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Capítulo 3

Emociones básicas1
Paul Ekman
Universidad de California, San Francisco, California, EE. UU.

INTRODUCCIÓN
En este capítulo consolido mis escritos anteriores sobre emociones básicas (Ekman, 1984, 1992a, 1992b)
e introduzco algunos cambios en mi pensamiento. Mis puntos de vista en los últimos 40 años han
cambiado radicalmente desde mi punto de vista inicial (Ekman, 1957) de: (a) que una escala agradable-
desagradable y pasiva-activa era suficiente para capturar las diferencias entre las emociones: y (b) que la
relación entre una configuración facial y lo que significaba es socialmente aprendida y culturalmente
variable. Fui forzado a adoptar la opinión opuesta por los hallazgos de los estudios transculturales
hechos por mí mismo y por otros sobre expresiones faciales. Hay algunos que han desafiado esto hasta
ahora con una gran cantidad de evidencia: describo esos desafíos y las respuestas a ellos en el capítulo
16.

El marco que describo a continuación está más influenciado por Darwin (1872/1997) y Tomkins (1962),
aunque no acepto en total lo que ambos dijeron. Hay tres significados del término "básico" (véase
también Ortony y Turner, 1990). Primero, distingue a aquellos que sostienen que hay una serie de
emociones separadas, que difieren entre sí significativamente. Desde esta perspectiva, el miedo, la ira, el
asco, la tristeza y el desprecio, todas ellas emociones negativas, difieren en sus valoraciones2, eventos
antecedentes, respuestas conductuales probables, fisiología y otras características que se describen más
adelante. Así, también, la diversión, el orgullo por el logro, la satisfacción, el alivio y la alegría, todas ellas
emociones positivas, difieren entre sí. Esta perspectiva básica de las emociones contrasta con quienes
tratan las emociones como fundamentalmente iguales, diferenciándose solo en términos de intensidad o
placer.

Identificar emociones discretas separadas no necesariamente requiere que uno también adopte una
visión evolutiva de las emociones. Un construccionista social podría aceptar

1
N. del T. Ésta es una traducción informal hecha por Andrés Mejía, sólo con propósitos educativos, del texto de
Paul Ekman titulado “Basic Emotions”, que apareció como un capítulo del libro Handbook of Cognition and
Emotion, editado por T. Dalgleish y M. Power (1999), John Wiley & Sons. He conservado las separaciones y números
de página del texto original.
2
N. del T. El término valoración está traduciendo la palabra “appraisal”. No uso “evaluación”, porque normalmente
este término en inglés (“evaluation”) se usa para otros casos en los que necesariamente interviene el pensamiento
racional consciente. “Appraisal” no tiene esa connotación.
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que las emociones separadas sin acoger el segundo significado del adjetivo "básico". Incluso el
descubrimiento de universales en expresión o en eventos antecedentes no requiere dar un papel
importante a la evolución. En cambio, uno puede atribuir universales al aprendizaje constante de la
especie: aprendizaje social que generalmente ocurrirá para todos los miembros de la especie,
independientemente de la cultura (cf. Allport, 1924). Desde este punto de vista, es la ontogenia, no la
filogenia, la que es responsable de cualquier similitud en las emociones: los universales en la expresión
se deben a lo que los etólogos llaman "convencionalización", no "ritualización" (ver Ekman, 1979 para
una discusión de estas distinciones aplicadas a la emoción).

El segundo significado del adjetivo "básico" sirve para indicar, en cambio, la opinión de que las
emociones evolucionaron por su valor adaptativo al tratar con las tareas fundamentales de la vida. Los
factores innatos desempeñan un papel en dar cuenta de las características que comparten, no del
aprendizaje que es constante entre especies ni variable entre especies. Hay varias formas de describir
estas tareas fundamentales de la vida. Johnson-Laird y Oatley (1992) dicen que son problemas humanos
universales tales como los logros, las pérdidas, las frustraciones, etc. Cada emoción nos impulsa en una
dirección que, en el curso de la evolución, ha funcionado mejor que otras soluciones en circunstancias
recurrentes que son relevantes para los objetivos. Lazarus (1991) habla de "tareas de adaptación
comunes, ya que éstas se valoran y configuran en temas relacionales centrales" (p. 202) y da como
ejemplos el enfrentar un peligro inmediato, el experimentar una pérdida irrevocable, el progresar hacia
la realización de una meta, etc. Stein y Trabasso (1992) dicen que en la felicidad se alcanza o se mantiene
una meta, en la tristeza se fracasa en lograr o mantener una meta, en la ira un agente causa la pérdida
de una meta y en el miedo hay una expectativa de fracaso para lograr una meta. Tooby y Cosmides
(1990) nos dicen que las emociones imponen “… al mundo actual un paisaje interpretativo derivado de la
estructura covariante del pasado.” Las emociones, dicen, lidian con recurrentes "... situaciones de
adaptación ... pelear, enamorarse, escapar de los depredadores, enfrentarse a la infidelidad sexual, y así,
cada una [de las cuales] recurrió innumerables veces en la historia de la evolución ..." (pp. 407-408).
Tooby & Cosmides enfatizan lo que considero el elemento crucial que distingue las emociones: nuestra
valoración de un evento actual está influenciada por nuestro pasado ancestral.

