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TEMA 5: DETERMINACIÓN DE LAS MASAS ACTIVA Y PASIVA

1. INTRODUCCIÓN

El patrimonio del concursado, entendido como un conjunto de derechos y


obligaciones dotados de contenido económico, se desdobla, en el concurso, en dos masas
que reciben tratamiento separado: la masa activa y la masa pasiva.

La Administración concursal es a quien realiza las actuaciones que marca la ley a


fin de concretar las masas activa y pasiva. Con ello se obtendrá una cuantificación
concreta, o al menos actualizada, tanto del patrimonio del concursado como de las deudas
que lo gravan. Esta información, que quedará reflejada en el informe de la Administración
concursal y servirá para que los acreedores adopten la mejor decisión sobre el devenir del
procedimiento concursal, constituye el núcleo de la fase común del concurso.

2. DETERMINACIÓN DE LA MASA ACTIVA: COMPOSICIÓN.

2.1. REGLA DE LA UNIVERSALIDAD

El principio de universalidad tiene como base la responsabilidad patrimonial


universal del deudor que le obliga a responder del cumplimiento de sus obligaciones con
todos sus bienes presentes y futuros.

De acuerdo con este principio, la masa activa del concurso está integrada por
los siguientes bienes y derechos:

1) Los presentes en el patrimonio del concursado en el momento de producirse la


declaración del concurso. El título del concursado sobre los bienes puede ser el
dominio o algún otro que le atribuya un derecho de uso, garantía o retención.

2) Los que pasen a formar parte del patrimonio del concursado con posterioridad a
la declaración de concurso.

3) Los saldos de las cuentas en las que el concursado figure como titular indistinto,
a menos que el concursado pruebe que los saldos que figuran en la cuenta
indistinta no le pertenecen.

4) Los bienes del concursado persona casada. Con independencia del régimen
económico matrimonial, siempre integrarán la masa activa los bienes propios o
privativos del cónyuge concursado. Cuando el régimen económico matrimonial
del concursado fuese el de sociedad de gananciales o cualquier otro de comunidad
de bienes, se incluirán en la masa activa los bienes comunes cuando deban
“responder de las obligaciones de concursado”. Un bien común responde de las
deudas del concursado porque así se ha pactado expresamente respecto de ese bien
concreto o, de forma generalizada, respecto de todos los bienes que integran la
comunidad patrimonial conyugal. Cuando nada se ha establecido habrá que acudir
a las normas que regulan el régimen económico matrimonial en el CC.
Finalmente, el TRLC establece un derecho de adquisición a favor del cónyuge del
concursado, que podrá adquirir la totalidad de cada uno de los bienes gananciales
o comunes incluidos en la masa activa satisfaciendo a la masa la mitad de su valor.

La regla de universalidad tiene, así mismo, límites. La Ley excluye determinados


bienes y derechos de la masa activa, concretamente:

1) Los bienes o derechos que carezcan de valor patrimonial

2) Los que, aun teniendo naturaleza patrimonial, son inembargables. De acuerdo con
la Ley procesal civil, nos referimos a los siguientes bienes y derechos:

-Los bienes inalienables, bien porque han sido declarados como tales, por
ejemplo, los alimentos el uso y la habitación y el usufructo legal del viudo, o
porque, siendo accesorios, no pueden ser enajenados con independencia del
principal.

-Los expresamente declarados inembargables por Ley. Son cantidades


expresamente declaradas inembargables por ley: el salario, sueldo, pensión o
equivalente, que no exceda de la cuantía señalada para el salario mínimo
interprofesional. El exceso es embargable conforme a la escala prevista por la ley.

-El mobiliario y el menaje de la casa, las ropas del ejecutado y de su familia y


otros bienes de primera necesidad, en la medida en que resulten imprescindibles
para que el deudor y las personas de él dependientes puedan atender con razonable
dignidad a su subsistencia.

-Los libros e instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión; arte u oficio


a que se dedique el deudor.

-Los bienes sacros y los dedicados al culto de las religiones legalmente


registradas.

2.2. LAS ACCIONES DE REINTEGRACIÓN

La conformación de la masa activa desde ser completa en el sentido de incluir, no


solo los bienes que al momento de la declaración de concurso figuran en el patrimonio
del concursado, sino también aquellos otros que dejaron de pertenecerle, pero deben, sin
embargo, reincorporarse a su patrimonio. Para reintegrar los bienes que titulaba el
concursado, el TRLC habilita dos tipos de acciones rescisorias frente a los actos
realizados con anterioridad a la fecha de declaración del concurso:
Las acciones de impugnación previstas en el CC son una de las vías para lograr
la reintegración de bienes a la masa activa. Estas acciones se regirán por los requisitos
previstos en el Derecho común, con ciertas especialidades propias del ámbito donde se
ejercitan, como pueden ser la legitimación activa o la tramitación del procedimiento.

