Fría, tanto desarrollo
tecnológico no tenía sentido que quedara en manos de fuerzas militares, ya que los consorcios privados
que proveen de material táctico a esas fuerzas, económicamente no estaban en condiciones de asumir
pérdidas, con lo cual este desarrollo táctico, como siempre acontece cuando deja de servir para lo que
fue elaborado, pasa al conocimiento y uso de la ciudadanía en general, incrementando las ganancias de
las empresas y haciendo posible su uso en la producción de bienes y servicios para consumo general.

Fue tanto el adelanto tecnológico volcado al común de la gente, que la reconversión de las
especialidades en el área laboral resultó casi imposible, ya que cada artefacto nuevo con diseño de
avanzada está montado sobre una plataforma conocida, pero su diseño y manejo es diferente, lo que
produjo que cuando un empleado de una firma X realizaba (o realiza) un curso de capacitación, al
finalizarlo, la nueva tecnología deja obsoleto ese curso realizado, con lo cual se produjeron grandes
brechas tecnológicas entre países, entre empresas y entre sociedades, lo que trajo aparejado “nuevos
conflictos” que hasta la fecha resultaban casi imposibles de desarrollarse.

En el mundo, los índices de desocupación se incrementaron de sobremanera y con ello, los índices
delincuenciales. Por el otro lado, los armamentos que ya no serían de utilidad en un posible conflicto, en
especial desde el ex bloque soviético, pasaron a formar parte del mercado negro y el Crimen
Organizado comenzó su apropiación por unos pocos pesos, lo cual trajo un notable incremento en el
tráfico de armas en el mercado negro. Los grupos asociados al narcotráfico mejoraron sustancialmente
su logística y poder de fuego, llegando a transformarse en verdaderos ejércitos del crimen,
desequilibrando instituciones, países y aún continentes, como en el caso del Africa. Esto fortaleció las
bases de la guerrilla, los separatismos y el terrorismo, que sin necesidad de contar con mucho efectivo,
pudieron acceder a material de alto poder destructivo y para ello como forma de pago tradicional se
utiliza el delito en todas sus gamas. Desde el narcotráfico hasta los secuestros extorsivos y tráfico de
personas, en la gama Trata de Blancas.

31
http://es.wikipedia.org/wiki/Carrera_armamentística#Carrera_Armamentista

59
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Por otra parte, la aparición de amenazas de índole natural debido al inestable equilibrio ecológico
incrementó la necesidad de cambiar las fuentes de energía no renovables, ya que la desertificación de
vastos sectores del planeta han incrementado los cambios climáticos de tal manera que hasta se prevé
un deshielo progresivo en los polos en poco tiempo, lo que incrementaría el nivel del mar, dejando a
miles de ciudades del mundo entero en una precariedad de condiciones poco previsibles. Esto ha hecho
que las superpotencias y aliados menores pongan sus ojos en objetivos que tienen un alto valor
estratégico como son los recursos naturales (agua, petróleo, gas natural, bosques y selvas, etc.).

También el incremento de la mejora en los estándares de vida, la prolongación de la edad promedio, la


baja en la mortalidad infantil han provocado que el incremento de la población sea una base de
desequilibrio tanto en lo económico como en lo tecnológico y en la supervivencia misma. La brecha
entre países ricos y pobres es cada vez más acentuada, y la producción mundial de alimentos se centra
en los países que pueden adquirirlos, con lo cual los países pobres están condenados al hambre, a las
desigualdades, a la explotación y a ser exportadores de mano de obra barata, pero especialmente mano
de obra criminal.

Es sabido que la disolución de la ex URSS dejó a muchísimos empleados del Estado en total
indefensión y sin trabajo, con la salvedad que la mayoría de estos empleados formaban parte de los
Servicios de Inteligencia soviéticos, especializados en operaciones de sabotaje, terrorismo, homicidios
encubiertos y toda la gama de acciones que servían en el teatro de operaciones de la Guerra Fría para
desestabilizar al adversario. Muchos de ellos, ante el aquelarre soviético pasaron a convertirse en
trabajadores “autónomos” mediante el delito, constituyendo lo que hoy se conoce como la Mafia Rusa.
Otros, pasaron a ser profesores de grupos terroristas, con lo cual la letalidad de estos grupos se vio
incrementada de sobremanera.

Por otra parte, la necesidad de mantener la producción y reservas petroleras por parte del mayor país
desarrollado para evitar posibles desestabilizaciones internas, ha llevado que esta potencia comience a
actuar de manera unilateral, es decir por fuera del marco regulatorio internacional de los conflictos que
son las Naciones Unidas, con lo que la crisis de gobernabilidad en el mundo se ha incrementado
notablemente ya que las acciones unilaterales como la intervención en Irak lo encumbran en una
dinámica de tipo imperialista que dejó de lado la famosa Doctrina Monroe de “América para los
americanos” y que hasta el 11 de septiembre de 2001, había sido el freno ante las apetencias
expansionistas.

EL 11-S y sus efectos colaterales en la Hipótesis de Conflicto.

El mundo entero quedó estupefacto cuando en vivo y en directo dos aviones chocaban contra el centro
mismo del poder económico y financiero mundial. El World Trade Center de Nueva York y mucho más
cuando se anunciaba que un avión se había estrellado contra el Pentágono, el centro más importante
del poder militar de los EE.UU.

A partir desde ese mismo momento la “hipótesis de conflicto” de los EE.UU. pasó a ser el “terrorismo” a
escala planetaria. Apareció como de la nada el recorte de las libertades civiles mediante la formulación
y puesta en marcha de la llamada “Patriot Act” o Acta Patriótica y consecuentemente la búsqueda de un
supuesto enemigo de nombre Bin Laden, refugiado en la cuevas de los Talibanes en Afganistán, hecho
que sustentó la invasión a ese país, el derrocamiento del Gobierno de base teocrática (todo esto con el
apoyo de la ONU) y posteriormente, con la argucia de representar un peligro para el planeta por el
acaparamiento de Armas de Destrucción Masiva (nucleares, químicas y biológicas) de Irak, previo
derrocamiento del dictador de turno, Gral. Saddam Hussein (con la diferencia que en esta oportunidad
la ONU no apoyó las acciones bélicas)32.

32
La mayoría de los países integrantes de la ONU estuvieron en total desacuerdo con semejante acción bélica, por cuanto las
pruebas que decían poseer mediante trabajos de Inteligencia los EE.UU. y que por ese entonces Secretario de Estado Gral.
Collin Powell, no respondían a los requerimientos mínimos, sino que estaban basados en suposiciones y fotos satelitales de
muy mala definición, de hecho, podría decirse que era un hecho muy poco serio para un país con los adelantos tecnológicos
norteamericanos. Tampoco la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA por sus siglas en inglés) estaba de acuerdo con

60
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Años después, y ante la aparición en junio de 2002 del libro “La Terrible Impostura – Ningún avión se
estrelló en el Pentágono” del periodista francés Thierry Meyssan33, realizado íntegramente con material
de internet respecto de los atentados; y ante las contradicciones y omisiones en las conclusiones de la
Comisión de Investigación del 11-S, van a surgir investigaciones de carácter privado, en especial una
realizada por investigadores de Nueva York, que se volcaría en el documental “CONFRONTANDO LA
EVIDENCIA” que también fue prohibido en los EE.UU. para ser difundido en los canales televisivos,
donde se estaría demostrando que los ataques del 11-S habrían sido ataques de “Falsa Bandera” con la
finalidad de obtener el respaldo público para acciones militares previamente determinadas, muy
similares a los ataques a Pearl Harbour y el incidente de las torpederas del Golfo de Tomkin, hechos
que sirvieron para la intervención militar de los EE.UU. en la II Guerra Mundial y en Vietnam, ya que la
Doctrina Monroe sigue vigente en ese país.

Otro documental de este mismo tenor, también de gran difusión mediante Internet, es el titulado
“ZEITGEIST, The Movie”, que tiene un tenor similar al material anteriormente mencionado.

Pero mucho más esclarecedora de la situación y de los cambios de la “Hipótesis de Conflicto” estarían
dados en la página web en la declaración de principios que desde 1997 sustenta el Proyecto para un
Nuevo Siglo Norteamericano (Proyect for the New American Century)34, en donde textualmente se
puede leer lo siguiente:

La política exterior y de defensa de Estados unidos ha perdido el rumbo. Los conservadores han
criticado las políticas incoherentes de la Administración Clinton. Han resistido también al empuje
aislacionista entre sus propias filas. Sin embargo, los conservadores no han conseguido articular
plenamente una visión estratégica del papel de estados Unidos en el mundo. Tampoco han
delineado los principios rectores de la política exterior norteamericana. Han permitido la eclosión
diferencias respecto a las tácticas, que han servido para entorpecer el alcance de un posible
acuerdo estratégico. Tampoco han luchado a favor de un presupuesto de defensa que permita
salvaguardar la seguridad de Estados Unidos e impulsar los intereses norteamericanos en el
nuevo siglo.
(os proponemos cambiar esta situación. (os proponemos exponer las razones para ello y
conjuntar apoyos en favor de un liderazgo mundial de Estados Unidos.
Cuando estamos a punto de finalizar el siglo XX, Estados Unidos destaca como la principal
potencia mundial. Tras haber guiado a Occidente a la victoria en la Guerra Fría, Estados Unidos
se enfrenta a una oportunidad y a un reto: ¿posee Estados Unidos la visión que le permita seguir
edificando sobre los logros conseguidos en las últimas décadas? ¿Posee Estados Unidos la
resolución necesaria para diseñar un nuevo siglo que sea favorable a sus principios y sus
intereses?
Corremos el peligro de dejar escapar la oportunidad y no saber enfrentarnos al reto. Estamos
dilapidando el capital forjado por las anteriores administraciones, tanto en inversiones militares
como en éxitos en materia de política exterior. Los recortes que se han producido en el gasto
militar y en las asignaciones para política exterior, la falta de atención a la actuación del gobierno
y un liderazgo inconstante hacen cada vez más difícil el mantenimiento de la influencia de
Estados Unidos en el mundo. Existe también la amenaza de que se dé prioridad a las expectativas
de obtención de beneficios comerciales a corto plazo por encima de las consideraciones
estratégicas. La consecuencia de todo ello es que estamos saboteando la capacidad de la nación
para hacer frente a las amenazas actuales y a gestionar debidamente los retos aún mayores que
tenemos por delante
Parece que hubiéramos olvidado los elementos esenciales que condujeron al éxito de la
Administración Reagan: un ejército fuerte, capaz de enfrentarse tanto a los retos presentes como a
los futuros, una política exterior dedicada a la promoción audaz y decidida de los principios

las “supuestas pruebas” presentadas por EE.UU. Es por ese motivo que la Alianza que ataca Irak estaba conformada
solamente por los EE.UU., Reino Unido de la Gran Bretaña, España y pocos pequeños países.
33
Libro que fue prohibido de circular en los EE.UU. y una gran mayoría de países aliados.
34
www.newamericancentury.org

61
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

norteamericanos por todo el mundo y un liderazgo nacional que acepta las responsabilidades
globales de Estados Unidos.
Evidentemente, Estados Unidos debe ser prudente a la hora de ejercer su poder. Pero lo que no
podemos es rehuir las responsabilidades que nos impone el liderazgo global ni los costes que
conlleva su ejercicio sin que ello vaya en detrimento nuestro. Estados Unidos tiene un papel vital
en el mantenimiento de la paz en Europa, Asia y el Oriente Próximo. Si rehuimos nuestras
responsabilidades, nos exponemos a poner en peligro nuestros intereses fundamentales. La
historia del siglo XX debería habernos enseñado que es importante modificar las circunstancias
antes de que afloren las crisis, así como enfrentarnos a las amenazas antes de que llegue el
horror. La historia de este siglo debería habernos enseñado que hay que abrazar la causa del
liderazgo norteamericano.
(os proponemos recordar esas lecciones a los norteamericanos y extraer las consecuencias
pertinentes para abordar la situación actual:
— para asumir nuestras responsabilidades globales y modernizar las fuerzas armadas de Estados
Unidos con vistas al futuro, tenemos que aumentar significativamente los gastos en defensa;
— tenemos que fortalecer los lazos que nos unen a nuestros aliados democráticos y enfrentarnos a
los regímenes hostiles a nuestros intereses y valores;
— tenemos que promover la causa de las libertades políticas y económicas en el extranjero;
— tenemos que asumir la responsabilidad que implica el papel singular de Estados Unidos en
materia de promoción y difusión de un orden internacional favorable a nuestra seguridad, nuestra
prosperidad y nuestros principios.
Es probable que una política como esta, semejante a la desarrollada por la Administración
Reagan y basada en la fuerza militar y la transparencia moral, no sea vista con buenos ojos hoy
en día. Sin embargo, es necesario llevarla a cabo para que Estados Unidos pueda continuar
creciendo a partir de los éxitos del pasado siglo pan garantizar nuestra seguridad y nuestra
grandeza en el futuro.

Elliott Abrams - Steve Forbes - Dan Quayle - Gary Bauer - Aaron Friedberg - Peter W Rodman –
William J. Bennett - Francis Fukuyama- Stephen P. Rosen - Jeb Bush - Frank Gaffney - Henry
S. Rowen - Dick Cheney - Fred C. Ikle - Donald Rumsfeld - Eliot A. Cohen- Donald Kagan - Vin
Weber - Midge Dexter - Zalmay Khalilzad - George Weigel - Paula Dobriansky - I. Lewis Libby
Paul Wolfowitz - (orman Podhoretz

Muchos de los signatarios de esta declaración enviaron en 1998 una carta abierta al presidente Clinton
en la que argumentaban a favor de invadir Irak. Cinco años después, ellos mismos estaban al mando de
la invasión: Dick Cheney como vicepresidente, Donald Rumsfeld como secretario de Defensa, Paul
Wolfowitz como vicesecretario de Defensa, Zalmay Khalilzad como enviado del Pentágono, y el resto
como promotores e ideólogos, tanto fuera como dentro del gobierno. Todos tenían una idea clara de la
dirección que deseaban que tomara el país y cuando el ataque terrorista del 11 de septiembre les
brindó la oportunidad, la aprovecharon sin molestarse en aclarar cuales eran sus verdaderas
intenciones. Todavía la gente no conoce los entresijos de toda esta historia.

Antes de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, existían dos obstáculos que impedían a los
ideólogos del Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano llevar adelante su estrategia. Por una
parte, el hecho de que el presidente Bush había llegado a la Casa Blanca sin un apoyo concluyente,
pues resultó elegido presidente por la diferencia de apenas un voto en el Tribunal Supremo. Por otra
parte, Estados Unidos carecía de un enemigo definido con nitidez, cuya existencia hubiera justificado un
sustancial incremento del presupuesto de defensa. La estrategia defendida antes del 11 de septiembre
no es idéntica a la que ha terminado prevaleciendo —la primera hacía hincapié en el desarrollo de una
defensa basada en misiles y no en la guerra Contra el terrorismo— pero ambas están animadas por el
mismo espíritu, a saber, el que preconiza el dominio unilateral de Estados Unidos35.

Como puede apreciarse en la descripción hecha hasta el momento, tanto en lo referido a la constitución
del Estado mediante la lucha política y los antagonismos creados a partir de la esa misma lucha, el

35
Soros, George, “La Burbuja de la Supremacía Norteamericana”, pág. 23-25, Edit. Sudamericana, Argentina, 2004

62
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

concepto amigo-enemigo y la “hipótesis de conflicto” comienza a dimensionarse en una proporción tal


que trasciende la órbita de la figura que accedió al poder, a su entorno y a su propio partido político, con
lo cual la recurrencia y la gestación de decisiones tiene y debe hacerse sobre un conocimiento amplio
de la realidad tanto interna como externa y que ésta no se convierta en un obstáculo insalvable, motivo
por el cual la recurrencia a la Inteligencia es el primer paso de todo decisor (Ejecutivo).