Estas diferentes descripciones son bastante compatibles, y cada una enfatiza un aspecto diferente del
fenómeno. Común a todos estos puntos de vista es la presunción de que las emociones están diseñadas
para lidiar con encuentros encuentros entre organismos, entre personas, o entre personas y otros
animales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las emociones pueden ocurrir y ocurren
cuando no estamos en presencia de otros y no nos estamos imaginando a otras personas. Podemos
tener reacciones emocionales a los truenos, a la música, a la pérdida de apoyo físico, a la actividad
autoerótica, etc. Sin embargo, creo que la función principal de la emoción es movilizar al organismo para
lidiar rápidamente con encuentros interpersonales importantes, preparado para hacerlo desde los tipos
de actividades que hayan resultado adaptativas en el pasado. El pasado se refiere en parte a lo que ha
sido adaptativo en la historia pasada de nuestra especie, y el pasado también se refiere a lo que ha sido
adaptativo en nuestra propia historia individual de vida.

El término "básico" se ha utilizado también para describir elementos que se combinan para formar
emociones más complejas o compuestas. Entonces, por ejemplo, la presunción puede ser

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considerarse una mezcla de las dos emociones elementales, la felicidad y el desprecio. Anteriormente
nosotros (Ekman y Friesen, 1975) hicimos esa propuesta sobre las expresiones faciales. Ahora estoy
menos seguro de si dos emociones básicas pueden ocurrir simultáneamente o no, aunque eso puede
depender de qué aspecto de la emoción se considere. En cualquier caso, no consideraré más este
significado del término "básico", ya que nadie (aparte de Plutchik, 1962) que actualmente trabaje desde
un marco de las emociones básicas se ha preocupado mucho por este significado.

LAS CARACTERÍSTICAS QUE DISTINGUEN LAS EMOCIONES BÁSICAS


Describiré una serie de características que son útiles para distinguir una emoción de otra. También
describiré otras características compartidas por todas las emociones, pero que son útiles para distinguir
las emociones de otros fenómenos afectivos como los estados de ánimo o los rasgos emocionales.

Señales universales distintivas


He vuelto una y otra vez sobre la cuestión de si una señal universal es o no la condición sine qua non para
una emoción (Ekman, 1984; 1992a, 1992b). Una vez más expondré esa afirmación, como un desafío para
quien quiera intentar identificar estados que cumplan con todas las otras características que describo a
continuación pero que no tengan una señal. Hasta la fecha no existe tal evidencia, y dudo que se
encuentre alguna vez. Creo que era fundamental para la evolución de las emociones que informaran a
los demás miembros de la especie, sin elección ni consideración, sobre lo que está ocurriendo: dentro de
la persona (planes, recuerdos, cambios fisiológicos ), lo que probablemente ocurrió antes para provocar
esa expresión (antecedentes) y lo que es más probable que ocurra a continuación (consecuencias
inmediatas, intentos de regulación, afrontamiento). Por ejemplo, cuando vemos a una persona con una
expresión de asco, sabemos que la persona está respondiendo a algo ofensivo al gusto o al olfato, literal
o metafóricamente, que es probable que la persona emita sonidos como “yac” en lugar de “ñam”, y que
se aleje de la fuente del estímulo. En otra parte (Ekman, 1993: 1997) he descrito siete clases de
información que las señales emocionales pueden proporcionar, y la investigación necesaria para
establecer que esto es así.

Las expresiones emocionales son cruciales para el desarrollo y la regulación de las relaciones
interpersonales. Para mencionar solo tres ejemplos, las expresiones faciales deben estar involucradas en
la formación de apegos (en la infancia al igual que en el cortejo) y en la regulación, aceleración o
desaceleración de la agresión. Las personas que he estudiado que tienen parálisis facial congénita
(síndrome de Mobius) reportan una gran dificultad para desarrollar y mantener incluso relaciones
casuales, ya que no tienen capacidad de expresividad facial. Ross (1981) también descubrió que los
pacientes con accidente cerebrovascular que no pueden identificar adecuadamente la prosodia que
acompaña al habla, o

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que no pueden producir la prosodia que acompaña a las expresiones emocionales, tienen graves
dificultades interpersonales.

Los estados de ánimo y los rasgos emocionales no poseen sus propias señales distintivas, pero en cambio
inferimos estos fenómenos afectivos, al menos en parte, por el hecho de que están saturados con las
señales de una u otra emoción. Una alta incidencia de señales relacionadas con la ira puede sugerir un
estado de ánimo irritable o un rasgo hostil, por ejemplo.

Decir que era crucial para la evolución de las emociones que informaran a los demás miembros de la
especie sobre asuntos de importancia no significa que en todas y cada una de las instancias en que
ocurren las emociones haya una señal presente. Las emociones obviamente ocurren sin ninguna señal
evidente, porque podemos, en gran medida, inhibir la aparición de una señal. También puede ser
necesario cruzar un umbral para generar una señal expresiva, y ese umbral puede variar de un individuo
a otro. Si pudiéramos medir las áreas del cerebro que envían información al núcleo facial durante la
experiencia emocional espontánea, esperaría que encontraríamos alguna actividad distintiva, incluso en
estados de umbral bajo o cuando un individuo intenta inhibir la emoción. Esta sigue siendo una pregunta
empírica.

