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BOLILLA IV
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL: ANTECEDENTES
La teoría de la supremacía fue elaborada y estructurada en un contexto universal
en el que los Estados eran concebidos como unidades políticas cerradas y
replegadas sobre sí mismas, dentro del contexto mundial. Desde mediados del siglo
XX, el derecho internacional público ha avanzado mucho en comparación con
épocas precedentes: Los Estados siguen existiendo. Sus ordenamientos internos
también. Sus constituciones también.
Para Bidart Campos, en virtud de principios generales del derecho internacional,
de tratados internacionales sobre derechos humanos, y de la integración estatal en
comunidades supraestatales que engendran su propio derecho comunitario, los
Estados incorporan a su derecho interno contenidos que derivan de aquellas
fuentes externas; esas fuentes no están por encima del Estado, sino en sus
costados, en su periferia; pero que condicionan y limitan al derecho interno,
incluso a la Constitución, no puede negarse.
Según este autor, ha habido un reacomodamiento del concepto de la supremacía
constitucional. La constitución sigue siendo suprema en cuanto siempre es fuente
primaria y fundante del orden jurídico estatal y decide su prelación, aunque ella
misma –al establecer la gradación jerárquica de ese orden– ceda acaso el primer
nivel al derecho internacional.
En efecto, Argentina, al ratificar y prestar recepción a la Convención de Viena sobre
derechos de los tratados, se ha obligado a acatar su art. 27, en el que se define y
reafirma que ningún Estado parte puede invocar su derecho interno para incumplir
un tratado.
“No es coherente, por eso, que la reforma constitucional de 1994 sólo haya
reconocido a los tratados un rango supralegal, manteniendo como principio
general (con la excepción de los tratados de derechos humanos de jerarquía
constitucional) el criterio de que los tratados son infraconstitucionales“ (Bidart
Campos).
DOCTRINAS
La supremacía de la constitución tiene dos sentidos:
● En un sentido fáctico, propio de la constitución material, significa que dicha
constitución o derecho constitucional material es el fundamento y la base
de todo el orden jurídico-político de un Estado.
● Pero el sentido con que el constitucionalismo utiliza la noción de
supremacía constitucional es otro. Apunta a la noción de que la constitución
formal, revestida de superlegalidad, obliga a que las normas y los actos
estatales y privados se ajusten a ella. Ello envuelve una formulación
deber-ser; todo el orden jurídico-político del Estado debe ser congruente o
compatible con la constitución formal
La teoría de la fuerza normativa de la Constitución viene hoy a completar a la
doctrina de la supremacía, en cuanto aquélla postula que la constitución posee en
sí misma el vigor de la normatividad jurídica para surtir el efecto de su
aplicabilidad, exigibilidad y obligatoriedad y, así, asegurar su efectividad en la
dimensión sociológica del mundo jurídico.
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CONCEPTO
La supremacía constitucional es un principio en virtud del cual ningún acto
contrario a la Constitución puede ser válido • y la discrepancia entre normas de
distinto rango debe ser resuelta a favor de la jerárquicamente superior • (Cátedra).
● Las normas tienen jerarquía, la Constitución Nacional está por encima de
todas y determina la validez o nulidad de un acto. Las demás son
infraconstitucionales.
● La colisión se resuelve a favor de la superior.
La supremacía significa que la Constitución es la fuente primaria y fundante del
orden jurídico estatal. Esto quiere decir que es ella la que dispone cuál es la
gradación jerárquica del mismo orden.
Ekmekdjian sostiene que “cuando se acerva que la Constitución es la norma
suprema se está afirmando varias cosas distintas:
En sentido amplio, se pretende indicar que las normas consitucionales tienen una
jerarquía superior a las restantes normas.
También significa que la Constitución es el fundamento y la base de todo el orden
jurídico-político del Estado, que sirve de marco a todas las restantes normas
jurídicas positivas.
Finalmente, significa que todas las normas y actos que forman el universo jurídico
deben adecuarse a la Constitución, en su fondo y forma; es decir, deben concordar
con ella, ser compatibles.”
orden jurídico positivo incluye a todo el vasto universo de normas y actos jurídicos
de un determinado Estado, tanto los emanados de los órganos del propio Estado,
como los de los particulares.
