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Los guaraníes eran distintos, pero no salvajes ni

bárbaros, como los pintaban algunos cronistas


etnocentristas, pues poseían también una
cosmovisión profundamente humanista y
trascendente.
Los sacerdotes jesuitas se caracterizaron por su testimonial entrega a la
FE CRISTIANA, en una dación admirable al pueblo de DIOS. El encuentro
y el dialogo intercultural entre los padres jesuitas y los guaraníes,
tenían una dimensión esencialmente espiritual-mística, pues se
trataban en una comunión en la infinitud del AMOR DE DIOS. Era un
relacionamiento más que humano, MÍSTICO, porque provenía de DIOS
que gratuitamente ofrecía el don y la alegría de la fe a estos
catecúmenos PRECOLOMBINOS.
La sabiduría medicinal de los guaraníes, pervive hasta hoy en el pueblo
paraguayo como medicina alternativa y, para los pobres, como única medicina.
El mate (LA YERBA MATE) que es un ritual popular de dialogo y convivencia
(CULTURA DEL ENCUENTRO), no se concibe beberlo sin incorporar algunas
hierbas medicinales heredadas de los guaraníes.
El propósito fundamental de las reducciones JESUÍTICO-GUARANÍES eran anunciar “LA
BUENA NOTICIA” a todos los pueblos, naciones, y tribus del mundo, para que todos los
hombres reciban de la MISERICORDIA INFINITA de DIOS, la promesa de la salvación
eterna, y hacer que cada hombre sea considerado hijo adoptivo de Dios.
Lo más asombroso y admirable de estas comunidades CRISTIANO-GUARANIES, fue
el respeto y la valoración de la lengua, y la cosmovisión guaraní. El padre Antonio Ruiz
de Montoya, fue el primero que escribió un diccionario y vocabulario guaraní. Los
padres jesuitas demostraron la gigante sabiduría de la humildad para aprender, a su
vez, que esos hombres morenos, con itinerarios históricos y civilizatorios distintos
tienen la misma dignidad de toda persona humana. No fue un encuentro entre un
europeo civilizado y un indígena bárbaro, sino el reconocimiento de dos personas de
diferentes culturas, hijos del mismo DIOS.
Las reducciones jesuíticas, lograron el milagro de que los indígenas selváticos
conformaran una comunidad cristiana. Como lo define el PADRE ANTONIO RUIZ DE
MONTOYA, llamamos reducciones a los pueblos de aborígenes, que viviendo a su
antigua usanza en montes, y muy distantes entre sí geográficamente, la diligencia de
los padres jesuitas los REDUJO A POBLACIONES GRANDES y a una autentica vida
política, humana y cristiana.
En realidad, el proyecto de una sociedad GUARANÍ-JESUÍTICO, representó el
asombroso encuentro del fructífero diálogo entre dos humanismos: el hispano-
europeo y el guaraní pre-colombino. Por ello la UNESCO proclamó a las
reducciones guraní-jesuitica como “PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD”,
porque constituyen una experiencia inéditamente revolucionaria, en los planos
sociocultural y sociopolítico de la etapa colonial, sin precedentes en la historia de
los pueblos.
Los guaraníes eran pueblos neolíticos, por lo tanto agricultores, cazadores,
pescadores, pero tenían algunas características de avanzado estado civilizatorio,
que se manifiesta en la estructura comunitaria y democrática, el equilibrio de la
pareja, la preeminencia de la familia extensa, el notable conocimiento de la
naturaleza, y su vida místico religiosa. Un ejemplo importante representa los
perfiles de los CACIQUES: el cargo de jefe era electivo y por consenso; el jefe debe
ser generoso con su bienes, al servicio de su comunidad y finalmente “HACEDOR
DE PAZ”.
En esta convivencia profundamente humana de dos actores de culturas diferentes,
nació el milagro del arte multiforme, manifestado con generosa elocuencia en la
imponente arquitectura de los templos, la orfebrería y la artesanía mestiza, la
gratificante música religiosa europeo-guaraní conmoviendo el silencio de las
selvas.
Ahí nació la literatura bilingüe con un catequista llamado NICOLAS YAPUGUAY,
que escribió sermones de profunda teología JUDEO-CRISTIANA en la simplicidad
del idioma vernáculo, y tradujo, al DIOS CONCEBIDO en lengua hebrea y
grecolatina, a la milenaria lengua robada de los susurros de la NATURALEZA
VIRGEN.
La evangelización jesuítica utilizó los medios e instrumentos mas avanzados
de Europa. Por ello la primera imprenta del RÍO DE LA PLATA, fue creada en
las reducciones jesuíticas, y el primer libro editado fue el MARTIROLOGIO
ROMANO.
Este fue el punto de partida de la producción literaria en el Paraguay,
Argentina, Uruguay, y Bolivia, y constituyó una notable innovación
tecnológica al servicio de la fe y la cultura.
Un rubro destacado de la próspera economía de las reducciones jesuíticas, era la
ganadería. Las estancias jesuítico-guaraníes abarcaban, desde San Lorenzo, hasta
toda el área de las MISIONES (Paraguay y Argentina), y llegaban hasta el Uruguay.
No es una casualidad que las economías en el Paraguay, Sur del Brasil, Argentina y
Uruguay, sean eminentemente ganaderas.
Conjuntamente con la centralidad religiosa, las reducciones jesuíticas,
fueron comunidades económicamente prósperas, donde los indígenas
aportaron su sabiduría aprendida de la naturaleza, con la tecnología
europea. Estas reducciones duraron 150 años y llegaron a superar una
población de más de 150.000 personas, lo cual representaba, en el siglo
XVIII, el 60 % de la población de la cuenca del Plata. Fueron comunidades
laboriosas y eficientes económicamente de intenso intercambio de
personas, bienes y servicios, constituyéndose en un importante emporio
de producción agrícola, ganadera, naviera y forestal. Por ello sin lugar a
dudas, estas reducciones constituyen el antecedente más emblemático
del MERCOSUR.
Una de las dimensiones centrales, de esta aventura religiosa, y
económico-social, impregnada de audaces ideales, se caracterizó por un
increíble proceso de experiencia pedagógica inédita, en que los indígenas
incorporaron e internalizaron cosmovisiones, valores, oficios creativos,
de horizontes insólitos en un entusiasmarte renacimiento europeo.
Los guaraníes eran pueblos neolíticos, por lo tanto agricultores, cazadores,
pescadores, pero tenían algunas características de avanzado estado civilizatorio,
que se manifiesta en la estructura comunitaria y democrática, el equilibrio de la
pareja, la preeminencia de la familia extensa, el notable conocimiento de la
naturaleza, y su vida místico religiosa. Un ejemplo importante representa los
perfiles de los CACIQUES: el cargo de jefe era electivo y por consenso; el jefe debe
ser generoso con sus bienes, al servicio de su comunidad y finalmente “HACEDOR
DE PAZ”.
Los guaraníes eran selváticos, pero no salvajes. Ellos aportaron sus
valores enriquecedoramente humanistas, entre los cuales podemos
citar:
-El teko katuete (sentido de la autodignidad, autoestima e
independencia);
-El teko yma: apego y respeto a las tradiciones;
-El teko porâ, y el teko potî (honradez y transparencia en la conducta;
-El teko piro^y (el equilibrio consigo mismo, con los demás, con la
naturaleza y con DIOS);
-El teko marangatú y el yopoi (la solidaridad y la reciprocidad);
-El teko yoaiju (la fraternidad y el amor a los semejantes);
-Y el teko yoya (la igualdad y la equidad).

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