Por otra parte, a partir del propio desarrollo interno, la salvaguarda de los recursos naturales y los
principios de la defensa, tanto externa como interna, abren un abanico de posibilidades en los cuales se
puede poner en peligro a las instituciones y a la vigencia de la Constitución. Esto hace que existan
determinadas “hipótesis” que debido a que pueden generar conflictos de gravedad, se determinan como
“hipótesis de conflicto” y la función específica de la Inteligencia es reunir información en torno a esa
Hipótesis, como medida preventiva, para que ante una eventual “crisis”, el “decisor” tenga en sus manos
las herramientas necesarias como para poder evitar importantes pérdidas, tanto materiales como
humanas, y con ello mantener los principios rectores constitucionales.

La sanción de la Ley 25.520 de Inteligencia Nacional en diciembre de 2001, viene a poner fin a la
funcionalidad de los servicios de Inteligencia nacionales que seguían basando su trabajo en las antiguas
estructuras del marco de la Guerra Fría, encontrándose ante una nueva gama de conflictos que no
tenían un lugar predeterminado en ese marco, con lo cual la reestructuración de los mismos se hacía
imprescindible, dado que no solamente no prestaban un funcionamiento adecuado, sino que se buscaba
un posible enemigo en los lugares equivocados, violando las salvaguardas constitucionales y legales, y
creando conflictos políticos innecesarios.

Esta Ley de avanzada en el contexto de América Latina, pone un condimento en su letra impensable en
otras épocas, al establecer un control bicameral por parte del Parlamento de las actividades de
Inteligencia que la hacen una de las más democráticas del mundo, y con un sentido social y jurídico
poco común cuando se habla de Inteligencia. Aporta además una nueva área de trabajo que se
concreta en la aparición de una Inteligencia Criminal dedicada específicamente a prevenir el delito en su
forma más compleja y más destructiva como es el Crimen Organizado.

63
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

CAPITULO V

¿Qué es la Inteligencia?

Existen infinidad de definiciones y si bien la Ley 25.520 tiene especificada que es la Inteligencia
Nacional y sus derivaciones como la Contrainteligencia, la Inteligencia Criminal y la Inteligencia Militar,
la Cátedra tiene su propia definición que dice que es: “La capacidad de obtener, reunir, clasificar y
sistematizar información para someterla a un proceso intelectivo de análisis, sea de tipo
deductivo o inductivo y que permita mediante su producto, difundir a los decisores, las
capacidades y debilidades de actores, enemigos u oponentes, reales o hipotéticos, que impidan
el normal desarrollo del estado de derecho en pos de un gobierno libre y democrático tal como
está establecido en la Constitución Nacional”.

Pareciera que no tiene muchas diferencias esta definición con las otras pero si la comenzamos a
desgranar podemos observar las diferencias sustanciales que conlleva. En primer lugar habla de
capacidad porque en un mundo donde existen toneladas de información, se tiene que tener esta
habilidad para saber desentrañar cuál es la información útil, cuál es la suplementaria y cuál la reiterativa
o redundante. Luego se habla de un proceso intelectivo de análisis de tipo deductivo o inductivo,
esto quiere decir que se usan ambos tipos de análisis, tanto de lo particular a lo general, como de lo
general a lo particular, con lo cual se rastrilla todo el espectro y todas las posibilidades de conclusión.
Es claro que toda la información y su análisis tiene un resultado que mediante su difusión al decisor
que en definitiva es quien recibe el producto, pueda tomar decisiones directas o compartidas sobre las
Hipótesis de Conflicto (que es la base del trabajo de la Inteligencia).

Cuando se habla de capacidades y debilidades de actores, es mucho más que obvio, pero explicarlo
es necesario para evitar mal entendidos. De acuerdo a estas virtudes o defectos, sumado a la Hipótesis
de Conflicto, el decisor tiene un amplio espectro sobre la toma de decisiones. Cuando hablamos de
enemigos existe una variedad amplia de de ellos, pero para tener en claro que significa tener un
enemigo la definición es simple: “Es aquel actor que afecta los intereses vitales de la Nación”. Este actor
puede ser un país y la Argentina tiene uno: El Reino Unido de la Gran Bretaña. Hubo un conflicto (no
esperado por la población en general) armado dado que ese país mantiene un enclave colonial que fue
tomado por la fuerza a partir de 1833 y se niega a cumplimentar las resoluciones de las Naciones
Unidas. Otro enemigo puede ser otro país que intente invadir nuestro territorio nacional por
expansionismo, por los recursos naturales o por cualquier otro motivo (ese sería un posible enemigo
hipotético y el país debe estar preparado para su defensa. De allí la salvaguarda de las Fuerzas
Armadas para la Defensa y la Inteligencia para prevenir). También en ese marco se encuadran grupos
que mediante doctrinas antidemocráticas pueden intentar la toma del poder por medio de las armas, u
organizaciones criminales que pueden influenciar sobre dirigentes para usar el territorio en búsqueda de
ganancias violando todas las leyes. En estos rubros podemos citar el Terrorismo, la Insurgencia
Revolucionaria (sea de ultraizquierda o de ultraderecha), el Crimen Organizado, etc.

Cuando se habla de oponentes se hace necesaria una aclaración. Básicamente todos los países tienen
oponentes, ya que cuando se habla de oponentes es una referencia hacia quienes se “oponen” o
“compiten” mediante el desarrollo económico y las relaciones comerciales. Esto también tiene efecto en
lo referido a daños sobre el propio territorio. Este tipo de conflicto no declarado muchas veces se da en
situaciones de países vecinos en la zona de frontera, cuando existen intereses contrapuestos. Muchas
veces el oponente real o hipotético, pasa a convertirse en “enemigo” hipotético o en su defecto real.
Para dar un ejemplo simple la Argentina tiene y mantiene esta situación con la República Oriental del
Uruguay por el conflicto Botnia. Cuando se colocaron las pasteras a orillas del Río Uruguay, la
República Argentina se convirtió en oponente real del Uruguay y ante una reacción desmedida de
Uruguay, este pasó a convertirse en “enemigo” hipotético de Argentina durante algunas horas. Esto fue
así ya que el Ejecutivo uruguayo ordenó una movilización de tropas para proteger las instalaciones en

64
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

conflicto. Normalmente esto en las Relaciones Internacionales se manifiesta como acción disuasiva
por amenaza de uso de la fuerza.

De haber seguido la escala y de no haber tomado el Ejecutivo uruguayo una medida de retiro de las
tropas, la escalada podía haber terminado con un enfrentamiento entre países hermanos. Por suerte
imperó la cordura, pero los reclamos por parte de la Argentina en contra de la colocación de las
pasteras de origen extranjero a orillas de un cauce de agua compartido por la frontera, mantiene a los
dos países como oponentes reales. Uno, quiere mantener a toda costa un sistema de producción de
pasta de papel en contra de la oposición del otro país por las consecuencias ambientales y de
contaminación de las aguas. Un tema difícil y complicado porque hay muchos intereses en juego por lo
que se ha recurrido a un tribunal internacional.

En el caso de los oponentes, la mayoría de los reales son los que compiten comercialmente por lo cual
es importante para la Inteligencia nacional tener presente el desarrollo económico y tecnológico de la
competencia, ya que una mala inteligencia o una mala decisión puede traer aparejados graves
perjuicios económicos para el país, con todo lo que ello implica. Que bajen las exportaciones significaría
menos divisas para el país, pero también que puedan cerrar fábricas, con la consecuente pérdida del
empleo, lo cual implicaría mayor desocupación, y mayor desocupación provocaría la baja en la mano de
obra, la suba de los índices de delitos, mayor cantidad de personas sin obra social, es decir sobrecarga
de los hospitales públicos, con desmejoramiento de la atención y desvío de recursos del Estado para
ayuda social. Esto abriría las puertas a la disconformidad de la población, la posibilidad de fuerzas
desestabilizantes y la posibilidad de la pérdida del estado de derecho y la pérdida de las garantías
constitucionales.

Por lo tanto, es imprescindible para la salvaguarda del sistema democrático y una excelente posibilidad
de una toma de decisiones, de una Inteligencia compenetrada en las posibles consecuencias de
decisiones desacertadas o, de una falta manifiesta de información que permita establecer modelos
dinámicos de tendencias y posibilidades para proyecciones a mediano y largo plazo. A esta tarea, la de
proyecciones, en Inteligencia se la denominada “Prognosis” o “Prospectiva”.

Es por este motivo que la definición como la emplea la Cátedra hace hincapié directamente en las
consecuencias globales a las que debe aportar una buena y desarrollada Inteligencia Nacional en la
protección del Estado en todo su contexto.

El general chino Sun Tzu, en su célebre tratado el “Arte de la Guerra”, escrito aproximadamente en el
año 453 antes de Cristo, dedicó el último de sus trece capítulos al análisis del “Empleo de Agentes
Secretos”, afirmando que no había mejor dinero que el gastado en espías.

Leemos en este breve texto: “sólo los soberanos esclarecidos y los generales meritorios, capaces de
usar a las personas más inteligentes como agentes, pueden tener la seguridad de lograr grandes cosas.
Las operaciones secretas son esenciales en la guerra; el ejército confía en ellas para efectuar cualquier
movimiento”. Seguidamente, Chia Lin —un comentarista del Arte de la Guerra contemporáneo de Sun
Tzu- agrega: “Un ejército sin agentes secretos es exactamente como un hombre sin ojos y sin
oídos”36. Si tomamos la definición del teórico de la guerra Karl Von Klausevich de que “la guerra no es
más que la continuidad de la política por otros medios”, al colocarle el carácter transitivo a la
definición, lo único de debemos cambiar en el comentario de Chia Lin es Ejército por Presidente (que
en definitiva es el Comandante en jefe de los Ejércitos) y tenemos un panorama completo de la realidad
del poder.

En los Estados Unidos, un país que se precia de defender a ultranza las libertades individuales, los
organismos de inteligencia se vieron envueltos en actividades ilegales en lo que se conoce como el
“Caso Watergate” y son frecuentemente cuestionados por los intelectuales progresistas —al estilo
Noam Chomsky- y los defensores de derechos humanos por propiciar golpes de estado e incluso
magnicidios en el Tercer Mundo.

36
TZU, Sun: “E! arte de la guerra”. Ed. Sudamericana. Bs. As. 1973. Pág 199

65
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Sin embargo, el prestigio de las actividades de inteligencia es sumamente elevado al punto tal que
recientemente el anterior presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, George W. Bush, lo ha
reconocido públicamente al decir: “Este trabajo involucraba mucho riesgo y todos los estadounidenses
pueden estar agradecidos por los arduos esfuerzos y la dedicación de nuestros excelentes
profesionales de inteligencia”37.

Algo similar ocurre en Israel, donde las actividades de inteligencia se remontan a los tiempos bíblicos.
Todo hombre de la inteligencia israelí se siente, con justicia, heredero de los príncipes enviados por
Moisés a espiar la tierra prometida. Con frecuencia citan orgullosos la sentencia bíblica: “Y Jehová
hablo a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los
hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno un elegido entre ellos.
Números 13: 1-2”38. Otro antecedente bíblico lo podemos encontrar en Josué, antes de conquistar
Jericó, donde expresamente se manifiesta: “Josué envió dos emisarios secretos y dijo: Id, observad la
Tierra y particularmente Jericó” Josué: 2:1.

En los países más desarrollados del mundo muchos políticos e incluso jefes de Estado no disimulan sus
vínculos con el mundo de la inteligencia. Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña durante la
Segunda Guerra Mundial era un apasionado de las operaciones de inteligencia, George Bush (padre)
fue director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) antes de alcanzar la presidencia de los EE. UU.,
y habría sido agente durante décadas, Yuri Andropov dirigió durante décadas la KGB (Komitet
Gosudarstvennoy Bezopasnosti — Comité de Seguridad del Estado) antes de convertirse en Secretario
General del PCUS; incluso el actual presidente de Rusia, Vladímir Putin, aprecia su pasado de “KGB”.
En Israel hombres como Simón Pérez, Ytshak Rabin, Menahen Begin, Ytzhak Shamir o Ariel Sharon
han hecho toda su carrera como hombres públicos relacionándose con actividades de inteligencia.

La Inteligencia en Argentina y un recorrido por la Ley 25.520

No en todas partes las actividades de inteligencia alcanzan la misma aceptación y prestigio. En América
Latina, los servicios de inteligencia se encuentran desprestigiados porque los gobiernos dictatoriales —
tanto de facto como constitucionales- solían y suelen emplearlos como instrumentos para el control de
los grupos disidentes, especialmente durante la Guerra Fría.

En otros casos su desprestigio proviene de creer que han librado “guerras sucias” contra grupos locales
de insurgentes y terroristas, aunque la realidad de la actividad de Inteligencia no dicta este precepto por
definición. La Inteligencia es una actividad logística del Estado, operativa en su ramo, pero no táctica.

En consecuencia, la tendencia en la región es a controlar y limitar —tanto presupuestaria como


legalmente- las facultades y actividades desarrolladas por los organismos de inteligencia. También la
misma actividad de inteligencia y los hombres que las realizan suelen despertar sospechas y hasta
cierto rechazo social, pero esto acontece por el “mito” que rodea a la inteligencia.

Si bien esta actitud puede contribuir a salvaguardar las libertades individuales frente a gobiernos
abusivos, lamentablemente también deja a la población en un estado de indefensión frente al accionar
de grupos terroristas o del crimen organizado, tal como ha ocurrido en la Argentina, durante la década
de los años noventa, con los atentados del terrorismo internacional a la embajada de Israel y la Amia y
más recientemente con el incremento del narcotráfico y los secuestros extorsivos.

Precisamente, la ola de inseguridad que actualmente afecta a la Argentina ha despertado un interés por
la denominada ‘Inteligencia Criminal” a la cual, en los medios de prensa e incluso en las declaraciones

37
Bush, George W.: Declaraciones del presidente sobre la proliferación de armas de destrucción masiva “. Publicadas en
http://www.Whitehouse.gov/news/releases/2004/02/printo2004O2l 1 -4.es.html Washington 11/02/04
38
Raviv, Dan y Melman, Yossi: “Todo espía un elegido “. Ed. Planeta. Bs. As. 1991.

66
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

de los funcionarios poco conocedores del tema, se le asignan capacidades y una importancia que no
siempre se condice con la realidad.39

La Ley 25.520, de Inteligencia Nacional en su Articulo 2° define a la Inteligencia Nacional como “la
actividad consistente en la obtención reunión, sistematización y análisis de la información específica
referida a los hechos, amenazas, riesgos y conflictos que afectan la seguridad exterior e interior de la
Nación”.

Seguidamente esta ley agrega que la Inteligencia Criminal es “la parte de la Inteligencia Nacional
referida a las actividades criminales específicas que, por su naturaleza, magnitud, consecuencias
previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten la libertad, la vida, el patrimonio de los habitantes, sus
derechos y garantías y las instituciones del sistema representativo, republicano y federal que establece
la Constitución Nacional”.

Posteriormente, el Artículo 9° de la referida Ley asigna a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal,


dependiente de la Secretaria de Seguridad Interior la producción de Inteligencia Criminal.
En consecuencia, puede inferirse a priori que no existen diferencias fundamentales entre la Inteligencia
Nacional y la Inteligencia Criminal, más aún, que la segunda es tan sólo una parte o extensión de la
primera diferenciada de ésta tan sólo en función de su objeto de trabajo: “las actividades criminales
especificas” y en los organismos encargados de su implementación.

Por lo tanto, los métodos, procedimientos y actividades también son las mismas para ambas formas de
inteligencia enunciadas por la ley: “nacional” o “criminal”.