La supremacía constitucional supone una graduación jerárquica del orden jurídico
derivado, que se escalona en planos distintos. Los más bajos se subordinan a los
superiores, y todo el conjunto se debe subordinar a la Constitución.
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Por otro lado, el art. 31 también pareciera limitarse a consagrar la supremacía del
derecho federal sobre el provincial, ya que afirma la supremacía de la Constitución,
de los tratados y de las leyes nacionales y exige a las autoridades de cada provincia
conformarse a ellos, no obstante cualquier disposición en contrario que contengan
las constituciones provinciales.
Sin embargo, la interpretación mayoritaria manifiesta la supremacía constitucional
por sobre todas las restantes normas y actos: nacionales, tanto federales como
ordinarios; locales, tanto provinciales como municipales, y privados.
Por último, cabe agregar que este artículo no debe ser interpretado de modo
absoluto, esto es, que todas las normas nacionales tienen jerarquía superior a todas
las normas provinciales. En efecto, las normas nacionales tienen jerarquía superior
sobre las provinciales en tanto y en cuanto regulen el ejercicio de poderes que han
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sido delegados por las provincias al gobierno federal. Si una norma nacional
pretendiera inmiscuirse en temas que las provincias se han reservado sería
inconstitucional. (Ekmekdjian).
ANÁLISIS DE LOS INCISOS 22 Y 24 DEL ARTÍCULO 75
El
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En los dos supuestos, tales tratados no entran a formar parte del texto de la
Constitución y quedan fuera de él, en el bloque de constitucionalidad federal, y
comparten con la Constitución la misma supremacía. O sea, no son
infraconstitucionales como los otros.
En cuanto a los tratados de integración a organizaciones supraestatales, el art. 75
inc. 24 debe entenderse como remitiendo al principio general del inc. 22 que sólo
confiere a los tratados prelación sobre las leyes. Este principio vuelve a enunciarse
en el inc. 24 con referencia a las normas dictadas en consecuencia del tratado de
integración, es decir, con relación al derecho comunitario emanado de los órganos
de la comunidad supraestatal.
Según Bidart Campos, la parte del inc. 22 que más conflicto interpretativo provoca
muchos autores es la que dice que los tratados de derechos humanos con jerarquía
constitucional “no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución
y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos”.
Afirma este autor que “toda la Constitución en común con los once instrumentos
internacionales sobre derechos humanos de jerarquía constitucional (más los que
puedan llegar a adherirse en el futuro) componen un bloque que tiene una igual
supremacía sobre el derecho infraconstitucional.
Dentro de ese bloque no hay planos superiores ni inferiores; o sea, forman una
cabecera en la que todas sus normas se encuentran en idéntico nivel entre sí”.
Cabe aclarar dos conceptos a los que dicho fragmento hace referencia: El de no
derogación, que enseña que en un conjunto normativo que comparte un mismo y
común orden de prelación dentro del ordenamiento jurídico, todas las normas y
artículos de aquel conjunto tienen un sentido y un efecto, que es el de articularse
en el sistema sin que ninguno cancele a otro. A cada uno y a todos hay que
asignarles, conservarles y aplicarles un sentido y alcance de congruencia
armonizante; el otro concepto es el de la complementariedad, es decir, la
inaplicación de cualquier norma de un tratado con jerarquía constitucional a la que
se impute oposición con alguno de los artículos de la primera parte de la
Constitución.
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CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
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SISTEMAS Y CARACTERÍSTICAS
A. Según el órgano que ejerce el control: Podemos distinguir tres sistemas: el
judicial, el no judicial o político, y el mixto.
1. Control judicial: El control judicial de constitucionalidad está a cargo de
órganos judiciales. En virtud de él, se otorga al Poder Judicial una atribución
de veto sobre los actos de los otros dos poderes, lo que robustece los frenos
y contrapesos (checks and balances), principio básico del sistema
republicano. Este puede a su vez subdividirse en:
a. Difuso: La característica esencial de este sistema consiste en que
todo juez, cualquier que sea su grado, jurisdicción y pertenencia,
debe ejercer el control de constitucionalidad de las normas y actos
que debe aplicar como fundamento jurídico de sus sentencias. Es un
sistema no especializado, ya que la magistratura constitucional se
ejerce por cualquier juez de cualquier fuero y jurisdicción. Este
sistema es el que se aplica en EEUU.