No solo puede haber emoción sin expresión, puede haber lo que parece ser expresión sin emoción. Los
humanos pueden fabricar deliberada o habitualmente un facsímil de una expresión emocional, facial y
vocalmente. Esto puede suceder por muchas razones; por ejemplo, para engañar o fingir una emoción
que no se está experimentando actualmente. Existe evidencia bastante sólida (para un resumen, ver
Ekman y Davidson, 1990) de que las expresiones faciales difieren de manera sutil cuando una sonrisa
ocurre involuntariamente como parte de una u otra experiencia de disfrute, en comparación con la
sonrisa social o las sonrisas falseadas deliberadamente. Si se hiciera la investigación, esperaría que
también sería posible distinguir los signos fabricados de la emoción de las expresiones emocionales
reales para otras emociones, y en la voz así como en la cara (para una discusión adicional de cuándo hay
emoción sin expresión y expresión sin emoción, ver Ekman 1993; 1997).

Fisiología específica de la emoción


Si las emociones básicas evolucionaron para hacer frente a las tareas fundamentales de la vida, no solo
deberían proporcionar información a través de expresiones específicas de lo que está ocurriendo, sino
que también debería haber cambios fisiológicos que preparen al organismo para responder de manera
diferente en diferentes estados emocionales.

Hay evidencia (Ekman, Levenson y Friesen, 1983; Levenson, Ekman y Friesen, 1990) de patrones
distintivos de actividad del sistema nervioso autónomo (SNA) para la ira, el miedo y el asco, y parece que
también puede haber un distintivo patrón para la tristeza (Levenson et al. 1991). Estos hallazgos ya han
sido replicados en cuatro experimentos separados, en dos grupos de edades diferentes. Aunque existen
algunas inconsistencias entre los patrones SNA que encontraron y los hallazgos de otros investigadores,
hay muchas consistencias con los resultados de Schwartz,

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Weinberger y Singer (1981), Axe (1953), Roberts y Weerts (1982) y Graham (1962).

El único desafío reciente a nuestros hallazgos fue el informe de Stemmler (1989) de que el patrón SNA
dependía de cómo se había suscitado la emoción. Sin embargo, esto puede deberse a una serie de
problemas metodológicos, que incluyen medir la fisiología un período considerable después de que
finaliza la inducción, el estudio de intensidades emocionales muy bajas y la inclusión de un número
considerable de sujetos que informaron no experimentar la emoción. Tenemos evidencia preliminar en
dos estudios diferentes (Levenson et al., 1991; Ekman y Davidson, 1991) del mismo patrón específico de
emoción cuando la emoción se suscitó de maneras muy diferentes.

Boiten (1996) también afirma haber refutado nuestros hallazgos de cambios de SNA específicos de la
emoción como resultado del ensamblaje de diferentes patrones de movimiento muscular facial.
Nosotros (Levenson y Ekman, en preparación) creemos que él no produjo tal evidencia, sino que sus
datos respaldan aún más nuestros hallazgos. Sin embargo, reconocemos que el asunto está lejos de estar
completamente resuelto. Tomando nota de esa consideración, miraré aún más cuáles son las
implicaciones si la investigación adicional fortalece y respalda nuestros hallazgos hasta la fecha de la
fisiología específica de la emoción.

Tal evidencia sería un desafío para aquellos que ven la emoción como una construcción social sin una
contribución biológica importante. Los construccionistas sociales podrían descartar nuestros hallazgos al
afirmar que estos diferentes patrones de actividad de SNA se aprendieron socialmente. No es el
producto de la evolución. Su argumento sería que a las personas se les enseña a participar en diferentes
tipos de comportamiento cuando experimentan diferentes emociones. Con el tiempo, esto establecerá
diferentes patrones de actividad de SNA, conservando estos diferentes patrones de acciones. Si las
personas muestran la misma actividad SNA específica de la emoción, eso simplemente puede reflejar
prácticas comunes de socialización basadas en la cultura. Presumiblemente, aquellos que abogan por tal
punto de vista deben esperar que se enseñen diferentes patrones de comportamiento para cada
emoción y, por lo tanto, se deben establecer diferentes patrones de actividad SNA con cada emoción en
culturas que se sabe que difieren en sus actitudes sobre la emoción.

Puesto de la manera más simple, el construccionista social enfatiza la historia pasada del individuo,
mientras que el teórico evolutivo enfatiza la historia pasada de la especie al explicar por qué hay
actividad SNA específica de la emoción. Si se trata solo de la ontogenia, en la medida en que diferentes
personas aprendan diferentes formas de comportarse cuando experimenten una u otra emoción, se
deben observar diferentes patrones de actividad SNA para las emociones que hemos estudiado.
Levenson et al. (1992) repitieron recientemente sus experimentos en una cultura no occidental. Ellos
estudiaron los Minangkabau de Sumatra Occidental, una sociedad musulmán fundamentalista y
matrilineal. Replicaron los hallazgos originales de Ekman, Levenson y Friesen (1983) sobre la actividad
SNA específica de la emoción en esta cultura muy diferente. Esto proporciona un apoyo importante
consistente con una visión evolutiva de que estas son emociones básicas.