Pero, algunos, que se dicen expertos, sostienen sin embargo, que la Inteligencia Criminal se diferencia
de la Inteligencia Nacional, en que la primera debe aportar “pruebas” para ser empleadas en procesos
penales contra los elementos criminales. Grave error de concepto. Esto en mi barrio se denomina
“hablar de oídas” o “escucho sonar campanas, pero no se donde”. No existe nada más desacertado que
este concepto, pero al aparecer como “especialistas” originan una gran confusión entre “Inteligencia
Criminal” e “Investigación Criminal”. La realidad dice que mientras la primera hace al conocimiento
“a priori”, la otra hace al conocimiento “a posteriori”40.

Mientras que la Inteligencia tiene un claro carácter preventivo, es decir, intenta aportar “información”
para anticiparse y permitir a las autoridades neutralizar o disuadir las amenazas, riesgos y conflictos —
tal como señala la Ley 25.520-, la “Investigación Criminal” actúa de forma absolutamente “represiva”, ya
que interviene después de un hecho delictivo específico para identificar a sus autores y aportar las
“pruebas legales” que posibiliten su procesamiento penal. Además, la Investigación Criminal tiene como
base las estructuras de la Criminalística y la Ciencia Forense y aporta a la Criminología, que a su vez se
diferencia substancialmente de la Criminalística. La Inteligencia Criminal se nutre de ambas, pero para
llenar sus bases de datos simplemente. Luego, llegado el momento se pueden usar estos datos como
complementarios para el trabajo de la Inteligencia Criminal.

La Inteligencia trabaja en el campo de los denominados “Casos”, que nada tienen que ver con las
“Causas”. Los primeros no tienen ningún tipo de participación judicial dado que no existe un delito
específico sino la “posibilidad” de que acontezca. En las causas, el delito ya aconteció y existe una
participación judicial directa. La causa está absolutamente judicializada. Tomo intervención el Poder
Judicial. Hay un delito real y concreto y lo que se necesita es la participación policial mediante las
técnicas de Criminalística para poder llegar a determinar los autores del mismo y poder aprenderlos
para que puedan ser juzgados con las garantías judiciales correspondientes.

Por otra parte, la naturaleza preventiva de la Inteligencia Criminal hace que su actividad sea
permanente. Es decir, que no actúa ante la comisión de un delito como la Investigación Criminal, sino
que actúa en forma continúa y permanente sobre toda persona, empresa u organización que a priori

39
Agozino, Adalberto C. en http://www.seguridadydefensa.corn/editorialcompleta2.asp?id=10986&tn=nota
40
Página 35 de este manual.

67
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

resulte sospechosa de constituirse en una amenaza o implique un riesgo para la seguridad, para la
libertad, la vida, los derechos o la propiedad de los habitantes de la Nación, bajo el tantas veces
mencionado, pero tan poco entendido precepto de que “la mejor información si llega tarde no sirve”.
Cuando la información llega tarde, el delito ya se cometió, entonces todo el trabajo de la Inteligencia
resultó inútil, fue una pérdida de tiempo, de horas, de recursos y se transforma en un hecho delictivo
común.

En consecuencia, resulta claro y es evidente que la Inteligencia Criminal tiene por función específica
el alertar sobre las actividades criminales antes de que las mismas se produzcan. Si como
resultado de sus actividades obtiene también pruebas para un posible proceso penal de los criminales,
se podrá hacerlo y hasta es conveniente que intente reunirlas, siempre y cuando esto no constituya
reducir su trabajo a la búsqueda de pruebas para aportarlas luego de cometido el delito. Eso sería un
absurdo.

¿Por qué es necesario formular esta aclaración? La razón es que muchas de las actividades y
procedimientos de inteligencia pueden suministrar información cierta que sin embargo no sea admisible
como prueba legal en un proceso jurídico. Tal el caso de las grabaciones, fotografías y filmaciones de
actividades delictivas que al ser realizadas bajo ciertas condiciones operativas pueden ser consideradas
como no válidas frente a un tribunal, pero sí útiles para evitar la comisión de otros ilícitos. Cuando la
Inteligencia Criminal obtiene este tipo de material ante el avance del Crimen Organizado tiene la
posibilidad de “disuadir” la comisión de un delito. Es decir evitando que se cometa.

Pero allí la decisión ya no es del organismo de Inteligencia. El “decisor” puede disponer que el jefe de la
banda sea citado y hacerle saber de sus actividades. Esto disuade psicológicamente a cualquiera de
llevar a cabo lo planificado, y lo más probable que mantenga sus actividades inactivas por un tiempo. La
otra forma es ordenar a grupos operativos que estén encubiertos esperando que se cometa el delito,
pero esto trae sus riesgos. Muchos delincuentes al encontrarse rodeados prefieren enfrentar al personal
policial y allí la pérdida de vidas es mucho más probable, con la salvedad de que pueden cruzarse
inocentes con consecuencias imprevisibles. La otra posibilidad es la participación judicial antes que se
cometa y al momento de intentarlo, se detiene a las personas por “intento de”, pero en este caso a
pesar de las pruebas y todo el trabajo, siempre la figura es excarcelable.

En otros casos, la ley penal puede no ser la más adecuada para el empleo de ciertas técnicas de
inteligencia. Tal el caso de los procedimientos de espionaje e infiltración en organizaciones criminales,
lo que en la legislación argentina se contempla bajo la figura del “agente encubierto” (Ley 24.424). La
actual legislación no es ideal para el empleo de estas técnicas debido a la responsabilidad que le cabe a
estos agentes en el caso de la comisión de delitos como integrantes de las organizaciones criminales, el
suministro de documentación de cobertura para los agentes de inteligencia o la protección posterior del
agente una vez que se descubra su calidad de miembro de un organismo de inteligencia o seguridad.

Incluso la misma legislación de inteligencia, la Ley 25.520, limita las posibilidades represivas de la
Inteligencia Criminal. En su Artículo 4°, dicha Ley veda a los organismos de inteligencia “Realizar
tareas represivas, poseer facultades compulsivas, cumplir, por si, funciones policiales ni de
investigación criminal, salvo ante requerimiento específico realizado por autoridad judicial
competente en el marco de una causa concreta sometida a su jurisdicción, o que se encuentre,
para ello, autorizado por ley”.

El Apartado 2, de este artículo también impide: Obtener información, producir inteligencia o almacenar
datos sobre personas, por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o
de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias,
cooperativas, asistenciales, culturales o laborales, así como por la actividad licita que desarrollen en
cualquier esfera de acción. Evidentemente, este apartado tiene que ver con las actividades que se
desarrollaban por parte de la Inteligencia en el marco de la Guerra Fría, como ya lo anticipamos.

Sin embargo, muchas de las actividades criminales pueden o son encubiertas bajo alguna de
éstas y otras formas legales. Porque es sabido que siempre las actividades delictivas, en especial las

68
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

desarrolladas por el Crimen Organizado, suelen ser encubiertas bajo la forma de actividades
comerciales e institucionales aparentemente legales y licitas.

También el Apartado 4, impide “Revelar o divulgar cualquier tipo de información adquirida en ejercicio
de sus funciones relativa a cualquier habitante o a personas jurídicas, ya sean públicas o privadas,
salvo que mediare orden o dispensa judicial”. Es decir, que si un hombre de Inteligencia se ajusta
estrictamente a esta legislación un “agente de inteligencia criminal” no podría trasmitir a sus superiores
u otras autoridades nacionales la información que posee sin autorización judicial, lo cual sería un
absurdo y la Ley de Inteligencia sería un sinsentido. Por algo, toda la información recogida y transmitida
en el ámbito de la Inteligencia está regulada por el Decreto Reglamentario 950/02.

Un ejemplo absurdo pero totalmente válido sería el que: “el Director Nacional de Inteligencia Criminal no
podría transmitir la información que posee sobre un grupo criminal al Jefe de la Policía de una provincia
sin violar la ley”. Es evidente que estas limitaciones legales, pretendidamente destinadas a proteger los
derechos y libertades de los ciudadanos, podrían obstaculizar el normal desarrollo de la actividad de
inteligencia en la lucha contra el delito, cuando la interpretación de la Ley no corre por los carriles
adecuados, por eso es natural escuchar muchas veces declaraciones absurdas por parte de ciertos
personajes que pretenden buscar el resquicio legal en todas y cada una de las leyes. Pero existen las
bases para que la Inteligencia pueda realizar su trabajo y está dentro del marco de las leyes, como
veremos más adelante.

Las actividades de “Inteligencia Criminal” en la medida que están destinadas a anticiparse a la


comisión de hechos criminales no pueden ajustarse a la existencia de una “orden o dispensa
judicial” previa a la existencia del delito, dado que esto si sería inadmisible, ya que la actuación
judicial se pone en marcha ante la comisión de un “delito”, es decir la acción (u omisión) misma
que se constituye delito y penado por el Código Penal Argentino. Esta contradicción, inexistente por
supuesto cuando se adopta el marco legal vigente y válido en la actividad de Inteligencia, es la que
muchos desconocedores de los enlaces en las diferentes leyes ven como una seria dificultad, ante la
lectura inexperta y limitada de la Ley 25.520.

Existe un hecho por demás elocuente, y lo constituye la actividad propia de la Inteligencia Criminal, y se
refiere a cuando se están reuniendo las primeras informaciones y no se disponen de “pruebas”
admisibles legalmente sobre hechos ilícitos que están en progreso, pero antes de su realización.
Entonces la pregunta es: ¿cómo puede la Inteligencia Criminal recurrir a un Juez ante el
conocimiento de una información que podría, pero que todavía no enmarca una conducta
delictiva? Está claro que este procedimiento sería muy poco serio, constituiría una molestia para el
Magistrado y generaría expectativas falsas en quienes tienen depositada toda su confianza en la
actividad de inteligencia como preventora y no represora del delito, por cierto, esta última una actividad
vedada a la Inteligencia.

Todo el campo de la Inteligencia, sea la Inteligencia Nacional, la Inteligencia Criminal, la


Contrainteligencia y la Inteligencia Militar está apoyada en la experiencia profesional del personal de
Reunión de Información y en el criterio analítico de los “analistas de inteligencia”.

En el caso de la Inteligencia Criminal, que es lo que aquí nos ocupa, estos especialistas son o deberían
ser profesionales de las ciencias sociales, hablar varios idiomas, especializados en técnicas y
tecnologías específicas de investigación y análisis, ya que suelen estudiar y analizar en silencio durante
años el comportamiento, estructura y “modus operandi” de los grupos delictivos hasta lograr pensar
como los mismos criminales. Entonces están en capacidad de detectar las claves que guían el
comportamiento de los criminales con un alto grado de certeza.

Lógicamente, la capacidad del analista de inteligencia para predecir el comportamiento de los grupos
criminales no constituye en modo alguno una “prueba” de nivel judicial. Pero, en la mayoría de los
casos, la inteligencia criminal deberá basarse en esa capacidad para anticiparse a los delincuentes41.

41
Agozino, Adalberto C, Op. Cit.

69
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Los impedimentos que limitan la capacidad de la Inteligencia Criminal para producir pruebas son aún
mayores si se analiza el Artículo 5° de la Ley de Inteligencia, donde se establece que “Las
comunicaciones telefónicas, postales, de telégrafo o facsímil o cualquier otro sistema de envío de
objetos o transmisión de imágenes, voces o paquetes de datos, así como cualquier tipo de información,
archivos, registros y/o documentos privados o de entrada o lectura no autorizada o no accesible al
público, son inviolables en todo el ámbito de la República Argentina, excepto cuando mediare orden o
dispensa judicial en sentido contrario”.

Esto significa que un agente de inteligencia no puede ni siquiera “leer” un documento privado
perteneciente a una persona, empresa u organización sospechada de realizar actividades criminales sin
orden judicial previa. Pero, ¿cómo puede obtener esa autorización sin reunir la información o las
pruebas necesarias para convencer a la autoridad judicial que existen los suficientes elementos de juicio
para emitir dicha orden? De hecho, existen muchos medios de hacerse de información por parte de un
agente de Inteligencia, y no necesariamente necesita leer documentos privados. Además estamos en
una etapa previa a la participación delictiva, por lo tanto todo el material que reúna lo realiza bajo las
técnicas de búsqueda de información y ellas son muy variadas. Pero ante todo existe una figura que
esencial en la Inteligencia y se trata del “SECRETO”. Todo el trabajo de la Inteligencia en todos sus
campos adquiere carácter de secreto, de la misma forma que sus agentes son secretos. Así como muy
poca gente conoce el trabajo específico de los agentes, también su trabajo plasmado en informes
adquiere ese rotulo estipulado por Ley. Aquí comienza tomar forma el Decreto 950/02 que en su Título
V, Art. 10 establece la “Clasificación de la Información”, comenzando por Estrictamente Confidencial y
Secreto y finalizando en Público, que por el hecho de ser Información Pública no es tan pública como se
pudiera interpretar. Así como toda la información oficial (la del Estado) adquiere tres niveles, es decir
Confidencial, Reservada y Pública, en el caso de la Inteligencia los niveles son cinco a saber.
Estrictamente Confidencial y Secreto, Secreto, Confidencial, Reservado y Público.

En este Manual, al ser de carácter público y de nivel universitario, adquiere un formato teórico – practico
y no enseña cuales son las técnicas especiales de reunión de información, ya que eso queda
circunscripto a la capacitación del hombre de Inteligencia, pero si vamos a ver las diferentes fuentes de
Inteligencia y las diferentes fuentes de Información. Por lo tanto es necesario aclarar que no
necesariamente la información que encamina la puesta en marcha de un “caso” es la que sirve para
establecer los parámetros judiciales en una posible “causa” judicial. Es aquí donde comienza a
funcionar la “doctrina” de la Inteligencia en las cuestiones del Estado.

En primer lugar, una Ley Nacional de Inteligencia establece la obtención, reunión, sistematización y
análisis de la información específica sobre hechos, amenazas, riesgos y conflictos que afecten la
seguridad exterior e interior de la Nación. Cuando se habla de seguridad exterior, estamos hablando
específicamente de la Defensa Nacional. Por otra parte agrega la seguridad interna, y la
Contrainteligencia que es donde se incluye la detección de espías (que realizan tareas de Inteligencia
en nuestro país – el Código Penal tiene un artículo específico en este tema relacionado con el
Espionaje), sabotajes, terrorismo, etc., que puedan poner en peligro el sistema constitucional, por lo
tanto, se está protegiendo la Constitución. La Ley surge del Congreso Nacional y ningún integrante de la
Corte Suprema ha considerado la inconstitucionalidad de la misma, por lo que este principio está
íntimamente relacionado con la protección de la Nación y de las estructuras del Estado.

Luego aparece una nueva forma denominada Inteligencia Criminal que establece que es la parte de la
Inteligencia referida a las actividades criminales específicas que, por su naturaleza, magnitud,
consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten la libertad, la vida, el patrimonio de los
habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones del sistema representativo, republicano y federal
que establece la Constitución Nacional. En primer lugar la Constitución Nacional establece que el
sistema de gobierno es representativo, republicano y federal y es sabido que existen ideologías no
afines con estos parámetros constitucionales. Por ende se establece un sistema democrático que elige
sus representantes, que conformarán dos de los 3 poderes. Esas ideologías no afines con nuestro
sistema establecen formas revolucionarias de la toma del poder, y siempre en forma violenta. Por ende,
son antidemocráticas y violentas, por lo tanto pasibles de ser objetivo de la reunión de información.

70
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Mientras se ajusten a los parámetros democráticos, participen de procesos eleccionarios y accedan a


puestos de poder en esta forma, la Ley 25.520 las excluye, caso contrario se pueden transformar en
objetivos de investigación.

Un ejemplo práctico en nuestro país son las prerrogativas que se autoimpone el Grupo político
“Quebracho”, quienes, públicamente renuncian al dictamen de las urnas (único medio lícito de acceso al
poder según la Constitución y la leyes vigentes) al manifestar que. “Una de las definiciones políticas
más importantes que nos caracterizan es que desde que nacimos jamás hemos participado en las
elecciones. Nuestra conducta en este aspecto no tiene que ver con una definición absoluta, sino con
una cuestión estrictamente práctica. […] Lo que vemos es que sin poder real, desde la debilidad,
participar en la contienda electoral es facilitar el montaje de un juego tramposo en contra del pueblo. [...]
Creemos que es profundizando el camino de la rebelión popular que iremos acumulando y generando
las condiciones para la victoria revolucionaria42.