La ventaja principal de este sistema es la contrapartida del defecto
del sistema concentrado, esto es, que al ser el control ejercido por
todos los magistrados que deben conocer en el proceso, teniendo la
última palabra el Superior Tribunal, se evita la demora de elevar el
expediente en consulta (Ekmekdjian).
b. Concentrado: Cuando hay un órgano jurisdiccional único y
específico que se reserva la competencia exclusiva de ejercer el
control. En este sistema, el control de constitucionalidad no puede
ser ejercido por cualquier juez como simple manifestación de su
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EXTENSIÓN Y LÍMITES
Debemos delimitar sobre qué materias (normas y actos) opera el control en cada
rubro. Las materias controlables son:
● Constituciones provinciales: Su control funciona en el derecho vigente.
● Los tratados internacionales sin jerarquía constitucional: Su control
funciona en el derecho vigente.
● Las leyes: Su control funciona en el derecho vigente.
● Los decretos, reglamentos y actos administrativos de contenido
general: Su control funciona en el derecho vigente.
● Los actos políticos y de gobierno: Su control no funciona en el derecho
vigente, en el que queda inhibido por aplicación de la doctrina de las
cuestiones políticas no judiciables.
● Los actos administrativos individuales: Su control funciona en el derecho
vigente.
● Las sentencias: Su control funciona en el derecho vigente.
● La actividad de los particulares: Su control funciona en el derecho
vigente.
● La reforma de la Constitución (como competencia del poder
constituyente derivado): Su control no funciona en el derecho vigente, en
el que queda inhibido por aplicación de la doctrina de las cuestiones
políticas no judiciables.
En cuanto a las cuestiones políticas no judiciables, se denominan como tales a
aquellas cuestiones en la que falta la materia propia de la cuestión constitucional
(materia que se refiere a la Constitución y que se aloja en una causa judicial).
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requiera. Por lo tanto, cuando existe la posibilidad de una solución adecuada del
juicio por otras razones, debe apelarse a ella en primer lugar”.
El derecho judicial de la CSJN tiene establecido que:
● Los jueces no pueden dejar de aplicar una norma vigente conducente a
resolver el caso que fallan, salvo que la desaplicación se fundamente en la
declaración de inconstitucionalidad;
● Cuando desaplican una norma vigente que conduce a resolver el caso sin
declararla inconstitucional, la sentencia que de esa manera dictan queda
descalificada como arbitraria;
● Pero hay que tener en cuenta que para que válidamente desaplique una
norma mediante declaración de inconstitucionalidad necesitan que se lo
haya requerido la parte interesada en el respectivo proceso judicial.
La Corte también tiene establecido que los jueces no pueden prescindir de lo
dispuesto expresamente por la ley respecto al caso que fallan, so pretexto de la
posible injusticia de esa ley. La única forma de desaplicarla es declarándola
inconstitucional.
último acto es la firma del nombramiento escrito (…). La firma es la orden expresa
para la fijación del gran sello al nombramiento escrito; y el gran sello sólo se le fija
a un documento que ya esté completo.
Da fe, por un acto que se supone que es de notoriedad pública, de la autenticidad
de la firma presidencial”. El gobierno viola derechos legales adquiridos, sostiene el
pronunciamiento de la Corte, al no entregarle a Marbury su nombramiento.
3. Si le ofrecen tal remedio, ¿es dicho remedio un mandamus que esta Corte
deba emitir?
- No, porque el art. 3 de la Constitución de Filadelfia no lo establece como
causa de jurisdicción originaria de la Corte Suprema.