¿El hecho de no encontrar actividad SNA específica de la emoción para la alegría y la sorpresa significa
que estas no son emociones básicas? Kemper (1978) haría ese argumento, ya que él considera la
actividad diferenciada de SNA como la condición sine qua non para

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las emociones básicas. Pero considere por qué esperamos actividad SNA específica de emoción en
primer lugar. Nuestra presunción es que estos patrones de SNA evolucionaron porque preservan los
patrones de comportamiento motor que fueron adaptativos para cada una de estas emociones,
preparando al organismo para acciones bastante diferentes. Por ejemplo, pelear bien podría haber sido
la acción adaptativa en la ira, lo cual es consistente con el hallazgo de que la sangre llega a las manos con
ira. Huir de un depredador bien podría haber sido la acción adaptativa del miedo, lo cual es consistente
con el hallazgo de que la sangre va a los músculos esqueléticos grandes (para una discusión más
elaborada de este razonamiento, ver Levenson, Ekman y Friesen, 1990).

El paralizarse en el miedo puede parecer un problema para esta línea de razonamiento, pero no si el
paralizarse se interpreta como un estado de miedo en el que el organismo todavía está preparado, de
manera autónoma, para una huida rápido si la acción de paralizarse no permite ocultarse. No todas las
experiencias de miedo implican una amenaza de la cual uno puede huir. El reporte del médico de que se
necesitan más pruebas para confirmar si los resultados preliminares son correctos para indicar una
enfermedad terminal, despierta el miedo, pero el evento no es uno del que la persona pueda huir. El
patrón de actividad SNA que sirve para huir aún podría ocurrir en este ejemplo, si el programa motor
evolucionado para esta emoción es la huida. Esta es una pregunta que requiere más investigación.

El análisis del miedo de Öhman (1986) es relevante para estas complejidades. Él distingue el miedo a los
animales, el miedo a las personas y el miedo a los objetos inanimados, sugiriendo que diferentes
acciones pueden haber evolucionado por miedo a un depredador en contraste con los miedos sociales.
No está claro si considera que el miedo a los depredadores incluye el miedo a otros humanos agresivos,
o si está estrictamente limitado al miedo a otros animales. Tampoco es seguro por sus escritos si
consideraría el miedo a las noticias del médico sobre la enfermedad terminal como un miedo a un
depredador o un miedo social.

Si ningún patrón específico de actividad motora tuviera valor de supervivencia para una emoción,
entonces no habría razón para esperar que se haya establecido un patrón específico de actividad SNA
para esa emoción. Es por eso que creo que no hemos encontrado un patrón específico de emoción, un
patrón que difiera de cada una de las otras emociones, ya sea para la sorpresa o la alegría.

Sin embargo, es necesario plantear la actividad del sistema nervioso central (SNC) específica de la
emoción en mi explicación de las emociones básicas. Las características distintivas de cada emoción,
incluidos los cambios no solo en la expresión, sino también en los recuerdos, las imágenes, las
expectativas y otras actividades cognitivas, no podrían ocurrir sin la organización y dirección del sistema
nervioso central. Debe haber patrones fisiológicos únicos para cada emoción, y estos patrones del SNC
deben ser específicos para estas emociones y no encontrarse en otras actividades mentales. Aquí estoy
llegando mucho más allá de los datos, pero no mucho más allá de lo que las nuevas técnicas para medir
la actividad cerebral pueden permitirnos descubrir del cerebro en esta década.

Mi opinión es consistente con los hallazgos de aquellos que han usado medidas de EEG de actividad
cerebral regional para estudiar la emoción (para revisiones de esta literatura, ver Davidson, 1984, 1987).
Los hallazgos recientes de Davidson et al. (1990) de diferentes patrones de actividad cerebral regional
que coinciden con las expresiones faciales de la alegría y el asco pueden explicarse como reflejo ya sea
de diferencias entre aproximarse frente a

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retirarse, o entre emociones positivas versus negativas. Más críticos para mi argumento son los nuevos
hallazgos de LeDoux (1992).

Mecanismo automático de valoración


Hace muchos años, yo (Ekman, 1977) propuse dos mecanismos de evaluación, uno automático y otro
extendido:

Debe haber un mecanismo de valoración que atienda selectivamente a los estímulos (externos o
internos) que son la ocasión para… [una u otra emoción]. Dado que el intervalo entre el estímulo y la
respuesta emocional es a veces extraordinariamente corto, el mecanismo de valoración debe ser
capaz de operar a gran velocidad. A menudo, la evaluación no solo es rápida, sino que ocurre sin
darse cuenta, por lo que debo postular que el mecanismo de valoración puede funcionar
automáticamente. Debe construirse de manera que atienda rápidamente a algunos estímulos,
determinando no solo que pertenecen a la emoción, sino a qué emoción... La valoración no siempre
es automática. A veces la evaluación de lo que está sucediendo es lenta, deliberada y consciente.
Con una valoración tan extendida, puede haber cierta excitación autónoma, pero quizás no del tipo
que se puede diferenciar. Se puede decir que la persona se excita o alerta, pero no hay ninguna
emoción específica operativa. La cognición juega un papel importante en la determinación de lo que
sucederá. Durante dicha valoración extendida, la evaluación puede coincidir con los filtros selectivos
del valorador automático. Sin embargo, esto no es necesario; la experiencia puede ser difusa más
que específica de una emoción. (pp. 58-59)