La “acción rescisoria concursal”: Los actos perjudiciales para la masa activa


realizados por el deudor dentro de los 2 años anteriores a la fecha de la declaración del
concurso (o de la fecha de la solicitud del acuerdo extrajudicial de pagos cuando el
concurso hubiese estado precedido por este procedimiento), son rescindibles, aunque no
hubiese existido intención fraudulenta

Por tanto, dentro de ese periodo es indiferente que el deudor se encontrara o no en


estado de insolvencia o en simple situación de iliquidez, como también resulta inocua la
intención del deudor al realizar el acto. Para rescindir el acto solo deben concurrir dos
requisitos:

- Requisito de fondo, que la transmisión haya producido un perjuicio, entendido


como una disminución del patrimonio del enajenante.

- Requisito de carácter temporal, que el acto perjudicial se haya realizado en los 2


años anteriores a la fecha de la declaración de concurso o de la solicitud del
acuerdo extrajudicial de pagos.

Para facilitar el ejercicio de la acción y la reintegración de bienes a la masa, la


norma delimita varios supuestos legales con un sistema de presunciones. En unos casos,
la presunción de perjuicio patrimonial no admite prueba en contrario, es iure et de iure, y
en otros admite prueba en contrario al ser la presunción iuris tantum; corresponderá al
demandado, en tal caso, demostrar la inexistencia de perjuicio para el concursado. Los
supuestos no contemplados expresamente también podrán ser objeto de acciones
reivindicatorias, pero la carga probatoria, en este caso, recaerá sobre quien las ejercite.

Así, se presume siempre el perjuicio patrimonial, sin posibilidad de prueba en


contrario en:

1) Los actos de disposición a título gratuito, salvo las liberalidades de uso, que son
regalos habituales y de cuantía proporcionada.

2) Los pagos anticipados o cualquier otra forma de extinción de obligaciones en las


que el acreedor no tenga una garantía real.

Se presume el perjuicio patrimonial, pero se admite prueba en contrario en:

1) Los actos de disposición a título oneroso realizados a favor de alguna de las


personas especialmente relacionadas con el concursado.

2) Los actos de constitución de garantías reales a favor de obligaciones preexistentes


o de las nuevas contraídas en sustitución de aquellas.

3) Los pagos u otros actos de extinción de obligaciones en las que el acreedor tenga
una garantía real y cuyo vencimiento fuere posterior a la declaración de concurso.

Fuera de los supuestos indicados, el perjuicio patrimonial deberá ser probado por
quien ejercite la acción rescisoria.

Si bien, en ningún caso pueden ser objeto de rescisión:

1) Los actos ordinarios de la actividad profesional o empresarial del deudor que


hubieran sido realizados en condiciones normales.

2) Los actos de constitución de garantías de cualquier clase a favor de créditos


públicos.

3) Los actos de constitución de garatas a favor del FOGASA

4) Los actos comprendidos en el ámbito de leyes especiales reguladoras de los


sistemas de pagos y compensación y liquidación de valores e instrumentos
derivados.

5) Las operaciones mediante las que se instrumenten las medidas de resolución de


entidades de crédito y empresas de servicios de inversión.

La acción rescisoria y las demás acciones de impugnación se ejercerán ante el juez


del concurso mediante el trámite del incidente concursal. La legitimación activa para el
ejercicio de las acciones corresponderá a la Administración concursal y, de forma
subsidiaria, a los acreedores que hubieran dirigido por escrito a la Administración
concursal solicitando el ejercicio de alguna acción, que podrán ejercitarla, a su costa,
cuando no lo haga el administrador concursal en el plazo de 2 meses desde el
requerimiento. La legitimación pasiva corresponde al deudor y a quienes hayan sido
parte en el acto impugnado, pudiendo extenderse a terceros adquirentes del bien.

La sentencia que acoja la acción rescisoria concursal obliga a la restitución de las


prestaciones con sus frutos e intereses. La rescisión generará un derecho a favor de los
demandados que tendrá la consideración de crédito contra la masa, salvo que exista mala
fe, en cuyo caso se considerará crédito concursal subordinado y se les condenará a
indemnizar todos los daños y perjuicios causados a la masa activa. Cuando los bienes o
derechos salidos del patrimonio del deudor no puedan reintegrarse, por pertenecer a su
tercero de quien no quepa reivindicarlos, se condenará a quien haya sido parte en el acto
rescindido a entregar el valor que tenían cuando salieron del patrimonio del deudor
concursado, junto con el interés legal, lo que llevará, por tratarse de un crédito contra la
masa y existir buena fe del tercero, a practicar una compensación con la contrapartida que
se debe entregar y abonar solo la diferencia.