La argumentación de Marshall pasa al análisis de si el mandamus es la acción
procesal correcta para el tipo de violación que ha sufrido Marbury. Y aunque la
respuesta es afirmativa, el juez se pregunta si la ley que regula la competencia de la
Corte para la expedición del mandamus es conforme a la constitución. En la
sentencia se afirma que “la autorización que se le da a la Suprema Corte mediante
la ley que establece los tribunales judiciales de los Estados Unidos, para expedir
mandamus a los funcionarios públicos, aparentemente no está basada en la
constitución; y surge la pregunta de si una jurisdicción conferida en tal forma
puede ser ejercitada. (…)
La cuestión de si una ley común que repugna a la constitución, puede llegar a ser
válida, interesa profundamente a los EEUU; pero afortunadamente no es tan
intrincada como interesante. Nos parece que sólo es necesario tomar en cuenta
ciertos principios ya por largo tiempo establecidos para decidirla.”
Marshall describe al gobierno de los Estados Unidos como un gobierno limitado
por mandato precisamente de la constitución, que impone límites a la actuación de
los poderes públicos: “¿Con qué objeto se consignan tales límites por escrito, si
esos límites pudieran en cualquier momento sobrepasarse por las personas a
quienes quiso restringir? (…)
Este es un razonamiento demasiado obvio para dejar lugar a dudas y lleva a la
conclusión de que la constitución controla cualquier acto legislativo que le sea
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EL SISTEMA ARGENTINO
La Constitución Nacional, al igual que la de EEUU, no prevé ni organiza el control de
constitucionalidad. Todas las características del mismo han sido elaboradas por la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El primer fallo de la Corte que se ocupa del control de constitucionalidad es de
1864. En la causa “Ministerio Fiscal vs. Benjamín Calvete”, la Corte afirmó que ella
es la intérprete final de la Constitución, siempre que se haya puesto en duda la
inteligencia de alguna de sus cláusulas y la decisión sea contra el derecho en que
ella se funda.
Posteriormente, en la causa “Municipalidad de la Capital vs. Elortondo”, declaró la
inconstitucionalidad de la ley del 21 de octubre de 1884. En el fallo se sostiene que
los tribunales de justicia deben examinar las leyes en los casos concretos que se
ponen a su decisión y compararlas con el texto de la Constitución, para averiguar si
guardan o no conformidad con ella, y deben abstenerse de aplicarlas si las
encuentran en oposición.
La jurisdicción constitucional es la potestad que en nuestro derecho tienen los
jueces de controlar e interpretar la supremacía de la Constitución, cualquiera sea la
instancia o el fuero a que pertenezcan (Fayt).
Según el órgano que lo ejerce, el control de constitucionalidad es judicial difuso.
Esto significa que todos los jueces (tanto del Poder Judicial de la Nación como de
los provinciales) tienen a su cargo la función de ejercer el control de
constitucionalidad de las normas y actos, tanto nacionales como provinciales, para
verificar si ellas están o no acordes con la CN. La Constitución, en la primera parte
de su art. 116, establece:
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Bidart Campos se opone a este criterio, alegando que quien debe cumplir
una norma ha de estar habilitado para cuestionar su constitucionalidad,
aunque la misma norma y su cumplimiento no le afecten en sus derechos
personales, ya que el obligado tiene interés actual en que su obligación
no sea inconstitucional.
Siguiendo esa línea, Ekmekdjian afirma que el criterio restrictivo de la
Corte respecto al “caso contencioso” se debería necesariamente ampliar
en virtud de la nueva redacción del art. 43, que no sólo reconoce
legitimación para interponer la acción de amparo a los titulares de
derechos y garantías constitucionales, sino también al afectado respecto
a los “derechos de incidencia colectiva en general” o también llamados
“intereses difusos”.
● Propio juez de la causa: Que la eleva en consulta al órgano encargado
del control para que resuelva si la norma que ese juez debe aplicar en su
sentencia es o no inconstitucional.
● Ministerio Público: Como titular de la acción pública.
● Defensor del pueblo: Legitimado por la Constitución para interponer la
acción de amparo.
● Asociaciones: Cuyo fin atiende a la defensa de esos derechos o
intereses; y que están legitimadas por la CN para interponer la acción de
amparo.
art. 193, inc. 1.a, faculta al STJ como órgano competente para declarar la
inconstitucionalidad, su competencia es originaria (origen e instancia única) y
exclusiva (no puede prorrogar ni delegar la decisión en ningún otro tribunal).
El inc. 1.b, por su parte, instaura el sistema de control judicial concentrado,
presente en la Constitución de la Provincia desde la reforma de 1939:
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