Desde entonces, Zajonc (1985), Öhman (1986), Leventhal & Scherer (1987) y Buck (1985) han planteado
puntos de vista similares. El estudio de LeDoux (1991) sobre la anatomía de la emoción lo ha llevado
también a una visión casi idéntica a la que propuse:

Los sistemas de procesamiento emocional... tienden a utilizar la representación mínima de estímulo


posible para activar los sistemas de control de respuesta emocional, que característicamente
implican un cableado relativamente rígido. comportamientos típicos de la especie y reacciones
fisiológicas. Las reacciones emocionales ... deben ejecutarse con rapidez, y el uso del más alto nivel
de procesamiento de estímulos es desadaptativo cuando un nivel más bajo lo puede hacer ... Sin
embargo, no todas las reacciones emocionales pueden estar mediadas por eventos sensoriales
primitivos o circuitos neuronales subcorticales. (p. 50)

En un cambio importante en su propia posición para incorporar la evidencia sobre las emociones básicas,
Lazarus (1991) adoptó recientemente mi posición sobre este tema: "Distingo entre dos modos de
valoración: uno automático, irreflexivo e inconsciente o preconsciente, el otro deliberado y consciente"
(p. 3, capítulo 5). Lazarus describió sucintamente lo que llamó un "principio psicobiológico" que, según
él, "proporciona universales en el proceso emocional. Una vez que se han realizado las valoraciones, la
respuesta emocional es una conclusión inevitable, una consecuencia de la biología" (pp. 191-192).
Lazarus aquí va más lejos que yo, ya que creo que las respuestas reflejan no solo la biología sino también
el aprendizaje social. El análisis de la valoración que hacen Stein y Trabasso (1992),

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aunque se basa en datos muy diferentes, es muy similar, como ellos señalan, a la posición de Lazarus.

No se sabe exactamente cómo funciona una contribución biológica a la valoración; qué es lo que viene
dado, que luego se opera automáticamente. Parece razonable suponer que lo que viene dado
biológicamente debe estar relacionado con los antecedentes universales de la emoción que se describen
a continuación. ¿Cómo ocurre esto, mediante qué mecanismo?

La valoración automática no opera simple y únicamente sobre lo que viene dado biológicamente,
trabajando solamente con eventos de estímulo que se ajustan exactamente a lo que viene dado. Con
toda probabilidad, lo dado no es suficiente para que la valoración automática opere sin ampliación ni
detalles considerables a través del aprendizaje social (ver, especialmente, Öhman, 1986 sobre este
punto). Una excepción podría ser la valoración que se produce por una pérdida repentina del apoyo, o
cuando se percibe que un objeto entra moviéndose muy rápidamente directamente al campo visual de
uno. Pero tales ejemplos son probablemente raros. Quizás actúan como metáforas para que muchos
otros eventos se asocien con la emoción a través de la experiencia.

La valoración automática también opera sobre una variedad de eventos de estímulo que hemos
encontrado repetidamente en el pasado o con eventos que, aunque pocos, fueron extraordinariamente
intensos. Lazarus señala que las diferencias en nuestra experiencia permiten enormes variaciones en los
detalles de lo que provoca emociones, que son atribuibles a la personalidad, la familia y la cultura. Y sin
embargo, no es totalmente maleable. Hay algunos puntos en común en lo que provoca una emoción
para cualquiera:

La situación estructurada ancestralmente recurrente en la que el organismo se clasifica a sí mismo es


el "significado" de la situación para ese organismo. Él "ve", es decir, se organiza para responder a
contingencias físicas previas, no las presentes ... Las emociones ... llevan a los organismos a actuar
como si ciertas cosas fueran ciertas acerca de las circunstancias actuales, lo sean o no, porque eran
ciertas acerca de las circunstancias pasadas ... En esto radica su fuerza y su debilidad ... [La valoración
automática] no puede detectar cuándo las invarianzas que eran verdaderas ancestralmente ya no lo
son. (Tooby y Cosmides, 1990, pp. 418-419)

A menudo, en la vida civilizada, nuestras emociones ocurren en respuesta a palabras, no a acciones, a


eventos que son complejos e indirectos, y es un proceso de evaluación extendido que opera con
conciencia y deliberación. Entonces la persona es muy consciente de lo que Lazarus llama el "análisis de
significado" que ocurre. Aquí hay otro lugar de entrada para que el aprendizaje social genere diferencias
significativas entre los grupos culturales, así como grandes diferencias individuales dentro de una
cultura.

