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ALBA,

UNASUR Y
MERCOSUR
FACILITADOR INTEGRANTES
Génesis Garrido
20.170.448
José Gutiérrez Jesús Millán
11.146.411
Maggyorys Garrido
12.359.950
Victor Hernández
14.132.230
Yelimaría Piña
26.896.115
CP PROSC. 02 - FASE II – T4
Noviembre, 2021

Las alianzas estratégicas son un fenómeno que ha experimentado un notable


aumento en los en los últimos años. El motivo viene dado por los cambios que
está experimentando el entorno internacional. Es decir, el proceso de globalización
determina la creación de alianzas, convirtiéndose en un elemento esencial para
crear y mantener ventajas competitivas. Es en este contexto internacional, donde
la cultura juega un importante papel en cuanto a la gestión de las relaciones que
se establecen en las alianzas estratégicas internacionales.

Es muy común que se desarrollen alianzas estratégicas entre socios de


diferentes nacionalidades, ya sea para crear nuevos productos, nuevas
tecnologías, o simplemente para introducirse en mercados desconocidos; pero
para que una alianza se mantenga en el tiempo y logre los beneficios para los que
fue creada es necesario que los participantes posean los recursos y capacidades
adecuadas.

Las diferentes culturas nacionales pueden tener una importante influencia sobre
las alianzas estratégicas en diversos aspectos. De entre ellos podemos destacar
la relación entre los aliados. Según Hofstede (1991, p.12), las naciones actuales
“son la fuente de una gran cantidad de los programas mentales comunes de sus
ciudadanos” provocado para la similitud relativa de su entorno histórico, lingüístico,
político, legal y educativo. Esto no implica que la cultura de los países sea
totalmente homogénea, sino que existen fuerzas que llevan a un grado
significativo de puntos comunes dentro de ellos.

La aspiración de unir a los países de América Latina se ha desarrollado bajo el


signo de los diferentes intereses económicos y comerciales y las presiones
externas de las grandes potencias. En esta región es evidente la existencia de
grandes diferencias entre los países, por ello, todo proceso de integración que se
experimente debe tener presentes las disparidades existentes y trabajar en base a
la reducción de las mismas.

Latinoamérica, por sus propios esfuerzos, ha intentado y buscado mecanismos


de integración, tal es el caso de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (ALBA), la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y el Mercado Común
del Sur (MERCOSUR); aunque no siempre han sido los adecuados ni se han
obtenido los resultados esperados. No obstante, constituye intento de los pueblos
el unirse en pos de la satisfacción de sus intereses comunes.

En 2001 bajo el liderazgo del gobierno de Chávez, algunos otros gobiernos,


sindicatos y movimientos sociales constituyeron un bloque frente al Área de Libre
Comercio para las Américas (ALCA) impulsada por Washington. A fines de 2004
se creó una alternativa regional de cooperación comercial bajo el liderazgo de
Venezuela: la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).

Esta constituye una alternativa para Latinoamérica frente al proyecto


hegemónico de los industrializados. Se sustenta en los principios de solidaridad,
cooperación genuina y complementariedad entre nuestros países, en el
aprovechamiento racional y en función del bienestar de nuestros pueblos, de sus
recursos naturales -incluido su gran potencial energético-, en la formación integral
e incluso intensiva del capital humano.

El bloque es el único con una opción distinta a la de subordinación que


promueven los países desarrollados en materia de comercio internacional. Sin
embargo, no ha logrado trascender la fase de resistencia y esbozo de redes
alternativas. Ello se debe a la lógica rentista de la política exterior venezolana, al
giro hacia la «actualización» en Cuba, a las limitadas posibilidades de
complementación entre economías primario-exportadoras y, por último, a la
ausencia de una perspectiva político-ideológica y económica clara. No obstante,
en el corto plazo, la mayoría de los actores involucrados ha logrado los objetivos
mínimos que impulsaron su adhesión al esquema, entre los cuales podemos
mencionar los siguientes:

 Establecer políticas orientadas al fomento de la agricultura pública, con el


objetivo de garantizar el principio de seguridad alimentaria nacional. De
manera más extensa está planteado en el artículo 305 de la Constitución
Bolivariana de Venezuela.
 Consignar que los derechos económicos, sociales y civiles sean
interdependientes e indivisibles. La soberanía e independencia son
principios irrenunciables.
 Alcanzar una propuesta de integración humanista que tiene aplicación
concreta en el convenio suscrito.
 Crear ventajas cooperativas entre las naciones, que permitan compensar
las asimetrías existentes entre los países del hemisferio.
 Construir consensos para formalizar acuerdos de integración en función
de alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la
pobreza, corrija las desigualdades sociales y asegure una creciente
calidad de vida para los pueblos.
 Abrir nuevos espacios de consulta, identificar espacios y alistar alianzas
estratégicas.