También se puede encontrar entre sus preceptos referidos a los métodos de lucha violentos que
manifiestan que: “Acá el único violento es el sistema. La causa de la violencia es la injusticia.
Nosotros no estamos en contra de la violencia en manos del pueblo. Creemos que la violencia en
manos del pueblo no es violencia, es justicia, y es en defensa propia, contra la violencia del
régimen”43.

También entrarían en esta categoría todos los grupos anarquistas (no respetan ningún sistema y
pregonan la anarquía como forma de sociedad), los grupos neo-nazis (o skin heads – neo nazis de
ultraderecha con ideología racista y antijudía), los redskins (comunistas autoritarios y libertarios),
anarcoskins (anarquistas trostkystas, bakuninistas y otros) y organizaciones de ultraderecha como el
PNOSP (Partido Nuevo Orden Social Patriótico) de filiación nazi. Ninguno de ellos acepta un sistema
democrático de toma del poder y su base es la violencia callejera. Por ende, de acuerdo con sus bases
doctrinarias y políticas, todos estos grupos estarían apuntando a violar el Art. 22 de la Constitución.

Si volvemos a la definición de Inteligencia e Inteligencia Criminal de la Ley 25.520, está claro que
pueden afectar el normal desarrollo constitucional, y por lo tanto es necesario tener un control adecuado
y preventivo, y mantenerse preparados ante cualquier violación a las leyes vigentes.

Otro ejemplo práctico lo podríamos poner en una estructura religiosa conocida como la Secta Moon, o
Iglesia de la Unificación del reverendo Sun-Myung Moon. Si bien la Ley 25.520 impide reunir
información por cuestiones de fe religiosa, atrás del imperio de la Secta Moon se esconden otros
hechos que van más allá de la fe. El reverendo Moon ha purgado 6 condenas en la cárcel, una de ellas
en los EE.UU. Es el dueño del segundo diario de Washington, el Washington Times, y su fortuna es
varias veces multimillonaria. Opera negocios farmacéuticos como otros negocios.

En América Latina es propietario del semanario Tiempos del Mundo y según sus seguidores, en los
EE.UU. fue perseguido y encarcelado injustamente por evadir impuestos, pero las investigaciones sobre
el Reverendo estaban centradas en el tráfico de armas, tráfico de personas y trata de blancas. Nunca se
pudieron probar estas acusaciones, pero en año 2004 se dio un extraño caso en el Congreso de los
EE.UU. El 23 de marzo de 2004 se desarrolló en el Senado de los EEUU una extraña ceremonia. Pese
a la prohibición constitucional de otorgar títulos nobiliarios, un grupo de senadores y congresistas
republicanos y demócratas asistió a la coronación del reverendo Moon – proclamado como emperador
de EE.UU. y sucesor del Mesías-, tras recibir varios premios por su “lucha por la paz”.

Los seguidores Moon -más de dos millones de adeptos en 120 naciones- se agrupan bajo el nombre de
la Secta Moon, Iglesia de la Unificación o Liga Anticomunista Mundial Su fundador Rev. Sun Myung
Moon nació en Corea en 1920. Su sede central está en Estados Unidos y en España lucha por ser
legalizada desde 1974, sin conseguirlo. Está oficialmente prohibida en países como Alemania e Israel.

42
“Habla Quebracho - Una mirada histórica desde la Resistencia”, Pág. 20, Edit. Cooperativa de Trabajo Chilavert Artes Gráficas, Bs. As.
Diciembre 2005
43
Ibídem, pág. 19 - Nota: en negrita en el original.

71
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Pero más allá de sus anuncios por la paz y la religión, las armas son un medio de obtener pingües
ganancias. La empresa de armas de Moon, que ya tiene quince años de existencia, la Kahr Arms
(presidida por uno de los hijos de Moon), prosperó en medio de fervorosas críticas por la fabricación de
sus pequeñas pero potentes pistolas. En julio de 1999, Kahr Arms se expandió y compró la compañía
que fabrica los legendarios revólveres Tommy, usados en los enfrentamientos de la mafia durante los
años 20. Es decir que como vemos, al parecer la fe, la violencia y las armas van de la mano en esta
estructura religiosa, poco conocida para el común de la gente, en lo que se refiere a sus negocios
personales. Pero lo más importante y muy poco sabido es que durante la Presidencia del Dr. Carlos
Menem dos integrantes (hermanos entre si) de la Iglesia Universal del Reverendo Moon formaron parte
del Gobierno con el cargo de Subsecretarios de Estado. Fue a partir de estas designaciones que en
1994 en un gran lanzamiento realizado en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, comenzó a circular en
Argentina el semanario Tiempos del Mundo.44 Por ahora, y vistas del común de la gente, los negocios
serían absolutamente lícitos, pero la fábrica de armas y la fe íntimamente ligadas ponen un manto de
sospecha sobre esta estructura religiosa.

Ahora, pasando a los objetivos específicos de la Inteligencia Criminal, y de acuerdo a los alcances de la
Ley 25.520, desde un punto de vista operativo la raíz de todas sus investigaciones tienen su asiento en
los artículos 210 y 210 bis del Código Penal Argentino (Asociación Ilícita), ya que a partir de esta base
nos encontramos con las grandes estructuras del Crimen Organizado, el Terrorismo, el Narcoterrorismo,
el Narcotráfico Internacional y todas las amenazas hacia la población que han aparecido con la caída
del Muro y la desaparición de la ex U.R.S.S., bajo la denominación de “Nuevas Amenazas”.

La Inteligencia Criminal y las leyes vinculantes

Habíamos manifestado anteriormente la relación entre la Constitución Nacional y el Código Penal. Cada
Provincia, de acuerdo con la Constitución Nacional puede dictarse su propia Constitución, siempre y
cuando no contradiga lo establecido en la Lay Madre, por lo que la Provincia de Mendoza establece su
propia Constitución, ajustada a los parámetros de la Nacional. Pasemos ahora a su vinculación con la
Ley 24.059 de Seguridad Interior (Ley de Fondo – para todo el país). Si bien esta Ley es muy anterior,
las modificaciones recientes han dado todos los avales a las provincias para montar sus propios
servicios de Inteligencia Criminal.

¿Como se lee esto? La Ley de Seguridad Interior establece en primer término en el Art. 1 que: — La
presente ley establece las bases jurídicas, orgánicas y funcionales del sistema de planificación,
coordinación, control y apoyo del esfuerzo nacional de policía tendiente a garantizar la seguridad
interior. Luego agrega que: Art. 2º — A los fines de la presente ley se define como seguridad interior a la
situación de hecho basada en el derecho en la cual se encuentran resguardadas la libertad, la vida y el
patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y la plena vigencia de las instituciones del
sistema representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional (Similar a la
definición de Inteligencia Criminal en la 25.520, ¿no?). El Art. 3º — La seguridad interior implica el
empleo de los elementos humanos y materiales de todas las fuerzas policiales y de seguridad de la
Nación a fin de alcanzar los objetivos del artículo 2º. El Art. 4º — La seguridad interior tiene como
ámbito espacial el territorio de la República Argentina, sus aguas jurisdiccionales y su espacio aéreo. Y
finalmente el Art. 5º — La seguridad interior, de conformidad con los principios derivados de la
organización constitucional, se encuentra reglada mediante leyes nacionales y provinciales
referidas a la materia, con vigencia en cada jurisdicción y por la presente ley, que tendrá carácter
de “convenio”, en cuanto a la acción coordinada interjurisdiccional con aquellas provincias que
adhieran a la misma.

¿Por qué habla de adhesión? Porque el sistema federal permite que las provincias que no lo deseen no
tienen necesidad de adherir a la Ley y formular sus propias políticas de seguridad. De hecho, al no ser
una “confederación”, las provincias no pueden establecer secesión, por lo cual no son Estado
independientes, pero sí Provincias independientes, con lo cual las Leyes de fondo son las nacionales,
pudiendo cada una establecer sus propias leyes provinciales y su Código de Procedimiento Penal. Pero

44
http://www.tdm.com

72
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

el Código Penal es uno para todo el país (Ley de Fondo). Primera relación con la Ley 25.520, el Código
Penal y la participación provincial.

El Título II de la 24.059 establece en el Art. 6 que — El sistema de seguridad interior tiene como
finalidad determinar las políticas de seguridad así como planificar, coordinar, dirigir, controlar y apoyar el
esfuerzo nacional de policía dirigido al cumplimiento de esas políticas. Y el Art. 7 establece el Sistema
de Seguridad Interior compuesto por: a) El Presidente de la Nación; b) Los gobernadores de las
provincias que adhieran a la presente ley; c) El Congreso Nacional; d) Los ministros del Interior, de
Defensa y de Justicia; e) La Policía Federal y las policías provinciales de aquellas provincias que
adhieran a la presente; f) Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina.

El Art. 9 dispone la creación del Consejo de Seguridad Interior con la misión de asesorar al ministro del
Interior en la elaboración de las políticas correspondientes al ámbito de la seguridad interior, como
asimismo en la elaboración de los planes y la ejecución de las acciones tendientes a garantizar un
adecuado nivel de seguridad interior. Mientras que el Art. 10 manifiesta que — Para el cumplimiento de
la misión asignada el Consejo de Seguridad Interior tendrá como funciones: Inc. e) Requerir de los
organismos civiles nacionales o provinciales de inteligencia y los de las fuerzas de seguridad y
policiales, toda información e inteligencia necesaria, la que deberá ser suministrada.

El Art. 11 dispone: — El Consejo de Seguridad Interior estará integrado por miembros permanentes y no
permanentes, ellos serán: Permanentes. a) El ministro del Interior, en calidad de presidente; b) El
ministro de Justicia; c) El secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha
contra el Narcotráfico; d) El subsecretario de Seguridad Interior; e) Los titulares de: — Policía Federal
Argentina; — Prefectura Naval Argentina; — Gendarmería Nacional; y — Cinco jefes de policía de las
provincias que adhieran al sistema los que rotarán anualmente de acuerdo a lo que se establezca
en la reglamentación, procurando que queden representadas todas las regiones del país.

No permanentes. — Ministro de Defensa; — Titular del Estado Mayor Conjunto; — Los jefes de
policía provinciales no designados para integrar el Consejo en forma permanente; Los
gobernadores de provincia que así lo solicitaren podrán participar en las reuniones del Consejo.
Los legisladores integrantes de las Comisiones Permanentes de Seguridad Interior de ambas Cámaras
del Congreso de la Nación que así lo soliciten, podrán participar de las reuniones del Consejo. (Párrafo
incorporado por art. 1º de la Ley Nº 25.443 B.O. 18/07/2001).

El Art. 14 manifiesta: — El Consejo de Seguridad Interior y el Comité de Crisis tendrán como órgano de
trabajo a la Subsecretaría de Seguridad Interior mencionada en el artículo 8º. La misma contará en su
estructura con un Centro de Planeamiento y Control y una Dirección Nacional de Inteligencia Criminal.
(Expresión "Dirección de Inteligencia Interior" sustituida por expresión "Dirección Nacional de
Inteligencia Criminal" por art. 47 de la Ley Nº 25.520 B.O. 06/12/2001).

Y el Art. 16. — La Dirección Nacional de Inteligencia Criminal constituirá el órgano a través del cual el
ministro del Interior ejercerá la dirección funcional y coordinación de la actividad de los órganos de
información e inteligencia de la Policía Federal Argentina; como también de los pertenecientes a la
Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval Argentina, en estos últimos casos exclusivamente a los
efectos concernientes a la seguridad interior, y de los existentes a nivel provincial de acuerdo a los
convenios que se celebren. (Expresión "Dirección de Inteligencia Interior" sustituida por expresión
"Dirección Nacional de Inteligencia Criminal" por art. 48 de la Ley Nº 25.520 B.O. 06/12/2001).
Estará integrada por personal superior de Policía Federal Argentina, Gendarmería Nacional, Prefectura
Naval Argentina, policías provinciales, y los funcionarios que fueran necesarios.

Finalmente, y por una cuestión de competencia, mediante Ley 26.338 Modificación de la LEY DE
MINISTERIOS, Artículo 22.- Compete al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos asistir al
Presidente de la Nación, y al Jefe de Gabinete de Ministros en orden a sus competencias, en las
relaciones con el Poder Judicial, con el Ministerio Público, con el Defensor del Pueblo y con el Consejo
de la Magistratura, en la actualización de la legislación nacional, en todo lo concerniente a la seguridad
interior, a la preservación de la libertad, la vida y el patrimonio de los habitantes, sus derechos y

73
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

garantías en un marco de plena vigencia de las instituciones del sistema democrático, y a requerimiento
del Presidente de la Nación en el asesoramiento jurídico y en la coordinación de las actividades del
Estado referidas a dicho asesoramiento, sin perjuicio de la competencia propia e independencia técnica
de la Procuración del Tesoro de la Nación, y en particular: (…) 12. Entender en la determinación de la
política criminal y en la elaboración de planes y programas para su aplicación, así como para la
prevención del delito. (…) 24. Entender en la compilación e información sistematizada de la legislación
nacional, provincial y extranjera, la jurisprudencia y la doctrina. 25. Entender en el ejercicio del poder de
policía de seguridad interna y la dirección y coordinación de funciones y jurisdicciones de las fuerzas de
seguridad nacionales (Policía Federal Argentina, Gendarmería Nacional, Prefectura Naval Argentina,
Policía de Seguridad Aeroportuaria), provinciales y territoriales. 26. Dirigir el Esfuerzo Nacional de
Policía, planificando y coordinando las acciones individuales y de conjunto de las Fuerzas de Seguridad
y Policiales, atendiendo a todo lo que a ellas concierne en cuanto a su preparación, doctrina y
equipamiento. 27. Entender en la organización, doctrina, despliegue, equipamiento y esfuerzos
operativos de las Fuerzas de Seguridad y de las Fuerzas Policiales. 28. Formular el diagnóstico de la
situación de la seguridad interior en el MERCOSUR e impulsar la coordinación de políticas de seguridad
conjuntas con los países miembros. 29. Supervisar el accionar individual o conjunto de las Fuerzas de
Seguridad y Policiales, de acuerdo con lo previsto en la Ley Nº 24.059 de Seguridad Interior. 30.
Entender en la producción de inteligencia e información que compete a las Fuerzas de Seguridad y las
Fuerzas Policiales. 31. Intervenir en la distribución de los recursos humanos, materiales y financieros
asignados para el logro de los objetivos en función de lo prescripto por la Ley de Seguridad Interior.
(…)45

Es decir que de acuerdo al ordenamiento jurídico nacional, si bien existe una coordinación por parte de
la Nación, la independencia de las Provincias las habilita para estructurar sus propias políticas de
Inteligencia Criminal de acuerdo a lo estipulado a la Ley 25.520.

Es decir que manteniendo los lineamientos jurídicos y en la medida que las políticas provinciales
determinen estructuras de Inteligencia que no violen la Constitución y el marco de las garantías
constitucionales, es evidente que los objetivos están enmarcados dentro de la doctrina y la seguridad
interior.

También mucho se ha hablado por los supuestos “expertos” las implicancias de la recolección de
información en relación con la Ley 25.326 o de Habeas Data, en donde existen ciertas limitaciones en
relación a la recolección de datos individuales. Nada más desacertado, ya que estas limitaciones están
referidas a las empresas privadas y la divulgación de los mismos. Para ser más explicito recurrimos al
texto de la misma. En principio y de acuerdo a la 25.326 dice el Art. 1: La presente ley tiene por objeto
la protección integral de los datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros
medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o privados destinados a dar informes,
para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así como también el acceso a la
información que sobre las mismas se registre, de conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo
tercero de la Constitución Nacional. (el cual manifiesta: Toda persona podrá interponer esta acción
para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o
bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o
discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de aquellos. No
podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística). En su Art. 2 y referido a las
definiciones de la Ley 25.326, esta refiere específicamente que: A los fines de la presente ley se
entiende por:

— Datos personales: Información de cualquier tipo referida a personas físicas o de existencia ideal
determinadas o determinables.
— Datos sensibles: Datos personales que revelan origen racial y étnico, opiniones políticas,
convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud o a la
vida sexual.