Varios teóricos (ver revisiones de Ellsworth, 1991; Scherer, 1991) han desarrollado modelos de cómo
pueden operar los procesos de valoración. Al leer sus descripciones y considerar la mayoría de sus
fuentes de datos, parece que solo están considerando la valoración extendida, pero pienso que también
creen que sus modelos caracterizan la valoración automática. Sus modelos no son contradictorios con la
posición de las emociones básicas, pero ellos aparentemente sí ven una contradicción. Lazarus, creo, es
el único teórico de la evaluación que también incorpora las emociones básicas en su marco. Lazarus
difiere de los otros teóricos de la evaluación en no ofrecer un

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modelo de cómo funciona el proceso de valoración. En cambio, describe de manera más abstracta el
evento principal relevante y los eventos prototípicos (temas relacionales centrales) para cada emoción.

Eventos antecedentes universales


Si se considera que las emociones han evolucionado para hacer frente a las tareas fundamentales de la
vida de maneras que han sido adaptativas filogenéticamente, entonces es lógicamente consistente
esperar que haya algunos elementos comunes en los contextos en los que se encuentran las emociones.
Esto no supone que cada contexto social que provoca una emoción sea el mismo para todas las personas
al interior de una cultura o entre culturas. Claramente, debe haber grandes diferencias atribuibles a las
experiencias de aprendizaje social. Öhman (1986) describe cómo la evolución y el aprendizaje social
contribuyen al establecimiento de aquellos eventos que provocan una u otra emoción.

... la economía evolutiva ha dejado que las influencias ambientales inscriban las características
exactas de los depredadores peligrosos ... el aprendizaje está críticamente involucrado en la
selección de los estímulos que activan el sistema de defensa predatorio. Pero es probable que este
aprendizaje esté biológicamente preparado o restringido en el sentido de que las respuestas se unen
mucho más fácilmente a algunos tipos de estímulos que a otros. En otras palabras, es apropiado
hablar sobre el aprendizaje preparado biológicamente. Por lo tanto, es probable que requiera solo
un aporte mínimo en términos de capacitación y que dé como resultado respuestas muy persistentes
que no se extingan fácilmente. (pp. 128-129)

Öhman cita investigaciones de Mineka et al. (1984) que muestran que una exposición limitada es
suficiente para establecer en monos miedos hacia las serpientes, los cuales que son muy difíciles de
extinguir. Lazarus (1991) cita este mismo estudio para argumentar su punto de vista bastante similar.
Aunque él enfatiza lo que él llama "análisis de significado", Lazarus también describe eventos
antecedentes comunes. La visión de Johnson-Laird y Oatley (1992) también es similar.

Mi opinión sobre este asunto, que está de acuerdo con Öhman, Lazarus, Johnson- Laird & Oatley, y Stein
y sus colegas, se desarrolló en la década de 1970 cuando supe de los hallazgos de Boucher & Brant, que
no publicaron hasta algunos años más tarde (1981). Ellos encontraron elementos comunes en los
antecedentes emocionales en las muchas culturas no occidentales que examinaron. No fue en los
detalles específicos sino en un nivel más abstracto que se encontró la universalidad en los eventos
antecedentes. Ellos encontraron que la pérdida de un otro significativo es “... un antecedente a la
tristeza en muchas, quizás todas, las culturas. Pero quién es o puede ser otro significativo diferirá de una
cultura a otra" (Boucher, 1983, p. 407).

Sobre la base de los hallazgos de Boucher y Brant, Ekman y Friesen (1975) formularon eventos
interpersonales prototípicos que provocarían universalmente cada una de este conjunto de emociones.
Por ejemplo, el evento antecedente para el miedo es el daño físico o psicológico. Lazarus (1991) tiene
una explicación similar, pero de alguna manera diferente, que describe lo que él llama el "tema
relacional central" único para la evaluación de cada emoción. Ninguno de nosotros tiene evidencia, pero
lo que hemos

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propuesto es consistente con los hallazgos de Boucher & Brant, y con los de Scherer y su grupo (Scherer,
Summerfield y Wallbott, 1983) en su estudio de los antecedentes de la emoción en las culturas
occidentales.

Desafortunadamente, hay poca descripción etológica de los puntos en común en los eventos
antecedentes naturales de las emociones al interior de una cultura y entre culturas. Hay datos de
cuestionarios y de entrevistas en los que se pide a los sujetos que describan eventos emocionales. Sin
embargo, aún no sabemos en qué medida esos datos se asemejan a lo que realmente ocurre durante la
emoción, ni cuánto se inmiscuyen la idealización y los estereotipos cuando los sujetos describen
fríamente lo que piensan acerca de su experiencia emocional.

Hasta ahora he discutido una serie de características que distinguen una emoción de otra: señales
universales, fisiología distintiva, evaluación automática influenciada por el pasado ontogenético y
filogenético, y elementos comunes en los eventos antecedentes que provocan la emoción. Ahora
describiré mucho más brevemente algunas otras características.