Así pues, los países miembros han obtenido beneficios tales como la
comercialización de petróleo por más de 12 mil millones de dólares a través del
mecanismo de Petrocaribe en los últimos ocho años; al igual que las
transacciones comerciales a través del Sistema Único de Compensación Regional
(Sucre), con cerca de dos mil 135 operaciones de intercambio por unos 700
millones de dólares; y aunado a ello, este mecanismo generó interés de países
como Rusia, Belarús y China, que han estudiado la posibilidad de establecer un
intercambio compensado en sus monedas nacionales.

Por su parte, la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, es expresión


de la diplomacia de las cumbres y muestra un carácter intergubernamental, lo cual
le aporta tanto fortalezas como debilidades. Se basa en tres pilares
fundamentales: político (a partir de la necesidad de proyección internacional,
concertación de política exterior); económico (con base en la convergencia CAN-
MERCOSUR); y la integración física energética y de telecomunicaciones.

Tiene como principal objetivo construir, de manera participativa y consensuada,


un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre
sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la
educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente,
con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la
participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el
marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados.

Entre sus objetivos específicos encontramos: El fortalecimiento del diálogo


político entre los países miembros. El acceso a la educación, seguridad social,
salud. El desarrollo humano con equidad e inclusión para erradicar la pobreza.
Desarrollos de infraestructuras para la conexión entre pueblos. La protección de la
biodiversidad, los recursos hídricos y los ecosistemas. La integración energética
para su aprovechamiento sostenible. La integración financiera, industrial y
productiva.

Pero la timidez a la hora de tomar iniciativas históricas y realistas para avanzar


en la integración y, sobre todo, el por delante los pequeños intereses nacionales a
los de la región suramericana provocó la retirada de seis de los doce miembros de
la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Hoy por hoy se está formando
una nueva organización denominada Prosur o Foro para el Progreso de América
del Sur, buscando atacar problemas de fondo que sobrepasan las fronteras como
son la migración y narcotráfico.

Y, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), se trata de un bloque económico


compuesto por países de América del Sur de carácter intergubernamental
celebrado en el marco de ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración),
fundado en 1991 por los países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Como su
nombre lo indica es sólo un mecanismo de mercado, siendo el concepto de
integración mucho más amplio, se requiere tener presente otras aristas, no
obstante constituye un gran esfuerzo en pos de la integración.

El objetivo básico del Mercado Común es el de aumentar el grado de eficiencia


y competitividad de las economías involucradas ampliando las actuales
dimensiones de sus mercados y acelerando su desarrollo económico mediante el
aprovechamiento eficaz de los recursos disponibles. Ganando desde luego los
espacios perdidos, o los que les corresponderían si existiese un principio de
equidad proporcionar. Entre los objetivos específicos:

 Fortalecer las capacidades de cada uno de los miembros del bloque.


 Profundizar la integración regional.
 Reducir las asimetrías entre los países del bloque.
 Intercambiar de manera horizontal conocimientos y experiencias, buenas
prácticas, políticas públicas tanto al interior del bloque como con otras
instancias de integración regional y extrarregional existentes.
 La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los
países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos
aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías
y de cualquier otra medida equivalente.
 El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una
política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones
de Estados y la coordinación de posiciones en foros económicos-
comerciales regionales e internacionales.
 La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los
Estados Partes: de comercio exterior, agrícola, industrial, fiscal,
monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanera, de
transportes y comunicaciones y otras que se acuerden, a fin de asegurar
condiciones adecuadas de competencia entre los Estados Partes.
 El compromiso de los Estados Partes de armonizar sus legislaciones en
las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de
integración.

En cuanto a los desaciertos y desafíos, el bloque no ha logrado suscribir una


zona de libre comercio de mayor profundidad, ya que hay sectores excluidos que
fueron regulados por acuerdos bilaterales (caso del automotriz que es justamente
el de mayor importancia en el comercio intrarregional) y sigue sin superar las
barreras no arancelarias que restringen la ampliación del comercio intrarregional.

Los procesos de integración experimentados en América Latina y el Caribe


enfrentan hoy varios retos, obstáculos e incluso amenazas, algunos tienen su
génesis en la propia evolución histórica del continente. Son de diversa índole, pero
afectan de manera directa el desarrollo exitoso de los procesos de integración
propuestos.

Este justo reconocimiento no debería impedir que los analistas resalten los
aciertos de los bloques, así como los desaciertos, ya que esa es la única forma
posible para intentar enmendar los errores cometidos y avanzar hacia el
cumplimiento de los objetivos originarios plasmados en cada uno de los tratados
internacionales.

En gran medida, las dificultades que presentan los países latinoamericanos y


caribeños pudieran encontrar solución a través de la creación y consolidación de
proyectos de desarrollo económico y social, que realmente tributen al desarrollo y
mejor calidad de vida de los habitantes de la región si se quieren obtener
resultados relevantes.

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