45
http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/135000-139999/135314/norma.htm

74
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

— Archivo, registro, base o banco de datos: Indistintamente, designan al conjunto organizado de datos
personales que sean objeto de tratamiento o procesamiento, electrónico o no, cualquiera que fuere la
modalidad de su formación, almacenamiento, organización o acceso.

— Tratamiento de datos: Operaciones y procedimientos sistemáticos, electrónicos o no, que permitan la


recolección, conservación, ordenación, almacenamiento, modificación, relacionamiento, evaluación,
bloqueo, destrucción, y en general el procesamiento de datos personales, así como también su cesión a
terceros a través de comunicaciones, consultas, interconexiones o transferencias.
— Responsable de archivo, registro, base o banco de datos: Persona física o de existencia ideal pública
o privada, que es titular de un archivo, registro, base o banco de datos.
— Datos informatizados: Los datos personales sometidos al tratamiento o procesamiento electrónico o
automatizado.
— Titular de los datos: Toda persona física o persona de existencia ideal con domicilio legal o
delegaciones o sucursales en el país, cuyos datos sean objeto del tratamiento al que se refiere la
presente ley.
— Usuario de datos: Toda persona, pública o privada que realice a su arbitrio el tratamiento de datos,
ya sea en archivos, registros o bancos de datos propios o a través de conexión con los mismos.
— Disociación de datos: Todo tratamiento de datos personales de manera que la información obtenida
no pueda asociarse a persona determinada o determinable.

Por otra parte el art. 4º expresa que: 1. Los datos personales que se recojan a los efectos de su
tratamiento deben ser ciertos, adecuados, pertinentes y no excesivos en relación al ámbito y finalidad
para los que se hubieren obtenido. - 2. La recolección de datos no puede hacerse por medios desleales,
fraudulentos o en forma contraria a las disposiciones de la presente ley. - 3. Los datos objeto de
tratamiento no pueden ser utilizados para finalidades distintas o incompatibles con aquellas que
motivaron su obtención. - 4. Los datos deben ser exactos y actualizarse en el caso de que ello fuere
necesario. - 5. Los datos total o parcialmente inexactos, o que sean incompletos, deben ser suprimidos
y sustituidos, o en su caso completados, por el responsable del archivo o base de datos cuando se
tenga conocimiento de la inexactitud o carácter incompleto de la información de que se trate, sin
perjuicio de los derechos del titular establecidos en el artículo 16 de la presente ley. - 6. Los datos
deben ser almacenados de modo que permitan el ejercicio del derecho de acceso de su titular. -
7. Los datos deben ser destruidos cuando hayan dejado de ser necesarios o pertinentes a los fines para
los cuales hubiesen sido recolectados.

De hecho, se hace mucho hincapié en el Inc. 6 del art. 4º, pero existe un elemento por el cual no existe
esta prerrogativa y está explícitamente inserto en el Art. 5º, referido al consentimiento que en su Inc. 1º
dice: 1. El tratamiento de datos personales es ilícito cuando el titular no hubiere prestado su
consentimiento libre, expreso e informado, el que deberá constar por escrito, o por otro medio que
permita se le equipare, de acuerdo a las circunstancias. Pero el Inc 2º establece que: 2. No será
necesario el consentimiento cuando: a) Los datos se obtengan de fuentes de acceso público
irrestricto; b) Se recaben para el ejercicio de funciones propias de los poderes del Estado o en
virtud de una obligación legal; (…).

Es decir que de acuerdo con la Constitución Nacional y las leyes vigentes, una de las funciones
esenciales del Estado y una obligación legal es la Seguridad, tanto exterior como interior de la Nación
(Ley 25.520) y el Código Penal Argentino, las competencias están dadas por la Ley 24.059 y las
limitaciones que para el Estado de acuerdo al ordenamiento jurídico están contempladas en la 25.326
en lo respectivo a la recolección de los datos. La doctrina de Inteligencia que surge a partir de la Ley
25.520 y la construcción de la Hipótesis de Conflicto a partir de las Nuevas Amenazas por fuera de la
doctrina anterior enmarcada en la Guerra Fría, completa el cuadro de situación de la Inteligencia
Criminal y la Inteligencia Nacional en su contexto.

En este sentido la conclusión es muy simple: El Estado en cumplimiento de su función específica


que es la Seguridad, no puede tener limitaciones y de hecho, no las tiene, siempre y cuando se
respeten el Estado de Derecho y las Garantías Constitucionales.

75
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

CAPITULO VI

Diferencia entre Inteligencia Estratégica e Inteligencia Operativa

Existen diferencias sustanciales entre un contexto y significación de Inteligencia Estratégica y el de


Inteligencia Operativa.

En principio, cuando hablamos de Inteligencia Estratégica nos estamos refiriendo a la Inteligencia en su


más alto nivel, es decir a la Inteligencia que hace al acontecer de la gobernabilidad y defensa del
Estado Nacional en todos sus aspectos. A la capacidad de conocimiento por parte de la máxima
autoridad del Ejecutivo Nacional en la toma de decisiones.

Durante la II Guerra Mundial y hasta finales de la década del ’60 en el siglo pasado, las teorías de la
Inteligencia Estratégica, exclusivamente como ESTRATEGIA, estaban referidas al desarrollo
tecnológico y equipamiento de los países en la carrera armamentística sobre la defensa nuclear y
desplazamiento preventivo de tropas, en el medio de la Guerra Fría.

La palabra estrategia deriva del latín strategĭa, que a su vez procede de dos términos griegos: stratos
(“ejército”) y agein (“conductor”, “guía”). Por lo tanto, el significado primario de estrategia es el arte de
dirigir las operaciones militares.

El concepto de Estrategia es antiguo. Los generales griegos dirigían sus ejércitos tanto en las
conquistas como en la defensa de las ciudades. Cada objetivo requería de despliegue distinto de
recursos. De igual manera la estrategia de un ejército también podría definirse como un patrón de
acciones que se realizan para responder al enemigo. Los generales no solamente tenían que planear,
sino que también actuar. Así, en tiempos de la Antigua Grecia el concepto de estrategia tenía tantos
componentes de planeación como de toma de decisiones o acciones conjuntamente. Estos dos
conceptos constituyen la base para la Estrategia.

En griego, strategos, inicialmente se refería a un nombramiento (del general en jefe del Ejército). Más
tarde pasó a significar el “arte del general”, es decir las habilidades psicológicas y el carácter para
cumplir con el papel asignado. En la época de Pericles (450 A.C.) vino a explicitar las habilidades de
administración, liderazgo, oratoria y poder. En la época de Alejandro de Macedonia el término hacia
referencia a la habilidad para aplicar la fuerza, vencer al enemigo y crear un sistema unificado de
gobierno global.46

El concepto también se utiliza para referirse al plan ideado para dirigir un asunto y para designar al
conjunto de reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento. En otras palabras, una
estrategia es el proceso seleccionado a través del cual se prevé alcanzar un cierto estado futuro.

La estrategia militar es una de las dimensiones del arte de la guerra, junto a la táctica (la correcta
ejecución de los planes militares y las maniobras en la batalla) y la logística (que asegura la
disponibilidad del ejército y su capacidad combativa). La estrategia se encarga del planeamiento y de la
dirección de las campañas bélicas. También se ocupa del movimiento y de la disposición estratégica de
las fuerzas armadas.

Ya a comienzos del Siglo XX la estrategia estuvo íntimamente ligada a la Geografía, debido a las
teorías surgidas de Halford J. Mackinder (geógrafo de origen británico), quien poco después de la
Primera Guerra Mundial escribe Democratic Ideals And Reality el trabajo más importante sobre política
internacional jamás escrito por un geógrafo, que es una expansión del ensayo de 1904. «La guerra ha
reafirmado mi propio punto de vista». Para Mackinder existe un gran continente «la Isla Mundo» dividida
en 6 regiones Europa Costera (Oeste y Centro Europa), Asia Costera (India, China, Sudeste Asiático,
Corea y Este de Siberia), Arabia (Península Arábica), el Sahara (Norte de África) el Sud-Centro del
Mundo (Sudáfrica) y el más importante el Centro del Mundo o «Heartland» (Eurasia) lo que denominó el

46
Mintzberg y Quinn, “The Strategy process”, pág. 4, 1994, Prentice Hall (Englewood Cliffs, N.J.)

76
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Pivote del Mundo en su ensayo de 1904. «Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del
Mundo quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo quien domine la Isla Mundo
dominará el mundo».

Posteriormente, Karl Ernst Haushofer, retirado de la Armada en 1919 con el rango de general mayor,
fue junto con Rudolf Hess uno de los fundadores del Partido Nacionalsocialista, al que se unirían luego
Adolf Hitler y Joseph Goebbels. En 1924 fundó y fue el editor y principal colaborador del Diario de
Geopolítica; dirigió, asimismo, el Institut für Geopolitik (Instituto de Geopolítica) de la Universidad de
Munich. La influencia de Haushofer en los círculos militares nazis fue considerable. Como seguidor de
las teorías de sir Halford J. Mackinder, dio mucha importancia a la necesidad que Alemania tenía de unir
sus fuerzas con Rusia, política que se llevó a la práctica con la firma del acuerdo de no agresión entre la
Unión Soviética y la Alemania nazi (pacto Ribentropp-Molotov); sin embargo, esta política se fue al
demonio con el ataque alemán a la Unión Soviética en 1941.

Haushofer fue el padre fundador de la "geopolítica" que popularizó la teoría de Mackinder que Eurasia
era el epicentro para la dominación del mundo. Fue también geógrafo que justificaba la idea de que
Alemania necesitaba expandir sus fronteras para albergar a su población en expansión. Esas ideas
fueron tomadas por Hitler para a su vez justificar la necesidad de adquirir el "espacio vital" para el
Tercer Reich. Haushofer se convirtió en el principal asesor político de Hitler y sus teorías conocidas
como "Weltpolitik" fueron la piedra angular de las aspiraciones nacionalsocialistas.

Haushofer ha pasado a la historia como el defensor de los principios geopolíticos del proyecto nazi para
conquistar el mundo, aplicados durante la Segunda Guerra Mundial; no obstante, el hecho de que
contrajera matrimonio con una mujer de origen judío fue, sin lugar a dudas, la causa que hizo que
muchas de sus ideas se desestimaran, además de ocasionarle no pocos problemas con la Gestapo.

Ya finalizada la contienda mundial y en plena Guerra Fría, aparecerían las teorías de la Estrategia pura
y separada de las decisiones políticas, fundadas en la disuasión mediante el armamento nuclear a partir
de las teorías esbozadas por el General francés André Beaufre, quien volcaría toda su teoría en tres
textos muy conocidos en los círculos militares y de Inteligencia del mundo. Estos libros serían
“Introducción a la estrategia”, “Disuasión y Estrategia” y “Estrategia de la Acción”, escritos entre 1963 el
primero y 1973 en tercero. No se agota allí la producción bibliográfica del general Beaufre, pero en lo
referente a Estrategia esto es lo más conocido hasta la fecha.

Los especialistas suelen compararlo con Clausewitz para poner en evidencia la evolución del
pensamiento militar durante un siglo. Especialmente en una época en la que se tiende a confundir la
distinción entre los conceptos de Estrategia y Política. Sobre esta cuestión Clausewitz insistía, en sus
trabajos, del peligro de meterse en esta disquisición sobre la primacía de dichos términos: "Sería como
meterse en un callejón sin salida". Frente a la idea clausewitziana, que coloca a la estrategia en radical
subordinación a la política, Beaufre viene a poner la Política al servicio de la Estrategia. Este debate
sobre la supremacía de una u otra disciplina, ha constituido un viejo problema desde los tiempos de
Tucídides (el estratega), pasando por Maquiavelo hasta llegar al mismo Clausewitz, quien manifestaba
que “la guerra no es más que la continuidad de la política por otros medios”.

Finalizada la Guerra Fría, el concepto de Estrategia comienza centrarse desde el punto vista político y
subordinando lo militar a las decisiones políticas, es decir llevando a la Inteligencia a su punto más alto,
ligando a la Inteligencia como conocimiento y a la Estrategia a la toma de decisiones, donde la
interrelación de ambos significa el máximo conocimiento para la toma de decisiones.

Si tomamos como base el hecho de que la Inteligencia es la tarea logística del Estado que coadyuva a
la toma de decisiones, ya que manifiesta el conocimiento “a priori” en función a la “prognosis” o
“prospectiva”, es decir al conocimiento adelantado o tendencias significativas que acontecen y
previenen situaciones de peligro o desestabilizantes para la seguridad interior y exterior de la Nación, la
Inteligencia Estratégica es la que se encarga de elaborar dichas “prognosis” o “prospectiva”. Para
elaborar el análisis, la Inteligencia Estratégica cuenta con herramientas propias que incorporadas al
denominado Ciclo de la Inteligencia, es decir, la recolección, clasificación, análisis, producto y

77
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

distribución de la información, que es la que en un ciclo continuo está tomando la realidad y sus
modificaciones para elaborar proyecciones estadísticas y tendencias a corto, mediano y largo plazo, que
son las que van a servir de sostén a los decisores para poder elaborar políticas de Estado que
coadyuven a mantener el Estado de Derecho y la protección de los habitantes.

Cuando se habla se plazos, estos son muy dinámicos, por la propia dinámica política y por los cambios
permanentes en el mapa mundial, pero existen ciertas convenciones que interpretan a estos plazos con
ciertos márgenes a saber: Corto plazo: de 0 a 5 años, mediano plazo: de 5 a 10 años y largo plazo:
de 10 años en más y hasta 25.

Para poder implementar el desarrollo de la Inteligencia Estratégica las herramientas esenciales en la


elaboración de la prospectiva tienden a tomar el mundo como un “teatro”, por lo cual toda esta
elaboración se manifiesta a través de “escenarios” y “actores”, quienes van a derivar sus perspectivas,
políticas y decisiones en base a una serie tendencias que van a afectar el acontecer diario del mundo.

Así como el mundo se toma en un todo a través de los escenarios (uno o varios independientes), lo cual
no es sinónimo de “globalización”, y se ejecutan políticas en base a los “actores” que van a manifestar
ciertas tendencias (en lo político, en lo económico, en lo social, en las relaciones internacionales, en el
desarrollo tecnológico, etc.), estas tendencias no están desligadas del acontecer internacional, ya que
un movimiento determinado en Asia puede afectar benéfica o contrariamente a Europa o América (sea
norte o sur). Siempre se ha dicho que “el aleteo de una mariposa en Asia puede provocar huracanes en
América, con lo cual la Inteligencia Estratégica no pueda estar fuera del acontecer mundial, de las
tendencias y derivaciones y de las decisiones que pueden afectar el acontecer regional o local para bien
o para mal.

Para ello y para sus análisis, que son dinámicos y permanentes, sobre la base de estas tendencias
antes descriptas, la Inteligencia Estratégica cuenta con herramientas científicas bastante exactas para
su desarrollo como son: El “Brainstorming” (Tormenta de Ideas), que puede ser complementado
distintos diagramas complementarios como serían el Diagrama de Afinidad o Diagrama de Arbol que es
una herramienta gráfica para facilitar el cálculo de probabilidades; el Diagrama de Causa y Efecto
(Diagrama de Ishikawa) o Espina de Pescado; el Diagrama de Pareto también llamado Curva 80-20; los
Histogramas (conjunto de gráficos que facilitan la lectura y sintetizan porcentajes); la técnica de Grupo
Nominal (con la idea de Intercambiar informaciones, toma de decisiones en común y lograr un alto
grado de consenso) y la Técnica del Multivoting (se utiliza a fin de reducir una lista y evaluar cuales son
las ideas más importantes).