No sostengo que si la biología ha jugado un papel importante en la emoción, entonces las emociones
deban aparecer, completamente diferenciadas, al nacer o temprano en la vida antes de que haya surgido
una gran oportunidad de aprendizaje. Izard (1977) no está de acuerdo y ha reportado evidencia que él
cree que muestra la aparición temprana de cada emoción. Su posición y evidencia han sido desafiadas de
manera convincente por Camras (1992) y también por Oster, Hegley y Nagel (1992). Cuando se resuelva
este asunto, las regularidades en la primera aparición de cada emoción pueden ser útiles para
diferenciar una emoción de otra.

Es probable que las emociones sean observables en otros primates. Darwin consideró que eso era
crucial, y fue el foco principal de su libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales
(1872/1998). En los tiempos modernos, Plutchik fue el primero (1962) en hacer de esto una
característica definitoria de las emociones. Varios de quienes estudian el comportamiento animal se han
resistido a usar la terminología emocional, al igual que los skinnerianos de tiempos pasados, pero
algunos (Chevalier-Skolnikoff, 1973; Redican, 1982) han señalado similitudes en la expresión entre
humanos y otros primates. Es posible que pueda haber algunas emociones que sean exclusivas de los
humanos, pero no hay evidencia convincente de que sea así. Por supuesto, la capacidad de representar
la experiencia emocional en palabras cambia muchos aspectos de la experiencia emocional en formas
que no puedo describir aquí.

Las emociones pueden tener un inicio muy rápido, comenzando tan rápido que pueden suceder antes de
que uno se dé cuenta de que han comenzado. El inicio rápido es fundamental para el valor adaptativo de
las emociones, nos moviliza rápidamente para responder a eventos importantes. También es adaptativo
para los cambios de respuesta que pueden ocurrir tan rápidamente que no duran mucho tiempo a
menos que la emoción se evoque nuevamente. Este no es el lugar para discutir sobre cuánto dura una
emoción, pero ciertamente no son horas o días, sino más bien en el ámbito de minutos y segundos. Creo
que quienes afirman que las emociones perduran por períodos de tiempo mucho más largos están
sumando lo que en realidad es una serie de episodios emocionales más breves. Dado que las emociones
pueden ocurrir con un inicio muy rápido, a través de una valoración automática, con poca conciencia y
con cambios involuntarios en la expresión y la fisiología, a menudo experimentamos las emociones como
algo que nos sucede. Las emociones llegan sin invitación, no las elegimos nosotros.
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Creo que emociones específicas regulan la forma en que pensamos, y que esto será evidente en los
recuerdos, las imágenes y las expectativas. Sospecho que la relación entre las emociones y los
pensamientos no es únicamente una función del aprendizaje social debido a las restricciones biológicas
impuestas tanto al sistema cognitivo como al sistema emocional.

La experiencia subjetiva de la emoción, cómo se siente cada emoción, es para algunos el centro de lo que
es una emoción. Presumiblemente, incluye sensaciones físicas y otros sentimientos que son la
consecuencia de la retroalimentación de los diversos cambios de respuesta que ocurren de manera única
para cada emoción. Lamentablemente, la mayoría de lo que sabemos sobre experiencia subjetiva
proviene de cuestionarios, llenados por personas que no están experimentando una emoción, tratando
de recordar cómo se siente. No es fácil evaluar la experiencia subjetiva, especialmente si lo que se quiere
es algo más que simplemente la cantidad de emoción positiva o negativa (ver Rosenberg y Ekman, 1994).

Antes de pasar a la pregunta de cuántas emociones hay, permítanme mencionar el concepto de familias
de emoción, el cual puede ayudar a aclarar parte de la confusión y la discusión sobre este asunto. Cada
emoción no es un solo estado afectivo sino una familia de estados relacionados. Cada miembro de una
familia de emociones comparte las características que he descrito. Estas características compartidas
dentro de una familia difieren entre las familias de emociones, distinguiendo una familia de otra. Dicho
en otros términos, se puede considerar que cada familia de emociones constituye un tema y variaciones.
El tema se compone de las características únicas de esa familia, las variaciones sobre ese tema son
producto de diferencias individuales y diferencias en la ocasión específica en que ocurre una emoción.
Los temas son producto de la evolución, mientras que las variaciones reflejan el aprendizaje.

Aunque la evidencia ciertamente no está disponible ahora, planteo que se va a encontrar que la
siguiente lista de emociones comparte las características enumeradas en la Tabla 3.1 y se distingue una
de otra: diversión, rabia, desprecio, alegría, asco, bochorno, excitación3, miedo, culpa, orgullo por el
logro, alivio, tristeza/angustia, satisfacción, placer sensorial y vergüenza. Cuando se recuerda que cada
una de estas palabras denota una familia de emociones relacionadas, entonces esta lista de 15
emociones se expande bastante. Claramente, omite algunos fenómenos afectivos que otros han
considerado emociones. La culpa es un candidato probable , y no tengo ninguna razón para decidirme
por una u otra opción. El interés, que Tomkins e Izard consideraron como una emoción, creo que puede
considerarse mejor como un estado cognitivo en lugar de una emoción, pero vean el estudio relevante
de Reeve (1993). Las decisiones no son mías; en su lugar, deben resolverse mediante investigación, la
cual establecerá si estos candidatos evidencian o no las características enumeradas en la Tabla 3.1.