2.3. LA SEPARACIÓN DE BIENES Y DERECHOS.

El Derecho de separación es la facultad de la que gozan los titulares de bienes o


derechos que se encuentran en poder del deudor cuando este no tenga un derecho de
retención, de uso o de garantía que justifique esa posesión. La separación tiene como
finalidad excluir bienes que están en poder del concursado para evitar que acaben
sirviendo a la satisfacción de los acreedores concursales. Se pretende tutelar a aquellas
personas cuyos bienes han sido incluidos indebidamente en la masa activa del concurso.

Para ello es necesario que el separante sea propietario o tenga mejor derecho que
el concursado sobre los bienes o derechos objeto de la reclamación, así como que
identifique los bienes o derechos que se encuentran en poder del concursado que pretende
separar mediante una solicitud, dirigida a la Administración concursal, que procederá si
la estima a la entrega del bien o derecho o, al menos, al reconocimiento del mejor derecho.

Si los bienes o derechos susceptibles de separación hubieran sido transmitidos


antes de la declaración de concurso a un tercero de quien no puedan reivindicarse, el
titular desposeído podrá optar entre reclamar la cesión del derecho a recibir la
contraprestación, si todavía no se hubiera realizado, o bien solicitar el reconocimiento en
el concurso del crédito con el valor que tuviera el bien en el momento de la enajenación,
o en otro posterior (a elección del solicitante) más el interés legal.

2.4. LA CONSERVACIÓN Y LA ENAJENACIÓN DE LA MASA ACTIVA

Corresponde a la administración concursal, el deber de conservación de los


elementos que la integren del modo más conveniente para el interés del concurso hasta
que se alcance la fase de convenio o de liquidación.

En principio, durante ese período la enajenación de bienes y derechos de la masa


activa está prohibida, salvo que medie autorización expresa y razonada del juez. No
obstante, la prohibición legal de enajenación se exceptúa respecto:

1) Los actos de disposición inherentes a la continuación de la actividad profesional


o empresarial del deudor.

2) Los actos de disposición indispensables para satisfacer las exigencias de tesorería


que requiera la tramitación del concurso de acreedores.

3) Los actos de disposición indispensables para garantizar la viabilidad de los


establecimientos, explotaciones o cualesquiera otras unidades productivas de
bienes o de servicios que formen parte de la masa activa.

La administración concursal, ante alguno de estos supuestos, deberá comunicar al


juez del concurso los actos de disposición proyectados, justificando su carácter de
indispensable.

Igualmente, se exceptúan de la prohibición de enajenar, los actos de disposición


de bienes que no sean necesarios para la continuidad de la actividad cuando se presenten
ofertas que coincidan sustancialmente con el valor que se les haya dado en el inventario.
Se entenderá que esa coincidencia es sustancial si en el caso de inmuebles la diferencia
es inferior a un 10% y en el caso de muebles a un 20%, y no constare oferta superior.

La administración concursal, igualmente, deberá comunicar, al juez del concurso


la oferta recibida con justificación del carácter no necesario de los bienes. La oferta
presentada quedará aprobada si en el plazo de 10 días no se presenta una superior.

Los bienes o derechos, sobre cuya titularidad o disponibilidad, exista cuestión


litigiosa promovida, podrán enajenarse con tal carácter, quedando el adquirente a las
resultas del litigio. La administración concursal comunicará la enajenación al juzgado o
tribunal que esté conociendo del litigio. Esta comunicación producirá, de pleno derecho,
la sucesión procesal, sin que pueda oponerse la contraparte y aunque el adquirente no se
persone.

Los administradores concursales, si bien pueden enajenar bienes y derechos de la


masa, cuentan con una prohibición de autoentrada, al no poder adquirir por sí o por
persona interpuesta, ni aún en subasta, los bienes y derechos que integren la masa activa
del concurso. Si llegasen a infringir esta prohibición de adquirir, quedarán inhabilitados
para el ejercicio del cargo, procediendo el juez de inmediato a un nuevo nombramiento,
y reintegrarán a la masa, sin contraprestación alguna, el bien o derecho que hubieran
adquirido. Si el administrador concursal fuera acreedor concursal, perderá, además, el
crédito del que fuera titular.

El TRLC establece determinadas especialidades respecto de la enajenación de


bienes o derechos que gocen de privilegios especial. Su modo habitual de realización es
la subasta, judicial o extrajudicial, salvo que el juez autorice su enajenación por otro de
los métodos contemplados en la norma. No obstante, se podrá llevar a cabo una
realización directa siempre que el juez lo autorice. La solicitud de realización directa
deberá ser presentada por la administración concursal o por el acreedor con privilegio
especial. El juez, excepcionalmente, permitirá la realización directa por un precio inferior
si el concursado y el acreedor o los acreedores con privilegio especial lo aceptasen de
forma expresa, siempre y cuando se efectúe el valor de mercado. El juez del concurso
también cuenta con la facultad de autorizar la dación de pago de los bienes y derechos
afectos a créditos con privilegio.

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