Si bien el Brainstorming es una herramienta importante, no es suficiente, por lo cual también se recurre
al denominado “Método Delphi” (es una metodología de investigación multidisciplinar para la
realización de pronósticos y predicciones. Fue desarrollo por la Corporación Rand al inicio de la Guerra
Fría para investigar el impacto de la tecnología en la guerra) y por último se recurre a la denominada
“Matriz de Impacto Cruzado” (desarrollado originalmente por Theodore Gordon y Olaf Helmer en
1966).

Estas herramientas, de cálculo probabilístico y prognosis a mediano y largo plazo, en manos de


expertos dan como resultado elaboraciones con mucho acierto y poco margen de error. Sumado a que
una vez que las tendencias han sido definidas, se han elaborado las prognosis adecuadas, estas deben
pasar a manos de los Analistas de Riesgo que mediante la aplicación y cálculos de riesgo (Matriz
F.O.D.A. – Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas), le dan al decisor una posibilidad de
acierto muy cercana a la perfección y a las necesidades del país.

En el caso de la Inteligencia Operativa, la base de su trabajo es la “recolección de información”, el


análisis y las conclusiones sobre hechos y amenazas que puedan afectar el acontecer diario, y a su vez
proveer de inteligencia actual o corriente a la Inteligencia Estratégica. En nuestro país, los campos
están muy bien definidos según la Ley 25.520, ya que la Secretaria de Inteligencia tiene en sus manos
toda la elaboración de la Inteligencia Estratégica, mientras la Inteligencia Criminal y la Contrainteligencia
tienen en sus manos la producción de la Inteligencia Operativa. En el caso de la Inteligencia Estratégica

78
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Militar, su campo está muy bien definido, ya que toma para sí la elaboración de la Inteligencia específica
que hace a la Defensa Nacional y las posibles Hipótesis de Conflicto que pudieran surgir.

Breve descripción de cada Método en la Inteligencia Estratégica

Método Brainstorming (Tormenta de Ideas)

Es una herramienta de trabajo grupal que facilita el surgimiento de nuevas ideas sobre un tema o
problema determinado.

La tormenta de ideas es una técnica de grupo para generar ideas originales en un ambiente relajado.
Esta herramienta fue creada en el año 1941, por Alex Osborne, cuando su búsqueda de ideas creativas
resulto en un proceso interactivo de grupo no estructurado que generaba más y mejores ideas que las
que los individuos podían producir trabajando de forma independiente; dando oportunidad de sugerir
sobre un determinado asunto y aprovechando la capacidad creativa de los participantes.

¿Cuándo se utiliza?

Se deberá utilizar la tormenta de ideas se utiliza cuando exista la necesidad de:

• Liberar la creatividad de los equipos


• Generar un número extensos de ideas
• Involucrar oportunidades para mejorar
• Nos permite plantear y resolver los problemas existentes
• Plantear posibles causas
• Plantear soluciones alternativas
• Desarrollar la creatividad
• Discutir conceptos nuevos
• Superar el conformismo y la monotonía

¿Cómo se utiliza?

1. Se define el tema o el problema.


2. Se nombra a un conductor del ejercicio
3. Antes de comenzar la “tormenta de ideas”, explicara las reglas.
4. Se emiten ideas libremente sin extraer conclusiones en esta etapa.
5. Se listan las ideas
6. No se deben repetir
7. No se critican
8. El ejercicio termina cuando ya no existen nuevas ideas
9. Se analizan, evalúan y organizan las mismas, para valorar su utilidad en función del objetivo que
pretendía lograr con el empleo de esta técnica.

Modo de uso

La técnica, “Brainstorming”, puede ser empleada a través de 3 diferentes maneras:

No estructurado (flujo libre)

1. Escoger a alguien para que sea el facilitador y apunte las ideas


2. Escribir en un tablero una frase que represente el problema y el asunto de discusión.
3. Escribir cada idea en el menor número de palabras posible.
4. Verificar con la persona que hizo la contribución cuando se esté repitiendo la idea.
5. No interpretar o cambiar las ideas.
6. Establecer un tiempo límite (aproximadamente 25 minutos)

79
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

7. Fomentar la creatividad
8. Construir sobre las ideas de otros.
9. Los miembros del grupo de “lluvia de ideas” y el facilitador nunca deben criticar las ideas.
10. Revisar la lista para verificar su comprensión.
11. Eliminar las duplicaciones, problemas no importantes y aspectos no negociables.
12. Llegar a un consenso sobre los problemas que parecen redundantes o no importantes.

Estructurado (en circulo)

Tiene las mismas metas que la lluvia de ideas no estructurada. La diferencia consiste en que cada
miembro del equipo presenta sus ideas en un formato ordenado (ej: de izquierda a derecha). No hay
problema si un miembro del equipo cede su turno si no tiene una idea en ese instante.

Silenciosa (lluvia de ideas escritas)

Es similar a la lluvia de ideas, los participantes piensan las ideas pero registran en papel sus ideas en
silencio. Cada participante pone su hoja en la mesa y la cambia por otra hoja de papel. Cada
participante puede entonces agregar otras ideas relacionadas o pensar en nuevas ideas. Este
proceso continua por cerca de 30 minutos y permite a los participantes construir sobre las ideas de
otros y evitar conflictos o intimidaciones por parte de los miembros dominantes.

Aspectos a tener en cuenta

Preparación de la reunión

Para que una reunión sea útil tiene que estar bien preparada, para ello hay que tener en cuenta los
aspectos materiales como los funcionales. Se pueden dividir en 4 pasos:

1. Definición de los objetivos:

• Fijar los objetivos de la reunión.


• Tipos de objetivos.
• Los que se han de lograr.
• Los objetivos secundarios: los que serían interesantes.
• Si los objetivos prioritarios son muchos se hacen varias reuniones.

2. La elección de los participantes:

La eficacia de una reunión depende mucho de los participantes. Se tendría mirar si las personas
son compatibles.

3. Planificar el desarrollo de la reunión:

Viene definido en el orden del día que es un desarrollo de las cuestiones que se abordarán.

4. Organización del material de la reunión. Tenemos que tener en cuenta:

Los documentos

Preparar la sala

1. Los aspectos anexos: la botella de agua, papelera, bolígrafos...


2. Hacer un recordatorio de la convocatoria
3. Asegurarse que asistirán.
4. Desarrollo de la reunión

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Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

1. Presentación de los participantes. Es importante saber que es especializado, y de que es bueno


que se conozcan.
2. Darles confianza. A través de la presentación se crea un clima de confianza. Para que se
encuentren bien los participantes y el animador se tiene que encontrar a gusto. En un primer
momento los participantes se sentirán ansiosos porque se sienten observados por los otros.
Hemos de tener en cuenta el tiempo.
3. Presentación del tema de reunión.
5. De que se habla
6. Porque hablamos de este tema
7. Porque les interesa hablar de este tema
8. Cuáles son los problemas planteados?.
4. Fijar los objetivos de la reunión. Explicar el orden del día que tenemos, comentarlo. Establecer
los objetivos prioritarios y clarificarlos dentro del periodo de tiempo de la reunión, si hay tiempo
pasaremos a los objetivos secundarios y así sucesivamente.

El papel del conductor de la reunión

Tiene que desempeñar las siguientes funciones:

Función de clarificación:

Al comienzo de la reunión, para asegurar que el objetivo de la misma está claro para los
participantes y que es conforme.

Durante el transcurso de la misma, para ayudar a los participantes a comprenderse bien.

Formulando constantemente preguntas para asegurarse que se ha comprendido lo que se ha dicho,


y si no es así intentarlo aclarar.

Función de control:

Con esta función el conductor de la reunión trata de ayudar al grupo a fijar sus procedimientos, es
decir, a fijar una serie de normas (más o menos autoritarias) que permitan la comunicación.

También permite:

Regular la reunión impidiendo que alguien monopolice

Traer de nuevo a los participantes a discutir sobre el tema de la reunión en cuestión


Estimular a los que no participan

Administrar bien el tiempo.

Funciones de relajamiento:

El conductor debe eliminar toda tensión que pueda darse en la reunión, provocada por
desconocimiento de los participantes, oposición de caracteres, oposición de opiniones, etc...

El conductor debe crear un clima de confianza y relajamiento que permita la comunicación en


grupo, no suprimiendo los posibles conflictos, sino que se consiga la armonía en los mismos. Debe
optar por el papel de conciliador y optar por modular el desarrollo de la reunión.

Función de dinamización:

81
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Consiste en instar al grupo para que sienta deseos de realizar “algo”, motivarlo, llenarlo de
entusiasmo, etc...

Características de un buen conductor de reuniones

Mostrar seguridad delante del grupo:

El miedo al grupo es muy habitual del actor. De entrada existe este miedo, pero después ya se
pasa. Esta seguridad se nota. Si el conductor se pone nervioso y no sabe disimularlo, transmite
esta sensación al grupo y este acaba poniéndose nervioso. El grupo lo que quiere pensar es que se
encuentra en buenas manos.

Para evitar este miedo se puede hacer:

Preparación física:

Como colocar el cuerpo.

Los gestos y posturas son tan importantes como las palabras.


Esforzarse en mirar los ojos de la auditoria.
Luchar contra posturas defensivas
Moverse para ocupar espacio

Preparación psicológica:

Superar el miedo para juicios de grupo.


Pensar que no funcionará la reunión. Debemos superar esto.
Es importante encontrar un hilo conductor para cuando veamos que el tema se desvía.

Métodos complementarios al Brainstorming

Diagrama de Ishikawa

El Diagrama de Ishikawa, también llamado diagrama de causa-efecto, es una de las diversas


herramientas surgidas a lo largo del siglo XX en ámbitos de la industria y posteriormente en el de los
servicios, para facilitar el análisis de problemas y sus soluciones en esferas como lo son; calidad de los
procesos, los productos y servicios. Fue concebido por el ingeniero japonés Dr.Kaoru Ishikawa en el
año 1943. Se trata de un diagrama que por su estructura ha venido a llamarse también: diagrama de
espina de pescado, que consiste en una representación gráfica sencilla en la que puede verse de
manera relacional una especie de espina central, que es una línea en el plano horizontal, representando
el problema a analizar, que se escribe a su derecha.

El problema analizado puede provenir de diversos ámbitos como la salud, calidad de productos y
servicios, fenómenos sociales, organización, etc. A este eje horizontal van llegando líneas oblicuas -
como las espinas de un pez- que representan las causas valoradas como tales por las personas
participantes en el análisis del problema. A su vez, cada una de estas líneas que representa una posible
causa, recibe otras líneas perpendiculares que representan las causas secundarias. Cada grupo
formado por una posible causa primaria y las causas secundarias que se le relacionan forman un grupo
de causas con naturaleza común. Este tipo de herramienta permite un análisis participativo mediante
grupos de mejora o grupos de análisis, que mediante técnicas como por ejemplo la lluvia de ideas,
sesiones de creatividad, y otras, facilita un resultado óptimo en el entendimiento de las causas que
originan un problema, con lo que puede ser posible la solución del mismo.

La primera parte de este Diagrama muestra todos aquellos posibles factores que puedan estar
originando alguno de los problemas que tenemos, la segunda fase luego de la tormenta de ideas es la

82
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

ponderación o valoración de estos factores a fin de centralizarse específicamente sobre los problemas
principales, esta ponderación puede realizarse ya sea por la experiencia de quienes participan o por
investigaciones in situ que sustenten el valor asignado.

¿Como hacerlo?

Para empezar, decide cual característica de calidad, salida o efecto quieres examinar y continua con los
siguientes pasos:

1. Se dibuja un diagrama en blanco.

2. Se escribe de forma breve el problema o efecto.

3. Se escribe las categorías que consideres apropiadas a tu problema: maquina, mano de obra,
materiales, métodos, son los más comunes y aplican en muchos procesos.

4. Se realiza una lluvia de ideas (Brainstorming) de posibles causas y relaciónalas a cada categoría47.

47
http://es.wikipedia.org/wiki/Diagrama_de_Ishikawa

83
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Diagramas de Afinidad48

¿En qué consiste?

El diagrama de afinidad es un método de categorización en el que los usuarios clasifican varios


conceptos en diversas categorías. Este método suele ser utilizado por un equipo para organizar una
gran cantidad de datos de acuerdo con las relaciones naturales entre los mismos.

Básicamente, se trata de escribir cada concepto en una nota Post It y pegarla en una pared. Los
miembros del equipo mueven y organizan las notas en grupos basándose en las relaciones y
asociaciones que establecen entre los distintos conceptos.

¿Cómo lo llevo a cabo?

Hay que llevar a cabo los siguientes pasos:

Constituir un equipo

Se reúne a un equipo de entre cuatro y seis personas. Es conveniente la presencia de diversos niveles
de experiencia y variedad de perspectivas, con el objetivo de afrontar la sesión con creatividad.
Describir el objetivo

Inicialmente, es preciso realizar una declaración del objetivo que se quiere alcanzar, o del resultado que
se espera obtener. Dicha declaración ha de tener un carácter amplio y neutral, claramente entendido y
acordado por todos los miembros del equipo.
Generar ideas en las tarjetas

Mediante la técnica del "brainstorming" se genera una lista de ideas, cada una de las cuales se registra
en una nota Post It. Las tarjetas deberían describir conceptos completos, y no contar con una única
palabra cada una.

Pegar las tarjetas en la pared

Seguidamente se pegan las notas en la pared sin seguir un orden en particular.

48
http://www.sidar.org/recur/desdi/traduc/es/visitable/tecnicas/Diag.htm

84
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

Clasificar las tarjetas en grupos

Se mueven las tarjetas en grupos de forma intuitiva. Nadie debe hablar durante esta fase del proceso
para asegurar que no existe ninguna forma de influencia entre las decisiones de unos y otros. Si a
alguien no le gusta el lugar en el que otro ubicó una tarjeta, no tiene que hacer más que cogerla y
cambiarla de grupo. No se debe perder el tiempo discutiendo acerca del lugar que debería ocupar una
determinada tarjeta.

Crear cabeceras para cada grupo

Hay que crear cabeceras para cada uno de los grupos constituidos. Dichas cabeceras deberían
describir concisamente lo que cada grupo representa. Una forma de pensar en ello es escribiendo una
forma de titular periodístico para cada grupo. Las cabeceras no deberían ser, de hecho, palabras
sueltas y el grupo debería resultar significativo independientemente del contenido de los demás grupos.
Si es necesario, se utilizarán cabeceras para algunos subgrupos.

Dibujar el diagrama de afinidad

Se dibujan líneas conectando cabeceras primarias y secundarias, grupos, subgrupos... indicando la


relación existente. El resultado final se asemejará bastante a un diagrama organizacional.

¿Cuándo debería usar esta técnica?

Esta técnica se puede utilizar cuando es preciso generar un gran número de ideas o conceptos y se han
de clasificar en categorías.

http://ingindstg.com/Imagenes/Diagrama%20Afinidad.gif

85
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

http://www.galeon.com/elforodelaplaza/Esqporqnop.jpg

Diagrama de Pareto

El diagrama de Pareto, también llamado curva 80-20 o Distribución A-B-C, es una gráfica para organizar
datos de forma que estos queden en orden descendente, de izquierda a derecha y separados por
barras. Permite, pues, asignar un orden de prioridades.

El diagrama permite mostrar gráficamente el principio de Pareto (pocos vitales, muchos triviales), es
decir, que hay muchos problemas sin importancia frente a unos pocos graves. Mediante la gráfica
colocamos los "pocos vitales" a la izquierda y los "muchos triviales" a la derecha.