Más molesto para algunos puede ser mi omisión del amor romántico o parental, y del odio, que son
claramente afectivos, como lo son el dolor y los celos. En otros lugares (Ekman, 1984; 1992a, 1992b), he
explicado más completamente mi punto de vista de que se trata de tramas emocionales, más
específicas, más duraderas que las emociones básicas, contextos específicos en los que se puede esperar
que ocurran algunas pero no todas las emociones básicas. Hay otro conjunto de fenómenos afectivos, los
estados de ánimo, que tienen diferentes causas y duran mucho más, y están muy saturados de
emociones. E incluso

3
N. del T. Ekman habla de “excitement”. Frases como “I’m excited about my upcoming trip” podrían traducirse en
español como “Me emociona mi próximo viaje”. Decidí dejar “excitación”.
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otro conjunto de fenómenos afectivos son los rasgos afectivos de la personalidad, como la hostilidad.

Tabla 3.1. Características que distinguen las emociones básicas entre sí y de


otros fenómenos afectivos

1. Señales universales distintivas


2. Fisiología distintiva
3. Valoración automática, sintonizada para:
4. Universales distintivos en eventos antecedentes
5. Apariencia distintiva en el desarrollo
6. Presencia en otros primates
7. Inicio rápido
8. Duración breve
9. Llegan sin invitación
10. Pensamientos, recuerdos, imágenes distintivas
11. Experiencia subjetiva distintiva

Antes de abandonar la lucha sobre la cuestión de cuántas emociones hay, vale la pena considerar la
posibilidad de que probablemente haya más palabras emocionales que emociones, términos que se
refieren no solo a la emoción sino también a características de la situación desencadenante, de la
respuesta a esa situación, etc. Oatley & Johnson-Laird (1987) y Stein & Trabasso (1992) profundizan
sobre cómo ocurre esto, y cómo tales variaciones en los términos emocionales pueden abordarse desde
un punto de vista de las emociones básicas.

¿HAY ALGUNA CARACTERÍSTICA QUE DISTINGA LAS EMOCIONES


BÁSICAS?
No creo que ninguna de las características deba considerarse como condición sine qua non para las
emociones, el sello distintivo que distinga las emociones de otros fenómenos afectivos. Lo que es único
es que, cuando ocurre una emoción, estamos lidiando con las tareas fundamentales de la vida actual de
manera adaptativa en nuestro pasado evolutivo. Esto no significa negar que nuestra propia experiencia
pasada individual también va a influir en la forma en que manejamos estas tareas fundamentales de la
vida, pero eso no es lo que es exclusivo de las emociones. Lo que marca las emociones es nuestro pasado
como especie al lidiar con las tareas fundamentales de la vida y cómo eso organiza y al menos
inicialmente influye en cómo valoramos y respondemos a un evento presente. También agregaría la alta
probabilidad de que, al menos en algunas ocasiones, la ocurrencia de esa emoción se señale a otros
involuntariamente.

EL VALOR DE LA POSICIÓN DE LAS EMOCIONES BÁSICAS


La posición de las emociones básicas que he descrito no descarta la variedad de los fenómenos afectivos;
intenta organizar esos fenómenos, destacando

56
las posibles diferencias entre las emociones básicas y otros fenómenos afectivos, las cuales solo pueden
determinarse mediante investigaciones adicionales. Ahora debería estar claro que no acepto las
emociones "no básicas". Todas las emociones que comparten las características que he descrito son
básicas.

Si todas las emociones son básicas, ¿cuál es el valor de usar esta expresión? Ella subraya las diferencias
entre este y otros puntos de vista y enfoques de la emoción, los cuales no consideran que las emociones
estén separadas unas de otras y/o no toman un punto de vista evolutivo. Captura lo que es único acerca
de la emoción, y qué tienen las emociones en común que las distinguen de otros fenómenos. El marco
de referencia de las emociones básicas nos permite distinguir las emociones de otros fenómenos
afectivos en términos de las características que he descrito. Este marco nos sirve para plantear para el
estudio empírico una serie de preguntas sobre otros estados afectivos que nuevas investigaciones
podrían mostrar que también son emociones básicas. Sin embargo, el adjetivo "básico" no debería ser el
problema, sino las preguntas que plantea esta postura para la investigación sobre la emoción. Las
características que he descrito son un desafío para más investigación. Nos señalan lo que aún
necesitamos aprender sobre las emociones. Destacan las lagunas en nuestro conocimiento. La utilidad
de este enfoque será evidente dentro de 10 años por la investigación que genere para confirmar o
desconfirmar las posibilidades que he sugerido y las nuevas posibilidades que no he concebido.

AGRADECIMIENTOS
Agradezco a Richard Davidson, Phoebe Ellsworth. Wallace V. Friesen, Dacher Keltner, Richard Lazarus,
Robert Levenson, Nancy Stein, Keith Oatley, Harriet Oster y Erika Rosenberg por sus útiles críticas y
sugerencias sobre versiones anteriores de este documento. La preparación fue apoyada por un Research
Scientist Award del Instituto Nacional de Salud Mental (MH06091).4

4
N. del T. Ver la lista de referencias en el texto original en inglés.
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