El diagrama facilita el estudio comparativo de numerosos procesos dentro de las industrias o empresas
comerciales, así como fenómenos sociales o naturales, como se puede ver en el ejemplo de la gráfica al
principio del artículo.

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Hay que tener en cuenta que tanto la distribución de los efectos como sus posibles causas no es un
proceso lineal sino que el 20% de las causas totales hace que sean originados el 80% de los efectos49.

Ejemplo simple de un diagrama de Pareto usando datos hipotéticos. Se muestran las frecuencias
relativas en un diagrama de barras y en una línea roja las frecuencias acumuladas de las causas por las
que los empleados llegan tarde a trabajar a una empresa.

Histogramas

En estadística, un histograma es una representación gráfica de una variable en forma de barras, donde
la superficie de cada barra es proporcional a la frecuencia de los valores representados. En el eje
vertical se representan las frecuencias, y en el eje horizontal los valores de las variables, normalmente
señalando las marcas de clase, es decir, la mitad del intervalo en el que están agrupados los datos.

En términos matemáticos, puede ser definida como una función gráfica (o mapeo) que acumula (cuenta)
las observaciones que pertenecen a cada subintervalo de una partición. El histograma, como es
tradicionalmente entendido, no es más que la representación gráfica de dicha función.

Se utiliza cuando se estudia una variable continua, como franjas de edades o altura de la muestra, y,
por comodidad, sus valores se agrupan en clases, es decir, valores continuos. En los casos en los que
los datos son cualitativos (no-numéricos), como sexto grado, de acuerdo o nivel de estudios, es
preferible un diagrama de sectores.

Los histogramas son más frecuentes en ciencias sociales, humanas y económicas que en ciencias
naturales y exactas. Y permite la comparación de los resultados de un proceso.

Ejemplos de Histogramas

49
http://es.wikipedia.org/wiki/Diagrama_de_Pareto

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Método Delphi50

La presentación de la técnica Delphi la haremos con una definición que entrega Linstone y Turoff (1975)
y que dice: "El Delphi puede ser caracterizado como un método para estructurar el proceso de
comunicación grupal, de modo que ésta sea efectiva para permitir a un grupo del individuos, como un
todo, tratar con problemas complejos".

El nombre Delphi proviene de la Antigua Grecia. Delphos fue la localidad donde estuvo el más famoso
santuario panhelénico, centrado en el oráculo de Apolo, donde según la leyenda, el oráculo de Apolo
manifestaba la voluntad de Zeus a través de una sacerdotisa (la Pitonisa), cuyas ambiguas palabras
interpretaban los sacerdotes. Este oráculo alcanzó prestigio en los siglos V, VI y VII antes de J.C.

El primer estudio Delphi fue realizado en 1950 por la Rand Corporation para la fuerza aérea de EE.UU.
y se le dio el nombre de "Proyecto Delphi". El objetivo de este estudio fue obtener el mayor consenso
posible en la opinión de un grupo de expertos por medio de una serie de cuestionarios intensivos, a los
cuales se les intercalaba una retroalimentación controlada. El propósito de este estudio fue la aplicación
de la opinión de expertos a la selección -desde el punto de vista de una planificación de la estrategia
soviética- de un sistema industrial norteamericano óptimo y la estimación del número de "bombas A"
requeridas para reducir la producción de municiones hasta un cierto monto. Es importante recalcar que
el método alternativo de manejar este problema habría involucrado un proceso prácticamente
prohibitivo, en términos de costo y de tiempo, de recolección y procesamiento de la información.

Es así, como las justificaciones originales para este primer estudio Delphi aún son válidos para muchas
aplicaciones, cuando no se dispone de la información precisa, es muy costoso conseguirla o la
evaluación requiere de datos subjetivos en los principales parámetros.

La técnica Delphi se ha convertido en una herramienta fundamental en el área de las proyecciones


tecnológicas, incluso en el área de la Administración clásica y operaciones de investigación. Existe una
creciente necesidad de incorporar información subjetiva (por ejemplo análisis de riesgo) directamente en
la evaluación de los modelos que tratan con problemas complejos que enfrente la sociedad, tales como
medio ambiente, salud, transporte, comunicaciones, economía, sociología, educación y otros.

Intentar dar una definición del método Delphi es limitar el alcance y contenido de dicho método. Lo que
más interesa es dar una descripción general del método, de sus características, limitaciones, usos y
aplicaciones. No obstante lo anterior ya hemos mencionado la definición de Linstone y Turoff (1975),
que la enriqueceremos, mencionando la definición dada por Helmer y Rescher (1959), que apunta más
bien al desarrollo del método: "El Método Delphi es un programa cuidadosamente elaborado, que sigue
una secuencia de interrogaciones individuales a través de cuestionarios, de los cuales se obtiene la
información que constituirá la retroalimentación para los cuestionarios siguientes".

Cualquiera sean los tipos Delphi se pueden distinguir cuatro fases:

a) La primera fase se caracteriza por la exploración del tema en discusión. Cada individuo contribuye
con la información adicional que considera pertinente.

b) La segunda fase comprende el proceso en el cual el grupo logra una comprensión del tema. Salen a
la luz los acuerdos y desacuerdos que existen entre los participantes con respecto al tema.

c) La tercera fase explora los desacuerdos, se extraen las razones de las diferencias y se hace una
evaluación de ellas.

50
Konow, Irene – Pérez, Gonzalo; “Método DELPHI” en "Métodos y Técnicas de Investigación Prospectiva para la toma de
Decisiones"; Ed. Fundación de Est. Prospectivos (FUNTURO) U. de Chile 1990.

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d) La cuarta fase es la evaluación final. Esto ocurre cuando toda la Información previamente reunida ha
sido analizada y los resultados obtenidos han sido enviados como retroalimentación para nuevas
consideraciones.

Como una forma de superar los problemas que surgen en los encuentros cara a cara, una de las
características del método Delphi es el anonimato de los distintos miembros del grupo y la absoluta
reserva sobre las respuestas individuales; esto está garantizado por la forma que se evalúan los
cuestionarios, ya que se considera el conjunto de las respuestas de los participantes (incluyendo las
minorías) en los resultados del ejercicio.

La evaluación de los cuestionarios se realiza de modo tal, que sus resultados puedan incorporarse
como información, adicional a las preguntas de los cuestionarios siguientes (feedback). Esto les permite
a los participantes del ejercicio Delphi poder revisar sus planteamientos, a la luz de la nueva información
que se les está entregando.

En un ejercicio Delphi participan dos grupos diferentes. Uno es el grupo monitor, que es el encargado
del diseño del ejercicio en todas sus fases, y el otro son los penalistas, los cuales responden las
preguntas confeccionadas por el grupo monitor. Si bien, las respuestas y parte de la información se
obtiene del panel, el uso que de ella se haga, ya sea en proyecciones o diseño de política, es de
exclusiva responsabilidad del grupo monitor.

Este método es apropiado para el estudio de temas en los cuales la información, tanto del pasado como
del futuro no se encuentra disponible en forma sistemática y refinada; cuando esto ocurre, el método
Delphi permite obtener dicha información y hacer uso de ella en forma más rápida y eficiente que los
métodos tradicionales.

Los 3 tipos Delphi

a) Por Objetivo.

Dependiendo del objetivo que se persiga, un ejercicio Delphi se pueden clasificar en:

Delphi de Proyección: Diseñado para proyectar variables, eventos, tendencias, que servirán de apoyo
en la toma de decisiones. Se caracteriza por la búsqueda del concurso entre las opiniones de los
participantes, evitando los problemas que se producirían en un encuentro cara a cara

Delphi de Política: Es una herramienta de análisis de políticas alternativas y no un mecanismo de toma


de decisiones. Su objetivo es asegurar que todas las posibles opciones de un problema han sido
expuestas y consideradas de modo de estimar el impacto y consecuencias de cualquier opción en
particular, analizar y estimular la aceptabilidad de una determinada opción. No busca el consenso, sino
más bien, se pretende acentuar las divergencias.

b) Por Conducción.

Según la forma de conducir un ejercicio Delphi podemos distinguir dos tipos:

Delphi Convencional: Es el más común y se caracteriza por la importancia del grupo monitor tanto en el
diseño, como en la evaluación de las respuestas.

Delphi Computador El grupo monitor es reemplazado en gran medida por una computadora que es
programada para realizar la compilación de los resultados del ejercicio.

La ventaja del Delphi convencional es que puede adaptarse o modificarse en función de las respuestas
del grupo. La ventaja del Delphi Computador es que permite una mayor rapidez en el procesamiento de
la información y se minimizan los errores en la tabulación de la información.

90
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e) Otros Tipos

Delphi Cara - Cara: Este tipo de Delphi tiene características similares a los anteriores en cuanto a su
objetivo, sin embargo su forma de conducción presenta variaciones.

La diferencia fundamental radica en que el cuestionario se lleva personalmente a cada integrante del
panel, a quien se le hace la entrevista en forma individual, lo cual permiten aumentar la flexibilidad de
las respuestas, pues el entrevistador puede resolver cualquier duda o ambigüedad que se le presente al
panelista en relación a las preguntas del cuestionario.

Por otra parte se logra considerables ventajas de tiempo (entrevista v/s correo) y se logra disminuir el
porcentaje de deserción de los panelistas.

Mini Deiphos: Al igual que en el caso anterior, sus características en cuanto a objetivos son similares a
los tipos de Delphi ya -analizados. El Mini Delphi consiste en una conferencia de mesa redonda, en
donde las opiniones y respuestas al cuestionario se hacen por escrito, y en varias mesas
simultáneamente (optativo). En este caso, el grupo monitor responde cualquier duda, tabula los
resultados y devuelve el cuestionario a los participantes.

Las ventajas de este tipo de Delphi radican en su mayor flexibilidad y ahorro de tiempo, resultando más
atractivo para aquellas Instituciones que no tienen problemas geográficos (de distancia) para reunir a un
grupo de panelistas.

Usos, Limitaciones y Aplicaciones

a) Cuando usar el Delphi

No es posible abogar por el uso generalizado del método Delphi, pero existen circunstancias en las
cuales su uso es especialmente recomendable. Estas son:

Cuando el problema no se presta para el uso de una técnica analítica precisa, pero si puede
beneficiarse de juicios subjetivos sobre bases colectivas.

Cuando se necesitan más participantes de los que pueden interactuar en forma eficiente en un
intercambio cara a cara.

Cuando por problemas de costo, de tiempo y de divergencias ideológicas de los participantes, no es


posible llevar a cabo encuentros de grupos.

Cuando se desea mantener la heterogeneidad de los participantes a fin de asegurar la validez de los
resultados, se prefiere este método a los encuentros cara a cara, porque ahí se evitan los efectos de
grupos de dominación por personalidades.

Cuando no existe información disponible o la información con que se cuenta es insuficiente, con este
método se puede extraer la información que posea cada participante.

Cuando el tema en estudio requiere de la participación de individuos expertos en distintas áreas del
conocimiento, el método es más eficiente que cualquier otro tipo de comunicación ya que evita
problemas de lenguajes que podrían impedir una comunicación eficiente.

b) Limitaciones de la Técnica Delphi

Aunque el método Delphi pueda parecer una técnica simple y de muy fácil uso, es necesario considerar
cuidadosamente los problemas en su aplicación.

Limitaciones Técnicas o Formales.

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Estas limitaciones están referidas fundamentalmente a la no comprensión del detalle de la técnica.


Composición del panel: Este es un aspecto básico en un ejercicio Delphi. Existe una sede de reglas que
observar cuando se elige un panel; la no observancia de ellas conducirá a una mala constitución del
panel y por tanto a una mala aplicación de la técnica.

Muchas veces al constituir un panel se introducen sesgos en su composición, y la no corrección de


éstos, conducirá a resultados sesgados. Los sesgos más comunes son:

i) Recargar la participación de individuos claramente pesimistas, forzando el consenso en un sentido


pesimista u optimista respectivamente.

ii) Incluir en el panel individuos representantes de una ideología determinada -cuando ello sea variable
no controlada en la experiencia- descuidando el equilibrio ideológico del panel al no incluir individuos
representantes de las ideologías opuestas.

iii) La inclusión de panelistas dogmáticos en un Delphi de proyección dificultará la obtención de


consenso.

Deficiente formulación del cuestionario: Preguntas vagas, muy largas, separadas, con exceso o falta de
información, inducirán a Interpretaciones erróneas de parte de los panelistas, por lo tanto, la desviación
de las respuestas con respecto a la media será mayor que en aquellas preguntas correctamente
formuladas.

No entender el tema: La no comprensión del tema objeto del estudio Delphi, por parte del grupo monitor
puede conducir a plantear un cuestionarlo excesivamente largo, lo que obviamente redundará en =
pérdida de interés por parte de los panelistas al responder el -cuestionario y en problemas de tabulación
de la información. Por otra parte, también puede conducir a plantear un cuestionario cualitativamente
insuficiente, del cual no es posible extraer toda la información que se requiere para obtener resultados
confiables.

Limitaciones de Fondo

Estas limitaciones se refieren a la falta de comprensión del concepto Delphi, lo cual se manifiesta a
través de:

Prejuicios del monitor: Ideas preconcebidas de parte del grupo monitor conducirán a la elección de un
panel que tienda a asegurar resultados en la dirección pensada. También puede llevar a plantear
preguntas dirigidas o restringidas, que no agotan todas las posibilidades de investigación del tema en
estudio, forzando de este modo, el consenso de proyecciones y la divergencia en los Delphi de política.

Otra consecuencia, es la manipulación de los datos en la evaluación de los cuestionarios, introduciendo


distorsiones en la presentación del feedback, y por tanto en los resultados finales.

Ignorar desacuerdos: Una de las características de este método es la exploración de los desacuerdos
que surgen de las respuestas de los panelistas.

Los desacuerdos pueden ser ignorados cuando el criterio de lo que se considera como consenso es
muy flexible, cuando las minorías no son consideradas como resultado de una ponderación inadecuada
de los panelistas. Todo esto conducirá a resultados sesgados y de escasa contabilidad.

Lentitud: La realización del ejercicio Delphi debe ser planeado dentro de un período de tiempo y en la
programación de cada etapa se debe considerar un margen de tiempo que incluya demoras imprevistas.
La prolongación excesiva en el tiempo de duración del ejercicio hará que los panelistas pierdan interés
en el tema.

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Falta de Programación: La programación detallada del desarrollo del ejercicio es uno de los aspectos
importantes para la aplicación exitosa de la técnica, ya que, una buena programación conlleva una
mejor utilización de los recursos tanto humanos como materiales, lo que implica bajo costo en
comparación con otras técnicas y ahorro de tiempo.

Panel responsable de la proyección: El método Delphi es una técnica que permite extraer información
de los panelistas con la que no cuenta el grupo monitor, la cual le servirá de apoyo para realizar la
proyección.

Creer que el panel es el responsable de la proyección llevará a plantear un cuestionario limitado a la


obtención de resultados puntuales en relación a la proyección, y no permitirá obtener una información
más variada respecto del comportamiento de una serie de eventos, sucesos, tendencias que estarían
afectando la o las variables que se quieren proyectar.

Comprensión del tema en estudio: La no comprensión del tema en estudio, además de constituir una
limitación formal por las razones señaladas más arriba, es una limitación de fondo en el planteamiento
del ejercicio Delphi.

No entender el tema en estudio conducirá a plantear un cuestionario del cual no es posible extraer toda
la información que se requiere para hacer una buena proyección.

Descuentos del futuro: Uno de los problemas que enfrentan los métodos de investigación de futuro -
basados en juicios colectivos para proyecciones o desafíos de políticas- es, que cada individuo
descuenta el futuro en una proporción diferente.

La tasa de descuento depende del nivel cultural y nivel social de cada individuo. Una persona situada en
la base de una pirámide de estructura la social descontará la polución, por ejemplo, a una tasa más alta,
que una persona que se ubica en la parte más alta.

Esta tasa subjetiva tienen dos dimensiones: una temporal y otra espacial. La dimensión temporal se
refiere al horizonte de planificación de cada individuo y la dimensión espacial al campo de percepción
del mundo que lo rodea. Habrá individuos cuya preocupación se reduce en términos espaciales a su
vecindad, mientras que otros estarán preocupados de lo que ocurre en su país y en el resto del mundo.

Esta tasa de descuento se aplica tanto al futuro como al pasado. Las tasas a las que cada individuo
descuenta el pasado afectan las estimaciones que los individuos hacen sobre el futuro. En el contexto
Delphi se observa que los participantes están más influenciados por los eventos recientes, que por
aquellos más alejados en la historia (Linstone, 1975).

La toma de decisiones en un ambiente de incertidumbre se hace más difícil, ya que el rango de


alternativas se amplía y aumenta la probabilidad de 'accidentes" (eventos de baja probabilidad de
ocurrencias y de acciones irracionales. Los individuos, en general tienden a ignorar el más largo plazo,
centrándose en las acciones y decisiones del futuro relativamente inmediatos.

Aún cuando en un ejercicio Delphi, la selección de panelistas incluya a todos los sectores de la
población que se desean tener representados, las conclusiones pueden tener distorsiones, por las
diferencias que existen en el horizonte de planeación entre la elite participante y la población.

Exceso de simplificación: Es preferible a la complejidad. Sin embargo, la falta de atención sobre este
punto puede conducir a excesos de simplificación.

Una de las sobre simplificaciones más comunes en el campo de las ciencias sociales, es creer que un
sistema se compone de la simple suma de cada una de las partes que lo integran. Esta sobre
simplificación cobra mucha importancia cuando se trata de proyectar.

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Otra sobre simplificación puede ocurrir con el uso de probabilidades subjetivas. La técnica Delphi utiliza
estas probabilidades y es importante tener en cuenta que la mayoría de los individuos tienen tendencia
a confundir, probabilidad de ocurrencia con deseabilidad de ocurrencia. (Linstone, 1975)

El lenguaje usado en el cuestionarlo también pueden constituir una sobre simplificación, en el sentido de
no considerar en el diseño del formato las diferencias existentes entre los panelistas (nivel cultural,
lenguaje). Cuando se trata de panelista con distinto nivel cultural el formato único puede destruir el
mensaje entre alguno de ellos y el grupo monitor.

- La ilusión del experto: No siempre una proyección basada en juicios de expertos es buena proyección,
debido a que sus puntos de vista se basan en su propio subsistema y puede suceder que el panelista
no considera el sistema como un todo.

- Falta de imaginación: La imaginación y creatividad constituyen el componente artístico en el diseño del


método Delphi, el cual es difícil de formular en términos concretos. Sin embargo, una de las limitaciones
que enfrenta el diseño de un ejercicio Delphi, es la falta de imaginación y creatividad de parte del grupo
de monitores, lo cual se manifiesta en:

i) Incapacidad de percibir que los individuos pueden ver un mismo problema de diferentes maneras, lo
que se traduce en un diseño que no permite a los panelistas expresar cabalmente sus puntos de vista,
ideas o enfoques.

ii) Incapacidad de conceptualizar diferentes estructuras que permitan examinar el mismo problema.

Manipulación de los datos: El método Delphi, por el carácter anónimo de las respuestas y por la forma
en que se procesa la información, está propenso a la manipulación de los datos (distorsionar el
feedback y los resultados finales del ejercicio) con fines de propaganda, ideológicas, etc.

Sobreestimación de la técnica: Aún cuando el método Delphi tiene "múltiples ventajas”, no siempre es
superior a otros métodos.

Linstone (1975) afirma que han proliferado las aplicaciones incorrectas del método en los últimos años.
Las consecuencias del uso indiscriminado ha sido la repetición de estudios sobre un mismo tema, lo
que ha significado que cada nuevo estudio aporte muy poco conocimiento adicional sobre el tema
(rendimiento decreciente). Esto se debe a que: los mismos expertos han sido invitados a participar, o si
son distintos, ellos tienen acceso a los estudios ya publicados y por lo tanto, son muy pocas las nuevas
ideas que se obtienen.

c) Campos Conocidos de Aplicación

El método Delphi es más conocido por su aplicación en el campo de las proyecciones de largo plazo.
Pero su uso se extiende también a otros campos, que si bien son menos conocidos, han ido creciendo
en importancia.

Aplicación del Delphi en el ámbito Gubernamental.

Uno de los primeros Delphi de política conocido, se realizó en 1968. Fué llevado a cabo en USA por el
National Industrial Conférence Board y se denominó "An experimental Public Affairs Forecasf". El
objetivo de este estudio fue obtener un ordenamiento de las áreas prioritarias, o aquellas que fueran de
mayor interés para la nación, que pudieran crear mayores problemas públicos en los años 70'y 80'. Con
los resultados de este ejercicio, las autoridades lograron conocer aquellos problemas que debían recibir
atención especial.

Una variación novedosa en realización de un Delphi, fue introducida por el Departamento Federal de
Trabajos Públicos en Canadá. Se realizó un ejercicio mixto que incluía opciones de políticas, en un
Delphi de proyección del empleo del Gobierno Federal.

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Aplicación del Delphi a la Industria

La aplicación del Delphi a la Industria y negocios, es tal vez uno de los aspectos menos conocidos,
debido a que muchas veces los resultados de los ejercicios realizados en este campo no se publican,
por un problema de la propiedad del ejercicio y de los resultados.

Los estudios Delphi en relación a problemas de la industria no siempre son conducidos por la empresa
que se beneficia de sus resultados. Existen empresas consultoras que realizan estudios por cuenta de
una empresa o grupo de empresas para investigar temas o áreas que son de interés. Así por ejemplo, la
Social Engineering Technology lnc condujo un Delphi sobre ocio y recreación, solicitado por un grupo de
empresas interesada en futuros mercados de la recreación.

Matriz de Impacto Cruzado51

El método de impacto cruzado fue desarrollado originalmente por Theodore Gordon y Olaf Helmer en
1966. El método se originó en una pregunta simple: ¿Los pronósticos pueden basarse en las
percepciones acerca del modo en que interactuarán los eventos futuros?

En su aplicación inicial de los principios de impacto cruzado, a mediados de la década del 60 Gordon y
Helmer idearon un juego para Kaiser Aluminum y Chemical Company llamado Futuro (Future). La
empresa fabricó miles de copias del juego y las utilizó como regalos promocionales para su 100°
aniversario. El juego, que ya hace tiempo dejó de fabricarse, incluía una serie de tarjetas; cada una de
ellas describía un único evento futuro. A cada una de las tarjetas se le asignaba una probabilidad de
ocurrencia a priori, basada fundamentalmente en el criterio de Gordon y Helmer. Luego se tiraban los
dados a fin de determinar si, en el escenario construido, el evento "sucedió o no". En el juego, el dado
era un icosaedro con números escritos en las caras, números que representaban la probabilidad de que
dicha cara fuera la que quedara hacia arriba luego de tirar los dados. Si la probabilidad revelada en la
cara del dado era equivalente o mayor que la probabilidad del evento, éste "sucedía".

Si un evento sucedía, se daba vuelta la carta. En el reverso de la misma, se describían los "impactos
cruzados", por ejemplo, "si este evento sucede, entonces la probabilidad de que ocurra el evento 12
aumenta un 10%; la probabilidad de que ocurra el evento 53 disminuye un 15%, etc." Se formularon
algunas razones para dichas interacciones, y se proporcionó un sistema simple para seguir las
probabilidades a medida que progresaba el juego.

Al final del juego, un grupo de tarjetas representaba los eventos que habían sucedido y otro los eventos
que no habían ocurrido. De hecho, el escenario estaba determinado por el azar, las probabilidades
predeterminadas y los impactos cruzados.

El juego también brindaba a los jugadores la posibilidad de "invertir" en un item favorecido, simulando
una inversión en investigación y desarrollo. Esta posibilidad ofrecía a los jugadores un mecanismo para
ejercer una "política", un medio para provocar un futuro deseado estudiando detalladamente los
posibles impactos cruzados. La mejor estrategia, por ejemplo, sería invertir en un evento secundario o
terciario que podría producir un impacto cruzado favorable en el evento finalmente deseado.

Gordon y Hayward programaron el enfoque en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA,


Estados Unidos) en 1968. Las probabilidades condicionales se expresaron como coeficientes del
impacto y variaban desde -10 a +10. Los primeros programas se desarrollaron casi de manera exacta
que el juego Futuro: los eventos se elegían al azar, se decidían y luego se determinaban las
probabilidades de los eventos que hubieran sufrido un impacto cruzado. Un "juego" se completaba
cuando se decidían todos los eventos (Gordon y Hayward, 1968). Entonces, se repetía el proceso varias
veces, al estilo Monte Carlo1. La computadora guardaba el número de escenarios que contenía cada

51
Theodore Jay Gordon, “Método de Impacto Cruzado”; Traducción al español: CUERPO DE TRADUCTORES DE LA
BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN – ARGENTINA, 2002

95
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

evento. El cálculo de la "ocurrencia" de los eventos se utilizaba para calcular las probabilidades
definitivas de los eventos, en función de sus impactos cruzados.

El juego fue utilizado en numerosas aulas durante los 70, y fue diseñado nuevamente para solucionar
los problemas objeto de estudio (por ejemplo, las crisis urbanas). Gordon, Rochberg y Enzer, del
Instituto para el Futuro, experimentaron con una forma de impacto cruzado que incluía una serie de
tiempo más que un enfoque de "una parte del tiempo". Norman Dalkey utilizaba probabilidades
condicionales en la matriz (1972). Helmer aplicó el enfoque al juego (1972).

KSIM, una técnica de simulación desarrollada por Julius Kane, se basaba en las posibles interacciones
entre las variables de la serie de tiempo más que en los eventos (1972). En este enfoque, Kane
consideraba a todas las variables como un porcentaje de su valor máximo, y los impactos cruzados se
utilizaban para ajustar las variables en cada intervalo de tiempo.

Turoff generaba escenarios provenientes de la matriz de impacto cruzado suponiendo que los eventos
con probabilidades menores a 0,5 no ocurrían y aquellos con probabilidades iguales o mayores a 0,5 sí
ocurrían (1972). Duval, Fontela y Gabus, del Instituto Battelle en Ginebra, desarrollaron EXPLORSIM,
un enfoque de impacto cruzado/escenario (1974) y Duperrin y Gabus desarrollaron SMIC, un enfoque
de impacto cruzado que solicitaba que los expertos proporcionaran la ocurrencia inicial y condicional y
las probabilidades condicionales de no ocurrencia y que formaran escenarios basados en los resultados
de los impactos cruzados (1974).

En The Futures Group, la dinámica de los sistemas probabilísticos constituía la unión de la dinámica de
los sistemas y una versión -dependiente del tiempo- de impacto cruzado, un enfoque analizado en
primer lugar por John Stover al simular la economía de Uruguay (1975).

El método de simulación, denominado Interax (1980), que incorporaba los conceptos de impacto
cruzado fue desarrollado por Selwyn Enzer en la Universidad de California (Estados Unidos). Ducos
integró los métodos Delphi y el impacto cruzado (1984).

Bonnicksen, de la Universidad A & M de Texas (Estados Unidos), en un proceso denominado EZ-


IMPACT, utilizó el enfoque de impacto cruzado en un taller destinado a la aplicación de un juego a fin de
explorar las opciones de políticas entre partes opuestas. Su algoritmo se basó en el enfoque de Kane.

Más recientemente, el método de impacto cruzado se aplicó a muchos interrogantes de investigación de


manera independiente o junto con otras técnicas. Godet, por ejemplo, enumeraba la aplicación de SMIC
a temas tan diversos como la construcción de aeronaves, la evolución geopolítica del mundo, la
industria nuclear en el 2000 y las actividades corporativas y empleos hacia el año 2000 (Godet, 1993).

Otros ejemplos contemporáneos incluyen a Brent Vickers (1992) en su estudio de la industria automotriz
europea y a Albert Schuler y otros (1991) en el estudio de la industria de las maderas blandas en
Canadá. El hilo conductor que corre a través de estos trabajos es organizado de la siguiente manera:

• Fase inicial de exploración: en los primeros intentos por recabar opiniones acerca de la
cuantificación de estas interacciones, los investigadores reconocen que las interacciones entre
los eventos constituyen una forma importante de analizar las percepciones acerca del futuro.

• Fase probabilística: ¿Cómo pueden formularse las preguntas sobre la probabilidad condicional?
Cuando se le solicita a un experto que dé su opinión acerca de la probabilidad de un evento,
éste:

o ¿incluirá la posibilidad de los impactos cruzados a priori? o

o ¿los eventos se consideran de manera independiente?

96
Manual de Inteligencia Criminal Julio Alajarin

• Dado que cada evento tiene una probabilidad de una clase o de otra, y dada la posible
ocurrencia o no ocurrencia de un evento, las probabilidades condicionales expresadas por la
opinión de los expertos deben cumplir ciertos límites coherentes. Estos límites pueden
calcularse. Si las opiniones no se encuadran dentro de los límites calculados, ¿cómo debería
ajustarse la matriz?

• Fase de síntesis: El impacto cruzado puede utilizarse de manera independiente como método de
investigación de futuros (ver Moritz, por ejemplo) o puede integrarse con otros métodos a fin de
formar herramientas poderosas. Cuando se integra, el impacto cruzado permite la introducción
de las percepciones acerca del futuro en métodos que de otra manera serían deterministas (ver
Stover y Enzer, por ejemplo). Además, se han utilizado varios métodos para recabar opiniones
(por ejemplo: método Delphi, cuestionarios por correo, entrevistas, etc.) junto con el impacto
cruzado a fin de simplificar el proceso de recolección de datos (ver Godet (1993) para la
descripción de los cuestionarios por correo utilizados en SMIC)

• Fase de aplicación: Recientemente, los informes sobre el impacto cruzado han cambiado del
desarrollo metodológico "puro" a las aplicaciones. Las preguntas acerca del método aún
persisten: ¿cómo preguntar mejor acerca de las probabilidades condicionales?, ¿el método es
realmente convergente?, ¿Cómo manejar las opiniones incoherentes de los expertos?, ¿cómo
integrarlo con otros métodos? Sin embargo, no existen dudas de que las preguntas sobre el
impacto cruzado ayudan a iluminar las percepciones acerca de las causalidades ocultas y
conexiones de las respuestas en los caminos hacia el futuro.

El método de impacto cruzado es un enfoque analítico de las probabilidades de un acontecimiento en


un conjunto pronosticado. Estas probabilidades pueden ajustarse en virtud de las opiniones respecto de
las interacciones potenciales entre los acontecimientos pronosticados. Sabemos por experiencia que la
mayoría de los eventos y evoluciones de alguna manera se relacionan con otros eventos y evoluciones.
Un evento único, tal como la generación de energía del primer reactor atómico, fue posible por una
compleja historia previa de "sucesos" científicos, tecnológicos, políticos y económicos. A su vez, en su
calidad de precedente, la generación de energía del primer reactor atómico influenció numerosos
eventos y evoluciones posteriores. Numerosas ocurrencias aparentemente distintas y sin relación,
permiten o dan lugar a eventos y evoluciones singulares. De este flujo interconectado surgen efectos
cada vez mayores que interactúan con otros eventos y evoluciones. Es difícil imaginar un evento sin un
antecedente que lo hiciera posible o que lo influenciara, o imaginar un evento que luego de ocurrido no
dejara marcas. Esta interrelación entre los eventos y evoluciones se denomina "impacto cruzado".

Aclaración

Me gustaría volcar en este manual algunos ejemplos de desarrollo práctico del Método de Impacto
Cruzado, pero existe bastante bibliografía al respecto en internet que puede ser consultada. Los
ejemplos prácticos los dejo para mis alumnos en el aula, ya que es mucho más fácil para ellos en la
necesidad de la comprensión del método.

97

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